CD. Juarez y Su Region

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Martín González de la Vara Breve historia de Ciudad Juárez y su región

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Martín González de la Vara

Breve historia de Ciudad Juárez

y su región

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Colección: Paso del Norte Editor: Dr. Ricardo Aguilar Melantzón Editores Asociados Dr. José Z. García Dra. Maria Socorro Tabuenca Dr. Héctor Antonio Padilla Delgado Ilustración y diseño de portada Mariela Paniagua Fotografía: Carmen Amato Fondo de portadas: Verónica Leyton ISBN: 968-5353-12-3 Primera edición: Verano del 2002 Derechos reservados El Colegio de la Frontera Norte Carretera Escénica Tijuana-Ensenada, km 18.5 C.P 22709, Tijuana, B.C., México Derechos reservados Center for Latin American and Border Studies New México State University Derechos reservados Universidad Autónoma de Ciudad Juárez Rector, Dr. Felipe Fornelli Lafon Secretario General, Quím. Héctor Reyes Leal Director General de Investigación Científica, Dr. Francisco Llera Pacheco Derechos reservados Ediciones y Gráficos Eón, S.A de C.V La Colección paso del Norte se publico con el apoyo de The William and Flora Hewlett Foundation

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La Leyenda Negra de la frontera mexicana Entre 1917 y 1920 se dieron cambios en las políticas interior y exterior norteamericanas que afectarían de manera definitiva la naturaleza de las relaciones entre México y Estados Unidos y, por lo mismo, los vínculos que desde hacia mucho tiempo se habían establecido entre Ciudad Juárez y El Paso. La entrada de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial afecto a la comunidad mexicana que vivía en ese país porque se decretó una orden de conscripción general para todos los hombres aptos para el servicio militar con el fin de enviarlos a combate en Europa. Además, una reforma a las leyes migratorias comenzó a exigir ciertos requisitos legales a los que desearan entrar a trabajar en ese país. Muchos mexicanos dejaron de entrar en Estados Unidos y otros muchos decidieron regresar a México. Por la intervención norteamericana en la guerra europea, el fuerte Bliss se llenó de soldados que cumplían su etapa de entrenamiento, soldados que eran de los mejores clientes de los garitos de juego y burdeles de Ciudad Juárez. Para hacer cumplir las nuevas reglas migratorias más rigurosas que se habían decretado en Estados Unidos, el gobierno norteamericano utilizó a varias corporaciones policíacas locales antes de la fundación de la Patrulla Fronteriza-Border Patrol o simplemente La Migra-eN el año de 1924. Por primera vez, se empezaron a pedir ciertos requisitos a los mexicanos que intentaran cruzar la frontera hacia el norte y a no permitir la entrada a los que no los cumplieran. Además, la nueva institución tenía el deber de deportar a los mexicanos que ya vivieran en Estados Unidos y no cumplieran con los requisitos de estancia o trabajo. Entre 1918 y 1919 se dio la primera deportación masiva de ciudadanos mexicanos desde Estados Unidos. En Juárez la multitud de desempleados que llegaron de pronto causó problemas de hacinamiento y salud, pues la llegada de estos migrantes voluntarios o deportados coincidió con las epidemias de tifo e influenza española. Ni las autoridades municipales, ni la estructura económica de Ciudad Juárez tenían posibilidades de absorber esa población que se estaba quedando en la frontera, pero otra medida de política interna de Estados Unidos le dio posibilidad de sobreponerse a este problema y enfrentar las dificultades de la reconstrucción económica de la región. En 1918 el estado de Texas decretó la prohibición de fabricar, vender o consumir alcohol en su territorio y a principios de 1920 esa medida se amplió a todo el país debido a presiones de grupos ultraconservadores. La gente de El Paso se había opuesto de manera decidida a esa ley -conocida en México como Ley Seca-pero no les quedó más remedio que cumplir con ella. Afortunadamente, ellos tenían la frontera a la mano y podían escapar a la ley con solo cruzar un río. Para Ciudad Juárez, esta prohibición le trajo oportunidades económicas muy importantes en tiempo de grandes dificultades. Desde 1918, casi todas las cantinas, bares y centros nocturnos que existían en El Paso tuvieron que mudarse a Ciudad Juárez para seguir operando. Incluso, muchos restaurantes hicieron lo mismo sólo para poder ofrecer a su clientela

