CARIDAD CON PERSONAS NO DIGNAS _ Halajá Diaria Según La Opinión de Marán Rabí Ovadiá Yosef...
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8/19/2019 CARIDAD CON PERSONAS NO DIGNAS _ Halajá Diaria Según La Opinión de Marán Rabí Ovadiá Yosef ZT_L
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Este panfleto es sagrado como el resto de los textos
referentes a la Torá impresos,por favor cuide su santidad y después depositar en
la guenizá.
CARIDAD CON PERSONAS NO DIGNASYa hemos visto varios principios del precepto de la Tzedaka.
A Continuación, debemos aclarar que aquellas personas que trasgreden algún precepto
de la Torá en forma consciente y voluntaria, no son dignos receptores de la Tzedaka. Por
ej. personas que, a sabiendas de la prohibición de la Torá se afeitan con navaja, o
profanan el Shabbat abiertamente, este tipo de personas no son receptores dignos con
los que se cumple el precepto de la caridad. Sin embargo, aquellos que trasgreden algún
precepto en forma involuntaria, pues en general desconocen la gravedad del mismo o las
reglas que lo rigen, como por ej. aquellos que hacen comentarios injuriosos o
discriminatorios contra otro judío, lo cual constituye una severa prohibición, Lashon Hara
aún cuando muchas personas lo desconocen. A este tipo de personas sí es válido
entregar Tzedaka.
Está escrito sobre los habitantes de la ciudad de Anatot, que eran gente rebelde e impia y
persiguieron al profeta Jeremías, sobre ellos pidió el profeta diciendo: Y Tu, oh D-os!
Conoces sus malos propósitos contra mi para matarme, no expíes sus trasgresiones
y sus pecados ante Ti no elimines. Y tropiecen ante Ti en momentos de Tu ira, harás
con ellos (Jeremías 16). Comenta el Talmud (Baba Kama 16) respecto a la última parte
del ver. “y tropiecen ante Ti”, que se refiere esto a que incluso cuando deseen observar el
precepto de la caridad, no se lo permitas y haz que se presenten personas no dignas
para que su caridad no sea válida.
Pues si la persona no es digno o es un hombre impío, y hace caridad con alguien no aptopara recibirla, esa acción no se considera un precepto y por lo tanto no recibirá
recompensa alguna por ello.
En la actualidad, existen asociaciones e incluso personas que no son digna de reunir
dinero para la caridad y aun así lo hacen. Incluso algunos representantes de instituciones
sagradas o de ayuda a los carenciados reciben un 49% del producto y de la Tzedaka, el
separan antes de abonar los gastos de hospedaje, traslado, etc. con lo que el capital que
recibe la Tzedaka es mínimo. Y quienes así actúan de hecho roban sin miramientos a los
pobres o las instituciones de Torá que representan. Cuando consultamos a Rabí Ovadia
Yosef z”l al respecto, nos dijo que estos representantes son ladrones y aún cuando
numerosos representantes de instituciones actúan así, eso no impide considerarlos
ladrones, como hay muchos en la actualidad.
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Hace aproximadamente 200 años, en Jerusalén no existía una comunidad ashkenazí
organizada, como la sefaradí que si era numerosa y el “colelut”, o sea la dirigencia
rabínica reunía fondos en los países del exilio y así se mantenía la comunidad en
Jerusalén. Cuando se organizó la comunidad ashkenazí, las distintas dirigencias reunían
fondos en el exterior, los sefaradim entre las comunidades sefaraditas y los ashkenazim
entre las comunidades ashkenazitas.
Escribe el gran erudito Yaacob ben Tzvi (Yaabetz), que las comunidades ashkenazitas en
la diáspora eran sumamente generosas y ayudaban en forma abundante, pero he aquí
que los representantes de las comunidades de Jerusalén descontaban su porcentaje de
las donaciones y enviaban el dinero con mensajeros que también descontaban por sus
servicios. Ya el dinero en Jerusalén, se entregaba en manos de los responsables de
ayuda quienes también tomaban un porcentaje por su trabajo y el dinero líquido que
llegaba a la comunidad era tan poco que las personas vivían sumidas en el hambre y la
necesidad. Y la mayoría escogió regresar a sus lugares en el exilio donde podían
encontrar medio de subsistencia para enfrentar la indigencia.
