Ciencia, Tecnología y Cultura en El Siglo Xx y Xxi

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CIENCIA, TECNOLOGÍA Y CULTURA EN EL SIGLO XX Situándose de nuevo en el ámbito del siglo XX, reencontramos las concepciones integradas de cultura arraigadas con fuerza en el campo de las ciencias sociales. En su obra Primitive Culture (1871). E.B. Taylor, uno de los fundadores de la moderna antropología, dio una precisa definición integradora de cultura: “Cultura o civilización […] es ese todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbre y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad”. 1 Su definición contrasta claramente con la división filosófica entre cultura y civilización, que se fraguó entre finales del siglo XIX y principios del XX. Según esta distinción, había que separar, por un lado, las interpretaciones y valores humanos, concernientes al arte, la filosofía, la religión, la moral, el derecho, etc., como integrantes de la cultura (espiritual), y por otro lado, como civilización (material), todos los conocimientos, capacidades y productos técnicos, asociados con el desarrollo de la ciencia y la tecnología modernas. Este tipo de versión moderna de las interpretaciones divisorias de la cultura ha quedado superado, en la antropología actual, por una concepción integrada y global. Por cultura se entiende “el estilo de vida total” que incluye todos “los modos pautados y recurrentes de pensar, sentir y actuar” (Harris, p. 123), o, dicho de otra forma, “el sistema integrado” que incluye tanto “patrones aprendidos de comportamiento” como “objetos materiales” (Hoebel y Weaver, p. 269). Para referirse directamente a estos últimos, se ha acuñado el término `cultura material´, que ningún caso se contrapone a una hipotética `cultura espiritual´ puesto que los mismos artefactos materiales, su construcción y su uso están íntimamente asociados con contenidos simbólicos, interpretaciones y valores. En todo caso, la cultura material se puede diferenciar de la cultura inmaterial, relativa a las pautas y artefactos predominantemente simbólicos (Hoebel y Weaver, p. 303). En la arqueología moderna, la integración de los artefactos y de las técnicas materiales como parte esencial de la cultura es, obviamente, aún más explícita. Cultura se define como “la combinación de material, actividades y pautas que forma un sistema cultural” (Rouse, p. 25). En la misma sociología, donde el concepto de cultura ocupa un lugar muy importante, “cultura se refiere a la totalidad del modo de vida de los miembros de una sociedad”, incluyendo “los valores que compartes […], las normas que acatan y los bienes materiales que producen” 2 (Giddens [1991], p. 65). Así pues, las ciencias sociales que han hecho de la cultura un objeto central de su estudio, han enlazado, en términos modernos, con la tradición prometeica originaria. Esto ha supuesto dejar de lado tanto las antiguas como las modernas interpretaciones divisorias 1 Cursivas del autor. 2 Cursiva en el original. 1

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Ciencia, tecnologa y cultura en el siglo xx

Ciencia, tecnologa y cultura en el siglo xx

Situndose de nuevo en el mbito del siglo XX, reencontramos las concepciones integradas de cultura arraigadas con fuerza en el campo de las ciencias sociales. En su obra Primitive Culture (1871). E.B. Taylor, uno de los fundadores de la moderna antropologa, dio una precisa definicin integradora de cultura: Cultura o civilizacin [] es ese todo complejo que incluye conocimientos, creencias, arte, moral, leyes, costumbre y cualesquiera otras capacidades y hbitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad. Su definicin contrasta claramente con la divisin filosfica entre cultura y civilizacin, que se fragu entre finales del siglo XIX y principios del XX. Segn esta distincin, haba que separar, por un lado, las interpretaciones y valores humanos, concernientes al arte, la filosofa, la religin, la moral, el derecho, etc., como integrantes de la cultura (espiritual), y por otro lado, como civilizacin (material), todos los conocimientos, capacidades y productos tcnicos, asociados con el desarrollo de la ciencia y la tecnologa modernas.

