CALI-1 El Cambio Religioso.

16
 1 El cambio religioso de la América Latina. Jean-Pierre Bastian 1  Las prácticas religiosas se muestran particularmente vivaces en América Latina y, contrariamente a Europa, las organizaciones religi osas no están en declive. Es posible también constatar su crecimiento significativo que señalan los subsecretariados de cultos delos diferentes países de la región. Se registran decenas de sociedades religiosas dis tintas al lado de la institución católi ca dominante. ¿Cómo dar cuenta de est a diversicación tratando de cons truir las lógicas que la subtienden? Hasta ahora, un bueno número de estudios cuyo objeto es el fenómeno religioso son el fruto de antiguos clérigos o de militantes de movimientos ligados a los actores religiosos y aún de investigadores que  participan en diversos grados en las luchas al interior del campo religioso ¿Cómo salir de esa relación privilegiada al objeto que constituye un obstáculo al acercamiento científico de la religión (San Martin 1984 :112). El concepto de campo religi oso construido por Pierr e Bourdieu (Bourdieu 1971 a y b) puede ser útil como instrumento de análisis y de ruptura con la tendencia a privilegiar las substancias, en el caso que nos ocupa, los grupos religiosos reales de los cuales se pretende definir el numero, los límites, los miembros … en detrimento de las relaciones. En lugar de part ir de la organización religiosa específica sustancializada (la  IURD, “ la Iglesia”, las Comunidades eclesiales de base, etc..), la teoría de los campos elaborada por Bourdieu permite primero que todo, situar los actores en relación los unos con los otros retomando la tipología clásica de las organizaciones religiosas en términos de formas de autoridad y de legitimación que las caracterizan, vinculadas a la demanda de sectores sociales en búsqueda de bienes de salvacion específicos según la posición que ocupan en la sociedad. Por otro lado, recurrir al concepto del campo sitúa los actores en una lógica de compromiso cuyo juego y lo que está en juego 1  Catedratico de sociologia de la religion en la Universidad de Estrasburgo y Director de estudio en el Instituto de Altos Estudios de América Latina (IHEAL), Universidad de Paris III. Entre sus publicaciones,  Los disi dentes , socied ades protes tante s y revol ucion en México , 1872-1911, México, FCE, 19 89, Protestantismos y modernidad latinamericana, México, FCE, 1994,  La mutacion reli giosa de Améric a Latin a , Mexico, 1997 et 2003,  Europa latin a-  Améri ca Lat ina, l a mode rnida d rel igiosa en per spect iva com parada , México, FCE, 2004.

Transcript of CALI-1 El Cambio Religioso.

Las dinmicas contemporneas de pluralizacin del campo religioso en America Latina

El cambio religioso de la Amrica Latina.Jean-Pierre Bastian[footnoteRef:2] [2: Catedratico de sociologia de la religion en la Universidad de Estrasburgo y Director de estudio en el Instituto de Altos Estudios de Amrica Latina (IHEAL), Universidad de Paris III. Entre sus publicaciones, Los disidentes, sociedades protestantes y revolucion en Mxico, 1872-1911, Mxico, FCE, 1989, Protestantismos y modernidad latinamericana, Mxico, FCE, 1994, La mutacion religiosa de Amrica Latina, Mexico, 1997 et 2003, Europa latina-Amrica Latina, la modernidad religiosa en perspectiva comparada, Mxico, FCE, 2004. ]

Las prcticas religiosas se muestran particularmente vivaces en Amrica Latina y, contrariamente a Europa, las organizaciones religiosas no estn en declive. Es posible tambin constatar su crecimiento significativo que sealan los subsecretariados de cultos delos diferentes pases de la regin. Se registran decenas de sociedades religiosas distintas al lado de la institucin catlica dominante. Cmo dar cuenta de esta diversicacin tratando de construir las lgicas que la subtienden? Hasta ahora, un bueno nmero de estudios cuyo objeto es el fenmeno religioso son el fruto de antiguos clrigos o de militantes de movimientos ligados a los actores religiosos y an de investigadores que participan en diversos grados en las luchas al interior del campo religioso Cmo salir de esa relacin privilegiada al objeto que constituye un obstculo al acercamiento cientfico de la religin (San Martin 1984 :112). El concepto de campo religioso construido por Pierre Bourdieu (Bourdieu 1971 a y b) puede ser til como instrumento de anlisis y de ruptura con la tendencia a privilegiar las substancias, en el caso que nos ocupa, los grupos religiosos reales de los cuales se pretende definir el numero, los lmites, los miembros en detrimento de las relaciones. En lugar de partir de la organizacin religiosa especfica sustancializada (la IURD, la Iglesia, las Comunidades eclesiales de base, etc..), la teora de los campos elaborada por Bourdieu permite primero que todo, situar los actores en relacin los unos con los otros retomando la tipologa clsica de las organizaciones religiosas en trminos de formas de autoridad y de legitimacin que las caracterizan, vinculadas a la demanda de sectores sociales en bsqueda de bienes de salvacion especficos segn la posicin que ocupan en la sociedad. Por otro lado, recurrir al concepto del campo sita los actores en una lgica de compromiso cuyo juego y lo que est en juego responden a un inters especfico, el dominio de la reproduccin del campo por la bsqueda de la hegemona religiosa, simblica y prctica.

