clases de cuentos
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CUENTO REALISTA: narran historias donde los hechos son mostrados
como reales, pero son productos de la imaginación del autor. No se
busca la veracidad ni la exactitud, solo se intenta que resulte creíble.
El mundo suele ser descrito con minuciosidad. No tiene elementos raros,
todo es conocido. El tiempo es lineal, no tiene saltos al pasado o al
futuro, sigue la línea lógica. Los espacios y lugares también. Los hechos
son razonables en la vida de los personajes.
En los cuentos realistas se narran hechos similares a los que ocurren en
la realidad. Los personajes experimentan situaciones parecidas a las que
podría vivir cualquier persona común.
Se intenta generar una apariencia de realidad; en esto consiste la
verosimilitud. Es decir, el escritor utiliza una serie de recursos que
generan la sensación de que lo que cuenta en la historia podría pasar en
la realidad.
Se suelen describir de manera minuciosa los escenarios en los que
transcurre la acción. Esto ayuda a la construcción del efecto de
objetividad. Por otra parte, es frecuente que se indiquen fechas o
momentos históricos con precisión.
Características:
*los personajes son presentados como seres reales y sencillos (trabajan
y viven en forma común)
*ambientes reconocibles para el lector (lugares y tiempos bien
determinados)
*descripciones claras y precisas
*acontecimientos verosímiles
*los diálogos reflejan las variedades de lengua
Horacio Quiroga
Nace
el 31 de diciembre de 1878 en Salto, Uruguay.
En 1919, publica cuentos de la selva, libro escrito para sus hijos. El 19
de febrero de 1937, aparece muerto por ingestión de cianuro poco
después de enterarse que sufre de cáncer gástrico.
Las Medias de los Flamencos (Horacio Quiroga)
Cierta vez las víboras dieron un gran baile. Invitaron a las
ranas y los sapos, a los flamencos, y a los yacarés y los
pescados. Los pescados, como no caminan, no pudieron
bailar; pero siendo el baile a la orilla del río, los pescados
estaban asomados a la arena, y aplaudían con la cola.
Los yacarés, para adornarse bien, se habían puesto en el pescuezo un
collar de bananas, y fumaban cigarros paraguayos. Los sapos se habían
pegado escamas de pescado en todo el cuerpo, y caminaban
meneándose, como si nadaran. Y cada vez que pasaban muy serios por
la orilla del río, los pescados les gritaban haciéndoles burla.
Las ranas se habían perfumado todo el cuerpo, y caminaban en dos pies.
Además, cada una llevaba colgando como un farolito, una luciérnaga
que se balanceaba.
Pero las que estaban hermosísimas eran las víboras. Todas sin
excepción, estaban vestidas con traje de bailarina, del mismo color de
cada víbora. Las víboras coloradas llevaban una pollerita de tul colorado;
las verdes, una de tul verde; las amarillas, otra de tul amarillo; y las
yararás, una pollerita de tul gris pintada con rayas de polvo de ladrillo y
ceniza, porque así es el color de las yararás.
Y las más espléndidas de todas eran las víboras de coral, que estaban
vestidas con larguísimas gasas rojas, blancas y negras, y bailaban como
serpentinas. Cuando las víboras danzaban y daban vueltas apoyadas en
las puntas de la cola, todos los invitados aplaudían como locos.
Sólo los flamencos, que entonces tenían las patas blancas, y tienen
ahora como antes la nariz muy gruesa y torcida, sólo los flamencos
estaban tristes, porque como tienen muy poca inteligencia, no habían
sabido cómo adornarse. Envidiaban el traje de todos, y sobre todo el de
las víboras de coral. Cada vez que una víbora pasaba por delante de
ellos, coqueteando y haciendo ondular las gasas de serpentina, los
flamencos se morían de envidia.
Un flamenco dijo entonces:
–Yo sé lo que vamos a hacer. Vamos a ponernos medias coloradas,
blancas y negras, y las víboras de coral se van a enamorar de nosotros.
