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Comenzar a cantar lo que repetiré por la eternidad Teresa de Lisieux en la Liturgia del Carmelo Teresiano MANUEL DIEGO SÁNCHEZ, OCD Teresianum. Roma El recuerdo litúrgico de TeresÍta por parte de la Iglesia y del Carmelo es un modo concreto de percibir el reflejo de su vida y mensaje, pero esto sin esquemas preconcebidos, lógicos, ni buscan- do síntesis doctrinales, sino de acuerdo a las leyes propias de la Liturgia. Esto es, en un clima orante y de memoria de Jesús. Es sólo eso, la celebración de Teresa de Lisieux como testigo (= Martyr) de Jesús que nos introduce en el corazón mismo de la Revelación de Dios como Padre y nos muestra el Evangelio de la misericordia de su Hijo Jesús. O también es celebrar y narrar sus maravillas con Teresa desde la Liturgia eclesial, con el ánimo, estilo y espíritu propio de ella l. Estas páginas quieren introducir a esta liturgia teresiana, ponien- do de relieve sus acentos y peculiaridades, para que de esta forma también comunique sus contenidos y conduzca al Misterio celebra- 1 La apertura y final del Ms. A, y el estilo de los 3 Mss. tienen una clara dimensión <<litúrgica», que ella reafirma, como Santa Teresa de Jesús, a partir del Salmo 88, 2: « ... sólo pretendo una cosa: comenzar a cantar lo que un día repetiré por toda la eternidad: ¡¡¡Las misericordias del Señor!!!» (fol. 2r). Ver también Ms. A, fol. 3v y 84v; Ms. C, fol. Ir; 27r-v; 34r. REVISTA DE ESPIRITUALIDAD (57) (1998), 249-261

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Comenzar a cantar lo que repetiré por la eternidad

Teresa de Lisieux en la Liturgia del Carmelo Teresiano

MANUEL DIEGO SÁNCHEZ, OCD Teresianum. Roma

El recuerdo litúrgico de TeresÍta por parte de la Iglesia y del Carmelo es un modo concreto de percibir el reflejo de su vida y mensaje, pero esto sin esquemas preconcebidos, lógicos, ni buscan­do síntesis doctrinales, sino de acuerdo a las leyes propias de la Liturgia. Esto es, en un clima orante y de memoria de Jesús. Es sólo eso, la celebración de Teresa de Lisieux como testigo (= Martyr) de Jesús que nos introduce en el corazón mismo de la Revelación de Dios como Padre y nos muestra el Evangelio de la misericordia de su Hijo Jesús. O también es celebrar y narrar sus maravillas con Teresa desde la Liturgia eclesial, con el ánimo, estilo y espíritu propio de ella l.

Estas páginas quieren introducir a esta liturgia teresiana, ponien­do de relieve sus acentos y peculiaridades, para que de esta forma también comunique sus contenidos y conduzca al Misterio celebra-

1 La apertura y final del Ms. A, y el estilo de los 3 Mss. tienen una clara dimensión <<litúrgica», que ella reafirma, como Santa Teresa de Jesús, a partir del Salmo 88, 2: « ... sólo pretendo una cosa: comenzar a cantar lo que un día repetiré por toda la eternidad: ¡ ¡ ¡Las misericordias del Señor!!!» (fol. 2r). Ver también Ms. A, fol. 3v y 84v; Ms. C, fol. Ir; 27r-v; 34r.

REVISTA DE ESPIRITUALIDAD (57) (1998), 249-261

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do 2. Se trata sencillamente de una interpretación o lectura que, des­de un punto de vista metodológico, se atiene a estos criterios:

1) Se hace desde la liturgia propia del Carmelo Teresiano, la propia familia de Teresa de Lisieux, que se extiende más que la eclesial y ofrece más elementos propios, por lo que también apro­vecha mejor la espiritualidad de esta hermana suya.

2) No hemos de olvidar que es desde 1923 (beatificación) cuando comienza a ser celebrada dentro de la Liturgia con algunos textos propios, ampliados y mejorados luego en 1925 (canoniza­ción). La reforma litúrgica del Vaticano II (1969-1973) afectará también a las celebraciones teresianas que vienen retocadas y mejo­radas. Contamos ya, por tanto, con un iter litúrgico o historia de su liturgia complicado (basta pensar en los diversos cambios que ha sufrido la fecha misma de la celebración y cada vez con más grado), y no menos con un cO/pus litúrgico considerable. Cosa más bien extraña para una celebración relativamente reciente 3.

