Cómo Influyen Las Organizaciones Internacionales en Las Políticas Educativas
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¿Cómo influyen las Organizaciones Internacionales en las políticas educativas?
· 4 DÍAS ATRÁS 07:03
EDUCACIÓN, MUNDO
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Dichas organizaciones, que en un contexto de globalización ganan cada vez más peso, fueron
interviniendo progresivamente en las políticas educativas nacionales, cuestionando así el papel
de los actores históricos de la educación, el Estado y la sociedad civil. El programa PISA ilustra
la influencia creciente de las organizaciones internacionales en las políticas educativas.
Es difícil dar una definición sencilla de las organizaciones internacionales en la medida en que
existe una pluralidad de ellas. Deberíamos, más bien, hablar de organizaciones
intergubernamentales puesto que, en su mayoría, son el producto de una asociación voluntaria
de Estados.
Estas organizaciones están dotadas de una administración permanente que coordina sus
recursos y acciones con el fin de alcanzar objetivos comunes. El término “organización
internacional” tradicionalmente remite al sistema de las Naciones Unidas, dentro del cual las
instituciones especializadas en educación son la UNESCO y la UNICEF. Paralelamente,
existen otros tipos de organizaciones internacionales que tienen un peso importante en el sector
educativo, como por ejemplo el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio
(OMC), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Cada una
de estas organizaciones tiene su propia historia y por lo tanto su propia visión de la educación.
En este subapartado distinguiremos las influencias que las organizaciones internacionales
ejercen sobre los países del Norte y del Sur ya que no nos parece que sean de la misma
naturaleza. Hemos contabilizado tres tipos de influencias posibles de las organizaciones
internacionales, ya sea en el Norte o en el Sur: en la concepción, en la evaluación y en la
financiación.
La concepción de las políticas educativas
La presencia creciente del término valor-objetivo, en el discurso de las organizaciones
internacionales revela su influencia en la concepción de las políticas educativas. Entre las
manos de los expertos circulan buenas prácticas; habría que encontrar la manera de difundirlas
en los países en los que el sistema educativo es ineficiente. Así pues, se proponen
habitualmente, como posibles soluciones para el conjunto del continente africano, los éxitos
educativos del Sureste asiático.
La semejanza entre las políticas de los distintos países o la aparición y la importancia creciente
de estudios comparativos del tipo PISA, que ponen todos los sistemas educativos bajo la misma
lupa, dan fe de este hecho. Nos dirigimos pues hacia una homogeneización de los modelos
educativos y las organizaciones internacionales han contribuido fuertemente a ese fenómeno.
Pese a que subsisten grandes diferencias entre países, cada vez más tenemos que enfrentarnos a
la emergencia de un orden educativo mundial.
La evaluación de los sistemas educativos
Especialistas de las organizaciones internacionales, provenientes por ejemplo de la OCDE o del
Banco Mundial, analizan de modo implacable los sistemas educativos nacionales y redactan
informes detallados sobre lo que funciona o lo que habría que mejorar.
La financiación
La cuestión de la financiación atañe sobre todo a los países del Sur. Por ejemplo, el rápido
desarrollo de los sistemas escolares africanos entre los años 1960 y 1980 más adelante se frenó
brutalmente a causa de una crisis económica que tuvo como telón de fondo un retroceso de la
escolarización. Esta crisis en los años 1980 tuvo como consecuencia una agravación de la
dependencia de algunos países en dificultad hacia los recursos financieros provenientes de
fondos exteriores. Hubo ciertos aspectos positivos (en los años 1990 tuvo lugar un aumento de
los efectivos escolares) pero fueron principalmente posibilitados por importantes donativos.
