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  • 7/28/2019 Carta de J.sobrino

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    Jon Sobrino conoci a travs de su superior general la Notificatio de la Congregacin de la fe, parala que se le peda una adhesin sin reservas. En esta carta explica por qu no puede hacerlo. La publi-camos (excepto algn prrafo que el autor ha querido reservarse) a la espera de poder hacer pblicotambin el texto oficial del documento vaticano.

    Querido P. Kolvenbach:

    Ante todo le agradezco la carta que meescribi el 20 de noviembre y todas las gestio-

    nes que ha hecho para defender mis escritos y

    mi persona.

    Ahora me dice el P. Idiquez que le escriba a

    usted sobre mi postura ante la notificatio y las

    razones por las que no me adhiero -sin reser-

    vas, dice usted en su carta- a ellas. En un

    breve texto posterior expondr mi reaccin ante

    la notificatio, pues, como usted dice, lo normal

    es que la noticia aparezca en los medios y que

    los colegas de la teologa esperen una palabra

    ma.

    1. La razn fundamental

    La razn fundamental es la siguiente. Un

    buen nmero de telogos han ledo mis dos

    libros antes de que fuese publicado el texto de

    la Congregacin de la fe de 2004. Varios de

    ellos leyeron tambin el texto de la Congrega-

    cin. Su juicio unnime es que en mis dos libros

    no hay nada que no sea compatible con la fe de

    la Iglesia.

    El primer libro, Jesucristo liberador. Lectura

    histrico-teolgica de Jess de Nazaret, fuepublicado en espaol en 1991, hace 15 aos, y

    ha sido traducido al portugus, ingls, alemn e

    italiano. La traduccin portuguesa tiene el impri-

    maturdel Cardenal Arns, del 4 de diciembre de

    1992. Que yo sepa ninguna recensin o comen-

    tario teolgico oral cuestion mi doctrina.

    El texto del segundo libro, La fe en Jesu-

    cristo. Ensayo desde las vctimas, fue publicado

    en 1999, hace siete aos, y ha sido traducido al

    portugus, ingls e italiano. Fue examinado muycuidadosamente, antes de su publicacin, por

    varios telogos, en algunos casos por encargo

    del P. Provincial, Adn Cuadra, y en otros a peti-

    cin ma. Son los PP. J. I. Gonzlez Faus, J.

    Vives y X. Alegre, de San Cugat; el P. Carlo

    Palacio, de Bello Horizonte; el Pbro. Gesteira,

    de Comillas; el Pbro. Javier Vitoria, de Deusto; el

    P. Martin Maier, de Stimmen der Zeit. Varios de

    ellos son expertos en teologa dogmtica. Uno,

    en exgesis.Y otro, en patrstica.

    Recientemente, el P. Sesbou, a peticin de

    Martin Maier, el ao 2005 tuvo la gentileza deleer el segundo libro, La fe en Jesucristo, cono-

    ciendo tambin, segn entiendo, el texto de la

    Congregacin de la fe de 2004. El P. Maier le

    pidi que se fijase si haba algo en mi libro con-

    tra la fe de la Iglesia. Su respuesta de 15 pgi-

    nas en conjunto es laudatoria para el libro.Y no

    encontr nada criticable desde el punto de vista

    de la fe.Slo encontr un error, que l llama tc-

    nico, no doctrinal. Mon intention est de montrer

    le centre de gravit de louvrage et combien il

    prend au serieux les affirmations conciliares,

    comme les titres de Crist dans le N.T. Je naitrouv quune erreure relle, sest son interpre-

    tation de la communication des idiomes, mais

    ceste une errer technique en non doctrinale.

    (Afirmo desde ahora que no tengo ningn

    inconveniente en esclarecer, en la medida de

    mis posibilidades, ese error tcnico).

    Sobre el modo de analizar mi texto por parte

    de la congregacin dice lo siguiente:

    21

    CARTA DE JON SOBRINO AL

    P. GENERAL DE LOS JESUITAS

    Miscelnea

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    Je nai pas voulu rpondre avec trop de pr-

    cision au document de la CDF qui vise aussi le

    premier livre de Sobrino et me parat tellement

    exagr quil est sans valeur. Talleyrand avait ce

    mot: Ce qui est exagr est insignifiant!. Avec

    cette mthode dlibrment souponneuse jepeux lire bien des hrsies dans les encycliques

    de J.P. II! Jen ai tout de mme tenu compte

    dans mon valuation. Jai voulu dire que ce livreme parat plus rigoureux dans ses formulations

    que le prcdent. Jai aussi cit des textes de la

    tradition, ou contemporains, ou mme des

    papes qui vont dans le sens de Sobrino (en cela

    je suis la mthode de la CDF!).

