CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLO ECONÓMICO · 2009-03-03 · determinantes del crecimiento económico...

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CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLO ECONÓMICO Francisco Herreros Vázquez Ilnidad de Políticas Comparadas. Consejo Superior de lnvestigaciones Científicas (CSIC)

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CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLOECONÓMICO

Francisco Herreros VázquezIlnidad de Políticas Comparadas.

Consejo Superior de lnvestigaciones Científicas (CSIC)

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1. INTRODUCCIÓN

A lo largo de las últimas décadas, los análisis acerca de los factoresdeterminantes del crecimiento económico han empezado a ampliar sunúmero de variables. A las dos formas tradicionales de capital, el capitalfísico y el capital humano, ha venido a unirse una tercera variedad apa-rentemente algo más intangible: el capital social. Referido normalmenteal conjunto de recursos, en términos tanto de información como de rela-ciones de reciprocidad y de confianza, derivados de la pertenencia a dis-tintos tipos de redes sociales, el capital social y sus efectos sobre el des-arrollo económico ha sido objeto de una creciente atención por parte deinvestigadores y políticos. Hay estudios que sostienen que el capitalsocial tiene efectos beneficiosos para el desarrollo del capital humano,para la reducción de los costes de transacción asociados al intercambioeconómico, para favorecer el crecimiento de las tasas de inversión, o parapromover el incremento del Producto Interior Bruto. Todo un programadel Banco Mundial centrado en el capital social analiza cómo el desarro-llo del capital social en las comunidades rurales de países en desarrollo,tales como Bolivia, Burkina Faso o Indonesia, puede ayudar a reducir losniveles de pobreza.

En parte, los estudios acerca de la influencia de variables sociales enel desarrollo económico fueron anticipados por los análisis del papel dela confianza en la reducción de costes de transacción, por parte de lanueva economía institucional, al menos desde The Limits ofOrganization, de Arrow (1974), y los esfuerzos dentro de la llamada"sociología económica" por incorporar conceptos sociológicos (comopor ejemplo un modelo distinto de actor) al análisis económico (Smelsery Swedberg 1994). Pero ha sido el surgimiento de los estudios sobre elcapital social, a partir fundamentalmente del trabajo ya clásico de RobertPutnam (1993) Making Democracy Work, lo que ha situado a este tipo devariables, digamos "sociales", dentro del azsenal de variables explicativasdel desarrollo económico.

En este trabajo analizaré cuál es el papel del capital social en el desarro-llo económico. En primer lugar, me ocuparé de la definición de capital

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social, teniendo en cuenta que uno de los problemas más recurrentes den-tro de la literatura de capital social ha sido la falta de precisión en la defi-nición del concepto. A continuación revisaré la evidencia existente acercadel papel del capital social en el desarrollo económico. Por último, me refe-riré a los mecanismos explicativos que vinculan el capital social con varia-bles como el crecimiento económico o la reducción de la pobreza.

2. ^QUÉ ES EL CAPITAL SOCIAL?

Los estudios en torno al capital social han presentado una ampliavariedad de definiciones de este concepto. Coleman (1990: ]03) ofrecíauna definición funcional del capital social como "algunos aspectos de laestructura social que facilitan ciertas acciones de individuos situados enel seno de esa estructura". Bourdieu (1985: 248), por su parte, considera-ba que el capital social es "el agregado de recursos reales o potencialesque están asociados a la posesión de una red duradera de relaciones dereconocimiento mutuo más o menos institucionalizadas". Existen otrasdefiniciones de capital social centradas más bien en aspectos tales comovalores y actitudes de los ciudadanos que determinan cómo se relacionanunos con otros. Por ejemplo, el capital social ha sido definido como unaforma de "fraternidad", o de actitudes orientadas al bien de la comunidad(Funk, 1998; Booth y Richards 1998; Shah 1998: 470; Newton, 1997,1999), o prácticas sociales, costumbres e instituciones que fortalecen lasociedad civil (Grew 1999: 407). En líneas generales, estas definiciones,digamos "culturalistas", del capital social han tenido una importanciacrecientemente marginal dentro de esta línea de investigación.

