Capitulo Oriental 2 Los Contemporáneos

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    LOS

    ONTEMPOR NEOS

    TI I

    RC DI

    Y

    DESPUES

    ntrodu in

    En la

    literatura

    uruguaya de los ltimos

    cincuenta

    aos

    la perspectiva histrico-cultural

    impone

    con nitidez el

    distingo de dos per odos

    muy claros. El primero se extiende

    desde

    los

    primeros tiempos

    de vigencia de

    la segunda

    constitucin

    hasta

    la restauracin democrtica

    de la

    presidencia de

    Baldomir:

    de

    1918 al

    39 .

    El segundo

    arranca

    del

    comienzo de la se-

    gunda

    guerra m und ia l y

    llega

    hasta

    hoy

    mismo.

    Esta

    biparticin

    asegura

    la

    presencia

    al

    comienzo de cada uno de los perodos de una

    generacin. Las

    dos

    generaciones son muy dis

    tintas: una pacf ica la

    otra

    beligerante segn

    la separacin de Ort ega; una solidaria con las

    generaciones anteriores con los viejos; la

    otra

    polmica y crtica. Matices

    de

    c onf omi sm o y

    rebelda

    habr en las dos y casi podra decir

    se que el rasgo comn de

    estos cincuenta

    aos

    es el unnime fracaso poltico de los intelec-

    tuales:

    el rgimen sustancialmente

    slido

    y

    seguro de s mismo siempre permitir que los

    jvenes

    alborotadores

    trisquen en el

    jardn;

    pero

    les exigi r que se limpien el

    barro

    de los

    zapatos antes de entrar a la casa.

    ONTORNO

    DESTINO

    Localmente de 1918 a 1933 el

    pas

    realiza

    un

    experimento

    institucional

    indito

    en el

    mundo: el

    funcionamiento

    del e je cu ti vo bic-

    falo

    producto

    del

    compromiso entre las fuer

    za s

    colegia listas y anticolegialistas. Esos q ui n

    ce aos

    producen tambin

    un rpido incre

    mento del nivel de

    vida

    apoyado en un apre-

    ciable desarrollo

    econmico

    que el

    Estado

    ve-

    o

    na

    impulsando desde

    principios

    de

    s igl o y en

    la distribucin del

    ingreso nacional

    a

    travs

    del

    presupuesto y de una legislacin laboral

    que en su tiempo se consider avanzada y

    que

    t uv o Por

    objetivo

    To

    creacin de

    un

    mercado

    de

    consumo

    urbano de

    ancha

    base popular.

    Como coronacin de estas transformaciones la

    educacin

    recibe un

    tremendo

    impulso

    que de s-

    de

    entonces no se ha detenido y que lenta-

    mente

    contribuy

    incluso po r sus falencias y

    o mi si on es a m od if ic ar el mapa intelectual del

    Uurguay.

    Los de la dcada

    del

    veinte son aos de

    euforia

    y o pt im ismo :

    Montevideo

    es la

    Atenas

    del

    Plata el Uruguay es la Suiza de Amrica

    ms Europa limpia y pequea que Amrica

    r imer onsejo

    Nacional

    de

    Administracin

    7

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    ancha

    y mugrienta , y

    un a

    de nuestras

    tantas

    poetisas

    ,la Juana Amrica. Pero en

    1929 suceden acontecimientos inquietantes. No

    tanto

    el l une s

    negro

    de WaH Stree t,

    hecho

    cru-

    cial en el capitalismo

    contemporneo

    cuyos

    efectos

    empezaron

    a sufrir uno,

    do s

    aos

    des-

    pus;

    sino ms bien la muerte de Batlle, consi-

    derado po r

    muchos

    contemporneos

    como el

    cimiento

    sobre

    el cual se

    sostenia

    el pcs.

    la crisis qu e se inicia en el 29

    produjo

    la

    reorganizacin

    del

    mercado

    mundial, h as ta e n-

    t on ces ,regi do por

    Inglaterra,

    y su

    traslado

    al

    centro de poder

    nortecmericcno

    El

    Uruguay,

    inscripto en la

    rb it a b ri t ni ca ,

    o fic ia li za su

    crisis con el golpe de

    estado

    de 1933.

    Emilio Oribe segn Julio Su rez

    8

    De

    aplicarse esquemticamente

    el clculo

    de Ios quince

    a o s, s obr e 1 93 2 d eb er a per-

    cibirse otra

    generacin.

    Sin embargo, el estu-

    dio

    de lo qu e

    hicier on y p ro du jero n los escri to -

    res

    qu e

    asCienden

    durante

    la

    dcada

    l treinta

    convence

    de qu e no

    llegaron

    a

    formalizar

    un a

    generacin

    con personalidad

    propia,

    sino qu e

    fueron

    un a

    p ro moc i n de

    epgonos

    y conti-

    nuadores.

    En

    este

    sentido,

    aunque

    la

    cuarta

    dcada

    tiene,

    histricamente, y hasta

    po r

    est ..

    los de vida y costu mb res, una personalidad

    propia,

    los h om br es

    qu e

    en

    ella

    irrumpen

    pa-

    d ec ie ro n un

    destino

    ms

    bien

    ing rato. Por un

    proceso

    de p ol ar iz ac i n p ol mi ca ,

    algunos

    de

    sus n om br es ms valiosos r esul taron coopados

    DMIR D

    GENER ION

    NTERIOR

    Nuestra

    literatura empieza

    a

    existir

    como

    acontecimiento universalizable con los autores

    de fines del siglo y con el esplendor an

    no bien comprendido ni destacado de principios

    de siglo Cuando uno reflexiona sobre lo

    que

    representan poro

    el

    idioma y poro la cultura de

    Amrica hombres como Zorrillo de San Martn

    Rod Voz Ferreira Rey/es Snchez, Herrera

    y

    Reissig Viana Vasseur Mara Eugenio, etc

    no puede menos

    que

    reconocer

    que

    esa poca

    nos proporcion sin exageracin un verdadero

    milagro

    Yo me

    form espiritualmente

    en

    la

    admiracin hacia la generacifl anterior No

    consider que para existir o abrirme horizontes

    tena necesidad de menoscabarlos ni destruirlos

    Ni mismo en aquella

    parte

    de la obra que

    como humana que es, demuestra alguna debi-

    lidad o imperfeccin Nuestra generacin fue

    admirativa

    y

    no aitica Nos formamos a la som-

    bra de esos hombres

    Emilio Oribe entrevista en

    LA

    M N

    15/VII/62

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    Tmulo

    con los restos de Jqs

    Enrique

    Rod frente a

    Universidad

    enrgicamente como mae st ro s y adelantados,

    o p re cu rs ores

    de

    la generacin que se

    autofe

    ch

    de

    1945.

