CAMPAGNO M. LEWKOWIZC I. 2007 El Problema Del Objeto - Esa Mezcla de Fastidio y Silencio

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    -Marcelo Campagnoe Ignacio. Lewkowicz

    LA HISTORIASIN OBJETOy derivas posteriores

    COLECClh NOCIONES

    COMUNES.EHtlUU-

  • p.campagno, Marcelo y Lewkowicz, Ignacio,

    lLa historia sin objeto y derivas posteriores / M(rcelo Campagno eIgnacio Lewkowicz. - la ed.. Buenos Aires: Tnt Limn, 2007.

    144 p.; 20x14 cm. (Nociones comunes; 7)

    ISBN 978.987.23140.3.3

    1. Historiografia. 1. Campagno. Marcelo JI. TtuloCDD 907.2

    Diseo de Tapa: Carlos FemndezArmado de Interiores: Gustavo Fernndez

    Derechos reservados@ 2007 Tinta Limn Ediciones

    Casilla de correa 1. sucursal 41 CP 1441.Ciudad de Buenos Aires. Argentina

    www.tintalimonediciones.orgwww.situaciones.org

    Queda hecho el depsito que marca la ley 11.723

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    ndice

    PrlogoMarcelo Campagno

    La historia sin objeto.Prcticas, situaciones. singularidadesMarcelo Campagno e Ignacio Lewkowicz

    Uno.El problema del objeto:esa mezcla de fastidio y silencio

    Dos.Situaciones

    1 - La prctica del parentesco y la prcticaestatal en el Antiguo Egipto

    2 - Las prcticas de produccin de los homoioiespartanos

    Tres.El concepto de prctica: un trmino primitivo

    Otras situaciones.Notas desde La historia sin objeto

    Marcelo Campagno

    Glosas ulterioresIgnacio Lewkowicz

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    I1S

  • La historia sin objeto.Prcticas, situaciones, singularidadesMarcelo Campagno " Ignacio Lewkowicz

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    UnoEl problema del objeto:esa mezcla de fastidio y silencio

    1Cu}_L9Qjeto del discurso histrico? La pregunta tiene apariencia "t"rivial: parece presentarse como la ocasin para exhibir como respuesta una definicin elaborada con larga antelacin. Sin embargo.

    esa pregunta desentona ya con el aire de nuestros tiempos. !-a

  • tesis se refera entonces no al objeto de la disciplina historia _sino aia serie de rocesos sociopolticos en Curso. El obeto, para la discipf.na historiadora, no haba estado en cuestin en ningn momento.

    Sin embargo, ms all de la querella ideolgica, es posible pensarotros sentidos para la tesis. quiz menos netos, tal vez ms insidiosos.'-'El]';,. d, la historia puede comprenderse tambin como fin de la hege

    mona de la categora historia como modo general de inteligibilidad'del ser. Tambin_Quede cOl'lPrel)derse como fin del carcter nuclear. dela cai"gor ;stQ;- la raci,,-nalidad poltica. Incluso puede com

    'l'el1derse, muy lejos ya de los esceaos respecto de los cuales fueideolgicamente postulada, ,,"amo fin de la posibilidad de la categorahistoria como condicin fundante del discurso histrico.

    Si el primer sentido de la frmula acapar la atencin y las polmicas, este ultimo -el de la ruina de la consistencia del objeto his.

    toria-, no mereci consideracin alguna. Pero el hecho de que nohaya recibido consideracin en regla no implica, sin embargo, queen nuestro ambiente historiador no se experimente cierta molestiacrnica cuando se presenta la pregunta por la consistencia del objetode la disciplina.

    Cules son los parmetros de consistencia del objeto de la disci.plina historia? Cuando las eVidencia.del'pasado en.s n alcanzan,.aparece una respuesta standard: no es problema para los historiado.

    res, bien seguros del objeto por efecto de la propia prctica, sino deepistemlogos o filsofos. Naturalmente, cuando las definicionesprocedan del campo de la filosofa, ser notorio el desdn con que elhistoriador profesional, si las considera, las considera. Ms graves quelas simplificaciones del periodismo son las simplificaciones de los fi.lsofos que para su definicin toman en cuenta -desde un exteriorsin experiencia- ya no la prctica efectiva de los-.historiadores ptofe.sionales sino los vagos recuerdos juveniles de los libros de historia olas definiciones actuales de otros filsofos -que mucho desconocenen su representacin la prctica historiadora especfica-.c- SegUn la respuesta standard, la disciplina tiene su objeto y la con.

