Comunicacion Intercultural Alsina

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REFLEXIONES SOBRE LA COMUNICACIÓN INTERCULURAL Miquel Rodrigo Alsina Catedrático de Teorías de la Comunicación Facultad de Ciencias de la Comunicación Universidad Autónoma de Barcelona Estas reflexiones sobre la comunicación intercultural pretenden, en primer lugar, constatar la importancia de este campo de estudio en el contexto histórico actual. Por consiguiente, se va a postular la necesidad de que no sólo sea un ámbito de investigación, sino también una materia para la formación de los futuros comunicadores. En segundo lugar, se hará un breve apunte de la investigación sobre la interculturalidad en España a partir de algunos indicios que podemos encontrar en distintas bases de datos. En tercer lugar, recordaré porque se ha consolidado este ámbito de estudio y algunos de los interrogantes que la comunicación intercultural plantea actualmente. Por último, además de intentar concretar las características de la comunicación intercultural haré algunas reflexiones sobre los límites de lo intercultural. ¿Es importante la comunicación intercultural? Hace unos años Jacques Le Goff (El País Babelia, 30-VIII-1997, p.12) declaraba: “Ahora somos conscientes de que uno de los grandes problemas del siglo XXI será el de las relaciones entre las culturas, siendo éste uno de los aspectos más trascendentes de los que se ha dado en llamar “la mundialización”. Los movimientos migratorios y los contactos entre las culturas, hecho que empezó en el siglo XVI, están a punto de acelerarse. Afortunadamente, las oleadas migratorias son menos agresivas, menos guerreras que el pasado, pero pueden llegar a originar situaciones peligrosas y dramáticas. Éste será, sin duda, un fenómeno esencial. Y si queremos solucionar este problema, si queremos evitar la incomprensión, la guerra, el genocidio, es preciso que

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REFLEXIONES SOBRE LA COMUNICACIÓN INTERCULURAL

Miquel Rodrigo AlsinaCatedrático de Teorías de la ComunicaciónFacultad de Ciencias de la ComunicaciónUniversidad Autónoma de Barcelona

Estas reflexiones sobre la comunicación intercultural pretenden, en primer lugar,

constatar la importancia de este campo de estudio en el contexto histórico actual. Por

consiguiente, se va a postular la necesidad de que no sólo sea un ámbito de

investigación, sino también una materia para la formación de los futuros

comunicadores. En segundo lugar, se hará un breve apunte de la investigación sobre la

interculturalidad en España a partir de algunos indicios que podemos encontrar en

distintas bases de datos. En tercer lugar, recordaré porque se ha consolidado este ámbito

de estudio y algunos de los interrogantes que la comunicación intercultural plantea

actualmente. Por último, además de intentar concretar las características de la

comunicación intercultural haré algunas reflexiones sobre los límites de lo intercultural.

¿Es importante la comunicación intercultural?

Hace unos años Jacques Le Goff (El País Babelia, 30-VIII-1997, p.12) declaraba:

“Ahora somos conscientes de que uno de los grandes problemas del siglo XXI será el de

las relaciones entre las culturas, siendo éste uno de los aspectos más trascendentes de

los que se ha dado en llamar “la mundialización”. Los movimientos migratorios y los

contactos entre las culturas, hecho que empezó en el siglo XVI, están a punto de

acelerarse. Afortunadamente, las oleadas migratorias son menos agresivas, menos

guerreras que el pasado, pero pueden llegar a originar situaciones peligrosas y

dramáticas. Éste será, sin duda, un fenómeno esencial. Y si queremos solucionar este

problema, si queremos evitar la incomprensión, la guerra, el genocidio, es preciso que

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preparemos a los pueblos y a las culturas para la única vía de paz y justicia en nuestro

mundo que no es otra que la del mestizaje.”

No le voy a dedicar mucho más espacio a justificar la importancia de la comunicación

intercultural como palmaria realidad social de las sociedades modernas. Sin embargo,

en nuestro país esto no tiene su correlato en la formación de uno de los sectores claves

de la sociedad, como son los comunicadores.

En mi opinión es totalmente imprescindible que en las facultades de Ciencias de la

Comunicación y de la Información se ofrezca la asignatura de “Comunicación

Intercultural”, aunque también sería un buen complemento de formación en las

facultades de Humanidades, de Letras, de Psicología, de Traducción e Interpretación,

de Ciencias de la Educación, de Ciencias Políticas y Sociología, entre otras. Me referiré

a las primeras facultades citadas porque son las que más conozco.

En las facultades de Ciencias de la Comunicación y de la Información se ha tomado

rápidamente conciencia de la de la importancia de las nuevas tecnologías y del

advenimiento acelerado de la conocida como Sociedad de la Información. Sin embargo,

curiosamente, no se tiene demasiado en cuenta el tipo de sociedad que está en

construcción. Da la sensación que una cierta tecnofilia llega aparejada una ceguera

social por todo aquello que no pase directamente por las nuevas tecnologías de la

comunicación. Se trata de una visión con anteojeras que, a veces, no tiene ni en cuenta

los propios efectos culturales de la tecnologías, cuando el propio Castells (1998a)

destaca la importancia del elemento cultural en el futuro.

Que en el futuro las sociedades serán cada vez más multiculturales y que las relaciones

interculturales serán más frecuentes parece indudable. Los comunicadores en el ámbito

del periodismo, de la publicidad y relaciones públicas y de la comunicación audiovisual

deben prepararse para esta futura sociedad. A causa de los fenómenos de globalización

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aumentan los contactos entre personas de distintas culturas, por ello las relaciones

públicas necesitan cada día más una formación en comunicación intercultural, ya que es

necesario superar los malentendidos que se pueden producir en estos contactos. En los

Estados Unidos llevan años haciendo cursos en este sentido (Brislin y Yoshida 1994).

