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Contacto de dialectos y lenguas en el Nuevo Mundo: La vernacularizacio ´ n del espan ˜ ol en Ame ´ rica CLAUDIA PARODI Abstract From California to South America, the Spanish loanwords into Amerindian languages (or hispanismos) show that the various peninsular dialects coexisted in the New World along with the Spanish koine´, which spread in the dierent regions in only a few decades. In addition, the New World Spanish (NWS) koine´ adopted lexical items from Amerindian languages. Special attention is given to language and dialect contact issues such as levelling, koineization, vernacularization, and borrowing as processes that intervened in the configuration of NWS. Some generalizations are drawn with respect to lexical changes, which spread faster than phonological changes; when the latter are regular, they are as easily adopted as rules. This explains the swift adoption of seseo as the preferred form of pronunciation. The NWS koine´ , however, is not necessarily identical to southern varieties of peninsular Spanish because it immediately borrowed lexical items from three of the most widely spoken Amerindian languages: Taino, Nahuatl, and Quechua. At the same time, many of the Amerindian languages borrowed lexical items from Spanish that reflect the pronuncia- tion of dierent dialects: castellano-viejo, andaluz, and espan˜ olamericano nivelado or the NWS koine´ . The NWS koine´ was disseminated in the highland areas of the continent by males of dierent ethnic backgrounds who participated in the creation of rural institutions such as ranchos and haciendas (or rancherada). La conquista y la poblacio´n de Espan˜a en Ame´rica produjeron una situacio´n privilegiada desde el punto de vista lingu¨ı´stico, ya que estos eventos permiten observar y hacer planteamientos teo´ricos sobre la ge´nesis y los procesos de formacio´n de koine´s, dialectos y comunidades lingu¨ı´sticas en general, y sobre el cambio lingu¨ı´stico, en particular. En efecto, gracias al aumento de estudios sobre el contacto lingu¨ı´stico, 0165–2516/01/0149–0033 Int’l. J. Soc. Lang. 149 (2001), pp. 33–53 # Walter de Gruyter

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Contacto de dialectos y lenguas en el NuevoMundo: La vernacularizacio n del espanÄ ol

en Ame rica

CLAUDIA PARODI

Abstract

From California to South America, the Spanish loanwords into Amerindianlanguages (or hispanismos) show that the various peninsular dialectscoexisted in the New World along with the Spanish koineÂ, which spreadin the di�erent regions in only a few decades. In addition, the New WorldSpanish (NWS) koine adopted lexical items from Amerindian languages.Special attention is given to language and dialect contact issues such aslevelling, koineization, vernacularization, and borrowing as processes thatintervened in the con®guration of NWS. Some generalizations are drawnwith respect to lexical changes, which spread faster than phonologicalchanges; when the latter are regular, they are as easily adopted as rules.This explains the swift adoption of seseo as the preferred form ofpronunciation. The NWS koine , however, is not necessarily identical tosouthern varieties of peninsular Spanish because it immediately borrowedlexical items from three of the most widely spoken Amerindian languages:Taino, Nahuatl, and Quechua. At the same time, many of the Amerindianlanguages borrowed lexical items from Spanish that re¯ect the pronuncia-tion of di�erent dialects: castellano-viejo, andaluz, and espanÄ ol americanonivelado or the NWS koine . The NWS koine was disseminated in thehighland areas of the continent by males of di�erent ethnic backgroundswho participated in the creation of rural institutions such as ranchos andhaciendas (or rancherada).

La conquista y la poblacio n de EspanÄ a en Ame rica produjeron unasituacio n privilegiada desde el punto de vista linguÈ õ stico, ya que estoseventos permiten observar y hacer planteamientos teo ricos sobre lage nesis y los procesos de formacio n de koine s, dialectos y comunidadeslinguÈ õ sticas en general, y sobre el cambio linguÈ õ stico, en particular.En efecto, gracias al aumento de estudios sobre el contacto linguÈ õ stico,

0165±2516/01/0149±0033 Int'l. J. Soc. Lang. 149 (2001), pp. 33±53# Walter de Gruyter

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cada vez se van localizando con mayor precisio n las pautas que emergencuando conviven hablantes de diferentes lenguas o de distintos dialectos.Ello permite construir una nueva teorõ a del cambio linguÈ õ stico e ir ma salla de la mera recopilacio n de datos. En el presente trabajo, con el objetode avanzar en esta a rea de estudio, analizo los procesos que ocurrencuando la koine americana se vernaculizo o nativizo durante la conquista ycolonizacio n espanÄ ola, y propongo algunos lineamientos generalesque suelen ocurrir cuando una koine tiene hablantes que la adquierencomo su dialecto materno.

La creacio n de koine s

Utilizo el te rmino koine para referirme al conjunto de varianteslinguÈ õ sticas que conforman a una comunidad de habla nueva Ð cuandohay consenso en la evaluacio n y produccio n linguÈ õ sticas Ð originadapor una mezcla de dialectos debida a cambios demogra ®cos, como lasmudanzas de poblacio n que se dieron con los traslados de conquistadoresy primeros pobladores de EspanÄ a a Ame rica durante la colonia. Con elpaso del tiempo, se nativiza una koineÂ, dando asõ origen a un dialectonuevo. Las koineÂs se caracterizan por mantener los rasgos ma s regulareso generalizados de los dialectos que las conforman y por eliminar losrasgos linguÈ õ sticos ma s irregulares, menos productivos o menos dis-tintivos (cf. Siegel 1985; Trudgill 1986; Fontanella de Weinberg 1992;Granda 1994). Se trata de un proceso de nivelacio n y simpli®cacio n, comolo ha sintetizado Germa n de Granda (1994). Sin embargo, esta situacio nde contacto dialectal no impide que a veces predomine un dialecto sobrelos dema s, como sucedio en Ame rica con el andaluz, que, junto con otrosdialectos peninsulares, dio origen a una koine americana de corteandaluzado (cf. Parodi 1995; Granda 1994; Fontanella de Weinberg1992). Ello explica la presencia de varios rasgos del espanÄ ol americanocomo el seseo o pe rdida de la oposicio n entre las sibilantes apicoalveolar/s/ y la predorsodental /s/, que era caracterõ stica del dialecto castellanoviejo y de la norma toledana; tal oposicio n estaba ausente en el dialectoandaluz y en el espanÄ ol americano.

El proceso de koinizacioÂn puede repetirse si hay contacto prolongadoentre hablantes de dos o ma s dialectos. Durante los siglos XVI y XVII(cf. Boyd-Bowman 1963, 1964) arribaron a Ame rica hablantes de distintosdialectos peninsulares, sobre todo, nuevos hablantes del dialecto andaluz.En este caso se produjo un proceso de rekoinizacioÂn, el cual explica ciertasvariaciones regionales del espanÄ ol americano. En el Caribe hispa nico yen las tierras bajas americanas, receptoras de la ¯ota de Indias, se reforzoÂ

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la presencia de Andalucõ a, especialmente de Sevilla (Mene ndez Pidal1962). Ello motivo que, por uno o varios procesos de rekoinizacioÂn,se generalizaran ciertos rasgos del andaluz como la aspiracio n de /s/ ®nalde palabra y sõ laba o la eliminacio n de la /d/ intervoca lica y ®nal depalabra, que no habõ an formado parte de la koine americana original,quiza debido a razones de prestigio, pues estos rasgos estaban presentesen el andaluz del siglo XV (cf. Frago Gracia 1993).