Siguiendo la tipologa Weberiana de las formas del poder, se puede reducir a tres, la pluralidad de los actores religiosos: primero, ocupando una posicin central en el campo, la autoridad legal de gestin burocrtica de los bienes de salvacion est constituda por la Iglesia catlica romana, pero tambin en otros contextos por otros movimientos religiosos centrales como por ejemplo la Iglesia morava en la Moskitia o la Iglesia anglicana en Belice, etc..; luego, en una posicin subordinada, los actores que tienen una autoridad tradicional mgico-religiosa fundada sobre la costumbre, son constituidos por la religin llamada popular, antes de todo indgena (cultos neo-mayas) y afroamericana (umbanda, candombl... etc.); en fin, los nuevos venidos en el campo son representados por los movimientos religosos de tipo secta en donde la autoridad es carismtica en el sentido weberiano del trmino (pentecostalismo, protestantismo, etc). Esto puede parecer un acercamiento reduccionista de lo religioso en una regin donde ste desborda enormemente el campo de las organizaciones que se definen como tales. En efecto, las prcticas y las creencias religiosas son difusas en Amrica Latina e impregnan otros campos sociales, en particular el campo poltico. Sin embargo, sin negar la fluidez de lo religioso en la regin, el concepto de campo es un marco de lectura que permite valorar las dinmicas contemporneas con el objetivo de explicar las transformaciones religiosas en curso. Se puede entender el campo religioso como un espacio multidimensional de posiciones en el que toda posicin actual puede ser definida en funcin de un sistema multidimensional de coordinadas cuyos valores corresponden a los valores de las diferentes variables pertinentes (Bourdieu 1984). As que no se trata de describir el conjunto de los actores y de sus acciones desde los aos 1930 hasta hoy, sino de pensar de manera relacional una configuracin de relaciones objetivas entre posiciones ocupadas por los actores religiosos diversificados, determinados por una apuesta principal que es objeto de una lucha entre organizaciones en competencia por el ejercicio del poder religioso legtimo en la regin.

1. Acercamiento gentico: 1850-1950

Por cierto, la diversidad de las prcticas religiosas no es un hecho nuevo en Amrica Latina. Las religiones llamadas populares han sido y son manifestaciones de una relativa autonoma de las tradiciones ancestrales frente a la imposicin del cristianismo por el proceso de colonizacin. Sin embargo, las tradiciones religiosas precolombinas al igual de las herencias africanas han sido profundamente trabajadas y transformadas por su relacin con el cristianismo barroco. Estas herencias han sido reformuladas o han perdurado en nichos de prcticas y de creencias subordinadas a las prcticas religiosas cristianas que han reconstruido el tiempo y el espacio latinoamericano desde los inicios de las colonizaciones ibricas. Esto quiere decir que a pesar de una diversidad de herencias, el cristianismo catlico ha servido de molde de identificacin a una regin en donde los smbolos marianos han sido unos poderosos factores de integracin regional o nacional a partir de las independencias. Razn por la cual el proceso de laicizacin por lo alto, por el sesgo de las polticas anticlericales puestas en marcha por ciertos gobiernos liberales desde mediados del siglo XIX ha sido un fracaso.Hasta 1950, un siglo de polticas violentamente anticlericales a veces (Mexico, Colombia) o simplemente laicizadores otras veces (Uruguay) no haban hecho mella de manera significativa a la hegemona catlica, ni haban logrado pluralizar las sociedades latinoamericanas en lo que toca a la pertenencia religiosa. Ciertamente, a favor de las constituciones liberales que instauraron la libertad de cultos en el mejor de los casos, o la tolerancia religiosa en la mayor parte de los pases, las sociedades religiosas no-catlicas haban visto el da. Pero estas sociedades (protestantes, tesofas o espiritistas) permanecieron confinadas a las minoras liberales activas, como la franco-masonera de otra parte. Ellas no lograron nunca llevar a cabo una reforma de la cultura religiosa, ni una pluralizacin religiosa. Ellas fueron ms que todo sociedades de ideas, laboratorios en donde las vanguardias ideolgicas anticipaban al plan religioso y poltico a la vez unos modelos socio-polticos liberales. Ellas no fueron sino un fenmeno al margen, que no interesaban ms que a un 1 % de la poblacin hacia 1950. La iglesia catlica, a pesar y por conflictos a veces extremadamente violentos - (la Cristiada, en Mxico, 1926-1929), la Violencia en Colombia (1948-1952)- , logr mantener su monopolio en el campo religioso hasta fines de los aos 1950. Una de las caractersticas particularmente ejemplares de esto, fueron las consagraciones regulares de los diferentes pases al Sagrado corazn de Jess o a los smbolos marianos en los aos 1930. Una religiosidad de peregrinaje y un cristianismo devocional informado por la herencia religiosa colonial perduraba y orientaba la religiosidad tanto de las lites como de las masas, aceptando en general las expresiones subalternas diversas y variadas de una religiosidad tradicional, de tipo shamnico.

