Conversaciones de Jose Ignacio Gonzalez Faus

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    Jos Ignacio Gonzlez Faus

    La pasin por Jess de Nazaret y la Justicia

    J. I. Gonzlez Faus no necesita presentacin en IGLESIA VIVA.Esta revista ha contado siempre con su amistosa colaboracin,sus pginas se han enriquecido con la hondura y el compro-miso de su pensamiento, y sus lectores han disfrutado de suteologa para aprovechar. Acaba de cumplir 69 aos y, aun-que ya vive en una jubilacin acadmica anticipada, su inspi-racin sigue alentando personas y proyectos en la lucha por lajusticia que brota de la fe en el Dios de Jess.

    * * *

    T perteneces, Jos Ignacio, a la generacin de telogosque, tras el concilio Vaticano II, inici con seriedad la reno-vacin de la teologa espaola. Antes de convertiros en pro-fesores, vosotros mismos tuvisteis que atravesar personal-mente un complejo itinerario de descontruccin del viejoparadigma teolgico que habais recibido en los aos deformacin inicial y de construccin de uno nuevo. Quisierahacerte algunas preguntas sobre ese proceso.

    Qu seales te indicaron el carcter moribundo de lateologa recibida?

    F. Javier Vitoria Cormenzana*

    CONVERSACIONES

    *Profesor de Teologa. Bilbao

  • Cules fueron los estmulos tericos que ms influye-ron en tu proceso de renovacin teolgica?

    En esta misma revista t escribiste que el primer inter-locutor de todo telogo es de alguna manera l mismo.Qu intereses personales guiaron entonces tu bsqueda deuna teologa viva? Pagaste algn precio por la mudanza?

    Estas preguntas tocan un gnero, el autobiogrfico, que nome gusta mucho. Voy a ver si consigo contestar de maneraque las respuestas sean tiles para el lector.

    Cuando t le hablas a un cuerpo y no contesta, cuando lesacudes y no reacciona, acabas deduciendo que es un cad-ver. Algo de eso es lo que nos ocurri a muchos compaerosen aquellos aos memorables de 1960 al 64. Yo haba sufridoantes una seria crisis de fe, que consideraba ya resuelta. Peronecesitaba formularme esas soluciones. Y eso no lo encontra-ba en la teologa que bamos estudiando. S que bamos encon-trando respuesta en textos de Rahner, que corran ciclostiladosen traducciones piratas entre nosotros, y de Congar, que en-tonces iba publicndose en varias editoriales catalanas.

    Por aquellos tiempos fundamos los estudiantes la revistaSelecciones de Teologa. Como todo lo humano tiene impurezaen sus motivaciones, debo reconocer que la fundamos no slopara ayudar a la gente sino, en buena parte, contra los profe-sores: para hacerles ver que exista otra teologa. El inespera-do xito inicial de la revista convenci al rector del teologadode que con una expresin muy suya algo haba en nues-tras inquietudes. Encontramos adems un profesor bueno queacept ser director meramente nominal: pues la condicin quese nos haba puesto para fundar la revista fue que el directorfuera un profesor. As el verdadero director acab siendo elSecretario de la revista que era uno de nosotros. Tuvimosproblemas de censura con algunos artculos, pero salimos ade-lante. Y su aparicin me vali a m una primera salida alextranjero para aprender alemn, que sabamos poco. Asestuve un verano, primero en Frankfurt donde conoc, vestidode sotana, al Padre Arzalluz, y ms tarde en Munich.

    Quiero aadirte que un indiscutible estmulo terico, comot dices, fue simplemente Jess de Nazaret. Pertenezco a unaorden que tiene muchos defectos que no voy a decir. Pero queintenta tener una espiritualidad profundamente cristocntrica.Las mil frases ignacianas sobre el Cristo pobre y humilde aquien debemos ms seguir e imitar, o sobre la pobreza conCristo pobre, no podan ser un estmulo de vida individual sino estaban sustentadas por una teologa universal.

    En cuanto a los intereses que guiaron mi bsqueda perso-nal, recordars que mis aos de teologa fueron los aos enque comenz la lucha contra el franquismo. La mayora denuestros profes eran franquistas, la casi totalidad de losalumnos ramos antifranquistas. La lucha contra el franquismoestaba para nosotros muy unida a la lucha por la justicia social

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  • (una reivindicacin que, tras la democracia, se fue a pique por-que cada cual se dedic a sus demandas personales o grupa-les: unos pidieron Estatuto de autonoma; otros divorcio; otrosfundar un diario... y cuando cada cual tuvo lo que quera, todosse olvidaron de los motivos de justicia social que nos habanunido en la lucha contra Franco). A nosotros el afn por la jus-ticia social nos lo haba inculcado un profesor de tica social, elfamoso Pedro Vila Creus, que fue un autntico pionero, y quelas haba pasado canutas en la Orden por sus ideas sociales.Todos sus alumnos estbamos marcados por l y buscbamosuna teologa armonizable con sus ideales sociales.

    En resumen, aquellos aos de estudio de la teologa fueronuna preciosa experiencia de comunin en la lucha de sas queluego no perduran, cuando desaparece el Franco de turno.

    Precios? Pagu algunos, pero muy pocos. Otros los hanpagado mucho ms caros. Hasta en esto he sido un privile-giado. Para empezar, un precio muy positivo fue la decisin deno hacer mi tesis doctoral en Roma, donde no me aceptaranun trabajo global como el que hice sobre la cristologa de sanIreneo, sino que me obligaran a investigar y a ser especialis-ta en un milmetro cuadrado de la teologa: yo no quera haceruna tesis, sino aprender cristologa y saba que san Ireneopoda ser ah un buen maestro.

    En cuanto a precios negativos... hombre!, siempre teganas una fama de incendiario o de superficial (periodistanos decan, como tambin sentenciaba un profesor nuestroque Rahner no era ms que un poeta oscuro). Ya sabes t quelos hombres tendemos a defendernos con adjetivos, ms quecon argumentos. Una vez por aquellos aos recuerdo haberacuado esta frase: si dices que el obrero pasa hambre eresun periodista; si dices que el ser es, eres un intelectual muyprofundo. Tambin una dura conversacin con el bueno denuestro rector, en la que me dijo varias veces: hermanoGonzlez, usted tiende a la exageracin etctera. Pero pocascosas ms por entonces.

    Si quieres poner un broche final a esta historia, dos aosms tarde de haber terminado yo los estudios oficiales de teo-loga, cuando estaba en Roma en el Instituto Bblico, tuvolugar la famosa manifestacin de curas en Barcelona, que tan-to revuelo arm, y a la que asistieron varios jesuitas de migeneracin, entre ellos el ahora famoso Vctor Codina.

