Concepción Marín Albesa - Una Esposa Salvaje
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Transcript of Concepción Marín Albesa - Una Esposa Salvaje
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CAPITULO 1
Sebastian Collins, con tan solo treinta aos, haba conseguido lo que muchos
no lograban en toda una vida. Era dueo de un hotel, dos almacenes y regentaba la
casa de juegos ms famosa de la ciudad. Aunque esa fama no era precisamente por
su buena reputacin. La Pica de Corazones se trataba de un local donde el dinero,
el alcohol y las mujeres corran en total libertad, algo inaceptable para la buena
sociedad de Boston. Pero a l no le importaba lo ms mnimo. Toda su vida, desde
el mismo instante que naci, camin por el escndalo. Quisieron aplastarle, pero l
se enfrento a cada uno de sus enemigos hacindoles tragar su maldito orgullo. Y
ahora, muchos de estos, eran sus mejores clientes.
Mientras sus ojos verdes barran el local, dibuj una sonrisa de orgullo al
recordar los primeros tiempos que lleg a esas tierras. Con quince aos dej
Inglaterra y se enrol en un barco donde se gan el precio del pasaje trabajando en
las peores condiciones, sin apenas descanso ni alimento. A pesar de ello, la
esperanza lo hizo resistir. Lleg a Boston albergando grandes sueos. All era un
desconocido sin pasado; solamente exista el presente y el futuro. Un futuro que
imagin lleno de grandezas.
No fue as. La ciudad estaba llena de gente en sus mismas circunstancias,
sin un trabajo, ni casa ni dinero, y los nicos empleos que se les ofreca eran tan
miserables como los que dejaron en Inglaterra. Y l no estaba dispuesto a volver
atrs. Haba recorrido miles de millas para conseguir que todo cambiara. Aunque,
al principio, no tuvo ms remedio que aceptar labores infrahumanas. Horas y
horas descargando mercancas en el puerto que le dejaban las espalda molida y
todo por un sueldo tan miserable que no le alcanzaba ni para pagar una asquerosa
habitacin.
Tras un ao, comenz a creer que se haba equivocado, que Las Colonias
eran igual que el viejo continente que haba dejado. No haba oportunidad para los
olvidados. An as, su espritu rebelde y testarudo no se amedrent. Si ellos no
estaban dispuestos a darle una salida, la encontrara a cualquier precio.
No tard mucho en llegar. Inglaterra, ahogada monetariamente por la
guerra mantenida unos aos atrs contra los franceses, en 1767 aprob tres leyes
que gravaban el derecho a la importacin del t, papel, vidrio, plomo y otros
artculos que las colonias compraban en el continente. Los habitantes soportaron
aos de expoliaciones, hasta que, el diecisis de diciembre de 1773, hartos de lo que
consideraban un gran abuso, disfrazados de indios mohawk asaltaron los navos
cargados de t y lo arrojaron al mar. Ello provoc la clausura del puerto de Boston
-
y colocaba a Massachusetts bajo la ley directa de Inglaterra. Los vveres y
mercancas comenzaron a escasear. All fue donde Bastian entr en accin. Sin el
menor escrpulo, pues el hambre, el dormir al raso en callejones oscuros y
hmedos mataba cualquier sntoma de culpabilidad, decidi sisar parte de la
escasa mercanca. Eran pequeas cantidades, pero lo suficiente para obtener algo
de dinero en el mercado negro. Los ricos, a pesar de la contienda que haba
estallado entre las colonias e Inglaterra, no queran renunciar a los placeres que
estaban acostumbrados. Pero continu durmiendo en la calle. Las ganancias seran
empleadas en el juego. Siempre fue muy hbil con las cartas y no tendra
impedimento para que le dejaran entrar en los locales vidos de clientes.
No le fue nada mal. Pudo alquilar un piso y alimentarse como un ser
humano. Los aos que siguieron, las ganancias fueron aumentando y al finalizar la
guerra, tena suficiente capital para invertir en un buen negocio. Y la oportunidad
lleg cuando el dueo de la casa de juegos cay preso de una grave enfermedad.
Sebastian le propuso llevar el garito y el hombre acept.
Lo primero que h izo fue hacer algunos cambios. En realidad, transform
todo el negocio. Quera hacer de La Pica de Corazones un lugar menos srdido,
apartar a los ladrones, asesinos y miserables. Comenz por adecentarlo. Repar los
desperfectos, cubri las paredes con pintura de tonos claros, quem todos los
muebles y los supli por sillas y divanes elegantes. Los tres cuartos de arriba los
transform en habitaciones cmodas y discretas, para que las prostitutas,
meticulosamente elegidas, alegraran la vida de los clientes. Y una vez satisfecho
con el resultado, se sent a pensar como demonios atraera a esa parte tan
indecorosa de la ciudad a buenos clientes.
El problema, en esta ocasin, le vino solucionado a travs de Kitty, una
joven prostituta a la que sola frecuentar, que por un golpe de suerte abandon el
puerto para instalarse en un precioso apartamento como amante de un rico
negociante, respetado y defensor de la honorabilidad de la buena sociedad de
Boston. Ella se encarg de difundir las excelencias a su amante y por supuesto, a
los otros que la compartan con el cornudo.
En menos de dos meses, La Pica de Corazones, era el local ms afamado
entre la elite masculina de la ciudad y l, el nuevo dueo al morir su socio. Nobles
llegados de Inglaterra, jueces, polticos, todos ellos acudan en busca de los
placeres que Sebastian les venda, aunque saba perfectamente que su respeto solo
era motivado por la educacin. En el fondo, continuaban desprecindolo. Y a pesar
de que, se deca una y otra vez que ya no le importaba, no era cierto. En el fondo
de su alma continuaba sintiendo esa herida que escoca su orgullo.
Como venganza adquiri el hotel ms prestigioso de la ciudad. El nico
donde esos estirados ricachones se atrevan a pernoctar. Despus, varios almacenes
con productos tan exclusivos, que se vean forzados a aceptar sus servicios. Era
-
una pequea victoria. Algn da, esperaba conseguir el triunfo total.
Sus ojos verdes se entrecerraron al ver al tipo que cruzaba la puerta. Era la
primera vez que acuda a su local. Efectu un leve movimiento de cabeza y Chad,
su ayudante, acudi presto hacia el recin llegado desplegando la amabilidad
caracterstica que all se ofreca. Pero el semblante de Chad le indicaba que no se
trataba de un simple parroquiano.
Sebastian lo estudi detenidamente. No tena pinta de jugador, ni tampoco
de mujeriego o borracho. Tampoco porte de noble, ni tan siquiera de burgus, su
estilo era usado por abogados o funcionarios. Con los polticos de la ciudad no
tena problema alguno, la mayora de ellos acuda frecuentemente al local. En
cuanto a litigios, ninguno. Entonces. A qu habra venido ese hombre? Las dudas
pronto se disiparan.
-Bastian. Ese tipo ha venido de Inglaterra para hablar contigo. Es abogado.
Qu le digo?
-De Inglaterra, dices? inquiri Sebastian mesndose la barbilla. No
alcanzaba a comprender que diablos querra de l. Nada le ligaba a su vieja vida y
no tena la menor intencin de perder el tiempo hablando de una tierra que
deseaba olvidar. De todos modos, la curiosidad pudo ms. Aplast el cigarro en el
cenicero de plata y levantndose, dijo: Llvalo a mi despacho.
Si figura alta, a pesar de la corpulencia, se encamin hacia el despacho con
pasos elegantes, como si a pesar de la inquina que senta hacia esos nobles le
hubiera sido imposible no contagiarse. Vindolo enfundado en ese traje de seda
verde y botas impecablemente brillantes, muchos juraran que lo nico que conoci
en la vida fueron los salones elegantes y las sbanas de puro lino.
Una vez dentro, se acomod tras la mesa y aguard al misterioso visitante,
que apareci en apenas unos minutos.
-Mi nombre es Preston Alyster dijo el letrado tendindole la mano.
Sebastian se la estrech. Le indic que tomara asiento y llen dos copas de oporto,
ofrecindole una. El tipo la rechaz. Sebastian dio un sorbo a la suya y dijo:
-Por favor, me gustara saber el motivo de su visita. Con franqueza, me tiene
usted muy intrigado.
Alyster hombre de escasa estatura, delgado como una vara y con un rostro
aguileo poco acostumbrado a sonrer, carraspe y apoy la espalda en la silla,
mientras aferraba entre las manos una cartera de piel marrn.
-Hace cinco aos recib el encargo de encontrar a un hombre. Mis
investigaciones, finalmente, me han trado hasta aqu le explic.
-Antes de continuar, debo advertirle que jams doy informacin de mis
clientes. La Pica de Corazones es un lugar del todo discreto y seguro para la
reputacin de los caballeros.
-Ninguno de ellos es mi objetivo; a no ser que no sea usted Sebastian
-
Collins.
l encar las cejas mirndolo con interrogacin.
-Qu quiere de mi? Tal vez alguien me ha demandado? Aunque,
pensndolo bien, no lo creo. Chad me dijo que vena usted de Inglaterra y ningn
lazo me une ya a la vieja tierra dijo Sebastian encendiendo un cigarro. Ofreci la
caja abierta a Alyster, pero ste volvi a rechazar sus atenciones. Collins dedujo
que se consideraba tan profesional que su deber era permanecer inmune a
cualquier tipo de placer que pudiese ser tomado como un soborno.
-Temo que est usted en un error, seor. An queda alguien en Cornualles
que se ha tomado muchas molestias para que le encuentre.
El rostro de Sebastian se torn una mscara. En ningn instante mostr el
volcn que ruga amenazando un estallido de clera. Por el contrario, con voz
calmada y profunda, pregunt:
-El viejo James? Y qu quiere de m?
Alyster levant los hombros, al tiempo que abra la cartera.
-Me pidi que, cuando lo encontrase, le entregara esto dijo dndole un
sobre.
Sebastian le indic apoyando la yema del dedo sobre la mesa que lo dejara
ah.
-Nada ms? quiso saber.
-Eso es todo. Aunque, mi misin no ha terminado. Espera que cuando lea la
carta, me de una respuesta. Aguardar hasta la prxima salida del barco hacia
Londres. Me hospedo en el hotel Greenpark respondi el abogado. Se levant y le
tendi la mano. Bastian se la estrech.
-Buena eleccin, seor Alyster. Me ocupar personalmente que sea atendido
con trato preferente. Buenas noches.
En cuanto cruz la puerta, los ojos verdes permanecieron clavados en el
sobre. Qu querra ese hijo de perra? Por qu despus de tantos aos de
ignorancia haba gastado su precioso dinero en contratar a un investigador? No
llegaba a vislumbrar los motivos. De todos modos, tampoco deseaba conocerlos.
Cogi el sobre y tras mirarlo durante unos segundos, lo tir sobre la mesa.
