Ciencia_en_los_márgenes_selección_Serrano.pdf

29
C IENCIA EN LOS MARGEN ES ENSAYOS DE HISTOR IA DE LAS CIE NC IAS EN MEXI CO INSTITU TO DE I NVE 5 T I liA CION£ It FILDSD FIC AS

description

Ciencia en los margenes: una reconsideración de Ia asimetríacentro-periferiaCarlos López Beltrán

Transcript of Ciencia_en_los_márgenes_selección_Serrano.pdf

  • CIENCIA EN LOS MARGENES

    E NSAYOS DE HISTORIA DE LAS CIENC IAS EN MEXICO

    INSTITU TO DE I NVE 5 T I liA CION It

    FILDSD FICAS

  • J

    .;

    CIENCIA EN LOS MARGENES

    ENSAYOS DE HISTORIA DE LAS CIENCIAS EN MEXICO

    Mech thild Ru tsc h Carlos Se rra no

    (Editores)

    INSTITUT O DE INVESTIG.a. C IONES

    I'IL.CS OFICAS

    u ' . U NIVERSIDAD N ACIONAL AuT6:-~o:vtA DE Mtx1co I~STITUTO DE I NVESTICACIOI':ES ANTROPOLOGIC.AS

    M EXICO, 1997

  • cr.;,.sxr. n , ~ -:r .. - .. _ MIP Q55__ ..

    FE 3 -PROCED ~C21JJ.&..c._'-~' FAC'I'. No. ---

    IN!ITITUTD DE INVE 9TIBACIONES

    Fll OSOFICAS

    -- .J

    lnstituto de Investigaciones Filosaficas BI BL IOTECA

    "DR. EDUARDO f!IARCIA MAYNIX' CIUDAD UNIVEP'tSlT ARIA

    MEXICO 10 D. f.

    Primera edicio n : 1997

    DR 1997, Uni\'ersidad Nacional Attt6noma de Mexico Ciudad Uni\'ersitaria. 04510 Ylexico. D. F.

    !SBr\ 968-36-6325 7

    Dcrcchos rese:: rvados confonne a Ia ley Impreso )' hecho en Mexico

    Printnl in M,:.:it o

  • CONTENIDO

    Presentacion

    INSTITLJTo O INVESl'IGA CION !<

    FILDIJDFICAs

    M echthild Rutsch y Carlos Serrano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

    Pr6logo Mechthild Rutsch. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11

    Ciencia en los margenes: una reconsideraci6n de Ia asimetrfa cen tro-perifcria Carlos L6jJez Beltran . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19

    Los tres siglos de oro de la lingufstica mexicana lgnncio Guzman Betancourt . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

    Un an trop6 logo purepecha. Entre el cstudio del y por el pueblo mexicano y Ia mexicanfstica estadounidense Carlos Garcia Mora . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51

    De enfermedades y monstruos: una reflexi6n en Ia medicina del siglo XIX F?ida Gmbach y Laura Chazaro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79

    La arqueologfa oficial mexicana y su relaci6n con algunas posiciones polfticas Jaime Litvak King .. . . . .... ........ .. ......... . ... : . . . . . . 95

  • ENSr\YOS DE H ISTORI.-\ DE L.'IS CIEI'C:IAS

    La arqueolog ia mexicana en las reYistas cie ntflicas del porllriato Hosa Brambila Paz y Rebeca de Cortari . .......... .. ........ .

    "/ .. ./ escribirle cuand o siento mi corazn cerca de estalla r". La concepcion de ciencia, etica y educacion en Ia corresponden cia de Ezequicl A. Chaxez y Franz Boas

    103

    MPrhlhilrl Rutsrh . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127

    Intluencia de Ia antropologfa estadounidense en Mexico: cl caso de Ia ecologfa cultural Alba ConzaiR::..fri.rome. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167

    La introduccio n del mafz hfhrido en la agricultura mexicana: una histo ria de eq ufvocos cientfficos, intcreses comercialc~ y confl ictos socia les Adolfo Olea F'mnco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 189

  • PRESENTACION

    Los ensayos aquf reunidos formaron parte de laJ ornacla de Hist01ias de las Ciencias en Mexico. El eve n to se realizo a mediados de octubre de 1995, convocaclo por cl programa de Doc torado e n Antropologfa de Ia Facu ltad de Filosoffa y Le tras y cllnstituto de Investigacion es Antropologicas de Ia t \!AM. Esta J ornada naci6 del in teres pur abri r otro c.s pacio a Ia discusi6n de trabajos y el e ncuenlro entre colegas de diferentes disciplina.s interesados en Ia historia de las c iencias e n Mexico e n general y de Ia histo ria de Ia an tmpologia en particular.

    E l desarrollo de Ia J o rnada cumplio cabalmente las expcctativas de an silo y d e;jamos , asimismo, cons tancia cle nuestro rcconoci-mic nto a la .Jcfatura de Ia Divisi()n d e Estuclios de Posgrado de Ia Facultad de Filosoffa y Lctras, pur su apoyo para Ia reali zacion de la .Jo rn ada, y al Jns tituto de Inves tigacio nes Antropologicas, que accp to enca rgarse de Ia cd ic i6 n de l presente volumen .

