Comprender La Incomprensión

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Comprender la incomprensión Edwin Cruz Palabras al Margen http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/internacional/item/comprende rlaincomprension El pasado miércoles 14 de enero el semanario “Charlie Hebdo. Journal irresponsable” volvió a circular luego de la execrable masacre de su equipo periodístico. La edición ordinaria se agotó rápidamente y las subsecuentes reimpresiones alcanzaron más de tres millones de ejemplares. Como una muestra de lo que su redactor jefe, Gerard Biard, considera una defensa de la libertad de religión i , la portada de la publicación exhibió una caricatura supuestamente de Mahoma, titulada “Todo está perdonado”, en la que el Profeta sostiene un cartel donde puede leerse “Je suis Charlie” ii . Desde el viernes siguiente, miles de musulmanes y musulmanas en distintos países se volcaron a las calles para protestar por lo que consideran una nueva ofensa a su credo religioso iii . La insistencia de la revista en publicar caricaturas del Profeta Mahoma, junto con la mayoría de los argumentos esgrimidos sobre el caso, nos hablan de un inmenso problema de incomprensión, que difícilmente puede reducirse a los problemas geopolíticos y económicos, ni a las complejas constelaciones de intereses en que se desenvuelve la cuestión, aunque tampoco se justifique obviarlas. Los occidentales, incluso los de “segunda mano” como decía la canción, tenemos grandes dificultades cuando se trata de comprender al otro. El problema empieza por asumir un punto de vista egocéntrico en el que los valores propios se erigen como norma para enjuiciar los ajenos. No sólo un problema de “fanáticos” Tras la masacre, las opiniones se dirigieron a condenar con toda razón los “extremistas”, “fanáticos” o “fundamentalistas”, al tiempo que se instaba a no caer en la islamofobia. Se asumía sin más que solo unas mentes alienadas por el opio de la religión podrían sentirse ofendidas hasta ese punto por una caricatura que, se afirmó posteriormente, no se burlaba del musulmán de a pie sino de los terroristas. Se recordaba entonces la centenaria tradición satírica francesa, que a lo largo del tiempo se ha encargado de criticar lo sagrado, y no solamente lo islámico, en la que se inscribe la publicación. Difícilmente se nos ocurría que una inofensiva parodia pudiese constituir un agravio moral para personas que no fuesen “extremistas”, “fanáticos” o “fundamentalistas”, aun cuando protestas como las de los últimos días ya habían tenido lugar años atrás. Pues bien, estas protestas se han encargado de refutar esa creencia. Para miles o millones de practicantes del Islam, tales caricaturas son altamente ofensivas. Tanto como para motivar inmensas acciones colectivas. Obviamente, un agravio moral no justifica desde ningún punto de vista una masacre. También es obvio que la inmensa mayoría de los musulmanes no comparte el proceder del terrorismo. El punto es que muchos occidentales asumieron acríticamente que, dado que una caricatura de Mahoma o de Jesucristo no resulta ofensiva para una buena cantidad

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Comprensión intercultural

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  • Comprender la incomprensin

    Edwin Cruz Palabras al Margen http://palabrasalmargen.com/index.php/articulos/internacional/item/comprender-la-incomprension El pasado mircoles 14 de enero el semanario Charlie Hebdo. Journal irresponsable volvi a circular luego de la execrable masacre de su equipo periodstico. La edicin ordinaria se agot rpidamente y las subsecuentes reimpresiones alcanzaron ms de tres millones de ejemplares. Como una muestra de lo que su redactor jefe, Gerard Biard, considera una defensa de la libertad de religini, la portada de la publicacin exhibi una caricatura supuestamente de Mahoma, titulada Todo est perdonado, en la que el Profeta sostiene un cartel donde puede leerse Je suis Charlie ii . Desde el viernes siguiente, miles de musulmanes y musulmanas en distintos pases se volcaron a las calles para protestar por lo que consideran una nueva ofensa a su credo religiosoiii. La insistencia de la revista en publicar caricaturas del Profeta Mahoma, junto con la mayora de los argumentos esgrimidos sobre el caso, nos hablan de un inmenso problema de incomprensin, que difcilmente puede reducirse a los problemas geopolticos y econmicos, ni a las complejas constelaciones de intereses en que se desenvuelve la cuestin, aunque tampoco se justifique obviarlas. Los occidentales, incluso los de segunda mano como deca la cancin, tenemos grandes dificultades cuando se trata de comprender al otro. El problema empieza por asumir un punto de vista egocntrico en el que los valores propios se erigen como norma para enjuiciar los ajenos. No slo un problema de fanticos Tras la masacre, las opiniones se dirigieron a condenar con toda razn los extremistas, fanticos o fundamentalistas, al tiempo que se instaba a no caer en la islamofobia. Se asuma sin ms que solo unas mentes alienadas por el opio de la religin podran sentirse ofendidas hasta ese punto por una caricatura que, se afirm posteriormente, no se burlaba del musulmn de a pie sino de los terroristas. Se recordaba entonces la centenaria tradicin satrica francesa, que a lo largo del tiempo se ha encargado de criticar lo sagrado, y no solamente lo islmico, en la que se inscribe la publicacin. Difcilmente se nos ocurra que una inofensiva parodia pudiese constituir un agravio moral para personas que no fuesen extremistas, fanticos o fundamentalistas, aun cuando protestas como las de los ltimos das ya haban tenido lugar aos atrs. Pues bien, estas protestas se han encargado de refutar esa creencia. Para miles o millones de practicantes del Islam, tales caricaturas son altamente ofensivas. Tanto como para motivar inmensas acciones colectivas. Obviamente, un agravio moral no justifica desde ningn punto de vista una masacre. Tambin es obvio que la inmensa mayora de los musulmanes no comparte el proceder del terrorismo. El punto es que muchos occidentales asumieron acrticamente que, dado que una caricatura de Mahoma o de Jesucristo no resulta ofensiva para una buena cantidad

