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Durante los preparativos de la visita de S.S. Juan Pa-blo II a Chile, el Cardenal Arzobispo de Santiago, Monseñor Juan Francisco Fresno Larraín, invitó a un grupo de empresarios a hacer un regalo al Sumo Pontífice que sirviera como testimonio de su estadía en el país.

La preocupación del Santo Padre por los jóvenes era una constante en su obra y mensaje, por lo que el regalo ideado por Monseñor Fresno debía ser uno que colmara esa inquietud. Fue así como, en conjun-to con los señores Anacleto Angelini Fabbri, Ricardo Claro Valdés, José Luis del Río Goudie, Jorge Garcés Fernández, Eduardo Guilisasti Tagle, Jorge Matetic Riestra, Eliodoro Matte Larraín, Gonzalo Vial Vial, Hugo Yaconi Merino y Jorge Yarur Banna, comenzó la recolección de fondos para la creación de una ins-

titución que permitiera a jóvenes de escasos recursos, pero con notables condiciones personales y académi-cas, estudiar en las universidades católicas chilenas.

El sueño se materializó el 3 de abril del año 1987, cuando en el patio central de la Pontificia Universi-dad Católica de Chile, Su Santidad recibió, de ma-nos del Cardenal Arzobispo de Santiago, los estatu-tos de la Fundación Juan Pablo II. «Es más sencillo poner el nombre a una fundación que los recursos para que ella opere», acotó un sonriente y agradeci-do Santo Padre.

La primera sesión del Consejo Directivo de la Fun-dación tuvo lugar en la Casa Central de la Pontificia Universidad Católica, el 26 de noviembre del año 1987. En la reunión, su presidente, Monseñor Juan Francisco Fresno, expresó su satisfacción por la con-

Historia de la Fundación

Derecha: Primer Consejo de la Fundación. Arriba: J.L. del Río G., G. Vial V., E. Guilisasti T. y J. Garcés F. Abajo: E. Ma-tte L., R. Claro V., Mons. J.F. Fresno L. y J. Matetic R.

Izquierda: Su Santidad recibe, de manos del Cardenal Arzobispo de Santiago, los estatutos de la Fundación Juan Pablo II.

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creción de esta obra y el Consejo sentó las bases de organización y funcionamiento de la Fundación.

En abril del año 1988, por acuerdo del Conse-jo Directivo y tras la exposición de la metodología de selección de los becados por parte de la Gerente de la Fundación, Sra. María del Carmen Fernández Valbuena, y la Psicóloga Sra. María Alicia Halcartega-ray Bichendaritz se entregaron las primeras 38 becas.

Ese año se decidió aumentar el patrimonio inicial de la Fundación, de un millón de dólares, por lo que se extendió la invitación a participar en ella a otros empresarios. Fue así como se unieron a esta obra don José Cánepa Sarrochi, don Miguel Vial Echeñique y, en calidad de fundadores, los hermanos Andrónico y Guillermo Luksic Craig. Además, importantes em-presas comenzaron a efectuar aportes para acrecen-tar, así, el número de beneficiados por la beca.

En el año 1990 la Fundación vivió un gran cambio. Su principal gestor, Monseñor Juan Francisco Fresno L. pasó a ocupar el título de Presidente Honorario para dejar como Presidente de la corporación al nue-vo Arzobispo de Santiago y Gran Canciller de la Pon-tificia Universidad Católica de Chile, Monseñor Car-los Oviedo Cavada. Ese año también fue importante por el cumplimiento de una de las metas de la Fun-dación: el egreso de sus primeros becados. Veintiún beneficiados por la beca Juan Pablo II se titulaban e ingresaban, así, al mundo laboral.

La organización de la Fundación sufrió otra modi-ficación en el año 1991. Por el alejamiento de la Sra. María del Carmen Fernández, asumió en el cargo de Gerente la socióloga Sra. Rosana Latuf Michelsen. Con su llegada se modificó la metodología de selec-ción y apoyo a los becados, tanto en valores psicoló-gicos como socioeconómicos. Además, ese año y por iniciativa del consejero don Eduardo Guilisasti Tagle, comenzó a idearse la entrega de la beca Juan Pablo II a alumnos de universidades católicas de regiones. Por

Primera generación de beca-dos de la Fundación.

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último, la Fundación terminó ese año enlutada por el fallecimiento de quien fuera uno de sus propulso-res y consejero, don Jorge Yarur Banna (Q.E.P.D.).

En el año 1992 la Fundación entregó la beca núme-ro cien. Además, para celebrar el Vº Aniversario de su creación, realizó un seminario para más de setecien-tos invitados, denominado «Ética y Economía de la Empresa», cuyos expositores fueron el Vicepresiden-te del Pontificio Consejo de Justicia y Paz del Vatica-no, Monseñor Jorge Mejía y el director del American Enterprice Institute, Michael Novak.

La iniciativa sugerida por don Eduardo Guilisas-ti, tiempo antes, se hizo realidad en el año 1993: la Fundación Juan Pablo II extendía su obra a regiones, ya no sólo a la sede de Villarrica de la Universidad, sino que también a las universidades católicas de dos regiones vinculadas con sus consejeros. Tras diversas gestiones y el especial aporte de don Jorge Matetic Riestra, junto con el de otros empresarios de la zona, la Fundación entregó 27 becas a alumnos destacados con problemas económicos, de la Universidad Cató-lica de la Santísima Concepción. La sede de la Funda-ción en esa ciudad estuvo a cargo de la psicóloga Sra.

Gracia Navarro Saldaña. Ese mismo año, se instauró una sede a mando de la Sra. Mariana Bargsted Ara-vena en Antofagasta, para becar a jóvenes del nor-te grande del país. Don Andrónico Luksic Craig fue quien inició las acciones para poder becar a alumnos de la Universidad Católica del Norte, materializán-dose esto en las 24 becas Juan Pablo II que se entre-garon en esa ciudad en 1994.

En el año 1993 la Fundación Juan Pablo II extendió su obra a Antofa-gasta y Concepción.

Andrónico Luksic C. en la inauguración de la sede de la Fundación Juan Pablo II en Antofagasta.

La Gerente de la Fundación, Sra. Rosana Latuf M. y Mon-señor Juan Francisco Fresno L.