Este tipo de versin moderna de las interpretaciones divisorias de la cultura ha quedado superado, en la antropologa actual, por una concepcin integrada y global. Por cultura se entiende el estilo de vida total que incluye todos los modos pautados y recurrentes de pensar, sentir y actuar (Harris, p. 123), o, dicho de otra forma, el sistema integrado que incluye tanto patrones aprendidos de comportamiento como objetos materiales (Hoebel y Weaver, p. 269). Para referirse directamente a estos ltimos, se ha acuado el trmino `cultura material, que ningn caso se contrapone a una hipottica `cultura espiritual puesto que los mismos artefactos materiales, su construccin y su uso estn ntimamente asociados con contenidos simblicos, interpretaciones y valores. En todo caso, la cultura material se puede diferenciar de la cultura inmaterial, relativa a las pautas y artefactos predominantemente simblicos (Hoebel y Weaver, p. 303).

En la arqueologa moderna, la integracin de los artefactos y de las tcnicas materiales como parte esencial de la cultura es, obviamente, an ms explcita. Cultura se define como la combinacin de material, actividades y pautas que forma un sistema cultural (Rouse, p. 25). En la misma sociologa, donde el concepto de cultura ocupa un lugar muy importante, cultura se refiere a la totalidad del modo de vida de los miembros de una sociedad, incluyendo los valores que compartes [], las normas que acatan y los bienes materiales que producen (Giddens [1991], p. 65).

As pues, las ciencias sociales que han hecho de la cultura un objeto central de su estudio, han enlazado, en trminos modernos, con la tradicin prometeica originaria. Esto ha supuesto dejar de lado tanto las antiguas como las modernas interpretaciones divisorias propugnadas por la filosofa tradicional. En el mismo contexto de la filosofa del siglo XX, es tambin muy significativo el giro interpretativo que ha sabido integrar la tcnica y la ciencia como componentes esenciales de la cultura occidental contempornea, en contra de los internos filosficos por disociar la tcnica y la ciencia moderna del mbito de la cultura. En el campo de la filosofa, en general, John Dewey se aparta de la reduccin de la tecnologa al mbito de los artefactos materiales, par considerarla como el conjunto de las capacidades humanas, incluidos desarrollos tan culturales como el lenguaje, la lgica y la filosofa, as como las formas de organizacin social y poltica (Hickman). Segn Dewey, la misma ciencia constituye una forma especializada de prctica y es una rama y un modo de tecnologa. Por ello, la comprensin de la tecnologa es fundamental para entender la ciencia.

Para la moderna comprensin del lenguaje, la matemtica y la misma lgica como tcnica/cultura, Wittgenstein es un punto de referencia central. En su caracterizacin del lenguaje como juego de lenguaje, ste se entiende como una actividad (PhU 8) y una prctica (BGM VI, 34). Toda prctica de jugar un juego consiste en seguir una tcnica determinada, o sea, en actuar de acuerdo con ciertas reglas (BGM V, 1). As pues, comprender un lenguaje significa dominar una tcnica (PhU 199), donde por dominar una tcnica se entinde ser capaz de producir y reproducir una determinada prctica lingstica. Pues, slo en la prctica de un lenguaje puede tener significado una palabra (BGM VI, 41). La matemtica representa, asimismo, un juego de signos (BGM V, 2) y, por tanto, tambin una tcnica, la tcnica de la transformacin de signos (BGM IV, 18). La lgica misma representa la tcnica del pensar y muestra lo que es el pensar, y tambin modos de pensar (BGM I, 133).

