Cataluña Derecho a Decidir. Autodeterminación

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Cataluña, la secesión y el derecho a decidir. Manuel Herranz Montero.2013 Página 1 CATALUÑA, SECESIÓN Y EL DERECHO A DECIDIR Tras las elecciones generales del 20-D, los resultados obtenidos plantean una difícil formación de gobierno estable, tanto a derecha como a izquierda las sumas posibles no dan claras mayorías, menos aún considerando las proclamadas líneas rojas por parte de Podemos, la primera de las cuales ha sido la aceptación de convocatoria de un referéndum de autodeterminación en Cataluña -y quizás en otros lugares-. Ello obviando el hecho de que la declaración de independencia ya ha sido formulada, por quienes dicen no necesitar referéndums. En todo caso el debate sobre el derecho a decidir está abierto, muchos españoles sabemos y aceptamos que, siempre que salvemos la gravedad de la situación actual, a medio plazo habrá que plantear un referéndum en Cataluña, tras un proceso previo de debates y acuerdos parlamentarios y sociales, determinando condiciones de manera consensuada, qué, cuando, quienes, etc. Pero hoy no aceptamos que su formulación sea una posible solución al problema concreto planteado por el Parlament de Catalunya, que es la declaración unilateral de independencia pronunciada por la Sra. Presidenta tras las elecciones catalanas del pasado 27/09. Las elecciones autonómicas, fueron convocadas por primera vez por los partidos independentistas como un plebiscito por la independencia. Sus resultados arrojaron un número de votos poco inferior al 50% a favor de dichos partidos independentistas y un número de votos ligeramente superior al 50% a los partidos contrarios a la autodeterminación, cuyo resultado llevó a la CUP a declarar públicamente que el plebiscito se ha perdido. No obstante, los votos traducidos en escaños, obviando el carácter plebiscitario de la consulta, arrojaron una mayor representación parlamentaria de candidatos independentistas, merced a lo cual se produjo la declaración de independencia. La declaración de independencia realizada por la Presidenta del Parlament, está apoyada por los representantes de 1.628.714 de votantes a JuntxSí, mas los representantes de 337.794 votantes de la CUP, en total sumarían 1.966.508 de votos ciudadanos sobre un censo electoral de 5.510.853 de catalanes con derecho a voto. Los votos que arropan la declaración de independencia representan un 35.68% del cuerpo electoral catalán. Este es el problema hoy, a esto es a lo que se debería responder, aceptar, o no, como criterio constitucional que la secesión de un territorio sea posible con un 36% de votantes. En todo caso el debate sobre el derecho a decidir sigue abierto en la sociedad española, aquí una contribución.

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Cataluña en su camino a la secesión.El descubrimiento de la consigna el derecho a decidir, realmente significa el derecho de autodeterminación. Reconocido solo para las colonias.

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CATALUÑA, SECESIÓN Y EL DERECHO A DECIDIR Tras las elecciones generales del 20-D, los resultados obtenidos plantean una difícil formación de gobierno estable, tanto a derecha como a izquierda las sumas posibles no dan claras mayorías, menos aún considerando las proclamadas líneas rojas por parte de Podemos, la primera de las cuales ha sido la aceptación de convocatoria de un referéndum de autodeterminación en Cataluña -y quizás en otros lugares-. Ello obviando el hecho de que la declaración de independencia ya ha sido formulada, por quienes dicen no necesitar referéndums. En todo caso el debate sobre el derecho a decidir está abierto, muchos españoles sabemos y aceptamos que, siempre que salvemos la gravedad de la situación actual, a medio plazo habrá que plantear un referéndum en Cataluña, tras un proceso previo de debates y acuerdos parlamentarios y sociales, determinando condiciones de manera consensuada, qué, cuando, quienes, etc. Pero hoy no aceptamos que su formulación sea una posible solución al problema concreto planteado por el Parlament de Catalunya, que es la declaración unilateral de independencia pronunciada por la Sra. Presidenta tras las elecciones catalanas del pasado 27/09. Las elecciones autonómicas, fueron convocadas por primera vez por los partidos independentistas como un plebiscito por la independencia. Sus resultados arrojaron un número de votos poco inferior al 50% a favor de dichos partidos independentistas y un número de votos ligeramente superior al 50% a los partidos contrarios a la autodeterminación, cuyo resultado llevó a la CUP a declarar públicamente que el plebiscito se ha perdido. No obstante, los votos traducidos en escaños, obviando el carácter plebiscitario de la consulta, arrojaron una mayor representación parlamentaria de candidatos independentistas, merced a lo cual se produjo la declaración de independencia. La declaración de independencia realizada por la Presidenta del Parlament, está apoyada por los representantes de 1.628.714 de votantes a JuntxSí, mas los representantes de 337.794 votantes de la CUP, en total sumarían 1.966.508 de votos ciudadanos sobre un censo electoral de 5.510.853 de catalanes con derecho a voto. Los votos que arropan la declaración de independencia representan un 35.68% del cuerpo electoral catalán. Este es el problema hoy, a esto es a lo que se debería responder, aceptar, o no, como criterio constitucional que la secesión de un territorio sea posible con un 36% de votantes. En todo caso el debate sobre el derecho a decidir sigue abierto en la sociedad española, aquí una contribución.

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Independencia. Izquierdas. La confusión

Confieso que estoy confundido con el asunto de la independencia para Catalunya, porque verán, yo no lo considero progresista, de hecho terminé un libro sobre el asunto en diciembre 2013 –Catalunya. Camino a la secesión- en el cual hago una revisión crítica del proceso desde sus inicios hasta la actualidad y mantengo la tesis de que nunca existió un sujeto político homogéneo, el pueblo catalán, en lucha contra otro sujeto, el pueblo español, ni en 1714 ni en 1936 luchó Catalunya contra España, porque en cada trinchera había mezcladas gentes de ambos bandos. Incluido ahora, si quieren resumir, la mitad de catalanes a un lado por la independencia, la otra mitad al otro lado por continuar juntos, el problema es que a esta mitad unionista la consideran no catalana, la apartan, marginan y pretenden colonizar. Me dicen que la izquierda siempre está a favor de la libertad de la gente, hay que dejarlos decidir. Y ¡córcholis! es lo mismo que decía Thacher y Reagan, dejad que todos seamos libres, dejadme decidir qué hacer con nuestro dinero. También lo dice Esperanza Aguirre, la libertad de elegir es un principio básico del batallón neoliberal, reclaman libertad para actuar, ningún control, exigen a los gobiernos que dejen hacer lo que quieran, donde y cuando quieran. ¿Entonces qué sucede? ‘Yo no soy independentista, pero deben decidir los catalanes‟, dicen algunos, recordando una vieja idea de izquierdas sintetizada en, el derecho a la autodeterminación. Sí claro, derecho de autodeterminación de las colonias, absolutamente nada que ver con Cataluña. Ni Euskadi. ¿Entonces qué ocurre? En este asunto, el derecho a decidir es sinónimo del derecho de autodeterminación, la consigna camufla el derecho a decidir la independencia, utilizando un lenguaje aceptable popularmente. Tras la bandera de la libertad de unos se combate la libertad de otros, de amplias mayorías no propietarias de medios de producción ni patrimonio. Defender que los ricos tengan derecho a decidir independizarse abandonando al resto, no presupone que los menos pudientes tengan mayor libertad, de hecho las desigualdades aumentan porque los acaudalados llevan años reclamando y ejerciendo su derecho a decidir fuera de controles estatales, no quieren que les obliguen a pagar impuestos, exigen exenciones, subvenciones, ayudas fiscales, o formulado como en Cataluña, quieren que los impuestos que pagan les reviertan a ellos mismos. Ese es el derecho a decidir en la cuestión catalana. Pero entonces, ¿Cómo seguir considerando que la independencia sea progresista? porque lo citado anteriormente es uno de los objetivos esenciales, declarado no una, ni dos, ni tres veces, sino miles de ellas, en panfletos, revistas, estudios, libros, páginas web, periódicos, teles, radios, etc. etc. del movimiento por la independencia en Catalunya, desde hace unos años. Por supuesto todo al margen de la corrupción allí y aquí. Y al margen del Bello durmiente. ¿Luchamos por la libertad de los catalanes? grita Carme Forcadell, Presidenta del Parlament, representando solo a una mitad. Cuanta estupidez tenemos que aguantar, en serio intenta que nos creamos que los catalanes son como los pueblos colonizados, es un grave insulto para aquellos Vietnam o Angola, para

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Argelia o Mozambique, para los chilenos post Allende… ¿quiere hacernos creer que los catalanes carecen de derechos civiles como vivían los negros en EEUU? Y jopé, a uno le dan ganas de esconderse ante tanta locura; estar siempre a favor de la autodeterminación de las colonias y ahora esto. Muchos aún dudan porque las palabras son cortinas de humo ¿Catalunya una colonia?, claramente no, pero ante la insistencia de la propaganda secesionista, no una, ni dos, ni tres, en miles de páginas, panfletos, radios y teles, etc. etc. dicen que los españoles explotamos a los catalanes, como si fueran una colonia, de hecho sostienen que vivimos de la explotación colonial durante cientos de años. Con este panorama no me extraña que mucha gente esté a favor de la autodeterminación del pueblo catalán. Pero esto me confunde. Resulta que una de las regiones más ricas de España, de Europa y del mundo, dice que son una colonia, y hay gente que lo cree. Una de las regiones del planeta con mejores estándares de vida y libertades, y no me refiero solo a que tengan riquezas en su territorio y éstas sean propiedad de la metrópoli, no, porque los propietarios de riquezas tienen apellidos catalanes, los líderes políticos tienen en su mayoría apellidos catalanes, los ejecutivos, los dirigentes, los mandos intermedios del aparato productivo, los gestores del aparato mediático, cultural, deportivo, social… tienen apellidos catalanes. No, no hay gente de la metrópoli dirigiendo aquella sociedad, por cierto, bastante más cerrada, racista y elitista que otras muchas sociedades españolas. Resulta que sus casas tienen mejores condiciones de teléfono, televisión, calor, agua, tamaño, comodidades, lujos…, sus barrios asfaltados, luces, parques, espacios comunes… la sanidad, medida en camas, médicos, enfermeros, hospitales… la educación medida en cantidad y calidad de estudiantes infantiles, medios y superior, en titulación media y universitaria, en calidad científica, … resulta que la disponibilidad de bienes de consumo, coches, lavadoras, teles, teléfonos, conexión a internet, y un larguísimo etc. de comparaciones los sitúan por arriba, de casi todos los españoles. Y entonces mi confusión aumenta. Una amiga me dice, „pero, en Catalunya hay pobres‟. Es cierto, y en Extremadura y Andalucía… pues claro, y en Alemania, China, India, EEUU, pero, ellos no piden la independencia. Efectivamente hay pobres en todas partes, pero el movimiento por la independencia en Catalunya dice, escribe, sostiene, no una, ni dos, ni tres veces… que los españoles les roban. Es terrible que los niños catalanes tengan esa visión, terrorífico que lo digan que alguien desde el sistema educativo –si, si, desde los colegios llevan años enseñándolo- les ha hecho sentir que los españoles del barrio de Pescadería en Almería les roban, que los parados malagueños, o gaditanos se aprovechan de ellos, que los murcianos se llevan su dinero, que los niños de Vallecas viven a costa de los niños catalanes… Y el peligro a futuro aumenta, porque suponiendo que ahora pudiera resolverse el enorme problemón, los niños catalanes, las nuevas generaciones, cada vez abrazan mas la independencia. Ellos son ricos, por la gracia de dios, por sus méritos, así lo escriben en su propaganda, no dicen que el resto les tenemos envidia, pero lo sugieren cuando llenan declaraciones y trabajos de adjetivos ridículos sobre el resto de españoles minorando nuestra capacidad de trabajo y cultura,... Miro un poco la historia y no dudo que sean un pueblo trabajador, culto, etc. pero no más que otros