    sistencia est asegurada por la escrupulosa prctica de los propioshistoriadores. Se ve que consiste, aunque no se vea en qu consiste

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    el objeto de ia disciplina historia. Por eso, ante la pregunta por ladeterminacin conceptual del objeto de la historia, la respuesta suele

    consistir en una mezcla de fastidio y silencio .. Percibimos, pues, unpaulatino abandono profesional del problema del objeto del discurso

    histrico. La evidencia de la prctica sustituye l la re1xi6n rica-quiz m;rnnen:teredndante=. Ahora bin-l-- osi-'teia. i''

    dente para quien la habita y secreta para quien no la habita es mssintomtica que sospechosa .

    IIUna consistencia evidente pero sin concepto enunciable o transmisible est demasiado cerca del secreto. En qu consiste el secreto? el,,".'ldeno del problema formal del objeto ha cedido . el lugar a

    las respuestas de Jacto reJ.eIjda a .las utinasprofesionales, se abrendos posbilid;de:P;;;un lado, es posible que la serie de prin.isqu';- ;;g;;;;.abn la autouepresel).lacip ej.e la disciplina hayan sido

    abandonados de hecho en las prcticas. Por otro, es posible que lasicticas historiad_os_cnsistan d"--OO_IJ:loc:l'lu';:-el pstUladopor

    a representacin habitual. En la primera posibilidad, estamos anteuna ideologa que se mantiene con cierto escozor porque su sustento

    se ha sustrado del sitio en que la representacin lo esperaba. En la se.gunda, santeunaprctica que an no ha generaao mediante."!eflexiE_ explcita- los cnones que rigen su racionalidad.

    En rigor, las dos posibilidades no son alternatvas sino solida. Irias. Las__p.!!cJ:!c.s_s_e han .desplazado, pero en ausencia de una .

    - - - - ,. .,- -.- - -- .---,- .. - I

    .reflexin sistemtica sobre la racionalidad especfica de estas Iprcticas. ada vez que se so.licita un principio de coherencia,_ se \

    presentan los parmetros que guiaban la prctica cuando rasoli. iari _COLs.:u:.r.epresent.ai6n. Por eso, la mezcla de silencio y fas- 1

    lidio. Silencio porque an no ha sido elaborada la respuesta; fsti idio porque hay que seguir -si las circunstancias apremian- recu-

    rriendo al expediente de unas definiciones que ya no encauzan las \prcticas del campo historiador.

    Los principios que organizaron de manera ms o menos coherente la consistencia del objeto del discurso histrico son los de la pIoble-

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    mtica racionalista. de la historia.l, Esos principios son los que arien!'lron! aspiracin propia del disu-;'-h;strico a establecerse cOIllO

    ciencia ....m., historia cientfica-o Yson esos principios los que van_siendosigiIosamente a1>-n40nados en la prctica aunque tibiamente';vindids lh;; - es que llega- de justifiZ;;;l. El sifuma:

    una prctica sin cor.ceptb que la teorice; un concepto sin prctica quelo encarne. El sintoma: la resistencia a asumir tericamente lo que dehecho se practica en el campo historiador: la resistencia a abandonar

    la doctrina que de derecho se predicaba en el campo historiador.

    IIILa tarea hoy resistida en el campo fue una tarea explcitamente asumida como bandera durante un tiempo. En efecto, hubo un tiempo

    en que el problema del objeto del discurso histrico (y su teora) noestaba sil.;;c;d so pro(iado.-Limemos tibiamente los sesentala coyuntura terica en qu s. -;stuvieron las polmicaseri--talOde las exigencias epistemolgicas de cientificidad y las exigencias estructu;alistas 'de" {na teoria paraJ.lI;'ohjetoxigur.osamente delineado.

