Carta 27 de septiembre

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JUVENTUDES MARIANAS VICENTINAS BARRANCABERMEJA REGIÓN SANTANDERES-ARAUCA Barrancabermeja, 27 de septiembre de 2013 Familia Vicentina del mundo entero, un cordial saludo en Cristo Jesús y María Santísima, Una vez más celebramos la fiesta de San Vicente de Paúl, este hombre santo de quien se valió el Señor, junto a Santa Luisa de Marillac y muchas buenas almas para servir con amor a los despreciados y marginados de nuestra sociedad: los pobres. San Vicente decía “Al servir a los pobres se sirve a Jesucristo”. Es por ello que no debemos ayudar a los pobres solo por sentirnos bien con nosotros mismos o para que nos vean, sino porque allí, en el pobre, en el hombre que pide una moneda, en la mujer desplazada con sus pequeños hijos, en el anciano abandonado, en el niño huérfano y solo, se encuentra el mismo Jesús que clama pan, que tiene sed de justicia, de igualdad. También decía este célebre santo en otras palabras que “entre más grosero, más repugnante, más desagradecido sea el pobre, más debemos amarlo” Es difícil para nuestra naturaleza humana que solo espera halagos de los hombres, pero sabemos que el amor es la fuerza más grande del mundo, y tiene el poder para tocar el corazón de los hombres, y si ese amor viene de Dios que es amor, misericordia, perdón, bondad… ¡Más frutos obtendremos! Y por eso los invito a servir con amor. Pongamos un ejemplo: Cuando nuestras madres cocinan, lo hacen con tanto amor que los alimentos quedan sabrosos y aunque comamos en los mejores restaurantes, nada sabe mejor que la comida hecha por mamá, que la prepara con amor. Así debemos ser nosotros. Al servir al pobre, hagámoslo con el más profundo amor de madres y PROVINCIA DE BOGOTÁ-COLOMBIA

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JUVENTUDES MARIANAS VICENTINAS BARRANCABERMEJA REGIÓN SANTANDERES-ARAUCA

Barrancabermeja, 27 de septiembre de 2013

Familia Vicentina del mundo entero, un cordial saludo en Cristo Jesús y María Santísima,

Una vez más celebramos la fiesta de San Vicente de Paúl, este hombre santo de quien se valió el Señor, junto a Santa Luisa de Marillac y muchas buenas almas para servir con amor a los despreciados y marginados de nuestra sociedad: los pobres.

San Vicente decía “Al servir a los pobres se sirve a Jesucristo”. Es por ello que no debemos ayudar a los pobres solo por sentirnos bien con nosotros mismos o para que nos vean, sino porque allí, en el pobre, en el hombre que pide una moneda, en la mujer desplazada con sus pequeños hijos, en el anciano abandonado, en el niño huérfano y solo, se encuentra el mismo Jesús que clama pan, que tiene sed de justicia, de igualdad.

También decía este célebre santo en otras palabras que “entre más grosero, más repugnante, más desagradecido sea el pobre, más debemos amarlo” Es difícil para nuestra naturaleza humana que solo espera halagos de los hombres, pero sabemos que el amor es la fuerza más grande del mundo, y tiene el poder para tocar el corazón de los hombres, y si ese amor viene de Dios que es amor, misericordia, perdón, bondad… ¡Más frutos obtendremos!

Y por eso los invito a servir con amor. Pongamos un ejemplo: Cuando nuestras madres cocinan, lo hacen con tanto amor que los alimentos quedan sabrosos y aunque comamos en los mejores restaurantes, nada sabe mejor que la comida hecha por mamá, que la prepara con amor. Así debemos ser nosotros. Al servir al pobre, hagámoslo con el más profundo amor de madres y padres. Nada se iguala al amor de nuestros padres, y mucho menos al amor misericordioso de nuestro buen Padre Dios. Con amor, el servicio es más ameno, más llevadero, mejor recibido, y aunque en muchas ocasiones no sea agradecido, Dios obrará en los corazones de quienes hemos servido, y Él sabrá recompensarnos en el cielo, porque lo hicimos para agradarle a Él y solo a Él.