En relación a la publicidad, algunas campañas publicitarias internacionales han tenido

fracasos rotundos precisamente por no tener en cuenta las características culturales de

los distintos receptores. Cada día son más frecuentes las interacciones, en el mundo de

la publicidad y de las relaciones públicas entre personas provenientes de distintas

culturas. Otro fenómeno interesante es como la publicidad se convierte en un discurso

productor de identidades y de alteridades (0’Barr 1994).

En relación a los estudiantes de comunicación audiovisual hay que apuntar que una de

las más claras tendencias de las manifestaciones artísticas actuales es el mestizaje. La

hibridación artística que se manifiesta desde las artes plásticas hasta la música tiene su

concreción más patente en la cultura producida por los medios de comunicación.

Precisamente si en un lugar se produce de manera clara la actual tensión entre lo global

y lo local éste es lo que en Latinoamérica han etiquetado como “la audiovisualidad”

(Bayardo y Lacarrieu 1999: 215-286). Los productos audiovisuales es un lugar clave de

la comunicación intercultural mediática. Los públicos se apropian, a partir de sus

patrones culturales locales, de productos transnacionales creados, frecuentemente, a

partir de referentes culturales distintos.

En relación al periodismo podríamos afirmar que cada día es mayor el número de

noticias que hacen referencia a la interculturalidad. Una de las mayores preocupaciones

de los colegios profesionales (Comissió Mitjans i Xenofòbia 1998), de las instituciones

públicas (Ajuntament de Barcelona 1998) y de la sociedad civil (desde las ONG a los

colectivos de migrantes) es el tratamiento que los medios de comunicación dan de las

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noticias relativas a culturas distintas de las autóctonas. Distintas investigaciones han

puesto de manifiesto los sesgos etnocéntricos, e incluso xenófobos, de las informaciones

periodísticas (Rodrigo y Martínez 1997) (Giró 1999). Así pues se hace imprescindible

dar a los nuevos periodistas una formación en comunicación intercultural para que

sepan aproximarse a manifestaciones culturales, realidades sociales, etc. que les son

ajenas. Evidentemente en el caso de los corresponsales o los enviados especiales la

competencia comunicativa intercultural es imprescindible. Pero también lo es para los

periodistas que trabajan en el propio país, ya que no es necesario desplazarse muy lejos

para que la interacción intercultural se produzca.

La formación de los futuros profesionales de la comunicación en una sociedad

multicultural es una de las apuestas más importantes del futuro. La universidad no

puede renunciar a este reto democrático. En este sentido, quisiera recoger, a

continuación, algunas de las propuestas que ya he formulado, junto con el profesor

Martínez Nicolás, en otro lugar (Martínez y Rodrigo 1997). En primer lugar, se debe

sensibilizar a los estudiantes ante los retos de la multiculturalidad. Si nos fijáramos en las

bibliografías que utilizamos en nuestra docencia se vería que hay un gran predominio

europeo y norteamericano, con alguna referencia latinoamericana. Implícitamente se pone

de manifiesto que el saber corresponde a determinados países. En segundo lugar, hay que

ofrecer instrumentos de reflexión y de crítica que permitieran a los estudiantes ver donde

están los obstáculos prácticos que pueden encontrar los periodistas a la hora de elaborar

una información que evite los prejuicios xenófobos. En tercer lugar, se deben ofrecer

instrumentos para la acción efectiva en su trabajo futuro. Evidentemente, no se trata de

formar antropólogos, ya que se trata de profesiones distintas. Pero uno de los ámbitos más

importantes de la comunicación es el de la comunicación intercultural (Rodrigo 1999) y,

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desgraciadamente, en las facultades de Ciencias de la Comunicación y de la Información

no se le da la importancia que merece.

Por otro lado, las facultades de Ciencias de la Comunicación y de la Información deben

también dar respuesta a la demanda de conocimiento en comunicación intercultural. Así,

por ejemplo, los estudios de comunicación intercultural serían un complemento ideal a las

obras ya existentes de educación multicultural (Jordán 1994). La interculturalidad se

perfila como uno de los temas claves del siglo XXI, tanto por su transdiciplinariedad como

por los múltiples problemas de investigación que se derivan de este objeto de estudio. Por

ejemplo, uno de los temas más interesantes actualmente es el de las identidades (Rodrigo

2000), que trataremos más adelante. Pero no sólo la interculturalidad se va a convertir en

una de las áreas prioritarias de investigación, sino que también va a dar lugar a una

relectura, a partir de la interculturalidad, de muchos de los conocimientos acumulados

(Hernández 1999). Es decir que la interculturalidad se está convirtiendo en una perspectiva

de análisis.

Indicios sobre los estudios de interculturalidad en España

Quisiera antes de nada hacer una aclaración sobre este apartado. No trato de hacer un

estado de la cuestión sobre la investigación de los temas de interculturalidad en España.

Para ello debería haber hecho una investigación que yo no he realizado. Por otra parte

tampoco tengo conocimiento que dicho estudio exista. Así pues debe quedar claro que

no es una investigación exhaustiva de los estudios sobre interculturalidad en España.