    Muchas veces hemos hablado de la importancia que tieneel lugar social y eclesial desde donde el telogo realiza sutrabajo. El peligro de que la teologa se elabore desde laluna, por usar una expresin tuya de poca de mocedad,siempre nos acecha a los telogos. Todos los que te cono-cemos sabemos que vives en Sant Cugat del Valls y tra-bajas frente a su magnfica biblioteca. Sin embargo tu obrateolgica abraza misericordiosamente la realidad, justa-mente por donde ms se duele, los pobres. Me gustara que

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  • nos recordaras las experiencias que en tu largo peregrina-je teolgico desde Innsbruck, donde te doctoraste, hastanuestros das han hecho posible semejante encarnacinde tu pensamiento. Qu lecciones has entresacado para elquehacer teolgico? Cmo valoras el momento actual dela teologa en Europa y en Espaa?

    Mi vivir en Sant Cugat y no en alguna barriada ha sido miperenne mala conciencia y Dios juzgar si la urgencia de labiblioteca tena razn o si he sido un incoherente. Ya cuandoestudiaba filosofa, y gracias al Vila Creus antes nombrado,que entonces era rector del filosofado, comenzamos a ir losdomingos por la maana de catecismos a diversas barriadasdel entorno con gran oposicin de nuestros profesores. Estu-ve yendo a un barrio msero del entorno de Sabadell (TorreRomeu), lleno entonces de inmigrantes del sur amontonados.Algunas experiencias de la vida (y de la bondad) de algunasde aquellas gentes, me marcaron y, lo que es casi peor, mehicieron percibir que, desde la fe, no tena nada que decirlescomo no fuera aquello de que en el cielo ellos estaran mejor.Al no hacer mi tesis doctoral en Roma como he dicho, tuve quebuscarme un modo de vida en las alemanias, y as es comoacab de capelln de inmigrantes espaoles en Tbingen.Aunque casi no haca ms que de intrprete, entonces tena yoms cosas que decir y creo que la relacin fue mayoritaria-mente buena. En algn momento me asalt la idea de si debaquedarme all definitivamente y fue una emigrante espaola(Amparo, hoy ya fallecida) la que me sac de la duda: tvulvete a tus libros y, desde all, defindenos.

    A poco de empezar mi enseanza en Sant Cugat, concebel proyecto de irme a vivir a aquel Torre Romeu de mis aosde filosofa y, desde all, ir cada da a dar clases a Sant Cugat.Comenc yendo dos das por semana (el mircoles que habareunin de comunidad y los fines de semana) y el proyectonunca lleg a ms. Los das en que no dispona de coche (puesdependa de la disponibilidad de la flota de seiscientos quetena entonces la comunidad de Sant Cugat), el viaje hastamis aulas era agotador. Recuerdo algunos das saliendo deTorre Romeu en un amago de autobs destartalado y chirrian-te que me llevaba hasta la estacin de ferrocarriles de laGeneralitat. Yo intua que aquello no podra ser diario, quecada hora de transporte era una hora de preparacin de clase,pero a la vez miraba a aquellos nios que iban al colegio y alos obreros que iban al trabajo y me deca: pues estos lohacen a diario. En fin, al final se qued en esa especie de tr-mino medio. Estuve hasta 1978 en aquella comunidad de basedonde todos, hasta los curas, militaban en partidos polticosclandestinos y tambin debo mucho a lo enormemente provo-cador de aquella experiencia. Una herida no cerrada: muchoscompaeros jesuitas de aquella parroquia acabaron dejando laOrden y el ministerio. Aunque a veces se diera como razn el

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  • escndalo de una iglesia contraria a los pobres, intu siempreque aquella vida tan dura no poda ser compatible con el celi-bato salvo para poqusimos. El ser humano tampoco puedeexigirse demasiado a s mismo.

    Cuando lo de Torre Romeu acababa surgi la llamada deAmrica Latina. Abreviando, estuve all trece veces, en casitodos los pases y las ltimas casi como fijo de plantilla en laUCA de El Salvador, donde iba cada tres aos y donde t y yocoincidimos algn ao. Puedes imaginar, porque esto es msconocido, lo que es un pas en guerra y el contacto con hom-bres como Ignacio Ellacura, Jon Sobrino y, para m, san Fer-nando Cardenal, ministro de educacin de los sandinistas,expulsado de la Compaa contra la voluntad del General, porpresin de la Curia romana, y ms tarde reingresado otra vezen ella... No me alargo en esto que es ms conocido.

    Al final de mi vida, decid jubilarme antes de lo obligatorio(a los 65 y no a los 70) para buscar algn trabajo de margina-cin. Al final cuaj un centro de transentes o gentes sin techo(Arrels nombre cataln que significa races), donde quise comen-zar asistiendo no para ensear nada o prestar ningn servicio,sino para intentar convivir y tratar con los usuarios del Centro.Segua con esto hasta que los problemas de salud este ao meimpidieron ir muchas veces y lo aparqu de momento, hastaque acabe el que yo llamo va crucis de los mdicos y que,desde luego, tiene ms de catorce estaciones. Ya veremos quresulta, pero terminar esta respuesta contando que, a pesarde que el intento de acercarme a ellos produjo pocas satisfac-ciones, la gran leccin de esta experiencia la reciba muchosviernes cuando, saliendo de all para ir a dormir a mi casa(mientras algunos de los usuarios del Centro salan para ir adormir a la calle), al volver a circular por Las Ramblas mesurga una pregunta evidente: pero t, de qu puedes que-jarte?, que me pona infinidad de piezas en su sitio.

    Mi balance pues es ste, modestito: no s si el intelectualpuede estar en esa realidad que ms duele (otros compaerosmos lo han conseguido mejor que yo), pero al menos debetener contactos habituales con ella. Quienes acusan a los cris-tianos comprometidos en este sentido, de hacer un reduccio-nismo tico del cristianismo, es simplemente porque nuncahan estado de veras all: desde all se percibe que la estanciaall es sobre todo una autntica experiencia espiritual, aunquea veces tenga sus demandas ticas a las que uno (o, mejor,yo) no llega a responder.

