Cerrón Palomino, El Aimara Como Lengua Oficial de Los Incas

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  • EL AIMARA COMO LENGUA OFICIAL DE LOS INCAS 9BOLETN DE ARQUEOLOGA PUCP, N.o 8, 2004, 9-21

    EL AIMARACOMO LENGUA OFICIAL DE LOS INCAS

    Rodolfo Cerrn-Palomino*

    Resumen

    Segn la visin tradicional de la historia prehispnica, la lengua oficial de los incas habra sido elquechua, lengua que, a su vez, se habra originado en la regin cuzquea. De acuerdo con los estudios delingstica histrica andina, todo conduce a pensar que, en verdad, el quechua no pudo haberse originado enel Cuzco, pues en dicha regin, al tiempo en que se formaba el imperio, se hablaba aimara, lengua procedentede los Andes Centrales. En este trabajo presentamos evidencias de tipo documental, onomstico y lingsticopropiamente dicho que demuestran que los incas tenan el aimara como lengua oficial hasta por lo menos elgobierno de Tupac IncaYupanqui.

    Abstract

    AIMARA AS THE INCA OFFICIAL LANGUAGE

    According to traditional prehispanic Andean history, the official tongue of the Incas was Quechua, alanguage whose craddle is assumed to have been the Cuzco area. In view of current Andean historicallinguistics, however, it all leads to the conclusion that Quechua couldnt have originated in the Cuzco region,since at the time of the beginings of the Inca empire, the language spoken there was Aimara, which in turn hadspread southeasthward, coming from the Central Andes. In the present paper, documentary, onomastics, andlinguistic proper evidences are advanced to prove that the official language of the Incas, at least up to the reignof Tupac Inca Yupanqui, was Aimara and not Quechua.

    1. Preludio

    Tradicionalmente se ha sostenido que el quechua habra tenido en la regin cuzquea sucuna de origen. Por consiguiente, la lengua natural de los incas habra sido igualmente dicho idioma.Tal versin, de claro sabor garcilacista, sigue en pie todava no solo en los manuales de corte escolarsino incluso en tratados y ensayos de carcter acadmico (ver, por ejemplo, Bauer y Stanish 2001:cap. 3, 50-51). No han faltado, sin embargo, voces discrepantes, cuestionadoras de semejante pos-tura, que en el contexto de los estudios histrico-culturales andinos se conoce con el nombre de latesis del quechuismo preincaico, a la que se opondra la del aimarismo histrico y lingstico,segn la sntesis ofrecida por el historiador Porras Barrenechea (1963 [1945]: cap. II, 23). Los avan-ces logrados en la segunda mitad del siglo pasado en materia de lingstica andina, especialmente en

    * Pontificia Universidad Catlica del Per, Departamento de Humanidades. E-mail: [email protected]

    Ayar Auca, odas las palabras de su hermano, levantse sobre sus alas y fu al dicho lugar queMango Capac le mandaba, y sentndose as luego se convirti en piedra y qued hecho mojnde posesin, que en la lengua antigua de este valle se llama cozco, de donde le qued el nombredel Cuzco al tal sitio hasta hoy. De aqu tienen los ingas un proverbio que dice: Ayar Aucacuzco guanca, como si dijese Ayar Auca mojn de piedra mrmol (Sarmiento de Gamboa1960 [1572]: 217).

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    relacin con la historia y evolucin de las llamadas lenguas mayores del antiguo Per, ponen demanifiesto la total endeblez de la tesis del quechuismo primitivo, a la par que afianzan el carcterprimordial y omnipresente del aimara en toda la regin de los Andes centro-sureos. Segn estainterpretacin, el aimara, procedente de los Andes Centrales, habra llegado a la regin cuzquea entiempos preincaicos, posiblemente vehiculizado por el Estado huari, de manera que, al constituirseel seoro de los incas, el idioma natural del que se habran servido los soberanos cuzqueos habrasido dicha entidad, que ms tarde adquirira el estatuto de lengua oficial. Esta interpretacin idiomtico-cultural de la historia incaica no es enteramente novedosa, como se mencion, pues siempre existila sospecha de que las cosas pudieron haber sido diferentes de las sealadas por la visin tradicio-nal. Sin embargo, faltaba la evidencia lingstica decisiva para trasponer el umbral que separaba lamera suposicin de los hechos tangibles y empricos. En el presente trabajo quisiramos precisa-mente elaborar los argumentos empricos que confirman esto ltimo.

    2. Planteamiento inicial

    Como se ha sealado, la idea de que el aimara pudo haber sido la lengua de los primerosincas es de antigua data. En efecto, as lo sostenan, entre otros, David Forbes (1870), Middendorf([1891] 1959); Uhle (1969 [1910]), y, en tiempos ms recientes, Alfredo Torero (1994, 1998). Convienepreguntarse entonces sobre el tipo de fundamentos esgrimidos por tales estudiosos en favor de latesis sostenida. Al respecto, podemos sealar que han sido tres las clases de evidencias principalesconducentes a ella: a) onomstica, b) documental, y c) lingstica propiamente dicha. Por la primerase ha sostenido que la toponimia de los Andes centro-sureos acusa una profunda raigambre aimaraque no puede explicarse nicamente a partir de la simple presencia de mitimaes altiplnicos. Envirtud del segundo tipo de evidencias, se ha sealado que la documentacin colonial, especialmentela del siglo XVI, testimonia la vigencia del aimara, alternando con el quechua, en territorios localiza-dos al noroeste del Cuzco, hoy completamente quechuizados. Finalmente, segn la evidencia pro-piamente lingstica, la presencia actual del aimara central, en la provincia limea de Yauyos, y cuyaprocedencia mitimaica no admite justificacin alguna, constituye la mejor prueba del carcter nativocentroandino de la lengua.

