Ciencia y La Iglesia

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CIENCIA E IGLESIA Las palabras "ciencia" e "Iglesia" se entienden aquí en el siguiente sentido: la Ciencia no se toma en el sentido estricto de las ciencias naturales, sino en el general dado a la palabra por Aristóteles y Santo Tomás de Aquino . Aristóteles define la ciencia como un conocimiento seguro y evidente, obtenido a partir de demostraciones. Esto es idéntico a la definición de ciencia de Santo Tomás como el conocimiento de las cosas a partir de sus causas. En este sentido la ciencia comprende todo el currículo de estudios universitarios. La Iglesia, en conexión con la ciencia, significa teóricamente cualquier Iglesia que clama tener autoridad en asuntos de doctrina y enseñanza: sin embargo, prácticamente sólo la Iglesia Católica está en cuestión, por cuenta de su universalidad y su reclamo de poder para ejercer esta autoridad. La relación entre ambas se trata aquí bajo los encabezados CIENCIA e IGLESIA. Sinopsis: A. CIENCIA I. Puntos de Contacto Entre la Ciencia y la Fe: 1. Filosofía; 2. Historia; 3. Ley; 4. Medicina; 5. Ciencias. II. Libertad Legítima: 1. Investigación y enseñanza; 2. Limitaciones (lógicas, físicas, éticas) III. Libertad Ilimitada: 1. No existe; 2. Licencia; 3. Consecuencias (Ateísmo, Subjetivismo, Anarquismo.) B. IGLESIA I. Puntos de Vista Opuestos: 1. León XLII; 2. Virchow; 3. Historia. II. El cuerpo de enseñanza y la ecclesia discens: 1. Distinción; 2. Premisas de la fe; 3. Contenido de la fe; 4. Peligros en contra de la fe. III. Los portadores del oficio de la enseñanza: 1. Magisterio infalible; 2. Otros tribunales; 3. Galileo. IV. La Ciencia de la Fe: 1. Caso paralelo; 2. Teología; 3. Progreso; 4. Objeciones (misterios, duda metódica.) V. Conflictos: 1. El obstáculo de la Fe; 2. La dignidad de la ciencia; 3. Testimonio histórico; 4. Concilio Vaticano. A. CIENCIA La ciencia es considerada desde tres puntos de vista: contacto con la fe, libertad legítima, libertad ilegítima. I. Puntos de Contacto entre la Ciencia y la Fe Estos están principalmente confinados a las ciencias filosóficas e históricas. No ocurren en la teología, pues es la ciencia misma de la

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Ciencia y la Iglesia

CIENCIA E IGLESIA

Las palabras "ciencia" e "Iglesia" se entienden aqu en el siguiente sentido: la Ciencia no se toma en el sentido estricto de las ciencias naturales, sino en el general dado a la palabra por Aristteles y Santo Toms de Aquino. Aristteles define la ciencia como un conocimiento seguro y evidente, obtenido a partir de demostraciones. Esto es idntico a la definicin de ciencia de Santo Toms como el conocimiento de las cosas a partir de sus causas. En este sentido la ciencia comprende todo el currculo de estudios universitarios. La Iglesia, en conexin con la ciencia, significa tericamente cualquier Iglesia que clama tener autoridad en asuntos de doctrina y enseanza: sin embargo, prcticamente slo la Iglesia Catlica est en cuestin, por cuenta de su universalidad y su reclamo de poder para ejercer esta autoridad. La relacin entre ambas se trata aqu bajo los encabezados CIENCIA e IGLESIA.

Sinopsis:A. CIENCIAI. Puntos de Contacto Entre la Ciencia y la Fe:1. Filosofa;

2. Historia;

3. Ley;

4. Medicina;

5. Ciencias.

II. Libertad Legtima:1. Investigacin y enseanza;

2. Limitaciones (lgicas, fsicas, ticas)

III. Libertad Ilimitada:1. No existe;

2. Licencia;

3. Consecuencias (Atesmo, Subjetivismo, Anarquismo.)

B. IGLESIA

I. Puntos de Vista Opuestos: 1. Len XLII;

2. Virchow;

3. Historia.

II. El cuerpo de enseanza y la ecclesia discens:

1. Distincin;

2. Premisas de la fe;

3. Contenido de la fe;

4. Peligros en contra de la fe.

III. Los portadores del oficio de la enseanza: 1. Magisterio infalible;

2. Otros tribunales;

3. Galileo.

IV. La Ciencia de la Fe: 1. Caso paralelo;

2. Teologa;

3. Progreso;

4. Objeciones (misterios, duda metdica.)

V. Conflictos: 1. El obstculo de la Fe;

2. La dignidad de la ciencia;

3. Testimonio histrico;

4. Concilio Vaticano.

A. CIENCIALa ciencia es considerada desde tres puntos de vista: contacto con la fe, libertad legtima, libertad ilegtima.

I. Puntos de Contacto entre la Ciencia y la FeEstos estn principalmente confinados a las ciencias filosficas e histricas. No ocurren en la teologa, pues es la ciencia misma de la fe en s. Los puntos de contacto de las varias ciencias con la fe pueden agruparse como sigue:

(1) En las ciencias filosficas: --la existencia de Dios y Sus cualidades: --unidad, personalidad, infinita eternidad; Dios, la finalidad del hombre y de todas las cosas creadas; libertad de voluntad humana, la ley natural.

(2) En las ciencias histricas y lingsticas: la unidad histrica de la raza humana y del idioma original; la historia de los patriarcas, de los israelitas, y de su creencia mesinica; la historia de Cristo y de Su Iglesia; la autenticidad de los Libros Sagrados; la historia de los dogmas, de los cismas, de herejas; hagiografa.

(3) En la ciencia de la tica y la ley: --el origen del derecho y el deber (el positivismo realista de Comte y el positivismo subjetivo de John Stuart Mill); la autoridad de los gobiernos civiles (el "Contrato social" de Rousseau y la "Crtica de la Razn Pura" de Kant); el contrato matrimonial, su unidad y permanencia; los derechos y deberes naturales de padres e hijos; propiedad personal; libertad religiosa (separacin de religin y estado, tolerancia.)

(4) Las ciencias mdicas y biolgicas han ocasionado serias discusiones en cuanto a la existencia del alma humana, su espiritualidad e inmortalidad, su diferencia del principio vital en los animales; la unidad fisiolgica del hombre; la justificacin de la prevencin y la extincin de la vida humana. Sin embargo, en realidad todas estas cuestiones estn fuera del dominio de la medicina.

(5) En las ciencias naturales, especialmente la filosofa natural, los puntos de contacto son: --la creacin del mundo y del hombre (doctrinas materialistas, la eternidad de la materia, la necesidad absoluta de leyes naturales, la imposibilidad de los milagros, el origen Darviniano del hombre); el Diluvio, su existencia y universalidad etnogrfica. Las ciencias matemticas y experimentales, tambin conocidas como ciencias exactas, no tienen contacto alguno con la fe, aunque en algn tiempo, se crey errneamente que el sistema geocntrico estaba contenido en la Biblia. El fenmeno celeste mencionado en la Escritura, como la estrella de los magos, el eclipse solar durante la luna llena de Pascua, la cada de estrellas del cielo como precursores del Juicio Final, son todos de tipo milagroso y ms all de las leyes de la naturaleza.

II. Libertad LegtimaLa libertad legtima es necesaria tanto para la ciencia como para cualquier desarrollo humano. Las nicas cuestiones son stas: qu es libertad legtima, y cules son sus limitaciones?

(1) La ciencia comprende dos funciones: investigacin y enseanza.

(a) El objeto de la investigacin cientfica es prcticamente de extensin indefinida y nunca puede ser agotada por la mente humana. En este campo existe ms libertad de la que jams haya sido pretendida. Comparado con su campo, el progreso de la ciencia es aparentemente pequeo, tanto as, que el mayor progreso parece consistir en el conocimiento de lo poco que sabemos. Esta fue la conclusin a la que lleg Scrates, Newton, Humboldt y muchos otros. Los instrumentos mismos ensean esta leccin: mientras ms profundo desciende el microscopio dentro de los secretos de la naturaleza y mientras mayor la potencia telescpica surca los cielos, ms vasto parece el ocano de verdades no descubiertas. Esto debe tenerse en mente, cuando el progreso de la ciencia es tan fuertemente proclamado. Nunca ha habido un progreso general de todas las ciencias; siempre fue progreso en algunas ramas, con frecuencia a costa de otras. En nuestros das las ciencias naturales, mdicas e histricas avanzan rpidamente en comparacin con el pasado; al mismo tiempo las ciencias filosficas caen tan rpidamente desde las primeras eras. La ciencia de la ley debe su fundacin al mundo antiguo. Algunas de las ciencias teolgicas alcanzaron su altura en la primera parte de la Edad Media, otros hacia los inicios del siglo diecisiete.

(b) Por enseanza se entiende aqu toda difusin de conocimiento, de palabra o escrito, en la escuela o museos, en pblico o privado. El progreso y la libertad necesarias para ello son deseados tanto en la enseanza como en la investigacin. Existe libertad doctrinal, libertad pedaggica y libertad profesional. La libertad doctrinal se refiere a la doctrina misma que ensea; la libertad pedaggica, la manera en la cual se difunde la ciencia entre los estudiantes el pblico en general; libertad profesional, las personas que llevan a cabo la enseanza. La ciencia reclama libertad de enseanza en todos estos aspectos.

(2) Debe verse si existen limitaciones para investigar y ensear y cules son estas limitaciones. Todas las cosas en este mundo pueden ser consideradas desde un triple punto de vista: desde la lgica, la fsica y la tica. Aplicados a la ciencia, descubrimos limitaciones en todas estas tres.

(a) Lgicamente la ciencia es limitada por la verdad, la cual pertenece a su esencia misma. El conocimiento de las cosas no puede tenerse a partir de sus causas, a menos que el conocimiento sea verdadero. El falso conocimiento no puede derivarse de la causa de las cosas; tiene su origen en algn origen falso. Si la ciencia alguna vez ha tenido que elegir entre la verdad y la libertad (un caso no del todo imaginario), debe en toda circunstancia decidirse por la verdad, bajo pena de auto-aniquilacin. En tanto el caso sea terico, no existe diferencia de opinin. Sin embargo en la prctica, es casi imposible reconciliar sentimientos en conflicto. Cuando, en 1901, una silla vacante en la Universidad de Estrasburgo iba a ser ocupado por un historiador catlico, Mommsen public una protesta, en la cual declaraba: "Un sentido de degradacin est penetrando en los crculos universitarios alemanes". En esa ocasin acu el trmino "voraussetzungslos", y clamaba que la investigacin cientfica deba ser "sin presuposiciones". El mismo clamor fue de Harnack (1908) cuando exiga "libertad sin fronteras para la investigacin y el conocimiento". La demanda fue formulada en forma un poco ms precisa por el congreso de los acadmicos en Jena (1908.) Su reclamo para la ciencia fue "libertad desde todo punto de vista ajeno a los mtodos cientficos".

