Casquivana - 1 - ¿Quién está detrás?

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Paranoia, Complots y Teorías Conspirativas

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Sumario

Revista Casquivana / Dirección: Carlos Calvo 2171 1° 9, C1230AAG, CABA, Argentina.

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StaffDirector: Nicolás Hochman [email protected]:Clara [email protected]ñadora: Paula GerenaCoordinadora de ilustradores:Leticia Paolantonio [email protected] legal:Renata CardarelliEscriben:Ariel BermaniPablo BesarónLuis Castro Oliverio CoelhoEsther CrossGinés Cutillas

Lucía Etchecopare Abimael Ferré Roberto FollariJuan GuinotNahuel HauptEleonora Kortzartz Joaquín Ludovicic Marian LutzkyLucas MisseriJulio ParissiJimena RepettoDiego RodríguezLeonardo SaguerelaEdgardo ScottAna María ShuaPatricia SuárezValeria TentoniSantiago VarelaIlustran: Carlos AutieriMariana BaizánGustavo Jeneverito DevezeGonzalo Jourdan (imagen de tapa)Pablo MartínAlberto MonttDaniel RoldánAlexis Stamboulis

Lucila Paula ValentiniMaría VillanuevaFabián ZaccaríaHernán ZaccaríaAgradecimientos:Laura CampagnaMariana CasulloCarlos del ValleAndrea FeiguinCeleste GonzálezGrupo AlejandríaJulia HackerGuillermo Halpern Romina HochmanNatalia KiakoDeborah LapidusAdrián LastraDaniela MorelMarcos MutuverríaTeodora ScoufalosMariela WladimirskyISSN 1853-2799Noviembre [email protected]

EditorialEscribir una primera editorial es complicado. Por un lado, porque hay cierta presión: la editorial puede

ser la bajada de línea directa, la explicación, la explicitación de por qué el proyecto que estamos haciendoes este, y no cualquier otro; de por qué decidimos parirlo en este momento, y no en cualquier otro. O no.Puede ser cualquier otra cosa, y es difícil conciliar qué.

Por otro lado, las editoriales suelen ser como las introducciones y los prólogos, que se escriben cuan-do ya está todo cocinado. Uno tiene que luchar contra la tentación de decirlo todo y conformarse con algu-nos trazos un poco borrosos. Un director que hace una primera editorial quiere contar cómo trabajó con sugente, a quiénes citó para escribir e ilustrar, las anécdotas que se fueron sumando desde la primera ideahasta la salida de la revista. Un editorialista entusiasta quiere contarlo todo, todo, todo. Y no se puede.Notodo se puede.

Pero algo sí. Un poquito, una puntita, un cachito sí.Casquivana es una revista que espera ser mutante, y eso queremos reflejarlo desde la tapa misma, con

una frase, unas palabras, una pequeña referencia literaria con la que nos identifiquemos. Pensamos en lla-marla una revista de cultura, o literaria, o contingente, o distendida, o heterónima. Todos esos adjetivos larepresentan un poco, pero nos quedaban como etiquetas o rótulos sobredeterminados, y tuvimos miedo detener que adecuarnos a un subtítulo, y que esa adecuación fuera la que nos diera identidad, y no el “vamosviendo”, como esperamos que suceda.

Tal vez un poco por eso, tal vez por otras cosas, optamos por citar un fragmento incompleto de unafrase que encontramos por ahí, que habla de nuestro proyecto, de nuestras ganas, del deseo siempre laten-te. Es necesario ser inconclusos, porque eso nos permite hacernos, crearnos, construirnos. Porque nos abrela posibilidad de que el nosotros se convierta en una invención cotidiana. Porque nos licencia para jugar aser casquivanos, en un día a día que tantas veces ya tiene su destino estructurado. Casquivanos para haceruna revista, pero también para compartirla y saber que el ida y vuelta que esperamos es el paso que siguepara crecer, transformarnos y poder ser y hacer un poco más. Inconclusos, y deseosos de abrirnos a laincertidumbre de generar un proyecto como este, que no sabemos dónde puede llegar a desembocar.

El director

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nota de tapa

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Quién está detrás?

La historia está llena de complots, alianzas oscuras, pactos misteriosos.

Reales o imaginarios, concretados, sólo tramados, o mencionados; los complots

son parte de la cultura popular desde todos los tiempos, y van de la mano de

un selecto grupo que ve o cree ver lo que nadie más puede notar: aquellos que

adhieren a la Teoría Universal de la Conspiración.

De los templarios a la conspiración judeo-comunista. De la construcción de

las pirámides a la llegada del hombre a la Luna. De Pearl Harbour a las Torres

Gemelas. De Elvis a los mensajes diabólicos en el rock. De la Gripe A a “Lost”

y “Los expedientes secretos X”.

¿Quién está detrás?

¿

Ilustrador: Gustavo Deveze Jeneverito

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nota de tapa

La idea de escribir un librosobre la conspiración en laliteratura argentina surge tras

verificar una mancha temática quese repite: Sarmiento como lectorparanoico que acusa a Rosas deconspirador, Martel como precur-sor de una literatura de “atribuciónde culpa colectiva” hacia los judíos,Arlt y la sociedad secreta delAstrólogo para tomar el poderfinanciándose con una cadena deprostíbulos, los conjurados de lassectas en Borges, Ricardo Piglia yel complot como modalidad actualde la noción de héroe que sustitu-ye al héroe trágico. La serie pare-ce iterativa; donde se mire, hayconspiración.

Entonces, uno se pregunta:¿hay algo llamado literatura argen-tina cuya especificidad, entre otrosaspectos, hace a un modo de verconspirativo? Un segundo proble-ma: ¿cómo hacer el recorte, quétextos entran, y cuáles no? Hayuna decisión: no elaborar una dia-cronía del complot. Corría el riesgode plantear un determinismo de laserie histórica sobre la serie litera-ria. El criterio de selección del cor-pus fue analizar diferentes modosde enfocar la cuestión.

Empecé con un texto emblemá-tico, de 1810, atribuido nada menosque a Mariano Moreno. El Plan deoperaciones que se le encargacomo secretario de la PrimeraJunta. La historia de ese texto en síparece una trama conspirativa:Eduardo Madero lo encuentra enSevilla en el Archivo de Indias bus-cando información para su historiadel Puerto de Buenos Aires, se lo

entrega a Bartolomé Mitre, quienreconoce que es de Moreno, luegopierde el manuscrito, unos añosdespués se encuentra otro ejem-plar, y se genera una apasionantediscusión entre Paul Groussac,Norberto Piñero o Ricardo Leveneentre otros, acerca de la autoría ono de Mariano Moreno.

Luego me volqué por la

Generación del 37. El contexto deRosas, ineludible para pensar elcomplot. Tres clásicos: El Facundode Sarmiento, Amalia de Mármol y“El matadero” de Echeverría. Unaconstante: Rosas instaura unasociedad total. En “El matadero”,ese Estado sin disidentes se equi-para con el manejo de un matade-ro; en el Facundo, Rosas es un

Pablo Besarón / Ilustra: Hernán Zaccaría

En esta nota, Pablo Besarón habla de cuáles fueron suspreguntas, respuestas y métodos para encarar la investigación

y escritura de su libro La conspiración. Ensayos sobre elcomplot en la literatura argentina (Simurg, 2009).

Génesis de una idea: Literatura y complot en Argentina

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conspirador en el poder que obracomo disparador en la maquinariaparanoica de Sarmiento para “des-cifrar el enigma” del país; enAmalia, se describe la gramáticaconspirativa del poder con espías,falsos acólitos y el Estado policíacode la sospecha permanente, ycomo contrapartida, los disidentesque en secreto aspiran a tomar elpoder.

Yendo a 1890 me centré en Labolsa de Julián Martel. Aquí el eje–un tópico donde se mezcla laxenofobia, la paranoia y la teoríadel complot- es el antisemitismo. Enun momento donde la ola inmigra-toria hace “peligrar” la supuestaesencia de la identidad nacional,los culpables tienen que ser losotros, alguien fácilmente reconoci-ble como un otro que corrompe eltejido social.

Ya en el siglo XX, otro ineludi-ble: Los siete locos y su segundaparte, Los lanzallamas, de RobertoArlt. Dos aspectos me interesaronen Arlt: su reinscripción de todauna tradición de literatura de socie-dades secretas centrada en elanarquismo, pero reubicada en lasfiguras de Lenin y Mussolini, lepermite a Arlt ver una era de tota-litarismos donde no importa cuál esla ideología: la voluntad de poderlas equipara. Segunda cuestión: lavisión de un mundo donde Dios hamuerto, y por consiguiente la cons-piración de la sociedad secretavuelve a traer una creencia en unatotalidad.

Luego Borges, otro inevitable.La conspiración es un tema perma-nente de sus cuentos, útil parahacer meta ficción sobre cómo seconstruye un relato. Hay una moti-vación oculta (una venganza, usarla imagen de un traidor como sifuese un héroe), y otro plano visi-

ble donde lo que se muestra encu-bre la intención del narrador de esaficción. Borges ve a los conjuradoscomo a una confraternidad dehombres leales que se agrupan“olvidando sus diferencias”, frentea lo que sería el individualismo rei-nante. En este punto hay una uto-pía social en Borges.

Borges me llevó a Macedonio,particularmente al Museo de lanovela de la eterna; es decir, laconspiración desde la vanguardia:un complot del arte para desbara-tar el status de la obra de arte bur-guesa. Conspirar contra la novelacompuesta por un autor individualque se centra en contar la psicolo-gía de los personajes. No hay psi-cología, no hay representación delo social, no hay autor individual,todo es un juego de lenguaje,donde la paradoja y el pliegue de laescritura es lo que se cuenta.

En lugar de escribir sobreperonismo y complot, opté por lostextos de non fiction de RodolfoWalsh. Su visión divide a la socie-dad entre el poder y la resistencia.El drama que su narrador investi-gador constata es que el Estado esun conspirador que oculta la ver-dad que lo determina (propagar elcapitalismo), sin importar las con-secuencias. Sus aliados son laprensa, los sindicatos, los empre-sarios, la policía y el sistema judi-cial. Este relato en Walsh es unacaída que ocurrió tras el derroca-miento de Perón.

Llegado a este punto, me pare-ció interesante pensar la conspira-ción desde lo religioso, ya que lacreencia de un mundo con sentidoes algo próximo a una miradaconspirativa. Elegí a GustavoPerednik. Sus novelas (En lo deSantander, Ajitofel, Lémej, El silen-cio de Darwin) desarrollan el des-ciframiento de enigmas cuya ver-dad última está en la Biblia Hebreaprincipalmente. El nazismo, laGuerra de Malvinas, una secta desuicidas o una familia tradicionalargentina con raíces antisemitas seenmarcan en tramas complejas conraíces bíblicas. En los orígenes delmal hay una lucha ancestral con lasfuerzas del bien que forma parte

de la trama secreta ideada porDios, y que sólo una mirada atentay algo paranoica puede develar.

Finalmente, llegué a RicardoPiglia. Me interesó centrarme en Laciudad ausente por su abordajeposmoderno de la conspiración.Los personajes de la novela prácti-camente no pueden escapar a lamicrofísica del poder. Hay algunosdisidentes aislados, outsiders queapenas pueden sobrevivir en unaciudad pánico casi sin externaliza-ción. La utopía de escapar a esasobredeterminación está puesta enla literatura, en la Máquina Elena,ese dispositivo que crea relatossobre relatos, puntos de fuga casisin esperanza de continuar propa-gándose hacia el final de la novela.

Para terminar, la pregunta ini-cial seguía pendiente: ¿hay algo lla-mado literatura argentina cuyaespecificidad, entre otros aspectos,hace a un modo de ver conspirati-vo? Las dos respuestas son posi-bles. La conspiración forma partede un tópico de la literatura y de unmodo de construir sentido de todoslos tiempos, y a su vez, en la litera-tura argentina es una constanteque tiene que ver con una visióndel poder como una fuente ilegítimatomada por conspiradores, pero lacuestión no se reduce a contextosantidemocráticos, sino que tambiénse nutre de un modo de ver dondela realidad tiene un sentido, y eneste punto, la lógica del sentidoocupa un campo limítrofe con elmodo de ver paranoico y conspira-tivo.

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nota de tapa

“¿Hay algo llamadoliteratura argentina cuyaespecificidad, entreotros aspectos, hace aun modo de verconspirativo?”

“Literatura argentina esuna constante que tieneque ver con una visióndel poder como una

fuente ilegítima tomadapor conspiradores.”

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nota de tapa

El modelo arquitectónico deJeremy Bentham para finescarcelarios, llamado “panópti-

co” fue diseñado de modo tal quepermitiese la economía de recursosy la sensación de estar siendo con-trolado para los reclusos, aúncuando en efecto esto no fuese físi-camente cierto. Las ideas foucaul-tianas de las relaciones de poder,de normalidad y normalización, decastigo, punición y control, fueronconsideradas bajo esta óptica. La“sociedad de control” surge comonuevo paradigma.