    Ahora bien, no siempre se consigui estructurar tales argumentos, por razones de informa-cin y formacin a la vez, en favor de uno solo, mucho ms slido y robusto, y ello podra explicar,en parte al menos, la vigencia de la tesis del quechuismo primitivo, que a su vez se resiente de unnacionalismo trasnochado y malentendido que parece reposar sobre una suerte de reparticinidiomtica, segn la cual el quechua sera peruano y el aimara boliviano (como ocurre enarqueologa frente a Huari y Tiahuanaco, respectivamente). Pero, adems, bien evaluados, los argu-mentos de tipo onomstico y documental resultaban bastante endebles, y, el propiamente lingsti-co, por su parte, enfrentaba una ambigedad interpretativa, heredera de su descubrimiento tardo(en el ltimo tercio del siglo XIX). En efecto, por lo que respecta a la evidencia toponmica, salvoraras excepciones, como algunas etimologas de Middendorf y Uhle, los supuestos aimarismos nopasaban de ser elucubraciones fantasiosas, desprovistas de sustento emprico (Paz Soldn 1877;Carranza 1884; Durand 1921). Ello porque, al no haber verdadero sustento analtico, y estando lalingstica andina en una etapa precientfica, era imposible determinar, siquiera en calidad de hip-tesis, el origen quechua o aimara de los topnimos. Tocante a la evidencia escrita, ocurra que unmismo documento, pongamos por caso las famosas Relaciones Geogrficas, era interpretadosegn esquemas preconcebidos en favor de una u otra de las tesis contrapuestas. As, la presenciade pueblos aimarfonos en la regin ayacuchana poda ser interpretada como producto de unainsercin de mitimaes (Markham 1902 [1871]; Tschudi 1918 [1891]; Riva Agero 1966 [1930]) o comovivo testimonio de un origen raigal (Middendorf, Uhle). Dicha indeterminacin distaba de ser resuel-ta ante la dificultad de distinguir, en esas mismas fuentes, entre pueblos de habla aimara ancestral yotros de idioma trasplantado. En fin, con respecto a la evidencia lingstica propiamente dicha,igualmente, la presencia de dialectos aimaraicos en plena serrana limea ser interpretada en los

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    mismos trminos: como un resto de habla de mitimaes (Barranca 1876; Espinoza Soriano 1982) ocomo formas de relicto de un aimara ancestral (Rivet y Crqui-Montfort 1951; Jijn y Caamao 1996[1940]). Obviamente, para zanjar este problema se haca necesario no solo comparar sistemticamentetales dialectos con sus similares altiplnicos (Hardman 1975 [1966]) sino, sobre todo, emprender eltrabajo de reconstruccin de la protolengua (Cerrn-Palomino 2000a).

    3. Reconsideracin del problema

    En lo que sigue intentaremos apuntalar, una vez superados los problemas mencionados enla seccin precedente, la hiptesis del emplazamiento prequechua del aimara en los territorios cen-tro-andino-sureos y altiplnicos, y por consiguiente en la regin cuzquea, en la poca de la forma-cin y expansin iniciales del imperio incaico, de suerte que la lengua que facilit tales procesostuvo que haber sido la aimara. Para ello invocaremos los mismos tipos de evidencias mencionadaspreviamente, al tiempo que procuraremos integrarlos de modo orgnico y solidario, pero esta vezechando mano de los ltimos aportes de la lingstica andina. De manera crucial, como se harevidente, el acceso a nueva fuente documental as como la recta interpretacin de la misma, consti-tuirn los elementos decisivos para buscar demostrar el estatuto de lengua oficial de que habra disfru-tado el aimara entre los incas antes de la adopcin del quechua chinchaisuyo en reemplazo de aqulla.

    3.1. Cuestiones onomsticas

    Gracias al desarrollo alcanzado por los estudios diacrnicos del quechua, y sobre todo delaimara, hoy es posible escudriar con mayor rigor la onomstica, indagando acerca de la etimologade los vocablos atribuibles a cada lengua, incluyendo dentro de stos la toponimia o los nombres delugar. Una de las ms poderosas herramientas puestas al servicio del estudioso de la onomsticaandina por la lingstica histrica es el conocimiento de un conjunto sistemtico de cambios fonti-cos que operaron en el desarrollo y configuracin actual de ambas lenguas, y cuyo manejo por partedel investigador se hace imprescindible a la hora de dilucidar sobre la motivacin y filiacin de losnombres en general y de la toponimia en particular. Sobra decir que sin el manejo de tales reglas, deprobada capacidad heurstica, se est condenado a las interpretaciones ms fantasiosas y desenfre-nadas de topnimos, cuando no a la etimologa popular de corte ingenuo. Como lo venimos demos-trando en nuestros trabajos de naturaleza onomstica (cf., por ejemplo, Cerrn-Palomino 2000b),gracias al manejo de tales principios, en fin, es posible ahora encontrar asociaciones entre formasque antes burlaban fcilmente la atencin de los especialistas, a la par que nos permiten desechar alinstante emparejamientos o entroncamientos puramente gratuitos y antojadizos.

