Catecismo Basico Para Adultos

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CATECISMO BASICO PARA ADULTOS. CREEMOS EN EL SEÑOR JESUS. ARQUIDIOCESIS DE BUCARAMANGA

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CATECISMO BASICOPARA ADULTOS.

CREEMOS EN EL SEÑOR JESUS.

ARQUIDIOCESIS DEBUCARAMANGA

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PRESENTACIÓN

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INTRODUCCIÓN

EL TEXTO:

El título de este libro resume en él todo su contenido:

<Creemos en el Señor Jesús>

(Ver DV 19 . 20)

Creemos

En el señor Jesús

Ver DV 2,3,4

1 Dios, nuestro creador y padre; desea darse a conocer y nos sale al encuentro, como fuente de amor. Los antepasados en la fe, como Abraham, Moisés o la Virgen María, fueron afectados por ese encuentro con Dios, y su vida adquirió nuevo sentido, y su razón de existir –trascendente- se le fue haciendo clara a medida que ahondaban en esa relación con el Dios que les salió al encuentro. Los llamamos ‘Los primeros creyentes’ porque creyeron en el Dios que se le manifestó, y obraron en consecuencia.

Este Dios de Abraham, de Moisés, de los Profetas, por que nos ama a nosotros sus criaturas, nos habla como amigo y, habita con nosotros se hace uno de nosotros, para invitarnos a vivir con él, y como él, y para ello se hace presente en Jesús, el señor, el Cristo, el salvador. Jesús, -el Dios hecho hombre- que vivió hace 2000 años, en una región del Oriente Medio. Él con su vida, muerte y resurrección puede librarnos de las tinieblas del mal, y llevarnos a una vida nueva. Creer en Él, es dejarse transformar por Él dejar que viva en nosotros, y con su poder divino, hacer las obras de Dios en este mundo, como lo hizo mientras vivió en Galilea.

EL CONTEXTO: La Catequesis

Aquellos que convivieron con Jesús y fueron testigos de su resurrección, anunciaron y proclamaron, sin ningún temor, la experiencia que estaban viviendo, y que les iba llevando a una transformación radical de su vida, a una conversión: la experiencia del Ministerio Pascual. Fue este momento –Kerigma- de la Evangelización, y el comienzo de la Iglesia y de la Catequesis. (Ver CT 1), y esto que hicieron aquellos creyentes apostólicos, lo continúan haciendo en la Iglesia, los nuevos creyentes que cada época, suscitados e instruidos por el Espíritu de Jesús y el testimonio de sus mayores y su comunidad, anuncian y proclaman las maravillas de Dios en ellos y por ellos. (Ver EN 18).

1 <En el origen de nuestro ser como creyentes hay un encuentro único en su género, en el que se manifiesta un misterio culto en los siglos, pero ahora revelado> FR No. 7.

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Por eso, según lo afirma el libro de los Hechos, los miembros de las primeras comunidades cristianas aparecen “perseverantes en oír la enseñanza de los apóstoles y en la fracción del pan y en la oración” (Hechos. 2, 42; Ver CT 10.11).

‘Esta enseñanza, llamada catequesis’ es el anuncio claro e inequívoco del señor Jesús, proclamado primero por el testimonio de vida; la catequesis debe anunciar el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazareth, Hijo de Dios: (Ver EN 22) y debe enseñar de manera sistemática los datos fundamentales, el contenido vivo de la verdad que Dios ha querido transmitirnos y que la Iglesia ha procurado expresar de manera cada vez más perfecta a lo largo de la historia... (Ver EN 44). Debe presentar la doctrina de la Iglesia en su integridad, mostrando su relación con la vida de los creyentes. La enseñanza dada en catequesis tiene un efecto formativo para la persona, ya que lo que se comunica no es un conjunto de verdades conceptuales, sino el misterio de Dios vivo (Ver FR 99).

CATEQUESIS Y CATECISMO: La Fe Bautismal y la Educación de la Fe

La catequesis nos introduce progresivamente en la fe. La fe como dijimos al comienzo, es un acto personal, una orientación de la totalidad de nuestra existencia; pero la fe no nos la damos a nosotros mismos, la recibimos de Dios, la acogemos, y la educamos en la Iglesia, gracias a la catequesis, y gracias a ese instrumento llamado catecismo que actualiza el mensaje cristiano a las distintas edades, situaciones y culturas (Ver DCC 135) y lo presenta de manera sistemática y organizada, “porque una cosa es el mismo deposito de la fe, y otra el modo como se enuncia, con el mismo sentido, y el mismo contenido” (GS 62).

CATECISMO Y VIDA CRISTIANA: ¿Qué es un Catecismo?2

Este catecismo que tenemos en nuestras manos ha sido elaborado en coherencia plana con el Catecismo de la Iglesia Católica, que es:

“Una exposición de la fe de la Iglesia y de la doctrina católica, atestiguadas e iluminadas por la Sagrada Escritura, la Tradición apostólica y el Magisterio de la Iglesia” (FD 4º)... Ofreciendo a las Iglesias particulares (diócesis, arquidiócesis) como punto de referencia para la exposición auténtica, orgánica y sintética de los contenidos esenciales y fundamentales de la doctrina católica tanto sobre la fe como sobre la mora, a la luz del Concilio Vaticano II y del conjunto de la Tradición de la Iglesia (Ver DGC 120. 121). En nuestro caso ofrecido al servicio de esta porción determinada del pueblo de Dios, que es nuestra Arquidiócesis.

2 <La Iglesia siempre ha dispuesto de formulaciones de la fe que, en forma breve, condensan lo esencial de lo que Ella cree y vive: textos neotestamentarios, símbolos o credos, fórmulas litúrgicas, plegarias eucarísticas. Más tarde ha considerado también conveniente explicitar de modo más amplio la fe, a manera de una síntesis orgánica, por medio de los Catecismos que, en numerosas Iglesias locales, se han ido elaborando en estos últimos siglos. En dos momentos históricos, con ocasión del concilio de Trento y en nuestros días, se ha considerado oportuno ofrecer una exposición orgánica de la fe mediante un Catecismo de carácter universal, como punto de referencia para la catequesis en toda la Iglesia. Así, en efecto, ha procedido Juan Pablo II, al promulgar el Catecismo de la Iglesia Católica el 11 de octubre de 1992>.

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Este instrumento,, que es un catecismo, no agota en él el proceso catequético la catequesis se dirige a toda la persona, no sólo a sus conocimientos, sino a su vida toda, porque el señor Jesús, Hijo de Dios y salvador, proclamado por la catequesis, es una persona divina, cuya presencia en la vida de una persona humana, la transforma y la diviniza.

Una cosa es conocer con el entendimiento el enunciado de este misterio de Dios en nosotros, y otra, abrir nuestra vida al poder de Su presencia transformadora, conocerlo en el corazón, y vivir por Él con Él, con los otros.

El Apóstol San Pablo, al referirse al carácter original de la ‘vida cristiana’, habla del ‘hombre que vive en Cristo’, queriendo afirmar que todo cristiano tiene en El un modelo objetivo de conducta moral. En este sentido es en el que San Pablo dice: “Sed imitadores míos, como yo lo soy de Cristo” (1 Corintios 11,1). Y, en consecuencia, la ‘moral cristiana’ tiene su carácter peculiar por el hecho de que está directamente relacionada con Cristo y de modo especial con la obra llevada a cabo por su muerte y resurrección. Es decir, está relacionada con los hechos del Evangelio de Jesús.

Por eso, dentro de una visión nueva en la cual la enseñanza moral de la Iglesia recibe un sello peculiar por su referencia a Cristo, los ‘preceptos morales’ tienen un aspecto nuevo. Ya no son solamente unos principios según los cuales debe ser juzgada nuestra conducta, sino que son también unos indicadores en el camino que hemos de recorrer buscando nuestro verdadero fin dentro del Reino de Dios.

De ahí que la ‘moral cristiana’ ha de ser siempre la moral del seguimiento de Cristo, en tal forma que todos nos ‘configuremos con Cristo’, y pasemos ‘como El’ por el mundo haciendo el bien y todo lo hagamos bien...

Los ‘preceptos morales de Jesús’, que son obligatorios para nosotros, van dirigidos a construir una ley: La ley de Cristo que no es un siempre ‘código especializado de normas’, sino que, ‘inscrita en el corazón’, y por eso ‘ley del espíritu’, es el AMOR. “Os he dado ejemplo para que vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros... Os doy un mandamiento nuevo: Que os améis mutuamente. Como yo os he amado, así debéis amaros vosotros” (Juan 13, 15-34). Es esta la obligación fundamental que entraña la Nueva Alianza... Y es el distintivo de todo auténtico discípulo del señor: “En eso conocerán los hombres que sois mis discípulos, en que os améis los unos a los otros” (Juan 13, 35).

Toda catequesis, deberá tener muy en cuenta este enfoque de una moral verdaderamente evangelizadora: de principios y actitudes a la vez, que llevara una vida al estilo de Cristo.

CATECISMO Y CONTENIDOS DE LA FE: ¿Para Qué?

El catecismo es un texto más doctrinal que explicativo, por su misma finalidad: se dirige al entendimiento, a partir de una enunciación sistemática y ordenada de la fe. Con base en él, el bautizado adulto, sujeto de un proceso catequético realizado dentro de la comunidad

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cristiana, puede llegar a un encuentro con Dios vivo, con el señor Jesús, con la Palabra, con los Sacramentos, con la Comunidad, y en especial con los más necesitados (Ver Mateo 25; EA 12).

El catecismo tiene la función de exponer la fe con toda su plenitud y riqueza, pero también en su unidad y simplicidad, siempre a partir de la profesión de fe bautismal.

En la catequesis lo que se enseña es a CRISTO, el verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a El (Ver CT 6). Es por eso que en este texto de catecismo todo su contenido está centrado en CRISTO. La idea central de todo el –mensaje cristiano- es el amor salvador de Dios, por tanto, lo que especialmente queremos resaltar es la intención amistosa de Dios y la manera como Dios realiza su plan de amor por medio de Jesucristo: “Tanto amó Dios al mundo que le entregó a su Hijo Único, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga vida eterna” (S. Juan 3, 16), “que consiste en que te conozcan a Ti, el Único Dios verdadero, y al que enviaste, Jesucristo” (S. Juan 17, 3).

La catequesis auténtica es cristocéntrica. Esto quiere decir dos cosas complementarias: que en el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazareth, ‘Unigénito del Padre lleno de gracia y de verdad’ que ha sufrido y ha muerto por nosotros y que ahora, resucitado, vive para siempre con nosotros. Jesús es ‘el camino, la verdad y la vida’, y la vida cristiana consiste en seguir a Cristo.

Cristocentrismo quiere decir que a través de la catequesis se transmite la enseñanza de Jesucristo, la Verdad que El comunica o, más exactamente, la Verdad que El es (Ver CT 5-6).

En consecuencia, nuestra fe necesariamente debe estar ‘centrada en Cristo’. El es, quien nos revela: el ‘Misterio de Dios’ –Padre, Hijo y Espíritu Santo-; el ‘Misterio de la Iglesia’ -sacramento universal de salvación-; y la existencia de una ‘vida eterna’. Y esa fe es la que proclamamos en el Credo, diciendo:

“Creemos en Dios Padre, Todo poderoso, Creador...” “Creemos en Jesucristo, el Hijo único de Dios...” “Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida...” “Creemos en la Iglesia y en la vida eterna...”

Estructurar así –con base en el Credo- el ‘mensaje cristiano’ de este texto de catecismo, es ser fieles a la Tradición de la Iglesia y a su Magisterio; es darle unidad sencilla y fundamental al contenido de nuestra fe; es hacer de lo que ‘decimos creer’ y ‘profesamos creer’ un permanente ‘compromiso de vida’...; es aceptar con la mente y con el corazón la ‘Revelación de Dios en Jesucristo’ y comprometerse a ‘testimoniarla’ individual y comunitariamente.

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LA FE ADULTA: ¿Para Quién?3

Este catecismo, Creemos en el Señor Jesús, elaborado teniendo en cuenta todo lo anteriormente expresado, y a partir de la realidad de nuestra arquidiócesis, está dirigido a todos los fieles que la constituyen: adultos que buscan la profundización y ampliación de la fe recibida en el bautismo; porque la fe debe crecer y educarse al ritmo del crecimiento personal dentro de la comunidad cristiana; cuando este proceso no se da, es necesario exponer los contenidos de la fe, y propiciar su vivencia dentro de una catequesis parroquial o diocesana, apoyados en el catecismo como instrumento doctrinal, y en la comunidad cristiana como ámbito de desarrollo vital de la fe bautismal.

LOS CONTENIDOS - ¿Cómo están estructurados?

Los contenidos de ‘Creemos en el señor Jesús’, están centrados en la persona de Jesús –es Cristo- (como lo hemos expuesto en los párrafos anteriores), y en el Misterio Cristiano, es decir la manera como Dios realiza su plan de amor por nosotros por medio de Jesucristo.

Encierra en él cuanto creemos de Dios, y de su designio de amor por nosotros; es el objeto de nuestra fe.

Lo celebramos en los Sacramentos, y cada domingo en la Sagrada Eucaristía, Por ello está presente en nuestra vida, animándola, conduciéndola,

fortaleciéndola, de manera que <el obrar de un cristiano sea coherente con aquello que dice creer.

Es fundamento de nuestra oración, cuya expresión privilegiada es el Padre Nuestro (Ver DGC 122).

El eje central de la articulación del catecismo ‘Creemos en el Señor Jesús’ es, Jesucristo, Camino, Verdad y Vida (Ver Juan 14, 6). A partir de este eje se ha estructurado el contenido:

La introducción general que comprende: -La contextualizaciòn del catecismo, dentro del proceso evangelizador y concretamente catequético de la Iglesia, exigido por la naturaleza de la fe. –Las respuestas a las preguntas por qué un catecismo, qué es un catecismo, para qué es y como están estructurados sus contenidos y como se puede trabajar con él dentro de un proceso catequético.

El contenido, estructurado y desglosado metodológicamente como lo presenta el siguiente cuadro:

3 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar en el documento complementario “Pedagogía de la fe y catequesis familiar”.

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Aquí debe aparecer el cuadro de alcance y secuencia

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Los anexos:

Las Oraciones del Pueblo de Dios. El Ordinario de la Misa Las formulaciones básicas de la Doctrina Cristiana Documentos complementarios:

El primero “El cristiano y la Sagrada Biblia”: La Sagrada Escritura que es imprescindible leer, profundizar y asimilar cuidadosamente, de manera que ilumine todo el proceso, y esté presente cada vez que nos refiramos a la Sagrada Escritura, es decir en todas nuestras catequesis.

Documento “El magisterio eclesiástico, Concilio Vaticano II”. “La liturgia en la vida del cristiano” “El respeto a la vida”. “La doctrina social de la Iglesia”. “El sufrimiento de la tierra, mensaje ecologista”. “Pedagogía de la fe y catequesis familiar”. “Las sectas y movimientos religiosos en Colombia”.

PROCESO METODOLOGICO

El Catecismo Creemos en el Señor Jesús está estructurado en cuatro grandes partes que a su vez se desglosan en unidades, constituidas cada una de ellas por mensajes sencillos pero profundos y densos.

Proponen un contenido de fe, a partir de la realidad que vivimos, iluminada por la Palabra de Dios,, explicado brevemente, celebrando con un canto, una oración, una reflexión compartida, y vuelta a ver para llevarnos a un compromiso concreto y personal en nuestra vida cotidiana.

Dentro de este proceso, que parte de la realidad, para volver a ella iluminados por la verdad de fe (que deberá afectar nuestra vida, si la asumimos como tal), no se excluyen: ni la memorización, necesaria con todo el proceso educativo de nociones claves de la doctrina: fórmulas de profesión de fe, los diez mandamientos, las obras de misericordia, los pasajes bíblicos pertinentes, textos litúrgicos (el ordinario de la misa, la profesión de fe)... ni las oraciones de los fieles y devociones propias de la piedad popular, y válidas dentro del contexto eclesial.

Este Catecismo, además, permitirá un trabajo diversificado, según se trate de padres de familia, de grupos apostólicos, de comunidades eclesiales de base, de asambleas familiares o de educadores. El catequista deberá estar muy atento a este contexto existencial, a fin de facilitar el ‘proceso de maduración de la fe’ en cada grupo, con su propia especialidad.

Con un vivo y sincero deseo de servir a la causa de la Evangelización, presentamos con humildad, con esperanza y con amor, el fruto de nuestro trabajo. Quiera el Señor que quienes se sirvan de él, se consoliden en la fe, de tal manera que viviéndola, contribuyan a que otros también puedan confesar con otros una misma fe: “Creemos en el señor Jesús”.

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DOCUMENTOS Y SIGLAS CITADAS CON MAYOR FRECUENCIA

CC..................Catecismo de la Iglesia Católica.CVII................Concilio Vaticano IINA..............….Nostra Aetate (en nuestra época). Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas.GS....................Gaudium et Spes (Los gozos y esperanzas). Constitución pastoral sobre

la Iglesia y el mundo de hoyDV....................Dei Verbum (La Palabra de Dios). Constitución dogmática sobre la Divina Revelación.LG....................Lumen Gentium (La luz de las pueblos). Constitución dogmática sobre la Iglesia.CD....................Christus Dominus (Cristo el Señor). Decreto sobre los deberes pastorales de los Obispos.SC.....................Sacrosanctum Concilium (El sagrado concilio). Constitución sobre la

sagrada Liturgia.UR.....................Unitatis Redintegratio (La restauración de la unidad). Decreto sobre el

ecumenismo.AG.................... Ad Gentes (La misión a los pueblos). Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia.EN.....................Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (El anuncio del Evangelio). FC.....................Exhortación apostólica Familiaris Consortio (El consorcio familiar)RH.....................Encíclica Redemptor Hominis (El redentor del hombre)CIC..............….Codex Iuris Canonici (Código de Derecho Canónico)HV.....................Encíclica Humanae Vitae (La vida humana)MC....................Exhortación apostólica Marialis Cultus (El culto a la virgen María)RP......................Exhortación apostólica Reconciliación y Penitencia.FR......................Fides et Ratio (Fe y razón).EA......................Eclessia in América (La Iglesia en América.Puebla................Tercera Conferencia Episcopal Latinoamericana en Puebla (México)DGC...................Directorio General para la Catequesis.FD.......................Constitución Apostólica Fidei Depositum (El depósito de la fe).

LIBROS DE CONSULTA Y AMPLIACIÓN

CATECISMO DE LA IGLESIA CATOLICA, Conferencia Episcopal de Colombia. Librería Editrice Vaticana. 1993.CONCILIO VATICANO II, Documentos Completos. Ediciones Paulinas, 1987.CODIGO DE DERECHO CANONICO, Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid 1993.DOCUMENTO DE PUEBLA, Tercera Conferencia Episcopal Latinoamericana. Ediciones Paulinas, 2000.SANTO DOMINGO, Cuarta Conferencia Episcopal Latinoamericana. CELAM 1992.MISAL ROMANO, Conferencia Episcopal Colombiana, Departamento de Liturgia. 1996.

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PUNTO DE PARTIDA

JESUCRISTO NUESTRO CAMINO

" Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie va al Padre sino por mi " ( Juan, 14, 6).

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UNIDAD PRIMERA

LLAMADOS POR DIOS EN CRISTO A UNA VIDA PLENA

OBJETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar que sólo quien cree en Cristo y lo acepta, puede penetrar en el conocimiento del misterio de Dios revelado y del misterio del hombre. ¡Jesucristo es nuestro Camino!

- Comprobar que la revelación que Dios nos hace de sí mismo, es un don de su amor que requiere por parte del hombre una respuesta de fe.

- Redescubrir que Dios, al revelarse, da pleno sentido a la vida del hombre y responde a sus más profundos interrogantes y aspiraciones.

MENSAJES

1 Buscamos sentido, buscamos a Dios.2 Dios se revela en la Historia3 Dios nos comunica su Plan4 Jesucristo, centro de la Historia de la Salvación5 El influjo de la vida de Cristo en los primeros creyentes6 Nuestra fe en Jesucristo.EL Credo Apostólico.

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“Nos hiciste Señor para Ti. Y nuestro corazón está inquietohasta que descanse en Ti”.(San Agustín. Confesiones).

MENSAJE 1. BUSCAMOS SENTIDO, BUSCAMOS A DIOS.

REFERENCIA A LA VIDA

Desde la antigüedad, y hasta nuestros días, surgen interrogantes o enigmas acerca de la existencia humana, que hoy, como ayer, inquietan el corazón del hombre. Todos, en algún momento de nuestra vida, nos preguntamos.

—¿Qué es el hombre?—¿Cuál es su sentido y qué fin tiene su vida?—¿Qué es el bien y qué es el pecado?—¿Cuál es el origen y el fin del dolor?—¿Cuál es el camino para conseguir la verdadera felicidad?—¿Qué es la muerte, el juicio, y cuál es la retribución después de la muerte?—¿Cuál es el último misterio que envuelve nuestra existencia? (Ver NA 1).

También, en medio de la realidad que nos rodea como colombianos nos preguntamos sobre las causas y consecuencias de la situación que vivimos y nos planteamos expectativas de solución.

Al mismo tiempo descubrimos que, aquello en lo que poníamos toda nuestra confianza, se nos viene abajo; y quedan al descubierto todas las ilusiones que nos habíamos forjado, fruto de nuestras propias respuestas. Algunos esperan del solo esfuerzo humano la verdadera y plena liberación y abrigan el convencimiento de que el futuro Reino del hombre sobre la tierra saciará plenamente todos sus deseos (Ver GS 10).

Toda esperanza puesta en realidades materiales acaba por defraudarnos. La respuesta a estos interrogantes parece no estar a nuestro alcance; pero debe existir algo o alguien que cubra esta necesidad que llevamos en cada uno de nosotros.

Los hombres de todas las épocas y culturas, al querer dar una respuesta a estos interrogantes, han descubierto y experimentado una cierta percepción de aquella fuerza misteriosa que se halla presente en la marcha de las cosas y en los acontecimientos de la vida humana, y han llegado al conocimiento, a veces, de la Suma Divinidad.

Igualmente, han creído que la muerte no afecta al hombre entero, sino que algo de la persona debe persistir después de la muerte.

Esta percepción de la divinidad y creencia en la supervivencia del hombre, se encuentra hasta en las más remotas civilizaciones. No hay ámbito sobre la tierra, ni etapa de la

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civilización en que no exista esta experiencia. Guiado por esta percepción de lo divino el hombre ha intentado, de muchas maneras, ponerse en contacto con el mundo suprasensible, con la Divinidad, y esto es lo que constituye la religión, cuyo sentido ha penetrado toda su vida.

MENSAJE

El hombre es por naturaleza y por vocación un ser religioso. Viniendo de Dios y yendo hacia Dios, el hombre no vive una vida plenamente humana si no vive libremente su vínculo con Dios.

El hombre está hecho para vivir en comunión con Dios, en quien encuentra su dicha. “Cuando yo me adhiera a ti con todo mi ser, no habrá para mí penas ni pruebas, y mi vida toda llena de ti, será plena” (San Agustín, Confesiones).

Cuando el hombre escucha el mensaje de las criaturas y la voz de su conciencia, entonces puede alcanzar la certeza de la existencia de Dios, causa y fin de todo.

La Iglesia enseña que el Dios único y verdadero, nuestro Creador y Señor, puede ser conocido con certeza por sus obras, gracias a la luz natural de la razón humana.4

El cristianismo:

El cristianismo se presenta ante el mundo que lo rodea con el signo de la novedad, ya sea frente al mundo judío como frente al mundo pagano. Esta novedad podemos verla en los siguientes aspectos:

El cristianismo es novedoso por su misma constitución interna. Jesucristo se presenta ante los hombres como el portador de algo nuevo: enseña una doctrina nueva con autoridad (Ver San Marcos 1, 27) y viene para llevar la ley a su plenitud (Ver San Mateo 5, 11-48).

El cristianismo de las primeras comunidades aparece ante el mundo como algo nuevo en los Hechos de los Apóstoles y en las cartas de San Pablo.

Los rasgos más sobresalientes de esta novedad son:

Frente al judaísmo: el cristianismo proclama la novedad de una religión en espíritu y en verdad (Ver San Juan 4, 23) y una moral de libertad frente al legalismo (apegarse a la ley) y a la casuística esclavizante. El cristianismo propone una ley basada en el amor a Dios y al prójimo: "la ley perfecta de la libertad" (Santiago 1, 25).

Frente al mundo pagano: el cristianismo proclama la novedad de una religión sin "dioses" o sea la religión del Dios único y verdadero (Ver Hechos 17, 22-31) y una moral interior porque sabe que el "Padre ve en lo escondido" (Ver San Mateo 6, 6).

4 Se puede complementar en el Catecismo de la Iglesia Católica CC Nos. 27-43.

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Pero la gran novedad del cristianismo es la Encarnación del Verbo (Ver CC 461-463); este acontecimiento marca la plenitud de los tiempos y es la clave para esclarecer el misterio del hombre y del mundo. "Cree la Iglesia que la clave, el centro y el fin de toda la historia humana se halla en su Señor y Maestro. Afirma además la Iglesia que bajo la superficie de lo cambiante hay muchas cosas permanentes, que tienen su último fundamento en Cristo quien existe ayer, hoy y para siempre" (Ver GS 10).

En este sentido, todas las religiones que buscan la salvación del hombre, pueden ser consideradas como una preparación y acercamiento a Cristo, único camino de salvación, y por esta razón la Iglesia Católica no rechaza nada de lo que en las otras religiones hay de verdadero y santo; pero al mismo tiempo tiene la obligación de anunciar constantemente a Cristo, en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida espiritual y en quien Dios reconcilió consigo todas las cosas.

APLICACIÓN A LA VIDA

La Iglesia Católica enseña que JESUCRISTO RESUCITADO ES LA RESPUESTA. El es "el Camino, la Verdad y la Vida" (San Juan 14, 6). "Bajo el cielo, no se nos ha dado otro nombre por el cual debamos salvarnos" ( Hechos 4, 12). En Él encontramos la plenitud de la vida; en Él se esclarece el misterio del hombre (Ver GS 22; CC 651-655).

Es necesario que todos como cristianos tengamos un momento de reflexión para descubrir la búsqueda de Dios en la vida de cada uno, que encontremos maneras para descubrirlo en la naturaleza, la familia, el trabajo, etc.

A quienes llevamos una chispa de fe en nuestro corazón, se nos invita a recorrer con atención este Catecismo Básico. Con él queremos precisar y profundizar el anuncio que hace la Iglesia Católica: QUE JESUCRISTO HA RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS. ¡ÉL VIVE para siempre! ¡Él es CAMINO, VERDAD y VIDA para todo hombre.

CELEBRACIÓN DE LA FE

El presente catecismo es un recorrido que vamos a hacer junto con otros hermanos en la fe y en la oración. Guiados por la Buena Noticia, queremos salir al encuentro de Jesús Resucitado, para descubrir el sentido de la vida y obtener una respuesta a sus enigmas a la luz del Evangelio.

Por eso oremos y meditemos con San Agustín:

“Tú eres grande señor y muy digno de alabanza: grande es tu poder y tu sabiduría no tiene medida. Y el hombre, pequeña parte de tu creación, pretende alabarte, precisamente el hombre que, revestido de su condición mortal, lleva en sí el testimonio de su pecado y el testimonio de que tú resistes a los soberbios. A pesar de todo, el hombre, pequeña parte de tu creación, quiere alabarte. Tú mismo le

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incitas a ello, haciendo que encuentre sus delicias en tu alabanza, porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descanse en ti”. (San Agustín. Confesiones).

PARA RECORDAR

1. ¿Cómo expresa San Agustín nuestra necesidad de Dios?

San Agustín expresa así nuestra necesidad de Dios: “Nos hiciste Señor para ti; y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti”.

2. ¿En dónde encuentra el hombre el sentido de su vida?

El hombre encuentra el sentido de su vida en Jesucristo resucitado, Camino, Verdad y Vida (Ver San Juan 14, 6).

3. ¿Qué es la Religión?

La Religión es cuando el hombre descubre a DIOS e intenta, de diversos modos, relacionarse con Él.

4. ¿Por qué el cristianismo es la religión más perfecta?

El cristianismo es la religión más perfecta, porque está basada en la Revelación Perfecta de Dios, que es Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, para todos los hombres.

5. ¿Podemos permanecer indiferentes ante las otras religiones?

El cristiano no puede permanecer indiferente ante los hombres de otras religiones, sino que está llamado a anunciar constantemente a Cristo.

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"Quiso Dios, en su bondad y sabiduría revelarse a Si mismo y manifestar el misterio de su voluntad,

preparando a través de los siglos el camino del Evangelio" (DV 2. 3).

MENSAJE 2. DIOS SE REVELA EN LA HISTORIA

REFERENCIA A LA VIDA

Dios creó al hombre no para vivir solitario, sino que por su íntima naturaleza está capacitado para relacionarse con los demás. La expresión más profunda de la naturaleza humana, es, sin duda, su apertura al otro para entablar una relación de amor o amistad. Esta apertura de nuestro yo, para ir al encuentro de alguien, despierta en nosotros profundas expectativas; queremos conocerlo y darnos a conocer. Esto exige la intención libre de una persona de darse a conocer en una confidencia de amistad y una profunda disponibilidad para escuchar la revelación del otro.

El mundo actual hace mucho énfasis en la comunicación, en lo importante que es comunicarnos, pero a la vez nos está llenando de “aparatos” que no nos permiten comunicarnos, sino que nos llevan a ser simplemente oyentes y receptores, es necesario detenernos a analizar esta realidad, ejemplo: los radios con audífonos, los televisores, los juegos de video, los computadores.

MENSAJE

Esto que sucede a diario en las relaciones humanas, sucede también en las relaciones del hombre con Dios y de Dios con el hombre: Dios quiso comunicarse con los hombres y manifestarles el designio de su voluntad, hablándoles como amigo (Ver CC 27)

A esta comunicación divina se le llama REVELACION5, que es como Dios se muestra y se da a conocer al hombre.

La REVELACION se ha realizado a lo largo de la historia humana, de muchas maneras, a través de hechos y palabras íntimamente enlazados, llegar a su plenitud en Cristo, que es la perfecta Revelación de Dios (Ver CC. 53)

“Por amor, Dios se ha revelado y se ha entregado al hombre. De este modo da una respuesta definitiva y sobreabundante a las cuestiones que el hombre se plantea sobre el sentido y la finalidad de su vida” (CC 68).

“Dios se ha revelado al hombre, comunicándole gradualmente su propio Misterio mediante obras y palabras” (CC 69).

Veamos algunas de esas obras y palabras de las que Dios se ha servido en la historia para revelarse y darnos a conocer su designio salvífico:

5 Se puede complementar en CC 51-73.

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— Desde el origen del mundo, Dios ofreció a los hombres la creación (Ver Génesis 1-2) como testimonio de su amor y además se manifestó personalmente a nuestros primeros padres y después de su caída, alentó en ellos la esperanza de la salvación (Ver CC 54). “Más allá del testimonio que Dios da de sí mismo, en las cosas creadas, se manifestó a nuestros primeros padres. Les habló y, después de la caída les prometió la salvación y les ofreció su Alianza”(CC.70).

— Más tarde, llamó a Abraham, para hacerlo padre de un gran pueblo (Ver CC 59- 61). “Dios eligió a Abraham y selló una alianza con él y su descendencia. De Abraham formó a su pueblo” (CC 72).

— Después instruyó a ese pueblo escogido por medio de Moisés y los Profetas. Lo sacó de la esclavitud, lo llevó a través del desierto y le dio una ley y, por medio de ella, pactó una alianza con el pueblo (Ver CC 62. 72).

— Lo organizó y condujo por medio de su siervo David y de sus descendientes.

— No lo abandonó en las duras pruebas del destierro, sino que suscitó profetas y sacerdotes que animaran al pequeño resto del pueblo escogido que permaneció fiel a la alianza (Ver CC 64).

— No dejó apagar la esperanza del Salvador prometido; y a través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio.

“Dios se ha revelado plenamente enviando a su propio Hijo, en quien ha establecido su alianza para siempre. El Hijo es la Palabra definitiva del Padre, de manera que no habrá ya otra revelación después de El” (CC 73).

Dios, después de hablar en distintas ocasiones y de muchas maneras, ahora, en los últimos tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo Jesucristo (Ver Hebreos 1, 1), Palabra eterna, hecha carne, que ilumina a todo hombre (Ver CC 65)

Jesucristo, con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros, sobre todo con su muerte y gloriosa Resurrección, con el envío del Espíritu de la Verdad, lleva a plenitud toda la Revelación (Ver DV 4). Es decir, nos ha manifestado todo lo que Dios tiene que decirnos de Sí mismo y de sus planes de Salvación para los hombres.

Para garantizar la transmisión de la Revelación a todos los pueblos, en toda su integridad y a lo largo de la historia, Cristo Nuestro Señor, mandó a sus Apóstoles a predicar el Evangelio a todos los hombres (Ver San Mateo 28, 19-20).Esta Revelación así realizada en Cristo, nunca pasará, ya no hay que esperar otra revelación pública, antes de la manifestación gloriosa de Jesucristo, ya que esta quedó concluida con los apóstoles (Ver CC 66-67).

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Los acontecimientos de la Historia después de Cristo no son una nueva Revelación. Decimos que Dios habla en los acontecimientos de la historia presente, cuando estos acontecimientos son interpretados a la luz de Cristo, mediador y plenitud de la Revelación, bajo la acción del Espíritu Santo, hasta llegar al pleno conocimiento de la verdad.

Este mandato de Cristo se cumplió fielmente, pues los Apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, transmitieron de palabra y vivieron lo que habían recibido del Señor y además, los mismos Apóstoles o algunos de sus discípulos, consignaron por escrito, movidos por el Espíritu Santo, el mensaje de la Salvación (Ver CC 76).

Este Evangelio, así transmitido, se conserva siempre vivo por la enseñanza y el testimonio de vida de los bautizados (Obispos, presbíteros, diáconos, religiosos-as- y laicos) que movidos por el Espíritu Santo y se mantiene íntegro en la Iglesia por la enseñanza de los Obispos, sucesores de los Apóstoles, quienes, iluminados por el Espíritu de la Verdad, lo conservan, lo exponen, lo difunden fielmente en su predicación y lo interpretan auténticamente por el Magisterio infalible (que no falla o no se equivoca) de la Iglesia (Ver CC 85-87).

APLICACIÓN A LA VIDA

Hasta aquí hemos expuesto la Revelación como una iniciativa de Dios que por un designio libre y amoroso de su voluntad, quiere comunicarse con los hombres, pero esta Revelación de Dios requiere una respuesta por parte del hombre.

Cuando Dios habla, el hombre que escucha, acepta libremente lo que Dios revela. Por la fe el hombre se entrega total y libre a Dios, y así el hombre creyente ve los acontecimientos de la historia personal y comunitaria en relación con la Historia de la Salvación (Ver CC 143-144).

La obediencia de la fe sólo es posible con la Gracia de Dios y la ayuda del Espíritu Santo en la Iglesia (Ver CC 153).

La tarea de nosotros como cristianos es descubrir que nuestra vida es una búsqueda constante de Dios. Es necesario revisar cómo y cuándo actuamos movidos por la fe y en qué sentido ésta nos lleva a la única y verdadera revelación: JESUCRISTO.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Acudamos a la Palabra de Dios para hacer nuestra reflexión y a partir de ella iluminar nuestras vidas:

“Dios, después de haber hablado muchas veces y en diversas formas, a nuestros padres por medio de los profetas, en estos días, que son los últimos, nos ha hablado por el Hijo, a quien ha constituido en heredero de todas las cosas, por quien hizo también el universo. El, que es el resplandor de su gloria y la impronta de su ser, sostiene todas las cosas con su Palabra poderosa, y una vez que realizó la purificación de los pecados, se sentó a la derecha de la majestad en lo más alto del

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cielo, llegando a ser superior a los ángeles en la medida en que los aventaja el nombre que ha recibido en herencia” (Hebreos 1,1-4).

PARA RECORDAR:

6. ¿En qué consiste la Revelación?

La Revelación consiste en que Dios, con su bondad y sabiduría, quiso darse a conocer a Sí mismo y el misterio de su voluntad, hablando a los hombres como amigos, tratando con ellos e invitándolos a vivir en su compañía (Ver DV 2).

7. ¿Cómo se ha revelado Dios a los hombres?

En el pasado, Dios habló a los hombres de muchas maneras, por medio de los profetas y de los signos de la historia de Israel. Ahora, al llegar la plenitud de los tiempos, nos ha hablado por medio de su Hijo Jesucristo, que es la plenitud de la Revelación. A partir de Jesucristo, la Iglesia conserva vivo e integro el mensaje de la salvación y lo transmite e interpreta auténticamente en su Magisterio.

8. ¿Cuál debe ser la actitud del hombre ante la Revelación que Dios nos hace?

A la Revelación que Dios nos hace el hombre responde con la obediencia de la fe, por la cual se entrega entera y libremente a Dios movido por el Espíritu Santo.

9. ¿Cómo puede el cristiano vivir concretamente esta fe, con la cual responde a Dios que le ofrece en Cristo la Salvación?

El cristiano ante todo debe conocer la Palabra de Dios, mediante la lectura y meditación constante de las Sagradas Escrituras. Debe, además, celebrar en los sacramentos de la Iglesia esta salvación que le anuncia la Palabra. Y por último, debe manifestar su fe con el testimonio de su vida.

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“Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2,4).

MENSAJE 3. DIOS NOS COMUNICA SU PLAN

REFERENCIA A LA VIDA

En muchas ocasiones se habla de la importancia de la comunicación entre las personas, por medio de ella conocemos al otro y nos damos a conocer, nos acercamos y establecemos relaciones de amistad y comunión con ellos. La comunicación también se desarrolla en nuestra relación con Dios por medio de la oración, la lectura de la Biblia, el encuentro con los demás y con la naturaleza. Por medio de la comunicación conocemos a Dios y Él nos conoce.

¿Será posible llegar a descubrir la razón del actuar de alguien?. En nuestras experiencias de diálogo y comunicación, ¿llegamos de verdad a conocernos profundamente o será que nuestras relaciones son superficiales y utilitarias?. En la medida en que nos aproximamos a conocer la intimidad profunda de alguien, nos parecen más claros sus propósitos, y vamos comprendiendo lo que piensa, lo que desea.

MENSAJE

Cuando Dios se fue revelando en la historia del pueblo de Israel, quiso dar a conocer su plan de salvación, que se propuso desde siempre, para realizarlo en la plenitud de los tiempos (Ver CC 51): "hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en el cielo y lo que está en la tierra" (Efesios 1, 10). En Jesucristo, Dios nos ha elegido para ser santos e inmaculados en su presencia, por el amor, predestinándonos de antemano para ser sus hijos adoptivos (Ver Efesios 1, 4).

Este plan de Salvación se desarrolla a través de toda la historia:6

La Biblia contiene el plan de salvación de Dios en los dos Testamentos: el Antiguo Testamento da a conocer un tiempo de preparación para la gran realización del Plan de Dios respecto del hombre. Este rechazó su amor y se extravió por el pecado. Sin embargo, Dios le promete un Salvador (Ver CC 55).

El proyecto de Dios se vuelve un ininterrumpido y gratuito ofrecimiento de su amor y salvación, a través de la experiencia de la Alianza: relación amorosa con su pueblo. La Alianza es, pues, la presencia eficaz y fiel de Dios que libera al hombre y camina con él.

Es una historia donde Dios debe renovar muchas veces su Alianza, donde Dios siempre permanece fiel y amoroso (Ver CC 59-64): la llamada a Abraham para hacer de él un

6 En este mensaje se sugiere ir al la sección de anexos y profundizar en el documento complementario “El cristiano y la Sagrada Biblia”.

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pueblo numeroso, la liberación del pueblo por medio de Moisés, los caudillos y reyes que recuerdan y renuevan la alianza, los profetas que anuncian una alianza nueva.

El Plan de Salvación llega a su plenitud con Jesucristo. En El, muerto y resucitado, se sella la nueva y definitiva Alianza de Dios con los hombres. El es la realización plena del amor de Dios a los hombres, y la respuesta perfecta del amor de los hombres a Dios (Ver CC 422). Por Cristo se nos comunica real e íntimamente la misma vida de Dios, de modo que no solo podemos llamarnos sus hijos, sino que lo somos de verdad (Ver 1 Juan 3, 1) y nos es lícito invocarlo como Padre (Ver Romanos 8, 15. CC 458-460).

El Plan de Salvación se perpetúa en la Iglesia, vivificada y animada por el Espíritu Santo (Ver CC 767-768). Ella continúa la misión de Jesucristo y renueva esta Alianza definitiva en los sacramentos, que nos hacen presente el Misterio Pascual de Cristo.

La Iglesia nos conduce hacia Cristo, hasta que El vuelva por segunda vez, para dar cumplimiento total y feliz al Plan de Dios, de manera que todos seamos uno con El (Ver CC 671).

Lo que Cristo confió a los apóstoles, éstos lo transmitieron por su predicación y por escrito, bajo la inspiración del Espíritu Santo, a todas las generaciones, hasta el retorno glorioso de Cristo.

La Tradición y la Sagrada Escritura constituyen un único depósito sagrado de la Palabra de Dios (Ver DV 10), en el cual como en un espejo, la Iglesia peregrinante contempla a Dios, fuente de todas sus riquezas.

La iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que ella cree. (Ver DV 8).

En virtud del sentido sobrenatural de la fe, todo el Pueblo de Dios, no cesa de acoger el don de la Revelación Divina, de penetrarla más profundamente y de vivirla del modo más pleno.

El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios ha sido confiado únicamente al Magisterio de la Iglesia, al Papa y a los obispos en comunión con él.7

Toda la Escritura divina habla de Cristo, y toda ella se cumple en Cristo (Ver CC 134). “Dios es el autor de la Sagrada Escritura porque inspira a sus autores humanos: actúa en ellos y por ellos. Da así la seguridad de que sus escritos enseñan sin error la verdad salvífica” (CC. 136).

“La unidad de los dos testamentos se deriva de la unidad del plan de Dios y de su Revelación. El Antiguo Testamento prepara el Nuevo mientras que éste da cumplimiento

7 Se puede profundizar en. CC. 75-100.

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al Antiguo, los dos se esclarecen mutuamente, los dos son verdadera Palabra de Dios”(CC. 140)8.

APLICACIÓN A LA VIDA

Conociendo cuál es el Plan de Dios comprendemos que sólo podemos ser salvos si estamos asociados a Jesucristo por la fe y realizamos las obras que proceden del Espíritu Santo que habita en nosotros. Desde el bautismo hemos recibido esta llamada que implica la conversión y el cambio y estamos capacitados por la gracia divina para llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina (Ver DV 2).

No podemos ser meros espectadores del Plan de Dios. Para entrar en este Plan de Salvación, necesitamos deshacernos de otros “señores” con quienes tengamos pactos. Tenemos que dejar los ídolos (mentiras, violencia, infidelidad, usura, ambiciones, injusticias, robo, irresponsabilidad, desórdenes); y esta es una tarea permanente para poder ser fieles al Plan de Dios. Solamente entonces podremos tener a Jesucristo como Cabeza y centro de nuestra vida.

Además, por conformar el pueblo de la Nueva Alianza, ser Hijos de Dios, hermanos de Jesucristo, nuestra relación está caracterizada por el amor de unos a otros como Cristo nos ha amado.

CELEBRACIÓN DE LA FE

El momento al que hemos llegado nos invita a que demos un lugar especial a la Biblia que es el libro que contiene la Palabra de Dios, su plan de salvación para nosotros Entronicemos (pongamos en un trono o lugar digno) la Biblia que utilizaremos en nuestras catequesis y hagamos los mismo en nuestros hogares9

Al descubrir en Cristo resucitado el Plan de Salvación, oremos al padre, con las palabras que nos propone la Iglesia, en la Plegaria Eucarística IV:

“Te alabamos, Padre Santo, porque eres grande, porque hiciste todas las cosas con sabiduría y amor. A imagen tuya creaste al hombre. . . Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no los abandonaste al poder de la muerte.

Reiteraste, además, tu alianza con los hombres, por los profetas los fuiste llevando con la esperanza de salvación. Y tanto amaste al mundo, Padre Santo, que, al cumplirse la plenitud de los tiempos, nos enviaste como salvador a tu Único Hijo".

PARA RECORDAR:

8 Se puede complementar con. CC. 101-141.9 Para la entronización se puede organizar una sencilla celebración con cantos, procesión y oraciones referentes a la Palabra de Dios.

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10. ¿Cuál es el plan que Dios ha proyectado desde siempre?

El Plan que Dios ha proyectado desde siempre es ofrecernos en Cristo la salvación, hacernos sus hijos por medio de la Gracia y conformar con todos los hombres el Pueblo de la Nueva Alianza.

11. ¿Qué debemos hacer para responder al Plan de Dios?

Para responder al Plan Dios debemos vivir en armonía con Dios, con los hombres, con la creación y con nosotros mismos, gracias al amor que el Espíritu Santo pone en nuestros corazones.

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“Por lo cual Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de JESÚS

toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos” (Filipenses 2, 9-10).

MENSAJE 4. JESUCRISTO, CENTRO DE LA HISTORIA DE LA SALVACION

REFERENCIA A LA VIDA

Vivimos momentos de cambios acelerados. La velocidad de las transformaciones a veces nos desconcierta, crea temores e inseguridades, buscamos y aparecen sistemas, planes a corto y largo plazo.

En nuestro país y nuestra región estamos viviendo momentos de violencia, de pobreza, de desplazamiento, de corrupción en muchos niveles..., esta realidad nos lleva a reflexionar y a buscar soluciones, algunos presentan doctrinas, propuestas, planes, pero, la pregunta es ¿por qué ninguno de estos planes es completo y no ofrece la solución a nuestros problemas?. ¿Dónde está la solución? ¿quién tiene la clave para salir de la problemática?

MENSAJE

En esta búsqueda por encauzar y conducir la historia, está la pregunta: ¿cuál es la clave de la historia de los hombres, cuál su núcleo central... habrá algo estable, sólido, permanente...?

En el Antiguo Testamento los grandes creyentes, desde Abraham, pasando por Moisés, hasta el último de los profetas, experimentaron la presencia de Dios como Señor de la historia.

"Esto dice el Señor”, es una frase muy repetida en la Sagrada Escritura, y con ella se nos manifiesta cómo Israel ponía en el centro de la historia su fe en el único Dios y Salvador del Pueblo.

Ante las dudas e incertidumbres de la historia del Pueblo del Antiguo Testamento, la respuesta de Dios era: "Yo estaré contigo", "Yo, el Señor Dios de Abraham, Isaac y Jacob". Era la certeza de la presencia eficaz de Dios en la historia. Dios es el Señor de la historia.

Toda la historia antigua apunta al Mesías y Salvador prometido. El Antiguo Testamento preparación y figura de Jesucristo y del nuevo pueblo de Dios. Cristo parte en dos toda la historia humana. Por esta razón es centro de la historia.

Además, la Resurrección de Cristo que vence a la muerte y al pecado, lo constituye en el único Señor que puede saciar los anhelos de liberación y de inmortalidad que laten en el

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corazón del hombre. Ninguna noble aspiración humana podrá realizarse plenamente sin Cristo; por eso todos los hombres deben dirigirse hacia El, centro de la Salvación.

Esta convicción es tan antigua como el cristianismo: los primeros cristianos reconocen a Jesús resucitado como "el Señor":

- "Por lo tanto, todo Israel esté cierto de que el mismo Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo ha constituido Señor y Mesías" (Hechos 2, 36).

- "Porque, si confiesas con tu boca que Jesús es Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado" (Romanos 10, 9). El título de "el Señor" que Israel aplicaba a su único Dios, como soberano del Pueblo, centro de la Historia y de todo el Universo, comienza a referirse a Jesucristo Resucitado:

- "Por lo cual, Dios lo exaltó y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua proclame: Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre" (Filipenses 2, 9 - 11).

- San Pablo añade: "Hay un solo Señor, Cristo Jesús, por quien existen todas las cosas y nosotros existimos por El" (1 Corintios 8, 6).

Los Evangelios son el corazón de todas las Escrituras “por ser el testimonio principal de la vida y doctrina de la Palabra hecha carne, nuestro Salvador”. (DV 18)

“En la formación de los Evangelios se pueden distinguir tres etapas:

La vida y la enseñanza de Jesús : la Iglesia mantiene firmemente que los cuatro evangelios ‘cuya historicidad afirma sin vacilar, comunican fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los hombres, hizo y enseñó realmente para la salvación de ellos, hasta el día en que fue levantado al cielo’ (DV. 19).

La tradición oral : ‘los apóstoles ciertamente después de la ascensión del Señor predicaron a sus oyentes lo que El había dicho y obrado, con aquella crecida inteligencia de que ellos gozaban, amaestrados por los acontecimientos gloriosos de Cristo y por la luz del Espíritu de verdad’ (DV. 19).

Los evangelios escritos: ‘los autores sagrados escribieron los cuatro evangelios escogiendo algunas cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito, sintetizando otras o explicándolas atendiendo a la condición de las iglesias, conservando por fin la forma de proclamación, de manera que siempre nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús’ (DV. 19)” (CC 126).

APLICACIÓN A LA VIDA

Sólo en Cristo constituido Señor de la historia podemos penetrar el Misterio de Dios. En El está nuestra salvación, sin El, la historia no tendría sentido.

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Creer que Jesucristo es el Señor no es solamente admitir su Resurrección, sino reconocer que El interviene dentro de la historia humana y le da sentido. El permanece, da estabilidad al vaivén de la historia y también da fuerza y esperanza a nuestros compromisos históricos.

Nuestra vida de creyentes consiste en aceptar a Jesucristo como "el Señor" y centro de la historia de cada uno y de toda la humanidad.

Al reconocer a Jesús como el único Señor del Universo y de la historia, aceptamos que ante El todos los hombres somos iguales. Cae así toda barrera de discriminación, de nacionalidad, de clase, de cultura. Somos llamados a ser solidarios con todos los demás.

Al confesar que Jesús es "el Señor", nos comprometemos también a transformar el mundo y a rescatarlo de las fuerzas del mal, para que Jesucristo sea verdaderamente su Señor.

El "señorío", de Jesús es universal; pero lo ejerce especialmente en forma visible, sobre la comunidad congregada en su nombre, que es la Iglesia que lo invoca y lo celebra. "Él es también la Cabeza del Cuerpo, de la Iglesia" (Colosenses, 1, 18).

CELEBRACIÓN DE LA FE

Recitemos la oración litánica de nuestra liturgia donde cantamos a Jesucristo como el Señor, y añadamos algunas intenciones propias:

"Tú, Señor, que has venido a sanar los corazones afligidos "Señor, ten piedad

"Tú, Señor, que estás sentado a la derecha del Padre"Señor, ten piedad

"Tú, Señor, que has venido a llamar a los pecadores"Señor, ten piedad

"Tú, Señor....Señor, ten piedad

PARA RECORDAR:

12. ¿Por qué confesamos que Jesucristo es Señor de la historia?

Confesamos que Jesucristo es Señor de la historia porque Él la dirige siempre y la encamina hacia su plena realización, y porque El parte en dos toda la historia humana.

13. Aceptar a Jesús como Señor de la historia ¿a qué nos compromete?

Aceptar a Jesús como Señor de la historia nos compromete a reconocerlo como Dueño y Señor nuestro, a ser solidarios con nuestros hermanos amándolos de verdad, y a transformar el mundo para que Cristo Reine en Él.

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“A éste (Jesús de Nazareth). Dios le resucitó al tercer día yle concedió la gracia de aparecerse,no a todo el pueblo,

sino a los testigos que Dios había escogido de antemano” (Hechos 10, 40-41).

MENSAJE 5. EL INFLUJO DE LA VIDA DE CRISTO EN LOS PRIMEROS CREYENTES.

REFERENCIA A LA VIDA

El encuentro con el Señor Resucitado sólo es posible en una experiencia de fe. Sin este encuentro cualquier educación de la fe queda sin cimientos.

Podemos preguntarnos:

¿Cómo fue al principio la fe de los primeros discípulos?¿Cómo podemos, hoy en día, vivir la experiencia de encuentro con el Señor Resucitado?¿Cómo son las manifestaciones de fe que tenemos hoy en nuestras comunidades cristianas, estamos llenos de convicciones o de solas tradiciones?

MENSAJE

La fe es una adhesión personal del hombre entero a Dios que se revela. Comprende una adhesión de la inteligencia y de la voluntad a la Revelación que Dios ha hecho de sí mismo mediante sus obras, sus palabras, Jesucristo (Ver CC 1814-1816).

“Creer” entraña, pues, una doble referencia, a la persona y a la verdad: a la verdad por confianza en la persona que la atestigua.

No debemos creer en ningún otro que no sea Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo (Ver CC 152). La fe es un don sobrenatural de Dios. Para creer el hombre necesita los auxilios interiores del Espíritu Santo.

Creer es un acto humano, consciente y libre, que corresponde a la dignidad de la persona humana. Es también un acto eclesial. La fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe. La Iglesia es la madre de todos los creyentes. “Nadie puede tener a Dios por Padre, si no tiene a la Iglesia por madre” (San Cipriano).

Creemos en todo aquello que se dice la Palabra de Dios escrita o transmitida o propuesta por la Iglesia. La fe es necesaria para la salvación. El Señor mismo lo afirma “El que crea y sea bautizado, se salvará, el que no crea, se condenará” (Marcos 16,16).

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La fe es un gusto anticipado del conocimiento que nos hará bienaventurados en la vida futura. (S. Tomás de Aquino.)10

El testimonio de las apariciones del Resucitado es un hecho que la historia no puede negar. Dios se ha dignado manifestar el misterio de la Resurrección a los primeros discípulos (Ver CC 643): “a los testigos, que El había escogido de antemano” (Hechos 10, 41).

Así, pues, Jesús resucitado no es para la primera comunidad un mero recuerdo; es el que fue entregado a la muerte, en la Cruz, y Dios lo resucitó (Ver Hechos 2, 23-24; 3, 15; 4, 10; 10, 39-40).

La Iglesia apostólica no considera la Resurrección como una experiencia puramente interna y personal sino como un hecho histórico que constituye el centro de nuestra fe (Ver CC 639). “Si Cristo no resucitó vana sería nuestra fe” (1Corintios 15,17).

Con los relatos de las apariciones del Señor se inicia para la primera comunidad de los discípulos una nueva manera de su presencia (Ver CC 641-642). A María en el huerto, a los discípulos en el Cenáculo, en las orillas del mar, El se da a conocer, come con ellos y alienta su fe. El verdadero conocimiento no se lo dieron los ojos corporales, sino los ojos de la fe. A la luz de esta fe inicial los primeros discípulos descubrieron todo lo demás y gozosos difundieron por todas partes el hecho de la Resurrección como Buena Noticia para todos los hombres.

Esta primera comunidad de creyentes se encargó de transmitirnos el mensaje de fe en el Resucitado, por medio de la predicación y toda la actividad misionera y eclesial (Ver CC 638). Finalmente, de todo ello, surgieron los libros del Nuevo Testamento. La fe cristiana de todos los siglos se apoya firmemente en el testimonio de la fe apostólica (Ver CC 172).

También nosotros, en la actual predicación de la Iglesia, para conocer la realidad de la Resurrección de Jesucristo, necesitamos la fe, que nos renueva e integra a una comunidad de salvación que es la Iglesia Católica, y nos impulsa a difundir también esta Buena Nueva a toda la humanidad (Ver CC 166)11.

APLICACIÓN A LA VIDA

La experiencia vivida por la comunidad apostólica y que nos ha sido transmitida en los escritos del Nuevo Testamento, nos urge a un serio compromiso de:

Entrar en comunión con la Iglesia apostólica, como experiencia normativa de la fe.

Ser fieles al Magisterio de la Iglesia que nos transmite íntegramente la fe de los Apóstoles.

10 Se puede profundizar en CC. 142-184.11 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar con el Documento Complementario “El Magisterio eclesiástico, el Concilio Vaticano II”.

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Reavivar nuestra pertenencia a la Iglesia y con ella reafirmar nuestra fe en "un solo Señor, un solo bautismo, una sola fe, un solo Dios y Padre de todos" (Efesios 4,4-6).

Crecer en el amor mutuo, distintivo de los seguidores de Jesucristo (Ver San Juan 13, 35).

Y celebrar los signos sacramentales, especialmente la Eucaristía, donde se realiza la Nueva Alianza y se significa la comunión de los creyentes.

Reflexionar cómo es la vida de fe de cada uno, ¿hay convicción?, ¿qué nos mueve en la vida de fe?.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Alabemos a Dios y démosle gracias por la fe y compromiso de los primeros creyentes y por nuestra fe digamos la oración que la Iglesia proclama el domingo de Resurrección:

"Señor Dios, que en este día nos has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte; concédenos, al celebrar la solemnidad de su Resurrección, que, renovados por el Espíritu, vivamos en la esperanza de nuestra resurrección futura por Jesucristo Nuestro Señor. Amén".

PARA RECORDAR:

14. ¿Qué es la fe?.

La fe, es someterse libremente a la Palabra de Dios escuchada. Es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado y que la santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma.

15. ¿Cómo fue la fe de los primeros creyentes?

La fe de los primeros creyentes fue una experiencia de Jesús resucitado que los llevó a ser audaces en su seguimiento y en el anuncio de su Evangelio y que, transmitida por los Apóstoles, es norma para la Iglesia a través de la historia.

16. ¿Qué sentido tiene para nosotros la fe de los primeros creyentes?

La fe de los primeros creyentes es para nosotros certeza y modelo de nuestra fe en Jesucristo; nos lleva a vivir en comunión con la Iglesia y nos impulsa a anunciar el Evangelio.

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"Porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel Día”

(2 Timoteo 1, 12).

MENSAJE 6. NUESTRA FE EN JESUCRISTO

REFERENCIA A LA VIDA

Cuando amamos a alguien de verdad, la persona amada está en nosotros de alguna manera: en nuestro pensamiento, en nuestro corazón, en nuestra vida; nos da motivos para obrar, nos asemejamos y sintonizamos con ella; su ser, su vida toda nos interesa.

Este deberá ser el resultado de recorrer este Catecismo Básico, pero también debe ser condición previa para saber aprovecharlo. Si hay semillas de fe en nosotros, se despertará el interés por conocer mejor a Jesucristo. Dialoguemos en un momento sobre nuestra vida de fe. ¿En quién tenemos puesta nuestra fe? ¿Qué madurez tiene nuestra fe? ¿Creemos verdaderamente en Jesucristo que con su persona y palabra nos revela a

Dios? ¿Hasta qué punto nuestra fe nos impulsa a conocer más al Señor?

MENSAJE

“Por la fe creemos en Dios y creemos todo lo que El nos ha revelado y que la Santa Iglesia nos propone como objeto de fe” (CC. 1842).

El Evangelio nos muestra la fe como un proceso vital, como una aceptación, no de verdades simplemente sino como la adhesión al Dios vivo que se nos ha revelado en Jesús de Nazareth (Ver CC 150).

Pedro el Apóstol, el ciego de nacimiento, el padre del endemoniado epiléptico, son casos muy significativos de fe en ese Jesús: la fe es adhesión personal, es aceptación, seguimiento de la persona de Jesucristo (Ver CC 424): "¿A quién iremos, Señor?... Tú tienes palabras de vida eterna" (San Juan 6, 68). "¿Quién es el Cristo para que crea en él?... Soy yo, El que te habla. El, (el ciego) entonces dijo: ‘Creo, Señor. Y se postró ante Él’" (San Juan 9, 36). "Al instante, gritó el padre del muchacho: ‘¡Creo, ayuda a mi poca fe!' " (San Marcos 9, 24). Estas respuestas abundan en el Evangelio.

La fe, por la cual creemos en Dios y aceptamos su mensaje contenido en la Revelación, es una actitud fundamental infundida por el mismo Dios que nos capacita y conduce con firmeza hacia la comunión de vida con Él (Ver CC 153). Fruto de esa firmeza es la fe, la convicción de que Dios se ha revelado a Sí mismo, y nos ha dado a conocer el misterio de su voluntad, y mediante la entrega confiada del hombre a esta revelación, somos invitados a participar de la misma vida de Dios.

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Por la fe cristiana tenemos la firme convicción de que el significado de nuestra vida y de nuestro mundo halla su máxima expresión en Jesucristo, quien es a un tiempo mediador y plenitud de toda la Revelación (Ver DV 2).

La fe es un don de Dios. Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios. Para dar esta respuesta de la fe es necesaria la gracia de Dios (Ver CC 153).

Esto no quiere decir que el hombre recibe este don sin poner nada de su parte: el hombre tiene ante todo que abrirse libremente a la revelación de Dios, a la presencia de Dios en su vida (Ver CC 154).

En este sentido la fe es una tarea constante, es algo que se atiende o se descuida, que aumenta o se pierde, según sea nuestra respuesta.

Por la fe aceptamos la verdad divina y el Espíritu Santo la va perfeccionando constantemente en nosotros, porque no se avanza en la fe sin un proceso de purificación a través de pruebas y dificultades. Al mismo tiempo, se hace sentir el deber de educarse en la fe, de desarrollar esa capacidad a través de una adhesión siempre más consciente y personal, a fin de que llegue a ser motor de toda la vida (Ver CC 162).

La educación y el desarrollo de la fe pueden no pocas veces estar sometidos a muchos y variados peligros, ya que el don de la fe se vive en medio de un mundo adverso, lo que genera distintas formas de crisis de fe.

¿Qué debemos hacer para superar los peligros que ponen en duda la fe, como:12 la superstición, la idolatría, la adivinación, la magia, la astrología?

Cuando las dudas o crisis de fe surgen por una deficiente educación, que no nos permite comprender o interpretar ciertas situaciones difíciles que ocurren en la vida, es preciso salir de la duda mediante el estudio y la lectura de buenos libros, o pidiendo consejo a otros creyentes bien formados y seguros de su fe.

Hoy los Medios de Comunicación Social ofrecen abiertamente algunos elementos que desvían o llevan al cristiano a perder la fe: los horóscopos, los astrólogos, las líneas psíquicas y otros, de ahí la necesidad de estar bien formado en la fe para saber discernir ante semejante bombardeo (Ver CC 2111. 2115. 2117).

Un fenómeno particular frente al cual es preciso estar en constante vigilancia es el asedio a que son sometidos muchos católicos por los adeptos de distintas sectas.

La mejor manera de hacer frente a este problema, cuando no se tiene una sólida formación doctrinal, es evitar toda conversación o diálogo en el campo religioso con ellos, y remitirlos más bien a un sacerdote o persona docta13. Más que evitar, el reto está en prepararnos 12 Se puede complementar en le CC 2110-2128.13 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar en el Documento Complementario “Las sectas y

movimientos religiosos en Colombia”.

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fuertemente con oración, estudio de la Palabra de Dios y sobre todo, con la vivencia de lo que se dice creer.

Por encima de todo, el mejor medio para salir de la duda y robustecer la fe, es la oración, con los sentimientos de aquel hombre que, según el Evangelio, dijo a Jesús: "Creo Señor, pero ayuda a mi incredulidad" (San Marcos 9, 24).

La fe nos libera de la apatía, de la confusión, de la desesperación y da significado a nuestra vida; encauza nuestras energías, nos impulsa a servir a los demás sin distinción y nos da vigor para soportar las adversidades.

Nuestra unión vital con Jesucristo y su mensaje nos lleva a la donación y a la entrega. "Los creyentes, los cristianos, son constituidos testigos de la fe, para que la virtud del Evangelio brille en la vida diaria, familiar y social" (Ver LG 35).

Cuando los cristianos nos esforzamos por vivir la fe hasta las últimas consecuencias, nos arriesgamos a ser perseguidos como Cristo Jesús y como tantos mártires a través de toda la historia de la Iglesia.

Nuestra fe en Jesucristo no es solo algo intelectual, es sobre todo una experiencia, una presencia, algo vital que abarca y compromete toda la persona. Por eso nuestra fe en Jesucristo nos hace participar de su misma vida: "Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mi" (Gálatas 2, 20).

APLICACIÓN A LA VIDA

Al llegar a este punto, debemos optar por una alternativa: el anuncio del Evangelio adquiere toda su dimensión sólo cuando es escuchado, aceptado, asimilado y cuando hace nacer en quien lo ha recibido una adhesión de corazón. Esto implica adherirnos personalmente, y en comunidad, a la persona de Jesucristo, y aceptar plenamente el programa de vida que Él nos propone. ¿Cuál es nuestra decisión ante esta propuesta?

Revisemos lo que hacemos hoy por hacer crecer y madurar nuestra fe y la de nuestros hermanos.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Ante la alternativa que el Señor Jesús nos propone sentimos nuestra debilidad para darle en serio nuestra respuesta de fe. En un ambiente de intimidad, de silencio, entremos en diálogo con El:

"Señor, creemos, pero aumenta nuestra fe". Y también convencidos como Pedro te decimos: "Señor, ¿a quién iremos? En tus palabras hay vida eterna"(San Juan 6, 68).

PARA RECORDAR:

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17. Para el cristiano, ¿qué Significa conocer a Jesucristo?

Para el cristiano, conocer a Jesucristo significa entrar en comunión e intimidad con su Persona, aceptar y vivir sus enseñanzas para asemejarse a Él.

18. ¿A qué compromiso nos lleva la fe en Jesucristo?

La fe en Jesucristo nos compromete a testimoniar que nuestra vida es para Dios en el servicio generoso a los demás, dispuestos a trabajar por la construcción de un mundo nuevo, más justo, más humano y más religioso.

19. ¿Qué debemos hacer en los momentos de dudas y de crisis en la fe?

Cuando nos aqueja la duda o la crisis de fe, es preciso estudiar o leer buenos: libros que nos ayuden a aclarar los puntos que han suscitado la duda o consultar a sacerdotes o creyentes que sean firmes en su fe. Por encima de todo, se debe pedir la ayuda de Dios en la oración y buscar una fuerte, organizada y sistemática educación de la fe.

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EL CREDO APOSTOLICO

El Credo también recibe el nombre de Símbolo de la Fe (resumen, compendio, contraseña, distintivo).

El Credo nació como una necesidad espontánea de la predicación. La profesión de la fe y su origen se remonta a los comienzos de la Iglesia.

El Credo para nosotros los cristianos es:

UNA PROFESIÓN DE FE: el Credo es en verdad fe hecha oración y no hay nada más propio que una doctrina que se ora, por esa razón, entre las oraciones del pueblo cristiano, ninguna merece como el Símbolo, llevar el título de “ oración de la Iglesia”, en esta oración encontramos ante todo una solemne profesión de fe orante y una promesa de fidelidad propuesta por la Iglesia hacia Dios.

UNA ORACIÓN BAUTISMAL: para nuestro bautismo la Iglesia no sólo nos pide renunciar a Satanás y sus acechos sino que también nos pide una orientación positiva y absoluta hacia Dios, una donación total a Dios. El credo contiene todos los elementos que nos preparan para recibir las gracias del bautismo: nos orienta a Dios por la fe, la esperanza y el amor. Esta oración es un profundo SI a los puntos fundamentales de la Revelación.

LA CONCRESION DE LA CATEQUESIS DE LA IGLESIA: es una síntesis de la Historia de nuestra Salvación centrada en Cristo.

La Iglesia cuenta con dos redacciones del Credo:

EL CREDO APOSTOLICO: es el más corto y condensa la profesión de fe de los apóstoles, es el primero que tuvo la Iglesia.

EL CREDO NICENO-CONSTANTINOPOLITANO: este es el resultado del trabajo dogmático realizado en los tres primeros siglos de vida de la Iglesia y es el fruto de los Concilios de Nicea (año 325) y el Primero de Constantinopla (año 381).

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En Cristo y por Cristo conocemos el misterio de Dios y el misterio del Hombre. En la Iglesia y por la Iglesia profesamos nuestra fe en este Misterio y la proclamamos en el:

CREDO DE LOS APÓSTOLES

Creo en Dios, Padre todopoderoso,Creador del cielo y de la tierra.Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor,que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,nació de Santa María Virgen,padeció bajo el poder de Poncio Pilato,fue crucificado, muerto y sepultado,descendió a los infiernos,al tercer día resucitó de entre los muertos,subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios,Padre todopoderoso.Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.Creo en el Espíritu Santo,la santa Iglesia católica,la comunión de los santos,el perdón de los pecados,la resurrección de la carne,y la vida eterna.

Amén.14

14 De acuerdo con la iniciativa y creatividad del catequista y su grupo, se puede organizar para este día una pequeña celebración de la Entrega Solemne del Credo, con cantos, oraciones, lecturas de la Biblia

Page 38: Catecismo Basico Para Adultos

PRIMERA PARTE

JESUCRISTO NOS REVELA QUIEN ES DIOS Y QUIEN ES EL HOMBRE.

“Creemos en Dios Padre Todopoderoso,creador del cielo y de la tierra…

Creemos en Jesucristo, Hijo Único de Dios,que se encarnó y se hizo hombre…

Creemos en el Espíritu Santo,Señor y dador de vida…”

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UNIDAD SEGUNDA

JESUCRISTO NOS DAA CONOCER A DIOS COMO EL PADRE

OBJETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

–Reafirmar que el Dios revelado por Cristo es Padre y Creador de todo cuanto existe. De lo visible y lo invisible.

–Comprobar que, a través de la creación, Dios se nos manifiesta como el Unico Dios verdadero. Bueno, Justo, Santo, Misericordioso y siempre Fiel.

–Redescubrir que sólo por Cristo tenemos acceso al Padre. Quien ve a Cristo ve al Padre.

MENSAJES

7 Jesús nos revela a Dios como el Padre8 Dios nuestro Padre es el creador del Universo9 Dios nuestro Padre es el creador del hombre10 Servidores y mensajeros de Dios: los ángeles11 Jesucristo nos muestra al Padre como único y verdadero Dios.

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"Señor, muéstranos al Padre y, eso nos basta: Jesús le contestó, Felipe, el que me ha visto a mi, ha visto al Padre”

(San Juan 14, 8-9).

MENSAJE 7. JESUS NOS REVELA A DIOS COMO EL PADRE

REFERENCIA A LA VIDA

Cuando alguien sufre miseria, explotación, olvido, y no ve salida a su situación, y de pronto alguna persona le tiende la mano, se abre un rayo de esperanza.

En medio de esta situación tan difícil que estamos viviendo surge la figura paternal y protectora de Aquel que nos ha creado para la felicidad, por esto es necesario que en nuestros corazones renazca la esperanza en ese Dios, Padre misericordioso, que siempre está atento a nuestras necesidades para concedernos lo que necesitamos.

Todo signo de bondad y de amor fraterno es muestra de que más allá de la maldad y de la corrupción existe la presencia de lo divino.

MENSAJE

Así lo experimentaron tantas personas, ante la actitud de servicio y de entrega de Jesús, que pasó por todas partes haciendo el bien.

Sus obras y sus palabras prueban que El ha venido para que “los ciegos vean, los cojos anden, los leprosos queden limpios, los cautivos sean liberados, y para anunciar buenas noticias a los pobres” (San Lucas 7, 22).

Todo lo que Él dice y hace no se lo atribuye a Sí mismo: "Yo no hago nada por mi propia cuenta... las obras que el Padre me mandó llevar a cabo prueban en mi favor que el Padre me ha enviado" (San Juan 5, 30-36). El Padre comunica todo al Hijo porque lo ama: el poder de vivificar y el poder de juzgar. El Padre envió al mundo a su Hijo único para salvar el mundo, este Hijo único es el Revelador de Dios (Ver CC 606).

“Jesús ha revelado que Dios es Padre en un sentido nuevo: no lo es sólo en cuanto Creador, es eternamente Padre en relación a su Hijo Unico, que recíprocamente solo es Hijo en relación a su Padre: Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar (Mateo 11, 27)” (CC 240)

"La voluntad de mi padre es que todo hombre que ve al Hijo y cree en Él, tenga la Vida" (San Juan 6, 40). "Miren cómo las aves del cielo no siembran, ni cosechan, ni guardan en bodegas, y el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes más que ellas?" (San Mateo 6, 26).

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Jesús, por medio de las obras de misericordia que realiza y mediante su mensaje, nos revela cuánto nos ama el Padre, puesto que para eso lo envió. Más aún, nos da una gran Noticia: no solamente que Dios nos ama como Padre y se interesa por nosotros, sino que nosotros podemos llamar a Dios: ¡Padre! (Ver San Lucas 11, 2), ya que por la Gracia, hemos llegado a ser hijos de Dios ( Ver CC 460).

Es algo que nadie se hubiera imaginado, ya que el concepto de Dios no era tan familiar para el hombre. Cristo nos dice claramente: Dios es Padre. Verdaderamente los cristianos somos hijos de Dios por la fe en Cristo (Ver Gálatas 3, 26). A los que creen en Cristo les da Dios poder de llegar a ser hijos de Dios (Ver San Juan 1, 12).

Cuando el hombre acepta esa revelación, se hace capaz de vivir como hijo del Padre, al estilo de Jesús, o sea, se hace hermano de todos como Jesús.

El Padre, a su vez, da testimonio de su Hijo, porque cumple perfectamente la misión que le ha encomendado: "Tú eres mi Hijo amado a quien miro con cariño" (San Marcos 1, l 1; San Mateo 17, 5).

Jesús es consciente de que su Padre se complace en Él: "El Padre que me envió está conmigo, nunca me deja solo porque Yo hago siempre lo que a Él le agrada"(San Juan 8, 29)

Llamados a reproducir la imagen del Hijo único, Dios nos hace participar en la vida de ese Hijo. De este modo podemos manifestar nuestro cariño filial hacia Dios en la oración y tendremos caridad fraterna. En efecto, si amamos al Padre, no podemos menos que amar a todos sus hijos, que son nuestros hermanos.

De esta manera también el Padre nos reconocerá como sus hijos y nos mirará complacido, como miraba a Jesús.

APLICACIÓN A LA VIDA

Asumir la paternidad de Dios no consiste únicamente en decir que somos hijos de Dios, sino en vivir con gran responsabilidad y alegría los compromisos que hemos adquirido con El y con nuestros hermanos, y cumplir fielmente su voluntad.

¿En qué actitudes concretas estamos reflejando que aceptamos a Dios como Padre, y nos comportamos como sus hijos?

¿De qué manera hacemos presente el amor del Padre ante las personas que nos rodean, especialmente ante los que más sufren?

Cuando a Jesús le dijeron: "¡Muéstranos al Padre! El contestó: Quien me ve, ve al Padre...". Como cristianos ¿podríamos decir: quien me ve, ve a Cristo?

CELEBRACIÓN DE LA FE

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Descubramos el sentido que tiene para nosotros esta oración de Jesús a su Padre:

"Padre, esta es la vida eterna, que te conozcan a Ti, único Dios verdadero… Padre Santo, guarda en tu nombre a los que me has dado. Que todos sean uno como nosotros...Padre Santo, cuida en tu nombre a los que me has dado…No te ruego solamente por estos, sino por todos aquellos que por su palabra creerán en Mi…Como tú, Padre, estás en Mi y Yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea" (San Juan 17).

Concluyamos recitando todos:

“Dios todopoderoso y eterno, a quien confiadamente invocamos con el nombre de Padre, intensifica en nosotros el espíritu de hijos adoptivos tuyos, para que merezcamos entrar en posesión de la herencia que nos tienes prometida. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.” (Domingo XIX del tiempo ordinario).

PARA RECORDAR:

20. ¿Cuál es la gran noticia que Jesús nos trae?

La gran Noticia que Jesús nos trae es que Dios es nuestro Padre, porque en Cristo, por la Gracia, hemos recibido la filiación adoptiva. Y si somos hijos, somos herederos del Reino y hermanos unos de otros en Cristo.

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"En el principio creó Dios los cielos y la tierra…Dijo Dios: haya luz, y hubo luz…Dijo Dios: produzca la tierra hortalizas,

plantas que den semilla…” (Génesis 1, 1-11)

MENSAJE 8. DIOS NUESTRO PADRE ES EL CREADOR DEL UNIVERSO

REFERENCIA A LA VIDA

El hombre, en lo que hace, deja sus propias huellas. Podríamos decir que sus obras son retrato de su personalidad. "Las cosas se parecen a su dueño", decimos con frecuencia.

También el mundo lleva la firma de Dios; es su propia huella, obra de sus manos.

Hoy en día vemos como muchos hombres destruyen o utilizan mal la creación, se olvidan de la verdadera razón por la cual Dios nos puso en ella, para que la administráramos y la hiciéramos producir, para nuestro propio beneficio pero no para abusar de ella, torturarla, destruirla.

No hay razón entonces para manchar la obra de Dios con nuestros caprichos e intereses personales que van degradando y haciendo desaparecer los recursos que Dios creó para nuestra subsistencia.

MENSAJE15

“Dios creó el mundo para manifestar y comunicar su gloria. La gloria para la que Dios creó a sus criaturas consiste en que tengan parte en su verdad, su bondad y su belleza”. (CC 319)

La Biblia comienza con una afirmación de fe: "Al principio creó Dios los cielos y la tierra" (Génesis 1, 1), es decir, creó el universo entero.

Por el camino de una lenta reflexión de los beneficios recibidos de Dios a través de su propia historia, Israel reconoce y proclama que Dios es el Creador del cielo y de la tierra (Ver CC 295). La creación es un gesto de amor por parte de Dios. El mundo y todos sus encantos naturales tienen su origen en ese amor creador (Ver DV 3).

En el relato del Génesis descubrimos cómo la Palabra poderosa de Dios ordena, pone paz y armonía, luz y bondad en la creación.

Dios al crear es enteramente soberano y libre, no depende de nada ni de nadie. La creación es exclusiva de Dios. El hace surgir los seres, los hace vivir.

15 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar el Documento Complementario sobre “El sufrimiento de la tierra, mensaje ecologista”.

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Al descubrir por los signos de la creación que Dios es el autor del universo, proclamamos que toda la realidad depende de su bondad de Padre y que está ordenada para dar gloria a su Creador, es decir, para irradiar la bondad y el amor de Dios ( Ver CC 293-294).

Dios al crear el universo, puso al hombre en él para que lo cuide, lo haga habitable, lo transforme y lo disfrute ( Ver CC 358).

Este mundo pertenece a Dios y El lo ha dado a los hombres, a todos los hombres. Dios lo quiere así. El Concilio Vaticano II nos expresa esta verdad cuando dice: "Los bienes creados deben llegar a todos de forma equitativa... Jamás debe perderse de vista este destino universal de los bienes" (GS 69).

El pueblo de Israel, al aceptar la Palabra revelada, conoció por la fe no solo la presencia salvífica de Dios en su historia, sino también su presencia en toda la creación, El la creó y la recrea. En la Revelación del Nuevo Testamento Dios nos ha dicho algo más: que en la acción creadora del mundo el Hijo de Dios estaba presente, puesto que "El es el primogénito de toda la creación, porque en El fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles... Todo fue creado por El y para El" (Colosenses 1, 15-16); (Ver CC 291).

APLICACIÓN A LA VIDA

Los hombres, como seres superiores de la creación, tenemos la labor primordial de cuidar y mantener, conocer y descubrir las leyes de todo lo creado y utilizarlo para nuestro bien, en ese sentido nos llamamos cocreadores con Dios, por esto es muy importante que valoremos, apreciemos, protejamos y defendamos este regalo tan grande que nos ha dado nuestro Padre Dios, para que dándole un buen uso a la naturaleza recibamos de ella todos los beneficios que trae para nosotros. Preguntémonos:

¿Sabemos descubrir en las bellezas de la naturaleza el amor que Dios tiene al hombre? ¿Agradecemos y alabamos a Dios por su inmensa bondad y grandeza? ¿Cuidamos de la naturaleza, conscientes de que somos llamados a colaborar con Dios para que el mundo sea verdaderamente humano y haya justicia en el reparto de los bienes?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Alabemos y bendigamos a Dios por las maravillas de la creación:

"Obras todas del Señor, bendecid al Señor, cantadle, exaltadle eternamente. Angeles del Señor, bendecid al Señor... Aguas todas que estáis sobre los cielos... Sol y luna, astros del cielo, bendecid al Señor, alabadle y exaltadle eternamente...". (Daniel 3, 52-90).

PARA RECORDAR:

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21. ¿Quién creó el universo?

El universo fue creado por Dios en Cristo, porque en Él fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles (Colosenses 1, 15-16).

22. ¿Cómo deben distribuirse los bienes materiales?

Los bienes materiales deben distribuirse con justicia, porque “Dios ha destinado la tierra y todo cuanto en ella se contiene para uso de todos los hombres y de todos los pueblos” (Ver GS 69).