Originalmente, Facebook fuecreado como una red social paraestudiantes de la Universidad deHarvard. Se estima que actualmen-te cuenta con 400 millones declientes en todo el mundo.Cualquier usuario de mail puedeabrir una cuenta en el sistema, demodo gratuito. Al hacerlo, se ingre-san datos personales. El usuario,unicidad en perfecta delimitación,crea a su vez un Otro entero ymacizo. Se hace inconfundible, seconvierte en un Aquél. Adquiererelevancia individual. Inclusive, seconvierte en un Otro con los otros,con su gens. Por medio de su ape-llido puede relacionárselo con susfamiliares. Continuar con la laborde hacerse usuario de Facebookrequiere el ingreso de una imagenpersonal. El Otro, que ya tienenombre, y ya tiene historia, ahoratiene corporeidad, una nuevadimensión. La “foto de perfil” noshace cuerpo (dócil), instrumentauna identificación de tipo gestual.Tenemos, también, la carta de “gru-pos” a los que pertenece el Otro.

Sus afinidades, gustos, fanatismos,intereses. Así, si comulga con cier-to partido político, si gusta de tal ocual grupo de fútbol, disfruta deChopin o de Xul Solar. Si es partedel grupo que prefiere “dormir conel sonido de la lluvia”, o “comer

milanesas con puré”, o que odia “elsonido del zumbido de los mosqui-tos al oído”.

Completados estos datos, elusuario adquiere capacidad ejecuti-va de la herramienta. Puede ya,entonces, vincularse con los Otros.

Ejército facialApuntes sobre panoptismo y FacebookValeria Tentoni / Ilustra: Leticia Paolantonio

Para los lectores de Foucault, para los amantes de las teoríasconspirativas, para todos los usuarios registrados en Facebook,algunas reflexiones que los harán dudar de sus propios clicks.

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Es curioso advertir que la relaciónse establece en términos de “amis-tad”. Dos personas que se cuentancomo “amigos” –aunque quizásnunca se hayan visto– puedenacceder al “cara-libro” del otro.Para ello, debe realizarse primerouna petición. Una oferta de vínculo.El usuario puede ya aceptarla oignorarla –nótese que no negarla,sino ignorarla. No es rechazo, noes nunca, es “por ahora no”, o “noen este momento”. El usuario, queya es sujeto-en-vínculo con losotros, se nos devela como un planode afinidades y amistades, en sufase puramente positiva. No existeen Facebook la categoría del dis-gusto o enemistad. No hay odios,no hay rechazos. Inclusive, cuandose es “fan” de un grupo de odio,–en el ejemplo, los que odian elzumbido de los mosquitos– se lo esen su modo positivo. Se es positiva-mente parte de la negativa. Se esfan del odio. Se dice que sí al no.

Pero a Facebook no le alcanzacon esto. Nos pregunta qué esta-mos pensando. Qué estamos pen-sando en este momento. El usuario,pareciera, debe estar expulsandoconsideraciones y cavilacionesincesantemente, todo el tiempo eneste momento. Cuenta con un mar-gen de escuetos caracteres, por loque es preciso sea sintético. Decir:hacia el afuera. Transformar laidea en discurso, en mensaje.Hacer del pensamiento una decla-ración.

Luego de que el pensamientoprivado es hecho público, se pue-den emitir comentarios. Los Otros,además, pueden intervenir nuestro“muro”, nuestro muestrario priva-do-público, dejándonos mensajesque no se propulsan ya únicamen-te para el (supuesto o pretendido)destinatario, sino que pueden serleídos por el resto de universo deOtros. El mensaje se dispara enincontables direcciones. La lineali-

dad se difumina y se bifurca, ince-santemente. La bilateralidad esburlada: el interlocutor se aparece,potencialmente, en todos los usua-rios de Facebook. El usuario seconvierte en un voyeur sin necesi-dad de salir de su propia casa.

La información que Facebookrecaba y con la que atesta el espa-cio intangible de la web, es elcoste. Nuestros datos privados sonel precio real del servicio. Nuestrosmovimientos, nuestros gustos,nuestras indiferencias. Siguiendoen la lógica de Foucault, puedeconstituirse un saber sobre losseres a quienes se vigila. Es apa-sionante: los usuarios de Facebookno desconocen esta condición. Sele someten sin demasiado reparo.No ignoran que sus datos son utili-zados de este modo, no puede pre-dicarse de ellos que sean víctimasen un sentido literal. Pero, y aquíreside el quid, se mueven como silo hicieran en un ámbito privado. Eneste como si, en esta ficción, sedesenvuelve el poder real delFacebook.

¿Qué es lo que nos permitearrojar una similitud entre los sol-dados de Foucault, y los usuariosde Facebook, a los que llamaré“ejército facial”? El control que seejerce sobre ellos. ¿Pero quién?Debe determinarse entonces elpuesto del veedor, del centinela. Elempleador, en primer término,puede considerarse como unaposibilidad. Accediendo a los movi-mientos virtuales de su empleado,puede constatar si está utilizandosu tiempo en trabajar o no.Inclusive, en caso de un empleadopotencial, puede investigarlo antesde contratarlo.

La automaticidad estará con-densada en el acto de clickear. Elmouse es el arma del soldado facial,su calibre. Disparará con ella, haciael enemigo, de un modo extraño: labelicosidad está expresada, en estesentido, en su viceversa. El métodopara agredir al enemigo –la indife-rencia– es la ignorancia, el no-click.El soldado corre el riesgo de moriren batalla, quedándose sin “ami-gos”. Abandonar el ejército es iguala perder vinculación. Del mismo

modo que vestiría un uniforme, secamufla en una masa de gustos ypreferencias, de fanatismos y per-tenencias. Es parte de una catervade rumiantes, que clickean conmansedumbre vacuna. Es automá-tico, simple, veloz. El gusto se deci-de en una fracción de segundo.

La lógica del raiting, conceptode raigambre televisivo, se inmis-cuye en la web. A mayor cantidadde “me gusta”, mayor raiting. Laempatía compone una cifra. La elo-cuencia del clic: el gusto como unejercicio constantemente puesto enejecución, un gesto repetido.

Foucault explicará que estavigilancia se apoya en un sistemade registro permanente. ¿No nosestamos registrando, reportando,cada vez que nos conectamos? Obien, cuando respondemos tests. Elsoldado facial vive respondiendo,declarando. Existe por esa inerciadeclarativa del tipo automático ins-tantánea. Su ser es la composiciónmosaical del cúmulo de declaracio-nes que haya hecho hasta elmomento.

El soldado facial es, a su vez,convicto: cuidador y cuidado.Observa a los demás, y es obser-vado. El control se perfecciona alpunto tal que ni siquiera es necesa-rio, como en el modelo original deBentham, el centinela, o la posibili-dad del centinela. Basta con lasceldas, con los espacios comparti-mentados –el muro de cada quien–.Los reclusos-soldados se encar-gan, por sí solos, del control. Laeconomía deviene total y absoluta.

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nota de tapa

“El usuario se convierteen un voyeur sinnecesidad de salir de su propia casa.”

“El soldado facial es, a su vez, convicto:cuidador y cuidado.

Observa a los demás, y es observado.”

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Empecemos con una paranoiaque compartimos con casicualquier otra sociedad con-

temporánea: la cuestión seguridad,en tiempos de delitos violentos.

No es que el peligro no exista;existe, y en Argentina no estába-mos acostumbrados, pues salvo entiempos de dictadura (que, de cual-quier modo, nunca faltaron) ésteera hasta hace veinte años un paísseguro.

Entonces éramos una excep-ción latinoamericana. Dejamos deserlo: Menem lo hizo. Lo cierto esque nadie, entre los que hoy des-potrican, reconoce la relación entrela situación actual y sus preferen-cias políticas de los años noventas.Y la exageración mediática llega atanto, que hemos podido asistir alraro show de la modelo NicoleNeumann, por el cual no sabemossi alguna vez fue asaltada o fuetodo un invento para zafar. Elbochorno de periodistas que voci-feraban que había que irse a vivir aotros países basándose en el quizáinexistente caso Neumann, deja

claro hasta qué punto se habla conliviandad del tema. Nadie parecióreparar en que la Sra. Neumannvivió con su pareja Cubero en laciudad mexicana de Monterrey,cercana a la frontera méxico-esta-dounidense, frontera en que sedecapita veinte o treinta personasen un solo día por cuestiones denarcotráfico. Y la señora decíaestar aterrada en Buenos Aires.

Esto permite conectar con otraparanoia de los últimos años. Enviejos tiempos hacíamos el ridículopreguntando a los visitantes anuestro país "qué piensan en supaís sobre la Argentina", como sicada francés o alemán se desper-tara cada mañana lamentando nohaber nacido argentino. Ahorahemos invertido el sentido de laparanoia; ya no somos los mejoressino los peores, de modo que siem-pre "en los países serios no ocu-rren estas cosas". Generalmente,quienes apelan a este remanidolugar común no tienen la más míni-ma idea de cómo se vive en los paí-ses llamados serios, ni saben en

verdad en qué aspectos son serioso no, pues no los conocen ni per-sonalmente ni por estudios. Peropoco les importa, opinan igual,ceñudos e inexorables.

Incluso en los últimos tiemposun periodismo no desprovisto deintereses políticos mezquinos haimpuesto la idea de que Brasil,Chile o casi cualquier otro país sonmejores que el nuestro. Hasta laderecha ideológica argentina conci-be grandioso al Uruguay porquetiene a un ex-guerrillero de presi-dente, siempre -claro- que no seaaquí, porque aquí cualquier cosaparecida es brutalmente denosta-

Paranoias argentinas Roberto Follari / Ilustra: Carlos Autieri

Las paranoias argentinas como una creación socio-política de los’90. Una crítica visceral a la proyección masiva de la inseguridad, los

medios de comunicación, la argentinidad y la izquierda inoxidable.

“No es que el peligro noexista; existe, y enArgentina no estábamosacostumbrados, puessalvo en tiempos dedictadura éste era hastahace veinte años unpaís seguro.”

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da. Brasil, país con racismo, inse-guridad y desigualdades socialesmucho mayores que los nuestros,es enfáticamente envidiado en losdiscursos, aunque pocos argenti-nos estarían dispuestos a irse avivir efectivamente allí.

Por último, ésta sí es una para-noia compartida con otros países ylatitudes: la de las izquierdas impo-lutas. Por cierto que creo saludableel pensamiento social crítico, habi-tualmente manifestado en lasizquierdas. Pero suele acompañara éstas un raro sentido sacerdotalpor el cual se sienten salvíficas,redentoras absolutas del mundo.

Lo cual no sería desastroso sino se asociara a la idea de que esemundo está poblado por una formi-dable conspiración en contra de"los buenos". Según ella los otrosactúan siempre por mala fe, tienenmezquinos y callados intereses.Sólo los otros los tienen.

Y, por ello, "los buenos" puedenobrar impunemente; muchas veces,sin advertir sus propios interesesen juego, o disfrazándolos deacciones salvadoras (para no repe-tir los mismos términos, que sesobreentienden). Lo típico de laparanoia: proyección masiva, por lacual el sujeto deposita en losdemás lo propio insoportable eimpresentable, en una maniqueadivisión donde todo lo bueno estáen el propio sujeto.

En fin, difícil será quitarnosestas paranoias, algunas sutilmen-te promovidas desde los podereshegemónicos. Y peor sería perse-guirnos con la idea de acabar conellas, con lo que agregaríamos unaparanoia irresuelta más.

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Una brisa sutil, como las bri-sas. Reflejos solares y unmundo que funciona. Gente

que camina, que sueña. El universoes una búsqueda.¿Nosotros?

Cómplices.¿De qué?

Hay un exacerbado elogio de lavoluntad. De creer que todos losefectos del mundo son causadospor el cálculo voluntario de alguienen particular, o de un organismo oinstitución, o de un Dios, o su para-lelo místico. Modo torpe de intelec-ción de lo humano.

Negación categórica del azar,del caos, de lo imposible.

Negación ante la angustia queproduce el abismo. Abismo queimplica la inexistencia de recetas,de secretos o de fórmulas paragarantizar la supervivencia, lasuerte, el éxito.

Negación del otro humanocomo incompleto, falible, cachuso.Dolor insaldable ante la imposibili-dad: nadie puede completarnos.Nadie sabe con exactitud lo quenecesitamos, ni siquiera nosotrosmismos. Nadie conoce lo que que-remos, es intransmisible, está per-

dido. Tan perdido como entenderde qué modo alguien sufre o sienteplacer.

Pero si negamos esta condiciónintolerable, ¿qué pasa?

