Consolidación del Estado-Nación Argentino · Unidad II – Historia ... Esta política fue parte...

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Unidad II – Historia Política y Social Argentina y Latinoamericana Cátedra Koenig Facultad de Derecho - UNPAZ Ficha de cátedra: Consolidación de los elementos del Estado Argentino Sólo una revisión de la historia que muestre el meollo, la esencia de clase de esa historia oficial, puede darle al pensamiento nacional un instrumento crítico de primer orden para elevarse racionalmente a la conciencia histórica del papel de las masas como protagonistas de la historia.” Juan José Hernández Arregui, 1969. Para entender cómo se construyen los elementos del Estado Moderno argentino, debemos necesariamente remontarnos al momento en el que se desvanece el proyecto de Patria Grande a partir de la hegemonía oligárquica. Simbólicamente podemos señalar como hito que marca el fin de ese proyecto de gran Nación, al Congreso Anfictiónico de Panamá donde Bolívar, luego de fundar Colombia pretendió constituir ese proyecto de unidad continental con base en los virreinatos hispánicos. Recordemos que entonces, Panamá era una provincia de la gran Colombia, hasta que los norteamericanos respaldaron una independencia para construir el canal y de esta forma conseguir que no haya preponderancia de Colombia ni de Perú. Del mismo modo que Ecuador, así como Uruguay, fueron una creación de los ingleses para utilizarlos de tapón con el objeto de que no haya preponderancia de Brasil ni de Argentina. Esta política fue parte de la empresa imperialista de fragmentar los cuatro virreinatos en más de veinte estados. “De aquellas regiones débilmente vinculadas entre sí y explotadas genéricamente por España, único centro aglutinante, surgirán las ‘naciones’ particulares, atraídas por el imán de otros centros mundiales más poderosos y estables que España. Estas potencias controlarán a través de las economías exportadoras creadas por el viejo capital mercantil la endeble nación colonial, disgregándola en Estados ‘soberanos’ con independencia política. Las veinte ‘naciones’ latinoamericanas nacen de dicho estallido. 1 En el marco de la organización de aquél Congreso, los delegados argentinos –así como las oligarquías de los demás incipientes países- pusieron como condición para concurrir, el requisito de que sean invitados a participar también los ingleses y los norteamericanos, lo cual sería prácticamente como invitar al zorro y al lobo a la misma fiesta. De hecho, en nuestro caso, pensemos que “si el gobierno rivadaviano consideraba a los agentes de las provincias argentinas en Buenos Aires como pertenecientes al cuerpo diplomático extranjero, es fácil imaginar su juicio sobre los hijos de Colombia que venían, como el embajador Mosquera, a incomodar a los porteños con sus utopías hispanoamericanas. Nada bueno podía esperar en Buenos Aires el 1 Ramos, Jorge Abelardo “Historia de la Nación Latinoamericana”, Ed. Continente, Bs. As., 2011, págs. 142.

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Ficha de cátedra:

Consolidación de los elementos del Estado Argentino

“Sólo una revisión de la historia que muestre el meollo, la esencia de clase

de esa historia oficial, puede darle al pensamiento nacional un

instrumento crítico de primer orden para elevarse racionalmente a la

conciencia histórica del papel de las masas como protagonistas de la

historia.” Juan José Hernández Arregui, 1969.

Para entender cómo se construyen los elementos del Estado Moderno argentino, debemos

necesariamente remontarnos al momento en el que se desvanece el proyecto de Patria Grande a

partir de la hegemonía oligárquica. Simbólicamente podemos señalar como hito que marca el fin

de ese proyecto de gran Nación, al Congreso Anfictiónico de Panamá donde Bolívar, luego de

fundar Colombia pretendió constituir ese proyecto de unidad continental con base en los

virreinatos hispánicos. Recordemos que entonces, Panamá era una provincia de la gran

Colombia, hasta que los norteamericanos respaldaron una independencia para construir el canal

y de esta forma conseguir que no haya preponderancia de Colombia ni de Perú. Del mismo modo

que Ecuador, así como Uruguay, fueron una creación de los ingleses para utilizarlos de tapón con

el objeto de que no haya preponderancia de Brasil ni de Argentina.

Esta política fue parte de la empresa imperialista de fragmentar los cuatro virreinatos en

más de veinte estados. “De aquellas regiones débilmente vinculadas entre sí y explotadas

genéricamente por España, único centro aglutinante, surgirán las ‘naciones’ particulares,

atraídas por el imán de otros centros mundiales más poderosos y estables que España. Estas

potencias controlarán a través de las economías exportadoras creadas por el viejo capital

mercantil la endeble nación colonial, disgregándola en Estados ‘soberanos’ con independencia

política. Las veinte ‘naciones’ latinoamericanas nacen de dicho estallido.”1

En el marco de la organización de aquél Congreso, los delegados argentinos –así como las

oligarquías de los demás incipientes países- pusieron como condición para concurrir, el requisito

de que sean invitados a participar también los ingleses y los norteamericanos, lo cual sería

prácticamente como invitar al zorro y al lobo a la misma fiesta. De hecho, en nuestro caso,

pensemos que “si el gobierno rivadaviano consideraba a los agentes de las provincias argentinas

en Buenos Aires como pertenecientes al cuerpo diplomático extranjero, es fácil imaginar su juicio

sobre los hijos de Colombia que venían, como el embajador Mosquera, a incomodar a los

porteños con sus utopías hispanoamericanas. Nada bueno podía esperar en Buenos Aires el