    Mechthild Rutsch y Carlos Serrano

    I NSTITUTO DE t NVE 5 T I CAC I ONE

    FILOSOFIC .It S

  • PRO LOGO

    I N5T IT WTO 0 [ I NV EST IGACI C N [a

    f i LOS DFICA

    El analisis del moderno territorio "ciencia'' ha sido obj e to de exploraci6n y de disputa entre epistem6logos e historiadores de Ia ciencia. Si los his toriadores muchas veces se han conten tado con se r "apologetas de Ia ciencia mas que sus analistas y crfticos" (Mendelsohn 1977: 5), es cierto tam bien que much os epistem6logos optaron por conquistar ese tcrri torio mediante un analisis l6gico de teorfas ya constituidas, en Ia busqueda por encontrar modelos universales de desarrollo o explicacion (Hempel 1965, Popper 1959). A su vez, Ia crftica a estas posiciones ha hecho hincapic en que los program as y tradiciones cien tificos no solo esttin conformados por nucleos metaffsicos, sino tam bien por factores culturales e hist6ricamcnte variables que, en palabras del historiador italiano Rossi, de terminan inui-genes de la ciencia" que ejercen un peso decisivo en Ia clasificaci6n jerarquica de las fuen tes del conocimiento; en Ia asuncion de mode los de cientificidad; en Ia delimitaci6n y constituci6n de los campos de investigacion; en Ia elecci6n de los problemas o en Ia decision de considerar como "problemas" algunas de las infinitas preguntas abiertas; en Ia preferencia por de termi-nadas reg! as o po r de terminaclos "m odos de hace r ciencia" (Rossi 1990: 51).

    Asf, e l pensamiento postkuhniano en Ia historia de la ciencia ha reconocido cad a vez mas Ia necesidacl de un enfoque com plemcn tario y no excluyente de historias internas y externas (Hesse 1973, 1980). Hoy dfa, el proceso de producir y de escribir his to ria se conceptualiza en terminos de una empresa altamente compleja y no lineal, e l que implica mediacion y confrontacion con los contextos pasados y los del prescnte y futuro. Asf, escribir una his toriograffa critica rebasa con mucho Ia mera descripcion de circunstancias pasadas. Mas bien, se inscribe en problemas de cvaluaci6n y posible reformulaci6n del presente y futuro. Este dialogo constituye asf uno de los retos mas serios de Ia historiografia contem poninea de las

  • '

    12 E:"

  • PRO LOCO 13

    Ignorar esta cuestion lleva desclc lucgo a una traduccion fallida, en el sentido que convierte a! pasado (o Ia cultura ajena), por una parte, en mcro objeto, ya sea de adoracion cnasi-religiosa e in genua, ya sea de asimilaci6n y conquista acrftica c ideologica, ejercicndo las ventajas del rlorninio de un

    lengu~je mas fuerte. Si bien en Ia actualiclad el terreno de Ia hisr.oria de la ciencia es ancho

    y ~jeno en terminos (inter-) clisciplinarios, las relaciones de poder que de te rmin an irn plfcita o explfcitarnente las narrativas producidas cxistcn en todas elias.

    Por ello, de los nuevc ensayos que siguen, el primero tiene como su centro de reflcxion esta cuestion. Se ocupa deltema de los conocirnientos y de su historia a partir de la pregunta por sus condicio nes de posibilidad Centro-Periferia. Su au tor, Carlos Lopez Beltran , cues tiona lo unilateral de aqucllas historias dorninantes que reconocen a Ia pe riferia como reccp-tacu lo pasivo y subordinado del saber producido en los pafses centrales, mostrando una actitud, ya historica y estructural, de desconfianza ante los conocimien tos ll egados desde la periferia. Si bien Ia cpistemologla del podcr central debe ser criticada y cleben scr iijados sus lfmites, la actitud relativista radical -frecuenternente ligada a reivindicar Ia validez de los conocimientos produciclos en contextos locales- no avanzara con base en postulados de inconmensurabilidad, sino buscando una objetividacl intercultural, una epistemologla global, basacla en Ia traducibilidacl de los conocimie ntos.

    La his toria de Ia li ngulstica mexicana ilustra bien e l desarrollo cientifi-co e n los pafses perifericos. AI tiempo, el desconocimiento de su historia y su poca difusion delatan Ia es tructura de dominio de Ia lingufstica practi-cada en los palses de desarrollo central. Como muestra Ignacio Guzman Be tancourt, en Mexico se desarrollo una brillante tradicion basada en Ia e ruclicion y los trabajos gramaticales sobre todo de eclcsiasticos espanoles, ocupados de las lenguas vernaculas del tcrritorio de la Nueva Espana. Esta linguistica no solo, y desafiando los prt:: juicios de Ia epoca, logrr> el primer acercamiento sistematico a las lcnguas indlgenas, sino que a principios del siglo XIX, scgl"m afirmaban los estudiosos, todas las lenguas indfgenas se habian sometido a estudio.

    El conflicto vivencial y academico gue puede ocasionar una profesio-nalizacio n / socializacion en comunidades y entornos tan disfrnbolos como e l charapcnse, e l mexicano y estaclounidense, es ilustrado de mancra rna-

  • -14 1:::-.IS.WOS m: HIST O RIA DE L\S C:IENCIAS

    g istral por Carlos Garcia Mora en cl caso de l antropologo michoacano Pablo Gallardo Velasquez. Pe rsonaje multifacc tico en formacion y activi-dad profesio nal, lo tragi co de sus ide ntidadessuspendidas es expresado con mucha empatfa y ellecto r revive este drama que narra - como afirma e1 au tor- e l drama de todo antropologo ocupado en hacer suyas multiples y, las mas de las vcces, contradictOJ-ias y conflictivas identidades.