Se construyen creencias: "elotro no quiere hacerlo" suprimiendola posibilidad de que no puede. Laimposibilidad es estructural. Secree en la hiperpotencia. Modo desostener al otro en un altar. Modosde suplicas de rodillas. Nuevadimensión: esperar que el otro cam-bie el destino. Esperar. Pasividadindigna. Abandonarse a esos bra-zos en vez de arremeter a la vida.

No hay modo de evitar lamuerte. ¡Vaya advertencia!

Paradigma del inconciente queno cesa de producir efectos.

Acaso unos pocos miran alazar a los ojos, y viven, un pacíficopresente.

El resto: atrapados en los ava-tares del accidente temporal: viviren el pasado y el futuro, en la bús-queda de la “solución”, de la conju-ra que arme tal o cual destino pla-nificado, que evite el destino temido.

Pero ¿qué consecuencias tiene,universalizando, esta negación a labase más carnal del hombre?

Generalmente, los síntomas.Particularmente, el rasgo para-

noide. Rasgo entre los considera-dos gente "común" (no hablamosde ninguna patología puntual, nohablamos de psicosis.)

La lógica se articula: si todo esen tanto alguna voluntad, todo loque nos pasa es a condición dehaber sido pensado por alguien.Entonces nada es casualidad. Hubouna tendenciosa decisión para eldestino. Y las disquisiciones ydudas más comunes, insisten,irrumpen en el pensamiento - ¿Porqué a mí? ¿Qué le hice?- ¿Es elcastigo por tal o cual hecho?- ¿Unavenganza?- ¿Un aprendizaje?-¿Qué quiere de mí?- ¿Por qué mehace eso? Intentos desde la decep-ción.

Avatares de la explicaciónnecia de lo eventual.

Creencia de raigambre infantil,narcisista. Creer que todos piensanen uno. Que el otro todo lo sabe ytodo lo puede.

Las variaciones de la intensi-dad de esta paranoia “doméstica”radica en la magnitud y cualidadcon que esté impreso en nuestroexistir la condición de amor y deodio. En qué proporción.

Quien anticipe la hostilidad enlos demás carga acaso con lamarca indeleble de la desprotec-

Paranoias de bolsilloDiego Rodríguez / Ilustra: Pablo Martín

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ción primaria, de alguien rechaza-do, "el otro me odia", o "no meama", y eso hace metonimia en elmundo. Absurda comedia que repi-te la misma escena desentendidadel aburrimiento.

Si el otro no me ama, si no sien-te lo que yo siento, no hay semejan-te, entonces él me odia. Supresióndel amor primordial. Lógica ances-tral. La diferencia se vuelve amena-za, acecho. El otro puede destruir-me. Afirmación desesperada quelleva a huir o enfrentar.

Una posibilidad: romperse en lapregunta acerca del otro, de suvoluntad, para, simplemente, ser.

Recrearse. Existir con losdemás más allá de ellos. La sole-dad es el apellido del hombre. Laética abriga la condición de amar.El pensamiento invita al laberinto oa la creación. Sometimiento o liber-tad. Libertad que se define necesa-riamente por fuera del miedo, delos cálculos, de la paranoia.

Paradigma de una estéticaposible: la producción del presente.De asumir el limite, lo incompleto, lamuerte. Y desde ahí, simplementereír.

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nota de tapa

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ParanoiaversusamorJulio Parissi

El amor suele ser uno de lossentimientos más frágiles, yno es el odio su principal

enemigo; muchas veces el miedoes su gran adversario. Lo supehace ya tiempo, cuando pertenecíaa la redacción de la revistaSatiricón, por el lejano 1984.

Hacía un año que Alfonsín esta-ba en el gobierno y la dictadurahabía quedado atrás, pero los años

oscuros nos seguían respirando enla nuca. Los atentados continuabany, en ocasiones, sentíamos los mis-mos temores que antaño. Un día, enel correo que llegaba a la redacción,vino un paquete voluminoso, cua-drado, con un remitente desconoci-do. Era raro. A las redacciones lle-gaban sobres con cartas y algunaspublicaciones. Paquetes de ese tipo,no. Oskar Blotta lo vio y pensó loque se podía especular en esosaños: adentro debe haber un dispo-sitivo que explotará al abrirlo. Tuvola audacia de estar cerca de esepaquete, pero no le alcanzó el valorpara desatarlo, y quedó ahí, comouna amenaza oscura pero sofoca-da.

Al pasar los días, la angustia deno saber pudo más que el temor, yalguien abrió el paquete. Adentro,con la inocencia de una princesadormida, había una enorme cartuli-na plegada que tenía, de punta apunta, dos palabras: “Los amo”. Unlector, vaya a saber quién, nos brin-

daba una amor tan grande quenecesitaba una cartulina de cuatrometros para expresarse. Y nuestraparanoia casi había malogrado esebello gesto. Haber vivido años deterror nos había dejado un pocoimbéciles, y sentimos vergüenza: elmundo real era esa cartulina.

De contentos, pegamos el cartelen una pared y nos juntamos todospara sacamos una foto. Todavía laconservo.

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Parados: Enrique Symms y Aníbal Litvin. Sentados en sillas: Matilde Sánchez, Cristina Civale, Eduardo Villar, Fidel Chiatto,Rubén Ríos y Irene Vaamonde. Sentados en el suelo: Julio Parissi, Tuqui, Carlos Guarnerio y Miguel Gruskoin.

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nota de tapaPiojosAna María Shua

Madres en la puerta de la escuela. Años 90. Mis hijas tienen piojos. Todos los demás chi-cos también. La escuela instauró el Día del Piojo, para que todos los chicos sean despioja-dos simultáneamente. Una señora habla de la reciente prohibición del hexaclorofenol parauso humano. Suspiros apenados. ¡Era tan efectivo! Comentamos los pobres resultados de lapermetrina: al menos los atonta y es más fácil atraparlos con el peine.

Se nos acerca una mamá intensa, vegetariana, cuyo hijo ataca con desesperación losrestos de carne y fiambre en las heladeras de sus compañeros. Bajando la voz, nos revelala verdad:- Son los laboratorios –dice.- ¿Son qué? –le preguntamos, desconcertadas.- Los laboratorios que producen piojicidas –nos explica. Los piojos son su gran negocio. Ellosmismos los producen, los crían, y los distribuyen en las cabezas de los chicos.- ¿Los crían dónde? –pregunto. - ¿En las cabezas de sus empleados? - Donde los crían siempre para probar los piojicidas, tienen que tener algún lugar, ¿no?Touché. Y sin embargo... ¿cómo los distribuyen?- Los tiran desde los aviones –propone una mamá, ya convencida.- Los ponen en los areneros de las plazas –ayuda otra.- Les pagan a algunos padres para que sus hijos se dejen infestar y así propagan la pesteen las escuelas –dice la vegetariana, mirándome con desconfianza.

Me voy de allí con ganas de llorar de tanto escuchar disparates. Pero me aguanto, por-que, como todos saben, los fabricantes ponen virus de gripe y de resfrío en los pañuelitosde papel.

MetástasisGinés Cutillas

- ¿Cómo lo haremos esta vez, mi general?- Como siempre, teniente. No es la primera vez que lo hacemos.- Entiendo, señor. ¿Seguimos entonces el manual?- Exacto, teniente, el sistema está más que probado.- Déjeme consultar entonces el primer paso: crear un cuerpo de espías que vigilen a los ciu-dadanos.- Eso es, teniente. Y como siempre, algunos de estos espías dudarán de su cometido y semostrarán clementes con algunos de los vigilados.- Crearemos entonces el cuerpo de élite que vigilará a los que duden. Ya veo, pero mi gene-ral... ¿quién vigilará al cuerpo de élite?- ¿No recuerda qué hicimos en el último país invadido? - Mi general...- Cuando el estado de terror se haya extendido –nunca antes–, expenderemos salvoconduc-tos a los ciudadanos que mantengan los ojos abiertos, aquellos que de forma voluntaria nosinformen periódicamente acerca de las personas que nosotros les digamos.- Muy inteligente, mi general. Así tendremos a todos controlados.- Así es, teniente. El sistema está más que probado. Viene todo en el manual.

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nota de tapa

1. Llega a su Facebook una invita-ción de amistad de un tal “Sabemosquién sos”, que no posee foto,publicaciones de muro, amigos encomún ni información de perfil.¿Qué hace?a) Lo acepta, le sugiere amigos yle manda un mensaje privado invi-tándolo a tomar una Pepsi Light.b) Piensa que alguien se está bur-lando de usted, se borra deFacebook y no se lo cuenta a nadie.c) Sabe que lo persiguen, así queprende fuego el modem y se atrin-chera en su casa, con la única com-pañía de un gato, un Winchester ylos videos de Zeitgeist.d) Tal como lo suponía, Al Qaedaanda tras sus pasos. Por eso hac-kea Facebook y le manda virus asus millones de usuarios. Luego seexilia en Costa de Marfil, y desdeallí organiza una revolución telepá-tica contra el Sistema.2. Cuando su pareja se estáduchando, llega un SMS a su celu-lar. Es un número desconocido, y eltexto dice: “¿Cómo va?”. ¿Qué ima-gina?a) Que es su amante, y usted fueengañado todo este tiempo.b) Que se trata de un mensaje encódigo, que debe significar “es horade matarlo”, “robale todo ya” o “yapodés proceder según el plan acor-dado”.c) Que es un número equivocado,o bien alguien del jardín de infantesque sabe que ella estaba resfriada.d) Que su pareja tiene un amante,que es de la época del jardín deinfantes, que le escribe en código, yque él/ella lo dejó ahí a propósito,para que usted sufra y se paranoi-quee porque lo leyó y sabe queestá por pasar algo terrible.3. Estando en su casa suena elteléfono. Cuando atiende, nadiehabla del otro lado; tras unossegundos de silencio se escuchauna risa, y el otro corta. ¿Cómoprocede?

a) Corta el teléfono y manda susmemorias póstumas a todas las edi-toriales, contando que la CIA lo per-siguió durante años, porque ustedsabía del complot de La NASA, ElvisPresley y Vergara Leumann.b) Rastrea el llamado y esa mismanoche acude al lugar. Dinamita eledificio, libera gases químicos en elbarrio y organiza un ataque aéreocon Napalm para no dejar rastros.c) Cuelga y sigue comiendo pizzacon la puerta abierta y la clave dela cuenta del banco escrita en laventana.d) Se encierra en su caja fuertepara evitar el próximo ataque, deseguro inminente.4. Caminando por la calle, descu-bre que una señora con un chan-guito lo sigue hace dos cuadras.¿Cómo reacciona?

a) Se trepa a un edificio y saltasobre la vieja. La rapta. La tortura.Le saca toda la información nece-saria. Le hace una lobotomía paraque no recuerde nada. Después, secambia la identidad y se construyeuna choza en el Amazonas.b) Se esconde a la vuelta de laesquina y tira miguelitos para que lepinchen las ruedas del carrito, obien sus pies. Inmediatamente sedisfraza de ratón Mickey y salecaminando como si nada, pordonde vino.c) Comienza a correr desespera-damente, mientras piensa por quélo seguirá.d) La espera y la ayuda a cruzarla calle. Luego le da un abrazo, unaestampita de la Virgen, y le mandasaludos a sus nietos.

Test sobre teorías conspirativas Joaquín Ludovicic / Ilustra: Alexis Stamboulis

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Puntajes:1. a-0 / b-1 / c-2 / d-32. a-1 / b-2 / c-0 / d-33. a-2 / b-3 / c-0 / d-14. a-3 / b-2 / c-1 / d-0

De 0 a 3 puntos:Usted es un ser ingenuo e inocentecomo Heidi, Mr. Magoo o el InspectorGadget. La sociedad le pasa porencima y hace de su persona un sermiserable, discriminado, desdichado,aunque usted no llegue a percibirlo.Gracias a usted existen los robos enlos countries, las violaciones, el ham-bre, la indigencia, la violencia en lascalles y los programas de chimentos.De 4 a 6 puntos: Un paranoico de salón, más asustadi-zo que otra cosa. Seguramente supadre lo fajaba con el cinto de chiqui-to, y por eso ahora es un cobardeconsumado, pobre tipo que no puedeenfrentar la realidad y hacer algo contodo eso que lo amenaza. Haga algopor la vida: desaparezca, o bien com-pre un libro de autoayuda que le sirvapara superar sus miedos.De 7 a 9 puntos:Paranoico exacerbado, extremista,psicótico en permanente desarrollo.Usted no es normal. Usted no essano. Usted no es una buena perso-

na. Es de los que van al analista paraangustiarlo, para hacerle ver con pre-potencia que su enfermedad es incu-rable, que usted está loco, que ustedsabe todo. No está mal, pero trate deno tener familia, olvidarse de sus ami-gos y no salir demasiado seguido a lacalle. El mundo se lo agradecerá.De 10 a 12 puntos:Saboteador Desquiciado. Es la cate-goría más alta de los paranoicos. Secrió viendo “Los expedientes secre-tos X”, y se dispuso a comprenderlotodo, todo. No sólo conoce el final de“Lost” desde la primera temporada,sino que lo publica en cuanto foroencuentra por ahí. ¿Cómo lo sabe?Porque amenazó a los productorescon develar el secreto de dónde viveHitler, el enigma de los nietos deJesús y por qué tiene tanto éxito unaporquería como Twitter. Usted losabe todo. Usted es el Otro. Ustedes Dios.