    Entregu una copia del texto del P. Sesbou

    al P. Idiquez y al P. Valentn Menndez.Todos estos telogos son buenos conocedo-

    res del tema cristolgico, al nivel teolgico y

    doctrinal. Son personas responsables. Se han

    fijado explcitamente en posibles errores doctri-

    nales mos. Son respetuosos de la Iglesia. Y nohan hallado errores doctrinales ni afirmaciones

    peligrosas. Entonces no puedo comprender

    cmo la notificatio lee mis textos de manera tan

    distinta y aun contraria.

    Esta es la primera y fundamental razn parano suscribir la notificatio: no me siento repre-

    sentado en absoluto en el juicio global de la

    notificatio. Por ello no me parece honrado sus-

    cribirla. Y adems, sera una falta de respeto a

    los telogos mencionados.

    2. 30 aos de relaciones con la jerarqua

    El documento de 2004 y la notificatio no son

    una total sorpresa. Desde 1975 he tenido que

    contestar a la Congregacin para la Educacin

    catlica, bajo el cardenal Garrone, en 1976, y a

    la Congregacin de la Fe, primero bajo el carde-

    nal Seper y despus, varias veces, bajo el Car-

    denal Ratzinger. El P. Arrupe, sobre todo, pero

    tambin el P. Vincent Okeefe, como vicario

    general, y el P. Paolo Dezza, como delegado

    papal, siempre me animaron a responder con

    honradez, fidelidad y humildad. Me agradecie-

    ron mi buena disposicin a responder y medaban a entender que el modo de proceder las

    curias vaticanas no siempre se distingua por

    ser honrado y muy evanglico. Mi experiencia,

    pues, viene de lejos. Y usted conoce lo que ha

    ocurrido en los aos de su generalato.

    Lo que quiero aadir ahora es que no slo

    he tenido serias advertencias y acusaciones de

    esas congregaciones, sobre todo la de la fe,

    sino que desde muy pronto se cre un ambiente

    en el Vaticano, en varias curias diocesanas y

    entre varios obispos, en contra de mi teologa -y

    en general, contra la teologa de la liberacin.

    Se gener un ambiente en contra de mi teolo-

    ga, a priori, sin necesidad de leer muchas

    veces mis escritos. Son 30 largos aos de histo-

    ria. Slo voy a mencionar algunos hechos signi-

    ficativos. Lo hago no porque sa sea una razn

    fundamental para suscribir la notificatio, sino

    para comprender la situacin en que estamos y

    qu difcil es, al menos para m, y aun poniendo

    lo mejor de mi parte, tratar honrada, humana y

    evanglicamente, el problema. Y para ser sin-

    cero, aunque ya he dicho que no es una razn

    para no adherirme a la notificatio, siento que no

    es tico para m aprobar o apoyar con mi firma

    un modo de proceder poco evanglico, que

    tiene dimensiones estructurales, en uena

    medida, y que est bastante extendido. Pienso

    que avalar esos procedimientos para nadaayuda a la Iglesia de Jess, ni a presentar el

    rostro de Dios en nuestro mundo, ni a animar al

    seguimiento de Jess, ni a la lucha crucial de

    nuestro tiempo, la fe y la justicia. Lo digo con

    gran modestia.

    Algunos hechos del ambiente generalizado

    que se ha generado contra mi teologa, ms all

    de las acusaciones de las congregaciones, son

    los siguientes.

    Monseor Romero escribe en su Diario el

    da 3 de mayo de 1979: Visit al P. Lpez Gall

    Me dijo con sencillez de amigo el juicio negativoque se tiene en algunos sectores para con los

    escritos teolgicos de Jon Sobrino. Por lo que

    toca a Monseor Romero, pocos meses des-

    pus me pidi que le escribiera el discurso que

    pronunci en la Universidad de Lovaina el 2 de

    febrero de 1980 -en 1977 ya haba redactado

    para l la segunda carta pastoral La Iglesia,

    cuerpo de Cristo en la historia. Escrib el dis-

    curso de Lovaina. Le pareci muy bien, lo ley

    ntegramente y me lo agradeci.