    La visio n positiva de Ia ciencia do mina al discurso cientffico constituido c\ esde Ia medicina de l siglo XIX y lleva a una desmitificacio n de lo mo nstruo-so. Scgl"m Frida Gorbach y Laura Chazaro, Ia teratologfa mexicana pa rtici-pa en e l a fan clasificatorio y de medici o n buscando asf defin ir las frontc ras entre lo normal y lo pa tologico en los p rocesos de salud-enfermedacL Es precisamen tc estc campo el que constituye un desaffo a la capacidad explicativa y legal de Ia fisiologfa yes alii donde se muestran los !!mites del cnfoque cientifico cuantita tivo, a cloptado de los pafses centrales.

    Pero si el p roblema de l sabe r y de su histo ria es - en te rminos glo-balcs- un pro blema de centro-pe rife ria, tambien , y en Ia edad de Ia in-form a tica, lo cs de l o los gobie rnos nacio nales. J aime Litvak sostic ne que, tanto en los pai.ses centra les como en Mexico, el conocimiento arqueol6-g ico ha sido en g ran medida dirigido, ajustadoy limitado porplanteamie n-tos ideol6gicos al ser.ricio de los respectivos gobie rnos. Ya sea que el surgimiento de la nacion italiana se ligue a Ia grandeza d e la Roma antigua, ya sea que el po rfiria to m exicano establezca cl esplendo r de la his to ria del Mexico antiguo como aval de su cxiste ncia y respe tabilidad . Tanto en cste como en aquel con texto e l sabe r arqueologico contribuye a una imagen de continuidad entre pasado y p resente, imagen que -vend ida mas ta rde como a rticul o de consumo tu rfstico- se convierte en valo r de cambio.

    Es justamen teen el periodo del porfiria to cuando se inicia e1 p roceso de profesio nalizaci6n antro pologico y arqueologico en el pa ls. Mediam e un analisis de las revistas cicntfficas de Ia epoca, Rosa Brambila y Rebeca de Gortari encuentran que este obedece a un impulso guhern amenta l en "un esfue rzo por dcfinir gcogrifica y culturalmente eJ terri to rio y su paisajc". En el u niverso de las revistas de antropo logfa , que nacen ligadas a los museos mas impo rtantes, p redominan los trabajos acerca de lo prehispanico inscri-lOS en una epistemo logfa positi,~sta que luch6 po r e l establecimiento de su cientificidad , asi como para contribuir a! nacio nalismo de la epoca.

    De fin ales del poriiria to y de Ia epoca de los p royectos cducativos de Justo Sie rra da ta Ia inicia liva pa ra estableccr una Escucla lntem acional

  • PRO LOGO l :i

    d e ArCJueologfa y Etnologia Americanas, en cuyo transcurso traban amistad dos person~jes destacados en Ia labor educativa de sus respectivos pafses: Franz Boas y Ezequie l A. Chavez. En su correspondencia sc expresa su respectiva visio n de Ia educaci6n y de Ia ciencia, analisis que presenta e l ensayo de Mechthild Rutsch. Sus voces crfticas y comprometid

  • 16 ENSr\YOS DE HJSTORI:\ DE L-\S CJ E~CJ.-\S

    su vi da academica ha llamado su a te nci6 n. No obstante que ninguno de los auw res sea historiador de formacio n , este volumen muestra la nccesidad de re fl cxio na r crfticamen te, y por sus mismos practicantes, las historias de las c:l.iscip linas representaclas. Las contribucio nes fueron escritas e n un csfuerzo po r ofrccc r lo que se ha llamado '' inte rpre tacio nes fucrtes" de las historias narraclas, antes que una clcscripci

  • PRO LOGO 17

    PINSI>."'', VALERIE A:-.~r-; 1992 Anthropology and the Nnu Archaeology: a critical Study of di.cipli.nary clwngt' in

    American orchaeolog;, Disertaci6n doctoral , Universil )' of Cambridge ( ms. proporr ionado por Ia autora).

    P O I'I'ER, K \RI.

    1959 The l.ogic of scientific discovery, Huch inson. Londres.

    ROSSI, PAOLO 1990 Las araiias y las hormigas. Una apologia de Ia hist01ia de Ia cienria. Ed. Crft ica,

    Barcelona.

    STOCKJ:-;C, G EORC:E V\'. 1983 Race, Culture and Evolution. Essays in the His/my of Anthropology (preface),

    University of Chicago Press, Chicago.

    UuN, R01n:RT C. 1994 ''The Anthropologist and the Histo rian as Storyte llers" , Dioln ticatA nlhropology.

    19(4): 389-400.

  • I

    CIENCIA EN LOS MARGEr\ES: UNA RECONSIDERACION DE LA ASIMETRiA CENTRO-PERIFERIA

    Carlos Lopez Beltran

    Los ultimos veinte aiios hemos visto transformaciones dramaticas en las maneras de entender a las ciencias. La desestabilizaci6n y posterior derrumbe de la epistemologfa positivista trajeron consigo una pro-liferaci6n de estudios y propuestas que han convertido las areas acade-micas que se aglutinan en torno a Ia comprensi6n del fen6meno cientifico en zonas plurales, de inestabilidad y debate, en las que las otrora nftidas fronteras disciplinarias han perdido parcial o com-pletamente su integridad y forma. Historiadores, soci6logos del cono-cimiento, etnome tod6logos y antro p6logos culturales (por mencionar solo unos oficios ) han encontrado que sus bagaj es conceptuales, ana-lfticos y descriptivos pueden cumplir mas funciones con respecto a las ciencias (como objeto de estudio) que las puramente externas, mar-ginales, a las que Ia robusta y excluyente vision positivista las habfa querido limitar. Los procesos de Ia Hamada construcci6n (social y material) del conocimiento cientffico se han venido describiendo naturalistamente usando m etodologias diversas; pero bajo e l comun denominador de una actitud cauta en la que, an tes de generalizar (o ademas de hacerlo), se acumulan y comparan es tudios de caso detalla-dos, en los que seven ejemplificados con mayor claridad los e lementos

    Institu to d e Investigaciones Filos6ficas, UNA."!.