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comidas con cerveza, vino o champagne que de pronto eran ya un lujo ilegal en Estados Unidos. Junto con los negocios relacionados con el alcohol, otras formas no tan sanas de entretenimiento se desarrollaron sólo en e lado mexicano, tales como la prostitución, el juego y la venta de drogas. Se podría decir que Ciudad Juárez “vendió su alma al diablo” al aceptar estos negocios o giros negros, pero lo hizo simplemente porque no tenía entonces otra alternativa para su recuperación económica. Con esta preferencia obligada por el turismo de frontera, la ciudad remachó de manera definitiva su fama de perversa, una fama que desafortunadamente perdura hasta nuestros días. La gente de El Paso usaba a Ciudad Juárez como válvula de escape a sus presiones diarias y por ello miles de paseños cruzaban diariamente la frontera. Entre 1919 y 1920 la ciudad recibió la friolera de 400,000 turistas de todas clases sociales. Si bien había personajes de baja estofa entre los visitantes, también conocieron la ciudad personalidades de talla mundial como el boxeador Jack Dempsey y la aviadora Amelia Lamart. Sin embargo, la gente de El Paso comparaba su ciudad con su vecina y su mala fama para darse aire de superioridad. El cónsul norteamericano en Ciudad Juárez, John W. Dye decía: Juárez es el lugar más inmoral, degenerado y perverso que he visto u oído contar en mis viajes. Ocurren a diario asesinatos y robos. Continuamente se practican juegos de azar, se consumen y venden drogas heroicas, se bebe en exceso y hay degeneración sexual. Es la Meca de los criminales y degenerados, de ambos lados de la frontera.11 Mas exagerado aún era el testimonio de un ministro evangelista de El Paso que afirmaba “preferiría matar a mi hijo y arrojar su cadáver al río antes de permitirle pasar una hora en el infierno desenfrenado de Ciudad Juárez”. 12 Sin embargo, no se dieron muchos asesinatos de esta índole y si fueron miles los paseños que cruzaban la frontera diariamente, aunque fuera sólo para comer con vino y burlar prohibiciones que, a los ojos de los mexicanos, parecían ridículas. Proliferaron entonces los negocios en lo que se vendía alcohol, desde cafés y restaurantes muy decentes hasta los primeros “picaderos” de drogas. Ciudad Juárez bullía todos los días como si fueran de fiesta. Se organizaban desde desayunos y almuerzos con champaña, hasta comidas y cenas bien bañadas de licor en restaurantes, cafés y bares de la famosa avenida Juárez, había quienes querían conocer otra diversiones prohibidas a los norteamericanos como mesas de juego, corridas, peleas de box y gallos. Para espíritus más audaces, una serie de hoteles de paso, burdeles y picaderos llenaba la bien llamada Calle del Diablo a un costado apenas de la venida Juárez y existía también una zona de tolerancia en lo que ahora es la calle Mariscal. El moralismo que entonces imperaba en Estados Unidos alimentaba la fama de Ciudad Juárez como un lugar pecaminoso y esa era la característica que lo hacía tan atractivo para muchos estadounidenses.

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Citado en Martínez, op. Cit, 84 12