Lo cierto es que, a pesar de que las definiciones acerca del capitalsocial son ciertamente muy variadas, a partir de los numerosos estudiosempíricos realizados en las últimas dos décadas en torno a este conceptose puede deducir que, al menos, hay dos elementos que deberían estarpresentes en toda definición de capital social: la pertenencia a algún tipode relación social, y la presencia de relaciones de confianza. Podríamosconsiderar al capital social, siguiendo a Bo Rothstein (2005: 66), como lasuma de los contactos sociales del individuo multiplicados por la calidadde las relaciones de confianza dentro de esas relaciones sociales. El capi-tal social, por lo tanto, tendría desde el punto de vista del individuo unaspecto cuantitativo (el número de relaciones sociales) y un aspecto cua-litativo (la intensidad de las relaciones de confianza). La pertenencia a lasredes sociales, dependiendo de su cantidad y su calidad, proporcionaría

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al individuo recursos que pueden ser empleados para realizar acciones noalcanzables en ausencia de ese capital social. Esos recursos pueden ser,por ejemplo, información y obligaciones de reciprocidad derivados derelaciones de confianza (Herreros 2004), y la capacidad de movilizarlosy el grado en el cual pueden ser movilizados dependería de la fortalezade los vínculos dentro de las redes sociales (Lin 2001). Es decir, cuandoun iñdividuo tiene una relación fuerte de confianza con otro dentro de unared social, el primero podrá tener acceso a recursos proporcionados porel segundo (por ejemplo, información sobre una oferta de trabajo, o podersolicitarle un préstamo): cuanto más fuerte es la relación entre los miem-bros de una red social, más probable es que se compartan e intercambienrecursos.

Un elemento clave de toda definición de capital social es, por tanto,la confianza. Este, a su vez, es un concepto que ha sido objeto de distin-tas definiciones. Algunas de las más influyentes son las realizadas desdeel punto de vista de la teoría de la elección racional. Un primer ejemplode esta perspectiva lo encontramos en la definición de confianza deColeman ( 1990), pero probablemente la más extendida definición de con-fianza como expectativa racional es la de Hardin (2002), que considera laconfianza como un "interés encapsulado": la expectativa de que el depo-sitario de la confianza encapsula en su propio interés los intereses del queha depositado confianza en él. Desde una perspectiva algo más alejada delos supuestos de la elección racional, la confianza ha sido definida porSztompka ( 1999: 21) como "una apuesta sobre las futuras acciones con-tingentes de los otros". Podríamos entender, en general, que la confianzaes una creencia acerca de las preferencias y las acciones de los otros. Paraser racional, esa creencia debería basarse en la información disponibleacerca de lo dignos de confianza que son los demás. Dado que en muchasocasiones esa información es muy limitada, la confianza normalmenteserá una creencia sujeta a una fuerte incertidumbre.

En suma, el capital social comprendería, al menos, tres elementos:redes sociales, confianza y recursos, y podría definirse como los recursosderivados de la pertenencia a redes sociales, recursos cuya importancia eaccesibilidad dependen de la calidad de los vínculos de confianza dentrode las redes sociales.

A1 tratarse de una forma de capital, al igual que el capital físico y elcapital humano, el capital social puede ser objeto de inversión. El indivi-duo puede invertir en relaciones sociales para aumentar sus reservas decapital social, y a un nivel más elevado, comunidades locales y Estadospodrían igualmente invertir recursos en la creación de capital social.

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^Cuáles serían los efectos derivados de esa inversión para el desarrolloeconómico? En el siguiente apartado analizaremos cuáles han sido algu-nos de los resultados más relevantes de las investigaciones empíricas rea-lizadas acerca de los efectos del capital social sobre ciertas variables eco-nómicas. ^

3. LA EVIDENCIA: ESTUDIOS EMPÍRICOS SOBRE CAPITALSOCIAL Y DESARROLLO ECONÓMICO.

Los análisis empíricos de los efectos del capital social sobre el des-arrollo económico son a estas alturas relativamente numerosos. Podemosencontrar entre ellos evidencia empírica de los efectos beneficiosos delcapital social sobre el crecimiento económico, el aumento de las tasas deinversión, la reducción de la pobreza, de las desigualdades, el desarrollorural en países pobres, la creación de capital humano y efectos indirectossobre variables económicas a través de una mejora de la eficacia de lasinstituciones públicas en regiones y países ricos .en capital social. Losindicadores de capital social empleados en los distintos estudios han esta-do generalmente relacionados con la pertenencia a asociaciones y la con-fianza. En Making Democracy Work, Putnam (1993: 92-95) empleaba unindicador compuesto de capital social que incluía pertenencia a asocia-ciones, lectura de periódicos, voto en referenda e incidencia del voto acandidatos individuales en elecciones generales. Salvo el indicador depertenencia a asociaciones, el resto ha sido obviado en posteriores estu-dios empíricos de capital social, o bien porque eran indicadores demasia-do referidos al caso estudiado por Putnam (Italia), o bien porque de hechoestaban demasiado alejados de lo que se pretende medir con el conceptode capital social. Junto con la pertenencia a asociaciones, los estudiosempíricos realizados en la última década, incluidos los de Putnam (2000)sobre los Estados Unidos, han considerado que la confianza generalizada(confianza en extraños) debe incluirse en toda medición del capital social.Normalmente, la confianza generalizada se mide de acuerdo con la pre-gunta de encuesta: "En general, ^piensa usted que se puede confiar en lamayoría de la gente?", aunque en ocasiones se emplean preguntas gene-rales ligeramente diferentes o preguntas específicas referidas a confianzaen grupos sociales concretos.