Y levantando todos el vuelo, cruzaron el río y fueron a golpear en un
almacén del pueblo.
–¡Tantan! –pegaron con las patas.
–¿Quién es? –respondió el almacenero.
–Somos los flamencos. ¿Tiene medias coloradas, blancas y negras?
–No, no hay –contestó el almacenero–. ¿Están locos? En ninguna parte
van a encontrar medias así.
Los flamencos fueron entonces a otro almacén.
–¡Tantan! ¿Tiene medias coloradas, blancas y negras?
El almacenero contestó:
–¿Cómo dice? ¿Coloradas, blancas y negras? No hay medias así en
ninguna parte. Ustedes están locos. ¿Quiénes son?
–Somos los flamencos –respondieron ellos.
Y el hombre dijo:
–Entonces son con seguridad flamencos locos.
Fueron entonces a otro almacén.
–¡Tantan! ¿Tiene medias coloradas, blancas y negras?
El almacenero gritó:
–¿De qué color? ¿Coloradas, blancas y negras? Solamente a pájaros
narigudos como ustedes se les ocurre pedir medias así. ¡Váyanse
enseguida!
Y el hombre los echó con la escoba.
Los flamencos recorrieron así todos los almacenes, y de todas partes los
echaban por locos.
Entonces un tatú, que había ido a tomar agua al río, se quiso burlar de
los flamencos y les dijo, haciéndoles un gran saludo:
–¡Buenas noches, señores flamencos! Yo sé lo que ustedes buscan. No
van a encontrar medias así en ningún almacén. Tal vez haya en Buenos
Aires, pero tendrán que pedirlas por encomienda postal. Mi cuñada, la
lechuza, tiene medias así. Pídanselas, y ella les va a dar las medias
coloradas, blancas y negras.
Los flamencos le dieron las gracias, y se fueron volando a la cueva de la
lechuza. Y le dijeron:
–¡Buenas noches, lechuza! Venimos a pedirle las medias coloradas,
blancas y negras. Hoy es el gran baile de las víboras, y si nos ponemos
esas medias, las víboras de coral se van a enamorar de nosotros.
–¡Con mucho gusto! –respondió la lechuza–. Esperen un segundo, y
vuelvo enseguida.
Y echando a volar, dejó solos a los flamencos; y al rato volvió con las
medias. Pero no eran medias, sino cueros de víbora de coral, lindísimos
cueros recién sacados a las víboras que la lechuza había cazado.
–Aquí están las medias –les dijo la lechuza–. No se preocupen de nada,
sino de una sola cosa: bailen toda la noche, bailen sin parar un
momento, bailen de costado, de pico, de cabeza, como ustedes quieran;
pero no paren un momento, porque en vez de bailar van entonces a
llorar.
Pero los flamencos, como son tan tontos, no comprendían bien qué gran
peligro había para ellos en eso, y locos de alegría se pusieron los cueros
de las víboras de coral, como medias, metiendo las patas dentro de los
cueros que eran como tubos. Y muy contentos se fueron volando al
baile.
Cuando vieron a los flamencos con sus hermosísimas medias, todos les
tuvieron envidia. Las víboras querían bailar con ellos, únicamente, y
como los flamencos no dejaban un instante de mover las patas, las
víboras no podían ver bien de qué estaban hechas aquellas preciosas
medias.
Pero poco a poco, sin embargo, las víboras comenzaron a desconfiar.
Cuando los flamencos pasaban bailando al lado de ellas, se agachaban
hasta el suelo para ver bien.
Las víboras de coral, sobre todo, estaban muy inquietas. No apartaban la
vista de las medias, y se agachaban también, tratando de tocar con la
lengua las patas de los flamencos, porque la lengua de las víboras es
como la mano de las personas. Pero los flamencos bailaban y bailaban
sin cesar, aunque estaban cansadísimos y ya no podían más.
Las víboras de coral, que conocieron esto, pidieron enseguida a las ranas
sus farolitos, que eran bichitos de luz, y esperaron todas juntas a que los
flamencos se cayeran de cansados.
