CÓMO EVITAR QUE TUS EMOCIONES PERJUDIQUEN TU AHORRO · Salvo La Porta Director Comercial. 6 ¿Eres...

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CÓMO EVITAR QUE TUS EMOCIONES PERJUDIQUEN TU AHORRO Así funciona tu cerebro ante el dinero

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CÓMO EVITAR QUE TUS EMOCIONESPERJUDIQUEN TU AHORROAsí funciona tu cerebro ante el dinero

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POR QUÉ TOMAMOS DECISIONES SIN SENTIDO CON NUESTROS AHORROS 6

SIEMPRE HAY ALGUIEN MÁS TONTO 8

SIETE TRAMPAS DEL CEREBRO QUE NOS IMPIDEN AHORRAR 10 ¿QUÉ PASARÍA SI SOLO INVIRTIESES EN LOS MÁXIMOS DEL MERCADO? 12

¿HOMBRES Y MUJERES INVIERTEN IGUAL? 15

NO SIGAS A GURÚS FINANCIEROS,¡SIGUE A TU PLAN DE AHORRO A LARGO PLAZO! 18 KEEP CALM! DEJA QUE EL LARGO PLAZO TRABAJE POR TI 20

AHORRAR: TU MEJOR META 22

ÍNDICE

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Querido/a lector/a: Seguro que a lo largo de tu vida has recibido más de un consejo sobre el ahorro: “Sé respon-sable con tus finanzas, no gastes más de lo que tienes, piensa a largo plazo…”. Sin embargo, en muy pocas ocasiones nos hablan de la verdadera dificultad a la hora de tomar decisiones financieras: las emociones. Lo creas o no, ¡es muy difícil mantener la cabeza fría cuando se trata de nuestro propio dinero! Las finanzas conductuales, el estudio de cómo los sesgos o trampas de la mente nos influyen a la hora de tomar decisiones sobre nuestra economía, tienen cada vez más relevancia. Y es sobre ellas de lo que vamos a hablarte en este libro. Nada de complejas fórmulas numéricas, solo finanzas personales, finanzas de tú a tú. Aun así, ¡importante!: queremos que sepas que las finanzas conductuales no son algo nuevo. Ennio Doris, fundador y presidente de Grupo Mediolanum, ya tuvo en cuenta la importancia de las emociones en las decisiones financieras cuando creó el Grupo y definió el innovador modelo de banco. Así, de esta idea pionera, surgieron los Family Bankers, los asesores finan-cieros que acompañan al cliente a lo largo de todos los momentos de su vida para que pueda alcanzar sus metas. Momentos de incertidumbre, de indecisión, de miedo, y también de euforia… Momentos en que estas emociones condicionan nuestras decisiones y en los que si no las gestionamos adecuadamente pueden acabar perjudicando tu ahorro. Los Family Bankers están a tu lado para que, juntos, toméis las decisiones adecuadas. Con todo ello, Banco Mediolanum, fiel a su compromiso de impulsar la educación financiera, te ofrece este ebook: un compendio de artículos sobre finanzas conductuales para que pue-das aplicarlas a tu día a día y comenzar a ahorrar de manera eficiente. Eso sí, no lo hagas solo, apóyate siempre en un profesional de confianza, que conozca tu situación presente, tus objetivos futuros y tus ilusiones: tu Family Banker. Juntos, tus metas están ya mucho más cerca. ¡Feliz lectura y feliz camino del ahorro inteligente!

Salvo La Porta Director Comercial

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¿Eres de los que siempre encuentra una excusa para no ahorrar? ¿Prefieres asegu-rarte una ganancia baja, aun teniendo la posibilidad de obtener muchos más be-neficios? ¿Acabas picando en el súper y te llevas un montón de supuestas ofertas de productos que no pensabas comprar? Tranquilo. No pienses que eres un dejado con poca ambición, un derrochador y con-sumidor nato. Este comportamiento nos afecta a todos y tiene explicación, además de solución. Este modo de actuar lo estu-dia la Economía Conductual, una dis-ciplina que defiende que, ante decisiones sobre el dinero, la felicidad e, incluso, la salud, las personas somos seres limitados a la hora de razonar y nos dejamos influen-ciar por nuestras emociones, los prejui-cios, los influencers de turno. No tenemos autocontrol. Nuestra mente no piensa, ac-túa rápido y por instinto, buscando atajos para tomar el camino más fácil. El clásico “¡piensas con el corazón y no con la cabe-za!” pero aplicado a cuestiones del bolsillo donde, además, los humanos tropezamos siempre con la misma piedra.

¡ALÉJATE DE LOS SESGOS O TRAMPAS MENTALES!

