Construcción y Mantenimiento de Viviendas de Albañilería - Autoconstrucción

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    1maonograflas~ceacde la construccienJose G rin an

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    ~ onograflas~ceac _-------------dea construccion

    EncofradosJose Grinan

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    Introducci6n

    EDICIONES CEAC, S.A.Peru, 164 - 08020 Barcelona (Espana)19.' edicion: Junio 1989ISBN 84-329-2951-4Deposito Legal: B-25234- 1989Impreso porGERSA, Industria GraficaTambor del Bruc, 608970 Sant Joan Despi (Barcelona)Printed in Spainlmpreso en Espana

    AI iniciar el presente trabajo nos empuj6 un doble ob-jeto: orientar a los iniciados en este arte, mediante elestudio de diversos casos de encofrados en las distintaspartes de una obra, y el de cubrir un hueco en estacolecci6n puesta al alcance de los futuros tecnicos dela construcci6n, en donde hallaran una serie ordenada decasos que podran sacarle del apuro en los prirneros pa-sos de su vida profesional.Ya comprenderan nuestros lectores que es material-mente imposible crear una obra que comprenda todoslos model os y tipos de mol des y encofrados posibles,ya que estos son infinitos, y por mucho que extendie-ramos esta obra, siempre habria casos nuevos, distin-tos. Por eso aquf exponemos unos cuantos casos, de losque el lector puede aprender 10 fundamental, el almade este importante oficio, aplicables a cuantos problemasse Ie presenten.Naturalmente, de aquf debe sacar el lector la idea,el concepto, no el caso concreto, ya resuelto, pues lascaracteristicas de los elementos de un encofrado depen-den de las fabricas de hormig6n previstas, ya que seranmuy distintos los encofrados para vigas de cimentaci6nque para vigas de pisos, y aun dentro de estes habraque atenerse a las caracteristicas de cada caso.EI encofrador debe saber c6mo obrara mecanicarnen-te el hormig6n al ponerlo en el molde, ya que de eseconocimiento dependera el disponer bien y adecuada-mente dimensionados los embarrotados, bridas, codales,latiguillos, etc., etc. EI desconocimiento absoluto de esamecanica puede provocar desast res irreparables.

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    EI dominio de esa meceruca de que venimos hablan-do se hace bien patente si el lector se detiene un mo-mento a pensar que, de ordinario, no se incluyen pianosde encofrados en las obras de hormig6n, sino que sim-plemente se dibujan las obras tal y como han de quedardefinitivamente, es decir, los contornos de pilares, vigas,voladizos, etc. Queda al encofrador la concepci6n y con-fecci6n de cada tipo de encofrado, elementos de seguri-dad, etc. La practice, pues, es tan necesaria en nuestramateria como la teoria, ya que nos ensefiara a resolvercientos de casos en que otros rencofrados similares entodo 0 en parte ya fueron debidamente resueltos satis-factoriamente.

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    I . Generalidades

    E L H OR MIG ON E N C AB EZ A D E L A C ON STR UC CIO NDe la misma manera que cualquier titular deportivo, encabezamos estamonografia, con la que cerramos el cicio de LA MADERA EN LA CONS-TRUCCION. Efectivamente, la tecnlca del hormig6n ha alcanzado Iimitesinsospechados y hoy marcha en cabeza de cuantos materiales componenla primera divisi6n de la construcci6n.Hist6ricamente hablando, el hormig6n es de muy reciente invenci6n,aunque, por otra parte, ya era conocido al menos por los romanos, sibien no conodan mas que empiricamente el proceso de fraguado. Toda-via hoy perduran obras de aquellas remotas epocas en las que el hormi-g6n, 0 mejor, los morteros hidreulicos, eran ernpleados como aglome-rantes.Parece ser que fue el ingles John Smeaton, alia por el aiio 1756, el

    que logr6 entrever algo de 1 0 que sucedia en el proceso de fraguado delas cales. A principio del siglo pasado, serfa Vicat el que produda losprimeros cementos al cocer mezclas determinadas de arcilla y caliza. Noobstante, aun habian de transcurrir bastantes afios hasta que se lIegaraa la producci6n comercial 1 0 cual ocurri6 hacia 1824, en que el ingles JohnAspdin obtuviera a elevadas temperaturas, de una mezcla definida de calapagada y arcilla, un producto que denomin6 cemento Portland, ya quese pareda a la piedra existente en Portland, en el Condado de York.Modernamente, con el sistema de los hornos rotatorios, la producci6ndel cemento artificial se ha incrementado enormemente, hasta el punto deconstituir su desarrollo un [ndice claro de la economia de los pueblos.EI campo de aplicaciones del cemento es inmenso, yes, sin duda, unmaterial indispensable en la construcci6n moderna. Este incremento con-7

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    siderable en el empleo del cemento, se debe a sus propiedades, que, enu-meradas muy ligeramente (1), son las siguientes:a) Resistencia al fuego.b) Duraclon il imitada de las construcciones.c) Gran resistencia a los esfuerzos exteriores.d) Bajocosto.e) Es moldeable.Esta ultima propiedad, principalmente, es la que ha jugado un papelmuy importante en el hecho de que se empleen los hormigones aun enobras de diversas formas, ya que basta con disponer de un molde 0 enco-frado suficiente y adecuado.Por esta causa, el campo de aplicaclon del horrniqon es practicamenteilimitado ya que en la actualidad se utiliza para cimientos de obras, es-tructuras de edificios, obras de ingenieria, depositos, obras de puertos,presas, elementos premoldeados y prefabricados, etc.

    M AT ER IA LE S Q UE F OR MA N E L H OR MIG ONEI horrnlqon es una mezcla mecanlcernente obtenida de un aglome-rante, el cemento, y una dosificaci6n determinada de aridos: arena y gra-va, amasados con la cantidad de agua suficiente. La masa asi obtenidatiene la propiedad de fraguar, endureciendose con el tiempo. En estamezcla, es el cementa el elemento que actua como activador de eseendurecimiento que al principio es rapldo, haclendose mas lento despues.La resistencia 0 dureza obtenida de la mezcla citada varia dentro deciertos Hmites con la cantidad de agua que se emplee, de manera que sise fabrica un horrnlqon excesivamente seco, la resistencia obtenida seramenor que si empleados la cantidad de agua optima. Tarnblen decrecegrandemente aquella conforme va aumentando la centldad de agua. Enla figura 1, mostramos un grafico en que se relaciona el codente agual

    cementa y la resistencia obtenida con la mezcla. Se supone que los aridoshan side bien dosificados, de 10 cual tamblen hablaremos.Estudiando quimicamente el cemento, se ha lIegado a la conclusi6n deque es el silicato trlcalclco el factor que determina el fraguado, de maneraque es la cantidad de esta sustancia en un cemento la que determina labuena calidad de este.Los cementos con buena calidad de cal y bien cocidos, son los quedan mayor resistencia en el fraguado. EI cociente de dividir el contenido( 1) La tecnica del cementa en sus multiples aplicaciones: morteros, hormigones, etc.,

    la encontrare el lector en la monografra n." 33 TECNICA Y PRACTICA DEL HORMIGON AR.MADO, Iirnltandose a una sucinta nocion antes de entrar en nuestra materia, intimamenterelacionada con la tecnica del horrniqon armado y de masa.

    8

    100"4

    75" / .

    50%

    25%II II

    Figura 1 0,1 0,2A g U Q

    Cemento0. 3 q4

    de cal por la del resto de los componentes (silice + alumina + oxide dehierro), recibe el nombre de modulo de hidraulicidad. Este numero suelevariar entre 1,7 y 2,2 en los buenos cementos.EI color predominante en los cementos es el gris verdoso, y despuesde fraguado, en el hormlqon, adquiere una tonalidad predominantementegris azulada.ALGUNAS PROP IEDADES MAS IMPORTANTESQUE D EB EN R EU NIR L OS MA TE RIA LE S

    Durante el fraguado del mortero u hormiqon, se desprende calor de lamasa, como consecuencia del proceso quimico que en ella se efectua parala transformacion de unos componentes en otros. Este calor depende engran manera de la dosificaclon 0 cantidad de cemento, de la cantidad dearidos, del agua, de la temperatura exterior, etc. Parece ser que la maxi -ma cantidad de calor desprendido, 0 mejor dicho, la maxima temperaturaque lIega a alcanzar una masa, se produce entre las diez y las doce horasdespues de su amasado. Esta variedad de temperaturas y, por tanto, sudiferencia con la del ambiente, origina que no sean iguales las temperatu-ras en el nucleo de la masa Q pieza ya moldeada y las de las capas 0 zonasmas proxirnas al exterior , por 10 que son de temer grietas y hay que adop-tar ciertas precauciones.En determinadas circunstancias, se requiere un rapido endurecimientode la masa empleada en la obra, por 10 que se suele emplear los lIama-dos cementos de fraguado rapido, para 10 cual se emplean los alcalls. Enotras ocasiones, en cambio, puede interesar que el fraguado del cementosea lento, 10 cual podemos conseguir con pequefias dosis de yeso, anhi-drido sulfurico, e tc .

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    Para el endurecimiento de la masa de hormig6n se necesita bastanteagua, por 10 que es muy conveniente el regado de las obras de hormig6ndurante muchos dfas despues de su puesta en obra, 0 de su fabricaci6n,si se trata de piezas premoldeadas, es decir, preparadas y fabricadasfuera del lugar que han de ocupar definitivamente en una obra.LOS ARIDOS