    La historia entonces campeaba en el centro de laracionalidad contempornea. Su dignidad efectiva de ciencia -o la posibilidad de una

    conquista de esa.dignidad-.c.onstltuan un terreno problemtico vidamente 4isputado por diferentes doctrinas y escuelas. La confianza

    en las posibilidades de la historia de investirse como ciencia an noestabaquehrada. Lo que estaba entonces cuestin no era la posibilidad d.e una historia cientifica sino la doctrina o la escuela que efec

    tivamente la llevaan__a!.sitiesperado. Las largas confrontacionesno hacan ms que confirmar la. posibilidad de situar la historia a la

    1 La consistencia del discuuo histrico regulado por la prohh:matica raciomlisla I""ll!:':t1 rtldQII(d;I'. j, Ji;hislorill. BucnosAircs. 1

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    Reabordar lo predicado por Godelier hace un cuarto de siglo, el)ton...,:es,resu1ta algo ms que un intento de reeditar tI'l1a vieja discusin de.

    mode. No es una eleccin librada al completo azar. or qu Godelier?Por un lado. porque su intervencin ocurre en una coyuntura tericadecisiva para el discurso histrico. En esa coyuntura se jug el ltimo'punto de equilibrio o acople entre la prctica historiadora y su repre.

    sentacin -que, por eso mismo, la guiaba en su desarrollo-o A partirde entoces, la prctica comenz a quedar sintornticamente disociadade su representacin, iniciando un juego de coartadas sin concepto.Por otro, porque su recorrido es una muestra del tipo de aquellas exigencias; jlorqtie el rigor puesto al servicio del cumplimientQ de esosrequisitos permite delimitar claramente las posibilidades y las impo.sibilidades; porque, al tensar al lmite la congruencia entre los requi.sitos y las posibilidades, !'O.vela elcarcter problemtico del punto d.eintervenctn:ja posibilidad terica de un objeto del discurso histrico,ondicin fund;mental de una ciencia",{e-la7iistorrci.-- --_.

    Asi, nuestra lectura de GQqe]ir no busca entablar una discusincon un texto particular. con una persona particular, ni con una doc.trina en particular. Nuestra lectura intenta circunscribir los limites-del dispositivo de pensamiento que. durante la;gtimpo, ha organi.

    'zado la racionalidad de las ciencias sociales. La clave no e en lasrespuestas que brindaba Godelier sino en la claridad de las preguntasasumidas espontneamente por el dispositivo como buenas, autnti.cas puertas hacia la consistencia de las disciplinas sociales. Por esomismo. tampoco se trata de una discusin con el marxismo sino concualquier posicin basada en la posibilidad de una ciencia de la histo.ria. El prolrna noes aqu el de establecer cul teora satisface mejorlos requerimientos formales de una ciencia sino el de la posibilidad apriori de estructuracin consistente de un camp cientfico de la,his'

    oria. Lo que Godelier elaboraba a propsito del marxismo,no es paranosotros una iridicacin de deblidad propia del marxismo. sino dela totalidad del campo al que aquel intentaba dade una consistenciarigurosa, vale decir, cientfica),\l.J De ahi qul.: los lropit,zos

  • porque, precisamente, no disponan de una teora adecuadamenteexplicativa para J sis_ saiaie:"Y como- no -disponan de unateora qlJll'liiera cuenta de la lgica subyacente en el funcionamientode una sociedad, entonces, ta,mpoco podan disponer de una teoradel pasaje de una a la otra.

    IVAhora bien, esas leyes generales que buscaba Godelier. esas leyes quedaban cuenta tanto de la reproduccin como de la no.reproduccin delos sistemas sociales. de la continuidad tanto como del cambio, eran

    anunciadas como las unificadoras de derec,ho de un campo que -dehecho": se'presentaba como organizado a partir de dos preguntas dendole diferente. Una preguntaba por el modoA

  • .1te

    que aborda una disciplina cumple con los quisitos de unidad yon..sistencia, se inviste como objeto de esa disciplina. Si una disciplina. -.-_.'-"--"--' . _..cuenta con un objeto -ya unificado y sistemtico-, puede aspirar alreconocimiento como ciencia. As, bajo laondiciones de la hegemo.na filosfi:;a, la exigencia de un objeto se 'cosiiuye enideart,:;;"d cada disciplina.. 'Aho;-bn, que el mandato filosfico requiera que cualquier dis.

    ciplina disponga de U" objeto trae consecuencias. Y nada triviales.Precisemos la dificultad que acarrea el requisito. El problema claveo. no radica en la dsposicin genrica de objeto sno en el requisito

    rentoro y natural de que sea ,,o! orque para que el objeto se uno,todo elcampo de esta disciplina iene que estar unificado. y para ellose necesita un princii1io.qHe organice todo lo que aHi sucede. De estaunidad de principio derivan las dificultades con las que tropezamos.