Derecha: Michael Novak en el seminario “Ética y Economía de la Empresa”.

Izquierda: Monseñor Carlos Oviedo C. y la primera geren-te de la Fundación, Sra. Maria del Carmen Fernández V.

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Ese año la Fundación, como una forma de fomen-tar el desarrollo social y espiritual de todos sus be-neficiarios, instauró como política la realización de actividades de ayuda solidaria por parte de los be-cados. Esta condición fue incorporada como uno de los requisitos para mantener el beneficio y se inició con el desarrollo de unas misiones en la localidad de Vicuña, conjuntamente con la concreción de un proyecto de reforzamiento escolar a estudiantes de colegios de menores ingresos para continuar, hasta hoy, con diversas actividades de ayuda a menores en riesgo social, enfermos y ancianos.

Un año después, tras un acuerdo unánime, don Miguel Vial Rodríguez reemplazó como consejero de la Fundación a don Ricardo Claro Valdés. Ese mismo

año la Fundación sufrió una fuerte pérdida: falleció el becado Ignacio Guajardo Escobar (Q.E.P.D.).

En 1997 se cumplió el décimo aniversario de la Fundación. Ese año se aumentó el número de benefi-ciados, becándose a 124 alumnos, lo que llevó a que, en sus diez primeros años de existencia, la Funda-ción Juan Pablo II becara a un total de 370 alumnos de Santiago, Antofagasta y Concepción contribuyen-do a la titulación de 176 profesionales.

El año 1998 volvió a enlutar a la Fundación. Falle-ció uno de sus Consejeros Fundadores, don Eduardo Guilisasti Tagle, lo que produjo cambios en la insti-tución. Pasó a ocupar su lugar en el consejo su hijo, Pablo Guilisasti Gana, como una forma de continuar la participación de la familia en la Fundación; le sustituyó como vicepresidente de la institución don Anacleto Angelini Fabbri y se instauró un premio con su nombre. El premio Eduardo Guilisasti Tagle se otorga, todos los años, al becado egresado que re-úne los valores que busca la Fundación: excelencia académica, compromiso, participación, esfuerzo y perseverancia. La distinción es entregada en la cere-monia anual de reconocimiento y egreso, por la Sra. Isabel Gana de Guilisasti.

Otro hito importante de ese año para la Fundación, fue la asunción de Monseñor Francisco Javier Errá-zuriz Ossa como Cardenal Arzobispo de Santiago y Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Chile, haciendo que, de pleno derecho, reempla-zara en el cargo de Presidente de la Fundación Juan Pablo II a Monseñor Carlos Oviedo Cavada.

Sobre el fin del milenio, las empresas donantes eran más de cien y se sumaron a éstas un grupo de ex

Derecha: El becado de Igna-cio Guajardo (Q.E.P.D.) junto con Monseñor Juan Francisco Fresno Larraín (Q.E.P.D.) y Dionel Suazo H.

En sus primeros veinte años de historia, la Fundación ha entregado 2.033 becas y ha contribuido en la titulación de 420 jóvenes que salen al mun-do laboral con el sello de la Fundación Juan Pablo II.

Izquierda: Los becados de la Fundación inician su activida-des de ayuda a la comunidad.

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becados que constituyeron una nueva beca, financia-da de forma exclusiva por sus aportes.

Ya en el año dos mil, con 1.237 becas entregadas y más de 260 egresados, cuatro becados más la gerente de la Fundación, Sra. Rosana Latuf M. y el Padre Ro-drigo Bilbao Zepeda viajaron, en representación de la institución, al encuentro mundial de la juventud con S.S. Juan Pablo II, en Roma.

Al año siguiente, la Fundación sufrió otra lamen-table pérdida. Falleció el fundador Sr. Jorge Matetic Fernández, en homenaje a quien, ese mismo año, se instauró el premio que lleva su nombre y que se en-trega, hasta hoy, cada año, al mejor alumno egresado de Ingeniería Comercial, cuyos estudios fueron sol-ventados por la beca de la Fundación Juan Pablo II.

Durante los años siguientes, la Fundación tuvo es-pecial preocupación en consolidar la labor social de los becados, reestructurando mediante la generación de mecanismos para hacer sus proyectos más efecti-vos, tanto para quienes reciben su asistencia como

para los becados que participan en ellos. En ese tiem-po, los proyectos sociales que realizaban los becados consistían en un preuniversitario para jóvenes de escasos recursos en edad de postulación a la univer-sidad, visitas de compañía y asistencia a hogares de ancianos, junto con la capacitación de sus auxiliares por medio de un taller de primeros auxilios impar-tido por los alumnos de medicina de la Fundación y la colaboración en la educación, formación y entre-tenimiento de niños en riesgo social y de distintos hospitales.

Pero fue en el año 2004 cuando la Fundación su-frió uno de sus mayores golpes. A los noventa años de edad murió el principal impulsor de esta obra, su Presidente Honorario y quien, hasta el fin de sus días, sirvió activamente de guía y asesor espiritual para los becados: Monseñor Juan Francisco Fresno. La Funda-ción celebró una misa en su memoria y, como una forma de homenajearlo y mantener vivo su recuerdo desde ese año entrega un premio con su nombre para distinguir, de forma anual, al becado egresado con mayor espiritualidad y vocación de servicio.

Al año siguiente la Fundación volvió a verse de duelo. En abril, mes de su aniversario, fallecieron S.S. Juan Pablo II y la ex becada Marcia Espinoza Veas. La Fundación realizó dos misas para recordarlos y, en homenaje a su ex becada, nombró a la beca formada por aportes de los ex becados de la Fundación como Beca Marcia Espinoza V., que se entrega, anualmen-te, como premio al becado que conjugue de mejor manera la excelencia académica con el compromiso.

En sus primeros veinte años de historia, la Fun-dación ha entregado 2.033 becas, contribuyendo en la titulación de 420 jóvenes que, después de haber terminado sus estudios con la beca de la Fundación, participar de su área formativa y contribuir en sus proyectos sociales, salen al mundo laboral pero de una forma muy especial: con el sello de la Fundación Juan Pablo II, es decir, como profesionales íntegros dispuestos, comprometidos y preparados para servir a la sociedad.