El trmino tcnica es, pues, central en la comprensin wittgensteiniana del lenguaje y de la ciencia, para Wittgenstein la tcnica se manifiesta en la prctica de las actividades regulares y pautadas (Baker y Hacker, pp. 154 ss.) que se aprenden ejercitando la propia prctica mediante imitacin, estmulo y correccin (BGM VII, 24). Entendidas as, las tcnicas tienen un claro carcter cultural y social, determinando ellas mismas (es decir, el consenso y la coincidencia de los que las practican) lo que es correcto o incorrecto en su propia ejecucin y en sus resultados. En la matemtica es esencial el consenso (B III, 67), pues no es slo la aprobacin lo que convierte (la prctica) en clculo, sino la coincidencia de las aprobaciones. [] Y si no se puede llegar a ese acuerdo, entonces nadie puede decir que otro tambin calcula (B VII, 9). La prctica matemtica no es menos social que el comercio. Podra haber aritmtica sin la coincidencia de los que calculan? Podra calcular un hombre solo? Podra uno solo seguir una regla? Son estas preguntas semejantes, por ejemplo, a sta: puede alguien l solo practicar el comercio? (B VI, 45).Si bien la palabra, `cultura` no aparece, concretamente, en sus Philosophische Untersuchungen ni en Bemerkungen ubre die Grundlagen der Mathematik, Wittgenstein utiliza, repetidamente, trminos como `forma de vida`, `modo de vida o `costumbre` (todos ellos caractersticos de la idea de cultura en la antropologa y la sociologa moderna) en conexin con su manera de caracterizar el lenguaje y la matemtica. As, p. eje., hace notar que la palabra `juego` pone de relieve que el lenguaje (y lo mismo podra decirse de la matemtica) forma parte de una actividad, o de una forma de vida (PhU, 199; BGM, VI, 43). Es decir, son integrantes del conjunto de una cultura. En el caso de la matemtica, es, precisamente, el uso fuera de la matemtica, es decir su lugar en el contexto de nuestras dems actividades culturales (BGM VII, 24). En aprendizaje mismo de una prctica es un proceso de educacin cultural, en el que junto con la tcnica en cuestin se apropian determinadas formas de percepcin. En tanto que estamos educados en una tcnica, lo estamos tambin en una forma de ver las cosas que est tan fija como esa tcnica (BGM IV, 35). La comprensin de dicho aprendizaje slo puede realizarse desde la propia prctica cultural. el que quiera comprender lo que significa `seguir una regla` tiene l mismo que saber seguir una regla (BGM VII, 39).

Las concepciones wittgensteinianas de la tcnica y de la ciencia como prcticas culturales y de la cultura como un complejo entramado de prcticas tcnicas, han sido uno de los puntos de partida para las concepciones ms significativas de la ciencia y de la tecnologa en la segunda mitad del siglo XX. Langdon Winner se remite a Wittgenstein para desarrollar la concepcin de las tecnologas como formas de vida (Winner, pp. 19 ss.) y David Bloor lo hace para presentar la sociologa del conocimiento como la heredera del tratamiento wittgensteiniano del conocimiento como algo que es social en su misma esencia (Bloor, p. 2). La filosofa de Wittgenstein ha influido en la misma idea de sociedad como formas de organizacin de las interacciones sociales, o sea, lo que en sociologa se llama estructura. El conocido socilogo Anthony Giddens define una estructura social bsicamente como tcnicas o procedimientos generalizables que se aplican a la escenificacin/reproduccin de las prcticas sociales y lo relaciona con la interpretacin del lenguaje como dominio de tcnicas en Wittgenstein (Giddens [1995], p. 57).