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nota de tapa¿ Qué tan paranoico es usted ?

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rapiditas

Hay un mito que reza “en laAntigüedad no hubo filóso-fas”. Sería ilógico pensar

que los intelectos femeninos semantuvieran adormecidos por mile-nios. Las mujeres tuvieron distintapresencia en las principales escue-las filosóficas griegas (platónicas,epicúreas, etc.), tal es el caso deHipatia de Alejandría, quien llegó aser la cabeza de la escuela neopla-tónica de su ciudad, una de las másimportantes de la época.

Se podrá objetar, “pero ¿quémérito tiene dirigir una escuelaneoplatónica?” Entre las paparru-chadas de Plotino con sus emana-ciones, las mezcolanzas gnósticas,la teoría que une estética con éticay muchos otros tantos aportes delos lectores de Platón, se gestó laciencia moderna. De todo esebagaje colado con instrumentalmusulmán (Ibn Rushd e Ibn Sina,dos que hoy tendrían problemaspara cruzar algunos aeropuertos)abrevaron los renacentistas queforjaron la ciencia que hoy despre-cia al hermetismo, a lo espiritualoi-de tan asociados al neoplatonismo.Es que, ¿qué no es más espiritua-

loide que una fuerza actuando adistancia? Salteémonos las inerciasy gravedades porque me quedanpocas palabras y aún no dije nadade la bella Hipatia.

Hija del astrónomo Teón, fuemás allá que él en el estudio de lasciencias y por ello reunió en tornosuyo a un selecto grupo de alum-nos de la alta sociedad de lo quehoy es Egipto, en ese momentoprovincia romana. Como suele ocu-rrir muchas veces, los juegos depoder ensalzan o destruyen y eneste caso Hipatia quedó atrapadaentre los conflictos político-religio-sos. Decir que quedó atrapadaquizá la pinte como ingenua, y siera tan inteligente como las tem-pranas enciclopedias bizantinas ysus discípulos acreditan, segura-mente tomó una postura activa enlo político dado que un polites (ciu-dadano de su polis) que se preciede tal, debía desarrollar una activavida pública. Pero digo “atrapada”como quien cae en una cruel ycobarde trampa. Su muerte fueequivalente a la de Héctor, maltra-tada y arrastrada por bestias por elsuelo, y luego quemada. Tanta ale-

vosía para deshacerse de unamujer implica que la misma teníauna mente poderosísima, o que loscristianos que la mataron eran muyestúpidos y/o cobardes.

Hipatia escribió sobre astrono-mía, geometría, se le atribuye elperfeccionamiento de instrumenta-les como el astrolabio y el hidróme-tro, explicó las obras de Platón,Aristóteles, Plotino y Porfirio.Algunos la quieren virgen, otrosdicen que estaba casada con unfilósofo llamado Isidoro. Los que laquerían bien decían de ella que era“madre, hermana y benefactora”.

Más info:• Wikipedia: “Hipatia de Alejandría”.• Libro: M. Dzielska. Hypatia ofAlexandria.• Film: “Agora”, de A. Amenábar

Hipatia de Alejandría (355-416)Lucas Misseri / Ilustra: Lucila Paula Valentini

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impertinentes

La vida de playa siempre medio ganas de vomitar. Gritosde vendedores, jugadores de

tejo entusiastas, niños perdidos,anunciantes que promocionan suslocales por altoparlante. Genteinmunda que ensucia la arena y setira al sol como si nada.

Fui porque me obligaron. Noquería. No me parecía nada esti-mulante un pueblo atestado de visi-tantes que, cuando no se broncea-ban, se pasaban el día comprandorecuerdos de caracoles para tías yjefes.

En el departamento de la playaque habíamos alquilado entrabancómodas dos personas y éramosseis: dos en el dormitorio y cuatroen el comedor. Nosotros, que no

nos cruzábamos más de unosminutos por día, de pronto éramosuna familia conviviendo: mi mujer,mis tres hijos, la novia de uno deellos. Cuando los nombraba por elparentesco que nos unía, me extra-ñaba que yo hubiera elegido esedestino, armado esas redes de lasque no me podía separar, salvocuando me encerraba en el baño.

Disfrutaba el silencio y la oscu-ridad, incluso el olor a humedadque me daba la sensación de estarprotegido. Dejaba la llave puestadel lado de adentro para que nadiepudiera entrar. Así y todo, a lospocos minutos, alguien le daba gol-pes a la puerta y me pedía, conalguna excusa, que saliera.

Faltaba una semana para quenos volviéramos. Apenas me des-perté vi las nubes grises a travésde la ventana. Dije que estaba des-compuesto y no salí de la cama. Mimujer le gritaba a mi hijo mayorque no se olvidara de poner lasgaseosas en la heladerita. El delmedio, discutía con la novia en elbalcón sobre los planes para lanoche. La manta de rombos con laque me cubría tenía olor a naftalinay pensé en la infinita cantidad deinquilinos que se había tapado conella verano tras verano. Mi mujer

me gritó desde la puerta que nocomiera nada y prometió volvertemprano. Cuando se habían idotodos, me vestí, saqué del cajónparte de la plata que quedaba para

el resto de las vacaciones y salí.El viento refrescaba. Por eso,

en el colectivo, decidí sentarme allado de la ventanilla. Por el caminode la costa miré a la gente bañán-dose en el agua turbia. De lejos,parecía imposible que el mar no selos tragara. El movimiento de lasolas contrastaba con la quietud delas sombrillas. Mujeres y hombresse escondían tras sus lecturas yalgunos perros dormían la primerasiesta de la tarde. Lo único quehubiera querido hacer en esos díasera un castillo, pero me imaginabala cara de mis hijos adolescentes sime dedicaba a juntar arena conuna palita y armaba una alta torreque no derribara la marea.

A lo lejos, el faroJimena Repetto / Ilustra: Hernán Zaccaría

“No me parecía nadaestimulante un puebloatestado de visitantesque, cuando no sebronceaban, sepasaban el díacomprando recuerdosde caracoles para tías y jefes.”

“Tenía la piel curtida,negra por el sol. Me

pregunté si a mi mujerle hubiera gustado

acostarse con un hombre así.”

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Supongo que me quedé dormi-do después de pasar el faro. Medesperté y el cielo estaba rosa porla tarde. El colectivo se detuvo yera el último pasajero. La playadesierta se rompía en el horizontede barcos abandonados. No habíaturistas por esos médanos.Respiré. El oleaje se extendía y enel cielo había una estrella. Caminédescalzo. Sentí la arena calientehumedecerse con el agua fría y labrisa de enero.

Un pescador me silbó a lolejos. Me acerqué. Desde lo alto deun barco naranja sacaba pecestodavía aleteando atrapados en lasredes. Su fortaleza al levantar esostejidos en los que se juntabanalgas, caracoles y desperdicios meconmovió. Me preguntó qué hacíapor allá con desconfianza. Le res-pondí que andaba curioseando. Mepreguntó si quería subir y accedí.

Él siguió con su trabajo y yo lomiraba. Imaginé que de ese modopasaba sus días, en esa serenidad.Tenía la piel curtida, negra por elsol. Me pregunté si a mi mujer lehubiera gustado acostarse con unhombre así. El olor de los peces ensus manos me daba envidia. Sentíprofundas ganas de ser yo el quelos tomaba con soltura y les clava-ba el cuchillo para sacarles lasentrañas. El hombre no me mirabani me hacía más preguntas. Yotampoco quería hablar por miedo ainterrumpirlo en su tarea. El barcose balanceaba.

Para una fiesta de disfraces mimujer se había vestido de sirena.Pese a sus críticas, yo fui con miropa de siempre. No tomé porquetenía que manejar. Me senté en unsillón y la vi bailar. Pensaba, en esaépoca todavía, que era atractiva. Ysabía, también, que había hechopoco para conquistarla. Si noshabíamos casado, en parte, habíasido porque ella había quedadoembarazada y yo le había prometi-do cuidarla para siempre.

Pasaron las horas y me quedédormido a pesar del volumen de lamúsica. Cuando me desperté, pre-gunté por el baño. Como estabaocupado, la dueña de casa mesugirió que fuera al de la planta

alta. Al pasar por el pasillo quedaba a las habitaciones escuchégemidos y vi, por una rendija de lapuerta, a mi mujer con otro. Laesperé abajo, en el sillón, y nosvolvimos en auto. En un semáforome dijo que no la había pasado tanbien en la fiesta porque la músicaera demasiado moderna. Sin embargo, después de más dediez años, cada tanto me recorda-ba lo linda que se había sentido esanoche.

En el bar, iluminado sólo porvelas, la oscuridad era tal que sehacía imposible distinguir la cara delos presentes. Cuando el marinerose me acercó, ya habíamos tomadojuntos una botella que yo habíainvitado. En la mesa de al lado,aseguraban que no iba a lloverhasta el mes siguiente. Salimos ycaminamos por la arena. Me costósubir al barco, mucho más que laprimera vez. Sentí mis pies pesa-dos y no colaboraba el mareo. Porla luna, brillaba el reflejo del cuchi-llo al lado de las redes.

Me desnudó, me sacudió, meindicó todo lo que quería que hicie-ra y obedecí. Le obedecí con admi-ración y dejé que me mostraracómo era. Viví la vida de ese hom-bre, sus manos, su piel, su olor, sucuerpo. Viví su fuerza en mí. A lolejos, el faro, preciso, erguido,rotundo en la noche abierta.

Abrí la puerta y el departamen-to, a oscuras. Mi mujer me habíadejado una nota: se había ido alcasino, los chicos se iban a bailar y,tal vez, esa noche, no volvieran. Nome quise bañar. Me acosté en lacama y esperé ansioso el sueño,como quien se jacta en secreto deuna hazaña. Soñé que nadaba yeso que yo le tenía miedo al agua.Me despertó mi mujer y me contóque había ganado. Me preguntó sila quería acompañar a caminar unrato por la playa. Le dije que toda-vía no me sentía del todo bien y mepreguntó, al sentir mi aliento, sihabía estado tomando. No le res-pondí. La abracé y le dije que laquería. Y era cierto. Nos dormimos.Al día siguiente, el cielo amaneciónublado.

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Y se enamoró de sus rufianes, cuya lujuria es como el ardor car-

nal de los asnos, y cuyo flujocomo flujo de caballos.

Ezequiel 23:18-20Por la ventana un caballorelincha y olfatea el aire conénfasis, muestra sus cuellos

largos, su primera hombría. Davueltas a la yegua en un baile prin-cipiante, busca la satisfacción deseptiembre cuando el sol agrandasu boca. Se debate entre la euforiay el miedo al primer rechazo. Lahembra da coces con sus patastraseras inmediatamente, no con-forme lo retira de su celo. El caba-llo se va, la yegua espera y espar-ce su aroma en el prado una vezmás, por un nuevo competidor.

Suena el teléfono en la casa,deja el pollo con las piernas abier-tas y el cuchillo enclavado en lasachuras para atender. -¿Cómo anda mi yegua, Emily?-Señor Lewis, lo lamento, Lady harechazado a Black. -¡Pero si es un Pura sangre inglés! - Estaba yo en la cocina desplu-mando el almuerzo cuando lo escu-ché. Sus relinchos eran graves yenérgicos, rápidamente dejé misquehaceres y me asomé. Teníapreparada la cámara como ustedme encomendó tan sabiamente. Elpobre se relamía el labio superior ysaltaba alrededor de ella desespe-rado. No es lo que pensábamosseñor, aún no tiene experiencia. Layegua lo rechazó con una patadaterrible. -¿Pudo sacar su miembro?¿Mostrar lo prometido? Debo ase-gurarme. Me han dicho que supadre medía un metro y medio yque tenía el tiempo más largo desatisfacción. Eso es importante a lahora de la competencia mi queridaEmily, ¿qué haremos si Black noestá a la altura? No podré presen-tarme y siempre he querido ganar. -No lo sé señor Lewis, no se ponga

mal, usted no deja de ser un granhombre, diácono, profesor dematemáticas, escritor. SeñorLewis, no dejarán de admirarlo porperder la competencia de copula-ción equina.

