Colombia, Relaciones Internacionales y manejo de la crisis

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Colombia, Relaciones Internacionales y manejo de la crisis La opinión pública: Responsabilidad de la opinión pública frente a la crisis

La opinión pública: Responsabilidad de la opinión pública frente a la crisis: Parto de un primer punto que valdría la pena que tuviéramos en cuenta: Como sociedad civil, como ciudadanas y ciudadanos, que no hacemos parte de los poderes ejecutivo,

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legislativo o judicial no somos solo opinión pública. Es aquí exactamente en donde debemos empezar a motivar el cambio. Como centro del Estado, como eje de nuestra propia construcción, de nuestras vidas, de la vida de nuestras familias, de nuestra sociedad, somos constructores también de nuestro país y tenemos que borrar la línea con la que nos hemos dividido de quienes ejecutan, quedándonos solo en ser quienes opinamos. Por lo mismo, la primera propuesta es que la responsabilidad de la opinión pública frente a la crisis es dejar de ser solo opinión pública que es un puesto ‘cómodo’, entre comillas, solo dedicarnos a verter nuestra opinión… quizá tampoco pudiéramos llamarnos así, porque el derecho a expresar la opinión en forma pública y masiva ha sido privilegio, casi exclusivo, de hombres y mujeres que ejercen este derecho desde espacios de opinión en los medios de comunicación, que tienen columnas, editoriales, que pueden discutir en debates en televisión o en radio… que tienen acceso a los canales de los medios de comunicación masivos, a los que el grueso de ‘esa opinión pública’, nuevamente entre comillas, no tenemos acceso. ¿Cuál es entonces la transformación, que ya comenzamos, y que estamos llamadas y llamados a continuar? Que dejemos de ser ‘opinadores’ en nuestro ámbito personal, en nuestro entorno familiar, educativo o laboral y que nos convirtamos en verdaderos actores y hacedores de las soluciones y de la construcción de una Colombia sin Farc, de una Colombia sin grupos armados ilegales; en establecedores de puentes y de lazos de hermandad real con nuestros países vecinos… no hermandad y colaboración en lo comercial y diplomático únicamente, sino en la vivencia y reconocimiento de nuestras realidades y de nuestras diferencias y, también, en establecimiento de mínimos comunes denominadores éticos, que sean reconocidos y respetados por la sociedad civil y los representantes de gobierno de todos los países de la región y el mundo: No hay ni habrá ningún espacio para quien quiera tomarse el poder por la vía de las armas; reconocemos la autonomía de los pueblos para elegir a sus gobernantes y en la misma medida exigimos el respeto a nuestra propia autonomía; pero por sobretodo debemos ser coherentes y atender a NO darle espacio a ningún actor armado, a ningún grupo armado ilegal, para que sea vocero o interlocutor de un país. En el reconocimiento que de una u otra forma se le da a un actor de este tipo, en la interlocución que se le permite, se desconoce que, por ejemplo en Colombia, somos más de 44 millones de habitantes quienes no avalamos las acciones de las Farc, que no los reconocemos como legítimos y que además somos víctimas de sus acciones sin sentido y sin argumento. ¡Hagámonos sentir, hagámonos escuchar, hagámonos ver! Seamos actores y constructores; participemos más allá de lo que lo hemos hecho hasta ahora; hagámosle seguimiento a quienes hemos elegido, pero por sobre todo establezcamos puentes y generemos dinámicas de trabajo con otras y otros en puntos clave que nos permitan ir solucionando la crisis. Como sociedad civil, como actores de esta construcción, debemos generar dinámicas de interacción que nos permitan ser más que opinión pública y ser reales constructores y actores de cambio. Esa dinámica es en parte una explicación de lo que vivimos quienes participamos de la convocatoria del 4 de Febrero.

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Hombres y mujeres que no habíamos estado involucrados directamente con la vida pública o política del país; que reconocimos que necesitábamos como hacer tangible nuestra necesidad de expresión, nos encontramos en un momento determinado y nos dimos la oportunidad y el chance de hacer algo por nosotras y nosotros mismos y de hacer algo por el país. Indudablemente, la articulación que logramos para organizar una movilización masiva, simultánea, mundial, no fue en sí lo que único que permitió que más de 13 millones de personas alrededor del mundo salieran a exigir una Colombia Sin Farc. La dinámica, la coyuntura nacional que se dio durante esas semanas de la convocatoria, la necesidad de decirle al mundo entero la verdad de lo que sentimos, el llamado que cientos de hombres y mujeres estábamos haciendo para no quedarnos en silencio, el haber superado el miedo para expresar nuestro dolor, para hacer una exigencia inequívoca a una Colombia Sin Farc, permitió que miles, que millones de personas, el 4 de Febrero asumiéramos el compromiso de dar el primer paso, de ser nuevos actores, de ser constructores. Decidimos dejar de permanecer anónimos. La verdadera voz del pueblo, no es la expresión del voto únicamente, ni la ostentan quienes a través de este mecanismo elegimos para que nos representen; la verdadera voz del pueblo no es solo la voz de quienes participan en los medios de comunicación. La voz del pueblo es esa voz misma, de hombres y mujeres, de jóvenes, de niñas y niños, que debe ser escuchada y tenida en cuenta. Nosotras y nosotros, quienes participamos de la organización del 4F también nos dimos cuenta que solo fuimos una articulación de canales y medios de expresión, porque quienes salieron el 4 de Febrero a las calles del mundo no fuimos solo nosotras y nosotros, fueron individuos, hombres y mujeres, quienes desde su particularidad, querían ser vistos, escuchados y tenidos en cuenta. Y que más aún hombres y mujeres, jóvenes, que han y que hemos decidido pasar de la opinión a la acción; dejar la quejadera para pasar a la propuesta; a la discusión para construir; a establecer redes, a tender lazos… Hoy más que nunca como sociedad latinoamericana, pero en especial como sociedad civil colombiana, como ciudadanas y ciudadanos tenemos la responsabilidad de hacer y de construir, de continuar construyendo una Colombia Sin Farc, una Colombia sin grupos armados ilegales… que se extiende más allá de nuestras fronteras… convoquemos a una Latinoamérica sin Farc, a una Latinoamérica sin grupos armados ilegales. En los días en que los términos de la crisis con Venezuela y Ecuador estuvieron en uno de sus puntos más altos, a nivel internacional convocamos a encender una luz por una Latinoamérica sin Farc. Debemos, como en esos días, seguir exigiendo que no queremos más acciones violentas de las Farc en Colombia ni en Latinoamérica. Seguirle diciendo al mundo que no reconocemos a las Farc como un interlocutor válido, que las Farc no nos representan. Si bien las Farc han sido un grupo armado ilegal que ha afectado a Colombia, afectan contundentemente a los demás países de Latinoamérica. El objetivo es una Colombia sin Farc, una Latinoamérica sin Farc.

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Como sociedad civil, todos los ciudadanos latinoamericanos y todos los amigos de Colombia en el mundo, debemos continuar unidos, integrando un frente civil en contra de las Farc. Como ciudadanos latinoamericanos queremos la paz y las buenas relaciones con nuestros países hermanos. Como ciudadanos latinoamericanos queremos que nuestras acciones se enfoquen al desarrollo de todos nuestros países. Por una Colombia Sin Farc y una Latinoamérica sin Farc, Por una Colombia y una Latinoamérica sin grupos armados ilegales como sociedad civil, seguimos y debemos seguir construyendo.