CAPITULO 6
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25 25 “La sangre está
En
Mis venas”
25
Por:
Chavo Guetta
Segunda Edición
Todos los derechos reservados. Bajo las sanciones establecidas
en las leyes, queda rigurosamente prohibida, sin autorización
escrita de los titulares del Copyright la reproducción total o
parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento,
comprendidos la reprografía y el tratamiento informativo así
como la distribución de ejemplares mediante alquiler o
préstamos públicos.
Chavo Ghetta
AGRADECIMIENTO
Primeramente, agradezco a Dios Todopoderoso
por darme la capacidad y la sabiduría para hacer este pro-
yecto una realidad y cumplir uno de mis sueños. Gracias
por hacerme entender lo maravillosa que es la vida.
Agradezco a mi esposa, Lourdes Quintana Cruz,
por cada día luchar como una buena guerrera. Por poner
su mirada y capacidad en este proyecto. Gracias por decir
presente cuando te necesito.
Agradezco también a los que no creyeron en mí.
Que, con sus miradas y comentarios, pensaban que esto
era tan solo una imaginación imposible de alcanzar. Así
que, gracias por sus acciones porque me ayudaron a abrir
una puerta oculta en mi vida con un camino lleno de
bendiciones y cosas maravillosas.
Gracias…
CAP 6
−Esta noche necesito que hables con todos los
Cobras sin dejar a uno. Que los espero en la mansión de
Los Fronteras a las diez en punto y el que no esté allí, se
muere. Tú y estos hombres se van conmigo alante,
¿estamos? −le Dijo a Gordo.
−Estamos. ¿Y a ahora, para dónde vamos?
−Dale para la casa.
En el camino, llama a Buzo para encargarle mil quini-
entos kilos, pero Buzo le notifica que quiere hablar con él
frente a frente.
−Dale para donde Buzo primero.
Llegando a la mansión, uno de los trabajadores le dice a
Manny:
−Solo puedes entrar tú nada más.
Entrando a la mansión, lo dirigen frente a Buzo.
−Si no es así, no vienes a verme.
−No seas hablador porque cuando yo salí, rapidito
caí aquí.
−No, mentira, siéntate. Mira Manny, los mil quini-
entos kilos están y hay de más, pero lo que viene pasando
es que yo tengo un trato con Golota y tú sabes que yo soy
un hombre de palabra.
−¿Qué tú quieres decir con eso, que no me los vas
a vender?
−No, sí te los voy a vender, pero los próximos se
los tienes que comprar a Golota.
−Tú sabes que ese cabrón no sirve, y si no te los
compro a ti personalmente, desde hoy se cierran los
negocios contigo.
−No seas bruto, llévate esos mil quinientos y te
voy a fiar mil quinientos más en lo que esta noche hablo
con Golota.
−Te voy a explicar algo sencillo. Entiende una
cosa, yo no soy aquel muchacho que una vez vino a
pedirte ayuda y me puse bajo tus órdenes. Ya son muchos
los que tengo enterrados. Al que se meta de frente, se va
apuntando para mi lista. Así que lo que yo tenga con
Golota, es con él y no contigo. ¿Esto quedó claro?
Buzo lo interrumpe:
−Entiendo Manny, pero tú también tienes que
entenderme a mí. Cuando tú caíste preso, Golota consi-
guió unos nuevos contactos que me compran mucho más
de lo que tú me puedes comprar. Además de eso, tú sabes
que esto es negocio y no me puedo casar con nadie.
Ahora, ¿qué vas a hacer? ¿Te los llevas o los dejas?
−Te los voy a comprar, los tres mil kilos. Pero, ya
sabes que mi palabra se mantiene firme.
−Que no se hable más del tema. −y saludándolo,
Buzo llama a uno de sus trabajadores y le da la orden
para que despache la mercancía a Manny.