Pero la integracin cultural de la ciencia y la tecnologa procede tambin de otras lneas filosficas afines que convergen en los actuales estudios de ciencia y tecnologa. Dentro del campo lugar pionero en el estudio sistemtico de la ciencia como prctica y cultural. Paul Lorenzen fue el impulsor inicial de la teora constructiva de las ciencias, que se empez a desarrollar a partir de los aos sesenta en Alemania (Medicina, pp. 191 s.). Su obra dio lugar a una importante corriente filosfica, que anticip en ms de un decenio las ideas constructivas en la sociologa de la ciencia. Para Lorenzen la ciencia moderna se muestra como un producto de nuestra cultura tcnica: se basa en una prctica precientfica exitosa (Lorenzo [1978], p. 153) y toda ciencia (toda teora) slo puede comprenderse sobre la base de una tcnica ya parcialmente- exitosa. Las teoras son instrumentos lingsticos en apoyo de una prctica ya en marcha (Lorenzen [1987], p. 18). Recientemente, Meter Janich ha caracterizado la posicin de la actual filosofa constructiva centrndola, de una forma an ms explcita, en la comprensin cultural de la ciencia. Es decir, en su estudio filosfico como prctica humana y producto cultural, entendiendo por cultura aquello que recibe una colectivo humano mediante la transmisin de prcticas (incluidas costumbres e instituciones) y artefactos (Hartmann y Janich, p. 38).

Este mismo enfoque cultural ha marcado los ltimos desarrollos en los actuales estudios de ciencia y tecnologa, que Andrew Pickering caracteriza como el paso de la ciencia como conocimiento a la ciencia como prctica y cultura. Segn Pickering, este avance fundamental consiste en el movimiento hacia el estudio de la prctica cientfica, lo que los cientficos hacen de hecho, y el movimiento asociado hacia el estudio de la cultura cientfica, entendida como la esfera de los recursos que la prctica hace funcionar dentro y fuera de ella (Pickering [1992], p. 2). La condicin previa para el estudio de la ciencia como prctica y cultura, consiste en reintegrar, mediante la expansin del concepto de cultura cientfica, todas las dimensiones de la ciencia (tanto las conceptuales y sociales como las materiales), las cuales se han tratado, generalmente, de una forma fragmentada, desunificada e inconexa. En este sentido. Pickering entiende por cultura las `cosas hechas` de la ciencia, en las que incluyo habilidades, relaciones sociales, mquinas e instrumentos, as como hechos y teoras cientficas (Pickering [1995], p. 3). Tecnociencia, naturaleza y cultura para el siglo XXI

Mirando hacia atrs desde el umbral del siglo XXI, se hace evidente que las innovaciones tecnocientficas han sido los factores fundamentales que han configurado las culturas propias del siglo XX. Han modelado decisivamente el conjunto de las formas de vida, los entornos tanto materiales como interpretativos y valorativos, las cosmovisiones, los modos de organizacin social, econmica y poltica junto con el medio ambiente caractersticos de esta poca (Hess, pp. 106 ss.). Mirando hacia delante, no cabe duda de que su influencia va a ser an ms determinante en el siglo XXI. Confrontadas con la realidad de la desbordante produccin tecnocientfica, las grandes divisiones filosficas entre ciencia y sociedad, naturaleza y cultura no slo han quedado desautorizadas tericamente por los actuales estudios de ciencia y tecnologa, sino que la propia tecnociencia se ha encargado de rebatirlas abiertamente, en la prctica, como ficciones interpretativas.

El uso generalizado del mismo trmino tecnocienia ha puesto en evidencia la ficticia separacin entre ciencia y tecnologa, al referirse a la actividad y la produccin cientficas caractersticas de nuestro tiempo como una prctica que tiene por objeto, se desarrolla y se plasma en construcciones tecnolgicas, tal y como lo ponen de manifiesto desde la ingeniera gentica a la fsica del estado slido o las ciencias de los materiales. Sin embargo, lo que ha refutado ms fundamentalmente las disociaciones tradicionales ha sido el propio carcter de las innovaciones tecnocientficas. Bruno Latour las ha caracterizado como proliferacin de hbridos (Latour, p. 11), es decir, de realizaciones que embrollan las divisiones esencialistas en un complejo entramado de ciencia, tecnologa, poltica, econmica, naturaleza, derecho En la larga lista de los hbridos actualmente ms representativos habra que colocar, entre otros muchos, los implantes electrnicos en el cerebro humano, los microprocesadores binicos, la clonacin de animales, los alimentos transgricos, la congelacin de embriones humanos, las pldoras abortivas y poscoitales, el Viagra, los psicofrmacos como Prozak, los entornos de realidad virtual generados por ordenador, Internet, etc. Cualquier controversia acerca de su produccin, implantacin, interpretacin o valoracin pone en pie, simultneamente, a un abigarrado tropel de portavoces de los ms diversos mbitos de la ciencia, la poltica, la sociedad, la moral, la religin y la cultura.