    Son estes la arena y la grava, pudiendose esta subdividirse a su vezen gravilla y grava propiamente dicha. La arena comprende granos desdemedio miifmetro hasta los 7 mm de diametro: la gravilla, desde los 7 mmhasta los 25, y desde aquf a los 60 a 65 mm, ya se llama grava.Por 10 general, gran nurnero de arenas son buenas para la fabricaci6nde hormigones, siempre y cuando no contengan ciertas sustancias nocivas.Si la s a renas 0 gravas cont ienen arci ll a en terrones 0 pegada, son un granenemigo del hormig6n, pero, por el contrario, si es en polvo y en pequefiacantidad, favorece el endurecimiento.EI carb6n, materias orqanlcas, grasas, etc., no deben permitirse nun-ca. EI agua, asimismo, tambien debe reunir ciertas condiciones, pudien-dose afirmar que las aguas potables son, en general, buenas para elamasado.En la dosificaci6n 0 mezcla de los aridos es preciso que existan detodos los ternafios, de manera que no se formen demasiados huecos, y asf,al ariadir el cemento, este ocupera el resto de los huecos que hayan dejadolos eridos. formando, bien mezciados todos estes materiales, una masauniforme y compacta.En cuanto a la grava, puede ser de canto rodado (de superficies Iisas)o grava procedente de machaqueo (aristada y de caras rugosas). Por 10general, suelen ser estas ultimas mas conveniente que las primeras, peroesto tiene muy poca importancia, ya que las resistencias definitivas obte-nidas varfan poco.Es fundamental que los aridos soporten por separado, como mfnimo,los mismos esfuerzos a los que se de see trabaje el hormig6n ya terminadoy endurecido.Un procedimiento muy sencillo para obtener el volumen de huecos deuna determinada mezcla de arldos, es como sigue: basta con tomar unamuestra de dicha mezcia, y cubicarla en un recipiente, en seco; una vezhecho esto, se vertera agua hasta que salga al nivel de los arldos. Esteagua que hemos echado y cuyo volumen sabemos, habra Ilenado todos loshuecos exist entes en los aridos.Este volumen de huecos es muy importante, ya que el es el que deter-mina la cantidad de cemento necesaria para obtener una masa compac-ta, maciza. Interesa, pues, que exista una escala 0 gama de tamarios deer i dos Asf, si el mayor tamefio de grava que nos interesa para una deter-10

    minada obra es de 35 mm, conviene que los hue:os que dejan (que. se-ran grandes) se rellenen con otra grava mas peque~a; los ~ue estos dejen,con otra de tamario adecuadamente menor, y aSI sucesivarnente , hastaque lIegamos a la arena mas fina, supongamos de medio miifmetro, yde ahl ya el cemento, que ecabara por cerrar los huecos restantes.En la figura 2 vemos un ejemplode cuanto decimos, suponiendo queson circulares las secciones de cadaelemento de grava empleada.Para determinar la dosificaci6nmas conveniente cuando tenemosnecesariamente que emplear unosciertos aridos por no disponer de

    otros, existen las lIamadas curvas 0parabolas granulometricas, quecorresponden a las expresiones grafi-cas de los cribados de los aridos re-feridos. Veamos un ejemplo: Figura 2

    75 %7 1 '1 0 - - -61k

    37%---

    IIII f II

    5 10 15 20Figura 3

    1 1

    25%

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    Se traza un sistema de ejes cartesianos, es decir, dos rectas perpen-diculares, tal como se indica en la figura 3. En la linea horizontal, 0 ejede las abcisas, se lIevan, a una escala que nos interese por las dimensio-nes del papel, divisiones que representan IQSdlametros en mlllmetros delos diferentes tamaiios de aridos. En la linea vertical, 0 de ordenadas,iremos colocando los tantos por ciento que pasan de cada tamaiio a travesde una colecci6n de cribas.Si suponemos que a traves de una criba de mall.a de 20 mm, que esel tamaiio maximo que vamos a admitir en un cierto hormig6n, es eltotal del arido de que disponemos, lIevaremos sobre el punto de abcisa20 mm un punto y elevaremos la vertical hasta encontrar a la horizontaltrazada en las ordenadas que corresponden al 100 %. Asf obtenemos elpunto mas alto y mas a la derecha de la curva de cribado. Despues, toma-remos otra criba de malla mas cerrada, por ejemplo de 15 mm, y su-pongamos nos da que pasan el 92 % de los arldos, Llevaremos a la curvadicho punto, como siempre, elevando la perpendicular en el punto de laabcisa de 15 mm y por el eje de ordenadas la horizontal por el puntocorrespondiente, ~n la escala convenida al 92 %. Despues, con una cribao tamiz de malla de paso 10 mm, suponemos que pasan el 61 %, puntoque lIevaremos a nuestro sistema de ejes coordenados; y por ultimo, porla criba de paso 5 mm, nos pasa el 37 % del total.Con estos datos, ya podemos dibujar nuestra curva de cribado corres-pondiente a la clase de arldo de que disponemos. Naturalmente, esta cur-va sera mucho mas perfecta, es decir, correspondera de un modo masexacto a la realidad si tenemos a mana un buen juego de cribas, de ma-nera que al ir tomando puntos de abcisa poco distante el uno del otro,podamos dibujar una curva casi continua en lugar de una quebrada delargas rectas.La curva que hemos obtenido, la tenemos dibujada en la figura 3 atrazos. Ahora bien: a traves de muchas experiencias se ha lIegado a la de-terminaci6n de f6rmulas que dan curvas de arldos con los cuales ladosificaci6n es perfecta. Las mas conocidas de entre elias corresponden aFuller, que tiene por expresi6n algebraica:

    % de peso que pasa = 100 V - : - -en que d es el dlarnetro de las mallas de cada criba y D el tamaiio delarldo maximo a emplear, y la de Bolomey, que tiene por expresi6n

    % de peso que pas, = 10 + 90 V dD12

    dando valores a d y como ya conocemos cual ha de ser D , vamos obte-niendo los tantos por ciento que lIevaremos sobre las ordenadas. En lafigura3, y para el caso que estamos desarrollando, es decir, para D =20milfmetros, hemos dibujado la curva de Fuller correspondiente. (LIneagruesa.)Se aprecia que en la mezcla de arldos que hemos tomado tenemos unafalta de gruesos, ya que pasan mas arldos de los que nos interesan (se veen la figura que para el tamaiio de 15 mm pasa el 92 %, y para ese ta-maiio en la parabola de Fuller deberfan corresponder el 85 %), y que esnecesario aiiadir gruesos 0 quitar finos. Esto ultimo parece ser convenien-te, ya que para tamices comprendidos entre los 0 y 10 mm, la curva quedapor debajo de la de Fuller. En consecuencia: debemos de aiiadir gravacomprendida entre los 10 y 15 mm, para que nos suba la curva y ternblenentre los 0 y 10. Haremos otro tanteo con las nuevas mezclas asf obtenidashasta conseguir una curva 1 0 mas cercana a la parabola de Fuller 0 la deBolomeu, de caracterfsticas muy similares y que queda un poco por en-cima de equella.Los tamaiios meximos de los arldcs no se eligen a capricho, sino quevienen determinados por la clase de obra, espacio comprendido entre lasbarras de las armaduras, encofrados, etc.EI agua es tamblen elemento importante en la mezcla, de manera quese Ie prestara especial cuidado. Segun la cantidad que Ie agreguemos auna mezcla de aridos y cemento, obtendremos una pasta seca cuando elagua aiiadida apenas de sensaci6n de tierra mojada al hormig6n; cuandodicha cantidad de agua es normal, pr6xima a la 6ptima, segun vimosen el grafico que representa la figura 1, entonces obtendremos un hormi-g6n de consistencia espesa, 0 normal, manejable. A mayor cantidad deagua se vanobteniendo los hormigones blandos, fluidos, etc., que sonpoco aconsejables, por disminuir la resistencia de la obra. Naturalmente,los elementos de obra imponen a veces un determinado tipo de hormi-g6n, ya que, por ejemplo, en hormigones en masa, en piezas grandes,como cimientos, muros, etc., en donde por aiiadidura puede utilizarsevibrador, son convenientes los hormigones mas bien secos y, en carnblo,en piezas de pequeiias dimensiones en donde van armaduras y encofr~-dos que reducen el facil manejo del hormig6n habra que utilizar horrni-gones de tipo mas blando.Otros factores que tarnblen intervienen en la bondad de un hormig6nson aquellos que guardan relaci6n con el cuidado con que se amase, biensea a mane 0 en hormigoneras: las precauciones que guarden paraponerlo en obra, uno de cuyos cuidados mas importantes es el de noecharlo desde cierta altura, ya que se rompe la unidad de la mezcla, al caerprimero los elementos mas pesados, es decir, la grava gruesa, y asf sucesi-vamente; la temperatura ambiente y la humedad tambi,en son factores ano despreciar, sobre todo el primero; el mantenerlo humero durante uncierto perfodo, etcetera.

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    EL H OR MIG ON EN SU ccM IN ORIA DE EDAD

    Hemos hablado ya de que el hormiqon se obtiene al mezclar mecaru-camente unos ciertos arldos y cemento, afiadiendo agua para provocar endicha mezcla las reacciones quimicas que, tras un primer periodo de fra-guado, entren francamente en el endurecimiento. Pero el hormlqon se lIevao pone en obra como una masa blanda, sin forma, que se extiende ho-rizontalmente cuando mas fluida es. En estas condiciones, de poco nos ser-viria si 1 0 que necesitamos es construir unas piezas determinadas, prl sma-ticas, como pilares, muros, vigas, de seccion circular 0 de cualquier otraforma que haya marcado el proyect ista.Para ello, segun hemos dicho ya, el hormig6n moldeable, es decir,que encerrado dentro de unos limites, al cabo de cierto tiempo, dicho

    horrnlqon habra formado un bloque con la superficie identica a la queinteriormente tenia el molde, con la cual estuvo en contacto y Ie retuvoen su expansion.Por tanto, durante este primer periodo, durante esta minoria de edaddel hormlqon, en que no cumple funclon resistente alguna, necesita deunos moldes, que Ie sirven a la vez de retencion a su natural expansionde masa amorfa y para darle la forma que nos interese tenga en el futuro.Todo esto ya nos dice algo muy importante, al mismo tiempo que noscrea unos serios problemas y preocupaciones: estos moldes deben ser 1 0suficientemente resistentes para soportar todo el peso del hormlqon, ar-maduras, etc., ya que absolutamente ninguna mision resistente se Ie puedeconfiar al hormig6n, no solo cuando se pone en obra, sino durante unperiodo mas 0 menos largo, 10 cual depende de la pieza 0 elemento de

    que se t ra te.Pero no todo consiste en colocar un molde 1 0 suf icientemente resis-tente como para soportar la carga que posteriormente debe recibir del

    horrniqon, armaduras, vibrado, etc., sino que ha de ser construido de ma-nera que luego, cuando el horrniqon ya se ha endurec ido 10 suficiente parapodersele confiar las misiones para el que ha sido fabricado, se puedaretirar sin entorpecimientos, sin peligro para la obra y produciendo enlos moldes los minimos desperfectos pos ibles.

    No solo entran a formar parte de estos moldes para la puesta en obradel hormig6n aquellos elementos que integran dicho molde, sino que tam-bien hay que contar con los apoyos, andamios, etc., que entran a formarparte de la obra auxiliar que se denomina encofrado y a la cual no sesuele prestar, las mas de las veces por ignorancia, la debida atenclon y elestudio que requiere el proyecto de un buen encofrado. Generalmente,se deja a la experiencia, a la practice en estos trabajos, la confeccion del.'''('ofrado.14

    No debe desdefiarse, pues, la confeccion de un buen encofrado, pro-cediendo con cuidado en cad a una de sus partes, ya que cualquier fallouna vez echado el hormig6n, cualquier reforma, tiene muy mala soluci6n.