Al montarse en la guagua, Gordo le comenta que la
mujer de la mansión lo está esperando allí y que no puede
pasar de hoy porque tiene otros que están bien intere-
sados en la mansión.
Manny, al ver la mansión, quedó maravillado, ha-
bló con la mujer y le dijo que se quedaría con ella pero
que había un problema. El problema era que el doctor se
encontraba preso. La mujer le dice que eso no es ningún
problema, que firmara el contrato mientras tanto y se
buscara un abogado para hacer un afidávit. Manny le dice
que iba a hacer un trato con ella, que le iba a dar la
primera parte del dinero mientras se resolvía lo de los
documentos.
−Pues como tú quieras. Desde hoy puedes empezar
a mudarte… −dijo la mujer.
La noche calló y Manny se encuentra en la man-
sión de Los Fronteras bebiendo y comiendo en la gran
celebración que hicieron Los Fronteras. Alonso Frontera,
desde lejos, se queda observando a Manny con la inten-
ción de esa noche sacarlo de carrera, pero al ver su
hermano, Pepe Frontera, lo nebuloso que estaba su
hermano, se le acerca y le advierte:
−Este no es el momento. Así que no cometas un
error y ni siquiera intentes dañar lo que planeamos.
Uno de los del grupo de Manny, se da cuenta y
cautelosamente le advierte. Manny se imaginaba que eso
podía ocurrir en cualquier momento…
La hora había llegado de anunciar el pacto que
habían hecho. Pepe Frontera le pide a cada guerrero de
ambos grupos que presten atención diciendo:
−Sobre todas las cosas, quiero darle las gracias a
Dios por dejarnos vivir esta oportunidad tan apreciada
que ambos líderes deseamos paz. Así que esta reunión es
para informarle que Los Fronteras no atacaremos más a
los Cobras. Que el líder de los Cobras, llamado Manny, y
yo, tenemos una palabra que cumplir. Espero que a cada
uno de los que se encuentran esta noche, le quede bien
claro. Así que desde hoy, no habrá más guerra entre
nosotros. Manny, escuchando las palabras que decía Pepe
Frontera, decide hacer también una declaración diciendo:
−Como pueden escuchar las palabras de este caba-
llero, son más claras que el agua que ustedes mismos se
beben con su boca. La cual viene siendo, más tarde, su
peor enemigo. Así que no se hable más del tema, pero sí
les puedo asegurar que nosotros nacimos para conquistar
al mundo entero. Que nacimos para darle muerte a los
puercos que no saben caminar derecho en este negocio, y
fuimos creados para la historia. Con esto me marcho. Si
piensan que las guerras en las calles se van a acabar, se
equivocan. Unos caerán y se irán al infierno o al cielo.
Me importa un carajo para donde vayan. Cada hombre
que se encuentra aquí tiene a su familia y si quieren ver a
sus hijos crecer, tendrán que entender esto. Esta vez ire-
mos juntos contra los de Orta y los de Belinda y Golota.
Pausó, luego gritando continuó:
−Y, ¡cualquiera que se meta, sentirá la furia de no-
sotros!
Al salir de la mansión de Los Fronteras, se comu-
nica por radio con su gente preguntándoles que si todo
está en baja. El sujeto le deja saber que hay tres guaguas
nebulosas, pero que no logra distinguir a los sujetos. Les
da una orden de que los detengan hasta que él llegue.
−¿No será la gente de Los Fronteras? −preguntó
Gordo.
−No creo, ese hombre se vio muy decidido con su
plan. Pero de que me va a traicionar, eso dalo por hecho.
−Oye, el que tenía un nebuleo era Alonso Frontera.
−Sí, me di cuenta, pero me puse a pensar si esta
gente intenta algo, nos vamos a matar todos juntos.
Manny recibe otro código y el hombre le reafirma:
−Te tengo una sorpresa. Todo está bajo control.
Te esperamos aquí.
