Campero (1985) Logicas de Accion Sindical en Chile

34
18 COLECCION

Transcript of Campero (1985) Logicas de Accion Sindical en Chile

  • 18 COLECCION

  • COLEcCION ESTUDIOS CIEPLAN N 18 DICIEMBRE DE 1985, pp. 5-37 ESTUDIO No 108

    LOGICAS DE ACCION SINDICAL EN CHILE*

    GUILLERMO CAMPERO RENE CORTAZAR

    SINTESIS. La aguda crisis por la que atraviesa Chile en la actualidad ha hecho rebrotar con fuerza los temas de las alternativas y la reconstruc- cin democrtica. Dentro de este ltimo, parecen desarrollarse con nfasis aquellas perspectivas que enfatizan la necesidad de la concorta- cin entre los diversos actores sociales y polticos, de modo de asegurar condiciones de gobernabilidad a un pas que, principalmente como resultado de las herencias que le deja el rgimen autoritario, seguir sometido en el futuro a fuertes tensiones polticas y sociales.

    Es en esa perspectiva que intentamos analizar la situacin actual del movimiento sindical, sus antecedentes histricos recientes y su posible evolucin futura. Cules fueron las lgicas de accin sindical del sindi- calismo en el pasado? $e constituir el movimiento sindical en uno de los ejes fundamentales de la concertacin social y poltica en Chile? iCules sern las orientaciones para la accin sindical, el tipo de rela- cin con los empresarios y con el sistema poltico y la orientacin socie- tal que caracterizarn al movimiento sindical en el futuro?

    En un prir,,er captulo resegarnos algunos elementos para un diag- nstico del sindicalismo, tanto de su situacin actual como de aquella previa a 1973. En el segundo captulo se desarrolla un anlisis pros- pectivo del movimiento sindical. En ambos casos se trata de plantear hiptesis tentativas y de sugerir algunas posibles interpretaciones del fenmeno sindical, ms que de intentar demostraciones rigurosas.

    Por ltimo, cabe mencionar que eh este trabajo no nos hemos refe- rido al sindic.sUsmo agrcola o campesino, a pesar de su enorme ittipor- tancia. Dadas su especiticidad y complejidad, optamos por diferir su anlisis para futuros estudios.

    INTRODUCCION

    La aguda crisis por la que atraviesa Chile en la actualidad ha hecho rebrotar con fuerza los temas de las alternativas y la reconstruccin democrtica. Dentro de este ltimo, parecen desarrollarse con nfasis aquellas perspectivas que enfatizan la

    Este trabajo forma parte de las investigaciones del rea Estrategias de DesarroUo y Demo- cracia, de CIEPLAN, y cont con el apoyo de la Fundacin Ford. Una versin anterior fue presentada en el Taller Relaciones laborales en la Amrica Latina Contempornea, organiza- do por el Instituto Kellogg, de la Universidad de Notre Dame, en marzo de 1985; en el Semi- nario de la Comisin Movimientos Laborales de CLACSO, en mayo de 1985, y en un Semina- rio en CIEPLAN. Agradecemos los numerosos comentarios de los participantes de dichos eventos.

  • 6 G. CAMPERO Y R. CORTAZAR

    necesidad de la concertacin entre los diversos actores sociales y polticos, de modo de asegurar condiciones de gobernabilidad a un pas que, principalmente como resultado de las herencias que le deja el rgimen autoritario, seguir sometido en el futuro a fuertes tensiones polticas y sociales (Foxley, 1982; Flisfisch, 1983; Beninger, 1983;Campero, 1984).

    Es en esa perspectiva que intentamos analizar la situacin actual del movi- miento sindical, sus antecedentes histricos recientes y su posible evolucin futura. iCules fueron las lgicas de accin sindical del sindicalismo en el pasado? $e constituir el movimiento sindical en uno de los ejes fundamentales de esa buscada concertacin social y poltica en Chile? iCules sern las orientaciones para la accin sindical, el tipo de relacin con los empresarios y con el sistema poltico y la orientacin societal que caracterizaran al movimiento sindical en el futuro?

    En un primer capitulo reseamos algunos elementos para un diagnstico del sindicalismo, tanto de su situacin actual como de aquella previa a 1973. En el segundo captulo se desarrolla un anlisis prospectivo del movimiento sindical. En ambos casos se trata de plantear hiptesis tentativas y de sugerir algunas posibles interpretaciones del fenmeno sindical, ms que de intentar demostraciones rigu- rosas.

    Por ltimo, cabe mencionar que en este trabajo no nos hemos referido al sindicalismo agrcola o campesino, a pesar de su enorme importancia. Dadas su especificidad y complejidad, optamos por diferir su anlisis para futuros estudios.

    1. SINDICALISMO EN CHILE: ELEMENTOS PARA UN DIAGNOSTICO

    1. EL PERIIL GLOBAL DEL SINDICALISMO POST-1973

    El hecho mayor que ha caracterizado la situacin del sindicalismo en el perodo post-1973 ha sido, sin duda, la disminucin de su volumen histrico y la desarticulacin de parte importante de su capacidad de accin y reivindicacin, as como la limitacin de su rol de actor del sistema poltico nacional. En este resulta- do confluyeron como causas el impacto de una poltica de gobierno institucional y rigurosamente coactiva sobre los sindicatos y sus dirigencias, los efectos de un mode- lo econmico que mantuvo una alta tasa de desempleo y un sesgo desindustriallza- dor, una legislacin laboral desprotectora del trabajador, que slo reconoce un espacio para la expresin limitada de intereses particulares de carcter econmico, ligados a la situacin especfica de cada empresa, y una propaganda ideolgica desti- nada a demoler los principios de solidaridad colectiva, a favor de una lgica indivi- dualista (Campero y Valenzuela, 1984).

    Tal vez la imagen grfica ms ilustrativa que muestra, desde el ngulo cuanti- tativo, el impacto sufrido durante el perodo militar, se expresa al comparar las cifras de afiliacin sindical para 1973 y 1983.

    El porcentaje de la fuerza de trabajo sindicalizada cay de un 27% a menos de un 8%, o sea a menos de la tercera parte, entre 1973 y 1983. Desde otro ngulo

    Ista nocin la usamos en un sentido general de negociacin poltico-social y no implica, por tanto, una significacin en tErminos de sistemas corporativos, aun cuando stos pudieran ser

    una de sus manifestaciones eventuales. Usamos, tambin, el trmino negociacin incluyendo su doble dimensin dc un proceso, a la vez, de dilogo y de presin entre interlocutores con intereses diversos, pero orientados a reconocer un campo comn de coexistencia.

  • LOCICAS DI? ACCION SINDICAL 7

    resulta tambien ilustrativo constatar que mientras en 1973 hay casi 10 veces ms trabajadores sindicalizados que desempleados, en 1983 el nmero de los desocu- pados supera en ms de 3 veces a los sindicalizados.

    Esta cada, en la tasa de afiliacin sindical de la fuerza de trabajo, es el resul- tado de tres factores que se refuerzan entre s. En primer lugar estn las altas tasas de desempleo, que se alzan desde alrededor de un 6% en el perodo 1965.1972 a un 32% en 1983 (Cuadro 2), las que daran origen al que podramos denominar el efecto desempleo. Los incrementos en la tasa de desocupacin, en la medida que significan despidos de trabajadores previamente sindicalizados, generan directamen- te una reduccin en la tasa de afiliacin sindical de la fuerza de trabajo.

    En segundo lugar, se da el que podramos denominar el efecto composicin del empleo. Como fruto del esquema econ6mico neoliberal se redujeron relativa- mente los niveles de empleo (y produccin) en los sectores productores de bienes (minera, industria, construccin, electricidad, gas yagua) y el transporte, que eran los que tenan tasas de smdicalizacin de los ocupados ms altas, al tiempo que se expandieron relativamente los niveles de empleo de los sectores comercio, finanzas y servicios, que eran los que tenan las menores tasas de sindicalizacin (Cuadro l)*, s. Cabe comentar, respecto de este punto, que los sectores que se contraen, y en particular la industria y la construccin, conformaban la parte ms estable y dinmica de la afiliacin a la Central Unica de Trabajadores (CUT), principal orga- nismo nacional de los sindicatos hasta 1973.

    Por ltimo, el tercer factor es el que podramos denominar efecto debilita- miento organizacional y que consiste en la reduccin de la tasa de afiliacin sindi- cal de los ocupados, en cada uno de los diversos sectores considerados (Cuadro 1). Esta cada en las tasas de sindicalizacin de los diversos sectores obedece a los facto- res de limitacin a la asociacin sindical (polticos y legales), pero tambin a las dificultades de la organizacin para ofrecer resultados efectivos a las demandas de sus bases en el contexto de la situacin econmica y sociopoltica posterior a 1973. Esto lleva a la conclusin de que el descenso de afiliacin sindical incluye, entonces, un cierto fenmeno de desmovilizacin que acompaa y se relaciona con las condi- ciones estructurales e institucionales ya seraladas y afecta la disposicin a afmarse a los sindicatos4.

    Si bien estos tres factores se refuerzan entre s para dar origen a la cada a menos de un tercio en la tasa de sindicalizacin de la fuerza de trabajo a la que hici- mos mencin ms arribas, distinguir entre ellos resulta de inters, por ejemplo, cuando deseamos realizar un anlisis sobre la posible evolucin futura de la tasa de

    A este cambio en la composicin del empleo, segn sectores, debiramos agregar las transfor- maciones en la distribucin segn categora de ocupacin. El incremento relativo en los trabaja- dores por cuenta propia, respecto de los asalariados, tambin es parte del impacto del efecto empleo sobre la tasa de sindicalizacin de la fuerza de trabaJo.

    3 La nica excepcin es el sector minera, que si bien ve incrementada su tasa de sindicaliza- cin en forma marginal, representa menos del 3% de la poblacin ocupada.

    4 Cuando se empezaron a producir cambios en la composicin del empleo hubo grupos cerca- nos al oficialismo que pensaron que en los nuevos sectores dc punta, ligados alas exportacio- nes, al comercio y los servicios, podra generarse un aumento en las tasas de sindicalizacin de los ocupados, es decir, un fortalecimiento organizacional que llegara a compensar los efectos negativos ya mencionados. Sm embargo, en el hecho ese anunciado fortalecimiento sindical, en los sectores de punta, nunca lleg a producirse.