    As quedan flotando, en una

    suerte de limbo generacional, un c on ju nt o de

    personalidades

    que slo un estudio aislado

    minucioso

    podr

    rescatar.

    ONTEMPOR NEOS y

    OET NEOS

    Como ya se vio

    918

    no result

    una

    fecha

    arbitraria.

    fre nt e l it erario qued raleado ,

    entonces,

    de

    grandes figuras aunque de

    ninguna

    manera

    se produjo el vado. En 1917

    Quiroga

    Publica

    Cuentos de amor, de locura y

    de

    muerte y

    prolongar

    su p ro du cc i n hasta los bordes

    mismos del s ui dd io ex ac ta .men te v ei nt e aos

    despus. Quedan Reyles y Vaz Ferreira y nc

    como meros sobrevivientes de una

    poca.

    Voz

    par lo menos

    gozar

    hasta su ancianidad de

    un gran p re st ig io de M ae st ro . mismo Zorrillo

    de San Ma.rtn

    representante

    de la generacin

    del Ateneo y tardioromntico, sigue traba

    jando hasta su muerte en 1931;

    y

    la prosa

    que

    publica

    durante

    la

    dcada

    del veinte es

    considerada

    hoy entre lo ms valioso de su

    p ro du cc i n. Su fig ura pequec. enfundada en

    la levita oscura su rostro

    amable

    y

    distrado

    que saludaba

    corts

    desde

    la

    plataforma

    del

    tranva 35 que lo llevaba dlcriomente de su

    casa en Punta Carreta al Banco Re pb li ca se

    convierte en una de las estampas ms

    queridas

    de la

    poca.

    Alejados entonces del pas, dos notables

    pintores y tericos del arte: Figari y Torres

    Gorda.

    Figari

    cuyas

    obras de esttica tarda

    rn en ser

    reconocidas

    y en verdad carecern

    de v ig en ci a; To rres en c ambi o

    que

    regresa

    en 1934, funda el taller y con l algo ms

    que una escuela pictrica. Torres y su taller

    oQ lo Igrgo de veinte

    aos,

    proporcionarn una

    imagen ocre

    y

    gris como apesadumbrada, del

    Montevideo de la dcada del 40. Torres irradi

    una suerte de influencia moral que super sus

    postulados

    estticos.

    La mue rt e de Rod

    podra

    funcionar como

    gozne entre

    dos

    pocas. El tambin, pstuma

    mente sigue publicando; y la

    repatriacin

    de

    sus restos en

    1920, inaugura, de

    un modo algo

    filisteo la oficializacin de su credo. Ya en

    el 19 un grupo

    de

    jvenes Quijano, Zavala

    Muniz Andrs Lerena

    Acevedo abre

    un centro

    estudiantil

    bajo

    los s imb li co s a us pi ci os de

    Ariel. .

    La generacin de 1918 adviene sin mayor

    conciencia de s misma la nica que la tiene

    es la del 45 , sin mayo res discordias con los

    padres ni grandes disputas internas. Gustavo

    Gallinal, en 1917, a los v ein ti och o aos, dicta

    una

    conferencia, de

    rara

    ecuanimidad,

    sobre

    Rod_;

    releda

    hoy

    parece tan equilibrada

    como tmida. Poco despus, sin embargo, Zum

    Felde de la misma edad que Gallinal, un

    joven nietzscheneano que pract icaba el

    dan

    dysmo

    entre

    la corte que.

    rodeaba

    a Roberto

    de las Carreras, r ed ac ta un severo balance de

    la obra rodoniana. Zum Felde fue el aguafies

    ta s del oficialismo celebratorio y no importa

    despus,

    alejado

    de

    un Batlle

    que

    no

    olvdaba

    la oposicin anti-colegialista de Rod

    haya a tenuado su juicio.

    9

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    s belino

    ro n

    en Io

    mi.io.

    L POESI L S P T S

    20

    Hacia

    1910

    un lector

    de

    la revista BOHEMIA,

    alarmado por la desorientacin enfermiza de

    sus colaboradores (Lista, Moratoria, Lasso de

    la Vega Lasp/aces, Mascar Angel Falca, Er-

    nesto Herrera y la

    insolvente chafalona de

    sus

    producciones poticas , les pidi que tomaran

    al ftbol como tema. Muy ofendidos, esos sacer

    dotes de la Belleza le contestaron que la poesa

    y las patadas son incompatibles .

    Siete aos despus lleg a Montevideo un joven

    peruano de veintitrs aos, cansado -segn

    dijera posteriormente en una

    carta de

    rodar

    por el mundo como una car reta de titiritero,

    con alegra pero sin pan y a veces, sin Dios .

    Juan Parra del Riego desarroll aqu una in-

    tensa y cor ta car re ra literaria

    de

    los ms ori

    ginales de la dcada del veinte, la culminacin

    del vanguqrdismo potico

    de

    esos aos. Aqu ,

    tambin, muri> en

    1925

    considerndose a s

    mismo un poeta uruguayo. Tenemos

    que

    devol-

    verle a la literatura su vieja y viril funcin so-

    ciol , decio; y por eso, enamorado de la m

    quina y obediente del futurismo, canta a los

    ferrocarriles a los aviones, o la motocicleta,

    o

    la velocidad, deporte . En las canchas de ft-

    bol

    comprende

    los

    valores

    estticos de ese de-

    porte e intuye que su popularidad funciona

    como una formo de aglutinante colectivo

    que

    se expresar en los triunfos internacionales de

    Amsterdan

    1924 ,

    Colombes

    1928

    y Montevi-

    deo 1930 .

    Y corno prueba de

    que

    existe com-

    patibi lidad entre la poes a y las patadas, es-

    cribe el Polirrtmico dinmico

    a

    Gradn, juga-

    dor de football , que empieza:

    Palpitante y jubiloso/como el grito que se lanzo

    de repen te

    a

    un aviador/todo

    as

    claro y ner-

    vioso,

    /

    yo te canto, oh jugador maravil/osol

    que hoy

    has puesto

    el

    pecho

    mo como un tr-

    nulo tambor / Agildfino alado,

    /

    elctrico,

    repentino, / delicado / fulminante, / yo te vi

    en la tarde ol mpica jugar.