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"Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza: hombre y mujer los creó” (Génesis 1, 26).

MENSAJE 9. DIOS NUESTRO PADRE ES EL CREADOR DEL HOMBRE

REFERENCIA A LA VIDA

La persona humana piensa, conoce, ama, crea, elige, decide, se comunica, vive. Nos preguntamos, ¿por qué?, sencillamente porque el hombre es la obra maestra de la Creación. De todas las criaturas, la más parecida a Dios es el hombre.

Esta es la razón por la cual el hombre tiene la gran responsabilidad de continuar con la obra de la creación. Las capacidades de amar, pensar y actuar libremente, son las características que diferencian al hombre de los demás seres de la creación y lo hacen superior, pero no solo para dominar, sino para mantener el orden y el sentido de la misma.

MENSAJE

Dios ama al hombre; por eso lo creó bueno y le hizo el regalo de su libertad. Desde el principio lo llamó a responder a su amor y a vivir en su presencia. Le dio la capacidad de realizarse plenamente en todos los aspectos de su vida para que así alcance la verdadera felicidad (Ver CC 355-357)16.

El hombre fue creado como varón y mujer "hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza: hombre y mujer los creó” (Génesis 1, 26) y con esta creación Dios corona y perfecciona la obra de sus manos. "Los llama a una especial participación en su amor y en su poder de Creador y Padre, mediante la cooperación libre y responsable de la vida humana" (Ver Familiaris Consortio 28).

El hombre, por ser inteligente, consciente y libre, tiene una dignidad única dentro de la creación, como única e irrepetible es su capacidad de transformar la tierra. Vive en ella como alguien que la domina. Dios le ayuda con su amistad y providencia y se da a él en una intimidad de comunión real ( Ver CC 373).

Dios coloca al hombre en el centro de la creación; lo hace señor, invitándolo a transformar el universo. Para ello necesita ejercitar los dones y capacidades que recibe de Dios, de tal manera que su acción llegue a ser gloria y alabanza al Creador.

El hombre está llamado a responder a Dios, su Padre y Creador, amando a todos los hombres, sus hermanos, y haciéndose corresponsable de toda la obra de la creación.

16 Se puede complementar con CC 355-384.

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Dios no realizó la obra de la creación de una vez, sino que dejó al hombre la tarea de perfeccionarla, de hacerse cocreador. El hombre y el mundo participan del dinamismo creador de Dios que quiso encaminar su obra a la perfección contando con la colaboración del hombre (Ver CC 301-302).

APLICACIÓN A LA VIDA

La imagen y semejanza de Dios consiste en participar de algún modo de las características de Dios: libertad, capacidad de amar, e inteligencia. Cuando el hombre deja de utilizar bien estas cualidades, la imagen de Dios en él se va desfigurando. Para descubrir claramente cómo ser imagen de Dios, debemos conocer a Jesús –el Señor- cada día mejor y abrirnos a su acción por la oración y los sacramentos, para así reproducir en nosotros la vida de Jesucristo que es la imagen visible del Dios invisible.

¿En nuestro actuar estamos manifestando que somos imagen y semejanza de Dios? ¿Cómo?¿Qué estamos haciendo para que todo hombre ocupe el puesto que Dios le ha señalado en la Creación?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Recitemos agradecidos el siguiente salmo:

"¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder'? Lo hiciste poco inferior a los ángeles,lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos,todo lo sometiste bajo sus pies" (Salmo 8, 5-7).

PARA RECORDAR:

23. ¿Cómo es el hombre que Dios creó?

Dios creo al hombre a Su imagen y semejanza, varón y mujer los creó (Ver Génesis 1,26).

24. ¿Para qué creó Dios al hombre?

Dios creó al hombre para que lo conozca, lo ame, lo sirva en sus hermanos y lo goce en el Reino eterno que le ha preparado.

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“A mis Angeles les he dado orden para que te protejan en todos tus caminos”. (Salmo 91,11).

MENSAJE 10. SERVIDORES Y MENSAJEROS DE DIOS: LOS ANGELES.

REFERENCIA A LA VIDA

Cuando estoy en un apuro, angustiado, tenso, alguien llega, me ayuda, me saca del apuro y ahuyenta así la angustia que me invadía, le digo: “eres un ángel”. Cuando tengo una experiencia de cariño, de apoyo, de seguridad, siento la impresión de que un ángel ha entrado en mi vida.

Un escritor contemporáneo dice que “un ángel es alguien que Dios envía inesperada e inmerecidamente, para que te encienda algunos luceros cuando todo está oscuro”. Los ángeles son los mensajeros de Dios Padre que nos ama y no quiere que perdamos nuestra vida redimida por Cristo.

En el contexto actual podemos reconocer que el tema de los ángeles tiene mucha publicidad, se editan libros, se venden imágenes y se maneja todo un contenido que conocemos por los medios de comunicación, pero es necesario que como cristianos sepamos reconocer hasta qué punto esta utilización y estos mensajes son ajustados a la verdad y no nos desvían de la doctrina que tiene la Iglesia sobre ellos.

MENSAJE

La Biblia nos habla de los ángeles, nos menciona el nombre y la misión de algunos de ellos:Rafael que aparece como uno de los siete que permanecen en la gloria del Señor y penetran en su presencia, (Ver Tobías 12,25), es enviado como guía y compañero protector de Tobías. Su nombre significa “Dios ha curado”.

Gabriel, cuyo nombre significa “Dios se ha mostrado fuerte” (Ver Daniel 8,16), y es además el enviado por Dios a la Virgen María para anunciarle que será la madre del Mesías (Ver Lucas 1,26-38).

Los ángeles aparecen y actúan en el corazón de narraciones épicas, intimistas, decisivas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, y traen siempre un mensaje de Dios, que a la vez es la acción de Dios.

El nombre griego “aggelos” en latín ángelus que es utilizado en el Nuevo Testamento, viene de la palabra hebrea “mal’ ak” que significa mensajero y evoca la misión de los que en la corte de los reyes de esa época ocupaban el cargo de embajador, portador de noticias. Como se ve, el nombre de “ángel”, no define la naturaleza de estos seres, sino su función.

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Cuando leemos el Nuevo Testamento encontramos que los ángeles intervienen mucho en los Evangelios de la Infancia de Jesús, para anunciar a María e Isabel, a los pastores “una gran alegría”. Serenan a José, protegen a la Sagrada Familia y en la resurrección están en el sepulcro vacío, anunciando la Resurrección de Jesús, envían a las mujeres a dar la noticia a los apóstoles, envían a los apóstoles a Galilea y les anuncian que Jesús volverá.

Los ángeles siempre traen un mensaje de alegría, calman una pena, protegen al débil, acompañan al extraviado, serenan al angustiado. Nos acompañan a lo largo de nuestra vida como los confirma Jesús “guardaos de menospreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles en los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18,10).

El lenguaje que los escritores bíblicos utilizan para describirlos, es con frecuencia maravilloso, seres de luz, de fuego, vestidos de blanco, resplandecientes; algunas veces su intervención se confunde con el actuar de Dios (la zarza ardiente, la lucha de Jacob...)17.

Seres luminosos donde no hay tinieblas ni oscuridad, seres espirituales no sometidos a las contingencias humanas, seres obedientes a la voluntad de Dios, poderosos ejecutadores de sus obras. Los ángeles son descritos por la Tradición y por el Catecismo de la Iglesia Católica, como “servidores y mensajeros de Dios, presentes ante El, agentes de sus órdenes, atentos a la voz de su Palabra” (Ver CC 329).

“Son criaturas, ‘le pertenecen a Cristo’, para quien fueran creados, son mensajeros de su designio de salvación” (CC 331).

La Iglesia se beneficia de su ayuda misteriosa, se une a ellos para adorar al Dios tres veces Santo (Ver CC 334-335). “Del nacimiento a la muerte nos acompañan, nos protegen, nos cuidan, nos consuelan” (San Basilio).

Y si fuera poco todo lo dicho, los ángeles con su existir y su misión nos anuncian la vida en el reino que vendrá: cuando los saduceos le preguntan a Jesús de quién será esposa una mujer, que tuvo siete maridos y que murieron sucesivamente, Jesús les responde. “En la resurrección ni ellos tomarán mujer, ni ella marido, sino que serán como los ángeles del cielo” (Ver Mateo 22,23-33).

Sabemos que el origen de Satán o el Diablo está en los ángeles caídos o que se rebelaron contra Dios: “El Diablo y los otros demonios fueron creados por Dios en su comienzo con una naturaleza buena, pero ellos se hicieron a sí mismos malos” (Concilio IV de Letrán. Año 1215), (Ver CC 391-395).

APLICACION A LA VIDA

Conociendo el amor protector y misericordioso de Dios, que nos envía su ángel para acompañarnos y guiarnos hacia El, mantengamos una buena amistad con nuestro ángel, recordando la recomendación de San Bernardo:

17 Se puede complementar con CC 328-336.

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“Que los ángeles sean nuestros confidentes; frecuentad asiduamente con vuestro pensamiento y vuestra oración, a los que están siempre junto a vosotros para guardaros y consolaros”.

Cuando cantemos el Santo (Sanctus) en la Eucaristía, tomemos conciencia de que lo hacemos en unión con los ángeles:

Santo, Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo, Santo es el Señor.Hosanna en las alturas, Bendito es el que viene en nombre del Señor.En unión del coro de los ángeles en el cielo, Te alaba el coro de la Iglesia en la tierra, Hosanna en las alturas...

CELEBRACIÓN DE LA FE

Mantengamos esta relación recitando cotidianamente la oración a nuestro ángel guardián:

“Angel de mi guarda, dulce compañía, no me desampares ni de noche, ni de día,hasta que me pongas en paz y alegríacon todos los Santos, Jesús y María. Amén.”

PARA RECORDAR

25. ¿Quiénes Son los ángeles?

Los ángeles son seres espirituales y mensajeros de Dios, criaturas personales e inmortales que superan en perfección a todas las criaturas visibles. (Ver CC 329-330).

26. ¿Cuál es la misión de los ángeles?

La misión de los ángeles es adorar y alabar a Dios, anunciar de lejos o de cerca la salvación de Dios y servir al designio Divino con la misión de asistir a los que han de heredar su salvación.

27. ¿Cómo están presentes los ángeles en nuestra vida?

Toda la vida de la Iglesia se beneficia de la ayuda misteriosa y poderosa de los ángeles en: la adoración y alabanza de Dios, en el cuidado y custodia de nosotros en nuestras vidas y en la conducción y protección en el camino de nuestras vidas.

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"Reconoce y, medita en tu corazón que el Señor es el único Dios, allá arriba en el cielo y aquí abajo en la tierra: no hay otro "

(Deuteronomio 4, 39).

MENSAJE 11. JESUCRISTO NOS MUESTRA AL PADRE COMO UNICO Y VERDADERO DIOS

REFERENCIA A LA VIDA

A través de toda su historia el hombre se ha hecho ídolos o dioses falsos a los cuales de una o de otra forma les sacrifica su vida. El mismo pueblo de Israel, a pesar de sentirse el pueblo elegido de Dios, de experimentar su presencia, se hizo ídolos, fabricó un becerro de oro y lo adoró desconociendo al verdadero Dios.

También nosotros hoy nos hacemos ídolos: el dinero, el poder, el placer, son verdaderos ídolos en nuestro mundo. Esto nos impide reconocer y amar al Unico y Verdadero Dios que se nos manifestó en Jesucristo.

Por eso Jesús respondió a las tentaciones del demonio que lo invitaba a dejarse seducir por estos mismos ídolos: "Apártate Satanás porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a El sólo rendirás culto" (San Mateo 4, 10); ( Ver CC 538-540).

MENSAJE

“La confesión de la unicidad de Dios, que tiene su raíz en la Revelación Divina en la Antigua Alianza, es inseparable de la confesión de la existencia de Dios y asimismo también fundamental. Dios es Unico: No hay más que un solo Dios” (Ver CC 200)18.

Jesucristo nos muestra al Padre: "El que me ha visto a mi ha visto a mi Padre", le dice Jesús a su discípulo Felipe.

A través de todo su Evangelio y con su actitud de obediencia filial, Jesucristo nos muestra al Padre como el Unico y Verdadero Dios, Santo, Bueno, Fiel, Señor de la vida, Señor del mundo y de la historia ( Ver CC 202). Así nos lo presenta también en muchas parábolas. Todas estas cualidades que son propias de Dios se manifestaron visiblemente en Jesucristo. Por eso San Pablo nos dice que "EI es la imagen del Dios invisible" (Colosenses 1, 15). En este sentido Jesucristo nos invita a adorar al Padre en espíritu y en verdad (San Juan 4, 23).

El Pueblo de Israel ya lo había experimentado así: era ante todo el Único y verdadero Dios (Ver CC 201). Poco a poco Israel, por la misma iniciativa de Dios, fue descubriendo los atributos o características de ese verdadero Dios:

El Dios Santo: "Santo, Santo, Santo". Esta triple alabanza está reservada en el Antiguo Testamento únicamente a Dios, el Altísimo, el Omnipotente. La santidad de Dios es su

18 Se puede complementar con CC 198-231.

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mismo SER en cuanto divino, trascendente, no humano ni creado. Dios exige esta santidad al Pueblo elegido: "Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo" (Levítico 19, 2).

Otra constante en la experiencia de Israel fue el ver a Dios como el eternamente Fiel, el que nunca falla, sino que "guarda la alianza y la misericordia hasta mil generaciones" (Deuteronomio 7, 9);

Es además, un Dios Justo porque por una parte, recompensa a los que lo buscan, como Dios de la retribución que castiga y premia ( Hebreos 11, 6), pero, por otra parte, la justicia revelada por Dios en Jesucristo es exactamente su justicia salvífica, es decir, su misericordiosa fidelidad que salva y libera.

Es un Dios Misericordioso: porque nunca abandona al hombre pecador, al contrario, se pone a su lado preparando para él una historia de salvación que se consumará plenamente en Jesucristo.

Es el Dios Viviente, de una presencia siempre activa; el Dios vivo y actuante en la historia; el Dios que da vida y la conserva. Dios posee la vida en toda su plenitud y la manifiesta en sus obras.

Es el Dios Poderoso: Él "es la fuerza de su Pueblo"; esta fuerza es la del Dios que ama a Israel y que "hace todo lo que quiere"(Salmo 115, 3). Este poder y sabiduría de Dios se reflejan en la Creación y en el gobierno del mundo.

APLICACIÓN A LA VIDA

Frente a todo el cúmulo de nuevas figuras, ídolos, falsos dioses que van surgiendo como referencia para el hombre de hoy, es necesario definir el rumbo que le estamos dando a nuestra vida para no dejarnos arrastrar por estos falsos dioses que nos hacen desviar del verdadero sentido para el cual fuimos creados.

Haciendo un examen serio y sincero de nosotros mismos, preguntémonos si realmente nuestro Dios, el Dios de nuestra vida, es este Dios revelado y con estos atributos; o, por el contrario, hay muchos ídolos que nos están esclavizando y no nos dejan reconocer, amar y servir al Verdadero Dios.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Hagamos un acto de fe y meditemos en el único y Verdadero Dios, revelado en Jesucristo, con las palabras del Símbolo de los cristianos:

"Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible”.

PARA RECORDAR:

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28. ¿Cómo se manifiesta Dios Padre a través de la Historia de Salvación?

A través de la Historia de Salvación, Dios Padre se manifiesta como el único Dios vivo, sabio justo, todopoderoso, bueno y misericordioso, principio y fin de todas las cosas.

29. ¿Cómo nos muestra Jesucristo que su Padre es el Unico y Verdadero Dios?

Jesucristo nos muestra que su Padre es el Unico y Verdadero Dios, con su actitud de obediencia y con la invitación que nos hace a adorarlo "en espíritu y en verdad".

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UNIDAD TERCERA

JESUCRISTO NOS REVELA QUE EL ES EL HIJO UNICO DE DIOS Y VERDADERO HOMBRE

OBJETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar que Jesucristo es la presencia del amor de Dios con nosotros; Hijo Unico de Dios y verdadero Hombre.

-Comprobar que la expresión más grande del amor de Dios a los hombres, ha sido el darnos a su propio Hijo nacido de mujer.

- Redescubrir que “el Hijo de Dios, con su Encarnación, se ha unido en cierto modo con todo hombre” (Ver LG 22) y que en El, todos estamos llamados a realizarnos plenamente.

MENSAJES

12. Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Unico Hijo13. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros 14. Jesucristo, verdadero Hombre “como uno de nosotros”

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"En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su único Hijo para que vivamos por medio de Él "

(1 San Juan 4, 9).

MENSAJE 12. TANTO AMO DIOS AL MUNDO QUE LE DIO A SU UNICO HIJO

REFERENCIA A LA VIDA

Cuando hablamos de Cristo en los diferentes ambientes o grupos de personas que nos encontramos, descubrimos también diferentes opiniones acerca de ¿quién es El?; para unos es un hombre muy bueno que vino a la tierra a luchar por el cambio de vida, para otros es un revolucionario que quiso luchar por un mundo libre, para otros un ser Divino que a través de sus milagros fue cambiando la forma de ser de los hombres de su tiempo. En cada una de estas opiniones se puede descubrir un desconocimiento del verdadero ser de Cristo.

Para nosotros, ¿quién es Jesucristo?. Es esta una pregunta que se ha hecho y se hace el hombre de todas las épocas, y aun cuando se han dado muchas respuestas: un Profeta, un Revolucionario, un Santo, un Taumaturgo, un Maestro, un Hombre extraordinario sin embargo, para el cristiano una sola es la respuesta válida: la confesión del Apóstol Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo"(San Mateo 16,16), o el testimonio de San Juan: “El Verbo se hizo carne... y hemos visto su gloria, gloria como del Unigénito del Padre” (San Juan 1, 14).

Y nosotros, ¿qué decimos?

MENSAJE

La Sagrada Biblia nos dice: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en El no perezca, sino que tenga vida eterna" (San Juan 3, 16).

El origen divino de Jesús lo expone claramente el comienzo de la carta a los Hebreos: "Muchas veces y de muy diversas maneras habló Dios a nuestros padres en el pasado por medio de los Profetas. En cambio en este tiempo nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó heredero de todo, por quien hizo los mundos. El es el resplandor de su gloria y en El expresó Dios lo que es en Si mismo"( Hebreos 1, 1-3); ( Ver CC 422-424)19.

Los aspectos fundamentales de las relaciones entre Jesús y Dios, "Padre suyo", aparecen especialmente en el Evangelio de San Juan. Todo este Evangelio está escrito "para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre" ( Juan 20, 31). Sabemos que Jesucristo es el Hijo Único de Dios porque así lo manifestó El mismo: "Mi Padre y yo somos una misma cosa" (San Juan 10, 30).

19 Se puede complementar con CC422-455.

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Y, sobre todo, porque el Padre da testimonio de que Jesucristo es su Hijo único y su enviado: "Tú eres mi Hijo amado en quien tengo mis complacencias" (San Marcos 1, 11 ).

Jesús vivió sus relaciones con Dios de un modo filial (Ver San Juan 6, 40). Se dirige a Dios llamándolo "Padre" (San Marcos 14, 36). Y esta conciencia de Hijo orienta toda su vida: mostrar al Padre, hablarnos del Padre, hacer la voluntad del Padre. Se reconoce a si mismo como Hijo de Dios: "¿Tú, eres, el Hijo de Dios'? Tú lo has dicho, yo lo soy" (San Lucas 22, 70), (Ver CC 444).

Creer que Jesucristo es el Hijo Unico de Dios es creer que en Él el Padre se revela plenamente y que nadie puede ir al Padre sino a través de El (Ver San Juan 14, 6). "A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo Unico nos lo dio a conocer" (San Juan 1, 18). Jesucristo es, la manifestación, la revelación perfecta que Dios ha hecho de sí mismo a los hombres.

Por la resurrección de Jesús comprendieron finalmente los Apóstoles el misterio de su filiación divina. La resurrección era la realización de sus promesas: "Lo que Dios prometió, lo ha cumplido al resucitar a Jesús según está escrito en los Salmos: 'Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy' " ( Hechos 13, 33; Salmo 2,7)

Desde los días de los Apóstoles la Iglesia predica que Jesús es el Hijo Unico de Dios: "El que cree en El no es juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios" (San Juan 3, 18).

También el Magisterio reciente de la Iglesia Latinoamericana nos recuerda esta verdad de fe: "Solidarios con los sufrimientos y aspiraciones de nuestro pueblo, sentimos la urgencia de darle lo que es especifico nuestro: el misterio de Jesús de Nazareth, Hijo de Dios. Sentimos que esta es la 'fuerza de Dios' (Romanos 1, 16), capaz de transformar nuestra realidad personal y social, de encaminarla hacia la libertad y la fraternidad, hacia la plena manifestación del Reino de Dios" (Puebla 181).

APLICACIÓN A LA VIDA

Nuestra relación con Cristo se va construyendo en la medida en que vamos conociendo mejor quién es El en realidad, y cuál es su mensaje en la medida en que lo dejamos vivir en nosotros, para poner en práctica todo lo que nos enseña a través de su ejemplo y testimonio de vida.

En la medida en que vamos conociendo más a Jesucristo nos demos cuenta del verdadero sentido del amor, Dios nos ha amado y nosotros estamos comprometidos a responder a ese amor amando a nuestros semejantes. A la luz de este mensaje sobre Jesucristo, el Unigénito, Hijo de Dios, preguntémonos con sinceridad:

¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Quién es para mí?Si Dios nos amó tanto, ¿cómo debemos amarnos unos a otros? (1 Juan 4, 7).

CELEBRACIÓN DE LA FE

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Demos gracias a Dios nuestro Padre por todo el amor que nos ha manifestado al enviarnos a su Hijo Unico, meditando en estas palabras:

"En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1 Juan 4, 10).

PARA RECORDAR:

30. ¿Cómo nos ha manifestado Dios su amor?

Dios nos ha manifestado su amor enviándonos a su Hijo Único, Jesucristo, como dice San Juan: “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su único Hijo para que todo el que cree en Él, no perezca, sino que tenga la vida eterna” (Juan 3, 16).

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"Cristo, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino que se despojó de si mismo tomando

condición de siervo haciéndose semejante a los hombres "(Filipenses 2, 5-7).

MENSAJE 13. LA PALABRA SE HIZO CARNE Y HABITO ENTRE NOSOTROS

REFERENCIA A LA VIDA

A los cristianos se nos dice con frecuencia que vivimos "desencarnados", es decir, que no tenemos los pies puestos en la tierra; que por pensar en las cosas del cielo, olvidamos las cosas de este mundo.

Sin embargo, nuestra fe tiene como base la Encarnación: Dios que se encarnó y se hizo hombre. En los últimos tiempos, la Iglesia en documentos importantes vuelve a recordar con insistencia la necesidad de inculcar el misterio de la Palabra encarnada. El Hijo de Dios se hizo verdaderamente hombre y entró en nuestra historia humana. Como consecuencia de la Encarnación de Dios, la Iglesia de todos los tiempos ha de saber encarnarse en las circunstancias de cada época y asumir las aspiraciones y angustias de los hombres.

MENSAJE

El Evangelio de San Juan nos dice: "Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo Unico lleno de gracia y de verdad" (San Juan 1, 14); ( Ver CC 456-460)20.

Que la Palabra se hizo carne significa que el Hijo eterno de Dios, al tomar un cuerpo de carne, hizo suya toda la condición humana, es decir, se hizo semejante a nosotros en todo, menos en el pecado; que asumió una carne pecadora sometida a la muerte y a todas las circunstancias alegres y dolorosas de la vida humana. Sin embargo, tomó nuestra carne mortal para vencer la muerte y con ello vencer también al pecado (Ver CC 461).

Los cristianos tenemos una afirmación radical que nos distingue de todos los demás: "Jesucristo es Dios y hombre". Esta convicción nos proviene de la Palabra revelada en la Sagrada Escritura. Todo el prólogo del Evangelio de San Juan nos hace contemplar la gloria de Dios que se manifestó aquí abajo en Jesucristo: El Hijo de Dios nacido de María la Virgen estaba desde el principio en Dios; en Él apareció la bondad y la amistad de Dios hacia los hombres. La Palabra se hizo carne para que nosotros llegáramos a ser Hijos de Dios. Se hizo nuestro hermano para que todos fuéramos hermanos y nos amemos fraternalmente.

El amor y la obediencia del Hijo al Padre celestial y su amor a los hombres son tan grandes que, “siendo de condición divina, se despojó de sí mismo, tomó la condición de siervo y se

20 Se puede complementar en CC 456-469.

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hizo semejante a los hombres para rescatarnos del pecado y de la muerte” (Ver Filipenses 2, 6-7; Gálatas 3, 13; Romanos 8, 3), sin que por ello perdiera su naturaleza divina ni perdiera la comunicación interna y continua con su Padre. La Persona divina del Hijo se despojó, entró en las dimensiones de una existencia humana y quiso vivir como los hombres, en una semejanza completa, con excepción del pecado.

Este misterio de la Encarnación se nos presenta en la Revelación como el gran regalo de Dios, como la presencia de Dios en la historia, como el germen de salvación. Sin embargo, no es sólo la manifestación que Dios hace de sí mismo para que los hombres lo conozcan; es el compromiso de la Persona del Hijo en una vida humana para redimir a la humanidad entera.

Para realizar la Encarnación, el Padre elige, de entre la humanidad pecadora, a una virgen, a María, y la prepara para que sea la madre de su Hijo. La enriquece desde el primer instante de su concepción con esplendores de santidad y la hace saludar como la llena de gracia (Ver LG 56) y por obra del Espíritu Santo realiza en ella la Encarnación del Hijo. Por eso la maternidad virginal de María manifiesta que este Niño es el Mesías, el Hijo de Dios: el Niño que nacerá será Santo e Hijo de Dios (Ver San Lucas 1, 35), será "Emmanuel", que significa "Dios con nosotros" (Ver San Mateo 1, 23).

La Iglesia conservó santamente el misterio del Hijo de Dios hecho hombre y lo ha propuesto "a lo largo de años y siglos"21, con un lenguaje cada vez más explícito para la fe. En el Símbolo Niceno-Constantinopolitano (años 325 y 381), que se recita en la celebración eucarística hasta el día de hoy, confiesa a "Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos. Dios de Dios, luz de luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero. Engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho, que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo, se encarnó de María la Virgen y se hizo hombre".

El Concilio de Calcedonia (año 451) definió que el Hijo de Dios fue engendrado por el Padre antes de todos los siglos según la divinidad, y en el tiempo por la Virgen María según la humanidad. Este mismo Concilio enseñó que en la única Persona de Cristo se unen la naturaleza divina y la naturaleza humana sin confundirse, sin cambiarse, sin dividirse ni separarse.

Del mismo modo, el Concilio Lateranense IV (año 1215) enseñó que hay que creer y confesar que el Hijo Unigénito de Dios, coeterno con el Padre, se hizo verdadero hombre y que es una Persona con dos naturalezas (la divina y la humana).

Esta es la fe católica que el Concilio Vaticano II (años 1962 a 1965), uniéndose a la Tradición constante de toda la Iglesia, expresó claramente en numerosos textos (Lumen Gentium (LG) 3, 7, 52, 53; Dei Verbum (DV) 2, 3; Gaudium et Spes (GS) 22. También Pablo VI en la Profesión de Fe, 1968).

21 Concilio Vaticano I, año 1870. Constitución Dei Filias c. 4

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Por su parte, los obispos de América Latina, reunidos en Puebla (México 1979) han ratificado esta misma fe con los siguientes términos: "Dios Padre envió al mundo a su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, verdadero Dios, nacido de María la Virgen por obra del Espíritu Santo. En Cristo y por Cristo, Dios Padre se une a los hombres. El Hijo de Dios asume lo humano y lo creado; restablece la comunión entre su Padre y los hombres. El hombre adquiere una altísima dignidad y Dios irrumpe en la historia humana, vale decir, en el peregrinar de los hombres hacia la libertad y la fraternidad, que aparecen ahora como un camino hacia la plenitud del encuentro con El" (Puebla 188).

APLICACIÓN A LA VIDA

Jesucristo tomó nuestra condición humana para redimirnos y darnos nueva vida, esa nueva vida la vamos asumiendo en la medida en que dejamos que Cristo se manifieste en nuestro diario obrar: amando, perdonando, sirviendo, como lo hizo El. Esto requiere que seamos cada vez más conscientes de la presencia de Cristo en nuestra interioridad y entre nosotros. Si el Hijo con su obediencia total nos ha dado pruebas de un amor que lo lleva a bajarse y anonadarse hasta la cruz, ¿cómo podemos responder a ese amor con nuestra vida?

Procuremos en nuestro diario vivir que Jesús encuentre en nosotros la disponibilidad y la pureza de alma que encontró en María.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Celebremos el Misterio de la Encarnación meditando el maravilloso comienzo del Evangelio de San Juan:

"En el principio la Palabra existía y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios... Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo Unico, lleno de gracia y de verdad". (Juan 1, 1-14).

PARA RECORDAR:

31. ¿Qué significa el misterio de la Encarnación?

El Misterio de la Encarnación significa que Jesucristo es el Hijo Unico y eterno de Dios, que se hizo hombre, naciendo de la Virgen María, por obra y gracia del Espíritu Santo.

32. ¿Para qué se encarnó el Hijo de Dios?

Como dice el Apóstol, “al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la filiación adoptiva” (Gálatas 4,4-5).

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"Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento,

y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no

tenían sitio en el alojamiento” (San Lucas 2, 6-7).

MENSAJE 14. JESUCRISTO ES VERDADERO HOMBRE COMO UNO DE NOSOTROS

REFERENCIA A LA VIDA

En todo el mundo cristiano se celebra la Navidad. Esta fiesta habla distinto al corazón de todos los hombres: para muchos, alrededor del pesebre hay encantos, fiestas, calor de hogar; para otros, hay derroche pagano; para no pocos, el dolor del contraste: vacío, hambre, frío, mientras a su lado otros están saciados.

Navidad debe ser siempre y para todos los creyentes la alegre experiencia de Dios-amor que, hecho hombre en la ternura de un niño, toca a las puertas de cada corazón.

MENSAJE

“Nosotros creemos y confesamos que Jesús de Nazareth nació judío de una hija de Israel, en Belén en el tiempo del rey Herodes el Grande, y del Emperador César Augusto; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusalén, bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo de Dios hecho hombre…” (CC 423)22

El Verbo de Dios por quien fueron hechas todas las cosas, hecho El mismo carne y habitando en la tierra (Ver San Juan 1, 3.14), entró como hombre perfecto en la historia del mundo ( Ver Efesios 1, 10).

La concepción y el nacimiento de Jesús expresan la realidad carnal y humana de Cristo y al mismo tiempo, por los signos maravillosos que los ilustran y que tan sencillamente describe San Lucas en su Evangelio (Ver Lucas 1, 28-32), nos permiten descubrir que este Niño nacido en Belén, no es solo el hijo de María, sino que es el Rey Mesías, anunciado desde el Antiguo Testamento (Ver Sofonías 3, 15-16; Exodo 40, 34-35).

San Mateo nos anuncia que en Belén ha nacido el "Emmanuel"; es decir, Dios-con-nosotros (Ver Mateo 1, 22). Dios demuestra que quien nace aquí, es un hombre verdadero de este mundo, con sus límites, pero, un hombre en el que el creyente reconoce al Salvador y al Hijo de Dios (Ver 1 Juan 4, 2; 2 Juan 7).

22 Se puede profundizar en CC 484-511.

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El que este hombre sea a la vez el Hijo de Dios, eso sólo podía ser conocido, creído y aceptado, si Dios lo revela y acredita. Ni María misma quedó excluida de esta ley de Revelación divina. Sólo por la fe pudo ella saber lo que el Angel le indicara: "El Santo que de ti nacerá será llamado Hijo de Dios" (Lucas 1, 35), (Ver CC 525-526).

Jesucristo por su Encarnación se identificó con todos los hombres; trabajó con manos de hombre, reflexionó con inteligencia de hombre, actuó con voluntad humana y amó con corazón humano. El Evangelio nos presenta los rasgos característicos de la humanidad de Cristo, cuando nos dice que Cristo sintió frío, sintió hambre; sintió cansancio; lloró ante su amigo Lázaro, sintió compasión.

En todas las páginas del Evangelio se destacan claramente los rasgos de la figura humana del Hijo de Dios. Para San Juan, por ejemplo, la humanidad de Cristo es algo esencial al misterio redentor. “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros” (Juan 1, 14), lo que significa que a partir de la Encarnación, la humanidad de Cristo es la tienda de la nueva Alianza, es decir, el lugar de la presencia de Dios entre su pueblo.

" El que es imagen de Dios invisible, es también el hombre perfecto que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina deformada por el primer pecado... El Hijo de Dios con su Encarnación se ha unido en cierto modo con todo hombre"(GS 22).

Jesucristo se ha hecho uno de nosotros para enseñarnos el camino que lleva al Padre. Cristo viene para nosotros, hoy en nuestro tiempo, en nuestra vida, para que no perezca nada en nuestra vida y todo sea redimido en Él.

APLICACIÓN A LA VIDA

Jesucristo al asumir nuestra condición humana se convirtió en nuestro único y verdadero modelo para poder ser verdaderamente hombres como quiere Dios, y así cumplir con la misión que el Señor ha colocado en nuestras manos. Debemos dejar que Jesucristo ocupe el puesto principal y fundamental en nuestra vida, y obremos según su voluntad.

¿Qué sentido le estamos dando a nuestra vida, a la luz del Misterio de la Encarnación? ¿Tenemos conciencia de nuestra dignidad y de nuestra vocación como hombres, reafirmadas por Cristo en el Misterio de su Encarnación?. ¿Cómo debemos celebrar la Navidad?

CELEBRACIÓN DE LA FE

En el nacimiento de Jesús el Angel les dijo a los pastores:"No temáis, os anuncio una gran alegría; os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador que es el Cristo Señor" (San Lucas 2, 10). Y nosotros, ahora, con la misma fe y alegría, entonemos y reflexionemos el contenido de este himno:.

"Noche de Paz, Noche de Amor, llena el cielo un resplandor; en la altura resuena un cantar, os anuncio una dicha sin par: que en la tierra ha nacido Dios, hoy en Belén de Judá".

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PARA RECORDAR:

33. ¿Por qué decimos que Jesucristo es verdadero hombre?

Decimos que Jesucristo es verdadero hombre porque, sin dejar de ser Dios, se hizo uno de nosotros, naciendo de la Virgen María, en Belén de Judá.

34. ¿Cómo debemos celebrar la Navidad?

Debemos celebrar la Navidad, reconociendo a Jesucristo como nuestro Salvador, y viviendo en espíritu de familia las virtudes que Él nos enseña: humildad, pobreza, desprendimiento, fraternidad y amor.

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UNIDAD CUARTA

JESUCRISTO PROCLAMA SU MENSAJE

OBJETIVOS:

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar las principales enseñanzas de Cristo a la luz de su Evangelio.

- Comprobar que su misión es salvar al hombre invitándolo a participar en su Reino y a llevar una vida según la nueva ley del Espíritu.

- Redescubrir que nuestra condición de hijos de Dios exige de nosotros identificarnos con Cristo y tener sus mismos sentimientos y actitudes.

MENSAJES:

15. Jesucristo anuncia y enseña su Mensaje de Salvación con palabras y hechos.

16. Jesucristo anuncia e inaugura el Reino de Dios en la tierra y pide al hombre acogerlo

con una sincera conversión.

17. Jesucristo edifica la Iglesia sobre el fundamento de los Apóstoles e instituye los

Sacramentos.

18. Jesucristo nos revela que somos hijos de Dios por adopción.

19. Jesucristo nos revela las Bienaventuranzas como nuestro programa de vida.

20. Jesucristo ora y nos enseña a orar.

21. Jesucristo nos dice cuál es la ley de su Reino.

22. Jesucristo y los mandamientos.

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"Recorría Jesús toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando en el

pueblo toda enfermedad y toda dolencia” (San Mateo 4, 23).

MENSAJE 15. JESUCRISTO ANUNCIA Y ENSEÑA SU MENSAJE DE SALVACION CON PALABRAS Y HECHOS

REFERENCIA A LA VIDA

Difícilmente creemos en gente que, para ganar "seguidores", promete y promete pero sin dar cumplimiento a sus palabras; dicen y no hacen... Cristo, en cambio, cumple todo lo que dice, tiene para todos los hombres un mensaje que es vida.

MENSAJE

Jesucristo es el Maestro de las cosas de Dios. Él es la misma Palabra del Padre y, a la vez, nos comunica el querer de su Padre sobre nosotros, con palabras humanas, que podemos entender. "Recorría toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino...". (Mateo. 4, 23) (Ver CC 240-242).

El habló como los maestros de su tiempo, apoyándose en la Sagrada Escritura (Ver CC 577-582. 587-591). "¿No han leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que lo acompañaban?" (Mateo. 12, 3-6). Pero, a diferencia de ellos, enseñaba con propia autoridad, desde sí mismo y no apoyándose en otros hombres, como cuando se dirige a las multitudes; "han oído que se dijo... mas yo les digo..." (Ver Mateo. 5, 21-22; 12, 5-6; CC 581).

A veces, en su enseñanza familiar, adopta el tono de los maestros de sabiduría: "No tienen necesidad de médicos los sanos sino los enfermos" (Marcos 2, 17), (Ver CC 545).

Él nos habla por medio de comparaciones y parábolas que nos ayudan a comprender lo que nos quiere enseñar: El grano de mostaza, la levadura que se pone en la masa, la cizaña, el tesoro escondido (Ver Mateo. 13, 31-45; CC 546).

Pero las palabras de Jesús no van solas. Él las acompaña con signos de Salvación y Liberación y sobre todo con el ejemplo de su propia vida (Ver CC 547-550). Los enviados de San Juan, no solo han oído las palabras de Jesús, sino que han visto sus hechos: "Los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Noticia" (Lucas. 7, 22-23).

La Buena Noticia es Jesucristo mismo, Palabra hecha carne que puso su morada entre nosotros, hombre enviado a los hombres, que "habla las palabras de Dios"(Juan. 3, 34),

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(Ver CC 504. 1286) y realiza la obra de la salvación que el Padre le encargó; Él con su presencia y manifestación, con sus palabras y obras, signos y milagros y sobre todo con su muerte y gloriosa resurrección y con el envío del Espíritu de la verdad, lleva a plenitud toda la revelación y la confirma con testimonio divino" ( Ver DV 4; CC 66).

APLICACIÓN A LA VIDA

Comparemos nuestras palabras y actitudes con las palabras y actitudes de Jesús y pensemos si con ellas ayudamos a los demás a encontrar al Señor y a anunciarlo a su vez a los demás.

¿Tenemos y asumimos en nuestra vida actitudes "cristianas" que interroguen y estimulen a quienes viven con nosotros?

Algunas de estas actitudes evangélicas según el Apóstol Pedro son: "Sed compasivos, amaos como hermanos, sed misericordiosos y humildes. No devolváis mal por mal, ni insulto por insulto; por el contrario, bendecid". (1 Pedro 3, 8-9). Frente a los que no tienen fe, la conducta de los cristianos debe ser "ejemplar a fin de que, en lo mismo que os calumnien malhechores, a la vista de vuestras buenas obras den gloria a Dios en el día de su visita". ( 1 Pedro. 2, 12).

Esta manera de vivir es la que estimula y arrastra a los demás para que crean en Jesucristo, como sucedió en las primeras comunidades cristianas: "La ciudad entera simpatizaba con ellos, y todos los días el Señor añadía al grupo a los que habían de ser salvos" ( Hechos. 2, 47).

CELEBRACIÓN DE LA FE

Supliquemos al Señor que aumente nuestra fe de tal manera que seamos capaces de acoger su Palabra y ponerla en práctica. Aprendamos de El que sabe unir los hechos a su Palabra y pongamos en práctica sus lecciones de vida:

"Brille así vuestra luz ante los hombres para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos” (Mateo. 5, 16).

PARA RECORDAR

35. ¿Cómo anuncia y enseña Jesús el Mensaje de Salvación?

Jesús anuncia y enseña su Mensaje de Salvación con palabras llenas de sabiduría y con hechos que confirman sus enseñanzas ( DV 2).

36. ¿Qué nos muestran los hechos que realiza Jesús?

Los hechos que realiza Jesús nos muestran la presencia del Reino de Dios entre nosotros y de esta manera la actualidad y el futuro de nuestra salvación en Jesucristo.

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"El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva”

(San Marcos 1, 15).

MENSAJE 16. JESUCRISTO ANUNCIA E INAUGURA EL REINO DE DIOS EN LA TIERRA Y PIDE AL HOMBRE ACOGERLO CON UNA SINCERA CONVERSION

REFERENCIA A LA VIDA

El mundo en que vivimos nos contagia fácilmente del afán de conseguir dinero, de adquirir fama, de tener posesiones. Nuestra fragilidad humana nos lleva no pocas veces a relacionarnos solo con los que tienen gloria y dinero, posesiones y riquezas. Estas actitudes son las que cierran el corazón del hombre.

MENSAJE

Cristo nos señala un camino distinto cuando nos anuncia el Reino de Dios y nos invita a adquirir las disposiciones necesarias para entrar en él. ¿En qué consiste ese reinado de Dios? Consiste en establecer un "mundo nuevo, un nuevo estado de cosas, una nueva manera de ser, de vivir, de vivir juntos, que inaugura el Evangelio" (Ver EN 23). Al decir reinado de Dios queremos expresar las acciones salvadoras de Dios en favor de los hombres, que salvan precisamente porque crean en nosotros actitudes nuevas de caridad, humildad, abnegación, justicia, perdón23.

Por eso, desde el principio de su vida pública, Jesús no vacila en proclamar: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en el Evangelio" (Marcos 1,15), (Ver CC 541. 1427). Es decir, actúen y piensen de una manera enteramente nueva.

Vivir el reinado anunciado por Jesucristo exige al creyente escuchar el mensaje proclamado por El y llevarlo a la práctica (Ver CC 546): "El que observe estos mandamientos y los enseñe, ese será grande en el Reino de los cielos"(Mateo. 5, 19)

Ahora bien. este Reino brilla ante los hombres en la palabra, en las obras y en la presencia de Cristo (Ver CC 547).

En la predicación de Jesús el Reino de Dios es una realidad en proceso de crecimiento visible en el mundo; ya está presente en la tierra y cuando vuelva el Señor se consumará su perfección (Ver Mateo. 25, 31; CC 672).

Este Reino es un don gratuito de Dios que es preciso esperar en la oración y la vigilancia (Ver Mateo. 24,42 y 25, 13) y que sólo recibirán los que tengan las disposiciones exigidas por Jesús como la pobreza de espíritu (Ver Mateo 5, 3) y la caridad con los más necesitados (Ver Mateo 25, 34-35; CC 544). Estas disposiciones interiores para recibir el Reino están

23 Se puede complementar con CC 541-553.

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simbolizadas en el vestido de bodas de la parábola del banquete nupcial (Mateo. 22, 11-13). Jesús está atento para rechazar todas las falsas ideas del Reino como la concepción nacionalista y política: ante Pilato afirma categóricamente: "Mi Reino no es de este mundo" (Juan 18, 36) y las pretensiones de grandeza y de poder: a los hijos de Zebedeo que quieren sentarse a su derecha y a su izquierda en su Reino les responde: ¿podéis beber el cáliz que yo voy a beber o ser bautizados con el bautismo con que yo voy a ser bautizado? (Ver Marcos 10, 38).

Igualmente, Jesús se muestra muy discreto frente a las preguntas curiosas de algunos acerca del tiempo y las modalidades de su venida (Ver Marcos 13, 32). Lo que importa es estar preparados (Ver Mateo 24, 44; CC 673).

El Reino que anuncia Jesús debe llegar a todos los hombres (Ver Mateo 8, 11-12) y el juicio que está reservado a Cristo al final de los tiempos abarca a todos los hombres sin distinción de raza ni otros privilegios; todos seremos juzgados por el amor (Ver Mateo 25, 31-46; CC 678-679).

Las obras de Jesús (curaciones, expulsión de demonios, resurrecciones, etc.), confirman que el Reino ya llegó a la tierra y que "el tiempo se ha cumplido"(Marcos. 1, 15). "Si expulso los demonios por el dedo de Dios, sin duda que el Reino de Dios ha llegado a vosotros" (Ver Lucas 11, 20; CC 548-550).

Pero, sobre todo, el Reino se manifiesta en la persona misma de Cristo. El Reino es Jesús mismo, quien lo anuncia, lo prepara en los corazones y lo consumará en su venida gloriosa (Ver Hechos. 1, 9-1 1). Luego el Reino ya llegó, aunque aún no ha alcanzado su plenitud. El tiempo presente es el tiempo de la Iglesia para anunciar a Jesús y preparar a los creyentes para su segunda venida.

De este Reino de Dios ya iniciado y presente, la Iglesia es el germen y el principio y al mismo tiempo el órgano de su realización, es decir, su sacramento (Ver CC 669-670): "La Iglesia recibió la misión de anunciar el Reino de Cristo y de Dios y de establecerlo en todos los pueblos" (LG 5),(Ver CC 764. 668).

El establecimiento del Reino de Dios, por ser tarea de la Iglesia, es, por consiguiente, tarea de todo cristiano.

Vivir las exigencias de este nuevo modo de ser y de actuar, supone también para nosotros la conversión: "Conviértanse y crean en la Buena Nueva"(Marcos 1, 15) y la súplica confiada al Padre: "Venga a nosotros tu Reino"(Mateo. 6, 10), (Ver CC 2818-2819). Lo que quiere decir: estar abierto a ese Reino, cambiar de corazón, creer en la misericordia y perdón del Padre, amar, servir, aceptar y acoger a las personas, entregar la vida por amor, negarse a si mismo y tomar la cruz. Este es el nuevo Reino que Cristo quiere que establezcamos hoy en el mundo.

APLICACIÓN A LA VIDA

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Acoger el Reino del Señor es estar abiertos a El, para que sea El quien cambie nuestra manera de ser, de pensar y de obrar en nuestra vida personal, familiar, de trabajo, de relaciones con los demás, para ajustarla a la manera de ser de Jesús.

Pensemos qué tenemos que dejar que Jesucristo y su poder divino nos cambie, nos siga cambiando para que ese reinado de Dios se haga en nosotros vida, verdad, justicia, amor y paz.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Valgámonos del contenido de la letra del canto "Tu Reino es vida", para profundizar un poco más en el sentido del Reino de Dios:

“Tu Reino es vida, tu Reino es verdad. Tu Reino es justicia, tu Reino es paz. Tu Reino es gracia, tu Reino es amor. ¡Venga a nosotros tu Reino, Señor!”

PARA RECORDAR

37. ¿En qué consiste el Reino que Jesús nos anuncia?

El Reino que Jesús nos anuncia, se manifiesta en el mismo Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, que vino a servir y a dar su vida para la redención de todos. Este Reino ya comenzó.

38. ¿Cuál es la exigencia que Jesús nos hace para acoger el Reino de Dios?

La exigencia que Jesús nos hace para acoger el Reino de Dios es la apertura del corazón para acogerlo, la fe en su obra creadora y recreadora en nosotros.

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“Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (San Mateo 16,18)

MENSAJE 17. JESUCRISTO EDIFICA LA IGLESIA SOBRE EL FUNDAMENTO DE LOS APÓSTOLES E INSTITUYE LOS SACRAMENTOS

REFERENCIA A LA VIDA

Muchas personas buscan servir y compartir con los demás el amor y la fraternidad que viven en sus familias o en sus grupos comunitarios. Pues bien, el camino para vivir el Reino es el camino del amor, de la fraternidad, de la relación profunda y auténtica. Ese camino es el que trata de realizar la Iglesia, pueblo de Dios, comunidad de hermanos convocados por Cristo para el servicio del Reino.

MENSAJE

Este Reino anunciado y establecido por Jesucristo con su Palabra, con sus obras y con su presencia, lo sigue anunciando la Iglesia, lo sigue anunciando en todos los pueblos, y ella constituye en la tierra el germen y principio de este Reino (Ver LG 5). Esta es la misión que recibió de Cristo, su fundador24.

Jesús reunió en torno a su persona a los "Doce que han sido llamados apóstoles" (Ver CC 551). Los eligió para que estuvieran siempre con El, para que siendo testigos de todo lo que hacia y decía, fueran los continuadores de su misión (Ver Marcos. 3, 14; Mateo. 28, 18-20; CC 552-553).

De entre los Doce, Jesús señaló a Pedro de un modo muy especial, para que fuera fundamento de la Iglesia y para que confirmara en la fe a sus hermanos, cuando le dijo: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" (Ver Mateo 16, 18. Lucas 22, 31-32; Juan 21, 17).

Así como Cristo confirmó su palabra por medio de signos poderosos, también ahora el Señor sigue diciendo su Palabra en la Iglesia y obra por medio de los signos que dejó a los suyos. Estos signos son los sacramentos, que están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y al culto de Dios (Ver CC 1122-1123)

Los sacramentos instituidos por Jesucristo son siete, y decimos que fueron instituidos por El, porque están contenidos en la revelación del Nuevo Testamento (Ver CC 1224) Cristo antes de subir al cielo mandó a sus Apóstoles: "Id y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28, 19); (Ver CC 1337-1340). En la última cena, Jesús, mientras cenaba con sus discípulos "tomó pan, y

24 Se puede complementar en CC 113-1134.

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después de dar gracias, lo partió y dijo: este es mi Cuerpo que se da por vosotros; haced esto en recuerdo mío. Asimismo también la copa después de cenar diciendo: esta copa es la Nueva Alianza en mi Sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío" (1 Corintios 11, 23-26). De esta manera Jesucristo instituyó el sacramento de la Eucaristía y lo encomendó a la Iglesia para que fuera celebrado por el ministerio de los Apóstoles y de sus sucesores hasta que Él vuelva. Es decir, instituyó también el sacramento del Orden (Ver CC 1337).

Y el día mismo de la resurrección se aparece Jesús a sus Apóstoles y les dice: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retengáis, les quedan retenidas" (Juan 20,22-23).

De esta manera transmitió Jesús a la Iglesia en la persona de los Apóstoles el poder de perdonar los pecados, ministerio que ejerce la Iglesia en el sacramento de la penitencia (Ver CC 1441-1442).

Después los Apóstoles, movidos por el Espíritu Santo, continuaron la obra de Cristo y es así como imponían las manos sobre los bautizados para que recibieran el Espíritu Santo. Este es el sacramento de la Confirmación (Ver Hechos 8, 16-17; CC 1288). También los Apóstoles asistían a los enfermos para orar sobre ellos y los ungían con óleo para que recibieran el perdón de los pecados (Ver CC 1506-1510). Este es el sacramento de la unción de los enfermos que encontramos en el texto del Apóstol Santiago 5, 14-15.

La unión matrimonial, instituida por el mismo Dios al crear el hombre y la mujer, fue elevada por Cristo a la dignidad de sacramento: “¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo hombre y mujer, y dijo: por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne?. Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre” ( Mateo. 19, 4-7); (Ver Efesios 5,31-33 ; CC 1601-1602. 1612. 1617).

De esta manera se completa el número septenario de los sacramentos que son una muestra palpable del amor que tiene Cristo por su Iglesia.

APLICACIÓN A LA VIDA

¿Sentimos el impulso de ser fuerza viva de la Iglesia, siempre y en todo lugar? ¿Nos preocupamos porque el Reino de Cristo, al que sirve la Iglesia, se extienda en todo el mundo?

Procuremos recibir los Sacramentos con Fe y con amor, con la debida preparación y conciencia de lo que son, como respuesta al amor de Dios por nosotros.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Demos gracias al Señor por habernos dejado la Iglesia como signo de su presencia y en ella la riqueza de los Sacramentos que nos alimentan con su misma vida divina. Hagámoslo cantando:

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Juntos cantando la alegría de vernos unidos por la fe y el amor. Juntos sintiendo en nuestras vidas la alegre presencia del Señor. Somos la Iglesia peregrina que El fundó somos un pueblo que camina sin cesar. Entre cansancios y esperanzas hacia Dios nuestro amigo Jesús nos llevará.

PARA RECORDAR

39. ¿Quién fundó la Iglesia?

La Iglesia fue fundada por Nuestro Señor Jesucristo, sobre el fundamento del Colegio Apostólico que tiene como cabeza al Apóstol Pedro ( Ver Efesios 2, 20; Mateo.16, 18).

40. ¿Para qué fundó Cristo la Iglesia?

Jesucristo fundó la Iglesia para que continuara por el ministerio de la Palabra y por los Sacramentos el anuncio y el establecimiento del Reino de Dios en favor de todos los hombres (Ver SC 6).

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Dios Padre "nos eligió de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo” (Efesios 1, 5).

MENSAJE 18. JESUCRISTO NOS REVELA QUE SOMOS HIJOS DE DIOS POR ADOPCION

REFERENCIA A LA VIDA

Los padres de familia que han sabido crear un ambiente de confianza, de amistad, de comprensión y amor, hacen posible que en el hogar se vivan relaciones felices.

Que los hijos puedan ver en sus progenitores a un verdadero padre y a una verdadera madre, es de un valor incalculable. Lamentablemente no en todas las familias se vive esta relación en toda su riqueza. Sin embargo, de una u otra manera se tiene la experiencia de alguna relación de amor y aceptación con otras personas.

MENSAJE

Este es el deseo de Dios: que vivamos en familia con otros. Esta experiencia es posible en la Iglesia, ya que muchas veces los vínculos de la sangre se superan con unas relaciones de vida de familia, porque se tiene conciencia de que todos somos hijos de un mismo Padre (Ver CC 759. 1655).

Una de las cosas más hermosas que nos reveló Cristo es que como Él, también nosotros podemos decir a Dios: ¡Padre! y lo llamamos "Padre" porque somos sus hijos en el Hijo (Ver CC 240. 2780).

Desde siempre, hemos sido escogidos por Dios para ser sus hijos adoptivos por Jesucristo (Ver CC 52. 2782) Y lo somos, no sólo porque Cristo, con su Redención nos hizo dignos de El, sino porque el mismo Señor Jesús vive en nosotros y nos toma consigo para que todos lleguemos a ser con El, uno solo. Por eso decimos con el Apóstol: "Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo... eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo..." (Efesios. 1, 3-6), (Ver CC 1077). Esta maravillosa verdad la resumían los Santos Padres, diciendo: "Somos hijos en el Hijo". Y San Juan exclama: "mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos" ( 1 Juan. 3, 1), (Ver CC 1692).

Hemos dicho que somos hijos de Dios por adopción, para distinguirnos de Jesús que es el Hijo Único de Dios por naturaleza, pues es verdaderamente Dios como su Padre. Nosotros lo somos por adopción, es decir, por puro amor, por pura gracia, por pura bondad suya (Ver CC 654). Nosotros no hemos hecho absolutamente nada para merecerlo. "La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abba! ¡Padre!"(Gálatas. 4, 6; Romanos. 8, 14-17), (Ver CC 683. 693. 742. 2766)

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Como bien lo expresan estos textos, la filiación divina es producida por el mismo Espíritu Santo, que es enviado a nuestros corazones (Ver CC 690. 736); es pues, una gracia que consiste en ser conocidos y estar animados por el Espíritu de Jesús y del Padre; por lo tanto, algo que supera nuestra misma naturaleza y que naturalmente nunca podríamos alcanzar, por nuestras propias fuerzas.

Cristo, nuestro hermano mayor, nos enseña cuáles son las actitudes que debe tener un hijo para con su padre: de amor, de servicio, de obediencia filial, de confianza y cariño como a un amigo cercano, que vive y actúa con nosotros (Ver CC 2784-2785).

APLICACIÓN A LA VIDA

Si vivimos unidos a Cristo, si lo seguimos en todo con amor, si nos sentimos hijos de un mismo Padre, tenemos que sentirnos también hermanos y vivir como tales, solidarios en el amor, en la justicia y en la búsqueda de la paz universal.

Esta realidad sublime de ser hijos de Dios nos lleva a darle gracias por tan inmenso don; pero, al mismo tiempo nos tiene que hacer pensar qué clase de hijos y qué clase de hermanos somos.

Pongámonos en manos del Padre como el niño que confió ciegamente en su papá y hablémosle con las palabras de Isaías 49, 14-15: "¿puede una madre olvidarse de su criatura, no compadecerse del hijo de sus entrañas? pues aunque ella se olvide -dice el Señor-, yo no te olvidaré"( Oseas. 11,1-4).

Comprometámonos igualmente con todos nuestros hermanos, muy especialmente en la tarea de anunciar el Evangelio, para que apresuremos así el día en que todos los hombres puedan participar de la misma vida de Dios, teniendo con El una relación plena por medio de la Iglesia Católica.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Como hermanos de Cristo e hijos de un mismo Padre que piensan en sus hermanos de todo el mundo, digamos lentamente y meditemos las palabras que estamos pronunciando:

Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación; y líbranos del mal. Amén.

PARA RECORDAR

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41. ¿Qué significa que somos hijos de Dios por adopción?

Que somos hijos de Dios por adopción significa que el Padre ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que nos ha elevado a la dignidad de hijos y podemos llamar “Padre” a Dios (Ver Gálatas. 4, 6-7).

42. ¿Qué exige de nosotros el ser hijos de Dios?

El ser hijos de Dios exige de nosotros reconocer a Dios como Padre, actuar con coherencia y vivir entre nosotros como hermanos.

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"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos"

(San Mateo 5, 3).

MENSAJE 19. JESUCRISTO NOS REVELA LAS BIENAVENTURANZAS COMO NUESTRO PROGRAMA DE VIDA

REFERENCIA A LA VIDA

La lucha por el poder, la búsqueda desenfrenada del placer y la ambición insaciable del tener, de enriquecerse no importa de qué manera, las injusticias a todo nivel, la prepotencia, la crueldad, el engaño y la soberbia, son fuerzas poderosas que dominan a la mayoría de los hombres en el mundo de hoy. Basta mirar uno de nuestros periódicos, o noticiero de televisión… o abrir nuestros ojos a nuestro alrededor.

MENSAJE

Cristo traza un camino a sus seguidores completamente distinto. Es el camino que lleva a la perfección, es la "observancia de sus preceptos de caridad, humildad y abnegación que anuncian el Reino de Dios y de Cristo y lo instauran en todos los pueblos" (Ver LG 5; CC 1719. 2546).

Esta enseñanza nos la da el Señor Jesús en el Sermón de la Montaña, con las “Bienaventuranzas", que son su mensaje central para aquellos que lo escuchan y lo siguen. Las ocho bienaventuranzas nos dan la imagen del perfecto discípulo de Jesús:

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consoladosBienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos" (San Mateo 5, 3-10).

Antes de entrar a comentar cada una de las bienaventuranzas, podemos decir en general que se trata de una enseñanza dirigida a todos sus seguidores y no a un determinado sector social, como por ejemplo, los que carecen de bienes materiales. No pretende tampoco Jesús trazar el camino de una felicidad meramente terrena, sino que su enseñanza está enmarcada

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en un contexto que tiene un sentido religioso y con una marcada orientación escatológica del Reino de Dios (Ver CC 1716. 1967)25.

En definitiva, lo que pretende Jesús es que sus discípulos lo sigan por el mismo camino que El ha escogido y vivido en amor, humildad, abnegación y sufrimiento y que sus discípulos vivan y piensen como El vivió y pensó, orientando toda su vida y actividad hacia Dios:

"Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos"

Pobres en el espíritu, son aquellos que están abiertos a Dios y a las maravillas de Dios (Hechos 2, 11). Son los que por carecer de bienes materiales son rebajados y humillados, pero sin embargo conservan una actitud fundamental de bondad, no se sienten desatendidos ni desamparados de Dios, ni buscan la violencia. Su pobreza tiene un sentido espiritual, no son tontos, ni ineptos, ni alienados sino "pobres en el espíritu". Han aprendido a confiar en Dios, a esperarlo todo de Él, y no se fían de los bienes terrenos, su tesoro es Dios, no el dinero ni las posesiones, porque su vida terrena y espiritual está marcada por esta pobreza y son bienaventurados porque son felices así, no viven amargados por la envidia ni por la ambición (Ver CC 544. 1723).

En este sentido, los que poseen bienes materiales están también llamados a ser pobres, para que no pongan su corazón en los tesoros que "roe la polilla" (Ver San Mateo 6, 19), sino que pongan su corazón en Dios y utilicen generosamente sus bienes para ayudar a los demás (Ver CC 2443-2449). "La Bienaventuranza de la pobreza proclamada por Jesús no significa en manera alguna que los cristianos puedan desinteresarse de los pobres... Esta miseria es un mal del que, en la medida de lo posible, hay que liberar a los humanos" 26 (Ver CC 2546).

Sólo a los que actúan así se les promete el "Reino de Dios” porque están libres de la carga de los bienes terrenos y de la propia presunción, para poseer el Reino (Ver CC 2603).

"Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra".

Los mansos y los pobres están estrechamente unidos en el Antiguo Testamento, ambos se conforman con la voluntad de Dios y están llenos de confianza en el poder de Dios. Los mansos no oprimen a los otros ni explotan a sus semejantes, ni buscan la venganza, ni la obtención violenta de sus objetivos, no se dejan roer por la ambición y ofrecen a todos la dulzura de su paz por prenda y su respeto por toda forma de vida.

Manso no es el pasivo, ni el falto de compromiso, sino el que se desgasta por los demás, el que con su compromiso es sembrador de paz y armonía entre los hombres y por eso se dice de ellos que "poseerán la tierra", que es también una figura de la herencia celestial.

“Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”.

25 Se puede complementar en CC 1716-1729.26 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar en el Documento Complementario “Sobre Doctrina Social de la Iglesia”.

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Los que lloran son los que presentan a Dios su sufrimiento personal y el estado de confusión y sufrimiento de un mundo en el que no son respetados ni Dios ni su ley, ni los hombres, ni la creación.

El discípulo de Jesús sabe que con su sufrimiento personal “completa en su carne lo que falta a los padecimientos de Cristo”, por eso no se asusta ante el dolor, ni rechaza su cruz. Por esto Dios los consolará ya ahora, pero sobre todo en el final de los tiempos cuando Dios "enjugará toda lágrima de sus ojos" (Apocalipsis 21, 4), (Ver CC 165).

"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados",

El hambre de que habla aquí el Señor, es el hambre del Espíritu y del corazón, el ansia de ser tal como Dios quiere que seamos, y la justicia de esta bienaventuranza es aquella que hace perfecto al hombre ante Dios y le hace dirigir hacia El toda su vida. En este sentido el Evangelio dice que San José, el esposo de María, era un hombre "justo".

Esta bienaventuranza la alcanzarán plenamente en la vida eterna todos los que aquí en la tierra luchan contra todas las formas del mal que oprimen y esclavizan al hombre. Los que trabajan en favor de sus hermanos más necesitados que carecen de lo necesario para vivir con dignidad, como los niños abandonados, los jóvenes desorientados, los indígenas marginados, los campesinos explotados, los obreros mal retribuidos, los ancianos relegados de la sociedad… ( Ver Puebla 32-39).

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"

Misericordiosos son los que no tratan con hostilidad al prójimo, sino que alivian sus necesidades y curan sus heridas (buen samaritano). No juzgan mal, no pagan mal por mal, no condenan al hermano, perdonan a los que les hacen injusticias, se compadecen, hacen suyo el dolor de los otros, son solidarios con todo el que sufre.

Sólo los que obran así pueden esperar confiadamente la misericordia de Dios el día del juicio (Ver CC 2842; Mateo 25,15-30)

"Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios"

Son limpios de corazón, aquellos de quienes procede el bien, los pensamientos de amor y de misericordia con el prójimo, los que apartan de su vida todo aquello que contamina al hombre y que sale del corazón, como "las malas intenciones, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios, injurias"(San Mateo 15, 18), (Ver CC 2518). Son los rectos, los limpios de toda hipocresía, astucia engañosa, mentira, infidelidad…

Sólo el que posea esta limpieza interior gozará de la presencia de Dios en esta vida y lo verá después cara a cara.

"Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios”

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La paz es un bien divino, una prenda de la salvación dada por Cristo a los hombres: "mi paz os dejo, mi paz os doy. La aspiración de todo cristiano debe ser trabajar por esta paz en la que se restablezca la armonía de los hombres entre si y con Dios. Por esto, son pacificadores aquellos que luchan contra toda forma de pecado que es la raíz y origen de toda discordia y división entre los hombres.

Son pacificadores los que trabajan por restablecer la armonía del hombre con la naturaleza, consigo mismos, con los demás y con Dios. Son pacificadores los que reconcilian a los enemistados, apagan los odios, unen a los separados, velan por la paz entre las naciones y trabajan por ella luchando por la justicia.

Ser llamado hijo de Dios, indica una íntima y permanente unión con Dios como el amor personal que hay entre el Padre y el Hijo. Ahora los que trabajan por la paz llevan algo de esta promesa, pero en el tiempo futuro la poseerán en sentido pleno (Ver CC 2305).

"Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos".

La persecución que hace bienaventurados no es una persecución cualquiera, sino la que se padece "por causa de la justicia", de aquella justicia de Dios de la que debemos tener "hambre y sed"; la persecución por obrar el bien, por imitar a Jesús, por ser testimonio de la verdad. Esta justicia desencadena el odio de los malos. Juan Bautista fue encarcelado y murió por su integridad (Ver San Mateo 14, 3-4). El mismo Jesús tuvo que experimentarlo, y deben experimentarlo también sus discípulos (Ver 1 Pedro 3, 17; San Juan 15, 20; San Mateo 5, 11).

Todos los que por causa de esta justicia han sufrido la persecución, el oprobio, serán bienaventurados porque recibirán el Reino de Dios.

APLICACIÓN A LA VIDA

Las bienaventuranzas constituyen el programa de vida para todo cristiano. ¿las conocemos y las comprendemos? ¿Las vivimos con el Espíritu de Jesucristo? ¿Las llevamos a la práctica? ¿Podríamos ser llamados, como seguidores de Cristo, los hombres de las bienaventuranzas?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Después de una lectura atenta del Evangelio de las Bienaventuranzas, reflexionemos, oremos y examinemos delante del Señor cómo va nuestra vida hasta hoy y qué nos exigen las enseñanzas de Jesús para que las Bienaventuranzas sean de verdad nuestro programa de vida.

PARA RECORDAR

43. ¿Qué son las Bienaventuranzas?

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Las bienaventuranzas son el programa de vida que Jesús nos propone a quienes deseamos seguirle de verdad; en ellas Jesús nos proclama el espíritu de pobreza, la actitud de confianza en la providencia de Dios, aún en la persecución. y el empeño por construir un mundo pacifico.

44. ¿Cómo están presentadas las Bienaventuranzas en el Evangelio según San Mateo y en el de San Lucas?

Las Bienaventuranzas según San Mateo son:

"Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierraBienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos".

Las Bienaventuranzas según San Lucas son:

“Felices ustedes los pobres, porque de ustedes es el Reino de los Cielos.Felices ustedes los que ahora tienen hambre, porque serán saciados.Felices ustedes los que lloran, porque reirán.Felices ustedes si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran unos delincuentes a causa del Hijo del Hombre. Alégrense en ese momento y llénense de gozo, porque los espera una recompensa grande en el cielo. Recuerden que de esa manera trataron también a los profetas en tiempos de sus padres” (Lucas 6,21-23)

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"Cuando oréis decid: Padre ,santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano”

(San Lucas 11, 2-3).

MENSAJE 20. JESUCRISTO ORA Y NOS ENSEÑA A ORAR

REFERENCIA A LA VIDA

Nos gusta pensar con cariño en las personas que conocemos y amamos. Y con frecuencia dialogamos con ellas, expresamos nuestros sentimientos, lo que nos alegra, lo que nos entristece, lo que nos ilusiona, lo que pasa en nosotros, lo que pasa en el mundo. Todos estos sentimientos y situaciones del hombre entran a formar parte de un diálogo de amistad y de intimidad con Dios, que es la oración.

De igual manera procedió Jesús, quien vivió en íntima relación con el Padre; toda su vida fue una oración y nos invita para que oremos también así.

MENSAJE

La vida de Jesús fue de continua oración al Padre, desde su venida al mundo (Ver CC 2599)27: "aquí estoy, oh Dios, para hacer tu voluntad" (Hebreos 10, 7), hasta la última palabra sobre la cruz: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (San Lucas 23, 46).

La oración de Jesús demuestra su íntima relación con el Padre: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre" (San Juan 11, 41-42), (Ver CC 2603-2604).

La oración de Jesús es de total entrega al Padre: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a cabo su obra" (San Juan 4, 34).

Jesús ora en todo momento, pero busca sitios y momentos que le ayuden en su diálogo con el Padre (Ver CC 2602):

Lugares alejados: "Se fue al monte para hacer oración" (Ver San Marcos 6, 46; San Lucas 9, 28).

Momentos propicios para la oración: "Muy de mañana se levantó y marchó a un lugar solitario, quedándose allí para hacer oración" (San Marcos 1, 35).

En momentos de dificultad: "Se apartó de ellos como a distancia de un tiro de piedra y con el rostro en tierra rezaba" (San Lucas 22, 41).

En momentos de mucho trabajo: "Muy de mañana se levantó y marchó a un lugar solitario, quedándose allí para hacer oración. Pero Simón y sus compañeros fueron a

27 Se puede complementar en CC 2599-2616.

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buscarlo; y una vez que lo encontraron, le dijeron: todos te andan buscando" (San Marcos 1, 35-37).

Los cristianos, como hemos visto, tenemos la gran alegría de poder llamar a Dios, Padre. Y es el mismo Cristo quien nos enseña a llamar a Dios "Padre Nuestro" y nos invita a orar (Ver Mateo 6,9-13; CC 2607):

Con un corazón recto y lleno de amor al hermano: "Cuando estén orando, perdonen lo que tengan contra otros, para que también su Padre del cielo les perdone sus culpas" (San Marcos 11, 25), (Ver CC 2608).

Con constancia: "Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá" (Ver San Lucas 11, 9; CC 2613).

Con humildad y sin arrogancia: como el publicando del Evangelio de quien Cristo dice: "Este agradó a Dios... Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será ensalzado" (San Lucas 18, 9-14), (Ver CC 2613).

En el nombre de Jesús: "Cualquier cosa que pidan en mi nombre, lo haré" (San Juan 14, 13-14). En mi nombre, es decir, que debemos pedir lo que es verdaderamente bueno para nosotros y que solo Dios conoce y nos lo puede dar (CC 2614).

Para Jesús, su Padre es el Dios del Reino. Es un Dios personal, con quien se puede hablar. Por eso cuando sus discípulos le preguntan cómo han de orar, El les responde: Cuando oren, digan:

“Padre Nuestro que estás en el cielo,Santificado sea tu nombre, venga tu reino,hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo.Danos hoy nuestro pan de cada día,perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofendenno nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal” (San Mateo 6, 9-13)28.

Padre Nuestro que estás en el cielo

Nos dirigimos a Dios como hijos a su padre. Dios es Padre de todos. Nosotros, somos hermanos.

Santificado sea tu nombre

Con estas palabras rogamos a Dios que manifieste su gloria y su poder, que se muestre grande, santo y misericordioso.

Venga tu reino

28 Se puede complementar en CC 2777-2854.

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Es el grito de la esperanza. La Iglesia ha recibido la misión de anunciar e instaurar el Reino de Dios, y mientras va cumpliendo el mandato del Señor espera y ansía con todas sus fuerzas el Reino consumado para unirse con su Rey en la gloria, por eso ora con insistencia: ¡Venga tu Reino!

Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo

Dios quiere siempre nuestro bien. Que cumplamos su voluntad, que es nuestra salvación y la del mundo entero. 'Padre, que no se haga mi voluntad, sino la tuyo...' (San Lucas 22, 42).

Danos hoy nuestro pan de cada día

Pedimos el pan material y el Pan de vida, hoy, cada día y para todos.

Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden

Es necesario perdonar para ser perdonados (San Mateo 18, 35).

No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal

Pedimos que no nos deje caer en la tentación y que nos libre de la influencia que el mal tiene sobre nosotros.

APLICACIÓN A LA VIDA

¿Reservamos diariamente en nuestra vida, un espacio para dedicarlo intensamente a la oración?

¿Nos dejamos transformar por la fuerza innovadora del espiíitu? ¿O nos dejamos llevar por la tentación de vivir como si Dios no existiera, envueltos en la fatiga, el cansancio y las preocupaciones de la vida? ¿La oración es el alimento de nuestra fe?

CELEBRACIÓN DE LA FE

La oración nos ayuda a cultivar nuestra amistad con Dios, nuestro Padre. Este don de ser hijos de Dios hace que nuestra oración sea, sobre todo, una oración de alabanza y de acción de gracias:

"Recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de Nuestro Señor Jesucristo" (Efesios 5, 19-20).

Ahora, después de reflexionar, recitemos con la mayor claridad y conciencia el Padre Nuestro.

PARA RECORDAR

Page 84: Catecismo Basico Para Adultos

45. ¿Qué es orar?

Orar es hablar con Dios como hablamos con un amigo, para expresarle nuestro amor, para agradecerá, alabarlo, pedirle perdón y ayuda en nuestras necesidades.

46. ¿Cómo debemos orar?

Debemos orar en nombre de Jesucristo con humildad, sinceridad, confianza y perseverancia, y haciendo que nuestra oración se convierta en vida.

Page 85: Catecismo Basico Para Adultos

“No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento”

(San Mateo 5, 17).

MENSAJE 21. JESUCRISTO NOS DICE CUAL ES LA LEY DE SU REINO

REFERENCIA A LA VIDA

En un árbol no vemos la savia que sale de la raíz y que sube hasta las hojas más altas. Esa savia que no se ve es la que da vida al árbol: lo mantiene frondoso, le hace producir frutos.

En nuestra vida cristiana existe también esa savia interior: la presencia del Espíritu en nosotros que nos impulsa a vivir según la nueva ley que Cristo quiere para el Reino que él inaugura.

MENSAJE

Esta nueva ley, según San Pablo, es la gracia del Espíritu Santo en nosotros, que nos transforma en hijos de Dios y nos impulsa a actuar de acuerdo con esa nueva naturaleza (Ver CC 1966). Somos hijos de Dios, debemos vivir como hijos de Dios. Al hijo lo primero que se le pide es amor. Por eso la mayor exigencia del Evangelio que constituye el Manda-miento Nuevo, es el amor a Dios y al prójimo, como fruto de esa presencia del Espíritu en nosotros (Ver CC 1970. 1823)29.

Los Evangelios nos cuentan cómo Jesús rechazó abiertamente la actitud de escribas y fariseos, que suplantan el espíritu contenido en la Ley de Moisés por el rigorismo y aferramiento a la letra (Ver CC 577-582): "Para seguir vuestras tradiciones, violáis el mandamiento de Dios" (San Marcos 7, 9). Con palabras y actitudes reafirmó el espíritu nuevo de la ley: El culto a Dios no es excusa para olvidarse de las necesidades del hermano ( Ver San Marcos 3, 1-6).

La Ley del Reino es el amor, y un amor entendido como la entrega generosa, desinteresada, llena de transparentes y nobles sentimientos hacia los hermanos, es el “ágape” por el otro.

Jesucristo pone alma a la ley, dándole su verdadero sentido (Ver CC 1967-1968): "No he venido a destruirla sino a cumplirla". Y la cumple, dando al hombre el Espíritu Santo: “La Ley nueva, -dice Santo Tomás-, es la gracia de ese mismo Espíritu que hace del hombre un ser nuevo". Esta gracia que nos santifica nos va asemejando también a Cristo, nuestro hermano mayor, pues somos hijos del mismo Padre. Si somos hijos, debemos vivir como hijos de Dios, que hemos recibido las primicias de su Espíritu (Ver Romanos 8, 23), para cumplir la ley nueva del amor (Ver GS 22).

Así como el hombre se realiza desarrollando plenamente su ser de hombre, así el cristiano se realiza desarrollando lo mejor que puede su ser cristiano, es decir, viviendo la vida de

29 Se puede complementar en CC 1971-1974.

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gracia en el Espíritu, encaminando su pensamiento y su voluntad a cumplir la voluntad de Dios.

Esta ley interior de la gracia es, pues, el elemento primordial del Reino (CC 1965). Es la gracia lo que justifica y salva, no las normas y preceptos externos, ni siquiera el sólo precepto del amor. Pues sin la ley de la gracia y de la caridad dada con la gracia, inclusive este gran precepto del amor dado por Jesús, quedaría muerto.

APLICACIÓN A LA VIDA

La gran novedad que Jesús nos trae es que la Nueva Ley consiste en la presencia de su Espíritu en nosotros. ¿Cómo acogemos y vivimos la Nueva Ley del Espíritu en nosotros?

¿En qué actitudes se refleja que nos estamos dejando guiar por la Ley del Espíritu?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Demos gracias a Dios que nos ha llamado, en Cristo, por el Espíritu, a la vida divina, no sólo a los que ya somos cristianos, sino a quienes no lo son, pues su gracia obra de modo invisible en todos los hombres de buena voluntad.

Gracias, Señor Nuestro Jesucristo, que con tu muerte destruiste nuestra muerte y nos diste la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: ¡Abba! ¡Padre! (Ver GS 22).

PARA RECORDAR

47. ¿Cuál es la nueva condición que Jesús da a los que le siguen?

La nueva condición que Jesús da a los que le siguen es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo. Tienen por ley el nuevo mandato de amar como Cristo nos amó. Y tienen como fin el extender el Reino de Dios (LG 9).

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“Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (San Mateo 19, 17).

MENSAJE 22. JESUCRISTO Y LOS MANDAMIENTOS

REFERENCIA A LA VIDA

La vida en sociedad exige pautas de comportamiento que permiten vivir la libertad, respetando la de los demás y colaborando en una ayuda solidaria y mutua.

MENSAJE

Hemos visto en los mensajes anteriores, cómo Cristo nos dio las bienaventuranzas; cómo la ley fundamental del Reino de Dios es la ley del Espíritu que debe animarlo todo. Jesús se refirió igualmente a los mandamientos de la antigua ley para que los vivamos en el sentido nuevo del amor, en el Espíritu (Ver CC 2054)30.

La voluntad de Dios, expresada en ellos, no es, pues, una exigencia que sobrepasa las fuerzas y la libertad del hombre, sino la aceptación gozosa del camino que nos ha propuesto y que suscita en nosotros respuestas de amor a Dios y al prójimo (Ver CC 2074).

Para entrar en la vida eterna Cristo nos pide la "guarda de los mandamientos" (Ver San Mateo 19, 17; CC 2052). Este cumplimiento de los mandamientos no lleva a la esclavitud, sino a la libertad de los hijos de Dios, cuando se guardan en el seguimiento de Cristo (Ver San Marcos 10, 21; CC 2053).

Los mandamientos de la Ley de Dios son diez:

1. Amar a Dios sobre todas las cosas.2. No jurar su Santo Nombre en vano.3. Santificar las fiestas.4. Honrar a padre y madre.5. No matar.6. No cometer adulterio ni impurezas.7. No robar.8. No levantar falso testimonio ni mentir.9. No desear la mujer del prójimo.10.No desear los bienes ajenos.

Los tres primeros nos invitan a responder a Dios con amor, y los otros siete, a responder al hombre también con amor (Ver CC 2067. 2069). Pues no se puede amar a Dios sin amar al hombre: "El que no ama a su hermano, a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ve?" (1 San Juan 4, 20).

30 Se puede profundizar en CC 2052-2550.

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Amar a Dios sobre todas las cosas (Ver CC 2083-2132)

“Yo el Señor, soy tu Dios, que te he sacado del país de Egipto, de la casa de servidumbre. No habrá para ti otros dioses delante de mi…” (Exodo 20,2).

“Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a él darás culto” (Mateo 4,10).

Es el primer mandamiento. Y es también el mayor de todos (Ver San Mateo 22, 38). Nos lleva a respetar y amar a Dios, como a nuestro Creador y Señor. Es un amor filial que supera todo temor y del cual nada ni nadie puede separarnos (Ver Romanos 8, 35-39).

La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con Dios, y puede decirse que el hombre vive en la plenitud de la verdad, cuando reconoce libremente el amor a Dios y se confía por entero a su Creador (Ver GS 19).

Muchos son los que hoy en día se desentienden de Dios y de la religión, o, aún sin llegar a negarlo, admiten con su vida actitudes que son formas comunes de falta de amor a Dios.

Algunas de estas actitudes o actos contra el primer mandamiento son: la blasfemia o insulto a Dios; el sacrilegio o profanación de lo sagrado; la simonía o comercio con lo sagrado; la idolatría o culto tributado a dioses falsos, al demonio o a otras criaturas; la superstición, con sus dos formas principales: la adivinación y la magia; el espiritismo que evoca los muertos para conocer el porvenir; la astrología supersticiosa; horóscopos; interpretaciones de sueños… (Ver CC 2120-2128).