1 Ramos, Jorge Abelardo “Historia de la Nación Latinoamericana”, Ed. Continente, Bs. As., 2011, págs. 142.

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enviado del fabuloso y absorbente Bolívar cuando La Gaceta, órgano oficial del gobierno,

aplaudía la muerte del caudillo salteño Güemes”.2

De tal modo, por la operación política de esas oligarquías, fracasó el congreso y por lo tanto,

se perdió la posibilidad de construir el proyecto de unidad. “En lugar del estado nacional

latinoamericano, con un mercado interno poderoso y unificado, el imperialismo y las burguesías

nativas dependientes rompieron la antigua unidad colonial, parcelando a Iberoamérica en veinte

mercados raquíticos, aislados entre sí y directamente subordinados cada uno de ellos al mercado

internacional controlado por las potencias imperialistas.”3 Como consecuencia de esa derrota,

Bolívar partió al exilio –luego de un atentado contra su vida en Colombia- y encontrándose muy

enfermo, murió en el camino. En aquél mismo camino que recorriera San Martín cuando fue

alertado por los caudillos federales –López, sobre todo- que Rivadavia ya había puesto precio a

su cabeza. Porque, a contramano de lo que ha instalado la historia oficial, el gran enemigo del

General –dicho abiertamente por él- fue Rivadavia y no Bolívar.

Recapitulando entonces, tomamos ese momento -a partir de 1826- como el comienzo de la

historia argentina. Cuando la oligarquía logra imponer el proyecto de Patria Chica, de Nación

factoría, que se realiza en disputa sobre el sentido del Estado. Es decir, a partir de entonces

podemos hablar de la disputa por el sentido de la Argentina con la cuestión central de cómo

tenía que estructurarse ese Estado, si debíamos construirlo en sociedad y dependencia con el

imperio de turno o bien, consolidar un Estado Nacional autónomo e independiente de los

poderes mundiales.

Entendiendo ello, queda claro por qué desde el pensamiento liberal oligárquico de la región

se niega la historia del pasado común americano, que no es otra cosa –en última instancia- que

negar el Otro que tenemos adentro, en tanto somos producto de la violación europea en el

continente americano. Como exponente local de esa posición podemos tomar a Mariano

Grondona, quien considera –partiendo de la doctrina francesa- que en el caso argentino el

Estado precedió a la Nación, de modo que ésta “termina siendo una creación intelectual

devenida de la organización estatal (…) llevada a cabo después de la Constitución del 53/60 y del

proyecto de la generación del 80. Estas posturas [desconocen] por un lado la existencia de una

Nación hispanoamericana que fue desmembrada después de la independencia por la acción

combinada del imperio y las oligarquías locales, en desmedro del sueño de los libertadores. Y por

el otro lado, niega consecuentemente una de las partes en disputa por la estructuración de la

Nación: el bando que expresaba los intereses populares (…) que fue el derrotado.”4

En particular en nuestro país, debemos agregarle a esa disputa la discusión en torno a la

cuestión de centralización o descentralización, diferente a lo sucedido en los demás países de

2 Ramos, Jorge Abelardo en ob. cit., págs. 232/233.

3 Carpani, Ricardo en “Nacionalismo burgués y nacionalismo revolucionario” Ed. Contrapunto, Bs. As., 1986. Pág. 66.

4 Koenig, Marcelo en “Combatiendo al capital. Una perspectiva sudamericana del estado nacional en los tiempos de la

globalización y la exclusión.” De la campana, La Plata, 2010. Pág. 509.

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Latinoamérica -sobre todo los de tradición bolivariana- que son en su mayoría unitarios, con la

excepción de Brasil y Argentina. Allí, vale decir, la disputa central se dio entre liberales y

conservadores, ocupando la cuestión religiosa un lugar central (reconozcamos que acá es mucho

menor el peso de la cuestión eclesiástica).

Aclarada la particularidad nuestra respecto a si la forma de estado sería unitaria o federal,

señalemos que el resultado de esa lucha fue la sanción de una Constitución teóricamente

federal, aunque sólo en las formas porque la correlación de fuerzas entre Buenos Aires y el

interior no les permitió imponer un pacto unitario. Por lo tanto, si bien nominalmente los

estados provinciales preceden a la Nación y tienen derecho de autogobernarse, ello no tuvo un

correlato material o económico. “La política de exterminio llevada a cabo por Mitre a partir de

1862, modificaría radicalmente su estructura económica y social. No sólo son arrasadas

militarmente. (…) En la década 1853-1863 las provincias de Catamarca, La Rioja y Tucumán

mantenían un intenso tráfico con Copiapó y Valparaíso, en el país trasandino. Exquisitos vinos y

licores, superiores a muchos europeos –lo mismo que trigo, minas de explotación en Famatina

(oro y plata)-, producidos en las provincias nombradas, abrían para ellas excelentes perspectivas.

Catamarca exportaba mercaderías a Bolivia (…). El trazado de los ferrocarriles ingleses quiebra

las rutas históricas del comercio interlatinoamericano, arroja numerosos pueblos a la decadencia

y la despoblación, invierte el movimiento económico hacia el litoral y desvincula entre sí las

relaciones comerciales interprovinciales.”5

En efecto, se construyó una Argentina con una disposición territorial y económica que tornó

inviable a esos lugares que supieron ser los lugares más ricos de la América hispánica porque

eran los lugares con mayor población nativa sedentaria, condición propicia para que los

colonizadores expropiaran su trabajo. No habría otra manera justificar –a pesar de que existen

intentos- cómo las zonas más ricas pasaron a ser los lugares más pobres, sin comprender que se

trató de un problema de estructuración económica.

