Cao, Santiago. "D(en)ominar. (Des)cubrir. Olvidar"
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D(en)ominar. (Des)cubrir. Olvidar.1
Por Santiago Cao2
¿Descubrir la Costa del Descubrimiento o (Des)cubrirnos en la Costa del Descubrimiento?
«Descubrir», según la Real Academia Española, es “destapar lo que está tapado o
cubierto”, es decir, quitar algo que cubre por encima a alguna cosa o sujeto. Así denominada esta
acción, podemos preguntarnos que es aquello que estando por encima, impide que veamos lo
oculto. ¿Serán acaso las denominaciones mismas -aquellas palabras tan útiles- las que colocamos
por encima de las cosas para no verlas? ¿Y que son las denominaciones? ¿Cómo se las denomina?
«Denominar» es una palabra-verbo, pero d(en)ominar es una acción. Y si d(en)ominar es
dominar en, ¿cuál es el espacio en-tre la Palabra y la Acción?
Cuando denomino una cosa, por ejemplo una silla, la domino en su forma pre-conociendo
de “silla” pero al d(en)ominarla también me d(en)omino. Si esta silla está allí para que me siente,
¿quién soy yo? Soy quien se sienta en la silla. La domino y me domino en una función de roles
acotados. No podrá ser -entre otras posibilidades- alimento, y por ende no seré yo quien la coma.
Al menos no dentro de los modos y permisos consensuados socialmente por el conjunto de normas
y códigos de la sociedad en la cual me muevo. Pero basta que realice un movimiento cualitativo
1 Texto escrito para el catálogo de la II edición del Festival MOLA (Mostra Osso LatinoAmericana) de
Performances Urbanas, realizado del 10 al 20 de marzo de 2013 en Arraial D`Ajuda y Trancoso- Porto
Seguro- Brasil.
2 Santiago Cao (Buenos Aires, Argentina, 1974) Es Maestrando en “Procesos Urbanos Contemporáneos” en
la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Federal de Bahía (UFBA), Brasil. Es también
Licenciado en Artes Visuales por el IUNA (Instituto Universitario Nacional del Arte) de Buenos Aires,
Argentina, donde además ejerció desde 2008 hasta 2013 como profesor de la asignatura Lenguaje Visual.
Cursó la Licenciatura en Psicología y experimentó con poesía, teatro de calle y clown. Investiga en torno a
los Cuerpos en los Espacios Públicos, los micropoderes que en ellos se activan, y algunos posibles modos
de (trans)Versionarlos a través de la Performance, las Intervenciones Urbanas y la Filosofía. Ha Publicado
en Argentina y Brasil 3 ensayos sobre esta misma temática. Trabaja con especial interés el campo de las
acciones duracionales para -a modo de rito de paso- trascender de un estado de conciencia a otro. Desde
2003 hasta la actualidad realiza acciones performáticas e Intervenciones Urbanas a las cuales denomina
“Acciones de (des)velamiento”. Situaciones donde -utilizando su cuerpo como soporte- busca recortar una
porción de realidad, generando y generándose cuestionamientos sobre los consensos sociales provocando al
Espectador Sabi(d)o a participar, tornándolo de esta manera en un iterator. Ha participado en diversos
festivales de Intervención Urbana y Performance así como también intervenido el flujo urbano de manera
independiente y autónoma en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela,
países donde además ha dado (Con)Versatorios y coordinado Talleres-Laboratorios de Performance e
Intervenciones Urbanas. Pueden ver registros de sus acciones o textos escritos en…
www.artistanoartista.com.ar/inicio.php
www.facebook.com/cao.santiago
http://issuu.com/santiago_cao
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para modificar su potencia y expandirla a otros modos de (en-tre)verla. Si, por ej. tomo esta silla y
la afirmo en lo alto de una pared, más alto de lo que puedo llegar con mi trasero, si ya no puedo
sentarme en ella, si ésta “silla” ya no cumple su anterior función de servir de asentadero, ¿qué cosa
es? ¿y quién Soy yo frente a esta nueva cosa? Basta un mínimo movimiento para liberarla, y por
ende, liberarme de esta función acotada. Pero todo desborde es rápida y nuevamente rebordeado,
redefinido. La función nominativa re(en)marca bajo nuevas d(en)ominaciones reordenando y
acotando los roles y funciones. ¿Qué cosa es aquello en lo alto de la pared que se asemeja a una
silla? El contexto, es decir, el texto-con, me lo responderá. Y si estamos en un contexto artístico,
pues bien, esa cosa será objeto de mi contemplación. ¿Y quién seré yo? Seré quien la contempla.