Son todas estas formas o expresiones de alejamiento de Dios, y de ponerse al servicio de fuerzas impersonales o, lo que es peor, al servicio del demonio.

No jurar su Santo Nombre en vano (Ver CC 2142-2159)

“No tomarás en falso el nombre de tu Dios” (Exodo 20,7).

“Se dijo a los antepasados: ‘No perjurarás’… Pues yo os digo que no juréis en modo alguno” (Mateo 5,33-34).

El segundo mandamiento nos enseña que el nombre de Dios es Santo. El nombre de Dios en la Biblia designa a Dios mismo (Ver Exodo 23, 21), o la gloria de Dios ( Ver Malaquías 1, 11).

Jurar en nombre de Dios significa que Dios o la Gloria de Dios vienen a ser como la firma o ratificación de la palabra que damos, o sea que ponemos a Dios por testigo de nuestra veracidad o como fiador de la obligación de cumplir lo prometido.

El segundo mandamiento de la ley de Dios, nos prohibe jurar en vano en el Santo Nombre de Dios. Los actos más comunes contra este mandamiento son: poner a Dios por testigo a cada momento por cosas sin importancia, quebrantar los juramentos en cosas importantes,

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poner a Dios por testigo de la mentira, o jurar sin intención de cumplir, no cumplir los votos o promesas que se hacen a Dios para agradecer sus beneficios.

Santificar las fiestas (Ver CC 2168-2188)

“Recuerda el día sábado para santificarlo, seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es el día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo” (Exodo 20,8-10).

“El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del Hombre también es Señor del sábado” (Marcos 2,27-28).

Para los cristianos la fiesta primordial es el domingo. Este es el día de descanso y de encuentro más íntimo con la familia, sirve para reparar las fuerzas, de la alegría y el gozo. El día de alabar a Dios, de agradecerle sus dones y pedirle su gracia. En este día la Iglesia, por una tradición apostólica, celebra el Misterio Pascual del Señor, nos reunimos para la celebración Eucarística y para expresar y celebrar nuestra fe de manera personal y comunitaria, para escuchar la Palabra de Dios y participar en la Eucaristía. Además, el domingo es el día de alegría y de liberación del trabajo (SC106)31.

Fuera del domingo, la Santa Madre Iglesia celebra en días determinados del año, algunos misterios del Señor, de la Santísima Virgen o de los Santos, y propone a los fieles su celebración como un precepto sagrado.

Honrar a Padre y Madre (Ver CC 2196- 2246)

“Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días, sobre la tierra que el Señor tu Dios te va a dar” (Exodo 20,12).

“Vivía sujeto a ellos (sus padres)” (Lucas 2,52. Ver Mateo 7,8-13).

El cuarto mandamiento se refiere a los deberes de los hijos para con sus padres. Los padres encarnan la autoridad de Dios, y, según la Biblia, el hijo que honra y respeta a sus padres, recibe una abundante bendición de Dios, así como recibirá la maldición quien no los honra (Ver Eclesiástico 3, 4-16).

Estos deberes se pueden resumir así:

Respeto y reverencia, por la que se reconoce la autoridad de los padres, como representantes de Dios.

La obediencia, por la cual se acepta el orden establecido por Dios y se acata la autoridad.

31 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar en el Documento Complementario “La liturgia en la vida del cristiano”.

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Amor y Gratitud: el amor hacia los padres deber ser agradecido, ya que de ellos recibimos el don más precioso en el orden natural, que es la vida.

Pecan contra este mandamiento: Los hijos que injurian, desprecian o maltratan a sus padres y los que se avergüenzan de ellos, los hijos rebeldes y altaneros y los que escapan de su autoridad antes de tiempo, los que desobedecen las órdenes y consejos de los padres, cuando éstos se hacen en orden a la formación y educación humana y cristiana, pecan contra el amor debido a sus padres, los hijos que los odian o los hacen sufrir con su mal comportamiento y los que los abandonan o no les ayudan estando en condiciones de hacerlo, sobre todo si ya son ancianos.

Se asimilan a las relaciones entre padres e hijos, las relaciones entre los maestros y educadores y los educandos, ya que los maestros son representantes de los padres de familia.

No matar (Ver CC 2258-2317):

“No matarás” (Exodo 20,13).

“Habéis oído que se dijo a los antepasados: ‘No matarás’; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal” (Mateo 5,21-22).

En el quinto mandamiento Dios nos recuerda que Él es el único dueño de la vida. Nos invita a cuidarla, respetarla, conservarla y defenderla en nosotros y en los demás. Así, van en contra de la vida, el suicidio, el homicidio, el aborto, la eutanasia. Igualmente faltamos a este mandamiento cuando hacemos algo contra nuestra salud propia, o ajena, o mutilamos las facultades de nuestro cuerpo. Flagelos de la sociedad actual que van contra este mandamiento son el alcoholismo y la drogadicción.

La situación de violencia y de constantes atropellos contra la vida hace que hoy sea más necesario recuperar el valor de la vida, defenderla, protegerla y resguardarla con todas nuestras fuerzas.

No cometer adulterio ni impurezas (Ver CC 2331-2391)

“No cometerás adulterio” (Exodo 20,14).

“Habéis oído que se dijo: ‘No cometerás adulterio’. Pues yo os digo: todo el que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5,27-28).

El sexto mandamiento nos pide a todos un profundo respeto por nuestro cuerpo y por nuestra vida sexual, guardando la castidad propia de nuestro estado' como hijos que somos de Dios.

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Es preciso tener una esmerada educación sexual, para no considerar el sexo como algo malo en si, ni como algo aparte o diferente de la vida humana. Todo ser humano es sexuado, por eso es necesario llevar una vida sexual de acuerdo con el Evangelio.

El trato sexual extramatrimonial y prematrimonial, debe considerarse como abuso grave. El erotismo y la pornografía como formas de explotar el sexo, conducen al desorden y perversión moral. El adulterio es un pecado gravísimo contra la castidad, la fidelidad, la justicia y la caridad, y atenta contra el sacramento del matrimonio. Entre las desviaciones sexuales más comunes y graves figura la homosexualidad, cuando proviene de culpas personales o indebida educación, y la masturbación que es una búsqueda egoísta del placer.

No robar (Ver CC 2401-2449)

“No robarás” (Exodo 20,15. Mateo 19,18).

El séptimo mandamiento nos obliga a ser justos siempre: a trabajar honradamente, a respetar la propiedad ajena, a reparar los males que hayamos hecho a otros, a pagar los salarios justos, a cumplir los deberes de justicia social y a dar a cada uno lo que en justicia le corresponde (Ver San Mateo 22, 21). Así, el hurto, el engaño, el soborno, la usura en los préstamos, el acaparamiento injusto de los bienes materiales, la avaricia, son pecados contra este mandamiento.

No levantar falsos testimonios ni mentir (Ver CC 2464-2503)

“No darás testimonio falso contra tu prójimo” (Exodo 20,6).

Se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al Señor tus juramentos” (Mateo 5,33).

En el octavo mandamiento Dios nos pide decir siempre la verdad. Buscarla, defenderla, propagarla. Además, respetar también la buena fama de las personas porque es uno de los fundamentos de la dignidad humana.

Deben estar al servicio del bien y de la verdad los medios de comunicación social y los que trabajan en la educación y la enseñanza en todos sus niveles, también cada uno de nosotros hablando lo verdadero y justo, siempre ser amigos de la verdad.

No desear la mujer del prójimo (Ver CC 2514-2527):

“No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo… ni nada que sea de tu prójimo” (Exodo 20,17).

“El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5,28).

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El noveno mandamiento tiene un sentido profundo de respeto a la unidad, a la estabilidad y a la indisolubilidad del matrimonio. Lo exige la justicia y lo inspira el respeto y la felicidad de la familia, que no debe ser jamás destruida por culpa de otros.

La virtud de la castidad en el matrimonio, no se limita a evitar las faltas externas, sino que marca toda la personalidad en su comportamiento, tanto interior como exterior. Ella debe hacer puro el corazón del hombre, según la palabra de Cristo: "Habéis oído que fue dicho: no adulterarás. Pero yo os digo que todo el que mira a una mujer deseándola, ya adulteró con ella en su corazón"(San Mateo 5, 28).

No desear los bienes ajenos (Ver CC 2534-2550)

“No codiciarás… nada que sea de tu prójimo” (Exodo 20,17). “No desearás su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo” (Deuteronomio 5,21).

“Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mateo 6,21).

El décimo mandamiento quiere liberarnos de la codicia esto es, de ese afán desmedido por el dinero y otras cosas que esclavizan al hombre y lo arrastran a cometer toda clase de injusticias con sus hermanos, como la injusta retención de lo que se ha pedido en préstamo, el uso indebido de los fondos públicos y el soborno por el cual se obtienen del Estado o de sus empleados privilegios abusivos (corrupción administrativa), el no pagar salarios justos, el no trabajar pero recibir salario u honorario…

APLICACIÓN A LA VIDA

Examinémonos diariamente sobre cómo estamos viviendo los mandamientos que se refieren a Dios y al prójimo.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Interioricemos este mensaje y hagámoslo nuestro, leyendo y meditando Exodo 20,1-26:

"Yo soy el Señor Dios tuyo que te saqué de Egipto. No tendrás otros dioses rivales míos...”.

PARA RECORDAR

48. ¿Cuáles son los Mandamientos de la Ley de Dios?

Los Mandamientos de la Ley de Dios son:

1. Amar a Dios sobre todas las cosas.2. No jurar su Santo Nombre en vano.3. Santificar las fiestas.4. Honrar a padre y madre.

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5. No matar.6. No cometer adulterio ni impurezas.7. No robar.8. No levantar falso testimonio ni mentir.9. No desear la mujer del prójimo.10.No desear los bienes ajenos.

49. Según Jesús. ,¿Cuál es el Mandamiento más importante de la Ley?

Según Jesús, el Mandamiento más importante de la Ley es: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, y con toda tu mente. El segundo semejante a este es: amarás al prójimo como a ti mismo" (San Mateo 22, 37-39).

Page 94: Catecismo Basico Para Adultos

UNIDAD QUINTA

LA PASCUA DE CRISTO: JESUCRISTO MURIOY RESUCITO POR NOSOTROS

OBJ ETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar que el Misterio Pascual de Cristo constituye el centro del mensaje cristiano y el acontecimiento fundamental de nuestra fe.

- Comprobar que Cristo con su Pasión, Muerte y Resurrección gloriosa, realizó con amor la voluntad del Padre, ofreciéndose libremente en el sacrificio de la Cruz por la salvación de todos los hombres.

-Redescubrir que, a la luz del Misterio Pascual de Cristo, la mayor exigencia para el cristiano es dar la vida por amor como Jesús, entregándonos al servicio de nuestros hermanos.

MENSAJES

23. Jesucristo se entregó libremente por nosotros en la Cruz.24. Jesucristo con su Muerte destruyó nuestra muerte y con su Resurrección restauró

nuestra vida.25. Jesucristo por su Pascua, restableció la comunión de los hombres con Dios, entre

sí, y con la creación.26. Jesucristo Resucitado vive entre nosotros.

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"El Padre me ama porque yo mismo doy mi vida. Nadie me la quita sino que la doy voluntariamente"

(San Juan 10, 17-18).

MENSAJE 23. JESUCRISTO SE ENTREGO LIBREMENTE POR NOSOTROS EN LA CRUZ

REFERENCIA A LA VIDA

Entregarse voluntariamente a la muerte, en favor de otros, es propio de personas generosas y valientes. Lo han hecho algunos, a los cuales en la historia los consideramos como héroes. Tenemos casos muy cercanos en este tiempo como el de la Madre Teresa de Calcuta que fue desgastando su vida al servicio de los más necesitados, San Maximiliano María Colbe que entregó su vida para salvar a un padre de familia, en un campo de concentración; y muchos otros que si bien no han entregado su vida en el martirio, sí la han entregado poco a poco en el servicio y el cuidado de los pobres, enfermos y marginados, todo esto por la causa del Evangelio.

Es muy fácil hablar, incluso de nuestro compromiso como cristianos; pero a la hora de la verdad son muy pocos los que de hecho se entregan, corriendo todos los riesgos.

MENSAJE

Jesús, al aceptar en su corazón humano el amor del Padre hacia los hombres, los amó hasta el extremo (Ver Juan 13,1) porque “nadie tiene mayor amor que el que da la vida por sus amigos” (Juan 15,13). Tanto en el sufrimiento como en la muerte, su humanidad se hizo el instrumento libre y perfecto de su amor divino que quiere la salvación de los hombres. En efecto, aceptó libremente su pasión y su muerte por amor a su Padre y a los hombres que el Padre quiere salvar: “Nadie me quita la vida; yo la doy voluntariamente” (Juan 10, 18). (Ver CC 609). A medida que vivía entregaba su vida; su relación con los marginados, los leprosos, pecadores, su compromiso con los más débiles, su exigencia de coherencia en la vida de los poderosos le trajo muchos problemas que le iban minando su vida y finalmente le causarían la muerte. Jesús de Nazareth no solamente se entregó voluntaria y libremente por nosotros hasta la muerte en la cruz, sino que para eso vino al mundo, para dar su vida hasta las últimas consecuencias, en cumplimiento de la voluntad de su Padre32.

El nunca fue demagogo o hablador; todo cuanto decía, era vida en El: "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por los que ama" (San Juan 15, 13). A lo largo de toda su existencia, Jesús fue dando la vida hasta el último acto de amor, asumiendo la voluntad de su Padre: "Se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz" (Filipenses 2, 8).

32 Se puede complementar en CC 599-618.

Page 96: Catecismo Basico Para Adultos

Las promesas hechas por Dios en las Escrituras se realizan gracias a Cristo. Para liberarnos del dominio de la muerte quiso primero hacer suya nuestra condición mortal. Su muerte no fue un accidente, la anunció repetidas veces a sus discípulos: "Y comenzó a insinuarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho... ser entregado a la muerte y resucitar a los tres días" (San Marcos 8, 31). Y se entregó libremente a ella, aunque su naturaleza humana se resistía: "Aparta de Mi este cáliz, pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieras Tú" (San Marcos 14, 36).

El grito de Jesús: "Padre, ¿por qué me has abandonado?" (San Mateo 27, 46), expresa angustia, pero no desesperación; es una oración de súplica, de lamento y de experiencia de soledad ante la muerte, que sólo encuentra su respuesta en Dios. Es una lamentación que termina en una acción de gracias (Salmo 22).

Por eso Jesús celebra su muerte anticipadamente, en la última Cena, en el contexto de acción de gracias, en la que sella la Nueva Alianza con la entrega de su sangre.

El mensaje que Jesús predicó durante toda su vida lo condujo hasta el misterio de su Pasión-Muerte: se le acusó de blasfemo; de hacer alianza con el diablo (Ver San Mateo 12, 24); de quebrantar el precepto sabático por dar primacía al hombre. En el templo causó una gran conmoción; los jefes judíos se preguntaban cómo podrían deshacerse de El; esto desató un proceso decisivo en su condenación por el Sanedrín. Sufrió la suerte de los profetas.

El sufrimiento y la persecución resultados de su fidelidad a Dios y al hombre, son para El la figura humilde y oculta, pero real y fecunda, del Reino de Dios. ( Ver CC 618)

El final de Jesús fue violento; sin embargo, la expresión suya en la cruz "todo está cumplido", es un grito de victoria; el señorío de Dios viene de la humillación y el ocultamiento.

De esta manera, la muerte de Jesús no es solamente la última consecuencia de su actuación valiente, sino un resumen y culmen de su mensaje; es la realización del Reino de Dios por medio de la impotencia humana, pero de la entrega fiel a El que todo lo puede; del amor, en medio del abandono; de la plenitud, en el vacío que El llena; de la vida a través de la muerte que El transforma en vida terrena. Por eso el Padre lo resucitó y le dio el más alto honor sentándolo a su derecha.

A la luz de Cristo descubrimos que el decidirnos por El no produce simple tranquilidad, sino que el seguimiento de Cristo implica lucha, ruptura, sufrimiento y persecución. Es el precio de la llegada del Reino.

APLICACIÓN A LA VIDA

El misterio de la Pasión y Muerte del Señor debe mover en nosotros sentimientos de compasión; pero, sobre todo, ha de llevarnos al deseo sincero de imitarlo, de seguirlo con decisión y valentía, para hacer que el Reino llegue así sea por el camino del sacrificio.

Page 97: Catecismo Basico Para Adultos

Muchos prolongan hoy la Pasión de Cristo por medio de su entrega a la obra del Reino, aún en medio de la persecución y el sufrimiento, y entonces este sufrimiento por la causa de Cristo es redentor.

También hay muchos que no encuentran sentido a su dolor. ¿Qué hacer para que el dolor de tanta gente tenga un valor redentor? ¿Cómo afrontamos la realidad ineludible del dolor?.

CELEBRACIÓN DE FE

Proclamemos el Padre Nuestro, fijándonos especialmente en esta petición:

"Padre, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el Cielo".

Digamos y meditemos también:

" Te adoramos, Cristo y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo”.

PARA RECORDAR

50. ¿Cómo fue la obediencia de Jesús a su Padre?

La obediencia de Jesús a su Padre fue libre y total, hasta la muerte y muerte de cruz.

51 ¿Cómo podremos expresar nuestra obediencia al Padre?

Nuestra obediencia al Padre la podemos expresar cuando en el seguimiento de Cristo, trabajamos por dilatar más y más el Reino de Dios, caminando cumpliendo su voluntad en medio de tentaciones y tribulaciones, hasta que por la cruz lleguemos a la luz que no conoce ocaso.

Page 98: Catecismo Basico Para Adultos

"Yo soy la Resurrección y la vida. El que cree en mi, aunque haya muerto, vivirá" (San Juan 11, 25).

MENSAJE 24. JESUCRISTO CON SU MUERTE DESTRUYO NUESTRA MUERTE Y CON SU RESURRECCION RESTAURO NUESTRA VIDA.

REFERENCIA A LA VIDA

Todos tenemos la experiencia de sentirnos víctimas de nuestros propios desórdenes. Constatamos en nuestra vida que los valores y el respeto a la dignidad humana languidecen y mueren. ¿Por qué?

En el propio comienzo de la historia, a consecuencia del primer pecado, la humanidad se vio sometida a una triple esclavitud: el pecado, la muerte, el demonio.

Hoy nos encontramos en varias situaciones de muerte como la corrupción, la violencia (armada, familiar, etc.), la injusticia, que van matando los valores en los hombres y hacen desaparecer el verdadero sentido de la vida, de todo esto es necesario resucitar para adquirir la nueva vida que el Señor Jesús, con su muerte y resurrección nos ofreció.

MENSAJE

De las ataduras del pecado, muerte y demonio no puede librarse el hombre por sus solas fuerzas. Dios, que lo sabe y que nos ama mucho, quiera salvarnos de ellas por medio de Jesucristo33.

La Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús no fueron acontecimientos puramente humanos, sino realidades que Cristo asumió para dar gloria al Padre y salvar a los hombres. Ya en su instrucción a Nicodemo, Jesús afirma que será levantado en la cruz "para que todo aquel que crea en El no perezca sino que logre la vida eterna" (San Juan 3, 15); en la parábola del Buen Pastor se presenta como el que da la vida libremente por las ovejas para que éstas tengan la vida (Ver San Juan 10, 11-18) y en la institución de la Eucaristía anuncia que su sangre es "derramada por muchos para la remisión de los pecados" (San Mateo 26, 28). (Ver CC 654)

De este poder vivificador que tiene la muerte y la resurrección de Cristo están convencidos los Apóstoles: "No habéis sido rescatados de vuestra vana conducta con oro o plata que son cosas perecederas, sino con la sangre preciosa de Cristo", nos dice San Pedro (1 Pedro 1, 18); San Pablo, por su parte, nos enseña que el Hijo de Dios, revestido de una carne semejante a la del pecado, se hizo víctima por el pecado y así mató el pecado en la carne, para que vivamos según el Espíritu (Ver Romanos 8, 3-4).

33 Se puede complementar en CC 632-655.

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Igual es la profesión unánime de la Iglesia en toda su historia, que el Vaticano II resume diciendo que la obra de la redención humana y de la perfecta glorificación de Dios la realizó Cristo, el Señor "principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión "(Ver SC 5).

De este modo se cumple la afirmación de Jesús "Si el grano de trigo que cae en tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, dará fruto abundante" (San Juan 12, 24). El quiso pasar por esta ley de muerte para darnos vida.

Por el Bautismo, los cristianos somos injertados en el Misterio Pascual y configurados con la muerte de Cristo para vivir con El una nueva vida de resucitados. Si vivimos con el poder del Resucitado entre nosotros, tenemos el deber de luchar entre muchas tribulaciones, contra el pecado y el demonio, hasta triunfar definitivamente sobre ellos, cuando lleguemos a la resurrección. Hemos de morir a todo cuanto nos impida vivir como hijos de Dios y colaborar para que los demás tengan una vida plenamente humana, a fin de que, por la fuerza del Espíritu Santo, seamos todos los adoradores que busca el Padre.

Tarea nuestra con la fuerza de la resurrección en nuestra vida es "completar en nosotros lo que falta a la pasión de Cristo", poniendo nuestra vida al servicio de su Reino y ayudando a dar sentido al sufrimiento. Para que su Muerte y Resurrección sean hoy efectivas, debemos trabajar con El para pasar de situaciones menos humanas que nos esclavizan, a situaciones más humanas: de libertad, de justicia, de amor, de comunión y participación, hasta alcanzar la plenitud. "Cristo, por medio de su Cruz y Resurrección, ha realizado nuestra redención que es la liberación en su sentido más profundo, ya que ésta nos ha liberado del mal más radical, es decir, del pecado y del poder de la muerte. La resurrección es el fundamento de la gozosa esperanza de la que la comunidad cristiana saca su fuerza para actuar resuelta y eficazmente al servicio del amor, de la justicia y de la paz.

APLICACIÓN A LA VIDA

En nuestra celebración de la fe por medio de la liturgia existen unos momentos muy importantes que nos ayudan a reflexionar sobre el verdadero sentido de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, y de la manera como nosotros podemos y debemos participar de este misterio de salvación. La Semana Santa es uno de los momentos más propicios para darnos cuenta, a través de las celebraciones que en ella se realizan, de la importancia que tiene para nosotros el asumir en nuestra propia carne los dolores y sufrimientos de Cristo.

El Sacramento de la Penitencia, es otra de las celebraciones especiales que nos acerca cada vez más al Señor para recibir de El la misericordia, el perdón, y la fortaleza para continuar nuestro camino hacia la salvación

¿Qué ataduras de muerte debemos vencer con Cristo esta semana? ¿En nosotros mismos? ¿En la familia? ¿En nuestro pueblo, barrio o vereda?. ¿Qué podemos hacer para pasar de situaciones menos humanas a otras más humanas como: la solidaridad, la ayuda, el servicio, la amistad, la ayuda, la colaboración, la justicia, la igualdad?

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CELEBRACIÓN DE LA FE

Preparémonos para la Eucaristía del domingo que es la celebración de la Pascua de Cristo y nuestra Pascua, ofreciendo nuestros trabajos y sufrimientos, nuestras alegrías y éxitos. Ahora, meditemos con la liturgia en este Prefacio de alabanza:

"En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, glorificarte siempre Señor; pero, más que nunca en este día en que Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado.Porque El es el verdadero Cordero que quitó el pecado del mundo; muriendo destruyó nuestra muerte y resucitando restauró la vida. (Prefacio Pascual 1).

PARA RECORDAR

52. ¿Qué es la Pascua de Cristo?

La Pascua de Cristo es el Misterio de su Pasión, Muerte y Resurrección.

53.¿Cómo podremos participar en la Pascua de Cristo?

Podemos participar en la Pascua de Cristo luchando por liberarnos del pecado y sus consecuencias, y participando de los sacramentos, especialmente de la Penitencia y de la Eucaristía, que nos hacen presente este Misterio de Muerte y de Vida.

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“Así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de un solo

todos serán constituidos justos” (Romanos 5, 19).

MENSAJE 25. JESUCRISTO, POR SU PASCUA, RESTABLECIO LA COMUNION DE LOS HOMBRES CON DIOS, ENTRE SI, Y CON LA CREACION

REFERENCIA A LA VIDA

"El hombre es un lobo para el hombre", comenta el filósofo Tomas Hobbes al ver cómo los hombres nos "devoramos" unos a otros. Hasta en la propia familia se ven pleitos y divisiones. Y a través de toda la historia humana vemos cómo los pueblos se hacen rivales unos de otros. De esa manera no podemos vivir nuestra vocación fundamental de ser personas libres y felices.

MENSAJE

Esta falta de unión que nos hiere y nos oprime está muy bien expresada en la Sagrada Biblia: El hombre está roto en su interior, se avergüenza de si mismo al ver que no hace el bien que quiere y que hace el mal que no quiere (Ver Romanos 7, 15; Génesis 3, 10-1 1).

El hombre, con su actitud de pecado, rompe sus relaciones de amistad con Dios, se separa de sus hermanos, sin poder entenderse con ellos (Ver Génesis 4, 5-8) y destruye también la misma naturaleza y ésta se le vuelve hostil (Ver Génesis 3, 17-18).

Pero el origen de todos los males personales y sociales, parte de la ruptura del hombre en sus relaciones con Dios, al negarlo, o al vivir como si Dios no existiera.

La Sagrada Escritura nos enseña que la creación entera es obra de Dios. Todo fue creado por la Omnipotente Palabra de Dios y el hombre fue colocado en medio de la creación para que dominara sobre ella, utilizándola rectamente en su servicio, conservándola, cuidándola, respetándola, desentrañando sus misterios y perfeccionándola34.

Pero el pecado introdujo también un profundo desorden en las relaciones del hombre con la creación que lo ha llevado a la mala utilización, al abuso de los recursos naturales o la destrucción del ambiente y a la injusta distribución de los bienes materiales.

Hoy se están sintiendo, con particular fuerza, las consecuencias del abuso que ha hecho el hombre de la creación hasta tal punto que estamos palpando la terrible posibilidad de la autodestrucción de la especie humana y de hacer inhabitable el planeta.

34 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar en el Documento Complementario “El sufrimiento de la tierra, mensaje ecologista”.

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Los cristianos sabemos que el mundo debe ser transformado y redimido en Cristo y por lo tanto desde la fe debemos trabajar por eliminar todo aquello que daña, degrada o destruye la creación: "La ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios" ( Romanos 8, 19).

Podemos afirmar entonces que todo lo antiecológico, tiene una connotación moral de pecado, porque se opone a la obra salvadora de Cristo.

Jesús buscó la unidad de todos los hombres y entregó su vida en esta tarea: se entristecía porque andaban dispersos, como ovejas sin pastor; reconciliaba por el amor y el perdón a los hombres entre si y a éstos con su Padre; y, en fin, oró insistentemente por la unidad (Ver San Juan 17).

San Pablo hace un paralelo entre Adán y Cristo; Adán, cabeza y representación de la humanidad, con su desobediencia trajo la ruptura de las relaciones de todos los hombres con Dios. Cristo, nueva Cabeza de la humanidad, con su obediencia hasta la muerte y con su Resurrección, nos pone en paz y nos reconcilia con el Padre: "En efecto, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán constituidos justos" (Romanos 5, 19).

El Señor Jesús, quien llegó a la plenitud de esta comunión con Dios, nos enseña que la plenitud de la comunión de los hombres con Dios, entre si y con la creación, no llega a su total realización sino más allá de esta vida terrena, pero los que creemos en El y tenemos su Espíritu, vivimos buscando siempre nuestra unidad como personas, la unidad familiar, la unidad en el trabajo, en las propuestas políticas, en los planes de desarrollo. Esta plena comunión no la alcanzaremos los hombres sino en la medida de nuestra unión con Cristo y de nuestra participación en la totalidad de su Misterio Pascual (Ver CC 645-646).

Es a partir de la unión con Dios que manará el amor que nos reconcilia con los hermanos, mediante el perdón mutuo y la lucha por lograr que se respeten la dignidad y los derechos humanos en una organización justa, con participación de todos en los bienes de este mundo.

Procediendo así, vamos preparando y realizando la plenitud de comunión que nos señala San Pablo: "Todo es de ustedes, ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios" (1 Corintios 3, 22-23).

APLICACIÓN A LA VIDA

Examinemos qué cosas nos separan de Dios, de nuestros hermanos, y de la creación, y veamos cómo podemos llegar a unas relaciones más profundas de amor y unidad.

Busquemos elementos prácticos de reconciliación que nos den la paz con Dios, con los hermanos y con la creación. Aprovechemos de una manera más responsable y con mayor alegría la celebración del Domingo como conmemoración del día del Señor, prolongándola durante toda la semana, para que vivamos en armonía con Dios y con nuestros hermanos y de esta manera mostremos verdaderos signos de resurrección.

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CELEBRACIÓN DE LA FE

Valiéndonos de la oración de San Francisco de Asís, interioricemos el mensaje recibido.

"¡Señor, hazme un instrumento de tu paz! Haz que donde haya odio, siembre yo amor. Donde haya injuria, perdón; donde haya duda, fe; donde haya desaliento, esperanza; donde haya sombras, luz; donde haya tristezas, alegría. ¡Oh, Divino Maestro! concédeme que no busque ser consolado sino consolar; que no busque ser comprendido, sino comprender; que no busque ser amado, sino amar; porque dando, de Ti recibimos; perdonando, Tú nos perdonas; y muriendo en Ti, naceremos a la vida eterna”.

PARA RECORDAR

54. ¿Qué alcanzó Cristo con su Muerte, Resurrección y Ascensión?

Cristo con su Muerte, Resurrección y Ascensión, reunió a todos los hijos de Dios que estaban dispersos (Ver San Juan 11, 52), liberándolos de la esclavitud del pecado y de sus consecuencias.

55. ¿En qué forma podemos contribuir a la realización de la comunión total anhelada por Cristo?

Podemos contribuir a la realización de la comunión total anhelada por Cristo, viviendo en una permanente unidad con Dios, con los hombres nuestros hermanos, y con la misma creación a la manera de Jesús.

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"Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo " (San Mateo 28, 20).

MENSAJE 26. JESUCRISTO RESUCITADO VIVE ENTRE NOSOTROS

REFERENCIA A LA VIDA

Hay personas que llegan a influir tanto en la vida de los demás que, cuando desaparecen, sigue vivo su recuerdo y hasta se sienten como presentes en la propia vida. Es el caso de nuestros padres o de aquellos a quienes amamos y de quienes tanto hemos recibido. El caso del libertador de un país o del fundador de una comunidad religiosa.

Para todos los que creemos en Jesucristo, Hijo único de Dios hecho hombre, su presencia con nosotros es todavía más viva, más fuerte y real que la de cualquier otro ser humano a través de la historia. ¿Por qué?

MENSAJE

Dios se encarnó y se hizo hombre en Jesucristo, entrando así en nuestra historia y llenando con su presencia toda la creación. A Jesús, Hijo de Dios encarnado, se le llama con toda razón: "Emmanuel", es decir: "Dios con nosotros".

Por medio del Misterio Pascual de su Muerte y Resurrección, venció la muerte, nos dio nueva vida y prolonga su presencia de resucitado en medio de nosotros vivificándonos por la acción de su Espíritu ( Ver CC 655)

Antes de Jesús ascender35 a los cielos, dijo: "Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (San Mateo 28, 20), y esta promesa la cumple Jesús haciéndose presente de diversas maneras:

o Está presente en el cielo, donde "está sentado a la derecha del Padre, para interceder por nosotros".

o Está presente en la Iglesia, también de diversas maneras: El modo de presencia más excelente de Cristo en su Iglesia, es en el Sacrificio Eucarístico (la Santa Misa) y en las especies eucarísticas, donde está realmente presente con su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.

o Está presente en la acción litúrgica de la Iglesia hay también diversos modos de presencia de Jesús: está presente con su virtud en los sacramentos, está presente en la persona del ministro, especialmente el ministro de la Eucaristía (que actúa "in persona Christi" –en la persona de Cristo-); está presente en la Palabra, cuando se lee la Sagrada Escritura en el templo o lugar sagrado; y está presente en la asamblea reunida en

35 Se puede complementar en CC 659-664.

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oración: el mismo Jesús prometió: "donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (San Mateo 18, 20).

o Jesucristo está presente en lo más íntimo de nuestro ser por la gracia santificante: "Al que me ama, mi Padre le amará y vendremos a él y haremos morada en él". "Si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Apocalipsis 3, 20).

o Está presente también en el prójimo. Jesús quiere que lo reconozcamos en todo ser humano, sobre todo en los más necesitados. El mismo dijo: "Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mi me lo hicisteis" (San Mateo 25, 40).

Un signo palpable de la presencia viva de Jesús, es la comunidad cristiana que vive unida en la oración, en el amor, el servicio y que da muestras concretas de solidaridad. Cuando los demás vean que así vivimos los cristianos, creerán que realmente Jesús continúa vivo entre nosotros.

APLICACIÓN A LA VIDA

Después de su resurrección Jesús envió a los discípulos a predicar el Evangelio por todos los confines de la tierra, esta misión se extendió a todos los miembros de la Iglesia, por esto estamos comprometidos en anunciar a Cristo resucitado, para que todos lo conozcan y lo amen, y juntos podamos construir el Reino de Dios.

La solidaridad, el perdón, la comprensión, el servicio, la entrega a los más necesitados son actitudes concretas que van reflejando la resurrección de Cristo en nosotros; actitudes que debemos cultivar para que cada día crezcan más en nosotros y sus frutos alimenten la vida de nuestros hermanos.

¿De qué manera hacemos creíble para los demás que Jesús está vivo entre nosotros?¿Nuestra participación en la Eucaristía, es un testimonio de nuestro encuentro personal y comunitario con Cristo Salvador?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Pongámonos en la presencia de Dios y tratemos de reconocerlo al interior de nosotros mismos, en cada persona, en la Iglesia, en todos los acontecimientos de nuestra vida y de nuestra historia. Recitemos este Prefacio Dominical VI:

"En Ti vivimos, nos movemos y existimos; y, todavía peregrinos en este mundo, no sólo experimentamos las pruebas cotidianas de tu amor, sino que poseemos ya en prenda la vida futura; pues, esperamos gozar de la Pascua, porque tenemos las primicias del Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos".

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PARA RECORDAR

56. ¿En dónde podemos descubrir la presencia del Señor Resucitado?

El Señor Resucitado está presente en el cielo donde está sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros.

Está presente en su Iglesia, en la acción litúrgica: en los sacramentos y en su Palabra, pero sobre todo en las especies Eucarísticas donde está realmente presente con su Cuerpo y Sangre.

Está presente dentro de nosotros por la gracia santificante. Está presente en la persona del prójimo, especialmente en los más necesitados.

57. ¿Con qué palabras nos asegura Jesús su presencia entre nosotros?

Jesús asegura su presencia entre nosotros cuando dice: “Yo estaré siempre con vosotros hasta el fin del mundo” (San Mateo 28, 20).

“. . .Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos” (San Mateo 18, 20).

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UNIDAD SEXTA

JESUCRISTO NOS ANUNCIA Y NOS ENVIA AL ESPIRITU SANTO

OBJETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar que el Espíritu Santo es Dios y que fue dado por Cristo a su Iglesia para que todos los hombres puedan llegar a ser "hombres nuevos".

- Comprobar que la presencia y la acción del Espíritu Santo en la vida de Jesús y en la de todos los que le siguen, es una realidad que vivifica, transforma y renueva toda la persona.

- Redescubrir cómo, quien es templo del Espíritu Santo, está llamado a llevar una vida moral según la ley y los dones del Espíritu.

MENSAJES

27. El Espíritu Santo presente en la vida de Jesús28. Jesucristo nos revela quién es el Espíritu Santo29. Jesucristo nos envía al Espíritu Santo30. El Espíritu Santo nos da sus dones.31. El Espíritu Santo produce en nosotros frutos de vida y santidad.32. El Espíritu Santo y la vida cristiana.33. La vida cristiana: una vida virtuosa.34. Las virtudes: dones de Dios.

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"El Espíritu del Señor está sobre mi porque me ha ungido" (San Lucas 4, 18).

MENSAJE 27. EL ESPÍRITU SANTO PRESENTE EN LA VIDA DE JESUS

REFERENCIA A LA VIDA

La sociedad moderna en que vivimos el culto y cuidado incluso exagerado que se brinda al cuerpo, los reinados de belleza, las dietas, las modas, los procedimientos médicos para tener cada día un cuerpo más aceptable según los parámetros de la moda socialmente hablando. Al parecer cada día nos olvidamos que este cuerpo está animado por un espíritu que le da vida, de que somos la unidad de cuerpo y espíritu y descuidamos mucho este último.

Así como sucede en la vida cotidiana del hombre, a veces sucede igual en la vida de fe y nos olvidamos del Espíritu Santo, de su importancia y de la ayuda que da a la vida del creyente.

MENSAJE

La tercera Persona de la Santísima Trinidad se llama "Espíritu Santo"; y es Dios como el Padre y el Hijo. Y en aquel que lo recibe, produce vida, vida divina.

Creer en el Espíritu Santo es, profesar que el Espíritu santo es una de las personas de la Santísima Trinidad, consubstancial al Padre y al Hijo, “que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria”. Por eso se ha hablado del misterio divino del Espíritu Santo en la Economía de la Salvación.

El Espíritu Santo actúa con el Padre y el Hijo desde el comienzo del designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la encarnación redentora del Hijo, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. Entonces, este Designio Divino, que se consuma en Cristo “primogénito” y Cabeza de la nueva creación, se realiza en la humanidad por el Espíritu que nos es dado: la Iglesia, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, la vida eterna. (Ver CC. 685-686)36.

Muchas personas del Antiguo Testamento invadidas por el Espíritu de Dios, llevaron con su palabra orientación, esperanza, vida al pueblo de Israel.

En Jesús la acción del Espíritu se manifiesta desde el momento de la concepción: con su sombra cubrió a la Virgen María para que, lo que de ella naciera, fuera Santo y se llamará Hijo de Dios (Ver San Lucas 1, 35).

36 Se puede complementar con CC. 683-747).

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Después del bautismo, Jesús recibe la unción del Espíritu Santo para poder cumplir su tarea mesiánica (Ver Hechos 10, 38), mientras una voz del cielo lo declaraba Hijo en el cual el Padre tiene sus complacencias (Ver San Marcos 1, 11).

A partir de entonces, Jesús es especialmente "conducido por el Espíritu" (Ver San Lucas 4, 1). Y "cuando tomó la palabra en la sinagoga, abriendo el libro de Isaías encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mi, por cuanto me ha ungido", y después de haber leído este fragmento dijo a los presentes: Esta escritura que acabáis de oír se ha cumplido hoy” (Lucas 4,16-19). De este modo confesó y proclamó ser el ungido por el Padre, ser el Mesías, es decir, Cristo, en quien mora el Espíritu Santo ( Ver DetV 18). Toda la actividad de Jesús se desarrolla bajo la presencia viva del Espíritu Santo: inicia la Evangelización a los pobres (San Lucas 4, 18), realiza milagros, y expulsa demonios (Ver Mateo 12, 28).

Pero, sobre todo, es en el misterio Pascual de la muerte y resurrección de Cristo, donde aparece la acción del Espíritu Santo con toda su fuerza y esplendor.

En la carta a los Hebreos se dice que Cristo, en su muerte en la Cruz, se ofrecía a Dios como hostia inmaculada, por el Espíritu Santo (Ver Hebreos 9, 14).

En el Evangelio de San Juan, la pasión y muerte del Señor, tienen el significado de exaltación y glorificación, por esto, el momento de la muerte de Cristo, es el momento de la comunicación o entrega del Espíritu Santo a la Iglesia: "Inclinando la Cabeza, entregó el Espíritu" (San Juan 19, 30).

Desde el momento de la muerte de Jesús, es decir, el momento en que Jesús es glorificado, corren torrentes de agua viva de su interior que se comunican a los que creen en Él (Ver San Juan 7, 39).

Esta maravillosa realidad es ratificada por otro pasaje de San Juan: "Uno de los soldados le atravesó con su lanza el costado, y al instante salió sangre y agua" (San Juan 19, 34). Este hecho tiene un profundo significado salvífico: el agua y la sangre son signos de los sacramentos de la Iglesia: Bautismo y Eucaristía, o sea de la vida comunicada a la Iglesia por el Espíritu.

San Agustín ve aquí el nacimiento de la Iglesia y dice: "Del costado de Cristo dormido en la Cruz, nació el sacramento admirable de la Iglesia entera".

APLICACIÓN A LA VIDA

El Espíritu Santo es el que infunde en nosotros el sentido comunitario, es más, el Espíritu Santo es comunidad, es necesario hoy tener en cuenta que la Iglesia es comunidad de creyentes, somos el Nuevo Pueblo de Dios, revisemos si en nuestros distintos ambientes formamos verdaderas comunidades o ¿qué estamos haciendo con y por los demás?.

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El Espíritu Santo vive en cada uno de nosotros desde el autismo y de una manera especial, desde la confirmación. Somos templo donde El vive. ¿Nos respetamos? ¿Nos dejamos animar por Él?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Contemplemos a Jesús que se deja guiar por el Espíritu en su vida. Agradezcámosle por su testimonio de fidelidad al Espíritu y al Padre, en el ejercicio de su misión.

Demos gracias también al Espíritu por su obra de renovar la vida en nosotros, en la creación, en la historia e invoquémoslo con fe, diciendo:

"Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor".

PARA RECORDAR

58. ¿En qué momentos de la vida de Jesús se manifestó el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo, porque es Dios, es inseparable del Hijo, que se hizo hombre en Jesús de Nazareth. Así, el Espíritu Santo manifestó su poder en Jesús, especialmente en la Encarnación, en su Bautismo y en su Resurrección.

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"Cuando venga el Paráclito, que Yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de la Verdad, que procede del Padre.

El dará testimonio de mi" (San Juan 15, 26).

MENSAJE 28. JESUCRISTO NOS REVELA QUIEN ES EL ESPÍRITU SANTO

REFERENCIA A LA VIDA

Un elemento de la naturaleza que nos brinda ayuda para una buena reflexión es el agua. Esta es un elemento común a todos los seres humanos, el agua es la misma en cualquier lugar, es decir, nos unifica, es común. El agua es vida: es fertilidad, es energía, sirve para purificar. Igualmente podemos decir sobre el Espíritu Santo, que es común a todos y que nos santifica.

MENSAJE

Desde el comienzo hasta la consumación de los tiempos, cuando Dios envía a su Hijo, envía siempre a su Espíritu: la misión de ambos es conjunta e inseparable.

En la plenitud de los tiempos, el Espíritu Santo realiza en María la preparación para la venida de Cristo al Pueblo de Dios. Mediante la acción del Espíritu Santo en ella, el Padre da al mundo el Emmanuel “Dios con nosotros” (Ver Mateo 1,23).

El Hijo de Dios es consagrado Cristo (Mesías) mediante la Unción del Espíritu Santo en su Encarnación. (Ver CC. 742-745).

Así el Espíritu Santo es fuente de vida y santidad: por Él los corazones se elevan hacia lo alto, por su mano son conducidos los débiles, por El, los que caminan tras la virtud llegan a la perfección. Él es quien ilumina a los que se han purificado de sus culpas, y al comunicarse a ellos y ser recibido por ellos los vuelve espirituales (San Cirilo de Jerusalén).

Jesús en muchos momentos nos habló del Espíritu "Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad que procede del Padre, Él dará testimonio de mí" (San Juan 15, 26).

Y después de su resurrección, los primeros cristianos encabezados por los apóstoles, tomaron conciencia de la divinidad del Espíritu Santo, tercera Persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo como de un solo principio, pero distinto del Padre y del Hijo.

El Espíritu de la verdad: porque nos ayuda a entender la revelación, es decir, a comprender la verdad sobre Jesucristo, el hombre y la Iglesia.

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El Evangelio de Juan nos presenta además al Espíritu como el "Paráclito", es decir, el abogado, el defensor que asiste a los discípulos, el protector de la Iglesia, el encargado de iluminarla y sostenerla.

El Espíritu es también testigo de Cristo: no habla en su propio nombre, sino en nombre de Jesús de quien es inseparable y por la luz que Él pone en el corazón del creyente, éste puede dar testimonio de Jesús como Hijo de Dios y lo impulsa para proclamar el mensaje de Jesús por todo el mundo, sin temor a las dificultades.

APLICACIÓN A LA VIDA

Si el Espíritu se revela por su acción en la Iglesia y en cada uno de nosotros, veamos si en nuestra vida lo estamos dejando actuar.

¿Estamos abiertos a la acción del Espíritu Santo en nosotros?, ¿Cómo lo sabemos?.¿Cómo descubrir la presencia del Espíritu en nuestra vida?¿Nuestra docilidad al Espíritu nos lleva a revitalizar nuestra vida y nuestra Iglesia? ¿En qué se manifiesta?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Oremos con la Iglesia que en la fiesta de Pentecostés se dirige al Espíritu Santo con este himno:

Ven Espíritu Divino, manda un rayo de tu luz desde el cielo.Ven, Padre de los pobres, uz profunda, en tus dones, Dios espléndido. No hay consuelo como el tuyo; dulce huésped de las almas, mi descanso.

PARA RECORDAR:

59. ¿Quién es el Espíritu Santo?.

El Espíritu Santo es la tercera Persona de la Santísima Trinidad, Dios verdadero como el Padre y el Hijo,

60. ¿Con qué otros nombres conocemos al Espíritu Santo?

Al Espíritu Santo lo conocemos con los nombres que Jesús nos enseñó: Dador de vida, Espíritu de Verdad, Paráclito o Consolador y Testigo.

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"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el

de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa" (Hechos 2, 1-2).

MENSAJE 29. JESUCRISTO NOS ENVIA AL ESPÍRITU SANTO

REFERENCIA A LA VIDA

Recordemos por un momento las situaciones de tristeza, duda y desesperanza vividas por los apóstoles después de la muerte de Jesús, veamos cómo ellos se sentían solos y llenos de temor por haber estado con Jesús y sentir que sus vidas también corrían peligro.

¿Quién no ha sentido miedo en su vida? Todos lo hemos experimentado. Sentimos inseguridad ante un desafío en la vida o ante una decisión importante. Como católicos, a veces hasta nos da "miedo" hablar de Jesucristo, por los riesgos que corremos, no tanto de perder la vida, sino de ser considerados locos o ridículos. Algunas veces también cuando se intenta vivir al estilo de Jesús, contrariamos a aquellos que nos puedan quitar la vida.

MENSAJE

Solamente cuando ha llegado la hora en que va a ser glorificado, Jesús promete la venida del Espíritu Santo, ya que su Muerte y su Resurrección serán el cumplimiento de las promesas hechas anteriormente a los padres. El Espíritu será dado por el Padre en virtud de la oración de Jesús, será enviado por el Padre en nombre de Jesús, Jesús lo enviara de junto al Padre porque El ha salido del Padre (Ver CC 729).

“El día de Pentecostés ( los cincuenta días al término de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo que se manifiesta, da y comunica como Persona divina: desde su plenitud, Cristo, el Señor derrama su Espíritu” (CC 731).

“En este día se revela plenamente la Santísima Trinidad. Desde ese día el Reino anunciado por Cristo está abierto a todos los que creen en El: en la humildad de la carne y en la fe, participan ya de la comunión de la Santísima Trinidad. Con su venida que no cesa, el Espíritu Santo hace entrar al mundo en los últimos tiempos, el tiempo de la Iglesia, el Reino ya heredado, pero todavía no consumado” (CC. 732).

Los Apóstoles también sintieron miedo de arriesgar su vida por Jesucristo, cuando lo arrestaron y aun cuando lo vieron resucitado. ¿Qué nos pasa, si nos hemos comprometido a seguirlo incluso hasta la muerte?

Afortunadamente para los Apóstoles, Pentecostés cambió todo. Jesús les había prometido enviarles al Espíritu Santo cuando subiera al cielo ( Ver Juan 14, 26). En efecto, Jesucristo,

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después de cumplir la obra que el Padre le había encomendado sobre la tierra, envió al Espíritu Santo el día de Pentecostés a toda la comunidad de creyentes a fin de santificarlos:

"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa y vieron aparecer unas lenguas como de fuego que se repartían posándose encima de cada uno. Se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en diferentes lenguas según el Espíritu les concedía expresarse" (Hechos 2, 14-16).

El Padre y el Hijo "alientan, soplan" su Espíritu sobre el hombre y la creación entera. (El término Espíritu significa aire, aliento, soplo, vida). El los unifica, los anima, pone amor en su corazón, da santidad al creyente, lo renueva y transforma en su interior.

Toda esta realidad maravillosa de la acción del Espíritu Santo, se manifestó en Pentecostés con algunos signos exteriores:

—Las "lenguas de fuego" que se posaron en cada uno son signo del amor que el Espíritu Santo infundió en sus personas. Este fuego es símbolo de vitalidad, de valentía y también de purificación, porque acaba con todo lo que es en nosotros "hombre viejo" para hacernos criaturas nuevas.

— El "viento" que se sintió es símbolo no sólo de la fuerza del Espíritu sino del aliento de vida, de la respiración que es imprescindible para la vida.

—El hecho de que los Apóstoles fueran escuchados por todos en la propia lengua de los oyentes, indica la unidad y al mismo tiempo la universalidad que el Espíritu da a la Iglesia.

Ese mismo Espíritu Santo, que es principio y fuente de unidad fue el que actuó en la primera comunidad cristiana para realizar lo que más caracterizó a los creyentes en Jesús:

"Asistían asiduamente a la oración y a las enseñanzas de los Apóstoles, convivían en el amor fraterno, celebraban la presencia de Jesús en la Eucaristía, compartían con justicia y con amor los bienes"(Hechos 2, 42-47).

Ese mismo Espíritu Santo actúa hoy en la Iglesia y al interior de cada uno de los creyentes, cuando suscita en nosotros la Fe en Jesucristo; cuando lo recibimos en los sacramentos y cuando lo acogemos en el Magisterio de la Iglesia y en toda la comunidad cristiana.

El Espíritu nos da fuerza para salir a ser testigos de Jesús en todas partes y para anunciar su mensaje. Nos da fuerza y luz para denunciar el mal y la injusticia como lo hicieron los profetas y los mismos Apóstoles.

APLICACIÓN A LA VIDA

Page 115: Catecismo Basico Para Adultos

El Espíritu Santo no está fuera de nosotros, sino que está en lo más íntimo de nuestra vida espiritual como regalo del Señor Jesús. ¿Tenemos conciencia de ello?

Todos los cristianos hemos de vivir en un permanente Pentecostés, o sea, abiertos al Espíritu y sintiéndolo en todo lo que es justo, noble, amable y bueno que hay dentro de nosotros y de los demás, y al mismo tiempo hemos de exteriorizarlo en nuestra vida. ¿Qué tenemos que hacer para que esto sea una realidad en nosotros?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Agradezcamos al Señor por lo que ha hecho con nosotros y concluyamos diciendo:

"Oh Dios que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, haz que seamos dóciles a ese mismo Espíritu para gustar siempre el bien y gozar de sus divinos consuelos".

PARA RECORDAR:

61. ¿Cuándo se manifestó públicamente en la Iglesia la acción del Espíritu Santo?

La acción del Espíritu Santo en la Iglesia se manifestó públicamente el día de Pentecostés, cuando todos los apóstoles estaban reunidos con María, la Madre de Jesús.

62. ¿Qué efectos produjo en ellos la presencia del Espíritu Santo?

La presencia del Espíritu Santo les dio fortaleza para proclamar el mensaje de Jesús Resucitado y para resistir las persecuciones y dificultades.

63. ¿Cómo descubrimos hoy la presencia del Espíritu Santo en nosotros?

Descubrimos que el Espíritu Santo vive y actúa en nosotros por la Fe, la Esperanza y la Caridad y cuando vivimos todo lo que es noble, justo, amable y bueno.

Page 116: Catecismo Basico Para Adultos

"Sobre El reposará el Espíritu de Yahvé, Espíritu de sabiduría e inteligencia, Espíritu de fortaleza y de consejo, Espíritu de

ciencia y de temor de Dios" (Isaías 11, 2-3).

MENSAJE 30. EL ESPÍRITU SANTO NOS DA SUS DONES

REFERENCIA A LA VIDA

¿Nos hemos preguntado alguna vez en nuestra vida de dónde le viene a ese trabajador la fuerza en su trabajo? ¿A esa enfermera la capacidad de consuelo y ayuda para el enfermo? ¿A ese sacerdote el don de evangelizar y de servir? ¿A la mamá ese cariño y entrega maternales? ¿Al científico y al investigador la paciencia para descubrir los secretos de la naturaleza? ¿A estos jóvenes la capacidad de luchar por la paz, la igualdad, la solidaridad? ¿Al mártir la fortaleza para entregar su vida por Cristo y su Evangelio?

MENSAJE

“Dios es amor y el Amor, que es el primer don, contiene todos los demás dones. Este amor Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha sido dado” (CC 733).

“Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La comunión con el Espíritu Santo es la que en la Iglesia vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado” (CC 734).

Hemos dicho que el Espíritu Santo actúa en nosotros desde el interior. El no está lejos ni fuera de nosotros.

Todas esas formas de actuar que hemos enumerado antes, y muchas otras, manifiestan en cierto modo la presencia del Espíritu Santo en nosotros, que mediante sus dones nos da la capacidad de obrar de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, especialmente según las bienaventuranzas.

En los sacramentos, especialmente en el Bautismo y la Confirmación, el Espíritu Santo se hace presente en nosotros con sus gracias y dones como lo hizo en Pentecostés con María y los apóstoles.

¿Cuáles son esos dones del Espíritu Santo y cómo actúan en nuestra vida?

“Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Pertenecen en plenitud a Cristo Hijo de David. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas” (CC. 1831).

Page 117: Catecismo Basico Para Adultos

Don de sabiduría: nos da la capacidad de penetrar las cosas de Dios; de gozarlas y poseerlas. Nos hace experimentar y gustar a Dios desde nuestra propia intimidad.

Don de entendimiento: por el don del entendimiento el Espíritu Santo mueve el corazón de los fieles, lo dirige a Dios, abre los ojos del espíritu y concede a todos el gusto en aceptar y creer la verdad revelada, contenida en las Sagradas Escrituras tal como las lee la Iglesia en su tradición y las interpreta auténticamente en su magisterio.

Don de ciencia: nos hace valorar las realidades humanas para llegar a Dios por medio de ellas.

Don de consejo: nos hace ver con prontitud y seguridad lo que se debe realizar en cada momento y en cada situación. Nos hace ver con la luz de Dios nuestro propio obrar.

Don de piedad: nos guía y nos ayuda a mejorar las relaciones que tenemos con Dios y con los hombres. Nos lleva a descubrir a Dios como Padre y a los hombres como hermanos nuestros.

Don de fortaleza: nos mueve a actuar con valentía haciendo siempre la voluntad de Dios y superando los obstáculos que se nos presentan.

Don de temor de Dios: nos lleva a tener una actitud filial hacia el Padre y a demostrarla aceptando como Jesús el proyecto de Dios. Es un amor de hijo, tan sincero y tan grande, que teme entristecer al Padre bueno.

APLICACIÓN A LA VIDA

Desde nuestro Bautismo y especialmente en la Confirmación hemos recibido los dones del Espíritu Santo. ¿Qué hemos hecho con esos regalos de Dios?

¿De qué manera podemos reavivar y hacer crecer en nosotros los dones del Espíritu Santo?

¿Somos capaces de reconocer los dones que Dios nos concede y los ponemos al servicio de los demás o qué hacemos con ellos?.

CELEBRACIÓN DE LA FE

En unos momentos de oración miremos al interior de nosotros mismos y enumeremos los dones que el Señor nos ha regalado: dones físicos, intelectuales y nuestra capacidad de amar. Descubramos en ellos la presencia del Espíritu Santo.

Agradezcamos al Señor tantos regalos para nuestra vida cristiana y alabémoslo orando:

"Oh, Señor, envía tu Espíritu que renueve la faz de la tierra.Oh Señor, que mi alma te bendiga. Oh Dios, tú eres grande

Page 118: Catecismo Basico Para Adultos

vestido de esplendor y belleza".

PARA RECORDAR

64. ¿Qué entendemos por dones del Espíritu Santo?

Entendemos por dones del Espíritu Santo unas gracias o regalos especiales que El nos da para vivir como discípulos de Cristo.

65. ¿Cuántos y cuáles son los dones del Espíritu Santo?

Los dones del Espíritu Santo son siete: sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo, piedad, fortaleza y temor de Dios.

66. ¿Qué tenemos que hacer para que los dones del Espíritu Santo actúen en nuestra vida?

Para que los dones del Espíritu Santo actúen en nuestra vida, debemos permitir que el Espíritu del Señor habite en nosotros como en su templo y obrar bajo el impulso de esta divina realidad.

Page 119: Catecismo Basico Para Adultos

"El fruto del Espíritu es: caridad, alegría, paz, generosidad, comprensión de los demás, bondad, fidelidad,

mansedumbre y dominio de sí mismo" (Gálatas 5, 22-23).

MENSAJE 31. EL ESPÍRITU SANTO PRODUCE EN NOSOTROS FRUTOS DE VIDA Y SANTIDAD

REFERENCIA A LA VIDA

Siempre hay alegría y satisfacción cuando podemos ver y constatar el fruto de nuestro trabajo. El fruto de una buena cosecha. El resultado de un trabajo material como la construcción de una casa. Fruto es la obra de un pensador o de un poeta. Fruto se llama también a los hijos, como resultado del amor de los padres.

Los frutos, son el resultado de un proceso y del esfuerzo del hombre. En los casos que acabamos de expresar el fruto es el resultado del proceso vital del árbol o de las fuerzas físicas del hombre o de su capacidad intelectual o de su capacidad de amar.

MENSAJE

“Gracias al poder del Espíritu Santo, los hijos de Dios pueden dar fruto. El que nos ha injertado en la Vid verdadera hará que demos ‘el fruto del Espíritu que es caridad, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, templanza’ (Gálatas 5,22-23). El Espíritu es nuestra vida: cuanto más renunciamos a nosotros mismos, más obramos también según el Espíritu. ‘Por la comunión con El, el Espíritu Santo nos hace espirituales, nos restablece en el Paraíso, nos lleva al Reino de los cielos y a la adopción filial, nos da la confianza de llamar a Dios Padre y de participar en la gracia de Cristo, de ser llamado hijo de la luz de tener parte en la gloria eterna’ (San Basilio)” (CC 736).

La presencia del Espíritu Santo en nosotros produce frutos de vida y santidad: es Señor y dador de vida, nos comunica la vida divina por la gracia santificante; ora en nosotros y nos da la adopción filial; nos capacita para cumplir la ley nueva del amor; infunde en nosotros la fe, la esperanza y la caridad.

Cuando vivimos en el Espíritu, éste obra maravillas en nosotros y su acción santificadora se comprueba por la aparición de frutos de santidad. Cuando estos no aparecen en nuestra vida es porque no lo dejamos actuar, aunque lo hayamos recibido en el Bautismo y la Confirmación.

El capítulo quinto de la Carta de San Pablo a los Gálatas nos dice: Es fácil ver lo que viene de la carne, o sea, lo que resulta cuando nosotros obramos solos sin dejar que el Espíritu actúe con sus dones: "relaciones sexuales prohibidas, impurezas y desvergüenzas, culto de los ídolos y supersticiones, celos y violencias, divisiones, desavenencias y envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes" (Gálatas 5, 19-21).

Page 120: Catecismo Basico Para Adultos

San Pablo enumera nuevas manifestaciones del Espíritu Santo, “en cambio, el fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás, generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo. Estas son cosas que no condena ninguna ley” (Gálatas 5,22-23). Pero no las agota, esas manifestaciones son incontables y su crecimiento es constante en la persona que es fiel y dócil a su acción santificadora.

APLICACIÓN A LA VIDA

Descubramos en nuestra propia vida los frutos que estamos dando:

¿Cuáles nos destruyen y perjudican a los demás?¿Cuáles nos construyen y ayudan a construir la comunidad cristiana?

Saquemos nuestras conclusiones y hagamos algún compromiso.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Hagamos nuestra reflexión y nuestra meditación con el siguiente texto de San Cirilo de Alejandría:

“Todos nosotros que hemos recibido el mismo y único Espíritu, a saber, el Espíritu Santo, nos hemos fundido entre nosotros y con Dios. Ya que por mucho que nosotros seamos numerosos separadamente y que Cristo haga que el Espíritu del Padre y suyo habite en cada uno de nosotros, este Espíritu único e indivisible lleva por sí mismo a la unidad a aquellos que son distintos entre sí... y hace que todos aparezcan como una sola cosa en El. Y de la misma manera que el poder de la santa humanidad de Cristo hace que todos aquellos en los que ella se encuentra, formen un solo cuerpo, pienso que también de la misma manera el Espíritu de Dios habita en todos, único e indivisible, los lleva a todos a la unidad espiritual”.

PARA RECORDAR:

67. ¿Cuáles son los frutos del Espíritu Santo?

Los frutos del Espíritu Santo son: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad. (Ver Gálatas, 5,22-23. CC 1832).

Page 121: Catecismo Basico Para Adultos

“Tengan entre ustedes los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús” (Filipenses 2,5).

MENSAJE 32. EL ESPIRITU SANTO Y LA VIDA CRISTIANA

REFERENCIA A LA VIDA

El Santo Padre Juan Pablo II, ha canonizado y beatificado a muchos fieles cristianos que han vivido casi contemporáneos con nosotros. Canonizar a alguien es declarar pública y oficialmente que una persona vivió en el seguimiento de Jesús, que escuchó la llamada del Padre, recibió al Espíritu de Jesús, el Espíritu Santo y fue fiel a sus inspiraciones. Quienes convivieron con la persona beatificada, pensaban en Jesucristo cuando la veían vivir, recibían de ella lo mejor, la observaban practicar las virtudes y decían “es un santo”, “es una santa”.

¡¡Cuántas veces hemos dicho nosotros esas palabras!! Ante el hombre honesto que prefiere la pobreza a un dinero mal habido, ante la mujer que cuida de los suyos, pero saca el tiempo y los medios y la ternura para cuidar a los niños huérfanos, o a esa anciana abandonada; ante el joven profesional que dedica la mitad de su tiempo para servir a aquellos que no le pagarán porque no tienen con qué; ante tantas personas, nuestra madre tal vez, a quien vimos vivir para nuestro padre, para nosotros, para los otros, sin pensar en ella, sin guardarse...

MENSAJE37

Santo, Santo, Santo... sólo Dios, como lo cantamos en nuestras Eucaristías.

Cuando un hombre o una mujer son declarados santos, es porque de alguna manera reflejan algo de la santidad de Dios... todos los bautizados en Cristo Jesús estamos llamados a reflejar la gloria del Señor (2 Corintios 3,18), o como lo dice San Pedro “vivían de una manera completamente santa, porque Dios que los llamó es santo... El los ha salvado de la vida sin sentido, por la sangre preciosa de Cristo... así que deben amarse unos a otros con corazón puro y con todas sus fuerzas” (1 Pedro 1,18-19.22).

Ningún ser humano puede ser un modelo de virtud por sus solas fuerzas; sin embargo, existen personas que se han abierto totalmente a la obra del Espíritu Santo, y reflejan mejor que otros a Dios que es amor. Es a estos seres tan humanos como nosotros, pero tan disponibles a la acción del Espíritu de Dios en ellos, a quienes llamamos Santos.

Todos estamos llamados a vivir así: abiertos a Dios, con los mismos sentimientos de Cristo Jesús; pensemos en un San Francisco de Asís, en una Madre Teresa de Calcuta... observemos la libertad, la capacidad de misericordia (como perdón, o como don), la limpieza de intenciones, la rectitud, la fuerza para superar las dificultades, y todo ellos

37 Complementar en CC 737-741.

Page 122: Catecismo Basico Para Adultos

vivido en la sencillez de una fe humilde alimentada cotidianamente en la oración, sostenida por el amor a Dios y a los demás y con la alegría de quien lo espera siempre todo de Dios.

APLICACIÓN A LA VIDA

La vida cristiana es así... a veces heroica, a veces sin heroísmo, a veces brillante, a veces opaca, a veces larga, a veces corta... en fin, pero siempre es la vida en el seguimiento de Jesús, abiertos a la voluntad del Padre y a su Espíritu, viviendo de acuerdo con los valores del Evangelio, hechos virtud en la vida diaria.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Celebremos siempre la fiesta de Todos los Santos, dándole todo su sentido, conozcamos la vida del Santo Patrón de nuestro municipio o parroquia y encomendémonos a él. Leamos y reflexionemos con las palabras del Prefacio de la fiesta de Todos los santos:

“Cuando Tu coronas sus méritos,coronas tus propios dones,en su vida nos presentas un modelo,en la comunión con ellos una familia,y en su intercesión un apoyo...”.

PARA RECORDAR

68. ¿Qué es la vida cristiana?

La vida cristiana es vivir en el seguimiento de Jesús, abiertos totalmente a Dios, de acuerdo con los valores del Evangelio, hechos virtud en la vida diaria.

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“Todo cuanto sea virtud y causa de elogio, todo eso tenedlo en cuenta” (Filipenses 4,8).

MENSAJE 33. LA VIDA CRSTIANA: UNA VIDA VIRTUOSA.

REFERENCIA A LA VIDA

Recordemos a nuestros padres, ellos nos enseñaban con su ejemplo y su palabra: “saluda a la señora”, “dale la mitad a tu hermanito”, “no comas tanto que te hace mal”, “dale el puesto a la señora mayor”, “piensa antes de hablar”... y a fuerza de repetir estas acciones, nos formamos como niños sociables, “bien educados”.

Ya siendo jóvenes, adolescentes y adultos tomamos conciencia de la construcción de nuestra personalidad, elegimos nuestro estilo de vida y las virtudes que nos permitirán vivir nuestra vocación.

MENSAJE

La práctica de la virtud es la forma concreta como la vida cristiana se expresa en lo cotidiano.

VIRTUD: Viene del latín vir que significa: hombre, fuerza, vigor. En el Antiguo Testamento se utiliza este término para referirse sobre todo a la fuerza de Dios (Ver Salmo 65,7). En el Nuevo Testamento se trata de una “fuerza eficaz”, “una virtud había salido de El” (Ver Marcos 5,30).

La moral clásica llama virtud a la aptitud para hacer bien el bien. “La virtud es una disposición habitual y firme para hacer el bien” (Ver CC 1803).

Cuando esta aptitud nace del esfuerzo del hombre, se le llama virtud natural (humana o moral), adquirida gracias al ejercicio prolongado de la misma, las virtudes naturales contribuyen a perfeccionar la naturaleza.

Las virtudes humanas son disposiciones estables que proporcionan facilidad, dominio y gozo para llevar una vida moralmente buena. (Ver CC 1804).

Las virtudes son como hábitos que el sujeto adquiere naturalmente, se les llama también valores, que cuando pasan a la vida son las virtudes. Son valores que la persona considera deseables para sí, la generosidad, la honestidad... y los pasa a la vida, los practica cotidianamente, controlando lo que se oponga a ellos, perseverando en su empeño hasta llegar a integrarlos en su vida como algo natural, se habla entonces de una persona generosa, honesta “virtuosa”. Cada uno los vivirá a su manera, pues las virtudes están al servicio de la libertad. El virtuoso se siente libre, porque va identificando su actuar con sus deseos más profundos.

Page 124: Catecismo Basico Para Adultos

En la vida cristiana cuatro virtudes desempeñan un papel fundamental, por ello se les llama “cardinales”, estas virtudes son: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza. Las virtudes cardinales gobiernan todas las demás virtudes humanas, interviene en toda situación.

LA PRUDENCIA:Es la capacidad de analizar las situaciones con rectitud y decidir adecuadamente frente a la situación concreta. El prudente prevé las consecuencias de sus actos. Actúa teniendo en cuenta al otro, y puede oponerse sin humillar, dar valor sin halagar , enseñar sin autoritarismo, callar sin otorgar, ser leal sin ser ciego.

“La prudencia dispone la razón práctica para discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y elegir los medios rectos para realizarlo... no se confunde con la timidez o el temor, ni con la doblez o la disimulación... conduce las otras virtudes enseñándoles regla y medida” (CC 1806).

LA JUSTICIA:Es la capacidad de dar a cada uno lo que es debido y de situar cada realidad en su lugar apropiado. “La justicia consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios se llama virtud de religión, para con los hombres, la justicia dispone para respetar los derechos de cada uno” (CC 1807).

LA FORTALEZA:Da el valor para actuar, para vencer todo aquello que tiende a paralizarnos, especialmente el miedo, el temor a ser despreciados o incomprendidos a causa de nuestra opción por el bien. “La fortaleza asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien” (CC 1808).

LA TEMPLANZA:Del latín temperare, conservar la medida, el equilibrio. Es la capacidad de dominar toda atracción que trate de hacer perder el control de uno mismo. La templanza modera nuestros deseos y pasiones, es fruto de la prudencia, del Espíritu Santo en el corazón del hombre. La templanza lleva a luchar contra todo exceso de alcohol, de trabajo, de viajes, de palabras, de responsabilidades, de placeres, de abstinencias... los excesos matan la vida espiritual y la vida social. Se trata del respeto de sí mismo y de su caminar hacia el bien.

La persona sobria, orienta hacia el bien sus apetitos, asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y guarda una sana discreción. (CC 1809)38

APLICACION A LA VIDA

De nada sirve decir que se es cristiano si cada día somos peores personas y las virtudes para nosotros no significan nada y no son nuestra norma de vida. Tratemos de caminar y de llevar una vida virtuosa que nos beneficien a nosotros y a los demás.

38 Se puede profundizar en CC 1805-1811.

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En un momento preguntémonos si las palabras virtud y vicio nos parecen pasadas de moda o inútiles, o por el contrario, nos ayudan a hacer una evaluación sobre nuestro estilo de vida.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Leamos y reflexionemos:

“Las virtudes morales o humanas se desarrollan con el hábito, no las poseemos por naturaleza, las adquirimos ejercitándola, como sucede con las artes (hablamos así, de “un virtuoso del violín”, para referirnos a quien interpreta el violín con el cuerpo y con el espíritu).

Aprendemos a hacer las cosas al realizarlas, como el violinista interpreta cada vez mejor la partitura. Así al hacer actos de justicia, llegaremos a hacerlo en toda ocasión, hasta llegar a ser “hombres justos”. Al practicar la autodisciplina, cada día, aprendemos a ser autodisciplinados”.

PARA RECORDAR

69. ¿Qué es virtud?

Virtud es la disposición habitual y firme para hacer el bien (Ver CC 1803).

70. ¿Cuáles son las virtudes cardinales o humanas?.

Las virtudes cardinales son: prudencia, justicia, fortaleza y templanza..

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“Ahora, permanecen la fe, la esperanza y el amor;pero la mayor de estas tres es el amor”

(1 Corintios 13,13).

MENSAJE 34. LAS VIRTUDES, DONES DE DIOS

REFERENCIA A LA VIDA

El momento presente, con la ayuda de la ciencia y la tecnología nos ha abierto unas puertas que son de inmenso valor, como la medicina, la ecología, algunos inventos... pero, por otro lado, también se viene ofreciendo a la humanidad la posibilidad de la autosuficiencia y hoy muchos están o estamos convencidos de que podemos prescindir de Dios. Una prueba de esto es la clonación y los experimentos genéticos que hacen que algunos afirmen que ya no necesitamos de Dios.

MENSAJE

Por muchos avances que tenga el hombre de hoy seguimos necesitando de Dios, de El recibimos incontables beneficios y son cosas que no podemos negar, ejemplo claro de ello son las virtudes teologales, estas sirven de arraigo para las virtudes humanas, las virtudes teologales se llaman así porque se refieren directamente a Dios, disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios (Ver CC 1812).

Las virtudes teologales son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (Ver CC 1813).

LA FE: Es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado y que la Santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma. Por la fe “el hombre se entrega entera y libremente a Dios”. Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios.

La fe necesita ser vivida, necesita el complemento de las obras, “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2,26). La fe no es sólo para guardarla, sino también es para profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla. El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero al que me niegue ante los hombres, le negaré yo también mi Padre que está en los cielos (Ver Mateo 10,32-33. CC 1812-1816).

LA ESPERANZA: Es la virtud teologal por la que aspiramos al reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hebreos 10,23). En “el Espíritu Santo que él derramó sobre nosotros con largueza por

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medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Ver CC 1817- 1821).

“Abraham creyó y esperó contra toda esperanza, llegando a ser padre de muchas naciones” (Romanos 4,18). La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica por ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo al desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.

LA CARIDAD: La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por El mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios.

Jesús hace de la caridad el “mandamiento nuevo” (Ver Juan 13,34), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso Jesús dice: “Como el Padre me amó, y también los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor” (Juan 15,9). Y también: “este es el mandamiento mío: que se amen unos a otros como yo los he amado” (Juan 15,12); Ver CC 1822-1829).

La caridad es fruto del Espíritu Santo y a la vez es la plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: “Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor” (Juan 15,9-10).

El cristiano reconoce que estas virtudes provienen de Dios, por lo tanto con su oración ha de pedir los auxilios Divinos para poder vivir según la voluntad de Dios, es decir poder vivir en las virtudes.

APLICACIÓN A LA VIDA

Es de suma importancia que como cristianos, asumiendo nuestros compromisos bautismales, estemos constantemente revisando nuestra vida de fe, si nuestra fe es pura, si la hacemos crecer y la protegemos de los embates que hoy tenemos contra ella. Tener un momento para analizar en lo que esperamos hacia el futuro, tanto inmediato como lejano, veamos si somos personas de esperanza o de pesimismo y fatalismo.

Al hacer esta confrontación con nuestra vida es necesario descubrir que practicar la caridad no es “dar unas moneditas o una limosnita por cumplir”. La caridad es la manifestación más clara y palpable de lo que llevamos por dentro, el Espíritu de Jesús muerto y resucitado, que nos inspira y da fuerza para amar a los otros como El.

CELEBRACIÓN DE LA FE

En un momento de oración leamos y meditemos el texto bíblico de 1 Corintios 13, 1-13. sobre la Caridad.

Page 128: Catecismo Basico Para Adultos

Después de esta meditación terminemos nuestra oración escuchando las palabras de Santa Teresa de Jesús:

“Espera, espera, que no sabes cuándo vendrá el día ni la hora. Vela con cuidado, que todo se pasa con brevedad, aunque tu deseo hace lo cierto dudoso, y el tiempo breve largo. Mira que mientras más peleares, más mostrarás el amor que tienes a tu Dios y más te gozarás con tu Amado con gozo y deleite que no puede tener fin”. (CC 1821).

PARA RECORDAR

71. ¿Cuáles son las virtudes teologales?

Las virtudes teologales son: la fe, la esperanza y la caridad.

72. ¿Por qué razón son llamadas teologales?

Porque provienen directamente de Dios, no son el resultado del esfuerzo o mérito del hombre, sino que son un regalo de Dios al hombre.

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UNIDAD SEPTIMA

JESUCRISTO NOS REVELA EL MISTERIO DE LA SANTISIMA TRINIDAD

OBJETIVOS:

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar que sólo por medio de Cristo podemos conocer el Misterio íntimo de Dios, que es Padre, Hijo y Espíritu Santo.

- Comprobar que la revelación del Misterio de la Santísima Trinidad que se expresa y se vive en la Iglesia, principalmente en los sacramentos, es un acto de especialísimo amor de Dios para con los hombres.

- Redescubrir que todo bautizado es templo vivo de la Santísima Trinidad y que está llamado a actuar de acuerdo con esta dignidad.

MENSAJES:

35. Por Jesucristo conocemos que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo.36. La Santísima Trinidad y nosotros.

Page 130: Catecismo Basico Para Adultos

"Nadie conoce bien al Hijo sino el Padre ,ni al Padre lo conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo

se lo quiera revelar" (San Mateo 11, 27).

MENSAJE 35. POR JESUCRISTO CONOCEMOS QUE DIOS ES PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO

REFERENCIA A LA VIDA

En el lenguaje común, "misterio" es algo velado, oculto, incomprensible, que despierta dudas; todo esto nos puede llevar a una búsqueda para esclarecerlo o situarnos en una expectativa. Para otros, "misterio" es algo que no interesa; que no puede existir.

Entre los cristianos hablamos de misterios, como por ejemplo del Misterio de la Santísima Trinidad, para designar las realidades de la vida de Dios y de sus proyectos de salvación. La intimidad de Dios y sus planes desbordan al hombre en todos sus niveles y dimensiones: intelectuales, afectivos, sentimentales... La revelación de los misterios divinos nos da indicios de la inmensidad de la vida de Dios.

MENSAJE

Jesucristo nos habla continuamente de su Padre. Todo lo que hace lo refiere al Padre. La gran revelación que nos ha hecho es que Dios es su Padre y nuestro Padre. Solamente El, como Hijo, nos lo ha podido dar a conocer39.

Desde la encarnación del Verbo nos fue revelado que Jesús es Hijo de Dios: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será Santo y lo llamarán Hijo de Dios" (San Lucas 1, 35).

En efecto, en su vida y a través de su mensaje, demuestra que es el Hijo de Dios, así lo confiesa Pedro: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (San Mateo 16, 16).

Igualmente Jesucristo nos enseña que el Espíritu Santo es Dios: "Si me aman guardarán los mandamientos míos, y entonces, yo le pediré al Padre que les dé otro abogado que esté siempre con ustedes: El Espíritu de la Verdad" (San Juan 14, 15-17).

Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, se nos han manifestado en sus obras: El Padre crea el mundo y al hombre por amor, y al hacerlo inicia su historia de amor. Dios Hijo nos prueba su amor, entregándose a la muerte y muerte de cruz, para salvarnos de la esclavitud del pecado. Dios Espíritu Santo anima a la Iglesia y la impulsa a responder con sus obras a la misión de ser sacramento universal de salvación que Jesucristo le ha encomendado. Toda esta vida de comunión tiene una sola explicación: Dios es familia, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, viven en intima relación de amor. Son tres personas distintas y un solo Dios verdadero.

39 Se puede complementar en CC 232-248.

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El Padre ingénito, es decir, no engendrado, es la primera persona de la Santísima Trinidad. El Hijo unigénito, es decir, el único engendrado por el Padre antes de todos los siglos, es la segunda persona, que fue la que se encarnó en el seno de María la Virgen. El Espíritu Santo, Señor y dador de vida, es la tercera persona, que procede del Padre y del Hijo. (CC. 236-237)

La revelación del Misterio de la Santísima Trinidad, no se dio de un momento a otro. Desde el Antiguo Testamento el pueblo de Israel fue descubriendo a Dios como autor de la vida, creador y salvador lleno de ternura. La máxima revelación en el Nuevo Testamento es que el Misterio que antes estaba oculto, nos ha sido revelado en Jesucristo y consiste en que Dios, el Padre, nos dio a conocer su plan de salvación, para realizarlo en Cristo por su Espíritu ( Ver Romanos 16, 25-27; Efesios 3, 5).

APLICACIÓN A LA VIDA:

La acción de santiguarnos o de signarnos con la cruz en nuestro cuerpo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén” es la manifestación externa de que toda nuestra vida está orientada por Dios y que a diario asumimos el compromiso de santificarnos.

¿En qué forma podemos imitar las relaciones de amor de las tres divinas personas?

¿Somos conscientes de que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo viven en nosotros desde el Bautismo? ¿Cómo se hace efectiva esa presencia en nosotros?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Alabemos frecuentemente al Dios que nos revela su misterio de amor, repitiendo con alegría:

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Y uniéndonos a la Alabanza de la Plegaria Eucarística:

"Por Cristo, con El y en El, a Ti Dios Padre Omnipotente en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amén".

PARA RECORDAR

73. ¿Cuál es el mayor misterio que Jesucristo nos ha revelado?

El mayor misterio que Jesucristo nos ha revelado es la existencia de un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero.

74. ¿Cómo podemos penetrar en el Misterio íntimo de Dios?

Page 132: Catecismo Basico Para Adultos

Podemos penetrar en el Misterio íntimo de Dios, conociendo profundamente a Jesucristo, quien nos revela al Padre y nos envía su Espíritu.

Page 133: Catecismo Basico Para Adultos

"Hay, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre" (Efesios 4, 5).

MENSAJE 36. LA SANTISIMA TRINIDAD Y NOSOTROS

REFERENCIA A LA VIDA

El hombre moderno no ha logrado construir una fraternidad universal sobre la tierra, porque busca una fraternidad sin Dios (Ver Puebla 241). Vivir en la unidad, en la fraternidad no es cosa fácil. Sin embargo, todo el que cree en Cristo y conoce el misterio de la unidad trinitaria está llamado a construir este mundo en unidad y fraternidad.