-
CAPITULO 2
A las dos de la madrugada ya haban hecho el balance del da. Como
siempre que llegaba un barco, las ganancias fueron extraordinarias. Sebastian cerr
la caja fuerte y dando un sonoro suspiro, se sirvi la ltima copa de la noche y se
apoltron en la silla. La msica, las risas y gritos haban cesado; solo quedaba el
silencio. Era el momento que ms disfrutaba.
Sabore el coac para su deleite privado importado desde Francia,
reparando de nuevo en la carta. Deba romperla. Era el pasado y el pasado haba
muerto. A pesar de ello, no poda evitar la curiosidad. Y como siempre, cuando
algo lo inquietaba, era incapaz de olvidar el asunto. Era un hombre prctico y
perder el tiempo en especulaciones era algo intil y adems, lo sacaba de quicio.
No quera ir a la cama con esa desazn. Por lo que, rasg el precinto y comenz a
leer.
Cuando termin, el nervio de la mejilla derecha se tens. Sin duda, el viejo
se haba vuelto loco. Cmo demonios pretenda que aceptara su propuesta
despus de lo que hizo? Tan desesperado se encontraba? Era evidente o su
orgullo jams le hubiese permitido rebajarse a pedirle ayuda. Por supuesto, se dijo,
no pensaba hacerlo. Y aunque tuviese la tentacin, cosa del todo improbable, su
propuesta era descabellada y tan perversa como fue su comportamiento en el
pasado.
-Maldito viejo! mascull rompiendo la carta en pedazos. Apur la copa y
sali del despacho. Chad estaba terminando de colocar todo en su sitio. Fue una
suerte tomarlo bajo su proteccin. El muchacho, al igual que l, dej su aorada
Irlanda y lleg a Boston esperando que su deplorable vida mejorara y no fue as.
Lo encontr revolviendo la basura, como a muchos otros, junto al La Pica de
Corazones, pero en esta ocasin vio algo distinto en l. Tal vez fueron sus ojos
grises, que a pesar de encontrarse vencido, ellos se negaban a aceptarlo. Posea esa
rabia, ese empeo que l siempre tuvo y decidi darle una oportunidad. No se
equivoc. Chad result ser inteligente, incansable y su ms fiel servidor, e incluso,
podra afirmar, que a pesar de los aos que los separaban, su mejor amigo. En
realidad, se dijo, su nico amigo, pues nunca pudo confiar en nadie ms. Su estilo
de vida no se lo permita. Haba demasiada gente que deseaba su cada.
-Ha sido una gran velada. Apenas caba un alma ms le dijo el chico
dedicndole una gran sonrisa.
-S se limit a decir Sebastian.
Chad, que lo conoca muy bien, se dio cuenta que algo no andaba bien.
-
-Algn problema? Es por ese tipo esculido?
-Nada que no pueda solucionar. Recuerda que maana debes acudir al
puerto para revisar la mercanca. Cuida que est todo. Ramn Montesinos es un
tramposo. Buenas noches.
Cruz la puerta. Subi al carruaje que ya lo aguardaba y parti hacia el
hotel, sin poder dejar de pensar en esa endemoniada carta. Maldito hijo de
Satans! Los aos no haban menguado el arte de sus maquinaciones y estaba
convencido caera en la trampa. Razn no le faltaba. El premio por su colaboracin
era suculento y muy tentador. En realidad, le estaba ofreciendo todo aquello que
siempre ambicion; todo aquello que aliment sus sueos de venganza. Ahora
podra resarcirse y gozar como un nio ante las caras estupefactas de todos
aquellos que siempre lo despreciaron. Pero el precio a pagar era muy alto y no
estaba dispuesto a perder la libertad de la que ahora gozaba, por mucho que viera
cumplida su revancha.
Sumido en este conflicto, apenas se percat al entrar en el hotel de que los
empleados lo saludaban. Subi la gran escalinata de mrmol hasta llegar al ltimo
piso donde se encontraba su apartamento. Era un lugar inmenso, decorado con un
gusto exquisito. Sebastian siempre sinti predileccin por las cosas elegantes y
sobretodo caras. Tal vez a causa de las carencias a las que se vio obligado a causa
de ese mal nacido.
Con gesto rabioso se quit la chaqueta y la tir sobre el divn sin
miramiento alguno. Termin de des nudarse y fue al bao. La baera, como
siempre, estaba a punto. Se sumergi en el agua y cerr los ojos intentando apartar
de la mente ese maldito problema. Fue imposible. No dejaba de decirse que el
pasado haba quedado olvidado. Pero era evidente que an le revolva las tripas. Y
era a causa de no haber podido llevar a cabo su represalia. Porque, conseguir todo
lo que ahora posea, nunca lo resarci. De qu serva ser rico y ver como los que le
repudiaron acudan a sus negocios? Esos prohombres de Boston ignoraban como
fue su vida hasta que lleg. La verdadera venganza deba realizarse en Inglaterra.
Pero la proposicin dejaba de lado al hombre que ms odiaba. Si incluyera su
humillacin no dudara ni un instante en someterse a ella. Pero no. l continuara
ganando y jams le dara esa satisfaccin. Jams!
Con esa determinacin se acost.
Al amanecer se despert y fue incapaz de volver a conciliar el sueo.
Abandon la cama y fue hacia la ventana. Las calles estaban silenciosas, apenas
unos cuantos obreros o sirvientes transitaban por ellas. Y pens que haba sido
muy afortunado o ahora l estara caminando hacia un trabajo que se asemejaba a
la esclavitud.
De nuevo el recuerdo de la carta regres. Si pudiera encontrar un modo de
hacerle el mismo dao que de l recibi hara lo imposible por encontrar cuanto
-
antes los requisitos que exiga. Pero no se le ocurra nada. Y en el caso que
encontrase la solucin, de dnde demonios iba a sacar una mujer con un hijo? Un
sombrero, un buen traje se poda encargar, pero una familia no se encontraba en
los almacenes y menos, la adecuada que se exiga entre la buena sociedad inglesa.
En Boston haba algunas viudas carentes de dinero que no dudaran en aceptar
una proposicin semejante, pero su respetabilidad las obligara a rechazarlo.
Aunque, siempre quedaba la opcin de buscar en otra parte. Al fin y al cabo, bien
podra imaginar que un hombre como l no se habra casado con una aristcrata o
rica burguesa. Pero por lo visto ese detalle era para l lo de menos. Conocindolo,
podra asegurar que no dara a conocer su decisin hasta que los descarriados
estuvieran previamente educados y totalmente preparados para enfrentarse al
duro examen de la alta sociedad. Claro que, l tambin pondra sus condiciones. Y
cedera si no quera que sus planes, al parecer desesperados, no se esfumaran.
Esboz una sonrisa triunfal al imaginar la impresin que causaran en los
salones elegantes, donde los modales y la hipocresa eran las mximas virtudes.
Aunque, no hasta el extremo de aceptar como a los suyos a unos salvajes que se
haban enfrentado al gran Imperio Britnico y que encima, les venci. Ninguno de
los que consideraba sus amigos volveran a invitarlo ni a tener trato alguno. Lo que
con tanta frialdad plane para obtener su propio beneficio se volvera en su contra.
OH! Que gran venganza!
nio. Era un hombre adulto, sensato, fro y calculador. Y lo ms razonable era
olvidar todo ese endemoniado asunto.
Tras afeitarse y vestirse impecablemente, como siempre, llam a la doncella
para que sirviera el desayuno.
La criada, una mujer espigada con una panza demasiado prominente, de
unos cincuenta aos, de rostro anguloso y expresin rgida, le dedic una amplia
sonrisa, que suaviz sus rasgos.
-Buenos das, seor.
-Buenos das, Doris.
-Ha descansado bien? Hoy le he preparado huevos revueltos, bacn, unos
riones, jamn, mermelada de arndanos y pan tostado. Ya s que es mucho, pero
uno nunca sabe cuando volver a pasar hambre. Incluso los ricos tuvieron
carencias durante la terrible guerra. Claro que, el pueblo llano pas una gran
hambruna. An recuerdo cuando Aiyana lleg ante m pidiendo trabajo.
Pobrecilla! Viuda a los veinte aos y con un cro de un mes. Los dos presentaban
un aspecto lamentable. Apenas podan sostenerse a causa de la delgadez. Pero
ahora, estn como una rosa gracias a su generosidad.
-Mi generosidad? No conozco a ninguna Aiyana dijo Sebastian aplastando
la yema del huevo.
-
-Bueno, en realidad no. Pero le habl de ella. No lo recuerda? Le dije que
como era medio india nadie la empleaba y usted me autoriz para aceptarla.
Trabaja en la lavandera y por cierto, con ahnco. No he conocido a una joven tan
laboriosa y responsable. Fue un gesto muy caritativo por su parte; como siempre
seor. Por lo menos, ahora, puede alimentar a su pequeo.
-No todos tienen la misma opinin, Doris. Ms bien me consideran un
delincuente. Un peligro para la buena sociedad! dijo l en tono de chanza.
-Que ms quisieran esos estirados tener a alguien como usted en sus
salones! No he visto gente ms sosa y antiptica. Usted les alegrara la vida. S
seor!
Alegrrsela puede que no, pero convulsionar sus anodinas existencias, lo
ms probable, pens Sebastian. Y, por qu no? Poda aceptar, presentarse ante
ellos con una esposa que avergonzara a ese desaprensivo y despus, conseguidos
sus fines, le dara una buena suma a su esposa tras el divorcio y regresara a
Boston.
S. Era una idea sublime. Solamente debera aguantar una temporada y la
venganza estara cumplida. Qu ms poda desear?
Con nimo renovado, decidi ponerse de inmediato a buscar a una viuda o
a una madre soltera. El estado le era indiferente. Aunque, eso le llevara tiempo y
el prximo barco que parta hacia Inglaterra lo hara en cinco das. No podra
escoger demasiado. De todos modos, como fuera ella no era importante. No tena
la menor intencin de consumar dicho matrimonio. Esa mujer sera un mero
instrumento.
-Algo ms, patrn? dijo Doris.
l, taciturno, no respondi. La doncella comenz a encaminarse hacia la
salida, cuando de repente, la voz potente de Sebastian la detuvo.
-Espera!
-Seor?
-Imagino que esa Aiyana no nadar en la abundancia. Supongo que no le
vendra mal un dinero extra.
El rostro de la mujer se tens. Sus ojos castaos le lanzaron una mirada de
reprobacin.
-Aunque pobre y mestiza, le aseguro que es una muchacha muy decente.
la miseria. Y eso que con su
belleza hubiera sacado mucho partido. No, seor. No le interesar.
Sebastian dibuj una sonrisa conciliadora. Un gesto que siempre le surga
efecto en circunstancias donde la duda se instalaba.
-No tengo la menor intencin
No me mires as. Es un trabajo que ella puede ejecutar a la perfeccin y te aseguro
que nada amoral, y que puede reportarle una cantidad sustanciosa. Acaso no
-
confas en m?
Durante todos estos aos que llevaba a su servicio le haba demostrado que,
a pesar de su arrogancia y frialdad, Collins era el hombre ms ntegro que conoca.