Simplemente he intentado, a través de las herramientas que nos proporciona Internet,

consultar distintas bases de datos (Masip 1999). Esto, en el mejor de los casos, nos dará

algunas pistas o indicios sobre la investigación española en este ámbito, pero nunca nos

puede dar un radiografía detallada de lo que se trabaja en este campo de estudio. Espero

que nadie se sienta especialmente perjudicado por lo inevitablemente incompleto de

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esta aproximación. En cualquier caso será para mi una gran ayuda recibir

[[email protected]] información sobre, en concreto, los estudios de

comunicación intercultural que se han publicado en España. Otra aclaración previa que

debo hacer es que dado que la búsqueda de datos sobre comunicación intercultural, en

ocasiones, ha tenido resultados negativos he ampliado el ámbito a lo intercultural en

general.

La primera base de datos consultada (18 de enero de 2000) ha sido TESEO

<http://www.mec.es/teseo>. Se supone que recoge todas las tesis doctorales defendidas

en las universidades españolas desde 1976. Sin embargo no puedo dejar de constatar

que yo mismo he detectado algunas carencias en esta base de datos. En febrero de 1998

hice la misma búsqueda y aparecieron 15 referencias al introducir el ítem “intercultural”

(Rodrigo 1999:24). En la actualidad han aparecido 23 tesis de doctorado. Veamos

algunos de los datos a destacar. Para situar el área de conocimiento a que se refieren las

distintas tesis he utilizado el primer descriptor de las mismas, ya que me parece un

indicador más explícito que el departamento o el título del programa de doctorado.

Descriptor principal de la tesis Número de tesis

Lingüística 7

Pedagogía 7

Psicología 4

Antropología 2

Filosofía 2

Historia 1

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Si nos fijamos en los años (cursos académicos) que se han defendido las tesis tenemos

el siguiente cuadro:

Curso académico Número de tesis

1976-1977 1

1991-1992 2

1993-1994 1

1994-1995 2

1995-1996 1

1996-1997 9

1997-1998 7

A partir de estos datos es fácil apuntar que donde más investigación se ha realizado

sobre interculturalidad parece ser que son el ámbito de la lingüística (departamentos de

Traducción e Interpretación, Filología, Filosofía y Letras, etc.) y de la pedagogía

(Ciencias de la Educación). Si introducimos en la Base de Datos TESEO la consulta

“comunicación and intercultural” no aparece ningún documento. Parecería claro pues

que la investigación en comunicación intercultural está en sus inicios. De todas las tesis

consultadas sólo la de Anne Kelly Dorothy, aunque realizada en el departamento de

Filología Inglesa de la Universidad de Granada, podría considerarse dentro de la

comunicación intercultural. Esta tesis se titula Prensa e identidad nacional: la imagen

de España en la prensa británica y se defendió en el curso 1996-1997. Otra tesis tiene

un titulo (Bases per a una fonamentació teorica de la comunicació intercultural) que

nos obligaría también a considerarla claramente de comunicación intercultural, pero el

resumen es ilegible y los descriptores son del ámbito de la lingüística.

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En relación a las fechas de lectura a estas tesis es evidente que, excepto una, todas son

de los años noventa y sobretodo de la segunda mitad de los noventa. De las 23 tesis 16

se han leído entre 1996-1998. Parece bastante claro que la investigación sobre la

interculturalidad es recientísima en nuestro país.

Otra fuente consultada <http://www.mcu.es/bases/spa/isbn/ISBN.html> (25 de enero de

2000) es la base de datos de la ISBN, que proporciona información bibliográfica de

todos los libros publicados en España desde 1972. Si introducimos el ítem

“comunicación intercultural” aparece una sola referencia que corresponde a la materia

de lengua española. Si introducimos el ítem “intercultural” hay 56 registros de los

cuales la gran mayoría corresponden a la educación intercultural.

Otra base de datos de artículos de revistas especializadas (consultada 25 de enero de

2000) es <http://www.ucm.es/BUCM/compludoc>. Se trata de la biblioteca de la

Universidad Complutense de Madrid. Al introducir el ítem “comunicación intercultural”

aparecen cuatro referencias. Dos artículos de Rodrigo (1996 y 1997a), uno de García

Canclini (1995) y otro de Affaya (1998). García Canclini es un autor latinoamericano y

Affaya marroquí.

En relación a las revistas especializadas también se ha consultado la base de datos

CBUC que es el Consorci de Biblioteques Universitàries de Catalunya

<http://sumaris.cbuc.es> (consultada el 25 de enero de 2000). Al introducir el ítem

“comunicació intercultural” aparecen solo dos referencias: la Revista CIDOB d’Afers

Internacionals nº43-44 de 1998 y Sociedad y Utopía. Revista de Ciencias Sociales

número extraordinario de 1999. La primera revista trata el tema de las dinámicas

identitarias desde una perspectiva pluridisciplinar, mientras que la segunda trata de la

educación e interculturalidad.

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Si tuviéramos que hacer una valoración, a vuela pluma, de estos datos parece bastante

claro que el estudio e investigación de la comunicación intercultural no ha sido un

ámbito que haya dado en nuestro país excesivos frutos. Por el contrario empieza haber

una notable literatura sobre educación multicultural o intercultural. Además este ámbito

de investigación es muy reciente, aunque parece que en los últimos años la producción

intelectual se ha incrementado de forma notable.

Algunos orígenes y varios cuestionamientos

¿Por qué, actualmente, la comunicación intercultural o la interculturalidad parece ser

uno de los campos de interés interdisciplinar más importantes? Se afirma (Biernatzki

1986) que la expresión “intercultural communication” fue utilizada por primera vez por

el antropólogo norteamericano Edward T. Hall (1989), en 1959, en su libro The Silence

Language. Hasta los años 70 el estudio de la comunicación intercultural no se consolidó

en los Estados Unidos (Biernatzki 1995). ¿Pero por qué en su momento se consideró

que era un campo de estudio digno de ser desarrollado?