De allí que aquellos que se presentan como emisarios de la Tzedaka y en realidad
separan sendos porcentajes por sus servicios, no son sino ladrones de los pobres dequienes arrebatan su subsistencia.
Y un impresionante relato escuchamos de boca de un hombre piadoso que a su vez lo
oyó de boca una gran autoridad rabínica. Y relató que Rab Arie Levin z”l (el famoso
“tzadik de Jerusalén” de la generación anterior), le comentó un tiempo antes de su
fallecimiento sobre los beneficios que recibe el fallecido con las exequias que se realizan
en su nombre. Y Rab. Arie le comentó que él le encomendará a sus hijos que no realicen
exequias en su nombre. Al ser consultado sobre esta extraña desición, Rab Arie como
respuesta, la relató lo que él mismo había vivido durante la primera guerra mundial.
En la Jerusalén de entonces, se vivían momentos realmente duros. La gente literalmente
moría de hambre, nosotros mismos en mi casa vivíamos sumidos en el hambre y la
pobreza y no tenía qué traer a mi casa. Decidí escribirle a un pariente de buena posición
económica que vivía en las EE. UU para pedirle su ayuda y de alguna forma paliar el
hambre en que vivíamos. Transcurrieron tres meses desde que envié la misiva y no recibí
respuesta alguna. Realmente en mi interior me sentía enojado, cómo es posible que
después de haberle escrito sobre el hambre que padecíamos no se dignara a ayudar en
lo absoluto, él que disfrutaba de la bonanza en los EE. UU! Después de algunos días,
recibí una misiva de dicho pariente en la que, no sólo no estaba acompañada de dinero,
sino que me criticaba duramente por mi falta de educación ya que en varias ocasiones
envió dinero y nunca recibió respuesta a dicho envíos.
Entendí que algo extraño estaba ocurriendo y me dirigí al correo a reclamar si tenía
correspondencia. Me respondieron que toda la correspondencia con dinero era girada
directamente a los encargados de la caridad para que ellos la entreguen directamente.
Me dirigí al encargado de la caridad para reclamar por mi dinero, pero este me respondió
que, de hecho había un dinero dirigido a un tal Arie Levin pero que debía primero
comprobar que no existía otro en Jerusalén antes de entregarlo! Rab Arie le propuso
firmar un pagaré para que en caso de que otro Arie Levin reclamar el dinero el se haríaresponsable, pues sabia que no había otro Arie Levin en la comunidad ashkenazí de
Jerusalén de entonces. Le pidió por favor que le entregue el dinero ya que su familia
estaba sufriendo realmente de hambre. Sin embargo el responsable de la caridad se negó
aduciendo que la organización tiene un orden que es preciso cumplir. Así, relata Rab Arie
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Levin z”l con la falta de medios para conseguir alimento el hambre en mi casa siguió
penetrando hasta que mi hijo comenzó a mostrar signos de hambre, se inflamó su vientre
y eventualmente falleció.
Después de finalizada la guerra, la situación mejoró levemente y aquel responsable de la
Tzedaka falleció y decidí concurrir a su entierro. Allí escuché las loas y elogios que recibió
aquella persona que se había desempeñado como responsable de la caridad y había
salvado tantas personas. Fue entonces que decidí que en mi entierro no quería exequias
en las que se ensalzara mi persona.
Por ello, es preciso ser sumamente cuidadoso en escoger los pobres dignos de recibir el
dinero que se destina para la caridad, así como las instituciones o encargados honorables
y piadosos que harán buen uso del dinero de la caridad. También es necesario no
retardar el dinero de la caridad o evitar entregarlo por la sospecha de que no son pobres
dignos, pues quien no realiza tzedaka es equiparado al idólatra como afirma el Talmud
(Baba Batra 9). Por ello se debe entregar el dinero de la caridad en forma inmediata a las
instituciones reconocidas y a los rabinos dignos y honorables que de hecho harán uso
correcto del dinero.