El señor tartamudea, intentadecir algo pero la vergüenza desus ideas lo comienza a retraer. -Yo yo yo...yo... escúchame Emily,tendrás que ayudarlo, debo saber.La competencia es en unos días. - Señor, ay señor, ¿qué me estádiciendo?- Tienes las manos perfectas, te hevisto ordeñar con fiereza las vacas,exprimir con nervio hasta la últimagota de leche desde chiquita.Sabes que he estado observándotedesde siempre Emily. He vistocómo preparas la carne, cómo te

acercas al corral y eliges la comi-da. Cómo sacudes el árbol.Deberás ayudarlo.-Señor, ¿pero qué me pide?Mientras Lewis hablaba un relinchosonó tras el teléfono.-¡Señor! ¡El caballo está intentán-dolo de nuevo!-Le pido que me relate paso a pasolo que ocurra Emily, con detalles. - Están bajo el árbol, la yegua lomira de reojo.

Lewis dibuja un enano con unconejo gigante mientras ella relata,y una escoba gruesa, y una reinagorda. -Se lo ve más esbelto, señor, conlas extremidades largas y fibrosas,parece que ha hecho ejercicio¿pero cómo? ¿En tan poco tiempo?Está transpirando, se nota en elbrillo de su pelaje. Ha cambiado deactitud, señor Lewis, ¿escuchacómo relincha? ¡Qué grave es elsonido de su voz! ¿No lo estreme-ce señor?

Lewis comienza a tartamudear,se escucha el sonido de un lápiztrazando líneas fuertes y Emily sesaca la blusa sin comentarlo.

La yegua de Lewis CarrollMarian Lutzky / Ilustra: Mariana Baizán

“Lewis comienza atartamudear, se

escucha el sonido de unlápiz trazando líneas

fuertes y Emily se sacala blusa sin comentarlo.”

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-Sigue, por favor, sigue. -Hace mucho calor Lewis, no sedetiene, el sonido no se detiene.-¡Sigue!-Es un semental, la está encerran-do en su danza, corre alrededor deella. La yegua está asustada y nose detiene, ¡los relinchos no sedetienen!- ¡No se detiene!-La yegua señor Lewis, vierte unlíquido entre sus piernas.

Se escucha el asombro deLewis en una respiración agitada,tras un relincho descomunal.-Le frota su cuerpo a la yegua confiereza, ¡la está lastimando! Latorea, ¡la patea! ¿Qué hago?-¡Sigue, sigue!

Se escucha el sonido de unlápiz partiéndose. -¡La yegua se abre de piernas! Legusta, ¡relincha también!, agachasu cabeza y estira sus extremida-des. ¡Dios mío!-¡Dios mío!-Es enorme, Lewis, es enorme. -¡Si! ¡Es enorme!-¡Su miembro es enorme!Emily pone en automático la cáma-ra de fotos. Se escucha una canción vocálica:A-A, I-I, como si un mono estuvieraen la habitación de Lewis. -¡Sigue!-Lo introduce. ¡Entra y sale comouna bomba!- Es violento, a la yegua le tiemblanlas piernas. -No para Lewis, ¡la yegua estácayendo!-¡Es muy grande!-¡Es enorme!-Le da vueltas con su sexo Lewis.- ¡Increíble! ¡No le saca su miem-bro!-Ya van diez minutos de sexo.-¡Sigue!-La yegua agacha su cabeza ypone el trasero.-¡Sigue! ¡Sigue! ¡El Pura sangresigue!- Ya van treinta minutos, va deca-yendo.-¡No! -La yegua grita su último aliento.-¡No! ¡Sigue! ¡Sigue!

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La hiedra sube, trepa por uncostado, por un ángulo deledificio, y está por llegar a la

ventana del piso anterior a midepartamento. Ha subido, enton-ces, casi cuatro pisos. Yo no habíaadvertido antes su progreso yrecorrido, que ahora sí contemplo,asombrado de su magnitud. Meacerco a la ventana, y al asomar-me apenas, veo cómo ha recubier-to toda la medianera del vecino deplanta baja (el que alguna vez plan-tó y dejó crecer la hiedra), y cómodespués de completar, de adueñar-se sin resquicios de toda aquellapared, de toda aquella superficieabajo, comenzó a alargarse, a esti-rarse hacia arriba sin otro fin quesu multiplicación.

Hay algo en ella que merecuerda la llegada de la niebla a laciudad. Pero la niebla del cine. O lallegada del vampiro, cuando entresus variadas amenazas y posibili-dades, sabe mutar en niebla, enesa especie de humo denso y blan-co, que se desliza con lentitud porlas calles.

La hiedra persigue un caminode sombra. Ocupa un ángulo deledificio que sólo durante un ratopor la mañana recibe la luz del sol.Está, por lo tanto, a resguardo de

los rayos más fuertes del mediodía,o de la tarde. Comprendo que elsol, y eventualmente los vecinosdel edificio, son sus únicos preda-dores. La observo al detalle y seme ocurre tan ágil y ambiciosacomo frágil y delicada. Sus límitesson infranqueables: no puedeextenderse más allá de su cono desombra porque se marchitaría confacilidad. Parece no tener origen,no tener tronco ni raíz. Miro sushojas y se me ocurren no tan dis-tintas a las de una parra.

Los vecinos de los pisos ante-riores no deben haber registradosu crecimiento. Conozco a misvecinos y, si lo hubieran hecho, séque no se habrían ahorrado elreclamo a la administración delconsorcio (o directamente al dueño,al vecino de la planta baja) y la ins-trumentación de una poda inmedia-ta. Surge en mí la maldad, el impul-so malo de ser yo mismo quienavise al resto (no quien reclame,sino sólo quien avise al resto: elagitador). Sin embargo, elijo nohacerlo. Tal vez es la misma mal-dad, sólo con otra forma; unaforma replegada en la posesión delsecreto.

La vuelvo a mirar y veo en lahiedra mil brazos largos y verdes,

un gran y hermoso cableado, unamadeja extendida de cables yhojas. No me disgustaría en verdadque cubra todo el edificio, perosupongo que antes, mucho antesde que eso pueda suceder, la ilu-sión de ausencia se va a quebrar.La hiedra va a dejar de ser invisi-ble (y por el contrario, será excesi-va) y los vecinos van a proceder acortarla.

Me vienen imágenes de otrascasas, de palacios breves, europe-os, de dos o tres pisos, recubiertospor enredaderas; siempre meparecieron muy bellos y singulares,a pesar de los comentarios acercade la humedad, o de los trastornosque causa en todos los conductos ycañerías. La hiedra, sin ningúnfreno ni control, tiende a asfixiar, adevorarlo todo, a extenderse pordonde pueda, o la dejen.

Me alejo de la ventana. Pongoagua para hacerme un té. La hie-dra, más allá de mis fantasías yconjeturas ociosas, quedará ence-rrada un tiempo más en aquelángulo de sombra; fijada ahí, artifi-cial casi, sin poder desplegarse deltodo ni tampoco extinguirse, perdu-rando indiferente, o sin existenciapara los ojos del resto.

La hiedraEdgardo Scott / Ilustra: Fabián Zaccaría

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blasfemas

Qué hubiera pasado siOliverio Coelho

Teorías cotidianasJuan Guinot

Si en el año 1982 los planes de la Junta Militarhubieran resultado exitosos y Argentina hubie-ra recuperado las Islas Malvinas, existiría una

mínima probabilidad de que hubiéramos padecido,como Chile, una dictadura hasta el año 1989. En talcaso el entusiasmo mundialista del 86, bajo la(de)presión dictatorial, habría sido casi nulo. Paraeso, desde luego debería haber existido un tipo deimpunidad colectiva que una parte de la poblaciónpodría haber adoptado, como en los setenta y losnoventa, a cambio de bonanza económica, cuotas,vacaciones en Cancún y crédito ficticio.

En esas condiciones de negación histórica, hipo-cresía y falsa prosperidad, el fracaso de la selecciónargentina en el mundial de México habría sido con-gruente con el de la selección en España 82. Sin laayudita que catapultó a la selección al podio en el año78, el combinado nacional, con Maradona a la cabe-za, se habría ubicado en la primera fila del panteónde los grandes equipos sin gloria –la Hungría dePuskas, la Holanda de Cruyff.

No habría habido juicio a las juntas, y Videla,como un Pinochet estilizado, junto a sus secuaceshabría encausado una transición –senadores vitali-cios, reformas constitucionales– para asegurar laimpunidad de todo el arco político-militar.

Si la historia en Malvinas hubiera tenido otro des-enlace, podemos barajar alguna idea disparatada. Heaquí una: para borrar rastros de la colonización, loskelpers habrían sido trasladados masivamente aUshuaia, donde habrían sido obligados a estudiarcastellano, so pena de trabajos forzados en la míticacolonia penitenciaria reinaugurada a tal efecto, conCayetano Santos Godino, alias el petizo orejudo,como santo protector.

El aceite de la fritada se puede volver a usar.Primero lo deja enfriar, me lo pone en un fras-co (sirve uno de mermelada, pero bien limpito)

y enrosca la tapa. No utilice como reservorio de acei-te la sartén de la fritada. El enlozado de la sarténimpregnará de un sabor metálico a sus futuras comi-das. Al reutilizar el aceite, vea de no tirar el sedimen-to de micro cuerpos de comida apostados en la basedel frasco. Tampoco se le ocurra freír lo dulce con unaceite antes usado en lo salado y viceversa. Y, porDios, mucho menos utilizar el aceite de los cornalitospara hacer luego buñuelos con pasas de uva. Otrobeneficio tiene el aceite reutilizado: adquiere uncarácter de tintura que bien sirve para subir la pale-ta de tonos de su comida. Si la comida entra por losojos, acá bien sirve el consejo para quienes tienen ungrupo de comensales exigentes con comer todo biencocido. El aceite reutilizado no tiene colesterol, elcolesterol lo tiene usted y ya es hora de que se hagacargo y no ponga en el afuera lo del adentro. El acei-te reutilizado ayuda a proteger al medioambiente.Piense en la cantidad de girasoles que saludarán alsol, seducirán a las abejas e inspirarán a los pintores.Al reutilizar aceite, usted también arma un microclimahogareño, de perfume nutricio que acompañará a sufamilia por donde ande, un rastro indeleble del víncu-lo familiar. Por último, la reutilización es económica,no solo por no salir a comprar una botella por sema-na, sino porque evitará los taponamientos de cloacasy gastos de plomero. Reutilice, vamos, anímese, suaceite se lo agradecerá.

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todavía existe esa hora en que vibran los ecosy la piel se deshace en racimos de uvaexisten las paredes que absorben el golpe de esos días en que prefiero nadason la arena madre de todo lo queen mí amapor darme por perdido dentro de esa sabiduría de repetir certezas como si fueran propiassedientohuérfano

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liberaditasLeonardo Saguerela / Ilustra: Daniel Roldán

la pareja extranjerase protege del clima de la carnesin gestoscomo detrás del idioma gringola mujer es práctica y poco singularen el contextouna andanada de pájaros prehistóricos se adueña del paisajeyo que tengo tiempo sin usarsoy joven y descuidado e indiferente a quienes observanme masturbo con ese hombre y con esa mujercarentes de todo lo que es sano

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liberaditasClara Anich / Ilustra: Leticia Paolantonio

Trepar colchón al sueloconvocarteel que decide no tienederecho a sufrir popular dixit,no alcanzar a camuflarse no es excusa,sólo una verdad silenciadasin derecho a revelarseuna verdad que se escurre por mi bombacha,le huye a tu mano a tu violencia de mártir.

Ojos de gata y feria de pueblolengua pérfidaen un caminodesencuentro,el azul empaña mi tardede incesto policíacomientras yoextraño mandarinas. Qué ambigüedadel sentido tibio de la espera.

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heterodoxasDublinesca, de Enrique Vila-MatasSeix Barral, Buenos Aires, 2010

Hay fanatismos y fanatismos. El de Vila-Matas es del tipo productivo, de esosque no se quedan en la observación pasiva de las cosas. Fiel lector de Joyce,miembro de la Orden de Caballeros de Finnegans, le regaló algo de su vida y suexperiencia a Riba, un editor ¿imaginario?, que ya está viejo y caído en desgra-cia. Con demasiado tiempo libre, una mujer que ahora es budista y algunos con-flictos paternos, decide emprender un viaje a Irlanda para celebrar el Bloomsday,día en que transcurre el Ulises. Ya en Dublín, acompañado de un grupúsculo deescritores amigos, lleva a cabo un funeral por la era de la Galaxia Gutermberg,fallecida ante tanta cultura on line. Si Joyce trazó un paralelo con La Odisea deHomero, Dublinesca busca una analogía similar con los Leopold Bloom y StephenDedalus, de comienzos del siglo XX.