Efectivamente, un minuto después, un flamenco, que ya no podía más,
tropezó con el cigarro de un yacaré, se tambaleó y cayó de costado.
Enseguida las víboras de coral corrieron con sus farolitos, y alumbraron
bien las patas del flamenco. Y vieron qué eran aquellas medias, y
lanzaron un silbido que se oyó desde la orilla del Paraná.
–¡No son medias! –gritaron las víboras–. ¡Sabemos lo que es! ¡Nos han
engañado! ¡Los flamencos han matado a nuestras hermanas y se han
puesto sus cueros como medias! ¡Las medias que tienen son de víbora
de coral!
Al oír esto, los flamencos, llenos de miedo porque estaban descubiertos,
quisieron volar; pero estaban tan cansados que no pudieron levantar
una sola ala. Entonces las víboras de coral se lanzaron sobre ellos, y
enroscándose en sus patas les deshicieron a mordiscones las medias.
Les arrancaban las medias a pedazos, enfurecidas, y les mordían
también las patas, para que se murieran.
Los flamencos, locos de dolor, saltaban de un lado para otro, sin que las
víboras de coral se desenroscaran de sus patas. Hasta que al fin, viendo
que ya no quedaba un solo pedazo de media, las víboras los dejaron
libres, cansadas y arreglándose las gasas de su traje de baile.
Además, las víboras de coral estaban seguras de que los flamencos iban
a morir, porque la mitad, por lo menos, de las víboras de coral que los
habían mordido, eran venenosas.
Pero los flamencos no murieron. Corrieron a echarse al agua, sintiendo
un grandísimo dolor. Gritaban de dolor, y sus patas, que eran blancas,
estaban entonces coloradas por el veneno de las víboras. Pasaron días y
días, y siempre sentían terrible ardor en las patas, y las tenían siempre
de color de sangre, porque estaban envenenadas.
Hace de esto muchísimo tiempo. Y ahora todavía están los flamencos
casi todo el día con sus patas coloradas metidas en el agua, tratando de
calmar el ardor que sienten en ellas.
A veces se apartan de la orilla, y dan unos pasos por tierra, para ver
cómo se hallan. Pero los dolores del veneno vuelven enseguida, y corren
a meterse en el agua. A veces el ardor que sienten es tan grande, que
encogen una pata y quedan así horas enteras, porque no pueden
estirarla.
Esta es la historia de los flamencos, que antes tenían las patas blancas y
ahora las tienen coloradas. Todos los pescados saben por qué es, y se
burlan de ellos. Pero los flamencos, mientras se curan en el agua, no
pierden ocasión de vengarse, comiéndose a cuanto pescadito se acerca
demasiado a burlarse de ellos.
Salvador Salazar Arrué, también conocido por el
seudónimo "Salarrué", es un escritor y pintor
salvadoreño. Nació en Sonsonate el 22 de octubre de
1899 y murió en Los Planes de Renderos (San
Salvador) el 27 de noviembre de 1975. Estudió en la
Corcoran School of Arts de Washington D.C. entre
1916 y 1919, fecha en que regresó a El Salvador.
La Petaca: Salarrué
Era pálida como la hoja-mariposa; bonita y triste como la virgen de palo
que hace con las manos el bendito; sus ojos eran como dos grandes
lágrimas congeladas; su boca, como no se había hecho para el beso, no
tenía labios, era una boca para llorar; sobre los hombros cargaba una
joroba que terminaba en punto. La llamaban la peche María.
En el rancho eran cuatro: Tules, el tata; la Chón su mama, y el robusto
hermano Lencho. Siempre María estaba un grado abajo de los suyos.
Cuando todos estaban serios, ella estaba llorando; cuando todos
sonreían, ella estaba seria; cuando todos reían, ella sonreía; no rió
nunca. Servía para buscar huevos, para lavar trastes, para hacer rir ...
-¡Quitá diay, si no querés que te raje la petaca!
