Caiputulo 9 El hombre que calculaba

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  • 7/24/2019 Caiputulo 9 El hombre que calculaba

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    El Hombre que Calculaba www.librosmaravillosos.com Malba Tahan

    Colaboracin de Guillermo Meja Preparado por Patricio BarrosAntonio Bravo

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    CAPTULO 9

    En el cual recibimos la visita del sheik Iezid. Extraa consecuencia de la

    previsin de un astrlogo. La mujer y la Matemtica. Berems es invitado a

    ensear Matemtica a una joven. Situacin singular de la misteriosa alumna.

    Berems habla de su antiguo maestro, el sabio No-Elin.

    n el ltimo da de Moharran, al caer la noche, fuimos sorprendidos

    por la presencia, en la posada, del gran Iezid-Abul-Hamid, amigo

    y confidente del califa.

    - Algn nuevo problema que resolver? pregunt Berems.

    - Adivin!... respondi Iezid- . Me hallo en la necesidad de

    resolver un grave problema. Tengo una hija llamada Telassim1,

    dotada de gran inteligencia y marcada de inclinacin para los estudios. Cuando

    naci Telassim, consult a un astrlogo famoso que saba revelar el futuro por la

    observacin de las nubes y las estrellas. Ese mago afirm que mi hija vivira feliz

    hasta los 18 aos; a partir de esa edad se vera amenazada por un cmulo de

    desgracias lamentables. Haba, no obstante, un medio de evitar que la desdicha

    cayese sobre ella. Telassim aadi el mago- deba aprender las propiedades de los

    nmeros y todas las operaciones que con ellos se hacen. Ahora bien: para dominarlos nmeros y hacer clculos es necesario conocer la ciencia de Al-Carismi, es decir,

    la Matemtica. Resolv, pues, asegurar a Telassim un futuro feliz haciendo que

    estudiase los misterios del Clculo. Busqu varios Ulemas2 de la Corte, mas no

    1Telassim Talismn.2Ulema hombre dotado de gran cultura. Sabio.

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    logr hallar uno solo que se sintiese capaz de ensear Matemtica a una joven de

    17 aos. Uno de ellos, dotado de gran talento, intent disuadirme de tal propsito.

    Quien quisiese ensear canto a una jirafa, cuyas cuerdas vocales no pueden

    producir el menor sonido, perdera el tiempo trabajando intilmente. La jirafa, por

    su propia naturaleza, no podra cantar. Del mismo modo, el cerebro femenino

    (explic el monje mahometano) es incompatible con las nociones ms simples de

    Matemtica. Se basa esa incomparable ciencia en el raciocinio, en el empleo de

    frmulas y principios demostrables con los poderosos recursos de la Lgica y de las

    Proporciones. Cmo podr una pequea, encerrada en el harem3 de su padre,

    aprender frmulas de lgebra y teoremas de Geometra? Nunca! Es ms fcil que

    una ballena vaya a la Meca en peregrinacin, que una mujer aprenda Matemtica.

    Para qu luchar contra lo imposible? Mactub!4. Si la desgracia debe caer sobre

    nosotros, que se haga la voluntad de Alah! El mayor de los desnimos se apoder

    de m al or aquellas palabras. Sin embargo, yendo cierta vez a visitar a mi amigo

    Salen Nasair, el mercader, o referencias elogiosas del nuevo calculista persa que

    llegara a Bagdad. Hablme del episodio de los ocho panes, y ese caso, narrado

    minuciosamente, me impresion. Procur conocer al talentoso matemtico y fui con

    ese fin a la casa del visir Maluf, quedando asombrado con la solucin dada al

    problema de los 257 camellos reducidos luego a 256.

    3Harem parte de la casa en que viven encerradas las mujeres.4 Mactub (estaba escrito). Participio pasivo del verbo catab (escribir). Expresin que traduce bien el fatalismomusulmn.

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    La Geometra, dijo Platn, existe en todas partes. En el disco del sol, en la formadel datilero, en el arco iris, en el diamante, en la estrella de mar, en la tela de la

    araa y hasta en un pequeo grano de arena. En la figura de arriba vemos la formaperfecta que presenta la flor del maracuy. Es admirable la simetra pentagonal con

    que estn dispuestos los elementos de esa flor. Llamamos la atencin del lectorpara una observacin realmente extraordinaria: Las simetras de orden impar slo

    se encuentran en los seres dotados de vida. La materia inorgnica slo presentasimetra par

    El jefe Iezid, irguiendo la cabeza, mir fija y solemnemente al calculista, y aadi:

    - Ser capaz, el hermano de los rabes, de ensear los artificios del clculo a mi

    hija Telassim? Pagar por las lecciones el precio que me indique, pudiendo, como

    ahora, seguir en el cargo de secretario del visir Maluf.