Abajo: Graduación de los niños del proyecto social de La Parroquia San José de La Reina.

Arriba, derecha: El Vicepre-sidente de la Fundación, Eduardo Guilisasti T. entrega una distinción a la becada Ligia Gallardo A.

Arriba, izquierda: La becada Marcia Espinoza V., junto a Álvaro Moreira C. en el Encuentro Mundial de los Jóvenes con el Papa.

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Objetivos

La Fundación Juan Pablo II es una corporación de derecho privado, cuyo fin está en proporcionar ayu-da material o de otra índole, a personas de escasos recursos o de mayores necesidades económicas, para que desarrollen sus estudios en las universidades ca-tólicas chilenas.

Mediante la entrega de su beca, la Fundación busca contribuir al desarrollo de la Nación, aportando a la igualdad de oportunidades entre sus habitantes, dan-do instrumentos para la erradicación de la pobreza y permitiendo la titulación de profesionales íntegros con una fuerte vocación de servicio.

La Beca

Monseñor Juan Francisco Fresno L. entrega la memoria institucional de la Fundación del año 1993 a S.S. Juan Pablo II.

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Selección de los beneficiados

La asignación de las becas es realizada por el Consejo Directivo de la Fundación, después de un proceso de selección realizado por un equipo evaluador, com-puesto por profesionales de distintas áreas y en base a los siguientes factores:

1. Socioeconómicos: El análisis bajo los parámetros del índice socioeconómico desarrollado por la Fun-dación, más una visita domiciliaria por parte de las asistentes sociales de la institución, son los indicado-res tomados en cuenta en esta materia.

2. Académicos: Para postular a la beca, el alumno debe estar posicionado dentro del 35% con mejores calificaciones de su generación y carrera.

3. Psicológicos: Los postulantes se someten a una se-rie de tests y a una entrevista con un especialista. Así, se logra conocer la madurez del postulante y prever su rendimiento académico y habilidades vocacionales.

4. Entrevistas personales: En la etapa final del proce-so, los postulantes son entrevistados por ex becados de la Fundación y su Gerente.

Arriba, izquierda: Jorge Quiroz B. y los consejeros de la Fundación, en la ceremonia de egreso del año 1993.

Arriba, derecha: Los becados del año 1994.

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Características

A diferencia de otros beneficios, la beca de la Funda-ción Juan Pablo II constituye una marca de excelen-cia para sus beneficiados otorgada durante todos los años de estudio y opera como un reconocimiento al alumno por su madurez personal y excelente rendi-miento académico. Por lo tanto, es el mismo alumno, por sus condiciones personales, quien se hace mere-cedor de ella.

Mediante esta beca, la Fundación Juan Pablo II busca formar profesionales íntegros que sirvan a la sociedad y, para lograr este objetivo, los beneficios que entrega a sus merecedores buscan satisfacer to-dos los aspectos que conduzcan al cumplimiento de ese objetivo.

Es así como la beca comprende: 1. Un máximo del noventa y un mínimo del 45 por ciento del arancel de la carrera.2. Almuerzo diario en el lugar de estudio. 3. Mensualidad de dos UF para gastos personales.4. Alojamiento para becados de regiones. 5. Reuniones mensuales con gerente de la Fundación. 6. Asistencia psicológica con profesionales de la Fun-dación, para quienes lo requieran. 7. Orientación espiritual y actividades pastorales.

8. Curso de inglés para los alumnos con deficiencias en esta materia. 9. Talleres y cursos para el desarrollo personal de los becados.

La beca Juan Pablo II se financia con la renta que genera el patrimonio de la Fundación y mediante do-naciones de becas directas.

Áreas de asignación

La Fundación Juan Pablo II busca favorecer todas las áreas del conocimiento, por esto, se beneficia a alumnos de todas las carreras que imparte la Pontifi-cia Universidad Católica de Chile.

1. Artística: Arte, Actuación, Diseño y Música.

2. Científica: Agronomía, Arquitectura, Astronomía, Bachillerato en Ciencias, Bioquímica, Ciencias Bioló-gicas, Construcción Civil, Física, Ingeniería Civil, In-geniería Comercial, Ingeniería Forestal y Química.

3. Educación y Letras: Bachillerato en Humanidades, Ciencia Política, Derecho, Educación de Párvulos, Filosofía, Letras, Pedagogía Básica, Periodismo, Pro-grama Espacial de Pedagogía para Enseñanza Media, Sociología, Teología y Trabajo Social.

4. Salud: Enfermería, Medicina, Psicología y Quími-ca y Farmacia.

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El presidente de la Fundación, Monseñor Francisco Javier Errázuriz O. y Jorge Matetic R.

Eliodoro Matte L., Monseñor Juan Francisco Fresno L. y Anacleto Angelini F.

Consejo Directivo

La Fundación Juan Pablo II es dirigida y administra-da por un Consejo Directivo compuesto por once miembros, quienes hoy, a veinte años del nacimiento de la institución, son:

Presidente Cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa

Vicepresidente Anacleto Angelini Fabbri

Secretario Jorge Matetic Riestra

Prosecretario Hugo Yaconi Merino

Tesorero Eliodoro Matte Larraín

Consejeros José Luis del Río Goudie Jorge Garcés FernándezPablo Guilisasti Gana Andrónico Luksic Craig Miguel Vial RodríguezGonzalo Vial Vial

Administración

Dirección

Gerente Rosana Latuf Michelsen

Subgerente Francisco Riveros Cantuarias

Psicólogas Mónica Bendek SelmanMaría Alicia Halcartegaray BichendaritzMaría Teresa Scott Tocornal

Asistentes Sociales María Clementina Fernández Castillo María Teresa Salamé Heresi

Directores de proyectos sociales Andrés Baeza RuzIgnacio Barría Saint JeanAntonio Chuaqui ConchaEsteban Manríquez San JuanFrancisca Martínez ErrázurizMaría Paz Orellana Campbell Javier Sauvageot Garcés Franko Sore Osorio Pilar Soto Salinas

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Ex becados evaluadores Daniela Alarcón Montecino Alberto Arntz BustosNancy Barra GallardoDaniel Chandía CastilloCristián Cox MardonesRodrigo Ferrer LavanderoErika González MillaJ. Miguel Irarrázabal del CampoOsvin Martínez VásquezEdgardo Moraga Campusano Ernesto Moya Elizolde Francisco Obreque Arqueros Eduardo Olate MuñozAlejandra Prado Sanhueza Constanza Sateler Quijano Aída Soto Silva Ángel Soto Gamboa

Profesores Curso de FormaciónAlexander Borges de MagalhaésGustavo López Sierra

Encargados de Pastoral Eliezer Gomes do AmaralErika Scheelje Bravo

Miguel Vial R., Pablo Guilisasti G., el Nuncio Apostólico de Su Santidad Monseñor Aldo Cavalli, Rosana Latuf M. y Hugo Yaconi M.

