Catequesis OCTUBRE 2015 Con Citas

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UNA FE PERSONAL ES UNA FE ECLESIAL CATEQUESIS OCTUBRE 2015 0 “Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

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Guía para la catequesis mensual para el mes de octubre

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UNA FE PERSONAL ES UNA FE ECLESIAL

CATEQUESIS OCTUBRE 2015

Parroquia Comunidad Evangelizadora San Martín de Porres

0“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

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SEMANA 1

Fe eclesial y fe comunitaria

VER

Estamos viviendo un momento sociocultural en el cual vemos que algunos creyentes interpretan la doctrina según su conveniencia. Han surgido muchos movimientos con ingredientes orientales y esotéricos que han atraído al ser humano.

Por otro lado, encontramos un grupo cristiano católico, repitiendo formulas sin hacerlas vida. Todo esto hizo que la Iglesia católica encontrara vacíos en su comunidad. Santiago 1: 23-24

¿Crees que ha habido un cambio en esa realidad? ¿Cuál es según tú el desafío más grande a vencer? ¿Qué crees que es necesario para retomar el verdadero camino trazado por Cristo?

JUZGAR

La fe tiene un componente inevitablemente personal sin el cual se podría convertir en «seguidismo» ideológico, sociológico, tradicional, o en imposición coactiva. Para que la fe no se quede en mera afirmación de creencias tiene que pasar por el fondo existencial de la afirmación de la vida. Tiene que poseer el toque interior profundo e inexpresable y conocer el riesgo de la opción, la implicación insustituible de la propia persona en el juego de la existencia.

Pero la fe no es sólo y únicamente personal, debe ser a su vez solidaria, como sucede con toda opción de un ser humano, que es un ser social. Santiago 1: 27

Los cristianos expresamos y vivimos esta dimensión social, comunitaria, de la fe cristiana diciendo que nuestra fe personal es una fe eclesial. Esta eclesialidad de nuestra fe no es un rasgo fácil. Está llena de trampas para la misma fe y de exigencias para quien la quiera vivir de forma adulta, es decir, consciente y responsable. Ser creyente dentro de la iglesia es una característica cristiana —un «hábito del corazón» creyente cristiano— cuya gloria no deja de verse rasgada a menudo por contradicciones y tensiones.

1“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

Santiago 1: 23-24 El que solamente oye el mensaje y no lo practica es como el hombre que se mira la cara en un espejo: se ve a si mismo, pero en cuanto se da la vuelta se olvida

Santiago 1: 27 La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es ésta: ayudar a os huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y no mancharse con la maldad del mundo.

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1-Fe eclesial

Creer como acto eclesial

Benedicto XVI indicó que cuando cada domingo se reza el “Credo”, si bien el creyente se expresa en primera persona, lo que realmente hace es confesar comunitariamente la única fe de la Iglesia porque “ese ‘creo’ pronunciado individualmente, se une al de un inmenso coro en el tiempo y en el espacio en el que todos contribuyen, por así decirlo, a una polifonía armoniosa de la fe”. Y recordó cómo el Catecismo de la Iglesia Católica resume de forma clara que creer “es un acto eclesial, (y) la fe de la Iglesia precede, engendra, conduce y alimenta nuestra fe” (CIC n. 181).

Y ha sido a través de la historia, desde el origen del cristianismo con Pentecostés y con aquel famoso discurso de Pedro que convirtió a tantas personas (Hechos 2: 14-41), cómo la Iglesia se fue convirtiendo en depositaria de dicha fe y es la que interpreta el mensaje salvífico. Pero sobre todo es la que anuncia el misterio pascual de Jesucristo y lleva a los hombres hacia Dios, con el mismo método de llamado a la conversión predicado ayer y hoy.

En esta Iglesia, enseña Benedicto XVI, “estamos inmersos en comunión con los demás hermanos y hermanas en la fe, con todo el Cuerpo de Cristo, sacándonos fuera de nuestro aislamiento”. Y citó la constitución dogmática Lumen Gentium del Vaticano II, que en el numeral 9 dice

a la letra: “Fue voluntad de Dios el santificar y salvar a los hombres, no aisladamente, sin conexión alguna de unos con otros, sino constituyendo un pueblo, que le confesara en verdad y le sirviera santamente”.  Este pueblo es una familia universal: “Es un pueblo “católico”, que habla lenguas nuevas, universalmente abierto a acoger a todos, más allá de toda frontera, haciendo caer todas las barreras” (Col. 3,11).