Después de varios minutos, llegan al lugar y
bajándose de la guagua, saca su arma y les pregunta:
−¿Con quién fue que hablé?
−Conmigo.
−¿Qué hace esta gente tirados en el piso?
−¿Quieres saber por qué están en el piso? Porque
ahí es donde pertenecen. −concluyó riéndose.
−¿Ah, sí? ¿Para quién trabajan?
−Nada más y nada menos que para Belinda y
Golota, tus queridísimos socios.
−Buen trabajo, pero ahora quiero que te vayas con
tu gente.
Retirándose la primera escolta se queda con la gente de
Belinda y Golota. Aplaudiendo, Manny les replica a los
de Belinda:
−¡Mira qué maravilloso es Dios! Ahora mismo
acabo de salir de una reunión y ustedes son los primeros
puercos que tengo de frente. Voy a hacer algo con
ustedes, ya que estoy de buen humor. Vamos a jugar el
juego del sobreviviente. −le dice a Gordo:
−Dame esa metra. Ahora bien, les pregunto,
¿saben jugar este juego?
La gente de Belinda le responden que no.
−Ya empezamos mal. Que malos jefes ustedes
tienen. Me explico, esto es fácil. Ustedes mueren. Dicien-
do estas palabras, Manny y su gente los acribillan. Cuan-
do ya se le acaban las balas, se ríe y les dice:
−Y yo soy el sobreviviente.
Moviéndose del lugar de la masacre, se dirige a la
casa de su abogado. Al ver a Manny, se sorprende y le
pregunta:
−¿Qué tú haces por acá?
−¿Qué tiene de malo visitar a un viejo amigo?
Mira, no te voy a quitar mucho tiempo. Acabo de com
prar una mansión y necesito un pequeño favor.
−Manny, ahora mismo las cosas para mí están muy
malas. Desde que el gobierno cambió y cogí tu caso, las
cosas no me están saliendo muy bien que digamos. Por si
no lo sabías, este año voy a correr para la candidatura de
gobernador y no me puedo envolver con ninguno de
ustedes.
−¡Wow, muy buenas noticias! Pero, no me vengas
con esas baboserías de mierda.
−No son ningunas baboserías. Así que dime, a ver
si te puedo ayudar en algo.
−Tú me ayudas y no vas a tener que gastar de tu
dinero para las campañas. Esto es fácil, necesito que
vayas a la cárcel y que hagas que el Dr. Santiago firme
unos papeles como que él está de acuerdo que se le
entregue el dinero en una fecha indicada que escojas tú.
Haz ese papel y hazme un afidávit que la mansión es mía.
−Ok, pero con una condición. Que no se te ocurra
hacerle nada a ese doctor.
−Está bien, a ese cabrón no le va pasar nada. Con
eso no va a haber problema. Ahora, me voy para no
quitarte más tiempo.
Con una sonrisa en su cara, le añade:
−Sabes, me conviene que ganes las elecciones.
Así que te deseo mucha suerte.
−Ni siquiera lo pienses.
Manny, riéndose, se retira.
Al llegar a su mansión, recibe una llamada de
Bellón. Este le notifica que el trabajo está hecho.
−Muy bien. Ahora, ¿con quién quieres que te envíe
el dinero?
−Entrégaselo a mi hermana, Brenda, que ella sabe
qué hacer con él.
−Tengo otro trabajo. ¿Por ahí está el Dr. Santiago?
−No, todavía no lo han subido. A lo mejor lo enví-
en a la neutral.
−Necesito que lo mates.
−Cuenta con eso.
−Para el próximo paquete, te envío lo de siempre y
lo otro es un regalo de mi parte.
−Ok, pero te dejo Manny que ahí viene el guardia.
Después de las buenas noticias que le dio Bellón,
decide estrenar la mansión. Decide hacer una fiesta de
inauguración con los Cobras. Manny decide pasar lista
para conocer a cada uno de su ganga. Se da cuenta que
falta un Cobra, el cual no está registrado en la lista.
