Contra Las Bandas Rapaces y Asesinas de Los Campesinos

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  • 7/21/2019 Contra Las Bandas Rapaces y Asesinas de Los Campesinos

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    1525 Contra las bandas rapaces y asesinas de los campesinos. Martn Lutero.

    En el librito precedente no me atreva a juzgar a los campesinos, porque sus demandas eran justas y solicitabanenseanzas mejores, y adems Cristo ordena no juzgar (Mateo, 7, 1). Pero en un abrir y cerrar de ojos, loscampesinos se han extralimitado y atacan con el puo, olvidando sus declaraciones anteriores, y roban y atropellan,comportndose como perros rabiosos. Ahora puede verse claramente lo que escondan en sus mentes, y que loproclamado en sus doce artculos en nombre del Evangelio, no era ms que mentira. En resumen, slo realizan actosdiablicos y, muy en particular, es el archidiablo quien los gobierna desde Mhlhausen'' y los induce a robar, asesinar y

    derramar sangre, pudindosele aplicar las palabras de Cristo (Juan, 8, II), cuando se refiere a aquel que desde elprincipio fue homicida. Ahora que estos campesinos y esta gente miserable se deja seducir y se comporta de mododiferente de lo que haba dicho antes, yo tambin he de escribir sobre ellos de forma distinta y, en primer lugar, deboponer ante sus ojos sus propios pecados, como Dios orden a Isaas y Ezequiel, por si alguno estuviese dispuesto areconocerlos; indicar tambin a la conciencia de la autoridad secular cmo debe conducirse al respecto.Tres horribles pecados humanos contra Dios pesan sobre estos campesinos, lo cual les hace merecedores, una y milveces, de la muerte del cuerpo y del alma, Primero: haban jurado fidelidad y reverencia a la autoridad, prometiendoobediencia y sumisin, tal como lo ordena Dios cuando dice (Lucas, 20, 25): "Dad a Csar lo que es de Csar" y(Epstola a los Romanos, 13, 1): "Toda alma se someta a las potestades superiores, etc.". Al haber roto voluntaria ypetulantemente dicha obediencia, ponindose adems en contra de sus seores, han condenado su alma y sucuerpo, como suelen hacer los infieles, perjuros, mentirosos y desobedientes pillos y malhechores. Por esto, tambindice San Pablo de ellos (Epstola a los Romanos, 13, 2): "El que resiste a la potestad recibir de ello juicio sobre s".Este versculo acabar tambin, a la corta o a la larga, por aplicarse a los campesinos, porque Dios quiere que la

    fidelidad y los deberes sean cumplidos. Segundo: prepararon la revuelta, asaltaron y saquearon con impiedadconventos y castillos que no eran suyos, por lo que merecen doblemente la muerte, en cuerpo y alma, como asesinos ysalteadores de caminos. Cualquier hombre que pueda ser acusado de sedicin est ya proscrito por Dios y por laautoridad, de modo que el que primero quiera y pueda matarlo, obra bien y justamente. Contra quienquiera que seamanifiestamente sedicioso, cualquier hombre es al propio tiempo juez supremo y verdugo, lo mismo que, cuando sepropaga un incendio, es el mejor quien primero logra extinguirlo. La sedicin, en efecto, no es slo un delito horrible, sinoque es como un voraz fuego que devasta un pas; conlleva, por consiguiente, para el pas asesinatos y derramamiento desangre, hace muchas viudas y hurfanos, y destruye todo como la ms terrible de las desgracias. Por lo cual,quienquiera que pueda, debe apalearlos, degollarlos y apualarlos de modo pblico o clandestino, puesto que no haynada ms venenoso, nocivo y diablico que un sedicioso, al igual que se debe matar un perro rabioso, porque si no lohaces, l te matar a ti y a todo el pas contigo. Tercero: cubren estos espantosos y horrendos pecados con elEvangelio, llamndose hermanos cristianos, exigiendo juramentos y obediencia y obligando a la gente a participar entales atrocidades; por ello, se han convertido en los mayores blasfemadores de Dios y ofensores de su santo nombre,