AcomodacioÂn linguÈõÂstica, comunidad linguÈõÂstica y koinizacioÂn

La acomodacio n linguÈ õ stica es uno de los procesos necesarios para quese forme una koineÂ. Por acomodacio n, segu n Giles y Smith (1979),se entiende el ajuste inconsciente que hacen, a corto o largo plazo, loshablantes para adaptarse o convergir con el habla de su interlocutor.Cuando la acomodacio n es a largo plazo puede surgir una koineÂ, ya quela formacio n de la misma implica el surgimiento de una nueva comunidadlinguÈ õ stica. Una koine no so lo comprende un cambio en la produccio nlinguÈ õ stica, sino una reestructuracio n de valores sociolinguÈ õ sticos, comosucedio con el espanÄ ol americano y con otras koineÂs previamente estudia-das (cf. Siegel 1985; Trudgill 1986; Granda 1994). El espanÄ ol americano,desde sus inicios, se conformo incorporando algunos marcadores yvariantes estigmatizadas por hablantes del esta ndar toledano y porhablantes del castellano viejo, pero que se empleaban en otros dialectospeninsulares. Los marcadores son rasgos sociolinguÈ õ sticos que permitenidenti®car una estrati®cacio n social y estilõ stica, pero no son estigmati-zados. En cambio, las formas estigmatizadas se consideran inacepatbles yse rechazan totalmente en una comunidad de habla:

Some variables are the overt topics of social comment and show both correction

and hypercorrection (stereotypes); others are not at the same level of socialawareness, but show consistent stylistic and social strati®cation (markers); stillothers are never commented or even recognized by native speakers, but are

di�erentiated only in their relative degrees of advancement among the initiatingsocial groups (indicators) (Labov 1994: 78).

Los marcadores caracterizan a un grupo pero no de manera tan obviacomo los estereotipos, los cuales pueden ser identi®cados y hasta imitados.Los marcadores no se reconocen con la misma precisio n. Pero, a pesarde ser indeterminados para los hablantes, tienen peso en las reaccionessubjetivas. Los indicadores, en cambio, son rasgos sociolinguÈ õ sticosque no tienen peso en las reacciones subjetivas. Entre tales marcadores

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y variantes estigmatizadas cabe mencionar el seseo y el yeõ smo o pe rdidade la oposicio n de la lateral palatal /l/ y la palatal no lateral /y/. En eldialecto castellano viejo y en la norma toledana se mantenõ a el contrasteentre los sonidos sibilantes y los palatales, y se estigmatizaba a quienesperdõ an tales oposiciones. En cambio, en el dialecto andaluz y en casitodas las variantes del espanÄ ol americano se eliminaron ambos con-trastes desde fecha temprana (cf. Parodi 1977; Fontanella de Weinberg1992). De hecho, rasgos como el seseo y el yeõ smo formaron partede la identidad linguÈ õ stica americana criolla y mestiza.

A partir de la segunda mitad del siglo XVI, el espanÄ ol americanoincorporo indicadores regionales. Entre e stos se encuentran voces deorigen indõ gena, sobre todo antillanismos, nahuatlismos y quechuismos,que en su mayorõ a fueron desconocidas por los hablantes de espanÄ oleuropeo, pues so lo algunos indigenismos como papa, tomate, chocolate,canoa y cacique y unos cuantos ma s se introdujeron al espanÄ ol general.La mayorõ a de las voces de origen indoamericano forman parte delespanÄ ol local de las zonas en que se hablaba na huatl o quechua comolenguas generales, o bien son resultado de la difusio n de voces que seintrodujeron al espanÄ ol en Las Antillas, donde ocurrio el primer contactoentre hispanohablantes y hablantes de lenguas indõ genas.

Koine , dialectos peninsulares e hispanismos de lenguas indoamericanas

Dado que una koine se genera por el contacto de varios dialectos, resultaindispensable de®nir los rasgos de cada dialecto que conforman la nuevavariante y los que rasgos son creaciones originales de e sta. En el caso dela koine americana, el primer paso a seguir es identi®carla y determinarque dialectos la originaron. Por tratarse de una situacio n de dialectos encontacto, la formacio n de una koine sigue procesos similares a los que sepresentan durante la adquisicio n de un dialecto nuevo. Chambers (1992)postula algunos principios generales que, por ser ma s especõ ®cos quelos de Trudgill (l986), permiten explicar la adquisicio n de un dialectonuevo por parte de individuos trasladados de una regio n a otra. Laformacio n de la koine americana incluye adema s caracterõ sticas propiasde lenguas en contacto en una situacio n asime trica. Ello se debe a que enel continente recie n descubierto, los conquistadores y primeros pobla-dores, hablantes de distintos dialectos del espanÄ ol, no so lo estuvieronen contacto entre sõ , sino que, debido al proceso expansivo de EspanÄ aen Ame rica, tuvieron contacto, ma s o menos estrecho, con varias lenguasy culturas indõ genas americanas, a cuyos hablantes dominaron. Acontinuacio n presento evidencia de que en el Nuevo Mundo, junto con

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la naciente koine americana durante los primeros anÄ os del siglo XVI,se hablaban varios dialectos: el castellano viejo, el andaluz y el toledano.Este u ltimo muy probablemente se utilizaba en contextos restringidospor tratarse de la variedad literaria de la e poca en la Penõ nsula.

La koine americana

La koine americana, que antes de ®nalizar el siglo XVI se convertirõ aen el espanÄ ol americano verna culo, convivio por tres generaciones conel castellano viejo, el andaluz y el toledano. Contamos con pruebas de laexistencia de la koine americana desde fecha temprana como la relacio nde los Jero nimos de 1517, escrita en Santo Domingo (Wesch 1993), o laserie de textos redactados en la Nueva EspanÄ a en 1523, estudiados porParodi (1995). Sobre la koine americana en la Argentina contamos conlos trabajos de Fontanella de Weinberg (1987), y los de Rojas (1985). Unode los procesos caracterõ sticos de la adquisicio n de un dialecto nuevoy de la formacio n de una koine es la nivelacio n y sustitucio n le xicas.Chambers (1992) encuentra que en los estadios iniciales del contacto``lexical replacements are acquired faster than pronunciation and phono-logical variants'' (1992: 677). SenÄ ala que en Filadel®a los hablantes deingle s, durante el proceso de adquicio n de un dialecto nuevo, el primer anÄ ocambiaron su le xico dra sticamente (50%). En cambio, su pronunciacio nvario menos (25%) en ese mismo lapso. En Ame rica la sustitucio n le xicano so lo fue interdialectal, sino interlinguÈ õ stica. Al entrar los conquista-dores, en contacto con nuevas realidades americanas se vieron en lanecesidad de nombrarlas, ya fuera usando voces procedentes de laslenguas indõ genas, como maõÂz, ya empleando vocablos del espanÄ ol consigni®cados nuevos como tigre o leoÂn para referirse al `puma a jaguaramericanos', o utilizando perõ frasis como gallina de la tierra parareferirse al `pavo a guajolote'.