MENSAJE

Cristo abrió el camino donde Dios se encuentra con los hombres. Siguiéndolo a El, los hombres tenemos en la Iglesia entrada libre a la casa del Padre, para entablar un diálogo íntimo y familiar con El40.

Como lo hemos dicho ya, en Cristo somos hechos hijos adoptivos del Padre. El nos introduce en la familia de Dios y establece así con el hombre una relación sublime y divina.

Este acontecimiento maravilloso de comunión lleva al hombre a establecer con los demás hombres una relación semejante.

La comunidad cristiana es el templo donde vive Dios. Por eso, ella está llamada a vivir la unidad, el encuentro, la comunión con el Padre, encabezada por Cristo y vivificada en el Espíritu. Estos sentimientos y esta vida brotan de nuestro corazón, cuando confesamos con el Apóstol Pablo: "Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre" (Efesios 4, 5).

Sintiéndonos así, familia divina, hijos del Padre, hermanos de Cristo, en compañía del Espíritu, recibimos la fuerza necesaria para vivir en hermandad los unos con los otros. Así nace la fraternidad universal cristiana. Nadie tiene por qué sentirse solo, ni huérfano, pues somos hijos de un mismo Padre, pero esto hay que vivirlo en lo cotidiano.

Esta realidad es un llamado a construir la Comunión que ha de manifestarse en toda nuestra vida con todas sus dimensiones: en lo económico, en lo social, en lo político, en lo cultural.

Nuestras relaciones con la Santísima Trinidad, a veces por nuestro desconocimiento, parecen lejanas. Sin embargo, la oración litúrgica de la Iglesia hace permanente referencia a las tres divinas personas, para que no perdamos de vista que somos comunidad, templo vivo, en el que habita el Dios Uno y Trino: cuando nos signamos o santiguamos (en el nombre del Padre...), cuando nos persignamos (por la señal de la Santa cruz...), cuando rezamos el Gloria al Padre.

40 Se puede complementar en CC 257-260.

Page 134: Catecismo Basico Para Adultos

En las plegarias eucarísticas, la Iglesia nos pone en íntima relación con el Padre que nos entrega a su Hijo, por la fuerza de su Espíritu, para nuestra salvación y la salvación del mundo.

La Comunión con la Trinidad es, pues, una realidad concreta. La comunidad cristiana se edifica y crece como una verdadera familia, cuyo templo es el Espíritu. Ella tiene su fundamento en la presencia viva de Cristo, del Padre y del Espíritu que van extendiendo el amor hasta hacer que se propague por el mundo entero.

APLICACIÓN A LA VIDA

El conocer a la Santísima Trinidad como comunión de amor nos lleva a darnos a los demás: "si alguno que posee bienes de la tierra ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?" ( 1 San Juan 3, 17).

En nuestra vida diaria, ¿cuál es nuestro aporte para vivir en comunión con nuestros hermanos?

CELEBRACIÓN DE LA FE

A la luz de este mensaje sobre la Trinidad y nosotros, recordemos, recitemos y reflexionemos sobre algunas invocaciones litúrgicas:

"En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

“Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro”.

"La Gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la Comunión del Espíritu Santo estén siempre con vosotros".

"Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén".

PARA RECORDAR

75. ¿Quién es la Santísima Trinidad?

La Santísima Trinidad es el misterio revelado por Jesucristo en el cual nos enseña que Dios, siendo perfectamente uno, vive y se manifiesta en tres personas distintas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

76. ¿Con qué palabras nos reveló Jesucristo la inhabitación de la Santísima Trinidad en nosotros?

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Jesucristo nos reveló la inhabitación de la Santísima Trinidad en nosotros con estas palabras: "Si alguno me ama guardará mi Palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él" (San Juan 14, 23).

77.¿Cómo debemos vivir para que en nuestras relaciones reflejemos el amor trinitario?

Para que en nuestras relaciones reflejemos el amor trinitario, debemos vivir como un solo pueblo de Dios, unidos en el amor que manifiesta la unidad del Padre y del Hijo y del

Espíritu Santo.

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UNIDAD OCTAVA

EL HOMBRE ES IMAGEN DE DIOS

OBJETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

—Reafirmar que todo cristiano, por la gracia es hijo de Dios y está llamado a participar de la gloria del Señor Resucitado.

—Conocer como el hombre transformado por la fuerza de la gracia, es "nueva criatura", es "hombre nuevo" en Cristo.

—Redescubrir que la identidad del cristiano está en ser hijo de Dios y en llevar una vida de acuerdo con esta realidad.

MENSAJES

37. Lo que hace al hombre imagen de Dios38. Dignidad y grandeza del hombre.

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" Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó"(Génesis 1, 27).

MENSAJE 37. LO QUE HACE AL HOMBRE IMAGEN DE DIOS

REFERENCIA A LA VIDA

¿Qué es el hombre? ¿Qué ha pensado Dios sobre él? "Muchas son las opiniones que el hombre se ha dado y se da sobre si mismo. Diversas e incluso contradictorias. Exaltándose a si mismo como regla absoluta o hundiéndose hasta la desesperación. La duda y la ansiedad se siguen en consecuencia..." (G. S. 12).En el momento presente se hace necesario descubrir, ejemplos concretos como se desfigura la imagen de Dios presente en el hombre: la discriminación, la explotación...

MENSAJE

De todas las criaturas visibles sólo el hombre es capaz de conocer y amar a su creador; es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma; sólo él está llamado a participar, por el conocimiento y el amor, en la vida de Dios (Ver CC 356).41

Por haber sido hecho a imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de persona, no es solamente algo sino alguien. Es capaz de conocerse, de poseerse y de darse libremente y entrar en comunión con otras personas; y es llamado por la gracia, a una alianza con su Creador, a ofrecerle una respuesta de fe y de amor que ningún otro ser puede dar en su lugar (Ver CC 357).

La Biblia nos dice que el hombre ha sido creado a imagen de Dios: "Y creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó" (Génesis 1, 27) (Ver CC 355).

Con esta expresión la Biblia nos enseña que el hombre es la única imagen o representación de Dios. El es nuestro "Escultor" que se ha recreado con su "obra" salida de sus manos para colocarla en el "templo" de la creación (Ver CC 356).

Dios ha hecho al hombre imagen y semejanza suya, ante todo:

— En el dominio que tiene sobre la creación; "Le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies" (Salmo 8, 7) (Ver CC 373).

— En su capacidad de pensar, de amar, de decidir y de poner nombre a las cosas, y con esto ejerce su señorío sobre la creación (Ver CC 1706. 357).

— En su capacidad de relacionarse y dialogar con los demás hombres de la tierra; él está llamado a vivir en una sociedad, en un pueblo (Ver CC 1879. 360-361)

41 Se puede complementar en CC. Nos. 355-368.

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— En su capacidad de participar del amor de Dios (Ver CC 27). Este amor es el que da sentido a los valores ya mencionados. Cristo por ser la imagen perfecta del Padre posee de manera plena todas estas capacidades; y por eso tiene entre nosotros la misión de hacer que la semejanza con Dios sea cada vez más perfecto: "A los que de antemano conoció, Dios los predestinó a ser conformes con la imagen de su Hijo" (Romanos 8, 29).— En la capacidad de participar de la inmortalidad y eternidad de Dios (Ver CC 366)  : "Dios creó al hombre para la inmortalidad, lo hizo imagen de su misma naturaleza" (Sabiduría 2, 23).

Así pues, si todo hombre, por el hecho de ser hombre ha sido hecho a imagen y semejanza de Dios, el cristiano, por haber recibido el bautismo, llega a un estado de más plena realización de esa semejanza con Dios (Ver CC 1265-1266. 1701) . Dice el Apóstol: "Mas todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen, cada vez más gloriosos: así es como actúa el Señor, que es Espíritu" (2 Corintios 3, 18).

APLICACIÓN A LA VIDA

La vida cristiana es una constante invitación a que todos descubramos nuestra dignidad y la de los demás, que conservemos dicha dignidad, que no perdamos la capacidad de amar y perdonar, que no pisoteemos los derechos y valores de los otros, en fin, que veamos la presencia de Dios en el hermano. ¿Tenemos conciencia de que somos imagen de Dios y actuamos de acuerdo con esa realidad?

¿Al relacionarnos con los demás, respetamos en ellos su dignidad por ser imágenes de Dios?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Recitemos y reflexionemos con admiración y agradecimiento el siguiente pasaje del Eclesiástico 17, 1-14:

"De la tierra creó el Señor al hombre, y de nuevo lo hizo volver a ella... De una fuerza como la suya los revistió, a su imagen los hizo... Les formó lengua, ojos, oídos y un corazón para pensar. De saber e inteligencia los llenó, les enseñó el bien y el mal... Por eso su Santo Nombre alabarán, cantando la grandeza de sus obras...".

PARA RECORDAR

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78 ¿Qué quiere decir que el hombre es imagen de Dios?

Que el hombres es imagen de Dios quiere decir: que Dios al crearlo, le dio capacidad de pensar, decidir y amar y le participó de su inmortalidad

El hombre es superior al universo entero por la dignidad de su Espíritu inmortal: Dios le concedió el poner nombre a las cosas y el dominio sobre la creación material (Ver GS 14, 15, 17).

79. ¿Cuándo se realiza en el hombre la imagen perfecta de Dios?

Dios realiza en el hombre la imagen perfecta cuando, por Jesucristo, le comunica la gracia y lo hace hijo, lo cual sólo se alcanzará plenamente en la vida eterna.

Page 140: Catecismo Basico Para Adultos

"Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad” (Salmo 8, 6).

MENSAJE 38. DIGNIDAD Y GRANDEZA DEL HOMBRE

REFERENCIA A LA VIDA

Tal vez nunca se ha hablado tanto como hoy de la dignidad y grandeza del hombre, de sus valores, de los alcances de su inteligencia, del respeto que merece, de que es sujeto de derechos y deberes. Pero, al mismo tiempo, nunca como hoy se ha pisoteado tanto la persona humana: se la explota, se la esclaviza, se truncan las vidas de niños indefensos, de jóvenes, de adultos. Incluso hoy se habla de la cultura de la muerte y de lo desechable que se ha llegado a aplicar para con las personas. Para muchos, además, la dignidad y grandeza de la persona se miden por el prestigio, por los títulos y diplomas, por el dinero que posee o por el puesto importante que desempeñe en la sociedad.

MENSAJE42

Pues bien, la dignidad y la grandeza de la persona humana está en que el hombre tiene su origen en Dios, ha sido creado a imagen y semejanza de Dios mismo, está llamado a ser su hijo y ha sido constituido señor de la creación entera para gobernarla y usarla glorificando a Dios (Ver G S 12; CC 358)43.

Este origen divino y esta misión:

— Hacen que el hombre sea sujeto de derechos que no pueden negarse a nadie. La Constitución del Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo actual “Gaudium et Spes” describe con amplitud algunos de estos derechos y llama a todos a reconocerlos prácticamente (Ver GS 14-16). Igual cosa hace con insistencia Su Santidad Juan Pablo II. Los Obispos de América Latina han condenado y condenan todo menosprecio, reducción o atropello de las personas y de sus derechos (Ver Puebla 318).

— Hacen que el hombre sea también sujeto de deberes, es decir, de obligaciones que lo lleven a reconocer en los demás a otras personas iguales en dignidad y en derechos (Ver CC 1913-1917). Todo prójimo es "otro yo" (Ver GS 27. 29; CC 1931.1935), por lo cual Cristo nos manda hacer a los demás todo cuanto nosotros desearíamos que los demás hicieran con nosotros (Ver San Mateo 7, 12). Esta misma enseñanza nos la quieren inculcar de nuevo nuestros pastores en Puebla en el numeral 1274. Todo cuanto atente contra el hombre y sus derechos debe ser excluido de cualquier conducta cristiana (Ver GS 27).

— Exigen que el hombre sea verdaderamente libre, puesto que "la libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre" (Ver GS 27), y lo lleva a liberarse de las pasiones y a tender a su fin eligiendo libremente el bien y los medios adecuados para

42 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar en el documento complementario “El respeto a la vida”.43 Se puede complementar en CC 1700-1876.

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conseguirlo (Ver GS 17). Por eso la libertad es, a la vez, don de Dios y tarea del hombre, para no dejarse encerrar en los valores del mundo, especialmente en los bienes materiales (Ver CC 1730).

Esta participación que Dios nos da de su mismo ser y el llamado que El nos hace a asemejarnos más a El, ayudados por la Gracia y secundados por nuestro esfuerzo y trabajo, es lo que nos hace dignos y grandes.

Por ello nuestra vocación cristiana nos exige que busquemos la promoción integral de cada hombre y de todos los hombres (Ver CC 1938). Sólo así llegaremos a ser vivas imágenes de Dios. Así lo hizo Cristo y lo siguen haciendo los santos.

Esta es la razón por la cual nuestros Obispos en Puebla nos descubren varios "rostros" en los que debiéramos descubrir los rasgos sufrientes de Cristo y deberíamos ver a hermanos nuestros necesitados de ayuda: los niños golpeados por la pobreza; los jóvenes desorientados y frustrados; los indígenas y afroamericanos marginados y en situaciones infrahumanas, los campesinos, obreros, subempleados, desempleados, marginados, ancianos... (Ver Puebla 32-39).

En el mundo actual aún se presentan manifestaciones que hacen que el hombre pierda su real dignidad: el secuestro, la extorsión, el desplazamiento, la amenaza, el chantaje y otras manifestaciones, poco a poco resquebrajan la imagen y la sensibilidad que debemos tener sobre la persona humana.

APLICACIÓN A LA VIDA

“Cristiano, reconoce tu dignidad. Puesto que ahora participas de la naturaleza divina, no degeneres volviendo a la bajeza de tu vida pasada. Recuerda a qué Cabeza perteneces y de qué Cuerpo eres miembro. Acuérdate que has sido arrancado del poder de las tinieblas para ser trasladado a la luz del Reino de Dios” (San León Magno) (CC 1691).

En muchas ocasiones escuchamos que las personas exigen que se les respete y que sus derechos no se les ignoren, pero esto mismo compromete a las personas a respetar a los otros y reconocer los derechos del otro. Respetar los derechos del otro es un deber para todos.

¿Qué estamos haciendo para respetar los derechos de los demás y para promover a los más necesitados?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Leamos y comentemos la parábola del Buen Samaritano y descubramos en ella quién es el hombre, nuestro hermano. La respuesta la ofrece Jesús (Lucas 10, 29-37)44.

44 Se sugiere ir a los anexos, allí buscar la sección de oraciones se puede emplear la ORACIÓN A JESUCRISTO.

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PARA RECORDAR

80. ¿Por qué los hombres tenemos dignidad, derechos, deberes y una igualdad fundamental ?

Los hombres tenemos dignidad, derechos, deberes y una igualdad fundamental porque Dios nos hizo a todos a su Imagen y semejanza y porque, al darnos a su propio Hijo, nos llamó a ser sus hijos y a vivir como hermanos.

Page 143: Catecismo Basico Para Adultos

UNIDAD NOVENA

EL PECADO ATENTA CONTRA LA DIGNIDAD Y GRANDEZA DEL HOMBRE

OBJETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

— Reafirmar que el "misterio del pecado" es una realidad que envuelve a todo el hombre y a todos los hombres, que sólo se puede afrontar a la luz del "Misterio de Cristo "Nuestro Salvador y Redentor.

— Comprobar que el pecado es un rechazo del amor de Dios, que atenta contra la dignidad la grandeza y la vocación misma del hombre.

— Redescubrir los estragos que causa el pecado en nuestra propia vida, en la sociedad y en toda la creación, para combatirlo por todos los medios.

MENSAJES

39. Visiones inadecuadas acerca de la persona humana40. El pecado, rechazo del amor de Dios

41. Consecuencias del pecado.

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"Y con sabiduría creaste al hombre... para que administraseel mundo con santidad y justicia...” (Sabiduría 9, 2-3).

MENSAJE 39. VISIONES INADECUADAS ACERCA DE LA PERSONA HUMANA

REFERENCIA A LA VIDA

Decíamos en el mensaje anterior que nunca se había preocupado tanto el hombre por defender sus derechos, pero que, al mismo tiempo, nunca quizá había sentido tanto el hombre la tortura de verlos pisoteados. La verdad es que muchos nos preocupamos porque la vida humana sea más humana, para que todo lo que compone esta vida responda a la dignidad del hombre; existen grupos, países, sistemas que, con su manera de pensar y de actuar, reducen su propia y original grandeza. "Quizás una de las más vistosas debilidades de la civilización actual esté en una inadecuada visión del hombre" (S. S. Juan Pablo II, Discurso inaugural de Puebla 1. 9).

MENSAJE

“Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación. En Cristo, imagen de Dios invisible, el hombre ha sido creado a imagen y semejanza del Creador. En Cristo, redentor y salvador, la imagen divina alterada en el hombre por el primer pecado ha sido restaurada en su belleza original y ennoblecida con la gracia de Dios” ( CC 1701).

La Iglesia, considera como deber suyo fundamental presentar una visión integral del hombre que sólo se tiene a la luz de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado : "El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado" (GS 22). Ella, tratando de mirar al hombre con los ojos de Cristo mismo, se hace cada vez más consciente de ser la custodia de un gran tesoro, que no le es lícito estropear. Es el tesoro de la humanidad, enriquecido por el inefable misterio de la filiación divina. En esta forma la Iglesia se levanta contra las falsas visiones que hoy se tienen del hombre.

Estas visiones inadecuadas de la persona humana las sintetiza el Documento de Puebla (Ver Puebla 305-315) en las siguientes:

La visión fatalista según la cual el hombre no puede guiarse por si mismo, siguiendo su propia conciencia, sino que es guiado por fuerzas ocultas mágicas de las cuales es víctima. Esta es una visión determinista o fatalista del hombre. Se llama así porque elimina en él, la conciencia personal. Todo lo que acontece está determinado e impuesto por un poder superior.

La visión sicologista para la cual la persona humana es víctima del instinto erótico, sin ninguna libertad.

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La visión consumista: hay quienes miran la persona humana como instrumento de producción y objeto de consumo; es decir, que la persona valdría por lo que tiene, por lo que gasta, por lo que adquiere, por lo que consume, por lo que puede, por lo que goza. Todo esto impide el acceso a los bienes espirituales.

Existe también la visión individualista del hombre. Según ella, la dignidad de la persona está en la eficacia económica y en la libertad individual. Se olvidan de la conciencia comunitaria, de la responsabilidad social de toda riqueza y sólo piensan en el progreso individual, sin tener en cuenta la comunidad ni las exigencias de la justicia social.

Otros sustituyen la visión personalista del hombre por una visión colectivista del mismo. La meta de la existencia humana la ponen en el desarrollo de las fuerzas materiales de producción de un estado o de un colectivo. Estos desconocen los derechos del hombre, especialmente el derecho a la libertad religiosa. Asilo mira el marxismo clásico.

Existen también los que defienden la ideología de la seguridad nacional. Estos creen que el Estado está siempre en peligro. Para conservar la seguridad del Estado, restringen la libertad de las personas; hieren su dignidad, se olvidan de las necesidades de los otros y se preocupan por aumentar el material de guerra gastando en armas las partidas que por derecho y por justicia pertenecen a otros sectores que benefician directamente al hombre.

Finalmente la visión cientista, hay quienes sólo reconocen como verdad lo que la ciencia puede demostrar, lo que se puede medir, lo que es cuantitativo. Así reducen al hombre a un organismo material y nada más.

APLICACIÓN A LA VIDA

Analicemos la manera como se dan en nuestras familias y en nuestra sociedad, estas visiones recortadas del hombre.¿Cuál o cuáles de estas visiones es la nuestra?. Cada uno al reconocer alguna de estas realidades presentes en nuestras vidas, estamos llamados a cambiar y a generar cambios positivos en los demás.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Apoyados en la lectura y meditación de la Palabra del Evangelio sobre las tentaciones de Cristo (San Mateo 4, 1-10), quien nos dice que "no solo de pan vive el hombre" y que debemos adorar sólo a Dios, oremos en comunidad con estas o con otras palabras.

V. Porque apreciamos más las cosas que la dignidad de la persona que vive a nuestro lado.R. Perdónanos, Señor

V. Porque actuamos como quien no cree, negando lo espiritual.R. Perdónanos, Señor

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V. Porque muchos de los que han sido constituidos en autoridad, lesionan la dignidad de las personas.R. Perdónanos, Señor

(Se pueden agregar algunas invocaciones de acuerdo al contexto del grupo y dar participación a los asistentes).

PARA RECORDAR

81. ¿Por qué las visiones inadecuadas sobre el hombre atentan contra su dignidad y grandeza?

Las visiones inadecuadas sobre el hombre atentan contra su dignidad y grandeza porque desfiguran la imagen de Dios, en la que se funda su dignidad y porque al reducirlo a una dimensión meramente material y terrena lo privan del destino eterno propio de los hijos de Dios.

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"Padre, pequé contra el cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo” (San Lucas 15, 21).

MENSAJE 40. EL PECADO RECHAZO DEL AMOR DE DIOS

REFERENCIA A LA VIDA

Todos conocemos esa linda parábola contada por el mismo Señor Jesucristo que se llama Parábola del Hijo Pródigo". En realidad de alguna manera todos somos ese "hombre-pródigo".

Nos hemos ido de la casa paterna, hemos despreciado el amor de Dios, destruyéndonos y haciendo mal a los demás. Hemos sentido la invitación de volver a El, cuando tomamos conciencia, por esa voz interior que nos dice que no hemos obrado correctamente.

Al mismo tiempo descubrimos que así como el hijo pródigo rechazó el amor del padres por rebeldía, orgullo y deseo de disfrutar placenteramente, del mismo modo puede sucedernos con frecuencia.

MENSAJE

Dios, Padre bueno, dejó en cada hombre una voz interior que llamamos conciencia (Ver CC 1776). Es lo que expresa el hijo pródigo (Leer Lucas 15,11-32) cuando dice: "Cuántos trabajadores de mi padre tienen pan y yo aquí me muero de hambre... Volveré a mi padre y le diré: no merezco llamarme hijo tuyo, trátame como a uno de tus trabajadores... Pequé contra Dios y contra ti, ya no merezco llamarme hijo tuyo".

La conciencia nos dice, pues, que un acto es malo y no lo debemos hacer, o que es bueno y puede hacerse (Ver CC 1777). El mal es lo que llamamos pecado.

“El pecado es una ofensa a Dios, ‘Contra ti, contra ti, sólo he pecado, lo malo a tus ojos cometí’ (Salmo 51,6). El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de El nuestros corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios por el deseo de ‘hacerse como dioses’, pretendiendo conocer y determinar el bien y el mal (Génesis 3,5). El pecado es así ‘amor de sí hasta el desprecio de Dios’” (San Agustín). (CC 1850).45

Pecado es decir no a Dios. Es una elección personal y libre que hacemos contra nosotros mismos, contra el prójimo y por lo mismo contra Dios. Es querer ir contra el plan de salvación que Dios amorosamente nos ha indicado (Ver CC 1849). Es desobediencia a Dios. Es no aceptar el amor benévolo y misericordioso que Dios nuestro Padre nos ofrece. Todo pecado nos destruye o destruye a otros. La voluntad de Dios es la construcción del

45 Este mensaje se puede complementar con CC. Nos. 1846-1869.

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hombre perfecto en cada uno de nosotros. Pecar es atacar abiertamente esa voluntad de Dios.

El pecado es, pues, desconocer el amor de Dios, ser desagradecidos con El y ofenderlo desobedeciendo sus mandamientos. El pecado termina por degradarnos y deshumanizarnos.

La Iglesia, interpretando la revelación, nos habla de diversos pecados:

Pecado original (Ver CC 388-401): es la ausencia de vida divina en el hombre desde que nace, como consecuencia del pecado de Adán.

Dios quiso que el hombre existiera siempre con la vida divina (la gracia) y el primer hambre era quien la debía transmitir, al transmitir también la vida humana. Pero el primer hombre, al pecar, perdió esa vida, no sólo para si, sino para sus descendientes, ya que en él estaba condensada toda la humanidad futura (Ver CC 400). Por eso, no teniendo la vida divina, no podía transmitirla y así todos los hombres nacen sin ella. El pecado, en sentido estricto, es el pecado personal, que es una acción consciente y libre del hombre, opuesta al plan de Dios. Al pecado original se le llama pecado, en cuanto que se opone a ese plan de Dios, pero no en cuanto que cada uno sea responsable de él. Es pecado sólo en sentido amplio; por eso a nadie se le exige que pida perdón por él.

Esta ausencia de vida divina hace que el hombre esté internamente desordenado e inclinado al mal, de tal manera que por si solo es incapaz de amar a Dios sobre todas las cosas. Sólo la bondad Divina es capaz de levantarlo y lo hace por medio de Jesucristo en su Iglesia por el sacramento del Bautismo.

Pecado personal y pecado social (Ver CC 1868-1869): todo pecado es personal en este aspecto: el pecado en sentido verdadero y propio, es siempre un acto de la persona individual, y no precisamente de un grupo o de una comunidad. Pero todo pecado es también social en el sentido de que el pecado de cada uno repercute en cierta manera en los demás .

Pecado mortal: es un acto que el hombre realiza libremente y dándose cuenta de que con él se aparta de Dios que lo llama amorosamente a vivir su vida divina (Ver CC 1855-1861).

Pecado venial: es un acto relativamente superficial que supone sólo una libertad y una voluntad débil y por eso no destruye en él el amor de Dios, pero si lo disminuye y lo dispone poco a poco para cometer el pecado mortal (Ver CC 1855. 1862-1863)

.Los pecados capitales así ha llamado la Iglesia a ciertas actitudes o inclinaciones que por si mismas son fuente y origen de los pecados personales. Contra ellos debemos trabajar más para evitar los pecados personales (Ver CC 1866).

Los pecados capitales son:

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o La soberbia: actitud que nos lleva a despreciar a los demás y a ser autosuficientes, desconociendo nuestra dependencia de Dios y la necesidad que tenemos de los demás (Ver CC 398). La virtud contraria a la soberbia es la humildad.

o La avaricia: actitud que nos lleva al deseo inmoderado de amontonar bienes terrenos Nos conducen la explotación del hermano y a la injusticia (Ver CC 2424). La virtud contraria a la avaricia es la generosidad o la solidaridad.

o La ira: actitud que nos inclina a la violencia descontrolada cuando alguien o algo se opone a nosotros. Inspira la venganza y el asesinato. La virtud contraria a la ira es la paciencia.

o La lujuria: actitud que nos lleva a buscar el placer sexual contra los criterios morales evangélicos (Ver CC 2351). La virtud contraria a la lujuria es la castidad.

o La gula: actitud que busca la plenitud del hombre en los placeres del estómago. Se manifiesta en el exceso de comidas y bebidas, drogas, cigarrillo, etc. (Ver CC 2290). La virtud contraria a la gula es la templanza o moderación.

o La envidia: actitud que se traduce en tristeza cuando vemos que otros tienen éxitos o cualidades que nosotros no tenemos. Lleva a la calumnia, al odio, al homicidio (Ver CC 2538-2540). La virtud contraria a la envidia es la caridad.

o La pereza: actitud que lleva al abandono de nuestros deberes de estado y de los valores más importantes de nuestra vida (Ver CC 2094. 2733). La virtud contraria a la pereza es la diligencia o el servicio.

APLICACIÓN A LA VIDA

Uno de los graves peligros que afronta nuestra sociedad es, la falta o la pérdida de la conciencia de pecado, para muchas personas hoy, nada es pecado, todo está permitido y eso es lo más grave, que la conciencia de la gente se adormece y se pierde la lucidez para diferenciar el bien del mal. Urge entonces, la necesidad de recuperar la conciencia de pecado con un sano equilibrio, sin ir a extremos, pero sí recordar que la vida es la constante lucha entre el bien y el mal y en la que sale vencedor quien está en las manos y presencia de Dios.

Todos somos "hijos pródigos" que rechazamos a Dios alguna vez en la vida. Por eso somos pecadores. A cada momento de nuestra vida, estemos dispuestos a escuchar la voz de Dios nuestro Padre, en la conciencia, para no extraviarnos ni alejarnos de El. ¿Cuál es el grado de conciencia que tenemos del pecado?

¿Cómo formamos nuestra conciencia respecto del pecado? ¿Estamos luchando contra el pecado?

CELEBRACIÓN DE LA FE

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Después de leer la parábola del hijo pródigo pidamos perdón a Dios Padre, por haber despreciado su amor misericordioso. Expresemos esta actitud de conversión y sincero arrepentimiento, haciendo el acto penitencial:

"Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los Angeles, a los Santos y a ustedes hermanos, que intercedan por mi ante Dios nuestro Señor".

PARA RECORDAR

82. ¿Qué es el pecado?

Pecado es el rechazo libre y consciente del amor de Dios y su voluntad.

83. ¿Qué es pecado mortal?

Pecado mortal es un acto que el hombre realiza libremente y dándose cuenta de que con él se aparta de Dios que lo llama amorosamente a vivir su vida divina.

84. ¿Qué es el pecado venial?

El pecado venial es un acto relativamente superficial que supone una libertad y una voluntad débil y por eso no destruye el amor de Dios en quien lo comete.

85. ¿Cuales son los pecados capitales y por qué se llaman así?

Los pecados capitales son: soberbia, avaricia, ira, gula, lujuria, envidia y pereza. Se llaman así porque son la raíz y origen de todos los pecados.

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"Todo el que comete pecado es un esclavo del pecado" (San Juan 8, 34).

MENSAJE 41. CONSECUENCIAS DEL PECADO

REFERENCIA A LA VIDA

No necesitamos ir muy lejos para constatar las consecuencias del pecado, de nuestro pecado, en la sociedad en que vivimos: guerra, conflictos familiares, violencia, secuestros, extorsiones, amenazas, atentados, muerte por accidentes debido a fallas humanas voluntarias, destrucción del medio ambiente, hambre, desnutrición, inmoralidad.

MENSAJE

El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos. De ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse, pero no puede destruir el sentido moral hasta su raíz (Ver CC 1865)46.

El pecado del hombre es el peor mal del mundo. Trae consecuencias fatales para nosotros mismos quienes incurrimos voluntariamente en él; a la vez que daña nuestras relaciones con los demás, con Dios y con el mundo (Ver CC 400).

Con nosotros mismos: como a Adán, el pecado nos avergüenza y produce en nosotros un desgarramiento interior que envuelve a toda la persona (Ver Génesis 3, 7-8).

Con los demás: los esclavizamos con nuestras actitudes; los contagiamos del mal. Reforzamos la injusticia, la inmoralidad, la violencia, la mentira ( Ver CC 1606).

Con Dios: destruimos la vida divina que hay en nosotros y en los demás; nos alejamos de El. Rechazamos su amistad y compañía.

Con el mundo: nuestro pecado repercute también en la creación. El odio y la ambición, por ejemplo, engendran la guerra, y la guerra la destrucción, se destruye el medio ambiente, se contamina el aire, el agua, se acaba con las especies vegetales y surge la necesidad de lograr un equilibrio para la conservación de la vida47. La simple pereza llena nuestras ciudades de escombros y nuestros campos de cardos y espinos.

Además de estas realidades del pecado en nosotros, en los demás, en nuestras relaciones con Dios y con el mundo, existen realidades que inquietan todavía más nuestra vida: el mal, el dolor, el sufrimiento (Ver CC 309-310).

46 Se puede complementar en CC 402-409.47 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar en el Documento “El sufrimiento de la tierra: mensaje ecologista”.

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Dios no es el autor del mal; es su gran enemigo. Para librarnos de él, vino al mundo. Tampoco es cómplice de la maldad del hombre. ¿Dónde está, pues, el problema? En la libertad humana. Y esa libertad la respeta Dios aun cuando la empleemos en contra de el bien que quiere para nosotros (Ver CC 311).

Como consecuencia del mal y del pecado entraron en el mundo el sufrimiento, el dolor y la muerte, que no estaban en los planes de Dios para con el hombre (Ver CC 385). Por eso, Cristo nos liberó también del sufrimiento y el dolor (Ver CC 312), dándoles un sentido salvífico, expresado por San Pablo, así: “Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia...” (Colosenses 1, 24).

Cristo, por amor, aceptó su entrega totalmente en bien de los demás. Y esta entrega le exigió dolor, sufrimientos, renuncia de su propia vida, no sin miedo y pavor (Ver San Mateo 26, 37-40; CC 612).

APLICACIÓN A LA VIDA

En muchas ocasiones escuchamos que es necesario alejarnos del pecado, que no debemos pecar, pero la pregunta es qué debo hacer entonces para no caer en el pecado?. Es bueno primero reconocer nuestra fragilidad y debilidad, luego de descubrir nuestros puntos débiles, dedicarnos a fortalecernos con: la lectura de la Biblia, el diálogo con personas buenas y de testimonio, hacer oración pidiendo la perseverancia, leer libros que ilustren nuestro camino de fe, acercarnos a los sacramentos...

¿Cuáles son las principales consecuencias del pecado que observamos en el medio en que vivimos?

¿Cómo podríamos ayudar a contrarrestar las consecuencias de ese pecado?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Conscientes de las graves consecuencias del pecado, oremos y meditemos con el Salmista:

“Misericordia, Dios mío, por tu bondad; por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito limpia mi pecado.Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé; cometí la maldad que aborreces.En la sentencia tendrás razónen el juicio brillará tu rectitud. Mira, que en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.¡Oh Dios!, crea en mi un corazón puro, renuévame por dentro con espirito firme;

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no me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu Santo Espíritu”. (Salmo 50).

PARA RECORDAR:

86. ¿Por qué el pecado es el peor mal del mundo?

El pecado es el peor mal del mundo, porque trae consecuencias funestas para el hombre, ya que rompe sus relaciones con Dios, con los hermanos y con la misma creación (Ver GS 13).

87. ¿Quién es el autor del mal en el mundo?

Dios no es el autor del mal en el mundo, porque El todo lo hizo bueno (Ver Génesis 1,31) : “Las angustias y frustraciones del hombre han sido causadas por el pecado que tiene dimensiones personales y sociales muy amplias” ( Puebla 73).

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UNIDAD DECIMA

EN JESUCRISTO EL HOMBRE LLEGA SER HIJO DE DIOS Y ES LLAMADO A LA GLORIA

OBJ ETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

–Reafirmar que todo cristiano, por la gracia es hijo de Dios y está llamado a participar de la gloria del Señor Resucitado.

– Comprobar que el hombre transformado por la fuerza de la gracia, es "nueva criatura", es "hombre nuevo" en Cristo.

Redescubrir que la identidad del cristiano está en ser hijo de Dios y en llevar una vida de acuerdo con esta realidad.

MENSAJES:

42. El “hombre cristiano” es hijo de Dios43. El cristiano, hombre nuevo en Cristo44. La gloria, meta definitiva del hombre nuevo en Cristo

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"Sois hijos de Dios por la fe en Jesucristo" (Gálatas 3, 26).

MENSAJE 42. EL HOMBRE CRISTIANO ES HIJO DE DIOS

REFERENCIA A LA VIDA

Impulsadas por el espíritu de solidaridad, hay familias que acogen con frecuencia niños huérfanos o abandonados, para brindarles el amor que les falta. Estos quedan bajo el cuidado y protección de sus padres adoptivos y gozan del derecho a la herencia, pero nunca llegarán a ser realmente hijos carnales de esos padres que los adoptan.

MENSAJE

Los cristianos somos realmente hijos de Dios Padre, porque nacimos de El, y somos su hechura (Ver CC 270).

Somos hijos del Padre, porque éste por Cristo nos dio lo más intimo de si: "su Espíritu" (Ver CC 654). Ese Espíritu nos transforma interiormente haciéndonos cada vez más semejantes a Cristo, el Hijo de Dios encarnado y glorioso, pues la característica del Espíritu es hacer de los creyentes hijos al estilo de Jesús (Ver CC 736). De ahí que esta filiación divina cambia la intimidad de nuestro ser y lo ordena hacia la vida eterna; "Los seguidores de Cristo han sido hechos por el bautismo, verdaderos hijos de Dios y participes de la divina naturaleza y por lo mismo realmente santos" (L. G. 40), (Ver CC 1265).

Los cristianos, al decir de San Pablo, nacemos de Dios, somos sus hijos y como hijos, herederos de la vida eterna, coherederos de Cristo (Ver Romanos 8, 16-17).

Esta adopción es diferente a la adopción que conocemos en sentido humano (Ver CC 654); es una participación intima, una comunión en la filiación divina de Jesucristo que es el único Hijo de Dios por naturaleza (Ver CC 2780.2782-2784). Adopción que va acompañada de una transformación profunda que convierte a los cristianos, mediante la acción del Espíritu Santo, en imágenes vivas y reales de Cristo: "Todos, pues, sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, porque cuantos en Cristo habéis sido bautizados, os habéis vestido de Cristo" (Gálatas 3, 26-27), (Ver CC 1709).

Por eso, cuando Pablo habla de que somos imagen de Cristo, no se refiere a una simple semejanza exterior con El, sino a un cambio que viene desde lo intimo del ser: vestirse de Cristo es transformarse en El. Transformación tan real, que supera toda diferencia de razas, de clases o sexos (Ver Gálatas 3, 28). Somos familiares de Dios, somos de su casa: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la palabra de Dios y la cumplen" (Lucas 8, 21). "Ved qué amor nos ha concedido el Padre, que seamos llamados hijos de Dios y lo somos" (1Juan 3, 1).

APLICACIÓN A LA VIDA

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Nuestra filiación nos lleva a vivir como hijos de Dios, como vivió Jesús en la entrega filial al Padre y en el amor solidario a los hermanos. ¿Nos entregamos a Dios, confiados en su bondad y providencia? ¿Nos amamos como hermanos? ¿Amamos a nuestros enemigos y pedimos por ellos?.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Demos gracias a Dios en nombre de todos los cristianos, por habernos llamado gratuitamente a ser sus hijos, recitando esta bendición:

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en El antes de la creación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia en la que nos agració eh el Amado" (Efesios 1, 3-7).

PARA RECORDAR

88. ¿Qué quiere decir que el cristiano es hijo de Dios?

Que el cristiano es hijo de Dios quiebre decir que el Padre nos hizo realmente sus hijos dándonos al Espíritu Santo, quien desde dentro, nos hace semejantes a su hijo Jesucristo.

89. ¿Qué debe hacer el cristiano para vivir como hijo de Dios?

Para vivir como hijo de Dios, el cristiano debe seguir a Jesucristo, dejarlo habitar en él, tener los mismos sentimientos y como El, dejarse llenar de la Palabra de Dios y poseerla plenamente, para ponerla en práctica.

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"Por tanto, el que está en Cristo, es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es nuevo" (2 Corintios 5, 17).

MENSAJE 43. EL CRISTIANO, HOMBRE NUEVO EN CRISTO .

REFERENCIA A LA VIDA

El cristiano no es un ser extraño, ni el cristianismo es de otro mundo. La vida cristiana es otro modo de estar en el mundo, un modo nuevo. Se hacen las mismas cosas: se come, se trabaja, se ama, se habitan las mismas casas, oficinas; pero de una manera distinta, nueva. Dos personas pueden estar codo a codo en un cine, en un bus, pero el "modo" de estar puede ser muy diferente. Es decir, somos cristianos y llevamos una vida común con todas las demás personas, pero en cada uno de los que decimos ser cristianos debe haber algo que nos haga únicos y diferentes ¿preguntémonos qué es eso que nos hace diferentes a los que no son cristianos?.

MENSAJE

En el cristiano esta novedad se inicia en el bautismo, cuando Dios Padre, por un designio de su amor, nos ha configurado con su hijo Jesucristo, modelo perfecto del hombre: baño de regeneración y renovación del espíritu Santo, llama San Pablo al bautismo; regeneración que da origen a una nueva vida, la de hijos de Dios (Ver CC 1265-1266).

El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del Señor, es necesario para la salvación, como lo es la Iglesia misma, a la que introduce el bautismo (Ver CC 1277).

Cristo es el primer hombre de la humanidad (Ver CC 520). El es el hombre nuevo por excelencia: "Cristo, el nuevo Adán, en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación" (GS 22), (Ver CC 460).

San Pablo expresa en sus cartas que quien se encuentra con Cristo es como si volviera a nacer, es una criatura nueva; un hombre nuevo ha sido recreado. "El que es de Cristo ha sido hecho nueva creatura" (2 Corintios 5, 17), (Ver CC 1265).

La palabra "nueva" significa que el cristiano ha sido colocado en un orden o estado más perfecto que aquel en el que se encontraba antes; ha experimentado un verdadero naci-miento que se realiza mediante el soplo del Espíritu Santo (Ver CC 683).

Por eso, el cristiano es el hombre nuevo, que todo lo hace nuevo con la novedad del bautismo y de la vida según el Evangelio; con su influjo transforma desde dentro y renueva la misma humanidad, cambiando los modelos de vida que contradicen el designio salvífico de Dios ( Ver EN 18-19).

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Este nuevo modo de existir en Cristo, para transformar el mundo, lo expresa el cristiano en tres actividades básicas de su comportamiento, que son la fe, la esperanza y la caridad, llamadas virtudes teologales, por las que el cristiano es habilitado para su actividad vital de hijo de Dios y para vivir con madurez su vida cristiana (Ver CC 1812-1813). Como ya se reflexionó en el Mensaje 34 sobre la virtudes como dones de Dios, ahora las veremos como las manifestaciones de la renovación de la vida del hombre:

Por la fe el cristiano se entrega entera y libremente a Dios, en la persona de Jesucristo, hasta tal punto que esta persona polariza completamente todo su ser, lo transforma y lo atrae; dándole una visión completamente nueva del mundo y de todas las realidades y exigiéndole un comportamiento en conformidad con la voluntad de la persona de Cristo (Ver CC 1814-1816).

Por la esperanza, el cristiano se abandona en total confianza en las manos de Dios. El verdadero motivo de la esperanza cristiana está en las promesas de Dios, garantizadas por su amor y fidelidad. Estas promesas se recapitulan en la Persona de Jesucristo (Ver CC 1817-1821). "Todas las promesas hechas por Dios han tenido su 'sí' en El; y por eso decimos por El 'Amén' a la gloria de Dios" (2 Corintios 1, 20). Cristo no solamente recapitula todas las promesas hechas por Dios a los hombres, sino que El es la "Gran Promesa", el motivo de nuestra esperanza.

Por la caridad, que es el alma de todo nuestro comportamiento cristiano frente a Dios, amamos a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas, porque estamos convencidos de que El nos amó primero y nos amó hasta el extremo de entregarnos a su propio Hijo (Ver CC 1822). Jesucristo es la suprema manifestación del amor de Dios a los hombres y ha de ser el modelo de nuestra respuesta de amor a Dios (Ver CC 1823-1829).

Consecuencia del amor de Dios, es el amor al hermano que nos hace a todos uno, como el amor hace uno al Padre y al Hijo (Ver San Juan 17, 11).

APLICACIÓN A LA VIDA

Quien ha nacido de Dios y lo vive no comete pecado, porque lleva dentro la semilla de Dios; es más, como ha nacido de Dios y lo vive, le resulta imposible pecar (Ver 1 Juan 3,9).

¿Vives como hijo de Dios, como hombre nuevo?Si hoy eres igual al día de ayer, ya empezaste a envejecer. Si dejas de avanzar, dejas de ser nuevo. Todos los días se puede empezar; todos los días se puede nacer; "Por lo cual no desmayaremos, sino que mientras que nuestro hombre exterior se corrompe, nuestro hombre interior se renueva de día en día" (2 Corintios 4, 16).

CELEBRACIÓN DE LA FE

Expresemos la alegría de haber sido regenerados por el bautismo para vivir en novedad de vida, cantando:

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Danos un corazón grande para amar; danos un corazón fuerte para luchar.Hombres nuevos creadores de la historia, constructores de nueva humanidad. Hombres nuevos que viven la existencia como riesgo de un largo caminar.

PARA RECORDAR:

90. ¿Qué significa que el cristiano es hombre nuevo?

Que el cristiano es hombre nuevo significa que vive como hijo de Dios, según el Evangelio y que con su influjo transforma desde dentro y renueva la humanidad, cambiando los modelos de vida que contradicen el designio salvífico de Dios.

91. ¿Que es la virtud teologal del la fe?

La virtud teologal de la fe es una capacidad espiritual, que Dios nos da, mediante la cual el hombre, movido por el Espíritu, se entrega entera y libremente a Dios, en la persona de Jesucristo, acoge su palabra y se compromete a vivir según su voluntad.

92. ¿Qué es la virtud teologal de la Esperanza?

La virtud teologal de la Esperanza es una capacidad espiritual, que Dios nos da, mediante la cual el hombre se abandona en total confianza en las manos de Dios, convencido de que su palabra no fallará.

93. ¿Qué es la virtud teologal de la Caridad?

La virtud teologal de la Caridad es una capacidad espiritual que Dios nos da, mediante la cual el hombre ama a Dios sobre todas las cosas, con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, y, por tanto, ama a los demás como Cristo nos amó.

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"Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón humano imaginó, eso preparó Dios para los que lo aman "

(1 Corintios 2,9)

MENSAJE 44. LA GLORIA, META DEFINITIVA DEL HOMBRE NUEVO EN CRISTO

REFERENCIA A LA VIDA

En el año de 1999 los Medios de Comunicación sorprendieron a todo el mundo con la siguiente noticia: “El Papa Juan Pablo II dijo que el cielo no existe...”, esa noticia fue una verdadera chiva, imagínese, el Papa diciendo eso. Pero lo que realmente sucedió es que el Santo Padre dio una catequesis sobre el cielo y el infierno, para decir que: el cielo o el infierno no son lugares geográficos, que no podemos estar buscando en un mapa estos lugares, sino que tanto el cielo como el infierno son estados del alma48.

MENSAJE

Con frecuencia escuchamos decir: yo no creo en la otra vida. No creo que exista el cielo. ¿Quién ha venido a contar cómo es?

Sin embargo, todos experimentamos un deseo infinito de vivir. ¿Quién no quiere prolongar su vida? ¿Acaso en nuestro trabajo, en nuestras ideas, en nuestros hijos y en el amor, no queremos perpetuar esa llama inmortal que el Señor encendió un día en nuestras vidas?

Si, nosotros los cristianos creemos que Cristo vive (Ver CC 655). Creemos que la vida es más fuerte que la muerte; que el hombre no está destinado a perecer como un animal; que no se acaba todo después de esta vida. Pues el hombre no llega a su plenitud humana, mientras no llegue a los brazos del Padre de una manera definitiva (Ver CC 769).

El acontecimiento de la Ascensión de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de Jesús en el dominio celestial de Dios de donde ha de volver (Ver CC 665).

“Jesucristo, cabeza de la Iglesia, nos precede en el Reino glorioso del Padre para que nosotros, miembros de su cuerpo, vivamos en la esperanza de estar un día con El eternamente” (CC 666).

Cristo, nuestro hermano mayor, nos dice: "en la casa de mi Padre hay muchas moradas... voy a preparados un lugar..." (San Juan 14, 2-3), (Ver CC 1012). "Una nueva morada y una nueva tierra donde habita la justicia y cuya bienaventuranza es capaz de saciar y rebosar todos los anhelos de paz que surgen en el corazón humano" (GS 39).

48 Se puede profundizar más sobre el tema en la Catequesis del Papa Juan Pablo II del 26 de mayo 1999: “Escatología universal: la humanidad en camino hacia el Padre”. L’osservatore Romano 28 de mayo 1999, página 3.

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Por eso, negar la existencia del más allá es recortar al hombre el vuelo de su vocación, del llamado que Dios le hace para la gloria (Ver CC 1042.1045): el hombre que no llega a este estado de gloria, es un proyecto irrealizado de hombre.49

San Pablo nos habla de la gloria venidera que ha de manifestarse en nosotros (Ver Romanos 5, 18). Con esta revelación nuestra vida está abierta a un futuro, y adquiere pleno sentido aún en las horas difíciles (Ver CC 1011).

Vivificados y congregados por el Espíritu, caminemos hacia la gloria eterna, hacia la consumación de la historia humana, hacia el "Reino que para vosotros está preparado desde la creación del mundo" (San Mateo 25, 34).

Esta es nuestra fe, esta es nuestra esperanza, este es el gran don de Dios a la humanidad; es la participación eterna en el amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Ver CC 1024).

El cielo es, pues, ese encuentro, esa unión y posesión de Dios y de los hermanos, que colmarán plenamente nuestra sed de felicidad y amor. Más que un lugar determinado es un estado especial; una nueva manera de estar con aquel que nos creó y nos hizo sus hijos (Ver CC 1023-1029).

APLICACIÓN A LA VIDA

Apreciemos la aventura maravillosa de la vida, teniendo bien puestos nuestros pies en la tierra y el corazón en la esperanza de la gloria.

¿Somos responsables en nuestros compromisos temporales?¿Nos estamos preparando para conquistar esa gloria eterna?¿Nos damos cuenta de que por nuestro bautismo ya tenemos en germen esa vida eterna, que debe desarrollarse ahora y que será completa más allá de la muerte?.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Recitemos devotamente el Prefacio en honor de Cristo Rey:

"Realmente es justo y necesario, es nuestro deber y salvación, darte gracias, siempre y en todo lugar, Señor Padre Santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque consagraste Sacerdote eterno y Rey del Universo, a tu Hijo único, Nuestro Señor Jesucristo, ungiéndolo con óleo de alegría,para que ofreciéndose a si mismo, como víctima perfecta y pacificadora en el altar de la cruz, consumara el misterio de la Redención humana sometiendo a su majestad infinita un reino eterno y universal: el Reino de la verdad y la vida,

49 Se puede ampliar el tema en CC 1020-1050.

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el Reino de la santidad y la Gracia, el Reino de la Justicia, el Amor y la Paz".

PARA RECORDAR

94. ¿Cuál es la meta definitiva del hombre?

La meta definitiva del hombre es la posesión plena de Dios en la gloria conquistada para nosotros por Jesucristo, el Señor Resucitado.

95. ¿Qué es el cielo?

El cielo es la plenitud del encuentro, de la unión, y del amor con Dios y con los hermanos.

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UNIDAD DECIMA PRIMERA

LA IGLESIA NUEVO PUEBLO DE DIOS

OBJETIVOS:

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar la naturaleza de la Iglesia como Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Misterio de Comunión y Participación.

- Comprobar que en la Iglesia, así entendida, Cristo vive y prolonga su presencia en todos los creyentes bautizados en su nombre.

- Redescubrir en la Iglesia nuestra propia identidad y nuestra corresponsabilidad.

MENSAJES:

45. Somos el nuevo Pueblo de Dios y su familia46. Somos el Cuerpo de Jesucristo47. Somos un pueblo llamado a la Comunión y participación por el Espíritu.48. Llamados a vivir en Comunión y Participación eclesial49. Creemos en la Iglesia, Una, Santa, Católica, Apostólica.

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" Vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido" (1 Pedro 2, 9).

MENSAJE 45. SOMOS EL NUEVO PUEBLO DE DIOS Y SU FAMILIA

REFERENCIA A LA VIDA

En muy pocas oportunidades nos damos cuenta que estamos llamados e invitados a creer en la salvación de Dios; sin embargo desde el bautismo fuimos llamados a la vida de santidad por medio de los sacramentos y la moral, y no como un asunto privado de cada uno e independientemente y aparte de los demás; somos llamados a fortalecer una nueva sociedad.

MENSAJE

Sabemos, que desde siempre quiso Dios santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sino en comunidad.

A los israelitas en el Antiguo Testamento Dios los salvo, como pueblo, de la esclavitud de los egipcios y les entregó la tierra prometida (Ver CC 62). Ese pueblo era figura de la Iglesia: "fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión de unos con otros, sino formando un pueblo que le confesara en la verdad y le sirviera santamente" ( LG 9).

Todos los creyentes que en Jesús hemos recibido el bautismo, somos la Iglesia, familia de Dios, su nuevo pueblo (Ver CC 790) . Somos pues: "linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido" (1 Pedro 2, 9), (Ver CC 782). En esta familia organizada por el mismo Dios, cada uno tiene su función y sus responsabilidades (Ver CC 791). Es un pueblo universal, destinado a ser luz de las naciones (Ver San Lucas 2, 32).

La Iglesia es un pueblo que tiene por Padre a Dios. Es pueblo que peregrina, que camina hacia el Padre. Es la familia del Padre que se forma y crece aquí en la tierra y que tiene su plenitud en el cielo (Ver CC 769).

Este nuevo pueblo, tiene a Cristo por Cabeza y en él se congregan los creyentes animados por el Espíritu Santo (Ver CC 791). Desde Pentecostés, la Iglesia se configuró como una comunidad viva y operante, bajo la orientación de los Apóstoles, así lo atestiguan los Hechos de los Apóstoles:

"Los creyentes eran constantes en escuchar la enseñanza de los Apóstoles, en la vida en común, en la fracción del pan y en las oraciones... a diario acudían al Templo... celebraban la fracción del pan, comían juntos, alababan a Dios con alegría... el Señor día tras día iba agregando nuevos miembros a la comunidad de los que se hablan de salvar" (Hechos 2, 42-47).

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Este nuevo pueblo que es la Iglesia ha sido constituido en sacramento o signo de salvación de todo el género humano y avanza en el tiempo hacia la patria definitiva en el Reino de los Cielos (Ver CC 774-776).

Pero, para llegar a esta salvación definitiva no basta con pertenecer de palabra a la Iglesia, "es necesario, por una gracia especial de Cristo" pertenecer " a ella con toda la vida, es decir, permanecer en la caridad , evitar el pecado y sobre todo ser fieles al Espíritu de Cristo presente en el bautizado (Ver LG 14; CC 837).

La Iglesia señala a todos sus hijos, que se esfuerzan por pertenecer a ella "de corazón", el cumplimiento de unas obligaciones mínimas; son los llamados "Mandamientos de la Iglesia" (Ver CC 2041-2043). Sin embargo, el bautizado no debe tener como norma de vida cristiana, solamente el contentarse con estas exigencias mínimas, como comulgar y confesarse una vez al año, sino que debe tender a la perfección por la caridad, abriendo toda su vida a la presencia y la acción de Cristo resucitado.

APLICACIÓN A LA VIDA

¿Qué dificultades tenemos que superar para que en nuestra parroquia se vayan estrechando cada vez más los lazos de familia?

¿Participamos activamente en la Misa Dominical de nuestra parroquia, conscientes de que somos miembros de la Iglesia que celebra la pascua del Señor?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Unidos a la Iglesia universal, digamos:

Oh Dios, que en la Nueva Alianza de Cristo, sigues creándote un pueblo con gentes de todas las naciones, que encuentran su perfecta unidad en el Espíritu; haz que tu Iglesia fiel a la misión recibida, camine siempre en unión de los hombres, como fermento y alma de la sociedad que ha de ser renovada y transformada en familia de Dios. (Misal Romano).

PARA RECORDAR

96. ¿Por qué la Iglesia es el Nuevo Pueblo de Dios?

La Iglesia es el Nuevo Pueblo de Dios porque por medio de la Nueva Alianza, sellada con la Sangre de Cristo, Dios mismo la constituyó como el auténtico linaje escogido, sacerdocio real, nación santa, pueblo de su propiedad (Ver 1 Pedro 2, 9; LG 9).

97. ¿Qué significa la expresión “somos Pueblo de Dios”?

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La expresión “somos Pueblo de Dios”, significa que Dios nos quiere salvar y santificar, no aisladamente, sino constituyendo un pueblo que le confiese en verdad y le sirva santamente (Ver LG 9).

98. ¿Cuáles son los mandamientos de la Iglesia?

Los mandamientos de la Iglesia son:

1. Participar en la Santa Misa todos los domingos y fiestas de guarda. (Ver CIC. Can. 1246-1248; CC 1389 y 2180).

2. Confesarse por lo menos una vez al año. (Ver CIC. Can. 989; CC 1457)

3. Comulgar en tiempo de Pascua. ( Ver CIC. Can. 920; CC 1389)

4. Ayunar los días establecidos por la Iglesia. ( Ver CIC. Can.1250-1253; CC 2177)

5. Ayudar al sostenimiento del culto y de sus ministros. (Ver CIC. Can. 222,1; CC 1351. 1387)

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"Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo,

no obstante ser muchos, no forman más que un solo cuerpo, así también es Cristo "

(1 Corintios 12, 12).

MENSAJE 46. SOMOS EL CUERPO DE JESUCRISTO

REFERENCIA A LA VIDA

Casi nunca pensamos en lo maravilloso que es nuestro cuerpo. Si enumeráramos y analizáramos los incontables fenómenos que suceden permanentemente en nosotros, quedaríamos estupefactos: el cerebro que controla y coordina la vida en todos los miembros; el corazón que como poderosa bomba hace llegar la sangre hasta las más alejadas partes del cuerpo; los pulmones que colman de oxigeno y purifican esa misma sangre; los órganos de los sentidos, las manos, los pies, los huesos, los músculos, todo esto constituye una maravillosa unidad en el cuerpo humano.

MENSAJE

Uno de los más bellos mensajes de la Biblia es el que nos enseña qué es y cómo funciona la Iglesia . Por nuestro bautismo todos entramos a formar parte del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. En ese cuerpo, Cristo es la Cabeza. Nosotros somos los miembros del Cuerpo. Por eso San Pablo nos enseña: "Pues del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo, así también es Cristo" (1 Corintios 12, 12). De la misma manera que en el cuerpo humano hay órganos vitales, igualmente el Espíritu Santo, a la manera de principio de vida, vivifica toda la Iglesia (Ver LG 7; AG 4; CC 791.798)50.

Es muy importante que cada uno de nosotros interioricemos sobre la función que tenemos dentro de la Historia de la Salvación y de la acción del Espíritu Santo quien nos reparte gracias especiales (CC 799-801) para la edificación de la Iglesia en la cual Cristo es la cabeza (CC 951). "Si todo el Cuerpo fuera ojo, ¿dónde quedaría el oído? Y si fuera todo oído, ¿dónde quedaría el olfato?” (1 Corintios 12, 17).

Por eso mismo nos necesitamos los unos a los otros. En la Iglesia de Dios nadie sobra (Ver CC 872).

Nuestro testimonio, nuestra acción, nuestra comunión y participación son necesarios para el buen funcionamiento del mismo Cuerpo: "Muchos son los miembros, mas uno es el cuerpo. Y no puede decir el ojo a la mano: no te necesito. Y los miembros del cuerpo que parecen más débiles, son indispensables" (1 Corintios 12, 20-23).

50 Se puede complementar en CC 787-796.

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Por el bautismo, somos miembros del cuerpo de Cristo y participamos del "Sacerdocio Bautismal", como lo reafirma el Vaticano II cuando dice: "Los bautizados son consagrados por la regeneración del Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo" (LG 10), Ver CC 784).

Así como en el cuerpo hay distintas funciones, así sucede en la Iglesia. Los que ejercen el Ministerio de Cristo Cabeza, haciendo sus veces, forman la Jerarquía de la Iglesia y ejercen el sacerdocio ministerial; los demás forman el laicado (Ver CC 873). Pero "el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo de grado, se ordenan sin embargo el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo" ( L. G. 10, Ver CC 1546-1547).

Los diferentes servicios que cada uno en su lugar presta a la Iglesia, es lo que llamamos los "carismas" que son dados por Dios para enriquecer a la Iglesia en orden a su misión en el mundo, de hacer crecer el Reino de Dios (Ver CC 799-801).

Sabemos que nosotros, desde el Bautismo, hemos sido injertados en Cristo y formamos con El un solo Cuerpo, constituimos así el Cristo total (Ver CC 795). Esa unión exige de nosotros la comunión y la solidaridad con todos los miembros de la Iglesia.

Tenemos pues la responsabilidad de descubrir nuestras propias capacidades y carismas para ponerlas al servicio de todo el Cuerpo de Cristo que es la Iglesia (Ver CC 953).

APLICACIÓN A LA VIDA

En la Iglesia, “los fieles laicos pueden cooperar a tenor del derecho en el ejercicio de la potestad de gobierno”. (CIC can. 129,2). Así, con su presencia en los concilios particulares, los sínodos diocesanos, los consejos pastorales, en el ejercicio “in solidum” de la tarea pastoral de una parroquia; la colaboración en los consejos de los asuntos económicos, en los diversos grupos apostólicos de la comunidad parroquial, entre otros.

¿Cómo manifestamos en nuestra comunidad diocesana y parroquial que somos miembros vivos y activos del Cuerpo de Cristo, como resultado de la conciencia de comunidad que tenemos?

¿Somos concientes de las funciones que debemos desempeñar en la Iglesia, y de qué manera las realizamos?

¿Como podemos ser más solidarios con los distintos miembros del Cuerpo de Cristo: el Papa, los Obispos, los Sacerdotes, con los más necesitados y alejados?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Celebremos con gozo esta realidad de ser miembros del cuerpo de Cristo acogiendo en nuestro corazón estas palabras de San Pablo:

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"Hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; hay diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos. A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el espíritu palabra de sabiduría; a otro palabra de ciencia según el mismo Espíritu" (1 Corintios 12, 5-9).

Que esta meditación nos conduzca a celebrar nuestra armonía y unión con los demás.

PARA RECORDAR

99. ¿Qué significa que somos el Cuerpo de Cristo?

Que somos el Cuerpo de Cristo significa que, así como todos los miembros del cuerpo humano, siendo muchos, forman un solo cuerpo, así los cristianos animados por el espíritu Santo entramos en comunión con Cristo y entre todos formamos una unidad cuya cabeza es el Señor.

100. ¿Qué exige de nosotros el ser miembros del Cuerpo de Cristo?

El ser miembros del Cuerpo de Cristo exige de nosotros vivir en comunión, por la acción del Espíritu Santo, con Cristo Resucitado, que es la Cabeza y también con los demás miembros, cumpliendo cada uno la función que nos corresponde desempeñar.

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"Pongan empeño en conservar la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz" (Efesios 4, 3 ).

MENSAJE 47. SOMOS UN PUEBLO LLAMADO A LA COMUNION Y PARTICIPACION POR EL ESPIRITU

REFERENCIA A LA VIDA

Todos conocemos la necesidad de compartir y de ser solidarios para realizar innumerables trabajos. En los momentos de soledad o de tristeza, cómo es de importante la presencia de los demás. No estamos hechos para vivir solos, sino que somos seres sociales, para vivir en comunidad (Ver GS 12).

MENSAJE

Los cristianos que formamos parte de la Iglesia no estamos llamados a aparecer individualmente, ni a vivir en división y en egoísmo; todo lo contrario, estamos llamados a la comunión y a la participación (Ver CC 855).

Es por eso que la primitiva comunidad cristiana se describe cómo era su vida cultural, que comprendía: la enseñanza o ilustración dada por los apóstoles; la unión o koinonía: auténtica comunicación de bienes en orden de socorrer a los necesitados; la fracción del pan, que comenzaba con la fracción del pan para cara uno de los asistentes; la oración, mediante el uso de las que procedían del judaísmo y de las cristianas: el padrenuestro, y otras que fueron apareciendo muy pronto ( Ver Hechos 2, 42)

La comunión, que ha de construirse entre los hombres tiene su raíz y modelo en "la comunión trinitaria (Ver CC 820). Padre, Hijo y Espíritu viven en perfecta intercomunión de amor. “De allí procede todo amor y toda comunión para grandeza y dignidad de la existencia humana" (Puebla, 212).

Esta comunión en la Iglesia tiene que ser:

Con Dios, como hijos, en la fe, en la oración, en la vida sacramental (Ver CC 755.787).

Con los hermanos, en el servicio, en el perdón, en la reconciliación, en la paz (Ver CC 952-953).

Con la naturaleza y el universo, porque por la resurrección de Cristo, la creación entera ha sido renovada. Esa comunión la vivimos por el cultivo y la estimación de la naturaleza y aprendiendo a contemplarla como manifestación de Dios (Ver CC 2415).

Page 171: Catecismo Basico Para Adultos

La participacion en la Iglesia tiene que ser corresponsable, solidaria en la ayuda mutua en todos los niveles, con todos los medios que cada uno posee y que son para la edificación de la misma comunidad (Ver CC 901-913).

Participación en la acción pastoral tanto en la reflexión y planeación como en la ejecución.

Para vivir la auténtica comunión y participación dentro de la Iglesia, la primera condición es estar unidos al Espíritu Santo.

APLICACIÓN A LA VIDA

No olvidemos que nos debemos a muchos otros. Que nuestro gran ideal como cristianos es hacer comunidad y que esta no se hace sino cuando se vive en comunión con Dios y con los hermanos.

Después de la proclamación de Cristo, que nos “revela” al Padre, Hijo y nos da su Espíritu, llegamos a descubrir las raíces últimas de nuestra comunión y participación.

Cristo nos revela que la vida divina en comunión trinitaria. Padre, Hijo y Espíritu Santo viven, en perfecta intercomunión de amor, el misterio supremo de la unidad. De allí procede todo amor y toda comunión, para grandeza y dignidad de la existencia humana. (Ver Puebla 211-219)

¿Qué hacemos para sentirnos y hacer que otros se sientan miembros activos en nuestra parroquia y en la misión que la Iglesia tiene en el mundo entero?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Al celebrar la Eucaristía tomemos conciencia de que damos un signo de comunión en una misma Fe, en un mismo Culto; y que no celebraremos plenamente la comunión en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, si en nuestra vida concreta no hemos sabido vivir en comunión unos con otros, y no hemos compartido nuestros bienes espirituales culturales, materiales, con todos los que más lo necesitan.

Si así lo hacemos, lograremos participar en la Eucaristía Sacramento de comunión, de manera consciente, activa y responsable.

PARA RECORDAR

101. ¿Qué significa ser un pueblo llamado a la comunión en el Espíritu?

Ser un pueblo llamado a la comunión en el Espíritu, significa que los cristianos hemos de empeñarnos en permanecer unidos con Dios y con los hermanos, por la participación en el misterio Pascual de Cristo y el cumplimiento del mandato del amor (Ver Filipenses 3, 10).

102. ¿Qué significa ser un pueblo llamado a la participación?

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Ser un pueblo llamado a la participación significa que la acción y el compromiso dentro de la Iglesia, no es solamente de la jerarquía, sino que cada bautizado tiene carismas y funciones que cumplir dentro de la comunidad.

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" Yo soy la vid; ustedes los sarmientos. El que permanece en mi y yo en él, ese da mucho fruto" (San Juan 15, 5).

MENSAJE 48. LLAMADOS A VIVIR EN COMUNION Y PARTICIPACION ECLESIAL

REFERENCIA A LA VIDA

Todos conocemos cómo funciona la vida de un árbol. Las raíces sustraen los alimentos. El tronco se encarga de hacerlos pasar en forma de savia; y todas las ramas van recibiendo simultáneamente ese alimento que maravillosamente va llegando hasta las hojas y los frutos. Pero sabemos que a su vez las hojas prestan un gran servicio a todo el árbol, ya que ellas por el influjo de la luz del sol, vitalizan todo el árbol.

MENSAJE

La Iglesia funciona como un gran árbol. Todos participamos de la vida de la raíz y del tronco que es Jesús. El mismo nos lo dijo: "Yo soy el tronco y ustedes son las ramas; el que permanece en Mi y Yo en él, da mucho fruto"(San Juan 15, 5), (Ver CC 755.787).

Los que somos miembros de la Iglesia, cada uno en el lugar que nos corresponde, tenemos que producir los frutos que Dios quiere, mediante la comunión y participación (Ver CC 798).

La Familia es el lugar más inmediato y más cercano a todos nosotros. Por eso se le ha llamado "Iglesia doméstica o pequeña Iglesia" (Ver CC 1655-1658). Esto se logra cuando en ella nos dejamos iluminar por la Palabra de Dios, cuando se realiza la oración en familia, cuando los acontecimientos de la vida se interpretan a la luz de la Fe, cuando las virtudes cristianas se practican en el hogar y cuando se celebran los sacramentos.

Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las legitimas reuniones locales de los fieles, que, unidas a sus pastores, reciben también en el Nuevo Testamento el nombre de Iglesias (Ver LG 26; CC 832-835).

La Comunidad Parroquial es la célula fundamental del Pueblo de Dios, formada por un conjunto de familias cristianas y de pequeñas comunidades alrededor de su párroco quien, delegado por el Obispo, actúa en medio de sus fieles en representación de Cristo, el Buen Pastor (Ver CC 2179). La parroquia debe ser comunidad de Fe, de Esperanza, de Amor y de culto; es decir, que tiene que vivir como la primera comunidad cristiana: "Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la Eucaristía y a las oraciones; nadie llamaba suyos a sus bienes y todo lo tenían en común" (Hechos 2, 42). Allí se distribuye abundantemente el Pan de la Palabra, el pan del amor fraterno y el Pan de la Eucaristía (Ver CT 67).

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“Además de la familia cristiana, primer centro de evangelización, el hombre vive su vocación fraterna en el seno de la Iglesia particular, en comunidades que hacen presente y operante el designio salvífico del Señor, vivido en comunión y participación” (Puebla 617).

En la comunidad parroquial descubrimos la importancia de celebrar el día del Señor, de compartir con nuestros hermanos y de contribuir con nuestros bienes a las obras parroquiales y a la atención de los más necesitados.

Este deber de ayudar a la Iglesia con bienes materiales, no es solo un mandamiento de la Iglesia que hay que cumplir sino que es también una manifestación de que Dios es el dueño de todo lo nuestro y nosotros somos los administradores de los bienes que hemos recibido.

La generosidad de nuestra ofrenda es un signo del amor del Señor que se hace presente en las necesidades ajenas.

La Diócesis es la porción del Pueblo de Dios que se confió al Obispo ( Ver CD 11; CC 833). Los Obispos son los sucesores de los apóstoles (Ver CC 880) y son ayudados en su misión por los presbíteros y demás ministros (Ver Puebla 686-690; LG 28 ; CC 1562-1568).

Los Obispos tienen la triple misión de enseñar, gobernar y santificar a sus fieles (Ver CC 888-896). “Además, es responsabilidad del Obispo discernir los carismas y fomentar los ministerios indispensables para que la Diócesis crezca hacia su madurez, como comunidad evangelizada y evangelizadora, de tal manera que sea luz y fermento de la sociedad, sacramento de unidad y de liberación integral apta para el intercambio con las demás Iglesias particulares, animada por el espíritu misionero, que la haga irradiar la riqueza evangélica lograda en su interior” (Puebla 647). Ellos están llamados a ser en medio de su pueblo padres, maestros y pastores, y a ser los permanentes constructores de la unidad.

A los Obispos, como representantes de Cristo, se les debe amor filial y una actitud de acogida y de obediencia a sus enseñanzas.

La Iglesia de Cristo, establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica (Ver CC 830-831), gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él (Ver LG 8).

El Papa, es en la Iglesia Universal el sucesor de Pedro y cabeza visible; él es quien en nombre de Cristo enseña, conduce y santifica a toda su grey (porción de Iglesia encomendada al Obispo -su diócesis-). Santifica a todos los miembros del Pueblo de Dios (Ver CC 882). Preside el colegio de los apóstoles formado por los Obispos de todo el mundo y es "el principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad" ( LG 23), tanto de los Obispos como de todos los fieles, en virtud de la autoridad y de la misión que Cristo le confió sobre toda la Iglesia (Ver CC 880. 883-885).

Con espíritu de fe estamos llamados a reconocer su máxima autoridad y la trascendencia de su misión, estando siempre prontos a acoger su magisterio y a amarlo como a supremo representante de Cristo en la tierra (Ver CC 837).

Page 175: Catecismo Basico Para Adultos

APLICACIÓN A LA VIDA

En todos estos lugares de comunión y participación, la Iglesia está llamada a ser sal, luz y levadura de una nueva humanidad. Toda la Iglesia está en función de implantar el Reino entre todos los hombres, apresurando el día en que Dios sea todo en todos.

Preguntémonos:¿Podemos decir que nuestra familia es como una pequeña Iglesia doméstica? ¿Por qué?¿De qué manera vivimos la comunión y participación en nuestra comunidad parroquial?¿Sabemos cuál es nuestra Diócesis y quién es nuestro Obispo?¿Reconocemos al Romano Pontífice como el sucesor de Pedro, y expresamos este reconocimiento con el amor a su persona y la adhesión a su magisterio?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Interioricemos el texto bíblico con el que iniciamos el presente tema: San Juan 15, 5-8. Y después de agradecer al Señor por llamarnos a estar unidos a El en la Iglesia, veamos qué nos dice la Palabra de Dios en relación con el desarrollo del mensaje.

Pensemos en todos aquellos que no quieren vivir en comunión con la Iglesia y pidamos por ellos.

PARA RECORDAR

103. ¿Cuáles son los lugares de comunión y participación en la Iglesia?

Los lugares de comunión y participación para todo cristiano son: la familia, la Parroquia, la Diócesis o Iglesia particular y la Iglesia Universal.

104. ¿Cuáles son nuestras obligaciones fundamentales para con la Iglesia?

Nuestras obligaciones fundamentales para con la Iglesia son:

Hacer de nuestra familia una pequeña Iglesia donde se vivan la fe, el amor y la esperanza.

Colaborar para hacer de nuestra parroquia una verdadera comunidad de fe, de esperanza, de amor y de culto, donde se comparta lo que se es y lo que se tiene.

Interesarnos con espíritu misionero en la vida, proyectos y necesidades de nuestra diócesis y de la Iglesia universal.

Conocer, amar, defender y ayudar a la Iglesia porque es nuestra modere. Acoger las enseñanzas de nuestros pastores, especialmente las del Papa y

cumplir las normas y preceptos de la Iglesia.

Page 176: Catecismo Basico Para Adultos

"Que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que

el mundo crea que tú me has enviado"(San Juan 17,21.)

MENSAJE 49. CREEMOS EN LA IGLESIA, UNA, SANTA, CATOLICA Y APOSTOLICA

REFERNCIA A LA VIDA

Con frecuencia encontramos títulos en las ciudades y aún en los campos, como éstos: Iglesia Pentecostal, Iglesia Adventista, Iglesia del Séptimo día, etc. ¿Por qué?

A través de la historia de la Iglesia ha habido divisiones entre los cristianos. Hoy existen tres grandes ramas en el cristianismo: católicos, ortodoxos y protestantes (Ver CC 817). En la Iglesia católica, guiada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, "subsiste" la Iglesia única de Cristo ( Ver LG 8).

MENSAJE

La total plenitud de los medios salvíficos se encuentra en la Iglesia Católica, sacramento universal de salvación aunque fuera de su estructura visible (Ver CC 816), se encuentran muchos elementos de santidad y de verdad (Ver UR 3; LG 8; CC 818-819).

La Iglesia Católica fue fundada por Jesucristo. El la dotó de cuatro características fundamentales, por las cuales debe ser reconocida. La Iglesia es Una, Santa, Católica y Apostólica (Ver CC 811-812. 865).

La Iglesia es UNA. Esta unidad es consecuencia de su naturaleza misma que es ser comunión: "Que todos sean UNO como Tú, Padre, estás en Mi y Yo en Ti; que ellos también sean Uno en nosotros para que el mundo crea" (San Juan 17, 21); (Ver CC 813-822).

También Jesús manifiesta su voluntad de que haya un "solo rebaño y un solo Pastor" (Ver San Juan 10, 1-16).

La Iglesia es SANTA. Somos el Pueblo de Dios llamado a la santidad, y no solamente porque nacemos de El, sino porque estamos orientados hacia Dios. "La Iglesia es Santa porque Jesucristo amó a su Iglesia como a su esposa, entregándose a si mismo para santificarla: y la enriqueció con el don del espíritu" (Ver LG 39; CC 823-829).

Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida somos llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad. Todos somos llamados a la santidad: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (San Mateo 5,48)

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La Iglesia ejerce su misión de santificar por medio de la predicación de la Buena Nueva de Jesús y por los Sacramentos. Todos los hombres estamos llamados a la santidad (Ver CC 2012-2016).

La Iglesia es CATOLICA: porque Cristo, al dar la vida por todos, nos conquistó para Dios; porque envió a los apóstoles a predicar el Evangelio a todos los pueblos; porque Dios quiere que todos los hombres se salven (Ver CC 849-856).

Que la Iglesia es Católica significa que es universal: "Todos los hombres están llamados a formar parte del Nuevo Pueblo de Dios que debe extenderse a todo el mundo y en todos los tiempos" (Ver LG 13; CC 830-831).

La Iglesia, por tanto, tiene que ser misionera. Para esto necesita aceptar integralmente el Evangelio y vivir de acuerdo con las enseñanzas de Jesús, y anunciarlo a todos, manifestando así el deseo ardiente de que todos lo conozcan. (Ver LG 17).

La Iglesia es APOSTOLICA, o sea, fundada sobre los apóstoles. El Señor Jesús, Pastor eterno, edificó la Santa Iglesia enviando a sus apóstoles, lo mismo que El fue enviado por el Padre; y quiso que los sucesores de ellos, los Obispos, fuesen los Pastores en la Iglesia hasta la consumación de los siglos. Y para que el mismo Episcopado fuera uno solo, puso al frente de los demás apóstoles a Pedro, "como principio y fundamento perpetuo y visible de la unidad de Fe y Comunión" (LG 18); (Ver CC 857-865).

El decreto sobre Ecumenismo del Concilio Vaticano II explicita: “Solamente por medio de la Iglesia Católica de Cristo, que es auxilio general de salvación, puede alcanzarse la plenitud total de los medios de salvación. Creemos que el Señor confió todos los bienes de la Nueva Alianza a un único colegio apostólico presidido por Pedro, para constituir un solo Cuerpo de Cristo en la tierra al cual deben incorporarse plenamente los que de algún modo pertenecen ya al Pueblo de Dios” (UR 3).

APLICACIÓN A LA VIDA

Nosotros como católicos:

¿Cómo estamos colaborando para que en la Iglesia se viva la unidad, por la que Jesús dio su vida?

¿Nos esforzamos por estar a la altura del llamado a ser santos como nuestro Padre Celestial? ¿De qué manera?

¿Cómo vivimos el Espíritu misionero de la Iglesia, para que todos conozcan y acepten en sus vidas a Jesucristo?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Cuando recitemos el Credo, al decir: "Creemos en la Iglesia, Una, Santa, Católica y Apostólica", hagamos un acto de fe en ella.

Pidamos frecuentemente la unidad de los cristianos con la siguiente oración:

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"No ruego sólo por éstos,sino también por aquellosque, por medio de su palabra, creerán en mi,para que todos sean uno.Como tú, Padre, en mi y yo en ti,que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundocrea que tú me has enviadoYo les he dado la gloria que tú me diste, para que seanuno como nosotros somos uno:yo en ellos y tú en mi,para que sean perfectamente uno,y el mundo conozca que tú me has enviadoy que los has amado a ellos como me has amado a mi".(Juan 17, 20-23).

PARA RECORDAR

105. Cuáles son las notas o características de la Iglesia?

Las notas o características de la Iglesia son: Una, Santa, Católica y Apostólica.

106. Cómo expresa San Pablo la Unidad de la Iglesia?

San Pablo expresa la Unidad de la Iglesia cuando dice: "Hay un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo, un solo Dios y Padre" (Efesios 4, 5).

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UNIDAD DECIMASEGUNDA

LA IGLESIA EXISTE PARA EVANGELIZAR

OBJETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

— Reafirmar que la Misión esencial de la Iglesia es la de llevar a todos los hombres la Buena Nueva de la Salvación, bajo la acción del Espíritu Santo.

— Comprobar que la Iglesia, fiel a esa Misión que le señaló Jesucristo, continúa anunciando ese mensaje de salvación a los hombres de todas las épocas y de todas las razas.

— Redescubrir que todos los bautizados somos corresponsables en la misión evangelizadora de la Iglesia y que debemos capacitarnos para ello y estar dispuestos a responder con generosidad a esta exigencia.

MENSAJES:

50. La misión de la Iglesia: Evangelizar 51. Compromiso del cristiano: Evangelizar52. ¿Cómo evangeliza la Iglesia?53. El Espíritu Santo, primer agente de la Evangelización

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"Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación" (Marcos 16, I5).

MENSAJE 50. LA MISION DE LA IGLESIA: EVANGELIZAR.

REFERENCIA A LA VIDA

Cuántos cristianos vivimos nuestra fe encerrados en nosotros mismos, preocupados sólo de nuestros propios problemas. Existen unos grupos apostólicos que se llaman "comunitarios" y viven "muy bueno" por dentro. para ellos mismos, pero nunca salen de si, y poco piensan en los demás; no se sienten parte viva e interesada en la Iglesia universal.

