Calculín, a 20 años de la hazaña

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[email protected] 19 DanielTorresRodríguez,tienelacapacidaddecontarelturf, desdeunánguloespecial.Susnarracionestienenelencanto delrelatoartesanal.Este,noescapaalanorma… CALCULÍN:A20añosdelahazaña lPájaroAcevedo,rematadoreternodelHipódromoRealdeSanCarlos,llamabaal mismo“Elhipódromodelosmilagros”.Unodeesosmilagrossedioel9defebrero de 1992 cuando un caballo coloniense llamado Calculín (m, 1988, Virazón Money Money)sehizoconla“RevanchadelRamírez”.Fueunacarreraenrégimendehándicap sobre2000metrosquereunióalosmejorescaballosdeMaroñasyelinteriordelpaís(a último momento producto de una lesión se borró Gremlins, campeón vigente del GP Ramírez)yquellevóelcentrohípicoaloestedelpaísporunfindesemana. En ese momento yo tenía 12 años y la carrera me marcó por varias cosas: la lluvia que dejó la pista hecha un fangal; la presencia de Mercenario; era el primer ganadordeRamírezqueveíaenColonia(porsuertenoseríaelúltimo);laexpectativa por ver la actuación de los colonienses (se destacaban Ultimátumy Calculín); la plata quesejugabaenlosremates;eldesarrolloemocionantedelacarreracoronadoconuna definiciónacordealclásicoyporsupuestolavictoriadelcréditolocal. MercenarioenelpaseopreliminarconlamontadeRubenIndaburu,antelaatentamiradademihermanoPablo. 9defebrerode1992. AprovechandolacasualidaddeteneralexjockeyLeonardoMaydanatrabajando en el mismo lugar que yo, fue que le pregunté si estaba dispuesto a contarnos lo que recordara de aquella carrera. Accedió gustoso y abusando de su hospitalidad concertamosunanotaensucasaqueacontinuacióncompartoconustedes: Al caballo lo vareé de potrillo, lo había domado Gustavo Acosta que era el encargado del caballo (y a quien supervisaba Ruben Camacho, director técnico del E

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Nota a Leonardo Maydana, jockey de Calculín, caballo coloniense que les ganó a los mejores fondistas de Maroñas en la Revancha del Ramírez de 1992.

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Daniel�Torres�Rodríguez,�tiene�la�capacidad�de�contar�el�turf,��desde�un�ángulo�especial.�Sus�narraciones�tienen�el�encanto��

del�relato�artesanal.�Este,�no�escapa�a�la�norma…��

CALCULÍN:�A�20�años�de�la�hazaña��

l�Pájaro�Acevedo,�rematador�eterno�del�Hipódromo�Real�de�San�Carlos,�llamaba�al�mismo�“El�hipódromo�de�los�milagros”.�Uno�de�esos�milagros�se�dio�el�9�de�febrero�

de� 1992� cuando� un� caballo� coloniense� llamado� Calculín� (m,� 1988,� Virazón� ��Money�Money)�se�hizo�con�la�“Revancha�del�Ramírez”.�Fue�una�carrera�en�régimen�de�hándicap�sobre�2000�metros�que�reunió�a�los�mejores�caballos�de�Maroñas�y�el�interior�del�país�(a�último�momento� producto� de� una� lesión� se� borró�Gremlins,� campeón� vigente� del� GP�Ramírez)�y�que�llevó�el�centro�hípico�al�oeste�del�país�por�un�fin�de�semana.��

En� ese� momento� yo� tenía� 12� años� y� la� carrera� me� marcó� por� varias� cosas:� la�lluvia� que� dejó� la� pista� hecha� un� fangal;� la� presencia� de� Mercenario;� era� el� primer�ganador�de�Ramírez�que�veía�en�Colonia�(por�suerte�no�sería�el�último);� la�expectativa�por� ver� la� actuación� de� los�colonienses� (se�destacaban�Ultimátum� y�Calculín);� la� plata�que�se�jugaba�en�los�remates;�el�desarrollo�emocionante�de�la�carrera�coronado�con�una�definición�acorde�al�clásico�y�por�supuesto�la�victoria�del�crédito�local.��

�Mercenario�en�el�paseo�preliminar�con�la�monta�de�Ruben�Indaburu,�ante�la�atenta�mirada�de�mi�hermano�Pablo.��

9�de�febrero�de�1992.�

Aprovechando�la�casualidad�de�tener�al�ex�jockey�Leonardo�Maydana�trabajando�en�el�mismo� lugar�que�yo,� fue�que� le�pregunté�si�estaba�dispuesto�a�contarnos� lo�que�recordara� de� aquella� carrera.� Accedió� gustoso� y� abusando� de� su� hospitalidad�concertamos�una�nota�en�su�casa�que�a�continuación�comparto�con�ustedes:��

“Al� caballo� lo� vareé� de� potrillo,� lo� había� domado�Gustavo� Acosta� que� era� el�encargado� del� caballo� (y� a� quien� supervisaba� Ruben� Camacho,� director� técnico� del�

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Stud)�y�ya�en�los�primeros�trabajos�mostraba�que�iba�a�ser�muy�corredor,�dejaba�ver�una�calidad�que�lo�distinguía�del�resto�de�los�ejemplares.�

El� propietario�Nelson�Agesta� (Stud�El�Metejón)� decide�anotarlo�para�el� 25�de�agosto�en�el�Clásico�Agustín�Malnero�sobre�800�metros�junto�a�su�compañero�de�techo�Escafoide.�Clasifican�los�dos�a�la�final�y�Agesta�me�da�la�opción�de�elegir�a�uno�de�ellos�para� correr�dicha� final� pensando�que� iba�a� elegir� a�Escafoide� porque�era�un�potrillo�que�estaba�en�su�distancia�ideal�(hacía�400�en�22”�como�si�nada)�pero�me�decanté�por�Calculín�y�los�sorprendí�a�todos.�

¿Por� qué� elegí� a� Calculín?� La� distancia� no� era� la� ideal� para� él� pero�Escafoide�(que� fue� con�Ernesto� “Peta”�Martínez� en� la� final)� ya�había�perdido�en�el� turno�ante�Header�(después�ganó�varias�en�Argentina)�que�era�una�máquina�de�correr�y�si�había�alguna� manera� de� ganarle� al� hijo� de� Harken� era� corriendo� desde� atrás� porque�peleándole�mano�a�mano�ya�habíamos�perdido.�Además�en�las�mañanas�ya�me�había�dado�la�pauta�de�que�era�un�caballo�en�serio,�como�se�dice�habitualmente�“este�era�un�caballo� de� carreras”.� El� resultado� final� fue� el� previsto:� 1º�Header,�2º� Escafoide� y� 3º�Calculín.�Yo�miraba�el�mano�a�mano�que�tenían�Escafoide�y�Header,�haciendo�fuerza�por� el� “Peta”� y� esperando� que� se� cansara� el� puntero� para� darle� caza,� cosa� que� no�sucedió.�

El�caballo�después�gana�en�el�Real�una�de�perdedores�sobre�1200�metros�para�luego� empezar� su� campaña� en� Maroñas� donde� corrió� el� Reyles,� el� Nacional� y� el�Ramírez.��

No�volvió�a�correr�en� el� Real� hasta� la�Revancha� del� Ramírez,�dejó� pasar� el� Clásico�Clausura� en� el� mes� de�diciembre�porque�estaba�preparándose�para�el�GP�Ramírez� del� 6� de� enero,�ese� clásico� lo� gano� yo�con� Ultimátum� (foto)�que� también� corrió� el�clásico� de� febrero.� Este�era�un�muy�buen�caballo�pero�estaba�lejos�del�nivel�del�potrillo�de�El�Metejón,�así�que�cuando�se�confirma�la�carrera�y�confían�en�mí�para�correr�a�Calculín�no�lo�dudé�ni�un�instante.��

Quiero�aprovechar�para�destacar�lo�que�fue�esa�carrera�para�el�turf�del�interior,�era�algo� impensado� tener�en�un�hipódromo�“de�afuera”� caballos�de� la� calidad�de�El�Temporal,�Tempestado,�Mercenario,�etc.�en�la�arena�y�en�definitiva�fue�un�hecho�muy�positivo�tanto�por�la�cantidad�de�gente�que�se�arrimó�al�Real�ese�día�como�por�el�nivel�

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de� la� carrera� y� ni� hablar� del� resultado,� fue� histórico� que� un� caballo� de� Colonia� le�ganara�a�los�cracks�maroñenses,�por�algo�nunca�volvió�a�repetirse.�La�recompensa�para�el�ganador�era�importante,�si�bien�no�era�una�gran�suma�de�dinero�era�un�premio�muy�importante;�en�esa�época�además�el�hipódromo�estaba�muy�bien�y�se� jugaba�mucha�plata,�por�lo�que�además�si�el�patrón�jugaba�algún�peso�ese�día�tenía�la�posibilidad�de�hacer�muy�buen�dinero�ya�que�los�caballos�que�venían�de�afuera�iban�a�llevar�mucho�juego.�

El� equipo� que� rodeaba� al� caballo� era� el� siguiente:� Ruben� Camacho,� Gustavo�Acosta�y�yo.�Gustavo�y�yo�éramos�muy�jóvenes,�teníamos�22�y�23�años�en�esa�época�pero�fuimos�muy�responsables�para�que�el�potrillo�llegue�con�su�mejor�forma.�Gustavo�lo�era�siempre,�muy�ordenado�en�su�trabajo,�muy�puntilloso,�le�brindaba�una�atención�“personalizada”;�Camacho�era�el�hombre�de�experiencia,�había�sido�jockey�y�cuidador�en� Argentina,� había� ganado� clásicos� importantes� en� la� vecina� orilla� y� era� quien�marcaba�la�rutina�de�ejercicios�del�caballo.�El�menos�profesional�de�todos�era�yo,�no�siempre� iba� a�montar� de� mañana,� muchas� veces�me� acostaba� tarde� pero� para� esa�carrera�dejé�todo�de�lado�y�me�concentré�en�llegar�de�la�mejor�forma�desde�que�me�confirmaron�la�monta�algunas�semanas�antes�del�evento.��

No�puedo�negar�que�en�parte�esperaba� la�designación�porque�todavía�estaba�ligado� al� Stud� y� los� 53� kilos� que� le� habían� tocado� en� el� hándicap� los� podía� dar� sin�ningún�problema.�Estaba�muy�bien�físicamente�y�si�bien�en�esa�época�me�gustaba�un�poco�la�farra�no�podía�faltarle�el�respeto�a�los�allegados�y�al�propietario�en�una�carrera�tan�importante.�El�estado�físico�en�una�carrera�larga�influye�mucho�en�el�resultado�por�lo�que�por�20�días�fui�un�profesional�como�nunca�antes�en�mi�trayectoria,�no�dejé�de�ir�al�bar�a�ver�a�los�amigos�pero�iba�a�tomar�un�jugo,�una�gaseosa�y�a�las�8�o�9�de�la�noche�ya�estaba�acostado�en�mi�casa.�Todos�sabemos�que�el�jockey�define�la�carrera�y�si�bien�Agesta� no� mezquinaba� en� nada� para� que� el� caballo� llegue� 10� puntos� y� que� tanto�Camacho� como� Acosta� estaban� dando� lo� mejor� de� sí� para� lograr� el� objetivo,� si� el�jockey�no�está�física�y�mentalmente�preparado,�es�imposible�lograr�un�buen�resultado.�Esa�conciencia�de�equipo�fue�el�origen�y�la�base�del�triunfo,�que�era�el�resultado�que�buscamos�desde�el�principio.�

Siguiendo� con� la� preparación� de� la� carrera,� al� momento� que� me� confían� la�monta� sentí� un� orgullo�muy� grande� y� además�un� gran�placer� porque� yo� le� tenía�un�cariño�enorme�al�animal,�lo�conocía�de�potrillo�y�ahora�nos�dábamos�el�lujo�de�correr�esta� gran� carrera,� en� una� distancia� en� la� que� él� se� sentía� cómodo� y� en� la� que� yo�también� me� sentía� cómodo� porque� me� gustaban� mucho� las� carreras� largas.�Sinceramente� le� tenía� mucha� fe,� sabía� lo� que� el� caballo� daba,� teníamos� a� favor� la�localía�y�esperábamos�a�los�visitantes�con�tranquilidad,�confiados�en�que�no�se�la�iban�a�llevar�de�arriba.��

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�Maydana�y�Calculín�la�tarde�siguiente�al�triunfo.�Foto�tomada�por�Gustavo�Acosta,�como�fotógrafo�gran�compositor.�

El� caballo� hizo� siguió� su� entrenamiento� con� normalidad,� reafirmando� de� esa�manera� la� tranquilidad� que� había� en� el� equipo� con� respecto� a� su� chance,� la� última�partida�del�caballo�además�fue�buenísima�y�hasta�la�lluvia�que�cayó�los�días�previos�a�la�disputa�de�la�carrera�le�vino�al�pelo�para�que�corriera�un�poco�mas�aliviado�de�unos�dolores�que�lo�aquejaban.��

Calculín�mostraba�calidad�en�cada�movimiento,�hacía�todo�fácil�y�distinto;�tenía�mirada�de�crack.�Siempre�me�acuerdo�de�que�la�tarde�antes�de�la�carrera�ya�con�el�Sol�bajando� sobre� el� río,� luego� del� paseo� por� la� playa� que� le� había� regalado� Gustavo,�estaba�en�el�box,�con�la�cabeza�asomando�para�afuera�mirando�para�donde�estábamos�nosotros�con�una�expresión�que�transmitía�tranquilidad�y�calidad.�

Una�joyita:�el�marcador�y�los�detalles�de�la�carrera.�Los�jockeys,�por�orden:�Ernesto�Martínez,�Ruben�Indaburu,�Cristian�Machuca�(no�estoy�seguro),�Miguel�Heredia,�Leonardo�Maydana,�Lidelmar�Gularte�y�Luis�Gutiérrez.�Archivo�de�Jorge�del�Cerro,�“Timbalero”.�

�Cuando� salimos� del� picadero� para� las� gateras� (estaban� ubicadas� frente� a� la�

tribuna�popular,� en� el� palo�de� los� 100�metros)� sentía� el� aliento�de� la� gente� “Vamos�Maydana!”� gritaban,� el� caballo� era�muy�manso�entonces�podía� ir� contra� la� baranda�exterior�y� la�gente� lo� tocaba�a�Calculín,�dándonos�aliento�constantemente�y�eso� fue�

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muy� importante�para�mí.�Yendo�a� la� carrera� fue�muy� rápida,� tanto�que� los�2’09”07c�creo�todavía�son�récord�para�la�distancia�en�el�Real�de�San�Carlos,�récord�que�se�hizo�en�una�pista�pesadísima�y�llena�de�agua�como�la�que�había�ese�día.��

Decía� que� la� carrera� fue� rápida� desde� la� largada� misma,� acá� estaban� los�mejores� y� había� que� estar� atento.� Debo� decir� en� este� caso� que� no� tenía� muchas�instrucciones� a� seguir,� agradezco� la� libertad� que� me� dieron� mas� allá� de� alguna�indicación�general�que�ya�estaba�prevista�de�antemano�como�el�correrlo�de�la�misma�manera� en� la� que� se� lo� vareaba� por� mas� que� salieran� a� romper� la� carrera� los� de�Maroñas.� Uno� a� esa� altura� ya� estaba� definido� como� jockey,� por� más� que� faltara�experiencia� en� correr� contra� caballos� de� los� quilates� que� venían� (no� era� lo� mismo�correr� 2000�metros� en� 2’17”� o� 2’20”� como� se� corría� en� el� Real� habitualmente),� que�estaban�acostumbrados� a� correr� la� distancia,� yo� confiaba� en�mi� capacidad� y� en�que�tenía�la�madurez�necesaria�para�tomar�la�decisión�correcta�en�el�momento�correcto.���

�El�Temporal�en�el�paseo�preliminar,�9�de�febrero�de�1992.�

Apenas�se�abrieron�los�partidores�El�Temporal�que�era�conducido�por�el�“Peta”�Martínez� salió� a�marcar� el� paso� y� nosotros� veníamos�4º�o� 5º,� en� el� palo�de� los� 700�fueron�todos�los�candidatos�a�buscar�la�carrera�y�yo�que�quería�esperar�un�poco�más�tengo� que� empezar� a� mover� también� sino� no� los� agarraba� más.� A� mi� entender� la�carrera�la�gano�ahí�ya�que�me�meto�“por�el�1”�y�no�pierdo�un�metro,�el�caballo�venía�orejeando�así�que�estaba�entero�y�no�dudé�ni�un�momento�en�aprovechar�el�hueco�que�había�quedado.��

El�meterse�por�ese� lugar�era�arriesgado�porque�en�la�recta�había�varios�pozos�producto�del�estado�de� la�pista�pero�no�podía�especular�con�eso,�si�paraba�y�sacaba�para�afuera�quedaba�a�50�metros,�así�que�me�la�jugué.�“Que�tipo�suertudo,�ni�medio�pozo� agarraste”� me� dijo� después� de� la� carrera� el� “Peta”� medio� en� broma� ya� que�éramos�muy� compañeros.� Tuve� suerte,� es� cierto,� porque� no� venía�midiendo� donde�podía�estar�el�pozo�pero�con�el�fangal�que�había�y�con�todo�lo�que�había�llovido�en�los�días�previos�no�estaba�mucho�peor�que�el�centro�o�que�la�parte�exterior.�La�recta�fue�

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un�mano�a�mano�con�El�Temporal�y�el�triunfo�cayó�de�nuestro�lado�sobre�el�final,�fue�apenas�¼�cuerpo� lo�que�nos�separó�y� lo�que�desató� la�alegría�y�el� festejo�de�toda� la�gente�de�Colonia�que�estaba�en�el�hipódromo.��

Era�maravilloso�ver�al�público�tan�contento,�en�mi�caso�el�triunfo�fue�dedicado�a� ellos� ya� que� son� los� que� siempre� están� con� una� palabra� de� aliento,� apoyando� y�dándote� fuerza;� caballo� de� Colonia,� cuidador� de� Colonia,� propietario� de� Colonia,�jockey�de�Colonia:�era�más�que�justificada�la�alegría�que�había�en�las�tribunas,�la�gloria�había�quedado�en�casa.��

�Podio�de�la�Revancha�del�Ramírez,�9�de�febrero�de�1992�(Archivo�Stud�El�Metejón)�

Esa� fue� la� carrera� más� importante� que� gané� en� mi� vida,� nunca� le� agradecí�personalmente� a�Nelson�Agesta� la� chance� de�montar� a�Calculín� ese� día� ni� todas� las�oportunidades�de� correr� que�me�dio.�Me�acuerdo� (entre� otros)� de�Hipólito,� un� gran�caballo�que�también�ganó�en�Argentina�pero�con�el�que�perdimos�la�final�del�Martín�Landini�al�pescuezo�de�Adobón,�cuyo�jockey�perdió�la�fusta�al�largar�(lo�que�favoreció�al�caballo�que�en�el� turno�se�había� llevado�una�paliza�bárbara).�Soy�muy�agradecido�con�todos�los�patrones�que�tuve,�me�trataban�muy�bien�al�igual�que�los�compositores,�fueron�muy�compañeros�conmigo�y�me�apoyaron�demasiado�para�la�importancia�que�le�daba�yo�a�la�profesión.��

Me�quedaron�muchos� recuerdos� lindos�del� hipódromo,� extraño� la� adrenalina�de�estar�sobre�el�caballo�pero�mi�idea�siempre�fue�dejar�temprano�ya�que�al�ver�como�

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había� quedado� físicamente� mi� padre� después� de� tantos� años,� sabía� que� no� quería�llegar�al�extremo�de�correr�hasta�que�duela�el�cuerpo.�Además�al� igual�que�cualquier�deporte,�con�el�pasar�de�los�años�el�rendimiento�va�decayendo.��

Cuando�sos�joven�arriesgás�más,�tenés�más�fuerza�para�dominar�a�los�caballos,�etc.�A�mí�me�marcó�muchísimo�la�rodada�con�Escafoide�(N�de�R:�esta�rodada�ameritaría�otra� nota� o� por� lo� menos� un� anexo,� fue� tan� dramática� que� al� igual� que� el� debut� de�Maradona,� hoy� preguntás� y� la� vieron� 150�mil� personas)� un�mes� después� de� ganar� la�Revancha�del�Ramírez,�me�dejó�sin�fuerzas�en�el�brazo�izquierdo�y�para�correr�precisas�tener�mucha�fuerza�sino�no�dominás�ni�exigís�al�caballo�como�tenés�que�hacerlo.�Hasta�el�día�de�hoy,� a�20�años�de� la� rodada�el�hombro�no� lo� tengo� recuperado�y� según�el�movimiento� que� haga� puedo� sentir� mucho� dolor.� Cuando� estaba� analizando� la�posibilidad�del�retiro�ya�que�estaba�corriendo�poco,�me�suspenden�por�mucho�tiempo�por�una�tontería�y�vi�la�chance,�no�iba�a�esperar�90�días�sin�correr�para�volver�a�ver�qué�pasa,�si�dejo�o�no.�Tomé�la�decisión�y�le�puse�fin�a�una�etapa�que�fue�muy�linda,�que�no� la� tomé� con� la� seriedad� que� merece� este� deporte� desaprovechando� quizás,� las�buenas�condiciones�técnicas�que�tenía.�Desde�ese�día�no�he�subido�nunca�más�arriba�de�un�caballo,�ni�siquiera�en�el�campo�para�pasear.”��

�Leonardo�Maydana�hoy,�en�su�casa�con�su�archivo�fotográfico�

Leonardo� Maydana� actualmente� es� Oficial� Albañil,� tiene� 43� años,� está� casado�hace�20�años�con�Anabel�y�tiene�dos�hijos:�Andrés�de�19�años�y�Erica�de�5.�Debutó�como�jockey�oficialmente�en�1986�y�extraoficialmente�en�1985,�haciendo�triplete�en�una�pista�con� tres� caballos� de� Leonardo� Araújo.� Antes� de� su� debut� fue� peón� de�Veronés,� otro�crack�del�Stud�El�Metejón�que�participó�en�el�Mitin�de�La�Gávea�en�1984.�Se�retiró�de�la�actividad� en� 1999� con� la� deuda� personal� de� no� haber� ganado� el� Gran� Premio� Agustín�

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Malnero� a� pesar� de� haber� corrido� excelentes� caballos,� eran� otros� tiempos� claro,� los�caballos�clásicos�abundaban�en�el�Real�de�San�Carlos�y�en�el�interior�del�país.�

NELSON�AGESTA�(propietario):�

“A� Calculín� lo� compré� en� un� remate� del� Haras� Maciel� y� siempre� mostró�condiciones,�debutó�el�25�de�agosto�en�el�turno�del�GP�Agustín�Malnero,�llega�3º�en�la�final,�gana�una�de�perdedores�sobre�1200�en�Colonia�y�decidimos�con�Ruben�Camacho�llevarlo� a� Maroñas.� Camacho� era� un� entrenador� muy� experiente,� con� pasado� en�Argentina� tanto� en� la� faz� de� jockey� como�de� cuidador,� en� la� que� se� destacó�mucho�más.� Tiene� una� anécdota�muy� conocida:� en� Palermo� fue� el� jockey� de�Yamandú,� un�caballo� que� ganó� a� 70� pesos� en� una� carrera� en� la� que� todos� los� equinos� eran�propiedad�de�Otero.��

Ese�día�se�recuerda�porque�la�gente�empezó�a�tirar�los�asientos,�los�sombreros,�de� todo.� Se� armó� un� lío� bárbaro.� Como� cuidador� tuvo� buenos� ejemplares,� ganó�clásicos�en�Argentina�y�en�Maroñas,�cuando�atendió�a�Calculín�ya�estaba�jubilado�por�lo�que�debía�figurarlo�Gustavo�Acosta,�otro�excelente�profesional�que�en�esa�época�era�muy� joven.� Volviendo� a�Calculín,� debuta� en�Montevideo� en� el� Clásico� Carlos� Reyles�perdiendo� una� carrera� imposible,� llega� 3º� pero� tendría� que� haber� ganado.� Con� esa�experiencia� fuimos� a� correr� el�Gran� Premio�Nacional� y� nos� gana�Ocean�Pearl� con� la�monta� de� Ruben� Indaburu,� un� jockey� coloniense� que� a� veces� también� corría� mis�caballos.��

La� siguiente� estación� fue� el� Gran� Premio� José� Pedro� Ramírez� para� el� que�habíamos� traído�especialmente�para� correrlo�a�Ruben�Laitán�desde�Argentina.� Tenía�chance� de� fierro� y� vino� empujando� hasta� la� mitad� de� la� carrera� cuando� empezó� a�perder�pie� y� llegó� fuera�de� carrera.� Sin�explicación�alguna,�Camacho� lleva�el� caballo�hasta� las�duchas�y�ve�que�Calculín�empieza�a�orinar�y� la�orina�es�de�color�negro,�ahí�llega� el� Veterinario,� confirmamos� el�mal� orgánico� y� empezamos� la� recuperación� de�cara�a�la�Revancha�del�Ramírez.��

Suero,� remedios� hepáticos,� trabajos� bien� controlados� por� Camacho� y�ejecutados� a� la� perfección� por� Gustavo� Acosta� y� Leonardo� Maydana� nos� daban�esperanzas�de�que�el� caballo�mostrara�ante� su�gente�el�potencial�que� sabíamos�que�tenía.�Luego�de� la�partida� final,�Camacho�me�dice�“hizo�1000�en�1’1”,� rematando�en�12”2/5�de�segunda�vuelta,�es�crack”�con�ese�tiempo�en�el�Real,�se�podía�decir�que�era�una�fija�y�el�entrenador�lo�sentía�como�tal.�La�carrera�la�tengo�muy�presente,�creo�que�todos� los�allegados�al� Stud�nos�acordamos� como� si� hubiese� sido�ayer,� el� pilotaje�de�“Maydanita”� (sic)� fue� a� lo� Leguisamo,� la� gana� él� en� el� codo� a� la� carrera,� estuvo�excelente.�

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�De�Izquierda�a�derecha:�Ruben�Camacho,�Óscar�Delau,�el�peón�de�esa�carrera�cuyo�nombre�no�recordamos,�Jorge�Valdivieso,�

Calculín,�Nelson�Agesta,�Aníbal�Giovanetti,�Ernesto�“Mago”�Fontana�

Después�del� triunfo,� le�vendo�el�caballo�a�un�argentino,�Oscar�Delau,�que�era�cliente�habitual�del�restorán�que�tenía�en�esa�época�además�de�ser�el�2º�de�Yabrán�en�la�empresa�OCA.�Treinta�mil�dólares�fue�el�precio�final,�en�ese�tiempo�era�mucha�plata.�Como�no�lo�quería�comprar�porque�no�era�aficionado�a�las�carreras�de�caballos�(pero�si�lo�era�al�juego�en�casi�todas�sus�expresiones)� le�dije�que�se�lo�vendía�y�que�los�30mil�dólares�se�los�jugaba�el�día�que�corriera�la�de�perdedores�porque�no�podía�perder�de�ninguna�manera,�valga�la�redundancia.�Se�hizo�el�negocio�y�luego�de�2�o�3�carreras�en�la�categoría�para�ponerlo�en�forma�al�caballo,�vamos�por�la�victoria.��

El�cuidador�era�Da�Costa,�hijo�de�un�argentino�que�cuidaba�150�caballos�en�Río�de�Janeiro�y�trae�un�jockey�de�Córdoba,�veterano�pero�desconocido�en�capital.�Arranca�pagando�20�pesos�el�caballo�y�Delau�le�empieza�a�jugar,�1�minuto�antes�de�la�largada�estaba�pagando�2,05�el�caballo;�se�había�corrido�el�dato,�lo�conocía�medio�hipódromo�al�hombre.�Gana�Calculín�por�3�o�4�cuerpos�y�de�esa�manera�conquista�el�primero�de�sus�7�triunfos�en�Argentina.�Fueron�4�en�el�césped�de�San�Isidro�y�3�en�La�Plata.”�

Agradecimientos:�Leonardo�Maydana�y�flia,�Nelson�Agesta,�Jorge�del�Cerro�“Timbalero”�y�“Caracha”�reconocido�turfman�coloniense,�propietario�del�kiosco�de�Alberto�Méndez�y�Rivadavia�que�facilitó�la�fotocopiadora�y�confirmó�

que�la�primer�Revancha�del�Ramírez�corrida�en�el�Real�de�San�Carlos�la�ganó�Cyndello�con�la�monta�de�Carlos�Gómez.�Imágenes:�Leonardo�Maydana,�Nelson�Agesta,�Jorge�del�Cerro�“Timbalero”�(el�archivo�que�tiene�esta�leyenda�viviente�

del�turf�coloniense�es�algo�increíble,�es�para�exponerlo�y�disfrutarlo)�y�Daniel�Torres�Rodríguez,�el�autor�de�la�nota.