Nunca incumpli su palabra, ni menospreci a ninguno de sus empleados. Por el
contrario. El salario que reciban era el doble que en cualquier lugar y si alguien le
expona un problema, procuraba ayudarlo. S. Bastian Collins era el mejor amo que
una poda tener y sus empleados lo saban, por ello el eran fieles hasta la muerte.
-Del todo, patrn dijo con firmeza.
-Entonces, dile que suba. Es por su bien.
Doris baj al stano preguntndose que podra querer el amo de una
muchacha como Aiyana. Llevarla a su cama haba quedado claro que no era el
motivo. Adems, sera del todo ilgico, pues admiti no recordarla. Por supuesto ,
se abstendra de preguntar. Ella era una mujer discreta. Aunque, su curiosidad
femenina se dijo que intentara averiguarlo.
Cuando lleg a la lavandera, los vapores y el calor eran casi insoportables.
Pero Aiyana aporreaba con empeo la sbana.
Aiy ana saba que no estaba muy sucia. Los clientes del hotel eran refinados
y cuidadosos, no como la gente que viva en su barrio. All la limpieza no exista.
Calles embarradas, basura en cualquier rincn, orines lanzados desde las ventanas.
Nadie poda imag inar cuanto aoraba los bosques, aquella cabaa donde creci
libre y feliz. Pero eso perteneca al pasado y jams podra recuperarlo. Ahora deba
conformarse con esa miserable habitacin. Sin embargo, no perda la esperanza de
que algn da la situacin mejorara.
-Aiyana. El amo quiere verte.
Ella lade el rostro y mir a Doris con semblante atemorizado.
-
gimi.
Doris le tom el mentn y sonri.
-No pequea. Nadie quiere despedirte. El patrn desea que lo ayudes en un
negocio. Nada indecente, lo ha dejado claro. Y cuando l lo dice, as es. Anda. Deja
de temblar, criatura. Lvate un poco y te llevar ante l.
Aiyana, temblando como una hoja, intento recomponer su aspecto lo mejor
que pudo y una vez lista, subieron al ltimo piso.
Cuando la puerta se abri, Aiyana se encontr ante Sebastian. A pesar de
llevar meses trabajando en su hotel apenas lo haba visto y siempre en la distancia.
Ahora le pareca un gigante. Su rostro de facciones delicadas apenas indicaba la
edad que tena. Solamente esos ojos verdes tan fros como los lagos de las
montaas eran testigos de que la inocencia haba quedado atrs.
Sebastian tambin la estudi. Estaba ante una muchacha de aspecto frgil.
Menuda y sin apenas formas. Su rostro podra decirse que era agradable. No as
-
sus ojos que eran, sencillamente sublimes. Su color azul ntido resaltaba de un
modo espectacular en su rostro bronceado. An as, no era el tipo de mujer que le
gustaba. l las prefera de formas redondeadas y turgentes, de piel sonrosada y
cabellos de oro. A pesar de ello, era la mujer perfecta para sus fines. Tmida,
apocada y simple.
-Doris, aguarda afuera. Por favor, muchacha, ven dijo indicndole a
Aiyana que entrara en el despacho.
Ella mir la estancia. Jams haba visto nada parecido. Era inmensa. Los
muebles y adornos eran exquisitos. Pero no fue lo que ms la impact. Fueron los
ventanales que dejaban entrar los rayos de sol irradiando una claridad aumentada
por las paredes pintadas con tonos pasteles y sobre todo, la limpieza. Era tan
distinto a su cuartucho! Estaba situado en un callejn hmedo y estrecho donde el
aire era irrespirable. All todo era oscuro y sucio, y los mejores compaeros las
ratas o cucarachas.
Sebastian se aclar la garganta para sacarla del ensimismamiento. Se sent
tras la mesa y la invit a sentarse enfrente.
-Bien. Imagino que Doris ya te habr dicho que quiero que me ayudes en un
asunto. Te aseguro que no se trata de nada ilegal ni vejatorio para ti. Todo lo
contrario. Si llegamos a un acuerdo, t futuro estar garantizado. Podrs vivir sin
pasar penalidades junto a tu hijo el resto de tus das. Qu dices?
Ella pens que era una proposicin muy tentadora. No por ella, si no por su
hijo. Nadie poda imaginar lo que sufra por su pequeo. El invierno pasado fue
realmente duro. La humedad y alimentacin precaria lo hicieron caer enfermo y
estuvo a punto de morir. Por qu dudaba entonces? Acaso no mereca la pena
hacer lo que fuera necesario para conseguir que su hijo tuviese una vida mejor? El
amo le asegur que era un negocio limpio y a pesar de no conocerlo, siempre
escuch que Bastian Collins era un hombre de palabra. Sin embargo, dijo:
-Qu debera hacer?
-Algo muy sencillo: casarte conmigo.
Ella sacudi la cabeza creyendo que no haba escuchado bien. Sin duda, las
dos ltimas noches en las que apenas peg ojo a causa de su pequeo la tenan
atontada.
-Has escuchado bien. S. Ya s que as, de sopetn, pedirle a una mujer que
se case con uno es inusual. Sobre todo si se lo propone a una desconocida. Pero te
necesito para mis planes. Te interesa? respondi Sebastian llenndose una copa
de gisqui. Al ver que ella parpade perpleja, le pregunt: Entiendes lo que digo,
muchacha?
-
-Si t duda es la que imagino, te comunico que no tengo la menor intencin
de consumar el matrimonio y en cuanto consiga mi meta, te conceder el divorcio
-
y podrs vivir como una re ina. Acaso no te parece un trato del todo justo? Vamos,
muchacha, soy un hombre muy ocupado y no puedo perder tiempo. Necesito
saber inmediatamente si te interesa o me busco a otra le dijo l empleando un
tono seco.
Aiyana se frot las manos pensando con celeridad. Qu poda perder con
casarse con el patrn? Una vida miserable? Un cuartucho inmundo?
Deslomarse lavando decenas y decenas de sbanas por un sueldo que apenas le
alcanzaba para llegar al final de la semana? No haba nada que pensar. Nada.
-Acepto dijo. Despus dio un largo suspiro y dej que su cuerpo se relajara.
-Estupendo! exclam Sebastian muy satisfecho. La primera fase estaba en
marcha. Termin la copa y alzndose, grit: Doris!
La doncella acudi rauda.
-Quiero que seas testigo de este acuerdo dijo extrayendo unos documentos.
Tom una pluma y comenz a escribir, siendo observado con gran curiosidad por
las mujeres. Cuando dio por terminado el contrato, dijo: Aiyana. Lee y si ests de
acuerdo, firmas.
-No se leer, patrn dijo ella avergonzada.
Sebastian sonri. Un detalle ms a favor de la muchacha.
-No tiene importancia. Doris, hazlo t, por favor le pidi dndole los
papeles.
Ella ley en voz alta. El contrato era simple. Los dos acordaban casarse
meramente por un asunto comercial, sin relacin alguna en el sentido ntimo y
mantener el matrimonio hasta que el negocio quedara zanjado. Tras ello, pediran
el divorcio y ella se llevara la no despreciable cantidad de veinticinco mil coronas.
Al trmino de la lectura, Doris mir a su amo pasmada. Pero se abstuvo de
hacer cualquier comentario. Si decida casarse con esa infeliz, tendra motivos
poderosos. Bastian Collins nunca haca nada al azar. Todos sus movimientos eran
calculados para obtener un gran beneficio.
-Te parece bien? pregunt Sebastian apoyando los codos sobre la mesa.
Cruz las manos bajo la barbilla y aguard intentando que no notara su ansiedad.
Era vital que aceptara. No encontrara a nadie mejor para llevar a cabo su
venganza.
Aiyana asever. Quin no estara conforme? La cantidad por tan fcil
trabajo era desorbitada. As que, puso una cruz en seal de conformidad.
-
-Peters musit Aiyana.
-A la seora Peters a su casa. Recoged al nio y absteneros de lo dems. Me
encargar personalmente de todo lo necesario. Despus, los acomodis en la
habitacin de invitados. Y sin perder un minuto. El tiempo apremia. Vamos! dijo
sintindose realmente exultante.
-
CAPITULO 3
Aiy ana se acerc a la ventana y cerr los ojos sintiendo el calor del sol. An
no poda creer lo que le estaba sucediendo. Estaba alojada desde haca dos das en
una habitacin limpia y lujosa. Su nio dorma placidamente arropado en una
cama con sbanas de hilo y bordados de encaje. La comida era abundante y todos
procuraban complaceros en cualquier cosa que desearan. Y lo mejor de todo era
que el matrimonio con el patrn no le conllevara obligacin alguna con referencia
a lo ntimo. Precisamente ese era el detalle que la llev a aceptar su propuesta. No
hubiera soportado que l la tocara. No es que el seor Collins no fuese un hombre
agradable, todo lo contrario. Su fsico era imponente y solamente una necia se
atrevera a decir que no era atractivo. Su problema radicaba en que, al igual que
todos los blancos, no sabra tratar a una mujer. Sera tosco y brutal, como lo fue su
difunto marido.
Lanzando un sonoro suspiro se quit el camisn y se sumergi en la tina.
Suspir de nuevo al sentir el agua tibia. Desde que dej las montaas no haba
vuelto a tomar un bao. Quin poda hacerlo en un cuartucho donde apenas caba
el catre? Pero eso era el pasado. A partir de ahora no volveran las penalidades
gracias al patrn, se dijo sintiendo como en su pecho anidaba esa esperanza que
estuvo a punto de perder.
La irrupcin de Doris la oblig a salir de la tina. Apenas quedaba una hora
para reunirse con el amo y deba arreglarse para la boda. Un estremecimiento le
traspas la espina dorsal. Era una sensacin que generalmente le indicaba que
estaba encaminndose hacia algn peligro. Aunque, pens sacudiendo la cabeza,
en esta ocasin no lo haba. El amo era hombre de palabra y cumplira cada una de
las promesas.
-Criatura. Ests muy delgada. Por suerte, el amo te alimentar como es
debido y dentro de nada no te vers como si estuvieses enferma se lament Doris.
-Siempre he tenido que pensar en mi hijo antes que en m se excus Aiyana
con un leve rubor de vergenza en las mejillas.
-Como toda buena madre. Ahora, lo mejor. El traje de novia.
Cuando le mostr el vestido, ahog un gemido. Era lo ms bonito que haba
visto en su vida. La tela era seda pura. De color azul con bordados en hilo de oro.
El nico inconveniente era el cors. Apenas podra respirar. Y no se equivoc
cuando Doris lo comenz a atar.
-Me ahogar jade.
-Pero te vers elegante replic la doncella. Le coloc el collar de diamantes
-
que le entreg el patrn y los pendientes, y tras cepillar su precioso pelo negro
como el azabache y recogerlo en un sencillo tocado. Al mirar el resultado, exclam:
Ests preciosa! El seor quedar complacido. Su mujer ser una novia
hermossima.
-Nunca lucir cmo una damas musit Aiyana.