Y fue muy oportuno en recordar cómo, en el rito del Bautismo, cuando concluyen las promesas y se expresa la renuncia al mal, el celebrante dice con toda autoridad: “Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia que nos gloriamos de profesar en Cristo Jesús Nuestro Señor”.

“En la fe eclesial, la fe personal permanece y madura” . “Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre”. En síntesis “la fe nace en la Iglesia, conduce a ella y vive en ella”. (Benedicto XVI)

2- Fe comunitaria

2“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

Hechos 2: 40-41 Con estas palabras, Pedro les habló y les aconsejó, diciéndoles: -¡Apártense de esta gente perversa!. Así pues, los que hicieron caso de su mensaje fueron bautizados; aquel día se agregaron a los creyentes unas tres mil personas.

Col 3: 11Ya no tiene importancia el ser griego o judío, el estar circuncidado o no estarlo, el ser extranjero, inculto, esclavo o libre, sino que Cristo es todo y está en todos.

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La fe es comunitaria. Esta nos recuerda que la fe en Jesucristo es comunitaria. Que brota de una comunidad o asamblea (ekklesía, ecclesia) de los reunidos por la fuerza del Espíritu de Jesús para continuar su causa. Tras Jesús, crucificado y resucitado, surgió el movimiento comunitario de los llamados a proseguir la causa del Nazareno. Aquí está el origen de la fe cristiana que nosotros hemos heredado. No la hemos recibido en directo, aisladamente, en un individualismo asocial, sino en una comunidad.

Así se engendran los creyentes: en el seno de una comunidad que vive, celebra, habla y practica un estilo de vida remitido a Jesucristo. No es necesario ser cristiano «de siempre» para entender que incluso los conversos se ven referidos a esta fe transmitida en y por la comunidad creyente, o iglesia.

Tienen razón, por tanto, los que nos recuerdan hoy la necesidad, no sólo de ser conscientes de este carácter comunitario, eclesial, constituyente de toda fe cristiana, sino también de estar orgullosos de ello. La denominada por algunos gloria de la pertenencia a la iglesia se funda en esta grandeza: somos hijos en el Hijo mediante la transmisión y comunicación de la fe en esta cadena comunitaria.

El creyente vive alimentado, amamantado por la comunidad de los creyentes por los que se han comprometido a llevar adelante la causa de Jesús y a dar testimonio solidario y esperanzado de ella en medio de los hombres.

La luz brillante que procede de esta maternidad espiritual de la iglesia debe disipar todas las brumas y aun oscuridades que procedan de la condición humana, excesivamente humana, de la comunidad de los creyentes. Los fallos y pecados eclesiales nunca borrarán el hecho de que dicha comunidad representa y actualiza para los hombres de hoy y de mañana la oferta salvadora, acogedora, de Dios al ser humano, tal como se presenta, desde Jesús, en la comunidad de sus seguidores.

La gracia sobrepasa al pecado. Hay que vivir más la gloria de la pertenencia a la iglesia que la distancia crítica y fría de los espíritus ilustrados y, quizá, poco fervorosos. La iglesia es el lugar de la fe, donde el Espíritu activa incesantemente esa chispa de vida y de decisión por Jesús que llamamos «fe».

ACTUAR

"Un cristiano que se deja guiar y formar poco a poco por la fe de la Iglesia, a pesar de sus debilidades, sus limitaciones y sus dificultades, se vuelve como una ventana abierta a la luz del

Dios vivo, que recibe esta luz y la transmite al mundo". (Benedicto XVI)

¿En qué puedo cambiar y comprometerme para que mi fe sea más comunitaria?

3“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

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Marcos 2:14Al pasar vió a Leví, hijo de Alfeo, sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo: Sígueme. Leví se levantó y lo siguió.

Lc 9:59 Jesús le dijo a otro: Sígueme.Pero él respondió:Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.

SEMANA 2

La fe es personal

VER

“Creer en Jesús, pero no en la Iglesia” ¿Has oído esto alguna vez? ¿Por qué crees que existe esta realidad en muchas personas?

¿La fe tiene sólo un carácter personal, individual? ¿Sólo me interesa a mí como persona? ¿Vivo mi fe yo solo? 