En sta ltima frmula el reclamo tiene un significado legtimo, a saber, que los puntos de vista no cientficos no deben influir en los resultados de la ciencia. Sin embargo, en el significado de Mommsem y Harnack el reclamo es ilgico en dos sentidos. Primero, no puede haber "ciencia sin presuposiciones". Todo cientfico debe aceptar ciertas verdades dictadas por el sentido comn, entre otras, la verdad de su propia existencia y de un mundo fuera de l; despus, debe aceptar que l puede reconocer el mundo externo a travs de los sentidos, que un poder de razonamiento se le da a l para entender las impresiones recibidas, y una voluntad libre de restriccin fsica. Como filsofo, reflexiona sobre estas verdades y las explica con mtodos cientficos, pero nunca las comprobar todas sin involucrarse a s mismo en crculos viciosos. Cualquiera que sea la ciencia que elija, debe construir sobre presuposiciones naturales o filosficas sobre las cuales descansa su vida como hombre. El hecho es que toda ciencia positiva pide prestado de la filosofa un nmero de principios establecidos.

As que ah quedan las premisas generales. Ellas mismas demostrarn lo ilgico del reclamo de "ciencia sin presuposiciones". Pero esto no es todo. Cada ciencia tiene sus propias presuposiciones o axiomas, distintas de sus propias conclusiones, al igual que todo edificio tiene sus cimientos, distintos de sus muros y techo. No slo eso, sino que las varias ramas de cualquier ciencia especial tienen sus propias presuposiciones. La geometra de Euclides est basada en tres tipos de presuposiciones. l las llama definiciones, postulados y nociones comunes. stos ltimos fueron llamados axiomas por Proclus. Para mostrar la diferencia entre las hiptesis y el resultado no se puede elegir mejor ejemplo que el quinto postulado del primer libro de Euclides. El postulado dice: "Cuando dos lneas rectas interceptan con una tercera de tal manera que hacen los ngulos interiores adyacentes en un lado menos que dos ngulos rectos, las dos lneas, indefinidamente prolongadas, interceptarn en los lados de esos ngulos menores." Por un error de Proclus (quinto siglo) el postulado fue cambiado en una proposicin. Se hicieron innumerables intentos para probar la supuesta proposicin, hasta que se reconoci el error, apenas hace un siglo. El quinto postulado, o axioma de paralelos, como es frecuentemente llamado, prob ser una verdadera hiptesis, distinta de todas las otras presuposiciones. Se ha construido geometra no-euclidiana por un simple cambio del quinto postulado. Todo esto prueba que no existe geometra sin presuposiciones. Y en forma similar, no existe lgebra sin presuposiciones. La ley parte de la existencia de las familias y de su tendencia natural a asociarse para el bienestar comn. La medicina toma el cuerpo humano como organismo viviente, sujeto a desviarse, y la existencia de remedios, antes de construir su ciencia. La historia supone que es testimonio humano es, bajo ciertas condiciones, una fuente confiable de conocimiento, antes de iniciar sus investigaciones. Del mismo modo, las ciencias lingsticas, dan por hecho que los idiomas humanos no estn construidos en forma arbitraria, sino que evolucionaron en forma lgica a partir de una variedad de circunstancias. La teologa toma de la filosofa un nmero de verdades, tales como la existencia de Dios, la posibilidad de los milagros, y otros. De hecho, una ciencia toma prestadas sus presuposiciones de los resultados de otras ciencias, una divisin de labor necesaria por las limitaciones de todo lo humano. Por ello, el reclamo de "ciencia sin presuposiciones" es doblemente ilgico, a menos que presuposicin signifique una hiptesis que puede ser probada falsa o ajena a la ciencia particular en cuestin. La libertad de la ciencia por lo tanto, tiene sus limitaciones desde el punto de vista de la lgica.

(b) Desde el punto de vista fsico la ciencia requiere medios materiales. Los edificios, los talentos y las bibliotecas son necesarios para todas las ramas de la ciencia, tanto en la investigacin como en la enseanza. Las ciencias mdicas y naturales requieren medios extraordinarios, tales como laboratorios, museos e instrumentos. Los requerimientos materiales siempre han impuesto limitaciones en la investigacin y enseanza cientfica. Por otro lado, las peticiones de libertad de parte dela ciencia han sido generosamente contestadas. Entre los siglos doce y catorce se fundaron aproximadamente cuarenta universidades en Europa, en parte por iniciativa privada, en parte por prncipes o papas, en la mayora de los casos por los esfuerzos combinados de ambos junto con los miembros de la universidad. Entre las universidades auto-originadas puede mencionarse Bolonia, Pars, Oxford y Cambridge. Con la ayuda de prncipes, se erigieron universidades en Palencia, Npoles, Salamanca, Sevilla y Sena. De las universidades fundadas por papas mencionamos slo Roma, Pisa, Ferrara, Toulouse, Valladolid, Heidelberg, Colonia y Erfurt. La mayora de las universidades antiguas, como Coimbra, Florencia, Praga, Viena, Cracovia, Alcal, Upsala, Lovania, Leipzig, Rostock, Tbingen y muchas otras, deben su origen a los esfuerzos sumados de prncipes y papas. Las fundaciones consistieron principalmente de cartas que otorgaban derechos civiles y autorizaban grados cientficos, en la mayora de los casos tambin contribuciones y dones materiales. Los papas aplicaron beneficios eclesisticos a muchas de las ctedras sin otra obligacin que la de ensear ciencia. Naturalmente, los fundadores retenan una cierta autoridad e influencia sobre las escuelas. En general, las antiguas universidades gozaron en todas partes de la misma libertad que tienen en Inglaterra hoy en da. Despus de la Reforma los gobiernos de Europa continental hicieron las universidades de sus propios territorios, instituciones del Estado, pagando a los profesores como empleados del gobierno, en ocasiones prescribiendo libros de texto, mtodos de enseanza y an doctrinas. Aunque en el siglo diecinueve, los gobiernos fueron obligados a relajar su supervisin, an mantienen el monopolio del establecimiento de universidades y de la designacin de profesores. Su influencia sobre el progreso de la ciencia es inequvoca; qu tanto esto puede beneficiar a la ciencia, no necesita decidirse aqu. Con la creciente influencia del Estado, el de la Iglesia ha disminuido, en la mayora de las universidades, hasta la total extincin. En las pocas universidades europeas en las cuales an se permite la existencia de la facultad de teologa Catlica, la supervisin de la Iglesia sobre su propia ciencia se ha reducido a un mero veto. La necesidad de eximir a los profesores del voto contra la hereja Modernista es una ilustracin del caso. Gracias a la libertad de enseanza en los Estados Unidos de Amrica, existen adems de las universidades pblicas de los diferentes estados, un nmero de instituciones fundadas por la iniciativa privada. Debido a la fuerte ayuda que reciben las tendencias anticristianas y ateas a travs de la influencia de las universidades, las iniciativas privadas de escuelas que defienden la verdad de la Revelacin no son muy recomendables.

(c) Las limitaciones de la ciencia desde el punto de vista tico son en dos sentidos. La accin directa de la ciencia sobre la tica se entiende con facilidad; la reaccin de la tica sobre la ciencia es igual de cierta. Y tanto la accin como la reaccin crean limitaciones para la ciencia. La actividad del hombre es guiada por dos facultades espirituales, el entendimiento y la voluntad. Del entendimiento deriva la luz, de la voluntad deriva la firmeza. Naturalmente el entendimiento precede a la voluntad y por ello la influencia de la ciencia sobre la tica. Esta influencia viene a ser un factor importante en el bienestar de la raza humana por razn de que no est confinado al cientfico en sus propias investigaciones, sino que alcanza a las masas a travs de las varias formas de enseanza de palabra y por escrito. Si uno debe juzgar rectamente en este asunto, deben tenerse en cuenta dos principios generales. Primero, para el hombre la tica es ms importante que la ciencia. Aquellos que creen en la revelacin, saben que los Mandamientos son el criterio por el cual sern juzgados los hombres (Mateo, xxv, 35-46); y aquellos que ven slo tan lejos como la luz de razn natural les permite, saben a partir de la historia que la felicidad de los pueblos y naciones consiste ms bien en la rectitud moral que en el progreso cientfico. La conclusin es que de haber conflicto entre la ciencia y la tica, debe prevalecer la tica. Ahora bien, no puede haber tal conflicto excepto en dos casos: cuando la investigacin cientfica lleva al error, y cuando la enseanza de la ciencia, an si verdadera, se aplica contra mximas educativas slidas. Para ver que estas excepciones no son imaginarias, uno slo necesita dar un vistazo a los puntos de contacto entre la ciencia y la fe, bajo el punto A. Todos ellos indican conflictos reales. La enseanza no pedaggica es tristemente ilustrada por el reciente movimiento en Alemania hacia la instruccin prematura y an pblica acerca de las relaciones sexuales, lo que provoc una reaccin de parte de las autoridades civiles.

Eso es en cuanto a la accin directa de la ciencia sobre la tica. El caso no debe ser reversible, en otras palabras, la tica no debe influir sobre la ciencia, excepto en la estimulacin de la investigacin y la enseanza. Sin embargo, no slo los individuos sino facultades enteras de cientficos han sido sujetos a esa debilidad humana expresada en el adagio: Stat pro rations voluntas. Como lo expres Ccero: "El hombre juzga mucho ms frecuentemente influenciado por odio o amor o codicia... o alguna agitacin mental, que por la verdad, o un mandamiento, o la ley" (De oratore, II, xlii.) Si Ccero est en lo cierto, entonces la libertad del conocimiento, tan altamente valorada y tan fuertemente exigida, es pervertida por el hombre en un doble sentido. Primero, llevan la libertad de la voluntad a juicio. El amor, odio, deseos, son pasiones o actos de la voluntad, mientras que los juicios se forman por el entendimiento, una facultad enteramente falta de libre eleccin. Segundo, privan al entendimiento de la necesaria indiferencia y equilibrio, y lo obligan a inclinarse a un lado, ya sea el lado de la verdad o el de la falsedad. Si los hombres de ciencia, quienes exigen libertad, pertenecen a la clase descrito por Ccero, entonces su idea de libertad est totalmente confundida y pervertida. Puede contestarse que la declaracin de Ccero se aplicaba a asuntos de la vida diaria, ms que a las bsquedas de la ciencia. Esto es perfectamente cierto en cuanto a la ciencia, y probablemente es cierto en cuando al objeto formal de toda ciencia. An cuando consideramos los primeros postulados que las ciencias toman de la filosofa, nos acercamos mucho a la vida diaria. Los hombres de ciencia escuchan acerca de Cristo y saben de la carta magna de Su reino, proclamada en la montaa (Lucas, vi.) Hace observaciones agudas sobre la vida diaria. Podra descartarse, si Cristo mismo no hubiese reclamado poder supremo en el cielo y sobre la tierra, y si no hubiese profetizado Su segunda venida, para juzgar a vivos y muertos.

Aqu es donde entra el amor y el odio de Ccero. Es bastante seguro decir: no existe lugar en el mundo civilizado donde Cristo no sea amado y odiado. Aquellos que estn dispuestos a tomar el camino angosto y escarpado hacia Su reino aceptan los testimonios a Su misin Divina aceptan los testimonios de Su Divina misin con imparcialidad; otros que prefieren una forma de vida ms fcil y amplia intentan persuadirse a s mismos que los reclamos de Cristo son infundados. Pues, adems de aquellos que ya sea rechazan Sus reclamos a travs de prejuicios heredados o adquiridos, o los tratan con indiferencia, un gran nmero de hombres intentan fortalecer su posicin anticristiana por medio de formas cientficas. Sabiendo que la Divinidad de Cristo puede ser probada por los milagros a los cuales apel como testimonios de Su Padre, formulan el axioma: "Los milagros son imposibles". Sin embargo, viendo la inconsistencia de la frmula en tanto hay un Creador del mundo, estn obligados al siguiente postulado: "No existe el Creador". Viendo de nuevo que la existencia del Creador puede ser probada por la existencia del mundo, y convincentemente a travs de un nmero de argumentos, requieren de nuevos axiomas. Primero tratan el origen de la materia como algo demasiado remoto para determinar su causa, y argumentan que: "La materia es eterna". Por una razn similar el origen de la vida se explica por el postulado arbitrario de "generacin espontnea". Entonces debe disponerse de la sabidura y el orden desplegados en los cielos estrellados y en la flora y fauna de la tierra. Decir en palabras simples "Todo el orden en el mundo es casual" sera ofensivo para el sentido comn. El axioma entonces es investido en lenguaje ms cientfico, es decir: "Desde la eternidad el mundo ha pasado a travs de un nmero infinito de formas, y slo los ms aptos sobrevivieron".