    EL EN CO FR AD O CO MO CIEN CIA Y C OM O A RTEEn los paises mas adelantados de Europa existen unas escuelas para

    el estudio del encofrado de obras de horrnlqon, en las cuales, tras des 0tres afios de aprendizaje, varias visitas a obras de importancia y valiosaspractices, se expende un titulo 0 certificado acreditativo de po~eer esosconocimientos. En Espana, y por el momento, no se puede decir que. sehaya dedicado una atenci6n especiaifsima, como bien .merece, a.la tecnJ(:adel encofrado y, salvo en las obras de considerable tmpcrtancre, se dejaal encofrador la preparacion de los moldes adecuados. Pero este enc:o-frador, que debe ria ser un tecnico, la mayoria de las veces es un carp in-tero con pocos conocimientos del horrniqon.En la tecnica del encofrado entran casi a partes iguales la ciencia y elarte: la ciencia, en cuanto toca a las partes resistentes que debe cumpliren su mlsion auxiliar, la facilidad de desencofrar, etc.; y arte, ~or e! gust?en la confeccion de las distintas partes, el dominio de la carpinteria epli-cada a las necesidades que aqui se presentan.Indudablemente el hecho de que un obrero sea buen albafill 0 carpin-tero no puede por 'ello indicar que sea capaz 0 este capacitado para eje-cutar trabajos de encofrado dentro de las garantias ~ue exige la tecnlcedel mismo, sin olvidar en ningun momento 1 0 concerniente a la parte eco-nomice, que es base de la construccion. .Debe exigirse pues, al encofrados, que domine la construccion del hor-mig6n, los problemas que presenta, ademas de su maestria en el arte dela carpinteria. . .Por tanto, un buen carpintero montara un encof~ado, Sl se qUle.re,perfecto, desde el punto de vista de su arte, es decir, con gusto,. ~Ie~clavado y sus piezas bien distribuidas. Pero esto de poco nos servrra Slno esta calculado para resistir los esfuerzos enco~endados a lo~ moldesen los primeros momentos de Ia vi.d? del horrniqon. Esta tecnica cons-tructiva es, pues, la que debe adqulrir el que quiera ser un buen enco-frador.Otra parte que [ames se debe olvidar es la del des.encof~ad? No bast?con montar un molde perfecto, desde el punto de vista tecmco y ~~ca-nico sino que hay que tener en cuenta que, una vez cumplida la mlslonconflada al molde y ya una vez entrado el hormlqon en su mayo~ia deeded, en que ya puede valerse por si mism?, ese molde ha de retlrarsecon facilidad, sin operaciones complicadas, Sin destrozo de mad~ra 0 delmaterial empleado, antes bien procurando sacar totalmente [nteqros

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    n ! " ' I ' i.!cuantos mas elementos empleados en el molde mejor, ya que con ello serebaja enormemente el precio del encofrado y de la construcci6n, capitulomuy importante en toda obra. Por eso el montaje del encofrado debe estarprevisto para un facil desencofrado.Hemos rozado de paso la cuesti6n del ahorro en esta materia y ellector nos perdonara si a 1 0 largo de este l ibro insist imos repetidas vecesen ello, ya que los encofrados en una obra representan un capitulo degastos muy considerable, por 1 0 que es fundamental estudiar previamenteuna obra antes de lanzarse alegremente a confeccionar tableros y moldes,ya que la economia obliga a utilizar los mismos moldes el mayor mimerode veces posible.

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    II. H erram ienta s y ma te ria l

    HERRAM I ENTA S

    Las herramientas que emplea el encofrador en sus obras son muy dis-tintas y variadas, aunque se puede decir en terrnlnos generales que sonldenticas a las que puede usar el carpintero corriente en sus trabajoshabituales.En las flguras 4 a 13 presentamos las mas importantes de estas herra-mientas, las cuales vamos a describir brevemente:Comenzaremos por la sierra de carpintero, que este representada enla figura 4. Esta sierra, como puede apreciarse, consta de una hoja dedientes oblicuos, que al moverse sobre una mismo linea, cortan la ma-dera. Lleva unas ernpufiedures en los extremos de la hoja, que permitengirar esta y darle la inciinaci6n conveniente. Un par de brazos y un lar-guero. Para tensar todo el sistema se emplea una cuerda que se arrollasobre sf misma y que se sujeta una vez bien tirante, por reducirse sulongitud, al trenzarla, con un trevesafic, que se pasa al otro lado del lar-guero, de manera que Iesirve de tope.Otro utensilio es el cepillo (flgura 5), cuya flnalidad, segun indica sunombre, es la de cepillar madera y rebajar esta en los grosores que nosinteresen. Estel formado por un cuerpo, con una caja central, rectangular ,un asidero, y la cuchilla 0 juego de cuchillas. Una cufia aprisiona a lacuchilla, haciendo presi6n con un tornillo.EI serrucho, que se ve en la flgura 6, consta de un mango y una hojagrande, de forma mas 0 menos trapezoidal, que esta dentada y que cortao sierra por empuje. Con el serrucho se obtienen los aserrados de tablas,brldas y piezas pequefias, para darles ya la dimensi6n definitiva y lascorrecciones que sean necesarias.

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    Figuras 4 a 13

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    Para nivelar los encofrados y, a la vez, ser ternblen util en la opera-ci6n de aplomado, se utiliza el nivel de aire 0 de burbuja (figura 7).Este nivel en nada difiere de los que usan los albafiiles, y consta de unoo dos niveles; en este ultimo caso, uno es vertical, colocados en una cajade madera y de forma que la superficie del nivel es exactamente paralelaa la cara inferior de la caja, esto es, la linea tangente al tubo de crista I(que no es cilfndrico, sino ligeramente curvado), cuando la burbuja estacentrada, es paralela al plano inferior de apoyo de la caja.EI martillo (figura 8), adem as de la cabeza maciza, tendra por el ladeopuesto unas ufias que servlran para arrancar los clavos mal colocados,torcidos, etc., asf como hacer algunas hendiduras en la madera. General-mente, son de mango corto, ya que 5e suele IIevar en el bolsillo 0 atrave-

    sado en pistolera tras el c intur6n.Para guardar la verticalidad de las piezas se utiliza la plomada (figu-ra 9), que consta de un plomo (esto no quiere decir que el cuerpo pesadoque IIeva en la punta sea de metal IIamado asf, ya que habitual mentesuele ser de hierro) y un hilo. EI plomo va en un extremo y por el otrodel cordel se suele colocar un ojo, es decir, una pieza metallca, cuadrada,cuyo lade es el mismo que el dlametro del plomo, que suele ser de formac6nica. De esta forma, para aplomar una tabla, se apoya uno de los ladosdel ojo contra dicha tabla y el plomo debe de rozar la tabla. Basta haceresta operaci6n en puntos distintos para aplomar la pieza.La barra de pata de cabra (figura 10) es una pieza maciza de hierrode unos 35 a 45 ern de longitud, una de cuyas puntas, como se ve en lafigura, esta curvada y que edemas IIeva un corte 0 pata de cabra que seutiliza para sacar los clavos, para desencofrar, ernpleandolo a modo depalanca, etc.EI serrucho de vaciar 0 de calar (figura 11), es un pequefio serruchoque se utiliza para los vaciados. Consts de una pequefia hoja, muy estre-cha, y el asa 0mango.EI hacha del encofrado (figura 12) se utiliza en el desbaste de la ma-

    dera, en aguzar y hacer hendiduras. Consta de una cabeza con hoja aflladaen el mismo sentido que el mango.La rnaza 0 martillo grande, tambien IIamado el mazo, el macho (figu-ra 13), etc., como su nombre indica, es un martillo de gruesa cabeza, cuyautilidad principal es la de clavar estacas y piezas en general gruesas ytoscas.Adernas de todas estas piezas ya descritas, no hay que olvidar las te-nazas, barrenas, metro y laplz de carpintero, la lima 0 escofina, la escuadra,etcetera.Estas son, en terminos generales, las herramientas usuales del buenencofrador, con los materiales necesarios para el desarrollo de su trabajo,como clavos, alambre de atar, etc.

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    CLAVAZONEn la tecnlca del encofrado el arte de clavar difiere enormemente des~ ~om6ni~a en la carpinteria. En esta se busca que el clavado de lasdlstl~tas piezas tenga la maxima duraci6n, la mas perfecta uni6n entrelas prezas, ya que todo esta presidido por un unico fin: la duraci6n Encambio, en el encofrado es muy distinto. Una vez que el molde ha servidopara albergar el hormig6n hasta su total fraguado, es necesario desen-cofrar, las mas de las veces desclavando, levantando las clavazones de~anera que las tablas de madera sufran 1 0 menos posible, para poder uti-llzarlas en otras piezas de obras similares. Po r tanto, la clavaz6n en elencofrado busca un doble fin:1 . La uni6n de las tablas para que estes puedan soportar est ric ta-mente los esfuerzos a que deben quedar sometidos, pero no excediendoseen que la clavaz6n sea mas robusta de esta necesidad.2. La fa.cilidad de desencofrado. Si empleamos clavos de mayor dia-metro y lonqitud que los adecuados (y que aproximadamente iremos in-dicando en los distintos casos de encofrados que presentaremos a 1 0 largode esta monograffa), la dificultad de desencofrado crece con estas dosmagnitudes, por 1 0 que entorpeceremos la operaci6n del desmoldeo.

    NOMENC L ATU RAComo ya, hemos dicho, ya iremos indicando en cada ejemplo el tipode clavos mas .adecuados ~ara la clavaz6n de las tablas. Conviene, pues,establecer u~ sistema sencillo y general pa_ra distinguir los distintos tiposde clavos, puas. o. puntas de Par~s, que se utilicen. Lo mas corriente se quelos clavos se distinqan por su dlernetro y longitud. Asf un clavo cuyo dia-metro sea de 3 mm y su longitud de 50 mm, 1 0 escribiremos que es unclavo de 30/50, de manera que siempre el primer mirnero lndlcera que ese

    es s~ diamet~o medido, en declmas de milfmetro, y el segundo, que es sulonqitud medlda en mllfrnetros.Las medidas mas usuales de clavos utilizados en encofrados corrientessuelen oscilar entre los 24/50 a 30/70. En clavaz6n de pequefias piezassue len empiearse clavos mas pequefios, tales como el 18/36, yen cambiopara tableros gruesos y tacos se sue len utilizar de hasta 36/85 y aun mas.

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    T AB LA S P AR A E NC OF RA RAunque serfa muy conveniente que en Espana se unificaran los distin-tos tipos de tablas para encofrado con el fin de estandarizar esto, segunse ha hecho en varios parses, 1 0 cierto es que las dificultades de un nor-

    20

    mal abastecimiento y el elevado precio que ha alcanzado en el mercadola madera, empujan al encofrador a emplear cualquier tipo de tabla queIe viene a mano, para 1 0 cual tiene que emplear parte de su tiempo enoperaciones que no Ie son propias de su oficio, aserrando, recreciendo,etcetera, las piezas de que dispone para adaptarlas a los fines que per-sigue.Los gruesos de las tablas para encofrar sue len ser de 2,5 cm, que esmas que suficiente para los moldes, con un ancho que debe ria oscilar 1 0menos posible de los 10 cm, y diversos largos.Con este tipo estandarizado de tablas, se evitaria en gran manera laclasificaci6n de la madera segun los usos que se vaya a hacer de elias,tales como tornapuntas, bridas, embarrotados, cufias, etc.Pero, como decimos, el encofrado se tiene que adaptar a los diversostipos que existen en el mercado para sus distintos usos.