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españoles, puedo aceptar que sean diferentes, pero no superiores, ni siquiera más abiertos. Si uno pasea por el Museo de las Ferias, de Medina del Campo, o por el Monasterio del Escorial, por citar solo dos lugares del centro de España, encontrará múltiples rastros del poder cosmopolita de la España del XV, la Nueva York de entonces, intelectuales, filósofos, escritores, comerciantes, pintores, banqueros, arquitectos y un larguísimo etc. de toda Europa trabajaron y dejaron allí miles de pruebas de ello. El Camino de Santiago fue una avenida de europeización gigantesca… catedrales e iglesias dejan ver culturas muy similares en enormes extensiones de Europa. No, los catalanes no fueron especialmente abiertos, ni especialmente modernizadores por sus contactos europeos o marítimos, ni fueron los líderes impulsores, en mayor medida que otros, de aquella España que utilizaba en sus conexiones marítimas los puertos del Atlántico, del Cantábrico, de Andalucía y del Mediterráneo. ¿Un aspecto diferencial?, su riqueza quieren disfrutarla solo ellos. Entendible, pero mi confusión crece si me dicen que eso es de izquierdas, libertad para decidir que lo de uno sea para sí y a los demás que los den. Siempre creí que la solidaridad era un principio progresista, distribuir para reducir desigualdades es práctica común en los estados federales, suele realizarse a través de impuestos y transferencias inter-regionales. El movimiento a favor de la independencia quiere dejar de compartir, lo suyo para ellos. Me confunden, ¿qué es lo suyo?, sus impuestos. Y sus riquezas, ¿de quienes serán en particular?, ¿en una república catalana sus propietarios las repartirán entre todos, contribuirán con sus impuestos para reducir desigualdades? o puesto que ha sido aceptado el principio de cada cual con lo suyo... Los impuestos en España señalan que la concentración de ricos es mayor en Madrid y Barcelona, accionistas y empresarios cobran rentas de empresas que en gran parte obtienen sus beneficios en el resto de territorios, desde bancos a fábricas de coches, editoriales o textiles, etc. La pregunta es ¿está bien o mal que paguen impuestos las personas, físicas y jurídicas? porque los colegas de izquierdas hacen dudar de casi todo. Y si está bien que paguen impuestos, no me hagan creer que lo correcto sea invertirlos en su barrio, en su casa. Eso es lo que piden, no una, ni dos, sino miles de veces... Mi confusión respecto a la acumulación de riqueza es grande. Me da por pensar que las políticas proteccionistas a la industria catalana generaron riqueza para la burguesía haciendo pagar altos precios al resto de españoles, castellanos y andaluces pagaban altos precios por los paños catalanes, porque los gobiernos de entonces dejaban fuera de España con altos aranceles la competencia extranjera que tenía precios más baratos que los catalanes. Se beneficiaba a unos en perjuicio de otros, dicho de otra forma, parte de los recursos de aquellos españoles del interior se desviaba para facilitar la acumulación a la burguesía catalana. Me da por pensar ¿qué hubiera ocurrido si la fábrica Seat se hubiera instalado en Valencia, Murcia o Almería? si las recomendaciones de los grandes dictadores del siglo XX no hubieran consistido en favorecer la inversión en Cataluña, País Vasco –y Asturias una temporada-. Las políticas de los gobiernos españoles durante más de un siglo ayudaron a desarrollar infraestructuras e inversiones en Levante, en detrimento del Atlántico, el Sur y la España interior. Salvo la isla de Madrid. (2015-10-28)

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El derecho a la independencia, aflora el problema de España El proceso de independencia en Cataluña toma en cada momento una forma concreta, que habrá que responder inmediatamente, por supuesto deberían considerarse soluciones estables a largo plazo, pero cada acción, cada instante, requerirá un tratamiento concreto y particular. Plantearse estos días como salida inmediata cambiar la Constitución o similar, no resulta útil, entre otras razones porque se desconocen las propuestas documentales de cada partido, además, falta quórum, mayoría suficiente, o capacidad numérica para hacerlo, mientras que el órdago de la independencia está proclamado por el Parlament de Cataluña sin que hayan esperado referéndum posibles, sin querer oír hablar de federalismo ni otras zarandajas, su apuesta declarada formalmente, es la autodeterminación, la secesión inmediata. Más adelante resultarán de utilidad planes de referéndum, que para ser útiles deberían ser pactados, -tal como en Escocia y Canadá- lo cual implica tener en consideración todas las fuerzas tanto dentro de Cataluña, como de España, para determinar condiciones, plazos, sujeto político, que probablemente deberá ser diferente en cada fase del proceso. Para entonces y mientras tanto sería mejor no olvidar que los catalanes no son un ente homogéneo, sino lo contrario, que no son los catalanes los que quieren la independencia, sino solo una parte de ellos y no es posible eliminar de la ecuación a la otra parte del pueblo catalán, porque directamente supone represaliarlo. No es razonable que un partido político, ni conveniente que un estado acepte como criterio decisorio para la declaración de independencia la proporción dada en Cataluña: Los votos que arropan la declaración de independencia representan un 35.68 % del cuerpo electoral catalán. Este es el problema de fondo hoy, a esto es a lo que se debería responder, aceptar, o no, como criterio constitucional que la secesión de un territorio sea posible con un 36% de votantes. menor que la necesitada por el Estatut de Sau que aprobó el 54% del censo electoral -un 88% de los que votaron con participación cercana al 60%-. No es el pueblo catalán quien pide la independencia, al contrario, hay una mayoría que no la pide. Una cuestión surge al identificar solo con el pueblo catalán a los independentistas, lo cual se extiende a reconocerlos a ellos como sujeto político, porque entonces ¿quienes son el otro 65%? ¿No son catalanes, no tienen derechos ni opinión en esta decisión? Es como si alguien dijera ¡que se jodan! Enfrentada esta realidad concreta al armazón teórico de clichés inhabilita su validez, porque muchos giran en torno a la idea del pueblo catalán como unidad opuesta al pueblo español, no hay tal sujeto, un pueblo catalán unido como una piña enfrentado a España, ni en el pasado ni ahora. Tampoco Catalunya es un país colonizado, explotado, oprimido y sojuzgado, quien se quiere separar de España, más bien al contrario, porque son ricos y tienen poderes, pretenden alejarse para disfrutar de su riqueza, privilegios y poder. La independencia, es un grave problema, pero resulta más preocupante todavía el problema de España, que realmente es el fondo importante de la cuestión. Debería tratarse para los partidos y fuerzas sociales de construir un estado y eso entraña muchas dificultades, entre otras, porque tendrían que tratar de generalizar las normas que deberían ser iguales para todos, aparecen

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contradicciones entre las utopías y realidades, entre los sueños particulares cuando no hay compromisos de ejercer poder en los momentos que vale todo, y las realidades diferentes de millones de personas que no coinciden con esos sueños particulares que pierden su valor de proyectar futuro. Y además aparece la debilidad de muchas argumentaciones actuales –particularmente me interesan las de izquierdas- que olvidaron durante años enfrentarse a los postulados nacionalistas, altamente reaccionarios y xenófobos, neoliberales y populistas, lo cual hace muy difícil ahora encajar el galimatías sin enfrentarse al nacionalismo periférico, con el que mostraron simpatías, apoyándolo con su inacción o abiertamente. En realidad muchos izquierdistas se han dejado seducir hasta por su lenguaje del que se apropiaron sin esfuerzo, una cesión más, todo ello porque muchos militantes necesitan demostrar que fundamentalmente están en contra de la derechona española, que ellos adjudican a todo lo español que es todo lo distinto a sí mismos. Una gran diferencia con la implicación de los comunistas del PCE en la construcción del estado tras la muerte de Franco, participando en la redacción y configuración de las leyes vigentes hoy día. Veamos otro argumento cliché, que utilizan miles de personas, „en un divorcio si uno de las dos partes se quiere separar, no debes impedirlo‟, se entiende en el ejemplo, que de la pareja España/Cataluña, quien se quiere separar es Cataluña, pero hete aquí que en el ejemplo lo que eran dos personas, se convierten en realidad en millones y pretenden subsumir en una parte a todos, los millones de catalanes se quieren separar de ese matrimonio, lo cual es mentira. La realidad actual es que una minoría pretende romper y obligar a una mayoría, sometiéndola a sus intereses y leyes particulares, rompiendo para ello leyes aprobadas antes por amplias mayorías, incluidos muchos de los actuales secesionistas, ruptura de leyes generales y territoriales, tanto nacionales como internacionales. En el ejemplo matrimonial, -insisto, mal traído a colación y además nunca desarrollado- imaginen que de un contrato, si una parte tiene derecho a separarse, la otra también debería tener derecho de expulsión, lo que equivaldría a reconocer al mismo tiempo, en el mismo acto que el derecho a la autodeterminación de Cataluña, el derecho a la expulsión, podríamos expulsar a Murcia, por ejemplo. Por descontado en el mismo referéndum habría que pactar también que existiera el derecho a la autodeterminación de Barcelona sobre Cataluña, la concentración de población urbana sobre la rural hoy sobre representada en el Parlament, o reconocer también el derecho de Tarragona, etc. estos son los problemas reales a plantearse por los partidos con posibilidades de amplia representación política en España. „Si las leyes lo impiden hay que incumplirlas‟ ‘solo hay que obedecer las leyes justas‟. La cuestión aquí es ¿quien determina en cada momento las leyes que sean justas e injustas? Mientras un individuo puede mantener los argumentos anteriores, un partido de izquierdas no debe hacerlo, no puede mantener una incoherencia tan grande, máxime si quiere ganar elecciones y participar en la construcción del Estado. Alguien cercano a gobernar no puede aceptar que quien quiera rompa las leyes cuando le plazca, porque lo harán fundamentalmente los poderosos, estaría aceptando que los ricos no pagaran

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impuestos; incluso justificaría el golpismo, Tejero o Franco, quienes en su día decidieron qué leyes vigentes les resultaban inadecuadas. Vivimos una secesión, cercana a un golpe de estado, hoy blando, y todo partido o cuadro militante que pretenda realizar actividad política en Europa, debería tener altísimo interés en lo que sucede, lo cual supone dotarse de elementos teóricos básicos necesarios en la construcción de un estado, porque ese es el problema que enfrentamos. Desde luego nunca será admisible por la ciudadanía la idea de „me importa tres cojones‟. Probablemente las elecciones marcarán negativamente a los partidos que se desentiendan de esta cuestión, porque los problemas para quien quiera ganar o formar parcelas de gobierno, no solo son el paro y la corrupción, el sistema productivo y las pensiones, sino también la organización del Estado, que por supuesto itera sobre todos ellos. Entre otras razones resulta incoherente hablar de Ucrania, Siria, etc. etc. y no plantear salidas concretas a cada situación provocada en Cataluña, al margen de los mantras de largo plazo, federalismo, etc. (13/11/2015)

Cosas sobre el secesionismo que no conté La situación que estamos viviendo es gravísima, a pesar de la percepción de calma, sin algaradas aparentes, conduce directamente a una colisión cuyos resultados desconocemos todos; probablemente es lo que está buscando el secesionismo como una de las salidas más factible a esta etapa del proceso, tras saltarse las leyes españolas, Constitución, las leyes catalanas, el Estatut, y ahora las leyes internas del Parlament de Catalunya. Efectivamente, son leyes, lo cual implica que son un aspecto de la política, no son el bálsamo de Fierabrás, pero tampoco algo ajeno a la política como parecen dar a entender algunos individuos. Toda sociedad se dota de normas y pone en uso comportamientos para convivir, son esenciales en toda colectividad, forman parte del pacto social que suscribe la ciudadanía en su conjunto, formulado, apoyado y refrendado por sus votos en las democracias, al fin y al cabo las leyes son resultante de la correlación de fuerzas en toda sociedad, aquí en una etapa en que la ciudadanía ejerció su derecho a decidir. Si la correlación de fuerzas cambia en una sociedad democrática lo suyo es cambiar las leyes, pero no saltárselas para adaptarlas a su preferencia particular, a la de su grupo, o para crearlas a su imagen y estricto beneficio, que ni siquiera es compartido por una mayoría de población, eso no solo no es democrático es un comportamiento autoritario, dictatorial, si además se hace apoyado en leyes proclamadas por uno mismo, y/o arropado en el privilegio que le dan las que les suponen legitimidad ante el conjunto de la ciudadanía, supone implícitamente actuar muy cerca de un golpe de mano. Quienes lo apoyan deben saber que están aceptando como norma de práctica política, que cualquiera, en cualquier momento, puede hacer lo mismo, en cualquier parte. Vieja tradición española de lo más perniciosa para clases populares y los más débiles de cualquier sociedad. Ya no es posible marear la perdiz ni dormitar, -en el caso de algunos-, tampoco sirve para nada positivo esconderse tras las palabras, en el caso de otros, „esto lo