La subestructura de la ciencia anticristiana tiene an un punto dbil: el alma humana no proviene de la eternidad y sus facultades espirituales no apuntan a un creador espiritual. La fabricacin de axiomas, una vez iniciada, tiene que concluir en: "El alma humana no es esencialmente diferente del principio vital del animal". Esta conclusin se recomienda a s misma como especialmente fuerte contra lo que teme la voluntad: el animal no es inmortal, y por ello tampoco lo es el alma humana; consecuentemente cualquier juicio que pueda venir despus, no tendr efecto. El fin de la fabricacin es amargo. El hombre es un orangutn altamente desarrollado. Existe an un obstculo en las Sagradas Escrituras, antiguas y nuevas. El Antiguo Testamento narra la creacin del hombre, su cada, la promesa de un Redentor; contiene profecas de un Mesas que parecen cumplirse en Cristo y en Su Iglesia. El Nuevo Testamento prueba el cumplimiento de las promesas y presenta un Ser sobrehumano, que ofreci Su vida para la expiacin del pecado y declara Su Divinidad por Su propia Resurreccin; le da la constitucin y primera historia de Su Iglesia, y promete su existencia hasta la consumacin del mundo. A la luz de la ciencia anticristiana no se puede permitir esto. Unos cuantos postulados ms o menos no daaran a la ciencia en este punto. La literatura hebrea es puesta a la par de aquella de Persia o China, la historia del paraso es relegada al reino de las leyendas, la autenticidad de los libros es rechazada, se sealan las contradicciones en el contenido, y el sentido obvio es distorsionado. Los axiomas utilizados para aniquilar las Sagradas Escrituras tienen la ventaja de la plausibilidad sobre aquellos utilizados contra el Creador. Estn cubiertos de una masa de erudicin tomada de las ciencias lingsticas e histricas.

Pero todava no hemos visto todo. El mayor obstculo a la ciencia anticristiana es la Iglesia, quien arguye origen Divino, autoridad para ensear la verdad infalible, mantiene la inspiracin de la Escritura, y confa en su propia existencia hasta el fin del mundo. Con ella, la ciencia no puede jugar como con la filosofa o la literatura. Ella es una institucin viviente blandiendo su espectro sobre toda la poblacin del mundo. Tiene todas las armas de la ciencia a su disposicin, y miembros devotos a ella, en corazn y alma. Para otorgarle los mismos derechos en terrenos cientficos sera desastroso para la "ciencia sin presuposiciones". La mera creacin de nuevos axiomas no parece ser eficiente contra una organizacin viviente. Los axiomas tendran que ser proclamados fuertemente, y mantenidos vivos, y finalmente puestos en vigor por una oposicin organizada, en algunos casos an con poder gubernamental. Los libros, peridicos y salas de conferencias anuncian un solo texto, entonado en todas las notas, el gran axioma: que la Iglesia es esencialmente no cientfica, pues descansa sobre presuposiciones inciertas, y que sus cientficos nunca pueden ser verdaderos hombres de ciencia. El reclamo de degradacin de Mommsen sobre la designacin de un historiador catlico en Estrasburgo (1901) tuvo fuerte eco en la mayora de las universidades alemanas. Y sin embargo, era cuestin de slo una quinta parte de catlicos entre setenta y dos profesores; y esto en una universidad en Alsacia-Lorena, un territorio casi enteramente catlico. Prevalecen proporciones similares en la mayora de las universidades. Todos los axiomas de ciencia anticristiana mencionados anteriormente son totalmente arbitrarios y falsos. Ninguno de ellos puede ser respaldado por razones slidas; por el contrario, se ha demostrado que cada uno de ellos es falso. Con ello la ciencia anticristiana se ha rodeado a s misma de un nmero de intereses limtrofes determinadas sobre bases cientficas, y as ha limitado su propia libertad para progresar; la "ciencia sin presuposiciones" se enreda en sus propios axiomas, por ninguna otra razn que su aversin hacia Cristo. Por otro lado, el cientfico que acepta la enseanza de Cristo no necesita basarse en un solo postulado arbitrario. Si es filsofo, inicia a partir de las premisas dictadas por la razn. Reconoce en el mundo que le rodea la revelacin natural de un Creador, y por deducciones lgicas concluye de la contingencia de las cosas creadas al Ser No-creado. El mismo razonamiento le hace comprender la espiritualidad e inmortalidad del alma. De la suma de ambos resultados concluye ms all en las obligaciones morales y la existencia de una ley natural. As preparado, puede comenzar cualquier investigacin cientfica sin necesidad de levantar lmites de inters con el fin de justificar sus prejuicios. Si desea ir ms all y poner su fe sobre una base cientfica, puede tomar los libros, llamados Sagradas Escrituras, como punto de partida, aplicar crtica metdica a su autenticidad, y encontrarlos tan confiables como cualquier otro registro histrico. Su contenido, profecas y milagros le convencen de la Divinidad de Cristo, y del testimonio de Cristo acepta toda la Revelacin sobrenatural. Ha construido la ciencia de su fe sin otra cosa que premisas cientficas. Por ello la ciencia del cristiano es la nica que da libertad en la investigacin y el progreso; sus fronteras no son otras que el empalizado de la verdad. Por el contrario, la ciencia anticristiana es esclava de su propia tica preconcebida.

III. Libertad IlimitadaLa exigencia de libertad ilimitada en la ciencia es irrazonable e injusta, debido a que lleva al desorden y la rebelin.

(1) En el mundo no existe la libertad ilimitada, y la transgresin de los lmites de la libertad siempre lleva a la maldad. El hombre mismo no es absolutamente libre, ni desea libertad sin fronteras. La libertad no es la mayor bendicin ni el ltimo fin del hombre; le es concedido como un medio para alcanzar su fin. Dentro de su propia mente, el hombre se siente ligado a la verdad. A su alrededor, ve toda la naturaleza sometida a leyes y hasta teme a las perturbaciones en su curso normal. En toda su actividad sale adelante mejor permaneciendo dentro de la ley establecida para l. Los juicios son mejores cuando se forman de acuerdo con las reglas de la lgica. Las mquinas e instrumentos son los mejores cuando se les permite la menor cantidad de libertad. La interrelacin social es ms fcil dentro de reglas de comportamiento apropiado. Ampliar estas fronteras no lleva a una ms alta perfeccin. Las opiniones son libres slo donde no se puede alcanzar la certidumbre; las teoras cientficas son libres mientras se basen en probabilidades. Los ms libres de pensamiento son los ignorantes. En pocas palabras, mientras ms libertad de opinin, menos ciencia. En forma similar, un tren de ferrocarril con libertad en ms de una lnea es desastroso, una nave sin control del timn est condenada. Una nacin que desprecia su cdigo legal, que relaja la administracin de justicia, que deja de lado las estrictas leyes de propiedad, que no protege a su propia industria, que no garantiza la propiedad y la seguridad pblica y privada est en declive. La libertad ilimitada lleva a la barbarie, y se puede encontrar el enfoque ms parecido en la vida salvaje en Australia.

(2) Lo que la ciencia anticristiana pide es libertad desordenada. Las fronteras enumeradas en el prrafo anterior circunscriben el reino lgico, fsico y tico del hombre. Siempre que pisa fuera de l, cae en el error, el infortunio, el desorden. Ahora bien, a qu reino pertenece la ciencia? La definicin de Aristteles la coloca en el reino lgico. Y qu hay de la libertad de la ciencia? Dentro el hombre, el reino lgico es la facultad intelectual, y fuera de l, es el reino de la verdad. Sin embargo ninguno es libre. La libertad del hombre est en la voluntad, no en el entendimiento. La verdad es eterna y absoluta. Por lo que la peticin de libertad sin lmites para la ciencia no tiene lugar en el reino lgico; evidentemente, no se trata de fsica; por lo que debe pertenecer al reino tico; no es un llamado a la verdad, es una peticin con propsito. El propsito puede inferirse de lo que ha sido dicho en el punto II. Puede resumirse diciendo que es rebelin tanto contra la revelacin sobrenatural como la natural. La posicin anterior es la principal pero no puede sostenerse en forma congruente sin la ltima. La rebelin no es una palabra demasiado fuerte. Si Dios desea revelarse a S mismo en cualquier forma, el hombre est obligado a aceptar la revelacin, y ningn axioma le relevar del deber. Paulsen y Wundt al oponerse a la revelacin natural apelan al postulado de "causalidad natural cerrada", donde "cerrada" significa la exclusin del Creador. A la revelacin sobrenatural Kant la llam "una restriccin dogmtica", la cual segn l, puede tener valor educativo para los pequeos al llenarles de temores piadosos. Wundt le secunda llamando al Catolicismo la religin de la restriccin, y Paulsen alaba a Kant como "el redentor del peso insoportable". Todas estas expresiones descansan en la suposicin de que en la ciencia no hay lugar para un Creador, ni para un Redentor. Se han hecho muchos intentos de poner el axioma sobre una base cientfica; pero sigue siendo una premisa supuesta, una "conviccin constante", como la llama Harnack.

(3) Que las expresiones "libertad desordenada" y "rebelin" son claras a partir de las consecuencias de la ciencia anticristiana.

(a) La ciencia anticristiana lleva al Atesmo. Cuando la ciencia repudia el reclamo de Cristo como Hijo de Dios, necesariamente repudia al Padre que le envi, y al Espritu Santo quien procede de ambos. La inferencia lgica no encuentra favor con los partidarios de esa ciencia. En 1892, cuando se estaban discutiendo las leyes escolares en el Reichstag alemn, el canciller Caprivi tuvo el valor de decir: "El punto en cuestin es cristiandad o atesmo... lo esencial en el hombre es su relacin con Dios". El clamor de la parte "liberal" de la Casa mostr que el canciller haba tocado un punto sensible. Ya que el repudio del Creador es claramente un abuso de la libertad y una infraccin de la ley natural, la ciencia, por todos los medios, tiene que salvar las apariencias por medio de palabras que cientficamente tienen sentido. Primero llama a las dos divisiones de espritus Monismo y Dualismo. Los cientficos alemanes hasta han formado la "Coalicin de Monistas", argumentando que no hay distincin real entre el mundo y Dios. Cuando su sistema enfatiza al mundo, es Materialismo; cuando acenta la Divinidad es Pantesmo. El Monismo slo es un trmino ms suave para ambos. La pura palabra "atesmo" parece ser demasiado ofensiva. Los Naturalistas ingleses la reemplazaron hace mucho tiempo con palabras de mejor apariencia, tales como Desmo y Agnosticismo. Toland, Tindal, Bolingbroke, Shaftesbury, del siglo dieciocho, tuvieron la satisfaccin de mudar la Deidad tan lejos del mundo que no poda tener ninguna influencia en l. Sin embargo, "Deidad" todava tena un aroma demasiado religioso e implicaba una tosca incongruencia. Para Huxley y otros cientficos del siglo diecinueve el "agnosticismo", que sonaba bien, tena apariencia ms digna. Sin embargo, frente a la ley natural, que obliga al hombre a conocer y servir a su Creador, argumentar la ignorancia de Dios es tanta rebelin contra l como cerrarle fuera del mundo.