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    POET VIENE

    Zum Felde nico joven iracundo en una

    poca plcida y

    cordial,

    se impuso el ingrato

    deber

    de

    tachar y negar a una

    buena canti-

    dad

    de nombres consagrados y de enjuiciar los

    trabajos

    de

    los ms jvenes;

    tambin empren-

    di, solitariamente,

    la revisin crtica del pa-

    sado

    nacional,

    tanto

    histrico como literario

    Quiso, adems,

    moldear el futuro

    proclam

    oscuramente, en El Huanakauri la necesidad

    de una literatura americanista y anunci local-

    mente

    la necesidad de retorcer el

    cuello

    al cis-

    ne de engaoso plumaje . Hay que admitir que

    el pobre

    animal modernista

    ya aleteaba, ago-

    tado y

    agonizante , desde

    haca aos, aunque

    hasta cierto punto la proclama individual del

    crtico ambient la obra de los recin llegados.

    De todos modos el poeta invocado por el

    crtico

    jams

    surgi en el

    Uruguay.

    Tal vez

    naci

    en Chile y quiso l lamarse Neruda, o en

    Per y se

    llam

    Vallejo.

    Porque,

    cuando se

    revisan los juicios crticos de Zum Felde todos

    los poetas de

    aquel

    tiempo merecieron sus

    reparos, si se exceptan los nombres de

    Casa-

    ravilla lemos y Rodrguez Pintos. El balance

    que l realizara entonces no tiene por

    qu

    ser

    acept ado, aunque haya

    contribuido

    a con-

    feccionar

    los valores corrientes de la

    poca.

    Entre

    varios

    desenfoques omiti a la figura

    que

    hoy

    asciende con los ms limpios mritos

    la

    de

    Parra del Riego

    la

    generacin

    del

    17

    fue

    prdiga en

    poetas,

    pero entre

    ellos

    no

    hay

    ningn gran poeta,

    aunque

    los haya bue-

    nos y

    memorables.

    El

    postmodernismo fue

    bastante ingrato en

    el Uruguay.

    Como

    corresponde a un movimiento

    en def in it iva carac te rizado por

    una serie de

    reacciones contra la escue la madre , tuvo

    una

    actitud oscilante y

    ambigua:

    po r un lado con-

    servar las conquistas del modernismo; y por o tro

    restaurar 10 5 valores

    que

    ste hab a negado.

    As se ver en la dcada de l

    veinte

    el esfuerzo

    de Basso Maglio po r reinsertarse en la

    corrien-

    te simbolista

    hermtica,

    con resultados a veces

    francamente

    enigmticos.

    O la empresa abier-

    tamente extica y mstica de Sbat Ercasty de

    fecundarse en las cosmogonas orientales que

    ya

    haban atrado ol modernismo. O la

    reac-

    cin criol la

    nativista ,

    de Silva

    Valds,

    que

    obtuvo poemas

    hermosos, directos que se hi-

    cieron populares; o la ms

    confusa

    y menos lo-

    grada

    tendencia

    de Ipuche hacia un gauchismo

    csmico

    A la

    larga,

    demostr ser ms fuerte y persi s-

    tente

    el s imboli smo y sus herederos (Valry, Ril-

    ke Supervielie) que habr de prolongarse

    hasta

    bien entrada la dcada del

    cuarenta.

    A la

    herencia del simbolismo habr de

    sumarse,

    durante

    los

    aos treinta,

    la

    onda

    provocada

    Fel isberto Hernndez y ul s Supervielle n Amigos del

    Arte

    21

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    8/20

    por

    el

    tricentenario

    de la muerte

    de Gngora ,

    el influjo de la poesa

    pura de Juan

    Ramn

    Jimnez y la de la generacin espaola del

    27;

    la promocin potica posterior al veinte Pere

    da ,

    Roberto y

    Sara

    de

    Ibez)

    practica

    una

    seca

    qu iso

    ser

    tambin rdiente

    perfeccin

    formal

    De lo ms revolucionario que tuvo la

    van

    guardia europea , poca siembra se

    recoge

    por

    aqu. Hubo

    entonces,

    en Europa, un

    repliegue

    del c reador sobre s mismo hacia su mundo

    interior

    can te ra de

    la que

    extrae

    los

    materia

    les

    para

    construir su

    obra.

    En la poes a, g ra

    cias a la

    doctrina

    y

    prctica

    del surrealismo

    esto se manifiesta por un

    dominio

    abrumador

    del inconsciente la subjetividad sin trabas; la

    espontaneidad anrqui ca l lega a erigir a la

    metfora incontrolada

    como

    unidad

    mnima del

    ser potico. la s

    enseanzas

    del surrealismo si

    se descarta lo que se intuy

    durante

    los

    aos

    treinta

    a

    travs de

    Neruda y Garca

    lorca,

    recin

    ejercern

    alguna influencia durante la

    dcada del cuarenta, con Megget e Idea Vi-

    lario.

    la vanguardi a obtuvo resul tados bien mo-

    destos

    en el Uruguay, si se excepta el futuris-

    mo

    Marinettiano

    de

    Parra

    del Riego Del pre

    dominio

    de

    la metfora, el nativismo de Silva

    Valds; de las bsquedas rtmicas el negrismo

    de Pereda Valds; del ultrasmo porteo, en su

    vertiente-humorstica, Alfredo

    Mario Ferreiro; del

    sencillismo

    post

    modernista

    de

    Fernndez Mo-

    reno y el populismo del grupo Boedo, la trans

    formacin del romanticismo

    de

    Emilio Frugoni

    que buscar

    objetivarseen

    las

    calles

    y los ha

    bitantes

    humildes de la

    ciudad.

    En ltimo anlisis, y si no fuera por la pre

    sencia de

    una

    personalidad inquieta, descon

    forme y atribulada como la

    de

    Parra

    que era

    peruano), no existan mayores motivos socia

    les en los

    aos

    veinte

    uruguayos,

    para sentir

    como lo hizo entonces la burguesa

    europea;

    que

    la civil izacin se

    derrumbaba,

    y

    expresar

    esta

    quiebra con

    nuevas formas expresivas y

    revoluciones estilsticas la revolucin bolchevi

    que estaba lejos la Repblica de Weimar an

    daba

    a los tumb ps

    pero tena una

    constitucin

    ejemplar, del fascismo italiano se tenan noti-

    cias no

    demasiado

    desfavorables, el nazismo

    er a

    un

    partido

    minsculo y proscripto;

    y

    al fin

    de

    cuentas

    la industr ia pesada no hab a a lt e

    rado

    el paisaje rural ni destrozado las ciuda

    des. A cambio de lana y carne obtenamos el

    producto final

    de

    la industria. Era

    grato

    vivir

    en los

    a rr abal es de

    la h is tor ia Si males ha

    ba, eran

    remediables con

    mayores

    inyecciones

    de

    democracia poltica.

    la s

    lacras

    sociales, en

    todo caso,

    estaban

    fuera del asfalto, o

    den

    tro pero pin torescas e l Bajo), o en los cam

    pos,

    ms

    all

    de los

    alambrados que

    marca

    ban

    los lmites de los latifundios

    donde

    tantos

    escritores

    de

    la

    poca pasaban

    sus

    vacaciones.