  • de occidentales, y teniendo en cuenta la muy seria tradicin de crtica mordaz en donde se ubica, entonces no tendra por qu ofender a nadie, al menos a nadie distinto de los fundamentalistas. De ah titulares de prensa como se asesin el humor. A muchos periodistas y opinadores occidentales les cuesta mucho comprender que aquello que para la cultura occidental constituye parte del humor, e incluso de la crtica, la stira poltica o la libertad de expresin, para otros puede ser una grave ofensa a lo que se considera como sagrado. En otras palabras, erigen sus valores sagrados, como el secularismo o la libertad de expresin que reivindica Charlie Hebdo porque lejos de criticar todo lo que se considera sagrado dicha publicacin tambin defiende valores considerados como sagrados o innegociables, aunque sean distintos a los de una religin-, como baremo para otras formaciones culturales. Secularismo occidental La separacin entre poltica y religin se erigi en occidente como consecuencia de las guerras religiosas. Desde entonces se pens que la condicin para la coexistencia de distintos cultos es que el Estado sea laico y que, en correspondencia, lo atinente a la fe sea confinado en el mbito de lo privado. De esa manera, los individuos podran operar en calidad de ciudadanos abstractos libres e iguales en el espacio pblico y frente al Estado, independientemente de su religin. Tal vez donde ms se afinc esta idea fue en la Repblica Francesa, donde incluso los smbolos del mayoritario credo catlico fueron proscritos del mbito pblico. No fue as en muchos otros casos, como Colombia, donde en distintos momentos el Estado ha optado por favorecer la religin de la mayora en detrimento de las minoras, incluso cuando se declara formalmente laico. Pero el modelo en s no carece de problemas. Por una parte, se trata de un producto cultural particular de occidente. Por consiguiente, no es del todo correcto que se quiera imponer como la norma universal en virtud de la cual juzgar otras formaciones culturales. Incluso si se est convencido de que el secularismo occidental es mejor, es necesario entender que para los otros no occidentales no resulta obvio, posible ni en muchos casos deseable, que la religin y la poltica, lo pblico y lo privado, deban estar separados. Por lo tanto, debe comprenderse que un agravio moral, como las caricaturas de Mahoma, no puede justificarse en virtud del carcter secular de la cultura occidental. Eso no pasa de ser una autojustificacin, una justificacin egocntrica totalmente despreocupada por el conocimiento y el reconocimiento del otro. Por otra parte, se trata de un secularismo en cierto grado mentiroso, en tanto que las instituciones polticas y sociales occidentales no se han desprendido de valores que en ltimas estn asentados en ciertas tradiciones de fe, y tampoco han abandonado distintas concepciones de lo sagrado, as para los occidentales esos valores sean los mejores. Las instituciones polticas occidentales estn fuertemente enraizadas en la tradicin judeocristiana, muchas de las prcticas que se desarrollan en el escenario pblico poltico no tendran ningn sentido sin valores fundamentales de dicha tradicin (pinsese por ejemplo en la emancipacin humana, entre otros por el estilo) incluso en pases como Francia, donde se ha