Todos estos y otros tcnicos y frases con tacto cubren al mismo Atesmo crudo y confiesan basarse, sin excepcin, sobre una coleccin de postulados arbitrarios. Por el contrario, el Dualismo, no tiene necesidad de postulados, excepto aquellos dictados por el sentido comn. Alguna razn considera en la creacin, como el reflejo de un espejo, al Creador, y con ello pueden referir los fenmenos naturales a su causa final. Mientras que la ciencia requiere slo de conocimiento de causas intermedias, el conocimiento de las cosas por su ltima causa eleva a la ciencia a su ms alto grado, o sabidura, como la llama Santo Toms. Por esto la coherencia y la congruencia lgicas son encontradas siempre y exclusivamente en la doctrina dualista. Es intil esperar que el abismo entre la filosofa lgica de los Dualistas y las "convicciones constantes" de los Monistas pueden construir puentes por medio de discusiones. Esto fue bien ilustrado cuando el Padre Wasmann ofreci una conferencia en Berln (1907) sobre la teora de la Evolucin y fue opuesto por Plate y otros diez oradores. El resultado de la discusin fue que cada uno, Plate y Wasmann, pusieron por escrito sus respectivos puntos de vista, uno sus axiomas y el otro su filosofa, y lo que es ms, que Plate rechazaba que Wasmann tena derecho a ser considerado cientfico por lo que l llamaba presuposiciones cristianas de Wasmann.

(b) Despus de la exclusin de Dios, existe la necesidad de un dolo; la necesidad se origina en la naturaleza humana. Todas las naciones de la antigedad tenan sus dolos, an los israelitas, cuando en ocasiones se rebelaban contra los Profetas. La forma de los dolos vara con el progreso. Los salvajes los hacan de madera, los paganos civilizados de plata y oro, y nuestra era letrada los hace de sistemas filosficos. Kant no traz las ltimas consecuencias a partir de su "autonoma de razn"; fue hecho por Fichte, Schelling y Hegel. Este Idealismo se desarroll en Subjetivismo en el ms amplio sentido de la palabra, a saber, en la completa emancipacin de la mente y voluntad humana de Dios. El dolo es el Ego humano. Las consecuencias son que la verdad y la justicia pierden su carcter eterno y se tornan conceptos relativos; el hombre cambia con las eras, y con l sus propias creaciones; lo que l llama verdad y derecho en un siglo, puede llegar a ser falso y equvoco en el siguiente. En cuanto a la verdad tenemos la declaracin explcita de Paulsen, de que "no hay filosofa eternamente vlida". En cuanto a la justicia, Hartmann define la autonoma de Kant en las siguientes palabras: "Significa nada ms ni nada menos que esto, que en asuntos morales Yo soy el ms alto tribunal sin apelaciones". La religin, que forma la parte principal de la justicia, viene a ser de la misma forma un asunto de inclinacin subjetiva. Harnack llama al sometimiento a la doctrina de otros, traicin a la religin personal; y Nietzsche defiende a su dolo llamando vergenza de la humanidad a la cristiandad. El axioma es pronunciado en forma ms dignificada por Pfeiderer (1907.) Dice, "En la ciencia de la historia, la aparicin sobre la tierra de un ser sobrehumano no puede ser considerado". Quiz es formulado en forma ms general por Paulen (1908): "Apagar el interruptor de lo sobrenatural del mundo histrico y natural". Sin embargo, todos estos axiomas subjetivos son slo formas ms o menos cientficas del postulado Straussiano puro (1835): "Ya no somos cristianos".

(c) Estamos siendo confrontados aqu por dos hechos que requieren la mayor consideracin. Por un lado, las universidades gubernamentales de casi todos los pases en Europa y muchas universidades estadounidenses excluyen toda relacin con Dios y prcticamente favorecen el postulado ateo antes mencionado; y por otro lado, estos son los mismos postulados resumidos por Po X bajo el nombre de "modernismo". Por ello el reclamo de las universidades del Estado contra la Encclica "Pascendi" de 1907. Para empezar con el primero, el desenfreno de la verdad subjetiva es la cuna misma de las teoras anarquistas y la rebelin contra la enseanza de Cristo terminar con las condiciones del paganismo griego y romano. Como no nos concierne aqu la relacin entre la ciencia y el Estado, debe bastar ahora mostrar cmo comienza a sonar la alarma. Parece ser asunto de curso, y sin embargo suena poco usual, cuando el Conde Apponyi como ministro de educacin y culto en Hungra, en ocasin de una promocin acadmica, recomienda a los maestros de ciencia una mayor conciencia moral. Ms notable es la advertencia de Virchow en la reunin de cientficos en Munich (1877) contra la enseanza de puntos de vista y especulaciones personales como verdades establecidas, y en particular, contra reemplazar los dogmas de la Iglesia por una religin de evolucin.

El estado moral de un joven creciendo bajo tal enseanza podra anticiparse a partir de la historia del paganismo. No obstante, se reserv a nuestra era anticristiana justificar la inmoralidad con apariencia de ciencia. Se ha formulado y hecho circular en revistas y reuniones que una vida pura y moral es perjudicial desde el punto de vista de la medicina. La facultad mdica de la Universidad de Christiania encontr que era necesario declarar toda la asercin como falsa, y afirmar positivamente que "no sabemos que haya dao o debilidad debida a la castidad". La misma protesta fue expresada por el Dr. Raoult en las palabras: "No existe cosa alguna llamada patologa de la continencia"; y por el Dr. Vidal (vea ms adelante) en la afirmacin de que los mandamientos de Dios son legtimos desde el punto de vista de la medicina, y que su observancia no slo es posible sino provechosa. Pueden mencionarse advertencias tales como stas que anticipan efectos; pero tambin podemos or otras que prueban los efectos ya existentes. Tal fue el voto unnime de la Conferencia Internacional para la proteccin de la Salud y la Moral llevada a cabo en Bruselas (Septiembre, 1902): "Debe ensearse a los hombres jvenes que las virtudes de castidad y continencia no slo no son perjudiciales sino son de lo ms loables desde un punto de vista puramente mdico y de higiene". Los efectos en las instituciones educativas deben haber sido aterradores antes de que las autoridades cientficas se atrevieran a levantar el velo por medio de advertencias pblicas. stas fueron dadas por el Dr. Fleury (1899) en cuanto a los colegas franceses, y fueron repetidas por el Dr. Fournier (1905) y el Dr. Francotte (1907.) An ms sonoras fueron las advertencias de Paulsen, Frster, y especialmente del eminente Dr. Gruber en cuanto a la grymnasia y las universidades alemanas. El Dr. Desplats (ver bibliografa) insiste que con el fin de impedir la corriente que est llevndose a los franceses hacia la irremediable decadencia, es necesario reaccionar contra la doctrina y la prctica del neo-paganismo. No es de extraar que las doctrinas licenciosas han encontrado camino desde los libros hacia las publicaciones y pasado de los educados a los iletrados. Sosnosky, una autoridad en literatura, compara la epidemia moral actual con la de la Roma pagana y la de la Revolucin Francesa, y protesta, desde un punto de vista meramente natural, contra la hipocresa del animalismo crudo encubierto con pretexto del arte y de la ciencia (ver Allgemeine Zeitung, No. 3, 21 de enero de 1911.).

Lo que el Estado ya sea no har o no se atrever a hacer, la Iglesia hace siempre, manteniendo a los hombres conscientes del objeto o fin de su existencia y este fin no es la ciencia. El catecismo lo seala bajo tres encabezados: el conocimiento de Dios; la observancia de Sus mandamientos; y el uso de Su gracia. La intencin de Dios es que el conocimiento de la naturaleza sea un medio subordinado a este fin. Y es por esa misma razn que nunca puede haber conflicto entre la ciencia y nuestro destino final. La Iglesia no ensea las ciencias naturales, pero ayuda a que sus principios se atribuyan a la sabidura, primero al advertir contra el error y luego sealando hacia la causa final de todas las cosas. Cuando la ciencia reclama contra el oficio de guiar de la Iglesia, es comparable a un sistema de navegacin sin ninguna direccin fuera de la nave misma y las aguas que la rodean. El objeto formal de cada ciencia en particular es ciertamente diferente a la fe al igual que el timn de un buque es diferente del conocimiento de las estrellas; pero la exclusin de todas las luces gua ms all de las oleadas de opiniones e hiptesis cientficas es enteramente arbitraria, imprudente y desastrosa

B. LA IGLESIAEn su relacin con la ciencia la Iglesia puede ser mejor entendida por una divisin del sujeto en las siguientes partes: Puntos de vista opuestos; distincin entre el cuerpo de enseanza y la ecclesia discens; los portadores del oficio de enseanza; la ciencia de la fe; conflictos aparentes.

I. Puntos de vista opuestosSobre la relacin de la Iglesia con la ciencia existen dos puntos de vista irreconciliables:

(1) Len XIII en su Carta Apostlica del 22 de enero de 1899, llama la atencin a los catlicos para tener en mente los peligros inminentes en el tiempo presente, y los especifica como una confusin entre el desorden y la libertad, como una pasin por decir y ultrajar lo que uno desee, como el hbito de pensar o imprimir sin restriccin. Las sombras lanzadas por estos peligros sobre las mentes de los hombres, dice l, son tan profundas que hacen ahora ms que nunca el ejercicio del oficio de la enseanza de la autoridad Apostlica. El papa fortalece sus palabras con la autoridad del Concilio Vaticano, el cual afirma fe Divina para todas las cosas propuestas por la Iglesia, ya sea en decisin solemne o por el magisterium ordinario universal.

(2) No as aquellos fuera de la Iglesia. Para ellos la restriccin espiritual del pensamiento, habla, escritura es un remanente de los tiempos en los cuales la ciencia estaba en grilletes, una reliquia de la Era Obscura. Virchow, al discutir la designacin de los profesores de teologa Protestante en Bonn y en Marburgo por el Gobierno Prusiano, hizo la siguiente declaracin en la Cmara (6 de marzo de 1896): "Si se considera que le incumbe a las facultades teolgicas conservar e interpretar un cierto depsito de las llamadas verdades y revelaciones Divinas, entonces no encajan en el marco de las universidades, son contrarias a la maquinaria cientfica que all prevalece." Y contina: "Los Reformadores del siglo diecisis han sido reemplazados hoy por la libre crtica cientfica; en forma congruente, en lugar de detenerse ante las facultades teolgicas, deben abolirlas, y los problemas que siempre surgen por una cierta clase de hombres que se dicen portadores de la verdad Divina, se habrn desvanecido" (reportado por Hertling, ver ms adelante, pgina 49 y subsecuentes.) Tal es la voz general de aquellos que se ubican fuera de cualquier credo. Existen otros que desean adherirse a ciertos artculos de fe establecidos ya sea por un congreso de Reformadores, o por un soberano, o por el Parlamento. Aunque ampliamente en desacuerdo entre ellos en cuanto a los Libros inspirados, la Divinidad de Cristo, y an la existencia de la Revelacin, todos estn de acuerdo en considerar al papado una usurpacin, y la obediencia Catlica en asuntos de fe y moralidad, obscuridad y esclavitud espiritual.