A pesar de todo ello, nuestra cultura intelectual no sabe cmo categorizar el entramado de los hbridos que nuestra tecnociencia produce. Esto no es de extraar, pues para ello es preciso cruzar repetidamente la divisoria filosfica que separa la ciencia y la sociedad, la naturaleza y la cultura. Los lmites infranqueables establecidos filosficamente entre dichas divisiones se revelan, en la misma constitucin de los hbridos, como frontera inexistentes. En nuestras sociedades los lazos sociales se establecen por medio de los objetos fabricados en los laboratorios (Latour, p. 41) y, a su vez, las comunidades, prcticas y laboratorios tecnocientficos estn constituidos por asociaciones sociotcnicas de humanos y no-humanos. Cada da que pasa es ms evidente que nuestra cultura occidental es tecnocultura de la sala de consejo al dormitorio (Menser y Aronowitz, p. 25), al haberse poblado todos los entornos y formas de vida de hbridos tecnocientficos. Incluso en el sentido ms restringido de cultura como formas de percepcin, representacin, interpretacin y valoracin, es innegable que su demarcacin de la tecnociencia se ha esfumado definitivamente con las nuevas tecnologas de la informtica y las telecomunicaciones, que han generado los actuales medios informativos y cinematogrficos, la realidad virtual, Internet, el hipertexto, la hipermedia, etc.

De forma parecida se ha evaporado la demarcacin entre naturaleza, tecnociencia y cultura como sistemas cerrados de objetos puros que se van delimitando mutuamente (Ibd.., p. 25). En la poca del Proyecto Genoma Humano se puede hablar de la naturaleza como de un objeto manufacturado (Hess, p. 111), al mismo tiempo que la ingeniera gentica y las biotecnologas estn dando paso a una naturaleza extrada del laboratorio y despus transformada en realidad exterior(Latour, p. 118) en la que se est instaurando un conservacionismo ecolgico dirigido no slo a presentar especies extinguidas, mediante puros procedimientos tecnocientficos.

Hay mucho a favor de la hiptesis de que la incontrolada proliferacin de hbridos tecnocientficos, propia de nuestra tecnocultura, est relacionada con la incapacidad de conceptualizarlos dentro de los contextos interpretativos de la modernidad (Latour). La carencia de conceptualizacin equivale, de hbridos, que no hace sino fomentar su proliferacin real, al bloquear la comprensin adecuada de la gnesis y las consecuencias de las innovaciones tecnocientficas. De hecho, en la filosofa de las divisiones infranqueables entre ciencia y sociedad, naturaleza y cultura no hay lugar para los hbridos tecnocientficos. Por un lado, cualquier posibilidad de cruzamiento entre tales sistemas cerrados representa un monstruo impensable no se dejan reducir a ninguno de esos sistemas puros. Los hbridos, al igual que la misma tecnociencia, no son reducibles, alternativamente, ni a 1) puras representaciones conceptuales y tericas, ni a 2) relaciones e interacciones exclusivamente sociales, como tampoco lo son a 3) meras entidades naturales que trascienden supraculturalmente la intervencin humana, ni a 4) simples ingenios y artefactos construidos o, a su vez, a 5) puro discurso interpretativo y valorativo.