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tiene que resolver la política‟, „hay que modificar la Constitución‟ „tenemos que lograr hacer un país federal‟. Pues claro que lo tiene que resolver la política, pero hoy, con la declaración unilateral de independencia de Cataluña realizada por Forcadell, apoyada en una mayoría simple parlamentaria, ni siquiera mayoría absoluta, ni por supuesto una mayoría cualificada parlamentaria, ¡ni tan siquiera mayoría de votos de la ciudadanía! Lo cual debería servir para presuponer que hay más ciudadanos en contra que a favor de esa decisión allí, en Cataluña ¡Qué lejos queda eso de la recomendación de mayoría clara de la población y mayoría amplia realizada por la Claridad Canadiense! Hoy no vale esconderse tras cuestiones que quizás habría que discutir en el futuro, si ese futuro existe, hoy cada cual tenemos que decidir si aceptamos que una mayoría simple parlamentaria pueda secesionar Cataluña, ¡¡ mayoría menor que para reformar su propia ley, el Estatut, que requiere 2/3!! Ahora cada cual tiene que decidir si una mayoría simple parlamentaria, con minoría de votos del pueblo, puede independizar un país, la respuesta hoy debe ser a la decisión inmediata, al problema planteado ahora, hay que decir alto y claro si esa actitud se considera democrática, o no. Porque esa decisión supone enfrentar gravemente una parte del pueblo catalán contra la otra mitad y contra la mayoría de españoles. Debería quedar muy clara la postura y argumentación de cada líder, de cada partido y organización, sobre si aceptan como forma válida de contrato social el que cada vez que se celebren elecciones, una mayoría simple pueda cambiar la Constitución, la forma del Estado, o la pertenencia de un territorio al conjunto de Europa y de España. Por cierto, si nos atenemos a la realidad, España hoy está dentro de los países federales, solo que el miedo a las palabras y su uso electoral, no lo reconocen así. En todo caso habrá que discutir el grado y si hay que desarrollarlo más o menos. Y otra cuestión distinta es si Cataluña quiere reformar la Constitución, para qué, o si el sistema federal es lo que pretenden, o quieren el confederal, o nada. No es una anécdota más en nuestras vidas de la que mañana podamos olvidarnos y punto. De producirse, una secesión será un punto de ruptura para millones de personas, lo cual significará violencia dentro de amplias capas populares, luchas entre iguales, entre familiares, amigos,… ciudadanos con múltiples identidades comunes, sean culturales, idiomáticas, históricas, económicas, democráticas, europeas,… romperán sus relaciones enfrentándose a lo desconocido en pos de una fantasía, porque nada asegura que un nuevo estado republicano, resuelva los problemas de mayor libertad, igualdad, solidaridad, o los concretos de paro, deuda, competitividad, posicionándose ante la globalización de forma más favorable para la inmensa mayoría de la ciudadanía,… y lo harán en base a una ilusión identitaria, la nacionalista, que consideran de muy superior rango, al resto de identidades que los une, por tanto la reconocen derechos decisorios de expulsión, ruptura y frontera. Hasta ahora, por diversas circunstancias, no imputables solo a un campo, los individuos participantes en las movilizaciones secesionistas han vivido el proceso como si de una fiesta se tratara, salían a las calles a un acto, reivindicativo, alegremente, una actividad de ocio, al igual que fueran a una carrera de bicis, un paseo, maratón o concierto; como si de una romería se tratara familias enteras, niños, jóvenes, mayores y ancianos, salían a divertirse reclamando partir y separar una parte de un país del conjunto, querían la

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secesión. Como si lograr la independencia de un país, de cualquier país, se hubiera podido realizar con fiestas, o con golpes de clic en el ordenata, lo cual, que yo recuerde, no tiene muchas referencias históricas mundiales. A pesar de todo por parte del Sr. Mas y Cía., hemos tenido que aguantar la asquerosa mentira de que esa lucha por la independencia catalana, esas manifestaciones en las que nunca ocurrió ningún percance, eran similares a las luchas por los derechos civiles en EEUU. Un enorme insulto a la inteligencia y sobre todo hacia aquellos luchadores negros, que apoyados por blancos, pelearon en el pasado –y siguen peleando- para lograr asientos de autobús, o mesas en locales públicos, el derecho al voto, poder entrar a espectáculos por la puerta principal, jugar deportes profesionales, cantar, escribir, representar, tener trabajo, posibilidad de poder estudiar, elegir vivir… Lo curioso es que a los asistentes y a los que apoyaban románticamente el movimiento no les chirriaban las neuronas, recordando otras situaciones, otros momentos. Que el movimiento no haya tenido accidentes dignos de mención, tiene que ver con varias razones: 1) Por descontado el movimiento es amplio, numeroso, porque había gente independentista, tradicionalmente un 15% hacia 2010, al que se han sumado todos los descontentos con la crisis y la corrupción española, no la catalana, lo cual puede haber doblado el número de los secesionistas, a los que se agregan los nuevos conversos ante una ventana de oportunidad de cambios que abrió la debilidad institucional, tanto europea y española, como catalana. 2) Los organizadores de movilizaciones masivas se han cuidado muy mucho de practicar la violencia, entre otras razones porque hubiera recortado considerablemente sus apoyos. Pero al mismo tiempo habría que destacar, la otra cara de la moneda, los otros no incordiaron ni se opusieron de ningún modo, las fuerzas contrarias a la secesión, al menos la mitad de los catalanes, o el Estado español, no puso en marcha medios represivos violentos, ni de ningún otro tipo. Cuando se critica por tantas cosas la democracia española, habría que reconocer que al mismo tiempo las altas dosis sociales e institucionales de tolerancia, no existen muchas experiencias actuales de este calibre permisivo en el resto de países del mundo. 3) Su carácter festivo también lo explica que este movimiento es a favor de la corriente, está impulsado y protegido por los gobernantes, apoyado, organizado y financiado por la Generalitat y los poderes catalanes, que lograron convencer de que el objetivo de la independencia resolvería SU corrupción, y todos los problemas que tuviera cualquier individuo catalán. Evidentemente el movimiento está arropado por una pléyade de funcionarios y responsables situados en altos niveles de instituciones y organizaciones de la sociedad civil catalanista, -con buenos sueldos oficiales u oficiosos, alto prestigio publicitado y difundido y cotas de poder permeables hacia arriba y abajo-, ni que decir tiene que la mayoría de estos individuos forman parte de élites minoritarias respecto al conjunto de la población, son abrumadoramente apellidos catalanes, aunque la población en su inmensa mayoría cuenta con apellidos castellanos, los marginados.

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Los secesionistas han logrado el apoyo moral de mucha gente que defiende su derecho pero penaliza a los que criticamos con argumentos. Evidentemente no me dirijo a los independentistas históricos, quienes llevan toda la vida haciendo su trabajo de raca, raca; el problema se plantea pensando en gente de izquierdas que prestan su apoyo emocional a la secesión, como si se tratara de una postura progresista. ¿Ustedes recuerdan huelgas obreras, en las fábricas o tajos que fueran financiadas por la Generalitat, o los gobiernos de turno en cualquier país? Recuerdan durante la transición las luchas callejeras por la democracia, amnistía y Estatut de autonomía, siempre recibiendo cargas brutalmente la poli, coces de los caballos, porrazos, chorros de agua, carreras, detenciones, despidos, pelotazos de goma y a veces balas de verdad… Recientemente veíamos manifestaciones de movimientos sociales, de las mareas, la indignación allí en Barcelona, recibiendo palos por parte de la policía catalana, dirigida por la actual élite independentista, que poca permisividad existe para según qué cuestiones. Mientras unos, los secesionistas, se organizaban y movilizaban, los otros miraban, consentían y callaban; en ese otro grupo, al menos la mitad de los catalanes, el gobierno español, millones de españoles, entre ellos miles de intelectuales, escritores, filósofos, sociólogos, catedráticos, profesores, miles de empresas, decenas de partidos y sindicatos, fundaciones, etc. etc. Muy poca gente en este país ha contra-argumentado a los argumentos secesionistas en los últimos años, no conviene enredar, mejor no provocar, decían, mientras tanto las mentiras se extendían y sumaban gente no independentista al proceso, así engordaba el movimiento a favor de la independencia recogiendo todo lo contra, lo anti sistema, la indignación y desesperación anticrisis, los movimientos sociales catalanes fueron engullidos y desaparecidos,… Naturalmente que los independentistas tienen todo el derecho del mundo a decir lo que quieran y a manifestarse, ¡estaría bueno que alguien opinara lo contrario! Pero, el resto también tendría el mismo derecho. Rajoy se reúne con algunos líderes políticos, resulta que ahora la amenaza de crisis independentista les parece creíble, lo cual hace todavía más clamoroso el vacío de años anteriores la falta de debates parlamentarios no celebrados estos años de atrás que hubieran sido imprescindibles; como lo hubiera sido desarrollar estudios de contra argumentación económica, política e ideológica, hablar, escribir, por todos los medios… expandir cifras y datos en Cataluña y resto de España… planes diplomáticos hacia el exterior, estudio de posibilidades legales de encajar sus pretensiones. Mientras los independentistas hacían su trabajo. Tras la sentencia sobre el Estatut se empiezan a conocer estudios, posteriormente se van haciendo públicos minuciosos planes de construcción de un estado independiente, sin que gobiernos central y autonómicos, parlamentos central y autonómicos, partidos, sindicatos… dijeran algo de similar calidad y cantidad. Y lo más importante, puesto que se trata de una desafección visible en el conjunto de España, al margen de la utilización electoral que todos harán de las reuniones actuales para lograr votos, lo que está poniendo en evidencia la situación que vivimos, es la carencia que ha existido de planes, intenciones y acciones políticas de largo plazo en la generación de un patriotismo

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democrático, lo cual evidentemente supondría luchar contra la corrupción, contra la crisis institucional, contra las desigualdades, por salidas a la crisis económica diferentes, por implementar planes urgentes contra el paro, etc. etc. El problema fundamental que tenemos es España y no Cataluña, evidentemente el pacto social y el fondo estaba pintado en la Constitución, pero pocos se preocuparon de darle suficiente contenido mas allá de las leyes, los partidos políticos, sindicatos, instituciones, intelectualidad… no supieron o no creyeron necesario impulsar desde ese momento un relato común colectivo, ilusionante e integrador de amplias mayorías y no excluyente de media España. A partir de esa vaguería y falta de preocupación, los nacionalismos periféricos durante años han ido creando en su territorio, un relato colectivo nacional, que para ser eficaz oponían a lo español. Es imposible considerarse patriota mientras los símbolos son propiedad de los fachas, todavía hay gente que toma a broma los vínculos de la bandera y Tejero, o de forma similar con grupos fascistas, ello rompe toda posibilidad de integración colectiva; hay gente que quiere imponer y obligar, a amar los símbolos, como los machistas, lo cual destroza la posibilidad de convivencia. Imposible considerarse patriota mientras en las cunetas siguen los muertos y en las calles y plazas los nombres de golpistas; es necesaria una educación para la ciudadanía en las escuelas que extienda un sentimiento común vinculado al laicismo, la democracia, la libertad, igualdad, fraternidad, nadie quiere sumarse a un proyecto plagado de personajes de élite corruptos, la impunidad y el capitalismo de amiguetes son armas antipatrióticas (salvo en Cataluña). Todo país que se precie de querer construir un futuro colectivo nunca cederá la enseñanza, lo paradójico es que algunos defienden a capa y espada esta máxima, pero solo para ellos. La enseñanza en manos del gobierno catalán es una fábrica de infantes independentistas amantes de esteladas que irán en aumento a cada generación inoculados con el virus de xenofobia y el odio a lo español. Y no, esto no es más progresista. ¿Alguien imagina hoy en la puerta del Congreso una foto de altos cargos del PP y PSOE arropados por cientos de alcaldes enarbolando sus bastones de mando alrededor de Rato para apoyarle por sus problemas con la justicia? La foto la vimos en Barcelona hace pocos días, por cierto publicada en los medios de prensa habituales, poco comentada en los medios y redes progresistas, ¿para no provocar? La entrevista de Rato con el Ministro de Interior llenó las redes sociales de comentarios, la de Mas con Pujol en estos días antes de la última inspección a la familia y a las sedes de CiU, solo ha recogido la negativa de Mas a informar de ella por, ‘carecer de interés‟. Serán unos cabrones, pero los catalanes sienten que son sus cabrones, eso puede explicar la tradicional permisividad soberanista con las mafias catalanas. (5/11/2015)

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SOBRE EL DERECHO A DECIDIR Y SU EJERCICIO

Los catalanes han estado decidiendo durante muchos años. Elaboración: Manuhermon, con datos del Ministerio del interior. Gobierno de España.