Esta manera de vivir la Iglesia, por parte de estos grupos, puede estar contagiando a parroquias y diócesis que no tienen esa apertura misionera. Sin embargo, todos estamos llamados a ir más allá de nuestras fronteras y rescatar así la propia identidad de la Iglesia.

MENSAJE

Jesucristo, enviado del Padre, pasó las fronteras del cielo para caminar con el hombre (Ver CC 422). Siendo el Evangelio (Buena Noticia o Buena Nueva) de Dios, El ha sido también el primero y más grande evangelizador, dando testimonio veraz de lo que ha visto junto al Padre y haciendo las obras que El le encomendó (Ver CC 75).

El Señor Jesús llamó a los que él quiso, y designó a doce para que le acompañaran y para enviarlos a predicar (San Marcos 3, 13-14). Los Apóstoles fueron así la semilla del nuevo Israel, la Iglesia (Ver CC 858)51.

Para anunciar su fe y para implantar su Reino, Cristo envías a sus apóstoles y a sus sucesores. El les da parte en su misión. De El reciben el poder de obrar en su nombre (Ver CC 935).

Después el Señor, antes de ascender a los cielos, fundó su Iglesia como Sacramento de Salvación y envió a los Apóstoles al mundo entero, como también El había sido enviado por el Padre (Ver CC 849), mandándoles: "Id, pues, y haced discípulos, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu Santo, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado" (San Mateo 28, 19-20). "Id por el mundo entero a predicar el Evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, se salvará; el que no creyere, se condenará"(San Marcos 16, 15-16). "De aquí proviene el deber de la Iglesia de propagar la fe y la salvación de Cristo..." ( AG 5).

"Evangelizar constituye, en efecto, la dicha y vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda. Ella existe para evangelizar; es decir, para predicar y enseñar, ser canal del

51 Se puede complementar con el CC 849-865.

Page 181: Catecismo Basico Para Adultos

don de la gracia, reconciliar a los pecadores con Dios, perpetuar el Sacramento de Cristo en la Santa Misa, memorial de su muerte y resurrección gloriosa" (EN 14).

Evangelizar significa para la Iglesia, llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad, y con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad (Ver CC 854).

Evangelizar significa también “alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación "(EN 19).

"La Iglesia lo sabe; ella tiene viva conciencia de que las palabras del Salvador: 'Es preciso que anuncie también el reino de Dios en otras ciudades ( San Lucas 4, 43), se aplican con toda verdad a ella misma (Ver CC 851). Por su parte ella añade de buen grado siguiendo a San Pablo: 'Porque, si evangelizo, no es para mi motivo de gloria, sino que se me impone como necesidad. Ay de mi si no evangelizo’ (2 Corintios 9,16) "(EN 14).

“Los Obispos, ayudados por los Presbíteros, sus colaboradores y por los Diáconos, tiene la misión de enseñar auténticamente la fe, de celebrar el culto divino, sobre todo la Eucaristía y de dirigir su Iglesia como verdaderos pastores. A su misión pertenece también el cuidado de todas la Iglesias, en comunión con el Papa” (CC. 939).

“Siendo propio del estado de los laicos vivir en medio del mundo y de los negocios temporales, Dios le llama a que movidos por el Espíritu Santo, ejerzan su apostolado en el mundo a manera de fermento” (CC. 940).

En esta perspectiva de Iglesia, es muy útil que acojamos con disponibilidad los diversos esfuerzos, que hace hoy la Iglesia por hacer una Evangelización que sea realmente “NUEVA” y que llegue a todas las gentes. Tanto los laicos (todos los bautizados) como los Ministros Ordenados de la Iglesia (Obispos, Presbíteros y Diáconos) estamos hoy invitados a trabajar con un espíritu renovado en los planes o proyectos de renovación que se están planteando en la mayoría de Diócesis del país, de acuerdo a lo propuesto por el Santo Padre en Santo Domingo (Discurso Inaugural Nº. 6-12).

APLICACIÓN A LA VIDA

¿Qué debemos hacer para que cada uno de nosotros en nuestro grupo, en nuestra familia, en nuestra parroquia, seamos más misioneros?

¿A qué nos mueve la descristianización actual del mundo?

Es necesario analizar qué tan enterados , por medio de quién y cómo hemos estado participando de las acciones que realiza hoy la Iglesia para evangelizar.

CELEBRACIÓN DE LA FE

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El contenido de este canto, puede ayudarnos a reanimar nuestro compromiso de evangelizadores:

Sois la semilla que ha de crecer Sois la estrella que ha de brillar Sois levadura, sois grano de sal, antorcha que debe alumbrar, sois la mañana que vuelve a nacer, sois la espiga que empieza a granar, sois aguijón y caricia a la vez, testigos que voy a enviar.

Coro: Id amigos por el mundo anunciando el amor, mensajeros de la vida, de la paz y el perdón, sed amigos los testigos de mi resurrección id llevando mi presencia, con vosotros estoy.

PARA RECORDAR:

107. ¿Qué es evangelizar?

“Evangelizar es proclamar que en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y resucitado, se ofrece la salvación a todos los hombres” (EN 27).

108. ¿Cuándo recibió la Iglesia la tarea de Evangelizar?

La Iglesia recibió la tarea de evangelizar, cuando Jesús antes de subir al cielo, envió a los Apóstoles, diciéndoles: “Id por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura” (Marcos 16, 15. Ver Mateo 28, 16-20).

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" Vosotros sois linaje escogido, sacerdocio real, nación santa” (1 San Pedro 2, 9).

MENSAJE 51. COMPROMISO DEL CRISTIANO: EVANGELIZAR

REFERENCIA A LA VIDA

En nuestro ambiente actual se ha perdido mucho el sentido de Dios. Algunos llegan a decir: ¿Por qué no habrá más misioneros que nos ayuden a conocer el Evangelio?

¿Acaso son los "misioneros" especializados, o los sacerdotes y religiosos los únicos que deben evangelizar'?

Parece que aún no hemos tomado conciencia o que no nos han ayudado a tomarla de que todo cristiano tiene la obligación de anunciar el Evangelio y que para hacerlo adecuadamente, es necesario recibir una preparación en la parroquia, o en las organizaciones que tiene la Iglesia para formar a los laicos.

MENSAJE

El Concilio Vaticano II nos recuerda que "La Iglesia entera es misionera. que la evangelización es un deber fundamental del Pueblo de Dios" (AG 35); (Ver CC 863).

El mismo Concilio Vaticano II destaca el papel tan importante del laico dentro de la Iglesia y su contribución a la tarea evangelizadora de la Iglesia52.

“Los laicos participan en el sacerdocio de Cristo: cada vez más unidos a él, despliegan la gracia del Bautismo y de la Confirmación a través de todas las dimensiones de la vida personal, familiar, social y eclesial y realizan así el llamamiento a la santidad dirigido a todos los bautizados” (CC 941)53.

En efecto, por el bautismo, todos estamos unidos a Cristo, quien vino al mundo para predicar el Evangelio. Si Cristo evangeliza, también el cristiano está llamado a evangelizar (Ver CC 871). Por tanto, cada uno puede y debe decir: "Evangelizar constituye mi dicha y mi vocación propia...". (EN 14).

El bautizado, en virtud de su participación en la función sacerdotal, profética y real de Cristo, coopera en la misión de Cristo y de la Iglesia (Ver CC 783). El cristiano es:

Profeta: cuando anuncia la Buena Nueva con la Palabra y con el testimonio de su propia vida, cuando sabe descubrir los signos de la presencia de Dios y cuando denuncia con valentía la presencia del mal (Ver CC 785).

52 Se puede acudir al Concilio Vaticano II y profundizar más en la “Apostolicam Actuositatem” (La labor apostólica de los laicos).53 Se puede profundizar el tema del CC 897-913.

Page 184: Catecismo Basico Para Adultos

Sacerdote: porque participa del sacerdocio de Cristo. Con este sacerdocio llamado de los "fieles" ofrece a Dios su vida, sus penas, sus alegrías, su trabajo y también pide por las necesidades de todo el mundo (Ver CC 784).

Rey: todo cristiano ejerce su ministerio "real" con el dominio del mundo por medio del trabajo, y el servicio a los hermanos, a la manera de Cristo que es rey, no porque domina al hombre, sino porque se hace su servidor (Ver CC 786; San Mateo 20, 28).

La Iglesia desarrolla esta triple misión mediante su acción pastoral.

En consecuencia, todo bautizado, de acuerdo con su condición y posibilidades, debe ocupar su puesto como evangelizador en la familia, en la escuela, en los movimientos apostólicos, en los grupos universitarios, en los grupos obreros, con los marginados, indígenas, etc. (Ver CC 901).

“Los laicos participan en el Sacerdocio de Cristo: cada vez más unidos a El, despliegan la gracia del Bautismo y de la Confirmación a través de todas las dimensiones de la vida personal, familiar, social y eclesial y realizan así el llamamiento a la santidad dirigido a todos los bautizados” (CC 941).

Es necesario reconocer que hoy la Iglesia, ofrece una amplia participación a los fieles laicos, en su actividad misionera: hay laicos que son instituidos Ministros Lectores o Acólitos, otros laicos participan de algunos Ministerios reconocidos en la Pastoral Litúrgica, Pastoral Social, Pastoral de los Enfermos o la Pastoral Profética como catequistas.

El Papa Pablo VI nos recuerda en la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, que toda la Iglesia está llamada a evangelizar, realizando a través de sus miembros diferentes tareas, "llevando un mensaje explícito y adaptado a las diversas situaciones y constantemente actualizado, sobre los derechos y deberes de toda persona humana, sobre la vida familiar... sobre la vida internacional, la paz, la justicia, el desarrollo; un mensaje especial vigoroso en nuestros días sobre la liberación" (EN 29). De ahí la necesidad de una catequesis de adultos en las diócesis y en las parroquias (Ver CT 43).

APLICACIÓN A LA VIDA

¿Cómo desempeñamos en la vida nuestra misión bautismal de ser profetas, sacerdotes y servidores? ¿Cómo podemos vincularnos concretamente en la tarea de Evangelizar en la familia, grupo, parroquia y Diócesis?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Interioricemos este mensaje meditando en la invitación que San Pablo hace a Timoteo para que realice verdaderamente su ministerio de Evangelizador:

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"Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá u n tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades, apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio" (2 Timoteo 4, 1-5).

PARA RECORDAR

109. ¿Por qué decimos que el compromiso del cristiano es evangelizar?

Decimos que el compromiso del cristiano es evangelizar porque por el Bautismo nos unimos a Cristo y participamos de su misión de anunciar el Evangelio a todos los hombres.

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"No me avergüenzo del Evangelio pues es una fuerza de Dios para la salvación de todo el que cree” (Romanos 1, 16).

MENSAJE 52. ¿COMO EVANGELIZA LA IGLESIA?

REFERENCIA A LA VIDA

A veces se cree que anunciar el Evangelio es para personas privilegiadas. "Yo no sé hablar", "eso no es para mi", decimos con frecuencia. Sin embargo, no se predica solamente hablando, tenemos muchas maneras de hacerlo. Por lo tanto es necesario pedir una formación en la fe, acudir a la catequesis de adultos en la parroquia o en la diócesis, educar nuestra fe y conocer nuestra doctrina.

MENSAJE

En cada época, lugar y cultura, la Iglesia adopta formas diversas de evangelización. Pero en el fondo, algunas de esas formas nunca pasarán: el testimonio, la Palabra y el contacto personal.

Testimonio de vida: (Ver CC 2044) en primer lugar, la Buena Nueva debe ser proclamada mediante el testimonio. "El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, y si escuchan a los que enseñan es porque dan testimonio" (E N. 41).

Comprender, aceptar, vivir en comunión de vida, perdonar, servir a aquellos con quienes compartimos nuestra existencia, produce en ellos deseos de ser así y hacer lo mismo. El testimonio es, pues, una proclamación clara del mensaje de Jesús.

Predicación de la Palabra: (Ver CC 2-3) la Iglesia evangeliza también predicando la Palabra, en las celebraciones litúrgicas y en la catequesis: "No hay evangelización verdadera mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el Reino, el misterio de Jesús de Nazareth, Hijo de Dios" (E N 22).

San Pablo insiste en la importancia de la predicación: "¿Cómo invocarán a aquél en quien no han creído? ¿Cómo creerán sin haber oído hablar de El? ¿Cómo oirán si nadie les predica?” (Romanos 10, 14-15); (Ver CC 875). Igualmente exhorta a Timoteo diciendo: "Predica la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo; reprende, enseña, exhorta con toda paciencia y doctrina" (2 Timoteo 4, 2). La predicación de la Palabra es, pues, fundamental en la evangelización.

Contacto personal: otra manera de evangelizar es el diálogo de persona a persona. Esta forma la empleó mucho Jesucristo, con la Samaritana, Zaqueo, el ciego de nacimiento, etc, (Ver CC 27). Transmitir nuestra propia experiencia de fe, dentro de un clima de comprensión, cordialidad y acogida, deja huella en el corazón del hombre (Ver CC 856) Nos constituye en evangelizadores.

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“Por institución divina, entre los fieles hay en la Iglesia ministros sagrados, que se denominan clérigos (escogidos); los demás se llaman laicos. Hay también fieles que perteneciendo a uno de ambos grupos, por la profesión de los consejos evangélicos, se consagran a Dios y sirven así a la misión de la Iglesia.”(CC. 934).

Así, con la predicación de la Palabra y con el testimonio de vida han evangelizado a lo largo de la historia de la Iglesia, los Papas, los Obispos, los Presbíteros y Diáconos, los Religiosos y Religiosas y muchos apóstoles seglares integrados a la pastoral de la Iglesia. Así lo continúa haciendo la Iglesia también hoy, con la colaboración de todos.

APLICACIÓN A LA VIDA

Tácitamente o a grandes gritos, pero siempre con fuerza se nos pregunta:

¿Creemos verdaderamente en lo que anunciamos'?¿Vivimos lo que creemos?¿Predicamos lo que vivimos?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Guiados por el apóstol Pablo que nos dice: "Ay de mi si no evangelizo" ( 1 Corintios 9, 16), comprometámonos a ser evangelizadores, ante todo con el testimonio de nuestra propia vida y recordando a Jesús que nos pide rogar al Padre que envíe apóstoles a su Iglesia; oremos por los misioneros, por los catequistas, por los sacerdotes, por los religiosos, por las vocaciones sacerdotales y religiosas.54

PARA RECORDAR:

110. ¿Cómo evangeliza la Iglesia?

La Iglesia evangeliza de múltiples maneras, sobre todo por medio del testimonio de vida de todos sus miembros, por la predicación de la Palabra, la catequesis y el contacto personal.

54 Se puede emplear LA ORACIÓN DEL CATEQUISTA, que está en los ANEXOS en la sección de las oraciones del cristiano

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"Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos... hasta los confines

de la tierra " (Hechos 1, 8).

MENSAJE 53. EL ESPÍRITU SANTO, PRIMER AGENTE DE EVANGELIZACION

REFERENCIA A LA VIDA

Sabemos que nuestro cuerpo, sin alma, sin espíritu que lo anime, no puede comunicarse, no puede realizarse, no puede vivir.

La Iglesia, Cuerpo de Cristo, también tiene un alma: El Espíritu Santo. El es quien la anima, quien la guía, quien la vivifica para que pueda cumplir su misión de evangelizar en toda la tierra.

MENSAJE

El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia (Ver EN 75); porque El es quien la conduce, la orienta, la renueva, la ilumina, la pone en movimiento hacia la realización de su misión (Ver CC 737. 797-798).

“El Espíritu Santo que Cristo, Cabeza, derrama sobre sus miembros, construye, anima y santifica a la Iglesia. Ella es el sacramento de la Comunión de la Santísima Trinidad con los hombres” (CC 747).55

Así lo hizo con Jesús, el enviado del Padre con la presencia del Espíritu Santo:

o En el momento del Bautismo descendió sobre El “de pronto se abrió el cielo, y Jesús vio que el Espíritu de Dios bajaba sobre El como una paloma” (Ver San Mateo 3, 16; CC 701. 1224. 535-536).

o Dio a Jesús la fuerza de su presencia como impulso evangelizador : “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la Buena Noticia a los pobres” (Ver San Lucas 4, 18; CC 712-714).

o Lo condujo hacia el desierto antes de dar comienzo a su misión “luego el Espíritu llevó a Jesús al desierto, para que el diablo lo pusiera a prueba” (Ver San Mateo 4,1-11; CC 538).

o Es prometido por Jesús a los apóstoles y se lo comunica el día de Pascua “Y sopló sobre ellos y les dijo: reciban el Espíritu Santo” (Ver San Juan 20,22; CC 730)

55 Se puede profundizar con el CC 733-741.

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o En Pentecostés desciende en forma invisible sobre ellos (Ver CC 731-732). a partir de entonces ya no se quedan encerrados llenos de temor, ni se dejan conducir por sus ideas personales o maneras de ser, a veces caprichosas, a veces cobardes. El Espíritu Santo los anima, los ayuda a comprender lo que antes no entendían y los lanza a predicar el Evangelio “...porque si no me voy, el Defensor no vendrá para estar con ustedes...”, “..y todos quedaron llenos del Espíritu Santo...” ( Ver Juan 16, 5-15 ; Hechos 2, 1-42; CC 1287).

Gracias al impulso del Espíritu Santo, la Iglesia crece :

El es quien explica a los fieles el sentido profundo de las enseñanzas de Jesús y su misterio (Ver CC 729).

Actúa en cada evangelizador que se deja poseer y conducir por El. Y pone en sus labios

las palabras que por sí solo no podría hallar... (Ver San Lucas 21,15; CC 739).

Suscita la nueva creación, la humanidad nueva a la que la evangelización debe conducir (Ver CC 735).

Por eso decimos que el Espíritu Santo es el agente principal de la evangelización : “El es quien impulsa a cada uno a anunciar el Evangelio y quien en lo hondo de las conciencias hace aceptar y comprender la palabra de salvación” (EN 75; Ver CC 737-738).

APLICACIÓN A LA VIDA.

En nuestra tarea de evangelizar, ¿nos dejamos conducir por el Espíritu Santo ?

¿Sabemos interpretar a la luz del Espíritu Santo los signos de los tiempos? ¿La presencia del Espíritu Santo alienta nuestra acción evangelizadora sin desánimos?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Guiados por el apóstol Pablo que nos recuerda cómo en la evangelización Dios es quien da el crecimiento por la acción de su Espíritu ( Ver 1 Corintios 3, 6-7):

“Yo sembré y Apolos regó, pero Dios es quien hizo crecer la planta,de manera que ni el que siembra ni el que riega son nada,sino que Dios lo es todo, pues él es quien hace crecer la planta”

Oremos diciendo:

"Ven Espíritu Santo Llena los corazones de tus fieles y enciende en nosotros el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y se renovará la faz de la tierra"56.

PARA RECORDAR:

56 En los ANEXOS se puede ayudar con la ORACIÓN AL ESPIRITU SANTO en la sección de Oraciones del Cristiano

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111. ¿Por qué decimos que el Espíritu santo es el primer agente de la evangelización?

Decimos que el Espíritu Santo es el primer agente de la evangelización porque es El quien conduce la Iglesia, la ilumina, la renueva y la pone en movimiento hacia la realización de su misión.

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UNIDAD DECIMATERCERA

LA IGLESIA, SACRAMENTO DE SALVACION

OBJETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar que Cristo ha hecho a su Iglesia Sacramento de Salvación para todos los; hombres y que cumple su misión por los sacramentos.

- Comprobar cómo la Iglesia comunica a los hombres la salvación, que es la vida divina, mediante las acciones sacramentales que celebra en la liturgia. ;

- Redescubrir en los sacramentos la presencia viva del Señor que viene a nuestro encuentro y nos hace participes de su vida divina.

MENSAJES

54. La Iglesia, Sacramento Universal de Salvación.55. En la Liturgia la Iglesia celebra la Salvación56. En la Iglesia participamos de la Vida Divina.57. Los Sacramentos, encuentros con Jesucristo en la Iglesia58. El Bautismo, sacramento del testimonio cristiano59. La Confirmación, Sacramento del testimonio cristiano60. La Eucaristía, sacrificio de Cristo y cena familiar de los hijos de Dios61. La Penitencia, Sacramento de la Reconciliación con Dios y con los hombres.62. La Unción de los Enfermos, fortaleza y esperanza en el Señor63. El Orden Sagrado, Sacramento para la edificación y servicio del Pueblo de Dios64. El Matrimonio, comunidad sacramental de vida y de amor65. La oración, exigencia de la vida cristiana.

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"El que me ha visto a mi, ha visto al Padre" (San Juan 14, 9).

MENSAJE 54. LA IGLESIA, SACRAMENTO UNIVERSAL DE SALVACION

REFERENCIA A LA VIDA

Cuando el hombre quiere expresar las realidades más profundas de su vida, el lenguaje de las palabras resulta insuficiente. Entonces acude al lenguaje de los signos que es más real, más dinámico, más cercano a su vida y más adecuado para expresar el misterio que lo envuelve.

Un signo es una realidad visible, que nos hace pensar en una realidad invisible. Un signo sugiere más de lo que muestra y exige que el hombre vaya más allá de la realidad puramente material que aparece.

A través de los encuentros y de los acontecimientos humanos podemos leer signos cargados de simbolismo, que nos llevan al encuentro con Dios. Dios es un Dios escondido, dice la Escritura; El se presenta bajo los signos que al mismo tiempo ocultan y revelan su presencia.

La acción salvadora y familiar de Dios fue sentida y reconocida por medio de varios y múltiples signos. Para el Pueblo de Israel fue viento suave en el jardín del Paraíso, voz que conversó con Abraham, zarza ardiente para Moisés, brisa ligera para Elías, Tabernáculo, Templo. ..

MENSAJE

“El término sacramento, expresa el signo visible de la realidad oculta de la salvación. Según esto, Cristo es El mismo el misterio de la Salvación” (CC 774)57

En el Nuevo Testamento el signo por excelencia es Cristo, Sacramento perfecto del amor del Padre. Su humanidad muestra la realidad de Dios (Ver CC 65). El Padre se manifiesta en El y sólo en El: "El que me ha visto a mi, ha visto al Padre" (San Juan 14, 9). En Jesús, Dios realiza su encuentro con el hombre y el hombre vuelve a encontrarse con Dios (Ver CC 516).

La sabiduría y el amor de Cristo, ahora que ya no está presente de modo visible en el mundo, ha elegido otro cuerpo para quedarse siempre con nosotros (CC 788). Este cuerpo es la Iglesia, en la cual se hace presente y vive resucitado. “La Iglesia es en Cristo como un sacramento o signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la humanidad de todo el género humano” (CC 775).

57 Se puede profundizar el tema en CC 774-776.

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La Iglesia, comunidad de creyentes injertados en Cristo, en la que El prolonga el misterio de su Encarnación, es su sacramento, su signo (Ver CC 775). En ella, por virtud de su Espíritu, se encuentra con nosotros y establece un diálogo, comunicándonos su gracia. En la Iglesia, Cristo se muestra como realmente es, Dios-con-nosotros (Ver CC 738).

Esta Iglesia, comunidad de todos los bautizados es, pues, "Sacramento de Cristo"; o sea, signo visible de su presencia y de su amor salvador para todos los hombres (Ver CC 776). El Vaticano II enseña: "la Iglesia es en Cristo como un sacramento, o sea, signo e instrumento de la unión intima con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1 ), o "sacramento universal de salvación" (LG 48). Ella, a su vez, nos ofrece esa salvación por medio de los sacramentos (Ver CC 739-740. 774. 1117-1118).

Todos los que constituimos la Iglesia, tenemos entonces la tarea de ser signos visibles, gesto, anuncio a veces silencioso pero fuertemente expresivo de unidad, de amor, de salvación (Ver CC 1702. 898-899).

Somos fermento de unidad para que el mundo crea en la Iglesia y reconozca que Ella es "El Sacramento universal de salvación que manifiesta y al mismo tiempo realiza el misterio del amor de Dios al hombre" (G. S. 45); (Ver CC 820).

Por eso, en la Iglesia Jesús sigue llamando a todos los hombres de buena voluntad, los santifica renovándolos con el don de su Espíritu, y los capacita para asumir sus deberes y transformar el mundo (Ver CC 1877).

“Como sacramento, la Iglesia es instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo, ‘como instrumento de redención universal’” (LG 9), por medio del cual Cristo realiza y manifiesta al mismo tiempo el misterio de amor de Dios hacia la humanidad” (CC 776).

APLICACIÓN A LA VIDA

Si somos miembros activos de la Iglesia, sentimos la responsabilidad de fomentar la unidad y de buscar la salvación tanto personal como comunitaria, en el ambiente que nos rodea: familia, trabajo, parroquia, etc., para ser signo visible del amor de Dios a los hombres, en la comunidad creyente que es la Iglesia. En el contexto social o laboral que nos desempeñamos, es necesario que seamos signos de salvación y santidad o fermento para la sociedad, que quien nos vea, vea a Cristo vivo y actuante.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Leamos y meditemos el siguiente texto evangélico, pidiendo al Señor que la Iglesia se extienda por el mundo entero como signo de salvación:

"El Reino de los cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeño que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las

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hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen a anidar en sus ramas" (San Mateo 13, 31-32)58.

PARA RECORDAR

112. ¿Qué significa que la Iglesia es Sacramento de Salvación?

Que la Iglesia es sacramento de salvación significa que ella, por ser signo y prolongación de la presencia salvadora de Cristo, nos comunica la vida de Dios, especialmente a través de los sacramentos.

58 Se puede emplear LA ORACIÓN A JESUCRISTO que se encuentra en los ANEXOS, en la sección de oraciones.

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"Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos " (San Mateo 18, 20).

MENSAJE 55. EN LA LITURGIA LA IGLESIA CELEBRA LA SALVACION

REFERENCIA A LA VIDA

A través de su historia, el hombre de todas las culturas ha encontrado maneras para expresar su religiosidad por medio de ritos, danzas, sacrificios, cantos, oraciones; todas estas iniciativas humanas han surgido para agradar a sus dioses y tenerlos de su lado. Vale la pena mencionar algunas culturas y descubrir en ellas acciones que manifiestan esta realidad: Por ejemplo, en la cultura Chibcha se consideraba al sol y al luna sus dioses y para rendirles cultos se realizaban determinados rituales o sacrificios.

MENSAJE

“La palabra liturgia, significa originariamente ‘obra o quehacer público’, ‘servicio de parte de y a favor del pueblo’. En la tradición cristiana quiere significar, que el Pueblo de Dios toma parte en ‘la obra de Dios’. (Juan 17,4). Por la liturgia, Jesucristo, nuestro redentor, continua en su Iglesia” (CC 1069).

En la liturgia de la Iglesia los ritos, signos, gestos, palabras que empleamos tienen un sentido diferente al que mencionamos en la referencia a la vida; a través de ellos Dios se hace presente al hombre ofreciéndole su salvación; y el hombre, a su vez, expresa y celebra su fe (Ver CC 1082-1083).59

Este encuentro de Dios con el hombre en la celebración comunitaria de fe prolonga, actualiza, celebra y hace presente las maravillas de Dios en la historia de nuestra salvación. Esto es lo que llamamos liturgia. En ella el misterio Pascual de Cristo, misterio de muerte y vida, se hace realidad salvífica para todos los hombres (Ver CC 1084-1085).

Por la liturgia, Cristo está presente con su fuerza salvadora en los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía; está presente en su Palabra y en la comunidad cristiana reunida (Ver CC 1088).

“La liturgia, obra de Cristo, es también una acción de su Iglesia. Realiza y manifiesta la Iglesia como signo visible de la comunión entre Dios y los hombres con Cristo. Introduce a los fieles en la vida nueva de la comunidad. Implica una participación consciente, activa y fructífera de todos” (CC 1071).

Toda la vida y acción de los cristianos debe ser una alabanza al Señor, de manera que, al reunirnos para celebrar comunitariamente la fe, hagamos posible la salvación que Dios nos ofrece en la liturgia.

59 Este mensaje se puede complementar con el CC 1066-1108.

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La liturgia, preparada y celebrada con fe, nos compromete a transformar nuestra vida y a colaborar en la realización plena del Reino, según el plan de Dios (Ver Puebla 918; CC 1071-1072. 1098).

Toda acción litúrgica es ya un anticipo de la vida que gozaremos plenamente en el cielo (Ver CC 1090.1136-1139).

La celebración litúrgica adquiere formas diferentes según las comunidades y culturas en que se desenvuelve. Desde los primeros siglos se reconoció a las comunidades cristianas el derecho de celebrar con ritos propios el único misterio salvador de Cristo. Así nacieron los ritos occidentales y orientales. En nuestros días, la Iglesia busca la adaptación de los ritos litúrgicos a la manera de ser y de pensar de los diversos pueblos, teniendo en cuenta sus tradiciones y culturas (Ver SC 37; CC 1200-1203).

Siendo las acciones litúrgicas celebraciones de la Iglesia y no acciones privadas, cualquier adaptación o cambio sólo puede hacerlos la legítima autoridad eclesiástica (Ver SC 26; CC 1140. 1124-1125).

“La liturgia es también participación en la oración de Cristo, dirigida al Padre en el Espíritu Santo. En ella toda oración cristiana encuentra su fuente y su término” (CC 1073).

Una vez más, lo humano, en sus expresiones culturales más variadas, es asumido por la liturgia que lo transforma en presencia de lo divino (Ver CC 1204-1205)60.

APLICACIÓN A LA VIDA

Teniendo en cuenta que la vida litúrgica es encuentro de Dios con los hombres, participemos en ella consciente, activa y fructuosamente.

Recordemos que los fieles laicos podemos realizar algunos servicios o ministerios dentro de la liturgia, con una debida preparación y formación necesarias, esto hace que vivamos con mayor intensidad las celebraciones de la Iglesia y demos testimonio de vida, servicio y ayuda a nuestros hermanos. Pidamos a nuestro párroco que nos instruya y nos informe acerca de estos servicios, para así poderlos prestar fructuosamente.

¿En qué forma podemos colaborar para que la liturgia de nuestra parroquia sea cada vez más viva y participada y nos comprometa en un continuo cambio de vida personal y comunitaria?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Para tratar de profundizar el sentido de la liturgia, leamos con atención esta parte de la tercera Plegaria Eucarística y descubramos todo el sentido del misterio que aquí celebramos:60 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar en el documento “La liturgia en la vida del cristiano”.

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"Así, pues, Padre, al celebrar ahora el memorial de la Pasión salvadora de tu Hijo, de su admirable Resurrección y Ascensión al cielo, mientras esperamos su venida gloriosa, te ofrecemos en acción de gracias, este sacrificio vivo y santo.Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia y reconoce en ella la víctima por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad, para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo Cuerpo y un solo Espíritu".

PARA RECORDAR

113. ¿Qué es liturgia?

La palabra liturgia, significa originariamente “‘obra o quehacer público’, ‘servicio de parte de y a favor del pueblo’. En la tradición cristiana quiere significar, que el Pueblo de Dios toma parte en la obra de Dios. (Juan 17,4). Por la liturgia, Jesucristo, nuestro redentor, continua en su Iglesia” (CC. 1069). La liturgia es el ejercicio del sacerdocio de Cristo. En ella los signos sensibles significan y cada uno a su manera realiza la santificación del hombre, por la fuerza del Espíritu Santo” (SC 7).

114. ¿Cómo debe ser nuestra participación en la liturgia?

Nuestra participación en la liturgia debe ser consciente, activa y fructuosa (Ver S. C. 11).

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"Habéis sido salvados por la gracia mediante la fe,y esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios"

(Efesios 2, 8).

MENSAJE 56. EN LA IGLESIA PARTICIPAMOS DE LA VIDA DIVINA

REFERENCIA A LA VIDA

Cuando alguien nos hace un regalo, sentimos que tras de ese obsequio hay algo más: el cariño de la persona que ha pensado en nosotros.

Cuando se trata de los regalos que Dios nos da en los sacramentos no solamente son obsequios, detalles, ni sólo muestras de cariño, sino que se da El mismo.

MENSAJE

La vida de Dios en nosotros, fruto de la resurrección de Cristo, es un don del Espíritu (Ver CC 733). “Por el poder del Espíritu Santo, participamos en la pasión de Cristo, muriendo al pecado, y en su resurrección, naciendo a una vida nueva; somos miembros de su cuerpo que es la Iglesia, sarmientos unidos a la Vid que es El mismo” (CC 1988)61.

“La primera obra de la gracia del Espíritu Santo es la conversión, que obra la justificación, según el anuncio de Jesús en el inicio del Evangelio: ‘Convertíos porque el Reino de Dios está cerca’ (Mateo 4,17)” (CC 1989)

Al explicar esta vida de Dios en nosotros, San Pablo emplea la palabra gracia, para significar que esa vida es un don absolutamente gratuito, fruto de la amorosa benevolencia de Dios (Ver CC 1996-1998). Por medio de Cristo "hemos obtenido mediante la fe, el acceso a esta gracia en la cual nos hallamos, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios" (Romanos 5, 2).

Este don gratuito de Dios es el Espíritu Santo que habita en nosotros y nos hace participar de la vida de Cristo (Ver CC 729): "Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al Espíritu, ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo" (Romanos 8, 9). Cuando tenemos la gracia, todo nuestro ser queda profundamente transformado, de modo que podemos conocer como Dios conoce y amar como Dios ama (Ver CC 1988).

“La gracia es una participación en la vida de Dios. Nos introduce en la intimidad de la vida trinitaria: por el Bautismo, el cristiano participa de la gracia de Cristo” (CC. 1997).

La gracia es, pues, un don gratuito de Dios con el cual El nos convierte de pecadores en santos y nos enriquece con toda clase de bienes ( Ver CC 1987).

61 Se puede complementar este mensaje con CC. Nos. 1987-2005.

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Estar en gracia significa estar unidos a Cristo, como la rama al árbol. "Lo mismo que el sarmiento no puede dar frutos por si mismo si no permanece en la vid. Así tampoco vosotros si no permanecéis en mi" (San Juan 15, 4); (Ver CC 787).

Es la Iglesia la dispensadora de este regalo divino; en Ella recibimos el Espíritu Santo, don por excelencia; el nos hace estar en Cristo, nos hace hermanos unos de otros (Ver CC 739-740).

El magisterio de la Iglesia nos enseña que existe la gracia santificante y la gracia actual.

La gracia santificante es el don personal que Dios hace de si mismo al hombre, para hacerlo su hijo y su amigo. Cuando esto sucede, el Espíritu Santo transforma el hombre para que entre en una relación absolutamente gratuita con Dios. Nace así la "nueva criatura", el hombre nuevo (Ver CC 1999-2000).

La vida divina que Dios infunde en nosotros produce esa transformación radical de nuestra naturaleza, que caracteriza el ser y el existir del cristiano (Ver CC 1265-1266). “La libre iniciativa de Dios exige la respuesta libre del hombre, porque Dios creó al hombre a su imagen, concediéndole con la libertad, el poder de conocerle y amarle” (CC 2002).

Cuando decimos "vivir en gracia de Dios", ser justificados, estar incorporados a Cristo, poseer la vida nueva del Espíritu, estamos expresando una misma realidad: nuestra muerte al pecado, la participación en la vida divina del Hijo mediante la acción del Espíritu Santo, nuestra inserción en la vida trinitaria (Ver CC 734. 1987-1995).

Este germen de vida nueva es una fuerza poderosa que nos impulsa sin cesar a identificarnos con Cristo para madurar y crecer en El, con la ayuda constante y actual del Espíritu Santo (Ver CC 736. 2005).

La gracia actual es la ayuda que Dios nos da para que en cada una de las circunstancias de nuestra vida podamos vivir como hijos de Dios (Ver CC 2000).

APLICACIÓN A LA VIDA

En nuestra vida, siendo llamados por Dios a ser sus hijos predilectos, valoremos los regalos que El nos ha dado: hagamos una lista de los dones que Dios nos da diariemente, reconozcamos sus gracias y en nuestra vida cotidiana actuemos como verdaderos hijos de Dios. Confrontemos nuestra vida con las enseñanzas que Jesús nos da en la parábola de la vid: "Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el Viñador. Todo sarmiento que en mi no da fruto, lo corta " (San Juan 15, 1-2).

CELEBRACIÓN DE LA FE

Repitamos con alegría estas palabras de San Agustín:

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"Te damos gracias, Señor, porque no solamente nos has hecho cristianos sino que nos has convertido en Cristo mismo. Nos has hecho tus hijos. ¡Asombrémonos! ¡Gocémonos! Porque si Cristo es la cabeza y nosotros los miembros, El y nosotros formamos el hombre total. ¡Gracias, Padre, por este don de tu amor!”.62

PARA RECORDAR

115. ¿Qué es la Gracia?

La gracia es el regalo que Dios nos hace de su propia vida, con el cual quedamos convertidos en sus hijos y transformados profundamente en nuestro ser.

62 Complementemos nuestra oración con la ORACIÓN AL PADRE, que está en la sección de las oraciones, dentro de los ANEXOS.

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"He venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (San Juan 10, 10)

MENSAJE 57. LOS SACRAMENTOS, ENCUENTROS CON JESUCRISTO EN LA IGLESIA

REFERENCIA A LA VIDA

En muchas partes del mundo todavía la celebración de los sacramentos se reduce a meros actos sociales; se le da más importancia al vestido y a la fiesta que al significado y al compromiso del Sacramento. Por eso no es raro encontrar a muchos cristianos que, habiendo recibido varios sacramentos, viven como si los ignoraran. Desconocen el don de Dios, la gracia viva que se recibe y las exigencias que conlleva el recibir un sacramento. No saben reconocer y menos vivir la realidad invisible que estos signos manifiestan.

MENSAJE

“Los sacramentos de la Nueva Ley fueron instituidos por Cristo y corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano. Dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de la fe de los cristianos” (CC 1210).

Los sacramentos forman parte de nuestra vida porque siempre que los celebramos nos encontramos con la Persona de Cristo: "Es Cristo el que bautiza, el que perdona, el que ofrece" (S. C. 7); (Ver CC 1127)

En los sacramentos está Cristo personalmente con su presencia eficaz (Ver CC 1120). En ellos es Cristo mismo quien pronuncia su Palabra gozosa y liberadora y la dirige a la comunidad cristiana y a cada uno de sus miembros en particular. Por eso los sacramentos son encuentros personales con Jesucristo: son signos que Cristo mismo realiza a través de la Iglesia.

No podemos mirar los sacramentos sólo como "cosas santas" que están ahí a nuestro servicio, o como objetos que tomamos o dejamos (Ver CC 1084). Los sacramentos son ante todo, "hechos salvifícos que significan, producen y nos dan la gracia; son hechos salvíficos que actualizan la salvación para nosotros en un diálogo con el único que "tiene palabras de vida eterna". Cuando en los sacramentos recibimos estas palabras con fe y con un corazón bien dispuesto, participamos activamente en la salvación que el Señor nos ofrece (Ver CC 1128).

En los sacramentos viene Cristo a nosotros realmente, nos comunica su Espíritu que es fuerza viviente, y, mediante sus dones, nos lanza a un decidido servicio del prójimo.

Los sacramentos nos colocan ante Dios, ante las nuevas exigencias de su gracia, ante la gloria de su Resurrección y son principio de nueva vida, pues en ellos recibimos la vida de Dios, nos inclinan a vivir conforme a las gracias recibidas y conforme a las esperanzas que ellos-infunden en nosotros (Ver CC 1129).

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En la recepción de cada sacramento, Cristo mismo se dirige a la comunidad y a cada uno de los fieles para asegurarle: "Yo soy tu salvación". El sacramento nos da seguridad de vivir en contacto con Dios.

Los sacramentos sitúan nuestra vida y los momentos y problemas capitales de nuestra existencia bajo una singular exigencia de la gracia de Dios, no son ritos mágicos o actos de brujería, son como una consagración de nuestra vida al servicio de Dios; ellos conducen cuanto somos y tenemos, hacia un encuentro cada vez más intimo con el Señor (Ver CC 1210. 1212). Para el creyente, atento a la voz de Dios y pronto a responder con amorosa confianza, cada sacramento es un llamado, una invitación a vivir como salvado.

Los sacramentos constituyen los grandes momentos de la vida de la fe. "La alimentan, la robustecen y la expresan por medio de palabras y cosas; por eso se llaman sacramentos de la fe" (S. C. 59); (Ver CC 1123). Son las acciones principales y fundamentales por las cuales Cristo nos da su Espíritu. Los sacramentos son signos de vida, por los que Cristo quiere unirse a nosotros. La Iglesia enumera siete:

El bautismo: es el sacramento del nacimiento en la fe. La confirmación: el sacramento del testimonio de la fe. La eucaristía: sacramento del pan de vida y celebración de la Pascua del Señor. La penitencia: reconciliación con Dios y con los hermanos. La unción de los enfermos: sacramento de la esperanza cristiana, frente al dolor, la

enfermedad y la muerte. El orden sagrado: el sacramento del servicio a la comunidad eclesial. El matrimonio: sacramento del amor humano y del misterio de unidad entre Cristo y la

Iglesia (Ver LG 11).

Los siete sacramentos son agrupados de una manera especial:

en primer lugar tenemos los Sacramentos de Iniciación Cristiana (Bautismo, Confirmación y Eucaristía);

en segundo lugar, los Sacramentos de Curación (Reconciliación y Unción de los Enfermos);

en tercer lugar, los Sacramentos al Servicio de la Comunidad (Sacerdocio y Matrimonio).

“Ciertamente este no es el único orden posible, pero permite ver que los Sacramentos son un organismo en el cual cada sacramento particular tiene su lugar vital. En este organismo, la Eucaristía ocupa un lugar único, en cuanto ‘sacramento de los sacramentos’: todos los otros sacramentos están ordenados a éste como a su fin” (CC 1211).

Cada uno de los sacramentos instituidos por Cristo son otras tantas manifestaciones de su amor gratuito. Por esto cada uno exige del cristiano unos compromisos específicos y concretos.

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APLICACIÓN A LA VIDA

Como los sacramentos son acciones de Cristo en nuestra vida de fe, debemos pedir y recibir en nuestra parroquia una preparación seria y profunda, antes de la celebración del sacramento es necesario colaborar para que todas las personas, entiendan que este proceso de formación en la fe hoy es muy necesario y urgente, si aceptamos estos esfuerzos evangelizadores de la Iglesia y aportamos cada uno para que estos sean cada vez mejores, la consecuencia es que, tendremos cristianos cada vez más convencidos de su fe y así la vida de Cristo cambiará nuestras vidas.

Nosotros, que hemos recibido algunos de los sacramentos, ¿experimentamos la presencia de Cristo en nuestra vida?¿Hemos pedido y recibido una preparación organizada, sistemática, digna y seria para recibir los sacramentos y hemos participado activamente en su celebración?.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Agradezcamos la acción salvadora de Cristo en los sacramentos. Oremos comunitariamente de esta manera:

Gracias, Señor, porque en el Bautismo nos has hecho tus hijos llamándonos a una vida nueva.Gracias, Señor, porque con la Confirmación nos das la fuerza de tu Espíritu para poder ser testigos de tu Evangelio en el mundo.Gracias, Señor, porque por medio del Sacramento de la Eucaristía renuevas tu muerte y tu resurrección y nos alimentas con tu cuerpo y tu sangre.Gracias, Señor, porque nos buscas y perdonas a través del Sacramento de la PenitenciaGracias, Señor, porque por el Sacramento de la Unción de los Enfermos, el dolor, la enfermedad y la muerte alcanzan un valor salvífico.Gracias, Señor, por el Sacerdocio, por medio del cual prolongas y continúas tu misión salvadora.Gracias, Señor, por el Sacramento del Matrimonio, imagen del amor de Cristo a la Iglesia.

PARA RECORDAR:

116. ¿Qué son los sacramentos?

Los sacramentos son las acciones principales y fundamentales con las cuales Jesucristo da continuamente a sus fieles la gracia de su Espíritu, haciendo de ellos el pueblo santo, que en El y con El, se ofrece en oblación al Padre (Directorio Catequístico General, No. 55).

117. ¿Cuáles son los sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo?

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Los sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo son siete:

1. Bautismo 2. Confirmación 3. Eucaristía 4. Penitencia 5. Unción de los Enfermos 6. Orden 7. Matrimonio

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"En verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios"

(San Juan 3, 5).

MENSAJE 58. EL BAUTISMO, SACRAMENTO DE NUESTRO RENACER EN CRISTO

REFERENCIA A LA VIDA

Todo ser humano que nace necesita la ayuda amorosa de unos padres, una familia que lo acoja y le dé las posibilidades para crecer. De la misma manera, quien nace a la vida de Dios necesita de una familia que lo acoja y le dé la oportunidad de crecer como hijo de Dios. Esto lo hace la Iglesia, cuando nos engendra por el Bautismo a una vida nueva.

MENSAJE

La vida cristiana empieza en el bautismo. Este primer sacramento nos introduce en una vida nueva de relaciones filiales con Dios. Vida nueva que inicia en el bautizado un proceso de transformación, un camino hacia Dios (Ver CC 1213).63

El Bautismo incorpora al bautizado a la Iglesia que Cristo ha constituido como signo e instrumento de salvación. La comunidad cristiana acoge bajo su responsabilidad al nuevo hijo; lo educa en la fe, lo sigue y lo admite a las etapas sucesivas de la iniciación cristiana.

“El Bautismo constituye el nacimiento a la vida nueva en Cristo. Según la voluntad del Señor, es necesario para la salvación…” (CC 1277).

La celebración del Bautismo alcanza su momento central cuando el celebrante, derramando el agua sobre la cabeza del catecúmeno, pronuncia las palabras: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Ver CC 1239-1240).

El agua bautismal nos comunica la vida de Dios, como signo visible de la vida nueva. Por ella quedamos purificados y libres de toda culpa. Es un segundo nacimiento por el cual los creyentes quedan hechos Hijos de Dios: "Qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues lo somos"(l Juan 3, 1); (Ver CC 1214-1215).

En el rito del Bautismo, el agua derramada , la luz tomada del Cirio Pascual y la unción con el óleo santo expresan la profundidad y riqueza de este momento en el cual el bautizado queda consagrado y participa del sacerdocio de Cristo y de su misión de ser luz. Se convierte en nueva criatura introducida en una vida nueva como hijo de Dios e hijo de la Iglesia (Ver CC 1234-1243).

¿Tenemos conciencia de lo qué significa e implica el hecho de haber sido bautizados?

63 Se puede profundizar el tema en CC 1213-1274.

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Por el bautismo somos invitados a participar en la comunión de las tres Divinas Personas y esta comunión se extiende a toda la Iglesia para que el Reino de Dios se vaya preparando entre los hombres. Por este sacramento somos incorporados a Cristo muerto y resucitado, o sea que nos hace participes del Misterio Pascual de Cristo (Ver Romanos 6, 4-5; CC 1262-1271)

La gracia bautismal imprime en nosotros el sello indeleble de los discípulos de Cristo y trae al bautizado la remisión de sus pecados, lo hace una criatura nueva, lo incorpora a la Iglesia de Cristo, lo une a todos los cristianos y por él quedamos vinculados indisolublemente al compromiso de la fe, no como una imposición desde fuera sino como una vida nueva, como una fuerza interior del Espíritu que nos hace caminar por el sendero de la gracia (Ver CC 1263-1274).

Desde los tiempos más antiguos el bautismo es dado a los niños, porque es una gracia y un don de Dios que no supone los méritos humanos; los niños son bautizados en la fe de la Iglesia, expresada por la fe de sus padres, que al pedir el sacramento para ellos se comprometen a educarlos en los principios cristianos. La entrada en la vida cristiana da acceso a la verdadera libertad. (CC 1282). “El sacramento del Bautismo debe ser administrado a los niños ‘en las primeras semanas"’, o sin demora alguna si estuvieran en peligro de muerte” (CIC canon 867), ya que a la Iglesia no se le ha dado otro medio sacramental para asegurar la salvación (Ver CIC canon 849; CC 1250-1252).

Con el nombre de "niños" o "infantes" se entiende a aquellos que todavía no han llegado al uso de la razón y, por ello, no pueden profesar una fe propia.

"La Iglesia, que fue encargada de la misión de evangelizar y de bautizar, bautizó ya desde los primeros siglos, no solamente a los adultos, sino también a los niños. Pues en la Palabra del Señor: 'A menos que uno nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios', ella entendió siempre que los niños no han de ser privados del bautismo, puesto que se les bautiza en la fe de la misma Iglesia, la cual es proclamada por los padres, los padrinos y las otras personas que se han reunido. Ellos representan a la Iglesia local y a la sociedad entera de los santos y de los fieles, es decir, a la Madre Iglesia que, toda entera, da a luz a todos y a cada uno" (Instrucción sobre el Bautismo de los niños, Ciudad del Vaticano, 1980); (Ver CC 1253).

"Para completar la verdad de este sacramento, es necesario que los niños sean educados después en aquella misma fe en que fueron bautizados, de lo cual será fundamento el mismo sacramento que antes recibieron (Ver CC 1255). Pues la educación cristiana, a que tienen derecho los niños, no busca otro fin que llevarlos poco a poco a captar el designio de Dios en Cristo, para que puedan ratificar, finalmente, la fe en que fueron bautizados" (Instrucción sobre el Bautismo de los niños, Ciudad del Vaticano, 1980). “En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la liturgia de la Iglesia nos invita a tener confianza en la misericordia divina y orar por su salvación” (CC 1283).

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“En caso de necesidad, toda persona puede bautizar, con tal que tenga la intención de hacer lo que hace la Iglesia, y que derrame agua sobre la cabeza del candidato diciendo: ‘Yo te bautizo, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo’” (CC 1284).

El Bautismo no puede quedarse como un episodio de nuestra vida pasada. El cristiano está llamado a profundizar cada día su sentido y grandeza y a vivirlo a lo largo de todos sus días y sus años de vida (Ver CC 1254).

Es además el Bautismo el comienzo de una larga etapa de la vida en la que junto con el sacramento de la Confirmación y la Eucaristía somos introducidos plenamente en la familia de Dios y por esto se dice que estos son los sacramentos de la iniciación cristiana (Ver CC 1233.1285).

APLICACIÓN A LA VIDA

Es necesario tener claro que el bautismo es el sello que nos hace hijos de Dios, por tanto, en un mundo tan convulsionado se necesita de la presencia de Dios en todos los ambientes (familiar, social, político, laboral, académico...) y la forma más clara de manifestar esta presencia es viviendo acorde con la vida de Dios recibida, es decir, vivir como Jesús. Si el Bautismo nos hace hijos de Dios, ¿cómo estamos viviendo esa realidad?.

¿Nuestras familias y comunidades cristianas acogen, respaldan y educan cristianamente a todo el que recibe el Sacramento del Bautismo?

Revisemos nuestra propia vida y busquemos la forma de que nuestro diario vivir sea una continua y actual participación en la muerte y resurrección de Cristo, una manifestación de que somos hijos de Dios.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Recordando nuestro propio bautismo renovemos ahora nuestras promesas bautismales:

V. ¿Creéis en Dios Padre, todopoderoso, creador del cielo y de la tierra?R. Creemos.

V. ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor que nació de Santa María la Virgen, murió, fue sepultado, resucitó de entre los muertos, y está sentado a la derecha del Padre?R. Creemos.

V. ¿Creéis en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna?R. Creemos.

PARA RECORDAR:

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118. ¿Qué es el Bautismo?

El Bautismo es un sacramento instituido por Nuestro Señor Jesucristo que nos hace hijos de Dios y miembros activos de su Cuerpo que es la Iglesia y nos libera del pecado original y de todo otro pecado personal.

119. ¿En qué consiste la vida que recibimos en el Bautismo?

La vida que recibimos en el Bautismo insiste en que "somos injertados en el misterio Pascual de Jesucristo, morimos y resucitamos en El, recibimos el Espíritu de adopción de Hijos, por el que clamamos Padre" (SC 6).

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“Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta los confines de la tierra”.

(Hechos 1,8).

MENSAJE 59. LA CONFIRMACION, SACRAMENTO DEL TESTIMONIO CRISTIANO

REFERENCIA A LA VIDA

Por el nacimiento, el hombre se abre a la luz de la vida con mil posibilidades: crece y se desarrolla hasta conseguir la madurez plena, es decir, una vida sólida y estable. En el Bautismo recibimos el germen de la vida de Dios y la Confirmación es el sacramento del crecimiento, la madurez, el testimonio y el compromiso.

MENSAJE.

La Confirmación consolida y perfecciona el germen recibido en el Bautismo (Ver CC 1285)64. “La Confirmación perfecciona la gracia bautismal: es el sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más profundamente en la filiación divina, incorporarnos más firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la Iglesia, asociarnos todavía más a su misión y ayudarnos a dar testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las obras”. (CC. 1316)

El mismo Espíritu que en el Bautismo ha renovado completamente la vida de una persona, en el sacramento de la Confirmación la enriquece con dones especiales. El creyente fortalecido en la fe, esperanza y caridad, asumirá con seriedad y responsabilidad las tareas de testimonio y de servicio en la Iglesia y en el mundo (Ver CC 1302-1305).

El sacramento de la Confirmación es, para cada fiel, lo que Pentecostés (Ver Hechos 2,1-12) fue para la Iglesia: en cada celebración de este sacramento vuelve a abrirse para toda la Iglesia la novedad del Espíritu Santo que une a los creyentes en la comunión, en el servicio y en el testimonio (Ver CC 1287).

Es cristiano adulto el que sabe asumir sus responsabilidades dentro de la Iglesia y toma parte activa en su edificación (Ver CC 1293-1296). Los signos del rito sacramental ponen de relieve todo esto:

La invocación del Espíritu Santo y la imposición de la mano que hace el Obispo en el momento de la unción, prolongan el gesto de los apóstoles y manifiestan el mismo vínculo que une al confirmado con la Iglesia (Ver CC 1288).

“El rito esencial de la Confirmación es la unción con el Santo Crisma en la frente del bautizado, con la imposición de la mano del Ministro (Obispo) y de las palabras ‘Recibe por esta señal el don del Espíritu Santo’” (CC 1320). La unción en la frente con el

64 Se recomienda profundizar en CC 1285-1314.

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santo crisma consagra al bautizado con un carácter indeleble y lo capacita para ser apóstol y testigo de Cristo entre los hombres (Ver CC 1289).

El don del Espíritu está al servicio de la misión y del testimonio. Como los caminos para poner en práctica este don son múltiples, es la Confirmación la que impulsa al cristiano, a descubrir su propia vocación, o sea su propio carisma, animándolo a ejercitarla cada día con la energía recibida de Dios.

“El candidato a la Confirmación que ya ha alcanzado el uso de razón debe profesar la fe, estar en estado de gracia, tener la intención de recibir el sacramento y estar preparado para asumir su papel de discípulo y de testigo de Cristo, en la comunidad eclesial y en sus asuntos temporales” (CC 1319)

La Confirmación da al cristiano la capacidad de poner sus dones al servicio de los demás. Aunque no pueda hacer cosas extraordinarias, podrá vencer el mal cada vez que, en la lucha cotidiana, supere los egoísmos mediante la fuerza del amor; o domine la carne con sus pasiones y deseos, con la oración y la fortaleza cristianas.

“Los efectos de la confirmación para el cristiano son:

Nos introduce más profundamente en la filiación divina Nos une más firmemente a Cristo Aumenta en nosotros los dones del Espíritu santo Hace más perfecto nuestro vínculo con la Iglesia Nos concede una fuerza especial del Espíritu Santo para difundir y defender la fe con

palabras y obras, para confesar el nombre de Cristo y no avergonzarnos de la Cruz”. (CC 1303)

Todo creyente bautizado y confirmado es misionero, enviado por Dios para anunciar la salvación a todos los confines de la tierra; esta misión universal se concreta en la familia, en la escuela, en el ambiente de trabajo, en el barrio (Ver CC 1304-1305).

Cristo nos ha dicho: "Vosotros sois la sal de la tierra... Vosotros sois la luz del mundo... Brille vuestra luz delante de los hombres...". (San Mateo 5, 13-16).

De esta manera nos pide ser testigos de su Evangelio. Así lo han demostrado los Apóstoles, innumerables mártires y cristianos de todos los tiempos y también muchos de nuestros hermanos a lo largo de la Historia de la Iglesia, perseguidos por anunciar a Jesucristo.

APLICACIÓN A LA VIDA

La vida cristiana es la convicción plena de que Jesucristo es nuestro Salvador y el centro de nuestra vida, es claro que fundamentemos esta afirmación y que con la ayuda del Espíritu Santo, demostremos nuestra convicción con palabras y obras en medio del mundo en que vivimos.

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¿Nuestro testimonio cristiano es, realmente, anuncio del Evangelio de Cristo en nuestro ambiente?¿Invocamos con frecuencia al Espíritu Santo para poder ser fieles testigos de Cristo?

CELEBRACIÓN EN LA FE

Leamos el texto de Hechos 8,14-17 y realicemos un breve diálogo sobre lo que allí se nos narra.

Al recordar nuestra Confirmación o al prepararnos a ella leamos y meditemos esta oración que recita el Obispo, en la celebración del Sacramento:

Padre de Bondad, confirma lo que has obrado en nosotros, y conserva en el corazón de tus hijos los dones del Espíritu Santo, para que no se avergüencen de dar testimonio de Cristo crucificado y movidos por la caridad, cumplan sus mandamientos.Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

PARA RECORDAR:

120. ¿Qué es la Confirmación?

La Confirmación es el sacramento por el cual el cristiano "se vincula más estrechamente a la Iglesia y se enriquece con una fuerza especial del Espíritu Santo" (LG 11).

121.¿A qué nos compromete el sacramento de la Confirmación?

El sacramento de la Confirmación nos compromete a "vivir nuestra fe y difundirla como verdaderos testigos de Cristo, por medio de la palabra y por medio de las obras"( LG 11).

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"Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que come de este pan vivirá para siempre"

(San Juan 6, 51).

MENSAJE 60. LA EUCARISTIA, SACRIFICIO DE CRISTO Y CENA FAMILIAR DE LOS HIJOS DE DIOS

REFERENCIA A LA VIDA

En una comida todos participan de lo que hay en la mesa y ponen en común lo que piensan y sienten. Los alimentos están destinados, unos a saciar el hambre, como el pan, otros a servir de signo para expresar diversos sentimientos, como el vino. En torno al pan y el vino los hombres se reúnen y celebran; por eso, ambos alimentos son signos portadores de valores familiares, sociales y en especial religiosos.

MENSAJE

Jesucristo, como último acto de su vida mortal con sus discípulos, quiere con ansia celebrar una cena (Ver CC 1339). Pero no una cena cualquiera, sino la cena pascual judía. La cena de pascua judía reunía a las familias para comer el cordero pascual (signo de liberación) con pan ázimo, lechugas amargas (esclavitud) y vino (acción de gracias) (Ver CC 1340).

La cena de Jesús de Jesús con sus apóstoles fue una cena pascual (Ver San Mateo 26, 17-19). Pero El le da un sentido y valor totalmente nuevo:

Fuera del cordero pascual, Cristo da a comer otra carne: su propio cuerpo en cuanto "entregado". Ofrece una nueva sangre reconciliadora: la suya, en cuanto "derramada" (Ver San Mateo 26, 26-28). Es decir, que en la última cena Jesús adelanta, con signos, lo que acontecerá al día siguiente (el viernes santo): su sacrificio de reconciliación de los hombres con Dios (Ver CC 1337). Se convierte en el nuevo "cordero" que no sólo libra de castigo, sino que quita el pecado del mundo. La última cena es, por tanto, el sacrificio redentor de Cristo en forma de signos sensibles (pan-vino) por el cual se da al Padre perfecta gloria (ofrenda de la vida) y se obtiene la reconciliación de los hombres con El (Ver 1 Corintios 11, 23-26; CC 1362-1367)

Pero Cristo quiere algo más: que su Cuerpo-Sangre redentoras se conviertan en alimento y bebida de sus seguidores: "tomad y comed"; "tomad y bebed" (Ver San Mateo 26, 26-28). Desea que su sacrificio nos penetre, que sea recibido y asimilado por sus discípulos. Que no sea un sacrificio que se quede en lo exterior, sino que entre a formar parte de la vida del cristiano. "Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida" (San Juan 6, 55). "el que me coma vivirá por mi" (San Juan 6, 57); (Ver CC 1391).

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Y todo esto, no para los solos Apóstoles, sino para todos y para siempre hasta que El vuelva: "Haced esto en memorial mío" (Ver 1 Corintios 11, 24-25; CC 1341-1344).

¿Cómo esto se hace posible? Por el poder infinito y creador de Dios, que es capaz de transformar el pan y el vino en su cuerpo y en su sangre entregados. En la última cena y en todas las misas hay siempre este poder transformador de Dios. Por él el pan y el vino dejan de ser pan y vino para convertirse - en la consagración - en el Cuerpo y la Sangre de Cristo entregado. Esta transformación maravillosa recibe en la Iglesia el nombre de "transubstanciación" (Ver CC 1376). Por eso, después de la Misa, Cristo sigue sacramentalmente presente en el pan y el vino consagrados, que piden de nosotros un culto de adoración (Ver CC 1377-1378).

Cristo ha querido que su sacrificio (Misa) se perpetúe, y que todos participemos de él, no sólo cada semana, sino en forma continua, como es continuo el uso que hacemos del alimento y de la bebida corporales: "El que come mi carne y bebe mi sangre, ese tendrá vida" (Ver CC 1382 - 1384). Es obvio que para hacerlo dignamente se requiere estar en gracia de Dios y en caridad con los demás. Por eso la Iglesia tiene establecido que quien tenga conciencia de pecado grave no debe acercarse a la comunión sin antes haber obtenido el perdón de Dios por el sacramento de la Penitencia (Ver RP 28; 1 Corintios 11, 27-29; CC 1385-1386).

Quien recibe al Señor Sacramentado (en la Comunión de la Eucaristía -comulgar-) se convierte en el Sagrario del Señor ya que lo acoge con amor y respeto, y actúa en coherencia con la voluntad de Dios.

Tal vez algunos se preguntan: ¿por qué Cristo instituyó el sacramento de la Eucaristía en forma de comida? La respuesta no es difícil: las comidas se tienen de ordinario entre amigos que quieren conocerse más, compartir, hacerse más amigos. También nuestra Misa, según deseo del Señor, es un encuentro de cristianos que tienen conciencia de ser hermanos, que sienten la necesidad de estrechar más los vínculo de la fraternidad, que quieren ayudarse mutuamente a fin de hacerse más familia de Dios (Ver CC 1396). Quien participa conscientemente de la Eucaristía sabe que al recibir el Cuerpo de Cristo adquiere también el compromiso de entregarse efectivamente en favor de los demás, de unirse a las alegrías y a los dolores, a los triunfos y a las necesidades de todos sus hermanos (Ver CC 1397). La Misa no es sólo para reunirse los cristianos, sino para unirse cada vez más por el amor, que se manifiesta en obras y en servicio.

La Misa es condición y también preludio de la unión perpetua y gloriosa con Dios (Ver CC 1402): "si uno come de este pan, vivirá para siempre" (San Juan 6, 51 ); "el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día" (San Juan 6, 54).

Por eso la Eucaristía es fuente, centro y calmen de la vida cristiana (Ver LG. 11; CC 1324-1327)65.

65 En los Anexos, para profundizar se puede acudir al “Ordinario de la Misa”.

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La iglesia ha impuesto en sus mandamientos la obligación de comulgar en tiempo de Pascua, por ser este precisamente el tiempo en que se celebra el gran acontecimiento de nuestra salvación: la Muerte y la Resurrección de Cristo (Ver CC 1387-1389). Por medio de la celebración de los sacramentos pascuales (bautismo, confirmación, penitencia y sobre todo la Eucaristía) el misterio de nuestra redención se realiza maravillosamente en nuestras vidas y en toda nuestra historia presente.

APLICACIÓN A LA VIDA

La Eucaristía es el Sacramento más importante para la vida cristiana. Por eso debemos participar frecuentemente en ella, acercarnos a recibir el Pan de Vida con las debidas disposiciones y dar testimonio de fraternidad y de comunión.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Meditemos con fe y devoción las aclamaciones que la Iglesia nos presenta en la liturgia:

"Anunciamos tu muerteproclamamos tu resurrección,¡ven, Señor Jesús!

Cada vez que comemos de este Pany bebemos de este Cáliz,anunciamos tu Muerte' Señorhasta que vuelvas.

¡Cristo murió por nosotros!¡Cristo ha resucitadopara nuestra salvación!¡ven, Señor Jesús!”

PARA RECORDAR:

122. ¿Qué es el Sacramento de la Eucaristía?

En la Eucaristía se celebra el acontecimiento que Cristo realizó en la Cruz, cuando entregó su Cuerpo y su Sangre peral salvación de toda la humanidad.

123. ¿Qué celebramos en la Eucaristía?

En la Eucaristía celebramos el acontecimiento que Cristo realizó en la Cruz, cuando entregó su Cuerpo y su Sangre para salvación de toda la humanidad.

124. ¿Qué significa la Eucaristía?

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La Eucaristía significa la comunión con Cristo muerto y resucitado que se entrega en la Cruz por nosotros para que entremos en comunión con Dios y con nuestros hermanos.

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"Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados " (San Juan 20, 22-3)

MENSAJE 61. LA PENITENCIA, SACRAMENTO DE RECONCILIACIÓN CON DIOS Y CON LA IGLESIA

REFERENCIA A LA VIDA

Muchas veces, en la vida, nos sentimos impotentes ante una tarea, un proyecto, un ideal; o ante las exigencias que la vida cristiana nos plantea. Entonces decimos: "no soy capaz", "no puedo". Sin embargo, en muchos de estos casos, logramos salir adelante, por nosotros mismos, o con la ayuda de los demás.

En cambio, cuando abusando de la libertad que Dios nos ha dado, nos dejamos esclavizar por el pecado, atentamos contra nuestra dignidad o la de otros: solamente el Señor puede liberarnos, sacarnos adelante, es El quien con la ayuda de su gracia, nos llama a la conversión. En este camino de conversión, la ayuda de los demás es decisiva.

MENSAJE

“Por los sacramentos de Iniciación (bautismo, eucaristía y confirmación), el hombre recibe la vida nueva de Cristo. Ahora bien esta vida la llevamos en ‘vasos de barro’ (2 Corintios 4,7), está todavía ‘escondida con Cristo en Dios’ (Colosenses 3,3)” (CC 1420). Por eso se necesita que nos curemos o sanemos de nuestras dolencias espirituales, ya que esta vida nueva de Hijos de Dios puede ser debilitada e incluso perdida por el pecado. Por eso “existen los sacramentos de curación: el sacramento de la Reconciliación y el de la Unción de los enfermos” (CC 1421).

Al sacramento de la confesión se le dan varios nombres: sacramento de conversión, sacramento de la penitencia, sacramento del perdón y sacramento de la reconciliación. (Ver CC 1423-1424).

La conversión es una gracia de Dios. El quiere siempre tomar la iniciativa para invitarnos a volver al camino, porque su voluntad es que nadie se pierda (Ver CC 604-605). Dios muestra su ternura, de Padre, sobre todo por la manera como acoge al pecador (Ver CC 1439).66

En el Evangelio encontramos que Jesús, no solamente cura al paralítico de su enfermedad física, sino que le perdona los pecados, porque a El le interesa que el hombre viva plenamente, que sane integralmente. Por eso le dice con autoridad: "Hijo, ten confianza, tus pecados te son perdonados... levántate, toma tu camilla y vete a tu casa" (San Mateo 9, 6).

66 Es necesario profundizar en el CC 1420-1484.

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Jesús responde también a la búsqueda de Zaqueo; entra en su casa y en su corazón. Por eso este hombre, tocado por la gracia, ante la presencia de Jesús, manifiesta que quiere reconciliarse consigo mismo y con los demás a quienes ha robado; y Jesús le asegura el perdón: "Hoy, ha llegado la salvación a esta casa" (San Lucas 19, 9). El Evangelio está lleno de hechos como este (Ver CC 1443).

“Los que se acercan al sacramento de la penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra El y, al mismo tiempo se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a la conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones” (CC 1422).

Para lograr reconciliarnos con Dios, su Padre, y entre nosotros mismos, Jesús pagó con un gran precio la gracia del perdón que nos brinda; se entregó por nosotros, dando su vida para que vivamos en libertad y en armonía, en todos las dimensiones de nuestra existencia (Ver CC 601-603).

Cristo resucitado dejó a su Iglesia su propio poder de perdonar los pecados, mediante el sacramento de la Penitencia (Ver CC 1441): "Como el Padre me envió, también Yo los envío". Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban el Espíritu Santo; a quienes perdonen los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengan, les quedan retenidas" (San Juan 20, 21-22); (Ver CC 1087. 1444).

“Volver a la comunión con Dios, después de haberla perdido por el pecado, es un movimiento que nace de la gracia de Dios, rico en misericordia y deseoso de la salvación de los hombres” (CC 1489).

El sacramento de la Penitencia es el camino ordinario para obtener el perdón y la remisión de los pecados graves cometidos después del Bautismo (Ver CC 1446). Sería insensato y presuntuoso querer prescindir de este medio que Cristo dejó como "segunda tabla de salvación" para nosotros que somos pecadores. La renovación litúrgica no autoriza ninguna ilusión ni alteración en este sentido (Ver CC 1447-1448).

Este sacramento es un encuentro con el Padre que nos ama y espera nuestro arrepentimiento y nuestro regreso, es un juicio ante un tribunal de misericordia: el pecador es el mismo que manifiesta su situación moral y el "juez" es el mismo Jesucristo en la persona del sacerdote (Ver CC 1465).

El sacramento de la penitencia está constituido por el conjunto de actos realizados por el penitente, y por la absolución del sacerdote (Ver CC 1491). Los actos del penitente son:

— El examen de conciencia, por el cual el pecador hace una "confrontación sincera y serena con la ley moral interior, con las normas evangélicas propuestas por la Iglesia, con el mismo Cristo Jesús, que es maestro y modelo de vida y con el Padre celestial que nos llama al bien y a la perfección". Este examen exige "la rectitud y transparencia de la conciencia del penitente".

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— La contrición y conversión, que consiste en el "rechazo claro y decidido del pecado cometido, junto con el propósito de no volver a cometerlo, por el amor que se tiene a Dios y que renace con el arrepentimiento" (Ver CC 1455-1456). Esta contrición es el principio y el alma de la conversión y de ella depende la verdad de la penitencia.

— La confesión de los pecados que consiste en manifestar sinceramente al sacerdote al menos todos los pecados graves cometidos desde la última confesión bien hecha. Esta acusación no es un intento de autoliberación sicológica sino un gesto litúrgico que indica la actitud del hijo pródigo que vuelve al padre y es acogido por él. Es el signo de que el pecador, por la mediación del sacerdote, regresa a la Iglesia viva, herida por su pecado y que mediante el sacramento lo recibe con amor y comprensión (Ver CC 1462). Como el pecado es un hecho profundamente personal, la acusación debe ser ordinariamente individual y no colectiva.

- La absolución del sacerdote, que incluye la fórmula sacramental y la imposición de la mano, manifiesta que en ese momento el pecador arrepentido y convertido entra en contacto con el poder y la misericordia de Dios que borra su pecado y le devuelve la inocencia (Ver CC 1449). Es el signo eficaz de la intervención del Padre y de la "resurrección" del pecador. Esto solo puede entenderlo quien se acerca a la Penitencia con fe. La absolución penitencial es de ordinario individual (Ver CC 1484). La absolución general está sujeta a normas y disposiciones especiales que deben ser acogidas y aplicadas, evitando todo o tipo de interpretación arbitraria, puesto que han sido fruto de madura y equilibrada reflexión (Ver CIC. cánones. 961-963; CC 1483. 1494).

— La satisfacción es el acto final que corona el signo sacramental de la penitencia. Significa que el pecador perdonado asume ante Dios el compromiso de comenzar una existencia nueva frente a Dios y ante los hermanos y de unir su propia mortificación a la Pasión de Cristo, por donde le ha venido el perdón (Ver CC 1459). No debería reducirse a la recitación de algunas oraciones, sino incluir actos de culto, caridad, misericordia y reparación (Ver CC 1460.).

“Los efectos espirituales del sacramento de la penitencia son:

La reconciliación con Dios por la que el penitente recupera la gracia La reconciliación con la Iglesia La remisión de la pena eterna contraída por los pecados mortales La remisión, al menos en parte, de las penas temporales, consecuencia del pecado La paz y la serenidad de la conciencia y el consuelo espiritual El acrecentamiento de las fuerzas espirituales para el combate cristiano”. (CC. 1496).

El sacramento de la Penitencia no sólo perdona los pecados graves, sino también los veniales, a la vez que impulsa y fortalece la vida cristiana (Ver CC 1456-1457). Por eso se recomienda la confesión con frecuencia, aunque no se tenga conciencia de pecado grave (Ver CC 1458).

APLICACIÓN A LA VIDA

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En las circunstancias históricas que vivimos en nuestro país es necesario descubrir, que sólo podremos disfrutar de una paz verdadera y duradera, si somos capaces de asumir el perdón como una virtud cristiana. Si no somos capaces de perdonar, no será posible vivir en concordia y armonía. Acerquémonos a Dios que nos perdona y pidámosle su fuerza para también poder perdonar a quien nos ofende.

¿Sabemos descubrir en el sacramento de la Penitencia el amor misericordioso de Dios?¿Nos acercamos a la Penitencia con la frecuencia necesaria y con las debidas disposiciones?. La Iglesia nos manda confesarnos por lo menos una vez al año y antes de comulgar, si tenemos conciencia de estar en pecado grave.Recordemos que al reconciliarnos con Dios y con los hermanos, vivimos profundamente en paz y en libertad.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Al comprender la grandeza de este sacramento, brota de nuestro corazón esa expresión del Salmo: "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia" (Salmo 136).

Y, después de confesar su bondad, reconozcamos nuestra condición de pecadores necesitados de su perdón:

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

PARA RECORDAR

125. ¿Qué es el sacramento de la Penitencia?

E sacramento de la Penitencia es el Signo por el cual Cristo nos ofrece y concede su perdón en la Iglesia a través de sus ministros.

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"Los Apóstoles salieron a predicar la conversión, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban”

(San Marcos 6, 13).

MENSAJE 62. LA UNCION DE LOS ENFERMOS, FORTALEZA Y ESPERANZA EN EL SEÑOR

REFERENCIA A LA VIDA

Con frecuencia la enfermedad nos separa de los demás y nos vemos necesitados de cuidados especiales. Nos sentimos como una carga. En esta situación la enfermedad permite palpar nuestra fragilidad. La experiencia de nuestra limitación hace mella y la inseguridad y la angustia nos envuelven.

MENSAJE

Jesús ha querido hacerse presente en este momento crucial del hombre que sufre enfermedad a través del Sacramento de la Unción de los Enfermos. Así el enfermo puede experimentar que no está solo, que Dios lo ama y lo acompaña en esta difícil situación.

Los Evangelios muestran claramente el cuidado corporal y espiritual con que el Señor atendió a los enfermos (Ver CC 1503-1505). Las curaciones que Jesús realiza significan, a su vez, el triunfo sobre el mal y la presencia del Reino entre nosotras.

Jesús instituyó, para la humanidad sufriente por la enfermedad, el sacramento de la Unción de los Enfermos (Ver CC 1506-1509). La Iglesia, fiel a su Maestro, siempre ha realizado este sacramento para acompañar al cristiano hasta en sus últimos momentos (Ver CC 1510. 1511-1513). El Concilio Vaticano II insiste en su importancia cuando afirma: "La Unción de los Enfermos no es sólo el sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo comienza cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez" (Ver SC 73; CC 1514-1515).

Por la Unción Cristo se hace presente al enfermo; y a través de la Iglesia, expresa su fraternidad y solicitud con aquel que sufre.

La Unción con el óleo de los enfermos, tiene por objeto dar fuerza al enfermo y hacerlo capaz de unirse a Cristo, el cual llevó sobre si todas nuestras enfermedades, además de sufrir con todos los que tienen que soportar, como él, la enfermedad (Ver Isaías 53, 4-5; CC 1499).

Este sacramento otorga al enfermo la gracia del Espíritu Santo con la cual el hombre entero es ayudado en su salud, confortado por la confianza en Dios y robustecido contra las tentaciones del enemigo y la angustia de la muerte. Le concede, si es necesario, el perdón de los pecados (Ver CC 1520-1523). La Unción debe aplicarse a los enfermos o a las personas de edad avanzada que lo soliciten.

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Este sacramento, como los demás, tiene un carácter comunitario. Es la expresión de la solidaridad de la Iglesia con el que sufre (Ver CC 1517-1519). Por esta presencia de Cristo y de la Iglesia, la enfermedad se hace más llevadera y se convierte en signo de esperanza.

APLICACIÓN A LA VIDA

¿Qué actitudes de fe producen en nosotros la enfermedad, el dolor y la muerte?¿Qué importancia damos en la vida familiar y personal al Sacramento de la Unción de los Enfermos?

Tengamos presente: celebrar el Sacramento de la Unción es como decir "creo que en mi enfermedad no estoy solo. Creo que mi vida está en el Señor. Creo que mi dolor no es absurdo, porque un día fue transformado por el amor de Jesús".

CELEBRACIÓN DE LA FE

Para interiorizar el Sacramento de la Unción de los Enfermos leamos y meditemos el texto del Apóstol Santiago:

"¿Sufre alguno entre vosotros? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que cante salmos. ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren por él y lo unjan con el óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados" (Santiago 5, 13-16).

PARA RECORDAR:

126. ¿Qué es la Unción de los Enfermos?

La Unción de los enfermos es el sacramento por el cual la Iglesia, por medio de la unción con el óleo y la oración de los presbíteros, encomienda los enfermos al Señor paciente y glorificado, para que los alivie y los salve y los exhorta a que, asociándose voluntariamente a la pasión y muerte de Cristo, contribuyan al bien del Pueblo de Dios (Ver LG 11).

127. ¿Cuándo debe el cristiano recibir el sacramento de la Unción de los Enfermos?

El tiempo oportuno para recibir el Sacramento de la Unción de Los Enfermos es: cuando el cristiano ya empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o vejez (Ver SC 73).

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"Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios

para ofrecer dones y sacrificios por los pecados"(Hebreos 5, 1).

MENSAJE 63. EL ORDEN SAGRADO, SACRAMENTO PARA LA EDIFICACION Y SERVICIO DELPUEBLO DE DIOS

REFERENCIA A LA VIDA

Urge la necesidad de sacerdotes en todo el mundo. Faltan misioneros; en las grandes ciudades el clero es insuficiente para atender al Pueblo de Dios; en los campos, en las instituciones, son escasos los sacerdotes. Es realmente una preocupación de la Iglesia de hoy. Cristo nos enseñó a pedir al Padre por esta necesidad cuando exclamó: "la mies es mucha y los obreros pocos, rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (San Mateo 9, 37-38).

MENSAJE

El Concilio enseña que Cristo, a quien el Padre santificó y envió al mundo, ha hecho participes de su consagración y de su misión a los Apóstoles y a los sucesores de éstos, o sea a los Obispos (Ver CC 1562.1555-1561)67.

“El Obispo recibe la plenitud del sacramento del Orden que lo incorpora al Colegio Episcopal y hace de él la cabeza visible de la Iglesia Particular que le es confiada. Los obispos, en cuanto sucesores de los apóstoles y miembros del Colegio, participan en la responsabilidad apostólica y en la misión de toda la Iglesia, bajo la autoridad del Papa, sucesor de San Pedro” (CC 1594).

A su vez los presbíteros, o sea los sacerdotes, por estar unidos con el Orden Episcopal, participan de la autoridad con que Cristo mismo edifica, santifica y gobierna a su pueblo (Ver CC 1563-1568). Los Obispos en cada comunidad de fieles representan a Cristo y en colaboración con los presbíteros guían a los fieles desde la parroquia.

“Los presbíteros están unidos a los Obispos en la dignidad sacerdotal y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales; son llamados a ser cooperadores diligentes de los obispos; forman en torno a su obispo el presbiterio que asume con él la responsabilidad de la Iglesia particular. Reciben del obispo el cuidado de una comunidad parroquial o de una función eclesial determinada” (CC 1595).

También el ministerio del diaconado se confiere por el Sacramento del Orden (Ver CC 1569). Desde la época de los Apóstoles fue establecido este ministerio. Los diáconos en

67 Se puede profundizar el presente tema en CC 1533-1600.

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unión con el Obispo y con todo su presbiterio, sirven al Pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la Palabra y de la caridad.

“Los Diáconos son ministros ordenados para las tareas del servicio de la Iglesia: no reciben el sacerdocio ministerial, pero la ordenación les confiere funciones importantes en el ministerio de la Palabra, del culto divino, del gobierno pastoral y del servicio de la caridad, tareas que deben cumplir bajo la autoridad pastoral de su obispo” (CC 1596).

Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia latina ha restablecido el diaconado “como un grado particular dentro de la jerarquía”, mientras que las Iglesias de Oriente lo habían mantenido siempre. Este diaconado permanente, que puede ser conferido a hombres casados, constituye un enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia. En efecto, es apropiado y útil que hombres que realizan en la Iglesia un ministerio verdaderamente diaconal, ya en la vida litúrgica y pastoral, ya en las obras sociales y caritativas, “sean fortalecidos por la imposición de las manos transmitida desde los Apóstoles y se unan más estrechamente al servicio del altar, para que cumplan con mayor eficacia su ministerio por la gracia sacramental del diaconado”. (CC 1571)

Es Cristo mismo quien actúa por medio del Obispo, del Presbítero y del Diácono cuando estos ejercen el Ministerio Sagrado en su triple función: enseñar, santificar y conducir al Pueblo de Dios (Ver CC 1545. 888-896).

“El sacramento del orden es conferido por la imposición de las manos del Obispo, seguida de una oración consecratoria solemne, que pide a Dios para el ordenado las gracias del Espíritu Santo requeridas para su ministerio. La ordenación imprime un carácter sacramental indeleble” (CC 1597).

“La Iglesia confiere el sacramento del Orden únicamente a varones bautizados, cuyas aptitudes para el ejercicio del ministerio han sido debidamente reconocidas. A la autoridad de la Iglesia le corresponde la responsabilidad y el derecho de llamar a uno a recibir la ordenación” (CC 1598).

La autoridad del ministerio jerárquico tiene su fundamento en Cristo (Ver CC 874-879). El Obispo, el Presbítero y el Diácono actúan en nombre de Jesús, en virtud de la misión que El les ha encomendado y han de hacerlo, como Jesús, siguiendo en todo el ejemplo de Cristo Sacerdote, quien se entrega totalmente a la Gloria de Dios y al servicio de salvación de todos los hombres.

APLICACIÓN A LA VIDA

¿Conocemos a nuestro Obispo, sabemos su nombre?¿Somos colaboradores del Obispo en la tarea de la evangelización en nuestra diócesis?¿Colaboramos con el sacerdote en su misión de santificación? ¿Lo apoyamos? ¿Lo comprendemos? ¿Lo respetamos como hombre y Ministro de Dios? ¿Somos ayudados, acogidos y respetados por él?.

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¿Estamos cumpliendo el mandato de Cristo de pedir al Padre que envíe muchos y santos sacerdotes a su Iglesia?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Hagamos nuestra la oración sacerdotal de Jesús, en la cual pide la fidelidad de los sacerdotes.

"Padre, por ellos ruego yo, por los que tú me has dado, porque son tuyos; todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío. Padre Santo cuida en tu nombre a los que me has dado para que sean uno como nosotros. Conságralos, en la verdad” (San Juan 17,9. 11. 17).

PARA RECORDAR

128. ¿Qué es el Sacramento del Orden?

El Sacramento del Orden es el signo sagrado por el cual el Espíritu Santo, mediante la imposición de las manos del Obispo, destina a algunos fieles a estar al frente de la Iglesia por la palabra y la gracia de Dios, en nombre de Cristo

129. ¿Para qué instituyó Jesucristo el Sacramento del Orden?

Jesucristo instituyó el Sacramento del Orden para que nunca faltaran los encargados de enseñar, santificar y servir a la Iglesia, en su nombre.

130. ¿Quiénes pertenecen al Orden Sagrado?

Al Orden Sagrado pertenecen los Obispos, los Presbíteros (Sacerdotes) y los Diáconos.

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“¿No habéis leído que el Creador, desde el comienzo, los hizo hombre y mujer, y dijo: por eso dejará el hombre a su padre y a su madre

y se unirá a su mujer y los dos se harán una sola carne? Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hambre"

(San Mateo 19, 4-6).

MENSAJE 64. EL MATRIMONIO, COMUNIDAD SACRAMENTAL DE VIDA Y DE AMOR

REFERENCIA A LA VIDA

El Concilio Vaticano II, al hablar sobre el matrimonio y la familia (Ver GS 47-52) y la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Puebla (Ver Puebla 568-616), no comienzan estableciendo principios teóricos sobre la grandeza y dignidad del matrimonio, sino que hacen una descripción realista de la situación de crisis del matrimonio y de la familia en el mundo actual.

El Concilio Vaticano II anota: la dignidad de esta institución no brilla en todas partes con el mismo esplendor, puesto que está oscurecida por: la poligamia, la epidemia del divorcio, el llamado amor libre y otras deformaciones, es más, el amor matrimonial queda frecuentemente profanado por el egoísmo, el hedonismo y los usos ilícitos contra la generación. (Ver GS 47).

Por su parte los Obispos latinoamericanos en la Conferencia de Puebla hacen un claro diagnóstico de la situación de la familia en América Latina y denuncian, entre otros males, lo siguiente: "La familia aparece también como víctima de quienes convierten en ídolos el poder, la riqueza y el sexo".

A esto contribuyen las estructuras injustas, sobre todo los medios de comunicación... destacando lo que contribuye a propagar el divorcio, la infidelidad conyugal y el aborto o la aceptación del amor libre y de las relaciones prematrimoniales.

Estas comprobaciones que nos hace el Magisterio de la Iglesia son una motivación para que abordemos el tema del matrimonio y de la familia cristiana desde la fe, es decir, una comunidad sacramental de vida y de amor.

MENSAJE

El Concilio Vaticano II, hablando del matrimonio, dice que es la "intima comunidad conyugal de vida y de amor" (Ver GS 48; CC 1603)68.

Entre los cristianos la comunidad conyugal es elevada a una significación y a una realidad superior, sin que por ello pierda nada de su sentido natural y humano.

68 Se puede profundizar este mensaje en el CC 1601-1666.

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En el Antiguo Testamento, el matrimonio fue considerado como imagen de la Alianza de Dios con su Pueblo (Ver CC 1611).

En el Nuevo Testamento, Cristo dignificó y elevó la comunidad conyugal a un plano del todo especial: "Así como Dios antiguamente se adelantó a unirse a su pueblo por una alianza de amor y de fidelidad, así ahora el Salvador de los hombres y Esposo de la Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos por medio del sacramento del matrimonio" (Ver GS 48; CC 1612-1617).

¿Qué añade de nuevo Jesucristo al matrimonio al elevarlo al orden sacramental? En la Liturgia de la Iglesia los signos sacramentales significan y producen, cada uno a su manera especifica, la santificación del hombre (Ver LG 7). El Sacramento del Matrimonio hace eficaz la presencia de Jesucristo, quien comunica a los esposos su gracia especial, a fin de que el amor conyugal - que es imagen de la unión esponsal de Cristo con la Iglesia - adquiera la forma del amor de Jesucristo por su Iglesia (Ver Efesios 5, 24; CC 1638-1642). Con esta gracia del matrimonio, el amor humano queda elevado y fortalecido, para que los esposos se amen, se ayuden a crecer como seres humanos, gocen de su mutuo apoyo, se respeten y crezcan como cristianos y cumplan bien su sublime misión de procrear y educar a los hijos.

Se entiende así la distancia enorme que se da entre el matrimonio sacramento y el matrimonio civil. En este último los esposos se unen ellos mismos, privándose de las ayudas y gracias especiales que Dios les ofrece y rechazan a Cristo que se les brinda amorosamente. Por eso, los seguidores de Cristo que rechazan el matrimonio sacramento y se contentan solamente con el matrimonio civil, cometen pecado.

Esta nueva significación y presencia eficaz de Cristo en la unión conyugal tiene lugar, por primera vez, en la celebración del rito del matrimonio, cuando por el "Sí" sacramental, los esposos, que son los verdaderos ministros del sacramento, ante el ministro de la Iglesia expresan consciente y libremente su mutua entrega.

Este "Sí" y esta realidad de la presencia de Cristo, debe perdurar a lo largo de toda la vida conyugal, y exige de los esposos una respuesta generosa y continua, para quitar todo aquello que atenta contra el mutuo amor y vivir en una apertura constante a las exigencias de Cristo, y al respeto al "Tú" del cónyuge (Ver CC 2364-2365).

Dada la importancia que tiene este aspecto del comportamiento o las exigencias de la vida cristiana de los esposos, es preciso exponer los criterios de la moral matrimonial cristiana, frente a los peligros que presenta el mundo actual.

Siguiendo el diagnóstico que hace el Concilio Vaticano II (Ver GS. 47), los males principales que atentan contra la dignidad del matrimonio son: la poligamia (Ver CC 1610.1645.2383) y el amor libre, el divorcio, el egoísmo, el hedonismo y los usos ilícitos contra la generación.

Dejando a un lado la poligamia y el amor libre, que están en total desacuerdo con la naturaleza misma del matrimonio, ya que son propiamente su negación, vamos a fijarnos en

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los otros fallos de la convivencia conyugal, que se dan más frecuentemente en nuestros matrimonios:

El divorcio: el Concilio lo califica de "epidemia", por ser un mal muy difundido en la sociedad actual y por la gravedad que conlleva (Ver CC 2382-2386).

El divorcio atenta contra una ley intrínseca y esencial de la comunidad conyugal, que es la indisolubilidad. No se concibe un amor verdadero entre los cónyuges, cuando éste está reducido a un espacio temporal o cuando no compromete a la persona entera. Son tan fuertes los lazos que unen a los esposos, que no puede pensarse en ninguna clase de ruptura.

El divorcio se presenta como la carencia del sentido cristiano en el matrimonio. La Iglesia católica mantiene inflexible los principios del Evangelio (Ver San Mateo 19, 6) y condena el divorcio. Esto lo hace, porque el divorcio afecta intrínsecamente la esencia misma del matrimonio y lo aniquila por completo.

El adulterio o infidelidad conyugal: aunque no rompe el compromiso matrimonial, si socava el amor y separa profundamente a los cónyuges (Ver CC 2380-2381.1646).

Las formas más frecuentes del adulterio son: tener un amante o una amante, la prostitución (Ver CC 2355), el adulterio de corazón y los adulterios ocasionales. Para un esposo cristiano el adulterio es siempre una herida mortal al amor del cónyuge y al amor de Cristo. Es una profanación de aquel signo de la unión de Cristo con la Iglesia que es el matrimonio. Es uno de los pecados más seriamente condenados en la Escritura y en la antigua disciplina penitencial.

El adulterio de ordinario es fuente de otros pecados como: la hipocresía, la mentira, la falsedad, el escándalo, la destrucción de la felicidad del cónyuge inocente, la destrucción de otro hogar, el despilfarro económico, entre otros.

Por sobre todo, el adulterio hace incapaz al cónyuge infiel de todo movimiento de ascensión y progreso espiritual y lo sume en un profundo vacío e insatisfacción.

El egoísmo: la raíz de todos los fallos en la convivencia conyugal es el egoísmo que se opone siempre al amor, ya que el amor es donación de sí sin medida y vida en constante actitud de entrega.

El hedonismo: es la búsqueda desordenada del placer y el bienestar, que repercute en el fracaso de la verdadera dicha conyugal. El matrimonio, por ser un encuentro con Cristo, conlleva la marca de la cruz.

Debe ser verdadero testimonio del misterio pascual con su dolor y su gozo, su tristeza y alegría, su morir y su resucitar. Si no se capta la dimensión pascual de la vida matrimonial es imposible llegar a la madurez del amor y a la felicidad conyugal.

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Usos ilícitos contra la generación: recogiendo toda la tradición cristiana, se afirma que "el matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza a la procreación y a la educación de la prole" (Ver GS 50; CC 2366-2369).

Siendo esta una de las finalidades del matrimonio, es preciso conocer los criterios de la Iglesia, frente al grave problema de los medios ilícitos contra la generación.

Antes que nada es preciso afirmar que la Iglesia, apoyada en el principio de la paternidad responsable, admite el control de la natalidad (Ver GS 51).

Sin embargo, no admite cualquier clase de control, sino un control que responda a la dignidad humana y que no viole ninguna ley divina. El Papa Pablo VI en la Encíclica "Humanae Vitae (HV)" hace la siguiente valoración moral de los métodos para la regulación de la natalidad:

Son métodos ilícitos y reprobados por la Iglesia: o El aborto directamente provocado aunque sea por razones terapéuticas (Ver CC 2270-

2275).o La esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer.o Queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal o en su

realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación (Ver HV 14; CC 2370).

Es método licito y admitido por la Iglesia: el llamado “ritmo”, siempre y cuando los esposos cristianos no procedan a su antojo, sino regidos por la conciencia ajustada a la ley divina, interpretada auténticamente por el Magisterio de la Iglesia: La continencia periódica, si existen serios motivos para espaciar los nacimientos (Ver HV 16).

APLICACIÓN A LA VIDA

El Sacramento del Matrimonio capacita a los esposos para colaborar en la misión de la Iglesia desde su vida de hogar. La familia no debe vivir para sí misma, sino que tiene que proyectarse en la comunidad y colaborar en el desarrollo de la sociedad.

Examinemos si en nuestra familia estamos viviendo estas actitudes y si procuramos defender los derechos de la familia, proclamados así por el Magisterio de la Iglesia:

“Derecho a:

Existir y progresar como familia, es decir, el derecho de todo hombre a fundar una familia y a tener los recursos apropiados para mantenerla.

Ejercer su responsabilidad en el campo de la transmisión de la vida y de educar los hijos.

La intimidad de la vida conyugal y familiar. La estabilidad del vinculo y de la institución matrimonial. Creer y profesar su propia fe, y a difundirla.

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Educar a sus hijos de acuerdo con las propias tradiciones y valores, religiosos y culturales con los instrumentos, medios e instituciones necesarias.

Una vivienda adecuada, para una vida familiar digna" (FC 46).

CELEBRACIÓN DE LA FE

Hagamos una oración pidiendo al Señor por los esposos cristianos:69

V. Para que quienes se unen en matrimonio sean fieles al compromiso de amor como Cristo es fiel a su Iglesia.R. Señor, escucha y ten piedad.V. Para que en las familias se respete la vida como un don de Dios.R. Señor, escucha y ten piedad.V. Para que las familias cristianas sean verdadero centro de comunión y participación.R. Señor, escucha y ten piedad.

PARA RECORDAR:

131. ¿Qué es el Sacramento del Matrimonio?

El Sacramento del Matrimonio es la entrega mutua e irrevocable que se hacen los esposos, ante Dios y la Iglesia, y por la que forman una íntima comunidad conyugal de vida y amor.

132. ¿A qué se comprometen los esposos cristianos?

Los esposos cristianos se comprometen a amarse mutuamente, a guardarse perpetua fidelidad y a colaborar con Dios en la procreación y educación de los hijos.

133. ¿Cuáles son los males que atentan contra la dignidad del matrimonio en la sociedad actual?

Los males principales que atentan contra la dignidad del matrimonio son: El divorcio, el adulterio, el hedonismo, el egoísmo y los usos ilícitos contra la generación (Ver GS 47).

134. ¿El matrimonio civil de los que son católicos es pecado?

El matrimonio solamente civil de los que se dicen católicos es pecado, porque es un rechazo a Cristo que se les ofrece en el matrimonio sacramento, y porque al contentarse con él renuncian a las gracias necesarias para cumplir adecuadamente sus deberes de esposos y padres.

69 Buscar en los anexos, la Oración de los esposos y realizarla.

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“Cuando oren, pues, digan: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre...” (Mateo 6,9).

MENSAJE 65. LA ORACION, EXIGENCIA DE LA VIDA CRISTIANA

REFERENCIA A LA VIDA

La planta necesita del aire, el pez del agua y el hombre de condiciones mínimas para vivir. Cuando a estos seres se les proporciona aquello que la naturaleza y su condición específica les pide, los vemos crecer, progresar y producir.

La oración es para el creyente un elemento vital, como el aire a la planta, como el agua al pez. En Dios vivimos, nos movemos y existimos.

MENSAJE

Su Santidad Juan Pablo II nos dice que "la oración es la respiración del Cuerpo Místico, es su conversación con Dios, es la expresión de su caridad; es el esfuerzo por llegar al Padre, es el reconocimiento de su Providencia, es la súplica a la misericordia y a la intervención de su ayuda en la deficiencia de nuestras fuerzas"70.

Las personas que se aman se expresan mutuamente su amor, su admiración y fidelidad; si de verdad amamos a Dios, necesitamos comunicarnos con El, reconocer su grandeza, admirarlo, alabar su nombre, pedirle su auxilio, su protección y darle gracias.

El cristiano alimenta su oración meditando la Palabra de Dios y respondiendo con fe a las llamadas que El nos hace (Ver CC 2653-2654). El nos llama a la esperanza, al testimonio del amor y del servicio, a la unión con Dios, a participar en la vida del mundo para hacer crecer el Reino. Estas actitudes nuevas son fruto de la inspiración de Dios en la oración.

La oración puede ser individual. Esta expresa e intensifica la relación personal con el Padre. El nos recomienda esta forma de oración cuando nos dice: "cuando vayas a orar, entra en tu aposento, y después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto..." (San Mateo 6, 6. Ver CC 2691). En silencio hablamos con Dios desde nuestro corazón, le hablamos con nuestra vida misma.

También la oración puede ser comunitaria (Ver CC 2689). La oración individual alimenta la comunitaria, y, a su vez, la comunitaria alienta y sostiene la oración personal: "Cuando la Iglesia ora, canta o actúa, la fe de los asistentes se alimenta, y sus almas se elevan hacia Dios a fin de tributarle un culto racional y recibir su gracia con mayor abundancia (Ver SC 33).

70 Este mensaje se puede profundizar en el CC 2697-2758.

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Cuando los cristianos nos reunimos para orar juntos en familia, en grupos o en el templo parroquial, nos anima la presencia de Cristo: "...donde estén dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos"(San Mateo 18, 20. Ver CC 1088).

Estas formas de oración encuentran su culmen y fuente en la oración litúrgica71 (CC 1073). En la liturgia, la Iglesia celebra el misterio de la salvación que Dios ha realizado por medio de Cristo, lo acoge, se alimenta de él y lo ofrece generosamente al mundo (CC 1066-1068). La expresión máxima de toda esta oración de la Iglesia y del cristiano es la celebración Eucarística (Ver CC 1074).

En la Eucaristía íntimamente unidos al sacrificio redentor de Cristo y guiados por el Espíritu, celebran juntos y con la mayor eficacia la adoración y alabanza al Padre, la petición del perdón, la acción de gracias por los beneficios recibidos y la ofrenda de toda su vida (Ver CC 2626-2643).

Pero si la expresión máxima de la oración de la Iglesia, es la celebración Eucarística, no se agota allí la alabanza que la Iglesia rinde a su Señor. Hay también otras maneras principalmente recitando el Oficio Divino o Liturgia de las Horas, que es considerada como la oración oficial de la Iglesia (Ver CC 1174.1178). Es una antigua tradición de la Iglesia por la cual se consagra a Dios el curso entero del día y de la noche, alabándolo como lo recomienda el Apóstol con "Salmos, himnos y cánticos inspirados" (Colosenses 3, 16. Ver CC 1177. 2585-2589).

A esta oración de la Iglesia están obligados los sacerdotes y los miembros de algunos institutos religiosos destinados a esta alabanza por mandato de la Iglesia (Ver CC 1175).

La misma Iglesia recomienda que los fieles participen en la celebración del oficio cuando se hace comunitariamente e igualmente recomienda el rezo particular del oficio divino a los laicos (Ver SC 100 y Ordenación General de la Liturgia de las Horas Nº 33. CC 2697).

La tradición cristiana contiene tres importantes expresiones de la vida de oración: la oración vocal, la meditación y la oración contemplativa. Las tres tienen en común el recogimiento del corazón (Ver CC 2697-2719).

Por medio de la oración vocal nuestra oración toma cuerpo, lo más importante es la presencia del corazón ante Aquel, a quien hablamos en la oración. La meditación es una búsqueda, por medio de la cual el espíritu trata de comprender el por qué y el cómo de la vida cristiana, para adherirse y responder a lo que el Señor nos pide. La contemplación es la búsqueda de Jesús y en El, al Padre. En la contemplación se puede también meditar, pero la mirada está centrada en el Señor.

El cristiano es el hombre llamado a vivir en oración (Ver CC 2745). Esta no se limita pues, a unos momentos especiales. sino que abarca toda la vida: "Por medio de Cristo ofrezcamos

71 Se sugiere ir a la sección de anexos y profundizar en el Documento Complementario “La liturgia en la vida del cristiano”.

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continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que, profesan su nombre” (Hebreos 13. 15).

APLICACIÓN A LA VIDA

El cristiano reconoce el valor y al importancia de la oración en su vida y en todas la formas posibles, es necesario evitar la monotonía y hacer siempre el esfuerzo por mantenernos en oración. Que toda nuestra vida sea oración que agrada a Dios.

¿Logramos mantener vivo en nosotros el entusiasmo de la oración individual, comunitaria y litúrgica? ¿Cómo?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Manifestemos nuestro deseo de vivir unidos a Dios proclamando el salmo 62:

¡Oh Dios! Tú eres mi Dios, por ti madrugo.mi alma está sedienta de ti,mi carne tiene ansia de ticomo tierra reseca, agostada, sin agua.¡Cómo te contemplaba en el Santuarioviendo tu fuerza y tu gloria!Tu gracia vale más que la vida,te alabarán mis labios. Toda mi vida te bendeciréy alzaré las manos invocándote.Me saciaré de manjares exquisitos,y mis labios te alabarán jubilosos.En el lecho me acuerdo de tiy velando medito en ti,porque fuiste mi auxilio,y a la sombra de tus alas canto con júbilo;mi alma está unida a ti, ytu diestra me sostiene.

PARA RECORDAR

135. ¿Cuáles son las principales formas de oración que la Iglesia nos recomienda?

Las principales formas de oración que la Iglesia nos recomienda son: la oración personal, la oración comunitaria y la oración litúrgica.

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UNIDAD DECIMACUARTA

LA SANTISIMA VIRGEN MARIA, MADRE DE DIOS EN EL MISTERIO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA

OBJETIVOS:

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar que la Virgen María en el misterio de Cristo y de su Iglesia ocupa un puesto de primordial importancia en el plan de salvación de Dios.

- Comprobar que en la historia de nuestra salvación, María es Madre de Cristo y Madre de la Iglesia

- Redescubrir que María es para todo cristiano modelo de vida por su entrega y fidelidad a la voluntad del Señor, y, como tal, debe ser objeto de nuestra permanente y filial devoción.

MENSAJES:

66. La Virgen María en 1a Historia de nuestra salvación.67. La Virgen María, Madre de Cristo y de la Iglesia68. El Culto a la Virgen María.69. María modelo del cristiano

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"Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer "

(Gálatas 4, 4).

MENSAJE 66. LA VIRGEN MARIA EN LA HISTORIA DE NUESTRA SALVACION

REFERENCIA A LA VIDA

Eva, Sara, Rebeca, Judith, Ruth, Isabel, María, son nombres de mujeres creyentes cuya memoria está íntimamente vinculada a la historia de nuestra salvación. Entre ellas sobresale la memoria de la gloriosa Virgen María, Madre de nuestro Dios y Señor Jesucristo.

Todos hemos vivido momentos de especial devoción y de expresión de amor a María. Todos hemos sentido la necesidad de restaurar en cada uno, en la familia y en la Iglesia, la auténtica devoción a María, basada en escuchar la Palabra de Dios como ella la escuchó y ponerla en práctica como ella lo hizo.

MENSAJE

El CV II afirma que María "cooperó en forma enteramente singular a la obra del Salvador, con la obediencia, la fe, la esperanza y la ardiente caridad con el fin de restaurar en nosotros la vida sobrenatural. Por eso es nuestra Madre en el orden de la gracia" (Ver LG 61; CC 967-970).

Los libros del Antiguo y Nuevo Testamento y la Tradición, ponen de manifiesto la función de María, Madre del Redentor, en la obra de la Salvación (Ver CC 488). El Antiguo Testamento que narra paso a paso la historia de la Salvación en la que se prepara la venida de Cristo, manifiesta en forma cada vez más clara la figura de María, Madre del Mesías. En efecto, ella aparece anunciada en la victoria sobre la serpiente (Ver Génesis 3, 15; CC 489). Ella es la Virgen que concebirá y dará a luz a un hijo que se llamará Emmanuel, es decir, el Dios con nosotros (Ver Isaías 7,14; San Mateo 1, 23). María sobresale entre los humildes y los pobres del Señor que, llenos de confianza, esperan y reciben de El la salvación.

Con ella se cumple la plenitud de los tiempos y el Hijo de Dios toma de Ella su naturaleza humana (Ver CC 484).

Toda la Historia de Israel, marcada por la promesa de la salvación, culmina en María: ella será la Madre de Jesús, el Mesías preparado y esperado a lo largo de la Historia del Antiguo Testamento. Con miras a esta maternidad divina, "Dios Padre la eligió desde toda la eternidad, como Madre Santísima y el Espíritu la adornó con singulares dones a nadie más concedidos" (Ver MC 25). Así queda claro que todos los oficios y los privilegios de la Virgen "tienen por fin a Cristo, origen de toda verdad, santidad y piedad" (Ver LG 67). Por eso fue totalmente santa y libre de toda mancha de pecado (Ver CC 490-493).

Page 235: Catecismo Basico Para Adultos

María, al aceptar la voluntad salvífica de Dios, se consagró totalmente a la persona de su Hijo como la esclava del Señor y estuvo enteramente unida con El al misterio de la redención. En esto radica su grandeza (Ver CC 494).

Esta unión singular de María a la obra del Salvador, hace que ella sea nuestra Madre en el orden de la gracia, y esta maternidad perdura hasta la consumación perpetua de todos los elegidos (Ver LG 62; CC 969-970).

APLICACIÓN A LA VIDA

A veces nuestra devoción filial a María se queda en el aspecto sentimental al mirarla como madre. ¿Nos hemos preocupado por descubrir su personalidad y su cooperación enteramente singular a la obra de nuestra salvación?

El papel de María en la Historia de la salvación es fundamental porque nos dio al Salvador. Es esta la razón de nuestra especial devoción y amor filial hacia ella (Ver CC 971).

¿Qué puesto ocupa la Virgen María en nuestra vida cristiana?. ¿De qué manera nos relacionamos con María?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Con María hija predilecta de Dios por su sencillez, fe y humildad recitemos el "Magnificat" o “Cántico de la Santísima Virgen María”, tratando de profundizar su significado; con este canto se exalta la grandeza y bondad de Dios que se fija en los humildes, y se expresan las características del Reino de Dios.

Proclama mi alma h grandeza del Señor,se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitaran todas las generaciones,porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi:su nombre es santoY su misericordia llega a sus fielesde generación en generación.

El hace proezas con su brazo:dispersa a los soberbios de corazón,derriba del trono a los poderososy enaltece a los humildes,a los hambrientos los colma de bienesy a los ricos los despide vacíos.Auxilia a Israel, su siervo,acordándose de su misericordia- como lo había prometido a nuestros padres -en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Page 236: Catecismo Basico Para Adultos

PARA RECORDAR

136. ¿Cuál es la misión de la Virgen María en el plan de Salvación?

En el plan Salvador de Dios María es figura clave: En el Antiguo Testamento aparece estrechamente asociada al Mesías, el salvador esperado.

Al llegar la "plenitud de los tiempos" María concibe y da a luz a Cristo Redentor, quedando asociada como cooperadora eficaz a la salvación humana.

Por último, María está unida a la Iglesia porque es la verdadera Madre, no sólo del Cristo físico, sino también del Cristo Místico y total, que es la Iglesia.

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''Jesús dice a su Madre: 'mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego dice al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre"

(San Juan l9, 26-27)

MENSAJE 67. LA VIRGEN MARIA MADRE DE CRISTO Y MADRE DE LA IGLESIA

REFERENCIA A LA VIDA

En cada hombre reposa un corazón filial. Por eso, en circunstancias especiales, el recuerdo de la propia madre despierta sentimientos muy vivos, ligados a la propia historia personal. Algo parecido sucede en la historia de los pueblos cristianos en quienes la figura de la Virgen Madre esta íntimamente vinculada a su propia identidad.

La historia de nuestra nación, desde el período de la conquista española, está inseparablemente unida a la figura de la Virgen María, Madre de Dios, y es así como numerosos poblados tienen como patrona alguna advocación mariana (Nuestra Señora de la Salud, La Virgen de Chiquinquirá...), se erigieron en distintas regiones, santuarios para honrar a la Madre de Dios y la devoción mariana está arraigada entrañablemente en la idiosincrasia de nuestro pueblo.

A partir de esta experiencia podemos mirar a la Virgen María como Madre de Cristo y Madre de la Iglesia.

MENSAJE

Desde cuando Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, nos dejó a su propia Madre como Madre nuestra, la Iglesia no ha dejado de ilustrarnos sobre la misión de aquella que después de Cristo, ocupa en la Santa Iglesia el lugar más alto y a la vez el más próximo a nosotros (Ver LG 54; CC 936).

En efecto, la Virgen María fue redimida de un modo eminente, y en atención a los futuros méritos de su Hijo, fue preservada de toda mancha, aún el original, desde el momento de su concepción (Ver CC 492). Fue además enriquecida con la gran dignidad de ser la Madre de Dios Hijo, la hija predilecta del Padre y el Sagrario del Espíritu Santo.

Toda ella es santa, libre de pecado, siempre Virgen. Por eso la Iglesia la llamó en las fórmulas de fe : María la Virgen (Ver CC 493). Desde la Anunciación, la Virgen Nazarena es saludada por el Ángel de parte de Dios y ella responde al enviado celestial: "He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu Palabra" (San Lucas 1, 38). Así, María, al aceptar la Palabra Divina se convirtió en madre de Jesús (Ver LG. 56; CC 494).

La unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación, se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su glorificación; y así, al terminar el curso de su vida terrena, en cuerpo y alma fue llevada a la gloria celestial para que se

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asemejara más plenamente a su Hijo, vencedor del pecado y de la muerte (Ver LG 59; CC 966).

Jesucristo es la cabeza del cuerpo total que es la Iglesia; María es la Madre de todos nosotros, miembros de ese Cuerpo. Por eso Jesús nos la entregó en la cruz cuando dijo a Juan: "Ahí tienes a tu Madre" (San Juan, 19, 27), (Ver CC 964).

María, Madre de la Iglesia y por tanto de todos los creyentes, es también ejemplo de todas las virtudes, no solamente para admirar, sino para imitar. Ella es Madre y modelo de la Iglesia por la unión íntima con su Hijo en la obra de la redención (Ver CC 967).

APLICACIÓN A LA VIDA

María, Madre, despierta el sentimiento filial de nuestros corazones. Dejémonos amar por Ella y amémosla, profesándole una verdadera devoción basada no en un sentimentalismo estéril y transitorio, sino en un verdadero amor filial que nos lleve a la imitación de sus virtudes y a rendirle el verdadero culto recomendado por la Iglesia.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Vamos a recitar como oración algunas frases del “Credo del pueblo de Dios” (Pablo VI):

“Creemos que María es la Madre, siempre Virgen, del Verbo Encarnado, nuestro Dios y Salvador Jesucristo, y que en virtud de esta elección singular, ella ha sido, en atención a los méritos de su Hijo, redimida de modo eminente, preservada de toda mancha de pecado original y colmada del don de la gracia más que todas las demás criaturas.

Creemos que la Santísima Virgen Madre de Dios, nuestra Eva, Madre de la Iglesia, continúa en el cielo su misión maternal para con losmiembros de Cristo, cooperando al cocimiento y al desenrollo de la vida divina en las almas de los redimidos".

PARA RECORDAR:

137. ¿Por qué decimos que la Virgen María es Madre de Dios Redentor?

Decimos que la Virgen María es la Madre de Dios Redentor, porque recibió al Hijo de Dios en su alma y en su cuerpo y lo entregó para la vida del mundo (Ver LG 53).

Page 239: Catecismo Basico Para Adultos

138. ¿Cómo podemos expresar nuestra fe en la Santísima Virgen María, nuestra Madre?

Expresamos nuestra fe en la Santísima Virgen María nuestra Madre con las palabras del Credo: “Creo en Jesucristo, su único Hijo Nuestro Señor, que fue concebido por obra del Espíritu Santo y nació de María Virgen”.

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"Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí"

(San Lucas 1, 48-49)

MENSAJE 68. EL CULTO A LA VIRGEN MARIA

REFERENCIA A LA VIDA

Muchas veces los cristianos protestantes nos han dicho que nosotros adoramos a la Virgen, que sus imágenes y estatuas de diferentes advocaciones opacan la persona de Jesucristo, el único Mediador. Y, por otra parte, existe un buen número de católicos que no tienen claridad con respecto al verdadero culto que debemos rendirle a nuestra Madre María, y esto ocasiona que en muchas situaciones se presenten desviaciones y errores en la fe. Por esta razón es necesario precisar cuál es el verdadero culto a la Virgen María.

MENSAJE

En la Iglesia católica existió siempre un culto especial a María, la Madre de Jesucristo. Desde el Concilio de Efeso (año 431) ese culto fue creciendo aún más y se ha prolongado hasta nosotros. Es el cumplimiento de las palabras proféticas que ella misma pronunció: "me felicitarán todas las generaciones" (San Lucas 1, 48). Es ciertamente un culto que tiene fundamento bíblico.

Este culto es esencialmente distinto de la adoración, que sólo es lícito rendir a Dios “‘Todas las generaciones me llamarán bienaventurada’ (Lucas 1,48). ‘La piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano’. La Santísima Virgen ‘es honrada con razón por la Iglesia con un culto especial. Y, en efecto, desde los tiempos más antiguos, se venera a la Santísima Virgen con el título de ‘Madre de Dios’, bajo cuya protección se acogen los fieles suplicantes en todos sus peligros y necesidades…Este culto… aunque del todo singular, es esencialmente diferente del culto de adoración que se da al Verbo encarnado, lo mismo que al Padre y al Espíritu Santo, pero lo favorece muy poderosamente’, encuentra su expresión en las fiestas litúrgicas dedicadas a la Madre de Dios y en la oración mariana, como el Santo Rosario, 'síntesis de todo el Evangelio’” (CC 971). Una cosa es venerar y otra muy distinta adorar.

Sólo Dios es digno de ser adorado, porque solamente El merece ser amado por sí mismo, por sus infinitas perfecciones. A la Virgen Santísima la veneramos especialmente por su especial unión con la persona de Cristo, Dios encarnado. La amamos y le rendimos culto porque el que es todopoderoso realizó en ella obras grandes, y porque ella supo responder con viva fe y amor, como ningún otro, a los dones de Dios. Amamos y veneramos a María porque ella es el mejor ejemplo que tenemos de la manera como se debe responder a Dios (Ver CC 2030).

También el culto a María ocupa un lugar especial en la vida cristiana, distinto y más alto que el culto que se rinde a los Santos, porque ella es más Santa, más unida a Dios y porque

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sólo ella' como Madre de Jesucristo, puede ser tenida y amada como Madre de los cristianos. En el culto a María todo está dirigido a Dios al alabar las virtudes y privilegios de María, estamos ensalzando a Dios que la hizo tan grande (Ver CC 2675).

El culto y la devoción a María son inseparables de la vida cristiana. No hay verdadero cristiano que no ame a María; y esto, porque Dios quiso que ella estuviera unida, de modo inseparable, con la persona y la obra de Cristo Jesús. También aquí se aplica la palabra del Evangelio, «lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre -. Por ello el Concilio Vaticano II (LG 67) nos amonesta para que fomentemos con generosidad el culto a la Virgen Santísima. Tampoco el culto a María debe separarse de los misterios de Cristo. El mejor culto que se le rinde es el culto litúrgico, el que va unido a las celebraciones que la Iglesia hace de los grandes acontecimientos salvadores de Jesucristo.

En el Año Litúrgico el tiempo de adviento y Navidad tienen una relación muy directa con la Santísima Virgen, porque conmemora los misterios de la espera, el nacimiento y la infancia de Jesús, en los que María estuvo estrechamente unida a su Hijo (Ver CC 1172). Desde los primeros siglos del cristianismo se ha honrado a la Madre de Dios en este tiempo litúrgico y ya desde el siglo IV se instituyó la solemnidad de María Madre de Dios, el primero de enero.

Con el correr de los siglos, como una demostración de la fe cristiana, se han multiplicado las fiestas litúrgicas para honrar a la Madre de Dios en sus ministerios, como su Concepción Inmaculada, la Asunción a los cielos, su Nacimiento, la Visitación, y también se la honra bajo distintas advocaciones con las que el pueblo cristiano reconoce su intercesión maternal en la Iglesia.

A pesar de lo anterior, el culto litúrgico a María no puede agotar nuestras manifestaciones de amor y veneración hacia ella. El Concilio Vaticano II pide a los fieles católicos que estimen en mucho las prácticas y los ejercicios de piedad hacia ella, recomendados por el Magisterio.

Es preciso destacar el rezo del Santo Rosario72, sobre todo en familia, que es una de las devociones más recomendadas por la Iglesia y el “Ángelus”, oración en la que conmemoramos la Encarnación del Hijo de Dios.

También es demostración de nuestro amor y veneración a la Santísima Virgen el culto que rendimos a sus imágenes. Es una práctica aprobada por la Iglesia en el Concilio Niceno II, año 787, que condenó a los iconoclastas o destructores de imágenes.

Los católicos no podemos sentir escrúpulos frente a los protestantes que dicen que venerar las imágenes de Cristo, de la Santísima Virgen y de los Santos, es una idolatría. De ninguna manera, nosotros adoramos sólo a Dios; las imágenes son sólo representaciones que nos ayudan a elevar nuestro corazón y nuestra oración a Dios y alabarlo es sus Santos.

72 Ver en los anexos en la sección de Oraciones ¿cómo rezar el Rosario?.

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Así como nos gusta tener el retrato de nuestros seres queridos, y cuando los miramos los recordamos con cariño, también como creyentes católicos podemos y debemos tener las imágenes de la Santísima Virgen y de los Santos que son nuestros intercesores ante Dios, y podemos manifestarles nuestro amor adornando sus imágenes y sus altares con flores y con luces que simbolizan nuestra oración.

APLICACIÓN A LA VIDA

Nuestra devoción a la Santísima Virgen nos debe llevar al encuentro con la persona de Jesús y a orientar nuestra vida de acuerdo con sus enseñanzas. “A Jesús por María”.

De la Santísima Virgen escuchamos que hay varias formas de llamarla, esas son las advocaciones que en cada país, región o continente son distintas, así: la Patrona de América Latina es Nuestra Señora de Guadalupe, la de Colombia es Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá…

¿Qué podemos hacer para revalorar el rezo del Santo Rosario en familia y para fomentar una auténtica devoción mariana?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Recitemos la oración del Ángelus:

El Ángel del Señor anunció a MaríaR/. Y Ella concibió por obra del Espíritu Santo(Dios te salve María...)

He aquí la esclava del SeñorR/. Hágase en mí según tu palabra(Dios te salve María...)

Y el Verbo se hizo carneR/. Y habitó entre nosotros(Dios te salve María...)

Ruega por nosotros Santa Madre de DiosR/. Para que seamos dignos de alcanzar laspromesas de Nuestro Señor Jesucristo.

OREMOS:Derrama Señor tu gracia sobre nuestros corazones: Y al reconocer por el anuncio del Ángel, la Encarnación de tu Hijo Jesucristo, conducidos por su pasión y su Cruz, lleguemos a la gloria de la Resurrección. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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PARA RECORDAR

139. ¿En qué consiste la verdadera devoción a la Virgen María?

La verdadera devoción a la Virgen María consiste en demostrar nuestro amor filial con actos de piedad y en imitar a Cristo como Ella.

140. ¿Por qué la Iglesia rinde culto a la Virgen María?

La Iglesia rinde culto a la Virgen María porque quiere dar gloria a Dios por lo que ha hecho en ella y porque la reconoce como Madre de Dios y Madre nuestra.

141. ¿Cómo debe ser el culto a la Santísima Virgen que los católicos debemos fomentar?

El culto a la Santísima Virgen que los católicos debemos fomentar con generosidad, es ante todo el culto litúrgico, sin descuidar las prácticas y ejercicios de piedad recomendados por la Iglesia y el culto a las imágenes (Ver LG 67).

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"Dichoso el vientre que te llevó, los pechos que te criaron. Dichosos más bien los que escuchan la Palabra

de Dios y la cumplen" (Lucas 11, 27-28).

MENSAJE 69. MARIA, MODELO DEL CRISTIANO

REFERENCIA A LA VIDA

Con frecuencia nos sentimos atraídos por el estilo y la forma de vivir de otras personas. Esas personas las tomamos como "modelo". La Iglesia nos ha propuesto siempre a la Virgen María como modelo de los cristianos. ¿Será esto posible en medio de la sociedad actual que nos propone tantos modelos?.MENSAJE

La Virgen María ha sido propuesta siempre por la Iglesia a la imitación de los fieles, no precisamente por el tipo de vida que ella llevó, y menos por el ambiente socio-cultural en que se desarrolló, sino porque en sus condiciones concretas de vida ella adhirió total y responsablemente a la voluntad de Dios (Ver Lucas 1, 38); porque acogió la Palabra y la puso en práctica; porque fue la primera y la más perfecta discípula de Cristo, lo cual tiene el valor universal y permanente (Ver MC-35; CC 148-149).

La imagen evangélica de María, como mujer nueva y perfecta cristiana, resume en sí misma las situaciones más características de la vida femenina, porque es Virgen, Esposa, Madre; por eso es considerada como modelo eximio de la condición femenina y claro ejemplar de vida evangélica (Ver MC 36). Muy sencilla en su condición social, pero muy grande por lo que ha hecho Dios en ella. El Evangelio nos la muestra como la mujer abierta a los problemas de los demás y dispuesta siempre a compartir con todos. Movida por la caridad va con presteza a visitar y ayudar a su prima Isabel (Ver San Lucas 1, 39) y en las bodas de Caná esta misma caridad y comprensión la mueven a pedir el primer milagro a su Hijo (Ver Juan 2,1-12).

María de Nazareth, al abandonarse a la voluntad del Señor, no fue una mujer pasiva, antes bien, proclamó que Dios es defensor de los humildes y oprimidos y derriba a los poderosos de sus tronos (Ver Lucas 1, 51-53). Así, la figura de la Virgen no defrauda las esperanzas profundas de los hombres de nuestro tiempo (Ver CC 2617-2619).

María es también madre y modelo del apóstol. "Por una vocación singular, ella vio a su Hijo Jesús crecer en sabiduría, edad y gracia. En su regazo este Hijo, que era el Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad, ha sido formado por ella en el conocimiento humano de las Escrituras y de la historia del designio de Dios sobre su pueblo, en la adoración al Padre... De ella se ha dicho que es 'un catecismo viviente', 'madre y modelo de los catequistas' " (CT 33).

Si sabemos leer el Evangelio con ojos nuevos, encontramos que el espíritu y el estilo personal de vida que vivió María, siguen siendo un modelo vivo y actual para la mujer y

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para el cristiano de todos los tiempos. La Virgen María en su juventud, en su maternidad y a lo largo de toda su vida, sigue representando para la Iglesia de hoy una esperanza, la compañía de una hermana que ha recorrido el mismo camino, el ejemplo de una madre que comprende y ayuda.

APLICACIÓN A LA VIDA

La piedad mariana consiste en conocer a la Santísima Virgen y vivir como ella el compromiso con Dios y con los demás. Compartamos la experiencia de piedad mariana que tenemos y nuestra forma de manifestarla y vivirla en nuestras familias.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Con toda la Iglesia universal, la aclamamos como Madre y le presentamos las necesidades de nuestro pueblo, por medio de esta oración:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María!

V/. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, R/. Para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

PARA RECORDAR

142. ¿Cómo podemos Imitar a la Virgen María?

Podemos imitar a la Virgen María, siendo como ella:—Atentos para acoger la Palabra de Dios:—obedientes a la voluntad de Dios;—orando continuamente al Señor;—siendo educadores en la fe, para que el Evangelio penetre en nuestra vida diaria,.—estando siempre dispuestos a servir y ayudar a los necesitados.

143. ¿Por qué debemos vivir como vivió María?

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Debemos vivir como María porque ella es el modelo perfecto de todas las virtudes cristianas.

Page 247: Catecismo Basico Para Adultos

TERCERA PARTE

JESUCRISTO NOS CONDUCE A LA PLENITUD DE LA VIDA

"Creemos en la Comunión de los Santos..., la resurrección de la carne y la vida eterna "

Page 248: Catecismo Basico Para Adultos

UNIDAD DECIMAQUINTA

EN JESUCRISTO ESPERAMOS LA VIDA ETERNA

OBJETIVOS

En esta unidad nos proponemos:

- Reafirmar que el hombre, creado a imagen de Dios y hecho hijo de Dios, realiza plenamente su vocación en Cristo, el Señor Resucitado, que ascendió a la gloria de Dios Padre.

- Comprobar cómo la vida del cristiano, unida a la del Señor resucitado, encuentra su plenitud más allá de la muerte en una vida nueva de glorificación en el cielo.

- Redescubrir cómo nuestra vida en Cristo, nos impulsa a vivir en la esperanza y nos proyecta hacia una eternidad feliz, viviendo desde ya como ciudadanos del cielo y en íntima comunión con los santos.

MENSAJES

70. Resucitados con Cristo, reinaremos con El71. La vida cristiana, camino hacia la plenitud.72. El misterio cristiano de la muerte y el juicio.73. Para el cristiano la vida no termina con la muerte.74. Creemos en la comunión de los Santos.

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"Si nuestra esperanza en Cristo sólo es para esta vida, somos los más desgraciados de los hombres"

(1 Corintios 15,19)

MENSAJE 70. RESUCITADOS CON CRISTO, REINAREMOS CON EL

REFERENCIA A LA VIDA

Todos los seres creados tienen una vida limitada: envejecen, se debilitan y mueren.

El máximo enigma de la vida del hombre es la muerte. El hombre sufre por el dolor pero su mayor tormento es el temor por la desaparición definitiva. Todo hombre lucha por prolongar su vida, ojalá definitivamente (Ver GS 18).

Esta aspiración que llevamos en el corazón no se explica sino porque Dios, nuestro creador, nos ha destinado a la inmortalidad.

En la actualidad es muy común escuchar hablar a mucha gente sobre la reencarnación y la confusión que se presenta con la resurrección, es necesario que el cristiano conozca a profundidad la doctrina sobre la resurrección para saber en qué espera realmente.

MENSAJE

La esperanza más grande que nos presenta el mensaje del Evangelio es precisamente el anuncio de la vida futura feliz que está reservada al hombre creyente “Creer en la resurrección de los muertos ha sido desde sus comienzos un elemento esencial de la fe cristiana. ‘La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos; somos cristianos por creer en ella’ (Tertuliano)” (CC 991).

Hace dos mil años el mundo fue testigo de su anuncio pleno de esperanza para la humanidad: Jesús de Nazareth exclamó: "Yo soy la Resurrección y la Vida; el que cree en mi, aunque haya muerto vivirá" (San Juan 11, 25).

Esta es la respuesta del Señor al interrogante que está latente en el corazón de todo ser humano. El interrogante de la muerte.

La vida del hombre no se acaba, Dios nos ha destinado a la inmortalidad. Dios, que ha resucitado a su Hijo Jesucristo, por El nos resucitará también a nosotros a una vida completamente nueva (Ver CC 988-989). Esta es la esperanza del cristiano y la que da sentido a su existencia. Por eso, no queda bien a un cristiano angustiarse y desesperarse ante el hecho de la muerte, si de verdad ha comprendido el sentido que Jesús le da. San Pablo nos exhorta: "No se aflijan como los que no tienen esperanza" (1 Tesalonicenses 4, 13); (Ver GS 39).

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Con la Resurrección de Jesús se entiende plenamente que el gozoso mensaje del Reino de Dios en medio de los hombres, su Evangelio, es éste: Cristo resucitado, que es la vida, ha vencido a la muerte; el hombre ha sido redimido, el Reino ha sido instaurado73 .

"Si el espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, Aquel que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos dará la vida también a vuestros cuerpos mortales, por su espíritu que habita en vosotros" (Romanos 8, 11). Cristo, vencedor de la muerte, vencerá también nuestra muerte.

El Apóstol San Pablo decía a los Colosenses: "Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios; aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios; cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos con El" (Colosenses 3, 14).

Vivir en esta esperanza de nuestra futura vida de resucitados, cambia radicalmente nuestra existencia, nuestro modo de actuar ante los hombres, ante el mundo. Veremos todas las cosas de manera diferente, porque nuestra morada permanente y definitiva no está en este mundo.

Por eso la Iglesia en la profesión de fe nos invita a decir: "Creemos... en la resurrección de la carne".

APLICACIÓN A LA VIDA

Hagamos objeto de nuestra oración estas promesas del Señor: "El que cree en mi no morirá para siempre". (San Juan 11, 26). Y: "El que come mi Carne y bebe mi Sangre tiene la vida eterna y yo lo resucitaré el último día" (San Juan 6, 54).

Preguntémonos:

¿Cuál es nuestra actitud frente a la muerte?¿Tenemos una esperanza para el futuro?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Recordemos y celebremos la esperanza de nuestra resurrección, valiéndonos del Prefacio I de la Misa de difuntos:

"En El brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, aunque la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad.

73 Se puede profundizar en el CC 638-647.

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Porque la vida de los que en ti creemos, Señor, no termina, sino que se transforma; y, al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo”.

Y en la Vigilia Pascual, se proclama: "Cristo ayer y hoy, principio y fin, Alfa y Omega, suyo es el tiempo y la eternidad. A El la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén".

PARA RECORDAR

144. ¿Cómo sabemos que resucitarán todos los hombres?

Sabemos que resucitarán todos los hombres, por la promesa de Cristo: “Todos los hombres que están en los sepulcros oirán su voz y los que hayan hecho el bien resucitaran para la vida y los que hayan hecho el mal para la condenación” (San Juan 5, 28-29).

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"Si vivimos, para el Señor vivimos;y si morimos, para el Señor morimos"

(Romanos 14, 8).

MENSAJE 71. LA VIDA CRISTIANA, CAMINO HACIA LA PLENITUD

REFERENCIA A LA VIDA

Al principio se llamaba a los cristianos "los hombres del camino". De ellos se decía que "habitan sus propias casas pero como forasteros. Toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan como extranjeros. Toda tierra extraña es para ellos patria y toda patria, tierra extraña" (Carta a Diogneto).

Hoy en día existen muchas personas que viven en una esperanza firme en el encuentro con Dios como expresión del deseo de vivir la plenitud de la vida eterna.

MENSAJE

En todos los tiempos, la Iglesia nos recuerda que la vida cristiana es una tensión entre un comienzo y un fin, entre un "ya" y un "todavía no". Quien nace, comienza a morir. Quien muere, comienza a vivir (Ver CC 1010-1011).

Por eso el cristiano es sólo un viajero. Esta vida no es la definitiva. Su patria está en el cielo. "La Iglesia no alcanzará su plenitud sino en la gloria del cielo, cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas y cuando junto con el género humano, también la creación entera que está íntimamente unida con el hombre y por él alcanza su fin, será perfectamente renovada en Cristo"(LG 48).

Nuestra vida cristiana tiene que ser camino hacia la meta verdadera “la muerte es el fin de la peregrinación terrena del hombre, del tiempo de gracia y de misericordia que Dios le ofrece para realizar su vida terrena según el designio divino y para decidir su último destino. Cuando ha tenido fin ‘el único curso de nuestra vida terrena’ (LG 48), ya no volveremos a otras vidas terrenas. ‘Está establecido que los hombres mueran una sola vez' (Hebreos 9,27). No hay ‘reencarnación’ después de la muerte” (CC 1013).

“Mientras moramos en este cuerpo vivimos en el destierro, lejos del Señor" (2 Corintios 5, 6), y aunque poseemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior (Ver Romanos 8, 23) y ansiamos estar con Cristo (Ver Filipenses 1, 23).

Para el cristiano la plenitud de la vida es Cristo: “vivir en el cielo es estar con Cristo, los elegidos viven en El, aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre: pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino” (CC 1025).

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Por eso creemos que desde ahora vivimos en germen la vida eterna. Esto es lo que nos impulsa a ser responsables en nuestras tareas, aquí en la tierra. El Concilio Vaticano II nos lo recuerda: "El Concilio exhorta a los cristianos, ciudadanos de la ciudad temporal y de la ciudad eterna, a cumplir con fidelidad sus deberes temporales, guiados siempre por el espíritu evangélico... El cristiano que falta a sus obligaciones temporales, falta a sus deberes con el prójimo; falta, sobre todo, a sus obligaciones para con Dios y pone en peligro su eterna salvación..." (Ver GS 43). Y en otro lugar dice: Los bienes de la dignidad humana, la unión fraterna y la libertad; en una palabra, todos los frutos excelentes de la naturaleza y de nuestro esfuerzo... volveremos a encontrarlos limpios de toda mancha, iluminados y transfigurados (Ver GS 39).

Bajo el impulso de la fe, los cristianos marchamos con nuestros ojos fijos en la ciudad futura, la nueva Jerusalén. Y a lo largo del camino, nos reunimos en la presencia de Jesús y celebramos la Eucaristía; acrecentamos nuestra "familia" acogiendo por el bautismo a los nuevos hermanos; nos dejamos penetrar por el Espíritu para ser testigos de la fe en nuestra comunidad y fuera de ella; el Señor nos hace hombres nuevos por el perdón y la reconciliación; vivimos el matrimonio en unión con Dios y como signo de su amor; inspirados por la vida de Cristo, damos sentido al dolor, la enfermedad y la muerte; y recibimos de Dios los ministros sagrados, a quienes El saca de entre los hombres para ser nuestros servidores (Ver CC 1130).

Para el cristiano, cada paso en el camino de la vida, tiene sentido: es un paso que nos va acercando a la plenitud de nuestra vida futura en Cristo. Desde aquí preparamos nuestro tiempo definitivo. La Fe en Aquel que todo lo puede nos permite albergar la certeza de que finalmente estamos destinados para Dios, que es la vida.

APLICACIÓN A LA VIDA

Al iniciar las acciones importantes del día recordemos constantemente este mensaje: vamos guiados por el Señor hacia la meta definitiva. Cada día que pasa es un llamado del Señor para que sepamos caminar hacia la plenitud.

¿Miramos con fe y esperanza cristiana el paso de esta vida al más allá, donde está la vida definitiva?¿Cumplimos con responsabilidad nuestros deberes temporales, como preparación para la vida futura?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Realicemos la oración y meditación del “Ave María”, especialmente en la parte en donde decimos: “ruega por nosotros los pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte”.

PARA RECORDAR

145. ¿Dónde encuentra el cristiano su plenitud?

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El cristiano encuentra su plenitud el mismo Señor Jesucristo, en la gloria del cielo, cuando llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas en Cristo Jesús (Ver LG 48).

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"A los hombres les está establecido morir una vez, y después de esto el Juicio " (Hebreos 9, 27).

MENSAJE 72. EL MISTERIO CRISTIANO DE LA MUERTE Y EL JUICIO

REFERENCIA A LA VIDA

El problema más trascendental de todos los que han inquietado a los hombres de todos los tiempos, es sin duda ninguna el de la muerte y el destino futuro en el "más allá". Jamás ha existido una cultura que no tenga el culto a los muertos, convencidos de la supervivencia después de la muerte.

Aún más, el hombre moderno con toda su ciencia y su técnica y hasta los países que por sistema se declaran ateos, tienen el culto a sus héroes muertos. No es extraño, entonces, que en toda la literatura contemporánea sea el problema del destino futuro del hombre el que ha ocupado más páginas.

MENSAJE

La Muerte

El hombre, salido de las manos de Dios, había recibido el don de la inmortalidad, que perdió con el pecado original. Desde entonces la muerte es una ley de la existencia humana: todos tenemos que morir y pagar esa deuda del pecado que San Pablo llama "el salario del pecado" (Romanos 6, 23). Tratándose de un castigo del pecado (Ver Génesis 3, 19), la muerte tiene un carácter penoso y anormal para el hombre que fue creado para la vida (Ver 2 Corintios 5, 2-4; CC 410)

El hombre sufre y se angustia ante la perspectiva de la muerte porque, además de arrebatarle la vida terrena, lo priva de sus bienes materiales (Ver San Lucas 12, 20), de las dignidades y honores, y llega cuando menos lo pensamos (Ver San Mateo 24, 42). Pero Cristo triunfó sobre el pecado y la muerte, y por esta razón, a partir del triunfo de Cristo, la muerte ha cambiado de signo para el cristiano. Ya no morimos en Adán sino en Cristo. El Adán primero transmite la muerte, el Adán segundo (Cristo) comunica la vida (Ver 1 Corintios, 15, 22; CC 411). "Con su muerte destruyó nuestra muerte, y con su Resurrección restauró la vida" (Prefacio de Pascua 1).

El Juicio74

La fe nos enseña que hay un juicio particular después de la muerte, en el que Dios, que es justo y misericordioso, premia o castiga a los hombres según sus obras. "A los hombres les está establecido morir una vez y después de esto el juicio" (Ver Hebreos 9, 27; CC 678-

74 Se puede complementar en CC 1038-1041.

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679). "Es necesario que todos nosotros seamos puestos al descubierto ante el tribunal de Cristo, para que cada cual reciba conforme a lo que hizo durante su vida mortal, el bien o el mal" (2 Corintios 5, 10). También nos enseña la fe que, además del juicio particular a cada individuo después de la muerte, hay un juicio universal al final de los tiempos.

En su venida histórica Cristo no realizó plenamente su juicio. Vendrá al final de los tiempos para emitir ese juicio definitivo. (Ver San Mateo 25, 31-46) y vendrá como juez glorioso "para juzgar a los vivos y a los muertos" (Credo Niceno año 325). El fin del retorno de Cristo será eminentemente salvador, vendrá para llevar a plenitud toda la creación. “Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada hombre según sus obras y según su aceptación o rechazo de la gracia” (CC 682).

Pero, el mismo Evangelio comprueba que el Señor se verá obligado a emitir su juicio sobre el mal y sobre los malos, este será un juicio condenatorio.

Allí se verá que todo el que haya acogido la gracia y actuado según los mismos sentimientos de Cristo, oirá el llamado "Venid benditos de mi Padre": “Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: ‘vengan benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que se les ha preparado para ustedes desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer, tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa. Anduve sin ropas y me vistieron. Estuve enfermo y fueron a visitarme. Estuve en la cárcel y me fueron a ver’” (Mateo 25,34-36). En cambio, el que haya cerrado su corazón a la gracia y no haya buscado a Dios con sincero corazón, oirá el "apartaos de mi malditos" (Ver Mateo 25,41-43), porque se apartó del único que podía salvarlo: Cristo.

¿Qué clase de juicio recibirán los que sin culpa ignoraron el Evangelio de Cristo y su Iglesia?

Sabemos que el único mediador y salvador para todos los hombres, sin excepción, es Cristo. Por esta razón, los que sin culpa ignoraron el Evangelio de Cristo y su Iglesia, y buscaron no obstante a Dios con un sincero corazón y se esforzaron en cumplir con obras su voluntad, conocida mediante el juicio de la conciencia, pueden conseguir la salvación eterna (Ver LG 16) o sea que recibirán de Cristo un juicio salvador.

APLICACIÓN A LA VIDA

¿Cómo participamos del triunfo de Cristo sobre la muerte, para merecer un juicio salvador?

- Mientras vivimos el tiempo de nuestra peregrinación terrena, triunfamos sobre la muerte cuando nos esforzamos por vivir unidos a Cristo mediante los Sacramentos (Bautismo: Ver Romanos 6, 3-4. Eucaristía: Ver Juan 6, 51-54), y cuando vivimos el compromiso de nuestra vida cristiana por la caridad y la modificación de las pasiones para matar en nosotros el poder del pecado (Ver Gálatas 5, 24; Romanos 8, 13; 2 Corintios 4, 1 1-16).

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- Recordar las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales que son la manifestación del amor que sentimos por Dios y que demostramos en nuestra vida práctica con nuestros hermanos, especialmente lo más pequeños75.

- En la muerte misma participamos del triunfo de Cristo, muriendo unidos a El por la fe y la gracia santificante, y haciendo de la muerte un acto de obediencia, de penitencia y de acción de gracias, a imitación de Cristo.

- Por último, muriendo unidos a la Iglesia (sentido comunitario de la muerte). Aunque la muerte es un acto individual, es al mismo tiempo un acto que afecta a la comunidad, porque es la muerte de un miembro del cuerpo de la Iglesia. Por eso la Iglesia como madre asiste al moribundo con los sacramentos (Unción de los enfermos y la Comunión Eucarística), y no lo abandona con su oración en el trance supremo del paso de esta Iglesia peregrinante a la Iglesia de los bienaventurados76.

CELEBRACIÓN DE LA FE

Con lo que el mensaje nos ha contribuido leamos y reflexionemos: Lucas 16, 19-3177.

PARA RECORDAR:

146. ¿Cuál debe ser la actitud de un cristiano ante la muerte?

El cristiano ante la muerte debe tener una actitud de feliz esperanza, porque como dice el apóstol "si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios por Jesús tomará consigo a los que murieron en El" (1 Tesalonicenses 4, 14)

147. ¿Qué le espera al hombre al final de su vida terrena?

Al final de su vida terrena todo hombre, en el momento de la muerte, "todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir cada uno lo que ha merecido en la vida presente por sus obras buenas o malas (2 Corintios 5, 10).

75 Ver en los anexos las Obras de Misericordia.76 Ver en los anexos oración por los moribundos77 Para complementar nuestra oración, se puede emplear la oración por los Difuntos que se encuentra en los Anexos.

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"No os sorprenda que venga la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho

el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de condena" (San Juan 5, 28-29).

MENSAJE 72. PARA EL CRISTIANO LA VIDA NO TERMINA CON LA MUERTE

REFERENCIA A LA VIDA

Son muchos los interrogantes que el hombre se plantea: ¿Qué hay después de esta vida temporal? ¿Cómo será? ¿Qué habrá? ¿Habrá algo?

A estas preguntas se han dado también diversas soluciones, desde la respuesta angustiada del no creyente: ‘nada existe más allá de la muerte’. Hasta la respuesta llena de esperanza del cristiano: ‘sabemos que después de la frontera de la muerte hay algo definitivo’.

MENSAJE

Guiados por la divina revelación, interpretada auténticamente por la Iglesia, afrontemos el problema del futuro del hombre: "¿Qué hay después de esta vida temporal?" (Ver GS 10. 18).

Jesús en el Evangelio nos habla de la posibilidad de un castigo eterno o de una vida eterna (Ver San Mateo 25, 34. 41; San Juan 5, 29; San Mateo 13, 42-43).

Posibilidad de un castigo eterno:

La Sagrada Escritura, por medio de imágenes, nos deja entrever la terrible realidad de la situación del hombre que por su propia culpa, y a pesar de haber recibido la gracia, el amor, la bondad y misericordia de Dios, ha respondido con un frío rechazo a Dios y se ha encerrado definitivamente en sí mismo. Ya no tiene contacto con Dios ni con el prójimo y esta situación de alejamiento la vive eternamente. Este es el infierno que la Biblia expresa con imágenes como: fuego eterno (San Mateo 25,41; 18,9). Ruptura y apartamiento de Dios apartaos (Ver San Mateo 7, 23; 25, 41).

El infierno, como es la consecuencia lógica del pecado es el mismo pecado hecho eternidad, esto es: lejanía de Dios, es lo que se ha llamado "pena de daño". Pero al mismo tiempo es la ruptura completa y eterna con los hermanos. (Ver CC 1033).

El condenado es un miembro desgajado de la Iglesia, es el sarmiento que se echa al fuego porque no dio fruto (Ver San Juan 15, 6; CC 1035)

La divina revelación enseña que la condenación del infierno es eterna, no hay ya ninguna posibilidad de perdón ni de redención. Es el "fuego eterno" (Ver San Mateo 25, 41. 46); el "gusano que no muere" (Ver San Marcos 9, 44).

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Con Cristo recibimos la herencia eterna del Reino:78 el cielo

Si nos angustia y preocupa la posibilidad de una condenación eterna, también nos consuela y estimula la esperanza de la vida eterna, del "Reino que está preparado desde la creación del mundo" para los que aman a Dios (Ver San Mateo 25, 34; CC 1042)

Allí se acabará todo lo imperfecto. "EI mismo Dios estará con los hombres y enjugará las lágrimas de sus ojos y ya no habrá más muerte, ni luto, ni gritos, ni trabajos, porque todo esto es ya pasado" (Apocalipsis 21, 3-4).

Quedará la vida divina en toda su plenitud, y como Dios es amor, permanecerá la caridad; allí gustaremos lo que Dios preparó para los que lo aman (Ver 1 Corintios 2, 9). "Y cuando esto se manifieste, seremos para siempre semejantes a El, porque lo veremos tal cual es" (1 San Juan 3, 2).

Amaremos al amor infinito y seremos amados por el amor, seremos poseídos totalmente por El. En El quedará saciado todo deseo, toda hambre, toda sed. Nuestra paz será perpetua, nuestra alegría plena y de esta sobreabundante beatitud participará el hombre íntegro, su cuerpo y su alma.

APLICACIÓN A LA VIDA

Estas figuras bíblicas de una posible condenación y de la herencia eterna del Reino que Dios nos ha prometido, deben estimularnos y llenarnos de esperanza para que vivamos de tal manera que no perdamos el premio, sino que actuemos de modo que lo que aquí sembremos podamos encontrarlo allá limpio de toda mancha, iluminado y transfigurado (Ver GS 39). “A su luz caminarán las naciones, y los reyes de la tierra llevarán a ella sus riquezas. No habrá que cerrar sus puertas al fin del día, ya que allí no habrá noche. Traerán a ella todas las riquezas y el esplendor de las naciones. Nada manchado entrará en ella, ni los que cometen maldad y mentira, sino solamente los inscritos en el libro del Cordero” (Apocalipsis 21,24-27).

CELEBRACIÓN DE LA FE

En la liturgia terrena preguntamos y tomamos parte de aquella liturgia celestial... donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.

Unámonos al canto de los bienaventurados del cielo diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios del Universo, llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el Cielo.

PARA RECORDAR

148. ¿En qué consiste el castigo que recibirán los pecadores que mueren obstinados en su pecado?

78 Se puede profundizar en el CC 1042-1050.

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El castigo que recibirán los pecadores que mueren obstinados en su pecado es la privación eterna de Dios y la ruptura completa con los hermanos. Este castigo es llamado por la Sagrada Escritura: “El infierno”.

149. ¿En qué consiste el premio que recibirán los que aman a Dios y mueren en su amistad?

Los que aman a Dios y mueren en su amistad recibirán el Reino eterno del cielo donde gozarán de la plenitud de la felicidad en la inefable presencia de Dios.

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"Pero si caminamos en la luz, como El mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros (1 San Juan 1,7).

MENSAJE 74. CREEMOS EN LA COMUNION DE LOS SANTOS

REFERENCIA A LA VIDA

Una de las características de nuestro pueblo es la de la fraternidad, el sentirse vinculado no sólo con sus familiares, sino con todos los hombres. Existe una tendencia a "compartir" con los demás porque los consideramos relacionados de alguna manera con nosotros.

Igualmente, tenemos una gran devoción a los Santos y a los difuntos, a los cuales nos dirigimos con oraciones, con ritos, con ofrendas o con el recuerdo. Sentimos que los que se han ido de esta tierra siguen unidos a nosotros, aunque las relaciones sean distintas.

Todo esto nos está diciendo no sólo que existe una vida más allá de la presente, sino también que se da una comunidad de bienes entre los que formamos la humanidad entera y, especialmente, entre los que hemos sido llamados por Dios a formar la familia cristiana.

MENSAJE

La Iglesia católica profesa como verdad de fe, que entre todos los que conforman la Iglesia se da una verdadera intercomunicación, una auténtica fraternidad, por la cual lo que sucede a cada uno repercute en todos, y los bienes que uno posee pueden enriquecer a los demás, porque formamos una sola familia: la familia de Dios (Ver CC 947).

Esta intercomunicación de bienes es lo que llamamos la "comunión de los santos" y que con fe proclamamos en el Credo.

Se llama "comunión de los santos" porque se funda en la santidad que Dios nos ha comunicado al hacernos sus hijos desde el bautismo, y por la cual todos han sido santificados. No se trata de la comunicación de valores materiales, sino especialmente de la comunicación de los bienes espirituales (Ver CC 948).

Esta "comunión" existe entre los que vivimos en la tierra, pero también entre nosotros y los que ya gozan de la visión de Dios (los Santos del Cielo); y entre nosotros y los que, habiendo muerto, no han llegado aún a la gloria (los que se purifican en el purgatorio). La "comunión" existe, pues, entre la Iglesia glorificada, la que se purifica y la que peregrina (Ver CC 954).

A la cabeza de esta "comunión" y como la fuerza aglutinante, está Jesucristo, constituido Señor de vivos y muertos (Ver Romanos 14, 9), quien nos une con la fuerza del Espíritu Santo hasta que Dios sea todo en todo ( Ver 1 Corintios 15, 28).

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Comunión con los Santos del Cielo (Ver CC 957):

"Por lo mismo que los bienaventurados están más íntimamente unidos a Cristo, consolidan más eficazmente a toda la Iglesia en la Santidad, ennoblecen el culto que ella ofrece a Dios aquí en la tierra y contribuye de múltiples maneras a su más dilatada edificación" ( LG. 49).

Estos hermanos mayores, llegados ya a su término, son nuestros intercesores y al mismo tiempo modelos de vida cristiana. La caridad fraterna que nos une a ellos, implora la protección de su oración, especialmente en la liturgia, que expresa admirablemente nuestra unión con ellos. "Al celebrar el Sacrificio Eucarístico es cuando mejor nos unimos al culto de la Iglesia Celestial, entrando en comunión y venerando la memoria, primeramente, de la gloriosa siempre Virgen María, mas también del bienaventurado José, de los bienaventurados Apóstoles, de los mártires y de todos los santos" (LG 50).

El CV II exhorta a tener una gran discreción en el culto de los santos, evitando abusos, y recuerda que "el verdadero culto a los santos no consiste tanto en la multiplicidad de actos exteriores, cuanto en la intensidad de un amor activo" y enseña que "de ninguna manera rebaja el culto latréutico tributado a Dios Padre por medio de Cristo en el Espíritu, sino que más bien lo enriquece copiosamente"(LG 51).

Comunión con la "Iglesia que se purifica" (Ver CC 958)

"La Iglesia ya desde los primeros tiempos de la religión cristiana guardó con gran piedad la memoria de los difuntos y ofrecía sufragios por ellos, porque santo y saludable es el pensamiento de orar por los difuntos para que queden libres de sus pecados" (Ver 2 Macabeos, 12, 46; LG 50).

Los fieles difuntos viven en la caridad y en esta caridad completan la purificación de sus pecados y se preparan para ver a Dios. La Iglesia siempre ha enseñado la legitimidad de la oración por los difuntos y sobre todo la ofrenda del Sacrificio Eucarístico.

Debemos sostener esta doctrina y práctica de la Iglesia, sobre todo frente a las negaciones de los protestantes.

La "Comunión de los Santos" en la "Iglesia militante"

San Pablo afirma en numerosos textos la comunión de bienes espirituales que existe entre los miembros del Cuerpo de Cristo: somos "miembros los unos de los otros" (Ver Romanos 12, 5; 1 Corintios 12, 27 ); debemos ayudarnos a sobrellevar mutuamente nuestras cargas (Ver Gálatas 6, 2); debemos poner los carismas (capacidades o talentos) al servicio de la comunidad (Ver 1 Corintios 12, 4-27).

De aquí nace la posibilidad de intercambios espirituales entre los miembros del Cuerpo de Cristo, la oración por otros y el ofrecimiento de los méritos y obras satisfactorias. No debemos perder la costumbre de encomendar en nuestra oración a nuestros hermanos y es muy propio del cristiano pedir la ayuda de la oración de los otros, sobre todo cuando estamos en alguna necesidad.

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Esta "comunión" universal tiene como fundamento otra verdad muy clara de nuestra fe cristiana: que después de esta vida en la tierra habrá otra que no acabará nunca. Es lo que profesamos cuando recitamos en el Credo "creemos en la vida del mundo futuro", y que nos mantiene en la convicción de que "somos los peregrinos que vamos hacia el cielo".

APLICACIÓN A LA VIDA

Los creyentes de la tierra estamos unidos con los que han acabado ya su camino y gozan de Dios.

¿Hemos tomado conciencia de esta realidad y grandeza de nuestra Iglesia?¿Nuestra devoción a los santos nos estimula en el seguimiento de Jesucristo?¿Cómo nos solidarizamos con los demás cristianos?¿De qué manera tenemos en cuenta a nuestros difuntos?

CELEBRACIÓN DE LA FE

Leamos los siguientes textos y descubramos su sentido más profundo:

1 Tesalonicenses 4,14. “¿No creemos que Jesús murió y resucitó?. De la misma manera, pues, Dios hará que Jesús se lleve con El a los que ahora descansan”.

1 Corintios 15,22.“Todos mueren por estar incluidos en Adán y todos también recibirán la vida en Cristo”.

PARA RECORDAR:

150. ¿Qué creemos cuando decimos: Creo en la Comunión de los Santos?.

Cuando decimos: "Creo en la Comunión de los Santos", afirmamos el misterio de comunión y solidaridad que existe, mediante el Espíritu, entre los que vivimos en este mundo y los que ya han pasado a la otra vida.

151. ¿Qué significan las palabras: "Creo en la vida del mundo futuro”?.

Las palabras: "Creo en la vida del mundo futuro", significan que, después de esta vida, habrá otra que no se acaba nunca.

Page 264: Catecismo Basico Para Adultos

ANEXOS

I. ORACIONES DEL PUEBLO DE DIOSII. ORDINARIO DE LA MISAIII. FORMULACIONES BASICAS DE DOCTRINA PARA

EL CRISTIANOIV. DOCUMENTOS COMPLEMENTARIOS

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I. ORACIONES DEL PUEBLO DE DIOS

"Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca halla; y al que llama se le abrirá" (San Mateo 7, 7-8).

1. ORACIONES MAS USUALES EN LA

TRADICIÓN CRISTIANA

PADRE NUESTRO

Padre Nuestro que estás en el Cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu Reino; hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación; y líbranos del mal. Amén.

AVE MARÍA

Dios te salve, María llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

CREDO APOSTOLICO

Creo en Dios Padre, todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, y en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato; fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos;

Page 266: Catecismo Basico Para Adultos

al tercer día resucitó de entre los muertos; subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios Padre; desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.

CREDO NICENO-CONSTANTINIPOLITANO(CREDO DE LA MISA)

Creemos en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador de cielo y tierra, de todo lo visible y lo invisible.Creemos en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros los hombres y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepultado y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá finCreemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria y que habló por los profetas.Y en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica. Reconocemos un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.Amén.

Page 267: Catecismo Basico Para Adultos

GLORIA AL PADRE

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén.

LA SEÑAL DE LA SANTA CRUZ(PERSIGNARSE)

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro.

SIGNARSE O SANTIGUARSE

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

YO PECADOR

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión; por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los Angeles, a los Santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mi ante Dios nuestro Señor.

JESÚS MI SEÑOR Y REDENTOR(ACTO DE CONTRICIÓN)

Jesús, mi Señor y Redentor: yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.

Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Page 268: Catecismo Basico Para Adultos

GLORIA

Gloria a Dios en el cieloY en la tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias.Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso.Señor, Hijo único Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre: tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros: porque sólo tú eres Santo; sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo; con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén.

2. ORACION AL PADRE(Carlos de Foucoult)

Padre, me pongo en tus manos. Haz de mi lo que quieras. Sea lo que sea, te doy las gracias. Estoy dispuesto a todo, lo acepto todo, con tal que tu voluntad se cumpla en mi y en todas tus criaturas.

No deseo más, Padre.Te confío mi alma, te la doy con todo el amor de que soy capaz.Porque te amo y necesito darme a ti, ponerme en tus manos, sin limitación, sin medida, con una confianza infinita.

3. ORACION A JESUCRISTO

Oh Cristo, único mediador nuestro:TE NECESITAMOS para entrar en comunión con Dios Padre; para llegar a ser hijos adoptivos suyos contigo que eres su Hijo único y Señor nuestro; para ser regenerados en el Espíritu Santo.

TE NECESITAMOS Oh único y auténtico maestro de las verdades

Page 269: Catecismo Basico Para Adultos

recónditas e indispensables de la vida, para conocer nuestro ser y nuestro destino así como el camino para alcanzarlo.

TE NECESITAMOS Oh Redentor nuestro. para descubrir nuestra miseria y remediarla; para tener el concepto del bien y del mal, y la esperanza de la santidad; para deplorar nuestros pecados y obtener perdón.

4. ORACION AL ESPIRITU SANTO

V. Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles R. Y enciende en ellos el fuego de tu amor. V. Envía tu Espíritu y serán creados, R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oremos: Oh Dios que has instruido los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos a través del mismo Espíritu que gocemos siempre de tu divino consuelo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

5. ORACIONES A LA SANTISIMA VIRGEN

LA SALVE

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas

Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

BAJO TU AMPARO

Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las oraciones que te dirigimos en

Page 270: Catecismo Basico Para Adultos

nuestras necesidadesantes bien, líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita.

BENDITA SEA TU PUREZA

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza.

A ti, celestial Princesa, Virgen Sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía.

ANGELUS

Ha existido siempre la piadosa costumbre de honrar a María con el rezo del Angelus, al empezar el día; al medio día y al atardecer, y se reza así:

V. El ángel del Señor anunció a María; R. Y ella concibió por obra del Espíritu Santo. Dios te salve, María...

V. He aquí la esclava del Señor; R. Hágase en mi según tu palabra, Dios te salve, María...

V. Y el Verbo se hizo hombre; R. Y habitó entre nosotros.Dios te salve, María...

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oración:Derrama, Señor, tu gracia sobre nuestros corazones; y al reconocer, por el anuncio del Angel, la encarnación de tu Hijo Jesucristo, conducidos por su pasión y su cruz, lleguemos a la gloria de su resurrección, por Jesucristo Nuestro Señor.

Page 271: Catecismo Basico Para Adultos

Amén.

EL SANTO ROSARIO

Cómo rezarlo:

Es costumbre muy laudable de todo buen cristiano rezar el Santo Rosario en la Iglesia, en familia o en particular, todos los días. Se recita de la manera siguiente: Por la señal + de la Santa Cruz, etc. Jesús, mi señor y Redentor... Luego se enuncian los misterios que deben meditarse durante el rezo de las avemarías, en esta o equivalente forma: Misterios gozosos. El primero es la Anunciación, etc. Se reza en seguida un Padrenuestro, diez Avemarías y un gloria al Padre...El segundo misterio es la Visita, etc. Padrenuestro, Avemarías y Gloria, como en el primero, y así con todos los cinco misterios del correspondiente día.Para terminar, se rezan la Salve y las Letanías con su oración final.

Misterios Gozosos (Lunes y Jueves)

1º. La Anunciación del Arcángel San Gabriel a María Santísima y Encarnación del Hijo de Dios. (Lucas 1,26-28.30-32.38).2º. La visita de María Santísima a su prima Santa Isabel. (Lucas 1,39-42).3º. El nacimiento del Niño Dios en Belén. (Lucas 2,6-7; Juan 1,14).

4º. La presentación del Niño Dios en el templo. (Lucas 2,27-29.33.35).5º. Pérdida y hallazgo del Niño Dios en el Templo. (Lucas 2,42-49).

Misterios Dolorosos (Martes y Viernes)

1º. La oración de Nuestro Señor Jesucristo en el huerto. (Mateo 26, 36-41).2º. La flagelación de Nuestro Señor Jesucristo. (Juan 18, 39-40)3º. La coronación de espinas. (Juan 19,14).4º. La cruz pesada que impusieron a Cristo Nuestro Señor. (Juan 19,16-27; Lucas 23,26-27).5º. La crucifixión y muerte de Nuestro Señor en el Calvario. (Lucas 23,33-34.39-46).

Misterios Gloriosos (Miércoles, Sábado y Domingo)

1º. La Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. (Marcos 16,5-6; Juan 20,10-20).2º. La Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo a los cielos. (Hechos 1,9-11; Marcos 16,19-20).3º La venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles. (Hechos 2,1-6).4º. La Asunción de María Santísima a los cielos en cuerpo y alma. (Cantar de los Cantares 2,10-13).5º. La Coronación de María Santísima como reina universal de todo lo creado. (Apocalipsis 12,1; Lucas 1 1,27-28).

