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Comentario de texto, sesión 4:Husserl, “Artículo «Fenomenología» para la Enciclopedia Británica”
Alejandro MendozaEl Colegio de Michoacán
HUSSERL, Edmund. “El artículo «Fenomenología» de la Enciclopedia Británica” en Invitación a la fenomenología, pp. 35-73, Barcelona, Paidós, 1992
En esta que se puede considerar una exposición “exotérica” de la fenomenología
trascendental, Husserl enfatiza la significación de ésta tendencia de la filosofía hacia una
formación en términos de “rigor científico” y en el ámbito de la cuestión del método, lo que
de entrada ya nos ofrece el vínculo esencial que toda definición reflexiva de la filosofía
sostiene con la modernidad. Ya se habrá tenido noticia que Husserl ha sostenido una lucha
contra toda forma de degeneración del pensamiento en doxa apelando a la posibilidad
genuina de la verdad, lo que constituye el núcleo de significado de esa aspiración a lo
científico de la fenomenología trascendental que, por otro lado, también se dirige a
confrontar esa aptitud que, encontrándose en las antípodas de la doxa de la mera empirie, es
su consecuencia obvia: el escepticismo, de donde se puede ver, sin mayor escándalo, que el
platonismo no está presente en la fenomenología de una manera polémica sino que, bien al
contrario, se asume como la orientación del pensamiento propiamente filosófico en su
presupuesto relativo al problema general —y tradicional— que radica en la cuestión de
«ver el mundo» tal como es y no ya, o no sólo, como la finitud se lo puede representar, de
aquí que la confianza cartesiana esté más próxima al platonismo de la fenomenología
husserliana de lo que se encuentra el criticismo kantiano hacia la metafísica. Ver, se
entiende, no el sentido de la cosmovisión sino de la intuición del ser verdadero de lo que es:
lo que propiamente define a una filosofía, a la fenomenología en este caso, como un saber
o, mejor dicho, como ciencia eidética.
Pero, decimos, hay que leer en esta presentación husserliana de la fenomenología, el
platonismo, cierto, pero bajo el tamiz de la filosofía moderna del sujeto y de la reflexión,
síntesis en virtud de la cual Husserl no ha considerado que la finitud de los modernos sea
una objeción para la verdad de los antiguos, sino que, sin identificar el lugar del
fundamento en la finitud, permitirá abrir el ámbito en que originariamente ha de tenerse
como la instancia de lo verdadero: la subjetividad en su condición de pura. Me parece que
tal es la cuestión de este escrito sumario de Husserl, razón por la cual evoca el desarrollo
paralelo de una psicología fenomenológica pura al lado de la fenomenología trascendental,
pues se trata de despejar la pureza del sujeto, asunto sobre el cual este texto despliega
especial atención el carácter reflexivo del concepto de lo “trascendental” en la
fenomenología. ¿De qué se trata?
A diferencia del idealismo alemán (es imposible no evocar el diálogo permanente de
Husserl con Fichte y Hegel), la filosofía fenomenológica de la reflexión no va en busca de
un fundamento metafísico a partir del cual lo empírico encuentre su principio lógico previo
a costa de cancelarse como negatividad; para Husserl, la positividad de lo empírico-natural
remite a un fundamento, de igual manera que para todo idealismo en general, pero aquí la
tarea de la reflexión no consiste en “dialectizar” la experiencia sino en suspenderla como lo
que de manera inmediata daría la consistencia de la conciencia. La diferencia notable es
que Husserl, a diferencia de Hegel, principalmente, ya no piensa la relación de lo
trascendental a lo empírico en términos de representación, lo que acabaría por deponer la
positividad de la experiencia asumida como válida desde el principio, sino como
constitución, en su sentido ontológico-genético, y como intuición eidética, en su sentido
diríamos gnoseológico, aquí se encuentra, como es evidente, el platonismo husserliano ante
el rechazo moderno de la experiencia, que sólo la asume en ese término de mediación que
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es la representación, bajo el cual sólo puede manifestar “la cosa en sí” como negatividad.