Dado que tan pronto como estamos sobre la pista de un hbrido, ste se nos presenta unas veces como una cosa, otras como un relato, otras como un vnculo social, sin quedar nunca reducido a un simple ente (Latour, p. 134), el reto fundamental de la conceptualizacin de los innovaciones tecnocientficas consiste en tratar sus diversas manifestaciones como conectadas continuamente entre s, en lugar de analizarlas separando las mismas. Se trata, sin duda, de un reto terico y filosfico decisivo para el siglo XXI con relacin a la comprensin y el manejo de los componentes esenciales de nuestra tecnociencia y nuestra tecnocultura. A MODO DE CONCLUSIN

Para concluir se expone, muy sucintamente, el planteamiento bsico de un programa, con el nombre de Prometheus 2000, que conecta con la concepcin prometeica de las culturas y sus versiones modernas a fin de comprender y tratar las innovaciones tecnocientficas y la misma tecnociencia como realizaciones culturales, en el sentido de cruzamiento de mltiples dimensiones discursivas, sociales, tcnicas y naturales. La tradicin prometeica de la concepcin integrada de las culturas se basa en englobar todas las capacidades, realizaciones y entornos, tanto simblcos y valorativos como materiales, sociales y biticos, en un mismo espacio multidimensional que define ntegramente una cultura particular. En el caso de la tecnocultura, ciencia, sociedad, cultura, tecnologa y naturaleza dejan de ser consideradas entidades cerradas e inconmensurables para pasar a definir como dimensiones, o sea, a modo de coordenadas o puntos cardinales, un espacio integrado cuatridimensional en el que se estabilizan las redes de sistemas tecnoculturales.

Las innovaciones tecnocientficas, al igual que las dems realizaciones culturales configuran sistemas culturales (p, m, s, o, b), en los que p representa el colectivo de los portadores de la cultura particular junto con las prcticas especficas de su identidad cultural. Es decir, los procedimientos y formas de accin e interaccin reproducibles, transmisibles y generalizables y, por tanto generadores de cultura. Ahora bien, todo colectivo-prctica cultural viene mediada artefactualmente, interpretada simblicamente, articulada socialmente y situada ambientalmente por su correspondiente entorno emsob (m, s, o, b), constituido por el legado cultural que conforma estructuralmente la prctica del sistema determinado. En un emsob particular, m es el entorno material o conjunto de artefactos, tcnicas y construcciones materiales; s es el entorno simblico de las conceptualizaciones, representaciones, interpretaciones, legitimaciones y valores, o es el socioentorno de las instituciones y formas de organizacin e interaccin comunitarias, sociales, econmicas, jurdicas y polticas, las reglas, roles, normas, fines, etc., y b es el bioentorno o comunidades de seres vivos y medio bitico implicados.

A partir de sistemas culturales se pueden definir fcilmente relaciones entre los mismos que articulan redes culturales y, de ah, pasar a las culturas como conjuntos de sistemas culturales que forman grandes redes, las subculturas como subconjuntos de culturas, las superculturas como conjuntos de culturas, las tradiciones culturales como los entornos emsob que permanecen constantes en una serie de culturas que se suceden en el tiempo, etc. Y lo que es ms importante, esta conceptualizacin tecnogrfica permite, luego, comprender, dinmicamente, la complejidad de la gnesis de los sistemas culturales tecnocientficos, o de cualesquiera otros, como procesos de 1) estabilizacin multidimensional de innovaciones culturales, 2) desestabilizacin de tradiciones y 3) transformaciones de los microentornos culturales. Dichos procesos abarcan interactivamente tanto la dimensin cientfica de las elaboraciones conceptuales y tericas, y la social de la instituciones, relaciones e intereses, como la dimensin tecnolgica de los procedimientos y artefactos materiales, la filosofa interpretativa y valorativa, y la natural de los entornos biticos.

En la actualidad, la integracin de las tecnologas y los artefactos materiales como parte esencial de la tecnocultura de finales del siglo XX y principios del XXI no debera, en general, encontrar demasiados oponentes. Por el contrario, la integracin naturaleza-cultura suscita, probablemente, resistencias intelectuales y emocionales, debido a la larga tradicin filosfica, antigua y moderna, que ha estabilizado la gran divisin entre naturaleza y cultura como uno de los pilares fundamentales de la comprensin cultural occidental. Sin embargo, inmersos en la tecnocultura del siglo XXI no podemos mantener la ficcin de que nos movemos en los entornos culturales filosficos de la Grecia del siglo v. Ni la cultura est formada por puros colectivos y asuntos humanos completamente relativos, ni la naturaleza viene dada por puras entidades no-humanas absolutamente trascendentes.