Esta forma de pensar rápido hace que cai-gamos en las trampas de nuestra mente, los llamados sesgos, que nos traicionan y nos llevan a malinterpretar la informa-ción, haciendo que tomemos decisiones

no meditadas y con muchas papeletas de ser equivocadas. “Una ley general del mínimo esfuerzo rige en la actividad tanto cognitiva como física. La ley esta-blece que, si hay varias formas de lograr el mismo objetivo, el individuo gravitará finalmente hacia la pauta de acción me-nos exigente”, señala el precursor de las también llamadas Finanzas Conductuales y premio Nobel de Economía en 2002 Daniel Kahneman, autor de Pensar rápido, pensar despacio, donde teoriza sobre el impacto de las heurísticas (atajos mentales) y los sesgos a la hora de elegir. Kahneman explica que tenemos dos sistemas de pensar. El primero (siste-ma 1) directamente no piensa, es incons-ciente y, cuando duda, tira del segundo (sistema 2), que es reflexivo, pero a veces es perezoso y falla, nuevamente, por cul-pa de esas trampas mentales.

LA TEORÍA DEL PEQUEÑOEMPUJÓN

Para neutralizar esas trampas o sesgos, se necesitan mensajes positivos que el padre de la Economía Conductual, y tam-bién premio Nobel en 2017, Richard. H. Thaler llamó teoría del pequeño empujón (nudge, en inglés).

POR QUÉ TOMAMOS DECISIONES SIN SENTIDO CON NUESTROS AHORROS

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Recogida en una obra titulada con ese mismo nombre, Thaler dice que las per-sonas necesitamos un estímulo para to-mar decisiones que mejoren nuestras vidas. De este modo, ante los atajos o trampas, afirma: “si para una elección determinada hay una opción por defec-to, la cual prevalecerá si quien decide no hace nada por cambiarla, cabe esperar que gran número de personas acaben por mantenerla, tanto si es buena para ellas como si no”. Trasladando la teoría a la vida real, ¿cómo hacer que cumpla-mos con nuestras obligaciones fiscales? ¿Amenazando por carta? ¿Sancionando? En EE.UU. se ha demostrado que los con-tribuyentes son más diligentes cuando se les informa de que la mayoría de los ciu-dadanos ha presentado ya su declaración de la renta. Otro ejemplo: ¿cómo con-seguir que consumamos menos energía? Avisando al cliente de que su gasto está por encima de la media. Si estos nudges los aplicamos a cuestiones del ahorro, ¿cómo lograr que se invierta para la ju-bilación? Adhiriendo a todo asalariado a un plan de empleo (planes de pensiones proporcionados por la empresa), de tal manera que un porcentaje ya prefijado

de la nómina se destine a este producto financiero. Sirva de botón de muestra el Reino Unido, donde toda compañía está obligada a ofrecer este vehículo de inver-sión (algo que no ocurre en nuestro país) a sus trabajadores. El resultado es que la tasa de ahorro en planes de pensiones está por encima del 55% frente al 16% de España, según datos de Eurostat.

ESTÍMULOS PARA MEJORAR NUES-TRAS FINANZAS

Ante escenarios complejos que abordan cuestiones que a veces desconocemos, como es elegir un fondo de inversión, el acompañamiento de asesores financieros profesionales sirve de guía para invertir el ahorro con cabeza y no dejándose llevar por la suerte del vecino. Ese asesoramien-to, a veces sutil, en forma de mensajes positivos, decisiones automáticas u op-ciones por defecto, es lo que neutraliza los sesgos. Como ves, ¡no eres diferente a los demás! Pero si careces de educación financiera, en cuestiones del dinero erra-rás una y otra vez. Un pequeño empujón a tiempo no te vendrá mal para ayudarte a tomar decisiones financieras para el fu-turo.

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SIEMPRE HAY ALGUIEN MÁS TONTO

La experiencia humana es única, pero su naturaleza es común. El comportamiento de las personas, con ligeras variaciones, es similar en China, Italia, Senegal o Ar-gentina. Uno de los grandes ejemplos se ve en lo que se denomina la teoría del más tonto, un concepto económico que se ha cumplido en Holanda, España, Inglaterra, Estados Unidos… Una tontunez mundial. “Una muestra de que dejarse arrastrar por la emoción de la euforia generalizada no suele dar buenos resultados”.

LA TEORÍA DEL MÁS TONTO

Dicha teoría parte de la premisa de que siempre se puede encontrar a al-guien dispuesto a pagar un precio mayor por un bien que tiene asig-nado un valor claramente superior al real. El último ejemplo que hemos visto es el de las burbujas inmobiliarias que han asolado el siglo XXI, cuando se compraban por cantidades con muchos

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ceros casas con pocos metros cuadra-dos. Esto se impulsa por el “efecto mana-da”, que hace que los inversores piensen que si todo el mundo compra un bien o servicio… por algo será. El más tonto, al que hace referencia la teoría, es la última persona en pagar y la que se queda con el objeto sobrepreciado justo antes de que la realidad caiga por su propio peso y la burbuja pinche. Este momento es llamado por algunos como momento Minsky. Bautizado así por el economista Hyman Minsky, que en 1992 creó la hi-pótesis de la inestabilidad financiera, bá-sicamente hace referencia al momento en el que los mercados recuperan la cordura y “al más tonto le toca bailar con la más fea.”

