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Este Ideograma es el símbolo del Tao… “Hay un flujo en el universo que se
llama Dao, o Tao. El Dao fluye lentamente, pero nunca para y es increíblemente
poderoso, manteniendo las cosas del universo en orden y equilibrio. Se
manifiesta a través de cambios de estaciones, ciclos vitales o mutaciones de
poder u orden. El Dao es la ley de todo. Si sigues el Dao te haces uno. Además,
conviene comprender el ch’i (término chino para vapor, aliento o energía),
porque el ch’i y el Dao van de la mano, ya que el ch’i es la energía que circula en
el universo, por lo que se puede decir que el Dao es flujo de ch’i. El Tao es la
única constante en el universo: el cambio perpetuo del cual formamos parte y
con el cual debemos estar en armonía. El cambio es el flujo constante del ser al
no ser, de lo posible a lo real, yin a yang, femenino a masculino. Por ello
también, el símbolo del Tao, llamado Taijitu, está constituido por el yin y el
yang confluyendo en un círculo.”
Chuang tzu
El Taoísmo
Hemos visto como en casi toda experiencia religiosa, se obtiene la visión
de que la creación es una constante transformación, una alquimia
creadora que consiste en el devenir permanente de las formas a partir de
la emanación de lo creante y la fuerza o energía que dirige este proceso
de transformación permanente. En esta dinámica o alquimia de
transmutación, existen pues tres elementos que la determinan: la
potencia, la energía y la forma o materia. La esencia y la existencia, el
origen y lo manifiesto, la materia y el espíritu en un permanente
torbellino de creación. En la charla anterior, veíamos como para el
hinduismo, la senda, el camino consistía en romper el círculo infinito del
Samsara o de reencarnación, que nos mantenía en ese estado de
perpetua entrada y salida a la existencia, para entrar de manera
definitiva y permanente en la esencia: Ese universo espiritual que abarca
solo a la essentia, la usia, transfigurando a la materia en pura materia
espiritual. Es el misterio del Atman hinduista o Espíritu, el Sanctus
Spiritus cristiano, el pneuma griego, el ruh arábigo, el ruah hebreo, el
Amon egipcio, el ch'i chino.
La santísima trinidad como máximo misterio del dogma cristiano
mantiene (a pesar de establecer una temporalidad lineal y no circular)
esa visión dinámica y sagrada de la creación: Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Los hindúes, igualmente hablan de la realidad suprema (Brahma)
y en devenir de todas las formas como aspectos de la divinidad, o como
su manifestación. Veíamos con asombro como la hierogamia sagrada de
las aguas contenía la verdad de este principio: lo fugaz y lo permanente
en eterno fluir, esa de la corriente infinita de la energía, y de la
transformación que en su recorrido hace florecer todas las formas. Aquí
también veíamos el símbolo de la flor, como expresión acabada y
perfecta de esa dinámica sagrada, y como esa creación se sostenía por la
gracia de los tres aspectos o Trimurti de la divinidad: Brahma el creador,
Vishnú el que mantiene y sostiene esa creación y Shiva el destructor y
cuya manifestación en el plano humano y de las formas devino en
Kirshna: séptima reencarnación de Vishnu.
El gran Tao es río que se divide para volver luego a juntarse
Se divide de izquierda a derecha
Los diez mil seres viven de Él y Él a nadie se niega
Obra y no pregona su obra
Viste y nutre los diez mil seres y no se enseñorea de ellos
Su perpetua falta de ambición lo hace parecer pequeño
Pero al no enseñorearse de ellos, los diez mil seres vuelven a Él
y se hace grande”.
Capítulo 34 del Tao Te Ching
Lao t’se, visionó a su manera esta dinámica de la creación, en cuanto
incluye lo creante y lo creado en esa misma dinámica de manera
indisoluble. Lo UNO y lo DUAL en un despliegue permanente y
fecundante, cuya fuerza de transformación es a su vez ineludible e
inmodificable. Esta visión no pretende describir lo
indescriptible…solamente mostrarlo en sí mismo, o más bien mostrar el
camino de entendimiento (Tao significa camino), la senda verdadera que
hay que recorrer para integrarse plenamente con el mundo. Este proceso
de integración para Lao t‟se es absolutamente mental, de orden psíquico.