JUZGAR

3- La fe es personal

El acto de fe es un acto eminentemente personal que tiene lugar en lo más profundo de nuestro corazón y que marca un

cambio de dirección, una conversión personal: es mi vida que da un giro, una nueva orientación”. En la liturgia del Bautismo quien acepta la fe católica en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo responde en singular: “Yo creo”. (Lucas 9: 59 vrs. Marcos 2:14)

El punto en el lado personal, lo sabemos bien, es una decisión personal sin embargo esta no debería nunca ser obstáculo para

afirmar la eclesialidad de la fe. El lado comunitario de la fe, cuando es sano y auténtico, se conjuga bien con el personal. Pero en la historia real no se han casado bien ambos términos. A veces el exceso comunitario ha sido incapaz de reconocer y facilitar las dimensiones personales, individuales, propias de cada creyente.

La Iglesia por mucho tiempo se concentró y preocupó tanto en cómo llevar lo general a los creyentes a través de las vinculaciones a las tradiciones, la organización, la autoridad o las creencias que se quedó la fe en puras afirmaciones doctrinales. Le faltaba a esa fe algo que quizá se daba por supuesto y que no es nada fácil: conquistar la conciencia y la libertad, la mente y el corazón del creyente.

4“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

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Mc 9: 23-24, Jesús le dijo: ¿Cómo que si puedes? -¡Todo es posible para el que cree!Al instante el padre gritó: ¡Creo Señor, pero aumenta mi fe!

De esta manera nos quedamos con creyentes vinculados, adheridos al mecanismo humano, cultural, burocrático, organizacional de la fe. Un verdadero despilfarro espiritual, hecho a base de expresiones oficiales, convencionalismos en el comportamiento, pereza interior o temor a salirse de los cauces diseñados eclesiásticamente.

La afirmación individualista hasta la negación de ser comunidad, el «creer en Jesús, pero no en la iglesia», responden a la pérdida de la dimensión personal.

Se preparan «menús» individuales a gusto de cada cual. Se mezclan con unas cuantas hierbas orientales reencarnacioncitas o kármicas, que le permiten a uno tener un toque hinduista o budista y se le añade un poco de esoterismo. Estos creyentes, según algunas encuestas y estudios, ocupan un espacio cada vez más amplio. Se ha vuelto hasta de moda en algunas esferas sociales.

Cada creyente está llamado a recrear en términos personales, desde sí y para sí. La fe que ha recibido en la tradición de los que prosiguen la causa de Jesús. Es necesario hacer suya esa causa, de lo contrario, no hay realmente fe. Una fe bien cimentada no tiene necesidad de buscar y agregar otros ingredientes. Busca llenarse y crecer dentro de lo eclesial.

Nos vamos dando cuenta de que una verdadera fe eclesial no quiere decir menos que una verdadera vida espiritual. Y ésta exige y pasa por la totalidad del ser humano. Especialmente en nuestro momento, vemos que se debe conjugar la fe personal con la comunitaria; la referencia a una tradición, comunidad de creyentes, con la vivencia y penetración personal lúcida y cálida.

Este creer no es el resultado de mi reflexión solitaria, no es el producto de mi pensamiento, sino que es el resultado de una relación, de un diálogo en el que hay un escuchar, un recibir, y un responder”. Es el resultado de la relación con Jesús: “Este creer es el comunicarse con Jesús, el que me hace salir de mi ‘yo’, encerrado en mí mismo, para abrirme al amor de Dios Padre”. Y hay que entender esa relación mirando cómo es en realidad: “Es como un renacimiento en el que me descubro unido no solo a Jesús, sino también a todos aquellos que han caminado la vida cristiana. Es un vivir juntos con Cristo. Por tanto, la fe, que es participar de la mirada de Cristo sobre la realidad, sólo puede ser viva en cada uno en la medida en que participa de esa misma mirada. La fe no nos quita nuestra personalidad, sino que la dota de una mayor profundidad de conocimiento y de capacidad para amar a los demás.

ACTUAR

¿Qué puedo hacer para fortalecer mi fe y no dejarme llevar por esas nuevas corrientes?

Orar juntos:

5“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

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Padre, creo pero aumenta mi fe.

Padre, de todos los beneficios que Jesús nos adquirió con sus sufrimientos, el mayor de todos es que tú seas mi padre. 

Dios mío, fuente de toda vida y fuente de mi vida, creo que eres mi padre y que soy tu hijo. Creo que tú me amas con un amor sin límites y que por amor me has atraído a ti. Yo creo, padre, pero fortalece mi fe, mi esperanza y mi amor.