Como es sabido los saberes no se desarrollan al margen de las sociedades que los

propician. Después de la Segunda Guerra Mundial hubo un cambio en las relaciones

internacionales. Para los Estados Unidos, una de las potencias hegemónicas, la

comunicación intercultural se convirtió, en este momento histórico poscolonial, en un

instrumento estratégico para fundamentar su influencia exterior. Además, en los años

60, en el interior de los Estados Unidos las minorías étnicas norteamericanas empiezan a

reivindicar su propia singularidad cultural. Hoy en día aparecen reivindicaciones

identitarias en todo el planeta. Esto puede parecer contradictorio con los fenómenos de

mundialización, pero como afirma Maalouf (1999:112) “Así, la época actual transcurre

bajo el doble signo de la armonización y la disonancia. Nunca los seres humanos han

tenido tantas cosas en común, tantos conocimientos comunes, tantas referencias

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comunes, tantas imágenes y palabras, nunca han compartido tantos instrumentos, pero

ello mueve a unos y otros a afirmar con más fuerza su diferencia.” En ocasiones uno

tiene la sospecha que, como dice Maalouf (1999:125), “En realidad, si afirmamos con

tanta pasión nuestras diferencias es precisamente porque somos cada vez menos

diferentes.” En cualquier caso, sea como fuere, hay un evidente interés social y político

hacia el tema de la comunicación intercultural y sobre temas que le son totalmente

adyacentes, como por ejemplo el de la identidad.

El tema de las identidades es muy amplio y nos obliga, en primer lugar, a tomar una

decisión investigadora. Así, por ejemplo, Israel (1995:64) considera interculturales los

siguientes ámbitos de interacción:

a) La comunicación entre dos orígenes diferentes (entre un francés y un español)

b) La comunicación entre el inmigrante y la sociedad que lo acoge (los argelinos en

España)

c) La comunicación intergrupal dentro de la propia sociedad (género, edad, clase social,

etc.)

d) La comunicación interracial e interétnica.

Cuando hablamos de identidad se plantea la disyuntiva de si hay que hablar de todas las

identidades o de algunas en concreto. Más adelante me posicionaré.

En segundo lugar, hay que explicitar que se entiende por identidad. Yo concibo la

identidad como una construcción cultural fruto de la socialización y de la interacción

social. Esto no significa que uno pueda prescindir de ella o cambiarla fácilmente, pero no

concibo la identidad desde una perspectiva esencialista o innatista. Es decir, defiendo una

visión constructivista de la identidad.

La identidad se construye por comparación y diferenciación. Es decir, el yo y el nosotr@s

lleva parejo el no yo (tu, él/ella) y el no nosotr@s (vosotr@s y ell@s). Identidad y

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alteridad son dos caras de la misma moneda, aunque quizás una metáfora más exacta sería

decir que son las distintas caras de un dado poliédrico, en el que concurren distintas

identidades y alteridades. La unidad identitaria es una ilusión construida por algún poder.

Un hecho interesante al respecto fue al presentación por parte del Gobierno marroquí de un

informe sobre la opresión de la mujer en su país. Algunos medios de comunicación

españoles (El País, 26-I-2000, p.26) vieron en este acto político una forma de enfrentarse

al movimiento islámico. Así puede apreciarse como, en primer lugar, la identidad de

género no es independiente de otras identidades. Además, en segundo lugar, se pone de

manifiesto como en una misma comunidad coexisten distintos modelos identitarios con sus

dinámicas interdependientes. Es decir que una modificación en la identidad de género

puede afectar a la identidad religiosa.

Para adquirir una identidad, para conocerse, hay que reconocerse: conocerse a través de los

otros. Es necesario un reconocimiento social de la identidad con la que nos presentamos.

Mediante la aceptación de la propuesta de nuestra identidad por los otros dicha identidad

adquiere fijeza y se consolida. No siempre sucede así, puede darse la circunstancia que la

identidad atribuida a una persona sea la distinta de la que ella o él desearía. Sería, por

ejemplo, el caso de la persona de origen andaluz que, después de vivir años en Catalunya,

desearía ser considerado catalán en Catalunya y andaluz cuando vuelve a Andalucía y

ocurre todo lo contrario: en Catalunya se le sigue considerando andaluz y en su localidad

de origen se le llama el "catalán" o la "catalana".

En la construcción de la identidad podríamos diferenciar un doble nivel. A nivel

paradigmático la persona tiene a su abasto una serie de modelos históricamente

establecidos y socialmente connotados y que, al mismo tiempo, se van renovando. Lo que

caracteriza la sociedad actual es la proliferación de modelos.

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El segundo nivel de la construcción identitaria es el pragmático, la identidad se "con-

forma" en la interacción con los otros. Es en las relaciones intersubjetivas donde las

identidades adquieren su forma. Si aceptamos una cierta generalización podríamos apuntar

que los cambios operados en los modelos de identidad femenina repercuten directamente

en los modelos de identidad masculina y en otras dinámicas identitarias, como las

religiosas.