(3) Estos puntos de vista en conflicto han existido desde la cuna misma de la cristiandad, y permanecern hasta el fin del mundo. San Ambrosio (397) al hablar de los sabios del mundo (sapientes mundi) dice: "Desvindose de la fe, estn implicados en la oscuridad de la ceguera perpetua, aunque tienen ante s el da de Cristo y la luz de la Iglesia; mientras no ven nada, abren sus bocas como si lo supieran todo, ansiosos por cosas vanas y negados a las cosas eternas" (Hexaemeron, V, xxiv, 86, en P. L., XIV, 240.) Aquellos que aceptan la enseanza de Cristo siempre han formado la porcin menor de la humanidad, y la masa del rebao pequeo no est formado por los ricos o los poderosos o los sabios del mundo. Sostienen que la Iglesia es una institucin Divina, dotada del triple poder del sacerdocio, enseanza y gobierno; por esto su sumisin, firmeza y unin en asuntos de fe en todo el mundo. Aquellos que se mantienen aparte y ven en la Iglesia nada excepto una institucin humana, al igual que el viejo Imperio Romano, por ejemplo, pueden ser congruentes al condenar la posicin Catlica; al mismo tiempo no pueden evitar ver una congruencia an mayor en al punto de vista Catlico. Para someter el entendimiento propio a una doctrina supuestamente Divina y que garantiza ser infalible es indudablemente ms congruente que aceptar los postulados prevalecientes de la ciencia, o las doctrinas nacionales, o una opinin pblica que pasa. Se les debe permitir a los catlicos interpretar a favor propio lo que la Escritura dice en cuanto a la luz de la fe, la obscuridad del error y la libertad de la verdad.

II. El Cuerpo de Enseanza y la Ecclesia DiscensLos cuerpos de enseanza y de escucha de la Iglesia de Cristo son llamados tcnicamente "ecclesia docens" y "ecclesia discens".

(1) La distincin entre el cuerpo de enseanza de la Iglesia y del cuerpo de oyentes fue hecha por su Fundador en el mandamiento: "Id, pues, y haced discpulos a todas las gentes" (Mateo, xxviii, 19); "quien a vosotros os escucha, a m me escucha" (Lucas, x, 16.) La misma divisin es ilustrada por San Pablo en la comparacin entre el cuerpo humano y el cuerpo mstico de Cristo: "Si todo el cuerpo fuera ojo dnde quedara el odo?" (I Cor., xii, 17.) El oficio de la enseanza fue comunicado a la Iglesia junto con la dignidad del sacerdocio y la autoridad de gobierno. El triple poder descansa en San Pedro y los Apstoles y sus sucesores legales. El oficio Divino de la enseanza no es impartir conviccin cientfica, sino dar una declaracin autoritativa, y la respuesta a ello de parte de los oyentes, no es ciencia sino fe. La Iglesia puede an emplear su poder regulador para apoyar su enseanza. Todo esto es ejemplificado en los primeros siglos cristianos. Los Doce Apstoles no tenan tratos con las escuelas de Atenas, Alejandra o Roma. San Pablo, quien fue llamado ms tarde, probablemente fue el nico estudiado entre ellos; y an l mismo profesa que sus enseanzas no tienen las palabras persuasivas de la sabidura humana (1 Cor., ii, 4.) Utiliz su poder contra Himeneo y Alejandro, quien en cuanto a la fe haba naufragado (1 Tim., i, 20), y exhortaba a Timoteo a utilizar la misma autoridad contra aquellos que no tenan defensa contra una doctrina slida (II Tim., iv, 3.) El Apstol San Juan culpaba a varios obispos del Asia Menor por no remover a los falsos maestros (Apoc., ii, 14-20.).

(2) La divisin de la Iglesia en dos cuerpos, uno que ensea y otro que escucha, no excluye a la ciencia del segundo ms de lo que la incluye en el primero. El convenir en la fe es un acto racional; antes de que pueda hacerse, debe conocerse con certeza que existe un Dios, que Dios ha hablado, y lo que l ha dicho. Los Apstoles, los primeros Padres, concilios y papas son testigos de ello (Pesch, ver ms adelante, pginas 18-22.) San Pedro desea que los fieles estn siempre preparados para satisfacer a todos los que pregunten una razn de la esperanza que est en ellos (1 Pedro, iii, 15.) San Agustn pregunta: "Quin no ve que el conocimiento precede a la fe? Nadie cree a menos que conozca qu creer". La siguiente es la declaracin del Concilio Vaticano (Ses. III, de fide, cap. 3): "Para considerar razonable el servicio de nuestra fe, Dios ha unido a las acciones interiores del Espritu Santo pruebas externas de Su revelacin: hechos Divinos, especialmente milagros, y profecas, las cuales son testigos parlantes de Su infinito poder y sabidura, testimonios infalibles de revelacin Divina que se adaptan al entendimiento de todos". Inocencio XI conden explcitamente la opinin de que la mera probabilidad en el conocimiento de la revelacin es suficiente para convenir la fe en forma sobrenatural. Po IX exige que la razn humana indague concienzudamente los hechos de la revelacin Divina, para asegurarse que Dios ha hablado, con el fin de servirle razonablemente, segn el Apstol. En el conocimiento de las premisas de la fe, el hombre tiene que progresar en edad y educacin. El nio no puede convenir en forma sobrenatural a la fe por lo que los padres o maestros dicen, hasta que su mente est lo suficientemente desarrollada para asegurarse de la existencia y contenido de la revelacin Divina. De nuevo, el conocimiento que pueda bastar a un nio puede no bastar a un hombre. Debe aplicar sus facultades mentales e interesarse en los fundamentos de su fe. La prudencia de su mente debe igualar a la sencillez de su voluntad. El profesor Heis acostumbraba tener el catecismo sobre su escritorio junto a los libros cientficos. El progreso del conocimiento es especialmente loable en padres, maestros, estudiantes y sobre todo en los profesores de la ciencia teolgica y en los dignatarios eclesisticos. Bajo sus mtodos cientficos las premisas de la fe han llegado a ser una rama especial de la teologa, llamada apologtica.

(3) El contenido de la fe debe ser penetrado en la medida que lo permitan las facultades mentales y la gracia Divina. La Revelacin seala el destino eterno, muestra el camino, y da los significados; previene contra la perdicin eterna, ayuda en la tentacin y protege de la maldad. Sin el conocimiento no hay inters, y la consecuencia es el olvido del propsito principal de la vida. Por ello el deber de todos los hombres es escuchar a Dios, meditar en Sus palabras, y entenderlas. Los ms elevados actos de misericordia y caridad ensean al ignorante y corrigen al errado. El estudio de la verdad revelada y la propagacin de palabra y por escrito del conocimiento fue as adquirido y practicado en la Iglesia en todos los tiempos y por todas las clases. Debido a este estudio el depsito Divino de la fe ha crecido en un sistema cientfico el cual no es igualado en claridad y firmeza de estructura por otras ramas del conocimiento. A partir del marco de ese sistema sobresale el relieve de los misterios profundos, sin duda ms all de la comprensin humana, pero bien definidos en significado y protegidos contra objeciones. Sin embargo, debe recordarse que los divinos y doctores, como tales, no constituyen el cuerpo de enseanza de la Iglesia; todos pertenecen a la "Ecclesia discens". La teologa como sistema cientfico, con propuestas, argumentos y objeciones, no es el objeto directo de la "Ecclesia docens". Lo deja a los especialistas, con toda forma de estmulo y direccin.

(4) Los peligros contra la fe. Ya que la fe, como fundamento de vida eterna, es una virtud sobrenatural, al igual que todas las dems virtudes est expuesta a la tentacin. Algunas dificultades son inherentes en el depsito de la fe, otras surgen del exterior. Una verdad revelada puede parecer ininteligible a la mente, al igual que los misterios, o repulsivo a la voluntad como si connotaran preceptos no bienvenidos. Las tentaciones del exterior pueden ser la constante hostilidad del mundo hacia la Iglesia, la discriminacin contra los catlicos, la falsificacin de la historia, la literatura anticristiana e infiel, los escndalos internos, y las deserciones de la Iglesia.

Por su derecho exclusivo y positivo para ensear a todas las naciones lo que Cristo ha ordenado a los Apstoles (Mat., xxviii, 19-20), la Iglesia asimismo deriva necesariamente el derecho a defenderse. Para proteger a su rebao contra los peligros de la fe emplea toda la autoridad de su poder reinante con sus subdivisiones legislativas, judiciales y administrativas. Por este poder ella regula la designacin y remocin de los maestros religiosos, la admisin o prohibicin de doctrinas religiosas, y an los mtodos de enseanza, de palabra o por escrito.

III. Los Portadores del Oficio de Enseanzastos son el papa y los obispos, como sucesores de San Pedro y los Apstoles. La promesa de asistencia Divina fue dada junto con el mandato de enseanza; por lo tanto descansa en los mismos sujetos, pero est restringida a los actos oficiales, a la exclusin de actos privados, en cuanto al depsito de la fe.

(1) La actividad oficial de la enseanza puede ser ejercida ya sea en el magisterium ordinario o diario, o por decisiones solemnes ocasionales. Lo primero sucede ininterrumpidamente; lo segundo ocurre en casos de gran peligro, especialmente por crecientes herejas. La promesa de asistencia Divina protege la integridad de la doctrina "todos los das, an hasta la consumacin del mundo" (Mat., xxviii, 20.) A partir de la naturaleza de ello, sucede que los obispos en lo individual pueden caer en el error, debido a que se tienen disposiciones amplias cuando todo el cuerpo de enseanza de la Iglesia y del pastor supremo en particular est protegido por la Providencia. La "Ecclesia docens", como un todo, nunca puede caer en el error en asuntos de fe o moralidad, ya sea que su enseanza sea ordinaria o solemne; ni puede el papa proclamar doctrinas falsas en su capacidad de pastor supremo de la Iglesia universal. Sin esta prerrogativa, la cual se conoce como Infalibilidad (vase) la promesa Divina de ayuda sera una falacia. Al derecho de enseanza de parte de la "Ecclesia docens" corresponde en forma natural la obligacin de escuchar de parte de la "Ecclesia discens". Escuchar tiene el sentido de someter el entendimiento, y es de naturaleza dual, segn la enseanza es, o no, llevada a cabo bajo la garanta de infalibilidad. La sumisin anterior se llama convenir a la fe, la posterior aceptacin de obediencia religiosa.

(2) Someter el entendimiento a otra que no sea la autoridad Divina puede parecer objetable, pero sucede en la prctica, tanto en la ciencia como en la vida diaria, en cientos de formas. En cuanto a la Iglesia, el sometimiento del entendimiento, es especialmente adecuado, sin importar si habla con autoridad infalible o administrativa, en otras palabras, si la sumisin es de fe o de obediencia. An desde el punto de vista humano su autoridad es excepcionalmente elevada e imparcial. Las cartas pastorales de los obispos, catecismos diocesanos en particular, decretos de snodos provinciales, decisiones de Congregaciones Romanas y muchos actos oficiales del papa, pertenecen a la enseanza que descansa en forma directa slo sobre la autoridad reinante, sin la prerrogativa de infalibilidad, y tienen la misma obligatoriedad sobre la Iglesia universal. En cada dicesis la autoridad oficial en asuntos de fe y moralidad es el obispo. Sin su consentimiento (o el de otra autoridad ms elevada), ningn profesor de teologa, catequista o predicador puede ejercer su funcin oficial, y ninguna publicacin que toca asuntos de fe y moralidad se permite dentro de la dicesis. La aprobacin de los maestros se conoce como misin cannica, mientras que la aprobacin o rechazo de libros se llama censura (vase.) Por encima de los tribunales diocesanos estn las Congregaciones Romanas (vase) a las cuales ciertos asuntos estn reservados y a las cuales se puede apelar. La ciencia, en particular, puede tener contacto con la Congregacin de Ritos, el cual examina los milagros propuestos como fundamento para las beatificaciones y canonizaciones. Con mayor frecuencia es la Congregacin del ndice la que examina oficialmente y decide el peligro para la fe y la moralidad de libros (no personas) denunciados o bajo sospecha, y el Santo Oficio de la Inquisicin, el cual decide cuestiones de ortodoxia, con el papa mismo como prefecto. Todas las autoridades eclesisticas, mencionadas en este prrafo, participan, ya sea en forma oficial o por delegacin, en los poderes legislativos, judiciales y ejecutivos de la Iglesia, apoyando sus funciones. Falta decir que sus decisiones son dotadas con la prerrogativa de infalibilidad, cuando el papa las aprueba, no en forma ordinaria, como por ejemplo cuando acta como prefecto de una Congregacin, sino en forma solemne, o ex cathedra, con la obligacin de aceptacin por toda la Iglesia.

