cognitivo en niños Desarrollo y niñas de 2 a 11 años

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Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años PID_00274910 Adolfo Perinat Tiempo mínimo de dedicación recomendado: 4 horas

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Desarrollocognitivo en niñosy niñas de 2 a 11añosPID_00274910

Adolfo Perinat

Tiempo mínimo de dedicación recomendado: 4 horas

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Adolfo Perinat

Catedrático emérito de PsicologíaEvolutiva en la Universidad Autóno-ma de Barcelona.

La revisión de este recurso de aprendizaje UOC ha sido coordinadapor la profesora: Eulàlia Hernández Encuentra

Quinta edición: septiembre 2020© de esta edición, Fundació Universitat Oberta de Catalunya (FUOC)Av. Tibidabo, 39-43, 08035 BarcelonaAutoría: Adolfo PerinatProducción: FUOCTodos los derechos reservados

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño general y la cubierta, puede ser copiada,reproducida, almacenada o transmitida de ninguna forma, ni por ningún medio, sea este eléctrico,mecánico, óptico, grabación, fotocopia, o cualquier otro, sin la previa autorización escritadel titular de los derechos.

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Índice

Introducción............................................................................................... 5

Objetivos....................................................................................................... 7

1. El desarrollo cognitivo en niños de los dos a los seis años...... 9

1.1. Introducción ................................................................................ 9

1.2. La visión de Piaget sobre la inteligencia y su desarrollo:

discusión crítica .......................................................................... 10

1.3. El período preoperacional de Piaget ........................................... 12

1.4. ¿Es realmente egocéntrico el niño de los dos a los seis años? ..... 15

1.5. Estructuras, estrategias y esquemas interpretativos .................... 17

1.6. Representaciones mentales y pensamiento ................................ 19

2. El desarrollo cognitivo en niños desde los siete años hasta

la preadolescencia.............................................................................. 23

2.1. Piaget: el período de las operaciones concretas .......................... 23

2.2. Las teorías del procesamiento de la información ....................... 27

2.3. Los neopiagetianos ...................................................................... 29

2.4. Mecanismos de cambio en el desarrollo cognitivo ..................... 32

3. Desarrollo cognitivo. Interacción y contexto social................. 34

3.1. Introducción ................................................................................ 34

3.2. El desarrollo cognitivo como internalización de significados

sociales ......................................................................................... 35

3.3. La interacción social entre compañeros como promotora del

desarrollo cognitivo individual ................................................... 37

3.4. Desarrollo cognitivo y marcos culturales .................................... 39

Propuestas de reflexión........................................................................... 43

Bibliografía................................................................................................. 44

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Introducción

La segunda infancia se extiende de los dos a los seis o siete años. Años atrás,

cuando se llegaba a este período el niño o niña entraba en el mundo escolar.

También se decía que adquiría el "uso de razón". Ninguna de estas caracteriza-

ciones está en vigor hoy en día. Desde muy pequeños, asisten ya regularmente

a parvularios o incluso a las escuelas maternales. Y, por otra parte, con respecto

a su capacidad de razonar, ya hace meses que realizan un aceptable (y, en oca-

siones, sorprendente) uso de ella... Los niños de hoy tienen acceso a una can-

tidad ingente de información –escolar y mediática– que incide intensamente

en la formación de su mente. Una tradición psicológica nos presenta a los ni-

ños y niñas de estas edades exhibiendo una manera de razonar "fantástica",

"deformada", "desprovista de lógica", etc. Es cierto que en bastantes ocasiones

los pequeños razonan mal, si los comparamos con los grandes (y más aún si

contraponemos el suyo al razonamiento logicocientífico); pero no es menos

cierto que los adultos somos frecuentemente tan ilógicos como ellos y que,

como ellos, nos dejamos transportar por nuestras fantasías, supersticiones, y

creencias desbaratadas. Comparar la mente infantil con el adulto lleva sólo a

infravalorar las capacidades y habilidades que tiene el niño a su disposición

en este momento, que no son pocas y que le sirven para adaptarse a la vida.

Si en estos primeros años el desarrollo del conocimiento de las personas (que

estudiaremos en el módulo "Desarrollo socioafectivo en niños de 2 a 12 años")

es fulgurante, al lado de éste empieza a despuntar un discurso especulativo

sobre fenómenos del mundo físico. Los niños se preguntan sobre "por qué" y

"cómo" sucede lo que sucede en su entorno natural. Por eso mismo preguntan

a los mayores y aceptan (más o menos) sus explicaciones. La conversación con

los adultos (la palabra, los dibujos, los audiovisuales) llena la mente de los ni-

ños de representaciones nuevas que ellos elaboran internamente y, enseguida,

realimentan sus preguntas e indagaciones. este vaivén propulsa el desarrollo

del lenguaje conceptual, base de toda actividad cognoscitiva. El objetivo ge-

neral de este módulo es abrir al psicólogo un ventanal por el que asomarse a

la mente de los niños y captar sus formas progresivas de discurrir.

El apartado 1, dedicado a la socialización en la familia, plantea una revisión

bastante radical del legado tradicional de Piaget que tan pocos honores hace

a la inteligencia infantil. Piaget denominó período preoperacional al lapso de

los dos a los seis años. Es la época –según él– en la que los pequeños se deben

desprender del egocentrismo que, a modo de un caparazón, les impide captar

el mundo con mentalidad científica (el modelo de discurso que Piaget ponía

como hito final del desarrollo). Piaget estuvo aquí fuertemente influido por

su primera formación psicoanalítica. Nuestra mirada sobre los niños y niñas

de esta edad difiere de la suya. A pesar de aceptar que la observación de los

pequeños da pie a atribuirles una buena dosis de egocentrismo, otras observa-

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ciones amplían el abanico de sus capacidades mentales y nos hacen darnos

cuenta de que en esta edad existe un discurso mental muy aceptable y unas

capacidades de interpretación sorprendentes de lo que dicen los mayores. Los

estudios de Margaret Donaldson y sus colegas de Edimburgo han sido decisi-

vos en esta reinvención de la mente de los niños.

El apartado 2 expone el panorama, un poco desarticulado, de las capacidades

inteligentes de los preadolescentes (de los siete a los doce años). ¿Por qué esta

desarticulación? La razón principal es, una vez más, que la teoría de Piaget –

con su concepto nuclear de operación mental– resulta cada vez menos atractiva.

Su idea básica de la conservación de magnitudes como clave de las capacidades

operacionales se basa en unos presupuestos incómodos para la teoría psicoló-

gica actual. (Incomodidad no equivale a falsedad, sino a algo más vaporoso

como son las "modas intelectuales" o el "espíritu de los tiempos"...). La psicolo-

gía cognitiva, que nace a finales de los años sesenta, no sólo ha destrozado las

ideas obtusas del aprendizaje, sino que ha arrastrado también en su corriente

la de Piaget. El concepto clave con el fin de explicar la mente hoy día no es

"estructura intelectiva" (Piaget), sino "procesamiento de información". Ahora

bien, la sustitución del paradigma de Piaget por el modelo de la computadora

dista mucho de ser satisfactorio. Hay quien trata de "rejuvenecer" a Piaget con

las ideas del procesamiento de la información (neopiagetianos) y hay quien,

en su peculiar fuite en avant, ha decidido modelar el discurso mental sobre el

funcionamiento de un ordenador. El resultado final es una mezcla de perspec-

tivas poco conciliables que justifican que se hable de visión desarticulada.

El apartado 3 vuelve a recalcar la incidencia de lo social en el desarrollo. Pero

ahora se trata del desarrollo cognoscitivo. Tres son los aspectos en los que se

desglosa esta apertura. El primero es la idea de que cualquier conocimiento es

de naturaleza social. En otras palabras, aquello que conocemos y la manera

como lo conocemos es el resultado de procesos sociales. Obviamente, en éstos

la comunicación (transmisión de significados) tiene un papel primordial. En

segundo lugar, ante la noción –tan escolar– de que la transmisión/adquisición

de conocimientos es exclusivamente "vertical" (del adulto, que sabe, al niño,

que no sabe), hay que hacer sitio al papel de los compañeros como contextos

de aprendizaje humano. En tercer lugar, y como ampliación de lo que acaba-

mos de decir, se debe reconocer, a partir de los estudios antropológicos, que

la cultura es el principal contexto de aprendizaje y de discurso mental. Desde

este punto de vista universalista, los conocimientos –independientemente del

alcance tecnológico que exhiben– son los que han producido una cultura es-

pecífica. Esto nos abre, a los occidentales, a la valoración de otras "maneras de

conocer" que han puesto por obra las culturas humanas. Las comparaciones,

por lo tanto, sobran.

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Objetivos

Los objetivos que tiene que alcanzar el estudiante al acabar este módulo di-

dáctico son los siguientes:

1. Disponer de elementos para conocer y comprender el funcionamiento de

la mente de los niños y niñas.

2. Disponer de elementos para reconocer el desarrollo cognitivo infantil y

sus mecanismos.

3. Conocer y comprender los procesos de construcción social en el conoci-

miento infantil.

4. Analizar el desarrollo cognitivo infantil desde diferentes perspectivas teó-

ricas.

5. Hacer una lectura sistémica de los temas que se tratan en el módulo.

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1. El desarrollo cognitivo en niños de los dos a los seisaños

1.1. Introducción

Denominamos segunda infancia al período de edad entre los dos y los seis años

incluidos. A lo largo de esta fase, el lenguaje –que acaba de brotar– se desarrolla

esplendorosamente y, con este, aparece el pensamiento propiamente dicho.

Para muchos padres, ésta es la fase de la vida de sus niños más gratificante: su

comunicación adopta ya la forma de conversación, su discurso (el que infieren

y deducen) sorprende por los toques de sutileza, la "intuición" sobre lo que

pasa por la mente de los grandes no les deja en paz, sus juegos están llenos

de inventiva y, al mismo tiempo, incorporan una gran cantidad de elementos

del mundo real adulto, el entorno se les presenta lleno de interrogantes (es la

época de los "¿por qué?"), se abren al mundo social extrafamiliar: maestros,

amiguetes de sus horas de escuela, etc. Para el psicólogo infantil también es un

período muy rico de observaciones mediante las que pugna para conseguir una

teoría coherente del desarrollo intelectual y social que se produce en el niño.

En la actualidad, sabemos mucho sobre el desarrollo del niño entre los dos y

seis años pero en áreas que casi no se sostienen; son avenidas paralelas o que

divergen: el lenguaje, sus relaciones familiares y sociales, sus ideas de lo que

piensan los demás, sus capacidades de aprendizajes instrumentales (lectura,

escritura, cálculo) y otros.

En la cultura occidental, el niño se pone en contacto con los rudimentos de

lo que después será el discurso científico o, si se quiere, la forma de pensar

racional. Ésta es la tarea que, en una atmósfera lúdica y aparentemente intras-

cendente, emprende sistemáticamente la enseñanza preescolar. El niño se ve

"naturalmente" inmerso en el mundo de los signos: no sólo porque el lápiz y

el papel –u otras herramientas TIC– sean, en adelante, sus compañeros de vida

inseparables, sino porque todo el discurso de los profesores va, desde los pri-

meros momentos, encaminado al hecho de que los niños se ejerciten en el do-

minio de los signos. Son signos las palabras, los conceptos y denominaciones,

las relaciones (de medida, extensión, distancias, tiempo, etc.); son signos los

números, las letras escritas, los dibujos; son signos las analogías y comparacio-

nes, las clasificaciones, las ordenaciones, etc. Vygotsky tenía razón, sin duda,

al concederle especial importancia al papel crucial de los signos culturales en

el desarrollo. Esto es lo que él califica de mediación semiótica en la constitución

de los procesos mentales superiores.

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Curiosamente, es en el dominio cognoscitivo donde más se echa de menos un

hilo conductor que provea de coherencia a los múltiples detalles que descubre

el psicólogo en el discurrir progresivo del niño. Piaget, que de una manera tan

brillante ha inaugurado la descripción –explicación de la vida intelectiva del

pequeño hasta los dos años–, pasa "de puntillas" sobre los avances del niño más

allá de esta edad (final del período sensoriomotor) hasta que llega a lo que de-

nomina el período de las operaciones concretas (aproximadamente a los siete

años). No sólo esto, sino que su teoría del desarrollo cognitivo que hasta ahora

nos proporcionaba un marco global coherente, se pone seriamente en duda

por los resultados de muchas investigaciones (que paradójicamente parten de

sus premisas). Ya hemos apuntado alguna cosa sobre esto. La Psicología del

desarrollo cognitivo se encuentra, por tanto, en una encrucijada. La "división

de opiniones" es rotunda: hay quien sigue con una fidelidad incondicional a

Piaget, están los que le han abandonado definitivamente y, por último, quien

se esfuerza en salvar aspectos de su teoría compatibles o reformulables con las

nuevas líneas que ha abierto la ciencia cognitiva. Este apartado se abre con las

ideas de Piaget sobre el desarrollo cognitivo en el período que va desde los dos

a los seis años en el niño. Señalaremos, de paso, los puntos controvertidos.

Inmediatamente, trataremos puntos de vista diferentes sobre las capacidades

que el niño desarrolla en esta fase y que para Piaget pasaron inadvertidas. Nos

basaremos en las investigaciones que el equipo de Margaret Donaldson realizó

al final de los años setenta y mediados de los ochenta. Por último, trataremos

francamente una propuesta alternativa a la de Piaget: la formulada reciente-

mente por Annette Karmiloff-Smith, que reconcilia el trasfondo de Piaget con

las modernas orientaciones de la psicología cognitiva.

1.2. La visión de Piaget sobre la inteligencia y su desarrollo:

discusión crítica

Ved también

Para la presentación de la teo-ría de Piaget podéis ver el mó-dulo "Desarrollo personal yeducación" y el apartado 5 delmódulo "El desarrollo psicobio-lógico".