LOS TULIPANES: EJEMPLOHISTÓRICO DE LOS EFECTOS DE LA BURBUJA

Si una burbuja es consecuencia de la es-peculación, pocos ejemplos pueden mos-trar mejor esta dinámica que la famosa crisis de los tulipanes de Holanda a finales del siglo XVI. En este contexto, la flor del tulipán se volvió un símbolo de estatus social por el que la gente estaba dispuesta a dejarse los florines, una casa y firmar lo que fuera. Todo fue bien mien-tras siguieron subiendo los precios hasta que, en febrero de 1637, una colección de bulbos raros no se pudo colocar en el mercado. ¡Ups! De repente, el ansia de comprar se convirtió en pánico y necesidad de vender en un país en el que prácticamente todo el mundo se ha-bía metido a especular con flores. Holan-da se sumió en una depresión económica que duró lustros. En otros países ocurrió lo mismo con viviendas o las acciones de las puntocom. Pero todos, sin excepción, estaban a reventar de “tontos” que es-tuvieron dispuestos a dejarse los ahorros durante una burbuja.

LAS BURBUJAS SIEMPRE ACABAN REVENTANDO

¿Qué es lo que nos hace meternos de lle-no en una burbuja, contribuir de forma directa a su crecimiento y sufrir los efec-tos de su pinchazo? El hecho de dejarnos llevar por emociones, como la euforia, la cual nos lleva a hacer “lo que todo el mundo hace”, motivados por el compor-tamiento de nuestro entorno. ¿Cuántas veces hemos invertido donde nos ha aconsejado nuestro cuñado o mejor ami-go? O por seguir creyendo en la idea de que es seguro “forrarse rápidamente con un pelotazo”. Las burbujas especulativas, tarde o temprano, revientan y provocan grandes pérdidas a los inversores emo-cionales y el desplome de los mercados por la rápida depreciación o las ventas masivas de los activos. De modo que, an-tes de lanzarte a comprar algo que “está de moda” cueste lo que cueste, piensa antes sobre si el precio real de ese activo está determinado no por su propio valor, sino por las expectativas de quienes quie-ren lucrarse con ellos en el mercado.

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SIETE TRAMPAS DEL CEREBRO QUE NOS IMPIDEN AHORRAR

Con el “mañana lo hago”, Juan García lleva ya… ¡Ni se sabe! Siempre hay una excusa para no ahorrar para la jubilación. Que si un viaje, que si un nuevo coche, que si los estudios de los hijos, que si un imprevisto. Van pasando los años y todavía no tiene nada ahorrado para el día en que se re-tire del mercado laboral. Le preocupa, y mucho, pero no termina de encontrar el momento de empezar. ¿Te sientes iden-tificado/a con nuestro español medio? Si es así, has caído, como Juan, en una de las trampas de tu cerebro que estudia la lla-mada economía conductual o finan-

zas conductuales. A estas trampas se las conoce como sesgos cognitivos, un concepto acuñado por el premio Nobel de Economía en 2017 Richard Thaler, re-ferido a un efecto psicológico que provo-ca una mala interpretación de la informa-ción que nos hace distorsionar la realidad. De algún modo u otro, esto nos ocurre a todos cuando nos enfrentamos a decisio-nes que afectan a nuestro bolsillo.

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Más allá de las excusas, nuestro protago-nista es incapaz de ahorrar porque lo ve como una pérdida, un gasto que reduce su capacidad de consumir algo que puede disfrutar hoy. Y como la jubilación es algo lejano y se ve empujado por el sesgo del presente o de la procrastinación, va posponiendo el hábito del ahorro a lar-go plazo. Para más inri, tampoco tiene la fuerza de voluntad suficiente para convertir el ahorro en algo periódico. No tiene autocontrol, porque infrava-lora los objetivos a largo plazo debido a la falta de disciplina. Y menos aún si tie-ne que enfrentarse a tareas complejas que requieran gran parte de su atención, como decidir entre un montón de fondos de inversión que, además, están clasifi-cados con nombres poco comprensibles (multiactivos, flexibles, dinámicos…). Esta enorme oferta es lo que el psicólogo es-tadounidense Barry Schwartz llama la pa-radoja de la abundancia, donde más es menos. Esta teoría viene a decir que, si reducimos las opciones, a los consumido-res se les facilita la elección.El caso es que Juan García sabe que a su cuñado le van bien sus inversiones a lar-go plazo en renta variable. Pero nuestro amigo es conservador, y eso de invertir su ahorro en Bolsa le parece arriesgado. La aversión a la pérdida provoca que él sea más de invertir en depósitos que, aun-que no den prácticamente nada, le hacen sentir seguro frente a la posibilidad de ob-tener ganancias futuras en otros produc-tos de inversión. “La aversión a la pérdida opera como una especie de nudge cog-nitivo (estímulo) que nos impulsa a no hacer cambios, incluso cuando estos nos benefician mucho”, apunta Thaler en Un pequeño empujón. “Los humanos actúan movidos por el impacto emocional inme-diato de las ganancias y las pérdidas, sin