    El ao 1975 celebrasteis la XXXII Congregacin General delos jesuitas y aprobasteis el famoso Decreto Cuarto, titula-do Servicio de la fe y promocin de la justicia. Cmo crees que ha influido en la vida de la Compaa deJess? Qu recuerdos tienes del Padre Arrupe? Desde hace veintin aos dedicas gran parte de tus mejo-

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  • res energas a Cristianisme i Justcia. Cmo valoras laexperiencia vivida? Cmo contemplas su futuro?

    Hay aqu tres cuestiones distintas. 1.- Sobre el decreto de la fe y la justicia, creo que lo hemos

    cumplido a medias y me parece, por cosas que le he odo, queKolvenbach comparte esta opinin. Los jesuitas no somos tanobedientes como se dice... Pero s ha servido para dar campoy posibilidades de accin a muchos que estaban ya en esalnea o a los que el decreto abri los ojos.

    2.- Arrupe es otra cuestin. Te dir para comenzar, y parano idealizar, que Arrupe era una mentalidad de los aos 30,trasladada al Japn y sin posibilidades de evolucionar a laeuropea. Sus primeras palabras ms bien nos decepcionaban.Pero era un hombre de ojos abiertos. A ti te gusta citar lafrase de Metz una mstica de ojos abiertos. Pues bien: sialguna vez quieres poner un ejemplo de esa mstica, no lodudes: Pedro Arrupe. Ese fue su valor inapreciable.

    Fue en segundo lugar un ejemplo de aquello que dice elevangelio sobre la autoridad: las autoridades mundanasgobiernan de una determinada manera; entre vosotros nosea as. Guardo algunas cartas suyas, en respuesta a otrasmas a propsito de problemas de la poca: en la Misin Obre-ra o por la expulsin de la Orden de Dez Alegra... Las masno carecen de cierta arrogancia e hiperseguridad juvenil; lsiempre me contestaba con bondad. Le o tambin (por ejem-plo en Puebla) defender con bro en pblico a gentes a las queyo saba que haba reido seriamente en privado. Finalmente,dos provinciales de Amrica Latina me contaron conversacio-nes con l en las que, despus de haber expuesto su opinin,terminaba diciendo: pero bueno, el Provincial es usted y estms cerca de los hechos. Usted vea, ya conoce mi opinin. Elhecho es que, por ese modo de actuar, se ganaba la confian-za de todos (menos de la Curia Romana). Por eso le acusaronde falta de autoridad: porque la ejerca de manera evanglicay no de manera mundana.

    Finalmente estn mis recuerdos de contactos con l duran-te nuestra XXXIII Congregacin General. l estaba ya depues-to, con medio cuerpo paralizado y sin poder hablar. Recuerdo,en el homenaje que se le tribut en la Asamblea tras la elec-cin de Kolvenbach, cmo lloraba un negro, delegado del Con-go (el P. Pasu-Pasu que ya muri y que era un tiarrn). Acos-tumbrado a ver los negros en las pelculas luchando contra losleones o cosas as, nunca me imagin que un negro comoaqul pudiera llorar de esa manera. Me lleg al alma verle.Luego, durante el captulo, fui varias veces a verle a la enfer-mera de la Curia. Supongo que yo tena cierta mala concien-cia y me parta el alma estar all con l que no poda hablar, yyo sin saber qu decir o no queriendo hablar mucho porque noquera soltarle rollos y aburrirle. Meses despus de su muer-te, el hermano que lo cuid (el famoso Banderas) estaba

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  • haciendo Ejercicios en Manresa y me llam un da porquequera hablar. Cog el coche un domingo, me fui a Manresa ypuedo contar que, en la conversacin, a Banderas se le res-balaba una lgrima y me deca: he vivido con un santo y nohe sabido santificarme. Era fcil decirle que lo que haba vivi-do de dedicacin, de entrega sacrificada a Arrupe a todashoras, era ms importante que su santidad, si es que se dis-tingua de sta.

    Te voy a decir una cosa: no quisiera que canonizasen aArrupe. Me gustara ver canonizados a Juan XXIII y a mon-seor Romero, porque eran jerarcas de la Iglesia y lavan laimagen de la jerarqua. Pero Arrupe es otra cosa: prefiero quequede en esa intimidad de los testigos y que su santidad nosea deformada por esas parafernalias de falsa grandeza de lasque luego la institucin eclesial trata de aprovecharse.

    3.- Y el ltimo punto de la pregunta es Cristianisme i Jus-ticia. Nadie habla bien de lo propio y por otro lado t eresmiembro nuestro y nos conoces. Preferira repetir lo que tmismo escribiste en el Cuaderno nmero 100 de nuestra serie.Pero si acept la entrevista, algo tendr que decir. Aunquesuene a tpico me parece que ha sido un milagro. Es una ins-titucin llevada casi slo con el tiempo libre de unos cuantosamigos, donde muchas cosas se hacen en plan de voluntaria-do. Cuando, despus de la Congregacin General que pro-mulg el decreto sobre la Fe y la Justicia, el Provincial de Cata-lua nos encarg a Garca Nieto y a m, que pensramos enfundar un centro para la fe y la justicia, el primer propsito fueno caer en la tentacin de montar una gran estructura bienamueblada a la que luego habra que ver qu contenidos se ledan, sino ir creciendo como la semilla. Empezamos sin msestructura que una habitacin. Hoy quizs nos falta estructu-ra, sobre todo econmica. Pudimos arrancar porque una vez,dando yo una tanda de Ejercicios y sin haber dicho nada delpropsito de fundar el Centro, viene una seora que conocael proyecto y me dice: tengo mi sueldo de catedrtica y unaherencia de mis padres, como cristiana veo muy claro quedebo vivir con slo el primero y que no necesito el segundo.Me pregunto si a vosotros os ira bien para arrancar el Centrose. Me qued impresionado y es bueno recordar esto porquesi no uno se olvida de dar gracias a Dios por estos pequeossignos. Me gust que, hace poco, tuvimos una reunin deequipo directivo, para pensar tras los primeros veinte aos,qu haba de hacerse en el futuro y uno de los ms jvenesdijo que a l le bastaba lo del chiste de aqul que va a Lour-des y acaba rezando: virgencita ma, que me quede comoestaba. Yo espero dejar de ser pronto responsable acadmi-co, tras haber presentado dos veces mi dimisin y haber falla-do dolorosamente un intento de sucederme. Y me gustaradejar este triple mensaje: 1. Nosotros no somos un Centroms de esos fe-cultura que tiene por ah la Compaa deJess: somos ante todo un Centro para la lucha por la justicia,

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  • y la cultura entra ah como ancilla (que diran en la EdadMedia). 2. La justicia no es un imperativo tico derivado dela fe, sino el reverso de la fe: conocer a Dios es practicar lajusticia (Jeremas 22,16). Deberamos ser un Centro creadorde esa mstica hodierna de ojos abiertos. La lucha por la jus-ticia se ha de hacer con pasin y con intensidad, pero sin ten-sin y sin estrs, porque eso sera como comenzar un maratna 50 kms por hora. Segn Jess, la nica manera de hallar esapaz es ser manso y humilde de corazn no? Pues todo esodesborda ya la tica... Y 3. No podemos ni debemos olvidarla economa. Con mis ganas de hacer chistes suelo decir queantes de irme me gustara dejar bien asentada una AEI (aso-ciacin de economistas de izquierdas). Pero en fin, vamos unpoco desbordados. Hemos tenido la suerte de responder a unademanda existente y a la que nadie daba respuesta. Y debe-mos contar con que todo lo histrico es caduco. Dios dir.