    La relacin matemtica entre los tres efectos mencionados y la tasa de sindicalizacin de la fuerza de trabajo se encuentra especificada a travs de las ecuaciones (1) y (2). Para simplifi-

  • Cuadro 1. Proporcin de afiliados respecto de la poblacin ocupada para los aos 1973 y 1983 segn sectores de la economa (excluye sector Agrcola)

    (En miles de personas)

    Sector Ocupados

    (1)

    1973 1983

    Sindica- Tasa de Sin- Ocupodos Sindico- Tasa de Sin- Tasa de Sindicali- lizados dicalizacic5n lirados dicalizackin zacin Relativa

    /z/:(l) f-v:141 6/:(31 (21 (3) f41 0-j (6) (71

    Minera 104,6

    Industria 545 ,o

    Constmccin 163,Y

    Electricidad, gas y agua 29,l

    Comercio y finanzas 421,2

    Transporte 199,9

    Servicios sociales y personales 920,9

    TOTALES 2.391,2

    81.6 78,0

    280.1 51,4

    54,8 32,9

    16,7 56,l

    116,2 2?,2

    83,3 41,6

    41,Y 5,2

    679.9 28.4

    58,l 47,9 82.3

    379,3 98,l 25,8

    85,7 835 9.9

    21.4 10,o 46,6

    645,s 53,2 82 180,s 44,0 24,4

    1.260,4 35,4 238

    2.630,9 297,2 ll,3

    1J 0,s 0,3

    338 0,3

    0,6 0,s

    0.4

    Fuente: Patricio Fras: Dimensiones cuanriratiws de la aJiliacin sindical, CED, 1984, versin preliminar.

  • LOGICAS DE ACCION SINDICAL 9

    sindicalizacin de la fuerza de trabajo. Como argumentaremos ms adelante, en un escenario de reconstruccin democrtica, si bien es posible contrarrestar en forma relativamente rpida el efecto debilitamiento organizacional, resultara mucho ms lenta y difcil la reversin del efecto desempleo as como del efecto compo- sicin del empleo, dadas las fuertes restricciones econmicas que persistirn al menos a lo largo de toda la ddcada de los ochenta. Y puede resultar ilustrativo sea- lar que, estos dos efectos, por s solos, han hecho caer la tasa de sindicalizacin de la fuerza de trabajo durante la ltima dcada a casi la mitad de su valor.

    Esta reduccin en la sindicalizacin se produce simultneamente con un deterioro de la situacin econmica de los trabajadores. A este respecto valdra la pena mencionar, a modo de ilustracin, que mientras en el perodo 19651972 el poder de compra de los salarios se expandi a una tasa anual de 6,s~ y el desem- pleo promedio fue de 5,7%, durante el lapso de 1974.1983 los salarios reales decre- cieron a un ritmo de 1% al ao, con una fuerte cada entre 1972 y 1975, una recu- peracin gradual entre 1976 y 1982 para luego volver a decrecer en 1983, mientras que el desempleo promedio alcanz a ms de un 19,0% (Cuadro 2).

    Con todo, es necesario matizar el diagnstico pesimista con respecto de la sindicalizacin, pues hay que sealar que permanecen con una importante tasa de aftiacin sectores claves como la minera, especialmente la del cobre, as como tambin las grandes empresas de electricidad, gas y agua. Incluso, en el caso de la industria y el transporte -pese a su fuerte cada-, se mantiene una proporcin de sindicalizados que es mayor que los promedios latinoamericanos. Por tanto, aun cuando el proceso de desestructuracin haya sido grave, el sindicalismo urbano y minero contina siendo un factor que no puede ser desconocido en las relaciones sociales y econmicas. Ms an cuando constituye el sector donde subsiste el mayor grado de organizacin, comparativamente con otros sectores sociales en el pas.

    Es pertinente sealar, tambin, que la importancia relativa sectorial de la afi- liacin se mantiene, preservndose as el sindicalismo minero (cobre y carbn), el de los servicios bsicos (electricidad, gas y agua), el de la industria y el transporte como los ncleos principales de organizacin sindical. Al mismo tiempo, la sindicali-

    car la exposicin, suponemos que existen slo dos sectores: uno productor de bienes (B) y otIo que abarca al comercio, transporte y servicios (C).

    (1) tF = (1 -d) t (2) tO = h PB + (1 - X) toe

    donde,

    tF = tasa de sindicalizacin de la fuerza de trabajo; t0 = tasa de sindicalizacin de los ocupados; d = tasa de desempleo: tUi = tasa de sindicalizacin de los ocupados en un sector i cualquiera (en nuestro caso se

    puede tratar de los sectores B o C); h = proporcin del total de los ocupados que se encuentran trabajando en el sector B.

    De la ecuacin (1) concluimos que para una cierta tasa de sindicalizacin de los ocupados, cuanto mayor sea la tasa de desempleo, inferior ser la tasa de sindicalizacin de la fuerza de trabajo, A ste lo denominamos el efecto desempleo. La ecuacin (2), por su parte, indica que la tasa de afiliacin total de los ocupados ser superior cuanto ms alta sea la proporcin de los ocupados en el sector con mayor tasa de afiliacin relativa. A ste lo denominamos el efecto composicin del empleo. POI ltimo, de la misma ecuacin (2) concluimos que la wo- lucin de la tasa de afiliacin total ser una funcin directa de la evolucin de las diversas tasas de afiliacin sectoriales, al que nos referimos como al efecto debilitamiento organizachal.

  • 10 G. CAMPERO Y R. CORTAZAR

    Cuadro 2. Salarios y desempleo, 1965.1983

    (Porcentajes)

    AOS Tasa de crecimiento anual

    en los salarios reales (1)

    Tasa de desempleo promedio

    (21

    1965.1972 6S 5,7

    1974 19,2 92 1975 3,2 16,s 1976 23 20,3 1977 10,4 18,b 1978 634 17,9 1979 8,3 17,3 1980 8,4 17,2 1981 94 15,b 1982 o,o 27,0 1983 9,4 32,0

    Fuente: RenL Cortzar: Derechos laborales y desarrollo: desafos y tensiones; en CIEPLAN, Reconstruccin Econmica para la Democracia, Ed. Aconcagua, 1983.

    zacin conserva su carcter de institucin ligada al sector ms formalizado de la eco- noma, al concentrarse -con la excepcin de construccin y comercio- en sindica- tos de empresas e interempresas (Cuadro 3), lo que sita al sindicalismo en el seno de las relaciones de produccin centrales de la sociedad.

    Estos elementos permiten afirmar que, pese a los impactos sufridos, el perfd estructural del sindicalismo ha tendido a mantenerse, aunque en un contexto -por cierto- de fuerte reduccin cuantitativa y de perdida de influencia sociopoltica.

    En consecuencia, la situacin sindical en el presente muestra, en el marco de una condicin que sigue siendo restrictiva, la permanencia de algunos factores como los senalados que han morigerado el cuadro de desarticulacin, permitiendo al sin- dicalismo conservar puentes con sus modos de accin histricos. A ello hay que agre- gar la activacin de las relaciones con los partidos polticos de oposicin en la fase posterior a 198 1.

    La manifestacin emprica de que el sindicalismo ha sobrevivido a la crisis se encuentra en el rol permanente de defensa de las condiciones de trabajo de sus asociados que han desarrollado los sindicatos de base durante el perodo post-73. Igualmente, en la reconstruccin de aproximadamente 32 confederaciones y fede- raciones del total de 130 existentes al momento de la intervencin militar. A nivel nacional, la formacin de organizaciones de conduccin superior, aun cuando con fuertes lmites en su capacidad de movilizacin masiva, constituy una de las pri- meras expresiones pblicas de contestacin a las polticas gubernamentales y de cuestionamiento al rgimen como tal. Posteriormente fueron ellas, tambin, quienes promovieron originalmente las movilizaciones sociales de 1983 y 1984, conocidas como protestas nacionales.

    En consecuencia, pese a las condiciones de desarticulacin anotadas y al clima general de exclusin que ha prevalecido respecto de las organizaciones sociales, el sindicalismo ha permanecido en el perodo 1973-85 como un factor presente en las relaciones laborales y en las relaciones polticas a nivel global.

  • Cuadro 3. Poblacin ocupada y sindicalizada segn tipos de sindicato por sectores de la Economa (exceptuando Agricultura). Ao 1983

    Trabajadores Organizados en Sindicatos del Tipo de:

    sector Poblacin

    ocupada Empresa Inter- Indepen- Transi-

    Empresa dien tes torios Total Tasa de Sin- dicalizacin

    Minera 58.125 46.720 65

    Industria 379.341 87.791 9.887

    Construccin 85.658 1.278 370

    Electricidad 21.441 6.400 3.602

    Comercio y Finanzas 645.491 28.358 3.757

    Transporte y Comunicaciones 180.493 21.088 9.616

    Servicios Comunales Soc. Personales 1.260.390 25.041 3.731

    No bien especificados 836 283

    1 .ooo

    183

    33 -

    21.072

    9.460

    3.889

    559

    94 47.879 82,3

    208 98.069 25,s

    6.872 8.553 93 10.002 46,6

    41 53.234 82 3.877 44.041 24,4

    2.768 35.429 23 259 1.937

    TOTALES 2.630.939 217.512 31.311 36.196 14.125 299.144 ll,3

    Fuente: Patricio Fras: Dimensiones cuantitativas de la atiliacin sindical, CED, 1984.

    Definiciones.

    Sindicatos de Empresa: Agrupan a los trabajadores de una misma empresa. Sindicatos interempresa: Agrupan a los trabajadores de, alo menos, 3 empresas distintas, requiriendo 75 trabajadores para su constitucin. Sindicatos Independientes: Agrupan a trabajadores que no dependen de un empleador y Iequieren un mnimo de 25 socios. Sindicatos Transitorios o Eventuales: Agrupan a trabajadores de una misma actividad, inicialmente de la construccin, aunque luego se extiende a los trabajadores martimos, y tiene por objeto proveer puestos de trabajo a sus asociados, actuales o futuros, en la condiciones previamente acordadas con los distmtos empleadores.

  • 12 G. CAMPERO Y R. CORTAZAR

    2. LAS LOGICAS VSPPCIFICAS DE LA ACCION SINDICAL

    No obstante el anlisis anterior representa bien, en lo fundamental, la condi- cin global de existencia del sindicalismo, en cuanto a las variables estructurales que lo afectan, un estudio en profundidad requiere superar esta visin general, descripti- va de la situacin estructural. Si se desea razonar sobre el movimiento sindical en trminos de encontrar bases de anlisis para una prospectiva, es necesario ligar la perspectiva estructural con el anlisis de las lgicas especficas de comportamiento del sindicalismo como actor social.

    Una de las consideraciones ms importantes que hay que tener en cuenta se refiere a que, desde un punto de vista sociolgico, no puede describirse al sindicalis- mo como un todo homogneo. En efecto, la heterogeneidad de la estructura econ- mica configura desde ya situaciones laborales relativas muy diversas, como consecuen- cia de las dinmicas de inversin, progreso tcnico, evolucin de las calificaciones profesionales, de los mercados de trabajo, niveles de empleo y salarios y grado de monopolio de las empresas, entre otras. Asimismo, el tipo de relacin con los em- presarios, el Estado y el sistema poltico genera condiciones y demandas diferentes para la actividad sindical. Este conjunto de factores sienta las bases para fundar lgicas de accin diferenciadas que es preciso tener en cuenta.