    El optimimo

    de

    los

    aos veinte uruguayos

    er a ms bien

    desaprensin. Debajo

    de la si-

    milar

    euforia

    de

    l os

    aos locos norteameri

    canos corra como una angustia secre ta , y la

    excitacin revelaba la ntima sospecha, ms

    sombra en Europa,

    de

    que todo era precario,

    incierto dudoso:

    esa

    botella

    poda se r

    la lti-

    ma

    de

    modo que se la

    beb a has ta

    el fondo.

    Aqu no

    Aqu

    el optimismo

    era seguro,

    positi-

    vo y obedeca a la creencia de

    que

    el mundo

    era

    un

    orden est ab le ,

    indefinidamente

    perfec

    tible Por eso Voz Ferrei ra

    er a

    el Maestro y

    Rod vigilaba

    desde

    el limbo del idealismo.

    Ya

    poda

    Zum Felde leer La decedenele

    de

    Occidente en la traduccin

    de

    Esposa Calpe y

    escribir largos artculos en La Pluma; o un so-

    litario

    burcroto

    Julio

    Martnez lamas,

    redac

    ta r en 1930 Riqueza y pobreza

    del

    Uruguay,

    alarmado

    por las

    deformaciones

    de la

    econo

    ma nacional. la impunidad de la inteligencia

    estaba

    asegurada,

    la marginalidad social

    de

    los

    intelectuales er a

    una

    garanta

    del sistema.

    Tup Namb inauguracin l

    primer

    local

    22

  • 7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos

    9/20

    in

    stein

    y Ferreira en

    Plaza

    Artolo

    Consolidadas

    las instituciones

    garantizada

    la

    representacin proporcional, aceitados todos

    los mecanismos'

    e lectorales que una oposicin

    celosa vigilaba,

    el turbulento

    pasado

    revolucio-

    nario de pat ri adas y guerras civiles comenzaba

    a

    perderse

    en el

    fondo

    de la historia. El Uru-

    guay,

    o

    por

    lo menos

    Montevideo,

    se

    soldaba

    en

    torno

    a

    una

    creciente

    clase

    media,

    que de

    ahora

    en

    adelante

    otorgara

    el

    tono

    del

    pas.

    El Uruguay en conjunto se co nv ir ti en

    una

    so-

    ciedad

    integrada.

    Se publican entonces las narraciones de am

    biente montevideano de Belln y Manuel de

    Castro, y las

    dos

    son crticas : la hipocresa

    de

    la vida sexual, la

    srdida pobr eza de

    los

    pe

    queos funcionarios.

    Si esta

    er a

    la

    fa chada de

    la ciudad-puerto,

    europeizante

    y extravertida,

    qu pasaba en esos campos que con su

    alta

    productividad financiaban el desarrolo

    urbano?

    Una

    prolongada

    tradicin

    exiga que

    estos tes-

    timonios

    t ambin fueran

    c rti co s y

    Zavala

    Mu-

    niz

    Esplnolc,

    Amorim Dotti y

    aun ocasional

    mente Yamand Rodrguez

    proporcionarn

    una

    versin

    local,

    algo

    asardinada,

    a menudo tris-

    tona y piadosa, de las novelas de denuncia

    social

    que

    a

    partir de

    la r ev ol uc i n

    mexicana

    proliferaron

    en Amrica. Como no

    hay

    rup-

    tura

    generacional entre

    las

    dcadas

    del

    veinte

    y el treinta,

    corresponde

    agregar a M or os ol i.

    L S ARMAS Y L S L TR S

    En la

    literatura uruguaya,

    ig.ual

    que

    en la

    latinoamericana,

    la

    norma

    ha sido el compro

    miso poltico del escritor. Muchos

    de

    nuestros

    hombres de letras no vacilaron en tomarlas

    armas

    cuando

    las circunstancias lo

    exiqreron

    Esa

    tradicin combativa, que rige durante

    el

    siglo XIX en las luchas

    po r

    la

    independencia

    y las

    guerras

    civiles ni siquiera se interrumpe

    con el mod ernismo ; aunque con frecuencia se

    escinde

    entre

    vida y obra, o se

    desvanece

    en

    perodos de

    fatiga

    y

    desencanto.

    En la primera

    postguerra

    los l iteratos euro

    peos

    no se

    jugaron

    la

    ropa

    por ideas

    polticas:

    estaban demasiado ocupados

    en la experimen

    tacin de nuevas formas y estilos en el humor

    desaf iante de

    tantos

    ismos. Pronto la convulsa

    realidad social que cierra la dcada del veinte

    los

    arrojar

    a la

    plaza pb lica . Todo

    el fi-

    nal del

    siglo XIX fUe pasivo; la

    nueva

    Europa

    parece

    construirse

    sobre

    el

    acto , proclamaba

    Malraux en La condit ion humaine.

    A m ri ca Lat in a continente sometido a los

    imperialismos recorrido por gQlpe s mili tare s y

    revoluciones no

    necesitaba

    de invitaciones eu

    ropeas para sumarse

    a la

    pelea.

    La revolucin

    agraria

    contra

    Porfirio Daz

    produce

    su

    propia

    novelstica igual

    que

    otros movimientos popu

    listas como el APRA

    peruano,

    y el comunismo.

    Rivera

    Gallegos,

    Azuela, Alegr a , M. L Guz

    mn, caza, e je mp li fi ca n el ciclo de novelas

    sociales,

    indigenistas

    y telricas.

    Aunque sea

    Enrique Amorim ms

    atento que

    sus

    coetneos

    a lo

    que sucede

    en el mundo

    por su continua

    movilidad

    de via jero, quien

    mejor ejemplifica localmente

    ese

    ciclo

    La

    ee

    rreta, El paisano AguiJar El caballo y su som

    brn}, tambin corresponde ubicar

    en

    ese

    con-

    t exto continental

    la

    obra de

    sus

    compaeros

    de

    generacin.