Es decir, la integración y la dinámica de las fuerzas creadoras ya existe
en sí misma, solo que el hombre no la percibe de manera inicial o
correcta. Ese angustia existencial lleva al ser humano a sentirse asilado y
desprendido de lo creante. Por ello fuerza o quiere forzar indebidamente
el retorno a un sentimiento de estar vinculado, pero lo hace de manera
artificial y no natural. Con esta ruptura, se produce la escisión o la
desarmonía entre la psique y el cosmos (cuya naturaleza para Lao t‟se
también es psíquica)
Lao t’se en el libro Tao Te Chin, nos dice que: El Tao no existe, sino que
simplemente es en su eternidad inmóvil. El Tao es el Todo y la forma del Todo.
Es él quien proyecta el mundo y quien crea a los seres pero su potencia siempre
queda en él. La creación de la vida es en cambio generada por la Virtud (el C’hi).
El motor inmóvil de la Virtud del Tao (Tao Te) se trata del inmenso vacío que lo
vuelve ciertamente efectivo. Pues no hay una figura ni palabras que nos ponga
en curso de entenderlo. Tal es su serena opulencia, la de que todos los seres
vivos (los diez mil seres) descansemos en él y él descanse en la mas innocua
inmovilidad. Es por eso que decimos que no existe sino que es. El Tao (el
camino) es entonces la imagen eterna que marcha hacia si misma,
creando el mundo. Su forma, origen y devenir son en cuanto se niegan.
El Tao es el Uno. El Tao Te (La Virtud del Tao), la Díada, es la materia
propiamente dicha capaz de producir el Yin Yang (Tierra y Cielo). Y Tao
Te King (El Libro de la Virtud del Tao) es la Tríada. O sea la Naturaleza,
de cuyas virtudes proviene el Tao.
Ya antes Confucio, contemporáneo de Lao t‟se, ve al cosmos como algo
armónico que regula las estaciones, la vida animal, la vegetal y la
humana. Si esta armonía era trastornada (como ocurre inicialmente en el
hombre), habría graves consecuencias. Un ejemplo común que utiliza el
confucianismo es el del mal gobernante que conduce a su pueblo a la
ruina mediante su conducta. Según el confucianismo, el hombre debe
armonizarse con el cosmos, es decir, estar de acuerdo a lo ordenado por
el Cielo. Para ello, debe autoperfeccionarse mediante la introspección y
el estudio. Si el hombre lo logra, tendrá conocimiento de sí mismo y de
los deseos del Cielo, lo que le servirá para desarrollar su Li, que significa
los ritos, las ceremonias, la rectitud y las buenas formas interiorizadas.
El Li es útil para desarrollar el Ren que se podría traducir por «buenos
sentimientos hacia los demás hombres». La práctica del Ren supone las
virtudes que se traducen aproximadamente como „lealtad‟ y „perdón‟, o
como „fidelidad‟ y „compasión‟. Si el hombre tiene Ren, podrá fácilmente
practicar la justicia, los buenos principios, llamados Yi.
El tao engendró la unidad.
La unidad dio origen a las dos facetas
las cuales dieron el ser a la triada
y la triada produjo los diez mil seres.
La Naturaleza es eterna debido a que carece de conciencia de sí misma.
De este modo, el sabio:
Se sirve a si mismo en último lugar, y se encuentra atendido;
Observa a su cuerpo como accidental, y encuentra que resiste.
Debido a que no atiende a su Ego, éste se encuentra satisfecho.
Vacía tu Ego completamente;
Abraza la paz perfecta.
El Mundo se mueve y gira;
Obsérvale regresar a la quietud.
Todas las cosas que florecen
Regresarán a su origen.
Este regreso es pacífico;
Es el camino de la Naturaleza,
Eternamente decayendo y renovándose.
Comprender ésto trae la iluminación,
Ignorar esto lleva a la miseria.