(3) A los hombres de ciencia los tribunales Romanos del ndice y de la Inquisicin son mejor conocidas por su relacin con el nombre de Galileo (vase.) Este parece ser un buen momento para hablar sobre la actitud de los cientficos no catlicos contra el caso. Puede demostrarse desde un triple punto de vista que no siempre est relacionado con mantener los principios de la ciencia.

(a) El error involucrado en la condenacin de Galileo se utiliza como argumento contra el derecho de los tribunales a existir. Esto es ilgico y parcial. El error fue puramente accidental, al igual que los errores de la justicia en las cortes criminales resultan de errores accidentales similares. Si el argumento no se puede sostener en esto, mucho menos en lo anterior. El error fue una opinin universal tenazmente defendida por los Reformadores del siglo diecisis. Adems, es prcticamente la nica decisin errnea de su tipo entre los cientos emitidos por los tribunales Romanos en el transcurso de los siglos.

(b) Lo que se objeta en el caso Galileo no es tanto el hecho histrico del disparate, sino el argumento permanente de la Iglesia de ser, por derecho Divino, el guardin de la escritura; es el principio por el cual ella se adhiere al sentido literal de la Sagrada Escritura, en tanto el contexto o la naturaleza del caso no sugiera una interpretacin metafrica. Dado que las evidencias que convencieron a Coprnico, Kepler y Galileo debieron tambin convencer a los telogos de ese tiempo, stos cometieron un desatino. Sin embargo, no debe ser esto continuamente sealado en contra de la Iglesia. Los desatinos oficiales de los altos tribunales son continua y fcilmente perdonados, cuando son cometidos en el ejercicio de un derecho reconocido. Nadie condena la administracin de justicia cuando un caso en disputa, en el curso de las apelaciones, es revertido dos o tres veces, aunque cada reversin hace que se registre un desatino jurdico. Por ello, lo que se condena en el caso Galileo, debe ser el derecho mismo, esto es, el reclamo y el principio antes mencionado. Sin embargo, es evidente que no son en forma alguna peculiares del caso Galileo; son tan antiguas como la Iglesia; han sido aplicadas en nuestros propios das, por ejemplo, en el Syllabus de Po IX (1864), en el Concilio Vaticano I (1870) y recientemente en la Encclica "Pascendi" de Po X (1907); y sern aplicadas en el futuro. Para atacar el reclamo de la Iglesia como guardin de la Escritura, no existe necesidad aparente de repasar una y otra vez el incidente Galileo. Tampoco el procedimiento legal contra Galileo es en forma alguna peculiar a su caso. Los historiadores juzgan por las leyes establecidas en el siglo diecisiete y lo encuentran extraamente leve. Qu es entonces lo que evita que descanse la controversia Galileo? Es difcil ver otro motivo en la agitacin sino la poca disposicin para aceptar el reclamo de la Iglesia para interpretar las Escrituras.

(c) La amplia literatura de Galileo muestra una notable diferencia entre los puntos de vista opuestos. Entre los catlicos se da poca importancia al caso, simplemente porque los catlicos saban, antes y despus, que las Congregaciones Romanas pueden errar, y slo se preguntan qu otros errores no han sido registrados en la historia. Entre los dems, la simpata mostrada hacia Galileo no es fcilmente comprensible desde el punto de vista cientfico. Todo el proceso fue un asunto totalmente interno de la Iglesia: Galileo compareci frente a sus superiores legales; por un tiempo desobedeci, pero al final se someti a su condenacin. El carcter que demostr en el asunto no parece causar la admiracin que se le tiene. Qu es entonces, lo que hace que los dems sientan tanta simpata por Galileo, sino su desobediencia hacia el mandato de 1616? Esto es lo que parece ocurrir, a juzgar por las alabanzas hacia sus dilogos "inmortales".

IV. La Ciencia de la FeAn cuando la fe no es ciencia, existe una ciencia de la fe. El conocimiento adquirido por la fe, por un lado, descansa en la ciencia, y por otro lado se presta a mtodos cientficos.

(1) La fe es en muchas formas un caso paralelo a la historia. Aunque el conocimiento histrico no es directamente cientfico, existe una ciencia de la historia. Las indagaciones cientficas preceden al conocimiento histrico, y los resultados de la investigacin histrica son tratados con mtodos cientficos. Todo lo que conocemos acerca de la historia lo conocemos por la autoridad del testimonio. Pertenece a la ciencia de la historia investigar la existencia y confiabilidad de las fuentes y la transmisin sin falsificacin de su testimonio hacia nosotros. Tampoco eso lo es todo. La ciencia de la historia acomodar la cadena de hechos descubiertos, no slo cronolgicamente, sino con una perspectiva de causalidad. Explicar el por qu y el cmo en el surgimiento y cada de hombres, ciudades, naciones.

(2) La ciencia de la fe es la teologa.- El testimonio humano es sustituido aqu por la autoridad Divina. Las premisas de fe han sido elaboradas en un sistema cientfico llamado apologtica. Las verdades Divinamente reveladas han sido estudiadas en lneas histricas, filosficas, y lingsticas; han sido analizadas, definidas y clasificadas; han sido trazadas las lneas fronterizas entre la fe y la ciencia y se han establecido los puntos de contacto; se han aplicado objeciones metdicas y soluciones; y le han refutado lgicamente los ataques del exterior. Los resultados de todos estos estudios se han incorporado en un nmero de ramas cientficas, tales como las ciencias Bblicas, con sus subdivisiones de crtica histrica, hermenutica terica y exgesis prctica; luego la dogmtica y la teologa moral, con sus consecuencias en ley cannica y subramas, --patologa, historia de dogmas, arqueologa, arte-historia. Los hombres que representaron estas ciencias son los Padres Griegos y Latinos y los Doctores de la Iglesia, entre ellos los fundadores de la teologa Escolstica, sin dejar de mencionar a las ms recientes celebridades entre los clrigos asiduos y seculares. Puede encontrarse amplia literatura en la edicin de Migne de los Padres y en "Nomenclator" de Hurter. Aqu se encuentra abierto a la investigacin eminentemente cientfica el ms amplio campo. Si la ciencia es el conocimiento de las cosas a partir de sus causas, la teologa es el ms elevado grado de la ciencia, ya que rastrea su conocimiento a la causa ltima de todas las cosas. Ciencia de este tipo es lo que Santo Toms define como sabidura.

(3) Que no se diga que no existe progreso en la ciencia de la fe. La teologa dogmtica puede parecer como la ms rgida de las ramas, y an ah encontramos, con el tiempo, un entendimiento ms profundo, definiciones ms precisas, pruebas ms slidas, mejores clasificaciones, conocimiento ms profundo de los dogmas en su mutua relacin e historia. La ley cannica no slo se ha mantenido a flote, sino que ha ido ms all que la ley civil, sobre todo en sus fundamentos cientficos. El progreso en las disciplinas Bblicas, histricas y pastorales es tan obvio que slo se requiere mencionarlo. La respuesta a la cuestin de que no debiese existir progreso en la religin de la Iglesia de Cristo, se remonta hasta el siglo quinto y fue dada por San Vicente de Lerins en las siguientes palabras: "Ciertamente debe permitirse el progreso, y tanto como el que pueda darse... pero de tal modo que pueda haber un progreso real en la fe, no una alteracin de la misma." En cuanto a alteraciones da la siguiente explicacin: "Es peculiaridad del progreso que una cosa se desarrolle en s misma; y peculiaridad del cambio, que una cosa se altere de lo que es a otra cosa" (Commonitorium, 1, 23; vea P.L., L.) El Concilio Vaticano estableci la misma diferencia entre evolucin y cambio: "Si alguien dice que es posible que, con el progreso de la ciencia, pueden las doctrinas propuestas por la Iglesia tener algn sentido, diferente de aquel que la Iglesia ha entendido y entiende, ser un anatema" (Ses., III, can. iv, de fide et ratione, 1, can. 3.) La ciencia que es cambiada no es desarrollada, sino abandonada, asimismo ocurre con la fe. El verdadero desarrollo es presentado en la parbola de la semilla de mostaza que crece en rbol, sin destruir la conexin orgnica entre la raz y las ramas ms pequeas.

(4) El carcter cientfico de la teologa ha sido llamado en cuestin sobre las siguientes bases:

(a) Se dice que los misterios son ajenos a la ciencia humana, por dos razones: se basan exclusivamente en la revelacin Divina, una fuente ajena a la ciencia; y segundo, no pueden sujetarse a mtodos cientficos. La objecin tiene algo a su favor. Los misterios, llamados adecuadamente en tal forma, son verdades esencialmente ms all de los poderes naturales de cualquier intelecto creado, y jams pueden conocerse excepto por revelacin sobrenatural. Sin embargo la objecin es slo aparente. En lo que toca a la fuente de conocimiento, la ciencia debe buscar con ahnco la verdad y asimismo darle la bienvenida, sin importar de dnde provenga. Debe estimar la fuente del conocimiento como ms elevada a medida que aporte mayor certeza. La ciencia tiene a aceptar la Creacin Divina como su fuente; por qu debe ser excluida la Revelacin Divina de su dominio? Las ciencias naturales pueden confinarse a s mismas a la primera, pero la segunda en ninguna forma es ajena a las ciencias histricas y filosficas, menos an a la teologa. La afirmacin de que los misterios estn ms all de la investigacin cientfica es demasiado general. Primero, su existencia puede ser comprobada cientficamente; segundo, pueden ser analizados y comparados con otros conceptos cientficos; por ltimo, aportan consecuencias cientficas que no pueden accederse de otra manera. Si la objecin tuviera alguna fuerza real, se aplicara en forma similar a los misterios que son llamados errneamente de tal forma, por ejemplo, a verdades naturales que nunca conoceremos en esta vida. Toda ciencia est llena de ellos, y son la razn misma por la cual los cientficos ms conocedores se consideran los ms ignorantes. Las fuentes de su conocimiento parecen estar siempre cerradas, y los mtodos cientficos no pueden abrirlas. Si esto puede ser una objecin al carcter cientfico de una rama, entonces debern ser canceladas de la lista de ciencias la historia, la ley, la medicina, la fsica y la qumica.