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El modelo de integridad que busca la Fundación para sus becados, comprende no solamente el crecimiento del alumno como persona, sino que también realza el servicio a los demás. Es por esto que, en sus veinte años de historia, la Fundación Juan Pablo II ha desa-rrollado distintos talleres, cursos, proyectos y activi-dades conducentes al desarrollo social, espiritual y personal los becados.

Desarrollo social y servicio a los demás

En sus inicios, las actividades de servicio a los demás de la Fundación Juan Pablo II correspondían a inicia-tivas particulares o colaboración en sucesos específi-cos. En 1994 se estructuraron con un sistema de eva-luación, financiamiento y organización propio, que considera la participación de los becados en éstos como un requisito para la mantención de la beca.

Actividades generales de ayuda a la comunidad

En los veinte años de historia de la Fundación, sus becados han participado de diversas formas en el mejoramiento de poblaciones y comunidades como, por ejemplo, la comuna de Pudahuel, la población La Bandera, el Centro Abierto Railén y el Cerro Car-pai. Esto se realiza mediante labores de ornato, aseo y construcción de mediaguas.

Preuniversitario Orientado a escolares de escasos recursos y buen rendimiento académico, en edad de postulación a la universidad, entre los años 2000 y 2004 se realizó este taller que tenía como profesores y coordinadores a becados. De éste se obtuvo como resultado que la Fundación cuente con becados que fueron alumnos en este proyecto y que hoy, son alumnos de la Ponti-ficia Universidad Católica de Chile.

Desarrollo de los becados

Abajo: El Preuniversitario de la Fundación Juan Pablo II.

Arriba: El Proyecto Social de apoyo a ancianos del Hogar del Buen Samaritano.

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Proyecto de apoyo a ancianos

Desde el año 1996, los becados realizan visitas se-manales al Hogar del Buen Samaritano, donde com-parten y efectúan actividades de recreación con los ancianos residentes.

Proyecto de apoyo a hospitalizados

Los becados, dos veces a la semana, visitan los hos-pitales Sótero del Río, Calvo Mackenna y el Hospital Clínico de la Pontificia Universidad Católica, para cooperar con el trabajo del personal paramédico y entretener a los niños que se encuentran hospitaliza-dos o en sus servicios de urgencia. Este proyecto se inició en el año 2001 y se exten-dió, en el 2007, a todos los pacientes de la Teletón, ya no sólo poniendo énfasis en la entretención de los pacientes, sino que también en su desarrollo per-sonal.

Proyecto de apoyo a menores en riesgo social

Desde el año 2003, cuatro grupos de becados visi-tan semanalmente la parroquia San José de La Rei-na, para desarrollar talleres educativos y recreativos a niños de escasos recursos. Esta actividad se realizó anteriormente en el Hogar La Montaña, el Centro Abierto Railén y el Hogar Naciones Unidas. También, desde el 2007, los becados asisten a los me-nores de la Fundación Pléyades mediante la realiza-ción de talleres de ecología y sexualidad.

Proyecto de ayuda a menores con problemas en la comunicación

Durante tres años, un grupo de becados de la Fun-dación realizaron talleres de expresión y recreación a alumnas del Colegio El Golf orientado a niños con problemas para comunicarse.

Taller de Primeros Auxilios

Desde el año 2002, un grupo de becados de la ca-rrera de Medicina, capacitan al personal auxiliar del Hogar de Ancianos del Buen Samaritano y a los de-más becados, mediante este taller orientado hacia los primeros cuidados médicos en caso de accidentes y enfermedades.

Izquierda: El Proyecto Social Cuenta Cuentos.

Arriba: Los niños de la parro-quia San José de La Reina.

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Desarrollo espiritual

Curso de Formación

Desde el año 2003, un profesor de filosofía y otro de teología imparten este curso para dotar a los becados de elementos filosóficos que les permitan comple-mentar su desarrollo profesional.

Eucaristía de Fin de Año

La última actividad de la Fundación Juan Pablo II es, cada año, una misa para todos los becados y funcio-narios de la entidad.

Jubileo 2000

Cuatro becados, más la gerente de la Fundación, Ro-sana Latuf M. y el Padre Rodrigo Bilbao Z. viajaron al Encuentro mundial de la juventud con S.S. Juan Pablo II, celebrado en Roma, el año 2000, en repre-sentación de la institución.

Derecha: El Encuentro Mun-dial del Papa con los jóvenes, en Roma.

Arriba, derecha: La Eucaristía de fin de año del 2006.

Arriba, izquierda: Las misio-nes a la localidad de Vicuña, en 1994.

Arriba: La última actividad de Monseñor Juan Francisco Fresno Larraín con los beca-dos de la Fundación.

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Misiones

Siguiendo el espíritu misionero de S.S. Juan Pablo II, en los años 1994 y 1995 un grupo de becados, más el Padre Tomislav Koljatic y la pastoral del Campus Oriente de la Universidad, misionaron en la locali-dad de Vicuña, IVa Región, durante las vacaciones de invierno.

Orientación Espiritual

Hasta sus últimos días, el Presidente Honorario de la Fundación Monseñor Juan Francisco Fresno L., todos los miércoles, entrevistaba a los becados y les servía de guía espiritual.

Hoy en día se brinda esta asistencia a los becados, dándoles la posibilidad de que se entrevisten con los sacerdotes que colaboran con la Fundación, cuando lo soliciten.