El bienestar, de Carolina SborovksyEl fin de la noche, Buenos Aires, 2010

Tu novio de muchos años te dejó. ¿Cómo sigue tu vida? Te deprimís, salís,conocés chongos y PAV (Posible Amor Verdadero), te deprimís más, cogés conalguno, reincidís con tu ex, no sabés qué hacer. Comés mucho, estás más sensi-ble cuando te indisponés, no querés ver a los amigos criticones, hacés un cursode fotografía, te cogés a otro, rompés algún corazón, tu perro toma un rol centralen tu vida. Un diario íntimo que cuenta experiencias que atraviesa cualquier per-sona, entre la ternura, el humor y el no saber qué hacer. Un excelente libro parareírte y mirarte en el espejo, que puede entrar en la misma categoría de “La locade mierda” (de Malena Pichot), “El diario de Bridget Jones” y las comedias destand up.

El secreto del calígrafo, de Rafik SchamiSalamandra, Barcelona, 2010

Una muestra paisajística de la sociedad siria de mediados del siglo XX, en laque un prestigioso calígrafo mantiene en vilo a la sociedad damascena con susacciones, cuando su hermosa mujer escapa de su hogar sin dejar rastros. A dife-rencia de la mayoría de sus compatriotas, Schami no relata las catástrofes políti-cas, ideológicas o religiosas de Damasco, sino que se remite, con humor y disten-sión, a contar historias que le dan vida a un puñado de personajes que se hacenquerer y odiar. Una narración simple, sin chicanas ni recovecos oscuros, para queel lector se siente a disfrutar de las palabras.

Historias extraordinarias, de Mariano Llinás.Mondadori, Buenos Aires, 2010

Señora, ¿ya vio la película “Historias extraordinarias”? ¿No? ¿Qué espera?¿No le contaron que es un cine argentino muy diferente a todo el que salió hastaahora a recorrer las pantallas? ¿Sí la vio? ¿Qué espera entonces para encontrar-se con el guión original del film?

Mondadori presenta con este libro la palabra impresa de lo que ya se dijo conimágenes, sonido y movimiento. Una obra brillante, de esas que el espectadorargentino no está acostumbrado a presenciar, que hacen que uno salga del cinereflexionando, cambiado, obligado a convertirse en un espectador activo, que debeadentrarse en la historia y ser parte de ella. Indefectiblemente, ser parte de ella.

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heterodoxasLas palabras andantes, de Eduardo GaleanoSiglo XXI, Buenos Aires, 2010Probablemente el libro más brasileño de este autor uruguayo que tiene un víncu-lo tan cercano con Argentina, y se caracteriza por ser parte (y hacer parte) de lacultura latinoamericana. Con grabados del genial José Borges, epígrafe preliminarde Caetano Veloso (“Visto de cerca, nadie es normal”) y Brasil como punto de par-tida, Galeano le da forma a sus historias, anécdotas, cuentos, ideas, pensamien-tos, aforismos disfrazados y muestras de cómo viven los que viven fuera de losejes que atraviesan los centros de poder. En Las palabras andantes se cruzan dic-tadores y cafés, ciudades y ventanas, Jesús y las mujeres, el arte y la pobreza,el tiempo y la utopía, los mosquitos y las telenovelas.

Manual de antiayuda, de Peto MenahemPlaneta, Buenos Aires, 2010Desopilante, divertido, grosero, de un mal gusto con pocos precedentes, el manualde antiayuda será de suma utilidad para todos aquellos que: a) quieran desayu-darse a sí mismos desaforadamente; b) busquen reírse solos en el colectivo, mien-tras todos los miran mal; c) son del fan club de Peto Menahem en sus columnasde los martes en “Metro y Medio”, programa que conduce Sebastián Wainraich.Algunos de los temas más importantes para antiayudarse: ejercicios para NO seruno mismo, cómo construir una personalidad con fisuras, momentos propicios paraanunciarle a tu pareja la separación, consejos para elegir un analista y recomen-daciones para mudarse.

La función del orgasmo, de Wilhelm ReichPaidós, Buenos Aires, 2010Provocador, exiliado permanente, innovador en sus teorías y en el modo de for-mularlas, Wilhelm Reich fue una figura central del psicoanálisis. Central, no por elhecho de que sus hipótesis tuvieran tantos seguidores como Freud o Lacan, sinoporque fue, probablemente, el más hereje de los seguidores de Freud. Incómodopara los ghettos psi, militó en las filas del marxismo, sin contar tampoco con la sim-patía de sus compañeros de vanguardia revolucionaria. Así como en La luchasexual de los jóvenes sugería que la liberación sexual era la única manera posi-ble de acceder a la revolución comunista, en La función del orgasmo continúa esamisma línea de pensamiento, en la que sexo, psicoanálisis, sociedad y subversiónse ven inexorablemente unidos.

La gran conversión digital, de Milad DoueihiFCE, Buenos Aires, 2010La era de la galaxia Gutenberg está llegando a su fin. La tecnología se come a latecnología y lo virtual avanza a pasos agigantados, demostrando que las impren-tas ya no tienen el monopolio de la información escrita. En este libro, el filólogo ehistoriador de las ideas, Milad Doueihi propone un manifiesto de la nueva alfabe-tización digital, aceptando ese avasallante devenir cotidiano del software sobre elpapel. El ensayo cuenta con capítulos que hablan acerca de los derechos digita-les, la globalización, las identidades polifónicas, los vericuetos de la palabra en laWeb (de los blogs a Wikipedia), la noción de una nueva patria hospedada en elhosting, las bibliotecas de Internet y esa gran Babel que es toda la red. Las con-clusiones del libro, para cerrar, tienen un conocido aire de estas pampas: “Losherederos de Pierre Ménard”.

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heterodoxas

Los himnos de Hölderlin “Germania y “El Rin”, de Martin HeideggerBiblos, Buenos Aires, 2010

Discutido, rechazado por su adhesión al nazismo, amante de Hannah Arendt,Heidegger fue, sin ninguna duda, uno de los filósofos más importantes del siglo XX.Su contribución al pensamiento contemporáneo es imposible de obviar para todosaquellos que decidan estudiar conceptos (tan diferentes y estrechamente ligados)como el existencialismo, el dasein, el tiempo, la estética, el arte o la filosofía grie-ga. En este libro, Biblos presenta el curso que el filósofo alemán dictó en laUniversidad de Friburgo, en 1934-1935, y que forma parte de sus obras completas,siendo el tomo número 39. Concentrado en Hölderlin, Heidegger analiza su obracomo punto de partida para discutir ideas que, surgiendo de la poesía, desembo-can en un pensamiento complejo que desafía las leyes de la traducción.

Diccionario de Psicología, de Béla Székely y otrosClaridad, Buenos Aires, 2010

Béla Székely nació en Hungría en 1899 y murió en Argentina en 1955, luego deemigrar de su país natal en busca de la libertad intelectual que los totalitarismoseuropeos habían cercenado. Autor de numerosos libros sobre psicología, de losque se destacan numerosos test que él mismo ideó, organizó sus saberes en tornoa un voluminoso diccionario, en el que expuso su concepción de los términosempleados por la psicología, entendiéndola como una ciencia que posee un lugarcentral en la sociedad. En esta nueva y muy cuidada edición que presente Claridad,Ricardo Bruno actualizó el diccionario, contando con la colaboración de muchosespecialistas, que representan distintas corrientes de la psicología y que tienen unobjetivo común: desacralizar los conceptos, acercar la teoría a todo aquel que quie-ra acceder a ella de manera rápida, concisa y concreta.

Patrones migratorios internacionales en América Latina, de Enrique Oteiza (compilador) EUDEBA, Buenos Aires, 2010

Los estudios sobre migraciones no son novedad en Argentina. En este caso, elprestigioso investigador Enrique Oteiza, quien desde hace mucho tiempo está invo-lucrado en este tipo de trabajos, reunió a un gran número de cientistas sociales queanalizan las migraciones desde distintas ópticas. El libro está dividido en siete par-tes, en las que se trabaja la migración en América Latina a través de la historia, delas colectividades y asociaciones de inmigrantes, de las características de losmigrantes y los procesos migratorios, de las consecuencias económicas de esosdesplazamientos, de la complejidad cultural y la integración, y de las políticasmigratorias y los derechos de los migrantes.

Hélice, de Gonzalo CastroEntropía, Buenos Aires, 2010

Fiel reflejo de la literatura urbana de Buenos Aires en el comienzo de siglo,Castro narra una historia simple y llena de vericuetos, en los que el lector entra ysale como por túneles intercomunicados. “Nada se puede hacer cuando el amor semanifiesta así porque sí, asintótico al eje de lo normal”, se dice el autor a sí mismo,queriendo compartir con el mundo algo, un poquito de toda esa soledad que lo ago-bia y que le da forma a los síntomas de su existencia. Síntomas que son detalles,pequeñas manifestaciones de grandes emociones que buscan no diluirse en elritmo frenético de la calle. Un zigzag de percepciones, citas al pie, ínfimas repre-sentaciones de la vida que le toca vivir.

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blasfemas

Si yo fuera superhéroeEsther Cross

Lo malo del sexo es queAriel Bermani

“De cada amor que tuve tengo un compact”, cantaSebastián Monk. Me dejo llevar por esa especiede consigna o estribillo y me acuerdo de una

buena cantidad de fracasos. Uno recuerda, sobretodo, los fracasos, ¿por qué será? Si no fuera por mirelación con las mujeres, el 85% de mis problemasjamás hubieran existido. A veces pienso que lo mejorsería el celibato. O la poligamia, que es casi lo mismo,al menos en un sentido simbólico: nada de compromi-sos. Pero la poligamia aventaja al celibato en unaspecto que no hace falta mencionar, es fácil enten-der a qué me refiero.

Hace muchos años, cuando yo todavía era casiun niño, sufrí tanto por amor que, todavía, cada vezque lo recuerdo, el calorcito de la tristeza se encien-de un poco y quema. Ella y yo íbamos al mismo cole-gio, pero no éramos compañeros de grado. Nos mirá-bamos mucho en los recreos. Al menos yo la mirabamucho. Una sola vez estuvimos cerca, en el patio,sentados en el mismo cantero y solos. El resto de loschicos y chicas jugaban por ahí. Los chicos, a patearhojas secas y a patearse entre ellos. Las chicas, asaltar la soga y a decirse cosas en secreto. Me acer-qué más, hasta rozarla y giré la cabeza, pero nohacia ella, sino hacia el lado contrario. Sentí su mira-da en mi nuca. Desde esa posición le dije que megustaba. No la llamé por su nombre porque no losabía, tampoco lo sé ahora. Su respuesta fue clara: ya mi qué, me dijo. Qué me importa, completó. Y sequedó sentada. El que se paró fui yo. Metí las manosen los bolsillos y caminé rápido, casi al trote. Lejos.

Creo que quiero ser Victiman. Con ese nombreaunque siga siendo mujer. Conocí un hombreque se llamaba Inés, y otro que era Rosa de

apellido, ¿por qué no puedo llamarme Victiman?Cuando un tipo no se anime a decirle al jefe, que

lo mira como si nada, que le corresponde un aumen-to, allí estaré, para inspirarlo. Ayudando a que el tími-do reclame lo suyo. A que la señora sepa qué decircuando llega a la comisaría con la cara golpeada y aque en la comisaría entiendan el mensaje. Voy a tra-tar de que los traidores no se exculpen fácilmente. Iréen socorro de los chicos que se quedan encerradoscon un cura perverso en un cuarto. Y al cura voy adejarlo encerrado en el cuarto con uno de sus cole-gas. Voy a bajarle el sonido a los que quieren asus-tar a la gente. Voy a explicarle un par de cosas a losque hacen tours por las villas. Voy a encontrar losarchivos perdidos que no tendrían que haberse per-dido. También los que quemaron. Voy a descubrir lacura del cáncer.

Para hacer todo eso, voy a necesitar un par deatribuciones. Tendré una inteligencia superior a la míay a la de mis enemigos. También mejor carácter.Contaré con un radar agudo para detectar a losmalos aunque no siempre haga falta. Voy a volar, voya ser invisible cuando quiera y no cuando me obli-guen. Voy a salvarme de mis terribles incapacidades.Y cuando no esté en funciones no voy a ser la torpede la historia. Por último, como una prerrogativa, voya tener dotes elásticas increíbles y unas largas vaca-ciones sostenidas en una mecedora con buena vistaal mar.

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impúdicas

NIÑAAquí no se llora, dice la maes-

tra, porque las lágrimas tapan lasletras. Primero las letras, despuéslas lágrimas. A todos se nos murie-ron todos, pero eso no es motivopara no aprender, dice la maestraque es sabia. A mí, el padre y lamadre. Una bomba confundida enla montaña. Bajamos de la monta-ña, el hermanito, la abuela y yo. Yotras gentes más. Descalzos en lanieve, escondiéndonos en las cue-vas. Hasta el campamento, dondenos dieron sopa caliente. Y des-pués, escuela con la maestra.Todos lloran, la maestra grita: nolloren, no hay motivo para noaprender. Aprender, es más impor-tante que llorar, dice. No entende-mos por qué; pero parece que siuno aprende se convierte en otrapersona, distinta, mejor. Yo ya noseré Sharbat Gula, seré otra deOccidente: estaré siempre echadaen el diván, comiendo frutas fres-cas y dátiles ¡cómo me gusta laciruela! y también tendré ropas detodos los colores y pieles de ovejapara cuando haga frío. ¡Todo estosi los niños aprenden las letras ylos números, en lugar de llorar!