    Nos proponemos examinar ahora estas lgicas, considerando cinco variables: el tipo o modalidad de accin sindical predominante, las orientaciones que definen los objetivos sindicales, las relaciones que se establecen con la parte empresarial, el tipo de articulacin con el sistema poltico, en la cual se incluye la relacin con los partidos polticos, y los proyectos sociales globales u orientaciones respecto de la sociedad que expresan las estrategias sindicales.

    Consideraremos el rol de estas variables en dos situaciones: aquella previa a 1973, a fin de examinar las lgicas ms especficas de accin sindical que caracte- rizaron al sindicalismo hasta el momento del gobierno militar, y luego, aquella post- 1973, lo que nos permitir examinar los cambios que se producen en las lgicas del accionar sindical. De esta manera intentaremos obtener elementos para un poste- rior anlisis de prospectiva que se funde no slo en la situacin global del sindica- lismo, sino, tambikn, en el examen de los procesos que ocurren a nivel de los siste- mas o modos especficos de comportamiento sindical.

    4 Lgicas de accin sindical pre-19 73

    En la fase previa al rgimen militar y desde la dcada de los 40 pueden distin- guirse, al menos, dos tipos globales de lgica sindical claramente identificables. De una parte, aquella que se observa en general en los sectores monopolistas-modernos, que en su forma ms pura se desarroll en las grandes empresas estatales de produc- cin y servicios, que constituan no slo un sector moderno en la economa sino, tambien, el instrumento a travs del cual el Estado intentaba ejercer su rol de con- ductor del desarrollo. De otra, aquella que se configur principalmente en los secto- res de empresas medianas y pequeas, por ejemplo, en gran parte de la manufactura y en el sector de la construccin, donde prevalecen empresas que carecen de poder monoplico en el mercado interno y que, en general, tienen tecnologas menos avanzadas y menos intensivas en capital que aquellas del sector monopolista-moder- no. Tambin puede adherirse aqu -con matices- el sindicalismo de los funciona-

  • LOGICAS DE ACCION SINDICAL 13

    rios de la Administracin Pblica y de algunos sectores del comercio6. El sector bancario podra considerarse un caso intermedio. Los dos sectores mencionados no constituyen solamente espacios definidos por su condici6n econmica, sino que representan situaciones sociales diferentes de carcter ms global.

    En el primer caso, el del sector monopolista-moderno, las organizaciones sindicales tendieron histricamente a definirse principalmente por una lgica que otorg privilegio a las relaciones laborales a nivel de empresa. El problema sindical consista sobre todo en mejorar, entre otros beneficios, las condiciones de salarios, empleo, los sistemas de trabajo y lograr influencia sobre el proceso de toma de deci- siones. Se trataba de mejoramientos que, en su gran mayora, podan ser negociados u otorgados a nivel de la empresa. Recordemos que se trata, en general, de unidades con tecnologas modernas y muy intensivas en capital, con una alta productividad por trabajador. Estas podan asegurar, por lo tanto, condiciones de trabajo y de remuneraciones muy superiores a las del promedio laboral chileno. Por otra parte, al ser en general empresas monoplicas o fuertemente oligoplicas, tienden a coincidir con la industria o sector o abarcar gran parte de la produccin de ste. Este carcter monoplico les permita traspasar a los consumidores, va mayores precios, parte al menos de los mayores beneficios que iban alcanzando los trabajadores. En el caso de las empresas del Estado estos mayores beneficios se traducan, frecuentemente, en una reduccin de los ingresos pblicos que deban ser compensados por aumen- tos en la recaudacin o por reducciones en los gastos pblicos, los que se consti- tuan en los mecanismos indirectos a travks de los cuales se traspasaban los costos de dichas conquistas hacia otros sectores o grupos sociales. Los trabajadores de dicho sector disfrutaban, adems, de la estabilidad propia del empleo gubemamen- tal y del hecho de pertenecer a entes econmicos de envergadura estratgica nacional y definidos como las inversiones de punta del Estado, prioridad que les otorgaba un cierto grado mayor de maniobra, respecto de las cambiantes condiciones genera- les de economa.

    Por otra parte, hay que considerar que en este sector monoplico-moderno la contraparte tcnica, directiva y gerencial se defina, en general, como una tecnocra- cia moderna, sensible a la lgica de relaciones industriales. Esto era especialmente as en las empresas del sector pblico.

    De este modo, los sindicalistas del acero, el petrleo, la energa elctrica, el cobre chilenizado y luego nacionalizado, las telecomunicaciones, el transporte areo y martimo, as como los de muchas de las grandes empresas privadas, en general, no fueron demasiado sensibles a las coaliciones federativas extra y supraempresa. Tanto ms cuanto que su estructura los haca, en gran parte de los casos, equivalen- tes a un sindicato nacional y disponan de un poder suficiente para llegar a menudo,

    6 Al incorporar al sector de la administracin pblica, lo hacemos solamente en funcin dc concentrarnos en describir tendencias muy globales, puesto que dicho sector, como es sabido, no dispona de derechos legales a sindicalizarse, pal lo que la forma adoptada fue la de asocia- ciones de funcionarios por servicios. Tambin sabemos que un servicio de la burocracia p- blica no es igual a una empresa de produccin y que la composicin laboral en este sector corresponde a los llamados empleados de cuello blanco y slo marginalmente a obreros, los cuales son ms bien funcionarios de los nivela ms bajos de los servicios. Sin embargo, este segmento actu de hecho como un sindicato y estuvo siempre muy prximo al sindicalismo de la CUT, expresando as una condicin socioeconmica que algunos han denominado como proletariado de cuello y corbata.

    El caso del comercio es bastante semeJante. pues repite las caractersticas socioeconmxas deprimida de los funcionarios pero esta vez en el sector privado.

  • 14 G. CAMPERO Y R. CORTAZAR

    por s solos, al parlamento y al gobierno central, lugares donde se adoptaban las decisiones que escapaban a la esfera de la gerencia. El rol sindical era, entonces, pre- dominantemente de tipo corporativo y se integraba bien dentro del funcionamiento general de la organizacin burocrtica de la empresa. LO anterior no quiere decir que no hubiera relaciones con instancias federativas o confederativas como la CUT (Central Unica de Trabajadores) hasta 1973, o los partidos polticos, pues ellas exis- tieron permanentemente. Pero el hecho es que las organizaciones sindicales de este tipo no fueron sino muy secundariamente base de sustentacin de la CUT e incluso hubo casos en que la relacin fue casi inexistente. Tampoco quiere decir que no se diera una relacin conflictual con las gerencias, pero s que los conflictos estaban enmarcados en una relacin que se caracterizaba ms por un principio de integra- cin que por una lgica de confrontacin. El contenido de las reivindicaciones nor- malmente estuvo referido a una lgica de movilidad ascendente de tipo profe- sional y social -va salarios y prestaciones- donde el referente de pertenencia, a una capa media calificada tcnicamente, jug un rol importante (Cuadro 4).

    En este sector sindical hubo, en general, una mayor tendencia relativa al gradualismo poltico -de centro o izquierda-, aunque en algunas etapas un radi- calismo de izquierda tambien encontr audiencia a sus posiciones. En parte, lo primero fue el resultado de la mejor sintona que tenan a menudo los plantea- mientos polticos gradualistas con la experiencia de movilidad social positiva de este sector y la radicalizacin con las expectativas de crisis de tal movilidad. Por otra parte, en este segmento, los partidos, pese a su gran importancia, no subordi- naban completamente a los sindicatos, pues stos hacan valer con fuerza sus intere- ses corporativos. Ello se mostr as frente a la Unidad Popular, donde sectores de izquierda se confrontaron, en las empresas del cobre, con la administracin gubema- mental, en trminos de sus reivindicaciones locales (Zapata, 1975, 1976). No es que pretendamos sugerir que hubo un determinismo estructural en la orientacin poltica de los dirigentes sindicales, sino ~610 reconocer el peso que dicho aspecto pudo haber jugado en la configuracin poltica de este sindicalismo.

    Por ltimo, los proyectos sociales globales que expresaron a este sector, o su orientacin societal, fueron en lo principal aquellos enfocados hacia la produccin de cambios sociales, en los cuales el desarrollo se defma, sobre todo, por un nfasis en la modernizacin del sistema econmico, y la democratizacin por un sostenido incremento de la movilidad social (en su dimensin econmica y poltica).

    En el segundo caso, el del sindicalismo del sector de empresas medianas y pequeas, al cual hemos incorporado a las asociaciones de la administracin pblica y el comercio, la accin sindical se defini sobre todo por una lgica de lucha ms bien de tipo confrontacional que de integracin, entre los propietarios o la gerencia y el sindicato. Aqu, a diferencia del caso anterior, la tendencia general -con excep ciones, por cierto- fue que la organizacin sindical no formara parte constitutiva y consensual del sistema de funcionamiento de la empresa. En consecuencia, no exis- ti, sino limitadamente, un principio corporativista de empresa, el que fue ms fuerte entre los empleados de administracin y los tcnicos que entre los obreros. Estos ltimos fueron tpicamente sindicalistas de contestacin a los propietarios. El sindicato mismo fue, a menudo, el resultado de una lucha por constituirlo contra la oposicin patronal. La nocin de relaciones industriales como una institucin propia de la gestin empresarial slo existi en aquellas empresas relativamente ms grandes, modernas y ms impersonales. En la mayora, sin embargo, predomin la poltica excluyente 0 el paternalismo autoritario.

  • LOCICAS DE ACCION SINDICAL 15

    La debilidad econmica de las empresas, las que por no disponer de poder monoplico no podan traspasar a los consumidores, va mayores precios, los mejoramientos alcanzados a traves de la lucha sindical, as como la debilidad de los sindicatos, pequeos en nmero y frgiles en organizacin, hizo que estos ltimos fueran sensibles a intentar la lgica federativa como mecanismo de reivindicacin, sobre todo en el aspecto salarial. Esta lgica estaba orientada a disponer de medios de presin con mayor peso y visibilidad sociopoltica, a fin de intentar promover acuerdos a nivel de industria o sector. En este nivel, adems de que se buscaba in- crementar las posibilidades de xito en las negociaciones con los empresarios, se trataba de lograr la intervencin de agentes polticos con influencia sobre las decisiones gubernamentales y parlamentarias, esfera donde se resolva respecto de importantes variables macroeconmicas, en particular, respecto del manejo de una economa inflacionaria. As, aun cuando una alta proporcin de los convenios colectivos se firmaran siempre a nivel de empresa, de hecho la lucha federativa era esencial para intervenir indirectamente sobre el marco global de esas negociaciones y constituy una tendencia permanente, pese a las dificultades para consolidarla. Por esta razn, fue en este sector donde se desarrollaron las federaciones por rama que lograron alguna importancia (textiles, metalrgicos, panificadores, cuero y calzado, grfica, construccin, etc.). Algunas, incluso, obtuvieron los tarifados o escalas de valores salariales mnimos y comunes para una misma rama. Estos mismos sectores fueron la base de movilizacin de la CUT hasta 1973.