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Entre otras formas de participación, los catalanes decidieron elegir mediante votación a sus mandatarios para que les representaran y dirigieran parte de sus destinos: votaron en 11 ocasiones Diputados al Congreso y Senadores, 7 veces para decidir parlamentarios en el Parlament, votaron 9 veces para decidir sus concejales en los municipios, en otras 6 ocasiones eligieron parlamentarios europeos y en otras 6 más decidieron en referéndums, tipo Reforma, Constitución o Estatutos de autonomía. Sí, ellos han podido decidir y lo hicieron –y no los negros en los sesenta en EEUU-. En sus decisiones puede constatarse que triunfaron en las elecciones mayorías nacionalistas, no siempre, pero nunca eligieron mayorías secesionistas. Los partidos representados, los que decidieron elegir los catalanes, no llevaban mayoritariamente en sus programas el objetivo de independencia, el derecho a la autodeterminación. El problema de la independencia no existía hasta poco, el ejercicio del derecho de autodeterminación tal como lo vivimos hoy, es un elemento novedoso en la vida española fraguado en los últimos años de crisis, tras la sentencia del Estatut. Siempre hubo independentistas pero, solo desde hace un año se manifiesta como preocupación creciente las relaciones Catalunya-España en los estados de opinión, problemas que perciben los ciudadanos que publica el CEO (Centre d’Estudis d’Opinió) de la Generalitat. En los cuadros desde enero 2009 a junio 2013 presentan las preocupaciones de la gente, las personales y aquellas consideradas grandes problemas de Catalunya. Ambas coinciden en el orden, las preocupaciones personales, en 2009, vinculadas a la precariedad laboral preocupan un 44% a continuación un 17% el funcionamiento de la economía, ambas consecuencias de la crisis económica, a mucha distancia, también preocupa la insatisfacción con los políticos, cerca de un 5.5%, queda relegada la preocupación de relaciones Catalunya-España a un 3,5%. Escasa importancia se le daba entonces, para la que luego tendría súbitamente. En junio de 2013, lo que consideran problemas importantes pasan a ser cerca del 50% la precariedad laboral, el 16,2% el funcionamiento de la economía, doblándose el peso de la insatisfacción con los políticos hasta el 12.4%, -que no entiendo insatisfacción con la política aunque podría estar contenida, en el mismo estudio por las diferentes preguntas aparecen grados de interés, preocupación, seguimiento etc., respuestas comprometidas con la política-. Sigue en el grado de preocupación, las relaciones Catalunya-España con cerca de un 11%, más que triplicando su importancia respecto al 2009. Desde luego en los propios centros oficiales de Catalunya, el CEO, donde cocinan los datos de opinión, éstos no reflejan que sea el problema tan insoportable como lo denuncian al mundo sus políticos y los medios de comunicación catalanes. Un cierto grado de radicalización popular se incuba durante el segundo gobierno de Aznar entre pequeños grupos españolistas y políticos catalanes, amplificado por algunos medios de prensa, radio y televisión. El malestar se hace palpable durante el primer gobierno de Zapatero, a partir de 2004, en la negociación del Estatut, y cuando éste llega al Congreso, siendo aprobado en junio de 2006. Pero todavía durante el 2008 la tendencia separatista se mantiene por debajo del 20% en datos de la Generalitat –ver cuadro anexos-.

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En 2009 las encuestas detectan un malestar creciente con el funcionamiento de la democracia en Catalunya, -y en España- probablemente sean reflejos producidos por la crisis económica y el Estatut. A partir de entonces comienza a expandirse el malestar por el recurso de inconstitucionalidad presentado por el PP, y la demora en la Sentencia, lo cual provoca sentimientos separatistas, que unido a la grave crisis económica, produce otro salto al alza en 2011, entrando en la dinámica actual en 2012 con otro acelerón, que lleva aparejadas reacciones masivas de culpar a España –España nos roba- por la mala situación política, laboral y económica de Catalunya, de la que muchos esperan salir con la independencia.

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El gran hallazgo de la consigna sobre el derecho a decidir Quien imaginara la idea, encontró un filón, porque está claro que nadie podrá está en contra del derecho a decidir de la gente sobre su futuro, derecho consustancial con cualquier democracia. Sin embargo como toda realidad la apariencia no es igual a la esencia. A la mayoría de gente bien-pensante le parece que esto es lo más democrático y algunos un poco obnubilados, creen que el nacionalismo está dando una lección de democracia a los españoles, ya que interpretan esta reivindicación en clave ciudadana, „para saber qué quieren los catalanes’ cuando se trata de una maniobra dentro del proceso de independencia, puesto que saber lo que quieren hay suficientes técnicas estadísticas y electorales para conocerlo. Por supuesto sería declaración de independencia si saliera el voto favorable, ya que si sale contrario, volveríamos a la casilla de salida. El resultado de una consulta así, sería directamente un referéndum sobre la autodeterminación, muy poco comprometida para el secesionismo, saldría gratis, sin costes añadidos caso de perder, con volver a empezar al año siguiente, todo resuelto. La utilización de la consigna sobre el derecho a decidir sobre la secesión de Catalunya, ha demostrado ser un arma política de primera magnitud dificilísima de combatir y su instalación entre la gente sigue imparable. A pesar de las preguntas que suscita entre el pensamiento progresista, de izquierdas o simplemente racionalista que no puede aceptar que no haya sido ejercido ese derecho en el pasado por los catalanes en la misma medida que lo hizo el conjunto del pueblo español. Los independentistas lo plantean como una recuperación de algo inexistente y/o que existió en el pasado y ahora no existe en su territorio, para lo cual quieren modificar unilateralmente todo el marco jurídico legal que lo hizo posible en el conjunto de España. La secesión no se contempla en ninguna constitución, solo está reconocida por la ONU para territorios coloniales, la 1514, de la XV sesión de 1960 aplicada al Sáhara; y la 2625 de 1970, del XXV período de sesiones que reconoce la libre determinación para territorios colonizados y oprimidos, -libre determinación que separa de secesión de estados ya constituidos- es decir reconoce el derecho a la descolonización en territorios dominados, gobernados y explotados por extranjeros, sobre poblaciones sin derechos a decidir organización social, ni económica, ni gobernantes, ni leyes, algo extremadamente alejado de Catalunya y que se redactó pensando en las colonias del tercer mundo. ¿Quienes deciden hoy en Cataluña sobre la mayoría de cuestiones que afectan a la ciudadanía? Evidentemente la burguesía catalana, tan carcunda como la españolista, o británica, que copa todos los poderes, desde el control los medios de producción, fábricas, negocios, comercios… pasando por las tribunas mediáticas, prensa, radio, televisión… desde la cultura, el deporte, comercio, la banca, la política… y las direcciones de todos los partidos como indica la deriva que ha tomado el asunto, de tal forma que la igualdad de oportunidades entre diversas posturas no existe. Los conflictos de clase han desaparecido de la faz de la tierra sustituidos por el identitario nacional, todos juntos empujando el carro con los mismos intereses, que lógicamente serán los del grupo dominante, suena antiguo. La vida no es

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solo un conflicto en torno a la producción, los problemas que nos invaden son transversales en gran parte, de sexo, ecológicos, de raza, de religión… de identidad, pero una cosa es que existan conflictos cruzados y otra que hayan desaparecido como por ensalmo las clases. ¿Los trabajadores tendrían ese derecho a decidir, sobre objetivos, salarios, condiciones, horarios, ritmos… en fábricas y tajos, comercios y bancos? ¿Una vez conseguido, los vecinos decidirían sobre qué construir y dónde poner parques y escuelas, cuantos metros edificar y a cuanta distancia del mar…? ¿Por qué no pedir el derecho a decidir sobre la política de austeridad?, por ejemplo, en relación a la urgente reforma fiscal que debería hacerse, sobre los impuestos, tipos y cuantías que las empresas y los ricos deberían pagar aquí en España, incluyo Cataluña. Derecho a decidir sobre en qué recortar, a quienes y dónde invertir y cuanto. Derecho a decidir sobre las condiciones de trabajo, sobre implementar urgentemente planes masivos de empleo en montones de nichos y sectores, decidiendo sobre los recursos a utilizar en ellos, los recursos que ya existen por muchos rincones –Catalunya Caixa 12.000 millones de € ayuda pública del Estado pagada por los trabajadores, los ricos no pagan impuestos- Derecho a decidir sobre cómo deben reprimir las fuerzas de seguridad las manifestaciones de los indignados cuando se celebran en espacios públicos, incluso decidir si deben ser reprimidas, o mejor todavía, deberíamos decidir a quienes deberían detener y violentar, a los corruptos –catalanes hay montones- a los recortadores de derechos sociales y repartidores de propiedad colectiva tales como la sanidad y la educación… Derecho a decidir sobre la ley electoral… con cuanta proporcionalidad, eligiendo la circunscripción electoral y número mínimo de diputados elegidos. Derecho a decidir a las mujeres sobre el uso de su cuerpo y al conjunto de personas sobre las libertades civiles, laicas. Sería necesario poder decidir sobre el tipo de energía a desarrollar en España y sobre los precios de producción, decidir sobre la protección de bosques, espacios naturales y costas… ¿Por qué no decidir sobre ayudas bancarias a las Cajas catalanas y sus condiciones de retorno?, y mientras se producen, decidir sobre su gestión ¿Acaso estas cuestiones son más difíciles de lograr que la secesión? Pero no menos importantes. El liberalismo, los neoconservadores, Reagan, Thacher, Aguirre, Aznar, los banqueros… se llenan la boca diariamente de la palabra libertad, reclaman a los gobiernos y a la sociedad su derecho a decidir. Quieren gastar lo que ellos decidan en lo que quieran, decidir cuánto pagar de salarios y con qué derechos contratar, reclaman poder decidir en donde invertir y cuanto cobrar por el uso de sus carreteras, sus escuelas, sus hospitales, que dicen es su derecho construir… porque según su patrón de libertades, todo el mundo debería decidir libremente qué hacer con su vida, pero sin el Estado de por medio. Las libertades que el neoliberalismo predica, el derecho a decidir que ellos reclaman, es la libertad de los poderosos de llevar el dinero que consigan explotando a millones de personas en un país al paraíso fiscal que les dé la gana…

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Dirán algunos que esto no tiene que ver con el derecho a decidir que reclaman los catalanes. Verán, en cuanto derecho a decidir es similar, unos pueden reclamarlo desde posiciones nacionalistas y otros desde posiciones rojiverdes, o malva-negras; desde posiciones religiosas o laicistas, se puede reclamar desde posiciones burguesas o proletarias, lo pueden reclamar los ricos y los pobres… Todos quieren tener derecho decidir. ¿O no? ¿Es ilimitado en el tiempo? ¿Todos los territorios, aldeas, ciudades, regiones… tienen el mismo derecho? ¿Todos los individuos lo tienen, quien los designa? ¿En las fábricas los obreros tendrían derecho a decidir? ¿Qué opciones serían posibles alternativas a la independencia, que consecuencias tendría una u otra opción? Despotricar y maldecir a menudo olvida que el pueblo español -y catalán- actuó como sujeto político y ejerció repetidamente el derecho a decidir en numerosas elecciones, y decidió en las antípodas de las condiciones de vida, negación y represión de libertades, de los negros estadounidenses con los que se quieren comparar. Nuestra realidad social y política fue construida por muchas sensibilidades distintas en la Transición, con mayor peso de unas que de otras, sin duda, pero creando una nueva legitimidad general en cuanto que aceptado libre y mayoritariamente por todas las partes que en ningún caso formó un apartheid con grupo poblacional alguno. En la comparación con otros países, sin duda podríamos trasladar experiencias que mejorarían nuestra democracia, máxime en estos momentos, pero dejemos de meter todo en una coctelera y agitar, y dediquémonos a resolver problemas. Cuesta aceptar la idea de la descalificación global de nuestra democracia y el embellecimiento de las demás como si se tratara de paraísos, y diariamente se hace desde medios de prensa, nacionalistas y obnubilados de todos los colores. Seamos serios en nuestras definiciones, votar en referéndum para elegir presentarse a los JJOO o tal o cual cosa sobre una ley, no es de lo que estamos hablando, que es aceptar la independencia de un territorio. No existe el derecho internacional a la secesión, fuera de los casos coloniales. Ningún país tiene en su Constitución formulado el derecho a la secesión y muchos tienen expresamente recogida la integridad territorial de forma similar a España, como son Francia, Estados Unidos, Italia o Australia, no acusados de antidemocráticos. No se es más o menos demócrata por reconocer constitucionalmente el derecho a la secesión, que insisto no conozco lo tenga ningún país, o por no citar la referencia a la indivisibilidad territorial, que es por donde se mueven los casos de Canadá y Reino Unido, este último sin ley constitucional expresa y desde luego lejos de modelos democráticos globales la elección de lores o el entramado social supe clasista existente. El derecho a un referéndum para saber, reclamado en Catalunya, se transmuta realmente con el resultado final, lo que se plantea es un referéndum sobre la independencia. Además revisable anualmente si no sale el resultado apetecido –juro que lo he leído y escuchado a los independentistas, como cualquier otra elección, decían- pero ¿por qué no pensar el derecho a decidir para los supuestos anteriores?, porque los partidos tradicionales de izquierda y los nuevos están dirigidos por individuos de procedencia familiar burguesa, de los estamentos altos de la burguesía catalana, -igual en otras latitudes- se están rompiendo porque la sociedad está harta de crisis y sin ver salidas a medio