    Pues bien, los estudios en curso en materia de toponimia andina demuestran de manerafehaciente la presencia raigal del aimara en territorios hoy ocupados por el quechua. Ello es cierto nosolo para la regin centroandina sino para toda el rea surea, y obviamente para el altiplano. Enmuchos casos no solo contamos con el registro de nombres asignables a la lengua sino tambindisponemos de la documentacin colonial en la que se dice que tales nombres les fueron asignadospor los ingas antiguos o los ingas antepasados, como ocurre, por ejemplo, en la conocidaRelacin de don Francisco de Acua, corregidor de Condesuyos y Chumbivilcas, al indagar sobrealgunos nombres de lugar, como Colquemarca y Chamaca, que hoy sabemos de claro origen aimara(cf. Acua 1965 [1586]: 320, 322). Ms crucial resulta, sin embargo, demostrar la existencia inconfun-dible de topnimos aimaras en pleno valle cuzqueo. Como lo hemos demostrado en trabajos ante-riores (cf. Cerrn-Palomino 1998, 1999), no solamente encontramos all nombres de origen aimara quepersisten sino tambin muchos otros que desaparecieron, pero que estn registrados en la docu-mentacin colonial, como es el caso de la nomenclatura de los ceques (cf. Cobo 1956 [1635]: libroXIII, caps. XIII-XVI), cuya interpretacin etimolgica ofreceremos en otra oportunidad. De latoponimia, solo quisiramos volver a llamar la atencin aqu sobre los nombres de Cuzco yOllantaitambo, apelativos de puro cuo aimara el primero y de naturaleza hbrida el segundo.

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    En relacin con el primer topnimo, segn las pruebas que hemos aportado, en la lecturacuidadosa del pasaje de Sarmiento que citamos como epgrafe est la clave de la interpretacin delnombre Cuzco, cuyos intentos previos de explicacin estuvieron viciados desde un principio alasignrsele a la lengua particular que habran tenido los incas (ver 3.1), con el significado, msbien importado, de centro u ombligo del mundo; o al tomrsele como quechua, derivado de laraz kuska-, que nada tiene que ver con l, por lo menos para quienes tomamos en serio los dictadosde la lingstica andina.1 En efecto, como lo demostramos en Cerrn-Palomino (1998: 5.1.2.3), laexpresin , que Sarmiento traduce por Ayar Auca, mojn de piedramrmol (cf. Sarmiento, op. cit., 217), constituye una frase nominal con aposicin, la misma quepuede graficarse como = . Lo que dicha ecuacin quiere decirnos esque Ayar Auca, a quien, segn la leyenda recogida por el cronista, le haban nascido unas alas, setorna, previa litomorfosis, en cuzco guanca, es decir en pen del cuzco. El problema radicabaentonces en averiguar el significado del ncleo de la expresin, puesto que el modificador guancapen no ofreca dificultad alguna, al registrarse en ambas lenguas. Ahora bien, la voz cuzco nofigura, que sepamos, en ningn vocabulario quechua o aimara coloniales, excepto como nombre dela ciudad, acusando por ello mismo un origen derivado. De all las interpretaciones fantasiosas a lasque hicimos mencin. Sin embargo, haca falta indagar por el nombre en vocabularios ajenos a los delas variedades modlicas del quechua y del aimara sureos, y sobre todo en los de esta ltimalengua. Pronto las pesquisas dieron con el clavo: qusqu se registra no solo en los dialectos aimarasperifricos de Oruro y Chile, sino que tambin figura, en calidad de prestamo, en las lenguas atacamea(hoy extinguida) y chipaya (sobreviviente del uro). En tales variedades y lenguas el vocablo refierea un tipo de lechuza, y es claramente de origen onomatopyico. De este modo se resuelve elenigma: Ayar Auca, convertido en lechuza (de all las alas que tena), vuela en direccin del lugar enel que se edificara despus el Coricancha, donde se posara sobre un pen antes de petrificarse.Con el tiempo, la denominacin de cuzco guanca (es decir qusqu wanka pen donde se pos lalechuza) se redujo a cuzco simplemente, absorbiendo y eliminando a su ncleo frasal originario: lametonimia se consolidaba a medida que el nombre, ahora de la ciudad, desplazaba definitivamentesu significado originario, por lo menos en el rea, hecho que se habra consumado a medida que elaimara iba siendo desplazado por el quechua. Lo que importa destacar aqu es el hecho de que elnombre de la capital del futuro imperio tenga un origen claramente ajeno al quechua, lo que est demos-trando que la lengua de sus fundadores era la misma que se hablaba en toda la regin: el aimara.