    - Generoso sheik! exclam Berems-. No encuentro motivo para rechazar vuestra

    invitacin. En pocos meses podr ensear a vuestra hija todas las operaciones

    algebraicas y el secreto de la Geometra. Se equivocan dos veces los filsofos

    cuando intentan medir con unidades negativas la capacidad intelectual de la mujer.

    La inteligencia femenina, cuando es bien orientada, puede acoger perfectamente lasbellezas y secretos de la ciencia. Tarea fcil sera desmentir los conceptos injustos

    formulados por el sacerdote. Los historiadores citan varios ejemplos de mujeres que

    se hicieron clebres por su cultura matemtica. En Alejandra, por ejemplo, vivi

    Hipatia, que ense la ciencia del clculo a centenares de personas, coment las

    obras de Diofanto, analiz los dificilsimos trabajos de Apolonio y rectific todas las

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    tablas astronmicas usadas hasta entonces. No hay motivo, oh sheik, para afligirse

    ni dudar. Vuestra hija aprender fcilmente la ciencia de Pitgoras. Deseo

    solamente que determinis el da y hora en que deber iniciar las lecciones.

    Respondi el noble:

    - Lo ms de prisa posible. Telassim cumpli ya 17 aos, y estoy ansioso por librarla

    de las tristes previsiones del astrlogo.

    Y aadi:

    - Debo advertirlo de una particularidad que no deja de tener importancia en este

    caso. Mi hija vive encerrada en el harem y nunca fue vista por hombres extraos

    a nuestra familia. Solo podr, por lo tanto, or sus lecciones de Matemtica, oculta

    por una espesa cortina, con el rostro cubierto por un jaique y vigilada por dos

    esclavas de confianza. Acepta, an as, mi propuesta?

    - Acepto con gran satisfaccin respondi Berems-. Es evidente que el recato y

    pudor de una joven valen mucho ms que los clculos y las frmulas algebraicas.

    Platn, filsofo y matemtico, mand colocar la leyenda siguiente en la puerta de su

    escuela:

    N o e n t r e s i n o e s g e m e t r a .

    Presentse un da un joven de costumbres libertinas y manifest deseos defrecuentar la academia. El maestro, sin embargo, no lo admiti, diciendo: La

    Geometra es pureza y simplicidad; tu impudicia ofende a tan pura ciencia. El

    clebre discpulo de Scrates procuraba, de ese modo, demostrar que la Matemtica

    no armoniza con la depravacin y con las torpes indignidades de los espritus

    inmorales. Sern, pues, encantadoras las lecciones dadas a esa joven que no

    conozco y cuyo rostro candoroso jams tendr la ventura de admirar. Querindolo

    usted, podr iniciar maana las lecciones.

    - Perfectamente asinti el jefe-. Uno de mis siervos vendr maana a buscarlo

    (queriendo Al!), poco despus de la segunda oracin. Uassalam!

    Despus que el jefe Iezid dej la posada, interrogu al calculista:

    - Escucha, Berems. Hay en todo eso un punto oscuro para m. Cmo podrs

    ensear Matemtica a una joven, cuando, en verdad, nunca estudiaste esa ciencia

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    en los libros, ni tomaste lecciones de los ulemas? Cmo aprendiste el clculo, que

    aplicas con tanto brillo y oportunidad? Bien lo s, calculista: entre pastores persas,

    contando ovejas, dtiles y bandadas de pjaros en vuelo por el cielo.

    - Ests equivocado, bagdal replic con serenidad el calculista-. En el tiempo en

    que vigilaba los rebaos de mi amo, en Persia, conoc a un viejo derviche llamado

    No-Elin, a quien, durante una tempestad de arena, salv de la muerte. Desde ese

    da, el bondadoso anciano fue mi amigo. Era un gran sabio y me ense muchas

    cosas tiles y maravillosas. Fue con l que aprend las reglas que permiten efectuar

    los clculos con precisin y rapidez. El prudente derviche me deca: la Matemtica

    se funda nicamente en la verdad, sin tener en cuenta ninguna autoridad, tradicin,

    inters o preconcepto. Lo mismo ocurre con cualquier ciencia, pero no de una

    manera tan clara como en la Matemtica, pues, en mayor o menor grado, hay en

    las otras ciencias alguna cosa que se basa en la autoridad de los investigadores.

    Me habl muchas veces de los grandes trabajos que los gemetras de la antigedad

    haban realizado. Gracias al auxilio de ese derviche, llegaron a mi conocimiento las

    obras de Euclides, Thales, Pitgoras, del gran Arqumedes y de muchos otros sabios

    de la antigua Grecia.

    Despus de hacer una pequea pausa, concluy Berems:

    - No-Elin me enseaba Matemticas haciendo curiosas figuras en la arena o

    rayando, con la punta de una aguja, las hojas de una planta llamada idomeg5.Vers como podr ensear Matemtica lo mismo, sin ver el rostro de la que va a ser

    mi discpula.

    5Idomeg planta de hojas largas y lisas.