    honrando y sirviendo al diablo bajo la mscara del Evangelio. Ya por esto merecen diez veces la muerte en cuerpo yalma, porque nunca o pecado ms horrendo. Considero tambin que el diablo siente que se acerca el da del juicio, yaque emprende hazaas tan inauditas, como si dijera: se trata de las ltimas, sean, pues, las peores. Quiere abrir losinfiernos para que se hunda la tierra: Que Dios no se lo permita! Ya ves, pues, qu poderoso prncipe es el demonio,cmo tiene el mundo en sus manos y cmo puede confundirlo. Puede atrapar, seducir, cegar, empecinar y sublevar deimproviso tantos millares de campesinos y, valindose de ellos, lograr lo que su rabia feroz le propone. Tampoco lesayuda a los campesinos alegar (Gen. 1 y 2) que todas las cosas fueron creadas libres y comunes y que todos estamosbautizados en la misma forma. Moiss ya no vale, y el Nuevo Testamento no lo conserva; no hay ms que nuestromaestro Cristo, que ha puesto nuestro cuerpo y bienes bajo el emperador y el derecho secular, cuando dice: "Dad aCsar lo que es de Csar". En forma anloga, Pablo (Epstola a los Romanos, 13, 1) dice a todos los cristianosbautizados: "Toda alma se someta a las potestades superiores", y Pedro: "Estad sujetos a toda potestad de loshombres". Nosotros estamos obligados a seguir esta doctrina de Cristo, como el Padre celeste ordena y dice: "Este esmi Hijo predilecto, escuchadle". En efecto, el bautismo no hace libres al cuerpo y a los bienes, sino slo al alma; tampocoel Evangelio declara comunes los bienes, excepto aquellos que alguien, por propia voluntad, quiera hacer tales, como lohicieron los apstoles y sus discpulos (Hechos de los Apstoles, 1, 33 y ss.), los cuales no pretendan que fueran comuneslos bienes de Herodes y de Pilato, como nuestros insensatos campesinos afirman, sino slo los suyos propios. Nuestroscampesinos, en cambio, quieren que se hagan comunes los bienes de los dems, sin dejar de conservar los suyos. Meparecen, en verdad, buenos cristianos. Parecera como si el infierno se hubiera vaciado de demonios y que stos sehubieran apoderado de los campesinos. Su desvaro excede toda medida. Puesto que los campesinos excitan en contrasuya a Dios y a los hombres y que por tantas razones son ya merecedores de la muerte en cuerpo y alma, puesto que,no admiten ni respetan ningn juicio imparcial, sino que desvaran cada vez ms, yo he de indicar a la autoridadsecular cmo debe comportarse en buena conciencia en esta situacin. En primer lugar, no puedo ni quiero impedir adicha autoridad que reprima y castigue a dichos campesinos fuera de las vas de la justicia y la equidad, pese a que elEvangelio no lo permite. La autoridad tiene de su parte el buen derecho, desde el momento en que los campesinos yano combaten por el Evangelio, sino que se han convertido claramente en prfidos, perjuros, desobedientes, sediciosos,

    asesinos, ladrones, y blasfemos, a todos los cuales, incluso una autoridad pagana tiene el derecho y el poder decastigar y, lo que es ms, est obligada a castigar a tales pillos. Por esto ella porta la espacia y es ministro de Diossobre aquellos que cometen el mal (Epstola a los Romanos, 13, 4). Sin embargo, la autoridad cristiana que se somete alEvangelio y contra la cual, por consiguiente, los campesinos no pueden alegar nada, ha de proceder con prudencia.En primer lugar, debe remitir las cosas a Dios y aceptar que nos hemos merecido todo esto. Debe, adems,considerar que tal vez Dios excit de tal manera al demonio para comn castigo de toda la nacin alemana. Debe suplicarhttp://www.inep.org - Portal INEP Powered by Mambo Generated: 1 May, 2006, 16:54

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    tambin, humildemente, ayuda contra el demonio, porque en esta contienda no combatimos slo contra la carne y lasangre, sino contra los espritus del mal que estn en el aire y han de ser combatidos con la oracin. Despus de haberorientado en esta forma nuestros corazones hacia Dios, dejando que se cumpla Su divina Voluntad, quiera o nomantenernos prncipes y seores, se deben ofrecer todava a los rabiosos campesinos, aunque no lo merezcan,negociaciones para resolver el problema. Y en fin, en caso de que todo esto no sirva de nada, hay que echar mano sinms a la espada. Un prncipe y seor ha de pensar en que es ministro y servidor de Dios y de su ira (Epstola a losRomanos, 13, 4), y que la espada le ha sido confiada contra tales bribones. Si sta no castiga y no pone remedio, nocumpliendo as con su oficio, peca contra Dios en forma igualmente grave que quien mata sin que le haya sido dada tal