Testimonio de Duncan Ayman de mayo de 1825 citado en Ibid: 84

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En el colmo de la burla –cinismo dirían los norteamericanos de entonces- se abrió una cantina y salón de baile internacional. Sucede que con los cambios de cause del río se había formado un enclave de territorio mexicano al norte del río bravo debido a una inundación ocurrida allá por 1854. Este enclave- llamada isla o corte de Córdoba- tenía una extensión de 156 hectáreas y estaba poblado por una docena de familias que se dedicaban a la agricultura y no tenía más que señalada la frontera con unas mojoneras. Esta situación peculiar dio origen a la cantina conocida como A Hole in the Wall- Un agujero en la pared. Un emprendedor negociante construyó una pared sobre la línea fronteriza y puso algunos agujeros en ella de manera que al asomarse por ellos el cuerpo de los clientes quedara en territorio norteamericano pero su cabeza en México y así pudieran consumir cualquier bebida alcohólica sin salir siquiera de Estados Unidos. Esta cantina, casino y salón de baile funcionó por varios años hasta que las quejas de las autoridades paseñas obligaron a que se cerrara en enero de 1931. Otro beneficio de la prohibición del alcohol fue el establecimiento de bebidas alcohólicas en la parte mexicana de la región paseña. Al verse imposibilitadas para trabajar en territorio norteamericano muchas fábricas de bebidas alcohólicas emigraron a las zonas fronterizas de México y Canadá. La cervecería El Paso Brewing Association mudó sus máquinas al sur del Bravo, se asoció con empresarios juarenses y abrió de nuevo sus puertas con el nombre Juárez Brewery o Cervecería Juárez. Tiempo después esta fábrica fue administrada por la Cervecería de Chihuahua, a su vez subsidiaria por Cervecería Cuauhtémoc de Monterrey y fabricante por muchos años de la marca Cruz Blanca, ahora conocida como la Carta Blanca. En 1921 se establecieron la fábrica de whisky The Western Distillery, propiedad de Abraham Binmard, y las destilerías D&M y E&W ambas provenientes de Kentucky. Más tarde, Servando Lizárraga compró la empresa D&W. Destilliery de la que años después Antonio J. Bermúdez y René Mascareñas fuera sus administradores y que sobrevive hasta el día de hoy con sus productos marca Waterfill y American Straight. Estas empresas hacían negocios plenamente legales en México, pero significaban una amenaza al puritanismo de Estados Unidos, pues al estar ubicados en la frontera sus artículos podían fácilmente cruzar de contrabando hacia el norte. Además, los negocios legales relacionados con la elaboración de bebidas alcohólicas y el entretenimiento dieron pie al nacimiento de una nueva élite local entre los dueños y administradores de estas empresas. Y, en efecto, el contrabando de bebidas alcohólicas era incontenible en la región paseña y en todas las fronteras terrestres y marítimas de Estados Unidos. Como una caja de licor que en Ciudad Juárez valía $100 dólares se vendía a $6,000 en el interior de Texas, muchas personas corrían gustosos el riesgo de enfrentarse a la ley. Las balaceras entre policías norteamericanos y contrabandistas eran cosas de todos los días en la frontera. El enclave del corte de Córdoba se prestaba maravillosamente para esta actividad y se decía que todas las familias que allí vivían se dedicaban al contrabando en sus diversas modalidades. De nuevo por presiones de las autoridades norteamericanas, el gobierno municipal de Juárez se vio obligado a tratar de controlar el tráfico de personas y mercancías al corte de Córdoba, sin mayor éxito.