Hay que señalar que nos encontramos en un momento histórico en el que los cambios

que se operan nos llevan a tomar algunas decisiones. Los modelos de relación que las

identidades tradicionales propiciaban pueden ser en muchos casos totalmente

inoperativos, tanto por lo que se refiere a las identidades de género como a las (otras)

identidades culturales. Aunque como hemos visto todas las identidades están muy

interrelacionadas, por mi parte cuando hablo de identidad y comunicación intercultural

(Rodrigo 2000) me refiero a la identidad cultural desde un punto de vista étnico y

global. En este tema me siento muy próximo a Maalouf (1999:191) cuando afirma que

una persona debe su identidad a “la suma de sus diversas pertenencias en vez de

confundirla con una sola, erigida en pertenencia suprema y en instrumento de

exclusión...” Hay que ir con cuidado que la reivindicación identitaria no conduzca

finalmente a un racismo cultural. En está línea sigue Maalouf (1999:192) “Del mismo

modo, también las sociedades deberían asumir las múltiples pertenencias que han

forjado su identidad a lo largo de la Historia, y que aún siguen configurándola...” Lo

que no se puede hacer en Catalunya, por ejemplo, es reivindicar un visión multicultural

de España, pero no reconocérsela a sí misma. Lo que no puede hacerse es denunciar el

etnocentrismo ajeno y olvidar el propio. Lo que no puede defenderse es el mestizaje

desde el esencialismo cultural. Lo que no puede aceptarse es pensar que los otros son

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“étnicos” y que nosotros somos “normales”. Vivimos en una época francamente

paradójica.

Castells (1998b: 392) afirma que lo que caracterizará el siglo XXI es que se vivirá en

una perplejidad informada. Por un lado se dice que estamos en la sociedad de la

información. Se habla del ciberespacio, de la realidad virtual, etc. El viejo eslogan de

Mc Luhan “la aldea global” parecería que pronto será una realidad. Esto es un

espejismo. Castells (1997:378) en relación a Internet afirma “En general, aunque existe

un gran desacuerdo sobre cuantos usuario están realmente conectados, hay una

convergencia de opinión sobre su potencial en cientos de millones de ellos a comienzos

del siglo XXI. Los expertos consideran que, técnicamente, Internet podría conectar un

día a más de 600 millones de redes informáticas.” Es cierto, como recoge Castells

(1997: 379-383), que el crecimiento en los últimos años es espectacular y que 600

millones internautas es una gran cifra, pero conviene recordar que es sólo el 10% de la

población mundial. ¿ Lo que crea Internet es una aldea global o se trata de un barrio

residencial? Es bastante ilustrativo consultar el trabajo de Castells ya que se ve qué

países aparecen en el mundo (por el número de conexiones a Internet) y qué países son,

de forma literal, borrados de mapa.

Por otro lado, es bastante paradójico que en un mundo aparentemente tan bien

informado la incertidumbre no hace más que crecer. Es posible que la mayor

información aumente nuestra ignorancia porque empezamos a saber lo que no sabemos.

Cada día somos más conscientes de nuestra propia complejidad social y empezamos a

reconocer la complejidad social ajena. Estamos en un tiempo para repensar, para

reflexionar, para renegociar muchas cosas que dábamos como ya sabidas y conocidas.

Incluso en el propio conocimiento científico podemos apreciar un cambio. Edgar Morin

(1994:68) señala que en el siglo XX se ha producido una invasión de la cientificidad

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clásica en las ciencias sociales y humanas. Esto ha hecho que el sujeto desapareciera de

las ciencias sociales y humanas para ser reemplazado por las estructuras, los estímulos,

etc. Hoy en día se ha producido una restitución del sujeto a la ciencia. Así se concibe la

ciencia como una construcción social y al mismo tiempo como constructora de lo social.

Además un cierto universalismo racionalista también ha potenciado una visión simplista

de la realidad. Quizás fuera mejor hablar de racionalidades mixtas, híbridas y plurales.

Las racionalidades son mixtas porque es ingenuo pensar que la racionalidad está exenta

de emociones y de valores. Una racionalidad de los medios, quizás podría ser,

exclusivamente racional, pero la racionalidad de los fines requiere una valoración. Las

racionalidades son híbridas porque, en nuestra vida cotidiana, se entremezclan las

racionalidades de distintos mundos: el doméstico, el económico, el cívico, el político,

etc. En estos mundos no siempre la racionalidad ocupa el mismo lugar ni funciona

según las mismas reglas. Las racionalidades son plurales porque por poco que se haya

practicado la comunicación intercultural uno se da cuenta que hay que negociar con

distintas racionalidades. Supongo que se entiende que no se trata de anunciar la muerte

del racionalismo sino su evolución a una visión más amplia y más flexible de la

realidad. Frente a un positivismo aristotélico, fundamental en las ciencias puras, el

idealismo platónico es un punto de partida interesante para el diálogo intercultural.

Platón, que creo que tiene las espaldas suficientemente anchas para soportar el embite,

quizás podría ser un autor-enlace entre distintas culturas. Su concepción de la existencia

de un mundo real (quizás incognoscible) y de un mundo de la representación (quizás

distinto en cada cultura) podría ser útil para aproximar la cultura occidental a otras

culturas.

En esta misma línea, se constata que el lenguaje, que sirve para comunicar los

descubrimientos científicos, no es un instrumento diáfano sin ambigüedades. El

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discurso científico también utiliza una determinada retórica. Cuando Morin (1997)

propone su paradigma de la complejidad, no pretende llevar a cabo una revolución

científica, en sentido khuntiano. Lo que se pretende con el paradigma de la complejidad

no es un conocimiento universal ni una teoría omnicompresiva. Se trata más bien de

hacer una aproximación que nos muestre la diversidad y la complejidad de la realidad.