3) Como tónica general de esta liturgia se puede advertir una ligera evolución, no sólo debido a la reorganización y nuevas exi­gencias de la reforma postconciliar, sino más bien en dependencia del progreso habido en la interpretación doctrinal teresiana, muy cambiada ésta desde la publicación integral de toda su obra 4. La liturgia ciertamente ha ganado con ello.

2 No nos consta haya sido estudiada hasta ahora la Liturgia de Santa Teresa de Lisieux. Recientemente existe un estudio, fruto de una tesina de licencia, pero limitado al nuevo Oficio de la Liturgia de las Horas surgido de la reforma del Vaticano II: J. E. NAVARRO PRIETO, La Liturgia de las Horas en la fiesta de Santa Teresa de! Niño JeslÍs. Estudio litúrgico-teológico-espiritual (Roma 1996).

Para la Eucaristía y Liturgia de las Horas actuales enviamos a nuestro estudio, basado en la edición típica latina: La liturgia teresiano-lexol'iense, en Teresianul11 49 (1998) fasc. l.

o En la elaboración de la liturgia teresiana, como sucede pocas veces, tuvo su parte el mismo Papa Pío XI que la beatificó y canonizó; también hizo sus aportaciones, sobre todo en el campo de los himnos litúrgicos el cardenal A.O. Piazza, Carmelita Descalzo. Habría que añadir toda una serie de medidas y concesiones litúrgicas propias, sobre todo para el Carmelo de Lisieux, ninguna de las cuales ha sido estudiada ni puesta de relieve hasta el presente.

4 Como fechas importantes del cambio operado han de juzgarse estos años: 1947 con la publicación del Epistolario por A. Combes; el 1956 con la edición facsímil de los Mss. por Francisco de Santa María; y el 1973 con la famosa

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4) Con ocasión del doctorado teresiano (19.10.1997) ésta no ha sido modificada sustancialmente, a no ser el detalle de que ahora se puede recurrir además al común de doctores para los elementos de la celebración. En la concesión de tal doctorado, el Papa Juan Pablo II se sirvió de la Misa «Para la evangelización de los pueblos» (añadiendo un breve inciso a la colecta), excepto la lectura evangé­lica (Mt 11, 25-30) Y el prefacio propio, ambos elementos propios de la liturgia de Santa Teresita en el Carmelo Teresiano 5.

1. DESDE EL CORAZÓN DEL Ev ANGELlO

El punto de unificación de toda la liturgia teresiano-lexoviense podemos considerar que es el texto evangélico de MateO 11, 25-30, leído en su fiesta como Evangelio de la Eucaristía: «Escondiste estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente senci­lla». Es un pasaje que pone delante el secreto de Teresa y de la vida cristiana entendido como absoluta gratuidad. Un misterio, escondido y abierto, accesible sólo para los sencillos ". La elección de este pasaje en la liturgia carmelitana, además de poner de relieve la lógica de Jesús como el principal descubrimiento de Teresa, permite subrayar otros elementos no menos importantes:

ID la oración-bendición de Jesús; • el reconocimiento de la paternidad divina y de la filiación

de Jesús y nuestra; • el misterio de la iniciativa divina como revelación de su

plan y acceso a su Reino;

«edición del centenario», de cuyo trabajo crítico se sigue dependiendo todavía. Ver las introducciones de la edición española de las Obras Complelas, Burgos, Monte Carmelo, 1996, que es la que citamos aquí.

.< Cf. Cappella papale presiedula dal Sanlo Padre Giovanl1i Pa% II per la proc/amazione a «Dolfore della Chiesa» de Sanla Teresa di Ges¡) Bambino e del Volto Sanlo ... Citta del Vaticano, 1997, 102 p., 17 cm.

" Podemos aducir estos lugares donde cita el texto paralelo de Lc 10, 21: Ms. A, ff. 49r y 71r; Ms. C, fol. 4r; Cartas 127, 190 Y 247; estampa 2. Aquí y en otros sitios hallamos expresiones de sentirse depositaria de una revelación o de un secreto comunicado, terminología inspirada en ese evangelio. CL Ms. B, fol. 5v.