    Preguntbamos por qu a dos probleIllastan distintos se les tiene que dar la misma respuesta. Respondemos: porque el discursohistrico, bajo presin de la "nidad de objeto, supone que losQu discursos organizan, entonces, la consistencia de ese, mper.!i.vo hegemnico que'se-presnta y vie como na-;;;:;ai?U;:;'galogia muy esqueti permite notar que la presencia insistente de

    4 Se trata de 10 que podriamos llamar una \isi6n.frulilJrfffolll e la historia. que se engaa a si mismacon la metfora de la n;IIJllrllrin, Ejemplo tpico de esta situacin e el problema de la "transicin" al

    Estado. En efecto. la consideraciones acerca de un estadio germinal. del Estado en las sitwcioncssociales que lo antecl.'.cn.lo mentados mecanismos de crecimitmto o los innmeros p.1SUS evolutivQO;hildil la cSlatalidad no lo impliciln un uo indiscriminildo de las imgenes propias de la biologia y unprofundo etnocentrismo porque l;j-fase mil.s evulucionada es siempre liI de nuestro Estildo Occidenll:implican tambit:n una notable ceguer:! a la hora de establecer cuales son los elementos radicalmenlenUevos que caraCleriz;n la situcin l.'sta!l emergente. Al respecto. cf. 5u/,m. pp. 44-';7.

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    sa presifilofic_asobre laprcticahistoriadora se nutrdetre" .antecedentes discursivQs_Pa.!a_ynifica>:y.. sistematizar.. el.obieto de la

    disciplina. .

    ra. 1 ecisin antigua de privilligiar la permanencia sobre el devenir;-:'> b. la decislOn erna de investir a a sica como ideal de cientificidad;'/) c- la decisin contempornea de asumir la unidad del ser yel devenir

    bajo la forma de progreso.

    La primera fUrz.actual que integra]a presiIls.obre. el discursohistrico proviene de algunas decisiones de la filosofia griega. Estas.dedsioes-:-.;-tte-t, se estringen a lo que sigue:privilegio

    del ser consistente 1'0r sobre el devenir alterador. A propsito de lostiemp d; Herdt .. s 'ya un lugar comn e la historiografa yla filosofa hablar de una tendencia antihistrica del espritu griego.Contra esta tendencia. y en el espacio Hmitdo-e.q';'.p-;:;-do haceruna brecha, tuvo que abrirse paso la prctica historiadora que hoyllamamos clsica. Sin embargo. tras la crisis del siglo IV a.c.. estatendencia antihistrica de abolicin de la positividad del devenir se"refuerza. EI.sentido de la prctica historiadora se reorienta a.p-",

    de lancia del- decisg,_nJ'!.a.tnica,-Esa_deEii'!. platrlj,ca imperapensar la totalidad de los entes bajo el rgimen de la escisin entre la

    esencia inmutabley las aparincias Il1y:;s,--!:". doili;oEn este ideal de rigor, la presin exiga un objeto como el de lafisica. Lo que haba que imitar no era el tipo de objeto del que dispo.nan los envidiados fsicos sino el hecho ms lato de la disposicin de

    un objeto especfico. L" filosofa imponacomo_ideal una lectura dela fsica que exiga, pra cada disciplina. un principioiifi(;;-d;r del

    p_o! rL.a.Iegalidad-intea al campo, una:s causas le ales interiores.. Ia campo para los efectos interiores al campo. Suplementando la exi.

    gencl-a -antga de pensar lo soci.al bala el rgimen de la permanencia,esta filosofaj;wone la exiliencia moderna de pensar la permanenciaJ90 el princiEio de razn suficiente. La presin ejercida por la ins'

    tauracin del principio de razn ,xige la unificacin del campo de la!storia bajo un mismo principio, que es el que proporciona al menos

    la raZn de la unidad delcampo.\FiI1almente, el siglo XIX instituye otra marca. El ideal de progreso e.Vdetermina un modo peculiar del principio de razn para las ciencias .del hombre. Suplementando la exigencia moderna de. pensar lo social