  • 20 CARLOS LOPEZ BEL T RAK

    explica tivos y analiticos - ya sean sociologicos, antrop ologicos o epistem ol6gicos- que se in ten tan hacer pasar por caracterfsticos de las ciencias, o de una ciencia, de u n periodo o de u na tradici6n, de u n grupo o escuela local. 1 .

    Quiza e1 sfntoma principal de que ha ocurrido -o esci ocurrien-clo- un desarrollo clramatico es el recien te auge de Ia Hamada epis-temologfa his to rica, que ha reclutado a filosofos de primerfsimo nivel en muchas partes. En ella, en Iugar de (o aclemas de) usar como mu-nici6n para el debate sobre e1 con ocimien to a Ia logica (o ellenguaje en situaciones simples, iclealizadas), se cliscute continuamente con ejem-plos historicos cle tallados y con u na constantc a tenci6n en elem entos sociologicos y antropol6gicos de analisis. Conceptos tfpicos de la epis-temologfa como verdad y obJetividad, en las ciencias modernas cscin sienclo analizaclos ( o cleconstr uidos) atenclicndo a las idiosincrasias de los contextos locales en los que e m ergieron , y siguiendo el detallc de las fuerzas h ist6rico-sociales, econ6micas y culturales que los estabilizaron y convirtie ron en m oneda corriente en el ambito de Ia investigaci6n cien tffica moderna.~

    La p ropuesta -que no deja de ser parad6j ica- es que los basa-men tos conceptuales profundos que mantien en en funcion la empresa del conocimiento m oderno son investigables - con mas posibilidad de exito- por metodos naturalistas empfricos, que con los recursos de sill6n metaffsicos, fil ologicos u otros. Una consecuencia importante de estas transformaciones es e l reforzamiento inevitable que le ha n dado a! re lativismo en epistem ologfa. Consecuencia parcialmente sana en mi opinion, pero peligrosa.3

    Uno de los mayores peligros de Ia adopcion de una epist~mologfa relativista para las ciencias y su historia es, creo yo, Ia condena de irracionalidad que implica para la asimetrica relaci6n entre los cen tros

    1 Vcase por ejemplo: S. Shapi n "H istory of Scie nce and its Sociologica l Reconstructions, en: H istot)' of Science, xx, 1982. B. Barnes, "Socio logical Theories of Knowledge'", en: Olby R. et al., Companion to the H isl01)' of Science, Routledge, 1990.

    2 S. Shapin y S. Schaffe r, Leviathan and the Air Pump, Harvard Un iversity Press, 1985. S. Shapin , A Sorial HislOI)" of Tt-uth , Un ive rsity of Chicago Press, I 994. A. Megi ll y L. Daston (eels.) , Rfthinking Objectivity, U nivers ity of Ch icago Press, 1994.

    3 Sobre relativismo vease, por ej emplo , C .S. Brown (eel. ) , Objectivity and Cultural DivergenrP, Royal Institu te of Philosophy, Lecture series: 17, Cambridge University Press, 1984.

  • CIENC!A EN LOS MARC EI'\ES 2 1

    de p roduccion de con ocimiento y las perife tias. En este trabaj o in ten ta-n~ , e n primer Iugar, mostrar com o es n ecesario incorporar Ia dimen-sio n epistemologica (histo rico-epistemologica) a Ia comprension de Ia historia d e las ciencias en regio nes p crifericas como Espa na y Latinoamerica; en segu ndo Iugar, argumentare brevem en te en favor de una Iimitacion normativa clara de Ia pos tura relativista que permita una verdadcra parti cipacion de Ia periferia en lo que algunos - como Xavier Polanco o Bruno Latour-llaman Ia ciencia-mundo.4

    P rocedere de Ia siguiente manera. Har e u na revision some ra de algunos m odclos h istoriograficos sobre Ia expansion o difusion de Ia ciencia occidental hacia las colonias o periferias, y las consecu en cias que estos m odelos centralistas tiene n para Ia in terp re tacion de Ia actividad y el conocimiento cie ntfficos marginales o perifericos. Sena-lare eviden cias de las disto rsiones y el estado de males ta r ( o d esespe-ranza) que ta les modelos cen tralistas d e Ia ciencia producen en Ia actividad filosofi ca e histo rica. Hare ver que con los cam bios recientes en los estudios de Ia ciencia, a pesar de habe rsc gcn erado una apertura y enriquecimiento de los espacios para Ia investigacion historico-filosofica con textualizada, Ia situacion sigue sien do incomo-da, pues subsisten deformaciones impuestas p or Ia mi rada central sabre Ia peri feria.

    Describire algunos estudios de caso recientes que apuntan diversas peculiaridad es de Ia produccio n de conocimie n to cientffi co en situaciones perifericas o marginates. Para finalizar, sen alare com o Ia forma misma en que se nos presentan tales peculiaridades dependen de Ia suposicion centralista de que los contextos perife ricos estin fa talmente o rien tados o polarizados por e l centro. Apun tare (y apun-talare con alfile res) la idea de que una epistemologla pluralista no tiene por que (ni debe) ser relativista, y que es n ecesaria Ia construccion de una diferente nocion de obje tividad transcultural y rela tivamente sime trica con rcspecto a desbalances de poder y capacidad tecno-polftica. Creo que esto ayudani tanto para Ia comprension de Ia histo ria de Ia actividad cientffica en Ia perifcria como para mirar con o tros ojos el presente y el futuro de nuestras ciencias.