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plazo, se aglutinan en torno al proyecto independentista, la única ilusión, generada como solución de todos los conflictos. Los independentistas sobrevenidos y una parte de los antiguos, han interiorizado que todos los males que padecen, crisis incluida son culpa de los españoles, de los otros, sean quienes sean no son ellos, y además los otros son todos iguales en su identidad maligna, represora y explotadora, mientras ellos son los ungidos por el espíritu santo, recién nacidos sin mácula alguna limpios de cualquier pecado. Así me apunto hasta yo, al bando de los buenos, si puedo elegir sin costes no me voy a apuntar con los malos -El sentimiento independentista ya existía desde mucho tiempo atrás, lo nuevo ha sido la gran cantidad de gente que se ha sumado, con criterios economicistas o ilusionantes perspectivas que no encuentran por otras partes, al tiempo que les brinda la tranquilidad de haber encontrado a los culpables de todos sus males- La transversalidad de la reivindicación independentista es un hecho, como su crecimiento. Desde la óptica rojera y progresista, llama la atención el abrazo de posturas secesionistas como solución a sus problemas por centenares de miles de emigrantes obreros y la cesión de partidos tradicionales no nacionalistas, algunos internacionalistas de origen, que se sienten arrastrados por la ola secesionista hasta romperse –como sucede con el PSC, veremos cómo termina- ya que durante mucho tiempo no hablaron sobre qué queremos decidir. Olvidaron que los trabajadores, los débiles, las mujeres, los pensionistas, los parados,… reclaman capacidad de decisión para mejorar sus vidas y la ola secesionista la quiere para constituirse en estado con el objetivo de mejorar los intereses de ricos y burgueses catalanes, que son quienes lideran Catalunya, tal cual neoliberales citados, nuestro dinero para nosotros, los demás que se arreglen como puedan. Nada más antieuropeo, y más antiguo. Derecho a decidir para los españoles y los catalanes, y los de Tarragona y los de Sabadell y Calella, y Galapagar y Gandía y Teruel… ¿veremos cada año un referéndum para dilucidar si Tortosa se va o se queda, o una vez conseguido para unos se eliminará para el resto sobre todas las cuestiones anteriormente planteadas? Todo nuevo territorio generas nuevas minorías dentro del mismo que según su esquema de ser éticamente generalizable deberían tener el derecho a independizarse, en ese y en cada momento, lo cual se presenta un poco insensato. Todo el esquema propagandístico planteado por el secesionismo, se ha apropiado del principio democrático del derecho a ser independiente, repartiendo carnets de demócratas al viejo estilo español, los que tuvieran otras ideas no son demócratas, olvida lo anteriormente escrito, y encima omite una realidad suprema actual que pesa sobre todo estado o nación. No existe la autonomía absoluta para ningún estado o nación en el contexto político global europeo de hoy, la soberanía es compartida, así que el derecho a decidir, realmente referéndum sobre independencia, pretendiendo estado propio inserto en la UE –al margen de su extrema dificultad- es bastante engañoso, por cuanto la pertenencia obligaría a compartir el derecho a decidir sobre múltiples cuestiones económicas, legislaciones, política exterior, procesos fiscales, monetarios, políticos,... Por decirlo preciso, no tenemos derecho a decidir devaluar la moneda como ayuda para salir de este infierno de crisis, no podemos

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decidir emitir moneda para dotarnos de inyecciones tipo FED norteamericana, que disolvieran la deuda y proyectaran crecimiento, no tenemos independencia para implantar una tasa Tobin, porque sería una inutilidad si no se instala en el resto del espacio europeo, como no tenemos derecho a mantener una guerra frontal contra los paraísos fiscales, porque sin la cooperación de la eurozona será imposible, etc. etc. El problema es muy serio y complejo de resolver, y ha entrado en una dinámica endiabladamente acelerada, preludio de salidas históricas, con ideas defendibles a un lado u otro, tan democráticas y ambas necesitadas de respeto para encontrar salidas. Difícil aceptar la dicotomía de que las buenas son aquellas y las malas estas, y mucho menos el reduccionismo de que metan todas estas juntas en el mismo saco. Como dice J.M. Ruiz Soroa „casarse o divorciarse es una decisión unilateral, pero el estatus matrimonial debe decidirse de común acuerdo,… un socio solo no puede decidir unilateralmente la forma de la asociación… no puede decidir solo cómo y con qué condiciones se queda en España…‟, dicho de otra forma, la decisión de separarse es suya, -en el suya entra el pueblo entero, no solo los secesionistas- pero el encaje, el estatus de la relación Catalunya-España debe decidirlo el conjunto de los afectados. Después de tener claro lo anterior podemos hablar sobre las posibilidades de algo similar a una consulta, referéndum o proceso para determinar el encaje Cataluña-España.

„‟El problema de la decisión democrática es que es una decisión mayoritaria, y dentro de unas reglas establecidas y aceptadas. No es democrática cuando no cumple la mayoría, y no es legítima porque no cumplen las reglas cuando se sale del cumplimiento de las normas. Para su comprensión, lo exagero: ¿El Ayuntamiento de Cartagena puede declararle la guerra a Libia por el 90% de los votos de los ciudadanos? Democráticamente impecable, legítimamente imposible. ‟‟ Felipe González y Jordi Pujol en diálogo. Diciembre 2012. Cataluña-España ¿Qué hacemos? ¿Qué fem? en el MACBA, organiza „El País‟. ---------------------------------------------------------------------------------

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La ANC hará todo lo necesario para que el proceso de secesión sea lo más rápido posible…Con el espíritu manifestado de máxima celeridad, se debería haber materializado la consulta antes del 31 mayo de 2014. Una vez establecida la fecha de la consulta y ante la convicción de la victoria de la opción independentista, se deberá exigir al gobierno catalán la presentación previa de un calendario… que incluirá el proceso de cesión de poderes de forma definitiva y pacífica. En el caso de que el Estado español no acepte la celebración de un referéndum o de una consulta, impida la celebración o no dé ningún valor a su resultado, la ANC apoyará las acciones de la Generalidad o del Parlamento encaminadas al logro de la independencia por vía de la Declaración Unilateral.

En caso de inhabilitación de nuestras instituciones de gobierno

nacional, la ANC promoverá una Asamblea de Cargos Electos o Asamblea Constituyente para que proclame la Independencia… Asamblea Nacional Catalana.

Problemas de Catalunya, según encuesta CEO de la Generalitat, ¡en el año 2013!

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EXPERIENCIAS: REFERENDUMS EN ESCOCIA Y CANADÁ

Acuerdo sobre Escocia e interpretaciones Dice la prensa: „‟El primer ministro británico Cameron y el ministro principal de Escocia Salmond firman un acuerdo histórico que autoriza la celebración del referendo sobre la independencia escocesa.‟‟ Noticia que celebran los independentistas, como es normal, pero ya no tanto si lo hacen otros individuos auto posicionados en las izquierdas, con frase representativa de cierta postura colectiva „‟Joder, qué envidia. Aquí sigue funcionando la "Una, grande y libre" y la larga sombra de los Reyes Católicos. ‟‟ Dos precisiones, una los acuerdos llegan por sometimiento a las leyes existentes, no de forma unilateral, y dos, Reino Unido es de los pocos países del mundo que no tiene constitución, lo cual le dota de ciertas particularidades al constituirse como estado por unión, al igual que Canadá, en los que de forma extremadamente rara no contienen un principio constitucional como la integridad territorial, o la inversa, la negación del derecho de secesión. Como en muchas otras ocasiones lo emocional vence sobre lo racional, las vísceras sobre el cerebro. Siempre será motivo de celebración un acuerdo negociado entre partes. Sin ahondar demasiado, lo destacable, es que el referéndum se celebrará cómo y cuando han acordado ambos. Dicho de otra forma, si no hubiera aceptado el Jefe del Gobierno del Reino Unido, en cuyas manos estaba la llave, no habría noticia, lo cual refleja una legalidad bastante similar a la española. Por otro lado Cameron lo quiere y de prisa, porque las encuestas dan clarísimo vencedor por mucho a su postura inclusiva, o perdedor al independentismo. El caso escocés no parece ser el mismo, aunque todas las situaciones tienen similitudes si uno se apunta a las ventajas, y tienen diferencias, si se buscan. El Reino de Escocia existió, tuvo vida propia desde el 843 hasta 1707, cuando firmó el Acta de Unión con el Reino de la Gran Bretaña, al que posteriormente se une Irlanda en 1800, para formar ya el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda –posteriormente se quitó lo de Irlanda- Reino que tiene un solo Jefe de Estado para todos los reinos personificado en la monarquía Inglesa, la reina Isabel, para Gales, Irlanda, Escocia e Inglaterra. Existe un Parlamento y Gobierno para el Reino Unido, asentado en Londres, con atribuciones genéricas sobre impuestos, seguridad social, ejército, política exterior… diría que atribuciones similares al español y un Parlamento escocés con cierto gobierno, limitado, no creo que superior a Cataluña y Euskadi, fue creado en 1997 con una ley de descentralización sancionada en el Parlamento del Reino Unido, que conserva

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gran cantidad de atribuciones, como el poder de reformar y abolir el sistema de gobierno escocés. Parecido legalmente al caso español. Como en todas las sociedades, en todas las épocas, -no solo en España han existido tensiones entre territorios como parecen sugerir algunos- aquí y allí en todos los países se producen tensiones, Europa ha sido un cúmulo de guerras y conflictos durante cientos de años, siempre hubo grupos de personas con diferentes intereses e ideas. En Escocia surge el independentismo en el XIX, al calor de la configuración de las ciudadanías y los estados nacionales modernos nacientes en todas partes en el XVIII y XIX. El Partido Nacional de Escocia, SNP, que defiende la independencia, ganó la mayoría absoluta en 2011 en el Parlamento Escocés. En el Parlament hasta ahora nunca hubo mayoría, ni relativa ni absoluta del independentismo, -aunque se constata un amplio sentimiento en la calle, crecido últimamente, no cuantificable con precisión en votos-. Cataluña nunca fue un reino, en un momento histórico lo fue el de Aragón que comprendía a Cataluña, Baleares, Valencia… Por lo dicho anteriormente, no veo que siga funcionando aquí el franquismo –eso quiere decir la expresión ‘Una grande y libre’- ni observo enormes diferencias a favor del Reino Unido como para sentir envidia y maldecir el „españolismo miserable‟, que quiero suponer son la Constitución, Gobiernos, otros partidos constitucionales, pueblo español,… No conviene contraponer un país imperial, rico, una de las cunas de la revolución burguesa, democracia antigua, con poso y tradiciones, contraponerlo a un país pobre, democracia nueva, y sin ninguna revolución en cientos de años. Pero tampoco olvidar que allí sigue existiendo la Cámara de los Lores –tradicionalmente la Iglesia y nobleza con 733 individuos y 646 los Comunes representantes territoriales- lores que no se eligen por sufragio universal, sino por la Iglesia un pequeño grupo, y la mayoría por la Reina, con derecho vitalicio y unos pocos siguen siendo hereditarios. El Reino Unido de la Gran Bretaña no tiene Constitución, un documento único de derechos y obligaciones, que haya podido refrendar un porcentaje de la ciudadanía actual, ni la generación anterior… sino 3 cuerpos de leyes históricas, Inglaterra con Gales, Irlanda y Escocia, en la práctica, gobernadas por las leyes emanadas del Parlamento del Reino Unido. Cuyas leyes históricas se remontan a sus revoluciones constitutivas, la primera en 1640, con Cromwell que muere en 1658, se proclama la primera y única república inglesa. Tras la restauración de los Estuardo, se produce la segunda, en 1688 proclaman los conservadores y progresistas del momento a Guillermo de Orange, exigiendo que otorgara las Cartas de derechos civiles y el Acta de tolerancia religiosa. Que la nación moderna, 'propiedad' de ciudadanos y no de familias monárquicas, imperiales descendientes de Dios, sea producto de los cambios alumbrados por la Ilustración, no excluye la historia común anterior y posterior, la existencia de comunidades en territorios que funcionaran juntos, tal como naciones con proyectos y experiencias comunes, si bien identificados sus intereses territoriales con los de las monarquías que los gobernaban. En el caso que nos ocupa, se unen la monarquía inglesa y escocesa en 1603 poniendo en el trono al primer Estuardo, lo cual tampoco es muy diferente de lo que ocurría en otros territorios europeos, incluida España. Pensar que somos un

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caso excepcional porque la nación española moderna se configura en los albores del XIX, es engañarse si se utiliza políticamente para despreciar la historia anterior, olvidando al resto del planeta con parecidos pasos.