Danos esa fe viva que nos haga contemplarte en todas las cosas y a todas las cosas verlas también en ti. 

Danos esa fe que infundiste a los apóstoles, que nos haga capaces de desafiar todos los elementos que se opongan a la realización de tu voluntad y de tu gloria. Amén.

SEMANA 3La institución eclesial y la fe eclesial hoy

VER

Las virtudes teologales son tres: Fe, Esperanza y Caridad. Hoy ante la crisis de fe en el mundo actual nos podemos preguntar: ¿en qué fase de crecimiento se encuentra mi fe actualmente?

¿Sientes que la Iglesia, como institución, te ha ayudado en el crecimiento de tu fe?

Veremos a continuación cómo la fe tiene sus matices en donde es guiada por la Iglesia y donde también no solo depende de que todo nos lo den sino que somos responsables directos de tener una fe viva.

JUZGAR

4- La institución eclesial y la fe eclesial hoy

INSTITUCIÓN-FE: Veamos en este momento a la Iglesia como institución. Decíamos al principio que nos movemos entre la intención de ser comunidad con tendencia al integrismo y el individualismo que tiende a disolver. Este es nuestro desafío hoy como cristianos.

6“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

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Veremos algunos aspectos de la iglesia actual, es decir, toda la comunidad de los creyentes, para que tratemos de ponernos en escena y así facilitar la fe realmente personal y eclesial.

La institución eclesial, como hemos indicado, a veces, fue un factor que no siempre ayudó a la verdadera fe eclesial en algún momento de la historia. Estas distorsiones —comprensibles en una comunidad humana como lo es también la iglesia— debemos esforzarnos por superarlas y hemos visto grandes avances desde el Concilio Vaticano II.

A continuación algunas indicaciones en donde veremos algunos problemas del cristianismo hoy. Busquemos identificarlas para así buscar la ruta correcta para encauzar nuestra fe:

-Vivimos la fe en una sociedad y una cultura pluralistas. En esta situación, la institución eclesial busca ofrecer seguridad a sus creyentes más pobres y desvalidos. El problema es no caer en el proteccionismo de los fieles mediante estrategias de afirmación de la doctrina tradicional.

-Ante el peligro de perder elementos importantes de la tradición, la institución eclesial sintió la necesidad de ajustar cada vez más las piezas de la doctrina tradicional y de maquillar el «depósito de la fe y la tradición». Es momento de recuperar el innegable pluralismo dentro de la Iglesia. ¿Acaso una iglesia pluralista no reúne las condiciones para ser realmente más católica (más universal) y para evitar el relativismo?

-El enemigo de la fe personal es el ser pasivos en nuestra misión, quedarnos en sólo seguir reglas, siendo “feligreses de domingo”. Es lo que la Iglesia hoy quiere evitar. Necesitamos comunidades donde el creyente sea instado y acompañado a la experiencia personal con Dios y a una constante preparación intelectual y vivencial del Misterio al que dirige la fe. Necesitamos creyentes con convicciones bien fundamentadas y una fe más personalizada.

¿No se logra más a través del reforzamiento de la experiencia personal que se comunica y vive con otros que mediante reforzamientos institucionales (legales, doctrinales y rituales)?

-Un obstáculo a la fe eclesial y personal lo constituye el eclesiasticismo, es decir, cuando los eclesiásticos consideran que la comunidad de fe es propiedad suya que deben cuidar y velar; y todo lo que se aparte de sus consideraciones y visiones ya no es eclesial. Esto es algo que ya, desde el Vaticano II, se ha motivado a que la Iglesia somos todos los bautizados, no sólo los eclesiásticos.

-La fe eclesial es fundamentalmente evangélica: debe testimoniar el Evangelio de Jesús. Si la comunidad de creyentes no tiene la misión de manifestar al mundo un Dios que se acerca misericordiosa y solidariamente al hombre, la fe se evapora. La verdadera fe

7“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

JMJ RIO 2013

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Mc 5:21-42 A lo largo de esta lectura vemos varios ejemplos de fe que madura y hace a Jesús actuar, salir del protocolo y dejarse tocar, “la fe es la fuerza del hombre y la debilidad de Dios”P. Guillermo Serra

eclesial se confronta con el criterio de la misión al mundo. Sin solidaridad efectiva con los hombres de hoy y sus miserias, no hay fe eclesial, aunque piadosamente se pretenda.