Tras la segunda Guerra Mundial, la comunidad internacional se puso de acuerdo para crear
numerosas organizaciones encargadas de ayudar a los países que lo necesitaran en distintos
sectores de las políticas públicas. Se encargó respectivamente a la UNESCO y a la UNICEF los
sectores de la educación y de la infancia. Durante numerosas décadas, estas dos organizaciones,
y muchas otras, contribuyeron a dar forma a las políticas educativas de los países que acababan
de acceder a la independencia. La UNESCO, en especial, tuvo un impacto importante sobre los
esfuerzos en materia de escolarización y de alfabetización. Mucho más que flujos financieros
destinados a la educación, la UNESCO proporcionó sobre todo asesoramiento experto así como
diversas recomendaciones en materia de políticas educativas.
Los años 1980 supusieron un cambio en el liderazgo de las organizaciones internacionales en
materia de políticas educativas en los países del Sur. La UNESCO, entonces actor internacional
histórico en el ámbito educativo, quedó debilitada por la retirada de los Estados Unidos y del
Reino Unido, dos de los principales financiadores de la institución. Paralelamente, el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fueron propulsados al primer plano de la
escena educativa en los países del Sur, interviniendo ante todo en el saneamiento de las
finanzas públicas de numerosos países con programas de ajuste estructural. Algunos estados del
Sur se vieron incapaces de financiar sus políticas públicas; a través de las presiones ejercidas
sobre las finanzas públicas, estas instituciones nacidas de los Acuerdos de Bretton Woods
presionaron para que se redujeran los efectivos en el sector de la educación, lo que se tradujo en
algunos países de África por una disminución de los efectivos escolarizados.
Al mismo tiempo, el Banco Mundial empezó a implicarse de manera cada vez más visible a
través de la financiación de proyectos en distintos sectores de la educación, en particular la
formación profesional. Más recientemente, a partir de la conferencia de Jomtien en 1990, esta
misma organización se ha esforzado en promover la alfabetización y el acceso a la educación
básica en los países del Sur. La conferencia de Dakar en el año 2000 intensificó y reforzó el
lugar del Banco Mundial en la orientación de las políticas educativas internacionales. El
cambio de liderazgo entre la UNESCO y el Banco Mundial no pasó desapercibido en el ámbito
de la educación en la medida en que ambas instituciones tenían, originalmente, visiones muy
alejadas entre sí. La UNESCO tenía una visión humanista de la educación que el informe
UNESCO (1996), La educación encierra un tesoro, ilustra bastante bien. En este documento la
educación remite a cuatro pilares: aprender a conocer (valorización de los conocimientos), a
hacer (competencias), a ser (creatividad, realización), a vivir juntos (cohesión social).
El Banco Mundial, por su parte, tiene una visión más instrumental. La educación debe permitir
integrar a los individuos a la economía local o global de mercado. Si tuviéramos que retomar
uno de los pilares anteriormente citados, diríamos que para esta organización lo más importante
es aprender a hacer. Las prioridades por las que aboga el Banco Mundial son diversas.
Podemos, sin embargo, quedarnos con tres principales: (a) dedicar la mitad de los gastos
públicos a la educación básica, (b) aumentar la participación del sector privado en la educación
(especialmente en los niveles secundario y superior), lo que permitirá, según el Banco Mundial,
reducir la presión sobre las finanzas públicas al movilizar a algunas familias para que se hagan
cargo de los gastos de escolaridad, y (c) descentralizar la gestión de la educación, dar prioridad
al aprendizaje de conocimientos y de competencias directamente utilizables en el sector
productivo y reformar los currículos escolares.
Este cambio se produjo de manera progresiva y no conflictiva en la medida en que ambas
organizaciones fueron colaborando cada vez más activamente entre sí, y con otras,
especialmente en materia de educación básica, más allá de la disparidad de sus referencias
históricas, ideológicas y filosóficas.
Hemos visto antes que la influencia de la organizaciones internacionales no se limita a
discursos, sino que se concreta en acciones políticas fuertes. Sin embargo, esta influencia tiene
límites, puesto que hay que recordar que estas organizaciones no actúan en terrenos vírgenes.