Acercándose a él, le pregunta:
−¿Por qué tu nombre no está aquí?
−No sé por qué. Si yo llevo tiempo con ustedes.
−¿Tú sabes por qué tu nombre no está registrado
aquí?
−No tengo idea de qué me estás hablando.
−¿Ah no? Pues, para que se te refresque la memo-
ria, yo a ti te envié una orden y tú no la cumpliste. Mira a
ver si ahora te acuerdas.
−Lo siento, Manny, pero ese día no pude asistir a
esa reunión tan importante. Tenía al hijo mío muy enfer-
mo.
Manny les dice a todos los Cobras que salgan al patio.
Le dice al hombre que él también salga. Se dirige a su
cuarto y saca una escopeta recortada ya que no quiere
ensuciar la que carga. Sale al patio y llama al hombre y le
dice:
−Ponte de rodillas.
Rápidamente le dice a su gente:
−Quiero que presten atención a mis palabras por-
que esto va para cada uno de ustedes.
El hombre, suplicándole por su vida, interrumpe a Ma-
nny. Y Manny, con un tono muy alterado, les dice:
−Ustedes ven qué clase de guerrero tengo. Basura
como éste son los que nos hunden.
Volteando la escopeta, lo manda a que se pare y le hace
un disparo en una de las piernas. El hombre, cayendo al
piso, se revuelca como un loco. Manny comienza a reírse
y le patea la cara, haciéndole otro disparo en la cabeza.
Después de lo ocurrido, Manny se queda mirando
los sesos del hombre. Viendo cómo la sangre corre, se
recuerda cuando encontró a su padre todo ensangrentado.
Le dice al hombre muerto:
−Hoy, no fue tu día, hoy fue el mío. Pero, puede
ser que en varios años nos encontremos de frente y seas
tú el que me mate en otra vida. −concluyó riéndose.
Llamando a Gordo, le dice:
−Llévatelo y tíralo al frente de su casa para que la
familia no se asuste y piensen que lo secuestraron y lla-
men a la policía.
Gordo le sugiere:
−Mejor vamos a enterrarlo.
Saca su 45 y se la pone a Gordo en la frente y le grita:
−¡Haz lo que yo te diga ahora o tú serás el próximo
que se va!
−Está bien, tranquilo. Baja esa pistola, me lo llevo
ahora…
Al otro día se encuentra en Puerto Rico con Goico,
haciendo unos negocios. Recibe una llamada de Bellón.
Manny contesta diciéndole:
−¿Ya está eso Bellón?
−De eso mismo es que te quiero hablar.
−¿Qué pasó? No me digas que lo enviaron a otra
cárcel.
−No precisamente a él, pero a mí sí. Creo que no te
voy a poder hacer el trabajo. Lo lamento mucho.
−Y, ¿por qué te van a trasladar para otra cárcel?
−Esto es debido a la muerte de Chapa y su gente.
Aunque no hay prueba, somos los primeros sospechosos.
−¿Quién se va a quedar corriendo el módulo?
−Por ahora, no sé porque a todos los están movi-
endo y los que quedan, no tienen mucho futuro de sobre-
llevar esta responsabilidad.
−El hermano de Goico, ¿tú puedes pedir que lo
trasladen?
−De ese asunto no te doy muchas esperanzas.
−¿Por qué?
−Ese hombre lo tienen en el calabozo desde que se
formó el motín por la muerte de Junito.
−¿Tú tienes mucho dinero ahí?
−Tengo todo el cuadre y parte de mis ganancias.
−Muy bien. Mira, lo que vas a hacer es coger y
hablar con el guardia que te pasa la droga. Le vas a
entregar todo el dinero que tengas y le dices que el jefe
tuyo se lo va a multiplicar. Le dices que lo único que
tiene que hacer es trasladar al hermano de Goico.
−Está hablado.
