Carta IPC

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Iglesia Presbiteriana de Colombia Consejo del Sínodo Personería Jurídica Especial 2069 del 10 de Octubre de 1997 Barranquilla, 9 de Septiembre, 2011 Muy apreciados amigos y amigas: Después de haberles dado la noticia de que Antonio Ariza está vivo, no nos queda más que estar muy agradecidos a Dios por la preservación de la vida de este amigo. Damos también gracias a Dios por la vida de todos los hermanos, hermanas e instituciones que realizaron acciones de oración, incidencia y acompañamiento cuando hicimos la denuncia sobre su desaparición. Es importante expresar que las acciones de la Oficina de Diaconía de la Iglesia Presbiteriana de Colombia con la Secretaría Ejecutiva del Presbiterio de la Costa, al cumplir con los protocolos exigidos por las instituciones del Estado Colombiano, la Embajada de los Estados Unidos, que muy bien reaccionaron a nuestro pedido. Estábamos en la obligación ética y cristiana de insistir en el regreso con vida de una persona, que por los antecedentes que tuvimos la oportunidad de leer, sigue siendo una víctima de la violencia en el país, como una de las personas que fue obligada por fuerzas extrañas, a abandonar, varias veces y de varios lugares, su lugar de residencia. Estamos muy agradecidos con todas las personas e instituciones que oyeron nuestra voz de auxilio. Estamos también muy agradecidos a Dios porque afortunadamente la desaparición del amigo Antonio Ariza no obedeció a circunstancias de violencia en contra de su vida. Hemos conversado con él y lo que hemos sentido que como víctima se tiente muy presionado por las condiciones de precariedad económica que le ha tocado vivir. Siente que ha sido obligado a vivir en la ciudad cuando su vocación natural es la tierra, también como líder de la población en situación de desplazamiento, en donde no ha tenido las oportunidades para hacer de su vida algo mínimamente digno. La presión de no tener el sustento diario para resolver problemas en su cotidianidad familiar y la situación de no sentirse a gusto en una ciudad que siempre lo marginó, lo llevaron a niveles de depresión en las que en un momento dado, sin avisarle a nadie decidió “salir a buscar mejor suerte”, tratando de llegar a lugares a donde antes había laborado para que le dieran un trabajo que le permitiera responder a sus responsabilidades familiares. ¡No logró nada!. Regresó porque sintió la necesidad de explicar que había hecho algo que ahora lo pone en mayor riesgo, además de sentirse muy apenado por las molestias que ha causado a todos sus amigos y familia, espera que frente a las nuevas iniciativas de justicia, de paz y de reparación del actual gobierno, haya muy pronto posibilidades de lograr estabilizar un ingreso que satisfaga las necesidades básicas de su familia. “154 Años educando, sirviendo, anunciando las buenas nuevas…” Carrera 46 No. 48 - 50 – Tel. 3512576 – Telefax 3492683 e-mail: [email protected] - A.A. 562 www.ipcol.org Barranquilla – Colombia

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"Comunicación oficial de la Iglesia Presbiteriana de Colombia sobre el regreso de Antonio Ariza".

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Iglesia Presbiteriana de Colombia

Consejo del SínodoPersonería Jurídica Especial 2069 del 10 de Octubre de 1997

Barranquilla, 9 de Septiembre, 2011

Muy apreciados amigos y amigas:

Después de haberles dado la noticia de que Antonio Ariza está vivo, no nos queda más que estar muy agradecidos a Dios por la preservación de la vida de este amigo.

Damos también gracias a Dios por la vida de todos los hermanos, hermanas e instituciones que realizaron acciones de oración, incidencia y acompañamiento cuando hicimos la denuncia sobre su desaparición.