2. El vuelco de los aos 1950 marc el inicio de un proceso de deregulacin religiosa que se acelera hoy. Este proceso se ha iniciado con la irrupcin de un tipo de autoridad hasta entoces marginal, la autoridad del profeta en el sentido weberiano del termino, es decir, del actor dotado de carisma, que acta, no en virtud de un tradicin, sino en virtud de una verdad propia. Fue iniciado por el pentecostalismo, movimiento religioso entusiasta, de tradicin cristiana y de inspiracin protestante en principio, que es fundamentalmente hoy una religin popular latinoamericana, oral y fispara que pone el acento en una triple prctica religiosa glosolal, taumaturga y exorcista. Fundada sobre un tipo de autoridad carismtica, este movimiento creci por cismas sucesivos. Extremadamente flexible, se adapt a las tradiciones religiosas endgenas remodelndolas. El principal agente de ruptura de la hegemona catlica en el campo no ha sido entonces, el protestantismo liberal trasplantado desde la segunda mitad del siglo XIX con las constituciones que establecan la libertad de culto, sino una religin popular puesta en escena no por intelectuales y profesionales burocrticos de lo religioso, sino por profetas en el sentido sociolgico del trmino, inspirados por portadores de carisma. Es verdad que este movimiento religioso tuvo su origen en E.U., dersde 1906, y que se transplant rpidamente, desde 1910, en Amrica Latina, permaneciendo en parte ligadas a las organizaciones madres norteamericanas surgidas en el mismo momento. Sin embargo, la dinmica oral y popular del movimiento conllev rpidamente su autoctonizacin con la emergencia de organizaciones religiosas pentecostales latinoamericanas desde los aos 1930 (Luz del Mundo en Mxico) y sobre todo desde los aos 1950 (Brasil para Cristo en Sao Paulo, Los Israelitas en el Peru). Decenas de microorganizaciones religiosas vieron el da desde entonces en las afueras de las grandes ciudades y en las regiones rurales ms desheredadas, fenmeno correlativo. No es el nico voluntarismo proslito de los actores religiosos que permite explicar la expansin de estos movimientos y la deregulacin a que estn ligadas, sino que son causas estructurales mltiples que han inducido el proceso de deregulacin del monopolio catlico. La principal causa es econmica y demogrfica a la vez: la descomposicin de las economas rurales tradicionales (autarqucas) por la penetracin de la economa de mercado y la expansin de los servicios que aseguran un descenso de la mortalidad y un crecimiento demogrfico exponencial han contribuido a expulsar amplios sectores rurales que se fueron hacia las grandes ciudades en busca de trabajo y de mejores condiciones de vida. El desplazamiento regional, nacional y an internacional de estas poblaciones contribuy a reducirlas a un estado de anomia propicio a la receptividad de nuevas ideas y prcticas religiosas permitindoles construir un tipo de hacienda religiosa (Lalive dEpinay 1968) alrededor de dirigentes religiosos dotados de carisma. Por otra parte, en un contexto poltico de dictadura y de inseguridad ciudadana, lo religioso sirvi de espacio privilegiado de expresin de una autonoma simblica frente a los monopolios del Estado y de la Iglesia catlica. En una sociedad civil bajo la tutela de ambos agentes monopolizadores de la coercin poltica y simblica, lo religioso no-conformista revel ser uno de los pocos espacios de autonoma posibles que ofrecan una libertad de organizacin a los actores surgidos no del espacio de la palabra sino del de la sangre, para retomar la metfora de Touraine (1988), expresando la dualidad social latinoamericana. En fin, desde 1950, la circulacin de las ideas y de los hombres, restringida hasta entonces a las lites siempre a mismo de desplazarse, se extendi a los sectores medios de la poblacin y a los migrantes econmicos. El turismo se intensific progresivamente. Esto favoriz la expansin de la oferta de nuevas creencias y la transplantacin de prcticas exticas al interior de las clases medias urbanas.En otro trmino, a partir de los aos 1950 y a gran escala, condicionadas por los factores estructurales evocados, las demandas de reestructuracin simblica de parte de amplios sectores sociales anmicos cruzaron la iniciativa innovadora de actores religiosos salidos de esos mismos sectores y si capacidad a responder incluso a las necesidades simblicas nuevas de las poblaciones inmigrantes. El actor dotado de carisma revel ser el principal innovador capaz de responder a la situacin de crisis social y simblica en trminos de compensacin y/o de protesta religiosa. En cambio, el catolicismo hegemnico sacudido desde los aos 1960 por las luchas entre progresistas y conservadores en torno a la manera de responder a la crisis social y simblica, no percibi la importancia del movimiento de ruptura iniciado, y se encontr estremecido por la ola pentecostal que lo afecto por la hemorragia de fieles que ella acarreaba. Por primera vez desde la conquista, el campo religioso se fragment en un movimiento de pluralizacin de las opciones religiosas disponibles. El campo religiuoso se fragment vinculado a la emergencia de demandas especficas de ciertos sectores sociales aparecidos con la destruccin de las economas tradicionales por la economa de mercado. Desde entonces, y de manera acelerada durante los aos 1980 se puso en marcha una lgica de mercado inducida por la competencia entre el sacerdote y el profeta, este ltimo habiendo inducido la transformacin del campo religioso en el sentido de la lucha por la redefinicin de la hegemona histrica.