    Antes de su cambio como obispo, Monseor

    me haba acusado de peligros doctrinales, loque muestra que saba moverse en esa proble-

    mtica (tambin escribi un juicio crtico contra

    la Teologa Poltica de Ellacura en 1974). Pero

    despus, nunca me avis de tales peligros.

    Creo que mi teologa le pareca correcta doctri-

    nalmente -al menos en lo sustancial. (S muy

    bien que en el Vaticano un problema para su

    canonizacin ha sido mi posible influjo en sus

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    escritos y homilas. Escrib un texto de unas 20

    pginas sobre ellos.Y lo firm).

    Cuando Alfonso Lpez Trujillo fue nombrado

    cardenal, dijo poco despus en un grupo, ms o

    menos pblicamente, que iba a acabar con

    Gustavo Gutirrez, Leonardo Boff, Ronaldo

    Muoz y Jon Sobrino. As me lo contaron, y me

    parece muy verosmil. Las historias de Lpez

    Truji l lo con el P. Ellacura -con Monseor

    Romero, sobre todo- y conmigo son intermina-

    bles. Continan hasta el da de hoy. Y empeza-

    ron pronto. Creo que en 1976 o 1977 habl en

    contra de la teologa de Ellacura y de la ma en

    una reunin de la Conferencia Episcopal de El

    Salvador, a cuya reunin se autoinvit. Des-

    pus, en carta a Ellacura, neg tajantemente

    que hubiera hablado de l y de m en dicha con-

    ferencia. Pero nosotros tenamos el testimonio,

    de primera mano, de Mons. Rivera, quien estuvo

    presente en la reunin de la conferencia episco-

    pal.En 1983 el cardenal Corripio, arzobispo de

    Mxico, prohibi la celebracin de un congreso

    de teologa. Lo organizaban los pasionistas

    para celebrar, segn su carisma, el ao de la

    redencin, que estaba siendo propiciado por

    Juan Pablo II. Queran tratar teolgicamente el

    tema de la cruz de Cristo y la de nuestros pue-

    blos. Me invitaron y acept. Despus me comu-

    nicaron la prohibicin del cardenal. La razn, o

    una razn importante, era que yo iba a tener

    dos conferencias en el congreso.

    En Honduras, el arzobispo, rega a ungrupo de religiosas porque haban ido a una

    dicesis cercana a escuchar una conferencia

    ma. Me haba invitado el obispo. Creo que su

    nombre era Mons. Corrivau, canadiense.

    Slo un ejemplo ms para no cansarle. En

    1987 o 1988, ms o menos, recib una invitacin

    a hablar a un numeroso grupo de laicos en

    Argentina, en la dicesis de Mons. Hesayne. Se

    trataba de revitalizar a los cristianos que haban

    sufrido durante la dictadura.Y acept. Poco des-

    pus recib una carta de Mons. Hesayne dicin-

    dome que mi visita a su dicesis haba sidoobjeto de debate en una reunin de la Confe-

    rencia Episcopal. El cardenal Primatesta dijo

    que le pareca muy mal que yo fuese a hablar a

    Argentina. Monseor Hesayne, me defendi

    como persona y defendi mi ortodoxia. Le pre-

    gunt al cardenal si haba ledo algn libro mo,

    y reconoci que no. Sin embargo, el obispo se

    vio obligado a cancelar la invitacin. Me escribi

    y se disculp con mucho cario y humildad, y

    me pidi que comprendiese la situacin. Le con-

    test que la comprenda y que le agradeca.

    De lo que he dicho hasta ahora sobre Argen-

    tina tengo certeza. Lo que sigue lo o a dos

    sacerdotes, no s si de Argentina o de Bolivia,

    que pasaron por la UCA. Al verme, me dijeron

    que conocan en lo que haba ocurrido enArgentina. En resumen, en la reunin de la Con-

    ferencia Episcopal le haban dicho a Mons.