Ya hemos mencionado que Piaget concibe el desarrollo de la inteligencia por

analogía con la construcción de un edificio. En este proceso, la mente va al-

canzando estados de organización más acabados: son los estadios. Piaget prevé

cuatro tipos: el sensoriomotor es el inicial (hasta los dos años); seguidamente

viene un estado "de paso", el preoperacional (de los dos años hasta los seis); a

continuación, el de las operaciones concretas (de los siete años hasta los doce)

y el último –ya en plena adolescencia– el de las operaciones formales. Piaget los

concibe como estados de estructuración de la mente dotados de una coheren-

cia particular. Es como si, a lo largo de estos estados, la mente del niño sujeta-

ra elementos que ha ido descubriendo y los "empaquetara" en principios más

generales, para, de este modo, conseguir un compromiso o un balance. De ahí

viene la metáfora del equilibrio. A partir de este momento, estos principios

síntesis pueden tener una aplicación más general. La construcción del conoci-

miento se extiende como una "mancha de aceite"... La idea subyacente es que

todas las formas y manifestaciones de conocimiento (el lenguaje y sus deriva-

ciones de la lectura y la escritura, el cálculo, las representaciones gráficas, el es-

Estadios piadgetianos

– Sensoriomotor (0-2 años)– Preoperacional (2-6 años)– Operaciones concretas (7-11años)– Operaciones formales (12 enadelante)

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pacio y el tiempo e, incluso, todo el conocimiento social) se desprenden de un

tronco común; existen unos mecanismos básicos que sirven para construirlo

en todas y cada una de sus facetas. El dominio cognitivo es genérico, según Piaget.

Por diferentes vías, la psicología ha llegado a la conclusión de que el principio

de un dominio cognitivo genérico es insostenible, tema que ya ha sido seña-

lado por lo que respecta al lenguaje. Experiencias controladas y observaciones

cotidianas demuestran que un mismo niño, que para resolver un tipo de pro-

blema pone en juego una manera de discurrir determinada, fracasa en otros de

tipo análogo que exigirían aplicar la misma manera de discurrir (y que antes

ha sabido aplicar). Piaget introdujo aquí la noción de desfase (décalage). Una

segunda vía ha sido la de las experiencias que nos hablan del hecho de que

la mente funciona por secciones, es decir, los fenómenos cognitivos se ubican

en dominios que son diferentes por lo que respecta a su manera de operar y

relativamente independientes entre sí.

Se establece la polémica de si estos dominios cognitivos son los que la psicolo-

gía cognitiva, siguiendo a Fodor (1985), identifica como módulos de la mente.

Annette Karmiloff-Smith, en su libro Más allá de la modularidad (1994), esta-

blece decididamente una distinción entre módulos y dominios mentales. El

dominio es un constructo para representarnos el funcionamiento de la men-

te; los módulos son instancias de soporte neuronal de proceso. Un dominio

puede, por tanto, integrar unos cuantos módulos.

Por ejemplo, el dominio de la percepción probablemente se establece sobre diferentesmódulos. En particular, la percepción de la profundidad se articula según tres módulosque se ponen a punto sucesivamente entre los tres y los seis meses: el de la informacióninherente al movimiento (colisión por aproximación, cambio de paralajes), el de la dis-paridad binocular y el de los índices de perspectiva (Yonas y Granrud, 1985).

Esto plantea el problema crucial (aún por resolver) de cómo se integran las

producciones u outputs de cada módulo en los niveles superiores de procesa-

miento mental.

La concepción mental según módulos y dominios se prodiga en consecuencias

teóricas y prácticas. Para empezar, se rechaza la idea piagetiana del desarrollo

de la mente (o de la inteligencia) como proceso global con unas etapas (estadios)

correspondientes. La especificidad y el tiempo del desarrollo cognitivos se dan

dentro de cada dominio; sin embargo, al mismo tiempo existe una conexión

entre los dominios de manera que la mente actúa con coherencia. Esta visión

se aproxima más a la experiencia cotidiana que la que propuso Piaget: de he-

cho, existen niños que son brillantes en alguna habilidad motriz, perceptiva,

espacial, de expresión verbal o de creatividad, etc., sin que destaquen en el

resto de las exigencias escolares. Antes de introducir esta nueva concepción

del desarrollo mental vamos a exponer la que estableció el mismo Piaget.

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1.3. El período preoperacional de Piaget

La tesis de Piaget sobre el desarrollo cognoscitivo del niño entre los dos y los

seis años es que, en este período, todas las manifestaciones de la psique infantil

están impregnadas por su egocentrismo. El niño no posee un yo consciente

que le haga sentirse diferente de lo que existe fuera de él (el universo de cosas

que ve, toca y sobre las que actúa). Ahora bien, es necesaria la contraposición

entre yo (sujeto observador) y todo lo que se encuentra fuera de éste como base

de la objetivación de la realidad y, a la larga, del pensamiento adulto (hacia el

que se dirige el progreso intelectivo del niño). Piaget llegó a esta tesis a partir

del estudio minucioso de lo que denomina el "pensamiento espontáneo" de los

niños, el que surgía cuando los niños de párvulos conversaban con él. Piaget

escuchaba cosas tan curiosas como que el "pensamiento se encuentra en la

boca (no en la cabeza)", que los nombres son parte esencial de las cosas (por

tanto, no se pueden cambiar sin que la cosa deje de ser lo que es...), que con sus

gestos y pensamientos pueden conseguir realidades (magia), que los árboles y

las montañas están penetradas de intenciones y sentimientos (animismo), etc.

Aquí os presentamos una de estas conversaciones. Piaget pregunta a los niños: "¿Dóndese encuentran los nombres de las cosas?". El niño a quien se lo pregunta (de cinco añosy tres meses) empieza a decir que "un nombre sirve para nosotros, para nombrar, paracuando nos quieren hacer ir". El entrevistador: "¿Y dónde se encuentra el nombre delSol?". El niño: "Arriba, en el cielo". El entrevistador: "¿Dónde?". El niño: "En el Sol". Elentrevistador: "¿Y tu nombre dónde está?". El niño señala su pecho: "Aquí". Enseguida,y en relación con la montaña, Salève dice que el nombre de Salève es Salève "porque enella se puede caminar por encima". El entrevistador: "¿Por encima de qué?". El niño: "porencima del nombre".

El diagnóstico de Piaget, para todas estas ideas divertidamente infantiles, fue

que la mente del niño es un caos de confusión. No distingue los fenómenos

psíquicos –que se establecen en la mente– de los fenómenos materiales que se

establecen en el mundo de la naturaleza. No sabe qué es "tener un punto de

vista propio" (porque no posee conciencia de yo, porque confunde lo que es

psíquico con lo material) y cree que "todo el mundo piensa igual"; es como si

los demás no tuvieran sus puntos de vista y, obviamente, si no existen otros

puntos de vista, no tiene sentido ponerse a ello. Piaget dice que el niño es muy

sensible a la vida afectiva, que es muy observador, pero muy poco consciente

de su propio yo; para él, cada uno de sus pensamientos es "alguna cosa" objeti-

va y cada uno de sus sentimientos es común a todo el mundo. El pensamiento

egocéntrico es de un nivel aún más rudimentario; él lo denomina (de mane-

ra condescendiente) intuitivo. Es un pensamiento prelógico y semisimbólico

(términos a los que recurre Piaget) que regula sus actividades mediante la per-

cepción inmediata de la situación.

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Piaget ilustra sus proposiciones con los ejemplos clásicos de conservación que extraede su trabajo con A. Szeminska sobre la génesis del número en los niños. Los niños –de cuatro y cinco años– van introduciendo, una por una y de manera alternativa, unaspiezas para hacer collares, unas de color rojo y otras verdes, en dos recipientes iguales. Elexperimentador les pregunta qué pasaría si trasladasen las piezas a otro recipiente másestrecho pero más alto; o, puestos a fabricar un collar, cuál sería más largo cuando seextrajeran las piezas de ambos recipientes. Los pequeños se contradicen continuamente,no demuestran tener ni idea de la biunivocidad de los conjuntos. Piaget comenta: "Elnivel diferente (uno más alto que el otro) o la estrechez de la columna engaña a los niños.No se trata de ilusiones perceptivas, sino que es un efecto de una construcción intelectualcompleta". (Piaget. La psychologie de l'intelligence, pág. 40. París: Armand Colin, 1967.)

Piaget concluye:

"El pensamiento intuitivo es una simple prolongación de la inteligencia sensoriomotora[...]. Es un pensamiento en imágenes, aunque más refinado que el de aquel período. [...]Sus limitaciones son claras: construye relaciones, pero no las puede recomponer entresí; no consigue la reversibilidad, dado que cada acción, traducida en simple experienciaimaginada, la concibe en un sentido único. Se centra en una sola configuración percepti-va, la única que asimila. Esto provoca la deformación o la supresión de las otras configu-raciones perceptivas (ausencia de transitividad) y la asociatividad (dado que las relacionesdependen del camino que el pensamiento recorre para elaborarlas). Y si no existe unacomposición transitiva, reversible o asociativa, no hay manera de asegurar la identidadde los elementos ni su conservación." (Piaget, 1967, pág. 148)

Recordemos que, para Piaget, el desarrollo inteligente es un juego de transfor-

maciones internas originadas, fundamentalmente, por la necesidad orgánica

de "comerciar" con el medio externo. El niño se abre hacia afuera como el

capullo de una flor o como un insecto cuando rompe su crisálida, pero todo

se realiza en el interior. Se organiza la actividad él mismo (autoorganización,

en definitiva) gracias a que los esquemas se combinan, se disocian, se encade-

nan, etc. La asimilación que demuestra el niño en su desarrollo, entre tres y

siete años, es, por un lado, muy intensa (busca, explora, pregunta, etc.) pero,

al mismo tiempo, deforma la realidad. Esto es debido a que este pensamiento

está centrado en sí mismo, girado "hacia dentro", no suficientemente acomo-

dado a los datos de "allí fuera". Piaget atribuye al niño una modalidad de pensar

autóctona, para decirlo de alguna manera, generada por el binomio acción +

representación. Un pensamiento que surge espontáneamente (sic) en la mente

del niño, cuya naturaleza "autística" se deja entrever en su habla.

Piaget vio confirmadas sus ideas al observar que, cuando un niño se dirige a

otro, no se escuchan, cada uno es radicalmente incapaz de situarse en el punto

de vista del otro. Su conversación es el monólogo de cada uno. Piaget considera

que el niño no coordina sus "esquemas mentales" (sus ideas primitivas) con

las ideas del interlocutor.

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Piaget narra muchos casos (situaciones que él propone a los niños) que resaltan esta di-mensión del egocentrismo infantil. A continuación, añade experiencias controladas paraasegurarse de esto. Una de las más conocidas es el "problema�de�las�tres�montañas" (untema accesible a los niños de un país alpino, como Suiza...). Piaget presentaba a los niñosuna maqueta con tres montañas; en la cima de cada una puso una señal distintiva. Unacruz, una casa y nieve. Pidió a los pequeños que las reconocieran cada una por su señal.A continuación, les hizo considerar que existían otras personas que vivían detrás de lasmontañas (en la parte opuesta a Ginebra). ¿Cómo –en qué orden– verían estas personaslas tres cimas? Una buena parte de los niños afirmaron que las tres montañas se veíanen la misma posición relativa, tanto "desde Ginebra" (donde realmente se encontraban)como "desde la parte opuesta" (adonde se tenían que trasladar con la imaginación y po-nerse en la posición de los paisanos del lugar). Es difícil para los niños, concluye Piaget,adoptar el punto de vista de los demás, condición que es necesaria para un mínimo en-tendimiento mutuo.

No obstante, para Piaget esta coordinación de las ideas (compartirlas, por ru-

dimentarias que sean) es la piedra que toca a la inteligencia. En eso, cierta-

mente, estamos plenamente de acuerdo en la actualidad. El niño accede al

significado por esta vía. Sin embargo, la inteligencia a la que se refiere Piaget

es la que se exhibe en la lógica; sostiene que surge cuando se consigue, en el

dominio de la mente, la misma coordinación y flexibilidad que han adquirido

los esquemas en el dominio de la acción material. La aparente incapacidad

de diálogo que presenta el niño comporta una depreciación curiosa por parte

de Piaget: en esta fase el niño todavía no es social. Se encuentra encaminado

a serlo, pero sólo en el momento en que el intercambio dialogado por el len-

guaje entre plenamente en vigor será auténticamente social, ya que sólo en

ese momento será capaz de "participar de la vida interior del otro". Para Pia-

get, la fase del "niño preguntón" es decisiva en este proceso de socialización

de su pensamiento: la orientación hacia el mundo exterior –intrínseca a su

naturaleza orgánica– empieza a ser permeable en el pensamiento adulto y, por

eso mismo, la regula. Gracias a esta orientación, el pequeño desembarca en la

realidad. Piaget apunta aquí que el niño se liberará del egocentrismo a medida

que aprecie los conflictos entre sus puntos de vista y los de sus interlocutores.

Es una vía social y comunicativa que Piaget no se dedicó a explorar; prefirió

utilizar mecanismos de regulación inherente a la acción que describiremos en

el siguiente apartado. Ha sido recuperada a partir de los años setenta por al-

guno de sus colaboradores (Doise, Mugny, Perret-Clermont) y ha constituido

una rama fecunda en el análisis de cómo influyen los procesos de interacción

social decisivamente en los avances cognitivos. Este tema lo recuperamos en

el apartado 1 del módulo "Desarrollo socioafectivo en niños de 2 a 11 años".

Concluiremos con un comentario que suele acompañar de manera indefecti-

ble a los muchos que se han establecido sobre el egocentrismo del niño de

tres a siete años y que se trata de una caracterización de aquel pensamiento

por defecto, es decir, por lo que le falta si se le compara con el pensamiento

adulto. En este aspecto, Piaget es intrépidamente fiel a su visión retrospectiva

del desarrollo: el punto de referencia es el discurso lógico y objetivo del adul-

to; las etapas infantiles previas son "de paso", sufren muchos defectos y sólo

tienen sentido "con vista a" la meta definitiva. Piaget ve progresar al recién

nacido en período sensoriomotor y en el preadolescente a marchas forzadas;

en cambio, en este período intermedio, el niño se queda anquilosado y pugna

Ved también

Sobre la emergencia de los sig-nificados podéis ver el aparta-do 3 del módulo "Desarrollosocial, afectivo y comunicati-vo durante los dos primerosaños".

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© FUOC • PID_00274910 15 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

exclusivamente para deshacerse de la "cáscara" del egocentrismo que le impide

expandir su inteligencia. Es como una fase de latencia que Piaget ha devaluado

sin demasiadas contemplaciones.

1.4. ¿Es realmente egocéntrico el niño de los dos a los seis años?

Es justo reconocer, antes de discutir las conclusiones de Piaget, que las obser-

vaciones y conversaciones que él mismo transcribe con los niños justifican

muy bien, dentro de su teoría, que se les tilde de egocéntricos. Sólo observacio-

nes nuevas, análogas y paralelas, orientadas por su "espíritu", pero libres de su

encorsetamiento teórico, pueden corregir este punto de vista (o reafirmarlo).