Como hemos visto, el clima de opinión actual favorece una aproximación al Otro

diferente a lo que hasta ahora la modernidad permitía. Esto nos lleva a plantearnos hasta

qué punto la modernidad ha sido capaz de gestionar o de articular una comunicación

intercultural. ¿Qué sucede en aquella culturas que perciben la modernidad como

producto de culturas ajenas? Para muchas culturas modernidad significa

occidentalización. Como afirma Maalouf (1999:88) “... en al caso de los occidentales,

cuanto más se modernizan más en armonía se sienten con su cultura (,,,) Para el resto

del mundo, para todos lo que han nacido en el seno de las culturas derrotadas, la

capacidad de recibir el cambio y la modernidad se plantea en otros términos. (...) la

modernización ha significado siempre abandonar una parte de sí mismos.”

¿No puede entenderse la interculturalidad como uno de los síntomas de la crisis de la

modernidad? En su última obra conjunta Berger y Luckmann (1997) señalan que la

modernidad ha conllevado una nueva configuración social del sentido que ha abocado a

una crisis única desde un punto de vista histórico. Pero téngase en cuenta que Berger y

Luckmann no se refieren a las relaciones interculturales, en sentido estricto, sino a lo

que ocurre en el seno de una misma sociedad, donde evidentemente pueden darse esta

relaciones interculturales pero que serán distintas a la relaciones interculturales

internacionales.

Quizás podríamos estar de acuerdo que la modernidad actual no es la misma que las de

sus inicios ni la del principios del siglo XX. También podríamos estar de acuerdo que

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una de las características de nuestra época es el cambio acelerado que percibimos,

quizás de ahí la perplejidad informada. En cualquier caso, considero que los tiempos

actuales propician un pensamiento fundado en la responsabilidad de nuestras

construcciones de la realidad social y de las acciones que las acompañan. No nos

podemos escudar en la inevitabilidad de una realidad universal, ahistórica e inmutable.

Como se puede colegir esto tiene una serie de implicaciones sociales, políticas,

ecológicas y culturales que quizás todavía sea demasiado pronto para decir hacia donde

nos llevarán.

El destino del ser humano es participar en los procesos sociales que se van produciendo

y de los que él forma parte. Es cierto que la complejidad de las relaciones interculturales

nos desorientan e incluso nos atemorizan, pero por muy difícil que sea la comunicación

intercultural, en la actualidad, es inevitable. Por ello debemos estudiar y reflexionar

sobre esta complejidad. Esto nos debe llevar a una posición de apertura y de

cuestionamiento. Es posible que estemos en una situación de crisis, pero quizás se trata

de una crisis de crecimiento hacia la humanización. Hay que tener en cuenta que la

palabra crisis procede del griego Krisis, que significa decisión. Estamos en un tiempo de

reflexión y de toma de decisiones.

Algunos límites de la interculturalidad

Uno de los primeros problemas que nos plantea el apasionante ámbito de la

comunicación intercultural es la propia definición del fenómeno. ¿Cuándo podemos

decir que nos encontramos ante una comunicación intercultural?

Para Ellul (1993:497-499) hay cinco condiciones para que se dé una comunicación entre

dos culturas que coexisten en un mismo conjunto social.

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a) La diferenciación de los grupos. “Es necesario que la diferencia sea suficientemente

importante y profunda para que haya un intercambio importante e inesperado” (Ellul

1993:497).

b) La comprensibilidad. A pesar de la diferencia “... es necesario que la información

transmitida por la comunicación sea comprensible, asequible para el receptor.” (Ellul

1993:498).

c) El reconocimiento recíproco. “Es decir, simplemente, que cada uno reconozca a el

Otro, en tanto que Otro, sin negarlo, lo que es evidentemente una disposición a la

apertura y al cuestionamiento.” (Ellul 1993:498).

d) La aceptación. “No sólo hay que reconocer a el Otro en tanto que Otro, además hay

que aceptarlo como tal, tolerarlo en su diferencia.” (Ellul 1993:498).

e) La no monopolización de los medios de comunicación. “La única formula aceptable

es la autogestión. Que cada grupo cultural tenga su radio, su televisión, sus periódicos,

con tantos intercambios entre grupos como sea posible de forma que la comunicación

no sólo sea intragrupal sino que permita un verdadero conocimiento de los grupos entre

sí” (Ellul 1993:499).

Muy rápidamente, y de forma resumida, quisiera recordar (Rodrigo 1999) algunos

elementos importantes para una comunicación intercultural eficaz:

a) Una lengua común o un sistema de comunicación común. Es necesaria una cierta

competencia comunicativa y no sólo una competencia lingüística. Por un lado, la

comunicación no verbal es muy importante (Rodrigo 1999:130-161); por otro lado, no

se puede presuponer que los sistemas de comunicación de otras culturas sean semejantes

a las nuestras. En occidente se suele dar mucha importancia a la palabra, mientras que

otras culturas, como la japonesa, pueden valorar el silencio de forma distinta a la

occidental.