La disputa entre unitarios y federales se resolvió a favor de aquellos sectores que

expresaban a las masas populares durante gran parte de esos años. Nos referimos en particular

al período de gobierno de Rosas, cuando empezaron a consolidarse parte de los elementos

constitutivos del Estado que son –recordemos- población, territorio y poder. De hecho, fue bajo

sus mandatos que se discutió la autonomía de algunas provincias que luego formaron parte del

territorio argentino y otros territorios que no, como el caso de Paraguay.

Esta consolidación es independiente de quién manejaba la aduana, porque lo primordial del

gobierno de Rosas –independientemente de que como caudillo de Buenos Aires hacía que la

renta de aduana quedara allí- es que mediante la Ley de Aduanas logró beneficiar a un proyecto

de país que favorecía a las industrias locales del interior. Porque la invasión de los productos

5 Ramos, Jorge Abelardo. “Revolución y contrarrevolución en la Argentina”, Tomo II “Del patriciado a la oligarquía”, Peña Lillo,

Ediciones Continente, Buenos Aires, 2012. Pág. 17.

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manufacturados ingleses durante los primero años –bajo la gestión de Rivadavia- y que después

de la caída de Rosas se multiplicó con mucha mayor fuerza, no pudieron penetrar durante sus

gobiernos precisamente por la vigencia de esa normativa. Resaltemos además, lo trascendental

de la defensa de la soberanía nacional en la Vuelta de Obligado donde consiguió impedir que las

naves anglo francesas ingresaran a navegar los ríos internos.

Ahora bien, en lo relativo al elemento territorial de nuestro Estado, previo a los gobiernos de

Rosas sería impensable que nosotros tuviésemos el territorio de la Argentina que tenemos hoy,

que se consolida con la preponderancia del llamado modelo agroexportador, construido en base

a la consolidación de la oligarquía terrateniente, de la cual Rosas –como clase- era parte, aunque

no así como proyecto político. Ahora bien, como parte de esa clase tampoco tocó en gran

medida los intereses de ese sector, cuando muchos de los que se favorecieron durante el

período rosista fueron los estancieros. Pensemos que los Anchorena, por poner un ejemplo, eran

primos de Rosas. Es decir, no era un hombre ajeno a esa clase, no obstante para construir su

proyecto de poder se paró sobre los sectores más humildes.

De hecho, cuando se va a la Campaña del Desierto, se producen varios intentos de golpe,

uno de los cuales surge del seno de los federales, con los llamados cismáticos o “lomos negros” –

que siguiendo a Galasso, “eran los más vinculados a la tradición dorreguista, con tendencia a

organizar constitucionalmente el país y renuentes a entregar a Rosas la Suma del Poder

Público”6- pero lo cierto es que eran el grupo más vinculados a la oligarquía terrateniente al

punto tal que lo intentan derrocar mientras Rosas se encuentra en las expediciones. Y quien les

gana esa disputa de intereses, es Encarnación Ezcurra, la primera gran política mujer de la

Argentina, invisibilizada generalmente por la historia oficial.

Vale la pena detenerse a pensar el rol que ese relato ha querido instalar sobre la mujer, en

forma secundaria o de servicio, patriota en sentimientos aunque no puede empuñar una espada;

cuyo ícono es Mariquita Sánchez de Thompson que en realidad pone la casa y el piano, aunque

debemos rescatar que con ello se estaba jugando la cabeza. Sin embargo, hubo un sinnúmero de

coronelas en la lucha por la independencia, las más conocidas son Juana Azurduy –cuya figura ha

comenzado a ser rescatada del olvido en los últimos años-, Manuela Sáenz Aizpuru que llegó a

ser Generala y que además era la compañera de Bolívar. Es decir, la cuestión del rol de la mujer

está invisibilizado desde los comienzos de nuestra propia historia. Más allá de que en una

sociedad patriarcal no se les daba demasiado espacio, no obstante se lo ganaron por sus propios

medios. Lo que hacían fundamentalmente tanto Manuela Sáenz como Rosita Campusano en

Lima, era un servicio de inteligencia mediante la seducción de los jefes de los batallones realistas.

Incluso algunos historiadores sostienen que al batallón de Numancia los hicieron sublevarse y

pasarse al bando patriota.

6 Galasso, Norberto. “Historia de la Argentina. Desde los pueblos originarios hasta el tiempo de los Kirchner”. Tomo I. Ediciones

Colihue, Buenos Aires, 2011. Págs. 239.

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Volviendo entonces a Encarnación Ezcurra, lo que consiguió en aquella oportunidad esa gran

política fue vencer sola a la sublevación de las clases dominantes dentro de los federales, en

ausencia de Rosas como dijimos. Dentro de la incipiente oligarquía –todavía en formación- existía

un sector que era federal y que seguía al caudillo entre otras cosas muchas veces porque eran

parientes, o bien parte de la misma clase. Entonces logra vencerlos sosteniéndose con los

orilleros que eran quienes vivían en los bordes o la periferia de Buenos Aires, desde esos sectores

se para Encarnación Ezcurra para dar la pelea con los cismáticos que pretendían una estructura

más concentrada.

Este proyecto llega a su fin, luego de las batallas de Caseros y Pavón, cuando comienza a

tener preponderancia el proyecto oligárquico dependiente.