    En cuanto a Ollantaitambo, voz compuesta, sealemos en primer lugar que su composicinregistra una superposicin quechua. En efecto, la voz tambo, con pronunciacin chinchaisuya (y notampu, como quera Garcilaso), se sobrepone claramente a la de Ollantay. Pues bien, a partir de dichaconstatacin, tendramos hasta aqu el significado de mesn de Ollantay, y es precisamente sobrela base de esta interpretacin primaria que los historiadores de la literatura quechua han queridodarle al topnimo un carcter conmemorativo, a fortiori sin duda alguna: la posada llevara el nom-bre del hroe ficticio Ollantay, que, gracias a dicha reinterpretacin antojadiza, se constituira enprueba arqueolgica de su existencia histrica real. El problema, sin embargo, radicaba en que elsupuesto antropnimo no se dejaba interpretar a partir del quechua, por mucho que se lo estrujaraformal y semnticamente, como era la prctica hasta hace poco, y sigue sindolo hasta ahora en lospredios profanos.2 Y es que, como en el caso de Cuzco, todo intento por descifrarlo a partir delquechua estaba condenado simple y llanamente al fracaso. Porque, como lo hemos demostrado enotro lugar (cf. Cerrn-Palomino (1998: 5.1.2.3), el nombre es de pura cepa aimara. En efecto, Ollantayremonta a *ulla-nta-wi lugar donde existe una atalaya, voz que se deja analizar cristalinamente ensu componente radical *ulla- ver, mirar, seguido de los sufijos ingresivo nta hacia adentro yubicativo wi. El paso de *ulla-nta-wi a ullantay se explica llanamente por medio de un par dereglas propias de su acomodamiento en el quechua aimarizado de la regin (cf. Cerrn-Palomino2002a, para mayores detalles acerca de los cambios implicados por tales reglas). La pregunta quesurge entonces es por qu no se pudo acertar con una explicacin aparentemente sencilla. Como sedijo, la razn fundamental radica en las anteojeras creadas por la tesis del quechuismo primitivo,

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    consistente en creer que todo topnimo del rea cuzquea debe interpretarse a partir del quechua.Significa ello que superado dicho escollo se estara en condiciones de dar fcilmente con el timoaimara? No, porque lamentablemente nuestros etimologistas aficionados siguen aferrados a la ideade que para explicar los nombres indgenas basta con saber hablar la lengua respectiva. Y auncuando, superando dicha limitacin, se anime a consultar los vocabularios coloniales, todava que-da el peligro de no saber cmo manejarlos, pues a menudo se los lee e interpreta como si se tratarade textos modernos (descalabro frecuente que sufren nuestros etnohistoriadores). Es ms, la limita-cin persistir de todos modos desde el momento en que, para una recta interpretacin de talesmateriales, hace falta conocer la historia de la lengua, la misma que en buena cuenta se reduce alconjunto de reglas de cambios operados en ella, segn se dijo. As, pues, en el presente caso, la solabsqueda de la raz ulla- o sus derivados en cualquier vocabulario aimara moderno sera infructuo-sa, pues no la encontraremos, no al menos en los vocabularios del aimara lupaca o pacaje. Har faltaentonces recurrir a Bertonio, y all s encontraremos la voz y derivados, con el significado dever (cf. Bertonio [1612] 1984: I, 467; II, 372). Significa que no sera entonces aimara, ya queno se la encuentra en los vocabularios modernos, o a lo sumo sera un particularismo del aimaralupaca? Nada de eso, ciertamente. Qu ocurre, sin embargo, cuando buscamos el equivalente dever en los vocabularios modernos? Lo que encontramos all es la raz y derivados. Erratade impresin? De ninguna manera, pues la variacion ~ ll ha sido recurrente en la historia de laslenguas aimaraicas, de manera que las variantes ulla- ~ ua- son un ejemplo que ilustra dichatendencia. Pues bien, una vez aclarados la forma y el significado de la raz del topnimo, solo quedapor identificar los sufijos, por lo dems ajenos al quechua pero familiares al aimara, como ya loindicamos: as, el tema ulla-nta- significa ver hacia adentro, lo que refiere inmediatamente a unaatalaya (y la arqueologa nos lo confirma), y seguido del ubicativo y, que remonta a *-wi, tenemosla significacin literal del topnimo lugar desde donde se divisa hacia el fondo. De paso, gracias aesta interpretacin, estamos en condiciones de dar con los significados de los hbridos quechumarasSalcantay y Lasuntay, ornimos que conllevan races quechuas chinchaisuyas (*sallqa puna y*rasu nieve) encestadas dentro de moldes gramaticales aimaras proporcionados por los sufijos queacabamos de identificar. Tales nombres significaran, respectivamente, lugar de acceso a la puna ylugar de acceso al nevado, y al mismo tiempo nos estn indicando a todas luces que fueronacuados por bilinges aimara-quechuas. Por lo dems, volviendo al caso de Ollantaitambo, restasealar que la documentacin colonial corrobora nuestra interpretacin al regalarnos el dato aporta-do por Glave y Remy (1983: caps. 1, 2), segn el cual la fortaleza y la ciudadela en cuestin, que caadentro de la encomienda de Hernando Pizarro, se llamaban en el siglo XVI Collaytambo, o seatambo de los collas.3