De pronto, la maestra me sacade la clase. ¿Por qué? ¿Acasoestaba llorando yo? Noooo: yoaprendo para ser la Sharbat distin-ta de Occidente. Me dice: Ahí, fotó-grafo americano. Parece que unafotografía es como un dibujo de lapersona, pero con la cara que saleen el espejo; no con lo que se leantoja al que hace el dibujo. Aquí vifotografías de personas en losdocumentos para pasar la fronteray para que los lleven presos. Losmalos que van presos nunca tienendocumentos, los inocentes que vanpreso a veces tienen y a veces notienen. ¿Para qué quiero yo unafotografía, maestra? Me estabanenseñando justo la lengua; el farsino es nada fácil: ni la gaf ni la pe;la gaf, dice la maestra, es unacobra con la cabecita alzada que el

La joven afgana posa para una fotografíaPatricia Suárez / Ilustra: María Villanueva

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encantador está encantando. Paramí la gaf es un problema.

Bien; el fotógrafo me ponedelante de la cosa. Es blanco, rubioél: tiene cara de estúpido. Me haceseñas con la mano, para que mecorra aquí, allá. Que lo mire.Chasquea los dedos para que lomire. ¿No podría decir el nombre?¿Sharbat Gula? ¿Sharbat solo?Este es un hombre de Occidente;en Occidente la gente no es ama-ble como acá, porque no llora debeser, y aprende mucho. Y tantoconocimiento hace que a las perso-nas le importen un pimiento lasotras personas. Eso está muy bien;porque si cae de pronto una bombaconfundida y mata a casi toda lafamilia, los que sobreviven sematan de risa y siguen aprendien-do o trabajando. Que dice la maes-tra que después de honrar a Alá,después de aprender, lo terceromás importante es trabajar. Aquí enel campamento, todos lloran y notrabaja nadie.

El fotógrafo hace con la mano:Costado, costado. Y viene Mustafáy me quita del medio y después laponen a Tayika con una cabra enbrazos. Es una niña muy estúpida;la cabra se escapa, corre debajode la cosa del fotógrafo, que se lecae. El americano se enoja y dicecosas en las letras de su país; lacosa hace un ruido chis chis. Se lerompió la cosa.

La maestra dice: ¿Qué pasó,Sharbat? Sharbat no sabe quépasó; a la cabra la agarraron en elcamino; después Mustafá y otro sepelearon por la cabra. El america-no se sentó a un costado y se pusoa jugar con la cosa, la abría, lacerraba, ajustaba la correa decuero… La maestra le preguntaalgo en americano. Él contesta. Lecuenta cosas; tiene la voz finita,debe estar triste porque se le rom-pió la cosa. Estar triste, se puede,dice la maestra, pero no mucho.Porque si un niño está mucho tris-te empieza a prestar atención a latristeza y no a lo que debe apren-der. El aprendo es lo más impor-tante que venimos a hacer al cam-pamento. La maestra dice que losniños tenemos que agradecer venir

al campamento. Casi hay que dargracias a la desgracia. Porque sinonos pasamos la vida haciendoleche y queso. El americano se va;acá nadie lo saluda, porque nosomos amables con los que no sonamables. La maestra dice que elamericano hace fotos para lasrevistas americanas y dice losnombres de muchos países deOccidente que no sabemos.

América sabemos, UniónSoviética sabemos. Los demás, no.La maestra dice que pondrá en larevista las fotos de todos nosotros.Una revista es como un libro, peromás finito, menos importante. Laniña de Tayikistán a la que se leescapó la cabra, llora. Llora porqueel americano a ella no le sacó lafoto. Qué motivo más estúpido parallorar. Pero ella llora, yo lloro. Laclase entera llora. La abuela llora.El hermanito llora, todos lloran. Elcampamento entero llora. La maes-tra no; la maestra dice: con lágri-mas en los ojos no van a aprendernunca. Y se enoja y nos grita cua-tro palabras que Alá no quiere oír.Pero Alá la deja vivir porque allá enlo Alto, Alá llora.

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impúdicas

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impúdicas“Postales de vuelo”, de Víctor Winer (dirección: Rubén Santagada)

Ambientada en un aeropuerto abandonado, que hace acordar muchoal espacio de “La terminal” (de Steven Spielberg, con Tom Hanks), Winerhace jugar a sus personajes en un no-lugar (categoría del antropólogofrancés Marc Augé). Cuatro personas (Alejandra Brol, Jorge Capussotti,Santiago María Ojea y Alenjandro Rivarola) se reúnen cada vienes ajugar al póker y escapar de lo mediocre de sus vidas: un hombre que viveen el aeropuerto y está al borde de la locura y la muerte, un dandy enbajada, un jugador profesional con aire arrabalero y una seductora seño-ra que quiere algo más que una velada de cartas. Una melange entre filo-sofía del póker aplicada a la vida, miserias humanas consumadas y neu-rosis al por mayor, que ganó el Casa de las Américas en 2005.

“Kermesse”, de Babel OrkestaUna fusión de músicas y culturas que atraviesa estilos como el paso

doble, klezmer, gipsy, vals, swing, tango o la tarantela. No es un recital,sino un espectáculo integral, diferente, impactante, que comienza cuandoel desprevenido transeúnte ingresa a la sala (o galpón, o plaza, o vaya asaber uno dónde) y se encuentra con actores, malabaristas y enajenadospersonajes que pululan por ahí. Luego la música, el baile, el trencitohumano, las danzas desenfrenadas, el ritmo, los chistes, el guitarristahablando en un dudoso ruso ininteligible, la escenografía que va y viene,los juegos de luces, los gritos, más baile, más música, más ritmo, correrde acá para allá, los aplausos y las ganas de volver y comprarse un CDde Babel.

“New York”, de Daniel DalmaroniEn la película “Belleza Americana”, de Sam Mendes, se escucha una

frase lanzada como al descuido: “nunca subestimes el poder de la nega-ción”. En “New York”, una familia muy argentina se enreda en un grotes-co de medidas inimaginables, que surge a partir de la falta de comunica-ción, y de la simple imposibilidad de poder aceptar las cosas y hacer algoa partir de eso. Un tío (Mariano Bicain) que comienza confesando quevioló a su sobrina. Ella (Ana Luz Kallsten), que sólo puede hablar abier-tamente en inglés. El padre (Jorge Brambati), empecinado en no escu-char lo que se dice. La madre (Viviana Suraniti), girando en círculos enuna histeria provinciana. Un goce de lo cotidiano en el patio de una casa,con asado, pelopincho y lo terrible de la condición humana.

“By pass”, de Jimena RepettoLa historia puede pasarle a cualquiera: después de años de distan-

cia, la tecnología web reúne a un grupo de amigas del secundario, queestán crecidas y con vidas no menos conflictivas que cuando eran ado-lescentes. La excusa: una despedida de soltera, porque una de ellas estápor casarse. Bomberos stripper, bibliotecarias reprimidas que resultanamazonas, reinas de Bariloche, viajes de egresados, amores prohibidos,traiciones e infidelidades, sueños surrealistas que rozan lo psicodélico ymucho, mucho color. Eso es lo que el espectador encontrará en esta obradivertida, empática y tan cercana que dirigen Jimena Repetto y MelisaFreund, con actuaciones de Andrés García Dietze, Celeste Morchio, JuanSantiago Privitera, Julieta Sánchez, María Soledad Manes y Natalia Ávila.

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blasfemas

Así empecé yoSantiago Varela

Cuando era un adolescente envié un cuento aun concurso que organizaba la revista TíaVicente… ¡Y me lo premiaron! Ese podría

haber sido mi comienzo. Pero no… o sí y no… Si bienescribir era lo que me gustaba, tenía, antes del psi-coanálisis, algunos mandatos familiares que fui cum-pliendo puntualmente. Estudiar, terminar la secunda-ria, terminar la facultad, recibirme, trabajar, militar,casarme, tener hijos. Hice todo eso. Ahora sí podíapensar en seguir escribiendo. El hecho de que yahubiesen pasado 22 años, era un mero detalle, casisin importancia.

Así fue que en 1980 envié una carta de los lecto-res a la revista Humor. En realidad no era una carta,sino un nota de humor. Días después, AquilesFábregat, el Secretario de Redacción, me citó y sinvueltas me dijo que la nota la iban a publicar, peroque él quería saber si lo que yo había hecho era un“zapatazo”, suerte de principiante o si realmente teníacondiciones para poder seguir escribiendo textossimilares. Obviamente llegué a mi casa y envié otros artículos…que también fueron publicados. Así me convertí encolumnista de Humor. Luego vendrían otras publica-ciones, diarios y revistas varias. Años más tarde lle-garían los libretos para Tato Bores en televisión, algode teatro, más guiones para televisión, varios libros(ya van diez), documentales e, incluso, radio y perio-dismo.

Lo que comenzó muy tímidamente con una cartaa los lectores firmada como “S. Varela” transcurrehoy como mi principal tarea profesional, de la cualvivo, y en la cual aún tengo, por suerte, unos cuan-

Pocas cosas me ponen tan nervioso como ir a unbar, a relajarme o trabajar, y luchar contra losavatares conspirativos de estos lugares. Soy

de los obsesivos que no soportan que el meserotarde en aparecer, no traiga la carta y tampocorecuerde el pedido. Que venga a la mesa a pregun-tarme cómo era que quería las medialunas, y que alfinal sean las que a él mejor le parecieron. No megusta que me miren con cara de culo cuando les pidoun vaso de agua para acompañar lo que sea quehaya encargado, y que a cambio me alcancen soda.Que la cuenta sea de un importe diferente al de lasimple suma que uno realiza al mirar el menú, y quepara recibir el vuelto haya que esperar otros diezminutos. Inentendible que los mozos nunca tenganmonedas, y se enojen si uno le sugiere que las nece-sita por el bien de su propina.

A veces la cosa se pone todavía peor, y no nece-sariamente por el trato con los camareros, esos suje-tos que se creen genios incomprendidos atrapadosen un trabajo que detestan y que viven del poder querepresenta el hecho de que, si un comensal los tratamal, le pueden escupir el café. No. A veces es peor.Por ejemplo, como me pasó el fin de semana, cuan-do elijo un bar tranquilo, sin gente, y atrás mío sesienta una señora con un bebé que llora desaforado,y que por algún enigmático y metafísico poder deatracción, hace que en cuestión de minutos el bar seconvierta en un Kindergarten.

Tengo que hablarlo con mi analista. No lo de losmozos y el café que a veces viene frío, sino por quéelijo terminar una nota hablando de mi poca toleran-cia con los niños.