La mayor parte de los análisis empíricos sobre los efectos del capitalsocial sobre la economía son estudios de un solo caso, o bien en unmomento determinado, o bien, como en el caso del estudio de Putnam

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(2000) sobre el declive del capital social en Estados Unidos, a lo largo deun período de varias décadas. Los estudios comparados son más raros.Un ejemplo notable de estos últimos es el análisis de 29 países de Knacky Keefer (1997). En este trabajo se analiza la influencia del capital social,medido mediante indicadores de confianza generalizada, cumplimientode normas cívicas y pertenencia a asociaciones, sobre la renta per cápitay las tasas de inversión. Las conclusiones son en gran medida favorablesa la relación entre capital social y desarrollo económico. Las vaziables deconfianza generalizada y cumplimiento de normas cívicas mostraban unafuerte relación con crecimiento económico, con renta per cápita, y, enmenor medida, con inversión. Además, la interacción entre confianzageneralizada y renta per cápita mostraba que la confianza tiene un efectomayor sobre el bienestar en países pobres. La pertenencia a asociaciones,sin embargo, no mostraba en este análisis ningún efecto, ni positivo ninegativo, sobre el crecimiento económico. Otro ejemplo de análisis com-parado es el de Inglehart (1999), sobre datos de más de 60 países, dondese muestra una fuerte relación de la confianza interpersonal con el des-arrollo económico.

Los análisis comparados permiten controlaz por muchas más varia-bles que los análisis de un solo país, y por ello resultan especialmenteinteresantes a la hora de aislar los efectos del capital social sobre el des-azrollo económico. Especialmente interesante resultazía evaluaz cómo elcapital social interactúa con diversos contextos institucionales a la horade generar (o no) desarrollo económico, pero esto en general ha estadoausente de los análisis empíricos sobre el capital social. Un problema delos análisis comparados en un solo momento en el tiempo es la evalua-ción de la dirección de la causalidad. Es posible que sea en realidad eldesarrollo económico lo que influya en los niveles de capital social, y noal revés. En este sentido, por ejemplo, algunos estudios a nivel individualacreditan que el capital social está de hecho concentrado en los grupossociales de mayores ingresos y mayor nivel educativo (Wuthnow, 2002).Otros estudios detallados sobre el caso norteamericano corroboran estaconclusión en lo que se refiere a la participación en asociaciones (Verba,Schlozman y Brady, 1995). Similares resultados se encentran en estudiossobre el capital social en Gran Bretaña (Hall 2002: 38) y Francia (Worms2002: 154). A nivel comparado entre países, también pazece que hay unarelación entre crecimiento económico (y niveles de igualdad) y confian-za interpersonal (Uslaner, 2002), y entre grado de libertad económica yconfianza interpersonal (Berggren y Jordhal 2004). Quizá estudios deta-llados de casos en los que se expanda el período de tiempo considerado,

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por una parte, y en donde se puedan especificar más detalladamente losmecanismos de la relación entre indicadores de capital social y de des-arrollo económico, por otra, puedan ayudar a determinar mejor cuál es ladirección de la causalidad, o incluso plantear nuevas hipótesis acerca deesta relación (Rueschemeyer 2003).