pensar en perspectivas a largo plazo de riqueza y utilidad global”, añade otro pre-mio Nobel de Economía (2002), el psicó-logo Daniel Kahneman, en su obra Pensar rápido, pensar despacio. De este modo, la inercia entre la falta de autocontrol y la aversión a la pérdida le hace quedarse como está, le lleva a mantener el statu quo y, así, nunca comienza a ahorrar.Por otra parte, Juan García cree, además, que tiene un argumento de peso para no hacerlo. Como el Estado siempre ha pa-gado las pensiones, el optimismo om-nipresente le lleva a no ser realista y so-breestimar la cuantía que percibirá en el futuro, pese a que en las noticias escucha cómo las autoridades cuestionan la soste-nibilidad del sistema. El exceso de con-fianza le hace dudar sobre el futuro que dibuja la estadística del INE a consecuen-cia del envejecimiento de la población y que señala que, para 2060, habrá casi ocho pensionistas por cada diez trabaja-dores, quienes, a fin de cuentas, son los que financiarán las pensiones con sus coti-zaciones. Eso significa que, para entonces, Juan García no tendrá garantizada la pres-tación que hoy percibiría, así que, en fun-ción del nivel de vida que quiera disfrutar el día de mañana, puede encontrarse con serias dificultades para alcanzar esa meta si no activa un plan de ahorro particular alternativo.Visto el caso de Juan, ¿cómo evitar las trampas que nos impiden ahorrar? Por un lado, siendo conscientes de la existencia de estos sesgos que nos hacen tomar de-cisiones erróneas y, por otro, dejándose ayudar por asesores financieros que saben cómo planificar el ahorro para el futuro.

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¿QUÉ PASARÍA SI SOLO INVIRTIE-SES EN LOS MÁXIMOS DEL MER-CADO?

Imagina a un ahorrador que siempre in-vierta en el peor momento. Pues así es Bob, el protagonista de un artículo que Ben Carlson publicó en su blog A Wealth of Common Sense en febrero de 2014 y que reproducimos aquí con su autori-zación.

TE PRESENTO A BOB

Un tipo que era pésimo tratando de adi-vinar los mejores momentos para inver-tir. Su historia como inversor empieza en 1970, a los 22 años. Era un ahorrador di-ligente y planificado. Su plan consistía en ahorrar 2.000 dólares anuales durante la década de los setenta e ir aumentando esa cantidad cada década, hasta que se jubilara a los 65 años, a finales de 2013. (Es decir, 4.000 dólares anuales en los ochenta; 6.000 al año en los noventa y, después, 8.000 dólares anuales hasta su retiro). Empezó ahorrando 2.000 dóla-res anuales en su cuenta hasta que tuvo 6.000 dólares para invertir a finales de 1972. Su problema como inversor es que solo tenía el valor para invertir su dinero después de que el mercado hubiese subi-do mucho. ”El miedo y la necesidad de ase-gurarse de que todo va a salir bien eran las emociones que dominaban a Bob a la hora de invertir”. Así que todo su dinero fue a parar a un fondo índice que reproducía la evolución del S&P500 (sé que no existía este tipo de fondos en 1972, pero permí-

teme la licencia… Mira los supuestos al final del artículo). Bob invirtió en el punto álgido del mercado justo antes que este cayera un 50% en 1973-74. A pesar de todo, Bob tenía una virtud que le acaba-ría salvando, ya que, desde que empezó a invertir, nunca vendió sus participaciones. Se aferraba a ellas como si le fuera la vida por temor a equivocarse en el momento de vender.

RECUERDA ESTA DECISIÓN,PORQUE ES CLAVE

Bob no tuvo la confianza para invertir de nuevo hasta agosto de 1987, tras otro gran mercado alcista. Después de 15 años, contaba con 46.000 dólares para in-vertir. De nuevo, los invirtió en un fondo indiciado que reproducía el S&P500 y lo hizo en un máximo de mercado, justo an-tes de un desplome. Esta vez, el mercado perdió más del 30% en muy poco tiempo, justo después de que Bob comprara sus participaciones. La elección de los mo-mentos en los que invertía su dinero no favorecía a Bob, con lo que siguió dejan-do sus ahorros invertidos como lo había hecho antes. Tras el batacazo de 1987, no se vio de nuevo con la confianza para invertir hasta el siguiente momento álgi-do de la burbuja de las puntocom a finales de 1999. Tenía 68.000 dólares ahorrados en su cuenta. La compra de esa vez, en diciembre de 1999, fue justo antes de

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una caída del 50% que se prolongó has-ta 2002. Esa decisión de compra dejó a Bob con más cicatrices, pero consideró que aún tenía que hacer una última gran inversión con sus ahorros antes de reti-rarse. La inversión final llegó en octubre de 2007, cuando invirtió los 64.000 dó-lares que había estado ahorrando desde el año 2000. Completó su horrible ca-dena de despropósitos comprando justo antes de otro desplome del 50% por la crisis de las subprime. Después de la cri-sis financiera, decidió continuar ahorran-do en el banco (otros 40.000 dólares), pero mantuvo sus inversiones en renta variable hasta la jubilación a finales de 2013. Bob fue un inversor pésimo al tratar de adivinar el momento perfecto para in-vertir, ya que todas sus inversiones en el mercado de renta variable se hicieron en máximos de mercado, justo antes de los grandes desplomes. Aquí están las fechas

de inversión, con las caídas de mercado que sucedieron y la cantidad invertida por fechas:

Afortunadamente, y aunque Bob era in-capaz de acertar el momento perfecto, nunca vendió. No lo hizo después del mercado bajista de 1973-74, ni tras el Lu-nes Negro de 1987, ni después de la crisis tecnológica de 2000 o de la crisis finan-ciera de 2007-09. Nunca vendió una sola participación. Entonces ¿cómo le fue? A pesar de que solo compró participacio-nes en el punto álgido del mercado, Bob acabó siendo millonario con 1.100.000 dólares.