3. Una lgica de mercado.

Una segunda virtud del recurso al campo religioso es permitir comprender las interacciones entre actores y los efectos de competenciaa que explican las transformaciones de las prcticas y de las creencias.Desde los aos 1930, el principal agente regulador del campo religioso haba desarrollado una serie de medidas con miras a conservar su influencia sobre la sociedad, mientras que los nuevos entrantes pentecostales eran apenas visibles en la regin. Estas medidas se fueron ampliando cada vez ms en razn de la expansin de los nuevos movimientos religiosos en el seno de las masas. As, la Iglesia catlica haba propiciado la formacin de partidos cristiano-demcratas, utilizando la radio a fin de difundir su enseanzas, organizando comisiones teolgicas a fin de reflexionar sobre la cuestin del mal desarrollo socio econmico y finalmente , en la segunda Conferencia episcopal latinoamericana llevada a cabo en Puebla (Mxico), en 1979. Las iniciativas de educacin crtica lanzadas por Pablo Freire en el Brasil desde los aos 1960 y el despliegue de la Teologa de la liberacin a la vuelta de los aos 1970 animaron un ala izquierda catlica. Ella fue ciertamente constantemente sometida a la regulacin teolgico-poltica de la institucin que prefiri reforzar un catolicismo de devocin y de peregrinaje para incluso combatir la amenaza comunista. Sin embargo, esta corriente liberacionista adopt posiciones idnticas a las de la institucin hegemnica en cuanto a las sectas y otros movimientos religiosos juzgados alienantes y condenados de plano. Durante los aos 1980, esta estrategia comn al conjunto de la instancia hegemnica no logr impedir el proceso de la pluralizacin religiosa creciente inducida por factores tanto endgenos (anomia) como exgenos (globalizacin). Desde entonces, la aceptacin del pentecostalismo por las masas empuj y constri an a la Iglesia catlica a pentecostalizarse, es decir, a adoptar las prcticas que tanto su clero tradicional, como sus vanguardistas progresistas haban condenado anteriormente como sectarias, manipuladoras y reaccionarias.Es a partir del inicio de mediados de los aos 1970 que apareci la Renovacin carismtica catlica. Fue una respuesta a la vez a la Teologa de la liberacin de las Comunidades eclesiales de base juzgadas como demasiado radicales y a la competencia pentecostal. Esta ltima tuvo un efecto directo sobre el principal actor religioso que se vio forzado a elaborar nuevos productos simblicos y venderlos en un mercado religioso en expansin. La mejor ilustracin de esto fue la aparicin de sacerdotes dotados de carisma. Estos permanecieron ciertamente al margen de una institucin burocrctica y jerrquica que no tiene an obispos asumiendo tales roles, pero son cada vez ms significativos de la necesidad en la cual se encuentra la institucin catolica de responder a la competencia pentecostal. As mismo, desde 1978, los numerosos viajes del Papa Juan Pablo II permitieron la valoracin por la institucin de una vala ms carismtica y meditica a la vez. En la huella, la Iglesia catlica se lanz a la utilizacin de programas religiosos televisos en respuesta a las iniciativas pentecostales particularmente espectaculares en el Brasil (Tv Record). Sin embargo, la competencia es desigual en trminos de liderazgo sobre el terreno. Mientras que el clero catlico envejece y est constituido por numerosos sacerdotes extranjeros europeos o norteamericanos, los nuevos dirigentes religiosos dotados de carisma son jvenes, salidos de los sectores populares, sin necesidad de formacin teolgica acadmica que sirva de filtro elitista al acceso al sacerdocio e incluso capaces de ofrecer una cierta imagen atractiva del clerigo que liga carismas, prcticas emocionales e hipermodernidad meditica. Mientras que los clrigos catlicos (ante todo blancos) tienden a consagrarse a las clases medias y superiores, los dirigentes pentecostales (ante todo mestizos) se dirigen a las masas, y cada vez ms a las clases medias. Mientras que los sacerdotes son antes que nada gestores burocrticos de lo sagrado, el pentecostalismo recurre a una dimensin a la vez carismtica y emprendedora que propulsa a los individuos del anonimato a la fama. Esto se despliega en una lgica de mercado donde es valorizada la innovacin en trminos de resultado y de produccin de bienes simblicos y de gestin meditica de bienes de salud. As una nueva himnologa religiosa naci, conjugando los ritmos latinoamericanos y los textos evanglicos, movilizando cantantes profanos re-convertidos en cantantes pentecostales (Yuri, Juan Luis Guerra). Esto empuj a los sacerdotes a hacer lo mismo e incluso a ganar premios grammy de cantante religioso latino en Los Angeles como fue el caso del sacerdote brasileo Marcello Rossi en el 2003.El actor dotado de carisma, vale decir el pentecostalismo, favorece una deregulacin religiosa cuyos efectos aparecen no solo en la Iglesia catlica, sino en el conjunto de las otras religiones, en particular sobre los actores tradicionales lgados a la religin llamada popular. Hasta ah, ellos haban vivido a la sombra de la institucin catolica hegemnica. Ahora, las expresiones religiosas autonomas indgenas y afroamericanas estn en pleno auge. Desde hace unos treinta aos asistimos a una clase de de las creencias indgenas y africanas reinventadas. Sacerdotes neomayas en Guatemala, asociaciones religiosas neoaztecas en Mexico igual que neoyarubas en Cuba han surgido. Los cultos afrobrasileos, de donde surgio el candombl en los aos 1930 en Sao Paulo, salen incluso de sus zonas tradicionales de influencia y se propagan en las grandes ciudades del cono sur. En Guatemala, el culto a San Simn o Maximon, divinidad neo-maya no reconocido por la Iglesia catlica se esparce por numerosos pueblos. La dimensin emprendedora de estos cultos en trminos de servicios contra pago crece y alguno comienzan a invertir recursos en los medios masivos de comunicacion, en particular en la televisin develando as su entrada en el mercado competitivo de bienes simblicos, imitando en esto los emprendedores pentecostales que sirven frecuentemente de modelo. Esta puesta en competencia de los tres polos principales del campo religioso, mgico-religioso, burocrtico y carismtico abre el espacio de una competencia que se alimenta tambin de la circulacin transnacional de las creencias y de las practicas. Nuevas religiones universales exgenas al campo religioso latinoamericano esparcen tales como el budismo y el Islam, aunque esto sea an de manera limitada entre las comunidades de inmigrantes japoneses o rabes, mientras que numerosos movimientos religiosos de impulso oriental o que participan de la nebulosa mistico-esotrica, contribuyen tambin a la pluralizacin en curso en los sectores sociales de clase media. A fin de desplegarse, ellas adoptan todas un carcter conversionista y proslito propio del tipo ideal de la secta.De manera general, se puede avanzar que la aceleracin de los intercambios y la transnacionalizacin religiosa estimulan el predominio de la busqueda de resultados sobre el rgimen de afirmacion de una Verdad hasta entonces prevalente. La bsqueda de resultado hace de la ley del nmero un criterio de xito accequible. Las organizaciones religiosas se volvieron empresas que desarrollan estrategias de comercializacin y de distribucin multilaterales de bienes simblicos de salud. Esto se desarrolla en un contexto de urbanizacin acelerada que es una de las causas de la hibridacin cultural y religiosa. En algunos decenios, Amrica latina ha pasado de sociedades dispersas en millares de comunidades rurales con su cultura local tradicional y homognea, a una trama urbana de poblaciones caracterizadas por un algo grado de analfabetismo, al interior de las cuales se despliega una oferta simblica heterognea renovada por la constante interaccin entre lo local y las redes nacionales y transnacionales de comunicacin. Por eso, los discursos y las prcticas religiosas aspiran hoy partculas simblicas en una circulacin transnacional.