    3.2. Evidencias documentales

    Como hemos tratado de demostrarlo en otras ocasiones (cf. Cerrn-Palomino 2000a: cap. IV, 3, 2001), los documentos coloniales del siglo XVI, en especial las Relaciones geogrficas dadasa conocer por Jimnez de la Espada ([1881-1897] 1965), dan cuenta de la presencia del aimara, alter-nando con el quechua en calidad de lengua cada vez ms predominante, en toda la jurisdiccin delobispado del Cuzco, que por entonces comprenda Huamanga por el noroeste. En tal sentido, nadams exacto que la observacin hecha por el clrigo Balthazar Ramrez, a fines del siglo XVI, cuandoseala que la lengua aymar es la ms general de todas, y corre desde Guamanga, principio delobispado del Cuzco, hasta casi Chile o Tucumn (cf. Ramrez [1597] 1906: 297), otorgndole inclusosu primaca como lengua general sobre el quechua, solo que, para ser precisos, hay que recalcarque por entonces esta lengua, que todava no haba logrado desterrar del todo a su rival en la reginsurea, ostentaba el carcter de lengua dominante. Y, conste que no estamos incluyendo aqu lasprovincias serranas de Lima (por lo menos Canta, Huarochir y Yauyos) donde seguan hablndosevariedades aimaraicas. Por lo dems, y para seguir refirindonos al territorio del antiguo obispadodel Cuzco, la presencia de la lengua en dicha jurisdiccin tambin aparece refrendada en el texto delas Annotaciones a la traduccin aimara de la Doctrina Christiana, as como en el Vocabvlario

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    breve que lo acompaa, del Tercer Concilio Limense (1985 [1584]: fols. 78-84). En dicho documentose hace mencin del aymara cuzqueo, como una de las muchas variedades que ofreca la lengua,diferente adems de las de Canas y Canchis, as como de la de los condes. Ahora bien, para serexactos, como lo sugerimos en otro lugar (cf. Cerrn-Palomino 1999: 5), dentro de la categora deaimara cuzqueo debemos comprender no solo las hablas aimaraicas ancestrales del lugar sinotambin aquellas que, provenientes del altiplano, todava corran en boca de los mitimaes en procesode quechuizacin.

    Ahora bien, aparte de las fuentes de carcter oficial mencionadas, contamos tambin conotro documento que arroja luces sobre la presencia ancestral (al lado de la mitimaica) de la lengua alponiente del Cuzco. Se trata nada menos que de la Nueva Coronica, de Guaman Poma (1936 [1615]).Como se sabe, al ocuparse de las canciones y mucica de las quatro partes del antiguo imperio,el cronista indio inserta cinco canciones registradas en aimara (cf. op. cit., 317-327). Pues bien, comolo demostr Ferrell Ramrez (1996), el aimara de tales canciones resulta extrao a las variedadesmodlicas conocidas (lupaca y pacaje) y ms bien parecen corresponder, con toda probabilidad, alas que hemos denominado aimara cuzqueo. De all que su interpretacin a partir del aimaracollavino no tuviera resultados satisfactorios, y en cambio se mostrara ms inteligible a partir de lavariedad central. Pero, adems, como reflejando la situacin caracterizada previamente, tales textosdelatan un aimara fuertemente quechuizado. Y no solo eso, pues Guaman Poma incluye tambindentro tales taquies el texto de una , es decir de una danza de jvenes parejas (cf. op.cit., 317). Lo interesante del texto radica en que la cancin est compuesta en un quechua extrao,que ha dejado mal parados a quienes intentaron traducirlo hasta ahora. Como lo demostramos en untrabajo en el que ofrecemos una versin castellana del texto (cf. Cerrn-Palomino 2003), la rarezaformal de este radica en que se trata de un quechua aimarizado, en el que no solo se registra lxicoaimara sino, de manera mucho ms impactante, se echa mano de sufijos exclusivos de la lengua,amn de ilustrarnos tambin la actuacin de algunas reglas fonolgicas propias a ella. Segn sepuede apreciar, todo esto ilustra cmo, a comienzos del siglo XVII, el territorio del reciente obispadode Guamanga, se iba resolviendo lingsticamente en favor del quechua en labios de los naturales yde los mitimaes: el propio Guaman Poma habra experimentado, en el seno familiar, dicho proceso desustitucin idiomtica. Por lo dems, el material aportado por el cronista indio es de incalculablevalor, pues se trata de la nica documentacin lingstica con que contamos respecto de las varie-dades aimaras ayacuchanas exterminadas despus por el quechua.

    3.3. Evidencias lingsticas

    Como ocurre en geografa lingstica, las metrpolis son por lo general grandes centros deinnovacin, a la par que la periferie se muestra conservadora y arcaizante. Precisamente, la situacinque venimos caracterizando confirma dicho principio de lingstica espacial, en la medida en que elproceso de quechuizacin del surandino parece haberse cumplido primeramente en el valle delCuzco, centro del poder imperial. Ello explicara por qu ni las fuentes documentales ms tempranashacen referencia al uso del aimara, y en cambio nos dan a entender que esta lengua pareca comple-tamente ajena: probablemente desde entonces el lxico aimara comenz a ser reinterpretado a partirdel quechua, fenmeno que se vea allanado por el extraordinario isomorfismo gramatical que tienenambas lenguas. Para dar un solo ejemplo: el nombre de la plaza mayor del Cuzco, cuya forma origina-ria era , significando simplemente plaa grande (cf. Bertonio, op. cit., II, 125), fuereinterpretado como y traducido como andn o plaa de fiestas y regozijos (cf. Gar-cilaso 1943 [1609]: VII, VI, 110). En este caso, el adjetivo grande fue interpretado como feliz, inaugurando una prctica distorsionadora que todava no ha concluido al menosentre los aficionados.