−Ok, cuídate.
Dos semanas después logra lo que quiere. Al
trasladar al hermano de Goico, fue una preocupación
menos, ya que el guardia decidió aceptar la oferta de
Bellón. Trasladaron al Dr. Santiago al módulo 15 y se lo
entregaron en bandeja de oro al hermano de Goico.
Santiago va rumbo a las garras de la muerte. Un policía
lo llevaba esposado mientras Santiago gozaba cantando
una canción de amor que le había dedicado a su esposa
en su aniversario. El guardia, llegando a la celda del
hermano de Goico le dice, molesto:
−No te preocupes cabrón, que ahora vas a cantar
hasta por el culo.
Santiago ignora la policía. La celda se abrió y
Santiago entró. Inmediatamente se volteó al cerrar los
barrotes. Llevó sus manos a los barrotes y las sacó por
un pequeño hueco. El oficial le quitó las esposas. Des-
pués del guardia haberse marchado, Santiago se presentó:
−¿Qué tal? Linda celda. Soy Santiago. Supongo
que ya sabrás de mi.
El hermano de Goico estaba fumando un cigarrillo en la
cama de arriba y le dijo:
−Pues fíjate que no sé un carajo de ti y gracias por
alabar mi celda. ¿Por qué estás aquí?
−Asesinato, pero muy pronto me largo de esta
basura.
−Muy bien pensado. Esa es la actitud que necesi-
tamos nosotros.
Se bajó de la cama, metió su mano debajo de su almoha-
da y sacó una navaja aproximadamente un pie de largo,
muy afilada, la cual se la había enviado el primo de
Gordo con el mismo policía que lo había trasladado.
Santiago estaba sentado en la cama agachado y quitán-
dose los zapatos. Estaba totalmente inconsciente de la
puñalada en el cuello que recibió. Luego recibió ocho
corridas en su abdomen y cinco en su corazón. Veinte
minutos después, pasó el oficial y le dijo:
−Ya mismo envío a alguien de confianza para que
se lo lleve.
−Sí, date prisa porque el olor a sangre me pone
mal…
Después de la muerte del Dr. Santiago, Manny
decide eliminar a la mujer y le quita el dinero que le
había dado.
Una semana después de haber tenido tantos logros,
Manny y sus nuevos colegas reciben una visita inespe-
rada en su nuevo hogar. Uno de los trabajadores, le
informa que afuera de los portones se encontraba Buzo y
su gente. Manny le da la orden de que lo dejen pasar. Al
encontrarse Buzo de frente con Manny, le exclama:
−¡Por lo que veo, el banco se está jartando contigo!
Ya veo que te está yendo muy bien.
Y caminando unos pasos, Manny le pregunta:
−¿Quieres tomar algo?
−No te preocupes que no me voy a quedar mucho
tiempo. Nada más quiero saber cómo adquiriste esta
mansión.
Al escuchar las palabras de Buzo, Manny se echa a reír
hipócritamente.
−Te voy a decir algo. Si estás pensando que yo
tuve que ver algo con la muerte de Santiago, estás
apuntando mal. Así que trata de informarte mejor la
próxima vez y no me vengas con esas mariconadas.
−Santiago era un viejo amigo mío y te lo puedo
asegurar que el que lo hizo, lo va a pagar con su vida.
−Oye Buzo, yo entiendo que el hombre era socio
tuyo, pero ya es tarde para tu reproche. Con el respeto
que siempre te has merecido de mi parte, si lo apreciabas
mucho como dices, ¿por qué lo dejaste solo allá adentro?
¿No será porque eres tú el que quería esta mansión?
−A mí no me hace falta este ranchón porque,
¿sabes algo?, tengo dinero para ir al mismo infierno y
comprarle al mismo diablo sus cuernos. Así que ya de
una vez que estoy aquí, aprovecho para decirte que no te
trates de pasar de listo porque todavía estás joven y
puedes llegar a tener mucho éxito. Y un consejo de un
viejo como yo no va mal. No cruces líneas que no te
pertenecen si quieres llegar a hacer como yo.
