Columna 33-13-10-03 - Alejandro Rozitchner

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Alejandro Rozitchner – Radio Columna n°33 en el programa Cual es, de Mario Pergolini en la Rock & Pop (13-10-03) Idea falsa: O lo uno o lo otro Para decirlo en dos palabras, se trata de decir que lo falso está en plantear opciones que no son tales. Muchas veces, aunque probablemente no todas, nos vemos obligados a elegir caminos que se oponen, o describimos lo que vemos o hacemos como si tuviera un sentido único, cuando en realidad tiene varios sentidos mezclados aunque opuestos. La verdad suele estar más cerca de la “y” que de la “o”. Pero vamos por partes: Para empezar con uno mismo, nuestro tema recurrente: ¿soy una buena persona o soy un egoísta sin remedio? La respuesta que pide la “o” es una que debe elegir entre una de estas dos versiones, como si fueran excluyentes. Como si uno fuera por ejemplo plena y únicamente una buena persona y no conociera sentimientos menos nobles. Llevado por el intento de responder esta pregunta por la primera opción uno incluso puede intentar eliminar de sí todo aspecto “dudoso” para poder concebirse con tranquilidad como “una buena persona”. ¿Y si un día se enoja qué hace? Las buenas personas no se enojan… La respuesta de la “y” es más correcta, realista y abre un camino mejor a la experiencia de ser una persona. Soy una buena persona Y soy un egoísta sin remedio . También la opción negativa pura es falsa. Nadie es un egoísta sin remedio puro, las personalidades vienen mezcladitas. Uno puede ser un Bienvenidosami.com.ar 1

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Alejandro Rozitchner – Radio

Columna n°33 en el programa Cual es, de Mario Pergolini en la Rock &

Pop (13-10-03)

Idea falsa: O lo uno o lo otro

Para decirlo en dos palabras, se trata de decir que lo falso está en plantear

opciones que no son tales. Muchas veces, aunque probablemente no todas, nos

vemos obligados a elegir caminos que se oponen, o describimos lo que vemos

o hacemos como si tuviera un sentido único, cuando en realidad tiene varios

sentidos mezclados aunque opuestos. La verdad suele estar más cerca de la

“y” que de la “o”. Pero vamos por partes:

Para empezar con uno mismo, nuestro tema recurrente: ¿soy una buena

persona o soy un egoísta sin remedio? La respuesta que pide la “o” es

una que debe elegir entre una de estas dos versiones, como si fueran

excluyentes. Como si uno fuera por ejemplo plena y únicamente una

buena persona y no conociera sentimientos menos nobles. Llevado por

el intento de responder esta pregunta por la primera opción uno incluso

puede intentar eliminar de sí todo aspecto “dudoso” para poder

concebirse con tranquilidad como “una buena persona”. ¿Y si un día se

enoja qué hace? Las buenas personas no se enojan… La respuesta de la

“y” es más correcta, realista y abre un camino mejor a la experiencia de

ser una persona. Soy una buena persona Y soy un egoísta sin remedio.

También la opción negativa pura es falsa. Nadie es un egoísta sin

remedio puro, las personalidades vienen mezcladitas. Uno puede ser un

egoísta en muchos aspectos pero no por ello perder la capacidad de ser

“buena persona”. Esta conversión del mundo de las “o” al mundo de las

“y” permite además terminar con las caracterizaciones toscas: “buena

persona”, “egoísta”, etc. para abrirnos a una percepción más compleja,

real y feliz de nuestros mundos.

 

Veamos otro ejemplo: ¿soy un buen alumno o lo que quiero es zafar? Si

aplicamos la “y” tenemos: soy un buen alumno y lo que quiero es zafar,

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es decir, reconocemos los dos aspectos del ser alumno, a saber, un

interés constructivo por enterarse de cosas, por crecer, desarrollarse,

capacitarse, etc. y unas ganas tremendas de eludir todo esfuerzo, de

darle rienda suelta al vagabundismo natural, un deseo de no hacer nada

y que el mundo reviente (y uno con él). La “y” permite no esencializar

las cosas, entender que uno no es profunda y puramente algo, permite

entender las luchas internas y captar las partes, aspectos y dificultades

de ser una persona.

 

Objeción que me van a hacer mis anfitriones, con base en de la Puente:

¿entonces en vez de plantearnos si tomamos whisky o vodka tenemos

que tomar whisky y vodka?, o ¿en vez de casarme con Romina o

Macarena hay que casarse con ambas? O ¿uno tiene que pasar y no

pasar el semáforo al mismo tiempo?

 

Quiero decir algo sobre las objeciones: las ideas son herramientas.