¿Crees que es demasiado idealista trabajar y esperar que algunas de estas posibilidades se den en la Iglesia Católica? Quizá es que nosotros, como laicos, no lo hemos querido ni buscado con suficiente ahínco y perseverancia...

5- El creyente y la fe eclesial

SANTA-PECADORA: Volvámonos ahora hacia el creyente. Éste también se ve amenazado en la ardua tarea de lograr una fe madura, personal y eclesial. También el individuo tiene su cuota de responsabilidad por el infantilismo de su fe o por su fe individualista. No todo es responsabilidad de la Iglesia como institución.

- Una fe personal relativamente madura debe ser consciente de que la comunidad de creyentes cristianos es pecadora. La denominada «santidad de la iglesia» no le viene dada a ésta por sus miembros no pecadores ni por una institución sin fallos, sino que procede de la presencia activa del Espíritu y de la aceptación personal del Espíritu Santo. Por tanto, la iglesia real, como cada uno de nosotros, es santa y pecadora a la vez. La fe auténtica no buscará, por consiguiente, comunidades o grupos intachables o sin debilidades, sino que perseverará en la fe a pesar de los pecados, es decir, a pesar de nosotros mismos.

- La responsabilidad ante los fallos y las debilidades de la comunidad eclesial no hará creyentes evasivos o deseosos de «abandonar el barco», sino lealmente críticos y denunciadores de esos pecados. Se necesita una buena dosis de valentía y resistencia frente al «qué dirán» eclesiástico para superar el silencio pasivo o resentido. De ese modo, la fe eclesial será más humana que las puras muestras de aprobación a la autoridad.

- La fe eclesial es opción por la causa de Jesús vivida en la corriente viva de la tradición y el sentirse parte de la comunidad. No es afiliación a un grupo ni a una ideología, por lo que el creyente que no tenga una experiencia profunda de Jesús no puede ser verdadero creyente eclesial; será, a lo más, aspirante, simpatizante o miembro de una asociación.

- El creyente maduro de fe eclesial tendrá que afirmar frecuentemente, ante la situación de la Iglesia, la mezcla de dolor y de amor, de rechazo y de adhesión que le provoca. Más realista y madura que la sola afirmación de la gloria de la pertenencia eclesial parece la expresión lux mea, crux mea («mi luz y mi cruz»).

- El creyente de fe eclesial y personal madura será sobre todo en la situación pluralista y cambiante de hoy, un buscador de la verdad, más que un poseedor de la misma. La fe del creyente actual está llamada a ser más reflexiva y personalizada que antes, más abierta y firme, más vivencial y desprendida, para ser realmente adulta y poder persistir.

- La fe eclesial requiere un tipo de hombre realmente interesado en la fe: en el conocimiento y experiencia de Jesús, en la situación de la Iglesia y del mundo que le toca vivir. Sin una

8“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

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Efe 2:8Pues por la gracia de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un regalo de Dios

fuerte pasión desatada por la experiencia personal y el acompañamiento comunitario, es casi imposible la existencia de una fe eclesial firme. La fe eclesial es don de Dios y respuesta (esfuerzo) personal.

ACTUAR

Tener fe y vivirla es un riesgo. Un riesgo que nos obliga a dejar el egoísmo que ha hecho nido en el fondo de nuestro corazón, a dejar la pereza, el engaño, los gustos hedonistas, frívolos y llenos de vanidad. Una vida vacía solo llena de cosas perecederas.

Sostener y aumentar la fe no es cosa fácil, pero tenemos un ejemplo a seguir: ¡Jesús es el mejor ejemplo para ayudarnos pues El vino por eso y para eso!

En El encontraremos todo lo que nuestro corazón nos pide y desea. La amistad con el Hijo de Dios, es el resultado de una vida sostenida, iluminada y confortada por nuestra fe en El. Y ante todo tenemos que pedirla en la oración de cada día, porque la fe es un regalo de Dios (Efe 2:8).

Este mundo está necesitado de que seamos portadores de esa FE como miembros de la Iglesia, instituida por Cristo hace más de veinte siglos y tenemos y debemos dar testimonio al mundo de nuestra fe.

Esta semana trabaja en evaluar y tratar de ser un portador de la fe de Jesús, de la fe de la Iglesia.