    ~ X. Polanco, };aissance et Developement de fa science-monde, Editions La Decouverte, 1990.

  • 22 CARLOS LOPEZ BEL TRA

    II

    Desde que se iniciaron los estud ios reflexivos sobre Ia ciencia como fenomeno historico y cultural, durante el siglo XIX en Europa, existi6 Ia aguda percepcion de que habfa un extrano desequilibrio entre Ia cantidad y calidad de Ia produccion cientffica de unos pocos pafses europeos (Francia, Inglaterra, Alemania ... ) y Ia de otros pafses mas o menos vinculados culturalmente a Occidente, como Espana o Mexico. El estudioso suizo Alphonse de Candolle, en su Historia de la ciencia y los sabios despues del afw 1000, fue uno de los primeros en aventurar, en 1874, una explicacion a tal desequilibrio. Dejando de !ado Ia idea de ra-zas o culturas privilegiadas de suyo (que no Ia de familias), De Cando-lie explora las posibles causas que frenan o impiden el cultivo y el exito de las ciencias fuera de Europa y Norteamerica. Despues de un peculiar cotejo em pi rico, su conclusion (que anticipa a Weber y Merton) es que aspectos cruciales de la cultura, como la tolerancia relig iosa y ellibre-pensamiento, son factores basicos para que los talentos (que no necesa-riamenle estan repartidos equitativamente) florezcan sin impedimentos.

    Instituciones absurdas como Ia Inquisici6n, afirm6 De Candolle, han amputado en Espana y sus colonias cualquier asomo de creatividad cientffica en sus brotes primeros. '; Factores secundarios como el clima o los moeursculturales podfan tambien contribuir. De Candolle cuantifi-caba con base en cl nombramiento de corresponsales extranjeros de instituciones cientfficas como la Socicdad Real Britanica o la Academia de Ciencias de Parfs. En su concepcion individualista positivista y he-roica (y etica) de Ia actividad cien tffica, solo qui tan do los obstaculos a los espfritus indagadores bastarfa para que en todas partes surgieran buenos cientificos. Su corresponsal ingles contemporan eo Francis Gal-ton (quien famosamente favorecfa Ia herencia sabre la aculturacion co-mo explicaci6n del exito o del fracaso cientfficos) hablaba en cambia de la indomabilidad del autentico talento, que scgun el e ra capaz de echar abajo todo impedimenta o bloqueo a Ia creatividad, cientffi.ca u otra.

    De cualquier forma, para De Candolle, a l ser Ia ciencia cultivable por individuos aislados con un mfnimo de informacion y ocio (un hacendado cafetalero en Colombia, por ejemplo), deberfa haber razo-nes extremas no ligadas a la forma de investigacion que dieran cuenta

    :. A. de Cando lie, Histoire des Sciences et des Savan ts, facsfmil de Fayard ( 1990). 1873.

  • CIENCL-\ EN LOS MARGENES 23

    del silencio de las colonias. Explicar e l fracaso cientffico de las perife-rias consiste enton ces en ubicar los impedime ntos ideologicos, mo-rales y aun biol6gicos que bloquean el avan ce. En contram os asi que, de una manera clara, en De Candolle los presupuestos que controla-rian -desde entonces hasta los diversos modelos cualitativos y cuanti-tativos de hoy- el analisis de las diferencias centro-periferia en las ciencias estaban ya en sitio. Estos son:

    1. El buen conocimiento cientffico como algo facil de definir con su motor interno independiente de todo contexto que produce conoci-miento verdadero, objetivo, eficaz, y ademas transportable a traves de culturas y continentes.

    2. La lentitud, e l retraso, Ia ineficacia en Ia creaci6n de buena ciencia por los individuos de ciertos grupos o n aciones como un proble-ma por explicar con base en defectos e impedimentos inherentes a la region , a la idiosincrasia, a las tradiciones locales.

    Asf, por ej emplo, Ia conocida, influyente y criti cada hipotesis de arton sobre Ia acci6n del protestantismo com o caldo de cultivo ideal

    para la actividad cientifica asume los mismos supuestos. Igual ocurre con las posteriores investigaciones (mas lucidas sin duda) de J oseph Ben-David, quien postula Ia existencia de un rol especial del cientifico en las sociedades occidentales u occidentalizables, y de un ethos uni-versalizable que identifica y vindica Ia actividad y el conocimie nto cientificos .6 La ciencia es para el un bien extendible a todos, universal en su esencia debido a su metodo de autocorreccion y avance. Cualquiera que h aya sido su sitio de orige n, es en principia normal que prolifere y se extienda. Ya que contingentemente surgi6 en Europa, existe la pregunta,

  • 24 CARLOS LOPEZ BELTMt'\

    1. La expansion de Ia ciencia europea. 2. La ciencia colonial. 3. El desarro llo d e una tradici6n cientffica local indepcndiente.

    La primera fase coincide segun Basalla con Ia revoluci6 n cientffica y Ia expansion colonial europea. Los centros eu ropeos usan en ella al rcsto del mundo como una fuente de datos novedosos po r medi a de expediciones y el establecimiento de focos coloniales que envfan reportes y ejemplares a Europa. Se trata de los siglos XVI, XVII y XVIII. Basalla afirma que en Ia fase uno Ia ciencia puede "dispersarse por el mundo, pero solo las nacioncs que poseen una cultura cientffi.ca moderna Ia puedcn plcnamente apreciar, evaluar y u tilizar" (p. 61 3).