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• el Reino de Dios destinado a los sencillos de corazón y a los que son como niños (Mt 18, 1-4);

• Cristo, manso y humilde de corazón, el primero entre los humildes y sencillos;

• Teresa de Lisieux, entre los humildes y sencillos, agraciada con este carisma de revelación y descubrimiento,

Hay que recordar que el texto constituye una novedad dentro de la liturgia teresiana, configurada ésta desde 1923 hasta 1973 sobre otro evangelio distinto: Mateo 18, 1-4: «Si no os hacéis como niños, no entraréis en el Reino de los cielos», aparentemente más explícito y acorde a la doctrina teresiana de la infancia espiritual, aunque ciertamente nunca se sirve de él para explicar su «caminito» y no lo hallamos tan citado en sus obras, como se podía esperar. No obstan­te, este último evangelio, el primero que ha tenido la liturgia desde la beatificación sigue siendo el propuesto para toda la Iglesia, mien­tras que el Carmelo Teresiano prefiere ponerlo como texto alterna­tivo, en segundo lugar.

El evangelio escogido por el Carmelo Teresiano acentúa mucho más la iniciativa divina (punto clave de la espiritualidad teresiana) y no tanto el esfuerzo humano, la voluntariedad (<<si no os hacéis como niños»), y hasta parece querer evitar el entender este camino como un «aniñarse» psicológicamente. Esa parece ser la pretensión de tal opción,

Incluso el carisma magisterial de ella (doctorado eclesial), tan dependiente de su propia experiencia, queda con él mejor situado: dentro del misterio de la revelación del Reino, la oración de Jesús y de Teresa (<<Te doy gracias») son la mejor respuesta al amor benévolo de Dios Padre hacia los humildes y sencillos,

El texto en cuestión se erige en clave de comprensión de toda la celebración teresiana, pues de umi u otra forma vuelve y se aparece a lo largo de la misma 7. La resonancia más cercana y completa la

7 En esa idea de «revelación» se moverá el prefacio propio de Santa Te­resita concedido por vez primera en 1973, que analizaremos más adelante, También se sirve de este texto el canto del Alleluia que acompaña ambos evangelios de la Misa del día, y la antífona del invitatorio del Oficio divino. Ahora bien, cuando se consulta el índice bíblico de las obras teresianas, se percibe que no se trata de un texto muy citado,

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hallamos en el Prefacio propio, antes de la Plegaria eucarística, el lugar más apropiado para recoger la oración de Jesús, pero ahora puesta en boca de la comunidad celebrante:

«Te bendecimos, Padre Santo, porque has revelado a Te­resa de Lisieux los Misterios del Reino de los cielos ... »

Igualmente importante es la presencia en la oración colecta, el texto de composición eclesial más usado en toda la liturgia teresiana (Eucaristía y Liturgia de las Horas) y que quiere recuperar también el clima oracional evangélico en la invocación inicial a Dios Padre (Mt ¡ 1, 25 + Le !O, 21) Y no tanto la doctrina de Jesús (lVit t 8, 3), como ocurría en la colecta teresiana anterior que se usó desde la beatificación 8:

«Oh Dios que has preparado tu reino para los humildes y sencillos ... »

Se advierta que se habla de disponer/preparar el Reino y no de revelar (como en el Evangelio), un verbo que se reserva para la petición final; igualmente, para evitar confusión, habla de humildes y sencillos, no como de dos categorías de destinatarios, sino de una misma condición determinada mejor por los dos términos. Y, puesto que la revelación es ya concesión y posesión, prefiere el verbo pre­parar como más indicativo de la promesa e iniciativa divinas, de la actitud dispensadora de Dios previa a todo mérito o trabajo por parte nuestra. De este modo se acentúa incluso que la revelación del Reino es también fruto de la Eucaristía y de la oración.

Añadimos que este evangelio fue el proclamado en la Eucaristía del doc­torado (l9-X-1997) y el que viene aducido en el nº 1 de la Carta apostólica «Divini Amoris scientia» de tal proclamación, e igualmente el comentario papal en la homilía de la misma fecha.

" La colecta anterior comenzaba así: Señor Jesús que dijiste: «si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los cielos ... » Texto en parte compuesto por Pío XI, se hallaba fuera de la tradición eucológica romana al estar dirigido a Cristo, cosa más bien rara en ella, además de fundarse sobre el evangelio del día (Mt 18, 3). Ahora ha quedado sustituido por una nueva composición que tendremos ocasión de analizar.

