Calidad de vida en los cabos

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CALIDAD DE VIDA EN LOS CABOS Historia de San José del Cabo Fue en 1730 cuando los padres jesuitas José de Echeverría y Nicolás Tamaral fundaron la misión de San José del Cabo o Anuiti es el nombre que los pericúes dieron a lo que hoy conocemos, El asentimiento original estuvo ubicado junto al estero, a pocos kilómetros de la costa, en el lugar que aún hoy es conocido como “La Misión”, pero hubo de ser cambiado, entre otras razones por la abundancia de mosquitos, a lo que ahora es el pueblo de San José Viejo; luego a Santa Rosa y al final a donde actualmente se halla la parroquia. El nombre de la fundación fue impuesto en honor del marqués Joseph de la Puente y Peña, marqués de Villapuente, importante patrocinador de la obra jesuítica californiana, y se le añadió “del Cabo” para diferenciarla de San José de Comondú, que había sido erigida varios años antes. Nuestros antiguas antepasados fueron muy difíciles de tratar ya que se negaban a adquirir nuevas costumbres que no conocían, además que no entendían el idioma en que estos Españoles. El disgusto permanente de la población indígena era la intromisión de la cultura euro-cristiana en sus hábitos, costumbres y tradiciones; uno de éstos era la poligamia, o sea el derecho de los hombres de convivir con dos o más mujeres. Por supuesto, la moral de la religión que se pretendía introducir era opuesta a ello, y fue causa

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CALIDAD DE VIDA EN LOS CABOSHistoria de San José del Cabo

Fue en 1730 cuando los padres jesuitas José de Echeverría y Nicolás Tamaral

fundaron la misión de San José del Cabo o Anuiti es el nombre que los pericúes

dieron a lo que hoy conocemos, El asentimiento original estuvo ubicado junto al

estero, a pocos kilómetros de la costa, en el lugar que aún hoy es conocido como

“La Misión”, pero hubo de ser cambiado, entre otras razones por la abundancia de

mosquitos, a lo que ahora es el pueblo de San José Viejo; luego a Santa Rosa y al

final a donde actualmente se halla la parroquia. El nombre de la fundación fue

impuesto en honor del marqués Joseph de la Puente y Peña, marqués de

Villapuente, importante patrocinador de la obra jesuítica californiana, y se le

añadió “del Cabo” para diferenciarla de San José de Comondú, que había sido

erigida varios años antes.

Nuestros antiguas antepasados fueron muy difíciles de tratar ya que se negaban a

adquirir nuevas costumbres que no conocían, además que no entendían el idioma

en que estos Españoles. El disgusto permanente de la población indígena era la

intromisión de la cultura euro-cristiana en sus hábitos, costumbres y tradiciones;

uno de éstos era la poligamia, o sea el derecho de los hombres de convivir con

dos o más mujeres. Por supuesto, la moral de la religión que se pretendía

introducir era opuesta a ello, y fue causa principal de la más vigorosa y larga

insurrección de cuantas hubo durante toda la presencia extranjera en la Antigua

California.

Si bien la misión se mantuvo hasta 1830 en que adquirió el rango de pueblo, junto

a ella fue cobrando fuerza un grupo de colonos civiles como consecuencia del

reparto de tierras que el visitador José de Gálvez dispuso en 1768 y que continuó

tras la independencia mediante la expedición de nuevas leyes, con lo que se fue

configurando un nuevo régimen económico basado en los ranchos ganaderos y

agrícolas. Hasta 1857, en la municipalidad de San José del Cabo, estatus que

adquirió en 1824, se habían repartido 109 sitios de ganado mayor y 89 suertes de

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tierra, el 21 y 23% respectivamente del total de las dotaciones otorgadas en el

Territorio de la Baja California, con lo que se colocó a la cabeza de todas las

municipalidades existentes en ese entonces (La Paz, Todos Santos, San Antonio,

Comondú, Mulegé y Santo Tomás).

Sólo en el pueblo de San José del Cabo, asiento de la cabecera municipal, entre

1841 y 1856, se otorgaron 402 666 varas de terreno para el desarrollo de la

agricultura. Ese proceso de apropiación de tierras trajo consigo el desarrollo de las

actividades agropecuarias, cuyo resultado para 1857 era el siguiente: en la

producción agrícola que se basaba en todo el territorio en los cultivos de maíz,

frijol, garbanzo, lenteja, higo, dátil, olivo y caña, la jurisdicción de San José del

Cabo obtuvo la primacía en los dos primeros y en el último; y se posicionó en

segundo lugar en la riqueza de ganado vacuno y primero en la de caballar.

Fue en 1888 cuando el gobierno central decretó la apertura del puerto de San

José del Cabo al comercio de altura, aunque desde dos años antes las

embarcaciones de la Compañía Mexicana Internacional de Vapores del Pacífico y

Golfo de California, en su viaje de ida y vuelta entre San Diego, California, y San

José de Guatemala, llegaban a la rada josefina; igualmente los hicieron, a partir de

1891, los buques de la Compañía de Vapores de la Costa del Pacífico, en su

recorrido que realizaban mensualmente entre San Francisco, California, y

Guaymas, Sonora. 13

La comunicación marítima con los puertos del suroeste de Estado Unidos y con

los de la otra costa del Golfo de California, permitió que la villa de San José del

Cabo se convirtiera en el centro mercantil y enlace de las zonas productoras del

extremo sur peninsular con los mercados del país y del extranjero. De los 26

comerciantes que existían en 1900 en toda la municipalidad, 15 estaban

asentados en dicha villa, destacando Alejandro Mendoza, Santiago Ceseña,

Antonio Muruaga y Modesto Aragón. Además de ofertar una variedad de artículos

diversos, se dedicaban también a la compra de frutas frescas, cascalote,

mascabado y pieles para su exportación. Al tiempo que se ocupaban en la

actividad mercantil, varios de los comerciantes asentados en la cabecera

municipal se ocupaban también en la agricultura e industria del piloncillo. Además

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del comercio, agricultura, ganadería e industria, con base en el censo de 1900 se

sabe que otros pobladores de la municipalidad josefina se desempeñaron como

peones, artesanos, dependientes en los establecimientos comerciales, empleados

públicos, marineros, profesores y sirvientes.

Durante la Segunda Guerra Mundial, aviones militares de Estados Unidos volaron

sobre las costas de Baja California y descubrieron un oasis para la pesca. Al final

del conflicto bélico se organizaron los primeros torneos de pesca deportiva. Sus

participantes llegaban en avionetas privadas y en yates pues no existía ninguna

infraestructura turística en ese momento.

En 1948 un grupo de actores de Estados Unidos capitaneados por Bing Crosby,

Desi Arnaz y John Wayne deciden construir el primer hotel de la zona sólo para

sus miembros.

Con la llegada de más paseantes se diversificó la oferta turística de Los Cabos: ya

no sólo venían a pescar, sino a ver el santuario del Golfo de California, llamado

por el marino e investigador francés Jacques Cousteau “El acuario del Mundo”.

Hoy, a poco más de 60 años de distancia del primer hotel construido en Los

Cabos, “nuestro lugar” se ha convertido en el centro turístico más exclusivo de

México con sus campos de golf de nivel mundial, sus complejos hoteleros de gran

clase y sus testimonios materiales y humanos del lejano y cercano pasado que

nos dan una identidad, a veces borrosa, a veces clara de los oriundos y de los no

cabeños.