Concilio Vaticano II y Humanizacion Eclesial

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El Concilio Vaticano II como originante de procesos humanizadores eclesiales.

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EL CONCILIO VATICANO II Y LA HUMANIZACIN ECLESIALHablar de humanismo es mirar, casi automticamente, una poca especfica de la historia, donde el movimiento filosfico, religioso y socio-poltico-cultural centraba su mirada en el hombre. Empezaba a caer el paradigma teocntrico y a consolidarse el antropocntrico. Por ello, hoy, al hablar de procesos humanos, que teleolgicamente van consolidando la integralidad autnoma y heternoma del hombre, se hace necesario usar el trmino humanizacin. Es importante reconocer que, hablar de humanizacin, tal como la entendemos hoy, ocurre como consecuencia de la emergencia del mundo moderno, incluyendo los preludios del renacimiento.Con el trmino humanizacin, abrimos el comps y trascendemos aquello que el humanismo y el renacimiento nos legaron. Para no extender el discurso sobre el desarrollo histrico de la nueva comprensin y lugar del ser humano, s es importante reconocer tres elementos filosficos que son el ncleo de este camino humanizador inaugurado para la Iglesia por el Concilio Vaticano II: la dignidad, la emancipacin y las libertades individuales y colectivas (el bien comn). Para ejemplificar estos ncleos, quisiera parafrasear tres ideas de Hinkelammert[footnoteRef:1]: [1: Hinkelammert Franz, Pensamiento Crtico y Crtica de la razn mtica. En: THEOLOGICA XAVERIANA - VOL. 57 NO. 163 (399-412). JULIO-SEPTIEMBRE 2007. BOGOT, COLOMBIA. ISSN 0120-3649]

1.- El ser humano es ser supremo para el ser humano: esta mxima, defendida desde el saber teolgico por la teologa de la liberacin, propuso como proceso de emancipacin echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable[footnoteRef:2]. As, la teologa de la liberacin se atrevi a presentar la humanizacin del mismo Dios, tomando como argumento que l mismo eligi a los pobres, a los ltimos, de tal manera que aprendamos lo ilimitado que deba comprenderse lo de la dignidad de cada ser humano. [2: Ibd. p. 403. ]

2.- La justicia, como tica de la vida emancipada: la justicia, en perspectiva de emancipacin, posee como finalidad desenmascarar los sistemas destructivos de la libertad humana, que invisibilizan la dignidad de cada ser humano concreto, y eso es profundamente evanglico. La propuesta es comprender la necesidad, la obligatoriedad, de ir articulando la tica de la buena vida con la tica de la vida, porque la tica de la buena vida presupone que la vida est asegurada, aunque sin la tica de la buena vida la vida es una vida banal o insignificante o miserable. La tica de la buena vida por s sola es una decoracin de la vida y en este sentido es secundaria.[footnoteRef:3] [3: Ibd. p. 407. ]

3.- El sujeto, perspectiva emancipadora del bien comn: y entendiendo sujeto como el ser humano concreto que busca siempre libertad, amparo, respeto y apoyo, pero que necesita del grupo, donde puede sentirse con capacidad de buscar su emancipacin; por eso si hay emancipacin efectiva de la mujer, el mismo hombre tiene que cambiar. Pero cambiando, vive mejor, aunque pierde en trminos de un clculo de poder. ()Cuando el obrero se emancipa, tambin el ms rico llega a vivir mejor, aunque tenga menos en trminos cuantitativos calculables. As ocurre con todas las emancipaciones.[footnoteRef:4] [4: Ibd. p. 411. ]

A estas tres ideas filosficas, le siguen tres ideas teolgico-eclesiales, sintetizadas por el P. Vctor Codina[footnoteRef:5], que tambin son parte de esta revolucin paradigmtica del Concilio Vaticano II: [5: Codina, Victor. Hace 50 aos hubo un Concilio. En: Cristianisme i Justicia, Cuadernos CJ No 182. ]