La koine americana comenzo a distinguirse del espanÄ ol peninsularen 1492, cuando Colo n y los marineros que lo acompanÄ aban tocaronlas tierras del Nuevo Mundo e incorporaron a su le xico los primerosantillanismos de la lengua espanÄ ola: cacique, canoa y ajõÂ, los dos primerosregistrados en 1492 y el tercero en 1493 en los diarios del propio Colo n(cf. Corominas y Pascual 1980). Los mismos antillanismos, junto conmaõÂz y jobo ( jocote en el espanÄ ol mexicano), se encuentran totalmenteincorporados en los textos novohispanos de 1523 (cf. Parodi 1995).La permeabilidad y rapidez con que se incorporaron los indigenismosa la koine americana se deba quiza a la actitud abierta que tenõ an losconquistadores espanÄ oles por expandir los lõÂmites de su lenguaje, pues

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estaban dispuestos a incorporar nuevos elementos procedentes de distintasvariantes dialectales o estilõ sticas de su propia lengua o de las lenguasindõ genas de uso general como el taõ no, el quechua y el na huatl. Bastacomparar los indigenismos del espanÄ ol colonial frente a los del ingle s, queson inexistentes, para encontrar dos actitudes colonizadoras distintas.Sirva de ejemplo el texto de Guaman Poma de Ayala, nacido en el Peru en1535, quien en suNueva coroÂnica y buen gobierno (1992 [l615]) utiliza varioste rminos del quechua: ``tenõ an costumbre de purgarse cada mes con supurga que ellos le llaman bilca tauri. Con tres pares de grano pesado conmacay lo juntan y lomuelen y se lo beben por la boca _'' (1992 [1615]: l 17).

Indigenismos y vernaculizacio n

Cuando una misma realidad americana se veõ a duplicada en diferenteslugares del Nuevo Mundo, a los espanÄ oles, a los criollos y a los mestizosde los siglos XVI y XVII se les presento la disyuntiva de mantener la vozindõ gena original o descartarla y sustituirla por el te rmino local. Ilustraneste caso los antillanismos maiz y ajõÂ. En el espanÄ ol de Me xico se mantuvoel primero en lugar del na huatl centli `ma iz seco', pero se sustituyo ajõÂpor el nahuatlismo chile (primera documentacio n 1521), el cual segeneralizo en la Nueva EspanÄ a y en Guatemala para mediados del sigloXVI (cf. Corominas y Pascual 1980). Sin embargo, en el resto de Ame ricase difundio ajõÂ, aunque en Cuba el chile designa una variedad especialde pimiento. Sin embargo, el derivado maizal `sembrado de maõ z' fuesustituido por el na huatl milpa en Me xico y por el quechuismo chacra(primera documentacio n 1540) en Surame rica, Costa Rica, Guatemalay El Salvador (cf. Corominas y Pacual 1980). De esta manera, mante-niendo, sustituyendo, eliminando o incorporando indigenismos nuevosal le xico del espanÄ ol americano, poco a poco, se fue conformando unle xico caracterõ stico del espanÄ ol de cada regio n americana, a pesar delpredominio nume rico de voces patrimoniales del espanÄ ol.

En este proceso de mantenimiento, sustitucio n, eliminacio n e incor-poracio n de indigenismos nuevos, los antillanismos han permanecido®rmes en el espanÄ ol americano y en el general, por haber side los primerosque conocieron los espanÄ oles en el Nuevo Mundo. Ello explica el usogeneralizado de voces de origen antillano como canoa, caoba, carey,hamaca, maõÂz, huracaÂn y otras. En segundo lugar, las lenguas indõ genasde mayor prestigio (y por ende generales) como el nahuatl o el quechuaproporcionaron el mayor nu mero de indigenismos, pero e stos suelen estarlimitados geogra ®camente. En el norte y centro de Ame rica, la mayorõ ade los indigenismos procede del na huatl, como elote, comal, aguacate,

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cacahuate y chile. En cambio, en Surame rica los vocablos de orõ genindõ gena provienen sobre todo del quechua, como choclo, callana, paltay zapallo `calabaza' o proceden de las lenguas antillanas, como manõ y ajõÂ.La zona central de Ame rica, que abarca Colombia y Ecuador, en cambio,tiene, junto con los antillanismos generales, una mezcla de nahuatlismos yquechuismos, aunque parecen predominar los segundos (cf. Mejõ as 1980).

Esta divisio n geogra ®ca, que se mantiene en nuestros dõ as, se originoÂen el siglo XVI, cuando para referirse al peo n indõ gena que trabajaba enlas encomiendas y en los repartimientos, se empleo la voz taõ na naborõÂoen las Antillas, la na huatl macegual en Me xico y la quechua yanacona enPeru y Argentina. Con el tiempo, junto con la institucio n, desaparecioÂel te rmino, quedando el ge nerico espanÄ ol peoÂn para trabajador de la tierra.Otras veces esta distribucio n geogra ®ca se mantuvo por un siglo y luegodomino el antillanismo sobre los dema s te rminos. Tal es el caso de la vozcacique, que en Me xico se uso junto con el nahuatlismo calpul, en Peru yArgentina con el quechuismo curaca, y en Chile con el mapuche toqui.Con el pasar de los anÄ os todos estos indigenismos desaparecieron, menosel primero, que sufrio innovaciones y extensiones sema nticas para adap-tarse a los cambios histo ricos de la sociedad americana. En la actualidadla isoglosa que separa el norte del sur de Ame rica corre en el noreste deEcuador y la representan las parejas na huatl-quechua aguacate-palta,elote-choclo y comal-callana (cf. Mejõ as 1980). Desde el punto de vistageogra ®co, algunos indigenismos distinguen el espanÄ ol americano frenteal peninsular. Este es el caso de, por ejemplo, el nahuatlismo tamal(primera documentacio n 1552), `especie de empanada de maõ z', usadoen toda Ame rica, y el quechuismo papa (primera documentacio n 1540).En la Penõ nsula, desde el siglo XVIII se usa patata, cruce del antillanismobatata y el quechuismo papa, para designar el tube rculo. El tamal sedesconoce en EspanÄ a.

Cambios en la pronunciacio n

La formacio n de una koine y su vernaculizacio n sigue ciertos procesosfonolo gicos universales de la adquisicio n de dialectos. Chambers (1992)encontro que ``simple phonological rules progress faster than complexones'' (1992: 682). Ello explica la generalizacio n tan ra pida del seseoo pronuciacio n de la sibilante apicoalveolar /s/ como una dorsodental /s/(/pasa/ `pasa' se pronuncia /pasa/, al igual que /kasa/ `caza') en la koineÂ

americana del siglo XVI, y el avance un poco ma s lento del yeõ smo. Elseseo es general y la oposicio n de las sibilantes tiene un alto rendimientofuncional. La pe rdida de la oposicio n entre las palatales /l/ vs. /y/, como

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en /maya/ `maya' y /mala/ `malla' estuvo menos generalizada que elseseo, durante los siglos XVI y XVII, pues dicha oposicio n tiene menorrendimiento funcional que el de las sibilantes.