Desde los años setenta una pléyade de psicólogos se ha dedicado a replicar las

experiencias que Piaget realizó con niños de tres años en adelante, lo que ha

permitido matizar muchas de sus conclusiones. Entre otras cosas, se ha revi-

sado a fondo la imagen del niño egocéntrico.

En el libro La mente de los niños (1978), Margaret Donaldson –gran simpatizan-

te de Piaget– describe una serie de experiencias ingeniosas, realizadas por ella y

sus colaboradores con niños de la misma edad que la de los interlocutores que

Piaget utilizó en los años veinte; todas éstas utilizan una imagen bastante más

optimista de sus capacidades de discurrir. Con anterioridad, hemos aludido al

problema de las tres montañas donde Piaget extrae la solemne conclusión de

que el niño es incapaz de situarse en el "lugar" del otro y transmitir cómo le

aparecen las montañas. M. Donaldson concibe un problema análogo en forma

de historieta en el que un guardia persigue a un niño que ha cometido una

fechoría; el chico corre para esconderse detrás de unos muros colocados en

forma de cruz. Dependiendo de cómo se coloque el policía, el niño tiene que

buscar el lugar donde no le pueda ver (ved la figura de la página siguiente).

Los niños aciertan muy bien dónde se ubicarían ellos para no ser capturados

si fueran el niño que persigue el "poli". Es decir, son totalmente capaces de

ponerse en el punto de vista de cada uno de los personajes de la historieta.

El comentario que realiza Margaret Donaldson es que el problema de las tres

montañas es demasiado abstracto y lejos de los intereses de los niños; en cam-

bio, ¿qué niño no ha hecho alguna vez "una de las suyas" y se ha escondido

para no ser castigado? En este ejemplo, los motivos y las intenciones de los

protagonistas son transparentes para los pequeños. La situación posee sentido

para ellos. Al final, Margaret Donaldson defiende la idea de que también el

adulto que mantiene una conversación con los niños se tiene que poner en

el punto de vista que tienen ellos (y hacer referencia a sus motivos, sus expe-

riencias reales), para que le comprendan. Si no lo hace, puede ser que sea tan

egocéntrico como los pequeños.

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© FUOC • PID_00274910 16 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Esquema de la experiencia de la policía y el chico para evaluar la capacidad de ponerse en el punto de vista del otro (M.Donaldson, 1978).

En otra experiencia, Piaget presenta a niños preoperacionales unas flores (na-

turales o dibujadas) de colores: casi todas rojas y unas cuantas azules. Les pro-

pone hacer dos ramos, pero antes les pregunta: "Si en el primero pongo las

flores rojas y en el segundo las flores, ¿cuál será más grande?". Hasta los seis

o siete años, los niños suelen contestar que el de las flores rojas. Si lo enun-

ciamos en términos abstractos, Piaget pregunta cuál es más grande: el todo

(las flores) o las partes (las flores rojas). Piaget considera que la causa del error

infantil es el hecho de que los niños no son capaces de tener presente simul-

táneamente la totalidad y una de sus partes: al separar una parte del todo, ya

no la conciben en relación con el todo. Margaret Donaldson vuelve a plantear

el mismo problema en otros escenarios. Uno de ellos consiste en cuatro vacas

echadas en un prado haciendo la siesta; tres de ellas son negras y una blanca.

La adivinanza consiste en saber si hay más vacas negras que vacas "durmien-

do". La mitad de los niños (de entre 3,3 y 5,3 años) contestaron perfectamente,

mientras que menos de la tercera parte acertaron la pregunta calcada sobre la

fórmula de Piaget: "¿Hay más vacas negras?". En otra experiencia parecida, les

presenta a los niños un dibujo en el que hay –en la misma línea horizontal–

una mesa, a pocos "pasos" una silla y unos "pasos" más lejos un osito que quiere

alcanzar la silla y sentarse delante de la mesa. Los "pasos" están indicados con

unos círculos. La pregunta sería en este caso si el osito tiene que dar más pasos

para llegar a la silla o a la mesa. Dos terceras partes de los niños contestaron

correctamente a esta pregunta, que es idéntica a la de Piaget, pero con una

visualización que parece más asequible para la mente de los niños.

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© FUOC • PID_00274910 17 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Las experiencias�de�Donaldson�incluyen muchas más preguntas alter-

nativas. Los resultados son concluyentes, no sólo en relación con el he-

cho de que los niños son capaces de ponerse en el punto de vista de sus

interlocutores y que, en su razonamiento, coordinan las paredes, sino

de alguna cosa más inesperada e interesante: la manera de formular el

problema puede ser decisiva a la hora de enfocar su solución.

1.5. Estructuras, estrategias y esquemas interpretativos

El contraste entre el éxito de los niños de Margaret Donaldson y el fracaso de

los de Piaget nos ofrece dos temas de discusión. El primero está relacionado

por derecho con el núcleo de la teoría de Piaget: es la noción de estructura

y el papel central que él concede a las estructuras en la explicación de cómo

se desarrolla la inteligencia. El segundo tema es el del contexto�mental� y

comunicativo en el que las personas (niños o adultos) ven cualquier problema

que se les proponga, contexto o hilo conductor que guiará su resolución.

No es difícil apreciar que el problema de las tres montañas y el del chico per-

seguido por el policía son equivalentes: en los dos se trata de "ponerse en el

lugar del otro" (de imaginarse en la misma ubicación y, en cierta manera, adop-

tar también la misma actitud). Sucede lo mismo con los problemas de los ra-

mos de flores y el de las vacas o el del osito. Piaget diría que las dos series,

cada una por su lado, disponen de la misma estructura subyacente. Una de sus

tesis siempre fue que para resolver uno de aquellos problemas (en cualquiera

de sus variantes: montañas/policía o flores/vacas/osito) tenía que entrar en la

estructura profunda, la que, una vez asimilada por la mente, el niño aplicaría

para resolver otras variantes sin dificultades añadidas. De este modo, la estruc-

tura del problema de las flores constituye la relación entre un conjunto y su

subconjunto. La mente que así lo capta, no duda nunca en afirmar que el nú-

mero de elementos del subconjunto es más pequeño que el del conjunto total

(o viceversa). Por lo tanto, cuando nos encontremos con las vacas o el osito

caminando hacia la silla y la mesa, la mente que ha resuelto el problema de

los ramos, primero capta la estructura interna: subconjunto ⊂ conjunto. En-

seguida aplica férreamente el principio que le guió con anterioridad y que es

totalmente general "todo conjunto es más grande que cualquier subconjunto"

o bien "el todo es más grande que una parte".

Las experiencias de Margaret Donaldson (y muchas más) demuestran que la

generalización de una estructura no es un asunto trivial. En otras palabras, que

el hecho de descubrir una misma estructura-núcleo en situaciones tan alejadas

las unas de las otras, como las que se han citado con anterioridad, es una tarea

ardua, tanto como puede serlo adivinar quién es quién debajo de la máscara

en un baile de disfraces. En consecuencia, es muy discutible que la aprehen-

sión de una estructura determinada a partir de un caso posea la clave de la

resolución de cualquier otro problema que la contenga. Dicho de otra mane-

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© FUOC • PID_00274910 18 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

ra: tratándose de niños, la formulación de un problema no es nunca neutral:

siempre influye en su manera de acceder a la estructura subyacente. Esto no es

ningún secreto para el profesor de matemáticas que lucha para que los niños

consigan convertir el texto de un problema en una ecuación del tipo Ax + B =

C; una�vez�se�ha�conseguido,�aislar�la�x�se�convierte�en�una�rutina.

El segundo tema que se tiene que tratar hace referencia al texto de los proble-

mas que Piaget y Donaldson –cada uno por su lado y a su manera– proponían

a los niños. Es bien conocido que cualquier texto necesita el contexto y que

el juego entre ambos –texto/contexto– es la clave de la interpretación del pro-

blema: no sólo de sus datos, sino también de los propósitos que un interlo-

cutor presta al otro cuando se lo propone. Cuando se insta a justificar la res-

puesta, el niño que ha contestado en el problema de las flores "Hay más flores

rojas" (aunque es evidente que hay más flores que flores rojas), su respuesta es

"Hay más flores rojas que azules". El sesgo que se ha dado a la información es

formidable. Probablemente resultan inconcebibles para el universo mental del

niño cuestiones como las de "Hay más flores que flores rojas" o "Hay más vacas

que vacas negras". El lector, entonces, quizá se pregunta por qué la alternativa

de "¿Hay más vacas que vacas durmiendo?" o "¿Dará más pasos el osito hasta

la mesa o hasta la silla?" es, sin embargo, más asequible. Lo que pasa es que

se introducen contrastes perceptivos que centran mejor la atención del niño

en el texto.

En otra investigación del grupo de Margaret Donaldson aparece aún más claro el papelque realiza la interpretación del texto y cómo ésta va muy ligada al universo mental delniño. Presentábamos a los niños unos coches delante de unos garajes. Colocaban loscoches uno en cada garaje (quedaba un garaje vacío) y preguntaban a los niños "¿Todoslos coches están en el garaje?". De manera sorprendente, muchos respondían que no.Buscando la razón, se llegó a la conclusión de que, dado que aún había un garaje vacío,un coche no había llegado todavía a casa y, por lo tanto, no�todos los coches estabanen el garaje... En otras palabras, los niños pensaban en las personas que llegan a casa porla noche y lo primero que hacen es meter los coches en el garaje. Ésta era para ellos laúnica explicación plausible de un garaje vacío (no se construye un garaje para que noentre ningún coche...).

La conclusión final es que los niños interpretan�las�preguntas�de�los�investi-

gadores y las contextualizan de acuerdo con sus experiencias y conocimientos

sociales. También interpretan los propósitos del interlocutor adulto cuando les

propone "problemas", "adivinanzas", "juegos" (o como se quiera denominar;

ninguna de las actitudes que se encuentran detrás de este vocablo es neutra).

Si, además, el lugar de la conversación es la escuela, difícilmente el investiga-

dor se escapa de ser visto como una réplica del profesor. El niño responderá (o

no) y se representará aquella situación como un examen, un pasatiempo, una

adivinanza, etc., pero en cualquier caso, una situación en la que su prestigio

está en juego. A la hora de discurrir, es tanto o más importante que la mate-

rialidad del texto el hecho de imaginar qué respuesta tiene ya el interlocutor.

Para el niño no existen respuestas-según-interpretaciones, sino respuestas que

quiere el adulto, que son la respuesta. No es extraño que, ante una pregunta

acertijo, los niños respondan con una contraevidencia y después confiesen

que aquello les parecía demasiado fácil para que "no hubiera gato encerrado"...

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Todo lo que hemos explicado se puede resumir afirmando que el niño (como el

adulto) se vale, en cada una de las situaciones descritas, de sus conocimientos

previos en el dominio donde la situación se ubica (por ejemplo, los garajes).

Se acepta que tales conocimientos se encuentran organizados en esquemas in-

terpretativos. Éstos pueden ser "guiones de actuación" que rigen las situaciones

concretas (el padre llega por la noche, mete el coche en el garaje, después en-

tra en casa); pueden ser "planes de acción" justificados habitualmente en una

circunstancia determinada (el profesor interroga para ver qué es lo que sabe

el niño). Los esquemas interpretativos son parte esencial del contexto que el

niño crea necesariamente para orientar su proceso de discurrir. Otra parte del

contexto proviene del lenguaje que introduce el tema y de la misma situación

de diálogo. Esto último significa cómo se ve cada uno a sí mismo delante del

otro. No es por casualidad que en este tipo de investigaciones con los niños no

intervengan los padres, madres o hermanos mayores. Tampoco es neutral que

se realice en casa o en un encuentro casual, en un área de ocio, en una visita

simulada o en el clásico escenario escolar. En definitiva, al mismo tiempo que

el proceso lógico, también intervienen otros procesos de relación interperso-

nal que inciden en lo lógico. Lejos de considerarlos una forma de "ruido", la

postura actual es que son determinantes respecto a la manera que el niño o

la niña tienen de discurrir. La versión sociocognitiva del desarrollo intelectual

que veremos en el apartado 2 de este módulo trata sobre este tema.

1.6. Representaciones mentales y pensamiento

Hasta aquí, gran parte de nuestra exposición del desarrollo cognitivo de los

niños de preescolar ha consistido en "discutir" con Piaget las propuestas que

nos ha dejado y la valoración que efectúa de las capacidades que tienen. A

continuación, presentaremos otros enfoques –no necesariamente incompati-

bles con la teoría de Piaget– que ofrecen una perspectiva más optimista del

desarrollo del pensamiento en la edad preescolar. Es una visión que no recurre

al concepto piagetiano de operación y, por tanto, no califica al niño de entre

dos y seis años de preoperacional, sino que estudia el desarrollo de su capaci-

dad de pensar de acuerdo con las representaciones mentales.

Muchas veces el hombre cotidiano y, por descontado, el filósofo, el psicólogo

y el pedagogo se preguntan "¿qué es pensar?". En la búsqueda de una respues-

ta adecuada empiezan a pensar "qué es pensar", etc. (Es quizá la manera más

inequívoca de hacer patente el proceso recursivo que comporta el desarrollo

del pensamiento.) Muchas de las "definiciones" de lo que es pensar se podrían

sintetizar afirmando que pensar es manejar/operar con representaciones men-

tales. Las corrientes modernas de psicología cognitiva prefieren la expresión

de computar representaciones mentales.

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© FUOC • PID_00274910 20 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

En 1996 se celebró el centenario del nacimiento de Piaget. Algunas escuelas de Ginebrase reunieron para tal efeméride e incitaron a los niños y a las niñas a expresar a su ma-nera "¿Qué es pensar?" ("Qu'est-ce qui se passe par la tête quand je pense?"). La exposiciónde sus trabajos, paralela a los congresos internacionales, le hubiera encantado a Piaget...Los niños crearon una colección de dibujos de una gran riqueza y colorido en los quese reflejaba claramente la influencia de las representaciones actuales sobre la actividadmental. La idea central y generalizada es la del procesamiento: unos lo representan me-diante un duende dentro de la cabeza que aprieta los botones en un tablero, tiene fiche-ros, etc. La información se transmite por tuberías, redes o por mensajeros. Las ideas decircuito con entradas y salidas, control, almacenaje, distribución se ven plasmada de ma-nera muy imaginativa. Pensar es dar un tiempo de pausa. El pensamiento se manifiestaen la palabra (circuitos con salida en la boca), la solución de problemas es una "ilumina-ción" (bombillas que se encienden). En una palabra, los niños conciben la existencia deuna "maquinaria" mental que se activa, que produce (procesa), cuyos productos son elsaber (escolar) manifiesto.