    Otra cosa que intentamos es ser como tu Athletic. Al nodisponer de dinero, no hemos podido permitirnos traer gran-des figurones que un da llenan una sala, pero luego se van ynos dejan igual. Hemos hecho los imposibles por ir a la can-tera": por decir lo que pensbamos y estudibamos y senta-mos entre nosotros. De esto estamos contentos porque estocrea ms equipo y contagia ms mstica y obliga a trabajarms que el convertir un Centro de sos en una especie dePasarela o desfile de modelos. Muchas veces recibimos textosde gente de fuera por si nos interesan como posibles Cuader-nos. Y, por lo general (con alguna excepcin) la respuesta es:preferimos publicar cosas que nazcan de nosotros o, al menos,hayan sido encargadas expresamente por nosotros, all dondeno nos sentamos suficientemente capacitados para hablarnosotros.

    Tengo la impresin de que, adems del encuentro conJess de Nazaret ("nica cosa importante que ha pasado enmi vida, has escrito en alguna ocasin), tu espiritualidadpersonal ha bebido con avidez de los pozos de Ignacio deLoyola, D. Bonhoeffer, Simone Weil y scar Romero.Podras sealarnos algunas de las lneas de fuerza de cadauno de ellos que ms te hayan marcado?

    Intentar decir tres cosas de cada uno de los que citas.BONHOEFFER. La intuicin de la secularizacin en que

    hemos entrado. Se podr discutir alguna frmula (como la devivir como si Dios no existiera o ante Dios pero sin Dios).Pero lo que Bonhoeffer intuye es que la Encarnacin da almundo una consistencia y una autonoma tales, que son per-fectamente congruentes con la secularizacin que luegohemos ido experimentando slo en el mundo de matriz cris-tiana.

    En segundo lugar, lo que escribe sobre la tarea de la Igle-sia, en la carta desde la crcel para el bautizo de Dietrich Bet-

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  • ghe, el hijo de su sobrina y de su amigo Eberhard que despussera su bigrafo: nuestra iglesia ha vivido demasiado tiempodedicada a s misma y en el futuro deber dedicarse sobre todoa estas dos cosas: la oracin y la lucha por la justicia.

    En tercer lugar, su martirio que es consecuencia de queintent estar all donde los hombres piadosos creen que ellosno deben estar: en la lucha, y en la conjura contra Hitler. Esuno de tantos msticos de nuestra poca en los que la msticay el compromiso social han andado de la mano. Lo cual meparece un signo de los tiempos.

    De IGNACIO DE LOYOLA quisiera haber aprendido sobretodo tres cosas: el aviso de que los hombres hemos de cono-cernos muy bien a nosotros mismos, porque nos engaamosinfinidad de veces sobre nuestras verdaderas motivaciones (ycuanto ms santas las creemos, ms). La mstica de identi-ficacin con el Cristo pobre y humilde, el ms amarle e imi-tarle. Aqu estn la primera semana de Ejercicios y las otrastres. Y finalmente, el esfuerzo de su vida posterior por hacercompatibles dos cosas tan desiguales (como dira santaTeresa): mstica y laicidad. Es decir: la radicalidad evanglicay el esfuerzo paciente por hacer viable esa radicalidad en lasestructuras de este mundo, no slo autnomo, sino a vecescontrario a ella. Es como si Ignacio hubiera aprendido en laexperiencia de Francisco de Ass (que para m es lo ms asom-broso que ha dado el cristianismo occidental) y se hubieradicho que mejor era hacer tambin de fray Elas, para evitarque venga luego un fray Elas distinto que te concrete lascosas desde fuera. Sobre esto publiqu, el ao del centenariode la muerte de Ignacio, un artculo en Revista de Occidente,que se titulaba as: Mstica y laicidad, y que luego recog enalguno de mis libros.

    SCAR ROMERO. Dejando cosas que he escrito otrasveces, citar ahora tres fidelidades. La fidelidad a Dios quellev a la conversin a aquel hombre tan conservador y quehaba sido nombrado obispo precisamente por su derechismo.La fidelidad a su pueblo que se refleja en el esfuerzo de sushomilas: lo que entonces eran cosas que iban atisbndose yque los telogos a lo mejor formulaban de manera difcil, lsaba explicarlo en sus homilas de manera sencilla, al alcancedel pueblo. Y finalmente, la fidelidad a la Iglesia a travs de supueblo. Una noche paseando por la Piazza de san Pietro, elprovincial jesuita de Centroamrica en la poca de Romero,me cont que la ltima vez que haba paseado por aquella pla-za haba sido precisamente con monseor Romero y que stele haba contado que estaban amenazndole con ponerle unAdministrador Apostlico que prcticamente gobernara en sulugar, si no transiga en algunos puntos que le peda Roma. Yl coment: prefiero ser humillado como obispo que ser infiela mi pueblo. Creo que es un ejemplo excelente de fidelidad...a la Iglesia!

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  • Finalmente SIMONE WEIL. sta es ms complicada. Tepuede deslumbrar su inteligencia pero, a veces, te irrita suunilateralidad. Por otro lado, muchas de las cosas suyas sonapuntes que no iban a ser publicados, pero su muerte joven ysu fama inmediata las lanzaron al pblico. Me edifica (en elsentido de la asctica antigua) su decisin de estar presenteen el sufrimiento del mundo hasta extremos que para m sonsobrecogedores e imposibles (su ao de trabajo en laRenault.. cielos!). Me alegra el que precisamente por eso ella,tan ajena a toda problemtica religiosa, entrase en un proce-so que acab hacindola encontrarse con Cristo y con el Diosde Jess. Es otro de esos signos de los tiempos, que antesmencion, en que la experiencia mstica se da en el seno deun compromiso social radical. Finalmente, he comentado enalgn sitio cuntas veces ella tan sensible a la belleza enlugar de belleza utiliza la palabra pureza (por ejemplo en Ass:espectculo de una pureza incomparable"). En estos tiemposde consumo de belleza, que implica una superficialidad y unafalta de respeto a lo bello y que prostituye la belleza al comer-cializarla, es una leccin que no deberamos olvidar.