Pastorales

Para dar un sentido trascendente a la actividad be-néfica que realizan los becados de la Fundación, se diseñaron estos talleres según el proyecto social en que participa cada becado.

Retiro espiritual

Al inicio de cada semestre, se realiza un retiro para que los becados tengan un espacio de reflexión y ora-ción que les ayude a afrontar un nuevo período aca-démico y de actividades de la Fundación.

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Desarrollo personal

Ceremonia Anual de la Fundación

Al cierre de cada año se realiza esta ceremonia, don-de participan los miembros del Consejo, la Dirección de la Fundación y los becados. Es en esta ceremonia donde se hace entrega del diploma de egreso a los becados que se titulan y los siguientes premios: - Eduardo Guilisasti Tagle, al becado egresado que más se destaque tanto en lo académico como en su compromiso, esfuerzo y perseverancia; - Cardenal Juan Francisco Fresno Larraín, al becado egresado con mayor vocación de servicio y espiritua-lidad y - Jorge Matetic Fernández, al mejor becado egresado de Ingeniería Comercial.

Curso de Inglés

Desde el año 2006, la Fundación imparte a los beca-dos que lo requieran, un curso de inglés orientado, a cumplir con el requisito de idioma que les exige la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Paseo de Fin de Año

Todos los años, en el mes de diciembre, se realiza el paseo de fin de año de los becados, quienes son invi-tados al Cajón del Maipo por el Secretario de la Fun-dación, don Jorge Matetic Riestra.

El Taller de ingreso a la Fun-dación Juan Pablo II.

La Sra.Isabel Gana de Guilis-tati y su hijo Pablo Guilisasti entregan el premio Eduardo Guilisasti Tagle al becado Mauricio Raby H. en la Cere-monia Anual de la Fundación del año 2006

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Presentación de los nuevos becados al Consejo Directivo

Los becados que ingresan a la Fundación Juan Pablo II se presentan a los miembros del Consejo Directi-vo de la Fundación en un recepción, donde además de compartir con los nuevos becados, los Consejeros les dan la bienvenida a formar parte de la Fundación Juan Pablo II.

Taller de Ingreso a la Fundación Juan Pablo II

El día en que los alumnos son notificados de la obten-ción de la beca Juan Pablo II, se les realiza un taller que busca que se conozcan entre ellos y a la Funda-ción tanto en lo institucional como en sus objetivos, condiciones y actividades.

Taller de Inserción Mundo Laboral

A los becados que egresan se les realiza, anualmente, un taller que los prepara para su ingreso al mundo laboral. En él se analiza el mercado del trabajo, se les enseña a hacer currículums, se les prepara para en-trevistas y, en síntesis, se analizan todos los factores que pueden incidir en su búsqueda de trabajo. Este taller es impartido por los ex becados Cristián Cox M., Esteban Manríquez S. y Edgardo Moraga C.

Los Consejeros dan la bien-venida a los becados que ingresan a la Fundación.

El Paseo de fin de año de la Fundación Juan Pablo II.

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«El gran aporte de la Fundación está en entregar a la sociedad profe-sionales redondeados desde todo punto de vista; hombres y mujeres ín-tegros, destacados desde el punto de vista valórico, laboral y de su vida familiar».

Jorge Matetic RiestraTrabajar con becados de la Fundación Juan Pablo II

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Hoy en día las empresas son, más que nada, equi-pos. Para estos equipos, uno como empleador quiere gente entusiasta, emprendedora y con espíritu de li-derazgo. Quiere gente que sea motivadora de grupos, eficiente y trabajadora. En fin, uno busca profesiona-les más «tiradores de carreta».

Cuando, hace veinte años, comenzamos a idear la Fundación, justamente nos planteamos eso como uno de sus objetivos: formar profesionales que mar-caran una diferencia en el ambiente social donde se iban a desempeñar.

Todos los aspectos que mencioné anteriormente, junto con sólidos valores éticos y morales, son carac-terísticas que priman en los buenos trabajadores y que, me atrevo a decir con total seguridad, son parte del sello de los profesionales que egresan de la Fun-dación Juan Pablo II. Como siempre digo, de la Fun-dación sacamos «puro filete».

El lema de la Fundación es «formar profesionales íntegros que sirvan a la sociedad» y creo que éste se ha cumplido de forma cabal en los becados con que me ha tocado trabajar.

He trabajado con cuatro ex becados: Víctor Ore-llana y Rodrigo Ferrer, arquitectos, Eric San Martín, que es ingeniero civil industrial y con la ex becada de enfermería Roxana Arias. Todos ellos son excelentes aportes a las empresas donde trabajan.

A mí me tocó tener más contacto con los arquitec-tos, Víctor y Rodrigo.

Profesionalmente son excelentes. Generalmente a los arquitectos cuesta aterrizarlos, pero estos son muy

centrados, tienen tino. Son muy creativos, responsa-bles y tiene gran tienen vocación de servicio, incluso la mayor meta de Víctor es ser alcalde, para él su ma-yor realización está en sentirse responsable por una comunidad, lo que habla de cómo es él como persona y sus deseos de estar al servicio de los demás.

Creo que el gran aporte de la Fundación está en en-tregar a la sociedad profesionales redondeados des-de todo punto de vista; hombres y mujeres íntegros, destacados desde el punto de vista valórico, laboral y de su vida familiar.

Estoy muy contento con los resultados que ha te-nido la Fundación en estos veinte años y, sobreto-do, con la calidad de los profesionales que egresan de ella. Espero tener la oportunidad de trabajar con otros becados.

La Fundación es casi la extensión de una familia, sus egresados son muchachos en los que uno puede confiar y con quienes uno se siente identificado con su forma de hacer las cosas, sus valores e inquietudes. Son gente de muy buen trato, buenos sentimientos, capaces, responsables y éticos.

En fin, repito, por mi experiencia, que los beca-dos de la Fundación Juan Pablo II son un verdadero aporte a los lugares donde trabajan. A través de ellos, pude constatar que la Fundación Juan Pablo II está cumpliendo su compromiso con la sociedad: formar profesionales íntegros que la sirvan

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En el año 1989 postulé a medicina en la Universidad Católica. Lo hice a pesar de que tenía otros herma-nos en la universidad y para mis papás iba a ser un problema que quedara sin tener ningún beneficio, porque ya se les estaba haciendo muy difícil la situa-ción económica. Adicionalmente, venía de provincia así que, para peor, además del arancel, estaba el pro-blema del alojamiento.