La reflexión fenomenológica husserliana, por el contrario, no hace negativa a la experiencia
mediante la postulación de una subjetividad hipostasiada, sino que gana su positividad en
una subjetividad pura que se debe hacer evidente además de necesaria para que tenga
sentido el que la conciencia sea siempre conciencia de y que este genitivo objetivo se
refiera a un contenido de ser verdadero en propia inmediatez empírica, mas ello sólo desde
el acceso —reflexivo— al horizonte trascendental, de aquí que la reflexión se tome en la
fenomenología hacia la doble reducción: la fenomenológica y la eidética, pero que ninguna
represente una estratificación de planos ontológicos en lo real, sino la apertura de un
diferencial: lo trascendental no se define como un plano de ser “superior” (en el sentido
neoplatónico y hegeliano) al natural-empírico, sino como ámbito diferente. La subjetividad
husserliana no es el resultado de la hipóstasis del concepto lógico del principium, sino de la
reducción reflexiva. Reiterando la comparación, lo que se propone Husserl con la reflexión
como reducción no es la labor hegeliana de recuperar el fundamento de una metafísica
dogmática (en el sentido de Kant), sino la de abrir el espacio de la aspiración platónica de
lo verdadero.
Pero la tradición moderna se aparece en Husserl precisamente en la prioridad
metodológica de la reflexión —precisamente— y en la caracterización preliminar de lo
“puro” en el marco de una psicología pura. El lugar de lo trascendental es el sujeto en su
carácter trascendental, no es la psique platónica, de donde la cuestión que se plantea es la
de la posibilidad de que el sujeto husserliano pueda aspirar a la ciencia eidética sin perderse
en la crítica moderna del sujeto finito. Para Husserl esta objeción es recusada por el propio
punto de partida del método fenomenológico: la conciencia no se encuentra, en el mundo,
ante representaciones y como una cosa del mundo ella misma, sino que se encuentra con
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sus propias vivencias inmanentes que no pueden ser consumadas en su significación
fáctica-natural. El objeto husserliano no es la representación que encubre la esencia sino la
vivencia misma de la propia conciencia en su interioridad1. El mundo no es representación
sino vivencia intencional de la conciencia, de donde parece más justo que Husserl
conceptualice esta relación de la conciencia al mundo como noesis y noema, y no como
representación.
Ahora bien, desde este punto de partida que de antemano puede garantizar el ser
verdadero de la percepción en virtud de la inmanencia de la intencionalidad de la
conciencia en su vivencialidad, es que la fenomenología se abrirá paso a la esfera
trascendental bajo la forma de una filosofía genética de la esencia. ¿Por qué es posible la
intuición verdadera en sentido platónico bajo un concepto moderno tal cual el del sujeto?
Porque el método de la reducción fenomenológica opera al nivel de la inmediatez de la
evidencia de ser de la intuición de una manera en que se mostrará que lo que permite la
epojé es la recuperación de la constitución trascendental del sentido de ser de las cosas que
se perciben en la “naturaleza” como mundo fáctico en la misma conciencia, que es
fundamento, no del mundo como representación a la manera moderna, sino del mundo
como vivencia e intuición, ya en la recuperación platónica del concepto de intuición.
Es por esto, consecuentemente, que no puede tomarse a la conciencia sin más, como
un ente en el mundo, sino en ese diferencial que supone la reducción y que permite, según
esto, tener un concepto “puro” de la conciencia que distingue la actitud filosófica de la
actitud natural, y que no consiste en otra cosa sino en la “desmundanización” de su
significación original de ser, pues la conciencia que se da en el mundo no aparece con él,
1 No será mero diletantismo historiográfico filosófico el que Husserl recupere la noción de interioridad agustiniana en momentos particularmente complejos de su pensamiento, ya sea para la conciencia del tiempo, o bien ya sea para concluir la restauración de la conciencia de su caída en la naturalización en la filosofía moderna.
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bien que con él se despliegue su acto de conciencia, la intencionalidad, sino que ella
pertenece al ámbito diferencial de lo trascendental, reiterando que no se trata de una
estratificación óntica de planos de ser.
Para concluir el comentario, valga la pregunta siguiente: ¿por qué es posible que
Husserl vea en la fenomenología la posibilidad de algo rigurosamente científico para la
filosofía y como el método de todas las ciencias? Porque la fenomenología aporta una
noción de la verdad según la cual ella tiene un carácter genético en la conciencia, cuya
manera de darse es la constitución trascendental y cuya manera de despejarse es la
reducción, primero trascendental que abre el diferencial de la conciencia respecto al mundo
y, después, eidética, que enseña la génesis de lo verdadero como constitución y donación
trascendental de sentido. Intuir es ya por sí mismo un acto de lo verdadero. Que la
conciencia no precise del factum mundi puede ser lo que posteriormente se cuestione a la
fenomenología, pero por lo pronto se puede garantizar este camino leibniziano en el que las
mónadas de hecho intuyen el mundo sin ventanas abiertas, pues en ellas está la vis
representadora, que en Husserl ya consiste en la génesis trascendental del sentido, arriba
señalado.
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