SEMANA 4Hacia un cristianismo comunitario y

personalizado

VER

9“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

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Con lo visto hasta ahora en las tres semanas anteriores, ¿crees que es posible hablar de una verdadera fe si no la vives en comunidad? es decir una fe que no solo es personal.

Compartir entre todos al respecto.

JUZGAR

6. Hacia un cristianismo comunitario y personalizado

Lo afirmado hasta ahora es lo siguiente: una verdadera fe eclesial lo es también personal y supone un cristianismo vivo, consciente y responsable. Tan enemigo de la fe eclesial es el individualismo, falso desde sus principios, como el convencionalismo comunitario, que tiende a ser sólo disciplina y en realidad es superficial. La verdadera fe eclesial requiere creyentes adultos que se tomen en serio la fe, es decir, la experiencia cristiana. Sin este tipo de personas, hablaremos de la fe eclesial como de algo deseable, pero que no será realizable; o aceptaremos, como en todo lo humano, que hay grados, niveles, procesos...

Ya hemos visto también que a la forma de una verdadera fe eclesial no le es ajena la misma institución eclesial. El modo como funcione la asamblea de los fieles condiciona la aparición o no de una verdadera fe eclesial. La estructura de la comunidad de los seguidores de Jesús facilita o entorpece la vivencia de la misma fe. De ahí, la importancia de que la autoridad, la organización, el estilo de relaciones y el modo de tratar con las creencias no entorpezcan la asimilación profunda y abierta, consciente y responsable de la fe. Eso es algo que tiene nuestro plan pastoral.

Vivimos momentos en los que si ves alrededor descubres con facilidad un mundo que parece que ve a la religión como si ésta sólo propiciara una afectividad descontrolada y la irracionalidad, o como si su única alternativa fuera la religiosidad individualista o una pertenencia burocrática y fría a una institución.

¿No podría ser el cristianismo, la comunidad de los seguidores de Jesús, quien ofreciera la posibilidad de una fe personal y eclesial, individual y comunitaria, lúcida y crítica, a la vez que cálida y fervorosa? ¿O tendremos que resignarnos a la unilateralidad de la piedad inconsciente y simplona o a la agresividad del crítico marginado? ¿O acaso elegiremos prescindir de las instituciones y cada quien vivir «a su manera la fe»?

10“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

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Hech 2:44Todos los creyentes estaban muy unidos y compartían sus bienes entre sí.

La fe eclesial, la fe de todos, este «hábito del corazón» cristiano, remueve el interior de nuestros espíritus y las formas de nuestra institución comunitaria. Y termina pidiendo que seamos creyentes apasionados y libres y una organización al servicio de esa fe y de ese hombre, creyente o no creyente.

ConclusiónHemos explorado brevemente el carácter eclesial de nuestra fe, verdadera piedra de toque de la fe cristiana. No hay fe en Jesucristo que se desconecte de la fe en la comunidad de los que creemos en El. (Hech 2:44)

Hoy el cristiano se enfrenta ante los peligros del relativismo del mundo actual que quiere impone vivir la fe en forma individual y particular y que también es amenazado por la mediocridad humana tentado a ceder a los reclamos del mundo de hoy.

Más que un logro ésta es nuestra tarea: vivir una fe muy personal y libre, práctica y responsablemente, en una comunidad de individuos que nos reconocemos por naturaleza pecadores… este es sin duda un fruto del Espíritu Santo.

11“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)

Page 13: Catequesis OCTUBRE 2015 Con Citas

Sant 2:17Así pasa con la fe: por sí sola, es decir, si no se demuestra con hechos, es una cosa muerta.

ACTUAR

El simple hecho que creamos en algo no quiere decir que tengamos una verdadera fe en aquello que hemos creído.

La fe es más que creer. Si un hombre moribundo de hambre va a un restaurante creyendo que la comida le salvará la vida, no es suficiente, este hombre tiene que comer para poder vivir. La fe es más que el simple hecho de creer.

El creer que las llaves de mi automóvil pondrán en marcha mi vehículo, es necesario e importante, sin embargo eso es tan solo una creencia, la verdadera fe se ejecuta (Sant. 2: 14-17) cuando yo tome esa llave, la coloque en el arranque del automóvil y ponga en marcha mi vehículo.

No solo digamos que tenemos fe, no solo estemos en la Iglesia ni solo en la Capilla de Adoración, seamos verdaderos hombres de fe, cristianos comprometidos que demostremos con acciones cristianas que sí tenemos fe.

12“Hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hechos 20, 35)