Manny, furioso, restrilla la mesa y se le para de frente
diciendo:
−Pues sí te puedo garantizar algo, que al único
hombre que yo admiro ha sido a mi padre y lo de la línea,
no te preocupes por eso porque no voy a ser yo quien
cruce la línea. Ahora te digo yo a ti: no va mal un consejo
de un hombre que creció sin familia. Un hombre que juró
vengar la muerte de su familia y cada día que pasa, el
agua se aclara más. ¡Qué lástima! Ya me tengo que
retirar. Acuérdate de algo muy importante, cuida tus
pasos bien, que no seas tú el que cruce las líneas y en una
de esas líneas tu dinero no te ayude. Y, acuérdate, la
sangre de mi padre está en mis venas.
Después de ese gran momento inesperado, Manny
decide hacer un viaje a Minnesota para poner sus puntos
claros con Franco y los demás, dejándole saber que el
asunto de Bimbo está sumamente delicado, pero de todas
formas, lo acepta. Al Franco escuchar que de la boca de
Manny sale la respuesta esperada, lo felicita y le dice:
−Yo sabía que podía contar contigo. Ahora quiero
que nos digas cuánto sale esa cabeza de cerdo.
−Cinco de los bien grandes. No sé si Goico te dijo
pero quiero que tengan muchos ceros.
Se echa a reír y continúa diciéndole:
−¿Ustedes están consciente de lo que viene?
−Tú solamente preocúpate de hacer tu trabajo bien,
que de lo demás nos encargamos nosotros. Así que no se
hable más del tema y aquí tienes cinco de los bien
grandes como te gustan. La otra parte te la entrego
cuando el trabajo esté hecho. −dijo el hombre el cual
Manny no conocía.
−Muy bien, está hablado. Ahora si me disculpan,
me voy retirando.
Parándose de la mesa, J23 le pregunta:
−¿Por qué tanta prisa, Manny? Relájate que te
quiero enseñar un material que me llegó.
−¿Dónde lo tienes?
−Lo tengo muy cerca de aquí. Sígueme.
Al salir afuera de la mansión, se encuentran de frente con
Génesis. Manny se le queda mirando, se sonríe con ella
y ella le devuelve la sonrisa. Manny le dice:
−Todavía estoy esperando conocernos mejor.
−Por mi parte no hay ningún inconveniente. Tú
eres el que se ha olvidado de mí.
−No digas eso. ¿Cómo me voy a olvidar de un
ángel caído del cielo?
En esos momentos recibe una llamada y se ve obligado a
contestarla. Le dice a Génesis:
−Con el permiso que tengo que contestar esta
llamada.
Génesis, desilusionada se retira.
−Dime Gordo.
Gordo le informa que Pepe Frontera quiere hablar con él.
−Dile que esta noche lo veo. O si no, tan pronto
llegue a México, me doy la vuelta por allá.
Enganchando, se monta en la limosina de J23. Por el
camino, J23 le dice:
El hombre que te entregó el dinero es el papá de
Génesis. Ese hombre no te suelta de la boca. Dice que
quiere hacer muchos negocios contigo; que tú eres el
camino a la eternidad y como están las cosas, te conviene
a ti y a nosotros.
−A mí me conviene por un lado, como tú dices.
Pero por el otro, tengo demasiados problemas en México.
−¿Por qué no vienes a vivir acá?
−¿Tú eres loco? Si esto por acá está igual o peor.
El chofer, interrumpiendo, le avisa a J23:
−Jefe, llegamos.
En esos momentos, J23 recibe una llamada y se aparta de
Manny. Al terminar la llamada, le dice:
−El Pinto quiere que te lo lleves todo, si te
interesa.
−Y, ¿quién es El Pinto?