En el apartado 6 del módulo "Desarrollo psicobiológico" tratamos el tema de

las representaciones mentales. Es importante advertir que las RM no son en-

tidades genéricas, un instrumento indiferenciado que utiliza la mente, sino

que tienen/adquieren una especificidad según los dominios de actividad mental:

existen tipos motor, lingüístico, espacial, numérico, etc. Por lo tanto, todo lo

que afecta a lo que hemos denominado (casi coloquialmente) de "manejo" u

"operaciones" con las RM se debe entender dentro de cada dominio. De todas

maneras, ésta no es una proposición absoluta: coexiste una sectorialidad en

el desarrollo de las capacidades mentales con operaciones generales que, por

ejemplo, permiten el trasvase de representaciones de unos dominios a los otros

(sin ir más lejos, las que permiten verbalizar ideas...).

¿Cómo actúa y progresa la mente en el "manejo" de las RM, para constituir el

pensamiento? Annette Karmiloff-Smith (1994) nos ofrece una visión sugestiva

que tiene puntos de conexión con la visión tradicional de Piaget, aunque, en

conjunto, es otra teoría diferente a la del maestro de Ginebra. Karmiloff-Smith

establece como proceso mental básico, dentro de cada dominio, lo que ella

denomina redescripción de las representaciones mentales.

La redescripción de las RM es un proceso recursivo por medio del cual

las mismas RM se reelaboran en diferentes niveles, se convierten en fle-

xibles progresivamente, generales, se hacen accesibles a la conciencia y

llegan a ser enunciables y comunicables mediante el lenguaje.

Karmiloff-Smith postula cuatro fases en este trabajo progresivo de la mente

para redescribir (reelaborar) las mismas representaciones en cada dominio. En

cada fase sucesiva, una misma representación puede adoptar formas diferen-

tes. Veámoslo con varios detalles.

Fases de redescripciónrepresentacional

Fase 1: RM implícitosFase 2: RM explícitosFase 3: RM explícitos conscien-tesFase 4: RM explícitos enuncia-bles a través del lenguaje

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© FUOC • PID_00274910 21 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

En�la�fase�1, el niño sólo tiene, en cada uno de los varios dominios de la mente,

lo que Karmiloff-Smith denomina representaciones implícitas. Se refiere a repre-

sentaciones de procedimientos o formatos de tipo "acción sensoriomotora".

Son pequeños montajes de actividad sobre los objetos o de reconocimiento

de prototipos, como los que estudió Mandler (1992). Constituyen miniprogra-

mas de acción aislados (sin conexión mutua) que permiten al niño pequeñas

actuaciones rápidas y ajustadas ante ciertos estímulos aunque su conducta,

considerada globalmente, es muy flexible. La representación que poseen los

niños pequeños de ciertas rutinas interactivas como el juego del "cucu-tras" o

bien la que adquieren, un poco más tarde, de cómo debe funcionar la televi-

sión, el ordenador o una consola de videojuegos, pueden servir de ejemplo en

el niño pequeño, pero existen reminiscencias de esta fase a cualquier edad, por

ejemplo, cuando alguno trata la resolución de un problema visual y manual

de encaje de piezas.

En�la�fase�2, estas RM implícitas empiezan a ser explícitas. Las RM que se en-

contraban en el nivel 1 son sometidas a un proceso de codificación que las

transcribe a otro formato. Los vocablos subrayados exigen un comentario. Em-

pezando por el segundo –el nuevo formato– Karmiloff-Smith considera que

las antiguas se van deshaciendo de muchos de sus detalles circunstanciales y

se condensan en un núcleo de la representación que hace posible establecer co-

nexiones con otras del mismo tipo; de este modo, queda abierta la vía a trans-

laciones/transformaciones de estas primeras representaciones explícitas y la

mente gana flexibilidad. Las RM del nivel 2, almacenadas con procedimientos

o con conceptos, sirven al sistema de acción, pero no son accesibles a la cons-

ciencia (y mucho menos al lenguaje). En otras palabras, los niños saben hacer

muchas cosas, pero no saben que las saben ni cómo han llegado a saberlas. Por

lo que se refiere al segundo aspecto –la redescripción en sí– se podría concebir

como que la mente del niño se dota de un "programa de tratamiento de datos

acumulados en el nivel 1". Es algo que recuerda lo que Fodor ha denominado

el lenguaje del pensamiento. Sea cual sea la naturaleza�cognitiva�del�"progra-

ma"�de�redescripción y cómo aparece "instalado" en la mente, lo que interesa

subrayar es que aquélla, como dice Karmiloff-Smith, permite al niño y al adul-

to reelaborar reiteradamente el conocimiento propio. Es, en este sentido, un

mecanismo básico de desarrollo.

En�la�fase�3, las representaciones explícitas del precedente empiezan a ser ac-

cesibles a la consciencia; ésta las toma gracias al "lenguaje interno" o lenguaje

del pensamiento, pero quedan circunscritas en el espacio mental. No son enun-

ciables mediante el lenguaje propiamente dicho. Esto se da finalmente en la

fase�4. Aquí se plantea la conexión o engranaje entre el lenguaje interiorizado

del que habla Vygotsky y el lenguaje del pensamiento que se postula que opera

en la mente, un tema que todavía se tiene que estudiar.

Insistiremos, una vez más, y con la intención de desterrar la idea de estadio

global piagetiano, que las fases de redescripción que sufren las RM tienen lu-

gar dentro de cada dominio cognitivo. La manera como se instauran las RM fun-

Ved también

Sobre las representacionesmentales y el origen del cono-cimiento podéis ver el aparta-do 6 del módulo "El desarrollopsicobiológico".

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© FUOC • PID_00274910 22 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

damentales –las que constituyen la fase– es un tema típico de la Psicología

del desarrollo: algunas pueden tener un componente innato intenso, otras se

pueden configurar por un proceso epigénico (de transacción con el entorno,

fuente de "perturbaciones" que obligan al sistema a cambiar de estado, y éste se

traduce en la adquisición de una RM). Debido a que aquí también interviene

la madurez (cerebral, perceptiva, motriz, laringobucal, etc.), cada dominio "se

pone en marcha" en el momento adecuado, lo que sorprende: los niños, por

ejemplo, inician su desarrollo lingüístico aproximadamente a los dieciocho

meses, pero el de la lectura y escritura lo hacen a partir de los cuatro o cinco

años.

Karmiloff-Smith ha establecido esta teoría según unos análisis ingeniosos so-

bre cómo resuelven un problema los niños de diferentes edades (encontrar

el equilibrio de unos bloques con su masa distribuida de manera desigual) y

otros trabajos sobre el desarrollo del lenguaje. Defiende sus conclusiones al

interpretar otros avances cognitivos de los niños, objeto de investigaciones

recientes, dentro de las premisas de la teoría de la redescripción. Estas ideas

son aplicables no sólo a los típicos "problemas" escolares, manipuladores o de

matemáticas, sino a cualquier problema de la vida real y de relaciones inter-

personales. El ejemplo de la niña que daba a su amiguito unas "reglas" de com-

portamiento con sus padres, para conseguir sus caprichos puede ser interpre-

tado como que la niña ya tiene a los cinco años una RM de un procedimiento,

explícita y verbalizable.

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2. El desarrollo cognitivo en niños desde los siete añoshasta la preadolescencia

Dentro de la perspectiva sistemática que preside esta exposición del desarro-

llo, se ha insistido en los fenómenos de intercambio que el niño (y cualquier

ser vivo) realiza con su entorno. También ha quedado establecido que todo

intercambio, toda "perturbación", induce a transformaciones en el sistema. En

términos piagetianos, el input o "perturbación" que le llega desde fuera provo-

ca una asimilación; se da un proceso de elaboración interna que produce "co-

nocimiento" del entorno. En este apartado continuamos el estudio de cómo

los niños y las personas en general desarrollan sus capacidades de compren-

sión de los fenómenos externos gracias al hecho de que consiguen una mayor

adaptación. Es el tema del desarrollo del conocimiento o de la inteligencia. Es

casi obligado iniciarlo con la aportación clásica de Piaget sobre las capacida-

des operatorias que el niño estrena aproximadamente en estas edades. A con-

tinuación, ofreceremos una visión de otras teorías, más recientes, del desarro-

llo de la inteligencia inspiradas en la corriente del procesamiento de la infor-

mación. Concluiremos con los denominados neopiagetianos que constituyen

un "puente" entre estas últimas y la teoría del maestro de Ginebra.

2.1. Piaget: el período de las operaciones concretas

En torno a los seis o siete años se produce, según Piaget, un cambio cualitativo

en la mente del niño. Emerge una nueva modalidad de "actuar" mentalmente

que se denomina operaciones concretas. No es fácil ofrecer una definición intui-

tiva de lo que Piaget entiende por operación. Con tal de aproximarnos a ésta

utilizaremos una de sus clásicas "pruebas".

En el apartado anterior ya hemos hablado de las pruebas de "conservación". Se refierena ejercicios que propone Piaget a los niños, como el siguiente. Se les presenta una co-lección de vasos cilíndricos de diferentes alturas y diámetros de base, pero de la mismacapacidad. Se llena uno de líquido y le hacen que echen una bebida sabrosa en otro vasoidéntico para que los niños aprecien que "todo continúa igual" (se "conserva" la canti-dad de bebida). Una vez los niños están de acuerdo en el hecho de que, al tratarse derecipientes iguales, el trasvase no produce ningún cambio (la cantidad de la bebida esla misma), se les hace que echen la bebida en otro vaso, del mismo volumen, que seamás alto aunque más estrecho. La pregunta es entonces: "¿Cuál de los dos vasos contieneahora más bebida? ¿Si puedes escoger entre los dos, cuál escogerías?" Hasta los seis añosaproximadamente, los niños responden casi de manera invariable que se quedarían conel vaso más alto. Se realizan unas pruebas análogas con plastilina. Primero, se hacen bolasdel mismo volumen, se comparan, se convencen de que son iguales y, enseguida, una delas bolas se convierte en "salchicha". La pregunta otra vez es: "¿En cuál de las dos –bolao "salchicha"– hay más cantidad de pasta? De nuevo, los niños más pequeños se dejanseducir por la dimensión longitud y responden que en la "salchicha".

Piaget estableció otras pruebas de conservación, pero estas dos reflejan muy

bien esta cuestión. Veamos ahora el trasfondo de las pruebas, es decir, la idea

científica que las justifica. El trasvase es una operación tanto en el sentido

vulgar de la palabra, como en el sentido geométrico de trasladar una entidad

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© FUOC • PID_00274910 24 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

que ocupa un lugar en el espacio a otro lugar. En geometría, las traslaciones

o desplazamientos son un ejemplo de las denominadas transformaciones apli-

cables a un cuerpo y éstas pueden cambiar –o no– alguna de las propiedades.

Por ejemplo, a una circunferencia se le puede aplicar una transformación que la

"deforme" y la convierta en una elipsis o viceversa. La traslación de un cuerpo

(sólido) en el espacio no produce cambios de forma ni de volumen. En este

caso, se considera que estas magnitudes permanecen invariantes. Concebidas

desde este ángulo, las pruebas de Piaget tratan de adivinar si los niños conci-

ben determinadas magnitudes como invariantes cuando se les aplica una transfor-

mación. Por último, notamos que la noción de transformación se tiene que

entender en dos planos: el visible (la manipulación que realiza el niño con el

líquido) y el de la abstracción (qué es lo que no cambia en cualquier manipu-

lación de este tipo: invariabilidad). Cuando la mente del niño capta la propie-

dad típica de todo trasvase de líquidos, a saber, invariabilidad de volumen, tiene,

por tanto, una primera capacidad de operar en concreto, es decir, posee un sa-

ber práctico (lo que le permite no pasar mucho rato escogiendo entre un vaso

largo y estrecho y uno bajo y ancho: los dos contienen la misma cantidad de

líquido). El mismo Piaget dice que "una operación es, psicológicamente, una

acción cualquiera (reunir individuos o unidades numéricas, desplazar, etc.),

cuya fuente es siempre motriz, perceptiva, intuitiva" (1964, pág. 76).

Cuando Piaget pasó sus pruebas de conservación, se encontró que, en gene-

ral, los niños más pequeños dicen que el vaso más alto contiene más bebida.

Para ellos, la magnitud en cuestión no se conserva, no captan la invariabili-

dad. Los niños más grandecitos (siete u ocho años) afirman, por el contrario,

que existe la misma cantidad de bebida en los dos vasos: la magnitud se con-

serva, captan la invariabilidad. Y, en el medio, se encuentra un grupo de ni-

ños que se muestran inseguros en su respuesta, especialmente cuando se les

hacen contrasugerencias. Es sumamente instructivo pedirles, sean cuales sean

sus respuestas, que las justifiquen. En el caso de los niños que entienden ya la

"conservación del volumen" suelen aparecer dos razones. Una es constatar que

allí no se ha añadido ni quitado nada. La segunda es invocar la reversibilidad,

o sea, que si se ejecuta el trasvase en dirección inversa, todo quedaría igual. La

tercera –la más sutil– sería razonar que existe una compensación, o sea, que

lo que la magnitud gana por un lado (altura) lo pierde por el otro (superficie

de base). Independientemente de la potencia intelectual que se encuentra en

el fondo de estos razonamientos, cualquiera de éstos es suficiente para que

el niño sea considerado un "conservador" (un calificativo que el argot piage-

tiano ha vulgarizado pero que, evidentemente, se debería sustituir, dadas las

connotaciones políticas...). De todas maneras, esta capacidad operativa estaría

más establecida en aquellos que consignan el mecanismo de la reversibilidad

o de la compensación porque sólo ellos se representan simultáneamente una

acción y a la inversa.

Ejemplo

La expresión correcta sería que"el volumen del líquido perma-nece invariante bajo una trans-formación por simple trasla-ción o trasvase".

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© FUOC • PID_00274910 25 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Lo que Piaget denomina operación implica, por tanto, una reestructuración de

la mente que incorpora el esquema de reversibilidad, esto es, la capacidad

de concebir una acción y de manera simultánea la acción contraria de modo

que, deshaciéndola, las cosas vuelven a su punto de partida. En el momen-

to en el que la mente actúa así, entiende que determinadas transformaciones

impuestas sobre entidades no hacen cambiar la magnitud considerada. Esta

nueva posibilidad no surge de repente, sino que es el resultado de la madura-

ción del pensamiento intuitivo que Piaget asigna al período preoperacional.