4. La articulacin a lo poltico.

Abordar la pluralizacin religiosa en trminos de campo tiene igualmente por virtud entrar en la comprensin de las relaciones del campo religioso con otros campos, en particular con el campo poltico. Se podra imaginar que tal pluralizacin de las creencias se vaya dando siguiendo las logicas analizadas por las teorias europeas de la secularizacin. En otro trmino, se podria pensar que el estallido de organizaciones religiosas diversas en la regin sera un signo de una secularizacin creciente y contribuir a la privatizacin y a la individualizacin creciente de lo religioso. Las poblaciones se encuentran, ciertamente, frente a una pluralidad de ofertas sin precedente en la historia de la regin. El sujeto religioso debera entonces manifestarse como un consumidor que incluso debe construir su propio universo de creencia. El lo elaborara construyendose una identidad religiosa hbrida en forma de parche. Lo que en Europa apareci como una de los aos 1980, de una cierta manera ha existido siempre en Amrica latina ya que el mestizaje religioso fue y es una constante en la historia de la regin desde los inicios de la colonizacin. Pero en la regin latinoamericana en donde predominan los vnculos colectivos, esto no se hace en el sentido de la individualizacin del creer, sino ms que todo por una comunitarizacin que refleja bien el trmino de hacienda religiosa elaborado por Lalive dEpinay para designar el trabajo realizado por la nueva sociabilidad pentecostal en Chile. En efecto, en un contexto de miseria y de pobreza endmicas donde la precariedad es estructural, las organizaciones religiosas sirven de redes de solidaridad, de espacio de proteccin y de vnculos comunitarios renovados y reformulados. La pluralizacin religiosa tiende ciertamente a atomizar, a fragmentar, el campo religioso, pero al mismo tiempo ella favorece la emergencia de pequenos, medianos y grandes actores religiosos corporativistas en competencia capaces de aliarse y de confederarse buscando rivalizar con la Iglesia catlica en el plano regional o nacional. Las organizaciones pentecostales de ms de un milln de miembros son frecuentes y las asociaciones de clrigos pentecostales permiten a los dirigentes defender intereses corporativos. Todos estos clrigos, desde el ms pequeo hasta el ms grande estn involucrados en prcticas clientelistas de negociacin con los polticos en trminos de reciprocidad en las relaciones que permanecen asimtricas. Hemos visto as los actores polticos rebuscarse el voto evanglico al nivel local en el curso de los aos 1970 y 1980, acordado como un intercambio de favores patrimoniales y fiscales permitiendo la ereccin de templos, por ejemplo. Pero un intercambio significativo apareci desde fines de los aos 1980 que corresponde en la regin a una fase llamada de transicin democrtica con la formacin en todos los pases de la regin sin excepcin de pequeos partidos polticos evanglicos. Los pastores-profetas han comenzado ellos mismas a meterse en poltica. Estos partidos permitieron el acceso al poder supremo de presidentes y de vicepresidentes pentecostales y evangelicos (Per 1990, Guatemala, 1991). Pero es sobre todo en las asambleas parlamentarias que los representantes poltico-religiosos salidos del voto pentecostal han entablado estrategias de lobbying (lobby: camarilla). El caso ms clsico son la bancada evanglica en el Brasil y el actor ms voluntario en la materia, la Iglesia Universal del Reino de Dios que logr enviar veinte representantes polticos al parlamento brasileno en las ltimas elecciones de 2004. El inters poltico de estos actores es pragmtico y apunta a asegurarse privilegios en trminos de concesiones radiofnicas y sobre todo televisivas, en trminos de beneficios hipotecarios o fiscales, y en trminos de reconocimiento social de los mismos movimientos religiosos en su dimensin caritativa. Se puede avanzar que la irrupcin de los profetas en el campo poltico responde a la necesidad de reforzar su posicin en el mismo campo religioso y esto frente al actor hegemnico burocrtico, la Iglesia catolica, con el proposito de socavar la posicin monopolstica guardada por aquella con el apoyo tradicional del Estado, a travs de los concordatos. La Iglesia catlica asegura todava su hegemona religiosa desde arriba por su vnculo privilegiado con el Estado (concordato, negociaciones bilaterales, etc) o por el eslabon de partidos polticos democrata-cristianos, sin desconocer por tanto la entrada en lo poltico desde abajo a nivel local emprendida por clrigos y laicos comprometidos en la poltica y por la influencia de redes catlicas para-polticas tales como el opus dei. Teniendo recursos en lo poltico, los nuevos entrantes pentecostales pretenden lograr un margen de negociacin con las instancias estatales nacionales o regionales, apuntando a socavar las prerrogativas catlicas, en un contexto de cultura poltica corporativa que informa los acciones clientelistas en curso. Es particularmente interesante subrayar que la pluralizacin de lo religioso no conduce entonces a la salida de lo religioso del espacio pblico y a su privatizacin como lo dejaban intuir las teorias de la seculariacion, sino a su refuerzo como grupo de presin y como actor comunitario.