−Nada más y nada menos que el papá de Génesis.
¿Ahora entiendes por qué te conviene estar acá?
−En ese caso tengo que pensar bien las cosas.
Además de eso, tengo unos planes en México que no
quiero echar a perder.
−Si esa es tu decisión, especialmente yo te la
respeto.
Abriendo las puertas del almacén, J23 le enseña el
cargamento y Manny se queda asombrado por la cantidad
que hay y le comenta:
−¡Me lo llevo todo!
−Y, ¿por dónde lo enviamos? ¿Por la ruta vieja?
−No, esa está muy caliente. Lo que vamos a hacer
es enviar un cargamento liviano por la ruta de Buzo.
Éste lo envías por la ruta mía.
−Está todo hablado entonces. Espera mi llamada
esta semana.
Después que Manny salió de los Estados Unidos,
se dirigió a Puerto Rico para encontrarse con Goico, el
cual lo recogió en el aeropuerto. En el camino hacia la
mansión de Goico, Manny le pregunta:
−¿Cómo te ha ido acá en Puerto Rico? Tengo
entendido que estás viviendo en la Isla del Encanto.
−Tú mismo lo has dicho, Manny. Quien viene
aquí no da vuelta atrás. Aquí tengo todo lo que necesito,
un buen sol, belleza de las boricuas y tranquilidad. La
única preocupación que tengo es que estoy haciendo
tanto dinero que no sé dónde guardarlo.
−¿Qué pasa con los bancos? Esa gente te pueden
brindar un buen servicio y cómodo.
−Los bancos empiezan bien a lo primero y cuando
tú le das más y más, empiezan a subir los intereses. Yo
no estoy para perder mi dinero.
−Desviándome un poco del tema, Goico, ¿cómo
está corriendo el material nuevo?
−Eso ha sido un palo como dicen los boricuas. Un
pal de cargamentos y seré el dueño de toda esta isla tan
bella.
−Tú mejor que nadie sabes que eso es imposible.
Por ahora no tienes guerra con nadie, pero cuando
empieces a quedarte con los puntos, verás que esa gente
te brincará encima. −dijo Manny riéndose.
−¡Qué va a ser! Si tú sabes que yo soy un guerrero
en esto. Ya que estamos hablando de esto, necesito un
favor tuyo bien grande.
Manny se ríe de nuevo y Goico continúa diciéndole:
−¿De qué te estás riendo si todavía no te he dicho
lo que quiero?
−Tú eres un fregado. ¡Se te olvidó cuando te
necesitaba allá en México!
−No me digas que tú vas a seguir con lo mismo.
Y prende un tabaco mientras le dice:
−Toma, date varias cacha a ver si se te olvida.
−Esto va a ser un punto a mi favor. Con esto yo
pienso mejor y tú lo sabes.
−No Manny, fuera de broma. Necesito que me
envíes un grupo bastante grande de confianza.
−¿Tú eres loco? Me estoy quedando sin gente y tú
me estás pidiendo. No vaciles. Eso mismo vine a pedirte,
gente de confianza que estén dispuestos a dar la vida.
−Cuéntame, ¿la guerra que llevas con Belinda y
Golota, no te está yendo muy bien?
−Aquí hay algo raro. Desde que hice el pacto con
Los Fronteras, he estado perdiendo muchísima gente.
−Me cuentas ahora.
Entrando por los portones de la mansión, Goico encuen-
encuentra a uno de sus hombres sentado y le dice:
−¡Qué bonito! Yo no te pago por estar sentado.
¡Ponte a hacer tu trabajo antes que te meta un balazo en
la cabeza!
El hombre responde:
−Patrón, fue que me senté un momento.
−¿Ah sí? En un momento tu vida puede visitar el
paraíso o el infierno. Tú escoges.
−Patrón, eso no va a volver a suceder.