Éste es todavía predominantemente perceptivo, puede concebir una acción y

su contraria pero en planes sucesivos y no de manera simultánea. La entrada

en funcionamiento de las operaciones permite que el niño clasifique, serie,

mida. Estos procesos son muy potentes para organizar la realidad concreta.

Sin embargo, en un primer nivel (entre los siete y doce años) las operaciones

quedan circunscritas a esta realidad concreta: se ejecutan sobre entidades mate-

riales y no, como pasará más tarde, sobre representaciones de estas entidades

(abstracciones o proposiciones lingüísticas).

El niño que entra en el período de las operaciones concretas también traspa-

sa un grado importante en el dominio de la lógica: comprende y maneja la

inclusión. El problema del ramo de flores al que aludíamos en el apartado an-

terior es típico con respecto a esta cuestión. Lo mismo se puede decir de la

noción de número. Aunque la capacidad de los niños pequeños para establecer

correspondencias entre los elementos de los dos conjuntos (si éstos constan

sólo de dos o tres elementos) es muy primeriza, y aunque puede utilizar co-

mo etiquetas verbales los números cardinales del uno al diez también desde

muy temprano, el concepto genuino de número lo consiguen en este período

de las operaciones concretas. La razón es que para Piaget, el número emerge

como una síntesis entre la clasificación de los objetos (aspecto cardinal del

número) y la seriación (aspecto ordinal). Para la primera tienen que dominar

la relación de inclusión y para la segunda tienen que entender qué son las

relaciones asimétricas. A partir de ahora el niño puede comprender las opera-

ciones asimétricas (otra cosa es aprender de memoria las tablas de sumar y de

multiplicar, etc.).

Una de las tesis de Piaget es que la conquista que realiza el niño de la noción

de clase, de seriación y de número se produce de manera sincrónica, en una

conexión recíproca honda. Esta tesis nos permite captar lo que él entiende

por operación cognitiva (la clasificación, seriación y la aritmética lo son): una

acción interiorizada, reversible, que forma parte de un sistema de conjunto:

el mismo Piaget ofrece ejemplos de los que es "formar parte de un sistema de

conjunto": no se puede entender una relación de familia, como la del abuelo

o tío, si no es dentro de una red de relaciones de parentesco; los números no

se captan aisladamente ( el 1, el 7, el 10, etc.), sino dentro de una relación de

seriación, la de 1, 2, 3, 4, etc. Piaget concluye: "No existe ninguna operación

en un estado aislado, sino que se constituyen siempre según la totalidad de las

operaciones del mismo tipo" (Piaget, 1964/1991, pág. 77).

Las operaciones...

... permiten la clasificación, se-riación, medida, etc. para or-ganizar la realidad.

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© FUOC • PID_00274910 26 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Hace un momento hemos hablado del hecho de que la adquisición de las pri-

meras capacidades operatorias comporta una reestructuración de la mente in-

fantil. Otra manera de expresarlo es que comparten la incorporación de una

estructura mental. La noción de estructura, de la que hemos hablado en el apar-

tado anterior, es la de un modelo de comprensión/actualización aplicable a tipos

de problemas: "todos aquellos que implican un desplazamiento (transforma-

ción) en el espacio, mantienen invariable el volumen". La cuestión que se tie-

ne que aclarar es cómo los niños realizan su tipología de los problemas, lo que

les permite generalizar una operación resuelta en un caso concreto. Por ejem-

plo, es seguro que si un niño entiende que la cantidad de Fanta que hay en

dos vasos es la misma, extienda esta conclusión a la Coca-cola. En cambio, no

es lo mismo el volumen de líquidos ante el volumen de sólidos deformables

(plastilina). ¿Se trata del mismo problema para el niño? (Observad que hemos

prejuzgado la afirmativa cuando hemos introducido el concepto de volumen,

pero, ¿el niño posee este concepto?...). Lo que se debate, por tanto, es si las

operaciones que Piaget nos presenta como estructuras globales, actuaciones

dotadas de un inmenso poder de abstracción, son tan globales y tan abstractas

como él dice, o bien el niño las aplica en dominios restringidos, inconexos al

principio. Otra manera de expresar lo mismo es: ¿las operaciones son comple-

tamente independientes de su contenido (líquido o plastilina)? Por definición

sí que lo son, pero entonces el niño no entra en el período operacional, sino

mucho más tarde de los que Piaget estima, o bien tiene que añadir cláusulas

condicionantes que explican por qué los niños captan la noción de invaria-

bilidad únicamente de manera gradual. Porque está bien demostrado que, si

bien a los siete años los niños resuelven el problema de los líquidos que se

trasvasan y el de la bola de barro que se deforma, y también el de las balas

colocadas cada una en su fila, hasta los ocho o nueve años no resuelven el de

los pesos que equilibran una balanza y sólo a los diez u once años el del volu-

men de un cuerpo que se sumerge en un líquido. Numerosas investigaciones

demuestran que el conocimiento previo, la familiaridad de los materiales, etc.

inciden en el éxito de la tarea.

Ya es clásico el experimento realizado por el antropólogo Price-Williams con los niños deuna región de Guatemala, cuyos habitantes subsisten gracias a los trabajos de cerámica.Él mismo describe así el marco de sus indagaciones. "El proceso de la cerámica consisteen modelar de una forma determinada el barro en su estado natural con agua, y así sele concede un cierto grado de elasticidad hasta que el agua se evapora. Cuando el barrose expone a temperaturas elevadas, se producen cambios físicos que dan durabilidad a laforma y que producen, además, cambios de color y contextura. Desde el punto de vista delas cantidades, la misma cantidad de barro en su estado plástico original ha sufrido unatransformación de forma, textura y color. [...] Para un niño, ¿la noción de identidad delbarro permanece constante durante toda la secuencia o bien cada etapa de la fabricaciónconstituye una nueva identidad? ¿Las variaciones de color dan lugar a una noción dediferencia del mismo barro? Aquí tenemos los elementos, no sólo para conceptualizarla conservación de la sustancia sino también la del peso". Como se puede sospechar, losresultados de todos estos experimentos, realizados según el conocimiento práctico queestos niños guatemaltecos tienen con el barro, fue que muy pronto tienen una idea clarade que la cantidad de barro continúa siendo la misma a lo largo de todas las operaciones(Price-Williams,1975).

Ya hemos comentado que la noción de estado piagetiano implica que las con-

ductas variadas, que se supone que son manifestaciones del equilibrio que co-

rona un estadio, deberían emerger en sincronía. De hecho, esto no pasa así.

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© FUOC • PID_00274910 27 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Esto le llevó, por un lado, a aceptar que existían desfases y, por otro, que su

primera noción de estadio se debería interpretar de una manera más bien laxa.

Se han realizado muchas investigaciones que han tomado como punto de par-

tida los estudios piagetianos y han replicado sus observaciones y experimen-

tos. Los resultados han sido a veces satisfactorios, a veces poco convincentes.

Se tiene la impresión de que, a no ser que se apliquen las pruebas de Piaget

en condiciones estrictamente similares a las que él indica, no se puede garan-

tizar que el sujeto exhiba una determinada capacidad operativa sometida a

evaluación. Para algunos, estos trabajos invalidan la teoría piagetiana; a otros

les sugiere que, además de la estructura cognitiva, se tiene que dar entrada a

otros factores para explicar el desarrollo cognitivo.

2.2. Las teorías del procesamiento de la información

A partir de la década de los setenta, el panorama de la Psicología del desarrollo

cognitivo ha experimentado cambios notables. El estudio de la inteligencia y

su desarrollo deja poco a poco de interesarse por la manera como la mente se

dota de estructuras, preocupación principal de la teoría piagetiana, y se centra

en comprender cómo funciona, es decir, cuáles son las operaciones que ejecuta

o las estrategias que pone en juego. Este nuevo funcionalismo, como lo deno-

mina Beilin (1987) se arraiga en la tecnología informática: concibe la mente

humana como un dispositivo que almacena información y computa entidades

que reciben el nombre de símbolos. Esta noción de símbolo no tiene nada que

ver, por un lado, con los signos o prácticas sociales que constituyen lo que

hemos denominado orden simbólico (la bandera o la acción de saludar, por

ejemplo); es una manera de denominar unos entes mentales, representaciones

en definitiva, sobre las que opera el intelecto. Por otro lado, el énfasis en los

procesos provoca que se describan minuciosamente. Por esto se les ubica en

dominios mentales diferentes y detalla sus tareas (tasks) descomponiéndolas

en subprocesos sucesivos.

A grandes rasgos, éstas son las líneas que resumirían el espíritu que preside

la teorización postpiagetiana del desarrollo cognitivo. Todas ellas se engloban

dentro del marco genérico de teorías del procesamiento de la información,

aunque existan diferencias notables entre ellas. Se deben distinguir dos gran-

des líneas en la corriente del procesamiento de la información: la versión fuer-

te y la débil. La primera no sólo asume el carácter computacional de la men-

te humana, sino que dedica su esfuerzo a explicar y describir los procesos de

pensamiento que realizan los niños en la resolución de las diferentes tareas

cognitivas en forma de programas que cualquier mecanismo apto para proce-

sar y codificar la información, sea un ordenador o la mente de una persona,

puede aplicar con éxito. La versión débil (la neopiagetiana), a pesar de que

parte de los mismos postulados generales, no considera necesario incluir mo-

delos de simulación computacional. Presentaremos el marco general de la teo-

ría del procesamiento de la información y después pasaremos a exponer con

más detalles las ideas de los neopiagetianos.

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© FUOC • PID_00274910 28 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Hemos sugerido que uno de los motivos que dio alas a los psicólogos del desa-

rrollo para aceptar un enfoque de la cognición basado en la analogía entre

la mente y el computador fue la búsqueda de modelos de funcionamiento que

permitieran analizar la organización del conocimiento en términos no estruc-

turales y más concretos que los piagetianos. Los trabajos inspirados en la me-

táfora del ordenador establecen que cualquier problema que presenta la mente

humana se puede descomponer en una serie de procesos específicos que siguen un

orden secuencial hasta llegar a la resolución de la tarea. Newell y Simon fueron

los pioneros de este enfoque y su teoría del procesamiento de la información

influyó decisivamente en los trabajos que se realizaron con posterioridad en

el ámbito de la psicología evolutiva, sobre todo en los considerados de línea

"dura". Para estos autores (Simon, 1978/1984), cualquier problema se tiene

que resolver con un "encuentro" entre un sistema de procesamiento (el sujeto

procesador) y unas características del problema o tarea. En esta última existen

dos facetas: la que ofrece el enunciado del problema (ya sea uno de los típicos

de la escuela, una adivinanza, una pantalla de un juego de ordenador o una

partida de ajedrez); son los datos tal como un observador los concibe y enun-

cia. Newell y Simon a esto lo denominan ambiente de la tarea. La otra cara es

la representación cognitiva que el sujeto realiza del problema para resolverlo:

es el espacio del problema. Simon (1984) ilustra esta conceptualización con la

adivinanza de los misioneros y los caníbales.

Tres misioneros y tres caníbales tienen que cruzar un río en una barca que sólo admite dospasajeros. Si cuando se divide el grupo en el paso del río el número de caníbales es en undeterminado momento más grande que el de misioneros, se los comerán. ¿Cómo se puedehacer el transbordo para que esto no pase? Este enunciado constituye el ambiente de latarea. La manera como se lo plantea el sujeto es el espacio del problema. (El "espacio delproblema" no sería el mismo para el matemático que para los caníbales...). Esta "interfaz"entre ambiente y espacio es un problema de comunicación e interpretación. Recordadsobre este aspecto los casos que se han comentado en el apartado anterior, el de losgarajes y los coches. En la terminología de Karmiloff-Smith, el niño tiene que redescribirla representación del experimentador en la mente propia.

Newell y Simon propusieron una formalización del proceso mental en térmi-

nos de reglas de condición-acción denominado sistema de producción. Es la or-

ganización mental que el individuo pone en marcha cuando se enfrenta a un

problema. El conjunto de datos, la experiencia de la persona en la tarea son

elementos que influyen en la habilidad para seleccionar las estrategias apro-

piadas. Por ejemplo, un profesor de ajedrez tiene suficiente con un tiempo re-

lativamente corto de observación del tablero para decidir el movimiento óp-

timo. La producción implica dos componentes: el condicional, constituido por

los recursos que tiene la mente en la memoria y que le permiten aprehender

la situación; y el ejecutivo que, una vez ha dado el primer paso, lleva a cabo la

acción. "El paradigma general de una producción es: si el estímulo es x, enton-

ces se tiene que hacer y; en el caso contrario, se tiene que abandonar" (Simon,

1984). Como vemos, se trata de un lenguaje de programación que simula los

pasos que da un ordenador para reconocer un problema. No entraremos en

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© FUOC • PID_00274910 29 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

detalles. Nos interesa advertir que aquí se encuentra la exigencia de explici-

tar minuciosamente la secuencia de operaciones mentales que el individuo

supuestamente realiza cuando lleva a cabo una tarea.

2.3. Los neopiagetianos

El intento de los neopiagetianos es utilizar el enorme caudal teórico de la teoría

de Piaget, depurarla de aspectos irreconciliables con las experiencias que sus-

citó, e introducir hábilmente detalles de los modelos de procesamiento de la

información que aquí sean compatibles. La obra de Jean Pascual-Leone consti-

tuye un primer intento. En un artículo programático escrito en 1980 (traduci-

do a la lengua castellana en 1984), Pascual-Leone expresa su rechazo al hecho

de que dejen de lado los conceptos piagetianos de estadio y de equilibrio. Sin

embargo, considera fundamental entrar en el detalle de los procedimientos

de modo que las estructuras invariables recuperen una luz nueva y, además

–aquí se encuentra una de las peculiaridades de esta teoría– que sea posible

cuantificarlas.