    Y constatar que, a pesar de su grandeza, era de nuestramisma pasta. Me gusta lo que sobre ella escribi aquel cam-pesino que la acogi en Marsella y le ense el Padrenuestroen griego (G. Thibon): que tena un ego tan grande que, has-ta cuando pretenda borrarlo o matarlo, dejaba un espacio enblanco para que se notara que aqul era el lugar que deberahaber ocupado su ego. Doy por sentado que sa es una de lascosas que los aos le hubieran ido corrigiendo. Pero me gustaverla as, como nosotros.

    En los ltimos aos has respondido varias veces a lasiguiente pregunta: qu queda de la teologa de la libera-cin? Yo quisiera utilizar la frmula para abordar otra cues-tin. El pasado 11 de octubre celebramos el cuarenta ani-versario del inicio del concilio Vaticano II. Muchos tenemosla impresin de que su luz y su impulso se estn atenuan-do y controlando desde el interior mismo de la Iglesia. Tepregunto, qu queda del concilio Vaticano II?

    Efectivamente: creo que antes de celebrar un Vaticano IIIconvendra entonar un solemne rquiem por el Vaticano II, almenos por lo que ese concilio quiso significar para la Iglesiadesde dentro. Hacia fuera hay cosas ya sin retorno y te pue-des imaginar qu sera hoy de nosotros sin la declaracin dela libertad religiosa, sin la puerta que abri el decreto sobrelas religiones, sin el texto sobre el antisemitismo, sin la Cons-titucin Dei Verbum y todo el espacio que abri a la investi-gacin bblica, ratificado despus por un documento esplndi-do de la Comisin Bblica. O puedes preguntarte si habranacido la teologa de la liberacin sin la Constitucin sobre laIglesia en el mundo...

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  • Pero todo eso afecta a lo que Pablo VI llamaba la Iglesiaad extra. El tema de la Iglesia ad intra sigue indito onegado tras aquel Concilio. Y naturalmente, la Iglesia no podrvolver ms evanglicas sus conductas hacia fuera, si no con-vierte en ms evanglicas sus estructuras hacia dentro. Hoyestn siendo negadas enseanzas como la de la jerarqua deverdades, la nocin de Pueblo de Dios, la primaca de las igle-sias locales, el carcter de la Iglesia como comunin (la Igle-sia es hoy tan autoritaria como antes del Concilio), la signifi-catividad (o sacramentalidad) de la Iglesia (nuestra Iglesia noes sacramento de salvacin sino sacramento del ancienRgime") y por supuesto la colegialidad, enterrada discreta-mente en el nuevo Cdigo de Derecho Cannico... Ya lo dijoaquel monseor romano: los obispos pasan, la Curia perma-nece. Y a m esto me preocupa mucho porque una iglesia asno veo que pueda anunciar el evangelio de Jess, sino sloanunciarse a s misma.

    J.B. Metz ha escrito que la experiencia histrica que lasociedad tiene de la Iglesia es su principal problema hist-rico y no la cuestin de cmo haya de entenderse la suce-sin del primado. Quisiera preguntarte por tu experienciaactual de la Iglesia y que al responder no desearas otracosa que hacer algn servicio a la Iglesia, como cuandopublicaste tu libro, Carne de Dios.

    Dije en otro lugar que la institucin eclesial era la cruz o elgran dolor de mi experiencia creyente. S que todas las insti-tuciones humanas dan poco de s y creo que no pido imposi-bles. Pero a una institucin que apela al evangelio se le de debeexigir ms que a las otras. Voy a contarte una cosa que no ssi debo decir. Pero a mis aos, creo que puede contarse.

    Hace poco un compaero jesuita de Roma tuvo la idea depublicar un libro (Jesuitas, tercer milenio) que era una especiede encuesta a unos cincuenta jesuitas con un cuestionario lar-go pero muy bien hecho: cmo vives tu fe, tu relacin con lapoltica, con la mujer, con la cultura, con el entorno en queests, con la Iglesia, tus gustos y aficiones... Me pas el cues-tionario y lo contest con toda el alma: como una confesin defe. Pues bien, cuando ya tiene todas las respuestas y pasa ellibro a la censura de la Orden, le dicen que mi respuesta a lasdos preguntas sobre la Iglesia no puede publicarse porquenuestras relaciones actuales con la Curia romana son muy dif-ciles y esto las complicar an ms. Mi respuesta sin duda erafuerte, pero le dije que estaba dispuesto a negociar. Primerome sealaron como impublicables dos prrafos que volv aredactar de manera ms suave y que fue aceptada. Despusresult que era la totalidad de aquellas dos preguntas, y no unau otra frase, lo que no poda pasar, y me proponan simple-mente que no las contestara. Esto no me pareci justo y le dijeal autor que si no poda confesar sinceramente lo que vivo, y

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  • adems haba de hacer dao a mi Orden, prefera retirar todomi texto y no figurar en la encuesta. As creo que ha sido

    A lo mejor es que el jesuita que rechaz esos textos erademasiado cobarde y se pas de prudente, y la Curia nohubiera hecho mayor problema. Pero lo dudo. Y me pareceque ese tipo de relaciones que imponen el miedo y la auto-censura, no debera darse en la Iglesia: si yo deca algn dis-parate, podan castigarme a m, pero no hacrselo pagar a micongregacin. Y la Curia siempre acta as.

    En este sentido no comparto del todo la afirmacin de Metzque citas en tu pregunta: yo creo que uno de los factores quems contribuyen a esa mala experiencia que la sociedad tienede la Iglesia, es la Curia romana (que adems es la que msse hace notar). Y en mis sueos de otra iglesia ms evangli-ca, siempre las dos primeras reformas son:

    A) que la curia devuelva a las iglesias locales su parte enla designacin de los obispos. El sistema actual de nombra-miento pudo valer en un estado de excepcin, pero como sis-tema habitual es sencillamente un pecado mortal en la estruc-tura eclesial, contrario a la voluntad de Dios, al evangelio y ala enseanza de muchos papas, ya desde los siglos IV y V. Porotro lado contribuye a lo que tantas veces hemos visto enEspaa ltimamente: se elige a un seor, no porque sea el quenecesita aquella iglesia concreta y el que puede conducirla,sino simplemente porque es un voto ms en la Conferenciaepiscopal, en favor de una lnea conservadora. Esto clama alcielo.