Esta premisa explicarõ a la expansio n un pocoma s lenta del betacismoÐcaracterõ stico del dialecto castellano viejoÐ enAme rica, pues la oposicio nde labiales sonoras se perdio , pero los antiguos fonemas se mantienencomo los dos alo fonos [b] y [û] del fonema /b/ en una distribucio n com-plementaria relativamente compleja ([bwena] `buena' vs. [la ûwena]).Lo mismo sucedio con la expansio n de la pe rdida de la aspiracio nprocedente de /f/ latina Ð tambie n caracterõ stica del dialecto castellanoviejo Ð , que so lo ocurre en posicio n inicial ante vocal, por lo que /harõ na/(5lat. farina) `harina' cambia a /arina/ `harina', pero la labiodental /f/en /enfermo/ `enfermo' se mantiene.

Dicha premisa tambie n explicarõ a que en la koine americana de laprimera etapa no se adoptaran los otros rasgos de la pronunciacio nandaluza, aunque tales peculiaridades ya existieran en este dialectodesde el siglo XV (cf. Frago Gracia 1993). Obviamente en el dialectoandaluz del siglo XVI que paso a Ame rica se aspiraba la /s/ en posicio n®nal de palabra o sõ laba, por ejemplo en /kasah/ `casas', se neutralizaba la/r/ y /l/, como en /komel/ `comer', y se perdõ a la /d/ intervoca lica y®nal, como en /kansao/ `cansado' y /berda / `verdad' y otros. Estos rasgos,como ya indique , se impusieron ma s tardõ amente en el espanÄ ol americanode las costas por procesos de rekoinizacioÂn. Al respecto, Fontanellade Weinberg (1992) senÄ ala que, frente a movimientos demogra ®cosposteriores, existio una diferente composicio n en el nu cleo inicial depoblamiento en Ame rica. AnÄ ade que para entender el espanÄ ol americanodebe considerarse ``la relacio n posterior con Andalucõ a, la posible llegadade nuevos contingentes andaluces y los procesos posteriores deestandarizacio n'' (1992: 44±45). En efecto, durante la colonia, Ame ricaestuvo en contacto estrecho con Andalucõ a. Por ejemplo, en el Caribe, lacomposicio n de andaluces fue mayor que en otras regiones, como haprobado Boyd-Bowman (1963). Adema s, apunta Fontanella deWeinberg,citando a Mene ndez Pidal (1962) y a Diego Catala n (1958), que la vincul-acio n con Sevilla reforzo la presencia de rasgos compartidos con el dialectoandaluz, sobre todo en las costas, que eran regiones receptoras de la ¯otade Indias. De hecho es en las costas donde, por procesos de rekoinizacioÂn,se introdujeron otros rasgos del espanÄ ol andaluz, que no se seleccionaronen la koine americana inicial, como la perdida de /d/ intervoca lica y ®nal,neutralizacio n de /r/ y /l/, velarizacio n de /n/ ®nal, entre otros.

Otra generalizacio n fonolo gica que encontro Chambers (1992) es que``eliminating old rules occurs more rapidly than acquiring new ones''(1992: 695). Esta premisa explica porque el yeõ smo, que formo parte de la

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koine americana de los primeros tiempos, se generalizo en casi todoel territorio americano ma s ra pidamente que los rasgos caracterõ sticosde la rekoinizacioÂn, arriba mencionados, como la velarizacio n de /n/ ®nalen [pan] `pan'.

Temporalidad y vernaculizacio n de una koineÂ

No obstante que la vernaculizacio n de una koine existe en el momento enque hay hablantes que la adquieren como lengua nativa, esta situacio nno necesariamente tiene como resultado que los hablantes de la primerageneracio n puedan internalizarla tan cabalmente, como subsiguientesgeneraciones. La adquisicio n de una koine , lengua o dialecto en la primerageneracio n de hablantes ha sido poco investigada. Por ello, en lo queatanÄ e a la koine americana y a la adquisicio n de un dialecto nuevo, existendiscrepancias entre los investigadores del tema. Para Fontanella deWeinberg (1992), la primera generacio n de criollos americanos ya habõ aadquirido ``un rasgo tõ pico de la koine como el seseo, cualquiera que fuereel dialecto originario de sus padres'' (1992: 48). Por su parte, Chambers(1992) encuentra que la primera generacio n no logra internalizar total-mente un dialecto nuevo. AnÄ ade que en Filadel®a so lo la segunda genera-cio n pudo internalizar el dialecto local: ``the subjects who did masterit were those who were born there of Philadephian parents'' (1992: 684).Por otro lado, Granda (1994: 41), siguiendo a Trudgill (1986), senÄ ala queso lo en la tercera generacio n o sesenta anÄ os despue s de la conquista,se ``cristaliza la koine americana.'' Los estudios del espanÄ ol en Ame ricaparecen apuntar al hecho de que una koine se ®ja, dando origen a unacomunidad de habla Ð en el sentido arriba senÄ alado Ð tras habersevernaculizado y depue s de haber tenido hablantes nativos por dos o tresgeneraciones. Asimismo, la koine vernaculizada americana genero distin-tas variantes linguÈ õ sticas locales y regionales, las cuales se distinguieronentre sõ por los subsiguientes procesos de rekoinizacioÂn y por lascaracterõ sticas peculiares que asumieron la vernaculizacio n y la estandar-izacio n en cada lugar.

Testimonios del siglo XVI corroboran la existencia de la koine amer-icana vernaculizada. Gero nimo de Mendieta, castellano viejo, nacido enVitoria (Paõ s Vasco) en 1525, quien llego a Veracruz en 1554, se re®ereal na huatl y al espanÄ ol americano en su Historia eclesiaÂstica indiana(1973 [1585]: vol. 2), sesenta anÄ os despue s de la conquista de Me xico.Respecto a la lengua na huatl hablada por espanÄ oles indica que

y aun el comu n hablar se va de cada dõ a ma s corrompiendo. Porque los espanÄ oles

comu nmente la hablamos como negros y otros extranjeros bozales hablan la

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nuestra. Y de nuestro modo de hablar toman los mesmos indios y olvidan elque usaron sus padres y abuelos. Y lo mesmo pasa por aca de nuestra lenguaespanÄ ola, que la tenemos medio corrupta con vocablos que a los nuestros se

les pegaron en las islas cuando se conquistaron y otros que aca se han tomado dela lengua mexicana. Y asõ podemos decir, que de lenguas y costumbres y personasde diversas naciones se ha hecho en esta tierra una mixtura o quimera, que no ha

sido pequenÄ o impedimento para la buena cristiandad de esta gente. Reme dieloDios como puede (119±120) [el subrayado es mõ o].

Una centuria ma s adelante, en 1688, el historiador Ferna ndezPiedrahita, igualmente se re®ere al espanÄ ol americano al hablar de loshabitantes de Cartagena de Indias (Colombia) como ``mal disciplinadosen la pureza del idioma espanÄ ol, lo pronuncian generalmente con aquellosresabios que siempre participan de la gente de las costas de Andalucõ a''(en Lapesa 1983: 569).