  • conseguido una repblica laica. Tal vez slo la mirada del otro, en este caso musulmn, es capaz de percibir ese enraizamiento. Por lo dems, resulta paradjico que en defensa del republicanismo laico Charlie Hebdo opte por convertir la religin en un tema pblico poltico, precisamente en defensa de valores sagrados de la cultura occidental como la tolerancia y la libertad de expresin. Cmo entender esa paradoja? Tolerancia o pluralismo entre los iguales En teora, el modelo de secularidad occidental permite la coexistencia de personas adscritas a distintos credos religiosos por dos vas. Por una parte, como antes se dijo, confinando las diferencias al espacio de lo privado y asumiendo los individuos como ciudadanos abstractos, libres e iguales, en el pblico. Por otra, mediante la reivindicacin del valor de la tolerancia. No obstante, una coyuntura como la actual pone de presente los lmites de este valor que se asume como sagrado en la cultura occidental. Un problema es que la tolerancia tiene un carcter negativo. Tolerar es sinnimo de soportar, en este caso, al otro diferente. A mayor tolerancia mayor capacidad para soportar. En el fondo, tolerar se asume como un mal menor en cuanto implica que lo ideal sera no soportar al otro pero, dado que eso no es posible, hay que hacerlo. As, la tolerancia no implica necesariamente conocer al otro, relacionarse con l, ni mucho menos llegar a comprenderlo. La tolerancia lleva a una actitud de despreocupacin por el otro: no me importa lo que ocurra con l o ella siempre y cuando no me afecte. El otro problema es que para ganar la tolerancia, es necesario aceptar las condiciones de una sociedad secular. Es necesario, al menos en algn grado, abandonar la cultura propia y tratar de asimilarse a la ajena como condicin para ser incluido entre los sujetos potenciales de la tolerancia. En otras palabras, slo los individuos y grupos dispuestos a confinar los aspectos atinentes a su fe en la esfera privada y a separar lo que la cultura occidental considera poltico y lo que concibe como religioso, son tolerados. Se trata, en consecuencia, de una tolerancia que afirma el pluralismo entre iguales y excluye a los otros radicalmente diferentes. Precisamente, esos otros radicalmente diferentes, quienes no solo no estn dispuestos sino que muchas veces estn imposibilitados para concebir e imaginar tales separaciones, irrumpen en el modelo para alterarlo, sin que ste tenga una respuesta convincente, ms all de la incomprensin, la burla o la represin. Esto permite entender paradojas como las que se presentan cuando, en aras de la defensa de los ms altos valores occidentales, se termina por incurrir en su negacin. Por ejemplo, una sociedad laica erige la libertad de expresin como un valor sagrado e innegociable, pero al mismo tiempo prohbe que las musulmanas expresen su fe mediante el uso de atuendos tradicionales o burkas en espacios pblicos o, en el mismo sentido, una revista satrica politiza problemas como la religin propios del fuero privado e incluso ntimo de las personas con el fin de reivindicar que la religin no debe ser un problema pblico poltico. El respeto y la comprensin