1. La Iglesia mira la legtima autonoma de la creacin: especialmente la tradicin y el magisterio empiezan a romper duras capas de jerarquizacin eclesistica, que evidentemente tambin dividan a las personas en la forma de creer y de ser tratadas, para comenzar a encarnarse, como su mismo Seor, para comprender que el mundo es sacramento de Dios, lo mundano es constitutivo de la Iglesia y del cristiano, y por tanto slo existe una historia nica de salvacin[footnoteRef:6]. [6: Ibd. p. 11]

Las comprensiones maniquestas y jerarquizantes de la Iglesia, abren paso a una nueva mirada y un nuevo encuentro entre Iglesia y mundo, porque la Iglesia no se considera superior al mundo o contra el mundo moderno, sino que est inserta en el mundo y en la historia. Se pasa del anatema al dilogo, se toma en serio el progreso humano y se reconoce la autonoma de la creacin [GS 36][footnoteRef:7]. [7: Ibd. p. 12]

2. La Iglesia redescubre la comunidad de los hijos e hijas de Dios: Es una verdadera revolucin que el CVII haya considerado la comunidad eclesial desde el modelo trinitario: la Iglesia como una comunidad unida por el Padre, el Hijo y el Espritu [LG 4], pueblo de Dios [LG II] en marcha hacia la escatologa [LG VII], misterio y sacramento de salvacin [LG I][footnoteRef:8]. De tal modo que nuestra Iglesia es una y toda ella la gran comunidad de los bautizados, y dnde los ministerios y jerarquas eclesisticas son verdaderamente carismticas, porque estn al servicio del Pueblo de Dios, se orientan a la comunidad y son colegiales[footnoteRef:9]. [8: Ibd. p. 13] [9: Ibdem. ]

La iglesia deja aquella petrificada forma de organizacin piramidal, para abrirle el paso a una forma mucho ms circular (colegiada), donde la afirmacin de la colegialidad episcopal de todos los obispos con el Papa se sita en esta visin comunitaria y sinodal de la Iglesia [LG 22-23]. Tambin el reconocimiento de la autonoma de las Iglesias locales en comunin con Roma brota de esta visin no piramidal sino colegial de la Iglesia [LG 23]. La eclesiologa de la Lumen Gentium, centrada en el pueblo de Dios, en la Iglesia local y en la colegialidad episcopal ser, ante todo, una eclesiologa de comunin[footnoteRef:10]. [10: Ibidem. ]

3. Retorno de Cristo como fuente, mediacin y plenitud de la Revelacin del Padre: la experiencia cristiana se haba cubierto bajo el manto de un eclesiocentrismo radical, que ocurri con el pasar de los siglos y la fusin de los poderes mundanos con los ministerios eclesisticos. Fuera de la Iglesia no haba salvacin, ella era administradora absoluta de la salvacin divina, haba vivido muy centrada en leyes, normas y estructuras. Po VII, en 1816, mand retractarse al obispo Mohilev, por haber recomendado a todos los cristianos la lectura de la Palabra de Dios[footnoteRef:11]. As, la Iglesia rega con una autoridad muy mundanizada y politizada la vida cotidiana del hombre y del orbe. [11: Ibd. p. 14]

Con el CVII, la experiencia cristiana de los catlicos vuelve a las fuentes: Jess y la Sagrada Escritura como agua de vida para todos. La Iglesia se desprende de los egosmos religiosos y sacramentales, para limpiar el camino a una comprensin de la revelacin, como la libre comunicacin del Seor a la humanidad en la creacin y en la historia. La revelacin se nos comunica no slo a travs de palabras, sino tambin a travs de hechos, como la liberacin del xodo o el misterio pascual de Jess. Dios que nos habl en el pasado a travs de su Hijo, mantiene hoy un dilogo con la esposa de su Hijo, la Iglesia [DV 8][footnoteRef:12]. [12: Ibd. p. 15]

P. Gerardo Rosales,SJ