Algunas de las aportaciones de Pascual-Leone a la teoría de Piaget (de quien

fue colaborador en Ginebra entre 1960 y 1964) son las siguientes. Redefine lo

que es un esquema y le atribuye diferentes grados de intensidad o fuerza en el

momento de su activación. Postula, como Piaget, que los esquemas se coordi-

nan los unos con los otros en orden progresivo de complejidad. Forman de

este modo lo que él denomina invariables estructurales. La coordinación de es-

quemas (y formación eventual de las invariables estructurales) se realiza súbi-

tamente y constituye el aprendizaje lógico. En segundo término, Pascual-Leone

atribuye un gran peso en el desarrollo y progresión del pensamiento al factor

atención (M), debido a que es el que permite coordinar de manera adecuada los

esquemas necesarios para resolver un problema. En otras palabras, gracias al

factor de atención aumenta la capacidad de procesar simultáneamente deter-

minado conjunto de esquemas. El aumento del factor M se designa (metafóri-

camente) ampliación del espacio mental. La memoria aquí constituye un papel

importante.

Si pasamos ahora al análisis de las estrategias de solución de problemas, Pas-

cual-Leone sostiene que todo problema se caracteriza por un cierto número

de dimensiones; para resolverlo se tienen que tener todas en cuenta al mismo

tiempo. Por ejemplo, la dimensionalidad del problema de la conservación de

la cantidad de plastilina es tres; además, existe un problema de ejecución que

designa con la letra e. La primera dimensión es la relación entre las dos bolas de

plastilina a y b. Se trata de estimular si existe una cantidad igual o desigual de

material en las bolas. La segunda es la transformación (T) de una de las bolas:

aplastar la bola y hacer con ella una figura... La bola b pasa a ser una pieza

b'. La tercera dimensión es la clase de transformación que se ha hecho. En el

ejemplo que hemos propuesto, la transformación conserva la cantidad pero

habríamos podido aplicar una transformación que la alterara, como fraccio-

nar la bola en cantidades más pequeñas. El sujeto tiene que reconocer ahora

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© FUOC • PID_00274910 30 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

que, a pesar de la transformación experimentada, persiste la misma cantidad

de plastilina. Para acabar, la dimensión e o problema ejecutivo representa la

decisión final a la que llega el sujeto: si a = b, la cantidad de plastilina es la

misma. Una vez el niño ha resuelto adecuadamente los problemas planteados

por la tarea de la conservación de materiales diferentes en condiciones análo-

gas, la cantidad de sustancia de un objeto pasa a ser un invariante cognitivo

transperceptivo (invariable estructural). Con esto quiere decir que, sean cuales

sean la forma, color, tacto, etc., de la materia que sufre deformación, el niño

abstrae una representación generalizada de que "aquello" no cambia por lo que

respecta a la "cantidad". Es aquí donde interviene el aprendizaje lógico que ya

hemos citado.

Respecto a las tareas de conservación, la dimensionalidad sufre algunas varia-

ciones. En la que acabamos de tener en cuenta era 3 + e; en la conservación del

peso, el autor dice que es 4 + e; para la conservación del volumen por inmer-

sión, el problema exige cinco condiciones más para la dimensión ejecutiva.

Por lo tanto, existe una relación entre la dificultad de la tarea y la dimensiona-

lidad inherentes al problema. Con esto Pascual-Leone ofrece una explicación

al tema de los desfases: los niños de siete u ocho años resuelven de manera

espontánea las tareas de 3 + e, pero no es hasta los nueve o diez años cuando

pueden solucionar con éxito problemas con una dimensión más y así, hasta

los quince, el sujeto puede activar hasta siete condiciones. Como ya hemos

dicho, el crecimiento en la dimensionalidad de las tareas a las que el niño se

puede enfrentar es la expresión de un fenómeno biológico y madurativo M,

que se identifica con la "energía mental" y que revierte en su capacidad de

ampliar el campo de atención o espacio mental.

Un segundo autor neopiagetiano es R. Case (1989). Está de acuerdo con Piaget

en el hecho de que el funcionamiento intelectual de los niños en el transcurso

del desarrollo se tiene que presentar como una secuencia de estructuras men-

tales cada vez más complejas; comparte con Piaget la idea de los estadios y que

se puede hablar de una cierta homogeneidad en cada estadio. A pesar de esto,

opina que las estructuras se revelan con más claridad cuando se analizan desde

el punto de vista de la teoría de la información, y no mediante la concepción

lógico-simbólica que define la teoría de Piaget.

Case concibe el niño como un solucionador de problemas, o sea, "un ente ca-

paz de formular sus objetivos propios y de intentar conseguirlos activamente

superando los obstáculos que se le interpongan". El niño, desde que nace, tie-

ne deseos y aspira a hacerlos realidad; encontrará trabas en la consecución de

sus objetivos. A pesar de todo, va equipado de unos recursos operativos que

cuando se vuelven a combinar y se refinan le permiten ir superando las difi-

cultades. "Mediante la solución de problemas muy sencillos y aparentemente

inconexos, los niños pequeños son capaces de concebir problemas de orden

superior y desarrollar la competencia para tratarlos de una manera adecua-

da" (Case, obra citada).

Para Pascual-Leone...

... el desarrollo cognitivo es unproceso biológico-madurativoque permite ampliar el espaciomental y tener en cuenta másdimensiones en los problemasque hay que resolver.

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© FUOC • PID_00274910 31 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Case establece como unidad descriptiva el funcionamiento mental del niño la

estructura de control ejecutivo, que combina el análisis de procedimientos con

el estructural. La estructura de control ejecutivo es más o menos "una huella

mental interna que representa la manera habitual que posee el sujeto de cons-

truir la situación de un problema concreto, y también su procedimiento ha-

bitual para afrontarlo" (obra citada). Se trata, por tanto, de una representación

mental ejecutoria, a la que Case le atribuye los tres componentes siguientes:

a)�Una representación de la situación del problema, o sea, una selección de sus

características con vista a un plan de resolución;

b)�la representación del objetivo del problema, y

c)� la representación de la estrategia del problema: el proceso mental que se

tiene que seguir para ir de la situación del problema a la meta.

Los dos primeros componentes pertenecen al nivel estructural del pensamien-

to infantil, mientras que el tercero se sitúa en el nivel de los procedimientos.

Case realiza la aplicación a diferentes problemas, como el caso siguiente de

la balanza.

Esquema del problema de la balanza utilizado por R. Case (1989).

Debido a que el número de anillas-pesas puede variar en cada caso y también

el lugar donde están colocadas (con respecto al fulcro), el problema se puede

complicar sucesivamente. Case, en este caso, irá descomponiendo minuciosa-

mente los objetivos y subobjetivos a cada paso, y también los pasos estratégi-

cos que los niños tienen que ir poniendo en obra para solucionarlos. De este

modo, cuando los "pesos" son iguales pero se encuentran a distancias diferen-

tes, situación de partida, objetivos y estrategias constan de tres elementos. Si

los "pesos" son diferentes y también las distancias, existen cuatro elementos.

Cada complicación en el ejercicio de la balanza implica el recurso a una es-

tructura de control diferente, más potente. La descripción escalonada de su

complejidad le permite establecer estadios.

Ahora bien, una cosa es fundamentar la existencia de estadios, y otra es expli-

car, dentro de esta teoría, cómo pasa la mente de uno a otro. En principio, Case

mantiene como Pascual-Leone que la adquisición y aplicación de una estruc-

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© FUOC • PID_00274910 32 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

tura implica necesariamente una capacidad mental que crece con la edad. Las

estructuras de control ejecutivas ponen en juego esquemas: cuantos más es-

quemas, más capacidad de procesamiento se requiere. Por ejemplo, en el sub-

estadio 1 de la balanza (coordinación operacional) "la atención a la dimensión

peso se coordina con la atención al número de anillas". Es la manera de "pen-

sar" entre los cinco y los siete años. En el subestadio siguiente (coordinación

bifocal), los niños, además de las anillas, tienen en cuenta la distancia de los pesos

al fulcro. Ha mejorado su habilidad coordinadora; esto pasa entre los siete y

los nueve años. En el tercer subestadio (coordinación elaborada) tendrán en

cuenta, además, la relación entre los diferentes pesos (número de anillas) y po-

sibles posiciones que puedan tener en cada brazo (distancia al fulcro). Ahora

las estrategias son un poco más sofisticadas, como se complace en describir

Case. Nos encontramos en la edad de nueve a once años. Tenéis que haber

advertido que hablamos de subestadios porque todos se sitúan en una fase en

la que el pensamiento del niño puede descubrir estas relaciones (pesos/distan-

cia) contando los objetos o contando las bandejas de soporte (una manera de medir

las distancias relativas al fulcro), lo que recuerda profundamente al estadio de

las operaciones concretas de Piaget. De ahora en adelante, el niño establecerá,

ya a las puertas de la adolescencia, las mismas relaciones pero recurriendo a

abstracciones. No nos extenderemos más porque nuestra intención no es otra

que la de hacer un esbozo de la teoría de Case (que se puede consultar en su

obra El desarrollo intelectual, 1989).

Finalmente, Case impone como condición de desarrollo cognitivo no tanto

que crezca el espacio mental, como propone Pascual-Leone, sino que varíe la

relación que se da entre el subespacio dedicado a la ejecución de las operacio-

nes y el subespacio disponible para almacenar a corto plazo el producto de estas

operaciones. Cuando el individuo no posee suficiente experiencia en la reali-

zación de la tarea tiene que invertir la máxima cantidad de atención mental

para resolverla; se hace, pues, difícil que el sujeto pueda almacenar todos los

pasos o estrategias que va acumulando para resolverlo. Cuanta más eficiencia

operacional existe, más espacio queda en el almacén a corto plazo.

2.4. Mecanismos de cambio en el desarrollo cognitivo

Las corrientes neopiagetianas y postpiagetianas nuevas proponen que el pro-

greso en las competencias cognitivas se basa en la capacidad propia de pro-

cesamiento del sistema. Ciertas capacidades mentales del niño crecen con la

edad, a causa seguramente de procesos madurativos subyacentes. La ventaja

de este enfoque se fundamenta en el hecho de que algunos de los escollos de la

teoría piagetiana se resuelven. Uno de éstos es el problema de los desfases. Las

tareas de conservación que en principio tienen la misma estructura que la de

los líquidos y la del peso necesitan coordinar un número diferente de esque-

mas (condiciones), por lo que es plausible concluir que los niños las superan a

diferentes edades. Pasa lo mismo con la dimensión vertical del desarrollo. Los

estadios no son el resultado de secuencias de estructuras generales, aplicables

Para Case...

... el desarrollo cognitivo esun proceso ligado al funcio-namiento de la estructura decontrol ejecutivo. En cada es-tadio, la estructura es más efi-ciente en la resolución de pro-blemas.

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© FUOC • PID_00274910 33 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

a dominios diferentes; aparecen porque las tareas, en el mismo dominio o en

dominios diferentes, relacionadas o no estructuralmente, pueden necesitar un

número más grande de esquemas para su realización.

Sin embargo, no todos los autores aceptan que la capacidad del procesamiento

se incremente con la edad. Klahr (1992) propone que la estructura básica del

sistema de procesamiento de información no experimenta ningún cambio a

partir de los cinco años. Con la finalidad de explicar cómo se incorpora el

conocimiento en el sistema de procesamiento y por medio de qué mecanismos

se produce el cambio de un estado de conocimiento a otro, Klahr postula un

proceso de automodificación que genera el mismo sistema. Por otro lado, Case

afirma que el incremento de una capacidad única de procesamiento no explica

los éxitos en la ejecución de las tareas cognitivas. Es la eficiencia operacional,

en todo caso, la que se incrementa con el desarrollo y permite liberar espacio

en el almacén de memoria a corto plazo, con lo que se amplía la capacidad

que tiene de guardar los productos de las operaciones.

Existen otros factores que intervienen en el desarrollo cognitivo infantil –la

emergencia�de�procesos�metacognitivos sin ir más lejos– por lo tanto, y a pe-

sar de su aparente sencillez, las explicaciones de los teóricos del procesamiento

de la información son sólo modelos aproximados. Además, como argumenta

D. Kuhn (1992), la descomposición de una estructura en operaciones específi-

cas se acerca a la arbitrariedad. ¿Quién certifica que aún no es posible descen-

der a un análisis más detallado? Otras de las cuestiones sometidas a discusión

es la de si los mecanismos de cambio cognitivo que explican la eficacia más

alta en el procesamiento del sistema son independientes del dominio del co-

nocimiento. Michele Chi y sus colegas (1982) han demostrado que los niños

más pequeños pero "expertos" en un dominio (ajedrez, ordenadores) pueden

utilizar estrategias o razonar sus pasos a un nivel superior que el de sus com-

pañeros novatos. No se puede, por lo tanto, pasar por alto qué conocimientos

específicos en un dominio pueden ser decisivos a la hora de solucionar un

problema o adquirir un concepto.

Todavía podríamos añadir otros mecanismos de cambio que han ocupado la

atención de varios autores. D. Kuhn (1992) opina que las diferentes investiga-

ciones centradas en el procesamiento de la información han lanzado un com-

plejo cuadro de qué es lo que se desarrolla, un "qué" que invoca a multitud

de competencias más que a una sola entidad. A pesar de la variedad de opi-

niones, las nociones que provienen del procesamiento de la información han

dado un impulso a las investigaciones sobre el desarrollo del conocimiento.

Recientemente, han aparecido los modelos conexionistas (de los que aquí no

hablaremos), otra vía que nos llevará seguramente a reconsiderar muchas de

las cuestiones que se han debatido.

El cambio conceptualimplica:

• Cambio en el tipo de situa-ciones que se puede expli-car.

• Cambio en la naturaleza delas explicaciones.

• Cambio en los conceptosutilizados.

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© FUOC • PID_00274910 34 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

3. Desarrollo cognitivo. Interacción y contexto social

3.1. Introducción

Aunque el contexto social y las relaciones interpersonales realizan un papel

en el desarrollo cognitivo, prevalece la idea de que el conocimiento constituye

un proceso y un producto individual. La Psicología del desarrollo no niega que

cada persona se tenga que esforzar para adquirir el conocimiento; sólo niega

que la mente humana adquiera el conocimiento (corpus de saberes) directa o

indirectamente. El conocimiento o el saber es, en primer lugar, un producto

social acumulado. Lo es, por ejemplo, en su vertiente de ciencias físico-natu-

rales, de la salud, de la sociedad, de conocimiento filosófico, artesanal, tecno-

lógico, etc. Es importante destacar que, a la vez que cada sociedad ha puesto

en marcha procedimientos para transmitirlos y adquirirlos. Las dos cosas son

inseparables. De aquí que la adquisición del saber (teórico o práctico) sea inse-

parable del proceso mediante el cual se adquiere. A primera vista, esta tesis ha-

ce volar por el aire la teoría del desarrollo intelectual presentada en los aparta-

dos anteriores. Sin embargo, no es así. La concepción del desarrollo intelectual

que hemos expuesto (ya sea la de Piaget o la del procesamiento de la informa-

ción) es la propia de la cultura occidental. Dentro de este desarrollo se han

creado conceptos, maneras de discurrir, de observación y control de los fenó-

menos, que implican los mecanismos que hemos ido enumerando: esquemas,

generalizaciones, procesamiento de datos, etc. Otras culturas han creado su

corpus de conocimientos, su visión de la naturaleza y de los organismos que

no siguen estos cánones de la ciencia occidental y no por eso son "primitivos"

o "retrógrados". Un ejemplo muy claro de esto es la medicina oriental.