(b) Se dice que la investigacin cientfica es imposible, cuando no puede cuestionarse una propuesta, siendo limitada por el consenso de los Padres y los Doctores y la vigilante autoridad de la Iglesia. Una sencilla distincin entre la duda interior y la duda metdica eliminar esta dificultad. La duda metdica se aplica en forma tan amplia en la teologa que puede decirse que es esencial para los mtodos Escolsticos. Y basta para la investigacin imparcial. Esto ha sido comprobado por el notorio hecho de que todas las pruebas cientficas que tenemos ahora para el sistema de Coprnico, sin excepcin, han sido proporcionadas por hombres que nunca podran haber tenido una duda interior sobre su verdad. El divino catlico ve en la doctrina tradicional de la Iglesia una luz que lleva con gran seguridad a travs de las preguntas fundamentales de su ciencia, donde la razn humana por s sola puede perderse en un laberinto de inventos, conjeturas, hiptesis. Otras dificultades tocantes a la ciencia en general sern mencionadas en la siguiente seccin.

V. ConflictosLos conflictos entre la ciencia y la Iglesia no son reales. Todos se basan en afirmaciones como stas: La fe es un obstculo para la investigacin; la fe es contraria a la dignidad de la ciencia; la fe es desacreditada por la historia. Basndonos en las respuestas a los principios explicados anteriormente, podemos dispersar los fantasmas en la siguiente forma.

(1) Se dice que un creyente nunca puede ser cientfico; su mente est limitada por la autoridad, y en caso de conflicto debe contradecir a la ciencia.

(a) La afirmacin es congruente con la suposicin de que la fe es un invento humano. Sin embargo, el creyente basa la fe en la Revelacin Divina, y la ciencia en la Creacin. Ambos tienen su fuente comn en Dios, la Verdad Eterna. Los puntos principales de contacto entre ambas se enumeran anteriormente en la seccin A (I), y slo ah puede haber la cuestin de conflictos. Se demuestra en el mismo lugar (II) que cada uno de los supuestos conflictos, sin excepcin, se basa en axiomas arbitrarios. En lo que concierne a los hechos cientficos, el creyente est seguro de que, hasta ahora, ninguno de ellos contradice una definicin infalible. En caso de una aparente diferencia entre la fe y la ciencia, toma la siguiente posicin lgica: Cuando una perspectiva religiosa se contradice por un hecho cientfico bien establecido, entonces deben examinarse nuevamente las fuentes de revelacin, y se encontrar que dejan abierta la cuestin. Cuando un dogma claramente definido contradice una aceptacin cientfica, esto ltimo debe ser revisado, y se encontrar que es prematuro. Cuando ambas afirmaciones que se contradicen, la religiosa y la cientfica, son slo teoras prevalecientes, se estimular la investigacin en ambas direcciones, hasta que una de las teoras pruebe ser infundada. El conflicto sobre el sistema heliocntrico perteneca, hablando tericamente, al primer caso, y el Darwinismo, en su forma burda, al segundo; sin embargo, en la prctica, las cuestiones en disputa generalmente acaban siendo el tercer caso, y as fue en realidad en el caso del sistema heliocntrico en el tiempo de Coprnico, Kepler y Galileo.

(b) Es cierto que el creyente es menos libre en su conocimiento que el no creyente, pero slo porque sabe ms. El no creyente tiene una fuente de conocimiento, el creyente tiene dos. En lugar de cerrar su mente contra la vertiente sobrenatural del conocimiento por medio de postulados arbitrarios, el hombre debera agradecer a su Creador por cada gramo de conocimiento, y, ansiando la verdad, beber de ambas vertientes que bajan del cielo. Por ello es que un hijo cristiano bien instruido sabe ms acerca de las verdades importantes que Kant, Herbert Spencer o Huxley. Los cientficos creyentes no desean ser libre pensadores al igual que las personas respetables no desean ser vagabundos.

(2) Se dice que la ciega aceptacin de los dogmas y la sumisin a la autoridad no cientfica es contraria a la dignidad de la ciencia; por ello el conflicto entre la Iglesia y la ciencia. La respuesta es como sigue:

(a) La dignidad de la ciencia consiste en buscar y encontrar la verdad. Lo que lastima a la dignidad de la ciencia es el error, las teoras ficticias, los postulados arbitrarios. Ninguna de estos calificativos se encuentra en la fe. Se garantiza la verdad infalible, y el asentimiento se basa en premisas que no son aceptadas ciegamente sino probadas por la razn, si se desea, con los mtodos ms cientficos. Las premisas indignas de ser llamadas ciencia son como las siguientes: "El error slo puede ser eliminado por la ciencia y la verdad cientfica" (Lipps, 1908); o "La ciencia es la nica autoridad" (Masaryk.) Asimismo, es indigno de la ciencia la incongruencia de no ceder ante premisas una vez que se han establecido razonablemente. Ningn cientfico duda en aceptar resultados proporcionados por ramas diferentes a la suya o an de cientficos dentro de su propia lnea especializada. No obstante, muchos empequeecen por no aceptar la fe, aunque la existencia de la revelacin est tan razonablemente establecida como cualquier hecho histrico.

(b) Cuando se trata de la autoridad fuera de la ciencia, el cientfico creyente sabe que la autoridad frente a la cual asiente a la fe es Divina. El motivo de su fe no es la Iglesia, es Dios. En Dios ve la ms elevada verdad lgica (Sabidura infinita), la verdad ontolgica ms elevada (el Ser infinito), la ms elevada verdad moral (Veracidad infinita.) Postrndose ante tal autoridad, infinitamente ms all de la ciencia humana, es tan armonioso y basado en la slida razn, que la ciencia debera ser la primera en decir: "Ecce ancilla Domini". La dignidad de la ciencia est sin duda bajo la sombra de la dignidad de la fe, pero en ninguna forma degradada.

(c) Probablemente se encuentra mayor dificultad en asentir a la obediencia religiosa que en asentir a la fe. No se trata aqu de una autoridad infalible a la cual se pide a la ciencia que respete, sino de uno que puede errar, al igual que cualquier tribunal humano, an el ms alto. La frase "dignidad de la ciencia" significa prcticamente la dignidad del hombre en su calidad de cientfico. Ahora bien, ponemos ante l una alternativa: Si es miembro de la Iglesia Catlica, la sumisin a una autoridad legal, la cual sabe que ha sido establecida por Cristo, no slo no es para l indigno sino honroso en todos sentidos, pues considera que la obediencia es una bendicin ms elevada que la ciencia. Su caso es paralelo a aquel de ciudadano respetuoso de la ley en cuanto a la suprema corte de justicia. El ciudadano puede apelar desde los tribunales menores hasta los ms altos, pero no se rebelar contra stos ltimos. Si est convencido de que ha sido objeto de injusticia, preferir el bien comn del orden pacfico a los intereses particulares, y se sentir de lo ms dignificado como ciudadano por ello. Pero si el cientfico se ubica fuera de la Iglesia Catlica, probablemente se sentir de lo ms despreocupado en cuanto a su autoridad en cuanto a s mismo. Podra muy bien dejar que la Iglesia se ocupe de sus propios asuntos internos.

En general, todos los cientficos podran considerar la observacin hecha por los obispos de la Provincia de Westminster en su carta pastoral conjunta de 1901 (ver ms adelante): "Se ha vuelto de moda que personas que tienen poco o ningn conocimiento de sus cuidadosos y elaborados mtodos, desacrediten pblicamente a las Congregaciones Romanas en cuanto a su sistema de filtrar y probar evidencia, y de los trabajos del Sumo Pontificio al convocar expertos, an desde puntos distantes de la Iglesia, para que tomen parte en sus procedimientos". En cuanto a la Congregacin del ndice en particular, su propsito es proteger a la comunidad del veneno intelectual y moral. La prohibicin de publicaciones errneas y peligrosas se impone por ley natural entre las autoridades de la familia, de las comunidades civiles y religiosas; y la ciencia debera ser el primero en el rango de colaboradores. Slo entonces saldra a relucir su verdadera dignidad. El cientfico catlico ve adems una ley positiva en el ejercicio de su poder, pues se deriva del oficio Divino de ensear a todas las naciones. Y ve el correcto uso de este derecho desde el principio mismo de la Iglesia, aunque la Congregacin del ndice no fue fundada sino hasta 1570, y el primer ndice Romano apareci slo en 1559. Antes de que se inventara el arte de la impresin, bastaba quemar unas cuantas copias de manuscritos para evitar que se esparciera una doctrina. As fue hecho en Efesia en presencia de San Pablo (Hechos, xix, 19.) Se sabe que los otros Apstoles, los Padres de la Iglesia, y el Concilio de Nicea (325) ejercieron la misma autoridad. La enumeracin de las varias censuras, prohibiciones e ndices emitidos por ciudades, universidades, obispos, concilios provinciales y papas, a travs de los siglos cristianos, puede verse en "Der Index der Verbotenen Bcher" de Hilgers (Freiburg, 1904), 3-15.

La necesidad de restringir el permiso en toda forma de publicaciones puede ilustrarse con los siguientes hechos. En cuanto a los libros herticos uno puede suponer que hombres tales como San Francisco de Sales y Balmes estn a prueba de todo peligro. Sin embargo, ellos agradecieron a Dios por haberlos protegido de leer libros infieles y de perder la fe. El segundo confes que no poda leer un libro infiel sin sentir la necesidad de volver a sintonizar adecuadamente su mente recurriendo a las Escrituras, la "Imitacin de Cristo" y a Louis de Granada. En cuanto a las producciones inmorales literarias, el flujo se ha vuelto tan enorme y los resultados criminales tan alarmantes, que se han formado ligas pblicas de moralidad, compuestas de hombres y mujeres, incluyendo todos los elementos conservadores y todas las denominaciones religiosas. Los peligros polticos y sociales no son menos temidas que la infeccin moral. Por esta razn es difcil que exista algn pas en el mundo donde no se ejerza algn grado de censura. Las medidas tomadas en Inglaterra, en los Pases Bajos, Escandinavia, Francia, Suiza y Alemania pueden encontrarse en el libro de Hilgers, op. cit., 206-389. Decir que todas estas medidas de auto defensa de parte de los padres de familia, el estado y la Iglesia estn en contra de la dignidad de la ciencia sera una afirmacin muy audaz.

(3) Aquellos que sostienen que la fe ha sido desacreditada por ha historia son los mismos que desacreditan la historia con falsedades. Debe bastar en este espacio aludir a algunos puntos principales.

(a) Si un creyente no puede ser cientfico, como se afirma, entonces todos los cientficos deben haber sido no creyentes. Se hace la afirmacin a pesar de su audacia, con el fin de salvar la apariencia de congruencia. Sin embargo, el hecho es que, hasta la Revolucin Francesa, cuando Voltaire y Rosseau dedujeron las ltimas consecuencias del atesmo, los grandes cientficos hablan con gran reverencia acerca de Dios y de Su maravillosa Creacin. Ser necesario mencionar a Coprnico, Kepler, Galileo, Tycho, Brahe, Newton, Huyghens, Boyle, Haller, Mariotte, los Bernoullis, Euler, Linn y muchos otros? Ya que con frecuencia son los defensores de los gloriosos principios de 1789 los que nunca se cansan de traer a cuento la tragedia de Galileo, les suplicamos recuerden al gran qumico Lavoisier, quien muri en la guillotina fiel a su Iglesia, mientras que los libre pensadores gritaban al viento: "Nous navous plus bedoin de chimistes" [ver "Etudes", cxxiii (Pars, 1910), 834 y siguientes.] Despus de la Revolucin Francesa encontramos en el volumen de Kneller (ver ms adelante) los nombres de un glorioso grupo de cientficos creyentes, tomados slo de la rama de las ciencias naturales. Segn Donat ("Die Freiheit der Wissenschaft", Innsbruck, 1910, Pg. 251) entre los 8847 cientficos enumerados en "Biographisch-Literarisches Handwrterbuch" de Poggendorff (Leipzig, 1863) existen no menos de 862 clrigos catlicos, o casi el diez por ciento del nmero.