Pidámosle a Dios Padre, por intercesión de San Vicente de Paúl, que nos dé la fuerza, el carisma y sobre todo, el AMOR para servir a los pobres. En la Palabra de Dios dice “Si me falta el amor, nada soy” Recuerda, sin amor, nada hay que hacer. Solo con dar donaciones a los pobres y no brindar ese afecto, esa voz de aliento, ese hombro en cual reclinarse a llorar, nos convertiríamos, como dice el Papa Francisco, en una ONG. Somos servidores e hijos de Dios, y si Dios es amor, eso debemos brindar: amor.

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Otra misión al servir al pobre es la de Evangelizar. Jesús que es Camino, Verdad y Vida debe llegar a todos los rincones del mundo. Y los pobres, muchas veces son personas a las que nadie les ha hablado de la misericordia de Dios y por eso viven renegados, maldiciendo su suerte. Alguna vez nos contó nuestra hermana asesora quien trabajó un tiempo en un asilo, que a ese lugar llegaban ancianos que toda su juventud la dedicaron al trabajo, y como vivían en sitios muy lejanos, allá no llegó nadie a hablarles de Dios y esas personas llegaron a la vejez sin saber rezar al menos un Padre Nuestro y un Ave María. ¡Qué gran misión tenemos! Jesús nos clama en esos hombres y mujeres que evangelicemos, quiere que más almas lo amen y estas almas que son sencillas y humildes al conocerlo, lo aman de tal forma que son quienes más fe y confianza tienen en Él, incluso más que nosotros que lo conocemos desde nuestra infancia.

La caridad va más allá de regalar un pedazo de pan o un par de zapatos. Eso es solo una parte del servicio y está bien. La otra parte es la humana y la divina. Lo poco que como humanos podemos brindar y el resto, lo que Jesús hace por medio de nosotros, sus instrumentos. Como dice el canto “Un día de bodas” Es muy poco Señor lo que vengo a traer, es muy poco lo que puedo dar, mi trabajo es el agua que quiero ofrecer y mi esfuerzo un pedazo de pan. Es muy poco Señor lo que vengo a traer, es muy poco lo que puedo dar, en tus manos divinas lo vengo a poner, tú ya pones Jesús lo demás”. El Señor nos invita a servir y Él nos ayudará con lo que haga falta. Es decir, haz lo que humanamente puedas, y confía en que Jesús hará el resto. Solo ten fe.

Querida familia: Cada uno de ustedes, desde sus grupos o congregaciones han llevado esperanza a la humanidad, quien está agradecida con esta obra de Dios que dejó San Vicente de Paúl. Quiero agradecerles a todos, niños, jóvenes, adultos y consagrados de la Familia Vicentina. A los pequeños de Estrellitas y Rayitos de María y a los Niños Amigos de Vicente y Luisa (NAVYL) (Estos grupos están presentes en Colombia) que desde la infancia empiezan a sentir ese amor por Dios y por el pobre. A nuestros queridos hermanos y amigos del Voluntariado Juvenil Vicentino (VOLJUVI) (también presente solo en Colombia) y a todos nuestros amados hermanos de Juventudes Marianas Vicentinas (JMV) que desde nuestra juventud, nuestra sana alegría queremos llevar el pan de trigo y de la palabra. A la Asociación de la Medalla Milagrosa (AMM), quienes de la mano de María continúan sirviendo. A la Sociedad de San Vicente de Paúl (SSVP) para que a ejemplo de San Vicente y del Beato Federico Ozanam sigan trabajando por un mundo más justo. A la Asociación Internacional de la Caridad (AIC) primeros laicos vicentinos comprometidos con la caridad. Y un especial y gran agradecimiento a la Congregación de la Misión y a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, sirvientas de los pobres,

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quienes desde su consagración total de su vida al servicio de Cristo en el pobre han guiado y continuado el legado de San Vicente de Paúl.

Esta sencilla carta escrita por una joven de JMV no es más que la expresión de mis sentimientos y de lo que he aprendido en la Familia Vicentina, mi segunda y amada familia, en la que he crecido espiritualmente gracias a muchas personas y hermanas vicentinas que han estado presentes en mi vida. No me queda más que dar infinitas gracias al buen Dios por haberme puesto en esta gran familia y por permitirme servir al pobre.

Que Dios siga bendiciendo a la Familia Vicentina y Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa derrame abundantes rayos de gracias para todos ustedes.

LEDYS P. PÉREZ NIEBLESResponsable Local JMV Barrancabermeja

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