    Hesayne que tena que elegir: o invitaba a Jon

    Sobrino a su dicesis, y el Papa no pasara por

    ella en la prxima visita a Argentina, o aceptaba

    la visita del Papa a su dicesis y Jon Sobrino no

    poda pasar por all.

    No quiero cansarle ms, aunque crame que

    podra contar ms historias. Tambin de obispos

    que se han opuesto a que d conferencias en

    Espaa Esta mala fama no creo que fuese

    algo especficamente personal, sino parte de lacampaa contra la teologa de la liberacin.

    Y ahora formulo mi segunda razn para no

    adherirme. Tiene que ver menos directamente

    con los documentos de la Congregacin de la

    fe, y ms con el modo de proceder del Vaticano

    en lo ltimos 20 30aos. En esos aos,

    muchos telogos y telogas, gente buena, con

    limitaciones por supuesto, con amor a Jesu-

    cristo y a la Iglesia, y con gran amor a os

    pobres, han sido perseguidos inmisericorde-

    mente. Y no slo ellos. Tambin obispos, como

    usted sabe, Monseor Romero en vida (todavahay quien no le quiere en el Vaticano, al menos

    no quieren al Monseor romero real, sino a un

    Monseor Romero aguado), Don Helder

    Cmara tras su muerte, y Proao, Don Samuel

    Ruiz y un muy largo etctera Han intentado

    descabezar, a veces con malas artes, a la

    CLAR, y a miles de religiosas y religiosos de

    inmensa generosidad, lo que es ms doloroso

    por la humildad de muchos de ellos. Y sobre

    todo, han hecho lo posible para que desaparez-

    can las comunidades de base, los pequeos,

    los privilegiados de Dios

    Adherirme a la notificatio, que expresa en

    buena parte esa campaa y ese modo de pro-

    ceder, muchas veces claramente injusto, contra

    tanta gente buena, siento que sera avalarlo. No

    quiero pecar de arrogancia, pero no creo que

    ayudara a la causa de los pobres de Jess y de

    la iglesia de los pobres.

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    3. Las crticas a mi teologa del telogoJoseph Ratzinger

    Este tema me parece importante para com-prender dnde estamos, aunque no es una

    razn para no suscribir la notificatio.Poco antes de publicar la primera Instruccin

    sobre algunos aspectos de la Teologa de la

    liberacin, corri, en forma manuscrita, un textodel cardenal Joseph Ratzinger sobre dicha teo-loga. El Padre Csar Jerez, entonces provin-cial, recibi el texto de un jesuita amigo, de

    Estados Unidos. El texto fue publicado despusen 30 giorni III/3 (1984) pp. 48-55. Yo lo pudeleer, ya publicado, en Il Regno. Documenti 21(1984) pp. 220-223. En este artculo se mencio-

    nan los nombres de cuatro telogos de la libera-cin: Gustavo Gutirrez, Hugo Assmann, Igna-cio y Ellacura, y el mo, que es el ms

    frecuentemente citado. Cito textualmente lo quedice sobre m. Las referencias son de mi libroJess en Amrica Latina. Su significado para lafe la cristologa, San Salvador, 1982.

    a) Ratzinger: Respecto a la fe dice, porejemplo, J. Sobrino: La experiencia que Jesstiene de Dios es radicalmente histrica. Su fese convierte en fidelidad. Sobrino reemplaza

    fundamentalmente, por consiguiente, la fe por lafidelidad a la historia (fidelidad a la historia,143-144).

    Comentario. Lo que yo digo textualmente es:su fe en el misterio de Dios se convierte enfidelidad a ese misterio con lo cual quiero

    recalcar la procesualidad del acto de fe. Digotambin que la carta (de los Hebreos) resumeadmirablemente cmo se da en Jess la fideli-dad histrica y en la historia a la prctica delamor a los hombres y la fidelidad al misterio de

    Dios (p. 144). La interpretacin de Ratzinger deremplazar la fe por la fidelidad a la historia estinjustificada. Repito varias veces: fidelidad al

    misterio de Dios.b) Ratzinger: Jess es fiel a la profunda

    conviccin de que el misterio de la vida de loshombres es realmente lo ltimo (p. 144).

