Desde 2005, Coltécnica Ltda es

el único fabricante de módulos

fotovoltaicos de Colombia. La escasa

demanda local y la competencia

internacional no le han permitido

hacer un gran negocio con la venta

de módulos. Por ello, la empresa

decidió ofrecer servicios de insta-

lación, ingeniería y formación con

los que ha conseguido sobrevivir

y crecer. Mientras espera que el

mercado colombiano despegue,

Coltécnica no abandona sus sueños

de fabricante.

Jorge Enrique Villa no puede evitar una cierta emoción al recordar a su padre.

nadie le creía, estaba convencido de que en Colombia se podían fabricar paneles

Sentado en su pequeño despacho de Bo-gotá y rodeado de sus módulos de pro-ducción propia, Villa disfruta narrando la historia de Coltécnica Ltda, la empresa familiar de la que es gerente. Actualmen-te, Coltécnica es el único fabricante de módulos de Colombia y uno de los pocos de Sudamérica.

Su padre, Jorge Enrique Villa Quinte-ro, un ingeniero mecánico y escritor de

sionado de la energía solar. Junto con su mujer Margarita Chacón fundó en 1976 Coltécnica y comenzaron a ofrecer ser-vicios de estudios e ingeniería eléctrica. Entre sus clientes se encontraban empre-sas colombianas como Banco Cafetero, Acerías Paz del Río o Cementos Diaman-te. Los servicios ofrecidos por Coltécnica permitían a estas empresas evaluar el ver-

neas de producción industrial. Estos estu-

cieras evaluar la calidad de dichos pro-cesos a la hora de conceder créditos. Esta experiencia como evaluador de procesos industriales fue clave para Coltécnica a la

Nuevos mercados

Coltécnica, contra viento y marea

Una pequeña empresa colombiana fabrica módulos artesanalmente

Jorge Enrique Villa, gerente de Coltécnica Ltda, muestra dos módulos Colsolar de 90 vatios de

fabricación propia

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quería crear su propia industria. El tipo de producto que quería debía ser algo

cos, sino que impactara en la calidad de vida de los colombianos». Durante años, el padre de Villa tanteó la posibilidad de ser fabricante de módulos y experimentó con varios modelos de células importa-das desde China. A pesar de que la de-manda local de fotovoltaica no era muy elevada, en 2004 decidió invertir bue-na parte de su capital, 100.000 dólares (71.000 euros) en montar su propia plan-ta de ensamblaje de módulos fotovoltai-

salarios para siete empleados, alquilar un almacén, 20.000 dólares (14.000 euros) en células monocristalinas de China Sunergy Co Ltd, una cortadora láser y una laminadora artesanal», cuenta el em-presario. Cuando admite que la primera laminadora era artesanal, Villa no exa-

horno de pizza adaptado por nosotros», comenta.

Los comienzos no fueron fáciles, so-bre todo porque nada más arrancar la producción, en octubre de 2005, el padre

Antes de morir, él me insistió en que con-tinuara con la fabricación y no me pude negar». Villa, que tenía experiencia en el sector y había trabajado como ingeniero en España en Endesa Energía SAU, deci-dió tomar las riendas del negocio fami-liar y darle un enfoque empresarial dife-rente. En 2005 comenzaron a fabricar en su horno de pizza los primeros paneles de 90 vatios translúcidos, con separación entre células y orientados para sistemas de integración arquitectónica. Esta pri-mera línea de módulos se bautizó como

casi todo. Incluso el EVA lo comprába-mos en bolitas, lo fundíamos y laminá-bamos, todo muy casero», recuerda Villa. A principios de 2006, el ingeniero deci-dió cerrar la línea de negocio de evalua-ción industrial y consultoría, y centrarse principalmente en el negocio fotovoltai-

40 por ciento de nuestros ingresos. Hoy podemos decir con orgullo que la solar representa el 90 por ciento de nuestro ne-

de facturación.Para comercializar dichos módulos,

Villa no contaba con una red de puntos

palmente nuestra página web, las redes sociales y la participación en eventos

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promocionales en universidades y es-cuelas», comenta.

Sin embargo, pese al empeño, la rea-lidad es que de este primer modelo ape-nas vendieron 42 unidades y pronto se dieron cuenta de que la competencia in-ternacional era demasiado fuerte para un pequeño taller como el de Coltécni-

competían en precio con los importados, pero después de unos años no pudimos competir en este segmento. La deman-da local era escasa y un panel nuestro de 90 vatios costaba alrededor de los 1.250 dólares (862 euros). Cualquier empresa extranjera los hace ahora mucho más baratos». Pero Villa no se rindió. Ante la creciente competencia internacional

optaron por producir módulos más pe-queños y por encargo, para aplicaciones como kits educativos, cargadores solares, maletas de viaje o consumos en corriente continua en voltajes no comerciales de entre 6 y 9 voltios y potencias entre 1 y

14 vatios. Con esta línea, Villa asegura que les fue un poco mejor, aunque tam-poco lograron un gran éxito comercial. Hasta la fecha han logrado vender 2.111 unidades de estos módulos pequeños, a un precio de entre 9 dólares (6,3 euros) para módulos de 1 vatio y 150 dólares (105 euros) para el de 14.