    Po lanco afirma de esta e tapa que al n o haberse inoculado aun en tierras europeas el marco conceptual~filos6fi co que da se n tido a Ia investigacio n y a las representaciones cie ntfficas, e l traslado de Ia "evidencia" al centro es e l unico fen 6 meno vi able. "Es un proceso ... de p o la rizaci6 n y conce ntraci6 n , de acumulaci6 n cientffica, de ma-ne ra que los marcos conceptuales primitivos d e clasificacion y descr ip cion de Ia n a turaleza se m odifica n y e nsanchan a las d imen-siones del obje to que el conocimiento abarca". ~

    La fase dos, Ia colonial, coincide en ocasiones con Ia colonizaci6n po lftica, pero n o es necesario que exista esta. Se trata basicamente del desarrollo de una cultura cientffica externa en ciertos subgrupos de eli te, en una situaci6n de dependencia d e insumos cognitivos y aun instrumentales de las metropolis. Adopta distin tas fo rmas en regiones d ifere ntes (Asia, Africa, Ame rica ... ), p ero en todas hay una fuerte gravitacion (educativa, lite raria) hacia Europa o dcspucs a Es tados Unidos. Los temas y areas de investigaci6n vienen de alia. Los cientfficos son pocos y estan aislados (no alcanzan Ia fam osa "masa crftica"). Como bien ve la De Candolle , Ia aceptacion o reconocimiento po r sociedades cientfficas cen trak s es e l signa del exito de esos individuos. Basalla ejemplifica es te tipo de cic ncia con Ia situaci6n en America del Norte y del Sur en los siglos XVIII y XIX.

    X. Po la nco, "EI perfil de Ia ciencia como ficci6n: historia y contexto", en:J.J. Saldatia (ed.), El perfil de la ciencia en Am m ea, Cuadernos de Quipu 1, 1986.

    8 X. Po lanco, "EI perfi l de Ia ciencia como ficc i6n", p. 52 y 53, nota 7.

  • CIENCIA EN LOS MARCF.NES 25

    La fase tres de Basalla es Ia adquisici6n de independencia. Sus ejemplos hist6ricos son Estados Unidos, Ia U nion Sovietica y Japan en el presente siglo. Todas las virtudes de Ia actividad cientifica del centro son ahara compartidas por la ex colonia. Se ha logrado el sueiio de ser como los patrones. La lista de virtudes recien adquiridas es larga: comunidades autosustentables, profesionales, que se autoevaluan, publi-can, determinan aut6nomamente sus lineas de investigaci6n , etcetera.

    Como h ace notar Xavier Polanco, Basalla incorpora subrepti-ciamente la idea de un andamiaje social local solido para el conoci-miento cientffico independien te y creativo. Es decir, mientras e l conocimiento no esti evaluado, procesado, objetivado con el seno de una comunidad con el poder (o e l credito) suficiente, no tiene m odo de dar a sus productos las virtudes epistemicas (verdad, eficacia, obje tividad) que tradicionalmente se consideran propias de los enunciados (ode las representaciones mismas) y no de su circulaci6n por estructuras sociales.

    Xavier Po lanco propane un esquema alternative al de Basalla, basado en gran medida en los brillantes modelos de Bruno Latour y Michel Calio n, de actores y redes.9 Para Polanco la historia de difusi6n de la ciencia europea se puede describir como la del crecimiento de una especie de organismo o red que elllama Ia ciencia-mundo. Tam bien se apoya fuertemen teen el concepto braudeliano de economfa-mundo. La mundializaci6n de Ia cien cia es el proceso de expansion de la red a partir de unos pocos centros nodales.

    Siguiendo a Ben-David, sostiene que hay una especie de deriva en el poder de gravitaci6n o polarizaci6n que los distintos centros van teniendo. Asf, de Inglaterra en el siglo XVII e l centro pasa a Francia en el siglo XVIII y a Alemania a finales del siglo XIX, para pasar a Estados Unidos despues de las guerras mundiales. La m etc'ifora latourniana de Ia red le permite a Polanco dar una estructura mayor al uso de Ia terminologfa sociol6gica de Ia relaci6n centro-periferia. Propane la exis tencia de una tercera categorfa que el llama Ia semi-periferia. Como ejemplo de esta n os da el rol de Espana y Portugal, quienes colon izan America (y llevan Ia ciencia moderna ah f) sin tener ellos mismos una posicion central en Europa. El modelo de Ia red permite

    !I X. Polanco, Naissance el developpement de Ia Science-monde, cita 4. Vease tam bie n B. Latour, Science in Action, Open University Press, 1987, y M. Calion, La Science el ses Reseaux, Edi tions La Decouverte, 1989.

  • 26 CARLOS LC)Pf.Z BELTRAN

    postular oscilaciones, hcterogeneidades y otras irregula ridades. No todo conocimicnto, ni siquiera toda area de investigacio n, debe tener su "centro" o su fuen te de d inamismo principal en un nodo central. Una semi-periferia o aun una perife ria puede muy bien scr "lfder" en cie rtas lfncas. Lo q ue hace al centro es Ia acumulacio n , Ia polarizacion que inducen Ia suma de lfneas que apuntan hacia c l. Esto coincide con varios estudios de caso que historiadores de pafscs pe rifericos sue len enarbolar como momentos dorados de sus desarrollos cientfficos.