S. Era una lstima que su piel bruna empaara la perfeccin. De todos
modos, era joven extica, del tipo que atraa mucho a los hombres.
-Tonteras! El mundo sera muy aburrido sin variedad. La belleza reside en
todas las razas.
-No se porqu me preocupo. Mi aspecto le dar lo mismo. Es un matrimonio
de conveniencia. No tiene el menor inters en mi persona dijo Aiyana.
-Pues, creo que cambiar de opinin. Mrate bien.
Aiyana se contempl en el espejo. La imagen que reflej la dej sin aliento.
En verdad era ella? La muchacha debilucha, desaliada y poco atractiva, se haba
convertido en una mujer sugerente. De todos modos, el amo no opinara del
mismo modo. Su piel continuaba siendo demasiado bronceada. Ningn caballero
se sentira atrado por una mujer alejada de ese halo de delicadeza que emanaban
las blancas de piel sonrosada y aspecto frgil.
-El amo me ha dado su palabra y creo en l. Y si intentara algo, no se lo
permitira. Los blancos son unos salvajes. No saben tocar a una mujer replic
Aiyana con un gesto de aprensin.
-Bastian Collins es un experto, preciosa. O por qu crees que tantas mujeres
caen rendidas en sus brazos? Pero ahora, dejemos eso. Tenemos que irnos. El amo
es muy puntual y se enfurece cuando alguien lo hace esperar. Voy a por el nio.
Una vez listas, se reunieron con Sebastian. ste, al ver a Aiyana, no pudo
evitar un gesto de sorpresa. La muchacha haba efectuado una transformacin
asombrosa. Ya no pareca un conejo asustado. A pesar de sus preferencias, incluso
la encontraba apetecible. Tanto que, no dudara en llevarla a su cama en ese mismo
instante. Pero Aiyana era solamente un instrumento para llevar a cabo su
venganza. Y como siempre, nunca mezclaba el placer con los negocios. Suspir
levemente y dijo:
-Debemos irnos.
Salieron del hotel. Dos carruajes los aguardaban. Ellos subieron al primero,
en el otro, Doris y Chad, que seran los testigos de la ceremonia.
Aiyana, a pesar de ser conocedora de que aquello no era ms que una
pantomima, se senta nerviosa. Haba llegado a un acuerdo con el patrn. Sin
embargo, nunca hablaron del futuro ms inmediato, ni porque la necesitaba como
esposa. No tena la menor idea de cmo vivira o dnde, o si l, finalmente, le
contara qu tipo de negocio estaba tramitando. Aunque, por mucho que cavil
sobre ello, no se le ocurri nada coherente que le fuera vital su ayuda.
-
-No debes preocuparte. La ceremonia no ser distinta a la de tu anterior
boda; a no ser que se efectuara por otro rito religioso le dijo Sebastian, al ver su
expresin taciturna.
-Mi marido era anglicano respondi ella en apenas un susurro.
Sebastian no dijo nada ms. Pero mantuvo sus ojos verdes en Aiyana,
mientras pensaba que tras el enlace, debera charlar con ella. Sera su esposa y a
pesar de que no le interesaba en absoluto, un hombre como l deba estar bien
informado y desconoca su pasado. Era esencial para que un detalle imprevisto no
lo desbaratara todo.
Al llegar ante le templo los carruajes se detuvieron. Sebastian ayud a bajar
a Aiyana. Algunos transentes los miraron con descaro. l, del mismo modo, les
dedic una sonrisa y comenz a subir los escalones. Si aquellos simples burgueses
se escandalizaban por llevar a una mestiza ante el altar, la crema inglesa se
horrorizara.
Con satisfaccin anticipada, sigui la ceremonia con nimo alegre; lo cual,
desconcert a Chad. El muchacho no llegaba a entender que pretenda su jefe. Y
por supuesto, jams preguntara. Los aos le haban enseado que Sebastian
Collins nunca daba explicaciones a no ser que decidiera hacerlo por voluntad
propia. A pesa
poderosa y que, con toda seguridad, le reportara grandes dividendos. l nunca
actuaba sin premeditacin. Era un hombre inteligente y que saba dominar
cualquier situacin con una templanza admirable. Nunca lo vio alterado o que
perdiera los estribos. Y eso que, en muchas ocasiones, cualquier otro habra
estallado. l no. Mantena esa actitud flemtica caracterstica de los ingleses. A
pesar de ello, Bastian era un hombre apasionado. Si algo le entusiasmaba en
extremo, no dudaba en abandonar esa actitud distante. Y al parecer, ahora se senta
muy complacido.
Continu su buen humor cuando llegaron al hotel y degustaron el banquete
ntimo. El contento de Sebastian se increment al comprobar que no se haba
equivocado con Aiyana. La pobre no es que fuera muy diestra en el arte de comer.
Un punto ms a su favor.
Tras la comida, decidi que era el momento apropiado para hablar con su
esposa. Chad, Doris y el nio se retiraron. Sebastian sirvi ms champaa a su
esposa.
-Bien. Ya que ahora somos marido y mujer, creo que deberamos conocernos
un poco mejor. Tiene significado t nombre?
-Flor eterna, seor.
una flor extica de gran belleza. Sin embargo, lo referente a la eternidad era una
quimera. Ni su hermosura ni su compaa seran eternas para l.
-
-Cuntame todo de ti. Qu has hecho hasta ahora?
Ella dio un sorbo a la copa y arrug la nariz. Nunca haba tomado nada que
produjera burbujas, pero lo encontraba delicioso.
-Y bien? insisti Sebastian.
Aiyana carraspe delicadamente. Sus maravillosos ojos se sumieron en la
penumbra, como si recordar la llevara a una tristeza muy profunda.
-Mi madre viva en Lon dres. Trabajaba en casa de un abogado, como
sirvienta. A los cinco aos de servicio, el hijo del patrn regres tras terminar los
estudios y al ver a mi madre, se enamor perdidamente de ella. Por supuesto, mi
madre lo rechaz constantemente, temiendo que si llegaban a enterarse la echaran
a la calle. Sin embargo, acab tambin enamorada de ese joven, que asegur estar
dispuesto a casarse con ella, a pesar de estar comprometido con una lady. Poco
tiempo despus, se produjo el robo de unas joyas y la acusaron, tras encontrarlas
en su cuarto. Pero le aseguro que ella no fue. Mi madre era una mujer buena e
incapaz de lastimar a nadie. El ladrn las puso all para inculparla; seguramente
para alejarla del joven seor; que he de aclarar que jams se comport de forma
indecorosa. Pero nadie la crey y la detuvieron. La sentencia fue enviarla a las
Colonias para ser vendida como esclava. Lleg a Boston y la adquiri un granjero.
Vivi con ese hombre durante unos aos, soportando sus borracheras, sus excesos
y sobretodo, la falta de medios porque, lo poco que ganaba lo perda en el juego.
En una de esas partidas, ante nada que apostar, se jug a mi madre. Un indio de
los bosques gan la partida y a la mujer del granjero. Contrariamente a toda lgica,
mi madre fue muy feliz en el poblado. Yokwak, mi padre, la trat como a un ser
humano y con amor. Los tres fuimos muy dichosos, hasta que ocurri la terrible
desgracia. En uno de sus viajes en canoa se vieron en medio de una terrible
tormenta y se ahogaron. Tras ello la familia me acogi, pero pronto decidieron
deshacerse de m los que me odiaban por mi mestizaje y un da, me entregaron a
un cazador de pieles a cambio de dos mosquetones. Fue horrible. Por fortuna, el
matrimonio dur cinco das, pues mi esposo, en una ria de cantina, fue apualado
-Su voz se quebr al recordar ese infierno -Sola y sin saber que hacer,
decid ir a la ciudad imaginando que el futuro sera mejor. Pero el embarazo lo
cambi todo. Solamente pude trabajar unos meses. Despus de que naciera el nio
me encontr sola, hambrienta y en la calle. Doris me encontr y me ofreci trabajar
para usted. El resto ya lo sabe.
Sebastian pens que la vida de Aiyana tampoco haba sido fcil. No le
extraaba que hubiese aceptado su proposicin sin apenas pensarlo. Y se alegraba
de ello. No solamente se llevara a Inglaterra a una mestiza, sino, a la hija de una
convicta. El escndalo sera monumental.
-T eleccin ha sido acertada. Nunca volvers a sufrir. Ahora, renete con
Doris. Tenis que preparar el equipaje dijo.
-
Ella lo mir con gesto interrogante.
-Temo que con las prisas olvid decir que partimos hacia Inglaterra.
-Inglaterra? inquiri Aiyana con tono aprensivo.
-La guerra termin hace tiempo. No hay peligro alguno. Y te gustar. Es un
pas realmente hermoso. Adems, como seora Collins debes acompaar a tu
esposo al lugar que se te requiera. El contrato privado indicaba que solo
conseguiras la libertad cuando el negocio se diera por terminado. Cierto?
-Y mi hijo?
-Forma parte del paquete. Llegaremos a Inglaterra como una familia unida y
feliz. Por cierto, olvidaba algo importante. Siempre que te pregunten, dirs que
-James.
Sebastian encar las cejas. Era una casualidad sorprendente.
-Bien. James es hijo mo. Arreglar los papeles para que as sea. De
acuerdo? No quiero que nadie pueda desmontar esta farsa. Tranquila, no tengo la
menor intencin de arrebatarte a tu hijo. Lo cierto es que, no soporto a las criaturas.
Por lo que, sera incoherente encapricharme con l.
-Como ordene el patrn musit ella aliviada.
-Aiyana. Sera conveniente que olvides los formalismos. Ahora estamos
casados. Sera muy extrao. No te parece? Te dirigirs a m como Bastian y de tu.
Anda. Ve a prepararlo todo.
Bastian la mir mientras sala del comedor. De espaldas podra pasar por
una gran dama. Contrariamente a lo esperado, sus andares eran delicados y
elegantes. Pero, su piel, afortunadamente, desmenta esa apreciacin.
Tras apurar la copa, se levant para ultimar los detalles antes de partir.
Llam al abogado y prepararon los papeles para la legalizacin del pequeo. Los
trmites fueron eliminados. Bob Dorrester era especialista en conseguir cualquier
cosa en el tiempo que necesitara su cliente si se le renumeraba con generosidad.
-Ha sido un placer hacer tratos con usted dijo Dorrester guardando el fajo
de billetes en el bolsillo.
-Lo mismo digo le despidi Collins.
Tras ello, prepar la cita con Alyster. Le comunic su decisin
presentndole los papeles de la boda y el certificado de nacimiento de James
Collins, que lo acreditaba como su padre natural.
-l estar muy satisfecho, seor Collins.
-Y yo tambin. Se lo aseguro dijo Bastian.
-
CAPITULO 4
Mientras Sebastian ultimaba los detalles con Chad, que se hara cargo del
negocio en su ausencia, Aiyana mir el bergante. Era enorme. Se trataba de un
barco de tres velas reforzado por quince caones, como previsin a cualquier
ataque corsario. Sin embargo, por un momento dud que aquella mole pudiera
mantenerse a flote. Y sinti pavor. Desde nia naveg en canoa por el ro
sorteando remolinos y pequeas cascadas, pero el mar era algo muy distinto. Su
furia poda destruir al barco m s potente.