La democracia española encarnada en la Constitución no reconoce el derecho de autodeterminación de los pueblos que la forman. Asamblea Nacional Catalana

El referéndum debe ser oficial, por lo tanto primero hay que romper el marco constitucional español con la proclamación parlamentaria. En referéndum posterior a la comunidad internacional recomienda un mínimo del 50% de participación con un 55 % mínimo de votos afirmativos. Asamblea Nacional Catalana. Razón 16

Interpretación: Con solo un 27,5 % de apoyos del cuerpo electoral se declara la independencia. Ninguna comunidad internacional recomienda eso, todas las referencias internacionales de los que aceptan este tipo de situaciones, que son relativamente muy pocos, siempre citan amplias mayorías, y nunca admiten que una minoría de población pueda obtener la independencia. El 55% de voto afirmativo sobre participación del 50%, representa un 27,5% de población

Una aportación valiosa. Ley de Claridad canadiense Por su interés para el debate secesionista, dado que muchos independentistas se apoyan en la Ley de Claridad canadiense, sobre la secesión de Quebec, a continuación publico extractos de la alocución de Stephan Dion en el Real Instituto Elcano, el 9 de abril pasado. Dion fue clave para la consecución de la citada Ley de Claridad en Canadá. Secesión y democracia: una perspectiva canadiense. Notas para una alocución de D. Stéphane Dion Miembro del Consejo Privado de Canadá y diputado federal por la circunscripción de St-Laurent / Cartierville. Cámara de los Comunes de Canadá.

1. ¿En qué se basa el movimiento secesionista quebequense? Ante todo, se trata de un movimiento identitario. Aunque los partidos independentistas quebequenses se esfuerzan por convencer a sus conciudadanos de la rentabilidad económica de la independencia, su punto de vista sigue siendo minoritario. Quebec es una provincia menos rica que la media canadiense y el conjunto de Canadá ofrece posibilidades económicas mucho más variadas que cada una de sus diez provincias por separado.

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… A pesar de todo, los independentistas son minoritarios en Quebec. Sus propuestas fueron derrotadas en los dos referéndums celebrados hasta ahora (1980 y 1995) y los resultados de los sondeos no les son favorables. Aunque el partido que gobierna actualmente en Quebec es independentista, la mayoría de los quebequenses no es favorable a la independencia y se opone fuertemente a la idea de celebrar un tercer referéndum. Los sondeos de opinión muestran constantemente que la mayoría de los quebequenses se siente orgullosa de ser canadiense, orgullosa de este país a cuya construcción han contribuido los quebequenses con los otros canadienses y que es admirado en todo el mundo. Son muchos los quebequenses que consideran que su doble pertenencia —quebequense y canadiense— es una ventaja, no una contradicción. En este sentido, el reto del movimiento independentista, con el que se obstina desde hace décadas, consiste en convencer a los quebequenses de que serían más felices si dejaran de ser canadienses.

2. ¿Se considera Canadá un país divisible? Sí. Ningún partido político reconocido en el Parlamento o en las asambleas legislativas provinciales se ha declarado a favor de retener a los quebequenses contra su voluntad, siempre que su deseo de secesión se exprese claramente y que se negocie debidamente un acuerdo de separación dentro del marco constitucional canadiense con ánimo de justicia para todos. En Canadá no existe el equivalente del artículo 2 de la Constitución española que dice: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”. España dista mucho de ser la única democracia que se afirma como entidad indisoluble. Ya sea en su Constitución, o bien a través de su jurisprudencia, muchos países se declaran indivisibles: Francia, Estados Unidos, Italia, Australia, etc. Estos estados democráticos consideran que el país no puede ser dividido, ya que cada parcela del territorio nacional pertenece al conjunto de los ciudadanos, y garantizan a todos sus ciudadanos que la pertenencia al conjunto del país es un legado que podrán transmitir a sus descendientes.

3. ¿En Canadá, es un derecho la secesión? No. La secesión se admite como una posibilidad, no como un derecho. El gobierno de una provincia no tiene derecho a autoproclamarse gobierno de un Estado independiente. Conforme al derecho, no puede realizar la secesión unilateralmente sin un acuerdo negociado con el Estado canadiense. Ni el derecho internacional ni el canadiense le otorgan este derecho. En su dictamen de 1998, la Corte Suprema de Canadá confirmó que “en términos jurídicos, se considera que la secesión de una provincia de Canadá debe requerir una modificación de la Constitución, lo cual exige necesariamente una negociación” (párrafo 84) “dentro del marco constitucional existente” (párrafo 149).

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El gobierno de Quebec no puede arrogarse un derecho a la secesión unilateral alegando que los quebequenses forman un pueblo o una nación. Como dijo la Corte Suprema: “(...) sea cual sea la definición exacta de pueblo(s) que se aplique a este contexto, el derecho a la autodeterminación no puede ser, en las circunstancias actuales, el fundamento de un derecho a la secesión unilateral”.

4. ¿Tiene derecho el gobierno de una provincia canadiense a celebrar un referéndum sobre la secesión? Sí.

El gobierno de una provincia puede consultar a su población mediante referéndum sobre cualquier cuestión y decidir el enunciado de la pregunta. No obstante, los referéndums en Canadá tienen carácter consultivo, no decisorio. Como indica la Corte Suprema: “este voto democrático, sea cual sea la amplitud de la mayoría, no tendrá de por sí ningún efecto jurídico”.

5. ¿El hecho de que un referéndum sea tan sólo una consulta significa que Canadá podría mantenerse indiferente a la expresión, a través de un referéndum, de una voluntad clara de secesión? No. Jean Chrétien, ex primer ministro de Canadá, declaró el 8 de diciembre de 1997: “Ante esta situación (un apoyo claro a la secesión), indudablemente habrá negociaciones con el gobierno federal”. Yo mismo he destacado muchas veces este principio en mis discursos y cartas públicas, empezando por mi primera declaración como ministro en 1996: “Si, desafortunadamente, Quebec votara con una mayoría firme sobre una pregunta clara a favor de la secesión, considero que el resto de Canadá tiene la obligación moral de negociar el reparto del territorio”. El dictamen de la Corte Suprema en 1998 confirmó que esta obligación de negociar sólo puede plantearse ante “una mayoría clara de la población de Quebec favorable a la secesión, en respuesta a una pregunta clara” (párrafo 93). Esta obligación no existe si la expresión de la voluntad democrática está “en sí, llena de ambigüedades”. Por lo tanto, hay negociación si el apoyo a la secesión es claro; pero si este apoyo no es claro, no hay negociación; y sin negociación, no hay secesión. Aquel es el dictamen emitido por la Corte Suprema en 1998, dictamen puesto en aplicación por la Ley sobre la claridad, adoptada por el Parlamento de Canadá en 2000.

6. ¿Si la obligación de negociar la secesión depende sólo de un apoyo claro,

quién debe evaluar la claridad? La Corte Suprema asigna este papel a los actores políticos: “Sólo los actores políticos tendrían la información y la competencia para juzgar en qué momento deberían resolverse estas ambigüedades en un sentido o en otro”. Le incumbe al gobierno de la provincia elegir la pregunta que se debe formular. La Ley sobre la claridad establece que la Cámara de los Comunes, tras las debidas consultas y deliberaciones, deberá determinar, mediante una resolución y antes del referéndum, si la pregunta es clara. Si, según la Cámara, la pregunta no está formulada claramente, el referéndum no puede conducir a la negociación de la secesión.

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Después de un referéndum sobre una pregunta clara, si el gobierno provincial cree que ha obtenido un apoyo claro a la secesión, la Cámara de los Comunes estudiará la claridad de la mayoría. Únicamente si, tras las consultas y deliberaciones debidas, la Cámara concluye, mediante una resolución, que existe una mayoría clara, el gobierno de Canadá puede y debe iniciar las negociaciones sobre la secesión. En resumidas cuentas, se necesita una pregunta clara y una mayoría clara.

7. ¿Qué es una pregunta clara?

Todos sabemos lo que sería una pregunta clara sobre la secesión. Lo complicado es imaginar una pregunta confusa. La Corte Suprema habla de “la voluntad de no seguir formando parte de Canadá”. Cuanto más se acerque la pregunta a este enunciado, más clara resultará. Pero se puede formular de muchas maneras: "¿Desea usted que su provincia se separe de Canadá?" o: "¿Desea usted que su provincia deje de formar parte de Canadá y se convierta en un país independiente?" Si la Corte Suprema de Canadá, en su dictamen de 1998, insistió sobre la claridad de la pregunta, se debe indudablemente a que esta claridad fue cuestionada durante los referéndums quebequenses de 1980 y 1995. Las preguntas habían sido redactadas por el gobierno del Partido Quebequense con el fin de incrementar artificialmente el apoyo a la respuesta afirmativa, sobre todo mezclando el proyecto de independencia y el mantenimiento de una posible asociación con Canadá.

8. ¿Qué es una mayoría clara?

La Corte declara que el principio de la democracia va más allá de la regla de la mayoría simple. De este modo, confirma que la obligación de entablar una negociación sobre la secesión sólo puede surgir “de una mayoría clara de la población de Quebec a favor de la secesión en respuesta a una pregunta clara”. En su dictamen, la Corte menciona al menos trece veces la expresión “mayoría clara” o “clara mayoría”, además de hablar de “la amplitud” de la mayoría. También se refiere a una “mayoría clara de la población de Quebec”, lo cual abarca algo más que la cantidad de personas que voten. Existen dos razones fundamentales por las que la negociación de una secesión debería llevarse a cabo sobre la base de una mayoría clara: La primera es que, cuanto más pone en tela de juicio una decisión los derechos de los ciudadanos, más irreversible resulta, más compromete a las generaciones futuras, y más exigente debe ser la democracia con respecto al procedimiento a seguir para adoptar dicha decisión. Es indudable que la secesión es un acto grave y probablemente irreversible. Se trata de un gesto que compromete a las generaciones futuras y tiene consecuencias importantes para todos los ciudadanos del país dividido.

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La segunda razón es que la negociación de la escisión de un Estado moderno sería, inevitablemente y a pesar de la mejor voluntad del mundo, una tarea difícil y llena de obstáculos. No debería ocurrir que, mientras los negociadores tratan de llegar a un acuerdo de separación, la mayoría cambie de opinión y se oponga a la secesión. Sería una situación insostenible. Por ello, el proceso sólo debería ponerse en marcha cuando haya una mayoría clara, para que dicha mayoría tenga posibilidades de mantenerse a pesar de las dificultades de la negociación. Además, establecer por adelantado los límites de una mayoría, sean cuales fueren, nos expondría al riesgo de que una decisión tan grave como la de elegir un país dependa de los resultados de un recuento judicial o de un examen de los votos rechazados. Sería una situación insostenible, e incluso insensata. Para limitar los riesgos de desacuerdo sobre la claridad de la mayoría, basta con que el gobierno que propone la secesión no celebre el referéndum antes que tenga la seguridad razonable de que puede salir victorioso de él. Esta seguridad se desprendería de diversos indicadores: mayorías claras y estables a favor de la secesión (según los sondeos) y adhesión, a esta idea, de las distintas fuerzas políticas.