  • Cuando alguien osa resaltar las sinsalidas del secularismo liberal, sus defensores saltan para exigir alternativas menos malas. Asumen que en efecto lo que tenemos por sociedad liberal constituye un modelo, acaso emanado de las neuronas de algn filsofo ilustrado, en lugar de concebirlo como el resultado de un proceso sociopoltico conflictivo y contingente. Ganaramos bastante si por lo menos tratramos de cambiar el valor de la tolerancia por el respeto. A diferencia de la tolerancia, el respeto tiene un carcter positivo: no se puede respetar al otro sin conocerlo y sin previamente relacionarse con l o ella. El respeto es el resultado de una relacin y no un prejuicio a priori, como la tolerancia. Por consiguiente, apostar por el respeto favorece la comprensin del otro o, cuando menos, relativiza nuestros prejuicios. Es obvio que no se trata de respetar o comprender a los terroristas. Slo alguien que redujera el Islam a terrorismo arribara a ese postulado. El respeto absoluto sin lmites no tiene sentido porque en ltimas equivale a adoptar irremisiblemente la perspectiva del otro aunque se apoye en la injusticia. Por eso, el principal lmite a lo respetable en el otro es el uso de la violencia. Me refiero a la violencia fenomnica, aquella que puede constatarse como hechos de sangre o generadores de terror, entre otros. Es cierto que existen otras formas de violencia, simblica y estructural, de ndole transcultural: prohibir el uso del velo en Francia puede constituir una de esas formas de violencia tanto como obligar a usarlo en un pas musulmn. Pero esa violencia fenomnica, que se expresa en el dao al cuerpo y en el irrespeto a la vida, no es una caracterstica esencial de ninguna formacin cultural y en todos los casos est confinada al terreno de lo excepcional aunque sus usos puedan ser contradictorios desde un punto de vista externo. De otra parte, es cierto que las creencias profundas difcilmente se prestan para discusiones racionales y argumentadas. Una discusin de ese tipo tiene como fin persuadir al otro o dejarse persuadir mediante los argumentos de mejor calidad, ms convincentes. Pero difcilmente es una discusin cuando se asume de entrada que el punto de vista propio laico o religioso- es absolutamente superior al del otro y no hay por qu cambiarlo, y menos cuando no hay la ms mnima intencin de respetar la perspectiva ajena. La comprensin no aspira de entrada a persuadir, se refiere a otra cosa. Su propsito, al menos como punto de partida, no debe ser el de convencer al otro de su propio error visto desde nuestro acierto, lo que implica una perspectiva colonial, sino el de encontrar un punto de vista que permita relativizar tanto ese supuesto error como ese supuesto acierto. Un segundo momento puede estar constituido por un dilogo intercultural en el que sea posible la discusin. Alternativas Existen alternativas para el entendimiento entre las culturas ms all del choque de civilizaciones, el relativismo posmoderno o el universalismo liberal, como la hermenutica diatpica formulada por Raimon Panikkar y retomada por Boaventura de Souza Santos, que consiste, grosso modo, en dos movimientos: primero, ubicarse en el entre de las culturas: un lugar desde donde es posible tomar distancia de la cultura propia y aproximarse a la ajena para percibir ambas orillas de otra manera; segundo, la identificacin de equivalentes homeomrficos:

  • elementos propios de cada cultura que desempean un papel similar o estn revestidos de un valor equivalente, que hacen posible el respeto. Mucha de la incomprensin que se observa en la obcecacin de Charlie Hebdo al publicar nuevamente caricaturas de Mahoma radica en la asuncin de una actitud alejada de ese lugar del entre las culturas y su refugio en el seguro locus del s mismo. Para occidente los valores de la libertad de expresin y de cultos son sagrados, no pueden ser objeto de negociacin. As, al pretender que nadie se ofenda por las caricaturas, se asume una posicin egocntrica donde prima la defensa de lo que occidente considera como sagrado y se apuesta porque el otro acepte sin remedio esos valores. La libertad de expresin y de cultos probablemente no tienen ese mismo carcter de lo sagrado en las culturas musulmanas. Sin embargo, quizs luego de ubicarnos en el entre podamos comprender que ese otro musulmn que ha salido a la calle a manifestar su indignacin tambin tiene valores sagrados que no est dispuesto a negociar. En otras palabras, que para l o ella la imagen del profeta Mahoma se ubica en un lugar equivalente a donde los occidentales ubicamos valores como la libertad de expresin y de cultos. Tal vez este tipo de procedimientos hermenuticos puedan llegar a institucionalizarse o por lo menos a volverse parte de nuestra cultura poltica. Lo deseable es reemplazar las ofensas y la violencia de distintos tipos por el dilogo intercultural hasta que sea posible una argumentacin razonada. Desde luego, habra que perfilar los mecanismos institucionales que haran posible este tipo de alternativa en el interior de los Estados nacin y entre ellos, con todas las complejidades que eso supone. Es claro que difcilmente esto impedir que el terrorismo contine, puesto que no se explica nicamente por la incomprensin entre las culturas y los terroristas han optado por el camino contrario a la comprensin, o que se violente la libertad de expresin, que en occidente no slo ni sobre todo se vulnera cuando alguien siente que ha padecido un agravio moral. Pero al menos constituye un horizonte deseable que permite comprender a esos miles de musulmanes ofendidos que jams optaran por el terrorismo y, tal vez andando el tiempo, permitir afirmar los valores realmente importantes de la cultura occidental sin incurrir al mismo tiempo en su negacin. En fin, aun cuando esta alternativa no nos llevara a la comprensin del otro, al menos no sin ningn traumatismo, por lo menos nos ayudara a comprender nuestra propia incomprensin. i http://www.infobae.com/2015/01/17/1621540-las-caricaturas-charlie-hebdo-defienden-la-libertad-religion-dijo-su-nuevo-director ii http://www.charliehebdo.fr iii http://www.prensa.com.co/nuevas-caricaturas-de-mahoma-provocan-protestas-y-disturbios-en-muchos-paises-musulmanes