-Tranquila. Es el mejor navo de la flota le dijo Sebastian al notar su
estremecimiento, empujndola suavemente en la espalda para que iniciara el
ascenso por la pasarela.
Ella subi y al llegar arriba dio media vuelta y mir el puerto. No senta
ninguna pena por abandonar Boston. La ciudad nunca fue amable con ella. Pero
con toda probabilidad, aorara los bosques, los ros de aguas bravas, las altas
montaas. Aunque, se dijo que no sera por mucho tiempo. En cuanto regresaran
ella sera libre y comprara una granja donde su hijo crecera feliz lejos de esa
ciudad lgubre.
-Bienvenidos, seores Collins. Les acompaar a su camarote. No es muy
lujoso. Este es un barco de mercancas, pero estarn cmodos les recibi Dustin
Netwell, el capitn.
Lo acompaaron hasta el pie de puente de mando. Bajaron una pequea
escalerilla. El recinto era reducido. Solamente cuatro puertas componan los
camarotes. Uno perteneca al capitn y los otros a posibles viajeros.
-Este es el suyo, seor Collins. No es muy espacioso, pero agradable. Como
ven me he encargado de poner un pequeo camastro para su hijo.
-Gracias. Es perfecto dijo Bastian dejando la bolsa sobre la cama.
-Siempre que necesiten algo, Joseph, el grumete, se encargar de ello. Espero
que disfruten del viaje dijo el capitn abandonando el camarote.
Aiyana mir espantada hacia el lecho.
-Debemos compartirlo? jade.
-El barco ya estaba completo cuando decid viajar. No te preocupes,
preciosa. Cumplir a rajatabla el pacto. Ah, me limitar a dormir dijo l. Aunque,
no estaba muy convencido. Una cosa era tenerla dando vueltas de vez en cuando a
su alrededor y otra muy distinta sentir su cuerpo tibio entre las sbanas. El viaje
durara casi un mes y l jams haba mantenido una abstinencia tan larga. En
realidad, no record cuando fue la ltima vez que pas dos noches seguidas sin
-
tener a una mujer entre sus piernas. A pesar de la frialdad que todos le
adjudicaban, sta dejaba de existir en cuestin de faldas. Era un hombre ardiente y
ninguna cuestin moral le impeda disfrutar del sexo. Sin duda, la travesa sera
mucho ms dura de lo imaginado.
Ella acept su promesa. Dej al pequeo James en la camita y abri el bal.
El barco se balance repentinamente y la hizo tambalearse. Bastian la cogi a
tiempo. Sus cuerpos quedaron entrelazados durante unos largos segundos. Bastian
percibi su perfume. Era muy distinto al que estaba acostumbrado en otras
mujeres. El suyo era fresco. Nada en l desprenda un halo de seduccin. Ola a
lavanda, a un prado florido. Sin embargo, lo aspir profundamente, sintiendo
como su estmago se encoga en un espasmo de deseo. Bruscamente, la solt.
-Debers tener ms cuidado a partir de ahora. Mantn los pies firmes y los
balanceos no te afectarn. No podr estar siempre tras tuyo le aconsej con tono
irritado.
- murmur ella bajando el rostro. Se senta avergonzada.
Era tan inculta, que ni tan siquiera saba como comportarse en un barco.
-Deja el equipaje. Iremos arriba para ver como zarpa el barco. Es un
espectculo sin igual. Deja al nio. Ahora duerme placidamente. Vamos decidi l
tomndole la mano.
La actividad en cubierta era frentica. Algunos marineros desataban los
nudos que sujetaban las velas, mientras otros se encaramaran a los palos para
dejarlas en completa libertad. Unos pocos, se afanaban en guardar las ltimas
mercancas en la bodega.
-No es emocionante?
Aiyana y Bastian miraron a la joven que observaba cada detalle. Sus ojos
grises brillaban emocionados.
-S contest Aiyana, sin poder evitar sentir admiracin por ella. Era la
muchacha ms bonita que haba visto. Alta, espigada y de facciones dulces. Su piel
era sonrosada y sus cabellos dorados como el trigo.
-Oh! Qu torpe soy! No me he presentado. Soy Kimberly Forrester dijo la
joven tendindole la mano.
-Aiyana Collins respondi ella en apenas un murmullo.
Bastian tom la mano de Kimberly y con delicadeza la bes, sin poder evitar
una mirada seductora. Era su prototipo perfecto de mujer. Aunque, difcil de
conseguir. La joven pareca educada y por su ropa, procedente de una familia
acomodada. Seguramente an mantena su preciada pureza. De todos modos,
pens, lo intentara. Muchas ms estiradas haban acabado compartiendo sus
sbanas.
-Es un placer, seorita Forrester. Sebastian Collins a su servicio dijo.
-Estn casados? inquiri Kimberly alzando sus bien delineadas cejas.
-
-Lo estamos. Viajamos de luna de miel hacia Londres contest Bastian, con
tono seco. Ciertamente, le daba lo mismo como catalogaran a Aiyana, pero para
sus fines, era necesario mostrar indignacin por su desprecio.
Ella pareci ignorar su grosera y dijo:
-Qu casualidad! Yo tambin acabo de casarme. Lo cierto es que no tena la
menor intencin de hacerlo, pero apareci el vizconde de Hurrington y ca
perdidamente enamorada. Es que Graham es un encanto. Ya lo conocern. Bueno,
imagino que ser imposible no hacerlo. Un barco, precisamente, no es el lugar ms
apropiado para la intimidad. Nadie pasa desapercibido. No es cierto? Ah! Temo
que mi verborrea es incontrolable. Seguramente estarn deseando ir a descansar y
yo entretenindoles.
-Es un placer charlar con usted, mi lady dijo Bastian, desilusionado al saber
que ella era casada. No es que fuera un gran impedimento para sus planes de
seduccin. La mayora de sus amantes eran mujeres con esposos. Pero recin
-Imagino que all no estarn de acuerdo. Dicen que los nobles son muy
serios y reprimidos. Intentar controlarme. Aunque, ser difcil dijo Kimberly
efectuando un mohn de preocupacin.
-Le aseguro que los encandilar con su belleza y encanto.
-Es usted muy amable, seor Collins. Ahora, si me disculpan, ir al
camarote. Graham es un poco torpe. No est acostumbrado a desenvolverse por si
mismo. La gente refinada siempre est rodeada de lacayos y sirvientes. Ha sido un
placer. Espero verlos durante la comida.
Bastian la vio alejarse sin borrar la sonrisa. Esa joven era un torbellino y
seguramente, revolucionara los salones. Aunque, de un modo muy distinto al de
Aiyana. Kimberly sera aceptada en muy poco tiempo. Aiyana, jams.
-Ir a deshacer el equipaje. Si no le importa le consult Aiyana.
l asever sin apartar los ojos del puerto que se alejaba. Tardara mucho
tiempo en regresar.
Aiyana deshizo el equipaje y se dispuso a alimentar a su hijo. Con
dificultad, logr desatarse un poco el corpio. Tom al nio en brazos y le ofreci
el seno. James succion con fuerza. Era un nio con gran apetito. Un apetito que
apenas pudo saciar desde su nacimiento. Ahora ya nunca ms pasara hambre.
-
Bastian se detuvo abruptamente al ver la escena. Aiyana, sobresaltada,
apart al chiquillo y se cubri. James comenz a llorar como seal protesta.
- farfull Bastian
azorado. Nunca se haba encontrado en una situacin semejante y contrariamente a
su carcter, no tena la menor idea de cmo actuar. Por lo que, decidi que lo mejor
era largarse Ya salgo.
-
-Aguarde cinco minutos le dijo Aiyana sin poder evitar una sonrisa. El
indomable y fro Collins se haba ruborizado por algo sencillamente natural.
l cerr la puerta y cuando ella termin de darle el pecho, entr
nuevamente.
-Si no recuerdo mal, te dije que me contaras todo de ti. Esto lo omitiste
mascull quitndose la chaqueta.
-Cualquiera sabe que una madre amamanta a su hijo. A partir de ahora le
avisar siempre que tenga que hacerlo dijo Aiyana acostando a James.
-Tena entendido que solo reciban leche materna los bebs. James est a
punto de cumplir un ao.
-Desgraciadamente, hasta ahora, apenas pude darle otra cosa. Adems, as
crecen ms sanos. Continuar amamantndolo hasta que tenga leche replic ella.
Bastian tom los cordones mientras pensaba que se haba casado con una
mujer muy extraa. H ablaba con toda naturalidad de algo que otras seran
incapaces y sin embargo, se avergonzaba de pedirle que la ayudara a vestirse. Esa
contradiccin le gustaba. Aunque, a los que los aguardaban en el viejo continente,
les horrorizara.
-No hace falta que te cambies para la comida. As ests perfecta dijo
mirndola de arriba hacia abajo. Ella volvi a ruborizarse. Y no entenda el motivo.
Era una mujer viuda, acostumbrada a estar con un hombre y actuaba como una
doncella inocente y asustada.
- No ir. Me siento cansada y no tengo apetito. Le importa que
me quede?
-En absoluto. Descansa.
Bastian sali del camarote. Ella se sent sobre la cama. No se senta agotada.
La nica realidad era que, no quera compartir mesa con esa seora tan elegante.
Ciertamente fue muy amable, pero cambiara de opinin en el mismo instante que
la viera comportarse en la mesa. Adems, su conversacin sera inexistente. De
qu podra hablar con esa gente tan distinguida? Hara un ridculo espantoso.
Bastian se avergonzara de su esposa y ella le deba demasiado. No poda permitir
que se burlaran de l. Aunque, se dijo, que ya la conoca y saba que jams podra
comportarse como una dama. Y una vez ms, se pregunt qu extraa razn lo
llev a casarse con ella. Y una vez ms, no encontr respuesta.
-
CAPITULO 5
Tras la comida, Bastian, sin nada que hacer, se tumb y durmi durante un
par de horas. Mientras, Aiyana, sentada en la nica silla, lo observ. Dormido ya
no pareca aquel hombre de ojos de hielo. Ahora se asemejaba a un joven refinado
que jams hubiera pasado penalidades. Cualquier extrao podra tomarlo por uno
de esos nobles ingleses sin problemas y cuya nica ocupacin era divertirse. Pero
ella saba que no era as. La vida de Sebastian Collins no era ningn secreto para
sus trabajadores.
Las protestas del nio la obligaron a levantarse. De nuevo tena hambre y no
poda ir a ningn lado para darle el pecho. Ech una ojeada. Bastian segua
durmiendo. Se sent en el catre de espaldas a l. Con dedos nerviosos se desat el
corpio como pudo y satisfizo al pequeo. Pero ahora se le presentaba otro
problema y era que necesitaba a alguien para arreglarle la ropa.