Caseros y el triunfo de las oligarquías asociadas al imperialismo

El 3 de febrero de 1852 tiene lugar la batalla de Caseros, que consistió en la traición de un

sector del federalismo, encabezado por Justo José de Urquiza, el caudillo entrerriano que hasta

entonces era además de gobernador de esa provincia, amigo del propio Rosas. Incluso eran de la

misma extracción social porque además de estancieros eran los industriales de esa época puesto

que tenían saladeros. Eran los saladeros el mayor desarrollo de valor agregado hasta ese

momento. De hecho, el palacio San José es de enormes dimensiones, la casa es un castillo, tenía

la mayor tecnología de esa época en América, en efecto fue el primer lugar de Argentina que

tuvo agua corriente e incluso contaba con un lago artificial en el que se hacían representaciones

de luchas de barcos, para que nos demos una idea de la magnitud.

Urquiza entonces se alió con los enemigos de Rosas para poder derrocarlo en el marco de las

disputas que tenían con las provincias del litoral, entre otras cosas, por la renta de aduana. Así le

abre la puerta a la oligarquía porteña, que muchos de ellos se encontraban exiliados en

Montevideo. Una oligarquía que habían apoyado los bloqueos anglo-franceses e impulsaban una

invasión europea a Buenos Aires para poder instalarse en el poder, aunque no sólo aliados de los

ingleses, sino también del imperio brasilero, que quería cobrarle a la Argentina –en particular, a

Rosas- por su constante conspiración para incorporar a Rio grande do sul a la confederación y la

victoria sobre Brasil en la guerra de la década de 1820.

Frente a esta poderosa alianza, Rosas no reacciona con la energía suficiente, variable que se

va a repetir muchas veces en la historia argentina, porque otras veces que intentaron derrocarlo

quizás con variables análogas no lo lograron. De manera que, Caseros fue una gran derrota para

el proyecto nacional y popular, incluso teniendo en cuenta los grandes límites de ese proyecto.

Sin embargo, al aparecer la oligarquía porteña vinculada con los intereses de los ingleses, lo que

surge es que en la figura de Urquiza se concentra la esperanza nacional y popular de darle

combate a esos sectores. Es decir, el que le da combate a esos intereses, paradójicamente, es la

misma persona que les abrió la puerta.

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En este punto, si uno lee la correspondencia de la época y lo que sostenían los caudillos

federales, como por ejemplo el riojano Chacho Peñaloza que tuvo importantes enfrentamientos

con Rosas, todos tienen la expectativa de que ese proyecto oligárquico sea vencido por Urquiza.

De hecho, los hermanos Hernández fueron urquicistas políticamente e incluso el propio Alberdi.

Hagamos un paréntesis con Alberdi, para explicar que el autor tuvo al menos tres etapas; la

primera -del Estudio preliminar del derecho- que es cuando él estudia y se recibe de abogado,

etapa en la que por mirar el romanticismo alemán, se hace rosista acá. Luego rompe con Rosas y

se auto-exilia, como sucedía con el resto de toda la generación del 37, de la que era parte, que

decidían irse porque en rigor los únicos perseguidos eran los unitarios, mucho menos ellos que

pretendían situarse por encima de la disputa entre unitarios y federales. Inicia así etapa liberal,

es cuando le dieron espacio en la redacción constitucional del 53, porque además ya era

entonces un prestigioso jurista. En este caso, Alberdi se va Chile y desde allí –en Valparaíso-

escribe las “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”

que probablemente sea lo único que van a estudiar de su autoría en esta Facultad, como si fuera

prácticamente su único escrito. Es el mismo Alberdi de “Sistema económico y rentístico de la

Confederación Argentina”, donde explica cómo tiene que ser la Constitución. Luego tenemos “El

crimen de la guerra” –que es mucho más difícil que lo vean- donde sostiene que la oligarquía

porteña es responsable de un genocidio en la campaña contra el Paraguay. Todavía es liberal,

pero ya no está de acuerdo con el modo en que es conducido por esa oligarquía. Finalmente, el

Alberdi viejo de “Escritos póstumos” es absolutamente crítico hasta del propio liberalismo. En sus

escritos económicos defiende la intervención del Estado, por ejemplo. Acá ponemos en

cuestionamiento la idea de que los sujetos descubren las cosas que escriben, en lugar de

sostener que las piensan, confrontan, discuten, se plantea como si se iluminaran y descubrieran

el instituto –por ejemplo- de la propiedad privada, entonces es un presentado como un abogado

brillante que escribe una definición, como si eso no fuera producto de la disputa, la lucha, la

apropiación o la explotación del otro. Desde ahí, los conceptos son como diría Platón las ideas de

la caverna.

De modo que Urquiza se convierte entonces en la esperanza de los sectores populares y

federales para vencer al nuevo proyecto que tiene la oligarquía terrateniente, sin embargo el

entrerriano nuevamente va a traicionar esos intereses. Fundamentalmente defecciona en Pavón,

donde prácticamente ya tenía ganada la batalla –pues sólo hacía falta una carga de caballería- no

obstante el caudillo decide retirarse, y ni siquiera huyendo sino que retira la caballería al trote,

como dando claras muestras de que tenía las fuerzas suficientes como para seguir y triunfar,

pero que sin embargo decidía dejar que triunfe Mitre, que siempre fue un excelente político pero

un mal General.