9. ¿Deben las negociaciones desembocar obligatoriamente en la secesión? No.

La obligación de negociar no equivale a una obligación de llegar a resultados, pero todos los participantes en las negociaciones sobre la secesión deberían obrar conforme a cuatro principios constitucionales establecidos por la Corte suprema: “el federalismo, la democracia, el constitucionalismo y la primacía del derecho y la protección de las minorías” (párrafo 90). El gobierno de Quebec no podría decidir por sí solo lo que sería negociable y lo que no. “No podría tratar de invocar un derecho a la autodeterminación para dictar a las otras partes las condiciones de la secesión” (párrafo 91). Tendría “derecho a tratar de realizar la secesión” (párrafo 92) mediante negociaciones basadas en los principios mencionados. Estas negociaciones, “periodo de incertidumbre y de trastornos profundos”, tratarían inevitablemente de “multitud de cuestiones muy difíciles y muy complejas”, según indica la Corte Suprema. La Corte menciona las cuestiones económicas, la deuda, los derechos de las minorías, los pueblos indígenas y las fronteras territoriales. Debido precisamente a la dificultad inherente de esta tarea, sólo puede plantearse en el marco del derecho y sobre la base de un apoyo claro.

10. ¿Podría el gobierno independentista desdeñar el derecho y realizar la secesión unilateralmente? No. La Corte Suprema nos dice que un intento de secesión unilateral se haría “fuera del derecho” y en un contexto en el que las instituciones que gobiernan en Quebec “no pueden, según el derecho internacional, realizar unilateralmente la secesión de Quebec de Canadá”. De este modo, el gobierno secesionista no podría contar con la norma jurídica que le permitiría imponer la secesión unilateral a quienes no la desean. No

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tendría medios de lograr que se le obedezca y haría correr a toda la sociedad peligros inaceptables en una democracia. Para realizar la secesión se necesitaría no sólo el consentimiento sino también la participación activa del gobierno de Canadá, aunque sólo sea por consideraciones prácticas.

Habría que encontrar la forma de transferir miles de funcionarios de los ministerios y organismos federales a la función pública quebequense, así como toneladas de leyes y reglamentos, millones de declaraciones de rentas, etc. La escisión de un Estado moderno como Canadá podría convertirse en un caos administrativo. Es obvio que sólo podría efectuarse con el asentimiento y la participación del gobierno de Canadá.

Esta participación necesaria del gobierno de Canadá no se podría obtener en caso de declaración unilateral de independencia. Al contrario, la secesión unilateral es imposible en la práctica además de carecer de fundamento jurídico.

11. ¿Podría obtener reconocimiento internacional un intento de secesión unilateral? No.

La Corte Suprema analiza esta posibilidad de manera muy prudente y realista; previene que cualquier intransigencia canadiense aumentaría “probablemente” las posibilidades de reconocimiento internacional de un intento de secesión unilateral. Pero de hecho, no existen precedentes: ningún Estado creado mediante secesión unilateral ha sido admitido en las Naciones Unidas contra la voluntad manifiesta del gobierno del Estado anterior. La práctica de los Estados demuestra una reticencia extrema a reconocer las secesiones unilaterales fuera del contexto colonial. Por lo tanto, los quebequenses no deberíamos optar por una secesión pensando que podríamos contar con un apoyo internacional que iría contra la voluntad del Estado canadiense, porque esto iría contra la práctica de los Estados.

Conclusión En definitiva, la secesión es una empresa peligrosa y difícil que conviene resolver en el marco general de la primacía del derecho, mediante negociaciones basadas en los principios que definen a un país, cuales, en nuestro caso, son el federalismo, la democracia, el constitucionalismo y la primacía del derecho y la protección de las minorías. El elemento de activación de estas negociaciones sería la expresión de un apoyo claro a la secesión. Estos son los principios sencillos que enuncia la Corte Suprema de Canadá y que pone en aplicación la Ley sobre la claridad para proteger los derechos y los intereses de todos los canadienses, particularmente de los quebequenses.Si los quebequenses renunciamos claramente a Canadá, con una clara mayoría y en respuesta a una pregunta clara sobre la secesión, los gobiernos tendrían el deber de entablar negociaciones sobre la secesión, que deberían llevarse a cabo dentro del marco constitucional canadiense, con el fin de llegar a un acuerdo de separación que sea justo para todos.

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Independientemente de que estemos por la unidad canadiense o por la independencia de Quebec, debemos ponernos de acuerdo sobre un principio fundamental: un consentimiento expresado claramente. La secesión de Quebec del resto de Canadá sólo debe intentarse cuando los quebequenses la hayan apoyado claramente. El ideal democrático alienta a todos los ciudadanos de un país a ser leales entre sí, más allá de las consideraciones de lengua, raza, religión o pertenencia regional. En cambio, la secesión pide a los ciudadanos que rompan este lazo de solidaridad que los une y que procedan así, casi siempre, sobre la base de pertenencias específicas a una lengua o a una etnia. La secesión es un ejercicio, raro e inusitado en la democracia, por el que se elige a los conciudadanos que se desea conservar y los que se desea convertir en extranjeros. Una filosofía de la democracia basada en la lógica de la secesión no podría funcionar, ya que incitaría a los grupos a separarse en vez de entenderse y acercarse. La secesión automática impediría a la democracia absorber las tensiones propias de las diferencias. El reconocimiento del derecho a la secesión cuando se solicite invitaría a la ruptura desde el momento en el que se planteen las primeras dificultades, según divergencias que podrían crearse en función de atributos colectivos, como la religión, la lengua o la etnia. Ello no significa que un Estado democrático debe rechazar cualquier solicitud secesionista que se produzca en él. Ante la voluntad clara de secesión, el Estado puede llegar a la conclusión de que aceptar dicha secesión es la solución menos mala. ----------------------------------------------------------------------------------------------

Stéphane Dion, habla con extrema claridad sobre el tema de la secesión, no solo es un teórico, también un político pragmático y por encima de todo democrático, digno de escuchar y leer por muchas personas que se consideran altamente demócratas simplemente por estar a favor de la independencia catalana. Estas declaraciones proceden de una entrevista del 6 -7- 2003 por José Luis Barbería. „El País‟. „‟Hubo un momento en mi vida en que pensé que la condición de canadiense menoscababa mi identidad quebequesa. Luego, al comprobar y analizar el comportamiento del nacionalismo en el mundo, comprendí que era un error negar mi dimensión canadiense, comprendí que ser quebequés es ser canadiense y ser canadiense es ser quebequés. En su país hay algo de eso, ¿verdad?, comunidades que no tienen el mismo estatuto que otras. En Canadá, como en Alemania o Suiza, sin embargo, no hay más que un único estatuto constitucional para todas las provincias, aunque en el plano lingüístico y jurídico Quebec tenga sus particularidades. Lo que pasa es que en la práctica se producen asimetrías. Hay provincias más ricas que contribuyen más a los fondos federales para financiar a otras más pobres, caso de Quebec.

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Sólo el Gobierno de Canadá puede ratificar los tratados internacionales, pero esos tratados no se pueden aplicar si las provincias no están de acuerdo, y es difícil poner de acuerdo a 10 provincias, 3 territorios autónomos y al propio Ejecutivo federal, 14 jurisdicciones en total. Eso supone una negociación constante.

¿Por qué ha dicho que la dinámica secesionista es difícilmente conciliable con la democracia?

Por razones de procedimiento y por razones de índole moral. Respecto al procedimiento, no está nada claro quiénes deben votar. La secesión de una parte del territorio tiene consecuencias evidentes sobre el conjunto del país, así que podría hacerse valer el derecho a decidir de todos los electores de ese país. Supongamos que en una región de su país se descubre un pozo de petróleo o una mina de diamantes y que la población de esa región decide independizarse. ¿No tendrían todos los españoles derecho a pronunciarse? Habrá gente que diga que es una decisión que corresponde únicamente a los habitantes de esa región. Y entonces, ¿qué pasa si parte de esos habitantes quieren seguir dentro de España, si hay una subregión contraria a la secesión?‟‟

Discurso de Stéphane Dion, Autor del libro „La política de la claridad. Discursos y escritos sobre la unidad canadiense‟. Fundación Manuel Giménez Abad. Zaragoza, 10 noviembre 2005. „‟Lo que pretendo fundamentalmente es que la democracia invite a los conciudadanos a aceptarse como tales en el seno de un Estado y no a transformarse en extranjeros. Los ciudadanos de una democracia están unidos por un principio de solidaridad o de lealtad mutua. Todos ellos deben prestarse asistencia más allá de cualquier consideración de raza, religión o pertenencia a una región. Por ello, todos los ciudadanos son, en cierto sentido, propietarios de todo el país, con su potencial de riquezas y de solidaridad humana. Ningún grupo de ciudadanos puede tomar la iniciativa de monopolizar la ciudadanía en una parte del territorio nacional, ni despojar a sus conciudadanos, contra su voluntad, de su derecho de pertenecer plenamente al conjunto del país. Todos los ciudadanos deberían estar en condiciones de transmitir este derecho de pertenencia a sus hijos. En un supuesto ideal, ese derecho nunca debería ser cuestionado en una democracia. Ésta es sin duda la razón por la que tantas democracias se consideran indivisibles. Puesto que la lealtad establece un vínculo entre todos los ciudadanos por encima de sus diferencias, ningún grupo de ciudadanos en un Estado democrático puede apropiarse del derecho a la secesión bajo el pretexto de que sus atributos particulares, como la lengua, la cultura o la religión, le permiten optar al título de nación o de pueblo distinto dentro del Estado. Nos encontramos aquí, sin duda, con la razón fundamental por la cual tanto el derecho internacional como la práctica de los Estados sólo reconocen el

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derecho a la secesión en situaciones coloniales o de violación manifiesta de los derechos humanos. En las circunstancias extremas en que un Estado se niega a tratar a un grupo de ciudadanos como ciudadanos y pisotea sus derechos de ciudadanía, entonces éstos, a su vez, tienen derecho a no considerarlo más como su Estado. Tienen ese derecho, no debido a rasgos distintivos relacionados con la raza, la lengua o la religión, sino porque, al mismo título que los demás seres humanos, son portadores de un derecho universal a la ciudadanía. El hecho de saber que permanecerán juntos alienta a los ciudadanos a desplegar esfuerzos con miras a una cooperación activa y sincera, y a considerar esta cooperación a lo largo del tiempo, para las generaciones futuras. En resumen, ¿por qué conservar unido un Estado democrático? Porque el principio de lealtad entre conciudadanos es esencial para la democracia. Ésa es, en mi opinión, la respuesta más universal y válida que se pueda dar en favor de la unidad nacional, por encima de las consideraciones nacionalistas. si bien la secesión no es un derecho en una democracia, sigue siendo una posibilidad que el Estado existente puede aceptar ante una voluntad de separación pacífica claramente manifestada. Es posible que la negociación de una secesión parezca como la menos mala de las soluciones posibles en caso de que una población manifieste claramente su voluntad de dejar de formar parte del país. Pero justamente porque la secesión, es decir la transformación de conciudadanos en extranjeros, es una cosa grave, probablemente irreversible, que compromete pues a las generaciones futuras, sólo un apoyo claro de la secesión debería conducir a su negociación. Y precisamente porque una secesión sería algo sumamente complejo de negociar, que comportaría enormes riesgos, no podría efectuarse de manera unilateral, al margen del derecho. Si un gobierno secesionista es lo bastante irresponsable para tratar de efectuar la secesión unilateralmente, al margen del derecho, el Estado existente debe mantener, pacíficamente, el orden constitucional y continuar cumpliendo sus responsabilidades hacia la población afectada, que continúa siendo parte del país existente y disfrutando de su ciudadanía. El hecho es que una secesión unilateral es impracticable en una democracia. Si tuviera que resumir en una sola proposición, diría lo siguiente: un país tiene las mejores posibilidades de mejorar si todos los ciudadanos adhieren al principio de lealtad. Ese principio se enuncia así: «Pase lo que pase, optaremos por permanecer juntos». ‟‟ ----------------------------------------------------------------------------------------------