Hispanismos o pre stamos del espanÄ ol a las lenguas indoamericanas

Debido a que la koine americana vernaculizada se convirtio en la variedadma s usual de las nuevas comunidades, los dialectos peninsulares origi-nales que se trasladaron a Ame rica durante la conquista, desaparecierondespue s de unas cuantas generaciones. Por ello hay poca evidencia sin-cro nica y diacro nica de la heterogeneidad dialectal que existõ a enAme rica durante los primeros anÄ os de la conquista y colonizacio n, apesar de que se haya mencionado el pluridialectalismo del espanÄ ol enAme rica en te rminos generales (cf. Fontanella de Weinberg 1987, 1992;Parodi 1995, entre otros). Por esta razo n, los hispanismos de las lenguasindõ genas son muestras arqueolo gico-linguÈ õ sticas de incalculable valorque re¯ejan la pronunciacio n de los espanÄ oles que estuvieron en contactocon los indõ genas durante los primeros anÄ os de la colonia. Los hispanis-mos de las lenguas indõ genas son pre stamos antiguos del espanÄ ol quemantienen fosilizada en las lenguas indoamericanas la pronunciacio nde los distintos dialectos del espanÄ ol que pasaron a Ame rica. Estas vocesresultan de crucial importancia en la reconstruccio n histo rica de la lenguaespanÄ ola en el Nuevo Mundo, ya que corroboran la presencia de sonidosque se habõ an reconstruõ do, pero cuya existencia no se habõ a demostradoen Ame rica con toda seguridad por haber desaparecido tempranamente.Los pre stamos del espanÄ ol a las lenguas indõ genas comprueban que ensus orõ genes, Hispanoame rica no fue linguÈ õ sticamente uniforme.

Los hispanismos de las lenguas indõÂ genas americanas re¯ejan lapresencia de por lo menos tres variantes: el dialecto castellano viejo, eldialecto andaluz y el espanÄ ol americano. En cambio las lenguas indõÂ genas

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de California, que entraron en contacto con el espanÄ ol durante el sigloXVIII, so lo re¯ejan el espanÄ ol americano de Me xico. Esta situacio npermite suponer que para ®nes del siglo XVI los dialectos peninsulares quepasaron a Ame rica durante los primeros anÄ os de la conquista y poblacio nya habõ an desaparecido, pues los criollos y los mestizos adquirõ an elespanÄ ol americano. A partir del siglo XVII, estos dialectos so lo reapar-ecieron como formas importadas de Europa con las nuevas oleadas depobladores espanÄ oles que se trasladaron a Ame rica. Sin embargo, tantolos criollos y los mestizos, como la mayorõ a de los espanÄ oles que pasaronal Nuevo Mundo despue s del siglo XVI, adquirõ an o se adaptaban a laantigua koine americana, que para esta e poca ya se habõ a vernaculizado,convirtie ndose en el habla local del Continente. Los pre stamos del espanÄ ola las lenguas indõ genas que prueban la existencia del dialecto castellanoviejo deben ser tempranos. En la mayor parte de Ame rica, salvo los casosde pre stamos internos de las lenguas indõ genas entre sõ , debieron haberseincorporado a las lenguas indoamericanas previa desaparicio n de estedialecto, antes de ®nalizar el siglo XVI.

Los hispanismos de las lenguas indoamericana y la pronunciacioÂndel espanÄol

Los hispanismos de las lenguas indõ genas se re®eren a las realidadeseuropeas que trajeron los conquistadores y primeros colonizadores aAme rica, tales como ajo, cebolla, cuchillo, limones, mesa, navaja, pollo,silla, vaca y otras. Son la otra cara de la moneda de los indigenismos,los cuales son voces que se re®eren a las realidades americanas queencontraron los espanÄ oles en el Nuevo Mundo. Gracias al conocimientoque se tiene de la evolucio n del espanÄ ol y de sus dialectos, y en virtud de lascorrespondencias sistema ticas entre los sonidos del espanÄ ol que seencuentran en los hispanismos de las lenguas indoamericanas, es posibledeterminar que dialectos del espanÄ ol estuvieron en contacto con loshablantes de lenguas indõ genas. Ide nticas pautas de sonidos propiosdel espanÄ ol se repiten en los mismos hispanismos que se incorporaronde lengua indõ gena en lengua indõ gena, independientemente de su origeny de su localizacio n geogra ®ca en el continente americano. Por ejemplo,es seguro que el sonido apicoalveolar fricativo sordo /s/, propio delcastellano viejo y de la norma toledana, se pronuncio durante el sigloXVI en toda la Ame rica hispana por un tiempo la su®cientementelargo como para haber dejado huellas en todas las lenguas indõ genasamericanas. En ellas, este sonido suele reinterpretarse como un fonemaprepalatal fricativo sordo /s/. Asõ los siguientes ejemplos de este artõ culo

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que proceden de diversas fuentes consultadas y se encuentra en el banco dedatos de Dakin y Parodi (1997) se pronuncian de esta manera: silla: /sila /en zapoteco de Jua rez y en mixteco (Me xico); en acateco, kanjobal,trique, y mam (Guatemala); /sila/ en araucano (Chile); mesa: /mesa/ enmazahua y en na huatl (Me xico); costal: /kostal/ en chol, trique, na huatlde Cozcatla n, zapoteco (Me xico); kekchõ (Guatemala); asno: /asnu/ enpa ez (Colombia).

En cambio, en las lenguas indõÂ genas de California ya no hay rastro delsonido apicoalveolar debido a que ya habõÂ a desaparecido en el espanÄ olmexicano del siglo XVIII que estuvo en contacto con estas lenguas, pueslos hablantes de esta variante seseaban. AsõÂ , el morfema plural -s y elfonema sibilante de los hispanismos, escrito nso, se pronunciaban /s/y no /s/, al igual que los fonemas sibilantes escritos ncËo y nzo enpalabras como las siguientes: ajos: /?aawus/ en cahuilla, cupenÄ o, dieguenÄ o,serrano ymono del oeste; camisa: /kamisa?/ en cahuilla, cupenÄ o, dieguenÄ o,serrano y mono del oeste, donde la nso se pronuncia igual que lasibilante de cebada: /savaada/ en cahuilla, cupenÄ o, dieguenÄ o, serranoy mono del oeste.

Este tipo de articulacio n no se debe a que las lenguas de California notengan sonidos equivalentes a la sibilante apicoalveolar castellana /s/.Todo lo contrario, las lenguas de California se caracterizan por tenerun repertorio especialmente rico de sonidos sibilantes (cf. Bright 1979).No tese, adema s, que en la palabra /?aawus/ no aparece el antiguo sonidoprepalatal /s/, sino el velar /w/. Lo mismo sucede en las lenguas yumanascuyos pre stamos del espanÄ ol so lo contienen el sonido velar /w/, a pesarde que estas lenguas tambie n cuentan con un amplio repertorio desibilantes que fa cilmente hubieran podido haberse hecho equivaler alfonema prepalatal /s/. Por ello, cabe a®rmar que la ausencia de /s/ y /s/se debe a que estos antiguos fonemas ya no existõ an en la variante delespanÄ ol que estuvo en contacto con los indõ genas californianos, es decir,el espanÄ ol mexicano de la segunda mitad siglo XVIII. Toda esta informa-cio n permite trazar dos isoglosas de®nidas que corresponden a fechasespecõ ®cas del avance de la colonizacio n en Ame rica: las formas ma smodernas se hallan en California, y las formas ma s antiguas se encuentranen Hispanoame rica.