LETANÍAS DE NUESTRA SEÑORA

Page 272: Catecismo Basico Para Adultos

(Las letanías son unas oraciones formadas por una larga serie de breves invocaciones. Son para favorecer la oración y la meditación. Hay dos clases de letanías: unas son a los Santos y se utilizan en la “Vigilia Pascual” y el las “Ordenaciones Sacerdotales”. Las otras son a la Virgen y se usan en el rezo del Rosario).

Señor, ten piedad Señor ten piedad Cristo, ten piedad Cristo, ten piedadSeñor, ten piedad Señor, ten piedadCristo, óyenos Cristo óyenosCristo, escúchanos Cristo escúchanosDios, Padre celestial Ten misericordia de nosotrosDios hijo Redentor del mundo Ten misericordia de nosotrosDios, Espíritu Santo Ten misericordia de nosotrosTrinidad santa, un solo Dios Ten misericordia de nosotrosSanta María Ruega por nosotros Santa Madre de Dios Ruega por nosotros Santa Virgen de las Vírgenes Ruega por nosotros Madre de Cristo Ruega por nosotros Madre de la Iglesia Ruega por nosotros Madre de la divina gracia. Ruega por nosotros Madre castísima Madre intacta Ruega por nosotros Madre incorrupta Ruega por nosotros Madre inmaculada Ruega por nosotros Madre amable Ruega por nosotros Madre admirable Ruega por nosotros Madre del Buen Consejo Ruega por nosotros Madre del Creador Ruega por nosotros Madre del Salvador Ruega por nosotros Virgen prudentísima Ruega por nosotros Virgen digna de veneración Ruega por nosotros Virgen digna de alabanza Ruega por nosotros Virgen poderosa Ruega por nosotros Virgen clemente Ruega por nosotros Virgen fiel Ruega por nosotros Espejo de justicia Ruega por nosotros Trono de la sabiduría Ruega por nosotros Causa de nuestra alegría Ruega por nosotros Vaso espiritual Ruega por nosotros Vaso venerable Ruega por nosotros Vaso insigne de devoción Ruega por nosotros Rosa mística Ruega por nosotros Torre de David Ruega por nosotros Torre de marfil Ruega por nosotros Casa de Oro Ruega por nosotros Arca de la alianza Ruega por nosotros Puerta del cielo Ruega por nosotros

Page 273: Catecismo Basico Para Adultos

Estrella de la mañana Ruega por nosotros Salud de los enfermos Ruega por nosotros Refugio de los pecadores Ruega por nosotros Consoladora de los afligidos Ruega por nosotros Auxilio de los cristianos Ruega por nosotros Reina de los Angeles Ruega por nosotros Reina de los Patriarcas Ruega por nosotros Reina de los Profetas Ruega por nosotros Reina de los Apóstoles Ruega por nosotros Reina de los Mártires Ruega por nosotros Reina de los Confesores Ruega por nosotros Reina de las Vírgenes Ruega por nosotros Reina de todos los Santos Ruega por nosotros Reina concebida sin mancha original Ruega por nosotros Reina elevada al cielo Ruega por nosotros Reina del Santísimo Rosario Ruega por nosotros Reina de la paz. Ruega por nosotros Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Perdónanos, Señor.Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Escúchanos, Señor.Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo. Ten misericordia de nosotros.Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las divinas promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Oremos: Te rogamos, Señor Dios, que nos concedas a nosotros, tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente y disfrutemos de la eterna alegría. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

CÁNTICO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA(MAGNIFICAT)

Alegría del alma en el Señor (Ver San Lucas 1, 46-55).

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mi: su nombre es santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.

El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes,

Page 274: Catecismo Basico Para Adultos

a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia —como lo había prometido a nuestros padres— en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Como era en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

6. ORACIONES POR LA IGLESIA

POR LA IGLESIA UNIVERSAL

Envía, Señor tu Espíritu sobre la Iglesia toda,Pastores y fieles,para que la santifique y la llene de sus dones;que la haga, de verdad, la gran familiaunida en la fe, en la esperanza y en la caridad cristiana,en la que todos nos realicemos en santidad de obras y palabras, gozando el favor y amparo maternal de la Virgen María.

Que con Ella, con todos los bienaventurados del cielo, y con todos nuestros hermanos ya difuntos, podamos un día contemplar eternamente tu rostro joven.

POR EL PAPA

Padre de bondad que elegiste a tu siervo el Papa N. N. (Juan Pablo II) como pastor de toda tu Iglesia y sucesor de Pedro; oye la oración de tu pueblo y haz que quien es Vicario de Cristo en la tierra confirme la fe de sus hermanos, y que toda la Iglesia unida a él por el vinculo del amor y de la paz, alcance en Ti Pastor supremo, la verdad y la vida eterna.

8. EJERCICIO DEL SANTO _ÍA CRUCIS

Oración para comenzar:Signación: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amen.

Señor, que por tu muerte y resurrección venciste al pecado y nos diste una vida nueva, haz que nosotros, que vamos a recordar tu obra salvadora, también arrojemos lejos de nosotros el pecado y vivamos siempre según tu voluntad.

(Antes de cada estación se acostumbra decir):

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Te adoramos Cristo y te bendecimos, que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

(Después de meditar en la estación correspondiente podemos rezar):

Señor, pequé, ¡ten misericordia de mi! Los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén.

1ª. Estación: Jesús es condenado a muerte (Mateo 27,24-26).Tu sentencia de muerte, oh Jesús, nos libre de la sentencia eterna de nuestra condenación.

2ª. Estación: Jesús carga con la cruz (Juan 19,17).Por el peso de tu Cruz, oh Jesús, líbranos de-la esclavitud de nuestros pecados.

3ª. Estación: Jesús cae por primera vez (Filipenses 2, 8-9).Tu gracia, Señor, nos levante cuando tengamos la desgracia de caer en el pecado.

4ª. Estación: Jesús encuentra a su Madre (Lucas 2,35).Por tus ruegos, Virgen María, ayúdanos a arrepentirnos de nuestros pecados, para alcanzar la salvación.

5ª. Estación: Simón el Cirineo ayuda a llevar la Cruz a Jesús (Lucas 23,26).Jesús, ayúdanos a sobrellevar nuestras penas.

6ª. Estación: La Verónica limpia el rostro de Jesús (Mateo 10,32)Graba en nuestras almas tu rostro dolorido, para huir del pecado y asemejarnos a Ti.

7ª. Estación: Jesús cae por segunda vez (Mateo 26,39).¡Jesús Misericordioso! Alarga tu mano compasiva, para fortalecer nuestra debilidad.

8ª. Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén (Lucas 23, 27-31)Tus palabras y ejemplos sean nuestra esperanza en las caídas y nuestro consuelo en las penas.

9ª. Estación: Jesús cae por tercera vez (Isaías 53, 7).Señor, levántanos al vernos caídos en la culpa.

10ª. Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras (Juan 19, 23-24).Señor, ayúdanos a estar siempre en actitud de conversión.

11ª. Estación: Jesús es crucificado (Lucas 23, 33-34).Enséñanos, Señor, a perdonar para alcanzar tu misericordia.

12ª. Estación: Jesús muere en la Cruz (Juan 19, 28-30).Por tu muerte en la Cruz, haznos morir al pecado y danos tu perdón.

13ª. Estación: Jesús muerto en los brazas de su madre (Juan 19, 31-38).

Page 276: Catecismo Basico Para Adultos

¡Oh María! Mira a tus hijos muertos por el pecado y alcánzanos un sincero arrepentimiento.

14ª. Estación: El cuerpo de Jesús es colocado en el sepulcro (Juan 19, 39-42).Que el dolor de nuestra vida se ilumine con la esperanza de nuestra futura felicidad.

Que la certeza de la resurrección de Jesús, sea para nosotros la seguridad de nuestra futura resurrección.

8. ORACIONES PARA DIVERSOS MOMENTOS DE LA VIDA DEL CRISTIANO

ORACIÓN DE LA MAÑANA

Por la señal + de la santa cruz, de nuestros + enemigos líbranos, Señor, + Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo + y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO DE LAS OBRAS DEL DÍA

Dios y Señor mío, en quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón; te doy gracias por haberme creado, redimido, hecho cristiano (a) y conservado en esta noche.

Te ofrezco y consagro, por el inmaculado Corazón de María, todos mis pensamientos, palabras, obras y trabajos; con intención de ganar con ellos las indulgencias concedidas, las que aplico en sufragio de las almas del purgatorio, especialmente de las que sean más del agrado de María Santísima y de mi particular obligación.

Humildemente te pido perdón de todos mis pecados, y me pesa en lo íntimo de mi corazón de haberte ofendido, y, por los méritos de Jesucristo y de la Virgen Santísima, te suplico me des gracia para no volver a ofenderte y servirte con mayor fidelidad toda mi vida.

Padre Nuestro... Dios te salve, María... Gloria al Padre...

ORACIÓN DE LA NOCHE

¡ Dios y señor mío! ¡ En quien creo y espero, a quien adoro y amo con todo mi corazón! Te doy gracias por haberme creado, redimido, hecho cristiano (a) y conservado en este día. Dame luz para conocer mis pecados y gracia para arrepentirme de ellos.

Examen de conciencia: Te examinarás si has hecho alguna mala acción. Si has dejado de hacer lo que debías. Conocidos tus pecados, te arrepentirás rezando el Yo Pecador o el Acto de Contrición...

La bendición de Dios omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo, venga sobre mi y permanezca eternamente. Amén.

Page 277: Catecismo Basico Para Adultos

ACTOS DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD

Acto de fe,—Señor, creo en Ti, en las verdades que nos has revelado y en la doctrina que nos enseña la Santa Iglesia Católica, única verdadera. Fortalece mi fe.

Acto de esperanza.—Señor, espero en Ti, en tu gracia para ser bueno y salvarme; y en tu Providencia en todas las necesidades de mi vida. Sostén mi esperanza.

Acto de caridad.—Señor, te amo sobre todas las cosas y con todo mi corazón. Aviva mi amor.

CÁNTICO DE ZACARÍAS(BENEDICTUS)

El Mesías y su precursor (Lucas. 1, 68-79).

Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; ha realizado así la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahám.

Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.

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PARA ACCIÓN DE GRACIAS, DESPUÉS DE COMULGAR

ALMA DE CRISTO

Alma de Cristo, santifícame, Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. Oh buen Jesús, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme.

No permitas que me aparte de ti. Del enemigo malo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti, para que con tus Santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.

A JESÚS CRUCIFICADO

¡Mírame, oh mi amado y buen Jesús! Postrado ante Tu santísima presencia, te ruego con el mayor fervor imprimas en mi corazón vivos sentimientos de fe, esperanza, caridad, dolor de mis pecados y propósito de jamás ofenderte; mientras que yo, con gran compasión y amor voy considerando tus cinco llagas, teniendo presente aquello que de Ti dijo el Santo Profeta David: "han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar todos mis huesos".

ORACIÓN A SAN JOSÉ

Acuérdate oh purísimo Esposo de María Virgen, oh dulce protector mío San José, que no se ha oído nunca que ninguno que haya invocado tu protección e implorado tu auxilio haya dejado de ser consolado. Con esta confianza vengo a tu presencia y me recomiendo a ti fervorosamente. ¡Ah! No desprecies mis súplicas, oh Padre adoptivo del Redentor, antes bien, recíbelas piadosamente. Amén.

ORACIÓN AL ANGEL DE LA GUARDA

Angel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares ni de noche ni de día,Hasta que me pongas en paz y alegría con todos los Santos, Jesús y María. Amén.

ANTES DE LAS COMIDAS:

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+ En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Padre Nuestro...Bendice, Señor, estos alimentos que vamos a tomar, a quienes los han preparado. Ten compasión de quienes nada tienen y sufren hambre.

DESPUÉS DE LA COMIDA:

Te damos gracias, Señor, por el alimento y por la alegría que nos ha proporcionado tu bondad.

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES

Oh Señor, concede a muchos jóvenes que ansiosos de la entrega al servicio de los demás descubran en la vida sacerdotal y religiosa un camino seguro de santidad y el medio eficaz para servir a los hermanos.

ORACIÓN POR LOS SACERDOTES

Oh Dios que quieres que todos loshombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad;envía, te suplicamos, obreros a tu mies,y concédeles el predicar con toda confianzatu Palabra, para que tu doctrina se difunday sea glorificada, y todos los pueblos te conozcana Ti único Dios verdadero,y al que Tú has enviado, Jesucristo, Nuestro Señor. Amén

ORACIÓN DE LOS ESPOSOS

Señor:Haz de nuestro hogar un sitio de tu Amor.Que no haya injuria porque Tú nos das comprensión.Que no haya amargura porque Tú nos bendices.

Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas. Que no haya rencor porque Tú nos das el perdón.Que no haya abandono porque Tú estás en nosotros. Que sepamos marchar hacia Ti en nuestro diario vivir.

ANTES DE CUALQUIER TRABAJO

Señor, acompáñanos en todas nuestras acciones.Inspíranos y guíanos hasta el fin, para que nuestra actividad comience y acabe con el auxilio de tu gracia.Por Jesucristo Nuestro Señor.

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Amén.

ORACIÓN DEL CATEQUISTA

Señor Jesús, te suplicamos nos envíes tu Espíritu para que nos infunda tu vida y nos abrase con su fuego divino.Que donde quiera que llevemos tu mensaje salvador nuestra vida sea una irradiación de la tuya.Haz que comuniquemos plenamente este mensaje de vida, y así te hagamos conocer, amar y servir de todos aquellos que lo reciban y lleguemos a ser "luz del mundo", como quieres que sean todos tus apóstoles en la tierra.Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.Amén.

COMUNIÓN ESPIRITUAL

Se recomienda antes de acostarse:Jesús mío, creo que estás realmente presente en el Santísimo Sacramento.

Te adoro, te alabo, te amo. Deseo ardientemente que vengas a mi, pero como no puedo recibirte en el Sacramento, ven espiritualmente a mi corazón.

Me uno estrechamente a Ti y no permitas que me separe de Ti.

ASISTENCIA A LOS MORIBUNDOS

Una de las más urgentes tareas de la caridad cristiana es la solidaridad con el hermano que agoniza, uniéndose a él para implorar la misericordia de Dios e invitarlo a la confianza en nuestro Señor Jesucristo.

Las oraciones para asistir a los moribundos deben orientarse a que el agonizante, si aún está consciente, reciba con tranquilidad y con fe las naturales angustias que la muerte produce en el hombre; que mire su muerte como imitación de Cristo y, con su fuerza, la reciba como El, con la seguridad de que es camino hacia la bienaventuranza eterna. Aun cuando el moribundo esté inconsciente, los que lo acompañan podrán consolarse al comprender, por estas oraciones, el sentido pascual de la muerte cristiana. La señal de la Cruz que se traza en la frente del enfermo, recordándole aquella señal que recibió, por primera vez, el día de su bautismo, es expresión también del sentido pascual de la muerte cristiana.

ORACIÓN DE LOS MORIBUNDOS

Señor,te encomendamos a tu siervo(a) N (se dice el nombre del enfermo),y te suplicamos,Señor Jesús, Salvador del mundo,que pues, lleno de misericordia,viniste la tierra por su salvación,lo (a) acojas ahora benignamenteen la alegre fiesta de tu Reino:porque, aunque durante su vida haya pecado,

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jamás negó al Padre, ni al Hijo,ni al Espíritu Santosino creyó en Dios,y adoró fielmente al Creador de todas las cosas.

Al expirar

V. Venid en su ayuda, Santos de Dios, salid a su encuentro, Angeles del Señor. R. Acogedlo (a) y presentadlo (a) ante el Altísimo.

V. Que te reciba Cristo, quien desde el bautismo te eligió y que los Angeles te lleven a la casa del Padre. R. Acogedlo (a) y presentadlo (a) ante el Altísimo.

V. Concédele, Señor, el descanso eterno, y brille para él (ella) la luz perpetua. R. Acogedlo (a) y presentadlo (a) ante el Altísimo.

Oremos:Padre, te encomendamos a tu hijo (a) N., para que viva unido (a) a Ti después de haber muerto para el mundo, y Tú mismo que eres la bondad, dígnate perdonarle los pecados que haya cometido por la fragilidad de su condición humana. Por Cristo Nuestro Señor.R. Amén.

POR LOS DIFUNTOS

Oh Señor: te rogamos por todos nuestros familiares, amigos, conocidos y benefactores que han muerto en la paz de Cristo, para que los acojas en la claridad de tu Reino.Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua.

Descansen en paz. Amén.

9. JACULATORIAS

Las Jaculatorias son oraciones breves que son fruto de un movimiento del corazón del hombre que se dirige a Dios. Algunas de las más comunes son:

* Sagrado Corazón de Jesús. En vos confío.* Espíritu Santo Ilumínanos y santifícanos* Divino niño Jesús Bendecidnos con amor y conservad nuestra inocencia

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II. ORDINARIO DE LA SANTA MISA

(S = Sacerdote—P = Pueblo)

(Para el saludo, el acto penitencial y la aclamación después de la consagración, se puede escoger una de las fórmulas anotadas).

Rito de entrada

Saludo:S. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.P. Amén.

1ªFórmula:S. La gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo, esté con todos vosotros.P. Y con tu espíritu.

2ª Fórmula:S. La gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, esté con vosotros.P. Bendito es Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo.

3ª Fórmula: S. El Señor esté con vosotros. P. Y con tu espíritu.

Acto Penitencial

S. Hermanos: antes de celebrar los sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados. (Breve pausa de silencio).

1ª Fórmula: (se recita el Yo Pecador) P. Yo confieso ante Dios todopoderoso...

2ª Fórmula: S. Señor, ten misericordia de nosotros P. Porque hemos pecado contra ti.S. Muéstranos, Señor, tu misericordia P. Y danos tu salvación.

3ª Fórmula:S. Tú que has sido enviado a sanar los corazones afligidos: Señor, ten piedad.P. Señor, Ten piedad.S. Tú que has venido a llamar a los pecadores: Cristo, ten piedad.P. Cristo, ten piedad.S. Tú que estás sentado a la derecha del Padre para interceder por nosotros: Señor, ten piedad.P. Señor, ten piedad.

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Absolución:S. El Señor todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.P. Amén.

Invocaciones o canto penitencial:(Se omiten si se ha utilizado la 3ª fórmula).S. Señor, ten piedad.P. Señor, ten piedad,S. Cristo, ten piedad.P. Cristo, ten piedad.S. Señor, ten piedad.P. Señor, ten piedad.

Gloria: (Se ora los Domingos del tiempo ordinario y en las fiestas y solemnidades)Gloria a Dios en el cielo...

LITURGIA DE LA PALABRA

1ª. Lectura.

(Al terminar la 1ª. Lectura):Lector: Palabra de Dios. P. Te alabamos, Señor.

Salmo Responsorial:

(Después de la proclamación de la 1a. Lectura, el lector propone, en primer lugar, la respuesta del pueblo y hace que éste la repita. Después recita los versículos y el pueblo repite a cada uno de ellos la respuesta).

2ª. Lectura.

(A la segunda lectura, si la hay, sigue el "Aleluya" u otro canto, según las exigencias del tiempo litúrgico).

Evangelio:S. Purifica mi corazón y mis labios, Dios omnipotente, de manera que pueda anunciar dignamente tu Santo Evangelio.S. El Señor esté con vosotros P. Y con tu espíritu.S. Lectura del Santo Evangelio según San... P. Gloria a Ti, Señor.

(Terminado el Evangelio)S. Palabra del Señor.

Page 284: Catecismo Basico Para Adultos

P. Gloria a ti Señor Jesús..

Homilía.(Es la profundización en las lecturas proclamadas y la orientación para la vida cristiana desde las mismas)

Credo: Se reza en los días Domingos y en las Solemnidades. (Hay dos formas de profesar la fe en la celebración eucarística: la primera es con el Credo Apostólico y la segunda, es con el Credo Niceno-constantinopolitano).

Oración de los fieles:

(La Liturgia de la Palabra termina con la Oración de los fieles, que inicia el sacerdote y sigue algún representante de la Asamblea). El pueblo responde a las diferentes súplicas:

P. Te rogamos, óyenos (U otra invocación).

LITURGIA EUCARÍSTICA

Presentación del Pan:S. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros Pan de vida.P. Bendito seas por siempre, Señor.

Presentación del Vino:S. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presentamos: él será para nosotros bebida de salvación. P. Bendito seas por siempre, Señor.

S.Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre todopoderoso.P. El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

Oración sobre las Ofrendas:(El sacerdote dice la oración a la cual el pueblo responde):P. Amén.

Prefacio:S. El Señor esté con vosotros P. Y con tu espíritu.S. Levantemos el corazón P. Lo tenemos levantado hacia el Señor.S. Demos gracias al Señor, nuestro Dios. P. Es justo y necesario.(Se canta o se reza el Santo).

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Después de la Elevación o Consagración:S. Este es el Sacramento de nuestra fe. P. Anunciamos tu muerte proclamamos tu resurrección. ¡Ven, Señor Jesús!

Al finalizar la Plegaria Eucarística:S. Por Cristo, con El y en El... P. Amén.

Rito de Comunión

S. Fieles a la recomendación del Salvador... P. Padre nuestro...

S. Líbranos, Señor, de todos los males y concédenos... P. Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor.

S. Señor Jesucristo que dijiste a los Apóstoles: "La paz os dejo...P. Amén.

S. La paz del Señor sea...P. Y con tu espíritu.

Cordero de Dios (se reza o se canta)

Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo...

S. Este es el Cordero de Dios que... P. Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme.

Comunión (se puede acompañar de un canto eucarístico)

Bendición:S. El Señor esté con vosotros. P. Y con tu Espíritu.

S. La bendición de Dios todopoderoso... P. Amén.

Despedida:S. Podéis ir en paz P. Demos gracias a Dios.

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III. FORMULACIONES BASICAS DE DOCTRINA PARA EL CRISTIANO

Los Mandamientos de la Ley de Dios son:

1. Amar a Dios sobre todas las cosas.2. No jurar su Santo Nombre en vano.3. Santificar las fiestas.4. Honrar a padre y madre.5. No matar.6. No cometer adulterio ni impurezas.7. No robar.8. No levantar falso testimonio ni mentir.9. No desear la mujer del prójimo.10.No desear los bienes ajenos.

Los mandamientos de la Iglesia son:

1. Participar en la Santa Misa todos los domingos y fiestas de guarda.2. Confesarse por lo menos una vez al año.3. Comulgar en tiempo de Pascua.4. Ayunar los días establecidos por la Iglesia.5. Ayudar al sostenimiento del culto y de sus ministros.

Los dones del Espíritu Santo son siete:

1. Sabiduría2. Entendimiento3. Ciencia4. Consejo5. Piedad6. Fortaleza7. Temor de Dios.

Los frutos del Espíritu Santo son:

1. Caridad 2. Gozo3. Paz4. Paciencia5. Longanimidad6. Bondad

7. Benignidad8. Mansedumbre9. Fidelidad10. Modestia11. Continencia12. Castidad.

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Los sacramentos instituidos por Nuestro Señor Jesucristo son siete:

1. Bautismo 2. Confirmación 3.Eucaristía 4.Penitencia 5.Unción de los Enfermos 6.Orden 7.Matrimonio

SACRAMENTOS SIGNOS GRACIA

BAUTISMOJn 3, 5-6Mt 28,19Rom 1,11

Agua derramada en la cabeza del bautizado.

“Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo u del Espítitu Santo”.

Borrar el pecado original. Nacimiento en la familia de los hijos

de Dios (Iglesia). Ser templos del Espíritu Santo.

PENITENCIAJn 20, 22-23

Imposición de manos por el sacerdote. “Yo te absuelvo de todos tus pecados,

en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

El perdón de los pecados cometidos después del Bautismo.

EUCARISTÍAJn 6, 55

Mt 26, 26-29

Pan y vino. “”Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre

que será derramada por vosotros”.

Cristo mismo con su vida, pasión, muerte t resurrección.

CONFIRMACIÓNHch 8, 14-17

Imposición de las manos del Obispo. Unción. “recibe por esta señal el don del

Espíritu Santo”.

El Espíritu Santo.

UNCION DE LOS ENFERMOSSant 5, 14-15

imposición de las manos por el Sacerdote.

Unción. “Por esta Santa Unción y por su

bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que libres de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad”.

Fortaleza espiritual y aún física por razón de la gracia del Espíritu Santo.

ORDENMc 3,13-19

imposición de las manos por el Obispo. La oración consagratoria.

Participación especial en el Sacerdocio de Cristo, esencialmente distinta de la participación de los bautizados en ese mismo sacerdocio.

MATRIMONIOMt 19, 1-6

La recíproca donación de los esposos. “Yo ... me entrego a ti como esposo(a)

y te recibo como mi esposa(o). Prometo serte fiel en la alegría y en el dolor, en la salud y en la enfermedad para amarte y respetarte todos los día de mi vida”.

Auxilios de Dios para vivir su matrimonio fielmente y por toda la vida.

Las virtudes teologales son:

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1. La fe2. La esperanza3. La caridad

Las virtudes cardinales son:

1. Prudencia2. Justicia3. Fortaleza4. Templanza.

Las Bienaventuranzas son:

1. Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.2. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra3. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.4. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.5. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.6. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.7. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.8. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.

Los pecados capitales y su respectiva virtud son:

1. Soberbia........................................Humildad.2. Avaricia........................................Generosidad3. Ira..................................................Paciencia4. Gula..............................................Templanza5. Lujuria..........................................Castidad6. Envidia.........................................Caridad7. Pereza...........................................Diligencia.

Las obras de Misericordia Espirituales son:

1. Enseñar al que no sabe2. Aconsejar al que lo necesita3. Corregir al que se equivoca4. Perdonar las ofensas de los demás5. Consolar al triste6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás7. Rogar a Dios por los vivos y los muertos.

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Las Obras de Misericordia Corporales son:

1. Visitar a los enfermos2. Dar de comer al hambriento3. Dar de beber al sediento4. Socorrer a los presos5. Vestir al pobre6. Dar posada al peregrino (desplazado)7. Sepultar a los muertos.

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IV. DOCUMENTOS COMPLEMENTARIOS

1. “El cristiano y la Sagrada Biblia” 2. “El magisterio eclesiástico, Concilio Vaticano II”.3. “La liturgia en la vida del cristiano”4. “El respeto a la vida”.5. “La doctrina social de la Iglesia”.6. “El sufrimiento de la tierra, mensaje ecologista”.7. “Pedagogía de la fe y catequesis familiar”.8. “Las sectas y movimientos religiosos en Colombia”.

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DOCUMENTO 1

EL CRISTIANO Y LA SAGRADA BIBLIA

¿Qué es la Biblia?

La Biblia es el conjunto de libros que contienen la Revelación de Dios a los hombres.

Biblia viene de la palabra griega biblos que significa libros. También se llama Sagrada Escritura o, sencillamente, Escritura.

La Biblia no es un solo libro; es el conjunto de varios libros, pero puede ser considerada como un solo libro o una sola obra, puesto que en ella se da una unidad temática en muchos sentidos: una misma fe la atraviesa desde el principio hasta el final. Consta de dos partes Antiguo Testamento, que corresponde a lo escrito antes de Cristo y Nuevo Testamento, que corresponde a lo escrito después de Cristo.

La palabra Testamento es una traducción del griego diateque, cuyo significado es alianza, contrato, testamento. En realidad, los judíos de lengua griega utilizaban la palabra para significar el plan que Dios tiene para salvar a la humanidad.

La Sagrada Biblia se empezó a escribir unos 1.300 años antes de Cristo, en tiempos de Moisés, y se terminó de escribir hacia el año 100 después de Cristo. Antes de ponerse por escrito, la Revelación divina se comunicó por medio de la enseñanza oral que nosotros llamamos Tradición. Tradición y Escritura, nos dice la Constitución “Dei Verbum”, constituyen un único depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia (DV 10).

Los libros de la Biblia se dividen en Antiguo y Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento narra lo sucedido desde la creación del mundo hasta la venida de Jesucristo; el Nuevo Testamento contiene lo sucedido desde el nacimiento de Jesús, su vida, pasión, muerte y resurrección y además la historia de los Apóstoles, las cartas de algunos de ellos y termina con el Apocalipsis que trata sobre el fin del mundo.

La Biblia católica consta de 72 libros, de acuerdo con la definición del Concilio de Trento. De ellos 45 corresponden al Antiguo Testamento y 27 al Nuevo Testamento. Todos estos libros han de ser asumidos como inspirados por Dios y recibidos en toda su integridad por los católicos. Los protestantes, no aceptan como sagrados (canónicos) los libros de Tobías, Judith, 1o. y 2o. de Macabeos, el Libro de la Sabiduría, el Eclesiástico y el Libro de Baruc.

Dada la importancia y la antigüedad de la Biblia, su lectura presenta algunas dificultades:

Las provenientes de la lengua original en que fueron escritos los libros. Los diferentes estilos de los autores. Los diferentes géneros literarios utilizados en su composición.

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La ambivalencia de ciertos términos. El peculiar uso del lenguaje religioso, etc.

Todas estas dificultades hacen que, aun cuando la lectura privada de la Biblia pueda resultar interesante y provechosa, sea necesaria una interpretación científica que garantice lo que dice y una interpretación auténtica que garantice lo que quiere decir, o sea, el mensaje religioso.

Casi todos los libros del Antiguo Testamento están escritos en hebreo y arameo (lenguas semitas), lo cual da lugar a tener en cuenta el estilo y la mentalidad de los semitas, cuyas características están presente es toda la Biblia.

Todos los libros del Nuevo Testamento están escritos en griego, los mismo que algunos del Antiguo Testamento.

Criterios para leer la Biblia

La Biblia, por tener a Dios como Autor principal, es un libro especial que necesita ser leído de manera muy especial. Indicamos aquí algunos criterios que es preciso tener en cuenta, a fin de que su lectura y meditación tengan la debida eficacia.

La Sagrada Escritura debe leerse con el mismo espíritu con que fue escrita (D. V.) acogiéndola como expresión del amor misericordioso del Padre para sus hijos. Como el Padre ama a todos los hombres, dirige su Palabra a todos los hombres, y nosotros los cristianos nos debemos hacer portadores de su Palabra de amor salvador. Hemos de acogerla para comunicarla con sentido misionero.

Debemos leer la Sagrada Escritura en comunión con la Iglesia, nuestra madre. Debemos estar atentos a la orientación del magisterios de la Iglesia que nos ofrece la auténtica interpretación de las Escrituras. Igual atención debemos poner en rechazar las interpretaciones erróneas que difunden numerosos grupos y personas que también veneran la Biblia como Palabra de Dios.

Debemos leer la Biblia teniendo también en cuenta el contexto de la comunidad cristiana de hoy y de la sociedad, es decir, que la Palabra de Dios ha de servirnos para iluminar las circunstancias y situaciones de nuestro mundo para dar a ellas una respuesta según el plan de Dios. Para analizar el mundo de hoy nos han de ayudar de modo especial el Concilio Vaticano II, las enseñanzas del episcopado latinoamericano en Medellín y Puebla que presentan varias opciones preferenciales, especialmente por los pobres, y la orientación de nuestros pastores católicos.

Cuando se atiende al contexto de la historia bíblica y a la situación del hombre actual y de la comunidad cristiana se obtiene el sentido salvífico actual de la Palabra de Dios; se evita, a la vez, caer en el fundamentalismo bíblico, que consiste en interpretar literalmente la Sagrada Escritura sin tener en cuenta todo el contexto de la Revelación.

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La Iglesia recomienda vivamente que se lea la Biblia no sólo en particular sino en comunidad. La Biblia es el libro de la comunidad cristiana. La primera de esas comunidades es la familia, Iglesia doméstica, que debe madurar y crecer alrededor de la Palabra de Dios. Una comunidad más amplia ayuda a que la lectura de la Biblia sea más eclesial y a que, con las luces de todos los participantes, se interprete correctamente la historia actual como historia de salvación a la luz de la Biblia y se eviten interpretaciones erróneas.

La lectura de la Sagrada Escritura nos ayuda, además a penetrar en el sentido más hondo de los sacramentos, a que nuestras devociones tradicionales y las manifestaciones de la piedad popular conduzcan a un compromiso cristiano que lleve a poner en práctica la enseñanza social de la Iglesia, especialmente en lo que se refiere a la defensa profética de la vida humana y la dignidad de la persona.

Para interpretar adecuadamente la Biblia: tres claves

En la Sagrada Escritura Dios nos ha hablado por medio de hombres y a la manera humana. Para comprender lo que El quiso comunicarnos, es necesario investigar con atención qué fue lo que quisieron expresar realmente los escritores inspirados (hagiógrafos) y qué fue lo que quiso Dios manifestarnos con sus palabras. Esto se podrá conseguir mediante TRES grandes CLAVES de interpretación bíblica que, si son tenidas en cuenta, nos ayudarán a solucionar buena parte de los problemas que presenta la lectura de la Biblia.

1. La Biblia es un libro religioso

El Espíritu Santo ha inspirado a los escritores sagrados para darnos un mensaje religioso, no para enseñar ciencias profanas. Lo esencial que la Biblia quiere decirnos es que Dios desea la salvación de la humanidad y por ello ha intervenido en la historia, primero en el Antiguo Testamento y muy especialmente en el Nuevo, por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado.

No es legítimo, por tanto, querer encontrar en la Biblia enseñanzas científicas sobre paleontología, evolución o cosmología, porque lo que buscó el hagiógrafo no fue presentar temas profanos, sino pasos de una Historia de Salvación. De los libros sagrados no se pueden sacar argumentos definitivos para afirmar, por ejemplo, que la tierra está quieta y el sol gira a su alrededor, o que el hombre salió del barro de la tierra, o que sea científicamente cierto que el mundo apareció en siete días.

De esta afirmación, sin embargo, no puede deducirse que en la Biblia no haya verdades históricas o que todo en ella sea invención. No. La Biblia narra hechos históricos verdaderos por medio de los cuales aparece Dios que acompaña y guía a su pueblo para que encuentre la salvación. Pero dentro de la Historia de la Salvación hay una cierta jerarquía de valores: hay verdades y acontecimientos más importantes que otros. Las hazañas de Sansón, por ejemplo, son hazañas épicas, que no pueden colocarse en el mismo plano de los milagros realizados por Jesucristo.

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No debe olvidarse tampoco que los escritores sagrados eran personas religiosas que presentaban sus enseñanzas desde el ángulo religioso, valiéndose para ello de ejemplos sacados de los acontecimientos primitivos y de la ciencia incipiente, aceptada en su tiempo y en su medio. Ellos no buscaban dar la visión de los hechos con la mirada y los criterios de un científico.

Además, estos escritores son fieles a su mentalidad oriental y a su época y esto plantea dificultades para nuestra mentalidad de hoy.

Una dificultad que se nos presenta para comprender el sentido de la Biblia estriba en la gran diferencia existente entre las lenguas semitas y nuestros idiomas. Las mentalidades son tan distintas que, a primera vista, parecen irreductibles entre sí. De aquí el desconocimiento de muchas personas modernas respecto al carácter propio de la Biblia.

Se trata de lógicas diferentes: la del griego y el occidental moderno intenta expresar exactamente sus ideas y razonarlas (casi matemática). Estas, a su vez, se forman en la mente por reconstrucción del mundo exterior, a través de la abstracción, esto es, de las cosas concretas se llega a formar una idea universal.

La lógica del semita consiste en interiorizar las cosas concretas de la realidad externa, haciéndolas vivencias que, después, intenta expresar sin demostraciones razonadas, sino comunicando de modo sugerente un estado interno que el oyente ha de revivir en su interior, para captar lo que se quiere expresar.

Según la lógica griega, la realidad es algo que se concibe en la mente y se intenta demostrar razonando su adecuación exacta al mundo exterior. Según la lógica semita, la realidad es una vivencia interior y concreta que al comunicarse a otro, pretende hacerse contagiosa, algo así como una experiencia que en cuanto tal es indiscutible.

2. La Revelación ha sido progresiva

Como buen pedagogo (Gal 4), Dios fue revelando y comunicando su verdad poco a poco, en la medida en que podía captarla un “pueblo de dura cerviz”. Al principio apenas como que sugiere la verdad, que paulatinamente se va manifestando más claramente; de este modo los hombres van pasando de un conocimiento más completo a la verdad. Al recorrer la Sagrada Escritura nos damos cuenta de que las verdades son muchos más perfectas y claras que las que se contienen en los libros del Antiguo Testamento. Así, por ejemplo, la moral que se exige en el Pentateuco es mucho menos perfecta que la exigida por Cristo en el Sermón de la Montaña.

Por otra parte, ciertas verdades han progresado en su inteligencia, de modo que puede afirmarse que ha habido una cierta evolución en la doctrina, como puede verse, entre otros, en la comprensión de la retribución:

Al comienzo, cuando el hombre no se planteaba aún el problema del más allá, fue concebida como una retribución colectiva y temporal. El hombre sabía que su obrar era

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recompensado o castigado, pero creía que esa retribución se daba en la tierra y mediante las riquezas, fecundidad, prosperidad, paz. Y como se sentía parte de su clan y unido a su gente, creía que el premio o el castigo afectaba a todos colectivamente. De ahí el dicho frecuente en el Antiguo Testamento: “Los padres comieron las uvas verdes, y los hijos sufren la dentera”. Más adelante, al tomarse más conciencia del valor y de la responsabilidad de la persona individual, la retribución fue pensada en términos individuales, pero aún temporales. Por último, el premio y el castigo fueron entendidos como personales y ultraterrenos al descubrir la existencia de la vida más allá de la muerte.

3. En la Biblia hay diversos géneros literarios

Para descubrir la intención de los hagiógrafos es necesario también atender a los “géneros literarios”, es decir, a las formas nativas que se usaron para pensar, hablar o narrar, y que estaban vigentes en los tiempos en que escribió el autor sagrado.

Sabemos que un acontecimiento verdadero se puede expresar de diferentes maneras: poéticamente, científicamente, a manera de novela... y que cada una de estas formas tiene su modo propio de presentar la realidad: a un poeta no se le exige la misma precisión que a un científico especializado, ni a un novelista se le pide la exactitud de un historiador. Cada autor se compromete en sus afirmaciones según el género literario que usa: el poeta que habla de la luna dice una verdad poética de la luna; el científico una verdad científica. A cada autor tenemos que juzgarlo según el punto de vista que ha escogido.

En la Biblia, puede observarse un número grande de estos géneros. Pero a pesar de que quizá ningún género de nuestras literaturas deje de estar presente en la Biblia, los que aparecen en ella no pueden ser clasificados según nuestras actuales divisiones.

Por ello, si se quiere descubrir lo que el escritor sagrado quiso decir, es preciso conocer el género literario que usa y cuáles son las leyes que lo rigen.

Algunos de estos géneros literarios son históricos, reales; otros son ficticios. En los géneros literarios históricos, las verdades históricas tienen ciertos grados y matrices: un historiador puede relatar una batalla tal como sucedió históricamente; pero esa misma batalla puede presentarse también en forma épica haciendo el elogio y relatando cosas que en realidad no pasaron.

Históricos: Lo universalmente reconocido en Israel no es la creación de una cultura, sino su genio religioso. Cuando se habla de género histórico en la Biblia, no se trata de la historia como ciencia social o reflejo documental de lo que ocurrió, sino en sentido antiguo, donde no hay propiamente “historiadores”, sino “narradores”, que refieren el pasado como es recordado, transmiten aquello que interesa a ellos o a la tradición que se va formando anteriormente y que ellos reciben.

Épica: Por épica se entiende toda narración popular que recoge tradiciones guerreras (patrióticas) y religiosas, y que pretende exaltar los sentimientos colectivos de un pueblo. En la Biblia, este género tiene una marcada intencionalidad religiosa (ejemplos: Judit, Jueces, Josué y lo referente a Sansón o David y otros muchos).

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Novela: O narraciones noveladas. Narración libre que puede revestir muy diversos caracteres, según predomine la descripción del ambiente o de personajes, la exposición de una trama de fondo histórico o inventada alrededor de una realidad espiritual, psicológica o verdad moral, con intención puramente artística o aleccionadora. Esto último se da más preponderadamente en la Biblia, es decir, la construcción literaria en orden a deducir una enseñanza religiosa presentando argumentos inventados, como son los libros de Ester, Tobías, Jonás y parte del de Job. Habría que probar que parte del contenido de estos libros no sea histórica, por esto, es mejor hablar de historia novelada.

Narraciones etiológicas: Es una narración que intenta explicar la situación presente, aclarando su origen. Pero el papel de la narración etiológica puede estar no sólo en describir la causa de un determinado estado de cosas en el momento en que escribe el autor, sino además en mostrar el fundamento de una verdad moral o religiosa.

Los primeros capítulos del Génesis presentan ejemplos de este género: el autor quiere decir que Dios es bueno, que el mal no procede de El, que su origen está oscuro, pero acosa al hombre y lo sucede; pero que Dios está cercano al hombre aunque sea pecador. El cómo de la creación o de la evolución son cuestiones que no entran en el campo de la intención o de la observación del autor.

De aquí que sea imprescindible tener presente el género literario: ¿Qué quiere decir el autor? ¿Qué procedimientos estilísticos utiliza? Etc.

Profético: Las visiones: Formas proféticas plasmadas por escrito, que describen las experiencias íntimas del profeta, acerca de la voluntad de Dios, realidades externas que él ve con sus propios ojos o, simplemente, sueños, revelaciones; todo lo cual habla objetivamente de fenómenos místicos.

Los oráculos: Declaraciones solemnes procedentes de la divinidad y transmitidas por el profeta diciendo: “así habla el Señor”, “oráculo del Señor”.

Apocalíptico: Fenómeno literario que significa “revelación” y que aparece tardíamente dentro de los géneros proféticos. Aquí de una “visión del futuro”, pero en función de un presente. Se trata de interpretar un presente con vistas al último futuro, con la intención de alentar a los creyentes en tiempos de persecución y llamarlos a la vigilancia (Cf. Daniel, Ezequiel, Zac).

Jurídico:Estilo literario que reviste la formulación de leyes. El núcleo más interesante de la legislación israelita es:

El código del decálogo (Exodo 20, 2-17) y Deuteronomio 5, 6-22). El código de la Alianza (Exodo 20, 22-23). El código de la santidad (Levítico 17-26). El código ritual (Exodo 34, 14-26).

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El código sacerdotal, que contiene también algunos relatos, pero sobre todo leyes, está presente en los cinco libros de Pentateuco.

Midrash: Nace exclusivamente en conexión con la literatura bíblica. Se le conoce por su nombre hebreo. Es la interpretación de lo ya escrito, de la escritura anterior, inquiriendo sobre su sentido actual. Se sigue principalmente en el Nuevo Testamento, para interpretar pasajes del Antiguo Testamento. Ejemplos: Mateo 5,32; Mateo 12, 1-8. Existen el Midrash histórico, el jurídico y el profético.

Lírico:Los factores de la poesía como composición literaria se presentan como: búsqueda de la belleza en la expresión, intentos de expresar los sentimientos íntimos por medio de imágenes sugestivas o descripción de la realidad con figuras evocadoras.En la Biblia, existen algunos libros que son considerados poéticos por excelencia: Los Salmos, El Cantar de los Cantares, Las Lamentaciones.

Sapiencial: La formulación literaria, la gran cantidad de sentencias, se encuentra por toda la Biblia, pero se hace inconfundible en los libros de Proverbios, Eclesiástico, Job, Eclesiastés y Sabiduría.

El contenido de sabiduría tiene un objetivo práctico: a partir de la reflexión natural sobre el mundo, extrae el hombre lecciones que le enseñan a ejercitar la prudencia y la habilidad necesarias para conducirse en la vida.

Aparece así con claridad cómo es de importante conocer y tener presente esta clave para la lectura e interpretación de la Biblia. De su desconocimiento u olvido depende buena parte de las dificultades o errores, como se puede ver en las sectas fundamentalistas que prescinden de ella.

Estas tres claves de interpretación de la Biblia se han presentado aquí sólo en líneas muy generales y como el comienzo de un estudio más profundo. Con ello aparece claro que los cristianos tenemos el deber de prepararnos, en la medida de las capacidades, para una adecuada lectura de la Palabra de Dios. Los seglares en particular, tienen el deber y el derecho de obtener una adecuada formación bíblica. Sólo en esta forma podrán llegar a la madurez en la fe que les corresponde como adultos y como apóstoles.

El cristiano debe leer la Sagrada Biblia

La fe cristiana nos enseña que las Sagradas Escrituras son Palabra de Dios en lenguaje humano, para que los hombres puedan llegar hasta el Padre y participar de la naturaleza divina (D. V., 2). “En los Libros Sagrados, en efecto, el Padre que está en los cielos sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos. Y es tan grande el poder y la fuerza de la Palabra de Dios, que constituye sustento y vigor de la Iglesia, firmeza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente límpida y perenne de vida espiritual” (D. V., 2).

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Por este motivo, la vida de la comunidad cristiana se acrecienta y madura con un doble alimento que la Iglesia le sirve en una misma mesa: el pan de la Palabra de Dios y el Cuerpo Eucarístico de Cristo (D. V., 21), es decir, las Sagradas Escrituras leídas en comunión con la Iglesia y los Sacramentos que tienen su fuente y culminación en la Eucaristía (cf. S. C., 24, 35, 51).

Así entendemos por qué “toda predicación de la Iglesia como toda religión cristiana se ha de alimentar y regir con la Sagrada Escritura” (D. V., 21).

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DOCUMENTO 2MAGISTERIO ECLESIASTICO

CONCILIO VATICANO II

Introducción

En muchas partes del Catecismo Básico se habla del Magisterio Eclesiástico: también en la vida cristiana ordinaria oímos hablar de él y nos damos cuenta de que es algo importante en la Iglesia. En las líneas que siguen vamos a presentar las ideas básicas acerca de él.

El Magisterio Eclesiástico es el conjunto de enseñanzas de la Iglesia católica, impartidas a través del Papa, los Concilios, las Conferencias Episcopales, los Obispos en cumplimiento del grave deber que tienen de transmitir y explicar el Evangelio en toda su integridad y de aplicarlo a las distintas épocas y a las diversas circunstancias de la vida.

Para entender todo el sentido y el valor de dicho Magisterio se requiere tener en cuenta qué fue lo que Cristo buscó al instituir la Iglesia y cómo quiso que ella existiera.

El Magisterio Eclesiástico

Al dejar el mundo para volver glorioso al Padre, después de vencer al pecado y a la muerte, Cristo decidió permanecer visiblemente entre los hombres para continuar su obra de salvación integral. Esta permanencia la realiza por medio de la Iglesia: “Como mi Padre me envió, así yo os envío” (Jn 20, 21); “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20). En esta forma la Iglesia queda constituida como el “sacramento universal de salvación” (L.G., 48), es decir, como el signo visible e histórico por el cual Cristo perpetúa en la tierra su presencia y su acción salvadoras.

Fue también expresa voluntad del señor que la Iglesia estuviera constituida en forma de pueblo y con la organización de un Cuerpo vivo (L.G., 7. 9), en donde se requiere que haya un principio director, una cabeza también visible. Para ello eligió de entre los discípulos el grupo o colegio de los doce Apóstoles, a cuya cabeza colocó a Pedro, los formó de modo especial, les descubrió los secretos del Reino y les dio el encargo de ir por el mundo a predicar, santificar y gobernar en su nombre a todos sus seguidores (cf. L.G., 18-19). Para que pudieran cumplir con altura esta misión de hacer visible a Cristo como cabeza de la Iglesia, les prometió una especial asistencia del espíritu Santo.

Antes de morir y con plena conciencia de que su misión debía prolongarse hasta el fin de los tiempos, los Apóstoles constituyeron pastores en las distintas iglesias, a fin de que perpetuaran el encargo que Cristo les había encomendado. Estos sucesores de los Apóstoles son los Obispos, a cuya cabeza se encuentra el Papa, como sucesor de San Pedro. También a ellos les ha sido dada por la consagración episcopal una especial efusión del Espíritu Santo que les permite ser “maestros de la doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros de gobierno”. (L.G., 20; cf. 21. 24. 25; Ch. D., 2).

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En la Iglesia católica, por tanto, los Obispos son los auténticos maestros de la fe, aquellos a quienes corresponde conservar y proponer auténticamente el Evangelio. Este es uno de sus principales oficios (L.G., 25; Ch. D., 12) que ejercen en nombre y con autoridad del mismo Cristo, “de modo que quien los escucha, escucha a Cristo, y quien los desprecia, desprecia a Cristo y a quien le envió (cf. Lc 10, 16)” (L. G., 20).

El Concilio Vaticano II

A lo largo de la historia el Magisterio de la Iglesia se ha pronunciado sobre distintos asuntos importantes por medio de esas reuniones de Obispos de todo el mundo que conocemos con el nombre de Concilios Ecuménicos. Estos concilios, que deben ser convocados y aprobados en sus conclusiones por el Romano Pontífice, representan a la Iglesia esparcida por toda la tierra y gozan de una especial presencia del Espíritu Santo. Por eso sus pronunciamientos tienen valor y fuerza superiores a cualesquiera otros y son especialmente obligantes para los cristianos.

De los veintiún Concilios que la Iglesia reconoce como Ecuménicos, hay uno que para nosotros reviste importancia e interés particulares porque se preocupó por todos los aspectos de la Iglesia y los enfocó en consonancia con las aspiraciones, los interrogantes y la sicología del hombre actual. Se trata del Concilio Vaticano II, convocado oficialmente por S.S. Juan XXIII el 25 de diciembre de 1961, y que se realizó en cuatro sesiones, de 1962 a 1965. fue aprobado por S.S. Pablo VI, a quien correspondió también la ardua tarea de comenzar a aplicarlo.

El Concilio Vaticano II aprobó un total de dieciséis documentos distribuidos en tres grandes categorías: Constituciones, Decretos y Declaraciones.

Las Constituciones son de carácter doctrinal y de amplitud general; en ellas se exponen los grandes principios que sirven de fundamento a todos los demás documentos.

En los Decretos se aplica la doctrina de las Constituciones a los distintos aspectos y a las diversas clases de personas en la Iglesia y tienen carácter normativo para cada uno de dichos sectores. Son nueve en total.

Las Declaraciones son también aplicación de los principios doctrinales presentados en las Constituciones y tienen fuerza obligante para todos los católicos. Se diferencian de los Decretos porque, dada la índole de los temas que tratan, se dirigen no sólo a los hijos de la Iglesia, sino a todos los hombres de buena voluntad. Estas declaraciones son tres.

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El siguiente cuadro muestra en síntesis dichos documentos:

No. Categoría Nombre latino Sigla Tema general que exponen1 Constitución Lumen Gentium L. G. Naturaleza y misión de la Iglesia2 Constitución Dei Verbum D. V. La divina Revelación3 Constitución Gaudim et Spes G. S. La Iglesia en el mundo contemporáneo.4 Constitución Sacrosanctum Concilium S.C. La renovación de la liturgia 5 Decreto Chistus Dominus Ch. D. La acción pastoral de los Obispos6 Decreto Presbiterorum Ordinis P.O. El ministerio y la vida de los presbíteros 7 Decreto Optatam Totius O.T. La formación sacerdotal 8 Decreto Perfectae Caritatis P.C. La renovación de la vida religiosa9 Decreto Apostolicam Actuositatem A.A. El apostolado de los seglares10 Decreto Orientalium Ecclesiarum O.E. Las Iglesias orientales católicas11 Decreto Ad Gentes A.G. La actividad misionera de la Iglesia12 Decreto Unitatis Redintegratio U.R. El Ecumenismo en la Iglesia católica 13 Decreto Inter Mirífica I.M. Los medios de comunicación social 14 Declaración Dignitatis Humanes D.H. La libertad religiosa 15 Declaración Gravissimun Educationis G.E. La educación cristiana de la juventud 16 Declaración Nostra Aetate N.A. Las relaciones de la Iglesia con las

religiones no cristianas.

El Concilio Vaticano II, que puede considerarse como la lectura y la aplicación de la Palabra de Dios para nuestro tiempo, es la llamada fuerte que Cristo hace a cada uno en las circunstancias concretas que ocupa en la Iglesia y en el mundo. Para poder responder a ello como cristianos, “se necesita todavía una recepción más profunda del Concilio, que exige cuatro pasos sucesivos: conocer el Concilio más amplia y profundamente, asimilarlo internamente, afirmarlo con amor, llevarlo a la vida. Sólo si se asimilan internamente y se llevan a la vida, será posible que los Documentos del Concilio resulten vivos y vivificantes” (Relación final del Sínodo extraordinario de 1985).

Todo lo anterior debe llevarnos a que el Concilio sea el obligado libro de consulta, de reflexión y de fuerza para la acción de los cristianos.

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DOCUMENTO 3

LA LITURGIA EN LA VIDA DEI. CRISTIANO

La liturgia es actualización de los acontecimientos salvíficos, y como tal está ligada al tiempo: es Dios que se hace presente en Cristo para salvarnos.

Estos hechos de la salvación se repiten continuamente como en un circulo cerrado, cuyo final empata con el principio, o mejor, como una espiral que nos va introduciendo en la salvación definitiva, mediante ciclos parecidos, aunque siempre distintos según la situación cambiante de nuestra vida.

Los ritmos temporales son tres:

— El día: la Iglesia celebra cada día el hecho central de la salvación en la Eucaristía y santifica las horas con la oración oficial llamada “Liturgia de las horas” a la que están obligados los sacerdotes y algunos religiosos y religiosas.

— El domingo: celebración del ritmo semanal de la resurrección del Señor: “día del Señor” (en la Eucaristía) y del descanso creador (día de liberación del trabajo).

— El año: “en el circulo del año, la Iglesia. desarrolla todo el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor” (S. C. 102).

1. EL AÑO LITÚRGICO

En el ciclo de un año celebra la Iglesia los misterios de la vida humana de Cristo, no sólo en el recuerdo, sino haciéndolos presentes místicamente en el culto (S. C. 102), con su valor salvador.

Con su repetición, la Iglesia participa cada vez más en la obra redentora de Cristo. Cada año es como si Cristo volviera a anunciarse, a nacer, padecer, morir, resucitar y enviar al Espíritu Santo. Esto es lo que hace que la Iglesia considere que en el ciclo de un año haya unos tiempos "fuertes" de celebración y unos tiempos "ordinarios" que no celebran ningún misterio concreto de la vida de Cristo.

El año litúrgico, celebración del misterio total de Cristo desde la Encarnación hasta Pentecostés, está dividido y estructurado de la siguiente manera:

Tiempo de adviento:

El año litúrgico comienza con el tiempo de adviento, comprende 4 domingos. Este tiempo tiene un dable sentido: las tres primeras semanas hasta el 17 de diciembre están marcadas por la alegre espera de la segunda venida del Señor (Parusía) y a

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partir del 17 de diciembre hasta la Navidad (25 de diciembre), la Iglesia se prepara para celebrar el misterio del nacimiento del Señor.

El tiempo de navidad:

Se extiende desde las primeras vísperas de navidad hasta el domingo después de Epifanía inclusive, en el cual se celebra la fiesta del Bautismo del Señor. La fiesta de la Sagrada Familia se celebra en el domingo que cae dentro de la octava de navidad y el día I de enero se celebra la solemnidad de Santa María Madre de Dios, que continúa una venerable tradición de la Iglesia Romana.

Tiempo "per annum" (durante el año):

Está dividido en dos partes: la primera va desde el Bautismo del Señor hasta el miércoles de ceniza.

La segunda desde el lunes después de Pentecostés hasta la solemnidad de Cristo Rey (comprende 33 o 34 domingos).

Tiempo de cuaresma:

Va desde el miércoles de ceniza hasta la misa crismal del Jueves Santo. Es tiempo penitencial caracterizado por el ayuno y la abstinencia79.

La semana que comprende desde el Domingo de Ramos hasta el Sábado Santo se llama "Semana Santa".

Triduo pascual:

Comprende la misa de la Cena del Señor, en la tarde del Jueves Santo, el Viernes Santo, el Sábado Santo y el Domingo de Resurrección. La celebración central del "Triduo Pascual" es la "Vigilia pascual" (noche del Sábado Santo). U n auténtico cristiano no debe privarse del participar activamente en esta celebración.

Tiempo pascual:

Va desde la Vigilia Pascual hasta la solemnidad de Pentecostés y consta de 7 domingos.

Con la solemnidad de Cristo Rey concluye el año litúrgico y la Iglesia vuelve a empezar el ciclo anual de su liturgia con el primer domingo de Adviento de un nuevo año litúrgico.

79. El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo se observará el ayuno y la abstinencia de carne. Obliga el ayuno a los mayores de 18 años y que no hayan cumplido 59 años; la abstinencia de carne será observada todos los viernes de cuaresma por los fieles mayores de 14 años.

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Durante el curso del año litúrgico se celebran también diversas fiestas del Señor, de la Virgen y de los Santos. Algunas de estas fiestas están en conexión con el tiempo litúrgico, por ejemplo, la Ascensión del Señor; otras en cambio, forman parte de lo que se ha llamado tradicionalmente el Santoral, por ejemplo, la Inmaculada Concepción, San Pedro y San Pablo.

II. EL DOMINGO, DÍA PASCUAL

"La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el Misterio pascual cada ocho días, en el día que es llamado con razón día del Señor' o domingo. En este día los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recuerden la Pasión, la Resurrección y la gloria del Señor Jesús, y den gracias a Dios que los 'hizo renacer a la viva esperanza por la Resurrección de Jesucristo de entre los muertos' ( 1 Pe 1,3). Por esto el domingo es la fiesta primordial, que debe presentarse e inculcarse a la piedad de los fieles, de modo que sea también día de alegría y de liberación del trabajo. No se le antepongan otras solemnidades, a no ser que sean de veras de suma importancia, puesto que el domingo es el fundamento y el núcleo de todo el año litúrgico”. (S.C. 106).

Con estas palabras, la Constitución Conciliar sobre la Sagrada Liturgia presenta una doctrina muy completa sobre el sentido del domingo. A su luz vamos a contemplar los diversos aspectos de la institución dominical.

El primer día de la semana

Generalmente el domingo es considerado como el último día de la semana. La misma disposición tipográfica de la mayor parte de calendarios refleja dicha opinión. Y, sin embargo, el domingo es el primer día de la semana.

El sábado, último día de la semana, tenía para los judíos la misión de recordarles la dignidad de hombres libres, al conmemorar el descanso divino después de la creación y la liberación del pueblo de la esclavitud de Egipto: “Bendijo Dios el día séptimo y lo declaró santo, por haber reposado en él de toda obra que Dios, al operar, había creado” (Génesis 2,3). “Acuérdate que fuiste esclavo en tierra de Egipto, y Yahveh, tu Dios, te sacó de allí con mano poderosa y brazo extendido; por eso Yahveh, tu Dios, te mandó guardar el día del sábado” (Deuteronomio 5, 15).

El domingo cristiano nace de la necesidad de celebrar gozosamente el triunfo de Cristo resucitado. Cristo resucitó el primer día de la semana, cuando aún este día no tenía el nombre que los cristianos le dieron más tarde: el día del Señor, “dominica”, domingo. Después del gran vacío del último sábado dominado por la muerte de la ley antigua, la aurora del primer día se ilumina con el resplandor del hecho primordial de nuestra fe: la resurrección de Cristo, que engendra la nueva creación, más resplandeciente que la luz primordial.

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Desde entonces, y por una costumbre que tiene origen apostólico, cada primer día de la semana se convierte para los cristianos en el Día del Señor, que ilumina y vivifica los demás días, inmersos en la monotonía de nuestra vida. El domingo no es el sábado judío cristianizado, sino una institución nueva, original, que penetra en el mundo con toda la fuerza de la juventud. Después de tantos siglos, los cristianos debemos preguntarnos si esa institución se ha envejecido o no, y qué tenemos que hacer para devolverle el vigor primitivo.

El día del Señor

Los cristianos han convertido el primer día de la semana en el Día del Señor, el Día de Cristo Resucitado, celebración del triunfo de Jesús sobre el pecado y la muerte. Cada domingo trae a los cristianos el recuerdo vivo de la Pascua. Podemos afirmar que el ritmo hebdomadario de la celebración pascual es de origen apostólico y muy anterior al ritmo anual. Las apariciones de Jesús resucitado a los apóstoles inauguran ese ritmo semanal: "En la tarde de aquel mismo día, el primero de la semana, ...se presenta Jesús...". (Juan 20, 19). "Ocho días después... Jesús se presenta... (Juan 20, 26). El Espíritu Santo desciende sobre los discípulos en domingo (Hechos 2, 1). Mil indicios de los primeros tiempos nos hablan de la celebración dominical como de una costumbre que todos aceptan porque procede del Señor.

Día de la reunión

Si el domingo es el día recuerdo de la Resurrección del Señor, es natural que, desde los primeros tiempos, la mejor manera de celebrarlo haya sido la participación en el sacrificio eucarístico. La Eucaristía renueva sacramentalmente el Misterio de Cristo. Misterio de Muerte y Resurrección, actualización perenne de la Pascua. La Eucaristía nos asimila cada vez más profundamente al Misterio del Señor, incorporándonos a lá muerte de Cristo a través de la muerte a nuestro hombre viejo, para hacernos vivir de la misma vida de Cristo. La Eucaristía continúa la obra iniciada por el Bautismo, gracias al cual como dice San Pablo "fuimos consepultados en El en orden a la muerte, para que como Cristo fue resucitado de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros caminemos en novedad de vida" (Romanos 6, 4).

La exigencia eucarística del domingo, fruto de su contenido pascual, nos da razón de muchos otros aspectos. Es el día de la asamblea cristiana. Celebrar la Eucaristía exige una reunión, en la cual todos los miembros de la comunidad cristiana, bajo la presidencia del sacerdote, reunidos alrededor del altar, renuevan el Misterio que los ha hecho hijos de Dios, convirtiéndolos en una sola familia. Unidos rezan, escuchan la Palabra, comulgan en un mismo Pan. De esta forma toman conciencia de que son un Pueblo, convocado y unido por el mismo Dios.

El domingo será siempre el día propio de la “Reunión” de los cristianos y la Iglesia ha sido y será siempre fiel a esta tradición apostólica.

El hecho de que se haya permitido el cumplimiento del precepto dominical, en algunos lugares, desde la tarde del sábado, se explica por razones pastorales y también porque desde

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tiempos muy antiguos la celebración litúrgica del domingo comienza el sábado por la tarde, con la hora canónica llamada precisamente "primeras vísperas del domingo".

Escuchar la palabra

“El domingo los fieles deben reunirse a fin de que, escuchando la palabra de Dios y participando en la Eucaristía, recuerden la Pasión, la Resurrección y la gloria del Señor Jesús”. Con estas palabras la Constitución de Liturgia nos recuerda que la finalidad de la reunión dominical es celebrar al memorial del Señor a través de dos acciones diferentes, pero íntimamente vinculadas: escuchar la palabra de Dios, participar en la Eucaristía.

Son las dos partes de la Misa. La primera es una celebración de la Palabra, es decir, un acto de culto en el cual se leen solemnemente ante los fieles reunidos diversos fragmentos de la Sagrada Escritura. La segunda es la liturgia eucarística, acción de gracias que renueva misteriosamente el Sacrificio de Cristo, poniéndolo a nuestro alcance para que entremos en comunión vital con él. Son dos momentos diferentes de la misa, pero no podemos separarlos sin romper la dinámica interna de la celebración.

El concilio subrayó su mutua conexión: "las dos partes de que consta la misa, a saber: la liturgia de la palabra y la eucaristía están tan íntimamente unidas que constituyen un solo acto de culto. Por esto el Sagrado Sínodo exhorta vehementemente a los pastores de almas para que, en la catequesis, instruyan cuidadosamente a los fieles acerca de la participación en toda la misa, sobre todo los domingos y fiestas de precepto" (S. C. 56).

Quizá hasta ahora la catequesis habla insistido únicamente en asegurar la asistencia de los fieles dentro de los limites que no excusan de pecado mortal. Sin olvidar eso, deberíamos esforzarnos todos para enseñar y aprender que la participación perfecta en la misa comprende integras sus dos fases: audición atenta de la Palabra proclamada y explicada, celebración activa de la Eucaristía. En suma: participación plena en ambas mesas, la de la palabra y la eucaristía.

Participar en la Eucaristía

Una de las características más notables del domingo es la obligación que tenemos los cristianos de ir a Misa. Demasiadas veces nos hemos considerado satisfechos cumpliendo este precepto con una asistencia meramente pasiva. No se trata sólo de “oír” misa: es preciso realizar un esfuerzo de participación activa. La misa no es un espectáculo, sino una "acción sagrada" de todo el pueblo cristiano.

La Constitución de Liturgia muy a menudo recomienda la participación activa en la misa: "la Iglesia, con solicito cuidado, procura que los cristianos no asistan a este Misterio de fe como extraños y mudos espectadores, sino que comprendiéndolo bien a través de los ritos y oraciones, participen consciente, piadosa y activamente en la acción sagrada" (n. 48). También señala cuáles son las maneras concretas de hacer más viva la participación: "para promover la participación activa se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos y también las acciones o gestos y posturas corporales. Guárdese, además, a su debido tiempo, un silencio sagrado" (n. 30).

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Finalmente, afirma muy claramente cuál es la mejor manera de participación activa en el santo Sacrificio:' se recomienda especialmente la participación más perfecta en la Misa, la cual consiste en que los fieles, después de la Comunión del sacerdote, reciban del mismo Sacrificio el Cuerpo del Señor'' (n. 55). Si tal es la mentalidad de la Iglesia, es evidente que pastores y fieles debemos progresar en el aprecio de la comunión dentro de la misa, sobre todo los domingos. La Iglesia únicamente nos manda la asistencia a la misa. Itero su intención profunda es que participemos en ella de la mejor manera posible. Si queremos sentir con la Iglesia, procuremos hacer de nuestros domingos días plenamente eucarísticos: ningún domingo sin misa, ningún domingo sin comulgar dentro de la misa.

Alegría y descanso

El descanso sabático era una institución profundamente enraizada en la naturaleza humana y al mismo tiempo expresión de la voluntad positiva de Dios. La obligación del descanso semanal recordaba a los judíos que eran un pueblo escogido y liberado por el mismo Dios. La abstención del trabajo era un signo de su libertad. fruto de la intervención divina y reflejo de la misma libertad de Dios que domina todas las cosas. Con la observancia del sábado el israelita recordaba el gran hecho de la liberación de la esclavitud de Egipto, y tomaba conciencia de su dignidad de hombre libre, participante del mismo reposo divino.

Durante los primeros siglos del cristianismo, la celebración del domingo no incluía la obligación del reposo. Era, eso si, el día de la alegría por el triunfo de Cristo. La paz constantiniana permitió manifestar la alegría dominical también con el reposo del trabajo. Desde aquel momento la iglesia vinculó la obligación del descanso con la celebración del domingo. Y desde aquel momento los cristianos descubrieron las profundas motivaciones del descanso semanal.

El domingo es el día del gozo y de la libertad. Gozo de contemplar la victoria de Cristo, y de sentirnos librados de la esclavitud que nos ataba al pecado y a sus consecuencias dolorosas. Por eso el domingo es el día del fiesta, de alegría, de vestido nuevo y de campanas al vuelo; día de intimidad familiar y de diversión reparadora. también por eso el domingo es el día del descanso. El cristiano se libera del trabajo cotidiano que esclaviza, y experimenta la alegría de saber que es amo de las cosas, hijo de Dios, libre con la misma libertad divina que nos ha sido conquistada por Cristo.

III. NUEVO CALENDARIO DE DÍAS FESTIVOS RELIGIOSOS EN COLOMBIA

La Conferencia Episcopal de Colombia, en su "Mensaje Pastoral" del 14 de julio de 1983, promulgó las nuevas normas para el calendario festivo religioso en Colombia, y queda como se describe a continuación:

1. Días de precepto: es decir, con la obligación para los católicos de participar en la Santa M isa y observar el descanso festivo:

a. Todos los domingos del año

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b. El lo. de enero, solemnidad de Santa María Madre de Dios

c. El 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María.

d. E125 de diciembre, solemnidad de La Navidad del Señor.

2. Se trasladan a domingo las siguientes fiestas:

a. La solemnidad de la Epifanía del Señor, al domingo ocurrente entre el 2 y el 8 de enero.

b. La solemnidad de la Ascensión del Señor, al domingo siguiente al jueves en que solía celebrarse.

c. La solemnidad del Cuerpo y la Sangre del Señor(Corpus), al domingo siguiente al jueves en que solía celebrarse.

3. No serán fiestas de precepto, es decir, en lo sucesivo no es obligatorio participar en la Misa ni abstenerse de trabajar, los siguientes días:

a. El 19 de marzo, solemnidad de San José.

b. El 29 de junio, solemnidad de los Santos apóstoles Pedro y Pablo.

c. El 15 de agosto, solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen.

d. El lo. de noviembre, solemnidad de todos los santos.

e. El Jueves y Viernes Santos que, sin ser fiestas de precepto son observados religiosamente por los fieles, seguirán celebrándose con h misma solemnidad de siempre.

4. Consecuencias de orden religioso:

La Conferencia Episcopal Colombiana pone de presente que es ley de la Iglesia, obligatoria para los fieles mayores de siete años, no legítimamente impedidos, participar en la Santa misa y observar el descanso festivo los domingos y fiestas de precepto. Esta ley no ha sido suprimida ni mitigada, y conserva todo su vigor; su observancia es verdadero signo de compromiso cristiano y fuente de gracia. Para ello, desde hace años, se ha ampliado la posibilidad de cumplir con el precepto de la misa, desde la tarde anterior al domingo o fiesta, como se ha difundido ya en nuestras costumbres pastorales.

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DOCUMENTO 4

EL RESPTEO A LA VIDA

1. EL PROBLEMA DE LA REVOLUCIÓN BIOÉTICA

La ciencia de nuestro siglo plantea indudables problemas de índole moral. Los conflictos morales provocados por el complejo manejo tanto pacífico (centrales nucleares) como militar (armas nucleares) de la energía atómica son de sobra conocidos. La alarma la dieron los propios físicos atómicos, quien en los años cincuenta firmaron manifiestos en contra de la producción y almacenamiento de armas nucleares. Albert Einstein, la persona que convenció a Roosevelt de la necesidad de construir la bomba atómica ante la duda de si Hitler no estaría fabricándola, inició tras la Segunda Guerra Mundial la gran cruzada de la paz, previniendo una y otra vea al mundo de los peligros que se avecinaban de seguir las grandes potencias por el camino emprendido. Pronto le siguieron otros muchos humanistas y científicos. De los primeros es preciso citar dos, Albert Schweizer y Karl Jaspers. Dieciocho de los segundos, entre ellos los descubridores en 1939 del hallazgo que hizo posible la fabricación de bombas atómicas, la fisión nuclear, firmaron una famosa carta contra las armas atómicas, en la que entre otras cosas decía: “No negamos que el temor recíproco provocado por las bombas de hidrógeno pueda contribuir sustancialmente al mantenimiento de la paz en todo el mundo y de la libertad en una parte de él. Pero consideramos que, a la larga, es dudosa esa manera de asegurar la paz y la libertad, y mortal el peligro en caso de que falle”. Años después de esa declaración tal advertencia no sólo no ha perdido valor sino que ha pasado a ser un ingrediente formal de nuestra actualidad ética y civil. El problema ha adquirido las dimensiones de fuerza social y política de rearme nuclear, e intentar impedir, o al menor retrasar, la posibilidad de una “guerra de las galaxias”. El movimiento social por la paz está llevando a las propias confesiones religiosas a replantearse sus tradicionales tesis sobre la “guerra justa”. Hace pocos años el episcopado católico norteamericano llamaba la atención sobre la necesidad de revisar los conceptos tradicionales de “guerra justa” y “propia defensa”, a la vista de la desmedida capacidad mortífera de los ingenios nucleares. El potencial destructivo de las nuevas armas es tan elevado que puede acabar con la vida del planeta. Efecto tan desproporcionado, no hay causa que pueda justificarlo, razón por la cual no sólo el uso sino la construcción y el almacenamiento de estas armas deben ser tenidos por inmorales. Este estado de cosas demuestra bien la profunda incidencia que la revolución operada en la física atómica ha tenido sobre la moral civil.

No menor, sino quizá mayor, está siendo el efecto moral de la revolución biomédica. Los programas de investigación en ingeniería genética no hay duda que puedan llegar a ser altamente peligrosos y hasta nocivos. En otros casos, aún no siendo tales experimentos directamente nocivos, se piensa que pueden resultar peligrosos para el equilibrio ecológico. Las cuestiones bioéticas de auténtica repercusión práctica son otras, como las relacionadas con el inicio de la vida auténticamente humana en el embrión y la interrupción del embarazo, o los conflictos que suscita la determinación del momento de la muerte (de tanta importancia para la programación de transplantes de órganos, la eutanasia, la distanasia, etc.).

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El impacto de la revolución biomédica sobre la moral tiene otra faceta no menos importante y de signo contrario. Los arriba citados son problemas y conflictos entre ciencia (física y biología) y ética, que obligan a los entes sociales y políticos a reglamentar esas actividades estableciendo sistemas de control y formulando prohibiciones concretas.

La bioética es hoy una disciplina muy importante porque trata cuestiones “conflictivas”. En la base de la bioética está el conflicto, el “conflicto de valores”. Si todos estuviéramos de acuerdo en la solución de los problemas, éstos no serían tales. Hay problema porque hay conflicto. ¿Y cómo se resuelven los conflictos?

Lo bioético ha partido de un principio, el que en las sociedades plurales hay “conflictos de valores” y de un presupuesto, que esos conflictos, cuando dejan de ser individuales y se convierten en sociales y políticos, deben resolverse por procedimientos “democráticos”.

LA CUESTION ES DE FONDO

Sería ingenuo pensar que con esto se han resuelto todos los problemas. Nada de eso. La moral de las personas depende en última instancia de sus propias concepciones del mundo, y tiene por tanto un marco de referencia que es siempre religioso o metafísico. No reconocerlo así sería realmente ingenuo.

Naturalmente, en nuestra sociedad las ideas del mundo son muy distintas.

EL CODIGO DE LA LEY DE LA VIDA

El código de la ley de la vida, está inscrito en el DNA, dentro del cual está toda la información necesaria para construir un individuo a partir de un cromosoma. Toda la información necesaria, para darle al feto las características únicas que lo definirán como persona distinta a todas las demás, está incluida en un espacio que perfectamente cabría en la punta de una aguja, y está presente desde el momento mismo de la fecundación.

En el campo de la experimentación con embriones, si lo que hacemos es para beneficio del embrión, entonces se llama medicina. Pero si es para nuestros propios fines e interese, entonces eso se llama experimentación y estamos utilizando el embrión a título de simple material. El motivo por el cual no debemos experimentar con embriones humanos es muy claro: las leyes genéticas dicen muy claramente que cada embrión es, en sí, un ser humano.

Impresa en él o en ella está toda la información necesaria no sólo para desarrollar un cuerpo sino también para construir ese fantástico instrumento para resolver problemas conocido como cerebro, mucho más complejo que cualquier computador y capaz aún de entender las leyes del universo. De aceptar cualquier tipo de manipulación, exploración, juego o experimentación con embriones humanos, estaríamos simplemente aceptando la explotación y la experimentación con seres humanos, no para su propio beneficio, sino para satisfacer los intereses del experimentador o de la sociedad. Eso sería totalmente contrario al concepto de civilización. El progreso de la civilización puede medirse claramente por el respeto que la sociedad ofrece a sus miembros más débiles e indefensos. Si ella se olvida de este hecho, entonces carece de civilización.

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La idea del mundo propia de la cultura occidental del siglo XX gira en torno a una idea, que en inglés se dice well-being y en castellano “bienestar”. Hay una “economía de bienestar”, que tiene por objeto definir las estrategias políticas necesarias y suficientes para que la economía real se acerque lo más posible al modelo del óptimo eficiente. Estas estrategias han de consistir en la redistribución de la renta, la prohibición de los monopolios y las externalidades y, en fin, la protección del desempleo. Sólo mitigando la desigualdad, evitando las distorsiones de los monopolios y corrigiendo las externalidades puede conseguirse un sistema económicamente óptimo.

Hay, pues, una economía de bienestar, que conlleva inexorablemente el diseño de una “política de bienestar”, ha dominado la política de los países tercermundistas desde los años de la Segunda Guerra Mundial.

Hay una economía de bienestar y una política de bienestar. Hay también una medicina de bienestar. La medicina es casi tan antigua como el hombre, y sin embargo nunca hasta nuestro siglo se la había definido en términos de bienestar. Adviértase que la definición dice que la salud no es sólo ausencia de enfermedad, como ocurrió siempre en la medicina clásica, sino un estado de perfecto bienestar físico psicológico y social. Salud y bienestar se utilizan como términos sinónimos e intercambiables. El bienestar se “medicaliza”. Esto explica el auge de la medicina en el siglo XX.

Hay una economía de bienestar, una política de bienestar. Pero hay también una ética de bienestar. Esto es muy importante para entender todo lo que está sucediendo. En nuestra sociedad el criterio moral máximo y casi único es el del bienestar. Bueno es lo que va a favor del bienestar, y malo lo que produce malestar, y como bienestar y salud se convierten entre sí, como diría un escolástico, puede decirse también que bueno es lo que va a favor de la salud y malo lo contrario. Salud y bienestar son los dos grandes criterios de moralidad. Hoy vivimos una ética del bienestar.

Pero si el bienestar es el criterio último económico, político, médico y moral de nuestra cultura, su expresión más concreta se encuentra en un derecho humano que en estas últimas décadas ha adquirido una importancia excepcional, el right to privacy o derecho de privacidad.

Ese mismo derecho de privacidad se ha aplicado en estos años por analogía a los problemas que plantea el final de la vida (eutanasia, suicidio involuntario, etc.), y en general a todas las cuestiones morales relacionadas con el ejercicio de la medicina. De esta forma, el derecho constitucional a la privacidad ha llegado a ser el primero y supremo principio moral de la bioética norteamericana, como especificación del llamado “principio de autonomía”. Según él toda persona tiene el derecho y la obligación moral de realizarse como individuo autónomo y libre, sin intervención coercitiva de segundos, incluido el Estado, salvo en casos de grave conflicto con el principio de bien común o de justicia.

Bienestar, privacidad, autonomía. He aquí las tres palabras quizá más importantes en el desarrollo de la actual bioética. ¿Son indiscutibles? Ciertamente, no.

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Bienestar, privacidad, autonomía, son términos discutibles, muy discutibles. Cabe hacerse otra pregunta: ¿Son principios cristianos? No, no lo son. El respeto a la vida en todas sus dimensiones es principio fundamental del cristianismo, de la propuesta de los Evangelios, de la Revelación de un Dios que crea, cuida, protege la vida.

El Santo Padre, Juan Pablo II hace presente mucho de esta Revelación Cristiana, tan necesaria para nuestras decisiones de hoy, en la Encíclica “El Evangelio de la Vida”, de la cual transcribimos algunos apartes.

JUAN PABLO IIEL EVANGELIO DE LA VIDA

EN FAVOR DE LA VIDA

Es urgente una movilización general de las conciencias y un común esfuerzo ético, para poner en práctica unan gran estrategia a favor de la vida. Todos juntos debemos construir una nueva cultura de la vida: nueva, para que sea capaz de afrontar y resolver los problemas propios de hoy sobre la vida del hombre; nueva, para que sea asumida con una convicción más firme y activa por todos los cristianos; nueva, para que pueda suscitar un encuentro cultural serio y valiente con todos. La urgencia de este cambio cultural está relacionado con la situación histórica que estamos atravesando, pero tiene su raíz en la misma misión evangelizadora, propia de la Iglesia. En efecto, el Evangelio pretende <transformar desde dentro, renovar la misma humanidad>; es como la levadura que fermenta toda la masa (Ver Mateo 13, 33) y, como tal, está destinado a impregnar todas las culturas y a animarlas desde dentro, para que expresen la verdad plena sobre el hombre y sobre la vida.

Se debe comenzar por la renovación de la cultura de la vida dentro de las mismas comunidades cristianas. Muy a menudo los creyentes, incluso quienes participan activamente en la vida eclesial, caen en una especie de separación entre la fe cristiana y sus exigencias éticas con respecto a la vida, llegando así al subjetivismo moral y a ciertos comportamientos inaceptables. Ante esto debemos preguntarnos, con gran lucidez y valentía, qué cultura de la vida se difunde hoy entre los cristianos, las familias, los grupos y las comunidades de nuestra Diócesis. Con la misma caridad y decisión, debemos determinar qué pasos hemos de dar para servir a la vida según la plenitud de su verdad. Al mismo tiempo, debemos promover un diálogo serio y profundo con todos, incluidos los no creyentes, sobre los problemas fundamentales de la vida humana, tanto en los lugares de elaboración del pensamiento, como en los diversos ámbitos profesionales y allí donde se desenvuelve cotidianamente la existencia de cada uno.