¿CÓMO PUDO SER?

En primer lugar, Bob era un ahorrador constante y planificaba sus ahorros por adelantado. Nunca flaqueó en sus metas de ahorro y fue incrementando la canti-

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dad que iba ahorrando con el paso de las décadas. En segundo lugar, permitió que sus inversiones se beneficiaran del inte-rés compuesto a lo largo de las décadas al no vender nunca durante sus más de 40 años como inversor. Se dio a sí mismo un gran recorrido. Bob soportó una gran carga psicológica, al ver grandes pérdidas y mantenerse fiel a su visión de largo pla-zo, aunque quiero pensar que no prestó mucha atención a los extractos periódi-cos de su cartera a lo largo de los años. Se mantuvo firme y continuó ahorrando. Por último, tenía un plan de inversión muy simple y de bajo coste: un fondo índice con costes bajos sin demasiados costes extra. Obviamente, este relato tiene una finalidad meramente ilustrativa y no reco-mendaría asumir una cartera compues-ta al 100% en un único mercado, en el S&P500, a menos que se tenga una eleva-da tolerancia al riesgo. Incluso entonces, una cartera más equilibrada en diferentes mercados globales, con una política de re-equilibrio sólida, tendría más sentido.Y si simplemente hubiera entrado en el mercado con inversiones periódicas anuales, habría terminado con mucho más dinero (más de 2,3 millones de dóla-res). Pero entonces no sería Bob, el inver-sor que peor escogía los momentos para invertir.

¿QUÉ PODEMOS APRENDER DE LA HISTORIA DE BOB?

Si vas a cometer errores de inversión, ase-gúrate de que eres alguien con una visión más positiva que pesimista. Dicha visión a largo plazo ha sido recompensada en el pasado y, a menos que pensemos que el mundo o la innovación están llegando a su fin, debería ser también recompensada en el futuro. Como dijo Winston Churchill:

“Soy optimista. No parece que sirva de mucho ser otra cosa”. Las pérdidas son partes inevitables del mercado. La forma en la que reaccionamos ante ellas será una de las diferencias que determinará los resultados finales de la inversión. Ahorrar más, visión a largo plazo y dejar que el interés compuesto trabaje para nosotros son los mayores catalizadores para crear riqueza. Estos factores no tienen nada que ver con la selección de acciones o una es-trategia de inversión compleja. Si aplicas correctamente estos grandes principios, cualquier estrategia de inversión discipli-nada debería resultar efectiva.Supuestos y disclaimers: Esta es una his-toria ficticia y en ningún modo pretende decirte cómo invertir tu dinero. Hay que tener nervios de acero para mantener el 100% de tu cartera en renta variable du-rante décadas. Este es un simple ejercicio sobre el poder de la visión a largo plazo y el interés compuesto. Se ha utilizado el S&P500 menos un 0,20% de gastos desde 1972 hasta 1977 cuando el fondo Van-guard 500 tuvo su año completo. A partir de 1977 he utilizado el fondo Vanguard 500, por lo que son resultados de un fon-do real y no puramente hipotético.Esperamos que la historia de Bob te haya ayudado a comprender me-jor la importancia del ahorro y al-gunos principios que todo buen in-versor debe seguir.

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¿HOMBRES Y MUJERESINVIERTEN IGUAL?

¿Influye el género a la hora de invertir? ¿Existen prioridades de ahorro distintas por el hecho de ser un hombre o una mu-jer? ¿Actuamos igual ante nuestro dinero con el paso de los años? Entre muchos otros aspectos, la neuroeconomía, la parte de la neurociencia que se encarga de estudiar cómo tomamos decisiones fi-nancieras, también estudia cómo reaccio-na nuestro cerebro en función de nuestro sexo (y también de la edad). “El cerebro del hombre y de la mujer son similares, pero tienen pequeñas diferen-cias. No son ni buenas ni malas, todo de-pende de cada contexto”. Lo dice Pedro Bermejo, neurólogo, doctor en neuro-ciencias y máster en biología del compor-tamiento. Según el autor de libros como Neuroeconomía, Quiero tu voto y El cerebro del inversor, estas diferencias de género son “complementarias y nos han ayudado a evolucionar como especie”.

LAS MUJERES Y LA MEMORIA EMO-CIONAL

Según algunos estudios, la mujer tie-ne una mayor memoria emocional. “Ante una pérdida económica grande, si esta incluye además un importante valor sentimental como, por ejemplo, un pro-yecto profesional o negocio fallido al que ha dedicado esfuerzo y recursos, recorda-rá mucho más esa pérdida”, resalta Ber-mejo. Pasa exactamente lo mismo con las decisiones de mercado. “Ante una bajada

brusca, las mujeres recuerdan mucho más ese tipo de episodios”. Según el experto en neuroeconomía, “una ahorradora será más consciente de una pérdida y le costa-rá volver a invertir; se tornará más con-servadora”.