(b) La falta de verdaderos argumentos para las tesis "de que la fe ha sido desacreditada por la historia es suplida por falsedades. Entre las fbulas inventadas para este propsito pueden mencionarse la condenacin de la doctrina sobre el Antpodes. Su representante (probable), Virgilius, fue acusado en Roma (747) pero no fue condenado (Hefele, "Konziliengeschichte, III, 557.) Lleg a ser Obispo de Salzburgo y posteriormente fue canonizado por Gregorio IX. Otra historia es la supuesta prohibicin de la anatoma del cuerpo humano por Bonifacio VIII. Coln se report como excomulgado por el "Concilio" de Salamanca. La reciente reaparicin del cometa Halley ha revivido la historia de una Bula papal emitido contra el cometa por Calixto III (1456.) La fbula fue iniciada por Laplace, quien invent el "conjuro", aunque intent suavizar su falta de veracidad omitiendo la frase en la cuarta edicin de su "Essai philosophique" (vea LAPLACE.) El ateo Arago cambi el conjuro por excomunin. El Vicealmirante Smyth agreg el exorcismo, Robert Grant el anatema, Flammarion el "malfico", y finalmente John Draper la maldicin. Aqu el vocabulario lleg a su fin. Se recurri a la poesa, burda y fina, el sarcasmo y an a errores astronmicos, para ilustrar el conflicto entre la ciencia y la Iglesia. Babinet describe a los Frailes Menores, durante la Batalla de Belgrado, con crucifijo en mano, exorcizando a un cometa que no estaba ah; el cometa Halley haba desaparecido haca ms de una semana. Chambers (1861) honr a Callistus III con el ttulo del "papa tonto" por conmemorar cada ao la victoria de Belgrado. Daru habla de que permite que el papa se coloque frente al altar, con lgrimas en los ojos y su frente cubierta de ceniza, y le reta a que mire hacia arriba para que vea cmo el cometa contina su curso impasible ante los conjuros. John Draper habla de que el papa espanta al cometa con campanas ruidosas a la usanza de los salvajes. El Dr. Dickson White compuso una letana papal: "Lbranos buen Dios, de todo desde el Turco hasta el cometa". En "Astronoma Popular" (1908) se dice que el cometa permanece una semana adicional de visibilidad celeste y en la "Rivista di Astronoma" (1909) hasta un mes ms; en "The Scientific American" (1909) aparece tres aos antes. Tales ficciones y falsedades son necesarias para demostrar los conflictos entre la Ciencia y la Iglesia (vea citas y rectificaciones en Stein, "Calixte III et la comte de Halley", Roma, 1909; PLATINA, BARTOLOMEO.).

(c) Como espcimen de la literatura anticatlica en esta materia podemos tomar de la "Historia de los Conflictos entre la Religin y la Ciencia" de John W. Draper (vea ms adelante), la cual merece mencin especial, no por la dificultad que presenta, sino por su amplia circulacin en varios idiomas. El autor se coloca a s mismo exclusivamente sobre bases filosficas e histricas. Ninguna de ellas es el campo de sus estudios especiales, y los muchos disparates en su trabajo podran perdonarse si no fuera por la audacia de su estilo y lo superficial de su contenido. Como el libro est en el ndice, puede presentarse un ejemplar resumido para aquellos a los que no se permite su lectura. En cuanto al sujeto del prrafo anterior, Draper escribe: "Cuando el cometa Halley arrib en 1456, fue tan tremenda su aparicin que fue necesario que el papa mismo interfiriera. Lo exorciz e hizo que desapareciera de los cielos. Lo encogi hacia los abismos del espacio, aterrorizado por las maldiciones de Callixtus III, y no se atrevi a regresar por setenta y cinco aos!...Por orden del papa, todas las campanas de las iglesias en Europa taeron para espantarlo, se orden a los fieles que agregaran cada da una oracin; y como sus oraciones con tanta frecuencia fueron marcadamente contestadas con eclipses, sequas y lluvias, asimismo se declar en esta ocasin que la victoria sobre el cometa se deba al Papa". Excepto la mitad de la primera oracin, de que "el cometa arrib en 1456", todas sus afirmaciones, sin excepcin, son falsedades histricas. Sin embargo, el lenguaje soez hace a uno pensar que el autor no esperaba ser tomado en serio. El mismo tratamiento es dado a otros puntos histricos, como Giordano Bruno, de Dominis, la Biblioteca de Alejandra. El cmo la Inquisicin Espaola fue incluida en el libro se entiende fcilmente a partir de su propsito; pero el cmo se incluye bajo el ttulo, "Conflictos entre la Religin y la Ciencia", contina siendo un problema lgico. El dominio de la Iglesia en la Edad Media y su influencia en el progreso de la ciencia es un asunto que requera una forma de pensar distinta a la de un qumico o un fsico. Fue asumido por uno de los Bolllandist, Ch. De Smedt, en respuesta de Draper. Corregir a Draper en esto y en todos los dems puntos histricos fue para l una tarea sencilla pero a la vez repulsiva (de Smedt, ver ms adelante.) Los razonamientos filosficos de Draper en cuanto a la libertad cientfica de los cientficos creyentes, sobre el derecho de la Iglesia en proclamar dogmas y exigir su aceptacin, sobre la posibilidad de los milagros, traicionan a la ignorancia total o la confusin de principios explicada en los prrafos anteriores.

(4) Una conclusin que ajusta al captulo de "Conflictos entre la Ciencia y la Religin" puede encontrarse en la declaracin del Concilio Vaticano (Ses. III, de fide, c. 4): "La fe y la razn son de mutua ayuda: por medio de la bien aplicada razn, se establecen los fundamentos de la fe, y a la luz de la fe, se construye la Divinidad de la ciencia. La fe, por otro lado libera y evita que la razn caiga en el error, la enriquece con conocimiento. Por tanto, la Iglesia, lejos de obstaculizar la bsqueda de las artes y ciencias, las alienta y promueve en muchas formas... Tampoco evita que las ciencias, cada una en su esfera, hagan uso de sus propios principios y mtodos. No obstante, aunque reconoce la libertad que se les debe, trata de evitar que caigan en errores contrarios a la doctrina Divina, y de que no propasen sus propios lmites y confundan asuntos que pertenecen al dominio de la fe. La doctrina de la fe que Dios ha revelado no se antepone a la mente humana para una mayor elaboracin, como si fuera un sistema filosfico; es depsito Divino, confiado a la Esposa de Cristo, para ser fielmente guardado e infaliblemente declarado. Por ello, el significado una vez dado por la madre Iglesia a un dogma sagrado debe mantenerse por siempre y no separarse so pretexto de un entendimiento ms profundo. Que el conocimiento, la ciencia y la sabidura crezcan juntas con el curso de eras y siglos, tanto en los individuos como en la comunidad, en cada hombre como en toda la Iglesia, pero en la forma adecuada, esto es, en el mismo dogma, con el mismo significado, en el mismo entendimiento".

Lo que fue promulgado en el Decreto del Concilio Vaticano I fue representado por una mano maestra en una pared del Vaticano, hace tres siglos. En su fresco (equivocadamente) llamado "Disputa", Rafael asign a las artes y ciencias su propio lugar en el Reino de Dios. Estn reunidas entorno al altar, aceptan el Evangelio de manos de los ngeles, levantan sus ojos hacia el Redentor, y de l al Padre y al Espritu, rodeado por la Iglesia Triunfante, su propio fin ltimo.

FUENTES: --SANTO TOMS DE AQUINO, De veritate fidei catholic contra gentiles; HURTER, Uber die Rechte der Vernunft und des Glaubens (Innsbruck, 1863); KLEUTGRN, Theologie der Vorzeit (Mnster, 1867-74); HETTINGER, Apologa, t. V, Lecturas 21-22 (trad. ingls); Concilium Vaticanum, Const. Dei Filius, cap. 4, con explicaciones en Collectio Lacensis, VII, 535-7; HILGERS, Der Index der verbotenen Bcher (Freiburg, 1904); DONAT, Die Freiheit der Wissenschaft (Innsbruck, 1910.)

Literatura de Referencia: -- DRAPER, Hist. De los Conflictos entre la Religin y la Ciencia (Nueva York, 1873), un trabajo puesto en el ndice el 4 de septiembre de 1876; las siguientes tres publicaciones aparecieron contra el tiraje de Draper: DE SMEDT, L'eglise et la science in Rev. des quest. scient., I (Brussels, 1877); ORTI Y LARA, La ciencia y la divina revelacin (Madrid, 1881); MIR, Harmonia entre la ciencia y la Fe (Madrid, 1885); estos dos ensayos espaoles fueron coronados con el segundo premio (junto con otros dos de RUBIO Y ORS y ABDN DE PAZ) por la Real Academia de Moral y Ciencias Polticas de Madrid. El mismo asunto es tambin tratado en Civilt cattolica, ser. X, vols. I, II, III (1876) y vol. XI (1878), y por MENNDEZ Y PELAYO, Hist. de los heterodoxos espaoles (Madrid, 1880, 1888-91); ZCKLER, Gesch. der Beziehungen zwischen Theologie und Naturwissenschaften, II (Frankfurt, 1877-8), 595; BRAUN, Uber Kosmogonie vom Standpunkte christlicher Wissenschaft (Mnster, 1887, 1895, 1905); ZAHM, Ciencia Catlica y Cientficos Catlicos (Filadelfia, 1893); BROWNSON, Fe y Ciencia (Detroit, 1895); HERTLING, Das Princip des Katholicismus und die Wissenschaft (Freiburg, 1899); PESCH, Das kirchliche Lehramt und die Freiheit der theologischen Wissenschaft in Stimmen, publicacin no. LXXVI (Freiburg, 1900); carta pastoral conjunta por el arzobispo cardenal y los obispos de la Provincia de Westminster en The Tablet, LXV (Londres, 1901), 8, 50; CATHREIN, Glauben und Wissen (Freiburg, 1903); KNELLER, Das Christentum und die Vertreter der neueren Naturwissenschaft (Freiburg, 1904), tr. KETTLE, Cristianidad y Ciencia Moderna (San Luis, 1911); GERARD, El Antiguo Acertijo y la Ms Reciente Respuesta (Londres, 1907); FONK, Die naturwissenschaftlichen Schwierigkeiten in der Bibel in Zeit. fr kath. Theol., XXXI (1907), 401-32; con un complemento del escritor, 750-5; PETERS, Klerikale Weltauffassung und Freie Forschung, Ein offenes Wort an Prof. Dr. K. Menger (Viena, 1908); LEAHY, Ensayos Astronmicos (Boston, 1910); VIDAL, Religion et mdecine (Paris, 1910), -- en relacin con este libro pueden consultarse las conferencias de DESPLATS y FRANCOTTE, ofrecidas en la Seccin de medicina de la sociedad cientfica de Bruselas (1908 y 1907 respectivamente); SCHIAPARELLI, Astronoma del Antiguo Testamento (Oxford, 1905); MAUNDER, La Astronoma de la Biblia (Nueva York, 1908); COHAUSZ, Das moderne Denken (Cologne, 1911.)

J.G. HAGEN Transcrito por Douglas J. PotterTraducido por Luca LessanDedicado al Sagrado Corazn de Jess