El estudio de caso sobre capital social más conocido es, por supues-to, Making Democracy Work, de Putnam. Como es sabido, en este traba-jo, Putnam analiza el desempeño institucional de los gobiernos regiona-les en Italia desde la década de 1970. Putnam sugiere que es de hecho elcapital social el que promueve el desarrollo económico, y no al revés. Acomienzos del siglo XX, las diferencias en capital social entre las regio-nes italianas no se traducían en diferencias en desarrollo económico. Lasregiones del centro y del norte de Italia, más ricas en capital social, nodisfrutaban entonces de niveles de bienestar significativamente mayoresque las del sur de Italia. Pero en el momento en que empezó a desarro-llarse una economía industrial, el factor clave que llevó a la diferencia-ción en desarrollo económico entre el norte y el sur de Italia fueron lasdiferencias iniciales en capital social. Esta idea ha sido sostenida porPutnam igualmente en su estudio sobre el declive del capital social enEstados Unidos. Por ejemplo, señala cómo uno de los factores clave deléxito del Silicon Valley en California ha sido la presencia de redes hori-zontales de cooperación formal e informal entre los líderes de empresasestablecidas en el área. La presencia de este capital social entre los líde-res empresariales ayudó a que se estableciera un enfoque cooperativo enlugar de puramente competitivo (Putnam, 2000: 324). También se mues-tra en este estudio que el capital social está fuertemente relacionado conla creación de capital humano: dentro de Estados Unidos, los Estados conmayores reservas de capital social presentan mejores resultados educati-vos (Putnam, 2000: 299). Esto vendría a confirmar los resultados obteni-dos por otros análisis de los efectos del capital social sobre la creación decapital humano. Por ejemplo, Coleman (1988) sostenía que la presenciade capital social en la familia juega un papel importante en la creación decapital social en la siguiente generación. Mediante un estudio de loslogros educativos de diferentes comunidades en Estados Unidos, mostra-ba cómo las relaciones entre padres e hijos podían ayudar a la educaciónde estos últimos. Un resultado similar es alcanzado en el estudio deTeachman, Paasch y Carver (1997).

Otro grupo de estudios empíricos sobre el capital social y el desarro-llo económico son los referidos a cómo la forma y la intensidad de lasredes sociales afectan al desarrollo económico en comunidades pequeñas,

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habitualmente rurales y en mucho casos de países en vías de desarrollo.Christiaan Grootaert (2001) estudia el papel de las asociaciones localesen el éxito y la sostenibilidad de proyectos de desarrollo en varias comu-nidades rurales de Bolivia, Burkina Faso e Indonesia. Estas asociacioneslocales incluyen grupos proveedores de servicios sociales, sindicatosagrarios y asociaciones directamente relacionadas con actividades agra-rias. Para todas las comunidades rurales analizadas, se muestra que elcapital social en el seno de los hogares reduce considerablemente la pro-babilidad de pobreza. En un estudio más detallado sobre Burkina Faso semuestra que los beneficios económicos de la pertenencia a asociacionesson más fuertes en el caso de asociaciones heterogéneas (Grootaert, Oh ySwamy 2000), algo que había sido igualmente defendido para el caso delos Estados Unidos por Putnam (2000). En el caso de Tanzania, Narayany Prichett (1999) concluyen igualmente que la cantidad y la calidad de lavida asociativa es importante para explicar los ingresos de las familias, y,en general, el desarrollo económico de comunidades enteras. Estudioscomo los de Grootaert y Narayan y Prichett están relacionados con losanálisis de cómo comunidades locales superan sus problemas de accióncolectiva para la gestión de recursos comunes, como por ejemplo obrasde irrigación o recursos pesqueros. El análisis pionero del problema pro-bablemente se encuentre en Ostrom (1990). Parte de sus análisis apunta-ban en cierta medida a que la presencia o no de capital social podía ser elfactor principal para explicar el éxito o el fracaso de la gestión de unrecurso común. Los factores que explican el fracaso de acuerdos paragestionar recursos comunes son, según Ostrom (1990: 21), la falta decomunicación y la incapacidad de desarrollar confianza entre los miem-bros de la comunidad. Por el contrario, el desarrollo de normas institucio-nales favorecedoras de la acción colectiva en el seno de comunidadespuede verse favorecida por la presencia de capital social, en forma deredes sociales y relaciones de reciprocidad (Ostrom, Gardner y Walker1994: 239). Los estudios de pesquerías en Turquía o de obras de imga-ción en el sur de California muestran que las posibilidades de una accióncolectiva exitosa dependen en gran medida de la superación de mutuasdesconfianzas y de la inversión en capital social. Una conclusión que sepuede derivar de todos estos resultados es que una estrategia de desarro-llo de regiones pobres requiere para ser exitosa de la existencia de capi-tal social entre las comunidades locales. En general, las estrategias"desde arriba", sin la participación de las comunidades locales y sin pro-mover que estas comunidades se autoorganicen y superen sus problemasde ausencia de capital social, probablemente se enfrentará a muchos obs-