    No entrare en mas detalles del modelo de Polanco. Solo menciona-rc que e l mismo anuncia como e lementos por desarrollar mejor las cucstio nes de Ia calidad y Ia visibilidad d el conocimiento producido en situaciones perife ricas. Dis tingue o quiere disting uir en tre los crite rios o causas C)Ue de hecho incide n en el sistema munclia l que determinan el destino (la gloria o el enti erro) de una d c terminada pieza de conoci-miento cientffico periferico y Ia existencia -real o posible- de criterios diferentes, po tencialmente normativos, que podrfa aplicar e l historia-dor o socio logo para reevaluar tal p ieza e n su contexto especffico.

    Esta pe rcepcio n del e terno doble filo de los estud ios de Ia ciencia (lo descriptivo y lo normativo) y de Ia necesidad de insertar Ia dimension epistemologica hace de los trab~jos de Xavier Po lanco puntos de par-tida para enriqueccr cstudios futuros. Pero su apego constante a Ia idea de un sistema mundial en donde el poderes Ia causa real de l movimien-to que induce po larizaciones que dirigen todo hacia los centros de d e-cision , de evaluacio n , es lo que en m i opin ion perpe tua indebidamente una evaluaci6 n sesgada de los contextos locales y su fun cio namiento.

    Polanco, hay que decirlo aquf, escribe ya en cl ambiente in-telectua l transformado del que h able al principio . Sus co)egas, Latour y Calion , destacan en e l m ovimiento de natura lizaci6n y relativizacion que describf antes, y Polanco percibe las opciones que esto abre para Ia comprensi6n de Ia ciencia n o curopea. Tan s61o unos aiws antes participo en una reunion latinoamericana - e hispani ca- organizada en Mexico, en Ia que el comun denominador entre los mas destacados analistas de l desarrollo cie ntffico h ispanico y latinoamericano (Hebe Vessuri, Marcos Cue to, Jose Sala Catala, Antonio Lafuente) era el malestar ante Ia dominan cia de Ia visi6n universalista de Ia ciencia que los fil 6sofos d e csta y otras regiones imponfan. Esta pos tura condenaba primero a un divorcio entre epistemologia e historia de las ciencias loca les y, lo que es m as grave, quitaba al conocimicnto producido po r

    -r~-~ ...................... .

  • CIDICIA EN LOS MARCENES 27

    los cientfficos locales toda importancia e in teres como ciencia genuina, y forzaba Ia impresi6n de que Ia historizacion de los eventos cientfficos locales tenfa un puro intercs anecdotico, provincial.

    Antonio Lafuente llego a propo ner distinguir entre ciencia y "acti-vidad cientffica" para tener oportunidad de hablar de lo hecho en Ia periferia sin incomodidades te6ricas. Con las transformaciones post-kuhnianas en Ia filosoffa de Ia ciencia surgio Ia espcranza de que los fil osofos finalmen te ciarfan certificado de validez al estudio minucioso de los con textos perifericos de investigacion cientffica como una parte considerable de Ia investigacion de Ia histo ria mundial de las ciencias. De hecho, en los a nos recientes se ha venido sumando una gran varie-dad de estudios d e caso en Ia historia de las cicncias hispanicas y lati-noamericanas, que ha contribuido sustancialmente a Ia evidencia de las caracterfsticas de Ia actividad cientffica periferica con Ia que contamos.

    El clima que impcra hoy p arece no solo admitir, sino promovcr esos estudios. Explicar los desarrollos locales a partir de su puro contexto inmediato. En algunas personas esto ha resucitado Ia ilusion de que es posible hablar de una ciencia nacional y su his to ria indepcndiente de toda valoracion te6 rica. Por ejemplo, se ha llegado a hablar de una actividad cientffica ininterrumpicla en Mexico durante cuatro siglos o mas, tratando de mostrar continuidad, tradicion , autonomia, crecimiento, donde otros historiadores (y mucha evidencia) muestran que hay fracturas, procesos interrumpidos por revoluciones po lfticas, fracasos, claudicaciones. Este nuevo nacionalismo nos ha hecho ver comunidades cicntfficas mas com-plejas de lo que sospechabamos, y ha hecho resaltar Ia contribuci6n y esfuerzos de personas hasta hace poco ignoradas; pero, por desgracia, no esta muy lejos a veces de caer en propuestas extremas e n don de el cono-cimiento es importante solo porque un connacionallo produjo. Yes el color local e l valo r mas importante. Una vision quiza no menos exagera-da que Ia del m edico m exicano del siglo XIX que esc ribi6 ...

    Una rnedicina vcrdaderarnente nacional serla aquella que pudie ra glo riarse de poseerverdades en este pals descubie rtas, yquiza en algunos casossolamen te a este pals aplicables. Una pato logla rnexicana, una ci rugla rnex icana, una terapeut ica mexicana, una obstetricia, una hig iene mexicanas, tales serlan los tftulos que nos darlan de recho a ser consideraclos en e l rnundo cientifico allende nuest ros mares )' nuestras fronteras. 10

    10 Vease revista El studio, num. 1, 1889, p. 2 (c itado por M. T e norio en Ia tesis Crafting the Modem Mrxicn, Stanford, 1992).

  • 28 C..'\RLOS LOPEZ B~L TRAN

    La acumulaci6n de estudios de caso sobre el desarrollo de comu-nidades cientfficas locales, y la explicaci6n contextualizada de su ac-tividad, y mas aun: Ia aceptaci6n de que esta actividad merece sin cortapisas cl nombrc de ciencia (evitando Ia necesidad de distinciones extraiias como Ia propuesta por Lafuente) ; ha d~jado fuera de cuesti6n la existencia de comunidades mas o menos estables con tradiciones y actividad cientffica aut6nomas y valiosas.