El castellano viejo en AmeÂrica, las sibilantes y las lenguas indõÂgenas

La evidencia procedente de las lenguas amerindias prueba que loshablantes de estas lenguas estuvieron en contacto con hablantes delcastellano viejo durante el siglo XVI, desde el noroeste de Me xico hasta

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Argentina. Al comenzar el siglo XVI el dialecto castellano viejo habõ areducido las cuatro sibilantes medievales a dos: una sibilante apico-alveolar fricativa sorda /s/, escrita nso y nsso, y otra sibilante dentalfricativa sorda /s/, escrita ncËo y nzo. La mayorõ a de los hablantesde lenguas amerindias que estuvieron en contacto con el castellano viejoarticulaban un fonema dental fricativo /s/, pero no pronunciaban unoalveolar fricativo co ncavo /s/. A pesar de ello, dichos hablantes mantu-vieron la oposicio n del castellano viejo en sus hispanismos sustituyendola sibilante alveolar co ncava /s/ por su sibilante prepalatal sorda /s/. En elapartado anterior incluõ varios ejemplos que ilustran el contraste entresibilantes dentales y alveolares. Cabe aclarar que los vocablos que re¯ejanesta pronuncõ acio n son innumerables en toda Ame rica. Por razones deespacio, aquõ so lo agregare algunos ma s. He excluõ do las lenguasindõ genas como el zoque de Soteapan, en el que no contrastan lassibilantes palatales o las apicoalveolares con las dentales. Por ejemplo,(a) senÄora: /sno:lah/, /snul/, /snulan/ en na huatl de la Huasteca, chol,tzeltal, motocintleco (Me xico); quiche (Guatemala); (b) sarteÂn: /sortean/en tzotzil, motocintleco, Huave de San Mateo del Mar (Me xico);(c) pascua: /paskwa/ en mapuche (Chile). Por otro lado, la sibilantedental fricativa sorda /s/ del castellano, escrita ncËo y nzo, se mantienecomo tal en las lenguas amerindias. Por ejemplo los pre stamos siguientesse pronunciaron: (a) almorzar: /almasa:l/ en el na huatl de Cozcatla n(Me xico); (b) aceite: /aset/ en Huave de San Mateo del Mar (Me xico);(c) zorro: /sulu/ en Pa ez (Colombia); (d) cinta:/sinta/ en Mapuche (Chile).

El espanÄol americano, las sibilantes y las lenguas indõÂgenas

Debido a que el espanÄ ol americano ha estado en contacto con las lenguasindõ genas desde sus orõ genes hasta nuestros dõ as, cuando un pre stamo sepronuncia igual que en el espanÄ ol americano moderno, en muchos casosno es posible saber si dicha voz es antigua o moderna. Ello sucede en losejemplos que re¯ejan el seseo y el yeõ smo, por ejemplo. En dichos casoslas fuentes ma s seguras para seguir la trayectoria histo rica de la pronun-ciacio n de espanÄ ol del contacto son documentos fechados, escritos enAme rica durante la conquista y la colonizacio n. Hay evidencia ®lo logicadel seseo en textos escritos en lenguas indõ genas. Por ejemplo, en un textona huatl de 1563 se encuentra prueba del seseo en la palabra sarampioÂn,escrita cË allanpio (cf. Karttunen y Lockhart 1976). Esto signi®ca que talpalabra se pronunciaba /salampjo/, con un fonema dorsodental /s/, enlugar de la forma etimolo gica /salampjo/, con la sibilante apicoalveolar/s/; sarampioÂn tambie n es/ salampjo/ en el na huatl moderno (Me xico).

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El dialecto andaluz en AmeÂrica, las sibilantes y las lenguas indõÂgenas

Los hablantes del dialecto andaluz redujeron las cuatro sibilantesmedievales a dos, una dorsodental sorda /s/ y otra dorsodental sonora/z/. Evidencia de esta solucio n procede de textos andaluces que analizoÂLapesa (1964). En la mayor parte de los pre stamos de las lenguasamerindias no he encontrado vestigios de la sibilante sonora. Las lenguasotomangues tienen fonemas sibilantes que podrõ an re¯ejar esta oposicio n,pero la distribucio n de estos fonemas limita su ocurrencia e impide detec-tar re¯ejos de la consonante sonora, por in¯uencia de feno menos propiosde las lenguas otomangues. En el quechua ecuatoriano, Landerman (1979)ha encontrado ejemplos de seseo con sonoridad: casar: /kazara/ quechua,Ecuador; caso: /kazu/ quechua, Ecuador;mesa: /meza/ quechua, Ecuador.Cabe anÄ adir que el espanÄ ol quitenÄ o mantiene la diferencia de sonoridaden las sibilantes, au n en nuestros dõ as. En otras fuentes, como losmanuscritos americanos de los primeros anÄ os del siglo XVI, hay pruebasde que el sonido sonoro era pronunciado por hablantes del dialectoandaluz en Ame rica. En estos textos se mantiene la oposicio n de sonoridaden ejemplos como /katorze/ y /produzir/, escritos con nzo, frente a /karsel/y /debosjon/, escritos con ncËo. Evidencia adicional de la presenciadel dialecto andaluz en Ame rica, especõ ®camente en Me xico, procede delos textos que analizaron Boyd-Bowman (1988) y Company (1993).

La norma toledana en AmeÂrica, las sibilantes y las lenguas indõÂgenas

Los pre stamos del espanÄ ol de las lenguas amerindias hasta ahora anali-zados no re¯ejan la norma toledana. Evidencia independiente, queprocede de la lengua literaria, demuestra que esta variante del espanÄ ol,que distinguõ a los cuatro fonemas sibilantes del espanÄ ol medieval, seconocõ a en Ame rica. Tal es el caso de escritores y poetas de principios delsiglo XVI como Ferna n Gonza lez de Eslava, cuyos poemas, segu n Frenk(1989) ha demostrado, mantienen dicha norma. En su obra se encuentranrimas como cosas /kozas/ con preciosas /presiozas/; promessa /promesa/con con®essa /con®esa/; pobreza /pobreza/ con fortaleza /fortaleza/,y lancËa /lansa/ con holgancËa /holgansa/.