    Pues bien, lo dicho hasta aqu habra bastado para sostener no solamente la presencia delaimara en el rea cuzquea sino tambin, de manera ms reveladora, su empleo por parte de los

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    soberanos incas como lengua de la administracin imperial. Sin embargo, como veremos en seguida,el descubrimiento y posterior edicin de los captulos faltantes de la Suma y narracin de los incasnos ha brindado la oportunidad nica de contar con la prueba decisiva del carcter oficial de quedisfrutaba el aimara por lo menos hasta el gobierno de Tupac Inca Yupanqui. En efecto, comosabemos ahora, Betanzos registra, en el captulo XIX de su crnica, el texto de un cantar mandadocomponer por el propio Inca Yupanqui para celebrar su triunfo sobre los soras (cf. Betanzos 1987[1551]: XIX, 93). Lo curioso es que el cronista, que se reclama como buen quechuista, transcribe elcantar, parafrasendolo en castellano, pero sin advertir que lo que registraba vena cifrado, aparte decierto lxico comn a ambas lenguas, en un idioma ajeno al quechua. Pues bien, en vista de que yanos hemos ocupado del anlisis filolgico y textual del cantar en ms de una ocasin, en lo quesigue solo nos limitaremos a ofrecer el anlisis lingstico respectivo (para mayores detalles, verCerrn-Palomino 1998, 1999). El texto fundamental del cantar, previamente restituido y dispuesto enversos, va como sigue. Ntese que al lado de la forma restituida proporcionamos los equivalentesaproximados del aimara y quechua sureos de la poca, en versin normalizada (cf. Tabla 1).

    Conforme se echar de ver, el texto ofrecido proporciona una serie de datos sumamentevaliosos no solo para el aimara y el quechua sino tambin para el lenguaje particular de la realezacuzquea, del que tanto nos habla el Inca Garcilaso. Dejando este ltimo tema para el final (ver 4.1),pasemos ahora a destacar brevemente las particularidades lingsticas del texto para demostrar lafiliacin aimara del mismo. Pues bien, lxicamente, el texto contiene dos palabras de origen claramen-te aimara: (es decir yuqa) hijo y (o sea marka) pueblo, esta ltima incorporada amuchos dialectos del quechua central. Fonolgicamente, los versos del cantar registran dos rasgos:(a) la sonorizacin de las consonantes oclusivas tras consonante nasal (, , ,), fenmeno exclusivo del quechua chinchaisuyo, que es el que los incas estaban asimi-lando; y (b) la lateralizacin de r en contextos que iban ms all del inicial de palabra (,, , ), fenmeno propio del aimara cuzqueo. Gramaticalmente, enfin, notemos de qu manera el texto del cantar armoniza perfectamente con el del aimara, registrandolos mismos sufijos, en contraste con lo que ocurre con la versin quechua, que muestra sus propiasdesinencias. Por lo dems, las diferencias superficiales entre las dos versiones aimaras la del textoy la normalizada, aparte de la notacin vacilante de Betanzos, se explican mediante reglas sistem-ticas vigentes en la lengua hasta la actualidad. De esta manera, de paso, queda ilustrado el extraor-dinario isomorfismo gramatical que guardan ambas lenguas, donde apenas se registra un vacogramatical en cada lengua: a) la ausencia de marca de acusativo en el aimara (cuya forma originaria,que era *-ha, ya se estaba perdiendo), y b) la carencia en el quechua de un equivalente del sufijo ra,cuyo significado tiene valor serializador (= accin de uno en uno).

    Queda, pues, demostrada la filiacin eminentemente aimara del texto del cantar, atribuido alpropio Tupac Inca Yupanqui, de acuerdo con la tradicin recogida por Betanzos. Siendo as, y deseguir aceptndose la versin tradicional en el sentido de que el quechua habra sido la lenguanatural de los incas, cmo se puede armonizar el hecho de que un himno de carcter oficial estcifrado precisamente en una lengua ajena a la de la administracin imperial? La respuesta no se dejaesperar: el aimara, y no el quechua, era la lengua oficial del imperio por lo menos hasta los tiemposdel gran conquistador y reformador del Tahuantinsuyo inmortalizado en los mismos versos delcantar que mand componer.

    4. Cuestiones residuales

    De aceptarse la validez de las evidencias apuntaladas, y creemos que hay razones de pesopara ello, restan por lo menos un par de cuestiones que fueron quedando en el camino. Ellas tienenque ver, por un lado, con el tema de la posible existencia de una lengua secreta privativa de losmiembros de la corte incaica; y, por el otro, con la adopcin del quechua por parte de los ltimosincas. En lo que sigue nos ocuparemos brevemente de ambos puntos.

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    4.1. Sobre la lengua secreta