Page 18: Comunicacion Intercultural Alsina

b) Conocimiento de la cultura ajena. Es difícil separar la lengua de la cultura. No es una

anécdota que en España, como hemos visto anteriormente, en los departamentos de

Traducción e Interpretación se haya defendido un buen número de tesis sobre

interculturalidad. Es imprescindible un buen conocimiento de una cultura para poder

descodificar correctamente los distintos niveles de interpretación de los mensajes.

c) El re-conocimiento de la propia cultura. La comunicación intercultural no sólo

implica una aproximación a otras culturas, sino también el esfuerzo de repensar la

cultura propia. En muchas ocasiones no se es suficientemente consciente de nuestras

propias características culturales y llegamos a considerar nuestra conducta como la

forma “normal” de actuar.

d) La eliminación de los prejuicios. Evidentemente es necesario estar interesado por las

otras culturas, por su producción cultural y por sus vidas. Este interés no es sólo el

deseo etnocéntrico de reafirmar nuestra propia cultura en relación al “exotismo” del

otro. Para cambiar esta mirada se deben cambiar los perjuicios que se tienen y que

hacen tener una percepción sesgada.

e) Ser capaz de empatizar. Lo que se llama el “choque cultural” no produce solamente

una incomprensión sino que también se dan emociones negativas. Las emociones en la

comunicación son muy importantes (Rodrigo 1997b). El escritor mexicano Carlos

Fuentes (El País Semanal, 20/XI/1994, p.46) decía: “Todos los horrores del mundo

vienen de la incapacidad de imaginar a los otros.”

f) Saber metacomunicarse. Se suele decir que la comunicación intercultural es difícil y

que por ello, en muchas ocasiones, hay que explicar lo que se quiere decir cuando se

dice algo. La metacomunicación implica hacer explícito el contenido del mensaje y

nuestras intenciones comunicativas.

Page 19: Comunicacion Intercultural Alsina

g) Alcanzar una interacción equilibrada. El diálogo intercultural debe realizarse la

situación de mayor igualdad posible. Esto no significa que hay que ocultar la existencia

de situaciones de poder diferentes. Pero ni el victimismo ni el paternalismo son

actitudes adecuadas para una comunicación intercultural eficaz.

Para completar a lo anterior recordemos, también, algunos de los obstáculos a la

comunicación intercultural.

a) Intentar comprender a los demás a partir de estereotipos. En cierta ocasión le

preguntaron al escritor británico Gilbert Kieth Chesterton qué pensaba de los franceses,

a lo que contestó: “No los conozco a todos”. Los estereotipos son simplificaciones

engañosas. “Un estereotipo es un conjunto estable de creencias y de ideas

preconcebidas que los miembros de un determinado grupo comparte sobre las

características de otros grupos.” (Guirdham 1999:161). Las sobregeneralizaciones son

muy peligrosas porque nos hace caer en la falacia de que es fácil definir sencillamente a

un grupo cultural que, generalmente, suele muy complejo y heterogéneo.

b) No ser conscientes de nuestra propia ignorancia. Son tantas las culturas existentes en

la humanidad que en la mayoría de los casos no somos ni tan siquiera conscientes de

nuestra ignorancia supina. Price (1990:10) apunta la existencia de 3.500 grupos

culturales en el mundo. Este mismo autor recogía en Europa occidental un total de 45

grupos culturales (Price 1990:86-87). ¿A cuántos de estos grupos podemos decir que los

conocemos mínimamente?

c) La sobredimensión de las diferencias. Si al analizar otras culturas sólo nos fijamos en

las diferencias culturales, nos olvidaremos que constatar que seguramente hay muchos

puntos en común. A veces una visión excesivamente diferencialista puede suponer una

postura de exclusión del otro (Delgado 1998:143-190). Se ha hablado mucho del

Page 20: Comunicacion Intercultural Alsina

derecho a la diferencia, pero se empieza a hablar también del derecho a la similitud

(Hassanain 1995:25).

d) No universalizar a partir de una cultura dominante. Si se universaliza se debe hacer a

partir de lo común entre los humanos y no de lo propio. No voy a entrar en la discusión

entre el relativismo y el universalismo (Rodrigo 1999: 57-60), pero quisiera apuntar que

el etnocentrismo nos puede conducir a una falsa universalización. Hay que recordar la

tendencia universalista del catolicismo (“católico” viene del latín cathólicus y del griego

katholikós que significa “universal”) o del eurocentrismo (Shohat y Stam 1994). El

patrimonio de la humanidad son todas las culturas. Si uno se reclama humano debe

defender a todas las culturas.

¿Seremos capaces de superar estos obstáculos y de utilizar los elementos necesarios

para alcanzar una comunicación intercultural más eficaz? Evidentemente no puede darse

una respuesta en general. En cada circunstancia hay que analizar como se desarrollan las

interacciones. En cualquier caso, es seguro que el proceso no será lineal. Se producirán

conflictos y pactos, avances y retrocesos. De todas formas nos encontramos ante un

fenómeno social, a escala mundial, inevitable.

Para finalizar quisiera comentar algunos de los límites de lo intercultural. Pero hay que

decir que se trata de unos límites paradójicos. Por un lado, pueden dificultar lo

intercultural pero, por otro lado, son condición necesaria de su existencia. Se trata de las

representaciones identitarias y territoriales. En relación a la primera, la alteridad puede

ser una barrera infranqueable, pero si no existieran los otros no habría comunicación

intercultural. Por lo que hace a la segunda, la apropiación de un territorio por parte de

una cultura puede hacer que otros grupos pierdan este referente de pertenencia y se

sientan eternamente forasteros. Mientras se siga asociando una cultura a un territorio la

Page 21: Comunicacion Intercultural Alsina

negociación intercultural se seguirá haciendo entre “los que son de aquí” y “los que no

son de aquí”.

Para superar estos límites se debería superar una lógica del conocimiento diferencialista.