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y es lo que parece querer recordar como una resonancia global para toda la liturgia oracional del día, la antífona propia del salmo invitatorio:

«Adoremos al Dios nuestro, que se revela a los peque­ñuelos»,

La apertura del día litúrgico de Teresa bajo esta bendición evan­gélica de Cristo, hace que la oración de la Iglesia y del Carmelo -preferentemente de alabanza y acción de gracias- con ella recu­pere ese tono de Buena Noticia (= Evangelio) que le pertenece,

El misterio del Reino se revela, por designio divino, a los peque­ños y sencillos; y a los pequeños que lo aceptan se les revela el misterio de la oración, en cuanto que ésta pone en acto el sentido de dependencia, fragilidad y necesidad radical que significa el estar ante Dios como un niño. Por eso, este invitatorio es como dar un carácter de autenticidad evangélica a la oración eclesial, ya desde el comienzo, para mantenerlo y recordarlo en todos los momentos de la misma a lo largo del día.

La prevalencia de este texto evangélico en el que convergen, al mismo tiempo, su propia experiencia acerca del mensaje de Jesús y la propuesta que ella misma hace a los demás, nos da la pista exacta de interpretación de toda la liturgia teresiana.

n. EL CAMINO EVANGÉLICO DE TERESA DE LISIEUX

Entre lectores e intérpretes se ha impuesto la expresión de «Ca­mino de infancia espiritual» o «caminito» como si fuera el núcleo del mensaje de Teresa de Lisieux. Así, tal cual, no lo hallamos expresado en sus obras, pero sí en su contenido esencial 9

Bien analizado todo el corpus litúrgico que ha tenido desde 1923 se puede decir que éste ha sido el aspecto más recogido y resaltado en él, lo cual quiere decir que en la liturgia teresiana siempre ha

9 En Ms. B, fo!. Ir, habla que <<Jesús se complace en mostrarme el único camino que conduce a esa hoguera divina». En el mismo ms., más adelante, hablará de «mi doctrinita» (fo!. Iv). El único lugar en que habla de «mi cami­nito» es en el Ms. e, fo!. 2v.

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prevalecido la preocupación doctrinal o el querer resaltar los puntos esenciales de su pensamiento. Esto es un acierto y hasta una ventaja, aunque la formulación concreta sea más criticable. La liturgia actual de Teresa, después de la renovación del Vaticano n, se ha sentido también atraída por esto, pero matizando y completando más con otros aspectos de su sistema doctrinal.

La nueva colecta que propuso el Misal de Pablo VI (1970) Y que acogió la Orden en su liturgia propia hace una referencia explícita, por vez primera, a un «camino» (tramitem-trames) trazado por Te­resa de Lisieux; no en la invocación o parte inicial donde prefiere aducir Mt 11, 25, sino en la petición, como queriendo indicar que se trata de un reflejo o camino de vida evangélica. Así traduce el español:

«oo. concédenos la gracia de seguir confiadamente el cami­no de Santa Teresa del Niño Jesús, para que nos sea revelada, por su intercesión, la gloria eterna».

Como indicábamos antes, es la primera vez que la liturgia reco­ge expresamente esta referencia codificando de esta manera una formulación que se considera referente exacto de su mensaje espi­ritual 10.

A pesar de esta alusión evidente, sin embargo la liturgia prefiere servirse de otro método más intuitivo y cercano a la experiencia de Teresa, el proponer como primera lectura de la Eucaristía aquel paso bíblico que fue decisivo en el descubrimiento de este «caminito»: IsaÍas 66, 10-14c: Yo haré derivar hacia ella, como un río, la paz. Es decir, proclamar la Palabra con el mismo espíritu con que Teresa la entendió y actualizó 11.

lO La idea de la confianza la podemos hallar en Ms. A, fol. 80v: «los mares de la confianza y del aman>; Ms. C, 37r: «por la confianza y el aman>; Carta 226 (9.5.1897): «Mi camino es todo él de confianza y de amor». Paralela puede ser la idea del abandono: Ms. B, fol. Ir.

Es interesante la versión francesa de este fragmento de la colecta: «Donne­nous de suivre sainte Thérese de l'Enfant-Jésus sur le chemin de la confian-ce ... »

11 Curiosamente, son 2 textos del AT (ls 66, 12-13 + Prov 9,4), no del NT los que la ayudan a comprender el cómo, desde su pequeñez, subir hasta Dios. Cf. Ms. B, fol. Ir; C, fol. 3r.