El conocimiento, en su doble vertiente de lo que se conoce (el saber) y

de cómo se llega a conocer (su proceso de adquisición), está enmarcado

socialmente.

Recordemos que éste es el leitmotiv de Vygotsky: los humanos estamos inmer-

sos en la cultura; ésta nos deja los saberes acumulados en su seno a la vez que

nos facilita medios para adquirirlos. En este apartado trataremos el papel del

contexto social en el desarrollo cognitivo. Lo haremos desde tres perspectivas

un poco diferentes aunque complementarias. La primera es la tesis general ya

anunciada: el desarrollo cognitivo se hace en la interacción social y se encarrila

en ésta. La segunda, concreción de la anterior, se focaliza en interacciones entre

escolares a propósito de actividades de ambiente escolar: la interacción social

Ved también

Ved el módulo "Desarrollo per-sonal y educación".

Page 35: cognitivo en niños Desarrollo y niñas de 2 a 11 años

© FUOC • PID_00274910 35 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

entre compañeros propulsa el desarrollo cognitivo. La tercera amplía el alcance

de la primera: el desarrollo cognitivo se encuentra profundamente constreñi-

do por cada entorno cultural.

3.2. El desarrollo cognitivo como internalización de significados

sociales

El conocimiento humano posee un carácter eminentemente social, no deriva

de un descubrimiento personal, sino del acceso a significaciones que ya exis-

ten y que se comparten. Sin embargo, hablar de "significados compartidos" es

hablar de signos que la mente crea (y se apodera de aquéllos si "pertenecen"

a otras mentes), lo que nos remite al ámbito de la comunicación y, dentro de

ésta, a la intersubjetividad y su ejercicio en situaciones de transmisión/adqui-

sición de significados. Estas situaciones son mayormente informales, como la

interacción adulto-niño a lo largo de los primeros años y de las que llevan a

cabo entre amigos a todas las edades. Entre todas estas situaciones se encuen-

tra la más formal: la del aprendizaje escolar. Es la que generalmente recibe la

preeminencia, pero es discutible que sea la más trascendente. Se trata de un

caso especial –intensamente institucionalizado– de interacción adulto-niño.

Aunque Vygotsky no entró en el detalle de las diferentes situaciones de inter-

acción en las que se da transmisión/adquisición de conocimientos, formuló

de manera más precisa la creencia (de sentido común) de que existe una rela-

ción entre el nivel de desarrollo cognitivo de la mente, infantil o adulta, y de

su capacidad de asimilar conocimientos nuevos. Vygotsky propone que, "por

delante" de cada nivel de conocimiento real, se extiende un nivel de conoci-

miento potencial. El nivel real es aquel que se ve determinado por la capacidad

de la mente del niño de resolver una clase de problemas; el nivel potencial lo

constituye la clase de problemas que puede resolver enseguida con la coope-

ración de un adulto o de un compañero más adelantado. Este "terreno de ex-

pansión" lo denomina zona de desarrollo próximo. Esta concepción implica

admitir que el desarrollo no es fruto de la maduración individual (aunque ne-

cesita un grado de maduración adecuado para cada actividad), que tampoco es

fruto de la acción solitaria, sino que requiere el concurso de los demás. Enten-

ded bien que Vygotsky se refiere al desarrollo cognitivo tal y como lo hacemos

los humanos en el seno de una cultura, o sea, como la adquisición de instru-

mentos para entender y razonar. Lo que expresa la zona de desarrollo próxi-

mo es que el conocimiento se produce gracias a una colaboración en tareas

típicas y una comprensión intersubjetiva de éstas. Cuando participa con un

"experto" en la resolución de un problema mediante estrategias que éste pone

en práctica en la zona de desarrollo próximo del "aprendiz", éste se las apropia,

reorganiza los conocimientos que ya posee y da pasos hacia la solución.

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© FUOC • PID_00274910 36 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

En�la�zona�de�desarrollo�próximo�el�niño�no�sólo�aprende,�sino�que�apren-

de�a�aprender.

El concepto de zona de desarrollo próximo pone de relieve el papel del que

hemos denominado experto. Si comparamos la adquisición del conocimiento

con la construcción de un edificio (comparación no del todo exacta, por lo

que dijimos en el apartado 2 del módulo "Desarrollo social, afectivo y comu-

nicativo durante los dos primeros años"), el experto contribuye a levantarlo

colocándolo debajo del andamio. El andamio es el hecho de estructurar las ac-

tividades de los aprendices, seleccionar los materiales que conviene utilizar,

simplificar los pasos necesarios para resolver un problema, resaltar las diferen-

cias entre la acción actual y el resultado ideal, motivar la actividad y controlar

la frustración. En una palabra, el experto orienta la actividad del aprendiz y

la sustenta progresivamente.

En la presentación de la zona de desarrollo próximo hemos evitado expresamente cen-trarla en la pareja profesor-alumno escolares. El antropólogo Carlos Castaneda, en su fas-cinante libro autobiográfico Las enseñanzas de Don Juan (1974), describe cómo es inicia-do por este indio yaqui en la cultura ancestral de los alucinógenos. Se puede hacer unalectura (aunque no sea la más cautivadora) de su aprendizaje en los términos de la zonade desarrollo próximo vygotskiano.

El concepto vygotskiano de zona de desarrollo próximo requiere matices. Tal

como se ha presentado, traduce quizá la idea de una interacción "vertical" (fun-

damentada en la autoridad que concede el saber), cuyo resultado sería tras-

ladar fielmente conocimientos a la mente del aprendiz como si se tratara de

"fotocopiar". Los conocimientos (los significados culturales) nunca son repro-

ducibles de esta manera. De entrada, la mente que los recibe los tiene que

aprehender al nivel que le son accesibles; después los tiene que reelaborar a

niveles más profundos. Esta aprehensión primordial se lleva a cabo en la fase

intermental; sigue una elaboración intramental. Encuentros intermentales sub-

siguientes suscitan elaboraciones intramentales nuevas y así sucesivamente. El

proceso de interiorización se sustenta en el de la interacción y recíprocamente.

El segundo matiz hace referencia más concreta al hecho de que el "encuentro"

entre quien transmite el saber y quien lo recibe no es fortuito, sino intensa-

mente institucionalizado: habitualmente es el contexto escolar. El transmisor

es el que sabe (sabio), el receptor es el que ignora (ignorante). La tarea de trans-

misión no es una "conversación" entre iguales, está sometida a un contrato

implícito por lo que se refiere a intervenciones, a contenido, a evaluación, etc.

En la perspectiva actual, este contexto social ya no es algo a tener en cuenta por

añadidura para el desarrollo cognoscitivo, sino que se considera algo intrínse-

co (Perret-Clermont, 1991). Todo lo que se ha dicho en el apartado 1.3. de

este módulo sobre estrategias y esquemas interpretativos a los que los niños

recurren para contestar a las preguntas de los adultos (profesores) aquí tiene

pleno sentido.

Ved también

Es importante que veáis elapartado "Ley de doble forma-ción de las funciones psicoló-gicas superiores" del módulo"Desarrollo personal y educa-ción".

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© FUOC • PID_00274910 37 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

3.3. La interacción social entre compañeros como promotora del

desarrollo cognitivo individual

El principio que acabamos de enunciar sobre el hecho de que el contexto so-

cial es parte del desarrollo cognoscitivo de cada uno es el resultado de un re-

enfoque que investigadores de la Escuela de Ginebra comenzaron a realizar a

principios de los años setenta. Es indiscutible que los aspectos sociales poseen

influencia en el desarrollo cognoscitivo, pero, ¿qué tipo de influencia, direc-

ta o indirecta? En cualquier caso, ¿cómo se tiene que establecer? Uno de los

mecanismos de avance cognitivo propuesto por Piaget es el que se denomina

conflicto�cognitivo. Cuando el sujeto percibe que aplica un esquema inade-

cuado a un problema, existe una colisión entre su esquema y la tozuda reali-

dad; entonces reacomoda el esquema o aplica otro. Esto, en otras palabras,

comporta una manera nueva de enfocar el problema. En la medida que éste

se resuelve, existe un avance en el desarrollo. Este mecanismo, por sí mismo,

no necesita que los otros intervengan, es un proceso de autorregulación indi-

vidual. A pesar de ello, sería inexacto concluir que Piaget no tiene en cuenta

la interacción social, ya que la adquisición de las operaciones concretas y, so-

bre todo, de las operaciones formales, es, para él, inseparable del progreso en

la socialización y de las relaciones interpersonales que implica. Sin embargo,

el concepto piagetiano de socialización se tiene que entender como la con-

trapartida del egocentrismo infantil. Las personas que se mueven en torno

al niño le inducen a reconocer que su propio punto de vista constituye uno

más entre otros, que lo que él considera que es la realidad, es una posibilidad

entre otras. El niño se "des-centra" (otra expresión del argot piagetiano, cuyo

significado circunstancial no es estar trastornado...) Esto comporta establecer

unas relaciones de reciprocidad que difícilmente se darían antes del estadio de

las operaciones concretas. Para Piaget, la posibilidad de coordinar socialmen-

te puntos de vista se desarrolla paralelamente a las coordinaciones�mentales

que caracterizan la mente operacional. Ésta es la idea que ha inspirado las inves-

tigaciones de discípulos de Piaget, como Mugny y Doise (1983) o Perret-Cler-

mont (1984). Sus trabajos demuestran cómo, cuando se plantean diferentes

tareas (generalmente problemas lógicos clásicos de la investigación piagetia-

na), los niños que las realizan en colaboración con otros obtienen resultados

francamente mejores que aquellos que las hacen solos. En la actualidad, los

progresos no se deben a la imitación (el niño no "copia" de otro la manera de

llegar a la respuesta correcta) y, de hecho, en muchos casos, los dos sujetos

que colaboraban en la tarea partían de presupuestos equivocados. Lo que es

importante de la confrontación que hay entre dos puntos de vista diferentes,

no tanto porque esto ofrezca la solución correcta, sino porque proporciona los

elementos necesarios para la construcción de un mecanismo cognitivo nuevo.

En las investigaciones realizadas a lo largo de la década de los ochenta se ha

intentado adivinar cuáles son las condiciones óptimas para que las situacio-

nes de interacción contribuyan al desarrollo cognitivo. Obviamente, no es su-

ficiente poner dos niños juntos frente a un problema para que surja un cono-

cimiento que les conduzca a la resolución. Se tienen que cumplir determina-

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© FUOC • PID_00274910 38 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

dos requisitos. Como mínimo uno de los niños tiene que tener una idea de

"por dónde va" el problema que se les ha planteado; es necesario que haya

discusión, intercambio de puntos de vista; el hecho de trabajar uno al lado del

otro sin alternativas enfrentadas no conduce a ningún sitio. Ha sido más pro-

blemático aclarar si existen resultados mejores en una situación de igualdad

total entre los miembros del grupo, o bien si es más efectivo que uno de ellos

tenga un nivel superior. Esto es importante, ya que los presupuestos que Piaget

avanzó en 1932, a saber, que la modalidad de interacción social más efectiva

es la cooperación entre iguales, se confirmarían en el primer caso. Las maneras

de relación que predominan en la primera infancia, o sea, la relación con las

personas mayores basada en la autoridad, suscitan en Piaget –una personali-

dad liberal consecuente– bastantes reticencias. La relación asimétrica, sostie-

ne él, sólo puede suscitar adhesión u obediencia, supuestos acomodamientos

sin asimilación. Las relaciones de reciprocidad con los compañeros de juego

son, al contrario, muy favorables. De aquí la afirmación taxativa que de ello

establece: "La crítica nace de la discusión, y la discusión sólo es posible entre

iguales; la cooperación, por tanto, permite conseguir lo que la coacción inte-

lectual no consigue provocar". Existen investigaciones como las de Glachan y

Light (1982) que matizan un poco esta cuestión: todo depende del tipo de ta-

rea. Mientras que la igualdad de los participantes parece la mejor condición en

muchas tareas de razonamiento, es preferible una cierta desigualdad en la ad-

quisición de destrezas y conocimientos. De este modo, parece que es más útil

para el progreso del razonamiento lógico una discusión entre niños y adultos

sobre estos temas. Sin embargo, si se trata de aprender la estrategia adecuada

para resolver un problema, resulta más efectivo para el aprendiz recurrir a un

experto.

Las últimas conclusiones no se oponen radicalmente a los planteamientos de

Piaget y la Escuela de Ginebra, pero dan pie a la apertura de líneas de argu-

mentación alternativas, ya que los avances cognitivos que procura una tarea

interactiva pueden residir (o al menos no residir únicamente) en el conflicto

sociocognitivo. De acuerdo con esto último, algunos psicólogos cognitivos,

aunque consideran que la discusión realiza un papel importante en el desarro-

llo cognitivo, plantean un mecanismo alternativo al "conflicto de centracio-

nes" piagetiano y al posterior equilibrio en el interior del individuo. El factor

crucial es la comprensión�intersubjetiva del problema. En otras palabras, tie-

ne que existir una cooperación en la construcción del enfoque del problema

para los dos interlocutores (con experiencias y puntos de vista probablemente

diferentes) y sólo se puede avanzar en la resolución en la medida que compar-

ten una definición común de lo que los cognitivistas denominan "el espacio

del problema". El hecho de aceptar el punto de vista del otro y viceversa es la

clave de la reelaboración de los problemas. Miller (1987) pone un ejemplo a

partir de una tarea típicamente piagetiana: dos niños discuten si el equilibrio

en una balanza depende de la magnitud de los pesos o de la distancia de éstos

al fulcro; en la medida de que comprueban que las dos variables tienen inci-

dencia en el equilibrio, redefinen el planteamiento del problema a un nivel

superior; ahora tienen en cuenta varias variables y no sólo una. Pero esto no es

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© FUOC • PID_00274910 39 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

tanto un equilibrio en el interior de cada sujeto, sino más bien una definición

conjunta nueva del problema. El cambio se gesta a nivel intermental; después

es asumido por cada sujeto.