    Todos

    ellos,

    de

    modo

    prernedf-

    tado

    o espontneo, en

    obediencia

    a un

    pro-

    23

  • 7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos

    10/20

    grama o a la

    honesta verac idad , documentan

    las transformaciones que

    en

    esos aos

    sufre el

    campo

    uruguayo,

    incluyendo las diferenciacio-

    nes

    regionales el Norte

    en Amorim, el Este

    Vio

    frontera

    en Morosoli, Dosetti y

    v

    la )

    y

    ,la

    vida frustradora

    de los suburbios pueblerinos

    Espnola)

    .

    La tibia arcadia batllista de la dcada del

    veinte

    fue cur sada por continuas movilizaciones

    electorales, a

    las que

    no se

    sustrajeron

    nume-

    rosos escri tores. La dcada siguiente provoc

    una

    feroz

    polarizacin poltica,

    pautada por el

    golpe

    d e e st ado

    de marzo del

    33,

    la

    desocu-

    pacin

    obrera, la

    ascendiente marea

    del fascis-

    mo en

    Europa

    y los

    golpes

    militaristas latino-

    americanos,

    la guerra civil espaola y los

    frentes

    populares.

    Ante el golpe de Estado,

    Frugoni se

    atrinchera

    en la

    Universidad con

    sus

    huestes

    estudiantiles y resiste; en el exilio es-

    cribe

    su libro La revolucin

    del

    machete),

    igual que Gustavo

    Gallinal

    El Uruguay

    hacia

    la

    dictadura);

    el

    estreno

    de La cruz de

    los caminos ,

    de

    lavala,

    en el

    Sodre,

    se

    con-

    vierte en un

    acto

    poHtico

    que

    Ghigliani, el

    zorro, deja

    correr. Es el

    momento

    en

    que

    se

    funda

    la AIAPE, Asoc iacin de Intelectuales,

    Artis tas y Periodis ta s, Por la

    defensa

    de Jo

    cultura ;

    es el

    momento

    de la

    poesa

    social

    de

    Cipriano Vitureira, Tacuruses de

    Serafn

    J. Gar-

    ca y el arranque del

    realismo socialista

    de

    Gravina.

    Pero los aos treinta no slo presencian in-

    quietudes

    hacia

    la izquierda. En su ltima eta-

    pa,

    Carlos Reyles publica tres ensayos que re-

    velan la presencia de un Uruguay vigilante del

    destino de Europa, desde

    un ngulo

    intelectual

    conservador, poco

    afecto a la democracia

    24

    al paternalismo distributivo del Estado. Reyles

    pudo ser

    en el Uruguay un

    fascita

    y un nacio-

    nal is ta como mera ext ensin de su pensamien-

    to adepto a la fuerza y la

    violencia,

    enrgico

    y

    voluntarista,

    simpatizante

    del

    nacionalismo

    de Barrs y

    de

    la

    obra

    de Mussolini. Otro del

    900, Voz Fer re ir a, filosfica y polticamente

    tan

    opuesto a Reyles, se pronuncia

    sobre

    Tos

    acontecimientos mundiales

    en

    unas confe ren-

    cias que dicta en la Universidad de Buenos

    Aires y

    recoge

    en libro un ao despus. Uru-

    guayo

    hasta

    la mdula

    un carc te r que

    l,

    como pocos , con tr ibuy a formar), Voz sigue

    encontrando

    razones

    para

    ser opt imis ta .

    lum

    Felde, en cambio, ya desprendido del molde

    batl lista, ref lexiona sobre el ocaso de la de-

    mocracia.

    En el centro mismo de la

    dccdo;

    se

    produce

    en enero de 1935 la invasin de Basilio Muoz,

    el nico intento armado para

    derrocar

    al rgi

    men de

    marzo.

    Esa

    confluencia

    de

    fuerzas bot-

    listas y b lanco independien te s dura apenas

    un mes y se

    deshace por

    falta

    de organizacin,

    quiz

    de

    fervor popular,

    y

    sob re todo

    cae

    de-

    rrotada por la

    superioridad tcnica del ejrcito

    terrista, que utiliza la

    aviacin contra

    los re-

    volucionarios.

    El

    encuentro

    de

    Paso

    Morln

    de-

    termina el

    desbande

    de las fuerzas

    sublevadas.

    En esa ltima

    patriada

    intervinieron los escrito-

    res

    lavala

    Muniz

    y

    Paco

    Espnola, y la figura

    del general Basilio Muoz ha sido evocada en

    un l ib ro juvenil de Arturo

    Ardao

    y Julio

    Castro.

    En el exilio riograndense, lavala redact la

    crnica

    apr esur ada de su compromiso con las

    armas,

    La Revolucin

    de

    Enero, nuestro

    modesto

    Malraux, nuestro mnimo Koestler.

  • 7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos

    11/20

    us tino Zavala

    Muniz

    EL

    NV RNO

    E NUESTRO

    ES ONTENTO

    En

    1939

    al

    Uruguay

    le

    pasa nada:

    es un

    testigo. En

    setiembre Inglaterra

    y Francia

    de

    claran

    la

    guerra

    a

    Alemania

    y a

    mediados

    de

    diciembre los

    montevideanos echados sobre

    la

    rambla contemplan

    el

    inesperado show

    de

    una

    batalla naval

    de

    verdad:

    el

    hundimiento

    del

    Graff Spee. Duran te das

    el humo del

    acora

    zado alemn

    de

    bolsillo cubrir el horizonte:

    nada ms que esa

    amenaza

    nos

    trajo

    la gue

    rra

    que

    en

    cambio

    signific

    buenos

    tiempos

    para

    nuestro comercio

    exterior

    y

    una excelente

    coyuntura para

    la industria

    verncula.

    Pero al

    Uruguay

    literario

    de

    1939 s le pa

    saba algo

    aunque

    durara

    aos en

    darse

    cuenta:

    cien pginas en papel

    estraza

    11

    por

    15; en la cubierta un Picasso

    falsificado

    con mano infan ti l y humor s ti ca Costaba un

    peso y nadie lo

    compr

    o mejor dicho: lo

    compraron unos cuantos veinteaeros

    que

    con

    el tiempo comprendieron

    que

    t en an ent re las

    manos el libro fundacional

    de

    la nueva

    narra

    tiva

    uruguaya:

    El

    pozo de Juan

    Carlos

    Onetti

    un

    relato amargo

    - tambin imperfecto- acer

    ca de un

    ser

    turbio y

    frcccscdo.

    eptome

    de

    un pesimismo

    uruguayo

    inconcebible

    en

    medio

    de

    la euforia

    optimista

    del

    Centenario

    y sus

    alrededores.