    En este sector, y relacionado con lo anterior, la influencia de los partidos fue decisiva, por cuanto ellos jugaron el rol de intermediarios principales con el sistema poltico y el Estado. Aqu, los partidos de izquierda encontraron mayor afinidad entre sus planteamientos ms confrontacionales y la situacin de exclusin del sin- dicalismo, por lo que normalmente alcanzaron una mayor presencia relativa que el centro poltico. Con todo, este ltimo tuvo, tambin, un desarrollo importante en este segmento. Al mismo tiempo, en este sector los partidos llegaron a constituir una verdadera columna vertebral (Garretn, 1984) del sindicalismo, por lo que su predominio adquiri un peso mayor que en el primer sector. Esto se revel espe- cialmente en las federaciones y en la CUT (Falabella, 1980; Angel], 1972).

    Si bien la orientacin cotidiana de la accin sindical era una de lucha por establecer condiciones bsicas de trabajo, hacer cumplir la ley laboral en las empre- sas y mejorar el nivel de vida, lo que se intentaba con una referencia permanente a la accin e intervencin del Estado, en la orientacin societal, tendi a predominar una opcin por el cambio social con enfasis en una democratizacin sustantiva, que significaba otorgar mayor poder social al sindicalismo, ampliar el sistema pol- tico y promover reformas estructurales que se conceban con fuerte tendencia anti- capitalista, lo que era animado por los partidos polticos, sobre todo de izquierda, pero tambin del centro, ambos con una implantacin de importancia en estos sectores.

    En el caso del sindicalismo de los funcionarios de la administracin pblica, quienes actuaron a travs de asociaciones, por no estarles permitido legalmente hacer- lo como sindicatos, la lgica era semejante en cuanto a la accin federativa y de referencia a las polticas econmicas globales, a partir de una debilidad corporativa.

    Exista la presuncin fundada que a partir de acueldos sectoriales era ms posible para las empresas responder a las demandas de los sindicatos, a la YCL que a nivel sectorial stos podan contar con recursos econmicos y organizacionales muy superiores a los de los sindicatos de- finidos a nivel de empresa.

  • 16 G. CAMPERO Y R. CORTAZAR

    De all la importancia de la ANEF y su rol en el seno de la misma CUT. Lo mismo puede aplicarse, aunque con algunas diferencias, para la CEPCH, que agrup a sec- tores del comercio y de empleados del rea privada.

    En sntesis, de manera global, el sindicalismo chileno se orden predominan- temente en torno a una lgica de relaciones industriales de empresa o corporati- vista en el sector monopolista-moderno -en particular, en el estatal productivo y de servicios de punta- y, en torno a una lgica, sobre todo de lucha sectorial y en ocasiones nacional, por condiciones bsicas de trabajo y nivel de vida, en gran parte de la manufactura y la construccin a la cual, con ciertos lmites, pueden aso- ciarse tambin el sector pblico y el comercio. Obviamente, esta distincin no supone que no existieran cruzamientos y superposiciones de ambas lgicas en los sectores sealados y que no hubiera variaciones segn los ciclos econmicos y pol- ticos.

    Si bien es imposible efectuar estimaciones precisas, pensamos que sera posi- ble clasificar como perteneciendo al sector monopolista-moderno a cerca de un tercio de la fuerza de trabajo sindicalizadas.

    Con todo, la distincin de lgicas de accin se dio en un campo que en muchos aspectos era comn para ambas. Es as como, en ambos casos, se trataba de un sin- dicalismo inserto en el sistema poltico institucional como actor participante y constituyente de aqu$l. En efecto, tanto en un caso como en otro, las reivindicacio- nes y las luchas se procesaron a trav& de medios polticos, siendo muy escasas las ocasiones en que se manifestaron tendencias rupturistas del sistema poltico institu- cional. De aqu resulta la importancia decisiva de los partidos polticos como mediadores de la accin sindical. Solamente en 1972-73 la emergencia de los deno- minados cordones industriales expres una lnea autonomista, graficada en la nocin de poder-dual o poder alternativo. Sin embargo, su experiencia fue demasiado corta y sectorial (sobre todo en la pequea empresa manufacturera del sector no incluido en el rea de propiedad social) como para suponer que ella penetr al conjunto del sindicalismo.

    La CUT -principal organizacin a nivel nacional- bas su fuerza relativa en que logr manifestar esta multidimensionalidad de la accin sindical, en el sentido de unir una accin institucional con una movilizacin reivindicativa e incluir en esta ltima tanto la lgica corporativista de los sectores ms modernos como la lucha por condiciones generales de trabajo y nivel de vida de los otros sectores. Sin embargo, la CUT fue claramente ms expresiva de la segunda lgica que de la prime- ra, en lo que respecta al tipo de acciones que se emprendan, la orientacin de la actividad sindical, las relaciones con el sistema poltico y la orientacin societal que la presidi, lo que explica en parte los lmites de su representatividad (Cuadro 4).

    Tambin influy, en el sentido de limitar su representatividad, su excesiva dependencia de los partidos polticos, lo que la llev a una hiperpolitizacin, espe- cialmente durante sus ltimos aos de existencia (Barra, 1971; Cuevas, 1983).

    Es necesario, finalmente, sealar que la distincin entre el primer y el segundo sector corresponde a un intento de formular slo dos ncleos globales e inclusivos,

    6 Si bien estamos conscientes de que nuestra agrupacin de sectores slo posibilita una indi- cacin gruesa, ya que incluye situaciones diversificadas co su interior que no es posible desagre- gar, consideramos como perteneciendo al sector monopolista-moderno a loa trabajadores sindicalizados de: la produccin de petrleo y gas natural, extraccin de minerales metlicos, industrias metlicas bsicas, electricidad, gas y vapor, transporte y almacenamiento, comuni- caciones, oblas hidrulicas y suministro de agua, establecimientoa financieros y seguros. Al resto de los sectores los catalogamos dentro del sectol de empresas medianas y pequekas.

  • Cuudro 4. Lgicas de accin sindical pre-1973

    Sector Tipo de accin predominante

    Orientacin sindi- Tipo predominante Mecanismo predomi- Presencia de los Proyectos sociales cal predominante de relacin con la nonte de relacin partidos de: globoles que repre-

    gerencia 0 propie- con el sistema po- sen tan en forma tui0 ltico predominan te

    (orientacin socie- tal]

    Monopolista- moderno

    Sector de empresas medianas y peque- as, Administra- cin Pblica, Co- mercio y Central Nacional (CUT)

    Relaciones indus- Movilidad pr&-- triales de empre- sional y socio- sa econmica

    Tendencia federa- tiva co referen- cia a las polti- cas sectoriales y nacionales

    Lucha por estable- cer condiciones bsicas de trabajo y mejorar el nivel de vida con refe- rencia ala accin estatal

    Integracin Directa y co partidos

    Centro e izquier- da, ambos co tendencia al gra- dualismo poltico

    Exclusin y con- frontncin

    Federacionts, confederaciones, CUT y partidos

    Izquierda y en menor medida de centro, con mayor ten.decia al m- dicakmo pol- tico

    Cambios sociales con nfasis en la modernizacin del sistema econmico y el incremento en la movilidad social

    Cambios sociales con nfasis en la democratizacin susta*tiva y con presencia de fuer- tes tendencias anticapitalistas

  • 1s G.CAMPEROYR.CORTAZAR

    en los cuales se observan las lgicas de accin sindical descritas. Como ya se mencio- n antes, estos dos sectores podran ser desagregados, lo mismo que matizadas sus orientaciones, sus mecanismos de relacin con el sistema poltico y sus proyectos societales. Sin embargo, nuestra hipotesis es que esa desagregacin no altera la com- prensin de las dos lgicas principales de accin, como los modos dominantes que definieron la accin del sindicalismo.

    Como toda tipologa, sta tambin se basa en una cierta simplificacin, ya que ciertos segmentos se ajustan mejor que otros a las categoras defmidas, a la vez que existen algunos cuya clasificacin resulta incierta. Sin embargo, lo que se pierde en trminos de detalles particulares se gana en cuanto a generar una visin integral que retiene una cierta simplicidad.

    A propsito de lo anterior y como ejemplo puede mencionarse que la clsica distincin entre sindicalismo de obreros y de empleados, clasificacin jurdica que tuvo, sin embargo, importancia para configurar ciertas identidades y oposiciones diferentes entre estos segmentos, no nos parece ms inclusiva que la tipologa usada aquf. En efecto, si bien obreros y empleados manifestaron comportamientos dife- renciados, stos no dieron lugar a prcticas que rompieran la lgica global corpora- tista de empresa o la federativa con referencia a las polticas globales, pues su confrontaciones se dieron al interior de esas dos lgicas dominantes. Ello deriv del hecho de que la situacin social y la posicin en la estructura econmica era ms homognea para empleados y obreros en cada ncleo de los mencionados por noso- tros, que entre unos y otros, segn su categora jurdica. Obviamente podran sea- larse excepciones, pero que, a nuestro juicio, no invalidaran esta hiptesis.

    Con todo, puede mencionarse que nuestro razonamiento se aplica ms riguro- samente al sindicalismo industrial -bsico y manufacturero- y el minero, los mas importantes en el conjunto sindical del pas. Excluye, por tanto, al sindicalismo campesino, aunque ste tuvo rasgos muy prximos al segundo sector. Al mismo tiempo, la administracin pblica tuvo las caractersticas propias de un smdicalis- mo de la burocracia estatal y de empleados, lo que un anlisis pormenorizado debe- ra considerar. Sin embargo, la ANEF (Asociacin Nacional de Empleados Fiscales) sigui histricamente al modelo de la CUT y form parte de ella, lo que la aproxi- m al sindicalismo industrial, hecho que tambin reflej su condicin social y eco- nmica deteriorada.

    Por ltimo, el sindicalismo del comercio, equivalente por su dimensin a la pequea y mediana empresa, aun cuando representa segmentos muy heterogneos y dispersos, cuando logr organizarse, lo hizo de acuerdo a una lgica federativa y se inscribi en una lucha poltica semejante a la que impulsaba el sindicalismo de la industria y la propia CUT.

    b) LOgicas de accin sindical post-1973

    El punto es ahora si estas lgicas permanecen vigentes y por tanto si las orientaciones de accin sindical, en el presente, se corresponden con las histri- cas. Para responder a esta interrogante es necesario examinar de inicio el contex- to global socioeconmico y poltico en que se ubica la actividad del sindicalismo.