-Te ayudo?
Ella, sobresaltada, lade el rostro. El muy ladino haba estado observando
sin decir palabra.
-S musit azorada.
-Ven le pidi Bastian.
Aiyana se levant y se sent al borde de la cama. l alz el torso. Su aliento
caliente cay en su nuca y se estremeci.
-Tranquila, muchacha. No soy ninguna bestia. No pienso lanzarme sobre ti
dijo l divertido. Aunque, se entretuvo un poco ms en atarle el cors. Le gustaba
aspirar el aroma que su mujer desprenda. Ella era una flor eterna y su perfume lo
embriagaba.
-Gracias dijo ella levantndose con celeridad.
-Te veo muy plida. Sigues indispuesta? No me extraa. Hoy no has
comido. Ir a por algo dijo Bastian levantndose.
-No es necesario rechaz Aiyana.
-Lo es. No quiero que piensen que desatiendo a mi esposa.
Sali del camarote y a los pocos minutos regres con fruta fresca.
-Aprovecha. Dentro de pocos das no podrs catarla. En el mar apenas se
mantiene nada. Por suerte, este viaje no durar demasiado.
Aiyana mordi la manzana y cerr los ojos deleitndose. Desde su llegada a
la ciudad apenas haba probado la fruta. La poca que pudo comprar se la dio a su
hijo.
Bastian contempl su rostro. Era el de una mujer que estaba disfrutando
-
enormemente y no tena el menor pudor en mostrarlo y de repente, se pregunt si
sera tan espontnea cuando estuviese en la cama. Enojado por caer en la tentacin,
carraspe y dijo:
-Al nio le ira bien tomar el aire.
Ella asinti dando el ltimo mordisco. Se levant y tom al nio en brazos.
El barco efectu un movimiento brusco. Bastian la agarr del brazo.
-Ser mejor que lo lleve yo decidi, no sin mucha aprensin. En la vida
haba tenido un nio en brazos. Torpemente lo carg. El pequeo, medio
adormecido, abri los ojos y lo mir. El destino era inescrutable, pens Bastian al
ver sus ojos verdes, mirndolo con fijeza. James tambin lo observ y al instante,
decidi que ese hombre le gustaba. Dio un sonoro suspiro, alz la manita y se
sujet a su chaqueta.
-Le cae bien dijo Aiyana.
-Ser mejor que no se habite. Ya sabes que esta relacin terminara un da u
otro replic l secamente abriendo la puerta.
Aiyana no se ofendi por su tono, pues no haba mentira en sus palabras. Lo
sigui hasta arriba. La brisa fresca hizo volar su cabello y aspir con fuerza,
mientras se encaminaba hacia la barandilla. Sus ojos azules se perdieron en el mar.
Por supuesto que estaba habituada a l. Su poblado estaba situado en un bosque
cercano a la costa y de vez en cuando sala a pescar en canoa, pero nunca estuvo en
medio del ocano; siempre permaneci cerca de la orilla y le pareci inmenso, y al
mismo tiempo, aterrador. Su belleza era engaosa. Nadie poda confiar de esa
calma de la que ahora gozaban. En cualquier momento poda desatarse su furia. Y
pido al Gran Espritu que los protegiera.
-Creo que deberas cambiarte para la cena. Los dems pasajeros son gente
ilustre y debemos estar a la altura coment Bastian.
-Prefiero cenar en el camarote. No quiero dejar a James solo dijo Aiyana.
-Nos lo llevaremos. Estar perfectamente en el carrito. Adems, es un nio
muy tranquilo. Apenas llora refut l.
-
-Qu ocurre, Aiyana? A qu viene esa testarudez? inquiri Bastian
mirndola con el ceo fruncido.
-Como ha dicho, son gente elegante y despus de todo lo que ha hecho por
m, no quiero hacerle quedar mal respondi ella bajando el rostro.
l estuvo tentado de agradecerle su consideracin. Sin embargo, le espet:
-Nadie esperar nada especial de una mestiza. As que, me acompaars a
la cena. Queda claro? Ahora caminemos un rato. Es conveniente.
-
-Est bien as. Ms seguro se neg. Al ver al capitn, inclin la cabeza y
dijo: Una tarde esplendida, capitn. Es un placer poder dar un paseo.
-
-Ciertamente contest Netwell mirando al pequeo. ste abri los ojos y
bostez -. Tiene sus mismos ojos, seor Collins. Un nio hermoso, sin duda. Esta
noche cenar con los pasajeros. Los espero a la mesa. Ahora, si me disculpan, el
deber me llama.
-Lo ves? No hay problema alguno. El capitn no tiene inconveniente en que
lo acompaes en la mesa y la seorita Forrester ha sido muy amable y educada
contigo. Adems, seguro que estarn encantados de que les cuentes ancdotas de
cuando vivas en el poblado. Anda, vayamos a arreglarnos dijo Bastian.
Regresaron al camarote. De nuevo, Aiyana necesit la asistencia de Bastian
para ayudarla a desvestirse.
-Esto se est convirtiendo en una costumbre, querida brome l.
-No sera necesario si prescindiera de estos molestos corss. Por favor. Le
importara salir mien tras me visto? mascull ella.
-Hablas en serio? Preciosa, no estoy dispuesto a abandonar el camarote
cada vez que mi esposa decide cambiarse. Lo mximo a que puedo hacer es a
darme la vuelta. Te parece bien?
Ella se limit a soltar un gruido. Basti an, conteniendo la risa, le dio la
espalda. Aiyana, a toda prisa, se qued en ropa interior. Sac un vestido de color
crema con bordados florales en tono marrn y se lo puso. De nuevo, regres el
problema del corpio.
-Puede darse la vuelta dijo y le mostr la espalda.
Bastian suspir.
-Decididamente, te doy la razn. Aunque, desde el punto de vista
masculino, es una buena excusa para desnudar a una mujer y seducirla -dijo. Ella
se apart abruptamente. Bastian sonri con malicia y dijo: Lamentablemente, hice
una promesa. Ests a salvo, querida. Y tambin muy elegante. No me equivoqu al
elegir los colores.
-Es bonito. S dijo ella acariciando la falda.
-Aunque, el cabello no me convence. Est mejor libre dijo l quitndole las
horquillas. La m ata negra cay sobre su espalda y asever satisfecho.
-No es elegante protest ella.
-Nadie espera de ti que seas elegante. Tu encanto radica en el exotismo
replic Bastian comenzando a quitarse los calzones sin el menor sentido del pudor.
Aiyana se dio la vuelta y prepar a James.
-Deberemos compartir el camarote durante unas semanas. Ser mejor que te
acostumbres, querida. Adems, soy tu marido. Cierto?
-El nico vnculo que nos une es un contrato de trabajo y en ste no
acordamos este tipo de intimidades. Me equivoco? le record Aiyana.
-Del todo. Lo nico que especificamos fue abstenernos de mantener
relaciones sexuales. Pero, ahora no es momento de enfrascarnos en plticas un
-
tanto discordantes. Nos esperan para cenar. Y por cierto. No olvides hablarme de
t. Resultara muy extrao que un matrimonio se dirigiera al otro con tanto
convencionalismo contest Bastian abriendo la puerta. Cogi el capazo con el
nio y le cedi el paso a Aiyana.
Cuando llegaron a cubierta, el sol comenzaba a deslizarse por el horizonte.
Aiyana mir fascinada la puesta. El cielo, cubierto por algunas nubes, se haba
tornado rojo, con reflejos azulados muy oscuros. Era un espectculo indescriptible.
-No podemos perder el tiempo rezong Bastian tirando de ella.
-Perder el tiempo? Esto es un regalo de la naturaleza y disfrutar de ello es
un privilegio. Puede que maana nuestro espritu ya est lejos. No hay que
despreciar ni un segundo que el Gran Espritu nos concede contest Aiyana.
l la mir perplejo. El Gran Espritu? De qu demonios estaba hablando?
-Los blancos no entendis nada dijo ella comenzando a caminar.
-T eres medio blanca le record Bastian.
-Por ello puedo opinar mejor que usted. Hemos llegado.
Bastian abri la puerta. Los dems pasajeros ya estaban acomodndose ante
la mesa.
-Buenas noches salud.
Kimberly junto a su esposo y Alyster, el letrado ingls, le devolvieron el
saludo.
-Querida. Me alegro de que ya est restablecida. Esta maana la hemos
echado en falta. Les presento a mi esposo Graham, vizconde de Hurrington dijo
Kimberly.
-Es un placer, mi lord contest Bastian inclinando levemente la cabeza.
Dej el capazo tras l y se acomod sin anunciar que ya conoca al vizconde. El
joven haba acudido varias veces a la Pica de Corazones. No es que recordara a
cada uno de los clientes pero Hurrington no se hizo pasar inadvertido. Apostaba
muy fuerte, como si el dinero nunca fuera a terminarse. l procur verificar ese
detalle y descubri que estaba prcticamente arruinado. Lo ms probable era que,
su viaje a Amrica estuviese motivado para aliviar ese problema. Muchas jvenes,
hijas de ricos comerciantes, suspiraban por conseguir un marido que perteneciese a
la nobleza inglesa y no les importaba si el sujeto estaba sin blanca. Lo nico que
pretendan esos nuevos ricos era alcanzar un status de prestigio que el dinero no
reportaba. Hurrington, al parecer, haba logrado su meta, al igual que su bella
esposa.
-Mi mujer me ha dicho que son ustedes recin casados. Van a Inglaterra a
visitar a la familia? dijo el vizconde echando una ojeada a la cuna. Despus, mir
de reojo a Aiyana. Se senta incmodo compartiendo mesa con una mestiza. En los
salones ingleses jams podra producirse un hecho semejante. A pesar de ello,
reconoci que la muchacha era muy hermosa. Posea una belleza salvaje y
-
turbadora. Tal vez, se dijo, debido a esos ojos tan intensos, tan azules como el cielo.
No le extraaba que Collins cayera rendido ante ella y a pesar de los
inconvenientes, la hubiese convertido en su esposa. Claro que, supuso que Collins
no era un caballero y esos matrimonios no deban ser raros entre la gente de su
ralea.
Bastian, que no le pas inadvertida la actitud de Graham, dijo:
-El deber de todo hombre es casarse con la madre de su hijo. He de
reconocer que he tardado un cierto tiempo. Lo cierto es que no quera sentirme
atado. Pero la dulce Aiyana me ha echado la soga. Ha sido la nica que me ha
apartado de la Pica de Corazones. Y respondiendo a su pregunta, le dir que no
tengo familia. Viaje de puro placer, vizconde repuso Bastian cortando el bistec. Lo
llev a la boca y asever complacido -. Tierno. Y a usted, mi lord, qu le trajo a
Amrica? Negocios o placer?