La integracin de tecnociencia y naturaleza con cultura no significa, sin embargo, que todo est discursivamente o socialmente construido, como podran sugerir los conceptos restringidos de cultura. Considerada ntegramente, una cultura viene dada por una red de sistemas culturales cuyos entornos no son puramente pasivos sino que estn poblados de agentes materiales y biticos no-humanos. Estos trascienden, en alguna medida, la intervencin humana, al no dejarse configurar enteramente de una forma arbitraria por la accin de los humanos. Las culturas son, pues, la plasmacin de asociados de humanos y no-humanos que se relacionan e interactan de formas determinadas para dar lugar a realizaciones culturales caractersticas.

La integracin naturaleza-cultura, es decir, lo que constituye la naturaleza para una cultura determinada, viene dado, primariamente, por el entramado del bioentorno con las formas de interaccin, intervencin y transformacin biticas que constituyen la prctica distintiva de los portadores de dicha cultura. En el caso de la tecnocultura, los hbridos biotecnocientficos constituyen las realizaciones ms caractersticas. Pero tal integracin tiene, complementariamente, una dimensin simblica, consistente en las representaciones, interpretaciones y valoraciones de la naturaleza que forman parte de los entornos simblicos propios de esta cultura. En las culturas cientficas modernas se acostumbra a identificar la naturaleza con las conceptualizaciones y elaboraciones tericas de la biologa, la gentica, la ecologa, la fsica, la astrofsica, las neurociencias, etc. De alguna forma, se pretende haber dado, como Platn y Aristteles, con la representacin objetiva, universal y supracultural de una naturaleza nica por cuyo rasero se mide la relatividad de las dems interpretaciones culturales de la misma. Esta cierta ingenuidad cultural debera desvanecerse con slo constatar el marcado carcter tecnocientfico, precisamente, de esas mismas disciplinas que, ms que descubrir, estn modelando de facto la naturaleza asociada, a nuestra tencnocultura.

La conceptualizacin y la genealoga cultural de las innovaciones tecnocientficas son imprescindibles para poder pensar sobre sus consecuencias y manejarlas culturalmente. Si, en realidad, producimos y estabilizamos tecnocientficamente las redes de nuevos sistemas tecnoculturales en asociacin con las agencias materiales y biticas que forman los correspondientes entornos, entonces podemos recobrar (pace toda clase de determinismos tecnolgicos, sociolgicos, biolgicos, epistemolgicos, histricos o metafsicos) una libertad relativa de seleccionar, cribar y ralentizar las innovaciones tecnocientficas que han de configurar nuestra cultura en el futuro. Pero, para implementar esa libertad es preciso desarrollar tecnologas culturales de interpretacin, valoracin e intervencin capaces de ir ms all de las grandes divisiones y disociaciones tradicionales. En este contexto hay que entender el presente trabajo como un ensayo de tecnologa cultural tecnogrfica. Fuente: Ciencia, Tecnologa / naturaleza, cultura en el siglo XXI. Manuel Medina, Teresa Kwiatkowska (Coordinadores). Editorial Anthropos. Cursivas del autor.

Cursiva en el original.

PhU es la abreviatura de Philosophische Untersuchungen. Las traducciones son del autor.

BGM es la abreviatura de Bemerkungen ubre die Grundlagen der Mathematik. Las traducciones son del autor.

Una exposicin detallada del marco conceptual y terico tecnogrfico va ms all de la presente publicacin

Sobre la construccin tecnocientfica de la naturaleza, cf. Sanmartn.

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