    En primer lugar, el sistema poltico nacional se ha desintegrado al extremo de que no existen prcticamente mediaciones y relaciones entre las organizaciones sociales y el Estado. La consecuencia de ello es la desarticulacin de los mecanis- mos de participacin social y poltica, es decir, del campo comn en que prcticas sindicales diversas podran converger. As, la esfera de los temas estatales y macro-

  • LOGICAS DE ACCION SINDICAL 19

    polticos tiende a adquirir un campo propio de desarrollo, distancindose de la esfe- ra de las relaciones del trabajo en la fbrica o el servicio. Las relaciones entre el sindi- calismo y el sistema poltico, que en el pasado eran ejercidas por los partidos polti- cos y las organizaciones sindicales superiores, especialmente la CUT, slo se expresan muy dbilmente, al menos durante los primeros 9 aos del rgimen militar, a travs de la accin de los grupos sindicales nacionales y, en menor medida, la Iglesia (Cuadros 4 y 5).

    En segundo lugar, el modelo econmico, al incrementar el desempleo de un promedio histrico de 6% a un promedio sobre 19% en el perodo 1974-83 incre- ment los sectores marginales al sindicalismo, a la vez que gener un enorme contin- gente de subempleados, lo que contribuy al debilitamiento del poder de negociacin de aqul. Las transformaciones, en la estructura de produccin y empleo, dieron lugar a una perdida de dinamismo de sectores como la industria y la construccin, en los que el sindicalismo era tradicionalmente fuerte, limitando su potencialidad, Al mismo tiempo, la expansin de otros sectores como el comercio y los servicios no cre condiciones para el desarrollo de nuevas fuerzas sindicales (Cuadro 1).

    Por su parte, la evolucin de los salarios, durante la ltima dcada, fue bsica- mente el resultado de las polticas de reajustes oficiales aplicadas por el gobierno, las que fueron particularmente restrictivas (Cortazar, 1983). Es as como los salarios reales promedios son en el perodo 1974-83 un 20% ms bajos que en 1970, empo- breciendo al conjunto de la clase trabajadora.

    En el perodo pre-1973,10s trabajadores del sector moderno-monoplico habi- tualmente alcanzaban condiciones especiales por sobre el promedio del mercado del trabajo. Durante la ltima dcada, en cambio, se produce una cierta homogeneiza- cin, en el sentido de que durante la mayor parte de sta tanto los trabajadores de dicho sector como los que laboran en el que hemos llamado sector de empresas me- dianas y pequeas pasan a depender de las polticas de reajustes oficiales del gobier- no.

    En tercer lugar, la lgica de exclusin en las relaciones de los empresarios, con respecto a los sindicatos, la que en el perodo pre-1973 se tenda a manifestar sobre todo en empresas medianas y pequeas, se hizo prcticamente norma general en las relaciones laborales, afectando, as, los sistemas de relaciones industriales que haban madurado en el sector estatal moderno y en las empresas privadas ms racio- nalizadas. De esta manera, el bloqueo del rol del sindicato, como factor integrante del funcionamiento corporativo de la empresa (Cuadros 4 y 5), se convirti en un hecho muy generalizado.

    En cunrto lugar, se implement una legalidad laboral que encapsul las rela- ciones laborales en sus limites ms restringidos posibles.

    Los cambios en la legislacin laboral redujeron la cobertura de los salarios mnimos, limitaron drsticamente las disposiciones legales que facilitaban una mayor estabilidad en el empleo, disminuyeron los montos de las indemnizaciones por despidos y concentraron la negociacin exclusivamente en la empresa, contribu- yendo as a que grandes sectores de trabajadores quedaran marginados de ella.

    La consecuencia de estas alteraciones sociopolticas y econmicas se ha mani- festado en un aumento en los sectores excluidos de la actividad sindical, en una dispersin de vnculos entre el cuadro dirigente superior y la base laboral, en un debilitamiento de solidaridades colectivas, en la estratificacin y localizacin de las demandas y conflictos, y en una menor visibilidad de referentes econmicos y pol- ticos nacionales o sectoriales como orientadores de la accin en la base.

  • 20 G. CAMPERO Y R. CORTAZAR

    Este conjunto de factores, tanto estructurales como polticos, ha contribui- do a que las lgicas histricas de accin sindical se hayan visto afectadas,

    En los sectores de empresas medianas y pequeas la tendencia pre-1973, hacia un tipo de accin sindical federativa, se vio posteriormente casi siempre constreida a una defensa de intereses que no pudieron superar el nivel de la empresa y a veces del puesto de trabajo, por lo que la accin sindical de estos sectores se vio marcada con un signo de mayor dispersin, que limit su histrica capacidad de articular sus luchas a un principio mas colectivo como clase trabajadora. La misma situacin es observable en el sector pblico y entre los sindicatos del comercio y los servicios. En el sector monopolista-moderno, si bien en general permaneci un tipo de accin centrado en el conjunto de la empresa, sta se vio a menudo afectada por la aparicin de tendencias a la segmentacin y estratificacin de las reivindicaciones. Esto hizo que su lgica corporativa de empresa se viera limitada en su consisten- cia, como principio integrador de la accin sindical.

    Esos mismos factores han contribuido a que la orientacin sindical predomi- nante pasara, en el sector monopolistamoderno, de la bsqueda de una permanente movilidad profesional y socioeconmica, a concentrarse en la defensa de elementos de un status adquirido con anterioridad y, en los sectores de empresas medianas y pequeas, de la lucha por establecer y asegurar conquistas progresivas referidas a condiciones bsicas de trabajo y de mejoramiento del nivel de vida, a una estrategia slo defensiva tendiente a evitar o al menos a reducir el deterioro agudo y persisten- te en las remuneraciones y condiciones de trabajo, los despidos y la desintegracin de los sindicatos (Cuadros 4 y 5).

    De ms est sealar que el sindicalismo fue durante cada dcada, dada la situa- cin de extrema debilidad en que se encontraba, bsicamente incapaz de atenuar en forma significativa el deterioro que las polticas econmicas oficiales estaban impri- miendo en las condiciones de vida de los trabajadores.

    En ambos casos, las relaciones con la parte empresarial, fuera esta pblica o privada, evolucionaron -como se dijo antes- hacia grados mayores de exclusin, restringiendose las prcticas de relaciones industriales integradas en el sector mo- nopolista-moderno y generndose una neutralizacin del sindicato en la mediana y pequea empresa. De esta manera, las relaciones sindicatosempresas se limitaron a una normatividad casi puramente econmica y concentrada en las coyunturas de negociacin colectiva.

    Por ltimo, la inexistencia de un esquema poltico abierto y las limitaciones de su peso estratgico hicieron que los sindicatos del sector monopolista-moderno perdieran, en importante grado, su capacidad de relacionarse directamente con el sistema de decisiones pblicas, en funcin de su fuerza propia.

    En el caso del sector del sindicalismo de la mediana y pequea empresa, el debilitamiento o desaparicin de la accin federativa y la ilegalizacin de los parti- dos, prcticamente anularon sus mecanismos de articulacin con el sistema poltico y de relacin con la gestacin de polticas pblicas.

    En consecuencia, los lazos con la esfera de las relaciones polticas y estatales al nivel social global, en ambos casos se vieron diferidos a lo que con grandes limita- ciones pudieran ofrecer como intermediarios los grupos nacionales y posterior- mente las Centrales que de ellos surgieron, asi como tambin la Iglesia Catlica y otras instituciones de apoyo. De esta manera, entonces, los mecanismos de relacin con el sistema poltico se volvieron ms frgiles y discontinuos, tendindose a una separacin entre lo reivindicativo y lo poltico.

  • LOGICAS DE ACCION SINDICAL 21

    Slo despus de varios anos los partidos de centro e izquierda volvieron a cobrar una presencia ms activa en ambos sectores considerados. En este proceso el centro poltico vio una mejora en su presencia relativa, manteniendo su posicin en el sector monopolista-moderno y mejorndola en el sector de empresas medianas y pequenas. Al mismo tiempo, a nivel de las centrales nacionales, en una situacin que contrasta con la realidad antigua de la CUT, tanto en el Comando Nacional de Trabajadores (CNT) como en la Central Democrtica de Trabajadores (CDT), que constituyen las dos principales entidades nacionales, se produjo una presencia dominante de dirigentes sindicales pertenecientes a partidos del centro poltico.

    Con todo, la reanimacin de los partidos y de las centrales no parece haber superado todava la desarticulacin entre las luchas de base y la accin de las diri- gencias al nivel poltico. En efecto, en el nivel nacional, muy tempranamente, la percepcin de que el deterioro en las remuneraciones, desocupacin, indicadores sociales, e institucionalidad laboral, eran parte de un proceso nico y coherente ntimamente asociado al carcter del rgimen imperante, el que provocaba el debili- tamiento y atomizacin de las organizaciones sociales, llev a las dirigencias nacio- nales a seguir un tipo de accin de contestacin pblica al rdgimen, con una orienta- cin sindical enfocada predominantemente a la bsqueda de un cambio de rgimen poltico (Cuadro 5). Pero a diferencia de lo que ocurra en el perodo pre-1973 y debido a la fuerte segmentacin de la accin sindical, no se logr producir una con- tinuidad temtica estable entre la accin poltica de los cuadros superiores y la lucha defensiva de las bases. As, los sindicatos a nivel de empresa se encuentran en una lucha, aveces desesperada, por defender algunos intereses corporativos definidos, ya sea como conservacin de un status, ya sea como derechos laborales bsicos, en tanto que las centrales nacionales y dirigentes de confederaciones y federaciones intentan sobre todo desarrollar una accin casi puramente poltica (referida al poder general de la sociedad y el Estado).

    Esta tensin entre las dimensiones reivindicativas y polticas no es nueva en s misma, pues ella existi siempre. La mutacin que se ha producido se expresa en que ella se manifestaba -como lo mencionamos antes- al interior de un sistema poltico institucional, en general, capaz de procesar las tensiones ms graves que se generaban en su relacin tanto en los sectores monopolistas-modernos como de mediana y pequena empresa, y donde las organizaciones sindicales de nivel nacional jugaban un rol. Lo anterior implicaba que lo poltico y lo reivindicativo pudieran articularse, ya sea en proyectos sociales globales de modernizacin o de cambio social y poltico.

    Esta dificultad de los proyectos sindicales mas globales, para integrar una acci6n de base heterognea y fuertemente segmentada, produce una tendencia a la separacin del carcter mixto (social y poltico) que tena el sindicalismo, esto es, entre su rol de defensa o lucha frente a los empresarios -pblicos o privados-y su rol en el sistema poltico nacional.

    En sntesis, a partir del anlisis de la evolucin de las lgicas sindicales, se observa que los cambios estructurales y polticos operantes bajo el rgimen militar y sus efectos especficos produjeron, ms all de los resultados cuantitativos (de la afiliacin sindical, desocupacin, empobrecimiento de los trabajadores, etc.), impor- tantes efectos sobre los dos sistemas globales de accin sindical, los que se segmen- taron y se orientaron hacia lgicas sobre todo defensivas. En consecuencia, no se fortaleci ni una lgica corporativa de gran empresa ni tampoco una lgica de reivindicacin federativa y de referencia nacional, desde la empresa mediana y pequea.