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    III. Encofrado de c im iento s

    E L T ERRE NOLas cimentaciones son los elementos de las construcciones mas fntima-mente ligados al terreno sobre el cual se asientan.Generalmente, los cimientos quedan invisibles, enterrados en el sueloy por debajo de la fabrica vista. Por ello, los encofrados suelen ser mastoscos, menos cuidadosos, edemas de ser menos completos, ya que seutiliza parte del terreno como encofrado, si este se ha excavado con lasdimensiones adecuadas para las piezas de hormig6n que se han pro-yectado.En cimentaciones se suelen proyectar dados para arranque de pilares,vigas de cimentaci6n corridas entre pilares, vigas entre cabezas de pilotes,losas de hormig6n, etc.Cuando la cimentaci6n va enteramente enterrada y el terreno no esduro, de manera que se ha excavado con taludes verticales y con las di-mensiones proyectadas para la cimentaci6n, no se emplea encofrado, yaque los taludes del terreno sirven de moldes. Si se emplease encofrado,se perderfa la madera al no poder sacarla, y edemas no tendrfa ningun

    objeto, ya que el terreno cumplirfa las funciones de equel.A veces no es posible darle al terreno taludes verticales, pero sf sinapenas talud, de manera que el exceso de horrniqon que representarfa elrellenar todo el pozo 0 zanja con hormig6n compensarfa el costo del enco-frado, en cuyo caso tamblen suele suprimirse este, quedando los cimien-tos con un pequefio exceso.En terrenos flojos, en los que no hay la posibilidad antes apuntada,pero que son 1 0 suflcientemente consistentes como para soportar deb ida-mente la masa del hormig6n que gravita sobre ellos, se necesitara encofrarsolamente las partes laterales de la pieza a hormigonar, sirviendo el fon-do del terreno como un tablero mas. En este caso, la anchura de la exca-vaci6n sera un poco mayor de la proyectada con el fin de poder introduciry colocar los tableros laterales con cierta facilidad, asl como, una vez ter-23

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    Correcto lncorredoFigura 14

    minado el perfodo de fraguado necesario, poder .retirar la madera con elmenor desperdicio pos ible.En los casos extremos en que el terreno no pueda soportar la cargadel hormig6n y los cimientos se construyan como vigas entre apoyos masprofundos, se hara necesario e! encofrado del fondo mediante un tablero.Sera un caso similar al de una viga. Se tendra en cuenta que el tablerodel fondo debe clavarse entre los dos laterales, ya que para el desenco-frado se qultaran primero los laterales y el fondo todavfa debera dejarsemas tiempo. Si se clavase debajo de los costeros 0 lat erales, la opera-ci6n de desencofrado sera mas trabajosa, ya que en el desclavado habrfaque hacer esfuerzos sobre el fondo. En cambio si se clava entre los cos-teros, los clavos se sacan lateralmente, apoyando la barra de pata de ca-bra sobre dichos laterales. En la figura 14 indicamos 'las dos maneras ci-tadas de encofrados, para que el lector pueda apreciar las dificultades dedesencofrado que hemos dicho.Para fijar los laterales se suelen utilizar codales, que se apoyan per unextremo en el tabJero y por el otro en el terreno, afianzando de esta ma-nera el molde contra el empuje del hormig6n, tornapuntas 0puntalesapoyados en piquetes, estacones , etc.En el caso en que el terreno no soporte la carga de hormig6n y hayaque poner tab!ero de fondo, se hara preciso un buen rea Ice y apoyo, demanera que dlcho tablero no ceda al echar el hormig6n. Pero habra queten~r sum~ cuidado en la colocaci6n de dichos apoyos, por 10 que se de-bera arnpliar la base de apoyo, es decir, que se dlspondra una tabla talcomo indica la figura 15. Ya con ello, la superficie de apoyo en el terrenees grancfe y, por tanto, la carga por unidad de superficie es pequefia, 50-portando con seguridad el peso que se Ie transmita de la obra.71

    Como medida elemental, se lim-piara siempre el terreno en don dedeba apoyarse un codal de todatierra vegetal suelta, por 10m enos enun espesor en el que estemos segur~sde que el terrene no va a ser masconsistente Y firme.P RE PA RA CIO N D E L OSTABLEROS

    Cuando se trata de una obra depoca envergadura, en la cual s610 sevayan a utilizar los tableros una solavez, por 10 g eneral no eonvendra quela clavaz6n sea excesiva. Con ello se Figura 15abreviara el trabajo del encofrador,tanto en el montaje del tablero comoa la hora de desencofrar.Si los elementos de obra exigeoque el encofrado sea duradero, 10 que equivale a de~i~ q~e se haya deutilizar en varias ocasiones (tal es el caso de una edlflcacicn que. tengauna serie de vigas de cimentaci6n exactamente iguales), es n~c.esarlo qu~se cuiden extremadamente los tableros, para sacarles el maxrmo rendi-miento, ya que laeconomfa en la obra es de notar. .' .Se dlspondran embarrotados para dar mayor resrstencre a las ple;: as,con clavaz6n adecuada. Se pueden utilizar cleves de 26/58, poco mas 0menos, para que adquiera solidez el tablero y pueda r~sistir las diversa.soperaciones de encofrado y desencofrado con las gara.ntl.as de bondad eXI-gidas a todo encofrado, si bien, natural mente, los clmientos son menosdel icados que cualquier otra pieza de la est ruc tura.Por 10 general, los encofrados suelen prepararse en el taller, de rna-nera que en la obra s610 se procedera a su montaje, despues de ser so.n;e-tidos a ligeros retoques para encajar los distintos elementos en su sltio.Cuando se trata de encofrados ligeros, estos pueden ser preparados en lamisma obra de importancia 10 mas conveniente es montar un taller deencofrado e'n ella misma de manera que quedara anulado el capitulode transportes y se facilit~ran las diviersas operaciones de rectificado, re-construcci6n de tableros que despues de un desencofrado han quedado untanto defectuosos, pero todavfa con las garantfas de poderse emplear ennuevos desencofrados.DIMENSIONADO

    Si el terreno es 10 suficientemente consistente como para que la exca-vaci6n pueda mantenerse con paredes verticales, pero la cimentaci6n que-25

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    Figura 16

    da algo por encima del pleno del terreno, habra que emplear unos table-ros para complet~r la falta de altura, tal como se puede ver en la figu-ra 16. Para este tipo ~e encofrado a medias se dispendran los tableroscon sus barrotes de hinca, para fijarlos al terreno. Una carrera ira a todo10 largo del tablero, por su parte superior, en el cual se apoyeren los.puntales y tornapuntas. De trecho en trecho se colocaran unos codales demadera que mantengan debidamente separados los tableros para contra-rrestar el empu je de los tornapuntas 0 punta Ie,. Por 10 general al enco-frar, la separaci6n entre tableros suele ser un poco menor que lemarcadeen _ p royec to, ya que por la presi6n del hormig6n, aquellos tenderan aabnrs~. Por 10 tanto, en conveniente darle a a un centimetro 0 centimetroy medic menos que a la dimensi6n b.

    Hay que tener precauci6n en la adecuada disposici6n de los tornapun-tas y. puntales, ya ~ue si estos. estan mal colocados, flojos 0 a intervalosexcesivarnenta .ampllos, I? ~resl6n del hormigonado (no s610 el que pro-duz~a el hormiqon por sr, sino el resto de operaciones anejas, tales comoel vlb~ado de la ma,sa, atacado, etc.) puede producir flexicnes lateralesqu~, Sl, ~ n la mayorra de los casos no son peligrosas para la obra, sonantle~tetlcas y.pueden inducir a errores en el resto de la obra de fabrica.

    SI el horrnlgon es fluido, habra que cuidar el ensamble de las tablasque componen el tablero total, ya que si no se ha cuidado debidamentepor la~ grie.tas u holgura~ del entablado se colocara el mortero, reduciend~la dosifl cec lon de l horrniqon, produciendo chorreones en las tablas, y, 1026

    que es peor aun, al salir la parte mas fina del aglomerado, cementa yarena, quederan algunas coqueras en dichos lugares.A veces, por la especial disposici6n de los tornapuntas, los tablerostienden a caer hacia adentro, es decir, a reducir la luz, por 10 que suelencolocarse alambres que atirantan y lIevan el encofrado a su sitio. Estost irantes reciben el nombre de lat iguillos .Naturalmente, cuanto mas alto sea el encofrado, tanto mas resistenteha de ser, ya que mas presi6n ejercera el hormig6n sobre los tablerosexistiendo, por tanto, mas peligro de que estos fllexionen y tomen for-ma. En muros de cierta altura, se emplea el sistema de hormigonado portongonadas 0 por capas, con 10 que decrece grandemente el peligro de laflexi6n, al quedar a lturas de hormigonado bastante menores.T AL LE R D E M O NT AJE

    En el taller de montaje y preparaci6n dispondremos de todas las herra-mientas necesarias y que sue len ser las mismas que figuran en un taller decarpinteria de cierta cateqorla. Como la labor principal a realizer es la de laclavaz6n de las tablas, que previamente se habran colocado en su sitio, cla-sifrcadas debidamente por sus tamafios, es muy conveniente disponer demesas de trabajo. Estas mesas se obtienen sencillamente con caballetes ytableros, sobre los cuales iremos apoyando las nuevas piezas a fabricar.