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  • ,.1

    bajo eIprincipiode razn, nuestra segunda modernidad historicistaeig' p_esr ;sa "!,.,?rq el princJpi_ -de eoluci La' evolucin';iecel-p;S;;;:;;end d_e0'lue era en potellciaa lo que debe seren acto. El ser en potencia es la razn suficiente del paseal acto. La'!osol de-1"sIuces y las onsecuenci; de la Revoluci Fracesa-;ganunaeseicon para el gnerohano. La ideidd huinadelgnerodebia dar lugal".aunas diferenciano esenciares,. pero si oiscerIbleS::iadiferenia, etonces. s d"e-terr;'1n como-u:% I1 diStind':llog:ados_de realizacin e la esencia, La u"iverlas como diferencias dbiles. El campo quedaba as unificado por!:Ina dentidad de esencia deLconj,-!nto de los fenmenos, yeoordi_nado por algn tipo de legalidad evolutiva. Se impona as pensar el

    cambio bajo la forma del progreso.El smbolo mximo de este nuevo modo de pensar lo hstricobajo la forma de la permaencia sometida al principio de razn evolutivo es Hegel'. El devenir de lo mismo, racional y ascendente es elnombre -en el discurso histrico- de la reunin y asimilacin espontnea de las tres exigencias que estamos mencionando. Hegel esla condicin absoluta de posibilidad para que la historia se instituyacomo ciencia." -- As pues, bajo el influjo de la decisinplatnica,.s.e.impone la e.x-,11 _.'... __ _ _.;i" gencia de pensar lo social bajo el rgimen de la permanencia. Baj.o. ia presin de la represent

  • t..,

    ....,

    una amenaza. sometindose as a la denodada tarea de aproximarselideal. En generI. la omunidad d-hiSt()riad';;s e ha inclil1'liio

    p-"r eta.g!!!lqaltrnati;;'gndose a negar el viejo ideal de cientificidad establecido para la historia: de ahi provienen las suturas actuales -esa mezcla de fastidio y silencio-o

    Qu se aduce, pues, en el circuito oficial del discurso histrico?Que no se ha arruinado el ideal; que slo se ha desintegrado unaestrategia inadecuada para llevarlo a cabo, la estrategia de los apriorismos deterministas. El determinismo ideolgi

  • analogas, sino para sealar dc::car1rJ.!s. _primera es que_ esta dialctica de la ley y el caso!,()es()tienis."Jlortes y operado

    res institucionales. e--,f,._no fuc:iona en un ,jlleg() estrictamentefocumental: 1'; verdad depende de ls formas jurdicas. Y esteelsegllnefi-;;;;iento:Tal1egemonja de las prcticas jurdicas sobre-los procedimientos de P-!oAuccin (.vrad n)ls islJ1tas disciplinas parece hegemonizar tambin,este aspecto del dis.rsoJ:!tricoheredado". ---.--.- - - . - -.- -

    --AllQ;;;bie;.;, toda esa parafernalia de leyes universales y casos particulares exhibe hoy una s_rie de grieta]', a travs de"fas cuales se hanhecho visibles los viejos sostenes del discurso histrico heredado.

    Pero hay que 'querer mirar a travs de ellas. Y l"J'e.rcepci-,,_ de..: ,yiej?s sostees -aIlJs inv.iiJ_y ,p()r einteriorizados coIllo natu.

    . rafes:: liabit:a.posibilidad depensr qe ia pr.0ka!listoriadorapuede disponer de otros parmetros,de otra racion_lidad_!.de otro tipode cientificidad'''.

    Sostendremos aqu que estos priIlcipios]est" oper.a."do, aunque sin conceptoy, por lo tanto, carentes dejIlr.rrejacip" El puntom

  • ,

    que llama la atencin es que del lado de quienes s saben del pasado y. sus prct\rs l!9 aparezcan precisas respuestas tericas. Porque as se

    remite la existencia del objeto slo a la evidencia de un pasado inne.gable y de una disciplina dedicada a su estudio. No hay ningn otroprincipio de consistencia para el objeto que la secreta evidencia quecompartimos los agentes del discurso histrico heredado? Hay algoms que la onsitenda institucional unificante para la con;istenciaunificada deljeto? Porque el risgo es claro: sila unificacin dlobjtodepende de la unidad institucional, entonces el objeto no;'

    j;.s que la proyeccin de los re'luisilol;;;tu:ciRa.I-=' ... - Ahora bien, si estalla el'objeto unificado, si la historia deja de serun campo nico, es decir, si el discurso histrico pierde de vista a lahistoria, la propia ciencia de la historia -concebida por los parme.

    tros tradicionales- tiene que caer por su propio peso. En efecto, lo quedaba consistencia cientfica al discurso histrico era la posibilidad de---'---:-----._- ',- ,- , ,,,,' ,- ----'dispo'le:rde..t'n oBjeto en regla.. Si ese objet estall.-en fragmentos in.

    ensurables: seno hay modo de reunirlos en un todo, no habrposibilidad alguna de una ciencIa'de lahistoria. ta-caida del oOJeto'consistente y unificado implde'lapreinsin de'una'teora totalizadora.