  • Sector Tipo de accin Orientacin sindi- Tipo predominante Mecanismo predomi- FVesencia de los Proyectos sociales predominnn te cal predominante de relacin con IB mnte de relacin partidos de: globales predomi-

    gerencia 0 propie- con el sistema po. mntes en el corto tario ltico plazo (orienta-

    cin societal)

    1. Monopolista moderno

    2. Sectm de empresas medianas y pequeas, administra- cin pbli- ca y comer- cio

    3. Centrales NkXld~S

    Negociacin y ac- ciones mantenidas a nivel de empre- sa, pero con ten- dencia a la estra- tificacin de las reivindicaciones

    Negociacin y ac- ciones constrei- das a nivel de empresa y presio- nadas ala seg- mentacin

    Contestacin p- Cambio de gobierno Si relacin co blica al rgimen las empresas

    Defensa status adquirido

    Participacin de- pendiente o exclu- sin (restriccin del sistema de re- laciones indus- triales)

    Defensa contra de- Profundizacin de terioro agudo de la exclusin condiciones de tra- (neutralizacin bajo, despidos y del sindicato) desintegracin de sindicatos

    Relaciones limi- tadas. Directas y a travs de Centrales nacio- nales, Iglesias, e instituciones de apoyo

    Relaciones limi- tadas y a travs de Centrales a- cionales, Igle- sia, institucio- nes de apoyo

    Conservacin del Antiautoritarismo centro y limita- y waperacin de cin de la iz- status econmico quierda poltico

    Centro e izquier- Antiautoritarismo da co un desarro- y reinclusin eco- llo similar nmica y poltica

    Cuadro 5. Lgicas de accin sindical post-1973

    Intentos de re- lacin directa y por intermedia- cin de partidos, Iglesias, Centra- les intanaciona- les y otros go- biernos.

    Dirigencias del centro en mayor medida que de iz- quierda

    Reconstitucin del sistema poltico democrtico y cambio del rgi- me autoritario

  • LOGICAS DE ACCION SINDICAL 23

    Lo que ocurri fue ms bien, en un caso, una congelacin o un retroceso de la lgica de relaciones industriales y de su orientacin modernizante, en beneficio de una lucha contra la cada del status y, en el otro, un debilitamiento de la lucha federativa y poltica por el establecimiento de conquistas, la que cedi lugar a combates atomizados contra la exclusin del sistema econmico.

    A pesar de las transformaciones que se produjeron en la estructura productiva, nuestras estimaciones son que el sector monopolista moderno continu albergando a cerca de un tercio de los trabajadores sindicalizadoss.

    Pero lo ms importante parece haber sido la mencionada dilucin de los prin- cipios histricos de integracin del sindicalismo, los que no fueron reemplazados por otros con la consistencia suficiente como para perdurar. Como se dijo, la articu- lacin entre diversas visiones globales de sociedad y las reivindicaciones de base, que era lograda, en y entre los dos sistemas de accin sindical, al nivel de la poltica, y con arreglo a un campo comn de orientacin por el cambio social y poltico (pro- yectos societales), cedi lugar auna relacin difusa entre las luchas de sobrevivencia o de conservacin del status adquirido ya sealadas, por una parte, y la lucha de las dirigencias para cambiar el rgimen poltico, por otra.

    Lo anterior nos lleva a la hiptesis de que la superacin de la denominada cri- sis del sindicalismo y el rol mismo del sindicalismo en el futuro estarn definidos no slo por su capacidad de remontar las limitaciones estructurales o la desarticulacin de sus sistemas de accin, sino sobre todo por la de definir nuevos principios de integracin o recuperar los histricos.

    Ia pregunta es entonces, iqu tipo de principios de integracin parecen estar surgiendo en el sindicalismo, a partir de los modos actuales de accin sindical en los sectores monopllco-modernos y en aquellos de la mediana y pequea empresa?

    Es en este sentido que intentaremos hacer una reflexin de prospectiva.

    II. ELEMENTOS PARA UN ANALISIS PROSPECTIVO SOBRE EL SINDICA- LISMO

    1. LOGICA POLITICA VEKSUS LOGICA AUTONOMISTA CONFRONTACIONAL: DOS OPCIONES GLQBALES DE INTEGRACION Y ORIENTACION DEL MOVIMIENTO SINDICAL

    En este segundo captulo analizaremos algunos elementos condicionantes de la posible evolucin del sindicalismo chileno en el futuro. Tal como en el captulo anterior, intentaremos concluir formulando hiptesis respecto de las lgicas espec- ficas de accin sindical que pueden emerger, es decir, haremos referencia al tipo de accin y orientacin sindical, a la forma de relacin con los empresarios, a la rela- cin con el sistema poltico y a la orientacin social predominante.

    Para desarrollar ese anlisis es necesario, previamente, situar el contexto en que tales lgicas especficas adquieren sentido y articulacin. Dicho contexto esta- r definido por los posibles enfoques alternativos globales que el sindicalismo adopte para verse a s mismo y su tarea. En otras palabras, por los principios de integracin y constitucin que orienten su accin.

    Nos parece que el sindicalismo comienza hoy a verse progresivamente tensio- nado por la reemergencia de dos opciones de orientacin global que ya estuvieron

  • 24 G.CAMPEROYR.CORTAZAR

    presentes en su tradicin histrica. En primer lugar, aquella que llamaremos conven- cionalmente poltica, y que se define por intentar recuperar, como principio integrador del sindicalismo, su papel de actor constitutivo de un sistema poltico negociado, donde sus intereses tanto corporativos como de clase se perciben realiza- bles en el marco de una necesaria relacin y confrontacin con una pluralidad de actores polticos y sociales, con los cuales se requiere garantizar ciertos acuerdos basicos y contrapesos de poder. Es decir, una orientacin que parece buscar la conformacin de un cierto consenso bsico de gobemabilidad poltico-social, el que se basara en el acuerdo o consentimiento explcito o implcito entre las dife- rentes fuerzas polticas y sectores sociales respecto de las condiciones necesarias para relacionarse reguladamente en el marco de un sistema poltico democrtico abierto. Esta orientacin recupera asf el espacio de las relaciones polticas como el lugar donde articular las reivindicaciones corporativas y los proyectos sociales globales que expresan como conjunto social a los trabajadores.

    Esta primera orientacin global incluye posiciones que van desde la idea b- sica de participar en un sistema poltico negociado, hasta posiciones que son ms sensibles a una concertacin institucionalizada, entre las diversas organizaciones sociales y polticas, la que se expresara en la eventual coparticipacin formal de stas en la elaboracin e irnplementacin de polticas pblicas en un nuevo rgimen democrtico.

    Si bien esta lgica poltica estuvo muy presente en el sindicalismo en el pasado, ella ha manifestado precisiones de importancia durante los ltimos 12 aos como resultado de las lecciones que la experiencia autoritaria dej para la acti- vidad poltica en su conjunto. Por una parte, el quiebre del rgimen democrtico, con su secuela de atropello de derechos fundamentales y retroceso o involucin histrica respecto del sostenido avance poltico y socioeconmico logrado en las decadas precedentes, indujo a una revalorizacin especfica de la institucionahdad poltica democrtica tanto en la izquierda como en el centro. Este mismo retroceso radical, evento que en general no era considerado como probable en el pasado, ha llevado tambien, por otra parte, a una revalorizacin de la necesidad de ciertos acuerdos o consensos respecto del funcionamiento del rgimen poltico y del sis- tema socioecon6mico entre los principales actores sociales y polticos como un prerrequisito para la mantencin de un regimen democdtico estable.

    Lo anterior surge de una conviccin cada vez mas extendida que un rgimen democrtico si bien puede, en principio, albergar en su interior a sectores que no participen de algunos de estos consensos bsicos si ellos se atienen en su prctica a las reglas convenidas del juego democrtico, durante un proceso de reconstruc- cin democrtica en un escenario de mxima fragilidad econmica, social y pol- tica, como el que con toda seguridad se dar en el caso chileno, es difcil imaginar que sea posible construir una democracia estable sin que una parte muy mayorita- ria de los principales actores sociales y polticos converjan respecto de algunos acuerdos fundamentales relativos al rgimen poltico y el sistema socioeconmico.

    Por ltimo hay que sealar que, aun cuando esta lgica poltica se expresa ahora en Chile ms claramente en la accin de las dirigencias sindicales, no puede ser confundida con una orientacin puramente cupular, puesto que su caracte- rstica, como se ha dicho, es la de intentar unir las reivindicaciones especficas de las relaciones de trabajo con aquellas que se refieren al rgimen poltico y al campo ms general de las relaciones de poder en la sociedad. Por tanto, no representa una oposicin entre una lgica de cpulas y otra de bases, sino que se trata de una lgica que reconoce el mbito global de la nacin y su composicin de clases, con

  • LOGICAS DE ACCION SINDICAL 25

    sus respectivas correlaciones de fuerzas, corno aquel en el que deben operar priori- tariamente las estrategias sindicalesY.

    En segundo lugar reemerge tambin, como orientacion global, alternativa a la anterior, an cuando con menor extensin y visibilidad que sta, aquella que intenta recuperar como principio de integracin de la accin o como enfoque glo- bal, uno que se sustenta en una visin que denominaremos autonomista confron- tacional. Esta se presenta principalmente en una dimensin que expresa los com- ponentes ms defensivos de la conciencia de clase, por lo que la identificaremos tambien como autonomista clasista. Ella se genera, en parte, reactivamente por oposicin a la experiencia de exclusin de la clase obrera y el mundo popular en esta ltima dcada, afirmando sobre todo un principio de identidad comunitaria y de autoproteccin frente a otras clases. Su caracterstica es la desconfianza de la coexistencia negociada de intereses de clase al interior de un sistema poltico pac- tado, el cual es visto, sobre todo, como un sistema de cooptacin por las clases capitalistas. Segn esta visin, un sistema poltico negociado se traducira, necesa- riamente, en situaciones de congelacibn de los conflictos y asimetras hoy preva- lecientes, por lo que los intentos de crear situaciones de contrapesos de poder y controles mutuos estaran condenados al fracaso. Esta visin parece derivarse de un principio ideolbgico segn el cual la hegemona de la clase trabajadora sobre el sistema poltico debiera estar garantizada previamente a la reconstitucin de dicho sistema y no realizarse, ms bien, en el proceso de relacin poltica de clases que este puede posibilitar. De all su sentido autonomista sealado.

    En el presente, la orientacin poltica pareciera ser la ms extendida, es- pecialmente a nivel de las dirigencias superiores e intermedias del sindicalismo. Ello se expresa en la creciente tendencia a buscar estrategias que se definen como de concertacin social y poltica para enfrentar el rgimen autoritario e incluso las secuencias posteriores de un eventual proceso redemocratizador de la sociedad. Sin embargo, no es claro que la nocin de concertacin siempre implique un mismo significado y que este corresponda a una lgica poltica como aqu se la ha de- ftido.