El sonido palatal lateral /l/, el castellano viejo, la norma toledanay las lenguas indõÂgenas

La consonante palatal lateral /l/ heredada del espanÄ ol de la Edad Media,se mantenõÂ a vigente en el castellano viejo y en la norma toledana del

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Page 15: Contacto de dialectos y lenguas en el Nuevo Mundo: La ... · Los marcadores caracterizan a un grupo pero no de manera tan obvia ... la koine´ americana, el primer paso a seguir es

siglo XVI. Esta variante tambie n se pronuncio en los hispanismos de laslenguas amerindias que estuvieron en contacto con estos dialectos. Laslenguas indoamericanas que carecen del fonema palatal lateral /l/, loreprodujeron con las equivalencias /l+j/, /l/, o /r/ en ejemplos como:(a) cebolla: /sewolja/ en tzeltal (Me xico); acateco, kanjobal (Guatemala);pemo n (Venezuela); (b) llave: /lawe/, /ljawe/ en kanjobal, acateco,quiche (Guatemala); (c) silla: /sila/ en zapoteco, trique, mixteco, na huatl(Me xico); acateco, mam, kanjobal (Guatemala); (d) /sira/ pemo n(Venezuela); caballo /kawaljo/ guaranõ (Paraguay). Por otro lado, loshablantes de quechua, arahuaco, aymara y mapuche, que cuentan conel fonema palatal lateral /l/ en su sistema fonolo gico, mantuvieron dichosonido en los hispanismos que la tenõ an, por ejemplo: (a) silla: /sila/araucano o mapuche (Chile); (b) caballo: /kawalo/ arahuaco (Venezuela);araucano o mapuche (Chile).

Estos ejemplos, junto con los casos arriba analizados, en que hayoposicio n de las sibilantes /s/ y /s/, comprueban que los hablantes delenguas amerindias de toda Ame rica estuvieron en contacto con hablantesdel castellano viejo durante el siglo XVI. La norma toledana se re¯eja enAme rica en la lengua literaria de los primeros anÄ os del siglo XVI, puesen e sta se mantiene la oposicio n /l/~/y/ (cf. Frenk 1989).

El yeõÂsmo, el espanÄol americano, el dialecto andaluz y laslenguas indõÂgenas

El yeõ smo americano, que se registra desde el siglo XVI (cf. Parodi 1977),tiene sus orõ genes en el yeõ smo andaluz. En los pre stamos del espanÄ ol alas lenguas indõ genas hay un buen nu mero de ejemplos que re¯ejan estefeno meno, como por ejemplo: (a) caballo: /kawayu/ en chol, motocintleco,mixteco y na huatl (Me xico); (b) anillo: /aniyu/ en motocintleco (Me xico);(c) bollo: /puyo/ en pa ez (Colombia); (d) ladrillo: /lagrõ o/ en mazahua,(Me xico); (e) gallo: /ga:yu/ en na huatl de Mecayapan; y en zoque deSoteapan (Me xico).

En estos casos, al igual que con los ejemplos de seseo, resulta difõ cildeterminar la cronologõ a del pre stamo con so lo analizar la forma de lapalabra, pues pre stamos como e stos pudieron haberse introducido ene poca temprana a tardõ a. El ejemplo /kawayu/ podrõ a re¯ejar el yeõ smodel siglo XVI debido al cierre de la vocal posterior. De igual modo,la forma /ga:yu/ `gallo' en el na huatl de Mecayapan y en el zoque deSoteapan podrõ an ser antiguos debido a la pronunciacio n larga de lavocal /a:/. Hay, adema s, evidencia ®lo logica del yeõ smo en textos escritosen lenguas indõ genas. Por ejemplo, en un texto na huatl de 1580 encuentro

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prueba de este feno meno en la palabra caballo, escrita cavayo(cf. Karttunen y Lockhart 1976): caballo: /kawayo/ en el na huatl cla sico(Me xico).

Aunque el yeõ smo estaba menos generalizado en el espanÄ ol americanodel siglo XVI que otros feno menos tõ picos del andaluz, como el seseo, elproceso de sustitucio n de /l/ por /y/ ya se habõ a iniciado. Para la segundamitad del siglo XVIII, e poca del contacto entre hispanohablantes yhablantes de lenguas amerindias de California, los hispanismos proce-dentes de esta a rea geogra ®ca revelan que los indõ genas estuvieron encontacto u nicamente con hablantes mexicanos de espanÄ ol verna culo,los cuales eran seseantes y yeõ stas. Los pre stamos del espanÄ ol a las lenguasamerindias de California re¯ejan el yeõ smo, ya generalizado en este tipode espanÄ ol. No se registra ningu n hispanismo con el fonema lateral /l/en los pre stamos de las lenguas de California. Por ejemplo, (a) cebolla:/siwo:ya?/, /sevo oya/, /sibo oya/ en Mono del oeste, cahuilla, cupenÄ o,dieguenÄ o, serrano; (b) gallo: /ga:yu?, ga ayu'?/ en serrano, cahuilla,cupenÄ o, luisenÄ o, y dieguenÄ ; (c) silla: /sõ iya?/ `silla de montar' en cahuilla,cupenÄ o, dieguenÄ o, serrano.

La rekoinizacio n y las lenguas indõ genas

Hasta ahora no he encontrado muestras de los procesos de rekoinizacio ntardõ os ni de los rasgos propios de las costas americanas en loshispanismos de las lenguas indõ genas. Ello puede deberse a que, engeneral, los indõ genas no suelen encontrarse en las costas, y a que lospre stamos del espanÄ ol se introdujeron sobre todo durante los primerosanÄ os de la conquista y la colonizacio n, antes de que nuevas oleadas deandaluces llegaran a las costas americanas causando que el espanÄ ol serekoinizara en esas a reas. En el jacalteco, lengua mayanse kanjobalanade Guatemala se contrasta la /n/ dental o alveolar can la /n/ velar en todaslas posiciones, por ejemplo /na'/ `pensar' y /nah/ `casa'. Sin embargo, lospre stamos del espanÄ ol que terminan en /n/ no re¯ejan la [n] velarizadadel andaluz. Asõ , en el jacalteco la palabra /pan/ se pronuncia [pan]. En elespanÄ ol guatemalteco en contacto con el jacalteco, en cambio, esta palabrase pronuncia [pan].

La rancherada: una comunidad de habla de rural

Si se excluyen el espanÄ ol urbano, que con el tiempo se ha estandarizadoen las grandes ciudades americanas, y el espanÄ ol de las costas, cuya

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formacio n se debe a procesos de rekoinizacio n motivados por el contactode los primeros hispanoamericanos con nuevos contingentes andaluces,falta explicar la homogeneidad del espanÄ ol americano rural. Las similari-dades del espanÄ ol hispanoamericano rural no dejan de sorprender. Foster(1962) supone que Hispanome rica es una enorme zona cultural dondehay un patro n comu n de costumbres y ethos que la marcan con un sellocomu n. Ese patro n comu n es resultado de la accio n modeladora denormas espanÄ olas de vida imperante en el perõ odo colonial. La lenguaes la ma s extraordinaria de las caracterõ sticas comunes (citado porRosenblat 1977: 88). Al respecto, quisiera proponer, tomando en cuentalos u ltimos avances de la investigacio n demogra ®ca sobre el campesinadode Barraga n Lo pez (1997a, 1997b), que la homogeneidad del hablarural americana se debe en parte al papel que han tenido los rancherosamericanos o la ``rancherada'' en la difusio n de la koine a espanÄ olamericano en el Nuevo Mundo. Los rancheros forman una comunidadde habla peculiar, pero se distinguen de las otras comunidades en que,debido a su movilidad, forman redes sociales que interactu an de maneraencadenada a trave s de grandes extensiones geogra ®cas. Su manera dehablar se conoce su®cientemente como para que los otros miembros dela sociedad traten de imitar a los rancheros en obras literarias y au nlleguen a crear estereotipos. En Parodi y Santa Ana 1997 nos referimosa la comunidad de habla ranchera como comunidad de habla nuclear,dado que en esa fecha no tenõ amos noticia de que la rancherada fueraun grupo independiente de los otros miembros de la comunidad rural.