    No es preciso insistir sobre la procedencia de este cuestionamien.lo del objeto. La inconsistencia no resulta del ataque de unas disciplinas exteriores y adversarias sino que se engendra como efecto de los

    intentos internos por brindarle una consistencia en regla.

    xsgmo q,!,",a_ situada a ac,:;vid...derca."n el campo del disc,:rso

    histriC;Qunavez que ha desvanecioo fa posiliilrdaa'aeriilijeto uni-_. -'",'---'- ._-,. ..------"._ .. , .. _. _., .. -" ----

    Jicado? De hecho, la actividad terica parece haberse desplazado. Un ,nuevo modo de hacer teora parece estar abrindose paso. Aunquean ilonaganaao'una-te6izacin expcita que legitime ese modo de

    practicar la actividad terica, ya se est practicando. Los nombres deFotlcault, Veyne, de Certeau son los ndices de esa nueva prctica".

    1-" CL FOUC!uh M /.ll r.rq'\.'it'I1" lid $aba. \lcxico Siglo XXI. \tu,al,encda, sitll"cill.

    XILo que aqu intentamos es pensar tericamente las operaciones puestas en jueo en el anlisis de singularidades. Es necesario que no

    se malentienda el gnero, que no se confunda nuestra prctica incluyndola en alguna de las variantes del gnero histrico hoy he-

    15 C( A1:husser. L: Dis,;!.rr d {IIlJ". \1cxko, Folios. \Sl. p. (,5

    35

  • """

    gemnicas". Lo decisivo es evitar el juego infinito de lo general y lo1"'rtkular. No se trata de emprender aqui la aplicacin de una teora

    de la historia a un caso particular ni un dilogo entre la teoria y loemprico. Tampoco de emprender un anlisis de caso. Mucho menospodr confundirse lo que sigue con uno de los frecuentes anlisiscomparativos, fruto del encuentro casual entre especialistas. Se trata,

    como se ver, del anlisis del anlisis de dos singularidades. No es untrabajo histrico sino historiogrfico". Es la lectura de los procedi.mientos puestos en juego en nuestros anlisis de singularidades. Setrata de la lectura de dos experiencias prcticas.

    Pero qu significa teorizar a partir de singularidades? En tiem.pos en que ya es imposible una teora de la historia, lo nico quees posible teorizar es el modo de proceder del discurso histrico.

    O los modos. Porque tampoco estamus en presencia de un discurso histrico nico. Hay prcticas historiadoras. Teorizar a p'rt.ir de_singularidades, entonces, nada tiene que ver con hacer teora de la'1[storia a partir de casos concretos. Delo que se.trataes de teori'zar

    .c=e."Periencia histordora, de reflexionar sobre las operacionestericas y metodolgicas puestas en juego en la produccin de una-situ-aCi histrica. No se trata de teorizar cada singularidad sino el

    procedimiento puesto en juego para construirla: rescatar el tipo deherramientas y el modo de su utilizacin. transformar un recorrido

    prctico en experiencia terica. No se trata, pues, de practicar teoras-que no ganan nada con su aplicacin, ms que peso ideolgico- sinode teorizar las prcticas en que estamos implicados. Para saltar de laoposici6- nt-re e"InpT1smo y--te-o:ICIs;-dig-o-s-que no se trata de

    fundamentar una teora en una prctica ni de fundar una prctica enuna teora por va deductiva: se trata de leer las prcticaslP

    Sabemos, adems, que el dispositivo aqu presentado podr servir para otras cosas, que podr reordenarse; pero que no es teora

    1 r. La (odificacin por gneros es hoy el mecanismo hegemnico de la sujeci6n cultural. es el dispositivode emplazamiento que organiza la inclusin total de 10 en\i.nciable en un juego de reglas formales fijas.