-¡Peche, vos quizás sos lhija el cerro!
Tules decía:
-Esta indizuela no es feya; en veces mentran ganas de volarle la petaca,
¡diún corvazo!
Ella lo miraba y pasaba de uno a otro rincón, doblada de lado la
cabecita, meciendo su cuerpecito endeble, como si se arrastrara. Se
arrimaba al baul, y con un dedito se estaba alli sobando manchitas, o
sentada en la cuca, se estaba ispiando por un hoyo de la paré a los que
pasaban por el camino.Tenían en el rancho un espejito ñublado del
tamaño de un colón y ella no se pudo ver nunca la joroba, pero sentía
que algo le pesaba en las espaldas, un cuenterete que le hacía poner
cabeza de tortuga y que le encaramaba los brazos; la petaca.
* * *
Tules la llevó un día onde el sobador.
-Léi traido para ver si usté le quita la puya. Pueda ser que una sobada ...
-Hay que hacer perimentos defíciles, vos, pero si me la dejás unos ocho
días, te la sano todo lo posible.
Tules le dijo que se quedara.
Ella se jaló de las mangas del tata; no se quería quedar en la casa del
sobador y es que era la primera vez que salía lejos, y que estaba con un
extraño.
-¡Papa, paíto, ayeveme, no me deje!
-Ai tate, te digo; vuá venir por vos el lunes.
El sobador la amarró con sus manos huesudas.
-¡Andáte ligero, te la vuá tener!
El tata se fué a la carrera.
El sobador se estuvo acorralándola por los rincones, para que no se
saliera.
Llegaba la noche y cantaban gallos desconocidos. Moqueó toda la
noche. El sobador vido quéra chula.
-Yo se la sobo; ¡Aju! -Pensaba y reiba en silencio.
Serían las doce, cuando el sobador se le arrimó y le dijo que se
desnudara, que liba a dar una primera sobada. Ella no quiso y lloró más
duro. Entonces el indio la trincó a la juerza, tapándole la boca con la
mano y la dobló sobre la cama.
-¡Papa, papita! ...Contestaban las ruedas de las carretas noctámbulas,
en los baches del lejano camino.
* * *
El lunes llegó Tules, la María se le presentó gimiendo ... El sobador no
estaba.
-¿Tizo la peración, vos?
-Si, papa ...
-¿Te dolió, vos?
-Si, papa ...
-Pero yo no veo que se te rebaje ...
-Dice que se me vir bajando poco a poco ...
Cuando el sobador llegó, Tules le preguntó cómo iba la cosa.
-Pues, va bien -Le dijo -Solo quiay que esperarse unos meses. Tiene
quirsele bajando poco a poco.
El sobador, viendo que Tules se la llevaba, le dijo que por qué no la
dejaba otro tiempito, para más seguridá; pero Tules no quiso, porque la
peche le hacía en el rancho.
Mientra el papa esperaba en la tranquera del camino, el sobador le dió
la última sobada a la niña.
Seis meses después, una cosa rara se fué manifestando en la peche
María.
La joroba se le estaba bajando a la barriga. Le fué creciendo día a día de
un modo escandaloso, pero parecía como si la de la espalda no bajara
gran cosa.
-¡Hombré! -dijo un día Tules-, esta babosa tá embarazada!
-¡Gran poder de Dios! -dijo la nana.-¿Como jué la peración que tizo el
sobador, vos?
Ella explicó gráficamente.
-¡Aijuesesentamil! -rugió Tules- ¡Mianimo ir a volarle la cabeza!
Pero pasaba el tiempo de ley, y la peche no se desocupaba.
La partera, que había llegado para el caso, uservó que la niña se ponía
más amarilla, tan amariya, que se taba poniendo verde. Entonces
diagnosticó de nuevo.
-Esta lo que tiene es fiebre pútrida, manchada con aigre de corredor.
-¿Eee? ...-Mesmamente; hay que darle una güena fregada, con tusas
empapadas en aceiteloroco, y untadas con kakevaca.