Si bien no existen pruebas, algunas versiones sostienen que en realidad esa batalla fue

previamente pactada en la masonería, que en esa época era una sociedad secreta que tenía

mucho poder y a la que pertenecieron gran parte de los llamados próceres liberales e incluso

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algunos que no adscribían al liberalismo. Perteneció Urquiza, que no podríamos afirmar si es un

prócer liberal o no, pero también Mitre, Sarmiento, Roca. Y en el caso de San Martín se discute

su pertenencia, nosotros nos inclinamos a pensar que sí fue parte porque en aquel momento no

existían los partidos políticos, de modo que sus formas de organización política era a través de la

masonería muchas veces. Y San Martín ingresa a la Logia de los Caballeros Racionales de Cádiz,

aunque mucho no podamos saber porque eran secretas y en Europa eso se cumplía

estrictamente. En efecto, tampoco sabemos mucho de la Logia Lautaro, no se conoce

fehacientemente la fecha de su fundación, incluso algunos historiadores sostienen que se fundó

en Chile y otros piensan que se fundó en Argentina, pero no pueden explicar cómo lleva el

nombre de un cacique chileno. En consecuencia, creemos que San Martín algo tenía vínculo con

la masonería porque de hecho, no existía otra forma de organización política pública. Pensemos

que en la monarquía absoluta no se podía formar un partido político porque es en sí mismo un

cuestionamiento al poder del monarca.

Volvamos a Pavón, para darle una explicación política más allá de la masonería, pues

teniendo la experiencia de vencer a los porteños en la batalla de Cepeda (recordemos que

Buenos Aires estuvo casi diez años separada de la Confederación, no como provincia sino como

un Estado aparte), Urquiza es consciente de que no se puede conseguir la unidad nacional si no

se entrega el país a los porteños y en consecuencia, de algún modo, hace ese sacrificio. De

manera que uno podría atribuirle una decisión heroica si se para desde la unidad pero a la vez, es

una decisión suicida si uno se para desde lo popular, porque entregó el país al proyecto

oligárquico.

En consecuencia, con Caseros y definitivamente con Pavón, se terminó de enterrar ese

proyecto de país de desarrollo autónomo, endógeno y de protección del mercado interno. “Las

mercaderías británicas arrasaron por su baratura las artesanías provincianas que durante siglos

habían abastecido el mercado interno. Las barreras proteccionistas cayeron previa expropiación

en masa de la población nativa. Regiones prósperas como Santiago del Estero fueron convertidas

en páramos por el ferrocarril. La penuria de los nativos creció a la vera de la fantasmal opulencia

de la ciudad puerto. Las armas de fuego contra las tacuaras concluyeron la gigantesca operación

de (…) pérdida de nuestra soberanía y personalidad nacionales. Así, las poblaciones pacíficas

cuyos antepasados durante siglos habían nacido y muerto estabilizados en la tierra provinciana,

fueron condenadas, primero a la miseria, después al exterminio y sus héroes convertidos en

criminales sin ley. El Martín Fierro de José Hernández ha eternizado esta tragedia social.”7

Acaso el único país que resistió al rol que nos deparaba en el orden mundial, Paraguay fue el

único país donde había triunfado el proyecto nacional y popular, contra esas elites que querían

países subordinados a la división internacional del trabajo manejada por los ingleses y

norteamericanos. Como veremos, fue la primera revolución popular de América, donde el grado

de industrialización alcanzado fue altísimo.

7 Juan José Hernández Arregui, “Nacionalismo y liberación”, Ed. Continente, Buenos Aires, 2004. Pág. 100

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Ahora bien, financiadas por los ingleses -donde se ve materialmente el rol del capital

imperialista inglés en América, según Antesano- las oligarquías de Brasil, Uruguay y Argentina

masacraron a la población masculina de sus propios hermanos (de 1.300.000 a 250.000)

mediante la Guerra de la Triple Alianza o de la Triple infamia, de la destrucción del Paraguay que

no se levantó nunca más. Porque Paraguay era un mal ejemplo, ya que a partir del desarrollo

endógeno fue el primero en construir Altos Hornos, en trazar ferrocarriles privilegiando el

mercado interno, fue vanguardia industrialista frente al resto, que dependía en su construcción

material del capital británico no lo habían hecho. Además esta oligarquía comandada por Mitre

lo que hizo no fue apropiarse de esas industrias sino destruirlas absolutamente, porque eso era

funcional a los intereses británicos que se reservaba para sí ese lugar de industria. Esto sostenido

abiertamente, pues Canning dirá: “Inglaterra será el taller del mundo y Suramérica su granja”, o

bien una sentencia más contundente hará Lord Quilatan afirmando que “cuando América

fabrique un solo clavo, Inglaterra morirá”.

Algunos podrán decir que acá con capital inglés se desarrolló la industria a través del trazado

de ferrocarriles, sin embargo el problema es que en Argentina desarrollaron la industria inglesa

porque se hicieron allá, seguramente generó desarrollo, puestos de trabajo, pero no acá donde

sólo levantaron talleres de mantenimiento. Y lo que sí probadamente generó fue un

condicionamiento estructurante de la economía argentina poniendo todo al servicio del capital

británico, porque toda esa red es el mejor símbolo para entender cómo la inversión directa

extranjera condicionó la estructura económica argentina.

Scalabrini denunció esa red de más de cuarenta mil kilómetros de ferrocarriles, en forma de

abanico hacia el puerto, donde no existe ni un solo ferrocarril transversal. Pensemos por ejemplo

que a Jujuy no llega el vino mendocino, tiene q ir antes a Buenos Aires. No sólo eso, sino que el

manejo de las tarifas también era parte del condicionamiento porque era más caro trasladar

caña de azúcar de Tucumán a Santiago del Estero que está al lado, que a Buenos Aires, porque su

interés residía en que se exporte para llevárselas ellos. Y tenían una elite que les aseguraba ese

negocio extractivo a cambio de las migajas.