    Y B) me parece evidente que los miembros de la curia y lascongregaciones romanas no deberan ser obispos. Es contra-rio a la teologa del episcopado que exista un pastor sin di-cesis, sin iglesia propia. El recurso de nombrarlos obispos deuna iglesia inexistente (llmese Partenia o Sagaste o comosea) es sencillamente hipcrita. Qu diramos si un papa pro-gre, queriendo reformar la Curia y no pudiendo por la resis-tencia que encuentra, va y nombra a un amigo suyo prefectode la congregacin de la fe de la Curia parteniana, o prefec-to de la congregacin de liturgia de la curia chetchena, etc-tera. La intencin sera buena pero el procedimiento absurdo.Y eso es lo que est ocurriendo en nuestra Iglesia, simple-mente para conseguir que los miembros de la Curia puedantratar a los obispos de t a t. Si fueran lo que deberan ser:unos dignsimos y santsimos oficinistas que sirven a la Iglesiacon desinters, no podran tratar a los obispos como peonesporque stos podran decirles: perdone, monseor, pero lamitra la llevo yo... Ahora el hecho es que los obispos, ademsde que sean conservadores, tienen muy poca libertad de movi-mientos, no ante el papa, sino ante la Curia que se ampara enl. He repetido infinidad de veces la frase que le escriba sanBernardo al papa Eugenio III: si conviertes a la Iglesia en unacabeza con dedos, no haces un cuerpo sino un monstruo. Yeso parece nuestra iglesia hoy. Yo pienso que de estas dos

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  • reformas (que todava son reformas desde arriba") seseguiran otras muchas y muy necesarias.

    Comprendo que esto pueda irritar a muchos. Les pediraslo que prescindan de m y de lo que yo digo. Y que recuer-den tres cosas:

    K. Rahner confes antes de morir que se arrepenta de nohaber sido ms valiente en sus crticas a la Iglesia.

    Lean todas las cosas que, durante el Vaticano II, dijeronmuchos obispos en el aula conciliar contra la Curia romana.

    Y lean el Diario de un telogo de Y. Congar, en la poca desu persecucin por Roma. Y si les parecen muy duras algunasde las cosas que all dice Congar, recuerden que Juan Pablo IIlo calific como un regalo de Dios a su Iglesia. Mal debeandar una Iglesia que trata as a los regalos que Dios lehace....

    Y an ms fcil: vamos a tratar de popularizar entre todosla frase que hace muy pocos das deca el Cardenal Poupard enla prensa de Barcelona: la Iglesia es como una vieja dama, lle-na de enaguas y de trapos intiles. Hay que quitarle todosesos trapos: hay que desnudarla del todo porque debajo estel evangelio. Palabra de Cardenal.

    Pero, tras reconocer todo esto, tampoco me recato en pro-clamar que demasiadas veces, la izquierda, cuando no sabe ono quiere, o no puede hacer poltica de izquierdas, recurre alconsuelo fcil del anticlericalismo para tranquilizar su concien-cia izquierdosa. Un amigo militante del PSOE me cont que enl quedan an algunas viejas guardias que disfrutaran msmatando un cura que arreglando al mundo... Bien: concedoque en parte nos lo habremos ganado, pero tambin es as lacondicin humana.

    A menudo tu crtica a la Iglesia (o ms bien a la Curia) teha puesto bajo la sospecha de falta de eclesialidad. Cmola soportas?

    Yo creo que lo que acabo de decirte no tiene por qu signi-ficar falta de eclesialidad. Considero que la fe es profunda-mente eclesial, es decir comunitaria. Y si doy mucha razn alprotestantismo en temas como la libertad del cristiano, la pro-testa proftica y la justificacin por la fe, soy muy poco pro-testante en asuntos como el del libre examen que sobretodo hoy puede acabar en que cada uno se haga un cristia-nismo a su gusto. La fe es intrnsecamente comunitaria. Peroesto no significa que el creyente deba ser eso que un viejolibro llam hombre sistmico (Organisation's man): un tipo encuya pista me puso A. Camus, y que es de aquellos con losque menos simpatizo: esas gentes absolutamente incapacespara toda razn crtica frente a la institucin en la que estn.Algo de lo que hoy se llama fundamentalistas. La fe es puesintrnsecamente eclesial. Pero la Iglesia no es Dios ni puedeser idolatrada. Y yo slo quisiera hacer ver a las gentes que,

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  • cuando mi Iglesia me gusta tan poco, el Evangelio es tanseductor que da fuerzas hasta para aceptar una Iglesia as.Podra recordarte tambin lo que nos deca en Tbingen, allpor los aos 68, el hoy cardenal Ratzinger ("quantum mutatusab illo, que dira el poeta latino): quin ama ms a la Igle-sia? El que se arriesga a criticarla o el que vive a costa de ellaadulndola? Y lo deca citando textos de la tradicin cristiana.Sabes adems que yo, como jesuita, tengo un voto especial dedefensa del papa. Pues bien, estoy convencido de que hoy esevoto no pasa tanto por defender al papa ante los protestan-tes, cuanto por defender a Pedro ante la Curia romana que loopaca y le impide la relacin colegial con los dems apstoles.Igual que, en su tiempo, Pablo tuvo que defender a Pedro delos judaizantes, cuando el incidente de Antioqua. Si Pedro vol-viera a ser Pedro, el ecumenismo sera mucho ms fcil. Y,como he dicho otras veces, slo un cristianismo unido podrafrontar capacitadamente los desafos del tercer milenio.

    Pueden entenderse como una propuesta de reformaeclesial tus dos respuesta anteriores?

