Cinco formas de que tu cuerpo diga que aquí mandas tú

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Cinco formas de que tu cuerpo diga que aquí mandas tú Con los años la ciencia ha ido desvelando los secretos que nos hacen proyectar una imagen de mayor autoridad ¿Look de ejecutivo agresivo? ¿Grandes marcas que denoten estatus? ¿Mirada fija para intimidar a nuestro interlocutor? A simple vista estas podrían parecer tres poses que cualquiera podría utilizar en el trabajo como recurso para dar a entender que tenemos más poder del real. Pero no es así. O al menos eso dicen los científicos. Aunque muchos piensan que el poder se tiene o no se tiene, lo cierto es que también se puede escenificar. Hacer que los demás nos miren con otros ojos parece, según explican diversas investigaciones, más fácil de lo que pensamos. Son pequeños trucos –la efectividad ya dependerá de cada persona– que pueden ayudar a cualquiera, ya sea el mandamás de una empresa, el ayudante o el secretario, a proyectar una imagen de liderazgo y poder superior al real. Ocupe mucho espacio. Andy Yap, investigador del Instituto de Tecnología de Masachusetts (MIT en sus siglas en inglés), asegura que cosas tan aparentemente banales como la forma de sentarnos o pararnos puede decir mucho a los demás sobre nuestro poder. Es lo que él llama poses expansivas (expansive poses). Son posiciones de alta potencia que provocan ciertos cambios hormonales que, según Yap, están relacionadas con el estatus, el liderazgo y el dominio. Estas poses, como poner las manos en las caderas en vez de a los lados, extender los brazos y las piernas al sentarse u

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Cinco formas de que tu cuerpo diga que aquí mandas tú

Con los años la ciencia ha ido desvelando los secretos que nos hacen proyectar una imagen de mayor

autoridad

¿Look de ejecutivo agresivo? ¿Grandes marcas que denoten estatus? ¿Mirada fija para intimidar a nuestro interlocutor? A simple vista estas podrían parecer tres poses que cualquiera podría utilizar en el trabajo como recurso para dar a entender que tenemos más poder del real. Pero no es así. O al menos eso dicen los científicos.

Aunque muchos piensan que el poder se tiene o no se tiene, lo cierto es que también se puede escenificar. Hacer que los demás nos miren con otros ojos parece, según explican diversas investigaciones, más fácil de lo que pensamos. Son pequeños trucos –la efectividad ya dependerá de cada persona– que pueden ayudar a cualquiera, ya sea el mandamás de una empresa, el ayudante o el secretario, a proyectar una imagen de liderazgo y poder superior al real.

Ocupe mucho espacio. Andy Yap, investigador del Instituto de

Tecnología de Masachusetts (MIT en sus siglas en inglés), asegura

que cosas tan aparentemente banales como la forma de sentarnos

o pararnos puede decir mucho a los demás sobre nuestro poder. Es

lo que él llama poses expansivas (expansive poses). Son posiciones

de alta potencia que provocan ciertos cambios hormonales que,

según Yap, están relacionadas con el estatus, el liderazgo y el

dominio. Estas poses, como poner las manos en las caderas en vez

de a los lados, extender los brazos y las piernas al sentarse u

ocupar mucho espacio al estar de pie, “elevan la testosterona,

disminuyen el cortisol y aumentan los sentimientos de poder”, afirma

Yap. “Con dos simples poses de un minuto una persona puede

transmitir fuerza y eso hace que al instante se vuelva más poderosa

en el mundo real”, remacha.

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El efecto de las deportivas rojas. ¿Ropa informal, e incluso

deportiva, o traje impecable? Diríamos que para el trabajo lo

segundo pero miremos a alguien tan poderoso como Mark

Zuckerberg. El dueño de Facebook no necesita un traje de miles de

dólares para dejar claro quién tiene el mando. Su sudadera de

capucha no interfiere en su poder. Esta imagen se ajustaría al

llamado efecto de las deportivas rojas que investigan los

investigadores de la Harvard Bussiness School. “Bajo ciertas

condiciones, los comportamientos no acordes a la norma pueden

ser mucho más beneficiosos que todos los esfuerzos que hagamos

para ajustarnos a ella. Y pueden ser una señal de estatus y

competitividad para los demás”, afirman. Es decir, esa idea de que

quienes no cumplen deliberadamente las normas sociales

preestablecidas lo hacen porque tienen menos estatus no se

ajustaría a la verdad, sino que más bien están tan de vuelta que no

tienen porque cuidar lo que los demás piensen de ellos.

Use un lenguaje abstracto. Pensar en ideas amplias, comunicarse

en términos generales y utilizar un lenguaje abstracto cargado de

frases cortas al comunicarnos hace a la gente pensar que somos

más poderosos. Un estudio realizado en las universidades de

California y del Sur de California revela que obviar los detalles y

utilizar una comunicación más abstracta proyecta en los

interlocutores una imagen de poder.

No hace falta mirar a los ojos. Las personas más poderosas no

tienen miedo a romper el contacto visual directo, escribe Audrey

Nelson en un reportaje en la revista Psychology Today. En concreto,

explica que las personas de menor estatus tienden a mirar fijamente

a los ojos de los demás buscando su aprobación mientras que

aquellos que gozan de ese poder en realidad, no lo hacen tanto

porque no necesitan ese reconocimiento y, probablemente, porque

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tampoco les preocupe la respuesta de los demás. “Los

investigadores descubrieron que las personas que son más

dominantes rompen con más frecuencia las miradas que los más

sumisos”, señalan.

En la parte de atrás del ascensor. Otro tip para cualquier oficina:

¿Dónde nos ponemos al entrar en el ascensor? ¿Acaso importa?

Pues parece que sí. Un estudio australiano desarrollado por la

investigadora Rebeca Rousi reveló, tras observar las interacciones

de los usuarios de un ascensor en un edificio de oficinas durante un

mes, que el lugar donde nos colocamos implica un orden social. De

este modo, añade, los hombres más mayores, a los que se asocia

con una mayor cantidad de poder, tendían a agruparse en la pared

trasera del ascensor.