Formación de la Conciencia Moral

El primer paso fundamental para realizar este cambio cultural consiste en la formación de la conciencia moral sobre el valor inconmensurable e inviolable de toda vida humana. Es de suma importancia redescubrir el nexo inseparable entre vida y libertad. Son bienes inseparables: donde se viola uno, el otro acaba también por ser violado. No hay libertad

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verdadera donde no se acoge y ama la vida; y no hay vida plena sino en la libertad. Ambas realidades guardan además una relación innata y peculiar, que las vincula indisolublemente: la vocación al amor. Este amor, como don sincero de sí, es el sentido más verdadero de la vida y de la libertad de la persona.

No menos decisivo en la formación de la conciencia es el descubrimiento del vínculo constitutivo entre la libertad y la verdad. Como he repetido otras veces, separar la libertad de la verdad objetiva hace imposible fundamentar los derechos de la persona sobre una sólida base racional y pone las premisas para que se afirme en la sociedad el arbitrio ingobernable de los individuos y el totalitarismo del poder público causante de la muerte.

Es esencial pues que el hombre reconozca la evidencia original de su condición de criatura, que recibe de Dios el ser y la vida como don y tares. Sólo admitiendo esta dependencia innata en su ser, el hombre puede desarrollar plenamente su libertad y su vida y, al mismo tiempo, respetar en profundidad la vida y libertad de las demás personas. Aquí se manifiesta ante todo que <el punto central de toda cultura lo ocupa la actitud que el hombre asume ante el misterio más grande: el misterio de Dios>. Cuando se niega a Dios y se vive como si no existiera, o no se toman en cuenta sus mandamientos, se acaba fácilmente por negar o comprometer también la dignidad de la persona humana y el carácter inviolable de su vida.

Educar en el valor de la vida comenzando por sus mismas raíces

A la formación de la conciencia está vinculada estrechamente la labor educativa, que ayuda al hombre a ser cada vez más hombre, lo introduce siempre más profundamente en la verdad, lo orienta hacia un respeto creciente por la vida, lo forma en las justas relaciones entre las personas.

En particular, es necesario educar en el valor de la vida comenzando por sus mismas raíces. Es una ilusión pensar que se puede construir una verdadera cultura de la vida humana, si no se ayuda a los jóvenes a comprender y vivir la sexualidad, el amor y toda la existencia según su verdadero significado y en su íntima correlación. La sexualidad, riqueza de toda la persona. <manifiesta su significado íntimo al llevar a la persona hacia el don de sí misma en el amor>. La banalización de la sexualidad es uno de los factores principales que están es la raíz del desprecio por la vida naciente: sólo un amor verdadero sabe custodiar la vida. Por tanto, no se nos puede eximir de ofrecer sobre todo a los adolescentes y a los jóvenes la auténtica educación de la sexualidad y del amor, una educación que implica la formación de la castidad, como virtud que favorece la madurez de la persona y la capacita para respetar el significado <esponsal> del cuerpo.

La labor de educación para la vida requiere la formación de los esposo para la procreación responsable. Esta exige, en su verdadero significado, que los esposos sean dóciles a la llamada del Señor y actúen como fieles intérpretes de su designio: esto se realiza abriendo generosamente la familia a nuevas vidas y, en todo caso, permaneciendo en actitud de apertura y servicio a la vida incluso cuando, por motivos serios y respetando la ley moral, los esposos optan por evitar temporalmente o a tiempo indeterminado un nuevo nacimiento. La ley moral les obliga de todos modos a encauzar las tendencias del instinto y de las

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pasiones y a respetar las leyes biológicas inscritas en sus personas. Precisamente este respeto legitima, al servicio de la responsabilidad en la procreación, el recurso a los métodos naturales de regulación de la fertilidad: éstos han sido precisados cada vez mejor desde el punto de vista científico y ofrecen posibilidades concretas para adoptar decisiones en armonía con los valores morales. Una consideración honesta de los resultados alcanzados debería eliminar prejuicios todavía muy difundidos y convencer a los esposos, y también a los agentes sanitarios y sociales, de la importancia de una adecuada formación al respecto. La Iglesia está agradecida a quienes con sacrificio personal trabajan en la investigación y difusión de estos métodos, promoviendo al mismo tiempo una educación en los valores morales que su uso supone.

El dolor y el sufrimiento tienen un sentido y un valor

La labor educativa debe tener en cuenta también el sufrimiento y la muerte. En realidad forman parte de la experiencia humana, y es vano, además de equivocado, tratar de ocultarlos o descartarlos. Al contrario, se debe ayudar a cada uno a comprender, en la realidad concreta y difícil, su misterio profundo. El dolor y el sufrimiento tienen también un sentido y un valor, cuando se viven en estrecha relación con el amor recibido y entregado. En este sentido he querido que se celebre cada año la Jornada Mundial del Enfermo, destacando <el carácter salvífico del ofrecimiento del sacrificio que, vivido en comunión con Cristo, pertenece a la esencia misma de la redención>. Por otra parte, incluso la muerte es algo más que una aventura sin esperanza: es la puerta de la existencia que se proyecta hacia la eternidad y, para quienes la vida en Cristo, es experiencia de participación en su misterio de muerte y resurrección.

Un nuevo estilo de vida

En síntesis, podemos decir que el cambio cultural deseado aquí exige a todos el valor de asumir un nuevo estilo de vida que se manifieste en poner como fundamento de las decisiones concretas -a nivel personal, familiar, social e internacional- la justa escala de valores, la primacía del ser sobre el tener, de la persona sobre las cosas. Este nuevo estilo de vida implica también pasar de la indiferencia al interés por el otro y del rechazo a su acogida: los demás no son contrincantes de quienes hay que defenderse, sino hermanos y hermanas con quienes se ha de ser solidarios; hay que amarlos por sí mismos; nos enriquecen con su misma presencia.

En la movilización por una nueva cultura de la vida nadie se debe sentir excluido: todos tienen un papel importante que desempeñar. La misión de los profesores y de los educadores es, junto con la de las familias, particularmente importante. De ellos dependerá mucho que los jóvenes, formados en una auténtica libertad, sepan custodiar interiormente y difundir a su alrededor ideales verdaderos de vida, y que sepan crecer en el respeto y servicio a cada persona, en la familia y en la sociedad.

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DOCUMENTO 5

LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Con cierta frecuencia escuchamos o leemos que “eso pertenece a la Doctrina Social de la Iglesia”, o “según la doctrina Social de la Iglesia”. ¿Qué es la Doctrina Social de la Iglesia? ¿A qué temas se refiere? ¿En qué se fundamenta?

“La Doctrina Social de la Iglesia es el conjunto de principios, con fundamento teológico y filosófico, que ordenan la conducta moral del hombre en sus relaciones con los demás hombres80. Se basa en la revelación divina –contenida en la Sagrada Escritura y en Tradición- y en las leyes de la naturaleza.

El Magisterio de la Iglesia precisa y aplica, a lo largo de la historia, estas verdades y valores de ética social universal, a las situaciones concretas de los hombres, con el fin fe ayudar a los pueblos y a los gobernantes a organizar una sociedad más humana y más acorde con la voluntad de Dios sobre este mundo.

“La Doctrina Social de la Iglesia aporta criterios éticos radicales. Todo cristiano ha de sentirse urgido en llevarlos a la practica” (J.P. II).

En la Exhortación Apostólica Ecclesia in América, el Santo Padre Juan Pablo II, expone con claridad las cuestiones más acuciantes del mundo de hoy, y las analiza a partir de los principios de la doctrina social de la Iglesia y propone soluciones acordes con ella, y posibles para los creyentes. “Conocer esta Doctrina Social de la Iglesia constituye una verdadera prioridad pastoral. Por ello es importante que en América los agentes de Evangelización asimilen este tesoro e iluminados por él se hagan capaces de leer la realidad actual y de buscar vías para la acción...”. (E.A. No. 54).

JUAN PABLO IIEXHORTACIÓN APOSTÓLICA ECCLESIA IN AMERICA

En la doctrina social de la Iglesia ocupa un lugar importante el derecho a un trabajo digno. Por esto, ante las altas tasas de desempleo que afectan a muchos países americanos y ante las duras condiciones en que se encuentran no pocos trabajadores en la industria y en el campo, <es necesario valorar el trabajo como dimensión de realización y de dignidad de la persona humana. Es una responsabilidad ética de una sociedad organizada promover y apoyar una cultura de trabajo>.

80 Ofrece, criterios de juicio y directrices de acción que aplican la moral y la ética a los problemas sociales, dejando libertad en la elección de las vías o de los medios más adecuados para la solución específica de las diversas cuestiones sociales en cada caso concreto.

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Globalización de la solidaridad

El complejo fenómeno de la globalización, es una de las características del mundo actual, perceptible especialmente en América. Dentro de esta realidad polifacética, tiene gran importancia el aspecto económico. Con su doctrina social, la Iglesia ofrece una valiosa contribución a la problemática que presenta la actual economía globalizada. Su visión moral en esta materia <se apoya en las tres piedras angulares fundamentales de la dignidad humana, la solidaridad y la subsidiariedad>. La economía globalizada debe ser analizada a la luz de los principios de la justicia social, respetando la opción preferencial por los pobres, que han de ser capacitados para protegerse de esta economía y ante las exigencias del bien común internacional. En realidad, <la doctrina social de la Iglesia es la visión moral que intenta asistir a los gobiernos, a las instituciones y a las organizaciones privadas para que configuren un futuro congruente con la dignidad de cada persona. A través de este prisma se pueden valorar las cuestiones que se refieren a la deuda externa de las naciones, a la corrupción política interna y a la discriminación dentro [de la propia nación] y entre las naciones>.

La Iglesia en América está llamada a promover una mayor integración entre las naciones, contribuyendo de este modo a crear una verdadera cultura globalizada de la solidaridad, a colaborar con los medios legítimos en la reducción de los efectos negativos de la globalización, como son el dominio de los más fuertes sobre los más débiles, especialmente en el campo económico, y la pérdida de los valores de las culturas locales a favor de una mal entendida homogeneización.

Pecados sociales que claman al cielo

A la luz de la doctrina social de la Iglesia se aprecia también, más claramente, la gravedad de <los pecados sociales que claman al cielo, porque generan violencia, rompen la paz y la armonía entre las comunidades de una misma nación, entre las naciones y entre las diversas partes del Continente>. Entre estos pecados se deben recordar, <el comercio de drogas, el lavado de las ganancias ilícitas, la corrupción en cualquier ambiente, el terror de la violencia, el armamentismo, la discriminación racial, las desigualdades entre los grupos sociales, la irrazonable destrucción de la naturaleza>. Estos pecados manifiestan una profunda crisis debido a la pérdida del sentido de Dios y a la ausencia de los principios morales que deben regir la vida de todo hombre. Sin una referencia moral se cae en un afán ilimitado de riqueza y de poder, que ofusca toda visión evangélica de la realidad social.

No pocas veces, esto provoca que algunas instancias públicas se despreocupen de la situación social. Cada ves más, en muchos países americanos impera un sistema conocido como <neoliberalismo>; sistema que haciendo referencia a una concepción economicista del hombre, considera las ganancias y las leyes del mercado como parámetros absolutos en detrimento de la dignidad y del respeto de las personas y los pueblos. Dicho sistema se ha convertido, a veces, en una justificación ideológica de algunas actitudes y modos de obrar en el campo social y político, que causan la marginación de los más débiles. De hecho, los pobres son cada vez más numerosos, víctimas de determinadas políticas y de estructuras frecuentemente injustas.

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La mejor respuesta, desde el Evangelio, a esta dramática situación es la promoción de la solidaridad y de la paz, que hagan efectivamente realidad la justicia. Para esto se ha de alentar y ayudar a aquellos que son ejemplo de honradez en la administración del erario público y de la justicia. Igualmente se ha de apoyar el proceso de democratización que está en marcha en América, ya que en un sistema democrático son mayores las posibilidades de control que permiten evitar los abusos.

<El Estado de Derecho es la condición necesaria para establecer una verdadera democracia>. Para que ésta se pueda desarrollar, se precisa la educación cívica así como la promoción del orden público y de la paz en la convivencia civil. En efecto, <no hay una democracia verdadera y estable sin justicia social. Para esto es necesario que la Iglesia preste mayor atención a la formación de la conciencia, prepare dirigentes sociales para la vida pública en todos los niveles, promueva la educación ética, la observancia de la ley de los derechos humanos y emplee un mayor esfuerzo en la formación ética de la clase política>.

El fundamento último de los derechos humanos

Conviene recordar que el fundamento sobre el que se basan todos los derechos humanos en la dignidad de la persona. En efecto, <la mayor obra divina, el hombre, es imagen y semejanza de Dios. Jesús asumió nuestra naturaleza menos el pecado; promovió y defendió la dignidad de toda la persona humana sin excepción alguna; murió por la libertad de todos. El Evangelio nos muestra cómo Jesucristo subrayó la centralidad de la persona humana en el orden natural (cf. Lc 12, 22-29), en el orden social y en el orden religioso, incluso respecto a la Ley (cf. Mc 2, 27); defendiendo el hombre y también la mujer (cf. Jn 8, 11) y los niños (cf. Mt 19, 13-15), que en su tiempo y en su cultura ocupaban un lugar secundario en la sociedad. De la dignidad del hombre en cuanto hijo de Dios nacen los derechos humanos y las obligaciones>. Por esta razón, <todos atropello a la dignidad del hombre es atropello al mismo Dios, de quien es imagen>. Esta dignidad es común a todos los hombres sin excepción, ya que todos han sido creados a imagen de Dios (cf. Gn 1,26). La respuesta de Jesús a la pregunta <¿Quién es mi prójimo?> (Lc 10, 29) exige de cada uno una actitud de respeto por la dignidad del otro y de cuidado solícito hacia él, aunque se trate de un extranjero o un enemigo (cf. Lc 10, 30-37). En toda América la conciencia de la necesidad de respetar los derechos humanos ha ido creciendo en estos últimos tiempos, sin embargo todavía queda mucho por hacer, si se consideran las violaciones de los derechos de personas y de grupos sociales que aún se dan en el Continente.

Amor preferencial por los pobres y marginados

<La Iglesia en América debe encarnar en sus iniciativas pastorales la solidaridad de la Iglesia universal hacia los pobres y marginados de todo género. Su actitud debe incluir la asistencia, promoción, liberación y aceptación fraterna. La Iglesia pretende que no haya en absoluto marginados>. El recuerdo de los capítulos oscuros de la historia de América relativos a la existencia de la esclavitud y de otras situaciones de discriminación social, ha de suscitar un sincero deseo de conversión que lleve a la reconciliación y a la comunión.

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La atención a los más necesitados surge de la opción de amar de manera preferencial a los pobres. Se trata de un amor que no es exclusivo y no puede ser pues interpretado como signo de particularismo o de sectarismo; amando a los pobres el cristiano imita las actitudes del Señor, que en su vida terrena se dedicó con sentimientos de compasión a las necesidades de las personas espiritual y materialmente indigentes.

La actitud de la Iglesia a favor de los pobres en todas las partes del Continente es importante... Se debe intensificar y ampliar cuanto se hace ya en este campo, intentando llegar al mayor número posible de pobres. La Sagrada Escritura nos recuerda que Dios escucha el clamor de los pobres (cf. Sal 34 [33],7) y la Iglesia ha de estar atenta al clamor de los más necesitados. Escuchando su voz, <la Iglesia debe vivir con los pobres y participar de los dolores. [...] Debe finalmente testificar por su estilo de vida que sus prioridades, sus palabras y sus acciones, y ella misma está en comunión y solidaridad con ellos>.

La deuda externa

La existencia de una deuda externa que asfixia a muchos pueblos del Continente americano es un problema complejo. Aun sin entrar en sus numerosos aspectos, la Iglesia en su solicitud pastoral no puede ignorar este problema, ya que afecta la vida de tantas personas. Yo he expresado también varias veces mi preocupación por esta situación, que en algunos casos se ha hecho insostenible...: los cristianos deberán hacerse voz de todos los pobres del mundo, proponiendo el jubileo como un tiempo oportuno para pensar entre otras cosas en una notable reducción, si no en una total condonación, de la deuda internacional que grava sobre el destino de muchas naciones.

A nivel más amplio posible, sería oportuno que <expertos en economía y cuestiones monetarias, de fama internacional, procedieran a una análisis crítico del orden económico mundial, en sus aspectos positivos y negativos, de modo que se corrija el orden actual, y propongan un sistema y mecanismos capaces de promover el desarrollo integral y solidario de las personas y los pueblos>.

Lucha contra la corrupción

En América el fenómeno de la corrupción está también ampliamente extendido. La Iglesia puede contribuir eficazmente a erradicar este mal de la sociedad civil con <una mayor presencia de cristianos laicos cualificados que, por su origen familiar, escolar y parroquial, promuevan la práctica de valores como la verdad, la honradez, la laboriosidad y el servicio del bien común>. Para lograr este objetivo y también para iluminar a todos los hombres de buena voluntad, deseosos de poner fin a los males derivados de la corrupción, hay que enseñar y difundir lo más posible la parte que corresponde a este tema en el Catecismo de la Iglesia Católica. Los cristianos así formados contribuirán significativamente a la solución de este problema, esforzándose por llevar a la práctica la doctrina social de la Iglesia en todos los aspectos que afecten a sus vidas y en aquellos otros a los que pueda llegar su influjo.

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El problema de las drogas

Con relación al grave problema del comercio de drogas, la Iglesia en América puede colaborar eficazmente con los responsables de las Naciones, los directivos de empresas privadas, las organizaciones no gubernamentales para desarrollar proyectos que eliminen este comercio que amenaza la integridad de los pueblos en América...

Hay que tener también presente que se debe ayudar a los agricultores pobres para que no caigan en la tentación del dinero fácil obtenible con el cultivo de las plantas de las que se extraen las drogas. A este respecto, las Organizaciones internacionales pueden prestar una colaboración preciosa a los Gobiernos nacionales favoreciendo, con incentivos diversos, las producciones agrícolas alternativas. Se ha de alentar también la acción de quienes se esfuerzan en sacar la droga a los que la usan, dedicando una atención pastoral a las víctimas de la tóxicodependencia. Tiene una importancia fundamental ofrecer el verdadero <sentido de la vida> a las nuevas generaciones, que por carencia del mismo acaban por caer frecuentemente en la espiral perversa de los estupefacientes. Este trabajo de recuperación y rehabilitación social puede ser también una verdadera y propia tarea de evangelización.

La carrera de armamentos

Un factor que paraliza gravemente el progreso de no pocas naciones de América es la carrera de armamentos. Desde las Iglesias particulares de América debe alzarse una voz profética que denuncie tanto el armamentismo como el escandaloso comercio de armas de guerra, el cual emplea sumas ingentes de dinero que deberían, en cambio, destinarse a combatir la miseria y a promover el desarrollo. Por otra parte, la acumulación de armamentos es un factor de inestabilidad y una amenaza para la paz. Por esto, la Iglesia está vigilante ante el riesgo de conflictos armados, incluso, entre naciones hermanas. Ella, como signo e instrumento de reconciliación y paz, ha de procurar <por todos los medios posibles, también por el camino de la mediación y del arbitraje, actuar en favor de la paz y de la fraternidad entre los pueblos>.

Cultura de la muerte y sociedad dominada por los poderosos Hoy en América, como en otras partes del mundo, parece perfilarse un modelo de sociedad en la que dominan los poderosos, marginando e incluso eliminando a los débiles. Pienso ahora en los niños no nacidos, víctimas indefensas del aborto; en los ancianos y enfermos incurables, objeto a veces de la eutanasia; y en tantos otros seres humanos marginados por el consumismo y el materialismo. No puedo ignorar el recurso no necesario a la pena de muerte cuando otros <medios incruentos bastan para defender y proteger la seguridad de las personas contra el agresor...>. semejante modelo de sociedad se caracteriza por la cultura de la muerte y, por tanto, en contraste con el mensaje evangélico. Ante esta desoladora realidad, la Comunidad eclesial tarta de comprometerse cada vez más en defender la cultura de la vida.

Subrayando con vigor la incondicionada reverencia y la total entrega a favor de la vida humana desde el momento de la concepción hasta el momento de la muerte natural, y expresan la condena de males como el aborto y la eutanasia. Comprometerse para que los

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valores de la vida y de la familia sean reconocidos y defendidos en el ámbito social y en la legislación del Estado. Además de la defensa de la vida, se ha de intensificar, a través de múltiples instituciones pastorales, una activa promoción de las adopciones y una constante asistencia a las mujeres con problemas en su embarazo, tanto antes como después del nacimiento del hijo. Se ha de dedicar además una especial atención pastoral a las mujeres que han padecido o procurado activamente el aborto.

Esta misma solicitud se ha de tener con los ancianos, a veces descuidados y abandonados. Ellos deben ser respetados como personas. Es importante poner en práctica para ellos iniciativas de acogida y asistencia que promuevan sus derechos y aseguren, en la medida de lo posible, su bienestar físico y espiritual.

Dirijo un llamado a <los católicos que trabajan en el campo médico-sanitario y a quienes ejercen cargos públicos, así como a los que se dedican a la enseñanza, para que hagan todo lo posible por defender las vidas que corren más peligro, actuando con una conciencia rectamente formada según la doctrina católica.

Promuevan buenos proyectos de ley y así se impidan aquellos otros que amenazan a la familia y la vida, que son dos realidades inseparables. En nuestros días hay que tener especialmente presente todo lo que se refiere a la investigación embrionaria, para que de ningún modo se vulnere la dignidad humana.

Juan Pablo II: Ecclesia in América. No. 54 a 63.

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DOCUMENTO 6

EL SUFRIMIENTO DE LA TIERRAMENSAJE ECOLOGISTA

Entre 1500 y 1850 una especie desaparecía cada diez años; en 1990 diez especies desaparecían cada día; en el año 2002 una especie desaparece cada hora.

El hombre ha destruido la tierra que habita y a la que está naturalmente ligado: dolorosa destrucción de especies vegetales y animales, alteración de los ciclos biológicos, desaparición o contaminación de mares interiores, de lagos, de ríos, de capaz freáticas, tala de árboles al ritmo de 30 millones de hectáreas boscosas por año.

En cada destrucción el hombre hiere cruelmente a la tierra, pero se hiere aun más a sí mismo, pues el hombre hace parte de ella, y lo que le afecta a ella, lo afecta a él. El hombre es solidario con las plantas, los animales, sus congéneres; la repercusión de sus destrucciones afectan a todo el conjunto, incluida el alma humana, no hecha para una sociedad del despilfarro y la ignorancia de la existencia de otros, ni para la carencia de los bienes necesarios para existir dignamente.

A esta realidad nos referimos cuando hablamos de la catástrofe ecológica.

El término “ecología” formado por la unión de dos palabras griegas: eikos = casa y logos = ciencia, designa la ciencia de las relaciones de un organismo con su medio.

La ecología se aplica al estudio de las “poblaciones” de individuos de la misma especie.

El término “ecosistema” ha promovido el estudio de la forma de organización recíproca de un conjunto de individuos y un medio ambiente para asegurar el equilibrio de la vida en la naturaleza.

Las investigaciones ecológicas y la del ecosistema han mostrado la gravedad de la situación que hoy vive el hombre sobre la tierra herida por el mismo. Esta situación y sus consecuencias, han llevado al Santo Padre a hacer una severa advertencia a los católicos y a todo hombre, acerca de los peligros que se ciernen sobre todo ser vivo, al destruir injustificada y masivamente la tierra.

En nuestros días aumenta cada vez más la convicción de que la paz mundial está amenazada, además de la carrera armamentista, por los conflictos regionales y las injusticias aún existentes en los pueblos y entre las naciones, así como por la falta del debido respeto a la naturaleza, la explotación desordenada de sus recursos y el deterioro progresivo de la calidad de la vida. Esta situación provoca una sensación de inestabilidad e inseguridad que a su vez favorece formas de egoísmo colectivo, acaparamiento y prevaricación.

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Ante el extendido deterioro ambiental, la humanidad se da cuenta de que no se puede seguir usando los bienes de la tierra como en el pasado. La opinión pública y los responsables políticos están preocupados por ello, y los estudiosos de las más variadas disciplinas examinan sus causas. Se está formando así una conciencia ecológica, que no debe ser obstaculizada, sino más bien favorecida, de manera que se desarrolle y madure encontrando una adecuada expresión en programas e iniciativas concretas.

No pocos valores éticos, de importancia fundamental para el desarrollo de una sociedad pacífica, tienen una relación directa con la cuestión ambiental. La interdependencia de los muchos desafíos, que el mundo actual debe afrontar, confirma la necesidad de soluciones coordinadas, basadas en una coherente visión moral del mundo.

Para el cristiano tal visión se basa en las convicciones religiosas sacadas de la Revelación. Deseo recordar la narración bíblica de la creación, confiando que aquellos que no comparten nuestras convicciones religiosas puedan encontrar igualmente elementos útiles para una línea común de reflexión y de acción.

“Y VIO DIOS QUE ERA BUENO”

En las páginas del Génesis, en las cuales se recoge la autorrevelación de Dios a la humanidad (Gén 1-3), se repiten como en estribillo las palabras: <Y vio Dios que era bueno>. Pero cuando Dios, una vez creado el cielo y el mar, la tierra y todo lo que ella contiene, crea al hombre y a la mujer, la expresión cambia notablemente: <Vio Dios cuanto había hecho, y todo era muy bueno>. (Gén 1, 31). Dios confió al hombre y a la mujer todo el resto de la creación, y entonces –como leemos- pudo descansar <de toda la obra creadora> (Gén 2,3).

La llamada a Adán y Eva, para participar en la ejecución del plan de Dios sobre la creación, avivaba aquellas capacidades y aquello dones que distinguen a la persona humana de cualquier otra criatura y, al mismo tiempo, establecía una relación ordenada entre los hombres y la creación entera. Creados a imagen y semejanza de Dios, Adán y Eva debían ejercer su dominio sobre la tierra (Gén 1, 28) con sabiduría y amor. Ellos, en cambio, con su pecado destruyeron la armonía existente, poniéndose deliberadamente contra el designio del Creador. Esto llevó no sólo a la alineación del hombre mismo, a la muerte y al fratricidio, sino también a una especie de rebelión de la tierra contra él (cfr. Gén 3, 17-19; 14, 12). Toda la creación se vio sometida a la caducidad, y desde entonces espera, de modo misterioso, ser liberada para entrar en la libertad gloriosa con todos los hijos de Dios (cfr. Rom 8, 20-21).

Los cristianos profesan que en la muerte y resurrección de Cristo se ha realizado la obra de reconciliación de la humanidad con el Padre, a quien plugo <reconciliar por él y para él todas las cosas, pacificando, mediante la sangre de su cruz, lo que hay en la tierra y en ..........................Es evidente que una solución adecuada no puede consistir simplemente en una gestión mejor o en un uso menos irracional de los recursos de la tierra. Aun reconociendo la utilidad práctica de tales medios, parece necesario remontarse hasta los orígenes y afrontar

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en su conjunto la profunda crisis moral, de la que el deterioro ambiental es uno de los aspectos más preocupantes.

LA CRISIS ECOLÓGICA: UN PROBLEMA MORAL

Aplicación indiscriminada de la ciencia y la tecnología

Algunos elementos de la presente crisis ecológica revelan de modo evidente su carácter moral. Entre ellos hay que incluir, en primer lugar, la aplicación indiscriminada de los adelantos científicos y tecnológicos. Muchos descubrimientos recientes han producido innegables beneficios a la humanidad; es más, ellos manifiestas cuán noble es la vocación del hombre a participar responsablemente en la acción creadora de Dios en el mundo. Sin embargo, se ha constatado que la aplicación de algunos descubrimientos en el campo industrial y agrícola produce, a largo plazo, efectos negativos. Todo esto ha demostrado crudamente cómo toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas y, en general, en el bienestar de las generaciones futuras.

Disminución gradual de la capa de ozono

La disminución gradual de la capa de ozono y el consecuente <efecto invernadero> han alcanzado ya dimensiones críticas debido a la creciente difusión de las industrias, de las grandes concentraciones urbanas y del consumo energético. Los residuos industriales, los gases producidos por la combustión de carburantes fósiles, la deforestación incontrolada, el uso de algunos tipos de herbicidas, de refrigerantes y propulsores; todo esto, como es bien sabido, deteriora la atmósfera y el medio ambiente. De ello se han seguido múltiples cambios metereológicos y atmosféricos cuyos efectos van desde los daños a la salud hasta el posible sumergimiento futuro de las tierras bajas.

Amplitud del daño

Mientras en algunos casos el daño es ya quizás irreversible, en otros muchos aún puede detenerse. Por consiguiente, es un deber que toda la comunidad humana –individuos, estados y organizaciones internacionales- asuma seriamente sus responsabilidades.

Pero el signo más profundo y grave de las implicaciones morales, inherentes a la cuestión ecológica, es la falta de respeto a la vida, como se ve en muchos comportamientos contaminantes.

Las razones de la producción prevalecen a menudo sobre la dignidad del trabajador, y los intereses económicos ...........los cielos> (Col 1, 20). Así la creación ha sido renovada (cfr. Ap 21, 5), y sobre ella, sometida antes a la <servidumbre> de la muerte y de la corrupción (cfr. Rom 8, 21), se ha derramado una nueva vida, mientras nosotros <esperamos... nuevos cielos y nueva tierra, en los que habite la justicia> (2 Pe 3, 13). De este modo, el Padre nos ha dado a <conocer el misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza> (Ef 1, 9-10).

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Actuación humana e integralidad de la creación

Estas reflexiones bíblicas iluminan mejor la relación entre la actuación humana y la integridad de la creación.

El hombre, cuando se aleja del designio de Dios creador, provoca un desorden que repercute inevitablemente en el resto de la creación. Si el hombre no está en paz con Dios la tierra misma tampoco está en paz: <Por eso, la tierra está en duelo, y se marchita cuando en ella habita, con las bestias del campo y las aves del cielo: y hasta los peces del mar desaparecen> (Os 4, 3).

La experiencia de este <sufrimiento> de latiera es común también a aquellos que no comparten nuestra fe en Dios. En efecto, a la vista de todos están las crecientes devastaciones causadas en la naturaleza por el comportamiento de hombres indiferentes a las exigencias recónditas –y, sin embargo, claramente perceptibles- del orden y de la armonía que la sostienen.

Desprecio por la vida humana, animal y vegetal

Y así, se pregunta con ansia si aún puede ponerse remedio a los daños producidos, se anteponen al bien de cada persona, o incluso al de poblaciones enteras. En estos casos, la contaminación o la destrucción del ambiente son fruto de una visión reductiva y antinatural, que configura a veces un verdadero y propio desprecio del hombre. Asimismo, los delicados equilibrios ecológicos son alterados por una destrucción incontrolada de las especies animales y vegetales o por una incauta explotación de los recursos: y todo esto –conviene recordarlo- aunque se haga en nombre del progreso y del bienestar, no redunda ciertamente en provecho de la humanidad.

La manipulación Genética – Biotecnología

Finalmente, se han de mirar con profunda inquietud las incalculables posibilidades de la investigación biológica. Tal vez no se ha llegado aún a calcular las alteraciones provocadas en la naturaleza por una indiscriminada manipulación genética y por el desarrollo irreflexivo de nuevas especies de plantas y formas de vida animal, por no hablar de inaceptables intervenciones sobre los orígenes de la misma vida humana. A nadie escapa cómo, en un sector tan delicado, la indiferencia o el rechazo de las normas éticas fundamentales lleven al hombre al borde mismo de la autodestrucción.

Es el respeto a la vida y, en primer lugar, a la dignidad de la persona humana, la norma fundamental inspiradora de un sano progreso económico, industrial y científico.

Es evidente a todos la complejidad del problema ecológico. Sin embargo, hay algunos principios básicos que, respetando la legítima autonomía y la competencia específica de cuantos están comprometidos en ello, pueden orientar la investigación hacia soluciones idóneas y duraderas. Se trata de principios esenciales para construir una sociedad pacífica, la cual no puede ignorar el respeto a la vida, ni el sentido de la integridad de la creación.

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EN BUSCA DE UNA SOLUCION

El orden interno

La teología, la filosofía y la ciencia concuerdan en la visión de un universo armónico, o sea, un verdadero <cosmos>, dotado de una integridad propia y de un equilibrio interno y dinámico. Este orden deben ser respetado: la humanidad está llamada a explorarlo y a descubrirlo con prudente cautela, así como a hacer uso de él salvaguardando su integridad.

La herencia común

Por otra parte, la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben ser para beneficio de todos. <Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todo el género humano>, ha afirmado el Concilio Vaticano II (Const. Past. Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, 69). Esto tiene implicaciones directas para nuestro problema. Es injusto que pocos privilegiados sigan acumulando bienes superfluos, despilfarrando los recursos disponibles, cuando una gran multitud de personas vive en condiciones de miseria, en el más bajo nivel de supervivencia. Y es la misma dimensión dramática del desequilibrio ecológico la que nos enseña ahora cómo la avidez y el egoísmo, individual y colectivo, que implica también la mutua interdependencia.

Gestión de los recursos de la tierra

Los conceptos de orden del universo y de herencia común ponen de relieve la necesidad de un sistema de gestión de los recursos de la tierra, mejor coordinado a nivel internacional. Las dimensiones de los problemas ambientales sobrepasan en muchos casos las fronteras de cada Estado. Su solución, pues, no puede hallarse sólo a nivel nacional. Recientemente se han dado algunos pasos prometedores hacia esta deseada acción internacional, pero los instrumentos y los organismos existentes son todavía inadecuados para el desarrollo de un plan coordinado de intervención. Obstáculos políticos, formas de nacionalismo exagerado e intereses económicos -por mencionar sólo algunos factores- frenan o incluso impiden la cooperación internacional y la adopción de iniciativas eficaces a largo plazo.

Control del Estado

La mencionada necesidad de una acción concertada a nivel internacional no comporta ciertamente una disminución de la responsabilidad de cada Estado. Estos, en efecto, no sólo deben aplicar las normas aprobadas junto con las autoridades de otros estados, sino favorecer también internamente un adecuado orden socio-económico, atendiendo particularmente a los sectores más vulnerables de la sociedad. Corresponde a cada Estado, en el ámbito del propio territorio, la función de prevenir el deterioro de la atmósfera y de la biosfera, controlando atentamente, entre otras cosas, los efectos de los nuevos descubrimientos tecnológicos o científicos, y ofreciendo a los propios ciudadanos la garantía de no verse expuestos a agentes contaminantes o a residuos tóxicos. Hoy se habla cada vez con mayor insistencia del derecho a un ambiente seguro, como un derecho que debería incluirse en la Carta de Derechos del Hombre puesta al día.

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URGENCIA DE UNA NUEVA SOLIDARIDAD

Necesidad moral de solidaridad

La crisis ecológica pone en evidencia la urgente necesidad moral de una nueva solidaridad, especialmente en las relaciones entre los países en vías de desarrollo y los países altamente industrializados. Los estados deben mostrarse cada vez más solidarios y complementarios entre sí en promover el desarrollo de un ambiente natural y social pacífico y saludable. No se puede pedir, por ejemplo, a los países recientemente industrializados que apliquen a sus incipientes industrias ciertas normas ambientales restrictivas si los estados industrializados no se las aplican primero a sí mismos. Por su parte, los países en vías de industrialización no pueden moralmente repetir los errores cometidos por otros países en el pasado, continuando el deterioro del ambiente con productos contaminantes , deforestación excesiva o explotación ilimitada de los recursos que se agotan.

En este mismo contexto es urgente encontrar una solución al problema del tratamiento y eliminación de los residuos tóxicos.

Amenazas

Sin embargo, ningún plan, ninguna organización podrá llevar a cabo los cambios apuntados si los responsables de las naciones de todo el mundo no se convencen firmemente de la absoluta necesidad de esta nueva solidaridad que la crisis ecológica requiere y que es esencial para la paz. Esta exigencia ofrecerá ocasiones propicias para consolidar las relaciones pacíficas entre los estados.

La Pobreza

Es preciso añadir que no se logrará el justo equilibrio ecológico si no se afrontan directamente las formas estructurales de pobreza existentes en el mundo. Por ejemplo, en muchos países la pobreza rural y la distribución de la tierra han llevado a una agricultura de mera subsistencia, así como el empobrecimiento de los terrenos. Cuando la tierra ya no produce muchos campesinos se mudan a otras zonas -incrementando con frecuencia el proceso de deforestación incontrolada- o bien se establecen en centros urbanos que carecen de estructuras y servicios. Además, algunos países con una fuerte deuda están destruyendo su patrimonio natural ocasionando irremediables desequilibrios ecológicos, con tal de obtener nuevos productos de exportación. No obstante, frente a tales situaciones sería un modo inaceptable de valorar la responsabilidad acusar solamente a los pobres por las consecuencias ambientales negativas provocadas por ellos. Es necesario más bien ayudar a los pobres -a quienes la tierra ha sido confiada como a todos los demás- a superar su pobreza, y esto exige una decidida reforma de las estructuras y nuevos esquemas en las relaciones entre los estados y los pueblos.

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DOCUMENTO 7

PEDAGOGIA DE LA FE Y CATEQUESIS FAMILIAR

Al repasar nuestro catecismo “Creemos en el Señor Jesús”, encontramos en él todo un proceso catequético y una propuesta pedagógica para la educación de la fe de los adultos. Este catecismo puede también ser utilizado con mucho fruto, en la catequesis familiar.

Aclaramos algunas expresiones y conceptos:

Proceso Catequético:La Catequesis no es una clase de Religión, es mucho más que una información acerca de, es todo un proceso de encuentro y conversión (cambio personal y profundo), que sólo puede darse dentro de una comunidad que ya vive de ese encuentro, en conversión permanente y que da razón organizada y sistemática de ese vivir así. Es un proceso que tiene su propia pedagogía dentro de la Comunidad Parroquial.

La catequesis es, así, elemento fundamental de la iniciación cristiana y está estrechamente vinculada a los sacramentos de la iniciación, especialmente al Bautismo, <sacramento de la fe>. El eslabón que une la catequesis con el Bautismo es la profesión de fe, que es, a un tiempo, elemento interior de este sacramento y meta de la catequesis. La finalidad de la acción catequética cosiste precisamente en esto: propiciar una viva, explícita y operante profesión de fe.

Para lograrlo, la Iglesia trasmite a los catecúmenos y a los catequizandos la experiencia viva que ella misma tiene del Evangelio, su fe, para que ellos la hagan suya al profesarla. Por eso, <la auténtica catequesis es siempre una iniciación ordenada y sistemática a la revelación que Dios mismo ha hecho al hombre en Jesucristo, revelación conservada en la memoria profunda de la Iglesia y en las Sagradas Escrituras y comunicada constantemente, mediante una ‘traditio’ viva y activa, de generación en generación>.

Esta formación orgánica es más que una enseñanza: es un aprendizaje de toda la vida cristiana, <una iniciación cristiana integral>, que propicia un auténtico seguimiento de Jesucristo, centrado en su Persona. Se trata, en efecto, de educar en el conocimiento y en la vida de fe, de forma que el hombre entero, en sus experiencias más profundas, se vea fecundado por la Palabra de Dios. Se ayudará así al discípulo de Jesucristo a transformar el hombre viejo, a asumir sus compromisos bautismales y a profesar la fe desde el <corazón>.

La catequesis es una formación básica, esencial, centrada en lo nuclear de la experiencia cristiana, en las certezas básicas de la fe y en los valores evangélicos fundamentales. La catequesis pone los cimientos del edificio espiritual del cristiano, alimenta las raíces de su vida de fe, capacitándole para recibir el posterior alimento sólido en la vida ordinaria de la comunidad cristiana.

En síntesis, la catequesis de iniciación, por ser orgánica y sistemática, no se reduce a lo meramente circunstancial u ocasional, por ser formación para la vida cristiana, desborda –

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incluyéndola- a la mera enseñanza; por ser esencial, se centra en lo <común> para el cristiano, sin entrar en cuestiones disputadas ni convertirse en investigación teológica. En fin, por ser iniciación, incorpora a la comunidad que vive, celebra y testimonia la fe. Ejerce, por tanto, al mismo tiempo, tareas de iniciación, de educación y de instrucción. Esta riqueza, inherente al catecumenado de adultos no bautizados, ha de inspirar a las demás formas de catequesis.

El proceso permanente de conversión va más allá de lo que proporciona la catequesis de base o fundante. Para favorecer tal proceso, se necesita una comunidad cristiana que acoja a los iniciados para sostenerlos y formarlos en la fe. <La catequesis corre el riesgo de esterilizarse si una comunidad de fe y de vida cristiana no acoge al catecúmeno en cierta fase de su catequesis>. El acompañamiento que ejerce la comunidad a favor del que se inicia, se transforma en plena integración del mismo en la comunidad.

Catequesis Familiar:

La primera comunidad en la vida del ser humano, es la familia. El creyente católico pide a la Iglesia el bautismo para sus hijos, y al hacerlo, se obliga a vivir él con su familia aquello de lo que hace profesión de fe, de manera que el niño pequeño crezca en un ambiente donde se vive con los sentimientos del Señor Jesús.

Educar progresivamente al niño en la razones de ese “vivir así”, dentro de un proceso organizado y sistemático, sí, pero sencillo a la vez.

Ante todo, la catequesis pretende facilitar el “encuentro personal” del hombre con Dios, y este no se da sino en la fe, como adhesión total, de mente y de corazón, a su Persona y a su Palabra. Por eso, los padres de familia deberán crear siempre en sus hogares un clima favorable -por la oración, la frecuencia de sacramentos, el testimonio-, para que se realice este encuentro personal en Cristo, este “acto de fe”, arte que favorece el crecimiento integral de la vida divina en el cristiano, se caracteriza porque está al servicio de una experiencia de Dios: encuentro con la Persona de Cristo, conversión del corazón a Dios, experiencia del Espíritu en comunión con la Iglesia en un lugar concreto: en la comunidad cristiana parroquial (Cfr. Sínodo 77), en la “pequeña Iglesia del hogar”.

Métodos

La edad y el desarrollo intelectual de los cristianos, su grado de madurez eclesial y espiritual y muchas otras circunstancias personales exigen, que la catequesis adopte métodos muy diversos para alcanzar su finalidad específica: “la educación de la fe” (C.T. 51). Esto ha de tenerse muy en cuenta en la “catequesis familiar”, con mucho espíritu de iniciativa y de creatividad, como deben realizarse los acontecimientos del hogar.

Pasos metodológicos fundamentales en cada “sesión catequística”

Situarse en “ambiente de oración” y con “actitud de fe” frente a cada “mensaje catequístico”: es el señor quien hoy nos habla y debemos escucharlo... “Tu Palabra, Señor, es la Verdad” ¡Santifícanos en le Verdad!

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Hacer una lectura atenta y reflexiva del “mensaje catequístico”, para descubrir en él cuál es la enseñanza central que Dios nos da, cuál es su voluntad y cómo quiere que le respondamos en nuestro diario vivir..., especialmente dentro del hogar.

En un esfuerzo de síntesis del Mensaje aprendido y asimilado por los padres de familia, y de adaptación a los integrantes del hogar, propiciar, en ambiente de diálogo espontáneo y confiado, la “catequesis familiar”, siguiendo este orden:

Hablar del mensaje pertinente en lenguaje apropiado y con la convicción de quien lo ha aceptado en su propia vida.

Comprometerse a vivirlo en familia, en una forma sencilla y concreta.

Celebrar la fe, particularmente en los sacramentos y con la oración, que es el “aliento de nuestra fe”.

Invitar a grabar en la mente y en el corazón las “fórmulas” -preguntas y respuestas-, que resumen el “mensaje catequístico” anunciado a toda la familia.

Oración con la Palabra de Dios

Uno de los modos como se puede orar con la Palabra de Dios, entre adultos, o en familia, es el llamado LECTIO DIVINA.

La Lectio Divina en su origen es una forma de orar de los monjes contemplativos, desde hace muchos siglos.

Últimamente ha llegado hasta el común de los fieles, con algunas adaptaciones en la duración y frecuencia, no así en su estructura.

Son cinco pasos para adentrarse en lectura de la Palabra de Dios, de manera vivencial, dejarse afectar por ella (la Palabra) y responder al llamado de Dios:

Pasos: invocación al Señor. Ponernos en su presencia.

1. Lectura atenta y personal del texto –un pasaje del Evangelio (el del domingo próximo, por ejemplo)- leer como si fuera la primera vez que vemos ese texto, observar las personas, las acciones, las palabras..., qué nos llama la atención? ¿Qué dice el texto?. Compartir las impresiones con el grupo de adultos (4 ó 5), o con los otros miembros de la familia.

2. Este segundo paso es para entrar en el texto no sólo con curiosidad, sino con interés, con un gran interés. La Palabra de Dios está dirigida a mí, hoy. Este texto qué me dice a mí hoy?. Oración personal para escuchar a Dios que habla a cada uno.

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Si se desea y el ambiente es propicio, se comparte lo escuchado.

3. De nuevo, penetrado de la presencia de Dios, qué le respondo, a su palabra? Qué le digo yo, hoy a propósito de eso y El me ha dicho? Establecer el diálogo con El en la oración. Después se puede compartir.

4. La conciencia de la presencia de Dios es un don muy grande, entonces, en lo profundo del corazón hablar con El, escucharlo, amarlo, contemplarlo y agradecerle.

5. Terminamos con una oración vocal, un canto, un himno que todos proclamamos o cantamos.

La Lectio Divina, no es un estudio bíblico, ni una puesta en común de problemas personales, ni un discurso teológico, ni unos consejos morales. La Lectio Divina es un encuentro de amor y de oración con Dios, suscitado por la lectura de su PALABRA. Es totalmente gratuita, como el amor y la oración.

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DOCUMENTO 8

LAS SECTAS Y MOVIMIENTOS “RELIGIOSOS”EN COLOMBIA

Introducción

Un fenómeno que crece cada día en forma preocupante, que debe ser para los católicos una fuerte llamada a la fe en que fueron bautizados y formados es el que se refiere a las sectas fundamentalistas y a los movimientos que se presentan con nombre de cristianos o con carácter religioso.

Es verdad que dentro del cristianismo se han dado divisiones y separaciones desde los primeros siglos de su existencia. Sin embargo, en los últimos años estamos asistiendo a una verdadera invasión de sectas, de origen protestante, generalmente provenientes de los Estados Unidos de América, y de movimientos de tipo oriental que desconciertan a muchos y los llevan a preguntarse cuál debe ser la actitud de un católico en tales casos. Por tanto, es necesario tener algunos conocimientos fundamentales sobre este asunto, a fin de que cada uno pueda defender su fe y escapar al asedio de quienes pretenden arrebatársela. Este conocimiento urge especialmente a los padres de familia y a quienes están encargados de formar a la juventud, pues en un alto porcentaje son los jóvenes los que resultan más afectados en su vida religiosa y en su convivencia familiar. Los miembros de las sectas muestran con frecuencia una gran convicción, un sincero entusiasmo y una simplicidad doctrinal que fácilmente puede reducir a quien no está prevenido. Igual atractivo presenta la nueva ola de "religiones de sustitución", las "nuevas sabidurías de Occidente", el retorno a las fuerzas del ocultismo y de la gnosis, del esoterismo y de lo irracional.

¿Qué es una secta?

Por la carga negativa que lleva consigo la palabra "secta", ninguna de ellas se considera a si misma como tal. Son las iglesias u otros movimientos quienes las llaman así. Sin embargo, no puede confundirse una secta con una iglesia o con una confesión.

“Iglesia” es una “comunidad religiosa que tiene como fin reunir a toda la humanidad bajo una misma regla, agrupando tanto a pecadores como a santos” para brindar a todos la salvación.

En una línea parecida se coloca la “confesión”, pero con la diferencia de que no pretende reunir en si a todos los ciudadanos de un mismo país y, mucho menos, de todo el mundo. Tanto la "Iglesia" como la "confesión" se insertan dentro de As para hacerlas evolucionar según sus ideales; hacen adeptos no sólo por adhesión voluntaria de adultos, sino también de niños, por herencia y por fe; poseen "un cuerpo de ministros liberados de sus ocupaciones seculares para ocuparse del culto, de la enseñanza religiosa, del cuidado de las almas, etc."

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La “secta”, en cambio, se presenta como "el agrupamiento voluntario de convertidos, limitado solamente a adultos, con exclusión de pecadores, es decir, reservado solamente a los que se comprometen con la ley de Dios, después de haber tenido una experiencia de conversión". En ella los fieles se adhieren a las revelaciones hechas por un fundador, que son necesarias para comprender la Sagrada Escritura. La salvación solo pueden obtenerla quienes pertenecen a la secta. Allí no hay campo para el diálogo ecuménico; sólo para el proselitismo, que con frecuencia se fundamenta en agravios contra las Iglesias. Los principios doctrinales y su interpretación tienen tal primacía, que se los coloca por encima de los derechos de las personas. Las sectas profesan, además, una radical separación del mundo que las coloca en oposición con el grupo social en que viven, puesto que rechazan ciertos comportamientos sociales admitidos (por ejemplo, la prestación del servicio militar) o adoptan formas especiales en el vestir, en el comer, etc.

Las sectas no se dedican a convertir incrédulos; crecen solamente en ambientes cristianos que son su único ambiente favorable. Se trata, en efecto, de personas que se han separado de una Iglesia o de otra secta, porque creen que en ellas se ha perdido el fervor primitivo o se han corrompido. El dinamismo misionero que despliegan se debe a la convicción de que el fin del mundo está cercano.Profesan un gran aprecio a la Biblia y están convencidas de que sólo ellas conservan el sentido auténtico y el conocimiento verdadero de la misma. Atacan a las Iglesias porque admiten la moderna exégesis critica y porque defienden los géneros literarios para h interpretación de la Escritura. En esta materia se aforran al sentido literal de cada uno de los pasajes bíblicos. Son fundamentalistas. Prescindiendo de la referencia que la Escritura tiene hacia Cristo, h entienden toda ella en sentido literalista, presentan textos sacados de su contexto y les dan un sentido distinto al que tienen dentro del conjunto para acomodarlos al contenido de su doctrina.

Características de las sectas

La rápida descripción que acabamos de hacer muestra ya algunas de las principales características comunes a las sectas. Aquí las enumeramos brevemente, con la advertencia de que en cada secta hay algunas mas subrayadas que otras.

— En todas se descubre la necesidad de una experiencia personal de Dios para tener una auténtica conversión. Por eso sólo admiten adultos y rechazan el bautismo de los niños.

— Solamente son considerados como justos los que pertenecen a la secta. A los demás se los rechaza o se excomulga del grupo a los que no consideran dignos.

— La secta es grupo exclusivista, encerrado en si mismo; a los que no pertenecen a ella se los rechaza. Sólo les interesa la secta misma.

— El sacerdocio jerárquico no existe, puesto que es innecesario en un grupo compuesto de puros elegidos y santos. La única superioridad que admiten es la del fundador o del líder principal, que a veces se convierte en un tirano con dominio total sobre sus discípulos, sobre todo si son jóvenes, por medio de conocidas técnicas de dirección de

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grupo, y que a veces vive a expensas de sus seguidores a los que se les exigen buenas contribuciones monetarias.

— En el grupo, que generalmente es pequeño, se da un clima de calor humano y familiar en el que las relaciones personales son fáciles. Esta característica es una de las que más atractivo ejerce sobre la gente que viene de una Iglesia numerosa en la que tales relaciones resultan muy difíciles.

— Generalmente las sectas son bastante exigentes en cuestiones de ética y moral. A veces se exige la separación radical de la familia y el alejamiento del mundo porque es peligroso.

— Finalmente, las sectas se distinguen por su proselitismo casi siempre agresivo. No reparan en medios cuando se trata de ganar adeptos. Utilizan para ello todos los medios de comunicación social, la propaganda en calles y plazas y en visitas domiciliarias con frecuencia inoportunas e impertinentes. Tampoco escatiman conceptos denigrantes contra las Iglesias o los demás grupos religiosos. Es lo que en terminología ecuménica se llama "proselitismo de mala ley".

Doctrina religiosa

Es prácticamente imposible determinar la doctrina religiosa de las sectas en conjunto, puesto que cada una tiene sus propias verdades y en cada una se hace énfasis sobre puntos diferentes. Sin embargo, si parece conveniente que veamos siquiera algunos pocos aspectos doctrinales como los conciben Os y como los profesa la Iglesia católica, para que nos demos cuenta cómo es de grande la distancia que existe entre nuestra fe y la que profesan algunas sectas.

LOS CATÓLICOS LAS SECTAS (EN GENERAL)Desde la misma concepción de Dios ya aparecen grandes diferencias: nosotros adoramos a Dios que es Padre, creador de cuanto existe, espíritu infinitamente perfecto en el que se dan tres personas igualmente perfectas y divinas.

Este misterio de Dios uno y trino, señor de cuanto existe, es negado por varias sectas como los Testigos de Jehová, los Mormones.

Es verdad fundamental que Jesucristo es la segunda Persona de la Santísima Trinidad que asumió la naturaleza humana de la virgen María para traernos la salvación, y que por ello es el único Salvador, el Camino, la Verdad y la Vida.

Por el contrario, en varias de las sectas (Testigos de Jehová, Iglesia de Cristo científico, y Mormones) o se niega la divinidad de Jesucristo o se diluye su misión salvadora. Allí no habría campo ni siquiera para llamarlas con verdad sectas cristianas. Es apenas lógico que María no tenga para estas sectas un valor especial ni merezca un culto o veneración particular.

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La Iglesia ocupa lugar importante, en cuanto que es la que, fundada por Jesucristo, ha recibido de él la misión de continuar su misión salvadora universal, como comunidad de fe jerárquicamente organizada.

Las sectas, en cambio, ni son ni quieren llamarse Iglesia; como fundador inmediato tienen a los primeros propulsores del movimiento que llegan a ocupar un puesto paralelo al de Cristo; son grupos cerrados que restringen la salvación a sus adherentes.

Los siete sacramentos instituidos por Cristo son la forma como la Iglesia actúa y se realiza; por medio de ellos Dios se entrega al hombre y éste se compromete a vivir según el plan de Dios, en comunión de fe, esperanza y caridad. Por ello son medios indispensables para vivir cristianamente.

Respecto de ellos las sectas tienen un concepto totalmente distinto. No los ven como signos instituidos por Cristo, ni como fuentes eficaces de gracia, ni como medios necesarios para la salvación, excepción hecha del bautismo que, sin embargo, es concebido mas como un signo de la actitud penitente del hombre que como una acción transformadora de Dios. Para Os sectas no hay Confirmación, ni Penitencia, ni Unción de los enfermos, ni Orden Sacerdotal, ni matrimonio sacramento. La Eucaristía no es para ellos la renovación del Sacrificio redentor de Cristo, ni presencia viva de Cristo como alimento espiritual. Es sólo la reunión de quienes dicen profesar una misma fe para recordar la última cena de Jesús y para alabar conjuntamente a Dios. Es que, según ellos, Dios se comunica al hambre en forma directa, sin echar mano de personas o signos que sirvan de intermediarios.

La salvación es obra de la iniciativa y de la acción de Dios que requiere la libre y amorosa colaboración humana.

En las sectas se la presenta a veces como obra exclusiva de Dios o, por el contrario, como resultado de las fuerzas y de los esfuerzos humanos.

La Sagrada Escritura, junto con la Tradición, es la fuente de la Revelación divina que debe interpretarse en consonancia con el Magisterio auténtico de la Iglesia, y teniendo en cuenta los géneros literarios.

Las sectas, por su parte, generalmente tienen en gran estima la Escritura, la leen y meditan frecuentemente; pero niegan la Tradición y generalmente la interpretan libremente, pero a la letra, porque son fundamentalistas. Muchas sostienen que la doctrina de sus fundadores es una nueva revelación que completa la Biblia y es necesaria para su adecuada comprensión.

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La Iglesia católica sostiene la legitimidad del culto a la Virgen María y a los Santos porque ve en ellos realizadas las maravillas de Dios, porque son ejemplos para imitar e intercesores ante Dios.

Las sectas, en cambio, rechazan dicho culto, porque al entenderlo mal, lo tildan de idolatría o lo miran como disminución de Jesucristo.

Los católicos profesamos nuestra fe en la vida eterna que comienza con la muerte, y miramos nuestro presente paso por la tierra como la única forma de existencia mundana que se nos concede para decidir libremente sobre nuestro destino eterno.

Algunas sectas, inficionadas de gnosticismo, espiritismo u ocultismo o de filosofías orientales, sostienen la reencarnación de las almas después de determinado tiempo y de acuerdo con ciertas normas establecidas de manera frecuentemente arbitraria.

Se podría abundar mucho más en otros numerosos puntos doctrinales que por parte de las sectas se entienden en forma muy distinta a como los ve la Iglesia católica. Los pocos que se han descrito son sólo una muestra que nos hace ver cómo las ramas separadas de la Iglesia se van alejando cada vez más de la Iglesia que Cristo fundó.En Colombia hay muchas sectas que cada día van en aumento. Las que cuentan con mayor número de adherentes son:

— Los Testigos de Jehová — Los Evangélicos— Los Pentecostales, tanto los que se denominan así, como otros movimientos menores

derivados de ellos o con muy parecidas doctrinas.— Los Adventistas — Los Mitas en Aarón— Alfa y Omega (Cruzada profesional y estudiantil internacional).

No pueden olvidarse los espiritistas y los gnósticos que trabajan especialmente en ambientes profesionales.

La Nueva Era (New Age)

La Nueva Era (New Age) es difícil de definir. No es una religión, pero es, por lo menos, religiosa; no es una filosofía, pero es, por lo menos, una visión del hombre y del mundo, así como una clave de interpretación; no es una ciencia, pero se apoya en leyes “científicas”, aunque haya que ir a buscarlas entre las estrellas; es como una gigantesca y confusa nebulosa que contiene esoterismo, ocultismo, pensamiento mágico y mítico respecto a los secretos de la vida, y una pizca de cristianismo, todo revuelto con ideas que proceden de la astrofísica.

Vamos a enumerar algunas de las características de la Nueva Era:

1. La primera es su pretensión científica: La Nueva Era asume el cambio de “paradigma” (modelo explicativo global) acaecido en la ciencia moderna. En física se ha pasado del modelo “mecanicista” de la física clásica (el Universo como máquina perfecta) al

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modelo holístico (global) de la física moderna, según el cual la materia no está constituida de partículas, sino de ondas y de energía. S e interpreta, pues, el Universo como una totalidad, como una red de conexiones y de intersecciones. Se trata de un organismo unitario, viviente, en el que –cuanto más se profundiza en la raíz de la realidad- tanto más se experimenta la unidad del todo. Sujeto y objeto, el que experimenta y lo experimentado se confunden. En el fondo del ser. El hombre participa de la vida orgánica del todo, sin poder situarse fuera, como si fuese un observador neutro, o un sujeto independiente.

Al aceptar este cambio de “paradigma”, la Nueva Era afirma la unidad del todo: Dios y el mundo, espíritu y materia, inteligencia y sentimiento, lo de “dentro y lo de fuera”, consiente e inconsciente... Por eso la Nueva Era es holística (del griego “holos”: todo). Ve al Universo como un todo viviente espiritual, como un todo que está presente en todas partes, y, por el cual toda realidad –primero, el hombre- es un microcosmos (un Universo en pequeño), o sea una imagen del “macrocosmos”, del Universo entero.

2. La segunda característica de la Nueva Era está muy ligada a la primera de que hemos hablado. Se les da lugar preferencial a las religiones orientales sobre el cristianismo. Para la Nueva Era, con la doctrina sobre la creación, el cristianismo establece un abismo infranqueable entre Dios y el hombre.

Con su doctrina de la persona (Dios es un ser personal y el hombre una persona) el cristianismo concibe la relación Dios-hombre según el modelo diagonal “yo-tú”, que impide la inmersión del yo en el Todo. El cristianismo insiste en la “ortodoxia” doctrinal, y en la observancia de la ley moral: es formalista, legalista, racionalista y autoritario, y desconfía del sentimiento y de las experiencias místicas. En cambio, las religiones orientales anulan todas las divisiones y las diferencias. Para ellas la multiplicidad es una ilusión y, en lo más profundo, la realidad es una y el “yo” se experimenta como “sí mismo”, como divino...

3. La tercera característica de la Nueva Era es, pues, el recurso a la psicología, como vía para la ampliación de la conciencia y a la “experiencia mística”. A esta experiencia pueden contribuir también la música, la danza y las artes marciales. Dado que, según la concepción de la Nueva Era, la realidad última del cosmos no está constituida de cuerpos sólidos sino de vibraciones y movimientos ondulatorios, la música está especialmente indicada para captar la esencia de la realidad. Las estimulaciones del cerebro y “las drogas” pueden también contribuir a esta ampliación de la conciencia.

4. La Nueva Era (New Age) se distingue también por el recurso al “channeling” y al esoterismo gnóstico. “El channeling” (de channel=canal) es la forma moderna del espiritismo clásico. En el espiritismo el medium evoca los espíritus y recibe sus mensajes. En el “channeling”, el medium que hace de channel, recibe las “revelaciones” de entidades superiores, cuya naturaleza no se conoce con exactitud. De todas formas “el channeling” está en perfecto acuerdo con la realidad monística de la Nueva Era. Según esta concepción todos los hombres son subpersonalidades de la única Mente y pueden hacer de “canales”.

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La Nueva Era es una puerta abierta a la gnosis. De hecho, tanto para el gnosticismo como para la Nueva Era, el hombre posee por nacimiento una centella divina que lo emparenta con la divinidad del Todo. Su cometido consiste en trascender los límites del yo personal, que tiende a hacerle olvidar su parentesco esencial con el Todo divino, para entrar en la totalidad de la Energía Divina, en la que se basa la unidad del cosmos. Ahí está para ellos la salvación.

5. La quinta característica de la Nueva Era (New Age) es el reencantamiento del cosmos. El cristianismo y la ciencia han “desencantado” el mundo. El cristianismo, porque lo ha despojado de su divinidad. Y la ciencia, porque lo ha racionalizado, lo ha descompuesto en partes, rompiendo las conexiones con el Todo y destruyendo las analogías y las correspondencias entre las partes. De ahí ha resultado un cosmos fragmentario e insignificante, puro objeto de manipulación por parte del hombre. La Nueva Era pretende “reencantar el mundo”, el cosmos, resacralizarlo, reconocer que es divino y uno y que los opuestos están destinados a fundirse en el Todo...

A este reencantamiento del cosmos y del mundo está vinculada la atención especial que la Nueva Era presta a la ecología. Pero no se trata aquí de una ecología general de respeto a la casa común, que es la naturaleza, sino de una ecología profunda (deep), basada en un biocentrismo absoluto, o sea, en el principio de que toda la Tierra es un organismo viviente de carácter divino y que todos los seres vivientes –incluido el hombre- poseen el mismo valor e idéntica dignidad.

Actitud cristiana ante la Nueva Era (New Age)

La Nueva Era es un amasijo de gnosticismo, teosofía, religiones orientales; no es una organización ni tiene maestros concretos y autorizados que hablen por el movimiento y es de una extraordinaria fluidez y de terrible capacidad de difusión. Responde a un minuto desquiciado como el nuestro y que busca salvación como sea...

Y con todo, detrás de una fachada poco atractiva, se encuentran personas que buscan sinceramente a Dios y que quieren dar sentido a su propia vida. Por eso, dichos movimientos, incluida la Nueva Era, merecen toda nuestra atención.

Los nuevo movimientos religiosos –y más en concreto, la Nueva Era (New Age)- por su difusión, y por la atracción que ejercen sobre personas de alto nivel intelectual y de profundo espíritu religioso, plantean a la Iglesia hoy dos grandes exigencias: una Nueva Evangelización, que muestre cómo la fe cristiana está hoy en grado de responder a los problemas humanos más reales y profundos; y, una renovación de la espiritualidad cristiana, que sitúe en la experiencia que se hace de Dios, en la plegaria y en la contemplación, su punto de apoyo.

¿No hemos descuidado el elemento “místico” de una vida cristiana que, a fin de cuentas, es vida “en el Espíritu”? la Iglesia de hoy no tiene más que la verdadera divinización del hombre: es la que Dios le otorga en Cristo, haciéndole hijo suyo y copartícipe de la naturaleza divina (2 P 1, 4).

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Y ciertamente, en ese “estar con Cristo en Dios” encuentra el hombre la plenitud de vida, la paz y el gozo profundo que en vano buscará en otras partes (Editorial de “La Civilitá Católica”, No. 142, IV, 541-552, año 1991).

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GLOSARIO81

ADOPCIÓN: Del latín adoptio- cerca de, desear. Hacer hijo, escoger, proteger, admitir, abrazar, recibir, aprobar.

ADVOCACIÓN: Del latín advocare- llamar cerca de sí. Título que se da a un templo, capilla, altar o imagen particular, como Nuestra Señora de Lourdes.

ANGEL: Del latín ángelus- nuncio, mensajero. Criatura puramente espiritual. Serafín, querubín, arcángel.

APÓSTOL: Del latín apóstolus- enviado, enviar lejos. Cada uno de los doce primeros discípulos de Jesucristo. Se da este nombre, por extensión a San Pablo y a San Bernabé.

ASCENSIÓN: Del latín asecensio- ascender, subir hacia. Acción y efecto se subir, elevación. Subida milagrosa de Jesucristo a los cielos, fiesta con que se celebra este misterio.

ASUNCIÓN: Del latín assumptio- tomar para sí. Acción de asumir y su efecto. Elevación al cielo de la Santísima Virgen.

ÁZIMO: Del latín a- privación y zymé- levadura. Es el pan que no contiene levadura.

BEATO: Del latín beatus- bienaventurado. Persona que sin estar en comunidad, vive piadosamente. Persona muy devota que es colocada entre los respetados, bienaventurados y venerables.

BENIGNIDAD: Del latín benígnitas- afable, bueno. Calidad de ser bueno.

CANONIZAR: Del latín canonizare- canon o regla. Declarar la Iglesia santo a un siervo de Dios que ya era Beato.

CARDINAL: Del latín cardinalis- fundamental. Algo que es fundamental o principal.

CARIDAD: Del latín charitatis- querido, amado. Una de las virtudes teologales. Beneficencia, generosidad, piedad, humildad.

CASTIDAD: Del latín cástitas- puro, casto. Virtud que se opone a los placeres carnales.

CENÁCULO: Del latín cenáculum- cena, comedor. Sala en que Jesús celebró la última cena.

CONCILIO: Del latín conciliare- reunir. Asamblea de Obispos y doctores en teología que discuten cuestiones de doctrina y disciplina de la Iglesia.

81 Las definiciones han sido tomadas de: Cómo enriquecer nuestro vocabulario mediante el empleo de las raíces latinas. J. Alberto Serna. Editorial Idioma. Bogotá 1996.

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CONFESIÓN: Del latín confessio- confesar, declarar. Reconocimiento de un hecho. Credo religioso que profesa una persona. Declaración de los pecados en el sacramento de la penitencia.

CONVERSIÓN: Del latín conversio- convertir, cambiar, volver. Acción y efecto de convertir, mutación, cambio.

CREAR: Del latín creare- criar, crear. Producir una cosa que no existía. Engendrar.

CRIATURA: Del latín creare- criar, crear. Toda cosa creada. Hechura.

DIACONO: Del latín diacónicus- relativo a la servidumbre. Ministro eclesiástico de grado inmediato al sacerdocio. Servidor.

DIÓCESIS: De latín dioécesis- administrar. Distrito en que tiene jurisdicción espiritual un obispo.

DISCÍPULO: Del latín discípulus- que puede aprender. Persona que sigue las lecciones de un maestro.

ECUMENICO: Del oecuménicus- universal. Que se extiende a todo el universo y se aplica sobre todo a los concilios cuando son generales.

ENCÍCLICA: Del latín encýclica- circular. Carta que dirige el Sumo Pontífice a todos los Obispos y los fieles.

EVANGELIZAR: Del latín evangélium- buena nueva. Predicar el evangelio.

EVOLUCION: Del latín evolutio- desarrollar, desenvolver. Desarrollo de las cosas o de los organismos.

FORNICAR: Del latín fórnix- burdel. Tener ayuntamiento o relaciones carnales ilícitos.

INGENITO: Del latín in- no, génitus- engendrado. No engendrado.

INMOLAR: Del latín inmolare- sacrificar. Ofrecer en sacrificio una víctima. Dar la vida en beneficio de una persona o causa.

LAICO: Del latín laicus- laico o seglar. Perteneciente a las personas miembros de la Iglesia que no tiene órdenes clericales. Que no es ministro ordenado.

LETANIA: Del latín litaniae- petición, súplica. Oración formada por una serie de invocaciones.

LITURGIA: Del latín leiturgía- servicio público y sagrado. Orden y forma determinados por la Iglesia para la celebración de los oficios religiosos.

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LONGANIMIDAD: Del latín longanímitas- largo, valor. Grandeza y constancia de ánimo en las adversidades.

MAGISTERIO: Del latín magistérium- maestro. Enseñanza prodigada por la Iglesia a sus fieles como maestra.

MANSO: Del latín mansus- acostumbrado. Suave, apacible, que no es salvaje.

MESIAS: Del hebreo mashíah- ungido. Aquel a quien se espera como liberador de los males. Redentor y liberador futuro de Israel. Para los cristianos es Cristo. MISA: Del latín missa- despedida, envío. Sacrificio del Cuerpo y Sangre de Cristo que hace el sacerdote en el altar.

MISTERIO: Del latín mystérium- mystes- iniciado en los misterios. Conjunto de doctrinas o reglas que deben conocer sólo los iniciados. Paso de la vida y pasión de Jesucristo, considerado detenidamente. Dogma religioso inaccesible a la razón. Milagro.

MORAL: Del latín moris- costumbre. Conforme a la moral, espiritual, intelectual.

OBISPO: Del griego epískopos- mirar sobre. Jefe y pastor de una diócesis en el campo espiritual.

ORAR: Del latín oris- boca. Hablar en público, hacer oración, rogar, pedir, suplicar.

PARROQUIA: Del latín parochia- proveer. Territorio a que se extiende la jurisdicción espiritual de un cura párroco.

PASCUA: Del hebreo pasch’ah- tránsito, paso, tributo. Fiesta solemne de los hebreos para conmemorar la salida de Egipto. Fiesta solemne de la Iglesia católica, en memoria de la resurrección de Cristo.

PATRONO: Del latín pater- padre. Patrón, defensor, protector. Santo titular de una parroquia o corporación.

PECADO: Del latín peccatus- Trasgresión de la ley divina. Mala costumbre, vicio. Desliz, deuda, falta, tentación, yerro, delito.

PENTECOSTÉS: Del griego pentékonta- cincuenta. Fiesta de los judíos, en memoria del día en que entregó Dios a Moisés, las Tablas de la Ley, en el Monte Sinaí. Fiesta que celebra la Iglesia Católica cincuenta días después de Pascua, en memoria del Espíritu Santo sobre los apóstoles, en forma de lenguas de fuego. PERSIGNAR: Del latín persignare: per- por y signare- señalar, signo. Signar y santiguar. (Por la señal....).

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PREFACIO: Del latín prefatio- ante dicho, hablar antes de. Parte de la misa que precede inmediatamente al Canon o Plegaria Eucarística.

PRESBITERO: Del latín présbyter- más anciano. Clérigo ordenado como sacerdote.

PRIMOGÉNITO: Del latín primus- primero; génitus- engendrado. Que ha nacido primero, el mayor de los hijos.

RECONCILIACIÓN: Del latín reconciliatio: re- de nuevo y reconciliare- reconciliar. Aproximar, juntar, reunir, conciliar.

RESURRECCIÓN: Del latín resurrectio- volver a levantarse. Acción de resucitar, renacimiento.

REVELACIÓN: Del latín revelatio- ocultar con un velo. Acción de revelar. Inspiración por la cual Dios nos da a conocer su voluntad.

REZAR: Del latín recitare- decir de memoria, pronunciar. Orar de palabra. Recitar las oraciones usadas por la Iglesia.

SACRAMENTO: Del latín sacraméntum- consagrar. Acto religioso que tiene por objeto la santificación de una persona.

SANTIGUAR: Del latín sanctificare- hacer santo. Hacer sobre el cuerpo la señal de la cruz con la mano.

TRADICIÓN: Del latín traditio- entregar, poner en manos de otro. Transmisión oral durante largo espacio de tiempo. Transmisión oral o escrita de los hechos o doctrinas que se relacionan con la religión.

TRANSUBSTANCIACIÓN: Del latín trans- cambio y substancia- sustancia. Conversión total de una sustancia en otra. Conversión total de la sustancia del pan y del vino en la del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo en la Eucaristía.

TRINIDAD: Del latín trínitas- tres. Unión de tres personas distintas que forman un solo Dios. Por antonomasia, la Trinidad cristiana, formada por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

VENIAL: Del latín venialis- leve. Que se opone levemente a la ley o precepto. Pecado ligero.

VIRTUD: Del latín viri- varón. Disposición constante del alma, que nos incita a hacer el bien y evitar el mal.

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INDICE GENERAL

PRESENTACION INTRODUCCION GENERAL DOCUMENTOS Y SIGLAS COTADAS CON MAYOR FRECUENCIA

PUNTO DE PARTIDA: JESUCRISTO NUESTRO CAMINO UNIDAD PRIMERA: LLAMADOS POR DIOS EN CRISTO A UnaVIDA PLENA Mensajes:1. Buscamos sentido, buscamos a Dios.2. Dios se revela en la historia 3. Dios nos comunica su Plan4. Jesucristo. centro de la historia de salvación5. El influjo de la vida de Cristo en los primeros creyentes6. Nuestra fe en JesucristoEL CREDO APOSTOLICO

PRIMERA PARTE: JESUCRISTO NOS REVELA QUIEN ES DIOS Y QUIEN ES EL HOMBREUNIDAD SEGUNDA: JESUCRISTO NOS DA A CONOCER A DIOSCOMO EL PADRE Mensajes:7. Jesús nos revela a Dios como el Padre 8. Dios nuestro Padre es el Creador del Universo 9. Dios nuestro Padre el Creador del hombre10. Servidores y mensajeros de Dios: los ángeles.11 Jesucristo nos muestra al PADRE como único yverdadero Dios

UNIDAD TERCERA: JESUCRISTO NOS REVELA QUE EL ES EL HIJO UNICO DE DIOS, VERDADERO DIOS Y VERDADERO HOMBREMensajes:12. Tanto amo Dios al mundo que le dio a su Unico Hijo 13 La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros 14. Jesucristo verdadero hombre "como uno de nosotros"

UNIDAD CUARTA: JESUCRISTO PROCLAMA SU MENSAJEMensajes:15. Jesucristo anuncia y enseña su mensaje de salvación con palabras y hechos 16. Jesucristo anuncia e Inaugura el Reino de Dios en la tierra y pide al hombre acogerlo con una sincera conversión 17. Jesucristo edifica la Iglesia sobre el fundamento de los Apóstoles e instituye los sacramentos 18. Jesucristo nos revela que somos hijos de Dios por adopción.19. Jesucristo nos revela las Bienaventuranzas como nuestro programa de vida

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20. Jesucristo ora y nos enseña a orar21. Jesucristo nos dice cual es la ley de su Reino 22. Jesucristo y los mandamientos

UNIDAD QUINTA: LA PASCUA DE CRISTO: JESUCRISTO MURIO Y RESUCITO POR NOSOTROSMensajes:23. Jesucristo se entregó libremente por nosotros en la Cruz24. Jesucristo con su muerte destruyó nuestra muerte y con su resurrección restauró nuestra vida25. Jesucristo, por su Pascua, restableció la comunión de los hombres con Dios, entre sí y con la creación 26 Jesucristo Resucitado vive entre nosotros

UNIDAD SEXTA: JESUCRISTO NOS ANUNCIA Y NOS ENVIA AL ESPIRITUSANTO Mensajes:27. El Espíritu Santo presente en la vida de Jesús28. Jesucristo nos revela quién es el espíritu Santo29. Jesucristo nos envía al Espíritu Santo30. El Espíritu Santo nos da sus dones 31. El Espíritu Santo produce en nosotros frutos de vida y santidad 32. El Espíritu Santo y la vida cristiana.33. La vida cristiana: una vida virtuosa.34. Las virtudes: dones de Dios.

UNIDAD SEPTIMA: JESUCRISTO NOS REVELA EL MISTERIO DE LA SANTISIMA TRINIDADMensajes:35. Por Jesucristo conocemos que Dios es Padre. Hijo y Espíritu Santo 36. La Santísima Trinidad y nosotros

UNIDAD OCTAVA: EL HOMBRE ES IMAGEN DE DIOS Mensajes:37. Lo que hace al hombre imagen de Dios 38. Dignidad y grandeza del hombre

UNIDAD NOVENA: EL PECADO ATENTA CONTRA LA DIGNIDAD Y GRANDEZA DEL HOMBRE Mensajes:39. Visiones inadecuadas acerca de la persona humana 40. El pecado rechazo del amor de Dios 41. Consecuencias del pecado

UNIDAD DECIMA: EN JESUCRISTO EL HOMBRE LLEGA A SER HIJO DE DIOS Y ES LLAMADO A LA GLORIA

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Mensajes:42. El hombre cristiano hijo de Dios43. El cristiano, hombre nuevo en Cristo 44. La gloria, meta definitiva del hombre nuevo en Cristo

SEGUNDA PARTE: JESUCRISTO VIVE EN EL MISTERIO DE LA IGLESIAUNIDAD DECIMAPRIMERA: LA IGLESIA NUEVO PUEBLO DE DIOS Mensajes:45. Somos el nuevo Pueblo de Dios y su Familia 46. Somos el Cuerpo de Jesucristo47. Somos un pueblo llamado a la Comunión y Participación por el Espíritu 48. Llamados a vivir en Comunión y Participación eclesial49. Creemos en la Iglesia Una, Santa, Católica y Apostólica

UNIDAD DECIMASEGUNDA: LA IGLESIA EXISTE PARA EVANGELIZAR Mensajes:50. La misión de h Iglesia: evangelizar 51. Compromiso del cristiano: evangelizar 52. ¿Cómo evangeliza la Iglesia? 53. El Espíritu Santo, primer agente de Evangelización

UNIDAD DECIMATERCERA: LA IGLESIA SACRAMENTO DESALVACIONMensajes:54. La Iglesia, Sacramento Universal de Salvación 55. En la liturgia la Iglesia celebra la Salvación56. En la Iglesia participamos de la vida divina 57. Los Sacramentos, encuentros personales con Jesucristo en la Iglesia 58. El Bautismo. Sacramento de nuestro renacer en Cristo59. La Confirmación, Sacramento del testimonio cristiano 60. La Eucaristía, sacrificio de Cristo y cena familiar de los hijos de Dios 61. La Penitencia, Sacramento de reconciliación con Dios y con la Iglesia 62 La Unción de los Enfermos. fortaleza y esperanza en el Señor63. El Orden Sagrado. Sacramento para la edificación y servicio del Pueblo de Dios64. El matrimonio. comunidad sacramental de vida y de amor65. La Oración. exigencia de la vida cristiana

UNIDAD DECIMACUARTA: LA SANTISIMA VIRGEN MARIA. MADRE DE DIOS EN EL MISTERIO DE CRISTO Y DE LA IGLESIA Mensajes:66. La Virgen María en la Historia de nuestra Salvación67. La Virgen María, Madre de Cristo y Madre de la Iglesia68. El culto a la Virgen María69. María. modelo del cristiano

TERCERA PARTE: JESUCRISTO NOS CONDUCE A LA PLENITUD DE LA VIDA

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UNIDAD DECIMAQUINTA: EN JESUCRISTO ESPERAMOS LA VIDA ETERNAMensajes:70. Resucitaremos con Cristo y reinaremos con El 71. La vida cristiana camino hacia la plenitud.72. El Misterio Cristiano de la muerte y el juicio 73. Para el cristiano la vida no termina con la muerte 74. Creemos en la comunión de los Santos

ANEXOSI. ORACIONES DEL PUEBLO DE DIOS.II. ORDINARIO DE LA MISAIII. FORMULACIONES BASICAS DE DOCTRINA CRISTIANAIV. DOCUMENTOS COMPLEMENTARIOS

1. El cristiano y la Sagrada Biblia 2. Magisterio Eclesiástico—Concilio Vaticano II. 3. La liturgia en la vida del cristiano.4. El respeto a la vida 5. La doctrina social de la Iglesia6. El sufrimiento de la tierra, mensaje ecologista.7. Pedagogía de la fe y catequesis familiar.8. Las sectas y movimientos religiosos en Colombia.

GLOSARIO INDICE GENERAL