¿Y si el contexto desbordara lo artístico?
En esta segunda edición de MOLA fui invitado a pensar, junto a Rose Boaretto y Bia
Medeiros, cuales artistas podríamos convidar para integrar este encuentro de Performance que
tendría como contexto el Espacio Público y un marcado perfil volcado al Arte Relacional. Siendo
así, no podía dejar de tener en cuenta que cada persona que se encontrase en su camino con alguna
de estas Performances, tendería a d(en)ominar aquello que por nuevo -desconocido en su
cotidiano- le dislocaría, proponiéndole una oportunidad para (re)pensar y (re)pensarse en una
dinámica que la mayoría de las veces no pasa de los saberes previos y sus respuestas casi
automáticas. D(en)ominaciones que tranquilizan. «¡Está loco!», se suele escuchar cuando no hay
quien responda ante aquello que les genera preguntas. Lo que dis-loca está loco. Se ríen. Buscan la
risa en los demás. Buscan el consenso de los Otros para asegurarse que “ese” o “esa” que está
haciendo cosas “raras” sea el loco o la loca, y no quién “observa”.
Por eso, a la hora de accionar en espacios públicos, he de saber que me cruzaré con
Ántropos que intentarán d(en)ominarme al tiempo que los dis-loco y me dis-loco. Y Ántropos es
una palabra que me interesa traer aquí, en este (con)texto; palabra que del griego ἄνθρωπος
significa Hombre o Humano. Y de esta palabra deriva la Antropología o ciencia que estudia la
realidad del hombre desde un punto de vista holístico. Un holístico y humano punto de vista, claro
está. Y es precisamente lo que hay en esta palabra el motivo de mi interés: (An)tropo. El Tropo es
una figura retórica que proviene del griego τρέπω (trepō), que significa cambiar, alterar. Y si el
hombre es el ser vivo que por excelencia tiene la capacidad de nominar para así poder dominar, y
al tiempo que nomina, cambia, altera aquello que era una otra cosa antes de que la palabra le
dominara, ¿será el (An)tropo el ser que tiene en sí la función de cambiar y alterar para producir
Realidad? ¿Y serán los Performers con sus intervenciones quienes puedan volverse blanco de
nominaciones para dis-locar y potenciar de este modo la libertad de transformar(nos) que tenemos
todos los sujetos en tanto (An)tropos que somos?
Una lectura acompañó (al menos en mi caso y en el de Bia Medeiros ya que fue quien me
propuso esta lectura) el ante y el durante de MOLA. Se trató de la conferencia que compartiera
Jacques Derrida el 15 y 16 de julio de 1997 y que luego de su muerte fuera compilada bajo el título
“El animal que luego estoy si(gui)endo”. Es desde este texto que pienso, o mejor dicho, (en-
tre)pienso y (en-tre)veo los días y las Performances allí acontecidas. Especialmente por un
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acontecimiento que no pasó desapercibido para la gran mayoría de los que compartimos las
experiencias en este festival, y fue que en el período de tiempo en que nos encontrábamos en
Trancoso (uno de los dos pueblos por los que transitó MOLA), la gran mayoría de las
Performances se desarrollaron en y con los espacios naturales como fueron el mar y el manglar.
Espacios que parecieron poseer un gran poder de atracción para quienes accionaron, desplazando
en interés al espacio urbano de dicha villa. Esta situación nos generó múltiples cuestionamientos
en torno al concepto de Arte Relacional y contexto a intervenir. ¿Qué sucede cuando aquello otro
que intervengo es un contexto natural? Cuando la naturaleza con su potencia me atraviesa y mi
Performance tiene lugar allí, donde no hay casi más (An)tropos que mis compañeros, observando y
acompañando el proceso. ¿Puedo hablar de situación relacional cuando me relaciono con un árbol
o con el mar, es decir, con un contexto natural? ¿Puede aquello relacionarse conmigo o sólo yo me
relaciono con aquello? Y pensando en el Animote3 propuesto por Derrida como una manera de
singularizar ante la pluralización, la generalización que anula las diferencias propias de cada
animal, ¿puedo decir el manglar, el mar, la playa, la montaña? ¿hay una esencia manglar? ¿o
acaso este manglar no está conformado por múltiples árboles, pájaros, hormigas, cangrejos, etc.? Y
sobre todo, cangrejos, hormigas, pájaros, árboles.