    Por lo que respecta al lenguaje particular de los incas, de cuya existencia nos hablan, porseparado, Cantos de Andrada (1965 [1586]), Garcilaso (op. cit.), Mura (1987 [1613]) y Cobo (op.cit.), los estudiosos han dividido sus opiniones en favor del quechua (Markham, op. cit.; Tschudi,op. cit.), del aimara (Forbes, art. cit.; Middendorf, op. cit.) y del puquina (Torero 1972 [1970]).Ultimamente, sin embargo, este autor modific su punto de vista en favor del aimara (cf. Torero1994). Conforme lo hemos sealado en un trabajo anterior (ver Cerrn-Palomino 1998), creemos queexisten razones slidas, sobre todo tras la discusin precedente, para descartar que dicha lenguasecreta haya sido no solo el quechua sino tampoco el aimara. Comenzando por este ltimo, descar-tamos que dicha lengua haya sido el aimara por cuanto este idioma era, conforme vimos, la lenguanatural de los incas, cuyo uso estaba generalizado en toda el rea, por lo que difcilmente podatratarse de un cdigo secreto privativo de la corte, inaccesible para el resto de la poblacin. Dehecho, quien lo descarta como tal es nada menos que Mura (op. cit., II, XII, 377). Podraargumentarse, sin embargo, como lo hace Torero (1998), en el sentido de que el aimara de los incashabra sido una variedad tan diferente del resto de las hablas aimaraicas sureas, y que por ellomismo era sentida como lengua diferente. Al respecto podemos sealar, tras el anlisis del texto delcantar, que en verdad dicha hiptesis carece de base, toda vez que, aparte de los rasgos superficia-les propios que aqul exhibe, el aimara que lo subyace resulta prcticamente idntico a los demsdialectos sureos conocidos, pudiendo afirmarse que la distancia que lo separaba de sus congne-res no era muy diferente de la que muestran hoy da, por ejemplo, el orureo y el lupaca, dialectosmutuamente inteligibles entre s. De manera que, descartados el quechua y el aimara, queda elpuquina como la posible lengua secreta de los incas del perodo mtico. De hecho, creemos que elmismo cantar muestra, de manera tangencial, las huellas de dicha lengua. Nos referimos, concreta-mente, a la estructura de la frase genitiva de carcter apositivo registrada en el verso 2 del himnotriunfal. En efecto, la frase hijo del sol, no es propiamente aimara ni menos quechua,pues para serlo habramos esperado algo como o , respectivamen-te (ver 2.3). Lejos de eso, la frase se acomoda perfectamente dentro del molde puquina (cf. , como aparece en los textos de Barzana 1609: 62). Comprese dicha frmula con la de otrasexpresiones, de naturaleza toponmica y sacra a la vez, frecuentes en el rea cuzquea, como: Vilcanota< *willka-n(a) uta casa del sol, Omanamaru < *uma-n(a) amaru serpiente del agua, Colcampata< *qullqa-n(a) pata andn del granero, Poquenpuquio < *puqi-n(a) pukyu manantial de lospuquinas, Poquencancha < *puqi-n(a) kancha aposento de los puquinas, etc. Represe, sobretodo, en los nombres de los santuarios que hacen alusin a los puquinas que, segn Guaman Poma,tambin eran casta de yngas. De todo ello se sigue que los incas mticos, procedentes del Titicaca(llamado ), hablaran el puquina, la lengua natural de la regin, y luego, tras su

    Ynga Yupangue

    indi-n yoca

    solay malca

    chinbolei

    solay malca

    axcoley

    Inca Yupanqui,

    hijo del sol.

    A los soras

    les puso borlas,

    a los soras

    les puso sayas.

    Inqa Yupanki,

    inti-p churi-n.

    Suray marka-kta

    chimpu-chi-n,

    suray marka-kta

    aqsu-chi-n.

    Inqa Yupanki,

    inti-n yuqa-pa.

    Suray marka

    chimpu-ra-y-i,

    suray marka

    aqsu-la-y-i.

    Forma textual Aimara Quechua Glosa

    1.

    2.

    3.

    4.

    5.

    6.

    Tabla 1.

  • EL AIMARA COMO LENGUA OFICIAL DE LOS INCAS 17

    establecimiento en el valle del Cuzco, de habla aimara, en el lapso de tres generaciones a lo sumo,habran mudado su lengua en favor del idioma local. De su otrora lengua originaria apenas quedarael recuerdo, como de un habla ininteligible, algn lxico (como aquel de ~ arcoiris), o una construccin gramatical extraa como la de la aposicin mencionada. Ms tarde,cuando a su turno el aimara iba siendo sustituido por el quechua chinchaisuyo, aqul habrasetornado tambin en idioma extrao para las nuevas generaciones, y por tanto calificable comolengua secreta.4