LOS HOMBRES, CUESTIÓN DE TES-TOSTERONA

En el caso de los inversores masculinos, hay un componente físico que mar-ca su comportamiento financiero: la testosterona. “A mayor cantidad de testosterona, más agresivo y arriesgado será su perfil inversor”. Esa impulsividad le llevará a gastar dinero en un capricho o a invertir en productos de mucho más riesgo. El organismo, por lo tanto, deter-mina su actitud en la toma de decisiones. “Esa cantidad de testosterona le convier-te en menos cognitivo”, sentencia Pedro Bermejo.

PRODUCTOS DE INVERSIÓNSEGÚN EL GÉNERO

De hecho, y teniendo en cuenta las dife-rencias cerebrales entre géneros, la natu-raleza masculina tiende más a invertir en derivados, en futuros. “Son más arriesga-dos, y entran y salen más del mercado de valores”. En cambio, “ellas tienden a bus-car fondos de inversión, a tener una acti-tud más precavida y mirando más a largo plazo. Con menos movimiento”, señala el neurólogo.

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LA GENÉTICA PREDISPONE

Cuando vamos a tomar una decisión finan-ciera, se nos activa una parte del cerebro que se llama sistema de recompensa cerebral, que analiza las características positivas de esa elección. Pues bien, ese sistema de recompensa cerebral funciona con un neurotransmisor que es la dopami-na. Como señala el autor de El cerebro del inversor, “existen determinados estudios que vinculan determinados genes relacio-nados con la dopamina con el hecho de tener mejor y peor resultado financiero”.

FACTORES EXTERNOS

Además de la genética, hay factores exter-nos que pueden influir en nuestra predis-posición o reticencia a invertir. · La luz. De momento, ningún estudio certifica la incidencia de la contaminación (más allá de algún tipo de alteración o le-sión cerebral). En cambio, “cuanta más intensidad lumínica, más eufóricos esta-mos”, comenta Bermejo. “Y eso nos abre a tomar decisiones arriesgadas”. Trasla-

dado al paso de las estaciones, “en enero no se invierte lo mismo que en agosto. Y en el mismo mes, la gente tiende a invertir más en un día soleado que en un día gris”, concluye el doctor en neurociencias. · La influencia de la luna. ¿Y el influjo de la luna? ¿Interviene en nuestro estado de ánimo? ¿O lo dejamos para la literatura y las letras de canciones? Dice Pedro Berme-jo que “hay que ser precavido, pero sí pa-rece que los días de luna llena se producen ciertas alteraciones hormonales”. Y esto traducido a las finanzas significa que “ha-bitualmente hay una tendencia más baja a la inversión”. De hecho, dice Bermejo: “la luna llena se relaciona con más patologías o alteraciones médicas, brotes psicóticos, crisis epilépticas, episodios de migraña… Y eso influye en las decisiones cuando esta-mos pendientes de si sube o baja un índice bursátil”.

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MILLENNIALS Y EL PASO DELTIEMPO

La fecha de nacimiento en el DNI importa. “Los cerebros de los millennials funcionan de forma distinta por el uso de las nuevas tecnologías, incluso puede ha-ber más efecto manada (copia del com-portamiento del resto de la gente)”, con lo que su toma de decisiones se ve alte-rada. También influye el paso del tiempo. A lo largo de los años, la testosterona baja y, por lo tanto, según lo que puntualiza Pedro Bermejo: “somos menos agresivos respecto a las inversiones”. Es más, en edades avanzadas, a partir de los setenta y cinco años aproximadamente, cambian las estructuras cerebrales y solemos ba-sarnos más en la confianza.

EL EQUILIBRIO DELASESORAMIENTO PROFESIONAL

Además de nuestro ciclo vital, nuestro riesgo disminuye progresivamente a medi-

da que adquirimos patrimonio. “Una per-sona a los treinta años arriesga más que una persona que, con sesenta, ya tiene sobradamente cubiertas sus necesidades para el resto de su vida”, explica Berme-jo. “Otra cosa es que sepa dónde se tiene que arriesgar, el momento”.Y ahí es donde entra la figura de un profe-sional de las finanzas. Un asesor formado, alineado con nuestras circunstancias, pero con la suficiente distancia para evitar que gestionemos nuestro ahorro atrapados por la euforia de los mercados o arras-trados por el pánico de los mismos. Un profesional, que en Banco Mediolanum llamamos Family Banker, que se mues-tra empático con nuestros sueños, pero decisivo para que nuestras hormonas o estructuras cerebrales no perjudiquen nuestras decisiones. Sin duda, contar con su ayuda para alejarnos de todos los con-dicionantes que hemos conocido y que, queramos o no, influyen en nuestras deci-siones financieras.

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NO SIGAS A GURÚSFINANCIEROS, ¡SIGUE A TU PLAN DE AHORRO A LARGO PLAZO!