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Elementos de esta lectura profética, como la desolación, el aca­riciar, el levantar en brazos, la figura de la madre y del niño, la consolación, etc., nos ponen delante de lo que Teresa, con palabras provenientes de la experiencia de la técnica moderna, llama el as­censor que la eleva y levanta desde sus miserias hasta Dios. Desde la confianza, perfilada tanto en el rostro materno y paterno de Dios, como en la condición filial e inerme del creyente, se entra así en lo esencial de su mensaje, transmitido además con otras referencias bíblicas 12.

Hay que resaltar el cambio operado en la celebración, pues la Liturgia de la Palabra saca este paso bíblico de un contexto redu­cido y personal, el mundo sentimental y espiritual de Teresa de Lisieux modelado conforme al parámetro bíblico, erigiéndolo en anuncio del plan divino que siempre, desde antiguo, está acercán­dose al hombre; plan que se cumple y realiza en Jesús de Nazaret, el cual lo corrobora además con su misma palabra (Evangelio), En este caso podemos decir que la Eucaristía no sólo evoca y recuerda, sino que concreta y actualiza los modos y maneras de Dios, con­solando, acariciando y levantando al hombre con la humanidad entregada (carne y sangre) de Jesús. De este modo, la intuición teresiana viene asumida por la liturgia desde ese plano que le es propio, el de la memoria y la presencia, haciendo gustar al que participa de ella en el secreto y misterio de la condescendencia divina,

Podemos añadir todavía que la liturgia parece también querer seguír la misma pedagogía teresiana, por lo que prefiere el lenguaje bíblico para insistir en el mensaje de ella y, preferentemente, recu­rriendo al A T. Por eso, se sirve de los salmos 102 (responsoría! y Ofício de lecturas), 130 (salmo responsoríal alternativo) y 22 (Ofi­cio de lecturas) 13, Son aquellos lugares donde sólo se usan salmos

12 La imagen del águila (Deut 32, 3-7,10.12): Ms. B, fol. 4b-5b. Este texto bíblico la liturgia teresiana lo propone como antífona de entrada de la Misa y como canto 1 del Oficio Vigiliar.

13 De los tres parece ser el 22 el más preferido por Teresa de Lisieux, aunque nunca recordado por su uso bautismal: Cartas 142 y 26. En una carta perdida al P. Pichon se servía del salmo 22 para explicar su situación final; de

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propios y adecuados, y éstos hablan de la misericordia y del perdón, de la figura paterna y materna de Dios, de la confianza total del creyente (<<nada temo»). A través de estos salmos, tan estimados y usados por Teresa, percibimos el culmen expresivo que alcanza la revelación divina en ellos. Se trata de los textos oracionales con los que la Iglesia canta y proclama el misterio divino y que no sólo queda hecho mensaje para el hombre (sentido descendente) que la acoge, sino Palabra revelada devuelta a Dios por el destinatario de su amor (sentido ascendente). Así, a través de la liturgia oracional, quedan unidos sujeto y objeto de tal revelación.

Mientras que con el NT, sobre todo Pablo, se recalca de forma más concreta el sentido histórico de este camino tal y como fue vivido por la primera comunidad. Es el misterio de los hijos de Dios que Cristo nos ha descubierto y participado desde su propia filiación divina. Por eso, se subraya esta condición con Rom 8, 14-17 (lect. breve Laudes) 14, 1 Juan 3, 1-2 (lect. breve Nona) 15; o también cuan­do se insiste en 10 débil e inerme, lo pobre, como lo preferido por Dios (2 COI' 12, 9c-1O) (lect. breve Tercia). Ambos aspectos vienen incluso retlejados por diversas antífonas del Oficio teresiano.

La liturgia corrobora así el mismo proceder del comportamiento de Teresa: en la Palabra hallamos nuestro camino de acercamiento a Dios, los símbolos y las realidades humanas que lo describen. Pero además, en la liturgia esta Palabra conduce por sí misma al hecho Jesús, que en palabras y gestos, demostró la verdad de tal revela­ción 16.

ella decía que allí estaba su alma. Ver también Ms. A, fol. 3r/v donde cita al mismo tiempo los salmos 22, 102 Y 88.

El salmo 102 viene citado además en el ms. A, fol. 76r; C, fol. 7v; Carta 226.

No parece estar citado en sus obras el salmo 130, aunque por la imagen de la madre y del niño es fácil de aplicarlo al conjunto de su mensaje.