    Detrs de

    nosotros no hay nada

    d i e Eladio Linacero

    hundido

    en su

    pozo

    exis-

    tencial- .

    Un

    gaucho dos gauchos

    treinta y

    tres

    gauchos .

    Con esa novela corta se inicia

    el inv ie rno

    del descontento

    en

    una nueva ge

    neracin

    de escri tores

    En 1939 Onetti tambin se

    encarga

    de la

    secretara

    de

    r edacc in de l semanario

    recin

    fundado por

    Carlos Quijano un polt ico blanco

    en disidencia con las

    oligarquas partidarias

    un

    intelectual

    un

    dotor que constantemente

    fracasara

    en sus

    intentos para apendizarse

    gran tronco del lema comn con su agrupa

    cin

    socializante. Marcha

    fue la

    tercera

    r -

    presa periodstica de

    Quijano y

    ser

    la vencida.

    Dotado

    de

    un

    ojo

    muy

    certero para rodearse

    de

    valores

    jvenes la seccin

    literaria

    de su

    semanario

    se convertir en el trascurso de

    pocos aos

    en la

    cabecera

    de

    uno

    de

    los gru

    pos

    ms dinmicos de la

    generac in que

    en-

    tonces

    emerge.

    Dirigir la pgina literaria de

    Marcha

    se convirti en

    una obsesin para

    muchos y

    buenas batallas

    se

    dieron por

    su con

    troL Era un

    centro

    de

    poder

    y

    buena parte

    de

    la historia

    literaria

    de

    los ltimos lustros

    no se

    puede

    reconstruir sin ella.

    25

  • 7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos

    12/20

    CRITIC

    ELIGER NCI

    Si en

    1917

    la muerte de Rod pudo ser sim

    blica,

    en

    1939

    no sucede nada semejante.

    Mueren

    lu is Melin

    lafinur,

    miembro

    de la

    generacin del Ateneo, que se distingui po r

    su odio a Artigas y su antipata a Varela y

    Martnez

    lamas, un Casandra de la economa

    nacional, cuyo

    mag is te rio recoger

    Quijano.

    Si para varios

    miembros

    de la

    generacin

    de l

    900, la bohemia y hasta la fatalidad

    Delmira

    Agustini

    asesinada po r su marido) determina-

    ron una temprana

    desaparicin

    de la escena li -

    teraria, la generacin

    de l

    17 disfruta el cre

    ciente mejoramiento de los niveles de

    vida

    y

    salubridad

    que el

    pas

    consigue darse enton-

    ces. La

    prolongada

    vejez de la

    generacin

    del

    17 no

    dejar

    de producir

    efectos literarios.

    la

    vejez

    y tambin, una

    visin

    burocrtica de

    la vida:

    perdida

    la vitalidad

    creadora, sl ida-

    mente amurallados en sus puestos pblicos,

    acogidos a

    prebendas

    y canongas, para ellos

    la cultura no ser ms que otro expediente

    tramitado

    en el

    Ministerio

    de Instruccin P

    blica.

    Contra el Estado

    gerencia

    de la clase

    gobernante,

    no tendrn o tr a queja que la es

    casa

    cuanta

    de los premios o el

    desinters

    de

    t o

    cua l min is tro en el proyecto

    de

    ley, tan

    cuidadosamente elaborado

    po r el

    gremio,

    que

    a tr ibuye cmputo jubilatorio especial a los

    libros

    publicados.

    Aunque

    no

    todos

    los escritores

    descendieron

    con los aos a este conformismo, fue contra ese

    trapo ro jo

    que arremet ieron

    los j ve nes surgi

    dos en la dcada del cuarenta. El signo

    de

    la

    nueva

    generacin ser durante

    aos

    la

    belige-

    rancia, tanto que muchos de sus integrantes

    llegarn

    tarde al libro.

    lo s

    moldes valorativos de la generaclon del

    45 t ienen una ramif icada genealoga , pero en

    tre los antecedentes locales corresponde

    apun-

    ta r

    la influencia que e je rc i el

    magisterio

    de

    exigencias

    y

    rigores

    de

    Arturo

    Despouey.

    Entre los

    l timos aos

    de la

    dictadura

    de

    Terra y los primeros de la presidencia de Bal-

    domir, se

    gestaron

    los

    rcsqos

    que posterior-

    mente habra de

    identificar

    al grupo de los

    lcidos segn la pintoresca terrninoloq o

    de

    la poca): ante todo, una act it ud alerta,

    receptiva pero no pasiva,

    ante

    el

    producto cul-

    tural

    importado, particularmente el cine y el

    iazz;

    una

    actitud de

    consumidor

    refinado

    y

    exigente. Junto con el

    cine

    y el teatro, se in -

    corporaron los nombres que

    por

    e nt on ce s re

    gan

    en los

    grandes centros

    imperiales de la

    cultura contempornea: Celine,

    Faulkner,

    He-

    mingway,

    Scott

    Fitzgerald,

    Huxley,

    Joyce,

    Proust

    lawrence.

    la guerra interrumpi el flujo de novedades

    francesas y la

    linea

    de

    gravedad

    se traslad

    hacia la l engua ing lesa.

    Espaa,

    sobre

    todo

    por

    la adhesin de la Espaa peregrina,

    man-

    tuvo

    contacto permanente con nuestro desarro-

    ll o

    cultural: v is it as de len Felipe

    Alberti,

    Juan

    Ramn

    Jimnez.

    En 1946 se instala en Mon-

    tevideo Jos Bergamn,

    nombrado

    al ao si

    guiente catedrt ico de

    literatura

    espaola en

    la flamante Facultad de

    Humanidades

    y Cien-

    cias;

    dej

    huellas en la

    formacin

    de ms de

    un

    escritor,

    en la

    integracin

    de un

    grupo

    y

    en la orientacin de un

    par

    de r ev is ta s.

    la generac in del 45 de

    ninguna

    manera

    presenta un

    frente

    homogneo, y

    ya

    desde su

    presentacin

    se

    o

    vio

    segmentada,

    aunque no

    atomizada. Gracias a los grupos

    que

    formaron,

    sus miembros se

    identificaron entre

    s se re-

    Juan r los Onetti

  • 7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos

    13/20

    . Bodas de

    sangre :

    representacin en el Teatro Sol,

    bajo

    la direccin de

    Margarita

    Xirg. (Museo y Archivo

    de la Comisin de Teatros Municipales).