Así lo hicieron. Todo un día pasó apagándose; gemía.Tenían que estarla
voltíando diun lado a otro. No podía estar boca arriba, por la petaca; ni
boca abajo, por la barriga.
En la noche se murió.
Amaneció tendida de lado, en la cama que habían jalado al centro del
rancho. Estaba entre cuatro candelas. Las comadres decían:
-Pobre; tan güena quera; ¡Ni se sentía la indizuela, de mancita!
-¡Una santa! Si hasta, mirá, es meramente una cruz!
Más que cruz, hacía una equis, con la linea de su cuerpo y la de las
petacas.
Le pusieron una coronita de siemprevivas. Estaba como en un sueño
profundo; y es que ella siempre estuvo un grado abajo de los suyos;
cuando todos se estaban riendo, ella sonreía; cuando todos sonreían,
ella estaba seria; cuando todos estaban serios, ella lloraba; y ahora que
ellos estaban llorando, ella no tuvo más remedio que estar muerta.
Anton Chejov:
Hijo de un comerciante que había nacido siervo, Chejov
vio la luz el 29 de enero de 1860 en Taganrog (Ucrania).
Antón Pavlovich Chéjov murió de tuberculosis en el balneario alemán de Badweiler la madrugada
del 15 de julio de 1904.
La crítica moderna considera a Chéjov uno de los maestros del cuento. En gran medida, a él se
debe el relato moderno en el que el efecto depende más del estado de ánimo y del simbolismo
que del argumento. Sus narraciones, más que tener un clímax y una resolución, son una
disposición temática de impresiones e ideas.
Su nombre quedó en la historia de la literatura como uno de los grandes maestros del cuento.
Obras: Un asesinato, el escritor.
CUENTOS SURREALISTAS:
El cuento surreal o surrealista, se trata de una narración breve con elementos… fantásticos, por
decirlo de alguna manera. Que son completamente irreales, imposibles de existir, totalmente
imaginarios. Por otra parte, el surrealismo está dotado de mucho significado pues los elementos
fuera de la realidad tienen mucha expresividad.
Apareció en Francia con André Bretón, quien siguiendo a Freud se interesó por descubrir los
mecanismos del inconsciente en un esfuerzo para sobrepasar lo real por medio de lo imaginario y
lo irracional.
La literatura surrealista es el resultado de una visión más integral de la naturaleza del creador y de
una liberación total del hombre, desde 1920 hasta 1939, se caracteriza por:
•Pretender crear un hombre nuevo resultado del cambio social marxista y de la salud mental
psicoanalítica
•Se recurre a la crueldad y al humor negro con el fin de destruir todo matiz sentimentaloide
•A pesar de ser constructivo, no le interesa ni los aspectos de la conducta moral humana ni las
manifestaciones
José Luis Borges: En este país se tiene a José Luis Borges (1898-1986). Entre sus obras: "Fervor de
Buenos Aires", "Luna de Enfrente", "El Aleph", "Historia Universal de la Infamia", "Ficciones", "
Elogio de las Sombras", "informe de Crodie", "Oro de los Tigres", "Inquisiciones" e "Historia de la
Eternidad".
Escribe cuentos que el mismo ha definido como Ficción o Símbolo, con personajes reales o
imaginarios que se mueven entre la realidad, la irrealidad y la sátira.
Julio Cortázar,nació en Bélgica en 1914 y murió en Paris en 1985, fue influenciado por Borges.
Entre sus narraciones tenemos: "Final del Juego", "Bestionario", "Las Armas Secretas", "Todos los
juegos del fuego", los cuentos "Rayuela" y los "Premios", novelas: "Historia de Cronopios" y la
"Vuelta al día en 80 mundos"
Características generales:
Animación de lo inanimado
Metamorfosis
Aislamiento de fragmentos anatómicos
Máquinas fantásticas
Elementos incongruentes
Perspectivas vacías
Evocación del caos
Autómatas
Espasmos