    A LG UN AS ID EA S IN TE RE SA NT ES S OB RE M ON TA JED E T AB LE RO SConocida la longitud de la pieza a encofrar, comenzaremos por buscartablas de la medida dada. En la mayoria de los casos, tendremos que cor-tar la longitud de las tablas 0 afiadlr otras para obtener la longitud exigi-da. Tengamos siempre presente que, como norma general, vale mas efiadir

    que cortar, si esto es posibfe, ya que madera cortada, madera desperdi-ciedas.Lo mas conveniente seria encontrar dos piezas de tabla de madera quesu longitud total fuera la deseada, con el fin de desperdiciar el menormaterial posible. Una vez conseguido esto, y para obtener el ancho de lapieza, habra que unir varias tablas por medio de barrotes, tal como seve en la figura 17. EI primer barrote no se debe colocar a tope con lastablas, es decir, que ambas cosas empiecen al mismo tiempo, sino que sedebe clavar el barrote a un par de centimetros 0 tres, a 10 sumo, masalia del extremo de las tablas. Con ello se evita que los barrotes se des-cleven por efecto de cualquier golpe que reciba el extremo del tablero.Para dar mayor resistencia a los tableros, los barrotes asi clavadosen los extremos se aflanzaran con dos cleves a todas las tablas, 10 queevitara cualquier deformaci6n. EI resto del embarrotado se suele cla-

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    ~1!1'llil~I

    ~ r " 0 0j. 00

    0 Ie ~ "___Barrotes ~'--

    Figura 17var con dos clavos en las tablas de arriba y de abajo, y el resto con un soloclavo. E llo es mas que suficiente para asegura r un buen tablero.No conviene que los clavos queden en los extremos de los barroteso de las tablas, sino que queden desde el lugar de clavado a dicho extre-mo por 10 menos unos dos centimetros y medio, con el fin de que si unade las tablas sufriera algun golpe 0 esfuerzo, no rasgase la madera.Si al clever un clavo se nos tuerce la cabeza, 10 inmediato es sacar lo .Jamas debemos remacharlo y colocar otro nuevo junto a el. Esto serf a depesimos carpinteros. Pero el mal no quedarfa ahi, sino que perjudicaria-mos la tabla, ya que el clavar un clavo abrimos una herida 0rasgadura ensus fibras, luego al poner otro junto a el, esta grieta aumentarfa, debili-tando, por tanto, toda clase de resistencia. De ahi que tab las delgadas 0de mala madera tiendan a resquebrajarse por los cleves.Las tablas a emplear en las piezas de encofrado han de ser de buenacalidad, sin alabeos ni otros defectos que, al poco de usar los tableros, conla humedad del hormig6n y los trabajos a que se yen sometidas en elencofrado y desencofrado, habra que sustituirlas con grave perjuicio eco-n6mico, ya que se derrocha material y mane de obra, con la natural per-dida de tiempo en la buena marcha del hormigonado, que no debe de per-der e l ritmo marcado.En la figura 18, vemos un tablero conforme a las normas indicadas.Se hadimensionado, para dar una idea sobre distancias mas convenientesa que deben ir los distintos elementos que 1 0 integran ( tablas, barrotes,cleves) .Este dimensionado que damos en la flgura 18 no debe tomarse comoregia general, ya que en cada caso particular variara la disposici6n delembarrotado. La altura 0 ancho en el sentido transversal de las tablasy la presi6n que ejerza sobre el encofrado la masa de hormig6n, determi-28

    -~ r;-" s- -00 0 00 0 00

    0 00 - f-f,2SllSS 00 0 0 0 80 '" ~ oL...-....._Figura 1 8

    naran la distancia (y por 1 0 tanto el numero ) de los barrotes a emplear.Para barrotes se suele emplear escuadrias iguales 0 poco m~yores quelas empleadas para las tablas, es decir, de 25 rnrn X 100 o. mas.Para dar mayor clarldad a nuestras explicaciones, denoml.naremos porbarrotes extremos a los que estan al comienzo y final de la pieza, aquellosque se colocen a 2,5 ern de los bord?s d: las ta~las. A I:>s demas, loslIamaremos indistintamente centrales, mterlores 0 mter.mechos.No siempre son suficientes los barrotes para absorbe; los esfu.erzosde f1exi6n producidos por el empuje de la masa de ,hormlg6n no siendoconveniente ni econ6mico prodigar en exceso el numero de est~s. En-tonces, se recurre a las carreras, que son unas tablas que se d:sp~nenhorizontal mente en la parte alta del encofrado, de manera que [rnpiden

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    Figura 19

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    la deformaci6n de este, tal como se indica en la flgura 19. Con este no-table refuerzo, en el que edemas se suelen apoyar los puntales y torna-pun tas, se e limina el pe ligro de flexi6n.

    En las esquinas (flgura 21), sobre todo en el interior de la misma,quedan perfectamente encajados los dos tableros que se encuentran, yaque al disponer los barrotes extremos ados centimetros y medio del co-mienzo de las tablas, que es el grosor de las mismas, se acoplaran am-bas piezas, quedando, edemas, encajados los dos barrotes, slrvlendosemutuamente de refuerzo. En la parte exterior de dicho encofrado se de-bera reforzar con tab las verticales, si la presi6n que vaya a ejercer elhormig6n, es grande.Para mayor refuerzo, se suele utilizar una segunda carrera en la partebaja del encofrado y aun cuando se tema un gran empuje del hormig6ny el embarrotado sea suflciente para soportar con las debidas garantias de

    resistencia dicho esfuerzo, se tcmara la precauci6n de disponer un emba-rrotado con tablas de canto, es decir, tal como se yen en la flgura 22, yaque es sabido que la resistencia a la flexi6n, en nuestro caso, aumentaconsiderablemente con la dimensi6n b de la pieza. Este tipo de emba-rrotado se suele Hamar de costillaje y costillas a las tablas asi empleadas.

    Figura 20

    ESQUINAS

    PR OL ON GA CIO N D E T AB LE RO S

    Las carreras no van clavadas nia las tab las ni a los barrotes, comoen un principio podrfa creerse, sinoque se sujetan con alambre de ati-rantar. Para dar mayor presi6n, entrela correa y el cable, se van introdu-ciendo unas cufias hasta que se con-sigue una eflcaz tirantez. Vease laflgura 20, en la que se indica esque-msticamente cuanto decimos.

    Ya hemos indicado que no siempre la longitud de los tableros coin-cidira con la de las tablas, por 1 0 que, en la gran mayoria de los casos,sera necesario prolongar las piezas. Sera entonces conveniente que notodas las tablas terminen en una misma vertical, sino que los largos se30

    Figura 21

    ~ ~ ~~ ~ J~~~

    -, " . _Figura 22

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    vayan distribuyendo de manera que no coincidan esos puntos deblles queconstituyen los empalmes de las tablas. Lo que sf es indispensable esque sobre dichas juntas se clave un barrote, para dar mayor resistencia ala union.Sera, desde luego, fundamental, que los empalmes de las tablas siganun orden de suceslon, para evitar el que caigan mas de dos sobre unmismo barrote. Aunque en casos extremos, natural mente, no habra masremedio que unir sobre una misma vertical mas de tres tab las, por 10 queel barrote debera reforzarse debidamente.

    M ISIO N D E LA C LA VA ZO N E N LO S TA BLE RO SYa hemos indicado que los clavos tienen por mislon la de hacer devarias piezas (tablas) y unos barrotes transversales, una unidad movible,transportable, sin que pueda sufrir deformaciones, alabeos ni desperfec tosen las diversas operaciones a que debe de quedar sometida durante suempleo.Donde mas suele sufrir el tablero es precisamente en las operacionespara las que no ha sido destinado, tales como desencofrado, traslado, etc.Cuando se pone en obra, salvo las operaciones del encaje de las distintaspiezas, la labor del clavo es bastante escasa, ya que durante el procesode fraguado del hormlqon la mision resistente del clavo es casi nula.Por todo ello, el buen encofrador, tras de cerciorarse de la mislondel encofrado en las distintas piezas de hormlqon que lIeva una obra, de-bera saber la clase de clavos que mas Ie conviene emplear. Como el espe-sor de madera empleada en los encofrados es de 25 mm, resultara que losclavos de mas de 50 de longitud saldran al otro lade de la tabla, despuesde haberse hundido bien la cabeza en el barrote, per 10 que se debendoblar y remachar contra el tablero, como si trataramos de clavarlosnuevamente en la madera. Asi quedara bien clavado el barrote al tablero

    y a la hora de desarmarlo, en caso de que nos interese esa opearclon, nohay mas que enderezar el clavo y sacarlo con el auxilio de la barra depata de cabra.

    A LG UNO S MODE LO S D E E NCOF RA DO S PAR A C IM IE NT OSEn un cimiento en que se ha abierto la zanja con mas ancho que elnecesario para e l c imiento (1 0 que sucedera en terrenos sueltos, en dondeha de darse cierto talud para que se sostengan por sf mismos, tal como seve en la flgura 23), y por 10 tanto el tablero de encofrado sera de lamisma altura del cimiento (0 mejor un par de centimetros mas alto), seemplean tableros de la forma que se indica en la flgura 24.

    32

    Figura 23

    La distancia entre barrotes sera de unos 80 cm, aunque como yahemos indicado, sera la presion del horrniqon a sopor tar la que mande ala hora de disponer el embarrotado. .Cuando el terreno sea 10 suflcientemente consistente y su rasante COIn-cida con la de la base del cimiento (total 0 permanentemente), se pue-de emplear cualquiera de los dos tipos de encofrado indicados en lasflguras 25 y 26.La flgura 27, representa el corte transversal de un encofrado comolos descritos.Una vez ya previsto el tipo de tablero a emplear, confeccionado en eltaller y trasladado a obra, procederemos a la puesta en obra.

    ,- r- r- 0 0r--- -- 0 .t- o~ ~ ~ 0 ~

    .....!, 0'--::;01 --.,Figura 24

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    Figura 25

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    Figura 2634

    Figura 27

    PUE ST A E N O BR AAntes de lIevar al punto de empleo los tableros, hay que asegurarsebien de que las zanjas para los cimientos esten no s610 abiertas, sino enlas condiciones que convengan al encofrado, Es decir, que no bastara quela zenja sea la indicada en los pianos para las dimensiones que debe detener el cimiento una vez terminado, sino que tendra la anchura ypt'Ofundidad que haga facil y conveniente la colocaci6n del encofradocalculado.Porque, indudablemente, todo encofrado necesita un calculo y un es-

    tudio racional, no una improvisaci6n, a 10 cual estan muy acostumbra-dos los que se lIaman a sf mismos encofradores.Una vez, repetimos, que esten las zanjas abiertas conforme a .las nece-sidades del encofrado, procederemos a preparar los diversos materialesque son auxiliares del encofrado, tales como codales, puntales, tornapun-tas, carreras y alambre de atirantar. Tamblen es conveniente tener pre--parados algunos tacos de madera, cui'ias, etc., edemas de, naturalmente, losc1avosque hayamos elegido como los mas id6neos.Tomaremos, como primera operaci6n, un tablero que, cogido por losextremos, 10 lIevaremos al lugar que debe ocupar. Puesto as! provisional .mente, veremos d6nde conviene ir c1avando en el terreno los piquetes,midiendo a ojo la distancia de manera que luego, al colocar las tornapun-tes, queden estos con la inclinaci6n media de los 500.35

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    Despues de esta operaci6n previa, volveremos a situar el tablero en laposici6n definitiva, la cual estara determinada por el replanteo de I~ o~ra(con camillas, estacas con puntas, etc.) y conforme a la planta de cirmen-tos y a las ulteriores reformas que pudiera haber sufrido el proyecto.Para fi jar el tablero se pueden clever unos tochos 0recortes de redo~-do tras el tablero, por la parte exterior. Esto puede fijar la parte bajadel tablero.

    No teniendo estos tochos a mano, se coloca una tabla contra el tabl~-ro en su parte inferior, por un extremo, y por la otra se clava a los PI-qu'etes que habfamos colocado en un p~incipio, con .1 0 que ya tendre~oscolocado el tablero inferiormente en la linea que nos interesa. Convencidosde que ya el tablero no puede correr hacia afuera, tendremos que operaren el aplomado del tablero. Pondremos para ello el nivel 0 la pi om a da envarios puntos para convencernos de su total verticalidad, heche I~ cuel,tomaremos tornapuntas para situarlos de manera que el extremo mas altode este se apoye en la parte superior de un barrote, clavandolo por el otroextremos al piquete.