    J., Una. lectura historiogrfica pregunta a un texto supuestamente histrico por las operaciones forma.les, metodolllicas. hermenutica.s. put'slas en juego en el. Cf. Orimoron. or_ l., pp,44.46,

    15 Se nos preguntad, que signifiGl entonces leer Ia.s prcticOls. Es unOl bu,,"na pregunt.;, Y no tenemos rtspuesta. Todo este trabajo puede h.'erse como un intento de elucidar el sentido de es consigna, Quien puedaintt'rpretar tcricamerae ICl que estamos haciendo. habr procedido entonces a leer nuestn practica

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    sino exhibicin de herramientas. No es un punto intr.medi_ntre eL_anlisis de caso y la teora, sino un modo de teorizar en el campo de .1apiCika mstoriadora,ii."ez cads las teoras de la JiJQrjjl.Ese;;:'odo de teorizar imp-ceptualizar a partir de singularidades.'fla conceptualizacin de esas experiencias" aunque se distancia de

    la serie analizada, no es general ni generalizable. Es nada ms queuna especie de desprendimiento surgido de esa emergencia y paraesa emergencia. Se trata de hacer la experiencia de una serie abriendo otra. Porque en otras situaciones esos elementos pueden operarde otra manera, no necesariamente todos esos elementos y tampoconada ms que esos elementos.

    XIIAs pues, nuestro trabajo se centra en el anlisis del anlisis de dossingularidades histricas, de dos situaciones: Egipto, fines del IV milenio a.e. y Esparta, siglo VI a.e. En esos anlisis, partimos de1trmino indefinible de prctica y decimos que lo que singulariza cadasituacin es la serie de prcticas que la hacen consistir, y lo que singulariza el anlisis de cada situacin es el modo de operar con lasprcticas. Ahora bien, por qu dos singularidades y por qu esas dos?Vayamos por partes.

    Se nos podr objetar que el hecho de hablar de dos singularidades es una contradiccin insalvable. El problema estar, en tal caso,en saber qu se entiende por singularidad y cul es el modo detrabajar. Porque -sin duda- si se exalta la singularidad como pura,absoluta, sera peligroso ..y hasta hertico, tocarla con palabras. Enel lmite, los iconoclastas siempre tienen razn: lo inefable no puederepresentado. .-'" _.

    Sin embargo, erinuestra lnea, pensar una singularidad no significa conocerla. Pensar exige disponer categoras que permitan hacerla producir sentido!'). La potencia de una categora se sustrae a la

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    ....

    .......

    ...

    oposicin binaria uno-todo, se sustrae a la exigencia de que slo valgapara uno o que valga para todo. Lo que importa es ver que la potencia

    de una categora para entrar en el pensamiento de una, dos o mssingularidades no puede establecerse desde la categoria misma. Si senos pregunta si el anlisis de nuestro trabajo sirve slo para esas dos

    singularidades, responderemos que no sabemos. Sirve, digamos,para analizar la Comuna de Pars? Imposible de decir "se puede" anotes de poder efectivamente. Replicaremos que hay que probar.

    Si hubiramos trabajado con cada una de las singularidades porseparado, quz el conjunto categorial habra sido distinto. El punto

    en que nos situamos es el que nos permite leer las dos investigaciones, Cada una de esas investigaciones es una singularidad prctica

    que leemos historiogrficamente. La singularidad sobre la que tra.bajamos aqu es la que est compuesta por estas dos investigaciones .

    La singularidad es compleja? S, por supuesto. Del mismo rango decomplejidad que cualquier situacin singular.

    Ahora, por qu esas dos singularidades? Es por puro azar quereunimos las dos investigaciones? No. Corresponden a la misma es

    trategia. Estamos trabajando en la busca de pistas para una prcti.ca historiadora que se sustraiga a la problemtica racionalista de lahistoria'''. Corresponden ambas a la intuicin de hallar dos blancos

    para la misma busca de procesos de emergencia de novedades radicales.Lo que las rene es la investigacin sobre la posibilidad de que estosuceda, sobre la posibilidad de que puedan ser ledas como aconteci.

    mientos. Es en este registro que las herramientas puestas en juegoen cada situacin pueden circular entre ambas. Es en este registro,

    pues, que las dos singularidades forman esa singularidad que inten.taremos pensar desde nuestra lectura historiogrfica .

    ....

    ....A

    A..

    ..

    ....

    1S

    () Cf Oxillloron. "!' dr. pp !.HI .' 1"3.13