    Aqu se produce aquella fusin entre Dios y lahistoria que hace posible a Sobrino, conservarcon respecto a Jess la frmula de Calcedoniapero con un sentido totalmente alterado: se ve

    cmo los criterios clsicos de la ortodoxia noson aplicables al anlisis de esta teologa.

    Comentario. El contexto de mi texto es quela historia hace creble su fidelidad a Dios, y la

    fidelidad a Dios, a quien le instituyo, desenca-

    dena la fidelidad a la historia, al ser a favor de

    otros (p. 144). Para nada confundo Dios y la

    historia. Adems, la fidelidad no es a una histo-

    ria abstracta, o alejada de Dios y absolutizada,

    sino que es la fidelidad al amor a los hermanos,

    lo que tiene una ultimidad especfica en el

    Nuevo Testamento y es mediacin de la realidad

    de Dios.

    c) Ratzinger: Ignacio Ellacura insina este

    dato en la tapa del libro sobre este tema:

    Sobrino dice de nuevoque Jess es Dios,

    pero aadiendo inmediatamente que el Dios

    verdadero es slo el que se revela histrica y

    escandalosamente en Jess y en los pobres,

    quienes continan su presencia. Slo quien

    mantiene tensa y unitariamente esas dos afir-

    maciones es ortodoxo

    Comentario. No veo que tiene de malo las

    palabras de Ellacura.

    d) Ratzinger: El concepto fundamental de la

    predicacin de Jess es Reino de Dios. Esteconcepto se encuentra tambin en el ncleo de

    las teologas de la liberacin, pero ledo sobre el

    trasfondo de la hermenutica marxista. Segn J.

    Sobrino el reino no debe comprenderse de

    modo espiritualista, ni universalista, ni en el

    sentido de una reserva escatolgica abstracta.

    Debe ser entendido en forma partidista y orien-

    tado hacia la praxis. Slo a partir de la praxis de

    Jess, y no tericamente, se puede definir lo

    que significa el reino; trabajar con la realidad

    histrica que nos rodea para transformarla en el

    Reino (166).Comentario. Es falso que yo hable del reino

    de Dios en el trasfondo de la hermenutica mar-

    xista. S es cierto que doy importancia decisiva

    a reproducir la praxis de Jess para obtener un

    concepto que pueda acercarnos al que tuvo

    Jess. Pero esto ltimo es problema de episte-

    mologa filosfica, que tiene tambin races en

    la comprensin bblica de lo que es conocer.

    Como dicen Jeremas y Oseas: hacer justicia,

    no es eso conocerme?.

    e) Ratzinger: En este contexto quisiera tam-

    bin mencionar la interpretacin impresionante,pero en definitiva espantosa, de la muerte y de

    la resurreccin que hace J. Sobrino. Establece

    ante todo, en contra de las concepciones uni-

    versalistas, que la resurreccin es, en primer

    lugar, una esperanza para los crucificados, los

    cuales constituyen la mayora de los hombres:

    todos estos millones a los cuales la injusticia

    estructural se les impone como una lenta cruci-

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    fixin (176). El creyente toma parte tambin en

    el reinado de Jess sobre la historia a travs de

    la implantacin del Reino, esto es, en la lucha

    para la justicia y por la liberacin integral, en la

    transformacin de las estructuras injustas en

    estructuras ms humanas. Este seoro sobre

    la historia se ejerce, en la medida en que se

    repite en la historia el gesto de Dios que resu-

    cita a Jess, esto es, dando vida a los crucifica-

    dos de la historia (181). El hombre asumi las

    gestas de Dios, y en esto se manifiesta toda la

    transformacin del mensaje bblico de modo

    casi trgico, si se piensa cmo este intento de

    imitacin de Dios se ha efectuado y se efecta.

    Comentario. Si la resurreccin de Jess es la

    de un crucificado, me parece al menos plausible

    comprender teolgicamente la esperanza en

    primer lugar para los crucificados. En esta espe-

    ranza podemos participar todos en la medida

    en que participemos en la cruz.

    Y repetir en la historia el gesto de Dios es

    obviamente lenguaje metafrico. Nada tiene

    que ver con hybris y arrogancia. Hace resonar el

    ideal de Jess: sean buenos del todo como el

    Padre celestial es bueno.