    Se colocaran cuantos tornapuntas se considere necesario para afian-zar debidamente el tablero teniendo en cuenta que son ellos los quetransmiten el empu je del horrniqon sobre el tablero al piquete, por 1 0que no deben de flexionar 0 pandear bajo esta clase de esfuerzo.Los piquetes, que son prefe-rentemente de rollizo y desperdi-cios, deberan estar bien clavados,ya que de 1 0 cont ra rio, el empujede los tornapuntas, una vez echadoel hormig6n en el encofrado, des-clavarfa 0moverla los piquetes con

    grave peligro de la obra.En la figura 28, se indica apro-ximadamente la inclinaci6n que esconveniente dar, tanto a los torna-puntas como a los piquetes, de ma-nera que estos puedan soportar enbuenas condiciones el empuje deaquellos. Dependera de la natura-leza del terreno al que se tenganque clever mas 0 menos, para rea-lizar debidamente su trabajo.Los tornapuntas pueden ir apo-yados contra el piquete 0 clava-

    dos lateralmente, tal como se ve en las figuras 29 y 30. En la figura29, vemos el tornapuntas apuntalado contra el piquete, en tanto que

    \ \\ \\ \" ,~Figura 28

    36

    \ I\ \\ \\\ I\ I\

    \ \\ \\ I

    \ I\fFigura 29 Figura 30

    en la figura 30 queda clavado lateralmente. Ambos sistemas se empleanindis tintamente y son buenos.Es ta rnblen conveniente, y esto se hace en el caso en que se clave eltornapuntas al piquete, que se clava una tabla horizontal que va desdeel piquete (por el otro lado en que ha side clavado al tornapuntas) hastala parte inferior del barrote, con 1 0 que se refuerza la acci6n de los otroselementos. Ya sabemos que la figura geometrica indeformable es el trian-gulo y, por 1 0 tanto, mecanlcamente se construyen todas las piezas resis-tentes tr iangulando su figura.Realizadas todas estas operaciones con uno y otro tablero de amboslados del encofrado, se procede a acodalar y atirantar dichos tablerospara que no puedan ceder en la parte superior.

    R EF UE RZO D E E NCOF RADOSEI descrito anteriormente es un encofrado sencillo, en el que el empu-je del hormig6n no es considerable, por 1 0 que las piezas que hemosdescrito seran suficientes para no deformarse durante las operaciones delhormigonado.Pero cuando por diversas causas, tales como la altura del encofrado,su longitud, g rueso 0 cualquier otra causa que motive el refuerzo de lostableros para su mejor trabajo en obra, se debe disponer de otras piezasque hagan mas eflcaz la labor del encofrado. Tales piezas pueden ser: losej iones, l as carreras, la s dobles carre ras, e tc .

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    Figura 31

    Ejiones

    II

    Son piezas 0 recortes de tabla de 12 a 18 cm de largo, que se clavanen la parte superior de los barrotes extremes y uno intermedio, si eltablero tiene mucha longitud. Esta altura debe ser tal que, al colocarapoyada encima la carrera, sobresalgan unos centimetros de tablero. En laflgura 31 se ve la colocaci6n de los ejiones en un tablero. La distanciaaproximada que debe haber entre ellos suele ser, aproximadamente, deunos dos metros, y a una altura de manera que las carreras aun salganpor encima de los tableros hasta unos cinco centlmetros 0 poco mas.

    CarrerasEstas piezas se sue len fabricar con cuadradillo tarnbien lIamado alfar-jia, de escuadrfas de 8 por 8, 10 por 10 6 1'2 por 12, seqon los casos,utilizando los de mayor escuadrfa para los' tableros que deban soportargrandes esfuerzos. La misi6n de estas piezas es la de dar solidez a lostableros en sentido horizontal, es decir, que el esfuerzo que soporta eltablero a causa de la presi6n del hormig6n, se transmite a las carreras,las que, a su vez, 1 0 transmiten a los barrotes, de los que, flnalmente, pa-san estas cargas a l t erreno.

    38

    I -Figura 32

    En los encuentros de tableros de las esquinas por 1 0 general las ca-rreras se cruzan, es decir, sobresalen del tablero varios centimetros, demanera que se refuerzan con unas tablas que impiden la deformaci6nde los tableros al hacer de tope entre las carreras. En la flgura 32 vemosun pequefio detal le de cuanto decimos .Una vez colocados los ejiones, se presentan las carreras, se las presionafuertemente y se van clavando a cada barrote con clavos de gr.an long i-tud (hasta unos 70 milfmetros).Si colocasemos dos tableros para la construcci6n de un encofrado decimientos, aflrmados y aflanzados por los barrotes, este paralelismo diff-cilmente podrfa mantenerse en cuanto tuvieran que soportar los esfuerzasdel hormigonado e incluso cualquier otro esfuerzo que tendiese a defor-marlos, tales como apoyo de los operarios, empuje de las carretillas alverter el hormig6n, etc. Para consequir la indeformabilidad de los tablerosen cuanto a la separaci6n de los mismos se reflere, se emplean las atadurasde alambre, lIamadas latiguillos, y que sirven para impedir que los tablerosse separen, y los codales, que son unas piezas de madera que tienen lalongitud igual a la anchura del encofrado, es decir, de la pieza a hormi-~ar. Estos codales impiden que los tableros se venzan hacia dentro, dis-mlOuyendo, con ello, el .ancho de cimentaci6n. Se disponen codales en elfO~do del encofrado, en la parte mediana y en la superior, que se suelenqUltar conforme va subiendo la masa del hormig6n. Los latiguillos se que-dan en el encofrado hasta que el hormig6n ha fraguado y se desencofra,cortandolos a ras de la superflcie del hormig6n, 1 0 que en algunas regionessuelen Ilamar desbarbado.

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    I :

    Figura 33Puntales

    Los puntales se disponen para transmitir al terreno los esfuerzos quereciben en los tableros los barrotes, es decir, que se colocan tal y como seindica en la figura 33. Estos puntales se situen a distancias convenientes,segun los esfuerzos que deban soportar. Es muy corriente disponer unocad a metro, poco mas 0menos.Adernas de todas estas piezas descritas, que podemos calificar como desistema principal de resistencia de los tableros, quedan todavfa una can-tidad de pequei ias piezas dest inadas a redondear 0 afinar el trabajo delencofrado, para lIevar los tableros a su posicion exacta, ya que con la colo-caclon de todas las piezas anteriormente citadas, los tableros no habranquedado en su posicion exacta. De entre estas pequeiias piezas, la mlslonprincipal es encomendada a las curias. Estas cuiias son pequeiias piezasde madera en la forma que su nombre indica y que se introducen aliidonde hace falta lIevar el tablero unos milfmetros 0 escasos centimetrosmas alia de donde quedo con las operaciones anteriores. Por ello se puedenintroducir cuiias tanto en los codales como en los barrotes, puntales, etc.Las operaciones de acuiiado y desacuiiado son sencillas, para 1 0 cuales conveniente que uno de los pianos inclinados se sus caras quede apo-yado sobre la superficie que se trata de lIevar a su posicion exacta. Cuandola pieza acuiiada queda debidamente, se procede al clavado de las cuiias,bastando para ello puntas pequeiias, ya que no es facil que las cufias se'-nuevan de sus posiciones.

    40

    Figura 34 Figura 35

    TirantesPara impedir la separecion entre los dos tableros que forman el en-cofrado del cimiento, hemos vista que se utilizaban unos puntales. Tam-bien se puede prescindir de estos y colocar alambres que impidan estaseperacion a la hora del hormigonado. Esta operacion se llama atirantadode tableros.En el atirantado hay que tener en cuenta que las carreras no cubrenla junta de las dos ultirnas tablas del tablero, con el fin de que se puedapasar luego por dicha junta el alambre de atirantar, ya que en caso con-trario, hebria que perforar un tablero para permitir dicho paso.EI alambre que se usa para este trabajo y que se vende corrientementeen el mercado es el alambre recocido de un diametro entre 3 y 5 mm.La operacion del atirantado no es muy sencilla, ya que hay que tenercierta prectlca en ella, pues el alambre sue Ie dar de sf por 1 0 que hay quetensarlo mas de una vez, hasta dejarlo bien tirante y en debidas condi-ciones.En la figura 34 vemos una forma muy corriente de disponer el atiran-tado. La separaclon entre alambres depende mucho del esfuerzo que lesconfiemos, 1 0 cual tambien esta en relaclon directa con la separaclon entrecarreras, es decir, para gran separacion entre carreras habra que disponerun atirantado mayor, en cambio, si las carreras estan bastante juntas, elnumero de tirantes sera menor. Como norma general, y para teller unaidea de dimensionado, los atirantados se sueien disponer cada espacio queoscila entre uno y dos metros. En la figura 35 vemos una disposici6n deatirantado.

    4i

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    Atado el alambre por los extremos, se procede a su atirantado 0 ten-sado con una barra 0 utilizando las tenazas, el mango del martillo, etc.,girando (dar garrote) hasta que el alambre, al ser golpeado, de un sonidoclare, rnetalico. Si esta operaci6n de tensado no fuera posible por existirarmaduras, e tc ., 1 0 mas conveniente es acufiar por el exterior del enco-frado los tirantes, hasta conseguir la debida tensi6n. Estas cufias se clavanluego con pequefios clavos para impedir que resbalen y se pierda la ten-si6n dada a los alambres.

    ENCOFRADOS DE LOS CIMIENTO) DE PILARES

    Un caso particular en el encofra-do de ci rnientos 10 constituye el en-cofrado de cimientos de pilares. Es-tos suelen componerse de dos partes:la base inferior, que gravita direc-tamente sobre la tierra, que suele serun prisma de base cuadrada 0 rec-tangular, y el tronco de plramide in-termedio entre la secci6n del cimien-Figura 36 to y la secci6n del pilar (flgura 36).Para el encofrado de la base infe-rior, vale todo 10 explicado hasta ahora para cimientos en general, perosin la aplicaci6n de tirantes por ser, Ieneralmente, la distancia entre lostableros opuestos demasiado grande. l.o dicho en el apartado dedicadoa las esquinas (flgura 21) es 10 mas aproximado a esta clase de encofra-dos. La diferencia unlcarnente estriba ell que el encofrado del cimientode pilar exige el encaje perfecta de los tableros en las cuatro esquinas.Para ello se encargan 0 se cortan a medida exacta los tableros de loslados opuestos, los mas cortos por 10 general, cuando la base es rectan-gular, pudiendo sobresalir las tab las de los otros dos tableros (flgura 37).EI encofrado del tronco de pirarnide exige tableros inclinados queIleven bordes de apoyo con biseles mas 0 menos agudos, sequn sea la in-clinaci6n del tablero. De los cuatro tableros que componen el tronco depirarnide, dos son de cepo, 0 sea, sin limitaci6n lateral, y otros dos ence-pados, comprendidos entre aquellos. Los tableros encepados Ilevan uno 0mas barrotes centrales, dispuestos sequn la maxima pendiente del tablero,y los barrotes laterales, distanciados del borde en el releje del bisel masel espacio ocupado por la tabla de aguante (flgura 38). Los biseles lateralesde los tableros encepados se labran en las: estas de las tablas mediante 1;:1

    i

    42

    Figura 37

    SeccionIIIIhIII

    _:!__ J 1IJ.3~=c:::~~==~~~Secci6n bisel Tab/ero encepado

    Figura 3843

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    escoflna. Los laterales se trazanpartiendo de sus ejes, a pesar de que eldesperdicio de los recortes pueda ser mayor, pero de esta manera, un p e -quefic error en la medida de la forma 0 de los biseles tiene menos im-portancia.