-Ambos. Aunque, he de confesar, que mi mayor xito ha sido la dulce
Kimberly. Me llevo a Inglaterra a una mujer maravillosa contest Graham
dedicndole una sonrisa un tanto forzada. Al principio no lo haba reconocido,
pero ahora saba que estaba ante el dueo de la Pica de Corazones. Decididamente
no estaba ante un caballero y tema que careciera de discrecin. Debera procurar
mantener una buena relacin o ese delincuente se ira de la lengua; lo cual, sera
contraproducente cara a su esposa. Por nada del mundo quera perder la fortuna
obtenida con ese matrimonio un tanto forzado. Kimberly era hermosa, pero no la
amaba en absoluto. Sus sentimientos estaban ya prendidos por la bella Lorraine
Duncan, al igual que los de ella. El nico problema era que ninguna de las dos
familias posea un penique. A pesar de ello, Lorraine estaba convencida que
acabaran casados. No quera ni pensar en su reaccin cuando lo viera llegar con
una esposa tan bonita.
-Ha estado usted alguna vez en Inglaterra, seora Collins? pregunt
Kimberly.
-Nunca respondi ella sin apenas alzar la cabeza.
-Yo tampoco.
-Londres es una ciudad impresionante. Les gustar dijo Alyster.
-Reafirmo su opinin. Es una lstima que est llena de ingleses. No se
ofenda, vizconde brome el capitn.
-Podramos descubrirla juntas. Qu le parece, Aiyana? propuso Kimberly.
Aiyana asever con una sonrisa.
-Temo que ser imposible, querida. Apenas lleguemos, deberemos partir.
Mi familia nos aguarda ansiosa dijo Graham observando con disimulo la
dificultad que tena la seora Collins par a pelar con el cuchillo una gamba.
-OH! Es una lstima musit ella decepcionada, apartando el marisco.
Kimberly era muy amable. Pero su esposo no estaba dispuesto a que se codeara
-
con una mestiza que era torpe en la mesa e imagin que su estancia en Inglaterra
sera muy desagradable. Esos ingleses eran estirados e intransigentes.
-Imagino que cuando conozcan a su esposa no se sentirn decepcionados. Es
bella, joven y temo no equivocarme, heredera de una gran fortuna si pertenece a
los Forrester poseedores de astilleros y minas; lo cual siempre viene bien. No le
parece? Har honor al ttulo, vizconde dijo Bastian empleando un tono
desagradable. Su desprecio hacia Aiyana, aunque no deba importarle, le molest
ms de lo esperado. Apur la copa ignorando el rostro contrado de Graham.
-No se equivoca, seor Collins. Conoce a mi padre? contest Kimberly sin
percatarse de la tensin existente entre los dos hombres.
-
he suministrado gnero. Tiene un gusto exquisito, a parte de ser muy amable y
educado, al igual que su hija respondi Bastian clavando sus ojos verdes en el
vizconde.
-Lo echar de menos. Es la primera vez que permanecer tanto tiempo
separada de l dijo Kimberly con tono melanclico tomando el ltimo pedazo de
pudn.
-Nos vendr a ver muy pronto, querida asegur Graham.
-Bien. Yo me retiro. El da ha sido agotador dijo Alyster.
Los dems tambin decidieron ir a sus camarotes. Educadamente se dieron
las buenas noches y se retiraron.
Mientras Aiyana acostaba a James en el camastro, Bastian observ su rostro
taciturno.
-Qu te ocurre?
-La cena ha sido un desastre. Y todo por mi causa. Le dije que no me
aceptaran respondi ella dejndose caer en el borde de la cama.
-Nos han tratado con mucha educacin; si tenemos en cuenta que somos
una pareja escandalosa. Hemos sido padres antes de casarnos y encima, eres
mestiza. El nico que ha estado tenso es ese vizconde. Nada extrao, por cierto.
Los nobles ingleses son intransigentes y amantes de las tradiciones. A parte de que,
ha sido uno de mis mejores clientes dijo l.
-De veras? inquiri ella atnita.
-Las apariencias son engaosas, querida. Ese vizconde es un hombre sin
escrpulos. No ha tenido el menor reparo en casarse con una mujer a la que no
ama.
-Y cmo puede estar tan seguro?
-Con mirar sus ojos, basta. No hay ni una chispa de pasin cuando se
dirigen hacia su estimada mujercita dijo Bastian arrodillndose tras ella. Sin
previo aviso, comenz a desatarle el cors, ignorando su leve protesta -. Sola no
puedes. Mira. No debes preocuparte por nada. Mientras estemos en el barco, todos
-
se comportarn civilizadamente. Sobretodo ese arrogante. No har nada que me
pueda ofender. Fue cliente de mi local. Teme que hable. Entiendes?
Ella lade el rostro y pregunt:
-Y despus? Nos rechazarn. Francamente, no entiendo porqu se ha
casado conmigo.
Bastian desat la ltima cinta, pero no se separ. Sus ojos verdes quedaron
suspensos de esos labios turgentes y rojos como las fresas. Eran una tentacin
difcil de superar. Ella trag saliva, mostrando temor. Bastian se record que
Aiyana era un negocio. Se apart y abandon la cama.
-No se a qu viene esa pregunta. Te dije que eras la ms indicada. Deja de
preocuparte. S lo que hago. De acuerdo? Ahora acostmonos. Es tarde dijo
comenzando a desnudarse.
Aiyana permaneci sentada de espaldas a l, hasta que escuch como se
meta entre las sbanas.
-Piensas dormir vestida? se burl Bastian.
-En cuanto deje de mirar, me desnudar replic ella con el ceo fruncido.
l dio media vuelta y ella comenz a quitarse la ropa, echando de vez en
cuando una ojeada. Bastian no se movi ni un instante. Ms tranquila, se puso el
camisn y tmidamente, se acost.
Su perfume floral llen las sbanas. Bastian aspir con fuerza. De nuevo, su
aroma, lo arrastr a una sensacin tan inquietante, que todo su cuerpo se tens.
Llevaba varias noches sin que una mujer compartiera su cama y su naturaleza
lujuriosa estaba reclamando que la saciara. La abstinencia le hacia desear a una
mujer, no importaba si era rubia, pelirroja o bruna como Aiyana. Y le falt muy
poco para darse la vuelta y llevarla hacia sus brazos. Sin embargo, no lo hizo. Ya
no era un adolescente y tena que controlar sus instintos; adems, le dio su palabra
y la cumplira.
-No tengo la menor intencin de abalanzarme sobre ti, preciosa. Si quisiera
tomarte, te lo hara saber antes de llegar a la cama. Puedes estirarte con comodidad
y dormir a pierna suelta. Cosa que yo, dudo que haga. Este colchn es incmodo,
al igual que la almohada gru aporrendola, dicindose que aquella travesa
sera mucho ms dura de lo esperado.
-
CAPITULO 6
Los das que siguieron no se diferenciaron en nada a su primer da. El barco
naveg sin tener que soportar una gran tormenta ni enfermedades, como tampoco
el avistamiento de ningn barco pirata. Los pasajeros apenas saban que hacer y se
entretenan paseando por cubierta observando como los marinos efectuaban las
tareas o jugando al Brig o charlando de temas nada comprometidos.
Kimberly, a diferencia del vizconde, se comportaba con Aiyana con mucha
consideracin. La joven comprenda como deba sentirse. Y no aceptaba que esa
muchacha encantadora y tan bonita fuera despreciada porque su piel fuera
diferente y se neg rotundamente a que Graham le prohibiera tener trato personal
con ella. Ya desde nia sinti compasin por las gentes marginadas y emprendi
una campaa entre las damas de la ciudad para fundar un club donde la caridad
era la mxima premisa. As que, Aiyana, se convirti en su cruzada personal. En
sus paseos en solitario le dio consejos de cmo deba comportarse en las relaciones
sociales, de qu vestido era el ms adecuado para la ocasin o como deba
peinarse. Durante las comidas, discretamente, Aiyana la observaba e imitaba cada
uno de sus movimientos. Pero no solamente Aiyana aprenda. Kimberly, a
escondidas de su esposo, charl con los marinos descubriendo cun duro era su
trabajo o las mltiples aventuras que algunos haban vivido. Tambin acompa a
Aiyana a los rincones del barco donde una dama jams descenda. De su mano vio
por primera vez las bodegas y las hamacas colgadas en el techo donde dorman los
marineros, y de vez en cuando, alguna rata, provocando su pnico. Pero animada
por sus descubrimientos, le pidi que le contara costumbres de los indios y Aiyana
la complaci. Habl de los das de caza, de pesca y de las celebraciones religiosas;
tambin le explic las creencias milenarias, consiguiendo la admiracin de la joven
vizcondesa. Pero a pesar de esa incipiente amistad, ninguna de ellas confi hechos
personales del pasado, como si temiesen que las sombras empaaran la agradable
relacin.
Bastian, al igual que Hurrington, no vea con buenos ojos esa amistad.
Kimberly poda ser una influencia muy negativa para sus propsitos. Necesitaba
que su esposa continuara tan salvaje como cuando se cas con ella. Sin embargo,
no alz ni una protesta. Aiyana, muy a su pesar, se estaba convirtiendo en un gran
problema. Cada da que pasaba le era ms difcil contener la excitacin que su
presencia le provocaba. Y cuando ms tiempo estuviese lejos, mejor. Para su
fortuna, apenas compartan camarote. Era como si inconscientemente se hubieran
puesto de acuerdo. Lo malo era que, no poda alejarla de su cama. Las noches eran
-
un tormento y apenas poda pegar ojo. Pero su malestar durara una sola noche,
hasta su llegada a Londres y podra desfogar su deseo en los brazos de una buena
hembra rubia y de formas turgentes.
Los sentimientos de Aiyana eran contrarios. En cuanto dejaran el barco,
Kimberly desaparecera para siempre de su vida y no volvera a encontrar a nadie
que la tratara con tanto respeto y confianza. El nico consuelo que le quedaba era
que, podra librarse de la presencia constante de Bastian. No es que hubiese sido
molesto. Su marido cumpli con lo acordado, pero continuaba inquietndola. Le
suscitaba sentimientos discordantes. Algunas veces, sobre todo, cuando cuidaba de
James, le pareca un ngel y un demonio cuando sus ojos verdes la miraban con
fijeza, con ese brillo que anunciaba sus deseos ocultos. Aunque, eso no era lo peor.
Esa atraccin la halagaba e incluso, algunas noches, cuando l, dormido, la rozaba
tenuemente, un extrao calor la invada y olvidaba que estar con un hombre era
horrible y asqueroso. En Londres aquello tendra fin. Del mismo modo que hacan
todos los caballeros, reservara dos habitaciones y la tentacin quedara separada
por un tabique.
Dando un sonoro suspiro, mir como Bastian, arrodillado ante el bal,
intentaba cerrarlo.
-Espero que no tengas nada ms rezong l.
-La culpa es suya. No debi comprarme tantos vestidos. No los necesito
dijo ella sentndose sobre el bal. l, al fin, puso los cierres.
- -
Call al notar como algo tiraba de su chaqueta. Era James. Haba gateado hasta l.
Sus ojos verdes lo miraban fijamente y al ver que no le haca caso, tir de nuevo -.