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táculos. Esto no supone que las autoridades públicas no puedan participaractivamente en estrategias de desarrollo local. De hecho, su participaciónes necesaria, pero normalmente para que sea exitosa se req ŭiere una com-binación dinámica de estrategias "desde arriba" y"desde abajo"(Woolcock 1998: 180). Esto supone que las autoridades públicas debenfavorecer la autoorganización de las comunidades locales y aplicar lasleyes de forma imparcial de manera que no se favorezcan a unos gruposlocales sobre otros. En este sentido, unas autoridades públicas imparcia-les pueden ayudar a que las comunidadés locales superen sus problemasde ausencia de capital social. Tal como han demostrado en sus análisisacerca del cumplimiento de la ley en varias comunidades norteamerica-nas Tyler y Huo (2002), la clave para que las decisiones legales sean aca-tadas es la imparcialidad de las mismas. Si todos piensan que la ley esimparcial, y todos saben que todos lo piensan, lo normal es que cada indi-viduo confíe en que su vecino cumplirá la ley, lo cual es una base paraque se desarrollen relaciones normales de confianza entre los miembrosde una comunidad. En este sentido, en su estudio del papel de las organi-zaciones locales en el desarrollo^rural, Esman y Uphoff (1984) concluíanque para que las estrategias de desanollo local fueran efectivas, requerí-an tanto una red de agencias gubernamentales que proporcionen los ser-vicios públicos asociados a una mayor productividad como organizacio-nes locales, tales como cooperativas o asociaciones agrarias. Por tanto,los estudios empíricos acerca de las estrategias de desarrollo local noexcluyen el papel del Estado, pero señalan que para que ese papel tengaéxito es necesaria la presencia de capital social en la comunidad a la quevan dirigidas esas estrategias. En el caso de las asociaciones de riego enTaiwan (Fung 1997), por ejemplo, la clave de su exitósa gestión de unrecurso común parece residir en la presencia de un fuerte capital socialentre los campesinos, fuertes relaciones de confianza y reciprocidad quepermiten que la comunicación de información sea sencilla y se resuelvanconflictos con relativa facilidad, así como la existencia de normas socia-les que enfatizan la relación de dependencia mutua entre los campesinos.Pero también las autoridades públicas han jugado un papel en este caso,favoreciendo la coordinación y reduciendo costes de transacción asocia-dos con la negociación de los términos de la cooperación. En los estudiosde caso de Putnam y Feldstein (2003) sobre varias comunidades localesen Estados Unidos, se otorga una mayor importancia a la construcción decapital social "desde abajo" que al papel de las autoridades públicas. Losejemplos de Putnam y Feldstein, que incluyen asociaciones para la mejo-ra educativa en Rio Grande (Texas), asociaciones de vecinos y sindicatos

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en Boston, y asociaciones de desarrollo urbano en Portland, destacan elpapel de la ".autoorganización" de las comunidades locales, a menudogracias a la intervención de empresarios políticos surgidos del seno de lapropia comunidad. No obstante, en algunos casos, notablemente en el delas estrategias de renovación urbana en Portland, los autores reconocenque la aportación de estructuras que fomenten el activismo ciudadano porparte del Ayuntamiento también es un factor importante para el éxito delas estrategias de desarrollo (Putnam y Feldstein, 2003: 247).

Por lo tanto, parece que existe una creciente evidencia empírica acer-ca de los efectos positivos del capital social sobre el desarrollo económi-co, tanto en análisis comparados entre países como en estudios más enprofundidad de casos. En muchos de estos estudios, sin embargo, noqueda del todo claro por qué el capital social tiene esos efectos beneficio-sos sobre el desarrollo económico, ni, de hecho, si la dirección de la cau-salidad va realmente desde el capital social al desarrollo económico 0más bien en la otra dirección. Para avanzar en ambas cuestiones es nece-sario especificar los mecanismos que pueden vincular el capital social,especialmente la confianza generalizada, con el desarrollo económico.De ello me ocuparé en la siguiente sección.

4. LOS MECANISMOS

^Cuáles son los mecanismos que vinculan el capital social con eldesarrollo económico? Hasta ahora hemos visto que hay amplia eviden-cia de que esa relación de hecho existe. Ahora se trataría de establecercuál es la forma de la relación. Si realmente la dirección de la causali-dad va desde el capital social al desarrollo económico, ^cuáles son losfactores que determinan que unos determinados niveles de capital socialestén correlacionados con unas tasas correspondientes de desarrollo eco-nómico?