Sirven para algo y no sirven para otras cosas. A nadie se le ocurre hacer

la crítica de un destornillador porque no sirve como martillo o nadie

objeta una pinza porque no sirve para pintar. Hacer la crítica de las ideas

muchas veces tiene el sentido de inutilizar los recursos disponibles,

como un homenaje a la impotencia o a la nada. ¿Tenés un pincel? Es una

mierda, no sirve para poner clavos. Son las ganas de decirle al otro que

la herramienta que tiene no sirve, las ganas de anular toda utilidad. Lo

que hay que pensar es lo que SI se puede hacer con algo y no lo que NO

se puede.

 

El uso de la “o”, es decir, la opción, plantea un tipo de juego y un tipo de

pensamiento, y el uso del “y” plantea unos distintos. El juego de la o es

excluyente, purista, idealista, poco capaz de tratar con las

complejidades morales y psicológicas de la vida. El juego de la “y” es un

desafío a superar las barreras de la incomprensión.

 

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Otro caso, del zen. En su libro “Mente zen, mente de principiante”,

Shunryu Suzuki dice “Nuestro cuerpo y nuestra mente no son dos, pero

tampoco una. Cuando se piensa que el cuerpo y la mente son dos es una

equivocación. Cuando se piensa que los dos son uno, también es una

equivocación. Nuestro cuerpo y nuestra mente son a la vez dos y uno”.

 

Y sigue: “Dentro de unos años moriremos. Cuando se piensa que ese es

el fin de la vida, se ha entendido mal. Pero, por otra parte, cuando se

piensa que no moriremos nunca, esto también es erróneo. Moriremos y

no moriremos. Así habrá de entenderse”.

 

Y por último: “Quizás haya quien piense que la mente o el alma existen

siempre y que lo que muere es solamente el cuerpo físico, más esto no

es la verdad exacta, porque tanto la mente como el cuerpo tienen fin.

Pero, al mismo tiempo, también es verdad que existen eternamente. Así

es como ha de entenderse”.

 

En este caso la interpretación que se me ocurre es que la eternidad es

un atributo del presente y que el paso del tiempo una ficción. La

existencia eterna es una existencia presente que puede ser pensada y

sentida cuando se termina con el dualismo del “o” y penetramos en el

tipo de existencia que aparece en el uso de la “y”, pero es un asunto

complejo que requeriría más tiempo. Los interesados pueden acudir a

ese libro, que es buenísimo.

Otros ejemplos:

1. Los Estados Unidos, ¿son un imperio o un gran país democrático? La

respuesta de la “y”: son ambas cosas. Son un imperio y también un

país democrático. Quieren dominar el mundo, pero no tienen valores

dictatoriales.

2. El peronismo, ¿hunde cada vez más al país en su universo

paternalista y mafioso o logra dotar de una fuerza de conducción a

un universo político precario? Ambas dos cosas.

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3. Los políticos: ¿buscan su propio provecho o tienen vocación de

servicio? Las dos cosas simultáneamente.

4. Este libro: ¿es una locura del autor o me ayuda a pensar? La locura

del autor te ayuda a pensar

5. Si estudio mucho, ¿estoy avanzando en mi carrera o perdiéndome

muchas cosas? Avanzás en un sentido, perdés en otro. Si no

estudiaras pasaría lo mismo, pero en sentido inverso.

6. Si tengo una pareja, ¿avanzo en el camino de la intimidad feliz o me

pierdo mi vida de solitario aventurero? Siempre que se gana algo se

pierde otra cosa. No se puede no perder nada.

7. Cuando ya no trabaje en ese lugar, ¿voy a ser por fin libre o voy a

extrañar la seguridad que ese lugar me daba? Las dos.

8. Si me separo de mi pareja, ¿voy a ser libre como el viento o voy a

estar sólo como un perro? ¿Voy a disfrutar o a padecer mi nueva

soledad? Las dos.

9. El amor, ¿es una locura o es algo genial? Es una locura genial. ese

libro, que es buenísimo.

Aclaración: El uso de la “y” no impide que uno pueda darse cuenta de

que una de las dos opciones va a primar sobre la otra. No estamos

diciendo que ambas opciones planteadas por la “o” sean equivalentes,

estamos diciendo que no se excluyen estas de manera absoluta, sino

que más bien suelen ir juntas, teniendo entre ellas una relación más

íntima de la que uno puede suponer.

Conclusión:

El uso de la “y” suplantando a la “o” suele agregar en muchos casos un nivel

de profundidad a la captación de las situaciones, a la posibilidad de pensarlas,

entenderlas y vivirlas mejor. Por más que la pasión de los contrastes a veces

resulte una simplificación y un alivio, recomiendo su uso.

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