    Es, creo yo, un espejismo -una exageraci6n complementaria a Ia imperante bajo la filosoffa y el ethos positivistas- pensar que lacon-textualizaci6n elimina Ia necesidad de seguir pensando seriamentc en las distorsiones y complejidades que emanan de Ia existencia del des-balance entre centro y periferia, entre norte y sur. Los problemas de Ia calidad, la calificaci6n, la visibilidad, la objctividad del conocimiento cientffico periferico subsisten (a pesar del reciente premio Nobel en Qufmica, o mas claramente visible por este). No es, sin embargo, con modelos historiograficos mundializados como se percibe mejor en que consisten tales problemas.

    El foco ccntralizado o polarizado de nuestras metodologfas e histo-riograffas de Ia ciencia (positivistas antes, relativistas hoy) sigue produ-ciendo efectos distorsionantes. Como muestra Kapil Raj en un estudio reciente sobre Ia ffsica en la India, Ia aplicaci6n de criterios detivados de idiosincrasias y contextos europeos y norteamericanos ignora los efectos que produce n las culturas y tradiciones locales, referentes a lo que elllama las imagenes del conocimien to, y hace parecer como falta de creatividad, desidia y ausencia de espfritu innovador lo que es en realidad una diferente (mas no inconmesurable) distribuci6n de intere-ses y valores cognitivos. En este ejemplo, tener imagenes completas de todo e l conocimiento ffsico actual y vincular dominios aparentemente in conexos se privilegian en Ia India (por los ffsicos formados localmen-te) sobre la continua producci6n de minirresultados novedosos y publicables. Segun Raj , esto obedece a la influe ncia de Ia tradici6n brahamanica. 11

    Quiza sea un rasgo mas general de Ia situaci6n periferica en Ia que es mas faci l tener acceso a mucha literatura establecida que a Ia madt:ja suelta de los t6picos calientes que interesan a las newsletters. Lo que pa-

    11 K. Raj , "Images of Knowledge, Social Organization and Attitudes to Research in an Indian Physics Department", Scienrein Context, 2, 2. o totio 1988.

  • CIENCIA EN LOS M..i.Rt:E:-IES 29

    rece claro es que, ademas de Ia fragilidad -hist6rica y contempon\-nea- d e las tradiciones y comunidades locales de las llamadas perife-rias, debida a pe rturbaciones y cismas politico-socialcs, existe una mas o menos continua inlluencia dis torsio nan tc, produc to de Ia inte rac-ci6n desigual con las comunidades cientfficas mas solidas del centro.

    Las continuas oleadas de nuevas modas o paradigmas, de distintos crite rios o valores, Ia importaci

  • 30 c ~\RLOS LOPEZ BEL TMN

    proyectos y tradiciones cien tlficas de un modo mas sustantivo de lo que se ha reconocido ( es decir, no solo para frenar o maquillar la produc-ci6n cientifica, sino para producir enfasis, valoraciones, lineas de cues-tionamiento sustanciales). Sin embargo, noes importando acrfticamente herramientas de analisis historiograficas, sociol6gicas u otras, de los mismos cen tros que desvelan a los cientfficos, que entenderemos nues-tro. problema. Yes aqui donde agrego mi comentario precautorio con respccto al relativismo en boga, con lo que termino.

    Veamos por ejemplo el tratamiento que da Bruno Latour a Ia situacion marginal. EI usa el ejemplo de un investigador brasileno que intenta desarrollar un chip elcctr6ni co nuevo. Latour -a diferencia de Polanco- nove senti do en distinguir entre los sistemas de conocimien-to y los de investigacion y desarrollo tecnol6gico. Para el, entonces, Ia situacion del investigador brasileno, su imposibilidad de conseguir que su proyecto culmine en Ia estandarizaci6n y producci6n en serie de su invento (su conversion en una caja negra) radica en su debilidad, su limitaci6n para estableccr a lianzas, para conectarse significativamente con otros nodos de Ia red y volver su propuesta, su producto , importan-te para cstos: traducir su interes a traves del chip, en el in teres de o tros. Ese poder para trabajar la red (haccr lo que Haman networking) disminu-ye exponencialmente a m edida que nos alejamos de los nodos centra-Ies. Latour, por ejemplo, instaura un estado foucaultiano ensured de actores o actantes que ofrece pocas salidas al marginal, salvo Ia de dejar de se rlo . Lo mismo podria encontrarse cuando aplicamos otras pro-pucstas recientes de Ia epistemologfa historica a Ia Hamada epistcmolo-gfa social. Steve Shapin, por ejemplo, en su emocionante libra Historia social de La verdad, construye una trama descriptiva que termina hacien-da recaer todo el peso del conocimiento cientffico en la construcci6n social de la "confianza" o "trust'' en el siglo XVII britanico.

    La implicaci6n directa para nuestro tema es que lo que ha impera-do siempre en Ia re laci6n centro-periferia es una situaci6n de descon-fianza del primero hacia Ia segunda. No hay voz ni autoridad ni capacidad de conseguirla ahi donde no hay personalidad confiable. Quiza esto explique un lado de la moneda. No es diffcil ver diversas situaciones hist6ricas bajo tal foco. Pero, otra vez, es para cl pun to de vista centrali-zado para el que quedarfan explicados tales episodios. Hay o tro u o tros focos de analisis y propuestas epistemol6gicas posibles capaces de elu-dir esa repeti tiva can ti lena justificatoria: por que no se ha podido.

  • C:IENCIA E~ LOS ~tAR