Postulé a créditos y, a los pocos días de haber lle-gado a Santiago, me contactaron de la Fundación. ¡No pudo haber llegado en mejor momento! Era mi primera vez en la capital, se me estaba haciendo todo muy difícil y pese a que mis papas siempre nos apo-yaron en todo, yo sabía que había muchas limitacio-nes por el lado económico. Así que, la Fundación le solucionó los problemas tanto a mí como a mi fa-milia.

Estuve todos los años de carrera con la beca, has-ta 1996. De ahí, hice la especialidad de ginecología y obstetricia. Después trabajé como médico en el Hospital Padre Hurtado donde, además, estuve a car-go de los internos de la Católica y hacía turnos de emergencia. Entre los años 2001 y 2003 estuve en España, en el Centro Valenciano de Infertilidad, para especializarme en esa materia y también en Francia, haciendo cirugía endoscópica. Volví al hospital Pa-dre Hurtado, ahora a cargo del manejo general de infertilidad y cirugía endoscópica, y en lo privado, a trabajar como ginecólogo en Integramédica. Estos son, hoy, mis lugares de trabajo.

Sin la Fundación no sé si hubiera terminado siendo profesional. Esa es la verdad y creo que, por historia

familiar, es lo que le pasa a la mayoría de sus beca-dos. Todos teníamos buenas notas, entramos a la Ca-tólica, éramos los mejores de nuestros cursos, nos fue bien en la PAA, pero teníamos un factor que nos ha-cia dudar en entrar a la universidad: el económico.

La Fundación es claramente mucho más que un importante apoyo económico, es una ayuda global que entrega un marco valórico y social que no dan las otras becas que conozco. La Fundación te hace aprender cuales son tus virtudes y cómo usarlas en pro de los demás.

También la Fundación actúa como soporte. Puedes conseguir tus logros sabiendo que hay alguien que te apoya y que, sobretodo a los que somos de regio-nes, reemplaza a tu familia, sin serlo. Uno sabe que no esta solo, uno sabe que hay un lugar tuyo en la Universidad.

Después uno piensa, «... y toda esa inmensa ayuda es de forma desinteresada. Esas personas que antes no conocías y sin ninguna obligación, se están pre-ocupando por ti, en el día a día».

Me quedó para siempre, de la Fundación, ayudar a los demás. Yo siempre pienso, ¿Por qué me ayuda-ron tan desinteresadamente y con tanto? ¿Por qué se preocuparon por mí en el día a día, sin ninguna obligación? Hoy mi sueño, en torno a la Fundación, es ayudar mucho más a gente que vivió lo mismo que yo, que entraron asustados, con problemas y sacarlos adelante, como lo hicieron conmigo.

Es difícil expresar la gratitud que siento por la Fun-dación. Más cuando pienso que sin ella no estaría trabajando. No al menos en lo que yo quería.

«Sin la Fundación no sé si hubiera terminado siendo profesional.»

Testimonios de Ex Becados de la Fundación Juan Pablo II

Carlos Troncoso ReyesMédico Ginecólogo

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Formé parte del grupo de 38 becados del año 1988, de la primera generación de la Fundación.

Actualmente, participo profesional y académica-mente en diversos cargos dentro y fuera de la Uni-versidad Católica. Asumí como Director de la Escuela de Psicología de la PUC. Junto a Jorge Manzi, profe-sor de esta unidad académica, creamos MIDE UC, el Centro de Medición de la universidad que desarrolla proyectos de medición a escala nacional en el campo educacional y en otras áreas estratégicas como el ám-bito social y organizacional. También participo como miembro permanente de la comisión internacional de la OEA, cuyo propósito se centra en el desarro-llo y formación de valores para la democracia en las Américas. Finalmente, el Rector de la Universidad, Don Pedro Pablo Rosso, me invitó a formar parte del Consejo de Canal 13.

Mi desarrollo profesional siempre estuvo ligado a la Universidad. Fui ayudante de cursos y de in-vestigación. Luego profesor, Secretario Académico, Subdirector de Investigación y Postgrado y Jefe del programa de Doctorado. Obtuve el grado Doctor en Psicología en la Universidad de Kent, Inglaterra, el 2000. Ese año regresé a la UC para desarrollar plena-mente mi agenda académica.

Estoy felizmente casado con Andrea hace 15 años, tenemos dos hijos. Antonia, la mayor de 7 y Vicente el menor de 2 años y medio. Estamos muy orgullo-sos de nuestros hijos, son una maravilla. Por cierto, reafirman el valor que tenemos de la familia como pilar fundamental de la sociedad.

Cuando me gané la beca Juan Pablo II, cursaba 2º año de psicología. En esa época vivíamos una situa-ción socioeconómica muy precaria en mi familia. Sin duda fueron momentos muy duros, pero debo re-conocer, extremadamente formadores de la templan-za y tolerancia a la frustración. De esta experiencia aprendimos junto a mis hermanos el concepto de la autonomía, el esfuerzo y sobre todo a confiar en Dios.

Más allá de todo el valioso apoyo financiero que brinda la Fundación, pienso que ella crea identi-dad, nos hace parte de un trabajo silencioso, pero de tremenda envergadura y de gran impacto social. La Fundación ha sido muy exitosa en construir esa identidad, en hacer que los becados estén orgullosos de pertenecer a ella.

Pienso que el pilar fundamental de la Fundación está en la manera como forma al becado. Se desarro-lla y valora a la persona en todas sus dimensiones, las espirituales, las académicas y sociales. Se ha lo-grado instalar un sistema muy atractivo de atención personalizada de los becados que construye vínculos significativos que duran toda la vida, al menos esa ha sido mi experiencia después de estos 20 años des-de que ingresé a la Fundación. La Fundación provee mucho más que una beca, nos da sentido de iden-tidad y pertenencia que marcó nuestras vidas para siempre.

«La Fundación crea identidad, nos hace parte de un trabajo silencioso, pero de tremenda envergadura y un gran impacto social».