5. Qu secularizacin?

Tomar en cuenta la articulacin religin y poltica en trminos de articulacin inter-campos conduce a preguntarse hasta qu punto Amrica latina est secularizada. Ciertamente, la laicizacin impuesta por las constituciones liberales fue un factor de secularizacin formal desde arriba. Esta permaneci sin embargo limitada en la mayor parte de los pases de la regin a causa de dos factores articulados el uno al otro. De una parte, el apoyo recproco entre el Estado y la instancia religiosa hegemnica catlica aseguro una cierta continuidad del poder de las clases dominantes. La instancia religiosa dominante sirve an de legitimacin del poder. De otra parte, los actores sociales perciben en la accin religiosa un medio de responder a la precariedad econmica que marca la regin. La religin queda como un recurso para explicar el infortunio, para mantener redes de solidaridad y para definir identidades. La deregulacin del mercado religioso llevado a cabo por la pluralizacin fruto de la expansin de los actores religiosos dotados de carisma, no ha conducido entonces a la privatizacin de lo religioso, ni a la individualizacin de los actores en sociedades donde los vnculos collectivos tradicionales permanecen estructurantes de la accin social y poltica. Estructurante de la accin social, la religin catolica dominante en Amrica latina permite tanto el mantenimiento de los intereses hegemnicos como la subversin potencial de estos ltimos. La Nicaragua de los aos 1970-1980 a provedo un bueno ejemplo de esto. Sin embargo, el crecimiento rpido del pentecostalismo y el resurgimiento de las religiones precolombinas y afroamericanas reinventadas muestra cunto la deregulacin de la religion en un mercado religioso abierto ha estimulado la visibilidad y la influencia de lo religioso en la regin, en el plano socio-poltico. Esto se traduce, en el plano poltico, por la transformacin an progresiva de las relaciones entre la Iglesia catlica y el estado. Hasta el presente, ella era el nico socio de tipo religioso legitimo para con el Estado. Hoy los nuevos actores religiosos de tipo sectario, en lugar de replegarse en la esfera privada reivindican un status de reconocimiento pblico idntico al del actor hegemnico catolico. Como lo haba bien subrayado Bourdieu (1971:330), la relacin entre campo religioso y campo poltico ordena la configuracin de la estructura de las relaciones constitutivas del campo religioso (Bourdieu 1971 a:330). Pero al mismo tiempo, la transfomacin de las relaciones dentro del campo religioso por las lgicas de competencias y de mercado empuja los nuevos entrantes a intentar movilizar sus recursos en el plano poltico, con el objetivo de modificar la relacin de fuerza al interior del mismo campo religioso. Esto ya ha conducido al Estado, en algunos contextos, a una negociacin necesaria con los grupos religiosos de presin. Este proceso es particularmente claro en Chile (Bastian 2006) en donde una reforma constitucional en el ao 2000 a conllevado a un reconocimiento del pentecostalismo unido en una entidad corporativa representativa, el comit de las Organizaciones evangelicas-COE, organismo cobija de las iglesias evanglicas, como religin de derecho pblico al mismo ttulo que la Iglesia Catlica. Se trata de un pas donde los evanglicos representan hoy en promedio el 15% de la poblacin y en donde, aunque presentes desde el ltimo tercio del siglo XIX, quedaban mantenidos hasta ahora al margen de la sociedad, reclutndose entre los rotos y otros sectores subalternos. En el seno de estos sectores sociales su presencia ha crecido de manera paulatina, en gran parte por la aparicin de actores religiosos dotados de carisma, en particular con la fundacin de grandes iglesias pentecostales, siendo la ms representativa la Iglesia Metodista Pentecostal, surgida en 1910, ya. El despegue de estos movimientos religiosos correspondi a la anomia social creciente manifestada por las migraciones rurales en las periferias de las grandes ciudades, haciendo del pentecostalismo una religin del pobre que busco reestructurar su mundo perdido en el seno de las sociabilidades religiosas emocionales (Lalive dEpinay 1968).Sobre la base de su exito numrico y del reconocimiento que fue acordado al pentecostalismo por el rgimen militar de Augusto Pinochet, desde el regreso de la democracia en 1990, le COE emprendi un paso encaminado a convencer la clase poltica de la necesidad de una ley de culto nueva que le asegure un reconocimiento jurdico de derecho pblico. Un proyecto de ley que estableca la igualdad jurdica de todas las confesiones incluyendo la Iglesia Catlica fue elaborado por una comisin ad hoc del parlamento desde julio de 1993. Este llenaba un vaco legal en la constitucin de 1980 que estableca la libertad de conciencia y de culto, pero defina todas las organizaciones religiosas como corporaciones de derecho privado, con excepcin de la Iglesia catlica romana y de la Iglesia ortodoxa griega quienes gozaba de un estatus de derecho publico. Por un constante trabajo de lobbying articulado a las maniobras clientelistas en trminos de voto en las elecciones locales y nacionales, las presiones del COE lograron llevar el 6 de noviembre de 1996 a la Ley de cultos que fue puesta en discusin en el parlamento, luego aprobada y reenviada al senado para discusin. En septiembre de 1997, cuando una comisin del Senado examinaba el proyecto de ley, la conferencia episcopal chilena declar preferir ser excluida de la legislacin sobre los cultos considerando que el artculo poda afectar las garantas y privilegios que la Constitucin acuerda a la Iglesia Catlica. De nuevo, el da anterior a la sesin del Senado del 23 de junio de 1999 que se efectuaba all, la Iglesia catlica se opuso al debate del proyecto de ley ya aprobado por la cmara de diputados, reconociendo la igualdad jurdica de todas las religiones, alegando que por razones histricas ella mereca un trato preferencial y deba permanecer fuera del cuadro de la ley. Sin embargo, el 12 de Agosto de 1999, las dos cmaras reunidas en Congreso aprobaron la nueva ley; el presidente tena un ao para promulgarla, lo cual hizo en un breve trmino, el primero de octubre de 2000.