Probablemente, uno de los errores más comunes del inversor poco experimenta-do es dar una gran importancia a las opi-niones de uno o varios gurús financieros, a la vez que abandona su planificación periódica de ahorro a largo plazo. ¿Por qué? Pues porque piensa que es el cami-no más rápido. ”Que es el camino más rápido y se ve arrastrado por la emoción de una confianza excesiva en una persona a la que se toma como un gurú”. Inten-tar obtener una mejor rentabilidad con las oscilaciones del mercado pronostica-das por estos “sabios” o “influencers” de los mercados es, a todas luces, un riesgo que nos puede traer una gran sensación de fracaso al estar jugándonosla por una corazonada.

LOS GURÚS NO SON INFALIBLES

Jim Rogers, presidente de Rogers Hol-ding y cofundador del Quantum Fund, con más de 54 años de experiencia en el mundo de las inversiones, es uno de los grandes inversores en el mundo, que hizo su fortuna durante la crisis de los años setenta. ¿Cómo? Invirtiendo en materias primas y metales preciosos. Su leyenda nació cuando, bajo su gestión, su carte-ra llegó a conseguir una rentabilidad del 4.200%, mientras que el S&P500 lograba una rentabilidad del 47%. Por esa razón,

muchos perciben a Rogers como un gurú. Sin embargo, los inversores que han seguido sus avisos catastrofis-tas iniciados en el año 2011 han su-frido un elevado coste de oportunidad, es decir, el que supone no realizar la in-versión frente a las diferentes alternativas a su alcance.

ANALICEMOS ALGUNOS AVISOS QUE HA REALIZADO EN ESTOS AÑOS:

Noviembre de 2011: “El mundo se enfrentará a otra crisis financiera defini-tiva debido a los problemas en Europa”. ¿Acertó en su pronóstico? No. El mun-do no se enfrentó a una nueva crisis financiera por los problemas de la deu-da soberana europea. De hecho, queda-ron focalizados en el Viejo Continente. Prueba de ello es que el diferencial entre la bolsa estadounidense y la europea se amplió en esos años, algo que refleja la fortaleza de Estados Unidos.Año 2012: “La Sra. Merkel tiene unas elecciones el próximo año y Obama en noviembre. Los estadounidenses y los alemanes quieren hacer todo lo posible para mantener el mundo estable hasta después de las próximas elecciones. Todo irá mal después de las elecciones”. Ro-gers se refería a las elecciones estadouni-

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denses en las que Obama fue reelegido en 2012 y los comicios alemanes en 2013 en las que Merkel también se mantuvo en el poder. Al finalizar el año 2013, el S&P500 ofreció una rentabilidad del 29,60%, más del triple de la rentabilidad media nominal del índice. ¡Imagínate cuánto habrían perdido ese año los inversores de haber seguido su consejo!Año 2014: “Véndelo todo y corre para salvar la vida”. En el año 2015, el S&P500 cerró con una rentabilidad negativa del 0,73%, por lo que no podemos hablar ni de desplome bursátil ni tan siquiera de una corrección normal, que tiende a situarse entre el 5 y el 10 por ciento. Es más, si te-nemos en cuenta los dividendos, la ren-tabilidad del índice estadounidense fue positiva, en concreto, de un 1,19%.Año 2016: “Un colapso ‘bíblico’ de 68 bi-llones de dólares está listo para aniquilar a millones de estadounidenses”. Un colapso que, a pesar de “estar listo”, al parecer se está retrasando bastante. En el año 2016, la rentabilidad del S&P500 fue del 9,84%. En 2017 subió hasta el 18,74% y en lo que va de 2018 se sitúa en un 4,66%.

EL COSTE DE SEGUIR A UN GURÚ

Atendiendo a estos datos que te acaba-mos de presentar, saquemos conclusiones. ¿Cuál habría sido el coste de oportunidad máximo soportado por los inversores que hubieran seguido a Rogers? El inversor que se hubiera apartado del mer-cado tras escuchar la visión catas-trofista de Rogers en noviembre de 2011 habría perdido hasta 1.154 puntos adicionales en la revaloriza-ción del índice, lo que supone una ren-tabilidad del 125%. En definitiva, ¡una gran oportunidad perdida! Obviamente, algún año, Jim Rogers, por simple estadística,

acertará. Recordemos que, los merca-dos bajistas aparecen tarde o temprano. Sin embargo, las subidas de los índi-ces en el largo plazo compensan los descensos, lo que significa que final-mente aportan valor al inversor. Por todo ello, el verdadero inversor a lar-go plazo no pierde el tiempo en se-guir las opiniones de los diferentes gurús financieros y continúa cumpliendo su plan de ahorro para alcanzar sus objeti-vos de inversión.El verdadero inversor sabe que no nece-sita un gurú, necesita a un profesional de las finanzas que le acompañe para, juntos, decidir las mejores soluciones a sus cir-cunstancias presentes y futuras.