La visión de Confucio, sin embargo y a nuestro paracer, se diferencia de
la visión de Lao t‟se, en que el primero habla de una desarmonía en
términos trascendentes, mientras que Lao t‟se habla de la desarmonía
como un fenómeno eminentemente psíquico: es decir, el hombre se
siente desarmonizado y desvinculado del mundo, pero ello no implica
que deba hacer un ejercicio para integrar algo verdaderamente
escindido. Esa integración ya existe en si misma. Lo que el hombre debe
hacer es recorrer el camino que lo lleve a ver y entender esa verdad, para
que en su mente se instaure el sentimiento correcto de armonía y vínculo
con el mundo. Lo UNO y lo DUAL no están seprados, si no integrados
en una misma dinámica. Si bien el Yin y el Yan se sustituyen uno al otro
alternativamente, la verdad es que subsisten simultaneamente, aunque
lo hagan en una relación de aparente oposición. El Tao es el regulador
de esa alternancia. El Tao se encuentra en el fondo de todas las
mutaciones (reales o simbólicas) y es el principio u orden, razón
inmanente del universo y las formas, con su dinámica de transformación
tanto psiquica como cosmológica.
“Había una gran sequía en el territorio en el cual se hallaba Richard
Wilhelm; desde hacía varios meses no caía una gota de lluvia y la
situación se hizo catastrófica. Los católicos hicieron procesiones, los
protestantes elevaron sus plegarias, y los chinos quemaron incienso y
dispararon sus fusiles para espantar a los demonios de la sequía.
Finalmente los chinos se dijeron: Debemos buscar al hacedor de lluvia, y
aquel vino de una de las provincias. Era un hombre anciano y magro.
Dijo que la única cosa que necesitaba era que pusiesen a su disposición
una pequeña casa tranquila, en ella se encerró durante tres días. Al
cuarto día las nubes se amontonaron y se produjo una fuerte caída de
nieve, en una época del año donde ello no era previsible y en cantidad
no habitual. Tantos rumores circulaban respecto a este extraordinario
hacedor de lluvia que Wilhelm fue a verlo y le preguntó como lo había
hecho. El pequeño chino le respondió: Yo no hice la nieve, no soy
responsable de ello.
Pero ¿qué ha hecho usted durante estos tres días? Oh, eso puedo
explicárselo, es simple. Vengo de un país donde las cosas son lo que
ellas deben ser. Aquí las cosas no están en el orden, no son como
deberían ser según el orden celeste, entonces todo el país está fuera de
Tao. Yo dejé de estar en el orden natural de las cosas, porque el país no
lo estaba. Así la única cosa que tenía que hacer era aguardar tres días
hasta que me volví a encontrar en Tao, y entonces, naturalmente, el Tao
hizo la nieve.” Esta maravillosa historia muestra la esencia del
pensamiento taoísta. El “No hacer” (Wu Wei) que “si hace. El psicólogo
Richard Wilhelm es el responsable de la primera traducción del I Ching,
el Libro de los Cambios o Transformaciones. Esta obra puede ser usada
como oráculo y libro de sabiduría. Su premisa es que todo el universo
fenoménico esta en permanente cambio, pero muta siguiendo ciertas
leyes o principios. Esta obra es esencial para comprender la metafísica
china, y produjo un intenso influjo en la vida y obra del Maestro Jung.
El primer tema que inquieta a Jung sobre el I Ching y en general sobre la
filosofía china, es la despreocupación por la causalidad y la gran
atención prestada a la casualidad. En la filosofía occidental ocurre el
caso contrario, donde la casualidad es menospreciada frente a la gran
fuerza de la causa–efecto. Los chinos dan por hecho la causalidad,
puesto que un acto siempre genera una consecuencia y no hay nada de
qué asombrarse al respecto. Pero en la observación de la naturaleza deja
mucho que pensar la importancia de los sucesos casuales. Cuando llueve
en un bosque, de acuerdo a los vientos el agua caerá de una
determinada e irrepetible manera; algunos árboles brindarán refugio de
la lluvia, otros la dejarán pasar; el curso del agua al llegar a la tierra
dependerá de la superficie y los seres vivos se beneficiarán o no del agua
de acuerdo a su posición en esta situación. Cuando llueve en un bosque,
de acuerdo a los vientos el agua caerá de una determinada e irrepetible
manera; algunos árboles brindarán refugio de la lluvia, otros la dejarán
pasar; el curso del agua al llegar a la tierra dependerá de la superficie y
los seres vivos se beneficiarán o no del agua de acuerdo a su posición en
esta situación.