Nalgadas al vacíoNahuel Haupt

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Clara Anich. (Buenos Aires, 1981) Psicologa, integra el GrupoAlejandría. Publicó Juego deSeñora (El Suri Porfiado, 2008), yparticipó en antologías con cuentos,poesías y monólogos teatrales.También tiene obras de teatrobreve, un libro de cuentos unanovela en proceso. Hoy, es editorade Casquivana. www.descalzaen-lanoche.blogspot.com Carlos Autieri. (1979) Artista Plástico. Fundador 3/3 de laAsociación de Poetas Petisos.www.carlosautieri.blogspot.com;www.asociaciondepoetaspetisos.blogspot.comMariana Baizán.Artista plástica, ilustradora yLicenciada en Artes Visuales.Ilustra y escribe en la Revista Zerodesde el año 2002. Ex-miembro del“Círculo del Cuadrito”, y actual del“Foro de Ilustradores”. En 2005recibe una mención del SalónRegional “Lola Mora”, de laFundación Avon. Recientementelanzó su línea de tarjetería ilustrada“Con mi Huella Siempre”.www.marianadibuja.blogspot.com ;www.tarjeteria-ilustrada.blogspot.comAriel Bermani.(Buenos Aires, 1967)Narrador y poeta. Publicó: Leer yescribir, Buenos Aires, Interzona,2006 (Segunda Mención en elPremio Clarín, en 2003; traducidaal hebreo y publicada en Israel en2009); Veneno, Buenos Aires,Emecé, 2006 (Premio Emecé, deese mismo año) y El amor es lamás barata de las religiones, HUM,Montevideo, 2009. Durante 2010,Malón Editorial publicará su novelaFurgón.Pablo Besarón. (Buenos Aires, 1974) Licenciado en Letras (UBA).Publicó ensayos sobre Homero,Maquiavelo, Stendhal, LascanoTegui, Cortázar y Borges, entreotros. Es asesor educativo enemprendimientos universitarios vía

Internet. Está por publicar un librode cuentos. Luis Castro. Realizador audiovisual, se perfec-cionó en el estudio y desarrollo delguión, tanto en cine como encómics, nutriendo a estos de unavisión diferente desde su perspec-tiva cinematográfica. Publicó sustrabajos en España y diversossitios web. www.masdudasquecer-tezascastro.blogspot.com

Oliverio Coelho. (Buenos Aires, 1977) Publicó las novelas Tierra de vigilia(2000), Los invertebrables (2003),Borneo (2004), Promesas naturales(2006), Ida (2008) y Parte domésti-co (2009). Realizó residencias paraescritores en México y en Coreadel Sur. Producto de esta última esJi-do (2009), una Antología denarrativa coreana contemporánea.Actualmente escribe sobre noveda-des editoriales en la revistaInrockuptibles.Esther Cross.(Buenos Aires, 1961)Escritora y traductora. Su últimanovela, La señorita Porcel, fuepublicada en el 2009 por la editorialSiglo XXI. Tradujo Once tipos desoledad, de Richard Yates y Lamisma sangre y otros cuentos yÁngeles y hombres, de WilliamGoyen. Coordina talleres de escri-tura y colabora en distintos medios.Ginés Cutillas. (Valencia, 1973) Autor de La biblioteca de la vida(Fundación Drac, 2007) y de Unkoala en el armario (Cuadernos delVigía, 2010). Su obra aparece envarías antologías: Ficción sur(Traspiés, 2008), A contrarreloj II(Hipálage, 2008), Por favor, seabreve 2 (Páginas de espuma,2009), Sólo cuento (UNAM, 2010) yVelas al Viento (Cuadernos delVigía, 2010).Roberto Follari. (Mendoza, 1951) Licenciado y Doctor en Psicología

por la Universidad Nacional de SanLuis. Profesor de universidades endiversos países latinoamericanos.Autor de diversos libros, el último(La alternativa neopopulista, HomoSapiens) en proceso de publica-ción.Juan Guinot. (Mercedes, 1969) Escritor de género, se formó juntoa Alberto Laiseca. Comparte elcolectivo de arte La Compañía.Recibió distinciones literarias y hasido editado en Argentina, España,Cuba y Brasil. El libro Timbre2-Velada Gallarda presenta crónicasy un cuento de su autoría. Paraleerlo: www.juanguinot.blogspot.comNahuel Haupt. (Buenos Aires, 1972) Estudió Comunicación en la UBA yen la Universidad de Yale. Participóen seminarios sobre PNL enCalifornia, Venezuela, París yNueva Zelanda. Editorial Longsellerestá pronta a publicar su primerlibro: ¿Qué es la PNL? Fue redac-tor de la revista Prometheus yactualmente se desempeña comoperiodista en diversos medios.Nicolás Hochman. (Buenos Aires, 1982) Profesor y Licenciado en Historiapor la Universidad Nacional de Mardel Plata, doctorando en CienciaSociales por la UBA, investigadordel CONICET. Guionista y periodis-ta, editó la revista Prometheus ydirige Casquivana. Escribió algunasnovelas, poemarios y libros de his-toria para escuelas secundarias.www.casquivanos.blogspot.comGustavo Deveze Jeneverito.(Buenos Aires, 1964) Es dibujante. Se desempeña comoilustrador editorial y en áreas de laanimación. Para conocer más:www.deveze.com.arGonzalo Jourdan.(Montevideo, 1985) Técnico Audiovisual, cursa undiplomado de postproducción ymotion graphics en Santiago deChile, donde reside desde hace

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años. Trabaja tiempo completocomo diseñador en el InstitutoNacional de la Juventud y comopostproductor freelance. En sutiempo libre es ilustrador, fotógrafoy tatuador amateur.Eleonora Kortsarz. Publicó sus dibujos en cómics deBrasil, España, Inglaterra y endiversos sitios webs. Ilustró loslibros Juego de Señora de ClaraAnich, El aire estaba quieto deCarlos Aldazábal y colaboró en lasrevistas La costurerita y Ábreme.Participó del Festival Internacionaldo Quadrinho en Belo Horizonte yde la Bristol Comic Expo, entreotros. www.eleonorakortsarz.blogs-pot.comJoaquín Ludovicic. (Mar del Plata, 1984) Autodidacta, expulsado de dos uni-versidades, ghost writer y casiProfesor de Letras, escribe colum-nas de humor, guiones y discursospara empresas, políticos y mediosde comunicación. En estos momen-tos está trabajando en su primerlibro (poco) serio: Instruccionespara ser un intelectual. Marian Lutzky. (Buenos Aires, 1984) Es Licenciada en Psicopedagogía ycursa estudios de Literatura.Realizó el taller de escritura conAlberto Laiseca en el 2007.Actualmente es redactora de larevista independiente La Quetrófila,y es monitora de talleres para larevista infantil “Calcetín con papas”en chile. También participa de untaller de poesía en La Sebastiana,casa de Pablo Neruda. Pablo Martín. (Buenos Aires, 1974) Artista visual, ilustrador y diseña-dor web: soypablomartin.tumblr.com.Participa en muestras individualesy colectivas. Junto a la artistaFlorencia Fernandez Frank des-arrolla el proyecto Periódica Ventade Arte (periodica.com.ar). Dirije elestudio 240674 (240674.com.ar).

Lucas Misseri. (La Plata, 1983) Profesor y Licenciado en Filosofíapor la Universidad Nacional de Mardel Plata. Doctorando en Filosofíapor la Universidad de Lanús.Becario doctoral de CONICET ybecado por el gobierno eslovacopara una estadía en la Universidadde Presov. Especialista en Filosofíadel Renacimiento e Historia delPensamiento Utópico. Fundador dela revista Prometheus y dePrometeica. Revista de Filosofía yCiencias.Alberto Montt. Nació en Chile pero vivió granparte de su vida en Ecuador, dondeestudió Diseño Gráfico. Ilustra paralos principales medios gráficos deChile, especializándose en ilustra-ción infantil para varias editoriales.Todas las semanas sube algunosde sus trabajos a su blog, DosisDiarias: www.dosisdiarias.com Leticia Paolantonio. (San Fernando, 1981) Profesora Universitaria en ArtesVisuales, por la Escuela Nacionalde Bellas Artes “PrilidianoPueyrredón” y el IUNA. Docente endiferentes instituciones educativas,coordina talleres de arte en distin-tos espacios culturales. Artistaplástica, expuso en diversos salo-nes y obtuvo premios en certáme-nes de pintura, grabado y fotogra-fía. www.leticiapaolantonio.blogs-pot.comJulio César Parissi. (Montevideo, 1945) Se radicó en Buenos Aires en 1969.Ha publicado más de 30 libros enPlaneta, Sudamericana, El Ateneoy otras editoriales En 2003, recibióel segundo premio del concurso decuentos “Juan Rulfo”, París, y en2007 fue finalista del mismo.Jimena Repetto. Es Licenciada en Letras por laUBA, donde cursa su Doctorado.En el 2005 fue becada para estu-diar Dirección de Cine en elCIEVYC. Desde el 2007, dirige laRevista Siamesa. Organizó el ciclo

de poesía y música “Ah Um dijo unsapito”. Escribió y co-dirige la obrateatral “Bypass: que las cosas seancomo siempre debieron ser”. [email protected] Rodríguez. (Buenos Aires, 1973) Es psicoanalista (UBA). Fue miem-bro de NOUS, miembro de laFundación Estilos, Director acadé-mico de Anclaje, Director deDasein, actual miembro del grupode investigación coordinado por J.C. Cosentino. Publicó La tragediafluye (Zama, 2005) y diversos artí-culos y ensayos en publicaciones yrevistas del medio.Daniel Roldán. (San Fernando, 1967) Diseñador Gráfico por la UBA,comenzó trabajando para el Equipode Comunicación visual del CorreoArgentino. Es coeditor de laColección Orbital – Arte editorial yparticipó en el programa de comu-nicación visual de la ciudad deBuenos Aires. Sus trabajos fueronpublicados por Clarín (de que escolaborador permanente), Barcode Vapor, Sudamericana, A-Z yLongseller, entre otros.Leonardo Saguerela. (Buenos Aires, 1980) Es licenciado en Psicología (UBA),periodista y escritor. En 2006,publicó su primera novela: El DiabloDesnudo (Yammal Contenidos).Como periodista fue corresponsalen la argentina y luego director dela Revista LatinoamericanaSeñales. A finales de 2008, se editóEl sur tiene un día (Gárgola), suprimer libro de poemas. Tieneescrito un libro de cuentos queespera su publicación. Edgardo Scott. (Lanús, 1978) En 2004 ganó el premio Lebensohnde “Cuento breve”. En 2005 fundójunto a otros escritores Alejandría.Gracias a una beca del FondoNacional de las Artes, en 2007 par-ticipó en la antología El impulsonocturno. En 2008 publicó Tresmundos, junto a Clara Anich y Juan

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José Burzi. En 2008 publicó lanovela breve No basta que mires,no basta que creas (edulp). En 2010salió Los refugios, su primer volu-men de cuentos.Alexis Stamboulis. (San Isidro, 1978) Artista plástico. Estudió DiseñoGráfico en el Institutito de tecnolo-gía ORT, y Licenciatura en ArtesVisuales en el IUNA. Esta últimacarrera no la terminó porque seaburrió de la institución.Actualmente trabaja de forma inde-pendiente, en artes plásticas,comunicación visual, y restaura-ción. www.alexisstamboulis.blogs-pot.comAna María Shua. (Buenos Aires, 1951) Escribe cuento, novela, minificción,literatura infantil. En 2009 se publi-caron en Buenos Aires sus cuentoscompletos con el título de Que ten-gas una vida interesante y enMadrid sus minificciones comple-tas, con el título de Cazadores deLetras.Patricia Suárez. (Rosario, 1969) Es dramaturga y narradora.Publicó los libros Perdida en elmomento (Premio Clarín de Novela2003) y Esta no es mi noche(Alfaguara, 2005). Escribió la trilo-gía Las polacas. Junto a MaríaRosa Pfeiffer recibió el 1º Premiode Obras de Teatro 2007 del INTpor La Bámbola actualmente enescena en el Teatro EspacioAbierto, Buenos Aires.Valeria Tentoni. (Bahía Blanca, 1985) Está terminando Abogacía en laUniversidad de Buenos Aires,donde es ayudante de cátedra einvestigadora. Trabaja para elsuplemento cultural del PeriódicoÁtico. Dirigió la revista literaria LaQuetrófila , y actualmente co-dirigeEl Monstruo de la Ría. PublicóBatalla Sonora, Manual Ediciones,Chile, 2009.

Lucila Paula Valentini. (Buenos Aires, 1975) Profesora Nacional de ArtesVisuales por la Escuela Superior deBellas Artes "Regina Pacis". Realizóla Licenciatura en Arte en el IUNA.Estudió en distintos talleres particu-lares de dibujo y pintura (LianaLestard, Lula Mari, FabianaBarreda) y actualmente asiste altaller de Héctor Maranesi. Trabajaen la Dirección de Arte y Diseño dela Marca Velvet y en su taller departicular.Santiago Varela. (Pergamino, 1940) Criado y crecido en la ciudad deBuenos Aires. Arquitecto (UBA).Colaborador en Revistas y periódi-cos. En TV: autor de los Monólogosde Tato Bores (6 ciclos). Asesor decontenidos en varios países.Guionista de documentales. Autorde teatro. Columnista de radio.Once libros publicados.María Villanueva.(1984) Estudiante de artes visuales IUNA yDiseño de imagen y sonido UBA.Actualmente asistente de las artis-tas Nadine Youssefian y Zina Katz.Participo en diferentes muestrasindividuales y grupales en espaciosindependientes en los años 2007 al2010. Participa del grupo Circotoupet en sus espectáculos ysiguientes proyectos en la parte dearte (Escenografía, vestuario, lucesy grafica).Fabián Zaccaría. (Buenos Aires, 1977) Caricaturista e ilustrador. CursóDiseño Gráfico en la Universidadde Buenos Aires. En el área de lailustración se considera autodidac-ta. Colaboró en la realización deilustraciones para diferentes edito-riales, incluyendo dos libros edita-dos en México de la Editorial LESA,colaboraciones en varios libros deestudio de la editorial Richmond deMéxico y un libro de inglés deEditorial Pearson Education.

Hernán Zaccaría. (Buenos Aires, 1980) Ilustrador y caricaturista. Estudiódurante un año y medio en laescuela "Sótano Blanco", dirigidapor José Sanabria, en el taller deProcesos Creativos. Trabaja a par-tir de una gran variedad de técni-cas, ya sean manuales o digitales.Es el caricaturista de las nochesdel ciclo literario Alejandría.

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Ilustrador: Eduardo Montt

[email protected]