14 Cf. Ms. C, fol. 19v. 15 Cf. Ms. A, fol. 601' y Carta 141. 16 Las preces de Laudes están organizadas a partir de los <dogioll» o pala­

bras de Jesús que han sido significativos en la experiencia de Teresa de Lisieux (<<Tú dijiste»), desde las cuales engarza luego la petición conespondiente. Se trata de un estilo de composición que sólo en otra ocasión está representado dentro de la Liturgia carmelitana, en las 2 Vísperas de la solemnidad de la Virgen del Carmen.

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lIL EN EL CORAZÓN DE LA IGLESIA

No es ajena la vida contemplativa, su dimensión misionera, la vida de oración, la preocupación por la Iglesia, etc" a la liturgia teresiana, Ésta se encarga de recalcar, más y mejor que antes lo hizo, esa «pasión» de Teresa de Lisieux, y esto lo hace tal y como le sucedió a ella en el descubrimiento de su propio lugar dentro del misterio de la Iglesia, es decir a través de Pablo y Juan, Pero 10 hace desde la misma oración eclesiaL

Lo primero es el encuentro con el Amor de Dios -como expe­riencia fontal- yeso nos lo asegura la II lectura de la Eucaristía: 1 Juan 4, 7-16: Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» 17, Lo mismo viene recalcado en el Oficio de lecturas con los salmos 102 y 22 Y sus respectivas antífonas, El amor de Dios en cuanto Padre, que se manifiesta incluso en nuestra filiación divina y, sobre todo, en el envío de Cristo, es la iniciativa de la que parte el amor al prójimo,

El descubrimiento del sentido del amor cristiano sabemos que fue toda una obsesión de Santa Teresita 18, Y fue precisamente la lectura en clave sapiencial de 1 Corintios 12 (1 Lectura del Oficio de Lecturas) donde ella descubrió el puesto a ocupar en la Iglesia: el carisma del amor que la mueve a razonar y verse como corazón que ama dentro de la Iglesia. Desde ese puesto privilegiado, en el amor, aúna en sí todos los servicios, ministerios y carismas. Es decir, desde su vida contemplativa entendida como ejercicio de amor se ve en el centro mismo de la vida y actividad eclesiales, como un principio motor ineludible. Hay que recordar que es la primera vez que ese conocido paso pau1ino en tomo a los carismas se aplica en la exégesis cristiana a la vida contemplativa. Y la liturgia eclesial acepta y sanciona esta interpretación teresiana al recibirla dentro de sí mediante la presencia de su misma palabra dentro del Oficio de lecturas eclesial y carmelitano 19. Así Teresa nos habla y cuenta su

17 CL Carta 247; Poesías 3, 31 Y 17,6, IR Se lean atentamente los Mss, B y C, unificados precisamente en torno a

este tema específico. 19 Tanto la Liturgia de las Horas eclesial como la carmelitana proponen

como II lectura en el Oficio de Lecturas el paso extraído del Ms, B, fol. 3r-

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propia experiencia de búsqueda que halla respuesta satisfactoria en la Palabra de Dios. Desde la reforma litúrgica del Vaticano es la misma Teresa la encargada de hacerse presente en esa lectura hagio­gráfica mediante un texto de la Historia de un alma que ha entrado de lleno en los anales de la historia de la literatura y espiritualidad cristianas. Es un acierto esta inclusión, que consideramos la parte más intensa y emocional de toda la liturgia teresiana.

Descendiendo a otros particulares, su vocación misionera y su celo por la salvación de las almas lo recalcan las antífonas de Vís­peras en torno al amor del prójimo (todas provenientes de San Juan) y, sobre todo, la lectura breve de Laudes: Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad (1 Tim 2, 1.3-6): es el descubrimiento de la voluntad divina salvífica y univer­sal a la que ella ni nosotros podemos sustraernos.

La liturgia refleja incluso de otra manera este celo o vocación misionera de Teresa, que sería como una prolongación del mismo celo o ardor misionero de Jesús. De ahí que recupere la oración salvífica de Jesús en la cena de su última noche como Evangelio del Oficio vigiliar (In l7, 17-26); e igualmente como antífona del Mag­nificat (Jn 17, 6.17). La oración de Cristo y de Teresa se funden para hacer partícipes de sus mismos deseos de santidad y de gloria a cuantos Dios les ha confiado, pues ella se apropia de la misma oración sacerdotal: «tus palabras son mías, y yo puedo servirme de ellas para atraer sobre las almas que están unidas a mí las gracias del Padre Celestial» (Ms. C, fol. 34v) 20. Mientras que en la antífona del Benedictus se propone el encargo oracional de Jesús en favor del envío misionero: «Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Mt 9,38)21.