    SOLI RI

    CON

    L

    REPU LlC

    ESP OL

    El estmulo

    que

    precisaba apareci una maana

    en los ttulos

    de

    los diarios

    que

    anunciaban

    la guerra civil espaola No necesit escuchar

    esta vez lo

    que

    me decan los mayores ni mis

    iguales No precis tampoco estudiar cuidado-

    samente lo

    que decan los diarios montevideanos

    y

    las gentes para saber cul era el lado que

    me corresponda. La gran mayora del pueblo

    tampoco necesit

    de

    discursos de barriadas ni

    de indoctrinacin alguna para expresarse

    Haba tristeza en el aire

    y

    frente a la cerveza

    al caf haba ms silencio que conversacin

    hasta que alguien en cualquier rincn en que

    estuviera comenzaba a cantar algunas de las

    tonadas de la Repblica La msica de esa

    Espaa too lejana antes del conflicto pareci

    como ligada a nuestra sangre por miles de

    puentes invisibles eso guerra fue nuestra

    guerra y su agona tambin la sufrimos nosotros.

    Las obras de Federico Garca Lorca que lle-

    garon a las salas de teatro de Montevideo ter-

    min esa conquista que comenzara con el dolor

    y

    su gracia abri para nosotros para los jve-

    nes

    todo

    un mundo

    de

    ilimitada riqueza el

    mundo de la Espaa

    que

    no conocamos ni co-

    nocimos nunca bien

    Margarita Xirgu la eminente actriz espaola

    fue la intrprete del desgarrado corazn de

    Federico Garca Lorca y sin ningn rubor en

    a

    platea en el paraso de pie desde todos los

    lugares del teatro en

    que

    fui a verla dej

    correr mis lgrimas ante el impacto

    de

    aquella

    poesa tan honda abrazadora y permanente

    Si en el teatro llorbamos en la calle volva-

    mos a reunirnos para manifestar nuestras opi-

    niones y la ciudad pronio adquiri el nervio

    y

    el ritmo la angustia

    y

    la austeridad

    que

    le

    transmiti el pueblo Montevideo apenas si

    recuperado de sus propias heridas ms morales

    que fsicas volva a ser castigado y a verse

    envuelto en el cicln de las pasiones Esta vez

    de pasiones ms profundas y devastadoras

    de

    pasiones internacionales y la

    voz

    medid de

    los polticos y la lentitud natural de las gentes

    y

    la facilidad de nuestra vida cambiaron de

    golpe como si de pronto viera en un espejo

    que las facciones se le fueran cambiando Mon-

    tevideo se iba resintiendo de todo lo que suce-

    da como un nio no s e defenderse del mun-

    do en

    que

    vive

    Asdrbal Salsamendi

    LA VENTANA

    NT R OR

    2.7

  • 7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos

    14/20

    conocieron y afirmaron su personalidad; el gru

    po

    les

    provey de ~ e g u r i

    en un

    medio

    lite

    rario hostil les concedi

    amigos

    y

    aliados

    les

    cuid las espaldas en la s malos momentos de

    la

    guerrilla

    generacional que

    jams fue

    ta n

    cida dura

    y cruel en el

    U ru gu ay c om o

    en esos

    aos.

    De all la persistente

    solidaridad

    de esos

    grupos hasta hoy de all

    tambin

    qu e degene

    raran

    en

    capillas enconadas

    en

    sectas

    furi

    bundas

    en clanes estertreos. Si haba grupos

    er a porque no haba

    pblico

    ni haba casi

    aire libre entre ellos. Pero tanto ruido armaron

    qu e

    al final

    l og ra ro n h ac er se n ot ar socialmente

    y el

    deshielo

    comenz.

    RESTAURACION REVISIONISTA

    Al revisar el

    esquema de fechas

    polticas

    de

    la dcada de l 40 surge la

    certeza

    de la es

    casa relevancia de los acontecimientos locales

    en el

    desarrollo intelectual

    de

    esos aos.

    Exac

    tamente

    lo contrario

    sucede

    durante la dcada

    siguiente

    cuyo rasgo diferenciador

    ha de ser

    la extremada politizacin de

    sus

    intelectuales

    i ns er to s en un a

    corriente de r ad ic ac i n n ac io

    na l

    y

    practicantes

    de un

    valioso

    ensayismo

    i de ol g ic o. Sur ge

    entonces

    un a promo n de

    economistas socilogos

    e

    historiadores que ha

    brn de

    retocar

    y

    modificar profundamente

    los

    estudios

    y

    au n

    la imagen del

    pas.

    Durante la

    dcada

    de l

    cuarenta

    la

    transformacin

    es

    esen

    cialmente literaria

    y

    esttica;

    y los instrumen

    tos de

    es e

    cambio son varias revistas qu e se

    publican entre 1947

    50 como Asir

    Nmero

    Es cri tura y

    Clinamen adems de l semanario

    Marcha.

    A partir de

    1953

    el pas queda econmica

    y existencialmente hablando en la intemperie

    ms hostil. Entonces el

    verdadero

    rostro

    de l

    Uruguay empieza

    a

    insinuarse:

    un pas de

    eco

    noma estancada y hasta en retroceso

    cuya

    estructura

    cruje;

    q ue i nt en to

    la

    produccin

    sus-

    titutiva de ciertos

    bienes

    de consumo cay

    derrotado

    p or c ar en ci a

    de mercado

    interno

    baja productividad y costos altsimos;

    qu e

    vive

    de l

    campo

    pero el campo no

    produce

    y se

    d es pu eb la ; q ue

    teme

    la s a ve nt ur as c r ea d or a s

    y

    contempla

    con

    aprensin

    el futuro;

    qu e

    es

    egosta

    y

    tramar

    todas la s coartadas para

    evitar el c am bi o s oc ia l; que demogrficamente

    es viejo y ha

    decidido

    negarse el

    renuevo

    de

    la j uv en tu d po r medio

    d el m al th us ia ni sm o; q ue

    en fin percibe asombrado qu e no es

    un a

    isla

    qu e no es ms la Suiza de

    Amrica

    ni ha y

    moyores

    motivos para la fatuidad

    optimista

    p or qu e c om pa rt e

    e l

    destino

    de o tro s p ue bl os

    latinoamericanos asiticos y

    africanos

    es o

    qu e

    entonces

    mismo empez a llamarse sub

    desarrollo

    y

    neocolonialismo.

    En

    1955

    con

    diferencia

    de

    meses

    desapa

    recen

    Asir y

    Nmero

    los ni co s sobrevivientes

    de l

    movimiento de revistas de los

    aos 1 9 4 7 /5 0 .