    No, no digo que mis propuestas anteriores seran la refor-ma de la Iglesia. Con un clsico trmino filosfico dira que sonlas condiciones de posibilidad para una reforma evanglicade la Iglesia. Pasa exactamente lo mismo con el mundo. Nadienegar (creo yo) que este mundo injusto, loco y cruel, estemundo donde por otro lado hay tanta bondad escondida y quenunca claudica, necesita una reforma muy profunda, anmayor que la de la Iglesia. Pues bien: yo no veo que ese cam-bio del mundo vaya a ser posible sin un cambio radical de laONU. La reforma de la ONU no cambiara sin ms al mundo,pero sera la necesaria condicin de posibilidad para cam-biarlo. Si eso no se produce el mundo ir siendo cada vez msingobernable y ms parecido a una selva, aunque nos engae-mos diciendo que es una selva democrtica. A m hoy meestremece pensar qu poco hemos aprendido del siglo XX ycun trgico sera que tenga que ocurrir otra calamidad mun-dial como las que asolaron al siglo XX (primera y segunda gue-rra, etctera) para que, entonces y tarde, nos decidiramos aponer las condiciones de gobernabilidad del mundo, como sehizo al acabar la segunda guerra mundial con la creacin de laONU. Pero no s si esta vez llegaramos a tiempo porque lanueva calamidad (guerra, terrorismo, percance nuclear,desastre ecolgico o lo que sea) podra ser de tal magnitudque ya llegramos tarde para los arreglos. Y sin embargo nome negars que seguimos tan tranquilos ("bailando en lacubierta del Titanic, como deca tu paisano I. Zubero), y queen realidad existe una verdadera y tcita OMU (Organizacinde Multinacionales Unidas), pero no existe ni de lejos unaautntica ONU.

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  • Cules seran esas reformas de la ONU no hace falta desa-rrollarlo aqu. Supresin del derecho de veto; que su Secreta-rio fuera Secretario de Naciones Unidas y no Secretario deEstados Unidos... Con motivo del 50 aniversario de la ONU,Vicen Fisas y otros concretaron muy bien cules son esasreformas mnimas y urgentes que la ONU necesita, pero se lesoy como quien oye llover... Y sin embargo, al acabar la segun-da guerra mundial, horrorizados ante todas las atrocidades quehabamos vivido, la humanidad tuvo un momento de excelen-te buena voluntad y se propuso que cosas as no volvieran arepetirse nunca ms. Entonces se intent estructurar mejor elmundo incluso econmicamente (a pesar de que EEUU resistia casi todas las propuestas de Keynes), se crearon NacionesUnidas y otros organismos. Pero aquella buena voluntad durexactamente unos quince aos slo! Me pregunto cmo loshumanos somos tan incapaces de escarmentar. Y me digo que,a lo mejor, me estoy equivocando: que quiz todo cuanto aca-bo de exponerte slo significa que ya soy viejo y que en el 2003voy a hacer 70 aos!... Pero siempre me llam la atencin quetanto el Corn como la Biblia repiten con frecuencia una frasea los seres humanos: no vais a aprender?.

    Hace todava unos meses t escribiste en defensa dela ltima pastoral de los obispos vascos, aunque no te iden-tificaras totalmente con ella. Cmo has visto ahora eldocumento de la conferencia episcopal sobre el terrorismo?

    No son problema mo los nacionalismos de ningn tipo.Pero en estos momentos es inevitable pronunciarse un poco,dado lo que hemos vivido ltimamente. Digamos que ambosdocumentos tiene sus valores y sus lmites. Y nada ms.

    El documento de la conferencia episcopal, tampoco estdemasiado mal, dentro de ese estilo gris tpico de tanto papeleclesistico. Pero, en mi opinin particular, hay cosas inadmi-sibles de mtodo y de contenido.

    1. De mtodo. No puede ser que un documento que salecomo pastoral lo haya redactado la comisin teolgica delepiscopado y la comisin de pastoral no sepa nada, cuando enella hay uno o dos obipos catalanes a los que no les habra gus-tado el Documento. Eso no debe hacerse. Tambin consta queRoma no lo hubiera aprobado precisamente si hubiese tenidounanimidad: porque entonces se converta en documento obli-gatorio, y Roma no quiere que esa doctrina sea obligatoria. Alno tener unanimidad, cabe la reaccin del obispo de Gironarecomendando a sus feligreses que, con absoluta tranquilidadde conciencia, pueden no preocuparse del Documento, Peroeso tampoco es el ideal para un documento episcopal.

    2. De contenido. Yo comparto infinidad de cosas, porsupuesto la dura condena de ETA que tambin hicieron losobispos vascos. Incluso, mi sensibilidad personal, puede serms hispanista que soberanista, si quieres. Pero estos no son

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  • casos para resolver a partir de la propia sensibilidad, sino tra-tando de entrar en la sensibilidad del otro. Y desde ah, eldocumento no podra decir ni debera haber dicho que la Cons-titucin es el nico camino de solucin del problema terroris-ta. Eso es una verdad poltica, no moral ni teolgica, que nopertenece a la revelacin, ni al depsito de la fe. Tampoco sepuede insinuar (aun sin decirlo del todo) que el nico nacio-nalismo idlatra es el nacionalismo perifrico. Un documentode la Iglesia debera haber dicho tambin que el patriotismohispnico que hoy se nos est queriendo inyectar a todos estan idoltrico como algunos nacionalismos perifricos. Y laprueba de ello la tienes en las palabras de aquel ministro delgobierno (cuyo nombre no citar) de que la pastoral de losobispos vascos le haba hecho perder la fe. Suena a aquellodel seor Garca Valdecasas en las cortes franquistas por losaos sesenta: si hay alguna contradiccin entre el evangelioy los principios del Movimiento, yo me quedar con stos.Vale, to. Pero Espaa no es ningn dios, sino una simple con-tingencia histrica. Espero que ese ministro no haya recobra-do la fe tras el texto de la conferencia episcopal, porque esono sera fe sino supersticin pura y dura. Y esto explica por-qu, de dos documentos que condenan tajantemente el terro-rismo, uno es calificado por el presidente del gobierno demoralmente perverso y al otro se le encuentra perfecto. Muysospechoso. stas son mis objeciones. Queda el consuelo deque si en la infausta pastoral de 1937 slo dos obispos estu-vieron en contra, ahora han sido 13 (y con los dos ausentes15): como ves, la Iglesia progresa aunque a qu pasitos!

    Por otro lado, el documento se vuelve ms sospechosocuando se conoce la estrecha relacin entre el cardenal deMadrid y el presidente del gobierno, y las promesas de ste,para que los obispos dijeran lo que han dicho. Por eso, yosueo con una Iglesia en la cual, si el cardenal de Madrid tie-ne que hacer alguna boda, no sea la boda fastuosa y farani-ca de la hija del presidente del gobierno, sino una boda enMoratalaz entre dos emigrantes sin papeles, o una boda en lacrcel o entre dos sidosos terminales que estn en un piso deesos regentados por religiosas admirables.... Y si el presiden-te del gobierno (quienquiera que sea) quiere casar a su hija,que acuda a la parroquia de turno o que se le enve un curams sin particular escalafn eclesistico.