Roberto González GutiérrezPsicólogo, Ph.D en Psicología Social

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Ingresé a la Fundación en 1989, cuando estaba en el segundo semestre de Derecho y egresé en 1994. Du-rante todo este período fui becada, gracias a lo cual pude estudiar, ya que era la única posibilidad que te-nía de financiar mi carrera.

Mi primer semestre de carrera fue muy fuerte. Ade-más del cambio que implica entrar a la universidad, fue una época de incertidumbre porque no sabía si me iba a poder mantener en ella. Yo vivía con mis abuelos y mi mamá, la situación en la casa era bas-tante complicada porque los remedios para mis abue-los y gastos médicos impedían que la carrera pudiese ser solventada entre todos.

Cuando egresé, partí de inmediato trabajando en la Municipalidad de Providencia. Al titularme, ya como abogado, entré a la Contraloría General de la República, donde llevo más de diez años trabajando y ascendiendo rápidamente. Luego hice un magíster en Derecho Público con mención en Derecho Cons-titucional en la Universidad Católica y un postítulo, en la misma materia, en Salamanca. Publiqué mi te-sis del Magíster, escribo en revistas de Derecho y ten-go un libro llamado «Probidad Administrativa» que ya va en su segunda edición.

La Fundación me entregó muchas cosas. Cuando entré ésta estaba recién partiendo, el mundo de beca-dos era reducido, por lo que nos conocíamos mucho y había gran confianza entre todos. Es un ambiente muy rico, hacíamos diversas tareas, estábamos siem-pre inquietos y hacíamos muchas labores de ayuda social.

Uno de los recuerdos que me quedó de mi época de becada fue cuando nos reunimos con los consejeros de la Fundación. Era una reunión pequeña y ahí nos dimos cuenta de que, aparte de brindar la ayuda eco-nómica, ellos están preocupados de ti como persona, valoran tu esfuerzo y se interesan por lo que está pa-sando en la Fundación.

El servicio que brinda la Fundación va más allá de proveer profesionales. Si bien la universidad preten-de darte una formación más integral, con una serie de cursos de otras áreas y alternativas de hacer cosas distintas dentro de la misma universidad, creo que la Fundación te da la oportunidad de aumentar esta op-ción. Te da la posibilidad de estar con gente de otras carreras que vive los mismo que tú o que está peor pero que tira para arriba igual. Te permite tener un contacto grato con esa gente y hacer cosas positivas. Tu formación integral va más allá de la universidad, gracias al grupo que se forma dentro de la Funda-ción.

La Fundación ha crecido mucho, lo que conlleva un gran desafío, ya que mantener un grupo grande de personas muchas veces hace que se pierda el con-tacto humano entre la institución y los becados. Sin embargo, creo que la Fundación ha sabido mantener esta relación, ya que, pese al crecimiento, hay una preocupación permanente. Esto hace que la Funda-ción sea de y para personas.

«El servicio que brinda la Fundación va más allá de proveer profesionales.»

Testimonios de Ex Becados de la Fundación Juan Pablo II

Nancy Barra GallardoAbogado, Magíster en Derecho Público

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Fui becado de la Fundación entre los años 1989 y 1994, durante todo el tiempo en que estudié Inge-niería Civil.

Siempre he trabajado en consultoras. Al principio trabajé cuatro años en una, después en el 2000 me cambié a otra y en el 2004 armé mi propia empresa de consultoría: «Steering». Partimos dos personas y hoy somos siete. Nos dedicamos a lo relativo a ad-ministración y gestión de proyectos, enseñar que se adopten procesos, se definan modelos de negocios y estrategias de relación con clientes.

Cuando entré a la Fundación no había período de postulación, se hacía un cruce entre las notas y la si-tuación económica de quienes postulaban a créditos para elegir a los postulantes.

Cuando quedé fue un alivio grande. Al principio, como me habían dado crédito, lo tomé más que por lo económico como un reconocimiento a que te esta-ba yendo bien en tu carrera, por lo que la beca fun-cionaba como un incentivo a ponerle más empeño a los estudios. Además, yo venía de provincia y estaba lejos de mi familia, por lo que también fue una for-ma de ayudar a mi adaptación a Santiago.

Mi impresión de la Fundación ha cambiado mucho en el tiempo. Después de verla como una institución asistencialista cuando entré, se transformó en una institución mucho más fundadora.

Con la cultura exitista imperante, se necesita gente con los pies más puestos en la tierra y con valores fir-mes que, al menos con su ejemplo y acción, valoren lo que realmente importa. Eso es lo que encuentro en la Fundación.

Hoy, mi experiencia me dice que hay cosas que se hacen muy difíciles, aún saliendo de la Católica y siendo buen alumno, se necesita gente honesta, efi-ciente, solidaria, transparente y trabajadora. La Fun-dación refuerza eso.

La Fundación potencia los valores que deben venir de la casa. En ella se defienden para contrapesar este modelo exitista. Te ayuda a centrarte en lo funda-mental, te refuerza el que, por ejemplo y como es mi caso, teniendo una empresa, le pagues bien a tus em-pleados, compartas las utilidades, que seas respon-sable al tener gente detrás, a quienes hay que darle un trabajo digno, hacerles carrera, entregarle posi-bilidades de surgir y valorar el aporte que hacen a la empresa. La Fundación te hace estar en un entorno donde todo eso es un valor positivo. De esto, hay un ejemplo en los Fundadores. Ellos están interesados en que ciertos valores sean reforzados, por eso la pre-ocupación por el modelo de integridad que debe te-ner un profesional que fue becado por la Fundación Juan Pablo II.

«La Fundación potencia los valores que deben venir de la casa.»

Edgardo Moraga CampusanoIngeniero Civil Industrial

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Fui becado de la Fundación entre los años 1991 y 1994, cuando me titulé de bioquímico.