Es cierto como apunta Delgado (1999:25) que “...en las sociedades humanas, la

diferenciación (étnica, religiosa, genérica o de cualquier otro tipo) cumple la misma

función que en cualquier expresión de la vida en el universo: garantizar la organización

y la comunicación.” Pero quizás sólo un pensamiento más complejo podría superar este

mecanismo cognitivo diferencialista, este límite identitario. Por su parte el propio

Delgado (1999:25) se encarga de puntualizar: “Ahora bien, la diferencia no niega una

cierta homogeneidad puesto que: es su condición. Es verdad que no puede existir

percepción ni pensamiento sin diferencia, pero la diferencia tampoco podría existir si no

se recortara sobre una unidad, una totalidad que integra la globalidad de maneras de

existir y que solemos llamar naturaleza, universo o, simplemente, vida. En el ámbito

humano, ese fondo común sobre la que las diferencias pueden recortarse se llama

sociedad.”

Por lo que hace al límite territorial, los procesos de desterritorialización de la cultura

quizás harán posible que dicho límite se vaya desdibujando. Esto no llevará, al menos a

medio plazo, a una uniformización mundialista sino a unas identidades más flexibles y a

unas fidelidades múltiples. Habrá recuperar un saber intercultural acumulado. En

muchas ocasiones la historia es un proceso de ocultación y olvido. Recordemos la

“España” de las tres culturas (judía, cristiana y musulmana). He utilizada la palabra

“España” a sabiendas el anacronismo histórico. Pero hay que tener en cuenta que el

pasado se suele leer desde el presente. De lo que se trata, aunque sea reforzando

aparentemente la concepción cultural territorialista, es recordar que en un mismo

espacio, en nuestro pasado, se produjeron dichas relaciones interculturales y no olvidar

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que ninguna cultura posee un territorio. Son los seres humanos los que desarrollan su

cultura en un espacio.

¿Cuál es debería ser la mirada de un interculturalista? Una posible mirada sería desde la

propia cultura intentar explicar y entender otras culturas. Esta perspectiva etic (Rodrigo

1999:33-35) puede ser importante para hacer comprender a un grupo determinado una

cultura distinta. Otra mirada sería ver la cultura desde dentro, según los propios

referentes de cada grupo cultural. Esta perspectiva emic (Rodrigo 1999: 33-36) permite

una mejor comprensión de la cultura, pero pierde traducibilidad para los que no

participan de ella. Una tercera mirada podría ser una mirada metacultural. Se trataría de

construir un aparataje de análisis que no fuera deudor de ninguna cultura en concreto.

En cualquier caso, una mirada intercultural no puede ser una mirada sesgada y parcial.

Si medimos a los demás por sus horrores, a veces nos olvidamos de recordar nuestros

propios horrores. No es aceptable hacer una valoración metonímica de una cultura.,

tomando la parte por el todo. La cultura es una unidad compleja, aunque no

necesariamente complicada, en la que se entremezclan el modo de producción de la

sociedad (económica), la organización social (política), la expresión del imaginario (por

ejemplo, la expresión artística) y la formulación simbólica (por ejemplo, la religión).

Estoy convencido que toda cultura tiene sus horrores. Es difícil sostener que en una

cultura todo deba ser salvado. El problema, sin embargo, es quiénes serán los jueces y

hasta qué punto se puede incidir en un aspecto de una cultura sin afectar al resto. Creo

que hay que aceptar la concepción holística de la cultura. Se trata de un todo formado

por partes, pero es necesaria la participación de estos elementos para constituir el todo.

Evidentemente la cultura es dinámica y va cambiando. Pero puede ser difícil forzar esta

dinámica. Estos cambios sólo serían posible por la aceptación final de los que llevan a

cabo determinadas prácticas culturales y, en muchas ocasiones, por una sustitución de

Page 23: Comunicacion Intercultural Alsina

dichas prácticas por otras. Los límites de estos cambios son difíciles de determinar, pero

lo que parece evidente es que estamos viviendo un proceso de cambio acelerado. Y

estos cambios afectan inevitablemente a las personas en su ámbito más personal y

cotidiano. Así la situación actual llevará según Castells (1998b:383) a “la formación de

personalidades flexibles, capaces de llevar a cabo constantemente la reconstrucción del

yo...” Para Giddens (1997:48) “las transformaciones del yo y la mundialización son los

dos polos de la dialéctica de lo local y lo universal en las condiciones de modernidad

reciente. En otras palabras, los cambios en aspectos íntimos de la vida personal están

directamente ligados al establecimiento de vínculos sociales de alcance muy amplio.”

Todo esto nos lleva a una actitud de reflexividad generalizada (Giddens 1997:33). Este

repensarnos a nosotros mismos y a nuestra cultura provocan una antropoligización de la

sociedad. Si a esto le añadimos una apertura cada vez mayor a nuevas realidades

culturales y el florecimiento de lo local, nos encontramos que la antropología de los

mundos contemporáneos (Augé 1995) adquiere un máximo interés. La cultura y las

relaciones interculturales se han convertido en uno de los centros de preocupación, no

sólo de las sociedades posmodernas, sino también en las relaciones internacionales

(Huntington 1997). Recordemos finalmente que para Castells (1998b:382) "Las batallas

culturales son las batallas del poder en la era de la información. Se libran

primordialmente en los medios de comunicación y por los medios de comunicación,

pero éstos no son los que ostentan el poder. El poder, como la capacidad de imponer la

conducta, radica en las redes de intercambio de información y manipulación de

símbolos, que relacionan a los actores sociales, las instituciones y los movimientos

culturales, a través de iconos, portavoces y amplificadores." Como puede apreciarse nos

esperan, para aquellos que sepan vivirlo con interés, unas nuevas realidades

apasionantes.

Page 24: Comunicacion Intercultural Alsina

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