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KEEP CALM! DEJA QUE ELLARGO PLAZO TRABAJE POR TI

Cada uno de nosotros adolecemos de determinadas trampas mentales que distorsionan nuestra visión de la realidad y, peor aún, que nos condicio-nan en la toma de decisiones del día a día. Si hablamos de mercados financie-ros, los inversores no son ajenos a esas trampas de la mente y cada oscilación en bolsa es vista, por muchos, como un puñal que se clava en lo más profundo de uno mismo. Cuando la bolsa cae un cinco o un diez por ciento —una corrección muy ha-bitual en mercados alcistas—, muchos in-versores sufren esas pérdidas latentes de manera muy intensa y llegan a replantear-se si es correcto lo que están haciendo. Ese sesgo de negatividad por toda no-ticia adversa que pueda darse en el corto plazo y que se plasme en caídas bursátiles se traduce en una preocupación que nos evoca recuerdos, crea visiones de poten-ciales escenarios futuros y altera el juicio del inversor sobre sus finanzas personales. ¿Y si sigo perdiendo? ¿He comprado en el momento equivocado? ¿Debería haber esperado?

LA PRÁCTICA DEL TIMING

En ese contexto específico y derivado de esas intensas emociones vividas en el corto plazo, algunos buscan hacer timing, es decir, entrar y salir constantemente del mercado. Así tratan de obtener mejores rentabilida-des aprovechando esos vaivenes del mer-cado que se van produciendo en el corto o medio plazo. En otras palabras, se alejan

de una planificación de la inversión a largo plazo para evitar esas emociones derivadas de la exposición al mercado. El timing exi-ge capacidad de anticipación, para aprove-char esas fluctuaciones del mercado en el corto plazo. Es algo parecido a lo que nos encontramos cuando estamos en un su-permercado y decidimos repentinamente cambiarnos de fila porque pensamos que la otra se mueve más rápido (hasta que lo hacemos y entonces empieza a avanzar más lentamente).

Decidir sobre factores que escapan a nuestro control carece de senti-do porque no tenemos influencia alguna sobre ellos y lo peor de todo es que, cuando lo hacemos en el mercado, todas esas decisiones continuadas tienen un coste, un impacto monetario que mengua la rentabilidad final. Pero, a pe-sar de la imposibilidad de anticipación y a los mayores costes en los que se puede incurrir, ¿es realmente una opción benefi-ciosa buscar el timing del mercado? Para ello, Samuel Lee, asesor de inversiones de SVRN Asset Management, publicó un estu-dio que abarcaba desde mediados de 1926 hasta finales de 2016. En él se probaba una estrategia básica: un inversor adoptaría una estrategia por la que compraría después de una caída del 10% y se mantendría durante al menos 12 meses o hasta que los precios de las acciones volvieran a los niveles ante-riores a la caída. Luego recogería el dinero y volvería a repetir la misma estrategia. Esta estrategia nos evitaría parte de esos sesgos

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de negatividad que se producen en determinadas coyunturas, principalmente porque nos impediría permanecer en el mercado en todo momento. Pero ¿realmente habría funcionado? Vayamos a los resultados.Cuando comparamos la estrategia comentada —comprar tras la caída— frente a la basada en permanecer en el mercado en todo momento —comprar y mantener— no hay color en sus resultados. La primera estrategia aplicada al índice S&P 500 —el selec-tivo bursátil estadounidense de referencia— reflejó una rentabilidad anualizada del 2,2%, mientras que aquellos inversores que permanecieron en todo momento en el mercado obtuvieron una rentabilidad anualizada del 6,3%.

Si bien es cierto que permaneciendo en todo momento en el mercado el inversor asume más volatilidad, es decir, una mayor intensidad en la variación de los precios, esa misma volatilidad queda compensada por unos resultados de rentabilidad sobresalientes. De hecho, Lee concluye que, por cada punto porcentual de volatilidad, la estrategia de comprar tras la caída proporcionó un 0,14% de rentabilidad adicional, muy inferior a los resultados de comprar y mantener, que aportó al inversor un 0,34% por cada punto porcentual de volatilidad. Y es ese miedo a la volatilidad de permanecer cons-tantemente en mercado lo que nos puede llevar a tomar malas decisiones en el corto plazo, que, como hemos visto, deterioran severamente la rentabilidad final a largo plazo. En consecuencia, sea cual sea la coyuntura del mercado, nuestro plan de inversiones está orientado en el largo plazo. Siéntate, relájate y deja que el largo plazo y el interés compuesto trabajen por ti.

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AHORRAR: TU MEJOR META

¡Gracias por haber llegado hasta aquí!

Ahora que ya conoces todos los efectos y las reacciones neurológicas que interfieren a la hora de mantener una buena salud financiera, ¡es el momento de aplicar lo aprendido!Si quieres tener verdadero control en tus ahorros y tomar decisiones financieras ale-jadas de los sesgos y los comportamientos emocionales que influyen en contra de tus intereses… ¡es el momento de contar con un asesor financiero! A igual que los atletas se apoyan en sus entrenadores personales, tú puedes contar con el apoyo del Family Banker de Banco Mediolanum, el profesional de las finanzas cercano y siempre disponible que te asesorará de forma personalizada y diseñará contigo una estrategia para conseguir tus metas y, por qué no, tus sueños. ¿A qué esperas para empezar a tomar buenas decisiones financieras?

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