Democracia y derecho a decidir. Javier Cercas 13 09 2013 „‟Es posible que en los últimos tiempos estemos viviendo en Cataluña una suerte de totalitarismo soft; o, por usar de nuevo el término de Pierre Vilar, una suerte de “unanimismo”: la ilusión de unanimidad creada por el temor a

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expresar la disidencia. El instrumento de esta concordia ficticia no es la violencia, sino el llamado derecho a decidir: quien está en favor del derecho a decidir no es sólo un buen catalán, sino también un auténtico demócrata; quien está en contra no es sólo un mal catalán, sino también un antidemócrata. Así las cosas, es natural que, salvo quienes sacan un rédito de ello, en Cataluña casi nadie se atreva a dudar en público de un derecho fantasmal que no ha sido argumentado, hasta donde alcanzo, por ningún teórico, ni reconocido en ningún ordenamiento jurídico; también es natural que nadie se resuelva a decir que, aunque parezca lo contrario, no hay nada menos democrático que el derecho a decidir. O, dicho de otro modo: ahora mismo, el verdadero problema en Cataluña no es una hipotética independencia, sino el derecho a decidir. Me explico. En democracia no existe el derecho a decidir sobre lo que uno quiere, indiscriminadamente. Yo no tengo derecho a decidir si me paro ante un semáforo en rojo o no: tengo que pararme. Yo no tengo derecho a decidir si pago impuestos o no: tengo que pagarlos. ¿Significa esto que en democracia no es posible decidir? No: significa que, aunque decidimos a menudo (en elecciones municipales, autonómicas y estatales), la democracia consiste en decidir dentro de la ley, concepto este que, en democracia, no es una broma, sino la única defensa de los débiles frente a los poderosos y la única garantía de que una minoría no se impondrá a la mayoría. Ahora bien, es evidente que, con la ley actual en la mano, los catalanes no podemos decidir por nuestra cuenta si queremos la independencia, porque la Constitución dice que la soberanía reside en el conjunto del pueblo español (cosa nada rara: salvo la de la extinta Unión Soviética, que yo sepa, ninguna constitución ha reconocido jamás el derecho de que una parte del Estado se separe por su cuenta del resto). ¿Significa esto que los catalanes no tenemos derecho a decidir sobre nuestra independencia? A mi juicio, tampoco: si una mayoría clara e inequívoca de catalanes quiere la independencia, parece más sensato concedérsela que negársela, porque es muy peligroso, y a la larga imposible, obligar a alguien a estar donde no quiere estar. La pregunta se impone: ¿existe esa mayoría? Los partidarios del derecho a decidir sostienen que precisamente para eso, para saber si existe, es indispensable un referéndum (en este asunto, las encuestas no sirven, como comprobamos en las anteriores elecciones); pero, antes de usar ese recurso excepcional e imprevisible, cualquier político honesto y prudente usaría el recurso previsto por la ley: las elecciones. Quiero decir: unas elecciones en las que todos los partidos declaren, clara e inequívocamente, su posición sobre la independencia. En las últimas, los partidos inequívocamente independentistas (ERC más CUP) sumaron 24 diputados de 135: apenas un 17%. ¿Cuántos diputados sumarían los independentistas si en unas futuras elecciones el resto de partidos dijera con claridad si quiere la independencia o no? Eso es lo que deberíamos saber antes de tomar la vía azarosa del referéndum: si hay una mayoría de partidarios de la independencia, habrá que celebrar un referéndum; si no la hay, no.

…/… No veo otra forma de decirlo: se puede ser demócrata y estar a favor de la independencia, pero no se puede ser demócrata y estar a favor del derecho a decidir, porque el derecho a decidir no es más que una argucia conceptual, un engaño urdido por una minoría para imponer su voluntad a la mayoría.‟‟

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DERECHO DE AUTODETERMINACIÓN PARA LAS COLONIAS

Resolución 2625/XXV. ONU. Autodeterminación y descolonización

La resolución 2625/XXV de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1970 reconoce el derecho a la autodeterminación en casos de dominación colonial, dominación racial y dominación extranjera. Cataluña encaja dentro del tercer supuesto, pues aún perviven las prohibiciones de extranjería que impedían a los catalanes ejercer libremente la ciudadanía española dentro de las instituciones del Estado. CCN. Circle Catalá de Negocis.

Su encaje como país independiente en la ONU tampoco se ve factible en base a la legislación vigente, la 2625/XXV, ley anticolonial de imposible aplicación a Cataluña, muy a pesar de sectores independentistas que abogan por ello. Esta ley tenía como objetivo la autodeterminación de colonias gobernadas por metrópolis, por ejemplo los países africanos en cuyos puestos de acumulación de riqueza, de gobierno y representación, política, económica, cultural, religiosa, deportiva, etc. están situados los colonizadores, en este caso para hacerlo creíble los detentadores de la riqueza y poderes políticos, económicos, culturales etc. deberían ser los españoles, los representantes de las élites en Cataluña, tendrían que ser unionistas por lo menos, pero sucede justo lo opuesto, allí solo tienen poder los catalanistas. Ítem más, se produce represión interna, puesto que una mitad de población catalana, castellano hablante, o española cultural, no cuenta con representación en la sociedad catalana. El CCN y defensores de la 2625 supongo sabrán que quieren decir con asimilarse a la dominación racial, deberían justificar su espíritu racista que muestran al considerar una raza distinta la española a la catalana, tal como sustenta una de las bases teóricas catalanistas, líneas procedentes de Almirall y Gener. Les queda apoyarse en el tercer punto, la dominación extranjera, que implica apropiación económica y dominación política, lo que justifica verter en su agitación y propaganda la línea de extranjería hacia lo español y la explotación a que sometió a Cataluña. El problema es que los resultados que muestra una de las regiones más ricas de Europa, con mayores estándares democráticos y de calidad vida del mundo, no se ajustan a las fotos que se pretenden mostrar, la supuesta colonia tiene mejores datos estadísticos que la metrópoli española, ya no solo respecto a

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acumulación de riqueza sino respecto a parámetros que miden la calidad de vida diaria, como son la renta disponible, médicos, enfermeras, camas hospitalarias, esperanza de vida, escolarización infantil, graduados medios, universitarios, licenciados, teléfonos, coches, electrodomésticos, viviendas, atención a dependientes, etc. etc. en la supuesta colonia los mejores barrios y casas, los ocupan catalanistas, los propietarios directores y ejecutivos del aparato productivo y comercial son catalanistas, las élites culturales y deportivas son catalanistas, las élites políticas y religiosas son catalanistas, etc. A pesar de lo cual el gobierno español haría muy mal si no trabajara internacionalmente la situación, difundiendo datos de contraste, no fuera a suceder que por no hablar calara la idea que llenara el vacío y luego hubiera que lamentar la falta de política internacional adecuada como ocurrió con el tema terrorista. No pierdan de vista contrastar este aspecto colonial con el cuadro del inicio del apartado, que muestra el ascenso de Cataluña durante 1980-2001, etapa democrática, que difícilmente podrá justificar una colonia. Tampoco será fácil ingresar en la ONU considerando que múltiples estados no aceptarían una segregación de otro legalmente constituido, aunque solo fuera por evitar problemas en los suyos propios, ese derecho no es reconocido internacionalmente, ni por constituciones nacionales. La nueva Cataluña debería solicitar su ingreso en la ONU, y este ser aceptado y propuesto por el Consejo de Seguridad, en donde los cinco integrantes permanentes con derecho de veto, son defensores a ultranza de la integridad territorial y no de la segregación. Supuesto aceptada su petición de ingreso la Asamblea General de 195 países la refrendaría por 2/3 de los votos, muchos de los cuales consideran que la declaración unilateral de independencia entra en contradicción con la Carta de Naciones Unidas. Un nivel de estado observador, similar a Palestina, es más sencillo, requiere aprobación por mayoría simple, sin derecho a voto ni participar en muchos órganos y comisiones. –Kosovo reconocido bilateralmente por más de 100 países, no está admitido en la ONU, fundamentalmente por su separación unilateral de Serbia- El problema que plantea la propaganda secesionista es que está bien diseñada emocionalmente para movilizar, pero muy mal para llevar adelante dichos planes en base a acuerdos, se centra en las movilizaciones de un pueblo y se olvida del entramado legal de obligado tránsito, salvo que se pretenda conducir a salidas imposibles. Los estudios independentistas –dejo al margen las trampas, ocultaciones y mentiras- contienen una cierta estructura de respuestas satisfactorias ante supuestos problemas, lo cual deja en las mismas manos de quien los elabora, la pregunta, la respuesta y la decisión, que está tomada previamente. Es un solitario con trampa, porque la decisión es previa al resto de contenidos que se ajusta para dar un resultado definido con antelación. Sin la decisión tomada a priori, quizás las preguntas serían diferentes y las respuestas tampoco servirían para tomar las decisiones que fueron adoptadas. El movimiento secesionista elabora una de sus líneas de propaganda para demostrar que estados pequeños son viables; al mostrar comparaciones con Catalunya pretende convencer no solo de la viabilidad, lo cual puede ser cierto, aunque ya no tanto respecto de la oportunidad y conveniencia. Los estados que cita como ejemplos son en su mayoría de antigua creación, con larga tradición y asentamiento internacional, por lo que han llegado hasta hoy en otra realidad

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Cataluña, la secesión y el derecho a decidir. Manuel Herranz Montero.2013 Página 35

histórica más propicia, por menor globalización y concentración de poderes económicos, la realidad es que la mayoría de esos estados se integran en unidades de superior grado para poder subsistir o tener influencia internacional. Resulta difícil convencer de que para tener soberanía, es mejor ser pequeños y aislados, y que ello redundará en ser más eficaces y tener mayor influencia que integrado en unidades mayores, a pesar de la cesión de soberanía que implica.

El magma de los mercados, los emergentes y la globalización está detrás de la inmensa crisis que padecemos en España condicionando las posibles alternativas que no podrán ser como las anteriormente conocidas y que dependerán no solo de nuestro nuevo contrato social nacional, sino de nuestra capacidad de crear una fuerza configurada en torno a la eurozona, la UE o una de las otras alternativas que se barajan: dos euros, uno fuerte y otro débil, norte-sur, una UE sin el Reino Unido y sus aliados, una organización reducida del sur, coaligada, o con la otra eurozona… „El Poder de los mercados. Y los españoles‟. Manuhermon.2013.

La independencia no es un absoluto y menos en la actualidad y en Europa, donde la soberanía nacional no existe por sí misma, sino compartida, Catalunya ha llegado tarde a un mundo en el que ya no es posible realizar su sueño de vivir independiente y con influencia global. Tendrá que decidir si compartir con España la aventura europea cediendo parte de su soberanía o vivir sola e independiente. Sin integrarse en una unidad superior no se produciría cesión de soberanía, aparentemente, en realidad como estado soberano no tendría independencia en un mundo globalizado, entendida como capacidad suficiente para actuar en su desarrollo sin injerencias externas, como tampoco podría influir en el entorno global dominado por fuerzas muy superiores que condicionan demasiadas cuestiones internas, la financiación del país, los flujos de inversión que determinan modelos productivos nacionales, y éstos los empleos y la capacidad comercial y la competitividad global, y la capacidad de incidir en la evasión fiscal, todo lo cual condiciona la libertad, equidad y solidaridad interna, la posibilidad de estado de bienestar, sanidad, educación, pensiones, asistencia social; grandes alianzas políticas condicionan las relaciones exteriores, culturales, políticas, la posibilidad de influir en otros países y organismos internacionales…

Todos los estados por muy pequeños y viables que sean, buscan su inserción en entidades superiores de apoyo, influencia y protección, lo cual lleva aparejada algún tipo de cesión de soberanía, los estados soberanos que quedan fuera de alianzas mayores, sin duda pagarán un precio por ello, lo cual estaría bien ver reflejado en la argumentación pro independencia. En el mundo nada es gratis, y los entes, o estados autónomos abandonan las posibilidades de influir en un entorno globalizado al tiempo que son más fácilmente influidos por los poderes globales.

Manuel Herranz Montero. 2013. Publicado en el libro „Catalunya. Camino a la secesión’