Una de las formas más prometedoras para conectar el capital socialcon el desarrollo económico es recurriendo a la idea de las relaciones deconfianza como forma de reducir costes de transacción. Se trata de unaidea que está apuntada en Arrow (1974: 23), y que tiene cierto desarrolloen la nueva economía institucional, especialmente en Williamson ( 1985).Los costes de transacción en el intercambio económico incluyen los cos-tes de redactar, negociar y salvaguardar el cumplimiento de un acuerdo.Esta literatura asume que los agentes económicos son limitadamenteracionales: el comportamiento individual pretende ser racional, pero sólo

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lo es de manera limitada. Ello es debido a una combinación entre la com-plejidad de las decisiones, que en muchas ocasiones implican asimetríasinformativas entre las partes, y la limitada capacidad cognitiva del indi-viduo. Esta racionalidad limitada supone, por ejemplo, que los agenteseconómicos, a la hora de realizar un intercambio, pueden no estar com-pletamente seguros acerca de las preferencias de los demás. Su interlocu-tor puede pretender ser honesto pero de hecho actuar de forma oportunis-ta. Una forma de solucionar este problema, defendida, por ejemplo, porWilliamson (1985), es recurrir a jerarquías, tales como las empresas, enla toma de decisiones económicas. Otra forma enfatiza el papel de lasrelaciones de confianza (Torsvik 2000). La existencia de relaciones deconfianza entre las partes reduciría los costes de transacción, dado queambas partes confiarían en que el otro va a cumplir lo pactado. En estesentido, podemos considerar que las relaciones de confianza reducen loscostes de transacción al menos de dos formas: reduciendo los costes exante (redacción, negociación) y ex post (supervisión del cumplimiento)de un contrato entre los miembros de una relación de confianza y ayudan-do al cumplimiento de un contrato de agencia en el caso de comunidadescerradas en las que impera la confianza y que sistemáticamente contratana los mismos agentes. A continuación me referiré a ambos casos.

Un ejemplo del primer caso es mencionado por Coleman (1990: 92-93): el gestor del departamento noruego del banco Hambros, en Londres,decide prestar una cantidad importante de dinero a un armador noruego.El trato se formaliza por medio de una simple llamada de teléfono, sinningún otro tipo de formalidad ni contrato escrito. En este ejemplo, hayuna relación de confianza entre los dos individuos. El gestor del banco deLondres conoce al armador noruego, sabe que es digno de confianza, ypor ello le presta el dinero directamente. Esto reduce considerablementelos costes de transacción inherentes a la redacción del contrato y la nego-ciación de sus términos, y probablemente reduzca también los costes desupervisión de su cumplimiento. El gestor del banco de Londres puedetener una ulterior garantía de que el armador noruego cumplirá su partedel acuerdo en el caso de que se trate de una relación duradera. En unarelación de ese tipo, el armador tendrá interés en hacer honor a la con-fianza que se ha depositado en él, porque de lo contrario perderá los bene-ficios futuros derivados de futuras transacciones con el banco londinen-se. En suma, el armador tiene un interés en mantener su reputación de quees digno de confianza. Si esto es así, lo más racional será realizar esfuer-zos para ganarse una reputación de honestidad (Dasgupta 1988: 62).

La otra forma en la cual la confianza puede reducir costes de transac-

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ción es disminuyendo los costes de supervisión inherentes en un contra-to de agencia. En un contrato de agencia, el principal encarga al agente larealización de una determinada tarea que él no puede realizar directamen-te. Los problemas de este tipo de contratos son normalmente la presenciade asimetrías informativas entre agente y principal, por un lado, y la pre-sencia de intereses conflictivos entre ellos, por otro. El principal carecede información acerca de cuáles son las preferencias del agente, no sabesi va a cumplir diligentemente con su cometido o si va más bien a dedi-car el mínimo esfuerzo. Dado que en muchas ocasiones no puede obser-var directamente el comportamiento del agente, tiene que estableceralgún tipo de incentivo para que el agente cumpla con su parte del con-trato. Una forma de solucionar este problema se da en comunidadespequeñas donde los principales tienen relaciones de confianza mutuaentre sí y contratan sistemáticamente a los mismos agentes. Este era elcaso de la comunidad de comerciantes judíos "maghribi" durante en elsiglo XI en el Mediterráneo estudiada por Avner Greif (1989, 1992). Setrataba de una comunidad de comerciantes judíos que vivieron en el cali-fato abbasí hasta la primera mitad del siglo X, momento en el que emi-graron a Egipto y el Norte de África. Estos comerciantes se enfrentabana la complejidad y la incertidumbre del comercio a lo largo delMediterráneo a través de asociados y agentes. A esa complejidad y esaincertidumbre se añadían las limitaciones de la tecnología comunicativadel siglo XI, lo que hacía en la práctica enormemente costoso negociarsobre la base de contratos comprehensivos. Uno de los principales pro-blemas concretos a los que se enfrentaban estos comerciantes es el de quesus agentes en puntos lejanos del Mediterráneo ofrecieran informes ver-daderos sobre el negocio encomendado. Para superar estos problemas deagencia, los comerciantes maghribi se basaron en sus relaciones de con-fianza, relaciones que reflejaban la necesidad de cada uno de ellos demantener una reputación de ser dignos de confianza para no perder bene-ficios futuros. Estas relaciones de confianza permitían que en el caso deque uno de los agentes incumpliera su contrato, la información de trans-mitiese rápidamente a toda la comunidad de comerciantes, que automáti-camente renunciaban a emplear en el futuro a ese agente. Esto era unpoderoso incentivo para que los agentes se mantuvieran honestos. En esteargumento, por lo tanto, juega un papel muy importante la capacidad detransmisión de información a través de la red social. En términos genera-les, en una relación entre vendedor y cliente, si miembros de la red socialdel comprador han tenido experiencias pasadas con ese vendedor en par-ticular, pueden proporcionar información valiosa al comprador acerca de