Entonces, con la lógica del capital e intereses británicos se construyó el Estado Argentino

dependiente. Mediante la adopción de un modelo agroexportador que estaba en correlación

directa con los intereses del imperialismo británico.

Territorio, población y poder en el caso argentino

Cabe detenerse entonces, a partir del predominio de la generación del 80 y de la oligarquía

terrateniente con el modelo agroexportador, sumado a la posibilidad de Inglaterra en el estadio

en que estaba de generar inversiones, en cómo se construyen todos estos factores en el Estado

Moderno Argentino. Cuando nos preguntamos acerca del comienzo de la historia argentina -que

sin dudas es un interrogante complejo y hasta capcioso- si ponemos el eje en el origen del Estado

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argentino, entonces podríamos decir que empieza con 1880, cuando se consolidan los elementos

constitutivos del Estado-Nación, a saber: el territorio, la población y el poder.

En cuanto al territorio, decimos que se consolida porque fue el momento donde hubo una

ocupación militar de todo el territorio que no se encontraba bajo el dominio del poder blanco,

así como también se terminó de dirimir la delimitación de las fronteras con el resto de los países

limítrofes, sobre todo con Chile que es con quienes tenemos la frontera más extensa, pues bien

todos los acuerdos de límites se efectuaron durante la presidencia de Roca principalmente.

Tanto el criterio relativo a las altas cumbres de la cordillera para diferenciar el territorio, o bien,

en los casos discutidos la fijación de la línea divisoria, se formalizan en una serie de Tratados que

consolidan el espacio territorial.

Ahora bien, no sólo se delimita la frontera sino que se ocupa militarmente el territorio

mediante el uso de la violencia. En eso había consistido anteriormente la masacre de las

monteras y caudillos federales que resistían al modelo agroexportador que los condenaba a

muerte.

La conformación de un Ejército profesional hacia 1880 es parte de la consolidación del

poder, cuyo bautismo de fuego fue la más famosa de esas campañas de ocupación militar, mal

llamada “Campaña del desierto” dada la extrañez de ser un desierto poblado, que en realidad fue

un genocidio sobre los pueblos originarios del lugar, para poner toda esa tierra como factor de

producción del proyecto oligárquico o, al menos, garantizar la tranquilidad de los lugares donde

se podía producir.

De este modo, se ocupa militarmente la Patagonia y se distribuyen sus tierras entre los

militares que eran parte de esa campaña para posteriormente repartirlas entre la vieja oligarquía

porteña y los comerciantes ingleses, que compraban grandes extensiones de tierra a valores

irrisorios. Entonces, se hace a partir de allí una ocupación efectiva de todo el conjunto del

territorio donde el Estado-Nación ejerce la soberanía.

Pensemos que antes de Roca la provincia de Buenos Aires llegaba hasta poco antes del Río

Salado, era prácticamente un corredor, incluso más chica que Entre Ríos si nos referimos a la

superficie que efectivamente controlaban los blancos. Si bien cuando se inicia la campaña de ese

General, la zanja de Alsina que era la línea de demarcación donde se alzaban los fortines, se

encontraba en Bahía Blanca, Puán, Guaminí, Carhué, Trenque Lauquen e Italó8, más allá de la

hostilidad sistemática de los malones sobre esas zonas. Con lo cual desde ahí hasta Tierra del

Fuego, se repartieron todo el territorio mediante la comisión de un genocidio.

Al respecto, uno podría preguntarse si existían otras maneras de llevar a cabo la integración

territorial y sin dudas las hay. Incluso existieron otras formas de resolver esos conflictos durante

el período rosista, pues aunque tampoco fuera la mejor manera, era superadora de las campañas

8 http://www.mapaeducativo.edu.ar/pueblos_indigenas/images/mapa/ConquistaDesierto

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roquistas. En dicho período al menos no existieron malones que sí volvieron a funcionar con

posterioridad a Caseros. De hecho, la idea –que era efectiva- de la zanja misma era porque no

sabían cómo contener las incursiones de los indios en el territorio blanco.

Y no sólo existió aquella campaña de Roca, sino que hubo otras menos conocida, incluso

menos denunciada por sus detractores como la Victorica que se llevó a cabo en toda la zona

chaqueña y donde hubo tanta masacre como en el sur, incluso en esos lugares vivían muchos

pueblos originarios. Esa campaña no se completó del todo, como por ejemplo en el

impenetrable, no obstante gran parte de lo que hoy es el chaco y el norte de Santa Fe, fueron

transformados en territorios bajo el dominio de los blancos, también a punta de pistola.

En este caso en particular, el predominio de lo técnico tuvo mucho que ver en el triunfo

porque fue la primera vez que se utilizaron los Remington, fusiles que no sólo eran rápidos sino

que además constituían una tecnología muy superior a las lanzas que usaban las poblaciones

nativas del lugar. También se usaron estas armas en la represión de los caudillos federales, de

hecho las primeras ametralladoras las trajo Sarmiento para reprimir a las provincias. Resulta

paradójico que el ‘padre del aula’ –como lo llama la historia oficial- probó dicho armamento

contra la pared de un colegio.