    Tratado de los tableros

    Para trazar los tableros encepadosse marca un eje horizontal y otrovertical. EI primero cor responde alborde infer ior 0 de asiento del ta-blero, .0 sea, a su arista de intersec-ci6n con el encofrado de la base delcimiento. EI segundo es el eje de si-metria del tablero trapecial. EI bordesuperior tiene la misma medidaque el lade correspondiente del pi-lar (b) (flgura 39) de manera quea la derecha e izquierda del eje ver-tical se marcan dos segmentos igualesa bj2.La altura del tablero (a), 0 sea, lamagnitud que hay que marcar en eleje vertical, es la hipotenusa deltri anqulo rectanqulo cuyos ca te tos sonla altura del tronco de plramlde (h)y elcoladizo (v) (flgura 38) ..

    EI borde inferior del tablero mide '0 mismo que el lade correspon-diente de la base del cimiento. Con las medidas anteriores, habremos mar-cado un trapecio que sera la plantilla de la cara interna del tablero ence-pado, y sirve para cortar las tablas que han de componerlo y para c1avarel barrote central. .Los tableros encepados y los de cepo forman entre si diedros obtusos,por 1 0 que para conseguir un buen ajuste de los tableros es necesarios queel encepado lIeve en sus bordes laterales un bisel adecuado. EI anqulode la secci6n recta del bisel se obtiene como sique (flgura 39): se dibujael tronco de cono de modo que la arista dela intersecci6n de los tablerosresulte con su verdadera magnitud en la proyecci6n vertical. Se traza elplano RS perpendicular a dicha arista y se abate sobre el plano horizontalpara deducir en su verdadera magnitud el angulo de la secci6n recta deldiedro a. que es el angulo del bisel.

    II: III IIJ ? ": - il'l -h-4---'.,-,

    //

    \SFigura 39

    44

    Una vez dibujado este angulo se traza una paralela a la distancia delgrueso de la tabla y obtenemos la medida del releje (f) del bisel. Estase toma perpendicularmente a los lades laterales de la plantilla de la carainterna del tablero para deducir la de la cara externa. Con los datos obte-nidos se marca la cara externa del tablero y ya pueden labrarse los biseles.AI clavar los barrotes laterales, estes deberan apartarse del borde deltablero una distancia igual al releje obtenido anteriormente, con 1 0 queapoyaran con una arista en el tablero de cepo.

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    IV . E nco frad o d e p ilares

    E NC OF RA DO D E P IL AR ESSe puede decir que el encofrado de pilares es el principal trabajo delencofrador. En toda la obra se encuentran estas unidades en gran numeroy dada la importancia que tiene el obtener un buen trabajo, es por 1 0 quetodo buen encofrador que se estime debe poner todo su cuidado y maestrfaen obtener buenos paramentos en las columnas a el confladas. A~mas,no es corriente, mas bien al contra rio, constituiria un raro ejemplar, en-contrar un proyecto de ediflcaci6n en que se encontrasen ya proyectadosde antemano la forma de encofrar un pilar, dimensionando sus diferentespiezas y calculando los esfuerzos a que van a estar sometidas. ASI, pues,todo se deja en manes del encofrador, en quien se pone toda la conflanzadel preyec tlste en este pun to.

    D IF ER EN TE S C LA SE S D E P ILARESDentro de la misma unidad de pilares y para su mejor estudio, losconsideraremos en dos grupos:a) Atendiendo a su secci6n transversal geometricamente, es decir,que tendremos pilares de secci6n cuadrada cuando su secci6n transversalo planta sea un cuadrado; pilares rectangulares, circulares, poligonales,etcetera, cuando su secci6n transversal sea una flgura igual a la indicada.b) Atendiendo a sus dimensiones. Es decir, tendremos pilares grue-sos, medios y ligeros. No es 1 0 mismo, encofrar dos pilares de ldentlcafigura, pero de dimensiones uno mucho mayores que el otro, ya que laspiezas a emplear no deberan soportar los mismos esfuerzos .. Comencemos este capitulo con la manera de encofrar los pilares massencillos.

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    P I LARES LIGEROSNo ofrece ninguna difkultad el en-cofrado de pilares de secci6n cuadra-da 0 rectangular cuyas dimensionesson reducidas. Bastan para ello cua-tro tableros, dos de los cuales, que vancolocados uno frente a otro, son de lamisma dimensi6n que se trata de dara l pila r y los otros dos, na turalmente,

    Figura 40 tambien uno frente a otro, de dimen-si6n mayor. En la f igura 40 vemos unasecci6n de este tipo de pilar.Estos cuatro tableros no constituyen por sf solos una armaz6n 10 sufl-cientemente s61ida para resistir los esfuerzos a que debe estar sometldaa la hora del hormigonado, por 10 que hay que atender a su refuerzoo seguridad.

    SeguridadNo es posible dar aquf unas reglas acerca de este punto si el lectordesconoce en absoluto la tecnlca del hormig6n. Para ser un buen encofra-dor, es absolutamente necesario tener, al menos, unas ideas generales,pero precisas, acerca de c6mo se comporta el hormig6n y la importanciaque tiene esto en la construcci6n. No vale, por otra parte, derrochar ma-dera y materiales para obtener una seguridad absoluta en la buena ca-lidad del encofrado y salvar asf su responsabilidad, que no es poca. Habrade tenerse siempre presente que el arte de construir consiste en hacerlo

    bien y bara to, empleando 10 justo y necesario.Los tableros habran de ser piezas s61idas, para que al hormigonar noaparezcan barrigas, dificilfsimas de corregir, ya que habrfa que repicarel paramento del pilar en la parte afectada 0 enlucir el res t o hasta conse-guir una pared lisa vertical. Sus caras deberan ser lisas y hay que cuidarmuy especialmente las esquinas, ya que sueie ser corriente el desportilla-miento de las mismas a la hora de desencofrar, por su debilidad. Lasjuntas de los tableros deben estar bien cerradas, para evitar que, duranteel hormigonado, salga por elias el mortero, 10 que edemas de feas reba-bas, dare lugar a la formaci6n de huecos 0 coqueras y otros defectos enel buen trabajo.tEn que zonas sufren mayores esfuerzos los encofrados? Sin duda al-guna, en la parte baja del pilar. En el extremo superior, el empuje delhormig6n es nulo y en la base, el empuje es el maximo. Por tanto, se pue-de establecer que el pilar esta empujando de la manera que indica la flgu-ra 41, sobre el encofrado correspondiente. De ahf que se tenga por normareforzar la parte baja del encofrado de un pilar.48

    ~----- ---- - - --

    Figura 41

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    R EPL AN TE O D E U N PIL AR

    M AR CO S P AR A M AN TE NE R L A S EC CIO N T RA NS VE RS AL

    Supongamos que ya tenemos la viga de cimentaclon, si la hay, 0 laszapatas de los pilares hormigonados debidamente, con sus hierros de ar-madura. La primera operaci6n conslstira en determinar el centro del nuevopilar que vamos a encofrar. Situado este centro, en virtud de las dimen-siones de obras fijadas en los pianos del proyecto, se procedera a dibujarsobre dicho horrniqon y generalmente con laplz grueso, la figura de la sec-cion transversal del pilar, cosa que es sencilla, ya que dicha seccion trans-versal sera una flqure geometrica bien sencil la (cuadrada, rectangular, etc.).Una vez dibujada, se procede a preparar un marco cuyo hueco interiortenga las mismas dimensiones que la seccion transversal aumentada en losgruesos de los tableros a emplear como encofrados, de modo que se in-troduzcan dentro de aquel, sirviendo de cerco. A estas piezas, en algunasregiones, se les da el nombre de carcelillas ( 1 ).Como puede apreciarse por 10 dicho, la mislon de estas carcelillas esla de sujetar los tableros por su parte baja, y de su solidez dependeraque no se abran los tableros al sufrir el empuje del hormlqon, que elli esgrande, ya que no s610 actue el peso propio del horrnlqon, sino tambienel golpe debido a la caida de la masa desde la altura superior del enco-frado.

    Entre los elementos de seguridad de los pilares, citaremos en primerlugar los marcos 0bridas, que sirven para impedir que los tableros cedanal empuje y se deforme la seccion transversal del pilar que se esta hormi-gonando. Estos marcos 0 bridas se distribuyen en toda la altura del pilar,siendo su separaclon variable. Efectivamente, en la parte inferior, comoya hemos dicho anteriormente, van mas juntos y conforme nos separamosde la base se van distanciando mas. Esto esta de acuerdo con la ley de losesfuerzos que ha de soportar el encofrado y que ya hemos visto en alflqura 41.Para obtener uno de estos marcos podemos tomar: Figura 42a) Cuatro tablas, tal como se ve en la flqura 42.b) Seis tablas, como se ve en la flqura 43.c) Dos cuadradillos y cuatro tablas, como se indica en la flgura 44.

    d) Dos cuadradillos y bridas 0 zunchos de hierro, como mostramosen la f iqura 45.e) Dos cuadradillos y alambre de acirantar (fiqure 46).

    ( 1) Tenqase presente que el que podrfamos Hamar Diccionario de la Construcci6n seve enriquecido, edemas de tener en el cabida todas las palabras que acepta la Real Acade-,,c, Fsnafiola de la Lengua, con las diversas denominaciones adoptadas por ciertas regiones. '

    Indudablemente, los mas sencillos de manejar, por la rapidez y porquesu uso es ilimitado, son los de hierro. No sucede 10 mismo con las tablas,ya que suelen destrozarse si el encofr adcr no es cuidadoso, en la operacionde desencofrado.

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    52

    F igu ra 45Figura 43

    Figura 46Figura 44

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    VERTICALIDADUna operacion que se va ejecutando a medida que se colocan los ta-bleros, es la de la verticalidad del pilar, que se consigue mediante el aplo-mado. Esto es fundamental, ya que un pilar torcido es muestra de faltade cuidado y de preci si6n.:~ra mantener esta verticalidad, es decir, para asegurar el pilar en suposicion de a~lome a la hora del hormigonado, se pueden disponer torna-pu~tas que flJe~ la pe:f~cta posicion, teniendo cuidado que ambos ladesest:n en la. d ebld~ posicion, y~ que en case contrario, el pilar puede salirrevlrade. SI los pilares no estan aislados (caso en que es mas interesanteapearlo con las tornapuntas ), entonces se mantienen verticales mediante

    las lI~madas cruces de San Andres, clavadas entre ellos, por castilletes,que sirven a la vez para la puesta del horrniqon en obra, 0 por las torn a-puntas y los encofrados de las vigas.