El origen de la rancherada se remonta al siglo XVI. Desde el momentoen que los espanÄ oles comenzaron a poblar el Nuevo Mundo, al margende la sociedad dominante, en las sierras aledanÄ as a las villas, ciudades yhaciendas, se agruparon en pequenÄ os ranchos individuos que rechazabanla nueva sociedad indiana y que deseaban ocupar territorios de extensio nlimitada. Eran africanos que no querõ an ser esclavos, indios, mestizosy mulatos que no aceptaban la cultura occidental, y blancos criollos openinsulares que rechazaban su propia sociedad. Eran independientes,religiosos y descon®ados; y a pesar de haber tenido modestas extensionesde tierra para el cultivo agropecuario, estaban, muchas veces, al serviciode los grandes propietarios de la tierra. Por su posicio n de intermediarios,o de `bisagra' sirvieron en toda Ame rica, de puente entre las sociedadesindõ genas y la sociedad dominante. Aunque muchos rancheros han vividoen el peor de los rezagos, en muchos casos han abierto algunas võ as deprogreso por haber generado nuevas redes sociales y por haber formadoparte de cadenas familiares que llegan a extenderse a lo largo de grandesterritorios, en las sierras centrales. Muchos de ellos, los ganaderos sobretodo, se han trasladado continuamente de territorio en territorio en

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mu ltiples direcciones, ejerciendo diversas actividades, pero siempre enestrecha interconexio n familiar. Se van escurriendo, en un secular procesoexpansivo, desde el centro hacia la periferia en nuevos frentes decolonizacio n e incluso conquistas tardõ as. Por lo regular los rancherosse ridiculizan y se hacen sino nimo de barbarie e incultura pero, para-do jicamente, ``lo ranchero'' ha sido exaltado como sõÂmbolo de identidady orgullo patrios en todo el continente. En la literatura el ranchero,el gaucho o el llanero son personajes que aparecen recurrentemente.

Los rancheros y la expansioÂn del espanÄol americano en el Continente

A partir de ®nes del siglo XVIII, en un territorio en el que predominanlos indõ genas, los ranchos empiezan a proliferar en todo el continente ycon ellos se extiende el espanÄ ol americano. A principios del siglo XIX,durante la independencia, hubo en Me xico poco ma s de cinco mil ranchos(Barraga n 1997a: 144) en un territorio en el que el 60% de sus habitanteseran indõ genas monolinguÈ es (Cifuentes 1998: 46). Cien anÄ os despue s, losranchos aumentaron a ma s de 40 mil. Ello se correlaciona con el hechode que los indõ genas monolinguÈ es disminuyeron. Hacia 1910 la poblacio nindõ gena monolinguÈ e se redujo a aproximadamente al 25% del total dela poblacio n segu n Cifuentes (1998: 46). Por otro lado, Rosenblat (1977:128) apunta que la expansio n del espanÄ ol en Ame ricano se logro pormedio de la escuela, sino gracias al mestizaje, ya que los mestizos fueron elgrupo social que se convirtio en la base social, e tnica y linguÈ õ stica delespanÄ ol rural en Hispanoame rica.

A continuacio n menciono algunas voces y rasgos de la pronunciacio n,tomados de Parodi y Santa Ana (1997), caracterõ sticos del siglo XVIII,que emplea la rancherada en nuestros dõ as, y que otros segmentos de lapoblacõ on estigmatizan: [asigu n] `segu n'; [pader] `pared'; [asina] `asõ ';[probe] `pobre'; [bõ a] `habõ a'; [najden] `nadie'; [ajga] `haya'; [mesma]`misma'; [ajgre] `aire'; [xweron] `fueron'; [polesia] `policõ a'; [dotor]`doctor'; [melesina] `medicina'. Cabe anÄ adir que junto con estos rasgosestigmatizados, los rancheros de los distintos lugares de Hispanoame ricaemplean los regionalismos propios de cada a rea. Asõ , por ejemplo, en ela rea aledanÄ a de Zamora, Michoaca n, Me xico, en el habla de los rancherosse encuentran rasgos regionales tales como el cierre de vocales medias /e/ y/o/ a /i/ y /u/, debilitacio n de las consonantes palatales /y/ y /ts/ a /j/ y /s/,inclusio n de deslice nasal en posicio n ®nal, despue s de /s/ y el uso de laformacio n posle xica [?ey] con tono creciente para a®rmar. A continuacio nincluyo algunos ejemplos que ilustran estos hechos: [pokus] `pocos';[kaûaju] `caballo'; [lesi] `leche'; [pwes'N] `pues'; [?ey] `sõ '.

50 C. Parodi

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Conclusiones

He presentado una visio n de conjunto de la formacio n, vernaculizacio ny expansio n del espanÄ ol americano y he mostrado que el espanÄ olamericano coexistio con dialectos peninsulares, cuya presencia en

Map 1. The spread of ranchos in Western Mexico, sixteenth to twentieth centuries

(source: Barraga n Lo pez 1997a: 152)

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Ame rica puede comprobarse gracias a las huellas que han dejado de supronuciacio n en los hispanismos de las lenguas indoamericanas. Hastaahora la evidencia que se empleaba en la reconstruccio n del espanÄ olamericano y de los dialectos peninsulares que llegaron a Ame rica procedõ ade textos manuscritos y del testimonio de grama ticos que estaban en elNuevo Mundo durante la colonia. Gracias a los hispanismos, contamoscon otra fuente ma s para estudiar los orõ genes y la vernaculizacio n delespanÄ ol americano. Asimismo, he mostrado que la vernaculizacio n delespanÄ ol americano siguio los mismos procesos que pueden observarse ensituaciones en contacto de dialectos, por lo cual resulta posible proponergeneralizaciones sobre la formacio n de dialectos nuevos. Independiente-mente de las caracterõ sticas locales, regionales y nacionales de cadavariante del espanÄ ol americano, e ste se encuentra dividido en dos grandesa reas: el espanÄ ol de las zonas centrales y el espanÄ ol de las costas. Elprimero es resultado de la evolucio n de la koine americana y se caracterizapor ser seseante y casi totalmente yeõ sta. El segundo, en cambio, esproducto de varios pracesos de rekoinizacioÂn debidos a las llegadas dehablantes procedentes de las ¯otas de Andalucõ a y es ma s afõ n que elprimero a las hablas andaluzas. He mostrado que la difusio n del espanÄ olamericano en las sierras y zonas centrales de Ame rica podrõ a debersesobre todo al papel crucial que tuvieron los rancheros, gauchos o llanerosen la colonizacio n y poblacio n del continente, el cual es equiparableal de los marineros andaluces en las costas.

University of California at Los Angeles

Referencias

Barraga n Lo pez, Esteban (1997a). La rancherada en Me xico. Relaciones 69, 121±162.

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