    potestad. Donde puede y no castiga, sea 13o l. o por derramamiento de sangre, se hace culpable de todos loshomicidios y de los males perpetrados por tales bribones, porque, descuidando voluntariamente el mandato de Dios,permite que esos bribones realicen sus maldades, siendo as que podra y debera impedirlo. Por ello no es ste elmomento de dormir ni de emplear paciencia o misericordia: es ya el tiempo de la ira y de la espada, y no el de la gracia.Proceda, pues, ahora, la autoridad con confianza y golpee con buena conciencia mientras pueda mover un msculo;tiene sta en su favor que los campesinos tienen mala conciencia y persiguen una causa injusta, y cualquier campesinoque, a consecuencia de esto, resulte muerto est perdido en cuerpo y alma y pertenece al diablo para siempre. Laautoridad, en cambio, tiene una buena conciencia y un buen derecho de su parte y puede decirle a Dios con absolutatranquilidad de corazn: "Ve, Dios mo, T me has puesto como prncipe o seor, de esto no puedo dudar; T me hasconfiado la espada contra los malhechores (Epstola a los Romanos, 13, 4). Tal es Tu palabra y debe observarse; porello he de cumplir este oficio, so pena de perder Tu gracia. Adems es evidente que estos campesinos han merecidoante Ti y ante el inundo varias veces la muerte, y que a m corresponde castigarlos. Ahora, si T quieres dejar questos me maten y que me sea quitada la autoridad y que yo perezca, hgase Tu voluntad, de modo que yo muera y

    perezca segn Tu divina voluntad y palabra y sea considerado obediente a Tu mandato y a mi oficio. Por esto quierogolpear y castigar mientras pueda mover un msculo". As es como ,juzgars y obrars rectamente. Puede, pues,ocurrir que cualquiera que del lado de la autoridad sea muerto se convierta en un verdadero mrtir de Dios, si hacombatido con la conciencia que pernos dicho, porque procede segn la palabra y la obediencia de Dios. Por elcontrario, todos los que perezcan del lado de los campesinos, estarn destinados al fuego eterno, porque empuan laespada contra la palabra y la obediencia de Dios y son criaturas del demonio. Si los campesinos prevalecieran (Dios nolo permita), porque para Dios todo es posible y no sabemos si tal vez antes del juicio final, que no debe estar lejos, El noquiera destruir por medio del diablo todo orden y autoridad reduciendo el mundo a un montn de ruinas, con todo,moriran seguros y pereceran en paz los que resultaren muertos en el ejercicio de su oficio de la espada, y dejaran elreino terrenal al demonio, para recibir, en cambio, el reino eterno. Los tiempos actuales son tan extraordinarios que unprncipe que derrama sangre puede ganar mejor el cielo que otro con oraciones. Finalmente, hay una cosa todava queha de mover justamente a la autoridad; los campesinos no se conforman con pertenecer ellos mismos al demonio, sinoque constrien y obligan a mucha gente piadosa, que lo hace de mala gana, a ingresar en sus bandas diablicas,

    hacindoles partcipes, de este modo, de toda su iniquidad y condenacin. En efecto, quien no resiste al terror de loscampesinos se asocia con el diablo y es culpable de todas las fechoras que ellos cometen; sin embargo, se venobligados a ello por la debilidad de su fe, que no les confiere fuerza para oponrseles. Un cristiano piadoso debersufrir cien muertes antes que aprobar, ni aun en lo ms mnimo, la causa de los campesinos. Cuntos mrtires podrahaber hoy por mano de los sanguinarios campesinos y de los profetas de la muerte! Ahora bien, la autoridad deberaapiadarse de dichos prisioneros de los campesinos; y si no hubiera ninguna otra razn para apuar tranquilamente laespada contra los campesinos, poniendo en tal empresa cuerpo y alma, sta seria una razn harto suficiente, quierodecir la de salvar y ayudar a las almas constreidas por los campesinos a una alianza tan diablica e inducidas contra suvoluntad, a pecar tan gravemente junto con ellos y a ser condenados; tales almas, en efecto, estn ya en el purgatorio,o incluso encadenadas al infierno y al demonio. Por esta razn, estimados seores, salvad, ayudad y tened misericordiade la pobre gente; pero herid, degollad y estrangulad cuanto podis; y si hacindolo as sobreviene la muerte, mejorpara vosotros, que no podrais encontrar nunca muerte ms bienaventurada, porque moriris en obediencia a lapalabra y al mandato de Dios (Epstola a los Romanos, 13, 5) y en servicio de la caridad, para salvar a vuestro prjimo de

    las cadenas del infierno y del demonio. Os ruego, pues, que el que pueda huya de los campesinos, como del demonioen persona. Yo ruego que Dios quiera iluminar y convertir a cuantos no huyen. Aquellos, en cambio, que no se dejenconvertir, suplico a Dios que no tengan ni felicidad ni suerte. Que todo cristiano piadoso diga amn porque la oracin esbuena, justa y grata a Dios, esto lo s bien. Si alguien piensa que todo esto es demasiado duro, que piense tambinque la sedicin es cosa insoportable y que en todo momento hay que esperar la destruccin del mundo. La presenteseleccin y traduccin han sido realizadas sobre los escritos de Martn Lutero, tal como aparecen en Martin Luther,Augewaehlte Werke, tomo V, editado por H. H. Borcherdty Georg Merz, Munich, Chr. Kaiser Verlag, 1962.

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