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lo digno de confianza que es el vendedor. Esto ha sido estudiado porBuskens y Weesie (2000) para el mercado de coches usados.

El papel clave del capital social en la reducción de costes de transac-ción en los intercambios económicos ayudaría a explicar por qué, deacuerdo con Putnam (1993), las regiones del centro y el norte de Italia,ricas en capital social, mostraban unos indicadores económicos sólo lige-ramente superiores a las del sur de Italia, pobres en capital social, a prin-cipios del siglo XX, mientras que a finales del siglo las diferencias enriqueza y bienestar se habían exacerbado. Los costés de transacciónaumentan a medida que crece la complejidad de los intercambios comer-ciales. En sociedades predominantemente agrarias (como en buena medi-da Italia a finales del siglo XIX) los costes de transacción son pequeños,pero se multiplican en las sociedades industriales. Por ello las diferenciasen capital social se dejaron sentir en el terreno económico con más fuer-za a medida que Italia pasaba a ser un país industrial.

Por lo tanto, si consideramos que la confianza es un concepto básicodentro de toda definición razonable de lo que es capital social, la reduc-ción de costes de transacción por medio de la confianza sería la vía prin-cipal a través de la cual el capital social promueve el desarrollo económi-co. Este papel de la confianza, por entenderlo de otra manera, quedaríaenglobado dentro de su papel más amplio de promover la cooperación.Podemos entender esta idea recurriendo al conocido ejemplo del dilemadel prisionero. Como es bien sabido, en el juego de dos jugadores y unasola ronda de dilema del prisionero, el único equilibrio posible es aquelen el que ambos no cooperan. Hay al menos dos formas de superar estedilema. Una de ellas supone repetir indefinidamente el juego (o bien, loque es más realista, suponer que ninguno de los jugadores sabe cuál serála ronda final). En el caso de que ambos jugadores valoren suficientemen-te el futuro, un equilibrio posible del juego (pero sólo uno de los posibles)es que ambos jugadores adopten estrategias de cooperación condicionaldel tipo tit-for-tat (comenzar cooperando y luego realizar el movimientoadoptado por el otro jugador en la ronda anterior),'y, por tanto, que elresultado sea la mutua cooperación. Aunque a menudo se ha consideradoque la confianza puede no tener ningún papel que jugar en este caso(Axelrod 1986: 172), lo cierto es que se puede introducir la confianza enla solución cooperativa del dilema del prisionero iterado considerandoque hay incertidumbre acerca de si el otro jugador es lo suficientementepaciente para llevar a cabo una estrategia cooperadora (Kydd, 2000). Enlas soluciones cooperativas habituales al dilema del prisionero iterado,como la de Axelrod, se asume que los pagos de cada jugador son de cono-

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cimiento común de ambos jugadores. Si hay incertidumbre sobre si elotro jugador va a cooperar o no, quizá la confianza pueda jugar un papelen alcanzar un resultado cooperativo: sólo si ambos jugadores confían enla voluntad cooperativa del otro se alcanzará una combinación de estra-tegias como tit for-tat.

La segunda forma en la cual la confianza puede propiciar la coopera-ción es asumiendo que en un dilema social, como por ejemplo el dilemaal que se enfrentan los usuarios de un recurso común, como un banco depesca, las preferencias no son tanto de un dilema del prisionero, sino delo que se denomina "juego de seguro". Es decir, suponer que los pesca-dores no pretenden pescar individualmente todo lo que puedan, hastaagotar el banco pesquero, sino que preferirían llegar a un acuerdo deimposición de cuotas de pesca para garantizar la supervivencia del banco,pero no estarían dispuestos a cumplir el acuerdo si piensan que los otrosno lo van a respetar. En este caso, la confianza puede ser crucial. Si todosconfían en que los demás jugadores respetarán los términos del acuerdo,el resultado puede ser la mutua cooperación (Dasgupta 2002). En gene-ral, la confianza probablemente tiene un papel más importante en solu-cionar dilemas de coordinación como el señalado que en resolver proble-mas de acción colectiva más similares al dilema del prisionero (Herreros2003), y se puede pensar que muchas de las situaciones analizadas en losestudios empíricos sobre desarrollo local que mencionábamos en el apar-tado anterior se tratan precisamente de problemas de coordinación, y node dilemas del prisionero.