En 2006 Villa se dio cuenta de que la compañía, con siete empleados en este momento, no podía vivir exclusivamen-te de la fabricación de módulos y decidió

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co que empresario. Era un idealista y un ecologista apasionado y yo le tuve que dar una visión mucho más comercial a la empresa», comenta.

Y así fue. Ese año comenzaron a im-partir cursos mensuales de capacitación en instalación fotovoltaica. Esta línea de negocio les funcionó mejor. Hasta ahora, por las aulas de Coltécnica han pasado unas 600 personas en cursos de 16 horas a un precio de 210 dólares (145 euros).

Viendo el éxito inicial, también decidie-ron aprovechar su experiencia manu-facturera y lanzaron un segundo curso de ensamblaje de módulos fotovoltaicos artesanales, algo que no existía hasta el momento en Colombia y bastante poco común en cualquier otro país del con-

que existen hoy en Colombia han pasa-do por nuestras aulas. Muchos eran gente muy humilde que venía desde zonas muy remotas sólo para el curso y se volvían a su aldea con un módulo debajo del brazo. Es algo que nos ha enriquecido mucho», apunta Villa con orgullo.

De manera paralela a los cursos, Vi-lla decidió ofrecer servicios de ingenie-ría eléctrica, instalación de sistemas y distribución de material fotovoltaico. Ahora vende marcas de módulos como Yingli Green Energy Holding Co Ltd y Kyocera Solar Inc, o inversores OutBack Power Systems Inc. Gracias a esta diver-

las cosas han mejorado. De siete pasaron a tener doce empleados, y aunque admi-te que no se han hecho millonarios, Vi-lla cree que las perspectivas están empe-zando a ser más atractivas para las pocas empresas que se dedican a esto en el país, principalmente en el apartado de inge-niería, distribución e instalación.

la fotovoltaica en Colombia. Ahora pare-ce que se ha puesto de moda. Hemos no-tado un incremento de la demanda por parte de empresas que quieren mostrar su compromiso ecológico y contar con algo

Una de estas aplicaciones se encuen--

-cinas recién inaugurado cuenta con un jardín sobre la cubierta y cuida aspectos

de ventilación natural. Sobre la cubierta, Villa nos muestra dos paneles de 200 va-tios de Kyocera que cargan a través de un regulador Steca Elektronik GmbH dos ba-terías de 205 amperios hora. El sistema, aislado de la red, sirve para alimentar seis lámparas LED de 26 vatios que iluminan la fachada de Glas Haus.

Sin embargo, la rentabilidad es dudo-sa. El sistema costó unos 6.000 dólares

Nuevos mercados

En la cubierta del edificio Glas-Haus en Bogotá, Coltéc-nica instaló un sistema de 400 vatios con acumulación para iluminar la fachada. El precio: 4.100 euros, más de 10 euros por vatio.

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(4.100 euros), a unos 10 euros el vatio. En un país en el que

-cios comerciales se paga a en-tre 0,08 y 0,16 euros, y tenien-do en cuenta que existe buena conexión a la red en Bogotá, Villa reconoce que este tipo de aplicaciones pretenden más cuidar la imagen de las empresas que una rentabili-

-lamente falta que se apruebe una normativa de medición neta que permita verter a la red, y hacer rentables los equi-pos. Ya estamos trabajando en esta línea», añade.

Desde la azotea de Glas Haus, Villa contempla el océa-

-

futuro va a estar en la genera-ción distribuida, o como lla-mamos nosotros, una eco-red. Miles de pequeños sistemas en viviendas por todo el país». Aunque sabe que no va a ser

pocos apoyos por el momen-to y fuertes grupos de interés en contra». Por ello, han deci-dido ponerse manos a la obra y hacer ellos mismos labor de lobby a falta de apoyo públi-

instituciones y políticos para pedirles que reduzcan los im-puestos a los módulos y regu-len la conexión a la red. Tam-bién hemos creado un grupo

eliminación. Aquí tienen que

ser las empresas como Coltéc-nica las que impulsen esto. Si no lo hacemos nosotros no lo hace nadie», sentencia el em-prendedor.

A la salida de Glas Haus,

va a ser difícil mantener el de-seo de su padre de seguir fa-bricando módulos. La línea de producción sigue activa, pero actualmente la venta de sus propios módulos apenas apor-ta un siete por ciento a los in-

las últimas lluvias se nos ha inundado todo el taller y no sabemos que va a pasar. Siento no haber podido mostraros la fábrica», se disculpa. Pero para Villa, el sueño de su padre ha acabado siendo un poco su

de fabricar, pero tenemos que producir módulos a un precio más competitivo. Por eso es-tamos negociando la compra de una laminadora de segun-da mano con mayor capacidad que la anterior».

Y es que para Villa nada es

España en 2002 visité las ins-talaciones de la empresa Apli-caciones Técnicas de la Ener-gía SL (Atersa) que entonces era muy pequeña, casi como Col-técnica. Ahora Atersa es una gran empresa con cientos de empleados. Y yo me pregunto, si ellos lo lograron, ¿por qué no lo vamos a conseguir en Co-lombia?». Alejandro Diego Rosell

De la fabricación de módulos, Jorge Villa optó por diversificar su negocio. Aho-ra ofrece servicios de ingeniería, instalación y mantenimiento de sistemas fotovoltaicos.

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