    De hecho, este mismo trmino es utilizado a menudo para indicar precisa- mente un autonomismo del tipo clasista, en cuanto apela a delimitar el campo concertante slo al actor popular, oponindose as a la nocin interclasista que define sustancialmente la lgica poltica.

    Tambin se asigna con frecuencia el trmino concertacin a la bsqueda de acuerdos bsicos limitados a la apertura del r+irnen autoritario, aun cuando no orientados hacia la construccin de un sistema poltico negociado en el futuro.

    En el sedo de esta nocin comn y global de la accin poltica conviven, y a menudo se superponen tambin, sin embargo, tendencias que intentan basar tal tipo de accin en una re- presentacin de la clase trabajadora como categora social general y tendencias que lo hacen a partir de una Identidad con sesgos ms corporativo-profesionales que se aproxima a la idea de grupos de inters o de presin.

    Io Este autonomismo clasista puede aparecer eventualmente asociado a otro autonomismo, de tipo ms corporativo, que no se define por relacin a una condicin de clase sino por prin- cipios de defensa de una especfica posicin laboral (que puede ser salarial, tcnica, burocr- tica, etc.) que no se desea poner en riesgo a causa de polticas o solidaridades colectivas cuyos resultados aparecen inciertos. Sin embargo, uno y otro pueden coincidir en la prctica, afirman- do luchas defensivas y no polticas, en el sentido usado aqu, y oponerse a formas de accin pactadas interclasistas.

  • 26 G. CAMPERO Y R. CORTAZAR

    En este segundo caso tampoco es posible asociar directamente el uso del concepto concertacin al desarrollo de la que hemos denominado como lgica poltica.

    Es as como aun cuando la lgica autonomista, en especial en su dimensin tclasista, no aparezca expresada ntidamente en organizaciones sindicales espec- ficas en cuanto tales, nuestra hiptesis es que ella est presente en los debates que tensionan a una parte muy importante de ellas, As, el propio debate sobre la con- certacin social y poltica a nivel de dirigencias o de bases ha mostrado que sus avances van generando rupturas y segmentaciones cuyo origen es la confronta- cin entre ambas orientaciones.

    En consecuencia, creemos que ni el uso de un lenguaje que aparece mas po- ltico que autonomista ni tampoco el relativo progreso de las denominadas tesis concertantes deben hacer suponer que no ocurren procesos, y desenlaces de stos, que estn marcados por la tensin entre las orientaciones destacadas.

    Por ltimo hay que sealar tambin que en el seno de algunos de 10s partidos mas ligados al sindicalismo el autonomismo clasista tiene fuerte presencia hishi- ca, y no parece evidente que ello haya sido superado. En consecuencia, y dado el peso partidario sobre la accin sindical, es normal que estos temas sigan gravitando en el espacio de sus relaciones.

    Las dos opciones (poltica y autonomista) representan principios de integra- cin y de accin que, como se dijo, con matices mas prximos o distantes de IOS mencionados, estuvieron histricamente presentes en el sindicalismo chileno.

    Ambos enfoques globales, o polos de referencia, coexistan, en efecto, en los diversos segmentos del sindicalismo chileno y a veces tambin, con grandes tensio- nes, dentro de un mismo segmento u organizacin. De hecho, los diversos actores sindicales a lo largo de la historia, en mayor o menor medida, rotaron entre ambos polos de referencia. Sin embargo, el hecho ms relevante es que ambas orientacio- nes pudieron articularse bajo la preeminencia de la orientacin que hemos denomi- nado poltica y no dieron origen a movimientos sindicales alternativos, lo que jug un rol decisivo en su fuerza como movimiento social en el marco del llamado Estado de compromiso.

    En consecuencia, la importancia de que estos principios reemerjan no esta slo en que son dimensiones renovadas, sino en si conservan su capacidad de arti- culacin, como principios de accin del sindicalismo, y en cul de los dos sea el que juega el rol de comando.

    En la situacin actual parece gestarse ms bien una escisin entre un princi- pio y otro. Ello proviene, en nuestra hiptesis, por una parte, de que se ha desa- rrollado con ms extensin que antes una dimensin bsicamente defensiva de la identidad clasista por algunos segmentos del sindicalismo. En efecto, el temor a la cooptacin, a la subordinacin y a la vulneracin sistemtica de sus intereses se origina en una conciencia de clase que se ha radicalizado sobre todo por oposicin, a partir de la experiencia del autoritarismo, y que se manifiesta como una protec- cin y reafirmacin de ciertos valores clasistas en tanto que tales, autonomizn- dolos de una concepcin de relaciones entre clases, lo que los despolitiza y los re- duce ms bien a una dimensin de defensa de una identidad cultural (valrica). As, hoy mas que antes, para muchos sindicalistas, la sociedad es vista menos como un campo comn de disputa y ms como un mundo segmentado en clases vueltas sobre s mismas.

    Por otra parte, los segmentos ms politizados, en el sentido usado aqu, es decir dotados de una concepcin ms relacional de las clases y sus conflictos, se han manifestado sobre todo en una accin de dirigencias concentradas principal-

  • LOGICAS DE ACCION SINDICAL 27

    mente en el enfrentamiento global al rgimen poltico y han mostrado dificultades. para expresar permanentemente los elementos simblicos y culturales que dan cuenta de la experiencia de exclusin y desintegracin del mundo obrero y laboral en la base, as como para procesar y articular con la accin poltica sus reivindica- ciones de sobrevivencia material cotidiana.

    En consecuencia, nuestra hiptesis es que la posibilidad de que los dos princi- pios de integracin descritos puedan efectivamente rearticularse entre ellos, y no generen estrategias y lpchas sindicales drsticamente divorciadas e incluso confron- tantes, no est an asegurada.

    En definitiva, la cuestin no resuelta en el presente es si resurgir un sindica- lismo capaz de contener una accin multidimensional, pero articulado por una l- gica poltica dominante, o si este se segmentar en dos tipos de sindicalismos, cada uno bsicamente unidimensional. En este caso se produciran una eventual polarizacin y confrontacin entre ambos sectores.

    Hay que aclarar que dicha polarizacin no correspondera a las actuales divi- siones entre diversas centrales nacionales, ya que stas pertenecen a la que hemos denominado lgica poltica, sino que se tratara de un proceso que atra- vesara estos conjuntos.

    Intentaremos ahora examinar prospectivamente algunos de los elementos y procesos que pueden influir en la defmicin de las opciones de orientacin sindical.

    2. FACTORES Y PROCESOS QUE INFLUIRAN SOBRE LAS OPCIONES DE ORIENTA- CION SINDICAL

    La importancia y predominio relativo que cobren los dos principios integra- dores de la accin sindical y la viabilidad de su articulacin o disociacin no ser ajena, a nuestro juicio, a la evolucin de los planteamientos de los diversos conglo- merados polticos que existen en el pas, ni tampoco a la evolucin de los escena- rios polticos (y econmicos) que vayan marcando las secuencias por las que el pas eventualmente transite en el futuro prximo. Examinaremos estos elementos a continuacin.

    al Las estrategias y concepciones de los partidos

    El rol de los partidos, como se ha visto, sigue siendo de principal importancia para la definicin de las orientaciones sindicales. Aparentemente, por su propia naturaleza, ellos debieran tender a favorecer una articulacin entre las opciones sin- dicales sealadas, en que la lgica poltica comande a la lgica autonomista. Sin embargo, esto no es necesariamente obvio. As, la visin que hemos denomina- do autonomista de clase o autonomista confrontacional podr flexibilzarse seguramente hacia una mejor aceptacin y conduccin por la orientacin poltica, siempre que evolucionen tambien en esa direccin las estrategias y concepciones polticas, en particular de algunos partidos o fracciones de partidos. En la izquierda, ello est relacionado con la resolucin de ciertos debates que hoy los tensionan. En especial, aquellos que dicen relacin condeterminados usos y tradiciones ideolgicas del marxismo chileno, que asumen una expresin reduccionista, que tiende a ver la poltica como guerra ms que como relaciones sociales que se construyen a par- tir de la aceptacin de los inevitables contrapesos de poder.

    Al mismo tiempo, la viabilidad de esta hegemona de lo poltico por sobre lo autonomista-confrontacional estar tambin condicionada por la estrategia que

  • 28 G.CAMPEROYR.CORTAZAR

    sigan las fuerzas del centro poltico, en trminos de favorecer con su accin la crea- cin de espacios pluralistas, que eviten que la vertiente autonomista profundice su alternativismo y aislamiento como resultado de una exclusin apriorstica de sectores sindicales de los mbitos de las negociaciones polticas.

    b) Los escenatios polticos jimros

    Pero el peso relativo de una u otra orientacin en el sindicalismo no depende- r solamente de las opciones que tomen por s mismas las fuerzas polticas ms prximas a l, sino que tambin estar decisivamente influido por las caracters- ticas que asuma la evolucin de los escenarios sociopolticos globales por los que se transite en el futuro prximo. Esto implica considerar algunas hiptesis respecto de estos escenarios y de las relaciones de fuerzas que operen en ellos. Al respecto, sugerimos examinar brevemente -a modo de ejercicio- dos escenarios posibles, cada uno de los cuales implica dinmicas diferentes que pueden incidir de una ma- nera distinta sobre el predominio y articulacin que pueden asumir las dos orienta- ciones antes descritas.

    b) 1. Prolongacin del rgimen actual

    Esta hiptesis (que los analistas polticos estiman eventualmente con alta probabilidad de ocurrir) se basa en la decisin anunciada por los dirigentes del rgimen de persistir en el perodo fijado por la Constitucin de 1980 para someter a piebiscito la continuacin o no del actual jefe del gobierno. En este caso, la orien- tacin poltica, a nuestro juicio, ser puesta a prueba en su capacidad de jugar el rol de eje integrador de la accin sindical, en trminos de su xito para contri- buir a consolidar alguna forma viable de coalicin poltico-social, capaz de hacer frente al rgimen y obligarlo a negociar, ya sea plazos ms breves para su reemplazo, ya sea condiciones ms abiertas de juego poltico que permitan a los actores crticos a ste adquirir mayor fuerza y capacidad de intervencin en las secuencias polticas.