Además de hacerlo a través de la Palabra, en los textos de nueva composición, como ya hemos señalado, el Prefacio propio y en las

v. La edición española y alemana del Proprio OCD ofrece otro texto alterna­tivo: Ms. C, fol. 11 v-12r:' Gracia de comprender lo que es la caridad. Este texto teresiano fue proclamado por una voz femenina en la Eucaristía del doctorado (19.10.1997) durante el silencio de comunión,

20 La cita más amplia de este capítulo de Juan la hallamos en Ms. C, fol. 34r-35v, pero pueden hallarse más lugares en el índice bíblico de sus obras. Hasta 10 citas se registran.

21 Cf. Carta 135 y la estampa bíblica 4.

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preces de Vísperas, se pone de relieve esta misma realidad. Por lo que podemos decir que la patrona de las misiones, litúrgicamente, tiene una buena presentación.

Desde una dimensión que podemos calificar de mística, halla­mos otra formulación vinculada específicamente al sacramento eu­carístico en la oración después de la comunión. Como fruto de la comunión eucarística se pide el mismo amor de Teresa para suplicar la misericordia en favor de todos los hombres. Con una salvedad en la traducción española del texto original latino, residuo de la antigua postcol11l11unio que no quiso dejar caer, pues dice expresamente que ella «se entregó a ti como víctima de amor». Puede ser una referen­cia de la «Ofrenda al amor misericordioso» 22. Al hablar de encender en nosotros la fuerza de su mismo amor se debe entender que pide implícitamente el Espíritu Santo (cf. Lc 12,49), el cual actúa dentro de la Eucaristía y se plasma en el creyente como fuerza de amor a Dios y al prójimo 23, Lo importante es que con este texto oracional se recalca que en la Eucaristía es donde se experimenta el Amor de Dios y donde se toman fuerzas para propagarlo: amor comunicado, sustentado y crecido en la Eucaristía.

CONCLUSIÓN

La actualidad de Teresa de Lisieux mediante su doctorado ecle­sial nos ha movido a analizar el cómo viene celebrada dentro de su propia familia. La renovación de la liturgia eclesial ha incidido profundamente sobre aquella carmelitana y, más en específico, so­bre la de esta Santa. De hecho, notamos que refleja mejor los resor­tes espirituales de Teresa, su contacto con la Biblia, su vocación misionera, su camino de infancia espiritual, etc. Todo ello fruto de un conocimiento más preciso de su obra literaria, como también de una mejor interpretación de la misma. Lo que sí esta claro es que

22 No es difícil hallar referencias al ser víctima de amor: Ms. A, fol. 84r; B, fol. 3v y 5v; C, fol. 8v; Cartas 189, 198 Y 20 1; el billete del día de su profesión (oración 2) y la Ofrenda al Amor misericordioso (oración 6). .

23 Sobre el amor como fuego que consuma, ver Ms. A, fol. 84r-v; B, fol. 3v; C, fol. 361'; Poesías 17, 10; 24, 17; 47, 5; Cartas 189,201 Y 242; estampa 4.

Page 13: Comenzar a cantar lo que repetiré por la eternidad · 2017-08-28 · COMENZAR A CANTAR LO QUE REPETIRE POR LA ETERNIDAD 251 4) Con ocasión del doctorado teresiano (19.10.1997) ésta

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esta celebración pretende hacer oración y vida su propio mensaje, hacer de la liturgia lugar de encuentro y de revelación, signo de una sintonía con el Evangelio del Reino. En este sentido, la palabra autorizada de Teresa y su propia experiencia se convierten en el camino por donde ahora es conducida la Iglesia y su familia religio­sa al descubrimiento de Dios Padre, por Cristo y en el Espíritu. De ahí que sólo aquí, dentro de la celebración, anuncio (Evangelio) y realización de tal mensaje se ejecuten de forma sucesiva y real a través del sacramento. Es la única forma posible de experimentar y cantar ahora en la tierra con una sola voz (la Iglesia, Teresa, el Carmelo) lo que ella ya repite incesantemente en la eternidad: las misericordias del Señor (Ms. A, rol. 2r.).