REPRESENTANTE. SANTIAGO CARRILLO CARRILLO. TÉCNICO. M.V.Z. BRENDA GABRIELA VELEZ VAZQUEZ.
Carlos A Carrillo Es geografía lo que se enseña en nuestras
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Carlos A.Carrillo
¿Es geografía lo que se enseña en nuestras escuelas?
En muchas de nuestras escuelas se cree y se dice que se enseña geografía; pero nada más se
cree y se dice, porque no se enseña en realidad. Y me apoyo, para afirmarlo, en los resultados
de los exámenes.
Señáleme usted los cabos de la américa,le dicen al niño. Y el niño empieza,paseando la varita
sobre el mapa: el Farewell, el Carlos, el Cod, el Catoche, etcétera. Indíqueme usted las islas de
la Europa, prosigue el sinodal. Y el niño, varita en mano, empieza nueva letanía:las Spitzberg, la
Nueva Zembla, las Islas Británicas, etcétera. Ahora el mapa de México, dice por tercera vez el
sinodal: ¿cuáles son los estados y sus capitales?
Y entonces empieza otro tercer catálogo,lista o letanía,como quiera el lector,nada más que
esta vez por duplicado: Sonora, capital Ures: Chihuahua,capital Chihuahua; Coahuila, capital
Saltillo; Nuevo León,capital Monterrey; Tamaulipas,capital Ciudad Victoria; Veracruz, capital
Veracruz,Tabasco, capital San Juan Bautista,y todo lo que sigue;cuya lectura de ahorro al lector
porque ya se le estará quemando la paciencia,como a mi se me quema,cuando tengo la dicha
de concurrir a esos sabrosísimos exámenes. ¡Esta es la geografía que sabe el niño!
Es preciso decirlo, eso se parece tanto a la geografía, como el esqueleto de una ardilla
viva,traviesa y juguetona. La geografía es la descripción de la tierra, no la nomenclatura árida
de los retazos en la que han dividido los hombres para gobernarla; no la lista de nombres de
todos los cabos,montañas,islas, ríos,penínsulas y golfos que forman las tierras y los mares.
Para que lo oigáis de labios autorizados, y no de los mios, copiaré las palabras de César
Cantú: “ Muy lejos de no ser más que un catálogo de países y un registro de números, la
geografía deja ver a las ciencias más ensignes”.
La geografía, lo repito, es la descripción de los países; y si alguno de esos niños que son
pequeños prodigios en la memoria de la ciencia geográfica, y se han ganada un primer premio
por los progresos hechos en ella, le preguntáis cómo es la inglaterra, por ejemplo; sí allí se
ven extensos campos cubiertos de plantíos de caña de azúcar; sí hay mucho calor o mucho
frío; sí hay indios como en nuestros pueblos; sí sus trajes y alimentos son los mismos que
nosotros usamos; sí le preguntáis por sus vegetales, por sus animales, por su agricultura, por
su industria, por sus monumentos,por su vida social, ya veréis cómo no os responde u os
responde solamente desatinos. Luego no sabe geografía, por más que lo crea, y lo crean sus
maestros,y lo crea el mundo entero: no conoce los países, no puede describirlos; y cabalmente
este conocimiento es lo que constituye la ciencia geográfica.
Afirmo, sin vacilar, que un arriero que viene del interior del país, guiado su recua de mulas, sin
saber ni leer, ni escribir, ni haber asistido a ninguna escuela; o un soldado que con el fusil al
hombro, y sin instrucción ninguna, lo ha recorrido en todas direcciones, sabe
más,conocidamente más, que esos niños que han obtenido en geografía los primeros lugares,
la primeras calificaciones y los primeros premios, y que están muy orondos con su ciencia.
Conversad con uno de aquellos hombres, y con su lenguaje tosco y cuajado de barbarismos,
os entretendrá agradablemente un rato,describiéndo las tierras que ha recorrido. Tratad de
conversar con el niño, y a los tres minutos os hará bostezar con la interminable lista de
palabras que ni para él ni para nadie significa nada.
Entre aprender geografía como se enseña en nuestras escuelas, y no aprenderla, prefiero lo
segundo, porque no desperdiciará un tiempo precioso, ni se malgastarán fuerzas intelectuales
que pueden tener mejor empleo.
Para estudiar la geografía es preciso resueltamente abandonar el camino trillado;es preciso
tomar al iño de la mano, y viajar con él por todos los países, pasear por sus campos, internarse
por sus bosques, bajar a sus minas, subir a las montañas, entrar a las ciudades; es preciso irle
haciendo notar los vegetales, los animales,las razas de los hombres que lo pueblan,hablarle
de sus usos, de sus costumbres, de sus industrias, de sus agricultura, de su comercio, de sus
gobierno, de sus instituciones políticas.
Poneos a hablar con un viajero que haya recorrido los Estados Unidos, por ejemplo; y os
encantará con el relato de su viaje, os cautivará con la descripción de todo lo que observó en
ese país, para vosotros desconocido. Imitad vosostros a ese narrador: rodeaos de vuestros
niños, y en vez de fastidiarlos con los centenares de nombres de los estados, condados,
municipios, cabos, montañas y ríos de ese admirable país, cosa que ningún fruto sacarán,
conversadles sencillamente como conversa cualquier persona que ha viajado,no como enseña
un maestro,de lo que se ve en él de notable; y vuestro pequeño auditorio os oirá embelesado;
y le habréis dado una verdadera lección de geografía, y lo que es más, una lección
verdaderamente útil que nunca se borrará de su memoria.
Pero no; no es bastante la descripción oral por viva,por animada,por pintoresca que sea, para
que los niños se formen idea exacta de un animal, de un vegetal o de un monumento; es
preciso completar la enseñanza, mostrándole láminas y vistas que representen aquello que se
les describe, y entonces sí la ilusión es completa, y los pequeños oyentes se sienten
trasportados a las regiones de que les vais hablando.
Este es el buen método, el método sano de enseñar geografía, recomendado por todos los
teóricos, y practicando en las escuelas de aquellos países que han abandonado
definitivamente la rutina tradicional de los pasados siglos por los nuevos caminos que han
señalado las investigaciones cientificas como los mejores.
Diciembre 16 de 1885
REFERENCIA
Carrillo, Carlos A. (1964), “Geografía”, en Artículos pedagógicos, México, SEP.