Quizá habéis notado que a lo largo de los párrafos anteriores nos hemos dis-

tanciado insensiblemente de la concepción estrictamente piagetiana del desa-

rrollo para hacer rezumar otra en la que el aspecto social adquiere una relevan-

cia más grande. Para el maestro de Ginebra, la unidad de análisis es el sujeto.

Lo cognitivo y social derivan de un mismo proceso central interior a este sujeto.

La interacción social sería, por tanto, el encuentro entre dos mentes separadas

que aprovechan la confrontación de ideas para avanzar en el desarrollo pro-

pio. La segunda concepción tiene mucho que ver con las ideas de Vygotsky,

quien adaptó como unidad de análisis la actividad social en la que se incluye

el funcionamiento individual. Para el psicólogo ruso, los procesos cognitivos

individuales derivan de los procesos cognitivos conjuntos en los contextos sociales.

Es el principio que enunciábamos al final del apartado precedente.

3.4. Desarrollo cognitivo y marcos culturales

Los procesos de interacción (socialización) explican que el niño llegue a ser

"hijo de sus padres"; sin embargo, con esto no hay suficiente para entender

cómo llega a ser miembro de una cultura. El antropólogo Shweder lo explica

de manera muy gráfica: "¿Qué es lo que hace que un niño americano sea tan

americano, y cómo es que llega a ser americano tan deprisa?" (Shweder, 1984).

Para responder a esta pregunta tenemos que ir a parar a otras disciplinas como

la antropología, la psicología social y la sociología. De esta última, Berger y

Luckmann (1968) establecen una propuesta, que es la siguiente:

"Todo individuo nace dentro de una estructura social objetiva, en la que encuentra otrossignificantes que se encargan de su socialización y que le son impuestos. Las definicionesque los otros significantes hacen de la situación del individuo le son presentadas comorealidad objetiva. De esta manera, él nace no sólo dentro de una estructura social objetiva,sino también en un mundo social objetivo."

Lectura complementaria

De la Mata, M. y Ramírez, J.D. (1989). Cultura y proce-sos cognitivos: hacia una psi-cología cultural. Infancia yaprendizaje, 46, 46-49.

Las normas sociales, dicen nuestros autores, no son una cosa que "se aprende"

simplemente, sino que forman parte de la construcción de una realidad y de

uno mismo en relación con ésta. Esta realidad, que no tiene nada de objeti-

va dado que está construida y se sustenta en el consenso social, es lo que de-

nominamos el orden simbólico. Cada cultura es una ordenación simbólica del

mundo peculiar y cada persona vive, por tanto, en una "realidad" definida por

su cultura. Como la cultura está compuesta de conocimientos y maneras de

conocer, la conclusión a la que llegamos es que no sólo las personas de cul-

turas diferentes acumulan conocimientos diferentes, sino que los construyen

por procedimientos también diferentes. ¿No entra esto en plena contradicción

con el principio de que existen mecanismos y procesos universales de adquisi-

ción de conocimientos (Piaget)?

Ved también

Sobre el conocimiento socialy socialización podéis ver elapartado 3 del módulo "Desa-rrollo social, afectivo y comu-nicativo durante los dos prime-ros años" y el apartado 1 delmódulo "Desarrollo socioafecti-vo en niños y niñas de 2 a 11años".

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© FUOC • PID_00274910 40 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Hace más de veinticinco años la psicología evolutiva se propuso comprobar

que las características del desarrollo, constatadas en América del Norte y en

Europa, eran universales. Se emprendieron numerosas investigaciones�com-

parativas� sobre�el�desarrollo�cognitivo, ya que aquí se tenían pruebas de

evaluación, las piagetianas y los "tests". Los resultados fueron tremendamente

ambiguos: existían muchas diferencias, pero también muchas similitudes. Pa-

ra interpretar todo aquel material nació la psicología intercultural (Shweder,

1990). La psicología evolutiva encontró un compromiso entre el universalis-

mo�y el evolucionismo, que en antropología constituían dos corrientes anta-

gónicas: interpretó las diferencias cognitivas mediante la premisa de que co-

rresponden a estadios del desarrollo cognitivo progresivos (evolucionismo) y

situó las conductas cognitivas comparables en una misma línea de desarrollo,

válida para los sujetos de todas las culturas (universalismo).

El problema de los desfases es especialmente importante en la comparación intercultu-ral. Varias investigaciones (Dasen, 1974) demuestran que las condiciones ecológicas yel predominio de determinadas actividades parece estar relacionado con el desfase en laadquisición de operaciones, diferentes en una cultura de cazadores (donde se necesitaun procesamiento espacial eficiente) que en una cultura de mercaderes (en la que sonimprescindibles nociones numéricas consistentes).

Cuando Jahoda (1980) estudió el razonamiento de los pueblos "primitivos" por lo quese refiere al parentesco, llegó a la conclusión de que utilizaban el pensamiento formalaunque no lo aplicaran a cuestiones del mundo físico, que es lo que hacen las pruebaspiagetianas.

A la hora de reproducir modelos en barro, lápiz y papel, y alambre los niños de Zambia ylos niños ingleses se encontraban en el mismo nivel cuando se trataba de barro; los niñosingleses eran más buenos utilizando el lápiz y el papel (tenían un gran entrenamientogracias a la escuela) y los niños de Zambia sobresalían con el alambre, material con elque su cultura les ha familiarizado.

Algo parecido se ha encontrado en relación con las conservaciones. En determinadospoblados mexicanos en los que los niños colaboran con los adultos en el modelado conbarro, la adquisición que tienen de la noción de conservación de sustancia es muy pre-coz. En los pueblos donde los niños colaboran en la comercialización de la cerámica,esta precocidad se generaliza en otras tareas de conservación y la noción de número.Es igualmente interesante el hallazgo de las diferencias en la ejecución de las tareas dememoria entre niños y aborígenes australianos y niños blancos australianos. Después deuna breve presentación de varios objetos en un orden espacial determinado, se pedía alos niños que intentaran reproducirla. Obtuvieron unos resultados más buenos los niñosaborígenes, lo que se corresponde con las necesidades ecológicas de la manera de vivirde su comunidad, cuyos sujetos son especialmente hábiles en orientarse en el desiertoa partir de la observación del entorno y la detección de pequeños detalles. Pero lo másinteresante fue la estrategia utilizada: mientras que los aborígenes se guiaban por la re-presentación visual, por el "aspecto" de los objetos y la relación espacial entre éstos, losblancos utilizaron estrategias verbales de memoria en las que tenía mucha importanciala categorización y la clasificación.

Estos ejemplos, y muchos otros acumulados en las investigaciones de las dos

últimas décadas, dan soporte a la idea de que el desarrollo intelectual depende,

en gran parte, de las características específicas del contexto en que viven los

individuos.

Ved también

Podéis ver el apartado 2 de es-te módulo

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© FUOC • PID_00274910 41 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Las habilidades y conocimientos que los niños adquieren no son tanto

el fruto exclusivo de un diseño biológico universal, sino más bien el re-

sultado de un compromiso entre capacidades de procesamiento mental

"en bruto" con las exigencias ecológico-culturales que las activan.

El conocimiento individual no debería ser concebido como un conjunto de

esquemas abstractos, sino como una red�de�procedimientos�concretos naci-

dos de la actividad y aprendidos gracias a los expertos.

La pretensión de la universalidad de las formas de pensar (racionales) se fun-

damenta en otra presunción: que todos poseemos una "maquinaria mental",

de diseño único y general, para "tratar los datos" que suministra cualquier en-

torno natural y/o sociocultural. A este "núcleo duro" de la mente humana lo

denominamos procesador�central. La analogía con el hardware de los orde-

nadores es inmediata.

"Una de las fuerzas más intensamente motivadoras en psicología es la idea de un artificiocentral de procesamiento. Este procesador –se supone– está por encima, trasciende todala materia bruta sobre la que opera. En su contenido se incluyen materiales de la cultura,el contexto de éstos, las tareas y los estímulos físicos. Esto significa que se tiene quedescribir como una entidad cuyas características no se ven afectadas por el contexto o elcontenido de su procesamiento (posee capacidades formales, abstractas, estructurales) obien una entidad cuyas características son aplicables a todo contexto y contenido (tienepropiedades invariables, universales)." (Shweder, 1990)

Esta concepción de un procesador centra parte de un "diseño" inscrito en la

especie (innato, en sentido determinista). La idea actual es otra: los mecanis-

mos de asimilación de conocimientos son un producto, no sólo de maquina-

ria neuropsicológica, sino también de los procedimientos que la mente utiliza

para tratar los datos de la "realidad". Estos últimos son los que se encuentran

condicionados culturalmente. En definitiva, las peculiaridades culturales inci-

den profundamente no sólo en el contenido, sino en el proceso de conocer.

Lo que se aprende está ligado al contexto cultural. Lo que se aprende

está configurado por cómo se aprende. Se aprende a aprender en cada

contexto cultural.

Esta última formulación posee unas consecuencias atrevidas. Una es cuestio-

nar la unidad psíquica de la especie humana como mínimo en la esfera de

lo que denominamos "conocimiento", "inteligencia", "capacidad de discurrir",

"estructuras del pensamiento", etc.

El enfoque actual de la psicología evolutiva tiende, a partir de estas ideas, a

alinearse con el relativismo cultural. Éste sostiene que todas las culturas tienen

unos rasgos peculiares en costumbres, inteligencia, valores, etc., y que toda

comparación entre unas y otras no tiene sentido. Cualquier comparación exi-

ge un patrón y cualquier patrón se sitúa dentro de una cultura singular. Lo

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que se dice de los rasgos generales, se tiene que afirmar en particular de la

inteligencia y de los conocimientos. Si bien es cierto que la "interpretación"

del mundo físico que ha creado la ciencia occidental se traduce en "progresos",

como los frigoríficos, los antibióticos y las computadoras, no es el criterio pa-

ra decidir que los occidentales somos más inteligentes y tenemos un mejor

conocimiento.

Como curiosidad se tiene que decir que ni siquiera conceptos que se refieren a la menteson equiparables en las diferentes culturas. "Conocimiento" en la cultura hindú o en lade los indios yaquis que manejan plantas alucinógenas (ved Castaneda, 1974), no tienenada que ver con el "conocimiento" en nuestra cultura. Una cosa similar pasa con "inte-ligencia". En muchas culturas no existe un término equivalente y, cuando se encuentra,a menudo parece que está relacionado con habilidades muy concretas (ved Lutz y LeVi-ne, 1983). Hay sociedades tradicionales que asimilan la inteligencia a la capacidad pararecordar narraciones. Entre los baganda de Uganda el hecho de ser inteligente incluyecalidades como ser mesurado, cuidadoso, activo, intrépido, sano, fuerte, constante, amis-toso, etc. Entre los ifaluk del Pacífico una persona inteligente es la que prevé las conse-cuencias de sus acciones, las anticipa y las modela, de acuerdo con los valores morales dela sociedad. La inteligencia entre los indios cheyennes de América del Norte se encuentrarelacionada con la adquisición de un poder espiritual, de carácter sagrado.

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Actividades

1. Cuando Piaget describe el período de desarrollo cognitivo entre los dos años y los seis(preoperacional) nos presenta a unos niños incapaces de "ponerse en el punto de vista delotro", de extraer una consecuencia lógica, de salir airosos en una prueba de conservación, etc.

No obstante, Margaret Donaldson, en su libro La mente de los niños, demuestra que a estaedad razonan en muchos casos perfectamente, deducen, etc. Donaldson apunta unas cuantasrazones que apoyan su postura. Resumid las principales.

2. ¿A qué llama Piaget pensamiento intuitivo?

3. Cuando se habla o se hacen preguntas a los niños y niñas de edades comprendidas entredos y seis años se ha de tener muy en cuenta que interpretan las palabras o cuestiones desu interlocutor adulto. Se debe tener en cuenta, además, que los niños tienden a contestar(cualquier cosa). Mostrad con ejemplos (del libro u otros) que las "salidas" infantiles obedecenmuchas veces a interpretaciones desconcertantes para el adulto pero que no son desbaratadas.

4. Las ideas sobre la mente modular (Fodor) o los dominios mentales (Karmiloff-Smith) nose avienen a la noción de estadio que propuso Piaget. Comentad las desavenencias .

5. Resumid las ideas de Karmiloff-Smith sobre el desarrollo cognoscitivo.

6. El trasvase de líquidos o la deformación de plastilina son ejemplos de una operación con-creta (en el sentido de Piaget) en la que se conserva una magnitud. Describid estas operacio-nes. ¿Por qué reciben el nombre de operaciones? ¿Qué papel desempeña la conservación enla teoría de Piaget?

7. Una de las dificultades más comentadas con las que topa la teoría de Piaget es que, enprincipio, la conservación de volumen, de masa, de peso, etc. debería aparecer al mismotiempo, marcando así un momento crucial del desarrollo. Pero esto no sucede así. Comen-tadlo y haced ver algunas de las objeciones que ha supuesto para Piaget.

8. Realizad un breve contraste entre el enfoque de Piaget sobre el desarrollo de la inteligenciay lo que propone la corriente del procesamiento de la información.

9. Resumid las aportaciones de los neopiagetianos a la teoría de Piaget.

10. Piaget concibió al niño en su desarrollo cognitivo como un "descubridor solitario": re-suelve él solo los problemas que le salen al paso... Hace unos años, miembros de la Escuelade Ginebra estudiaron la influencia de la interacción entre compañeros (interacción guiadapor los maestros) en el desarrollo cognitivo de los niños. Resumid esta línea de trabajo y lasexplicaciones que aportan.

11. "Ser inteligente" es una proposición que significa cosas diferentes según las culturas, loque tiene gran incidencia en un mundo escolar multirracial. Comentadlo.

12. La idea de que la mente utiliza formas de discurrir universales (algo que lleva a concluirque todas las mentes pueden conseguir el mismo estadio final de pensamiento lógico) se basaen la idea de un procesador universal. ¿Qué es el procesador universal? ¿Hasta qué punto esaceptable la existencia de este procesador universal?

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© FUOC • PID_00274910 44 Desarrollo cognitivo en niños y niñas de 2 a 11 años

Bibliografía

Bibliografía y referencias bibliográficas

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