Esta inquietud del Maestro Jung, inducida por el encuentro del Maestro
Wilhelm, lo llevó recorrer este camino, esta senda de comprensión de
aquello incomprensible. El nacimiento y la muerte como fenómeno
físico-biológico, no tiene nada que ver con la vida psíquica que rige al
ser humano en cuanto participa de las emanaciones de lo creante, y cuyo
curso sigue en plena dinámica, aún después de la desaparición física y
visible del cuerpo. El hacer forzadamente y antinaturalmente un
esfuerzo que desarmoniza estas relaciones, le quitan el sentido a esa
vida produciendo como dijimos en el hombre un sentimiento de
desvinculación, de escisión de desarmonía que se debe restaurar a través
del proceso de individuación, de la constitución del sí-mismo, utilizando
para ello la alquimia espiritual. En su búsqueda incesante, tiene un
papel preponderante su pasión por entender el misterio de la flor de oro,
como símbolo del logro manifiesto de estos procesos y que plasmará en
el maravilloso libro “El Secreto de la Flor de Oro”.
En este sentido libro libro cuando el Maestro se pregunta sobre la
actuación del hombre en la búsqueda de salvación: ¿qué hicieron esos
hombres para obtener el progreso redentor? Hasta donde puedo yo ver, no
hicieron nada (Wu Wei) sino que dejaron suceder, como lo señala el Maestro Lü
Dsu, pues la Luz circula según su propia ley si uno no abandona su habitual
vocación. El dejar ocurrir, el hacer en el no-hacer, el "dejarse" de Meister
Eckhart, me sirvieron de llave con la que logré abrir la puerta del Camino: Debe
poderse dejar suceder psíquicamente. Esto es para nosotros un verdadero arte,
del que nada comprende la multitud de la gente por cuanto su conciencia
interfiere permanentemente, ayudando, corrigiendo y negando, y, de cualquier
manera, no dejando en paz al mero existir del proceso psíquico. La tarea sería
pues bastante simple. (¡Si tan sólo la simplicidad no fuera lo más difícil de
todo!) Consiste sola y únicamente en que, en primer lugar y por una vez, sea
observado objetivamente un fragmento de fantasía en su desarrollo. Nada sería
más simple que esto, pero ya acá comienzan las dificultades. Aparentemente no
se tiene ningún fragmento de fantasía -o bien- pero es demasiado tonto -hay
miles de buenas razones en contra. No se puede uno concentrar en él -es
aburrido- qué habría de salir de él -no es sino- etc. La conciencia formula
fecundas objeciones; de hecho se muestra como ávida de extinguir la actividad
espontánea de la fantasía, a pesar de que exista la intención superior, y hasta la
firme determinación, de dejar hacer al proceso psíquico sin inmiscuirse.
Cuando concebimos a Tao como método o como camino consciente, que ha de
unir lo separado, puede que hayamos llegado bien cerca del tenor psicológico del
concepto. De todas maneras no se puede entender, como separación de
conciencia y vida, sino lo que más arriba llamé desviación o desarraigo de la
conciencia.
Se trata también sin duda, en cuanto a la cuestión de conciencializar los
opuestos, de la "reversión", de una nueva unificación con las leyes de la vida
inconscientes, y el objeto de esa unificación es el logro de vida consciente;
expresado a la manera china: producción de Tao. Tengo razones para creer que
ésta sea realmente una preparación natural para la muerte, que se instituye
después de la mitad de la vida. Para el alma la muerte es tan importante como el
nacimiento y, como éste, un elemento integrante de la vida. No se puede
preguntar al psicólogo lo que acontece finalmente con la conciencia desligada.
Sea cual fuere la posición teórica que este adoptara, sobrepasaría sin esperanza
los límites de su competencia científica. Sólo puedo indicar que lo que nuestro
texto afirma al respecto de la intemporalidad de la conciencia separada , está en
concordancia con el pensar religioso de todos los tiempos y con la abrumadora
mayoría de la humanidad y que, por lo tanto, quien no pensara así estaría fuera
del orden humano y sufriría en consecuencia de un equilibrio psíquico
perturbado.
Por tal motivo me tomó, como médico, mucho trabajo para apoyar, en la medida
de mis fuerzas, la convicción de la inmortalidad, especialmente entre mis
pacientes de edad a quienes tales preguntas les llegan por la amenazadora
proximidad. La muerte, en efecto, vista psicológicamente de manera correcta, no
es un término sino una meta, por lo tanto comienza la vida para la muerte tan
pronto como se sobrepasa la altura del mediodía de la vida ”.