    Hasta aqu el comentario a las acusaciones

    de Ratzinger. No reconozco mi teologa en esta

    lectura de los textos. Adems, como usted

    recordar, el P. Alfaro escribi un juicio sobre el

    libro del que Ratzinger saca las citas, sin encon-

    trar error alguno en su artculo Anlisis del libro

    Jess en Amrica Latina de Jon Sobrino,

    Revista Latinoamericana de Teologa 1, 1984,

    pp. 103-120). Por lo que toca a la ortodoxia con-

    cluye textualmente:

    a) Expresa y repetida afirmacin de fe en la

    divinidad (filiacin divina) de Cristo a lo largo de

    todo el libro;

    b) reconocimiento creyente del carcter nor-

    mativo y vinculante de los dogmas cristolgicos,

    definidos por el magisterio eclesial en los conci-

    lios ecumnicos;

    c) fe en la escatologa cristiana, iniciada ya

    ahora en el presente histrico como anticipa-

    cin de su plenitud venidera meta-histrica

    (ms all de la muerte);

    d) fe en la liberacin cristiana como libera-

    cin integral, es decir, como salvacin total del

    hombre en su interioridad y en su corporalidad,

    en su relacin a Dios, a los otros, a la muerte y

    al mundo. Estas cuatro verdades de la fe cris-

    tiana son fundamentales para toda cristologa.

    Sobrino las afirma sin ninguna ambigedad (p.

    117-118).

    Y es grave que, sin citar mi nombre, la Ins-

    truccin de 1984, IX. Traduccin teolgica de

    este ncleo, repite algunas ideas que Ratzin-

    ger piensa haber encontrado en mi libro. Algu-

    nos llegan hasta el lmite de identificar a Dios y

    la historia, y a definir la fe como fidelidad a la

    historia (n. 4).

    Creo que el cardenal Ratzinger, en 1984, no

    entendi a cabalidad la teologa de la liberacin,

    ni parece haber aceptado las reflexiones crticas

    de Juan Luis Segundo, Teologa de la liberacin.

    Respuesta al cardenal Ratzinger, Madrid, 1985,

    y de I. Ellacura, Estudio teolgico-pastoral de

    la Instruccin sobre algunos aspecto de la teo-

    loga de la liberacin, Revista Latinoamericana

    de Teologa 2 (1984) 145-178. Personalmente

    creo que hasta el da de hoy le es difcil com-

    prenderla. Y me ha disgustado un comentario

    que he ledo al menos en dos ocasiones. Es

    poco objetivo y puede llegar a ser injusto. La

    idea es que lo que buscan los (algunos) telo-

    gos de la liberacin es conseguir fama, llamar la

    atencin.

    Termino. No es fcil dialogar con la Congre-

    gacin de la fe. A veces parece imposible.

    Parece que est obsesionada por encontrar

    cualquier limitacin o error, o por tener por tal lo

    que puede ser una conceptualizacin distinta de

    alguna verdad de la fe. En mi opinin, hay aqu,

    en buena medida, ignorancia, prejuicio y obse-

    sin para acabar con la teologa de la libera-

    cin. Sinceramente no es fcil dialogar con ese

    tipo de mentalidad.

    Cuntas veces he recordado el presupuesto

    de los Ejercicios: todo buen cristiano ha de ser

    ms pronto a salvar la proposicin del prjimo

    que a condenarla. Y estos das he ledo en la

    prensa un prrafo del libro de Benedicto XVI, de

    prxima aparicin, sobre Jess de Nazaret.

    Creo que no es necesario decir expresamente

    que este libro no es en absoluto un acto magis-

    terial, sino la expresin de mi bsqueda perso-

    nal del rostro del Seor (salmo 27, Por lo

    tanto, cada quien tiene libertad para contrade-

    cirme. Slo pido a las lectoras y a los lectores el

    anticipo de simpata sin la cual no existe com-

    prensin posible. Personalmente le ofrezco al

    papa simpata y comprensin. Y deseo vehe-

    mentemente que la Congregacin de la fe trate

    a los telogos y telogas de la misma manera.