Hemos visto, en suma, que la confianza puede jugar un papel esencialen la reducción de costes de transacción, dentro de un papel más generalen solucionar problemas de acción colectiva. Como ya hemos menciona-do, el papel de la confianza en la reducción de costes de transacción es encierta medida una alternativa a las jerarquías, defendidas, entre otros, porWilliamson (1985). Pues bien, en ocasiones también se ha sostenido queel capital social puede colaborar al desarrollo económico haciendo másfluida la transmisión de información en las jerarquías. Esta tesis ha sidodefendida quizá de manera más célebre por Fukuyama (1995, 1998), queseñala cómo la presencia de fuertes reservas de capital social en forma deconfianza interpersonal es un factor importante en el surgimiento degrandes corporaciones en países como Estados Unidos, Japón yAlemania. Esta idea, no obstante, ha sido puesta en duda de manera algomás rigurosa por Miller (1992, 2001). Es cierto que las jerarquías seenfrentan a fuertes problemas de asimetrías informativas que implicancostes. En una empresa fuertemente jerárquica como Ford, analizada por

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Miller (1992), los problemas de la dirección para supervisar los esfuerzosde los trabajadores y los de los trabajadores para determinar cuáles sonlas intenciones de la dirección son especialmente severos. Una soluciónes el establecimiento de relaciones de confianza entre trabajadores yempresarios. Como hemos visto, esto en gran medida reduce los proble-mas inherentes a las relaciones de agencia. Pero la solución no es tan sen-cilla. Un problema que tiene la dirección en una empresa jerárquica paraganarse la confianza de sus trabajadores es su falta de credibilidad. Miller(2001) asume que la confianza es necesaria dentro de las empresas, por-que de esa manera se mejora la eficiencia: los trabajadores están más dis-puestos a realizar inversiones personales en esfuerzo o en capital huma-no, si confían en que los gestores de la empresa no van a despedirles paraobtener beneficios a corto plazo. La solución de Miller (2001: 320) paraobtener la confianza de los trabajadores es la delegación de decisionesclave a un administrador con diferentes preferencias: por ejemplo, lamaximización de la productividad, más que la maximización de benefi-cios a corto plazo. Un problema con esta solución es que el compromisono es lo suficientemente creíble: el propietario puede despedir al admi-nistrador si considera que la prioridad debe ser de nuevo la maximizaciónde beneficios a corto plazo (Herreros y Criado 2003: 58). Quizá una señalalternativa más prometedora para convencer a los trabajadores de que ladirección de la empresa es digna de confianza son los "salarios de efi-ciencia": un salario por encima del de mercado con la intención de vin-cular más al trabajador a la empresa. Este salario de eficiencia podría serinterpretado como una señal lanzada al empleado de que se confía en él(Wielers 1997).

5. CONCLUSIÓN

En este trabajo hemos visto cómo el capital social puede ser unavariable importante para explicar diversos aspectos del desarrollo econó-mico, desde la creación de capital humano, a la reducción de la pobrezay la puesta en práctica de planes de desarrollo local. A estas alturas yaexiste una red relativamente tupida de estudios empíricos que parecenhaber demostrado al menos que existe una relación entre el capital social,entendido como relaciones de confianza derivadas de la pertenencia aredes sociales, y distintas variables económicas. Todos estos estudioscontribuyen a una literatura ya existente que defendía el papel de varia-bles, digamos, "sociales", como la confianza, en el desarrollo económi-

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co, y cuyos autores más destacados se movían en el ámbito de la nuevaeconomía institucional y la sociología económica.

Un problema aúñ presente de estos estudios es la dirección de la cau-salidad entre variables económicas y capital social. Este problema de cau-salidad es difícil de solucionar exclusivamente a través de los estudiosempíricos disponibles, por lo que es conveniente acudir a explicacionesbasadas en mecanismos. En este trabajo he sostenido que el principalmecanismo que vincula el capital social con el desarrollo económico esla capacidad de la confianza para solucionar problemas de acción colec-tiva, y más específicamente, reducir costes de transacción en el intercam-bio económico.

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