Y sobre todo, etc.
¡Y por sobre todo etc.!
Es decir, por sobre todo, por encima de todo, como viéndolo desde lo alto, desde donde no se ven
las diferencias, desde donde todo es una sola masa manglar, mar, playa, montaña. Y por sobre
todo, el Hombre, el (An)tropo, que en su distancia con lo otro solo distingue a otros (An)tropos
como un Otro posible de relacionamiento.
Y sin embargo, hay otras formas de (en-tre)ver este relacionamiento
En la ontología no hay Uno superior al Ser: el Ser se dice de todo lo que es, se
dice de todo ente en un mismo y único sentido. Ésta me parece la proposición
ontológica clave. Es el mundo de la inmanencia. Ese mundo de la inmanencia
ontológica es un mundo esencialmente antijerárquico. (…) El Ser se dice en un
3 Animote, entendiéndolo como el “plural de animales en el singular: no hay el Animal en singular general,
separado del hombre por un solo límite indivisible. Es preciso afrontar que hay unos «seres vivos» cuya
pluralidad no se deja reunir en la sola figura de la animalidad simplemente opuesta a la humanidad.
Sería preciso, repito, más bien tener en cuenta una multiplicidad de límites y de estructuras heterogéneas:
entre los no-humanos, y separados de los no-humanos, hay una multiplicidad inmensa de otros seres vivos
que no se dejan en ningún caso homogeneizar, excepto por violencia y desconocimiento interesado, bajo la
categoría de lo que se denomina el animal o la animalidad en general. (…) El sufijo mot(e) en el
«animot(e)» debería retrotraernos a la palabra, incluso a la palabra denominada nombre. Abre a la
experiencia referencial de la cosa como tal, como lo que ésta es en su ser y, por consiguiente, a esa apuesta
por donde siempre se ha querido hacer pasar el límite, el único e indivisible límite que separaría al hombre
del animal, a saber, la palabra, el lenguaje nominal de la palabra, la voz que nombra y que nombra la cosa
en cuanto tal, tal y como aparece en su ser (momento heideggeriano de la demostración que nos espera). El
animal estaría en última instancia privado de la palabra, de esa palabra que se denomina nombre.” Derrida,
Jacques. El animal que luego estoy si(gui)endo. Ed. Trotta, Madrid, 2008, p.65.
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solo y mismo sentido de la piedra, del hombre, del loco, del razonable.
(DELEUZE, 2005, pp. 56-57)4
Y si el (An)tropo es quién de(no)mina, quien llega antes de llegar, podríamos pensar que
se relaciona con la denominación, es decir, con la Cosa nominada y no con la Cosa en Sí. Por lo
tanto si sobrevuela al manglar no viendo las individualidades que en él conviven y que lo
constituyen… ¿será que también sobrevuela a los Otros, nominándoles, llegando a ellos antes de
llegar? Entonces, si no me relaciono con el Otro sino con lo Otro nominado «Otro», ¿puede
aquello relacionarse conmigo o sólo yo me relaciono con aquello?
Lo que está aquí en juego es el concepto mismo de Relación, y por añadidura, el de Arte
Relacional. Y en este juego, en-tro más con preguntas que con respuestas. Preguntas que solo
atinan a repreguntar esperando comprender(me) en algún punto de las tantas posibles maneras de
(en-tre)ver. Quizá no sea ni al inicio ni al final de este cuestionamiento sino en el en-tre donde se
instale la Performance –en tanto arte relacional- a generar preguntas que permitan des-cubrirnos
para luego, rápidamente, olvidar y olvidarnos en lo descubierto evitando de este modo
d(en)ominarnos en una u otra verdad.
4 Deleuze, Gilles. En medio de Spinoza (Clase IV del 21 de diciembre de 1980, “Ontología pura y filosofías
de lo Uno”). Buenos Aires: Ed. Cactus, 2005, pp. 56-57.
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