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    4. Problemas de fondo importantes

    En mi respuesta de marzo de 2005 trat deexplicar mi pensamiento. Ha sido en vano. Poreso ahora no voy a comentar, una vez ms, las

    acusaciones que me hace la notificatio, puesfundamentalmente son las mismas. Slo quieromencionar algunos temas importantes, sobre

    los que en el futuro podamos ofrecer algunasreflexiones.1. Los pobres como lugar de hacer teolo-

    ga. Es un problema de epistemologateolgica, exigido o al menos sugeridopor la Escritura. Personalmente, no dudode que desde los pobres se ve mejor larealidad y se comprende mejor la revela-

    cin de Dios.2. El misterio de Cristo siempre nos des-

    borda. Mantengo como fundamental elque sea sacramento de Dios, presenciade Dios en nuestro mundo. Y mantengocomo igualmente fundamental el que seaun ser humano e histrico concreto. El

    docetismo me parece que sigue siendo elmayor peligro de nuestra fe.

    3. La relacionalidad constitutiva deJess con el reino de Dios. En las pala-bras ms sencillas posibles, ste es unmundo como Dios lo quiere, en el quehaya justicia y paz, respeto y dignidad, yen el que los pobres estn en el centro de

    inters de los creyentes y de las iglesias.Igualmente, la relacionalidad constitutiva

    de Jess con un Dios que es Padre, enquien confa totalmente, y en un Padreque es Dios ante quien se pone en totaldisponibilidad.

    4. Jess es hijo de Dios, la palabra hechasarx. Y en ello veo el misterio central dela fe: la transcendencia se ha hechotransdescendencia para llegar a ser con-descendencia.

    5. Jess trae la salvacin definitiva, laverdad y el amor de Dios. La hace pre-sente a travs de su vida, praxis, denun-

    cia proftica y anuncio utpico, cruz yresurreccin.Y Puebla, remitindose a Mt25, afirma Cristo ha querido identificarsecon ternura especial con los ms dbiles

    y pobres (n. 196). Ubi pauperes ibi Chris-tus.

    6. Muchas otras cosas son importantesen la fe. Slo quiero mencionar una ms,que Juan XXIII y el cardenal Lercaro pro-

    clamaron en el Vaticano II: La Iglesia

    como Iglesia de los pobres. Iglesia de

    verdadera compasin, de profeca para

    defender a los oprimidos y de utopa para

    darles esperanza.

    7. Y en un mundo gravemente enfermo

    como el actual proponemos como utopa

    que extra pauperes nulla salus.(Fuera de los pobres no hay salvacin)

    De estos y de muchos otros temas hay que

    hablar ms despacio. Creo que es bueno que

    todos dialoguemos. Personalmente estoy dis-

    puesto a ello.

    Querido Padre Kolvenbach esto es lo que

    quera comunicarle. Bien sabe usted que, aun-

    que estas cosas son desagradables, puedo

    decir que estoy en paz. Esta viene del recuerdo

    de innumerables amigos y amigas, muchos de

    ellos mrtires. Estos das, el recuerdo del P. Jon

    Cortina nos trae de nuevo la alegra. Si me per-

    mite hablarle con total sinceridad, no me siento

    en casa en ese mundo de curias, diplomacias,

    clculos, poder, etc. Estar alejado de ese

    mundo, aunque yo no lo haya buscado, no me

    produce angustia. Si me entiende bien, hasta

    me produce alivio.

    S siento que la notificatio producir algn

    sufrimiento. Por decirlo con sencillez, algo sufri-

    rn mis amigos y familiares, una hermana que

    tengo, muy cercana a Monseor Romero y a los

    mrtires. Pienso tambin que har la vida msdifcil, por ejemplo a mi gran amigo el P. Rafael

    de Sivatte. Si no fuesen pocos los problemas

    que ya tiene para mantener con seriedad el

    Departamento de Teologa -que lo mantiene

    muy bien por su gran capacidad, dedicacin y

    ciencia- tendr ahora que buscar otro profesor

    de cristologa, y, como usted sabr, tambin

    tendr que buscar otro profesor de Historia de la

    Iglesia, pues, injustamente, el P. Rodolfo Carde-

    nal no va a dar clases, pues no es bien visto por

    la jerarqua del pas.

    No s si esta larga carta le ayudar en sus

    conversaciones con el Vaticano. Ojal as sea.

    He procurado ser lo ms sincero posible. Y le

    agradezco todos los esfuerzos que ha hecho

    para defendernos.

    Le recuerdo con afecto ante el Seor.

    JON SOBRINO

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