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Este fracaso llevó a que, varios años más tarde, estos terrenos fueran expropiados por el gobierno federal. Junto al contrabando de licores se desarrolló también el narcotráfico. Opio, marihuana, morfina y cocaína eran los estupefacientes que tanto se trataban de llevar de contrabando a Estados Unidos como se vendían ilegalmente en territorio mexicano. Muchas fuentes de la época hablan de una corrupción oficial que permitía que estos negocios funcionaran de manera casi abierta. Las diversas policías no sólo estaban coludidas con narcotraficantes y lenones, sino que cobraban fuertes “mordidas” a los negocios establecidos legalmente, además de los impuestos regulares, para dejarlos trabajar. Hacia 1922, el gobernador Ignacio C. Enríquez prohibió las actividades de juego en el estado de Chihuahua, pretextando muchos abusos y corrupción, “debido-alegó-a que la prensa y el público en general no han sabido interpretar los sanos propósitos del gobierno del estado para tolerar los juegos establecidos en Ciudad Juárez”.13 Esta medida obligó al cierre de numerosos casinos juarenses y provocó de inmediato una fuerte baja en los ingresos estatales y municipales. Una vez que el general Enríquez abandono la gobernatura comenzaron a expedirse de nuevo permisos para establecer garitos de juego grabados con altísimos impuesto, por ello, el famoso casino Nuevo Tívoli tuvo oportunidad de funcionar unos años mas. Para los mexicanos del interior la peculiar vocación turística de Ciudad Juárez era no sólo sinónimo de corrupción moral, sino también de demexicanización. Incluso muchos chihuahuenses veían también en su más importante ciudad fronteriza un foco de corrupción que también los amenazaba a ellos. La Leyenda Negra de la frontera mexicana existe desde entonces también en nuestro país y maneja los mismos argumentos que esgrimieron los puritanos de Estados Unidos, pero como muchos de los negocios de entretenimiento vivían del turismo extranjero les era necesario dirigirse a su clientela en inglés, los juarenses que los atendían eran reputados como “apochados” muchos centros de esparcimiento debían tener nombres y anuncios en inglés para atraer a su clientela natural, pero el bilingüismo en los servicios y una obvia dependencia de las tiendas situadas al otro lado de la frontera hizo que se tachara a los fronterizos, “poco mexicanos”. Aunque la acusación suena ridícula, durante los años veinte y treinta del siglo pasado hubo políticas de los gobiernos estatal y federal dirigidas a promover los valores y cultura mexicanos entre los juarenses para que la frontera se volviera una especia de “fortaleza cultural” en contra del influjo norteamericano. Como un símbolo de que la economía de Ciudad Juárez estaba abocando a los servicios del entretenimiento, en abril de 1926 se inauguró el Coliseo Juárez, un enorme espacio abierto dedicado a casi todas las facetas del entretenimiento, como peleas de box y gallos, carreras de cabellos y perros, kermesses y competencias atléticas. De hecho, el día de su apertura nada menos que 8,000 personas vieron como Jack Dempsey noqueaba a cuatro contrincantes en fila. El auge que trajo la Ley Seca y el aumento del turismo fronterizo no se debía por completo a los ahora llamados “giros negros”, sino también a otras atracciones que la ciudad pudo desarrollar. En esos años abrieron sus puertas

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Mensaje del gobernador Enríquez EN el periódico La patria del 6 de abril de 1921 en Santiago Guadalupe,

“Cronología de Ciudad Juárez en el siglo XX”, en la pagina de Internet www.uacj.mx.

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numerosas tiendas de curiosidades, hoteles y fondas que vivían de los visitantes. Con la llegada del automóvil, proliferaron los taxis y, en general, todos los servicios relacionados con el turismo. Incluso los negocios del otro lado de la frontera se beneficiaban de este auge y era común que en las grandes festividades norteamericanas, por ejemplo, los turistas que iban de visita a Ciudad Juárez llenaran los hoteles del paso y acabaran con el combustible de sus gasolineras. Los empresarios paseños comenzaron a promocionar a Ciudad Juárez y sus diversiones para atraer turistas a su ciudad y lo hicieron gran éxito. El Paso fue cede de varias convenciones nacionales y sólo porque Ciudad Juárez y su aparente “desenfreno” la hacían atractivo. Por si fuera poco, muchos de los dueños de los giros negros de Ciudad Juárez-poco menos de la mitad- eran norteamericanos o vivían en el Paso, de forma que buena parte de ese “dinero sucio” finalmente alimentaba a los bancos y otros negocios en territorio estadounidense. La Ley Seca en Estados Unidos coincidió con una época de gran progreso económico en ese país y sirvió para la formación de poderosas organizaciones criminales. En nuestra región, se probó que la frontera no era ningún dique ni en contra del alcohol o las drogas, ni de las “influencias perniciosas” del extranjero. Sin embargo, podemos aventurar que, entre los años de 1917 y 1930 hubo cambos importantes en la relación ya establecida entre las partes mexicana y norteamericana de la región paseña, cambios que comienzan a configurar una frontera internacional tal cual la conocemos hoy en día. De alguna forma, debido a que los gobiernos de México y Estados Unidos se estaban volviendo cada vez mas poderosos y eficientes, sus políticas se podían implementar de manera más directa en las regiones fronterizas y, al hacerlo, la frontera se estaba convirtiendo en una barrera que separaba a dos partes de una misma región que habían estado unidas desde hacia siglos.