Chile haba as pasado de la libertado de culto inscrito en la constitucin de 1925 y reafirmada en la de 1980, y del privilegio exclusivo reservado a la Iglesia catlica en un rgimen de separacin de la Iglesia catlica y del Estado, a la igualdad jurdica de las organizaciones religiosas representativas, en la ocurrencia el COE. La nueva ley garantiz al COE, vale decir a los pentecostales-evanelicos, el acceso a los hospitales, a las prisiones y a los cuarteles por el medio de capellanes oficialmente nombrados asegurando un servicio pblico al mismo nivel que los capellanes catlicos que hasta ese momento eran los nicos que tenan tal privilegio. As mismo, en el plano de la enseanza religiosa confesional en las escuelas pblicas, las organizaciones religiosas minoritarias evanglicas obtuvieron los mismos derechos que la Iglesia catlica a partir de un cierto umbral de alumnos por clase. La igualdad de status con la Iglesia catlica se aplic tambin con el nombramiento en 2001 de un capelln evanglico del Palacio presidencial de la Moneda ocupado por el obispo metodista Neftali Arvana. Esto se tradujo igualmente por cambios protocolarios en los actos pblicos. El obispo pentecostal Francisco Anabalon, representante del COE se encontr ubicado en el mismo rango protocolario que el arzobispo de Santiago, el cardenal Errazuriz, en el discurso de investidura presidencial de marzo de 2000.En otros trminos, la pluralizacin religiosa chilena fruto del involucramiento en el campo religioso de nuevos actores dotados de carisma se tradujo por una lucha por la definicin de lo religioso legtimo en un pas en donde desde la colonizacin del siglo XVI, la nica instancia con derecho a ejercer esta prerrogativa haba sido la instancia religiosa catolica. Las relaciones entre actores religiosos en competencia se redefinieron en el campo poltico. Pero esto no hizo sino estimular el inters de los actores religiosos a dentro del campo religioso que aparece como el espacio en donde se juega permanentemente la apuesta ligado a la lucha entre instancias religiosas. Esto se traduce en una relacin de oferta de bienes de salud que buscan responder a las demandas de capas sociales interesadas en mantener o subvertir el statu-quo poltico y social.El ejemplo chileno ilustra las lgicas en curso ligadas a la pluralizacin religiosa en todos los pases de la regin, donde el catolicismo hegemnico esta perdiendo partes importantes de mercado en trminos del numero de fieles. Este ejemplo ha sido mencionado para mostrar cmo el anlisis usando la teoria del campo permite extraerse del anlisis substancialista del actor religioso. Este acercamiento substancialista a alimentado toda una sociologa marxista de los aos 1970 que no vea en la accin religiosa de los nuevos entrantes pentecostales-evangelicos en Amrica latina ms que una manifestacin de sectas con miras a la alienacin, a la penetracin imperialista o a la aculturacin de las masas. En la misma vena, pero interesndose en un objeo que pareca a priori opuesto al anterior, otros socilogos de la religin celebraron la Iglesia popular como movimiento social progresista pasando de una sociologa de la conspiracin a una sociologa de la edificacin hagiogrfica. Incluso los antroplogos tienen an mucha dificuldad en comprender la pluralizacin religiosa que afecta tambin fuertemente las sociedades indgenas no como una destruccin de la identidad tnica sino como una redefinicin de sociedades etnicas informadas ellas tambin por lgicas de campos. Hoy, otros socilogos prefieren transferir sobre las dinmicas religiosas latinoamericanas, el anlisis sociolgico europeo de las teoras de la secularizacin en trminos de individualizacin del creer del que de entrada se puede subrayar el lmite cuando uno descubre cmo las conversaciones en la regin latinoamericana siguen las relaciones de parentesco, o cmo la opcin religiosa participa de la formacin de poderosos actores colectivos y corporativos. En ruptura con estas lecturas, asentar los actores religiosos en las lgicas de la teoria del campo elaborada por Pierre Bourdieu permite una sociologa del actor religioso latinoamericano en la dimensin ideal-tpica de una accin que se dibuja en trminos colectivos y relacionales. Este marco de anlisis permite percibir una dinmica religiosa a distancia a la vez de la secularizacin europea y de la pluralizacin norteamericana en este Extremo occidente (Rouquier) que es Amrica Latina.----------------------REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