    Se procedera al aplomado del pilar por parte de un operario, mien-tras el otro ira colocando los tornapuntas correspondientes, clavados a los~ostados de los tableros, tal como se indica en la flgura 47. Si, como diji-mos, se trata de un pilar sencillo, aislado, deberan colocarse tornapuntasen los cuatro costados, ya que aquellos trabajan a traccion y si faltase enalgun costado, el pilar saldrfa vencido. Si en alguno de los lados hubiesealgun elemento para fijar el pilar (arranque de viga, etc.), ello nos ahorra-ria el par de tornapuntas correspondientes a ese lade. En muchas obrasincluso solo colocan un tornapunta en dos lados opuestos.Deben de cuidarse con esmero los tableros de un encofrado, tanto en10 concerniente a su construcci6n como a la hora de encofrar, desenco-frar y en el hormigonado. De todo ello dependen cosas tan importantes entoda la obra como son:La obtenci6n de pilares perfectos, sin desconchados en la superflcie,debidas a perdidas de mortero, defectos en la superficie del tablero, etc.No haya desgaste notable de madera (10 ideal serta que toda maderaempleada en un encofrado saliese intacta en el desencofrado, 0 al menoscon escaso desperdicio).Que todo desgaste de madera repercute en la carestfa de la obra.

    P IL ARES A IS LADOOS , CON TORNAPUNTASUna vez debidamente replanteado el pilar y fljade la carcelilla 0mar-co de la base, se encajan en ella la parte inferior del encofrado, ponien-do dos .tornapuntas, los cuales llevaran en el extremo que queda del ladedel pavirnento un corte oblicuo tal, que asienten en toda la longitud delcorte sobre el suelo.

    TALLER

    L

    Adernas de las herramientas ya descritas a su debido tiempo y que sonindispensables para el trabajo de todo encofrador, se precisa una mesadonde asentar las diversas tablas para la preperacion de un tablero. Estamesa de trabajo puede decirse que es indispensable, ya que no vamos atrebajar sobre el suelo, pavimento 0 un banco de obra. Si no se tiene yade antemano, se puede improvisar una con caballetes y tab las, 0 de cual-quier otra forma que se Ie ocurra al obrero con los elementos que poseaa mano.Si se desea, y todo esto facilita aun mas el futuro trabajo, se puedeponer en uno de los extremos de la mesa una tabla clavada que nos sirvade tope, apoyo, y para que salgan rectas las tablas que van a construir eltablero. Incluso se pueden clavar grupos de dos tab las dejando entre eliashueco suficiente para int roducir los marcos 0 bridas del tablero.Es indudable que con las tablas que hay en el comercio no formaranjustamente las dimensiones que nos den de un pilar, sino que habra quesuplementar con otras de otro ancho obtenidas de la division de aquellas.Como hemos venido diciendo, dos tablas tendran la misma anchura delpilar y las otras des, opuestas entre sl, tendran esta dimension mas dosgruesos de tabla, como minimo. Con 10 dicho queda claro que para obtenerlos tableros sera necesar io afiadir listones 0medias tablas, clavandolas porel costado de los tableros.igura 47

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    A LT UR A D E L OS T AB LE RO SCom~ y~ hemos dic~o repetidamente, en los pianos del proyecto nadase .suele indlcar, de ordinarlo, acerca de los encofrados, parte esta que sedeja al buen enten.der de los operarios correspondientes. De ahf queel encofrador~ a la .vlsta de, los elementos de hormiqon que debe encofrar,deduzca las dlmenslones mas convenientes a dar a los tableros. Es decir sisolo se han de hormigonar los pilares y una vez hormigonados estes ydesencofrados, proceder al encofrado de vigas u otros elementos de obraque se. deban apoyar en equellos, la altura a dar a los tableros puede sercualquler~ que sea, pero slempre superior a la altura del hormig~nado. Conello, efectivamente, se ahorra el corte de tablero, si los pilares son bajos

    que luego pueden servir para piezas mayores. Solo bastara a la hora delhormigonado detener este .a la altura exacta de los pilares. Pero, puedesuceder, y esto es muy cornente en las obras, encofrar pilares y vigas paraefectuar un hormigonado continuo. Para ello hay que tenerlo en cue~ta enlos moldes.

    Puede suceder que el ancho de la viga sea distinto al del pilar. Si esmenor, caso corriente, se tendra en cuenta en la terrninacion superior delos tableros. Si es mayor, tarnbien se dispondre el encofrado del pilar paraesta eventualidad.Todo 1 0 dicho anteriormente corresponde al caso mas corriente en quelas vigas tienen una seccion rectangular en toda la longitud, lncluso enlos arranques junto a los pilares. Si se diera el caso de tener que disponerde tableros para moldes de pilares del que arrancan vigas acarteladas, laaltura del tablero del cual arranca dicha viga vendre disminuida en lasdimensiones de esa carte ls.

    F ABRIC AC IO N D E T AB LE ROS

    3,00 + 0,20 - 0,40 - 0,025 = 2J75 m.

    Una vez ya determinada la altura del molde, se procede a elegir lastab las que vamos a necesitar y que mejor encajan en la pieza a construir.Si tenemos ya tablas de la longitud deseada, tanto mejor, pero si no, y estosera el caso mas general, tomaremos las que tengamos de la longitud masaproximada. Si son mas largas, no las cortaremos, sino que construiremosel tablero con dichas tablas, cortandolas a un mismo ras por un solo extre-mo, que es siempre el de la base del molde. En cambio, por la parte opues-tal por .la cabeza del pilar, se dejaran sin cortaro Esta operacion se hacemas adelante, con el molde ya puesto en obra.Para mantener en su forma rfgida los tableros, es decir, para man-tener las tablas formando esa unidad lIamada tablero, procederemos atembarrotado, clavando a el las distintas tab las que forman la pieza. Sepondra un barrote en la base del tablero y otra en la superior, lIamadosrespectivamente barrotesde base y de cabeza. Estos ultimos tienen pormlsion, edemas de las ya expresadas anteriormente, la de servir de apoyoa los encofrados de las vigas. Se suelen colocar, edemas, otros barrotesintermedios para dar mayor seguridad.La distancia a que se suelen colocar estos barrotes es de unos 80 cen-t frnetros a un met ro.En cuanto a la longitud de los barrotes viene determinada por la clasede tableros a que van destinados. Asl, si son para los dQS tableros quehan de tener la misma anchura que la del pilar, esa longitud sera igual atancho del pilar mas dos gruesos de tabla, saliendo un grueso por cada ladodel mencionado tablero. Ese saliente sirve para apoyar los otros dos ta-bleros de mayor ancho. Como decimos, solo sirven de apoyo, por 1 0 tantono se han de clever a aquellos.Para los tableros que son mas anchos que los pilares, la longitud delos barrotes es la misma que el ancho de los tableros correspondientes.Se comenzara por clever el barrote de base a una altura del suelo deunos 15 a 20 em. Con ello se facilita la puesta en obra del pilar y la aber-

    P I LARES DE ESQU INATodo cuanto digamos aquf para los pilares ligeros, es aplicable fntegra-mente para los medlos grue$Os.En los pilares de esquina se da la circunstancia de que apoyan dosvigas. de angulo. Por 1 0 tanto, dos tableros adyacentes, los de las carasexteriores correspondientes a las dos alineaciones de la fachada son masaltos que los otros dos interiores, y sobre los cuales viene apoyada la vigade su lado correspondiente.

    P ILARES I NTERMED IOSEstos pilares, que son IQS correspondientes a la fachada entre pilarestienen un tablero largo y los otros tres restantes, sobre los que se apoyar~el fondo del encofrado de las vigas correspondientes, mas cortos,La altura de estos tableros cortes sera la que viene determinada por:Altura del techo + grueso del suelo - altura 0 canto de la vigacorrespondiente - grueso del tablero de fondo del encofrado de dicha viga.Supongan:os que I? altura del techo es de 3,00 metros y el grueso dela losa del PISO superior es de 0,20 m. La viga tiene un canto de OAO my el grueso del tablero del fondo de la viga es de 0,025 m.Para la altura de los tableros cortos se tendra:

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    tura de limpieza, de la q~e hablaremos despues. Tengase presente que labase del molde. debe encajar en la carcelilla ya dispuesta tras el replanteode la base del pilar.Desp~es c.olocaremos el barrote de cabeza, que quedera un grueso detabla m.as ba]o que el borde superior del molde del pilar, ya que es, comose ha dlcho, el apoyo del fondo del molde de la viga Q de la losa de piso.Una, vez ~Jecutado todo esto, se colocaran los restantes barrotes. Se cla-varan solidamente, ya que los tableros, hasta su puesta en obra han de

    s.er transportados y manejedos, edemas que 10m as corriente es que se uti -Ilce,n ~a~las veces ml~ntras sean servibles. Ya sabemos que los barrotesest~n unlcament.e destinados a resistir los embates del transporte, manipu-lacicn y colocac.16n en obra, asi como los esfuerzos del desencofrado, peronunca lo~ empujes que sobre los tableros e jerce e l hormig6n. Esos esfuerzosde horrniqonado caen sobre los marcos 0 bridas.

    Para poder sanea: la base del pilar momentos antes del hormigonadode todas aquellas cosillas que puedan haber caido durante el proceso deencofrado, tales como clavos, virutas, astillas, etc., se dispone en la basedel encofrado, y 5610 en uno de sus tableros, una abertura por la que sepueda meter la mana y una escobilla. Esta abertura se cerrare debidamentecuando se vaya a hormigonar.Tam?ien cuando la altura del pilar es considerable y para evitar queel horn:lg6n al ca~r de tal .a,ltura se ~isgregue (los gruesos caeran primeroY.lo.s fines despues, obteniendose aSI un hormigonado por capas de muydlstinta mezcla y, por 10 tanto, defectuoso), se suelen hacer unas ventanasen u~o de los tableros a mitad de altura del pilar, que sirven de boca dehorn:l~onado has.ta que el hormig6n IIega hasta ellos. Despues se cierran ycontinua el hormiqonado por la parte superior del molde.,Y ya que hemos tocado ligeramente el tema de hormigonado, no ven-dran mal al lector unos consejos que debe tener en cuenta en el hormigo-nado de pilares .

    trario, al hormigonar, siempre se mueven los hierros, 10 q ue puede provo-car que se produzcan grietas interiores en el hormig6n. Estas grietas, si elhormig6n ya esta algo endurecido, no se cierran, 0 puede suceder que seintroduzca algun arldo algo grueso, dejando una discontin