De modo que, claramente, no tendríamos el Estado argentino que hoy tenemos sin esas

“Campañas al Desierto”, eso es innegable. Es decir, que el Estado moderno se consolidó sobre

estas bases que venimos describiendo, es un dato de la realidad no una valuación. Ahora bien,

uno puede hacer la crítica de cómo se construyó y en todo caso señalar que es un Estado

dependiente de los intereses británicos, porque cómo se trabajó sobre sus elementos hizo a la

construcción de esa dependencia. Si no entendemos cómo se consolidó no comprendemos

dónde estamos parados y ni siquiera quiénes somos, porque aún los proyectos antagónicos a lo

que pensamos también son constituyentes de lo que nosotros somos. En este sentido, creemos

que los procesos históricos no son susceptibles de la valoración acerca del bien o del mal. En

efecto, no consideramos que esté mal la decisión de las campañas, es decir no creemos que Roca

se equivocó. En todo caso, planteamos que existe una decisión política de construir un Estado

Nación sobre la base de la masacre de los pueblos originarios y en consecuencia, una concepción

ideológica de creer que un aborigen es menos que un blanco.

En lo relativo a la población en tanto elemento constitutivo del Estado, hubo profundos

cambios en esta etapa histórica. Como dijimos, el territorio se consolidó mediante el genocidio

de los gauchos y las montoneras federales que no estaban domesticados (luego de lo cual se lo

vació de contenido y se lo instauró como símbolo de la nacionalidad, con una bombacha que era

sobrantes ingleses de la guerra de Crimea). Dicha tarea fue completada con el genocidio del

Chaco y de la Patagonia, entonces parece contradictorio que sea el período de mayor

inmigración europea, dado que se engrandeció el territorio a partir de la masacre de su

población.

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‘Gobernar es poblar’ dirá Sarmiento, porque la decisión político-ideológica fue que el

elemento poblacional se construya sobre el genocidio de los nativos y toda resistencia contra la

civilización impuesta, reemplazándola por inmigración europea. Poblar consistía entonces en

matar a la población que existía y trasplantar otra. Esto lo denunciará el propio Alberdi, en su

última etapa de las que mencionábamos anteriormente, en cuya oportunidad hace la crítica a los

civilizadores sobre cómo construyeron el Estado liberal. No obstante, en la época de las ‘Bases’

sostenía que necesitábamos traer europeos porque tenían la cultura del trabajo en los genes, y

en cambio acá –dicho coloquialmente- ‘los negros son vagos’. El discurso de la actual tilinguería

porteña empieza ya con la antinomia: civilización o barbarie. De modo que la idea de que los

negros no sirven para trabajar, es vieja como la historia nuestra, la del profundo desprecio de la

oligarquía por los sectores populares. Ese discurso racista y discriminatorio en efecto, fue parte

fundante de nuestro Estado moderno, en consonancia con la Razón imperante –aquella

calculadora, racionalizadora- que justifica la dominación y que niega sistemáticamente al Otro.

De manera que transformaron el elemento poblacional, y no sólo de la población nativa,

pues tengamos en cuenta que el genocidio el más importante de los que mencionamos fue el de

los gauchos, donde se estima –siguiendo los cálculos de Jauretche- que se masacraron entre

cuarenta y cincuenta mil gauchos, porque eran -como relata el Martín Fierro- rebeldes, se

resistían al orden que pretendían imponer y si veían una injusticia estaban dispuestos a pasarse

al bando de los indios, porque en última instancia vivían en las mismas condiciones, con la

diferencia de que del lado “civilizado” un juez disponía que debían ser soldados de los fortines

defendiendo intereses que no eran los suyos. Entonces esa mano obrera no disciplinable para el

trabajo capitalista era la que había que eliminar y suplantar por europeos, dicho literalmente en

las ‘Bases’ de aquel Alberdi liberal; el mal de la Argentina es la extensión y debemos poblarla

con quienes traigan el trabajo en sus genes, dicho en términos actuales.

Ahora bien esa inmigración esperada era la proveniente del norte de Europa, sin embargo

los que vinieron fueron los europeos del sur escapándole a la escasez de ratas, dicho

brutalmente. Eran en su gran mayoría campesinos buscando cómo sortear al hambre primero y a

la represión después. Lo que más nos permite entender esta cuestión de cuál era la

intencionalidad política y quiénes efectivamente vinieron, es el hecho de que las oficinas de

promoción de la inmigración para la Argentina se habían instalado en París, Bruselas, Londres y

no en Sicilia o Andalucía, por ejemplo, que fue lo que consiguieron porque estaban

desesperados. Pues debemos considerar que para exiliarte de tu país y emigrar a otro, uno tiene

que haber perdido las esperanzas, tener todo perdido, pensar que ya nada te ata a tu suelo, o

bien creer que los hombres sólo se salvan individualmente, para lo cual también debe haber roto

muchos lazos con su lugar.

En conclusión, el genocidio de los gauchos y pueblos originarios fue la base de constitución

del Estado argentino moderno, del cual hoy somos parte porque muchos de nosotros somos

hijos de esas generaciones de inmigrantes. Aunque tampoco somos el conjunto de la población

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argentina, la idea de que los argentinos bajamos de los barcos se desmiente cuando uno ve el

rostro de las mayorías dentro de los sectores populares que claramente no tienen una matriz

europea, mucho más aún si vamos a las provincias del noroeste argentino, donde se ve

claramente el mestizaje. Si uno busca imágenes de los vendedores de principios de siglo, nota el

color más oscuro en la piel, lo que demostraría que en Argentina las poblaciones originarias se

cruzaron con los blancos, aunque el sector más acomodado trató de no hacerlo, porque

inscriptos en aquella matriz ideológica que señalábamos, consideran que ‘lo negro destiñe’.