Bastian, Jean-Pierre, "La drgulation religieuse de l'Amrique latine", Problmes d'Amrique latine, La documentation franaise, 1997, 24, p. 3-16. Bastian, Jean-Pierre. et al., Religiser Wandel in Costa Rica. Eine Sozialwissenschaftliche Interpretation. Mayence, Matthias Grnewald Verlag., 2000.Bastian, Jean-Pierre, La mutacion religiosa de Amrica Latina, Mexico, Fondo de Cultura Economica, 1997 (2 ed. 2003).Bastian, Jean-Pierre, Acteurs religieux en concurrence et lutte pour la dfinition de la lacit en Amrique latine, in Philippe Portier (dir.), Approches compares de la lacit, Rennes, Presses Universitaires de Rennes, 2006.Berger, Peter , The Sacred Canopy. Elements of a Sociological Theory of Religion. New York: Doubleday. 1967.Beyer, Peter , Religion and globalization. Londres, Sage. 1990.Bourdieu, Pierre, "Gense et structure du champ religieux", Revue franaise de sociologie,1971a, p. 295-334.Bourdieu, Pierre, Une interprtation de la religion selon Max Weber, Archives europennes de sociologie 1971b, XII, p. 3-21.Bourdieu, Pierre, Espace social et gense des classes, Actes de la Recherche en Sciences Sociales, juin 1984, No.52-53, p.3-12.Bourdieu, Pierre,avec Loc J.D.Wacquant, Rponses, Paris, Seuil, 1992.Chesnut, R.Andrew, Competitive Spirits. Latin Americas New Religious Economy. New York, Oxford University Press, 2003..Colonomos, Ariel. Eglises en rseaux Trajectoires politiques entre Europe et Amrique. Paris, Presses de Science-Po, 2000. Corten, Andr, Le pentectisme au Brsil. Emotion du pauvre et romantisme thologique. Paris, Karthala, 1995..Corten, Andr, "Pentectisme et no-pentectisme au Brsil", Archives des Sciences Sociales des Religions 1999, 105 (janvier-mai), p.163-183.Demerath, N.J et al. Sacred companies:organizational aspects of religion and religious aspects of organizations, New-York, Oxford University Press, 1998.Garca Canclini,Hector, Culturas hbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Mexico, Grijalbo, 1990.Iannaconne, Lawrence, Religious Market and the Economics of Religions, Social Compass 1992, 30 (1), p. 123-131.Lalive dEpinay, Christian, El refugio de las masas, Santiago, Editorial del Pacifico, 1968. Lalive dEpinay, Christian, Religion, dynamique sociale et dpendance. Les mouvements protestants en Argentine et au Chili. Paris, Mouton, 1975. Lehmann, David, Struggle for the Spirit. Religious Transformation and Popular Culture in Brazil and Latin America. Cambridge, Polity Press, 1996.Martin, David, Tongues of Fire. The explosion of protestantism in Latin America. Cambridge: Blackwell, 1990.Oro, Ari P., "Religions pentectistes et moyens de communication de masse au Brsil", Social Compass 1992, 39/3, p. 423-434.Pdron-Colombani, Sylvie, Le pentectisme au Guatmala. Conversion et identit. Paris, CNRS Editions, 1988.Saint-Martin , Monique de, Quelques questions propos du pentectisme au Brsil, Actes de la Recherche en Sciences Sociales, juin 1984, No.52-53, p. 111-114..Silveira Campos, Leonildo, Teatro, templo e mercado. Organizaao e marketing de um empreendimento neopentecostal, Petropolis, Edirora Vozes, 1997.Silveira Campos, Leonildo, "Pentecostalismo urbano e meios modernos de comunicaao no Brasil", Ibero-Amerikanisches Arkiv, 1999, 25/1-2, p. 115-144. Touraine, Alain, La parole et le sang. Politique et socit en Amrique latine. Paris, Odile Jacob, 1988.

---------------

15