    En consecuencia, la dimensin poltica comandara a la dimensin auto- nomista, en tanto los sectores sindicales que la expresen logren jugar un rol central en estrategias como las hoy denominadas de concertacin social y poltica, y en cuanto stas adquieran visibilidad como opciones viables de movilizacin social. Por el contrario, si los espacios de concertacin son muy estrechos, ineficaces o inesta- bles y no se logra modificar la inercia actual de sectores empresarios y otros sectores, neutralizndose as el ritmo de movilizacin que intenten promover las tendencias que se adscriban a una lbgica poltica, las orientaciones de tipo autonomista seguramente podran insistir en su crtica a las estrategias de concertacin, reafir- mando la vigencia de una perspectiva de autonoma clasista como la dimensin conductora de la accin. En consecuencia, depender de los avances que se obten- gan en la apertura progresiva de espacios polticos el que la orientacin autonomis- ta adquiera mayor o menor peso relativo. En efecto, si el regimen se rigidiza, y no se obtienen progresos en la formacin de una coalicin concertante, en la cual el sindi- calismo juegue un rol de verdadera importancia, esa tendencia, naturalmente ms confrontacional, encontrar condiciones que contribuirn a legitimar su posicin ante el bloqueo de otras opciones.

  • LOGICAS DE ACCION SINDICAL 29

    b) 2. Retiro del rgimen

    En este segundo escenario es posible visualizar, a su vez, dos alternativas:

    b) 2.1 Retiro con reemplazo por una coalicin, por ejemplo, del tipo cvico-mili- tar, con un signo decididamente conservador y continuista

    En este caso, se tratara solamente de una administracin delegada del actual rgimen, transitndose a un esquema poltico menos personalizado e integrado por una coalicin con civiles confiables. Si bien este escenario poltico po- dra ser tan estrecho como el anterior, existira alguna probabilidad de que genere ciertas dinmicas polticas ms activas por el solo hecho de producirse, ya que impli- cara un debilitamiento de la opcibn 1989 que define hoy la prioridad del rgi- men. Dicho debilitamiento, en caso de producirse, generara un escenario en el que las orientaciones que hemos llamado convencionalmente polticas podran cobrar una mayor eficacia relativa, dndose con ello precondiciones mejores para el desarrollo de acciones del tipo concertacin.

    Al mismo tiempo, puede aumentar la visibilidad positiva de movilizaciones sociales regidas por reglas polticas como consecuencia de las concurrencias anterio- res, lo que de ser percibido como un mecanismo efectivo de cambios polticos, even- tualmente estrechara el espacio de las tendencias autonomistas. Con todo,10 ante- rior seguramente no evitara que se mantenga un polo orgnico que sostenga con fuerza la orientacin autonomista, puesto que en este escenario, y entre otras consi- deraciones, el desbloqueo de la arena poltica sera naturalmente lento y con reversiones difciles de evitar.

    b) 2.2 Retiro con cesin del poder a una coalicin independiente del gobierno, que inicie un proceso de transicin a un rgimen democrtico

    Este escenario, que puede adoptar el perfil de un esquema centro-derecha, centro-izquierda o de una coalicin que incluya todas esas tendencias, naturalmente tendr caractersticas diversas en cada caso. Sin embargo, lo que interesa destacar aqu es que se trata de un escenario en el cual la iniciativa pasa a manos de una coalicin independiente del actual rgimen, convirtindola as en una alternativa de gobierno de nuevo tipo.

    En este caso, uno de los puntos importantes ser la capacidad de inclusin que tenga la coalicin constituida, en particular respecto de los intereses sindicales. En otras palabras, su potencialidad para asegurar la progresiva restitucin de un sistema poltico institucional abierto. Si esto ltimo aparece como un propsito definido, existir la oportunidad de que tal sistema funcionar como mediador de las deman- das sindicales, las cuales pueden aspirar a ser procesadas en un mbito legtimo y reconocido de negociacin. Lo mismo puede sugerirse respecto de los intereses de las diversas fuerzas polticas, aunque algunas de ellas -segn el esquema coalicional que se imponga- forma o no parte de tal coalicin.

    En consecuencia, si el sistema poltico es capaz de presentar un horizonte de incorporacin de fuerzas polticas e intereses diversos, nuestra hiptesis es que en este escenario la orientacin poltica podr adquirir progresivamente las mejores condiciones para lograr un mayor peso relativo como dimensin articuladora de la accin sindical y podr ir extendindose, con mayor fluidez, hacia lo econmico y social, en funcin de encontrar tanto acuerdos sustantivos con otros actores como

  • 30 G. CAMPERO Y R. CORTAZAR

    mecanismos de gobernabilidad efectivos. Por el contrario, si el sistema poltico se perfila cerrado o estrecho, puede generar crisis en dicha tendencia y favorecer la afirmacin de las orientaciones autonomistas y ms confrontacionales, que se sus- tentarn en la desconfianza, respecto de la legitimidad y representatividad de di- cho sistema, lo que generar motivaciones a operar fuera de ste.

    En conclusin, puede plantearse que el sindicalismo est fuertemente condi- cionado para la resolucin de sus orientaciones por factores externos. Estos pro- vienen de la evolucin que presenten las relaciones de fuerzas polticas en el futuro prximo, lo que dar lugar a escenarios distintos, de los cuales, slo algunos parecen ser ms favorables a un eventual predominio de una tendencia poltica, en tanto que los otros pueden dar lugar al desarrollo persistente de desequilibrios y tensiones recurrentemente no resueltos entre aquella y la confrontacional-autonomista.

    Hay que hacer notar, por cierto, que los escenarios propuestos son slo un ejercicio hipottico, y que ellos pueden ocurrir secuencialmente y no necesariamente como alternativas en un mismo momento.

    Por ltimo, si en los escenarios precedentes hemos enfatizado el grado de apertura como un factor determinante para el desarrollo de la tesis poltica, es porque pensamos que es sta la variable ms decisiva a este respecto, aun cuando existen otros condicionantes que pueden llegar a cobrar importancia en determina- das coyunturas. Por ejemplo, aquellos que dicen relacin con los factores incentiva- dores de la tesis confrontacional.

    c) Tensiones inducidas por la crisis econmica

    En el plano de las condiciones econmicas, las disyuntivas ineludibles entre las prioridades de empleo versus recuperacin del poder de compra de los salarios y acumulacin versus consumo parecen ser algunas de las cuestiones que marcarn en forma decisiva los escenarios futuros de la redemocratizacin.

    Es as como las transferencias significativas de recursos reales al exterior que ser necesario generar en el futuro, como resultado del pago de la deuda externa, dejarn un margen muy estrecho para la reactivacin y el crecimiento econmico. Es muy difcil pensar, en las actuales circunstancias, por ejemplo, en proyecciones de crecimiento de mediano plazo superiores al 4%.

    Estas cifras de expansin en el nivel de actividad sern, a su vez, contradicto- rias con la necesidad de reducir el desempleo a un ritmo acelerado, el que alcanza ya a cerca de un 30% de la fuerza de trabajo. Tasas de crecimiento como la menciona- da crearan directamente un escassimo nmero de empleos, por sobre aquellos que se requieren para ocupar el aumento vegetativo en el nmero de trabajadores (Are- llano, 1984).

    Por otra parte, intentos de incrementar el nmero de fuentes de trabajo a un ritmo ms acelerado, como resultado de un mayor crecimiento econmico, obliga a generar las divisas que dicha mayor expansin en el nivel de actividad exige. Ello induce, a su vez, ya sea a devaluar la moneda o modificar las dems polticas de comercio exterior. En ambos casos se tendera a producir una aceleracin inflacio- naria y una cada en el poder de compra de las remuneraciones (Cortzar, 1984). De igual modo, al interior del presupuesto del sector pblico se producir una fuerte tensin entre la necesidad de financiar programas que alivien la dramtica situacin de desempleo y las presiones por recuperar el deprimido poder de compra de las remuneraciones del sector pblico. De all que hayamos mencionado como una de

  • LOGICAS DE ACCION SINDICAL 31

    las disyuntivas econmicas fundamentales en el futuro aquella de recuperar los niveles de empleo versus recuperar el poder de compra de los salarios.

    Esta disyuntiva que no se dio, en general, en la decada de los setenta en Am- rica Latina, por el mayor acceso que exista a los recursos financieros externos, puede plantear una contradiccin de intereses y una fuente de conflicto entre los trabajadores sindicalizados, que buscan incrementar el poder de compra de sus remuneraciones, y los trabajadores desempleados, constituidos mayoritariamente Por Pobladores y trabajadores del sector informal urbano.

    Dicha contradiccin de intereses le restara al sindicalismo parte de su capaci- dad de representacin de los intereses de los trabajadores como clase, al plantear una fuente de tensin entre trabajadores ocupados y desocupados, que puede cobrar alguna significacin.

    Pero tambin observaremos una profunda tensin entre las metas de recupe- rar, tanto los deteriorados niveles de consumo de la actualidad como las bajsimas tasas de inversin. No resultar posible alcanzar en forma satisfactoria ambos obje- tivos simultneamente en el marco de una economa con el dinamismo impuesto por las restricciones que surgen de la necesidad de repagar la cuantiosa deuda exter- na del pas.

    Lo restrictivo de la situacin econmica pondr serias dificultades al desarro- llo de la opcin poltica, al limitar la capacidad de inclusin del sistema socio- econmico y hacer, por tanto, ms compleja la implementacin de estrategias que busquen la integracin de los sectores marginados.

    Algunos de los puntos ms crticos para la opcin poltica del sindicalismo sern los que provengan de los necesarios contrapesos internos (en el seno de los tra- bajadores sindicalizados) y externos (en su relacin con las empresas, el Estado y los sectores no organizados) que aquella que se ver desafiada a encontrar al formular sus estrategias. En consecuencia, la legitimidad que obtenga como lnea de comporta- miento depender de un complejo juego de consensos negociados. Este desafo requiere que existan mecanismos internos al sindicalismo adecuados a la producci6n de acuerdos y una cohesin institucional de ste, capaz de presentar posiciones coherentes y estables a sus interlocutores. En este plano, la heterogeneidad de situa- ciones, derivadas de las diferentes posiciones en los mercados de trabajo, de los diferenciales de productividad, de las condiciones de dinamismo, estancamiento o crisis, que segmentan a los trabajadores y a las empresas, seguramente jugar un rol de entrabamiento a la formulacin de polticas sindicales de cobertura global y na- cional. En efecto, si bien la profunda crisis econmica del pas ha homogeneizado por abajo a la mayora de los sectores laborales, no puede soslayarse el hecho de que existen posiciones diferenciales inter e intrasectores econmicos, las que en un contexto depresivo general tienden a generar conductas defensivas, de tipo corpora- tivo particularista, entre diversos segmentos de trabajadores. Estas conductas esmuy posible que se manifiesten, en ciertos casos, en confrontacin con las exigencias de solidaridades globales que provengan de las polticas de tipo nacional a que apelen las dirigencias sindicales concertantes para enfrentar la superacin progresiva de la crisis,

    Al mismo tiempo, los sectores laborales ms deprimidos pueden presionar por lograr una cobertura favorable para su situacin a escalas o ritmos que sea dif- cil de compatibilizar con las prioridades generales los recursos en juego y los equi- librios que implica todo proceso negociado. En ambos casos, las tendencias crticas a la insercin del sind