Goico, molesto, se baja de la guagua con su pistola en la
mano. Al Manny ver a Goico fuera de control, también se
baja, metiéndose entre medio. Le dice:
−Cálmate. El hombre te está diciendo que no va a
volver a suceder. Móntate que yo hablo con él.
Manny, dirigiéndose al hombre, le asesora:
−Tienes suerte que estoy aquí. La próxima, no vas
a tener tanta suerte.
Montándose en la guagua se dirigen a la mansión. En-
trando en ella, Goico le dice:
−Sígueme, que te quiero enseñar el laboratorio.
−No vaciles conmigo.
−Observa.
Pasando la tarjeta secreta, se abren las puertas y Manny
comenta:
−Estás cometiendo un error. ¿Cómo vas a tener un
laboratorio en tu casa? Estás poniendo en riesgo a tu
familia.
−Tranquilízate, esto aquí no está a nombre mío y
mi familia no visitan esta mina. Ahora bien, lo que tengo
detrás de esa pared, me dura de dos a tres semanas. ¿Qué
puedes hacer por mí?
−¿Tienes suficiente dinero?
−Si te dije que estoy haciendo tanto dinero que no
sé dónde guardarlo.
−Si estás haciendo tanto dinero, ¿por qué no te
quitas como lo tenías planeado?
−¿Por qué no te quitas tú?
−Tú sabes que no puedo hacer eso ahora, pero sí te
garantizo que la única persona que puede sacarme, se
llama Génesis.
−¡Escúchalo Dios! Vente, sígueme.
Caminando hacia la parte más alta que tiene la mansión,
toman asiento. Goico le sirve un trago y enciende otro
tabaco de marihuana. Le comenta:
−Tú ya debes saber que esa joven es la hija del
Pinto.
−Yo lo sé, pero a su hija yo le gusto y si él trata de
impedirlo, se muere, así de sencillo.
−A ti parece que la marihuana te está dañando el
cerebro.
Ambos se echan a reír y Manny dice:
−Esa mujer me tiene loco.
−Sí, ya lo veo.
−El problema de esto es que la mujer es cristiana.
−En ese lado, está bien. Tienes un punto a tu favor
que visites el cielo. Pero, ese no es el problema. Cuando
el Pinto se entere, te lo va a advertir una sola vez, que no
te quiere ver con su hija. Si no haces caso, a la próxima te
manda a matar, antes de que tú lo mates a él. Otra cosa,
para llegar a ese hombre, es bien difícil.
−Acuérdate Goico, nada es difícil para Manny.
Ambos se ríen.
−Mejor sígueme contando. ¿Por qué estás perdien-
do tanta gente?
−Yo no sé, pero como te dije horita. Desde que
hice el pacto con Los Fronteras, me están bajando a los
más duros y me estoy sospechando algo. Ese maldito
perro quiere dejarme sin gente para luego aplastarme
como una cucaracha.
−En esa situación, no te puedo dar de mi gente. Lo
único que puedo hacer por nosotros es viajar a varios
sitios como África, Colombia y otros lugares más. Tú me
dices y cuando sea, salimos a reclutar par de sicarios.
−Esa es buena. Tan pronto yo tenga todo listo, te
llamo. Ven acá, me dijiste que de dos a tres semanas se te
acaba el material.
−Así mismito como lo escuchaste.
−Ah pues bien. Estoy esperando una llamada de
un hombre. Tan pronto él me llame, me comunico conti-
go y cuadramos la ruta.
En esos momentos, por los portones, Manny ve que
vienen entrando una fila de carros. Al llegar al frente de
la mansión, Manny saca el arma que le había dado Goico
por la seguridad del.
−Guarda esa pistola, que aquí está todo bajo con-
trol.
Caminan hacia la baranda del balcón y Manny le pregun-
ta:
−¿Quiénes son esas mujeres tan preciosas?
−Mejor vete poniéndote cómodo porque esas bori-
cuas te van a hacer pedazos...