Acaso no ves que estoy ocupado? Hoy no podemos salir a pasear. No insistas.
El pequeo lanz una protesta, pero no llor. Casi nunca lo haca. Ese hecho
era lo que le agradaba de l. No soportaba a los cros y si encima este hubiese
llorado, aquella aventura sera an ms fastidiosa.
Aiyana baj del bal y lo cogi en brazos. James se revolvi extendiendo las
manos hacia Bastian.
-Cario, Bastian tiene muchas cosas que hacer. Y t deberas estar ya
dormido. As que, te acostar. De acuerdo?
James no lo estaba y rompi a llorar.
-Dile a este maldito cro que se calle. Me pone de los nervios gru Bastian.
-Tal vez, si lo coge un momento, logre que se duerma sugiri Aiyana.
-No soy una niera. Ir a cubierta mientras lo calmas respondi l saliendo
del camarote.
Unos das atrs, Aiyana, pens que Bastian le haba tomado cario al
pequeo. Ahora comprobaba que estaba muy equivocada. Bastian era de ese tipo
de hombres solitarios, incapaz de mostrar los sentimientos ni de entregarlos.
-
-Cielo, has irritado al patrn. Pero no es culpa tuya. Es de enfado fcil.
Vamos, deja de llorar. Quieres comer un poco? Si? Est bien dijo bajndose el
camisn. Le ofreci el pecho y James succion con glotonera. Cuando termin, ya
estaba completamente dormido. Lo acost y ella decidi hacer lo mismo. Se senta
agotada. El da haba sido muy tenso. No solamente por el trabajo de organizar el
equipaje, si no por, la triste despedida con Kimberly. La joven vizcondesa le
prometi que se mantendran en contacto mediante carta. Aiyana, que no saba
escribir, aleg que an no tenan domicilio fijo. A pesar de ello, Kimberly le
entreg su direccin, hacindole prometer que en cuanto se instalara se lo
comunicara. Pero nunca podra hacerlo. No por el solo hecho de ser analfabeta.
Exista el problema de su estado en cuanto Bastian terminara el negocio. Sera una
mujer divorciada, con un hijo y mestiza. Ni tan siquiera ella sera capaz de superar
tamao escndalo.
Cerr los ojos y los apret para cerrar el paso a las lgrimas. A pesar de todo
lo pasado, jams consiguieron derrotarla y ahora no sera la primera vez. Adems,
era absurdo apenarse por esa simpleza. Siempre supo que no era una dama y que
jams, por mucho que se esforzara, lo sera. El rechazo la acompaara el resto de
sus das. Pero ahora la suerte haba cambiado gracias a Bastian. Cuando estuviese
libre se alejara de todos y vivira en calma junto a los bosques que tanto am. Ya
nadie volvera a despreciarla, ni tampoco a su hijo. La vida sera dichosa.
Ese pensamiento la hizo sonrer. Aspir con fuerza y se cubri con la colcha,
acomodndose para dormir placidamente.
Bastian la encontr dormida. Se sent al borde de la cama y la observ.
Acurrucada pareca una nia indefensa. Pero contrariamente a lo que pens, le
haba demostrado que era una mujer con carcter para superar los contratiempos y
con la suficiente fuerza de voluntad para aprender de todos aquellos que la
rodeaban. Era algo que lo desazonaba. Y si lograba convertirse en la mujer que no
deseaba? Lo hiciera o no, se dijo, su color de piel los repulsara. Sin embargo, a l,
que senta predileccin por las pieles sonrosadas, comenzaba a agradarle su tono
bruno, su rostro de facciones bien delineadas; pero sobretodo, esos ojos como dos
aguamarinas incapaces de ocultar sus sentimientos. Nunca haba visto en una
mujer tal sinceridad. Aiyana era espontnea e ignorante de todo aquello que
significaba hipocresa. Si algo no le gustaba, sencillamente lo deca; del mismo
modo que, si la embargaba el entusiasmo, lo demostraba sin el menor pudor. Y
eso, era muy, muy peligroso. La idea de comprobar si su sinceridad tambin la
llevaba al sexo, cada vez cobraba ms fuerza. A pesar de ello y de no ser un
caballero, siempre hizo honor a sus promesas. No la tocara. No hasta que la
liberara del contrato. Entonces, sera libre para seducirla y llevarla a su cama.
Hasta que llegara ese momento, continuara con los planes marcados. Y esperaba
con ansia el momento de reencontrarse con ese hombre. Con el hombre que
-
destroz su vida.
-
CAPITULO 7
Aiyana miraba asombrada el enorme puerto. Varios navos llegaron al
mismo tiempo y la actividad era desenfrenada. Carromatos, hombres y cargas iban
de un lado a otro, como si el tiempo no fuera suficiente. Lo cul, nunca lleg a
comprender. En el poblado los das transcurran con calma, con la sabidura de
aquellos que saben que las cosas suceden cuando tienen que suceder.
Sus ojos azules miraron con tristeza como el carruaje de Kimberly parta.
Nunca volveran a verse y esperaba, si Bastian no estaba equivocado, que
consiguiera conquistar a su marido y fuera muy feliz, pues nadie mejor que ella se
lo mereca.
-Ah llega nuestro transporte dijo Bastian.
Subieron al coche y se adentraron por las calles de la ciudad. La primera
impresin para Aiyana no fue muy distinta a los callejones a los que estaba
acostumbrada. Sin embargo, todo cambi cuando se enfilaron por la avenida que
llevaba a la iglesia de San Pablo. Tras el imponente templo, los edificios y tiendas
se le mostraron en toda su plenitud. Jams haba visto nada tan elegante, ni
tampoco un parque tan bien cuidado y extenso como el que se encontraba ante el
edificio donde se detuvieron.
Era el hotel Saint James. Siempre crey que el hotel de Bastian era el ms
lujoso, pero ste era impresionante. El inmenso hall estaba coronado por una
cpula de cristales de alegres colores. Las columnas que la sostenan eran de
mrmol, las butacas de tapicera de damasco y los muebles bellamente tallados.
Decenas de ramos de flores frescas descansaban sobre las mesitas, junto a
deliciosos pasteles y humeantes tazas, que eran degustados por los selectos
clientes.
Como supuso, Bastian reserv dos habitaciones. Eran contiguas y separadas
por una puerta.
-Es lo ms prctico. Podremos comunicarnos por si surge algn
contratiempo y por otro lado, por fin, podremos gozar de intimidad dijo Bastian
entregando una propina al sirviente.
-Es perfecto contest Aiyana entrando en su cuarto. Era exactamente igual
al de Bastian. La cama enorme estaba cubierta con doseles de los que colgaba una
cortina de hilo casi transparente. La colcha de pura seda conjuntaba con el silln y
divn. Frente a la cama haba una chimenea, ahora apagada, debido a que aqul
mes de Junio era bastante clido. Pero lo ms maravilloso fue descubrir que tras
otra puerta haba un cuarto de bao con una baera de porcelana. Tras casi un mes
-
de travesa lavndose con una palangana, estaba ansiosa por sumergirse en el
agua.
-Perdona, pero he olvidado pedir una cuna dijo l.
-No importa. Compartir la cama. Hay espacio suficiente para los dos y
estoy acostumbrada.
-La pedir de todos modos. Por cierto, no he ordenado que deshagan el
equipaje, pues partimos dentro de dos das. Si necesitas que te planchen algn
vestido, solo tienes que pedirlo a la criada. Ahora, si me disculpas, me gustara
asearme antes de bajar a cenar.
-Estoy deseando hacer lo mismo. Hay una baera estupenda! dijo ella con
entusiasmo.
-Ordenar que traigan el agua. Te espero dentro de una hora -dijo Bastian
cerrando la puerta. Apenas unos segundos despus, escuch unos tmidos golpes y
volvi a abrir.
-Perdona. Qu haremos con James? quiso saber Aiyana.
-Hay nieras que cuidarn de l. Estar perfectamente hasta que regresemos
de la pera la tranquiliz.
-La pera? inquiri ella con ojos brillantes.
-Ya que estamos en Londres, deberemos aprovechar las diversiones que nos
ofrece. Anda. Ve a arreglarte o no llegaremos a tiempo.
- dijo ella mostrndole la espalda.
-Querida, ya no ser necesario. Tira de la campailla y acudir una doncella.
Y por el amor de Dios. Tutame.
- musit
avergonzada.
-No eres estpida. Simplemente, hay muchas cosas que ignoras. Pero el
tiempo repara esa carencia. Deja de preocuparte. De acuerdo? Ve a darte ese
maravilloso bao.
Como acordaron, una hora despus, estaban sentados en el comedor
disfrutando de una deliciosa cena. Bastian observaba divertido como Aiyana
gozaba con cada uno de los platos, muchos de ellos, como le confes, por primera
vez. Sin embargo, los otros comensales la miraban de reojo, con esa aprensin que
delataba lo incmodos que se sentan. No alcanzaban a entender como la direccin
del prestigioso hotel haba aceptado a unos clientes como ellos. Y ms de uno se
dijo que, como continuaran hospedando a extranjeros medio salvajes no
regresaran jams. Era inaceptable que los obligaran a compartir techo con esa
gentuza.
Por supuesto, Bastian se senta del todo satisfecho. Las cosas se estaban
produciendo del modo que imagin. No as para Aiyana , que finalmente, se
percat de las miradas de desprecio que despertaba.
-
-Te estoy avergonzando le dijo en apenas un murmullo.
-Nada de eso. Te observan porque jams han visto a un indio y menos, a
uno tan bello brome l. Aunque, en realidad, crea en ello. Aiyana, aquella
noche, estaba muy bella. El vestido azul marino con encajes de brujas realzaba su
esplndida figura. El cabello recogido en un gracioso tocado adornado con
pasadores de perlas, permita que su rostro perfecto se mostrara en todo su
esplendor, al igual que sus ojos tan increblemente parecidos a las aguas del
ocano. Y se dijo, que tal vez se haba equivocado al elegirla con tanta celeridad. S,
era mestiza. Pero una mestiza realmente hermosa y a pesar de su vida tan poco
cultivada, posea elegancia nata y educacin, detalles que podran reducir su
rechazo.
-No soy idiota, Bastian. Se sienten incmodos con mi presencia dijo ella sin
poder evitar el sonrojo.
-Pues, tendrn que soportarnos hasta que terminemos los postres gru l.
Aiyana apur el plato de crema, sin apenas alzar la cabeza. Y cuando
Bastian decidi que era hora de irse, se levant precipitadamente. Sin aguardarlo
se encamin hacia el hall, lo cruz y permaneci en la calle.
-Una seora debe esperar a que la acompae su marido la reprendi l.
-No soy una seora. Soy una cruzada a la que todos desprecian contest
ella con irritacin.
-No todos, querida. Kimberly se encari contigo. Y a m me ests
comenzando a caer bien. Lo cul, es un gran paso. Solamente a algunos
privilegiados les permito formar parte de m vida respondi Bastian alzando la
mano al coche que se acercaba.
Aiyana se apoy en su mano y subi, mientras, con tono