Ésta depende, particularmente, del margen de maniobra de los otros actores estratégicos del
sistema educativo. Por otra parte, en los años 1990, pese a la dificultad que representaba
cuestionar la “industria de la ayuda” de la que gran número de asalariados eran muy
dependientes, y pese a la existencia de importantes contradicciones internas, especialmente
entre aquellos con el poder de decidir localmente y los estrategas mundiales de la cooperación
internacional, los actores implicados en el ámbito de la cooperación internacional para el
desarrollo empezaron a tomar cada vez más conciencia. Las relaciones en el marco de la ayuda
al desarrollo no han sido suficientemente cooperativas; han sido más bien asimétricas, a veces
con un tufillo neo-colonialista. Esta “fatiga” de la ayuda ha conducido a que se dediquen más
esfuerzos a la apropiación local o a las asociaciones, principalmente a través de enfoques
sectoriales y de un apoyo directo a los presupuestos nacionales, pero también a través de la
articulación de los organismos exteriores con las estrategias nacionales. La declaración de la
OCDE sobre la eficacia de la ayuda al desarrollo, adoptada en 2005, más conocida con el
nombre de Declaración de París, destacó la necesidad de armonización y de gestión orientadas
hacia los resultados, y proporcionó acciones e indicadores que seguir.
En los países del Norte, las organizaciones internacionales tienen una influencia no desdeñable
en el sector educativo. Las influencias de la UNESCO y del Banco Mundial son mucho más
débiles. La UNESCO tiene sobre todo un peso en lo que atañe a la cultura o a la comunicación,
pero los dos actores principales son la OCDE y la OMC. En Europa, la Comisión Europea
formula además cierto número de directrices educativas importantes.
La OCDE lanzó el informe internacional PISA, que ocupa actualmente un lugar estratégico en
las políticas educativas de los países participantes. Al comparar internacionalmente los
resultados y las competencias de los alumnos, estos estudios comparativos periódicos empujan
a poner en marcha reformas en la política susceptibles de mejorar los resultados del sistema
educativo, siempre con la competitividad económica internacional como telón de fondo.
Para la OCDE (1995), lo que se contempla es una nueva relación entre el Estado y el sector
público, especialmente a través de la exploración de alternativas a la prestación directa de
servicios por parte del sector público y de las medidas tomadas para que la prestación de
servicios educativos esté basada en la competitividad y sea propicia a ella. La corporatización
(modo de gestión de la educación que obedece a imperativos de rentabilidad) y la privatización
son para la OCDE importantes opciones políticas en este contexto. En lo que respecta a la
OMC, el AGCS de Marrakech (Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios) de 1995
definió todo lo que la OMC considera como servicios. Encontramos allí los sectores
financieros, los transportes, las telecomunicaciones, pero también la salud, la educación y la
cultura.
La integración de la educación en el campo cubierto por los acuerdos internacionales sobre el
comercio ha suscitado entre los actores afectados ciertas inquietudes en cuanto a la capacidad
de los países para regular la mercantilización de la educación. Según el AGCS, un servicio
educativo se puede proporcionar en el plano internacional de cuatro maneras: (a)
transfronteriza, por ejemplo a través de la enseñanza a distancia (b) consumo del servicio en el
extranjero, por ejemplo el desplazamiento de estudiantes que viajan al extranjero a estudiar, (c)
presencia comercial, por ejemplo con los campus de ultramar, y (d) desplazamiento de personas
físicas, a saber, la circulación de los especialistas para ofrecer el servicio educativo.
Observamos que esos cuatro modos ya existen en distintas regiones del mundo. Así, cada vez
más universidades norteamericanas, europeas o australianas abren campus offshore en Oriente
Medio y en Asia.
Las organizaciones internacionales tienen un papel clave en el proceso de internacionalización
de las políticas educativas. Más allá de sus importantes aportaciones financieras a algunos
países del Sur, hay que subrayar su capacidad para orientar las políticas educativas.
via Ssociologos
http://www.elciudadano.cl/2015/03/04/150354/como-influyen-las-organizaciones-internacionales-en-las-politicas-educativas/#