Es importante expresar que las acciones de la Oficina de Diaconía de la Iglesia Presbiteriana de Colombia con la Secretaría Ejecutiva del Presbiterio de la Costa, al cumplir con los protocolos exigidos por las instituciones del Estado Colombiano, la Embajada de los Estados Unidos, que muy bien reaccionaron a nuestro pedido. Estábamos en la obligación ética y cristiana de insistir en el regreso con vida de una persona, que por los antecedentes que tuvimos la oportunidad de leer, sigue siendo una víctima de la violencia en el país, como una de las personas que fue obligada por fuerzas extrañas, a abandonar, varias veces y de varios lugares, su lugar de residencia.

Estamos muy agradecidos con todas las personas e instituciones que oyeron nuestra voz de auxilio. Estamos también muy agradecidos a Dios porque afortunadamente la desaparición del amigo Antonio Ariza no obedeció a circunstancias de violencia en contra de su vida.

Hemos conversado con él y lo que hemos sentido que como víctima se tiente muy presionado por las condiciones de precariedad económica que le ha tocado vivir. Siente que ha sido obligado a vivir en la ciudad cuando su vocación natural es la tierra, también como líder de la población en situación de desplazamiento, en donde no ha tenido las oportunidades para hacer de su vida algo mínimamente digno.

La presión de no tener el sustento diario para resolver problemas en su cotidianidad familiar y la situación de no sentirse a gusto en una ciudad que siempre lo marginó, lo llevaron a niveles de depresión en las que en un momento dado, sin avisarle a nadie decidió “salir a buscar mejor suerte”, tratando de llegar a lugares a donde antes había laborado para que le dieran un trabajo que le permitiera responder a sus responsabilidades familiares. ¡No logró nada!.

Regresó porque sintió la necesidad de explicar que había hecho algo que ahora lo pone en mayor riesgo, además de sentirse muy apenado por las molestias que ha causado a todos sus amigos y familia, espera que frente a las nuevas iniciativas de justicia, de paz y de reparación del actual gobierno, haya muy pronto posibilidades de lograr estabilizar un ingreso que satisfaga las necesidades básicas de su familia.

“154 Años educando, sirviendo, anunciando las buenas nuevas…”

Carrera 46 No. 48 - 50 – Tel. 3512576 – Telefax 3492683e-mail: [email protected] - A.A. 562

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Iglesia Presbiteriana de Colombia

Consejo del SínodoPersonería Jurídica Especial 2069 del 10 de Octubre de 1997

La situación de Antonio nos muestra el desespero y la desesperanza de miles de compatriotas que han sido víctimas del desplazamiento, razón por la cual debemos continuar nuestras acciones de acompañamiento y seguir nuestros esfuerzos en exigir al estado colombiano la reparación con justicia.

Reiteramos nosotros, nuestro profundo agradecimiento a la solidaridad de las organizaciones de población en situación de desplazamiento, a las iglesias y organizaciones ecuménicas, a las Plataformas Colombianas de Derechos Humanos, a la Oficina Presbiteriana de Acompañamiento para la Paz y otras instancias de la Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos, al Consejo Latinoamericano de Iglesias, a la Alianza de Iglesias Presbiterianas y Reformadas de América Latina, a la Red Ecuménica de Centros Laicos Oikosnet América Latina y al Gobierno de Colombia: la Presidencia y Vicepresidencia de la República, al Ministerio de Defensa, al Ministerio del Interior, a la Defensoría del Pueblo, a la Gobernación del Atlántico, a la Defensoría del Pueblo, a la Fiscalía Seccional Atlántico y sus correspondientes instancias para la protección de los DDHH y otras Instituciones y personas particulares que nos acompañaron en esta experiencia.

Finalmente, damos gracias a Dios porque el amigo Antonio Ariza regresó con vida y bien de salud.Siempre fraternos,

Rev. Diego Higuita, Secretario Ejecutivo, Iglesia Presbiteriana de Colombia.

Rev. Jairo Barriga,Secretario EjecutivoPresbiterio de la CostaIglesia Presbiteriana de Colombia.

A.G. Germán Zárate DurierCoordinador Oficina de DiaconíaIglesia Presbiteriana de Colombia.

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