El año pasado, establecí mi grupo de investigación y comencé mis labores docentes como profesor en el Departamento de Genética Molecular y Microbiolo-gía de la P. Universidad Católica de Chile. Este año 2007, lidero un nuevo Centro de Estudios Científicos en la Universidad Católica «Núcleo Milenio en Ge-nómica Funcional de Plantas», que recibe cerca de 1 millón de dólares en financiamiento de la Iniciativa Científica Milenio del MIDEPLAN. El objetivo de este centro (1 de 15 en el país), es entender cómo las plantas responden y resisten a variadas condiciones adversas que encuentran en el medio ambiente. Por ejemplo, cambios en la disponibilidad de nutrientes en el suelo, ataques por patógenos, etc. Esto permitirá producir plantas modificadas que presenten caracte-rísticas de interés agronómico. Por ejemplo, plantas que requieran menor cantidad de fertilizantes.

Después de hacer un Magíster en Bioquímica en la Universidad Católica, me doctoré en la «Michigan State University». Posteriormente, realicé estudios de post doctorado en la «New York University» (NYU). Actualmente, trabajo en NYU dirigiendo un proyecto de investigación financiado por la «National Science Foundation», además de mis labores en la Universi-dad Católica.

La Fundación fue clave en mi desarrollo profesio-nal. Apareció en el momento preciso, durante una aguda crisis económica de mi familia. Pero además de ser un aporte económico, fue el alero donde refu-giarme, una mano amiga, la gente de la Fundación, es, para mí, una extensión natural de la familia.

Además, otra cosa que distingue a la Fundación

como institución es el énfasis que pone, no sólo en premiar el rendimiento académico, sino que también en desarrollar íntegramente a los becados promovien-do aspectos sociales y espirituales. No sólo se está edu-cando a personas, que de otra manera les sería difícil acceder a la educación superior, sino que entrega a la sociedad profesionales que conjugan una base moral y valórica con vocación de servicio. La Fundación es un gran aporte, contribuye enormemente al mejor apro-vechamiento del capital intelectual de nuestro país.

Esta beca no sólo ofrece una oportunidad, sino que tiene un potencial único: por el énfasis de la beca en el desarrollo social y espiritual de los becados se permite crear vínculos de amistad muy fuertes. Esto, unido a las características académicas de los becados hace que uno conozca excelentes profesionales de las más diversas áreas, lo que es un capital digno de atención. Más cuando éstos están marcados por el sello de la Fundación Juan Pablo II: la solidaridad.

Solidaridad es lo que aprendí durante mis años como becado y eso es lo que recibí de la Fundación en distintos aspectos de mi vida. Por eso, la solidari-dad es algo que trato de impartir, siempre, a aquellos que me rodean.

Por último, creo firmemente que la educación es un elemento fundamental si se quiere acceder al de-sarrollo de un país. Creo además, que ayudar a quie-nes demuestran su alto rendimiento y se esfuerzan por ser profesionales de calidad, cuando las condi-ciones económicas lo requieren, es una tarea loable. Por eso, no puedo dejar pasar esta oportunidad para expresar el enorme agradecimiento que siento hacia a los Fundadores y todos los que hacen posible que la Fundación Juan Pablo II exista.

«La Fundación es un gran aporte, contribuye enorme-mente al mejor aprovechamiento del capital intelec-tual de nuestro país.»

Testimonios de Ex Becados de la Fundación Juan Pablo II

Rodrigo Gutiérrez IlabacaBioquímico, Ph.D en Bioquímica y Biología Molecular

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Inicié mis estudios en la Universidad Católica de Te-muco. En 1993 me vine a Santiago para continuarlos y entré a la Fundación un año después, al tercer año de carrera, hasta que me titulé en 1995.

Soy pintor y escenógrafo. Vivo en Bologna y hoy mi trabajo se centra en la pintura, en el circuito Mi-lán-Roma. En el año 2005 gané el premio «Senatto della Repubblica Italiana» y empecé a participar en numerosos certámenes internacionales, como el «Arte Fiera de Bologna» y el «Arte 2006», de Milán, donde fui finalista.

La primera vez que partí a Europa fue recién ti-tulado, invitado a Francia por la Sorbonne de París, cuando gané el primer premio de la V Bienal de Arte de la Católica. De vuelta a Chile, trabajé un año como profesor en la Universidad Católica de Temuco, me casé y nació mi hijo Vicente. En 1999 volví a Eu-ropa, esta vez a Italia como parte de un espectáculo multimedial y, posteriormente, me radiqué allá, en el 2001, para estudiar Escenografía Lírica en la Escue-la de Realización Escénica de la Accademia di Belle Arti di Bologna. Me especialicé en pintura de escena para ópera y trabajé, en el 2004, como asistente de Rinaldo Rinaldi, uno de los principales pintores-es-cenógrafos y director del «Rossini Opera Festival», el certamen operístico número uno de Italia. Dentro de la escenografía mi logro más importante fue realizar las escenas para «La Bohéme» de Puccini, en el 2003, para el teatro Alessandro Bonci di Cesena.

Cuando llegué a Italia fue como cuando, de Temu-co, me vine a Santiago. Empezar de cero, sin amigos, en un mundo distinto, y con un agravante que lo

hacía mucho más difícil esta vez: no estaba la Funda-ción Juan Pablo II.

Para mí, tener la ayuda de la Fundación me hizo sentir más seguro. Partió como algo económico, pero se transformó en algo personal. Ayudó a que me abriera en esta ciudad impersonal. Era como mi familia, mi espacio de confianza. De hecho, en todos estos años, siempre que vengo a Chile, lo primero que hago es visitar la Fundación. Ahora que vivo en Italia, es como mi casa en Santiago.

En la Fundación es en la única parte donde he vi-vido, en concreto, la solidaridad. Nunca he visto que las cosas se hagan por conveniencia, todo se hace en verdad bien, con un sentido humanista y solidario. Eso me ha quedado. Hoy no le niego la mano a nadie, porque a mí no me la negaron.

Cuando volví de Francia trabajé en la cárcel y en un centro de reclusión de menores de Temuco. Ahí me acordaba mucho de la Fundación. Fue un aposto-lado, ayudar a los que están mal. Es uno de los traba-jos más enriquecedores que he tenido. Pude retornar a la sociedad algo que a mí me dieron de forma des-interesada. Tarde o temprano la Fundación te pasa la cuenta, y a mi me la pasó después de haber salido, con los presos, ayudando, sirviendo a la sociedad.

«Tarde o temprano la Fundación te pasa la cuenta.»

Cristián Zurita GajardoLicenciado en Arte, con mención en pintura

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