Toda esa mezcla debía homogeneizarse culturalmente para construir una identidad nacional,

pensemos que incluso los propios inmigrantes venían hablando distintos idiomas de sus naciones

de origen, en Italia por ejemplo, el toscano se impone recién entrado el siglo XX y en España

también tenían distintos idiomas catalanes, vascos, castellano.

En consecuencia, se fueron dando procesos de asimilación de esas inmigraciones,

prácticamente como en ningún país del mundo, y esto fue uno de los grandes aciertos que uno

podría reconocerle a la oligarquía. La expansión de escuela pública fue un instrumento esencial

para disciplinar esa mano de obra pero también para integrarla, eso permitió cánones europeos

de alfabetización desde la generación del 80 incluso hasta nuestros días. Ya teníamos casi 100%

de escolarización primaria, cuando en el resto de la región ni se acercaban al 50%. De hecho, por

qué le cantamos himno a la bandera y el culto a los símbolos nacionales -lo que un europeo

progresista acusaría de fascismo- porque había que hacer argentinos a hombres que no lo eran.

El otro gran homogeneizador fue la historia oficial o mitrista, porque lo que construyó fue la

historia desde los ojos e intereses de la oligarquía y al escolar que había que hegemonizar había

que hacerle creer que la historia argentina era la historia del protagonismo de la oligarquía con el

fin de que no la cuestione. Es una historia donde lo patriótico es una especie de fósil de bronce

pensado desde las grandes personalidades que forman el panteón de la nacionalidad que había

que idolatrar, en lugar de pararse términos de disputas de intereses y de procesos históricos

según cuales predominen. Por eso Jauretche habla de la política de la historia destinada a

desorientarnos de los fines nacionales, en efecto “la falsa historia comienza a funcionar no sólo

por la desvirtuación del pasado (…) sino como un sistema destinado a mantener esa desvirtuación

y prolongarla en lo sucesivo imponiéndola para el futuro por la organización de la prensa y la

enseñanza, de la escuela a la universidad, con una dictadura del pensamiento, esa que señala

Alberdi, que hiciera imposible esclarecer la verdad y encontrar en el pasado los rumbos de una

política nacional. Esto era una exigencia de la estructura económica que se creaba por la

aplicación lisa y llana del liberalismo económico, que coincidía en esos momentos con los

intereses de la dominación de Gran Bretaña, pues su fundamento era la división internacional del

trabajo.” 9

9 Jauretche, Arturo. “Política Nacional y Revisionismo Histórico”, Ed. Corregidor, Buenos Aires, 2006. Pág. 17/18.

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Respecto a la cuestión cultural el modelo tomado fue Francia, de hecho para la oligarquía

era mejor pensar en América Latina –por eso se impuso sobre otros conceptos como

Iberoamérica por ejemplo- porque eso nos unía a los franceses en tanto latinos, recordemos a

modo ilustrativo cómo Victoria Ocampo se jactaba de hablar previamente francés que español.

Por último, lo militar era particularmente de influencia prusiana, luego de su triunfo en la guerra

franco-prusiana donde se erigieron como el ejército mundialmente más fuerte.

Con todas las características expuestas se construye entonces el Estado argentino, en el que

su elemento: poder se consolida a partir de la construcción de un Ejército que reprima a todas las

fuerzas populares internas que cuestionaba el poder de Buenos Aires, cuestión que empieza ya a

gestarse con Sarmiento en el poder, que se termina de profesionalizar con Roca -sumando la

obligatoriedad del servicio militar- y cuyo debut de fuego fue aquella campaña genocida del

“desierto”. Con Julio Argentino, se consolida además, toda la burocracia del Estado y con esto

termina de configurarse el Estado moderno argentino en relación de dependencia con el imperio

británico.

A modo de conclusión y apretada síntesis, señalemos que “la construcción de los Estados

periféricos fue el fruto de la disputa entre dos fuerzas que (pusieron) sus intereses en paralelo en

un punto, pero que luego (tuvieron) intereses contradictorios en la determinación del Estado, es

decir, en cómo ha de estructurarse (…) esa sociedad nacional tanto en lo interno como en sus

relaciones con el resto de los países del mundo, principalmente con los Estados centrales. Los

Estados Nacionales, entonces, surgieron en el marco de estas fuerzas contradictorias. Una, la

impulsada por el Pueblo, que transita de la Colonia a la Nación y toma impulso en contra de la

integración subordinada a la economía mundial y otra, en cambio, que se desprende de la vieja

dominación aunque su rumbo es hacia la integración a las nuevas formas de subordinación

política y económica a los emergentes centros de poder mundial, motorizada por la oligarquía. En

lo económico esta última fuerza planteaba la integración plena a la división nacional del trabajo y

en lo político tuvo en América Latina un discurso librecambista que beneficiaba ampliamente a

las potencias industrializadas. Aún con estas fuerzas contradictorias –pero que se conjugan para

romper con el hecho colonial- el proceso es sustancialmente diferente al proceso de surgimiento

de las Naciones europeas, en donde se parte de una Nación generalmente con colonias, para

finalmente conformar un nacionalismo imperialista aún más agresivo, avanzando sobre la

soberanía de otros Estados.”10

10

Koenig, Marcelo en“Combatiendo al capital. Una perspectiva sudamericana del estado nacional en los tiempos de la globalización y la exclusión.” De la campana, La Plata, 2010. Pág. 515.