    Yo no puedo dejar de soar en una Iglesia as, porque paraello tendra que dejar de creer en el evangelio. Y, por supues-to, lo que acabo de decir vale tanto de las relaciones entre elcardenal de Madrid y el presidente del gobierno, como de lasrelaciones entre Setin e Ibarretxe. Personalmente me atrevoa pensar que la historia juzgar muy duramente a la direccinactual del PNV: pues lleg un momento, cuando ETA ya habaperdido toda humanidad y todo sentido moral, en que lamisin histrica del PNV hubiera sido decir: ya se conocenbien nuestras aspiraciones. Y son absolutamente legtimas

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  • Pero mientras ETA siga matando, las aparcamos todas. Creoque eso es lo que peda la hora histrica, y que no estuvierona esa altura. Y s que hay otros peneuvistas que piensan as.

    Acabas de publicar juntamente con Ignacio Sotelo unlibro, titulado Sin Dios o con Dios?, que recoge vuestrosdilogos acerca de las razones para el agnosticismo y la feen Dios. Su lectura me ha suscitado una pregunta que quie-ro hacerte para terminar: te parece posible fundamentarun compromiso por la justicia, como el que nuestro mundonecesita, sin fe en Dios?

    Hay una cosa que ahora me preocupa y es que, sin la fe enDios, cada vez veo ms difcil fundamentar un compromiso radi-cal con los vencidos de la historia como el que nuestro mundonecesitara hoy. Aquellos marxistas de antao, que tanto nosinterpelaron, tampoco han tenido sucesin y, los que quedanhoy, pasan casi todos de los 70. Y yo creo que eso se debe aque aquellos marxismos haban nacido en un mundo terica-mente creyente e incorporaban a su cosmovisin muchos valo-res cristianos que, por ser entonces admitidos por todos, nonecesitaban ms fundamentacin (aunque los cristianos no loscumpliramos). Ellos diran que las cosas del cielo son las cosasde la tierra pero, al menos, saban cules eran esas cosas delcielo. Desaparecida la fe en el Dios de Jess, la gente no tieneya razones lgicas para fundar un compromiso de ese tipo,porque ya no sabe cules son las cosas del cielo. La religines el corazn de un mundo sin corazn, deca Marx en plan decrtica. Pero hoy resulta que, al negar a Dios, nos hemos que-dado sin ms con un mundo sin corazn. Me temo por eso quevayamos caminando a un mundo en el que la desaparicin delcristianismo ser tambin la desaparicin de los ideales de laModernidad (que en el fondo eran de fundamento cristiano) yde los valores de la izquierda. Todo lo que puede quedar es unasolidaridad light como esa de comprar un juguete por treseuros para que pueda jugar un nio del Tercer Mundo, sin plan-tearse que antes que crecer jugando, aquellos nios necesitansobre todo crecer comiendo y crecer con escuela...

    No pensaba yo as de joven: siempre dije que la muerte deDios no tena por qu implicar la muerte de la radicalidadhumana. Hoy tambin dira eso, pero debo aadir que muyprobablemente acabar implicndola. A los hombres de migeneracin (y esto yo lo aceptaba) les pareca evidente poderprescindir de Dios y mantener una serie de valores humanos.Mientras que hoy, cortado el cordn umbilical con Dios, aque-llo ya no es evidente ms que para esas viejas guardias admi-rables que son como los ltimos mohicanos de la Moderni-dad: esas viejas guardias que encarna Federico Luppi en laexitosa pelcula argentina Lugares comunes. Creo que estoNietzsche lo haba visto muy bien; Nietzsche que curiosamen-te en mi juventud gustaba tanto a los no creyentes (supongo

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  • que porque se cargaba a Dios) y hoy les molesta tanto (supon-go que porque se atreve a sacar de ah una consecuenciamolesta: los valores supremos han perdido su crdito")...

    Pero, no es esto lo que nos est pasando? Primero se abo-li la igualdad; ahora se ha abolido ya la fraternidad (racismoy xenofobia son los peligros del siglo XXI) y con ello nosdamos cuenta de que est siendo abolida implcitamente laDeclaracin de los derechos del hombre y tergiversada la mis-ma libertad, reducida ahora a la libertad para explotar econ-micamente (y sexualmente, cuando las explotadas son niasdel Tercer Mundo). La llamada democracia est evolucionan-do hacia ese modelo norteamericano que consiste en la posi-bilidad de elegir entre la derecha y la extrema derecha. Nadams. Y a lo mejor, hacia el ao 2048 se abole la Declaracinde los derechos humanos, (quiz tras una rebelin mundial devctimas aplastada con misiles) y se la sustituye por unaDeclaracin Mundial de los intereses humanos (que sern losde unos pocos privilegiados).

    Temo que sin la apelacin creyente a Dios, nos vayamosencaminando hacia ah. Deseo con toda mi alma que no seaas y que mi modo de ver hoy obedezca slo a mi edad. Perosi no dijera esto no mirara con ojos abiertos al mundo que meenvuelve. Slo me queda aadir: ojal me equivoque.

    Quieres aadir algo ms para concluir?

    Nuestro mundo (o mejor el Primer Mundo que se permiteconsiderarse el nico) se ha propuesto construir una civiliza-cin del lujo. Y aquellos que desean ser considerados deizquierdas hablan de una civilizacin del lujo para todos, porsupuesto. Ahora bien: una civilizacin del lujo para todos esimposible porque la tierra no da ms de s. Y una civilizacindel lujo para unos pocos, como la que tenemos, es siempreuna civilizacin de miseria para muchos. La nica salida obviaes construir una civilizacin de la sobriedad y la frugalidad,donde la felicidad no venga del lujo en lo material sino de lasrelaciones humanas. se es nuestro dilema histrico. Es pre-ciso acabar con aquel eslogan de el cielo en la tierra que eslo peor que hemos heredado tanto de la Modernidad como delmarxismo (al que por otro lado seguimos debiendo mucho).Nuestra tarea ms sencilla es salvaguardar la tierra, humani-zarla y evitar que se vaya a pique. Sabiendo que los procesoshistricos son de una lentitud desesperante, y que no son lascosechas inmediatas sino el encuentro con Dios en ellos lo quemejor nos mantendr en la lucha.

    A pesar de todo, yo espero, findome de Jess, que cuandosalga de esta crcel del tiempo me encontrar viviendo en la Ple-nitud del Misterio del Amor (que es eso que los cristianos llama-mos Santsima Trinidad sin entender muy bien lo que decimos).

    (Diciembre 2002)

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