    4.2. Quechuizacin de los incas

    Siendo que la lengua oficial de los incas fue la aimara, por lo menos hasta la administracinde Tupac Inca Yupanqui, la pregunta que surge tiene que ver con el tiempo y la manera en que seproduce la mudanza lingstica en favor del quechua. Sobre el primer punto, afortunadamente,contamos con una tradicin recogida por el cronista Mura, en uno de sus captulos en los querefiere las hazaas de Huaina Capac. Segn el cronista, a este inca se atribuye haber mandado entoda la tierra se hablase la lengua de Chinchay Suyo, que agora comnmente se dice la Quchuageneral, o del Cuzco, por haber sido su madre Yunga, natural de Chincha, aunque lo ms cierto eshaber sido su madre Mama Ocllo, mujer de Tupa Ynga Yupanqui su padre, y esta orden de que lalengua de Chinchay Suyo se hablase generalmente haber sido, por tener l una mujer muy querida,natural de Chincha (cf. Mura, op. cit., I, XXXVII, 136). Ms all del clculo cronolgico exacto, yaparte de las motivaciones sentimentales del inca (aspectos que no necesariamente deben suscitarescepticismos), hay por lo menos tres datos rescatables del pasaje transcrito: a) que la adopcin delquechua como nueva lengua oficial se produjo en las postrimeras del imperio; b) que para entoncesel quechua ya estaba suficientemente expandido en la sierra sur; y c) que la variedad oficializada erala chinchaisuya. Lo primero se confirma por el simple hecho de que el cantar atribuido al padre deHuaina Cpac todava aparece compuesto en aimara; lo segundo, se apoya en el hecho de que laadopcin de una lengua es gradual y no sbita: el mismo texto del cantar ya acusa sntomas dequechuizacin; lo tercero, en fin, no necesita mayor explicacin: el rasgo de sonorizacin observadoen el mismo texto delata una procedencia chinchaisuya indudable. Quedan an, sin embargo, cabospor atar. Uno de ellos tiene que ver con el mvil que habra desencadenado la nueva opcinidiomtica, ms all de las razones afectivas que habran movido para ello al inca Huaina Capac. Larespuesta hay que encontrarla en el grado de difusin que haba conseguido el quechua, segura-mente vehiculizado por los chinchas, como parece sugerirlo la Relacin de Castro y Ortega Morejn([1558] 1968), en direccin sureste, llegando incluso a la regin del Collasuyo. Si en el resto delterritorio norcentral andino estaba arraigada ya la lengua, pues haba ms que razones estratgicaspara erigirla en lengua oficial. Por lo dems, como se dijo, el pase de una lengua a otra, adems dehaber sido gradual, se habra visto enormemente favorecido por el extraordinario paralelismo estruc-tural que guardan ambas lenguas formal y semnticamente.

    5. Conclusin

    En las secciones precedentes creemos haber aportado las pruebas decisivas que demues-tran que la lengua de la administracin incaica fue la aimara y no la quechua por lo menos hasta elgobierno de Tupac Inca Yupanqui. Si desde el punto de vista puramente lingstico era posiblellegar a dicha conclusin, con solo demostrarse que el quechua no pudo tener al Cuzco como zonade origen, ocupado como estaba por pueblos de habla aimara, el examen de la onomstica, particu-larmente de la toponimia, y la interpretacin de los documentos coloniales del siglo XVI, no hacensino reforzar y corroborar la mencionada hiptesis. As, pues, la historia interna del quechua y delaimara se ve confirmada por su historia externa. De esta manera, los tipos de evidencias aportadasse apoyan y complementan entre s, corroborando aquello que mencionaban de paso algunos cro-nistas, como Cieza de Len (1985 [1551]: XXXIV, 104) o Luis Capoche, en el sentido de que el

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    quechua no era la [lengua] materna que la tierra [del Cuzco] tena (cf. Capoche 1959 [1585]: II, 170).Ahora sabemos que la lengua materna de los ingas antiguos era la aimara. Como se habr podidoapreciar, el texto del cantar recogido por Betanzos constituye la prueba definitiva de ello.

    Notas

    1 Igual de disparatado es el significado de lugar acuoso que sugiere Auza (1943), en un artculo que,como todos los de su gnero, est lleno de elucubraciones fantasiosas. Pero, como no hay trabajoque por ms malo que sea no deje de tener algo de bueno, ofrece una lista entremezclada de topnimosmenores, algunos de los cuales conllevan el nombre que nos ocupa, y que seguramente son decarcter conmemorativo.

    2 El mismo Auza (art. cit.), por ejemplo, propone el significado antojadizo de tambo de Anta, luegode interpretar como equivalente de bajo, otra aberracin formal y semntica, como lodemostramos en otro trabajo (cf. Cerrn-Palomino 2002b).

    3 Es decir, qulla-y-tambu, que remonta a *qulla-wi tambu (ver, para casos semejantes, Cerrn-Palomino 2002a), literalmente, en verdad, tambo de (= donde hay) collas, expresin en la que porcollas hay que entender puquinas y no como se hace en la actualidad como si la voz estuvieraaludiendo a los pueblos aimarahablantes del altiplano. Ver, sobre este punto, Bouysse-Cassagne(1988: cap. 1, 2).

    4 Uno de los elementos diagnsticos de carcter toponmico atribuible al puquina es la forma ,que est presente en topnimos como Italaque, Coalaque, etc. En documentos comentados porGaldos Medina (2000) es posible encontrar la variante (como tambin se puede apreciar enCoporaque), que bien podra ser la original, y entonces la otra forma podra explicarse como unaaimarizacin (cambio de *r> l). Ahora bien, ocurre que Glave y Remy (op. cit., 3, 86) mencionan,como parte de la toponimia menor de las andeneras de Ollantaitambo, los nombres de y , en los cuales creemos reconocer la misma forma. El significado que sugieren losnombres que la conllevan parece ser el de ro, de manera que el hbrido quechua-puquina (que ahora es una llanura) podra haber significado originariamente ro del canto. Es ms,las expresiones , comunes en el quechua sureo del siglo XVI, y quelexicalizadas ya significaban Infortunio, grande calamidad, aduersidad, desgracia particular de al-guno (cf. Gonlez Holgun [1608] 1952: I, 16-17), parecen conllevar tambin la misma palabra, conla ventaja de que esta vez y , voces quechuas, significan arena limpia y arenaterrosa, respectivamente. En tal sentido, la asociacin de estos elementos con el ro es evidente, yla metfora tambin recobra su motivacin: la de ser arrastrado por el infortunio como la arena por elro. Como puede verse, no parece que el puquina haya desaparecido en el Cuzco sin dejar huella,aparte de su presencia en la toponimia de la regin.

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