    Falta

    de rubros ---Jla cullturaes un l u o la

    Biblioteca Nacional deja de comprar

    10 5

    ejem

    plares

    qu e

    aseguraban

    parcialmente

    la edi

    cin de la s

    r ev istas. No haba

    pblico qu e la s

    sostuviera

    subsistan

    gracias

    al apoyo oficloi

    qu e

    po r

    un lado abominaban y po r

    otro

    exi

    gan. Eran hijos de la prosperidad y fueron

    vctimas

    de

    la orisis.

    Pero es e

    mismo ao y la

    coincidencia

    no puede

    se r c csuc l

    surgen ~ o

    y

    Tribuna

    Universitaria. Algo ms qu e el tono

    intelectual

    cambio

    co n

    ellas.

    Ambas

    revistas

    sensibilizaron precursora mente

    s a es la

    f un ci n s oc ia l de los

    intelectuales-

    l a crisis

    qu e el U ru gu ay s ig ue padeciendo esbozaron

    panormicamente

    sus

    causas

    y

    fueron

    vehculo

    de respuestas

    polticas dentro de

    la mejor

    tradicin

    americana.

    En este pas minsculo casi un vaso

    de agua

    la

    tormenta

    de su

    inteligencia

    en

    torno

    a los

    aos

    claves que van

    de

    1958

    a

    1962

    sugiere

    un o de los captulos de mayor inters qu e pre

    senta n ues tro p ro ce so in tel ec tu al durante

    el

  • 7/26/2019 Capitulo Oriental 2 Los Contemporneos

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    siglo XX. Porque en la

    agitacin

    y el descon-

    t en to n o

    participaron como en la p ri me ra o le o -

    da de

    1958 slo blancos revisionistas sino

    tambin

    batllistas desencantados

    c om o M a. gg i

    qu e escribe

    obras

    teatrales y ensayos muy

    reveladores de la descomposicin de l pas. La

    U ni n P op ul ar

    fue

    apoyada por

    escritores

    de l

    45 como Martnez

    Moreno

    Guido Cestillo

    Benedetti y Real de A z a. O tro s como Luis

    Pedro Bonavita un b l an co i nd e pe n di e nt e que

    se

    inicia

    como escritor en la dcada

    del 50

    integran el f re nt e q ue organiz el Partido Co-

    munista como respuesta y que pretendi cap-

    tar y lo

    consigui

    el fervor izquierdista pro-

    vocado por la revolucin cubana.

    No

    se

    cono-

    cen pronunciamientos de l

    grupo

    Asir siempre

    polticamente silencioso o retrado aunque no

    indiferente.

    UN A GENERACION CON PUBLlCQ

    T am bi n h ac ia 1958

    se

    insina

    mu y tmida-

    mente al principio la presencia de un nuevo

    pblico

    compuesto en su mayor parte por

    jvenes y de otra

    generacin

    de e scr ito re s. La

    g en er ac i n d el 60 fu e la

    primera generacin

    qu e

    naci

    con

    pblico:

    un pblico nuevo joven

    y vido cuya edad reve lada po r una en-

    c ue st a de

    963

    oscila

    entre

    los 25 y 35 aos

    se

    recluta

    en

    la s

    clases

    medias

    urbanas

    y

    tiene

    una educacin

    promedialmente

    superior.

    Su

    aparicin corona

    as las cuantiosas inversiones

    qu e en

    educacin realizara

    el pas

    durante

    muchas dcadas.

    Los

    miembros

    de la generacin

    qu e adviene

    en los primeros

    aos

    dela dcada

    del

    60

    ca-

    recieron

    de

    la e xp er ie nc ia d ir ec ta d el

    g ol pe d e

    E sta do de Terra y de la guerra civil

    espaola;

    incluso

    para muchos de

    ellos

    la segunda

    gu err a m un di al se

    confunde

    con

    vagos

    re-

    cuerdos de titulares de prensa y

    noticias

    de

    radio.

    P ar a el los

    Neruda

    es un clsico de

    bi -

    blioteca

    a

    punto

    de entrar en los programas.

    de

    Secundaria como

    entr

    Machado. Va lry y

    la

    v as ta h er en ci a de l

    simbolismo

    y la

    genera

    cin

    espaola

    de l 27

    pertenecen

    a la historia

    literaria. Sus experiencias son otras. En primer

    lugar

    un marxismo abierto no

    dogmtico

    enriquecido po r Sartre y el existencialismo Lu-

    kacs y

    Galvano Delia

    Volpe. En segundo lu-

    gar

    no Borges sino Cortzar; no Bergamn ni

    Garca

    Lorca sino Juan

    Goytisolo

    y los nove-

    listas de la Escuela de Barcelona; no Gide ni

    Supervielle sino el Nouveau Ro man ; no Orson

    Welles sino Antonioni; no Stalin sino

    Mao;

    no

    Rod sino

    Benedetti.

    Practican

    una poesa neutra

    objetiva

    preo-

    cupada

    aunque

    es en esta

    zona

    de la

    creacin

    d on de to dav a no es

    posible

    percibir

    lineas

    daros.

    En la produccin

    narrativa

    es fcil ad-

    vertir la influencia de l cine y a veces una pas-

    mosa d es tr ez a t c ni ca en el uso de tiempos y

    planos

    qu e

    desconocieron sus mayores. Y aun-

    qu e

    en conjunto

    impresionan

    c om o p os ee do re s

    d ; u na c ul tu ra b as ta nt e

    funcional

    po r no de -

    cir

    algo

    estrecha cuando se

    hunden

    en la eru-

    dicin

    histrica

    por ejemplo otra vez sorpren-

    den.

    Es ms qu e a us pi ci os o q ue dos

    treintoe-

    ros hayan escrito ya un a de las g ra nd es o br as

    de

    la

    historiografa nacional:

    Historia rural

    de l

    U r ug u ay m o de rn o .

    Los mayores los del 45 les han di ch o que

    son u na g en er ac i n

    yeso

    no les

    da

    ni

    fro

    ni

    calor.

    Son un

    poco

    taciturnos andan sueltos

    no forman

    grupos

    ni peas publican un

    pa r

    de

    r ev is ta s y carecen de l respeto supersticioso

    po r

    el

    libro q ue s in ti er on

    sus mayores.

    No

    da n al

    libro ms

    importancia

    qu e la qu e en verdad

    tiene:

    un

    objeto

    de

    consumo

    ms no el

    cliz

    qu e porta la cultura.

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