Corrupción política

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Este libro afronta un tema de envergadura. La corrupción ha sido ampliamente tratada en la historia de la teoría política y no es novedad. Pero sí lo es la visión actual cada vez más extendida de que la corrupción es inherente a la democracia. Es más; esta visión se halla asentada tan sólidamente, que hay ya opinantes para quien lo peli- groso es presumir de no corruptos y hacer bandera de la anticorrupción. Consciente de la profusión de trabajos y enfoques sobre el tema, Villoria presen- ta un libro ordenado escolásticamente. Pri- mero define lo que es corrupción en senti- do estricto. Para ello pasa revista a su con- ceptuación, preocupado sensatamente por la ambigüedad con la que hoy se habla y escribe del asunto: “de ahí que la depura- ción del concepto sea clave para el análisis científico del problema” (p. 27). Revisa los conceptos aportados por las distintas disciplinas: derecho, economía, ciencia política, sociología y ética; curiosamente por este orden. El autor recoge a continua- ción las clasificaciones más completas y actuales de los distintos “tipos posibles de actividades corruptas” (p. 49). Como en otras partes del libro, da muestras de su búsqueda detallada de la bibliografía exis- tente y se esfuerza por no dejar fuera nin- guna aportación de valor. Villoria se pregunta por qué es necesa- rio hablar hoy de corrupción, agrupando las posibles respuestas en cinco clases de razones: políticas, económicas, institucio- nales, de gestión y sociales, expuestas en este curioso orden (pp. 73-93). Analizado el término de corrupción en sentido estric- to, pasa a estudiar la corrupción política. Siguiendo su metodología, separa las dis- tintas naturalezas del fenómeno según se refiera a un sujeto que lo ejecuta, a un fin perseguido o a un bien esencial dañado (pp. 97-104); para adentrarse después en el estudio de los distintos “discursos de inte- gridad” que se oponen a este extendidísi- mo fenómeno y que resume en cuatro tipos (i) liberal, (ii) liberal utilitario, (iii) comu- nitarista y (iv) deliberativo. Por último, contrapone corrupción a ética pública y concluye que, más allá de la legitimidad, hay una necesidad urgente de recurrir a la democracia para encontrar el antídoto de esta dolencia que a través del libro emerge como una auténtica plaga. La segunda parte se dedica a analizar las “variantes de corrupción política”, lo que ocupará un grueso capítulo tres (pp. 159-275). El final del libro lo componen conclusiones muy serias sobre una prácti- ca que se alimenta “de patologías sociales y económicas –institucionalizadas infor- malmente– que dan vida a su capacidad de destrucción” (p. 278). Dichas prácticas, peligrosísimas por perniciosas para la democracia, deben ser atajadas en su coti- dianeidad social pero también tras tener en cuenta “el sistema político y social” (p. 278), lo que incluye de manera eminente el plano institucional en que se hallan insertas. En conjunto Villoria se enfrenta a un fenómeno de la máxima importancia para la democracia que conduce irremisi- blemente, si no se ataja, a “un círculo vicioso de ingobernabilidad y destrucción de las bases de la convivencia” (p. 279). En su opinión, sólo se podría detener si lo que él llama “la clase política”, compuesta Foro Interno 2006, 6, 173-242 232 CRÍTICA DE LIBROS MANUEL VILLORIA MENDIETA, La corrupción política, Síntesis, Madrid, 2006. 319 páginas.

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Crítica del libro "Corrupción política" de Manuel Villoria Mendieta por parte de Giusini Samoggia

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  • Este libro afronta un tema de envergadura.La corrupcin ha sido ampliamente tratadaen la historia de la teora poltica y no esnovedad. Pero s lo es la visin actual cadavez ms extendida de que la corrupcin esinherente a la democracia. Es ms; estavisin se halla asentada tan slidamente,que hay ya opinantes para quien lo peli-groso es presumir de no corruptos y hacerbandera de la anticorrupcin.

    Consciente de la profusin de trabajosy enfoques sobre el tema, Villoria presen-ta un libro ordenado escolsticamente. Pri-mero define lo que es corrupcin en senti-do estricto. Para ello pasa revista a su con-ceptuacin, preocupado sensatamente porla ambigedad con la que hoy se habla yescribe del asunto: de ah que la depura-cin del concepto sea clave para el anlisiscientfico del problema (p. 27). Revisalos conceptos aportados por las distintasdisciplinas: derecho, economa, cienciapoltica, sociologa y tica; curiosamentepor este orden. El autor recoge a continua-cin las clasificaciones ms completas yactuales de los distintos tipos posibles deactividades corruptas (p. 49). Como enotras partes del libro, da muestras de subsqueda detallada de la bibliografa exis-tente y se esfuerza por no dejar fuera nin-guna aportacin de valor.

    Villoria se pregunta por qu es necesa-rio hablar hoy de corrupcin, agrupandolas posibles respuestas en cinco clases derazones: polticas, econmicas, institucio-nales, de gestin y sociales, expuestas eneste curioso orden (pp. 73-93). Analizadoel trmino de corrupcin en sentido estric-to, pasa a estudiar la corrupcin poltica.

    Siguiendo su metodologa, separa las dis-tintas naturalezas del fenmeno segn serefiera a un sujeto que lo ejecuta, a un finperseguido o a un bien esencial daado(pp. 97-104); para adentrarse despus en elestudio de los distintos discursos de inte-gridad que se oponen a este extendidsi-mo fenmeno y que resume en cuatro tipos(i) liberal, (ii) liberal utilitario, (iii) comu-nitarista y (iv) deliberativo. Por ltimo,contrapone corrupcin a tica pblica yconcluye que, ms all de la legitimidad,hay una necesidad urgente de recurrir a lademocracia para encontrar el antdoto deesta dolencia que a travs del libro emergecomo una autntica plaga.

    La segunda parte se dedica a analizarlas variantes de corrupcin poltica, loque ocupar un grueso captulo tres (pp.159-275). El final del libro lo componenconclusiones muy serias sobre una prcti-ca que se alimenta de patologas socialesy econmicas institucionalizadas infor-malmente que dan vida a su capacidad dedestruccin (p. 278). Dichas prcticas,peligrossimas por perniciosas para lademocracia, deben ser atajadas en su coti-dianeidad social pero tambin tras tener encuenta el sistema poltico y social (p.278), lo que incluye de manera eminenteel plano institucional en que se hallaninsertas. En conjunto Villoria se enfrenta aun fenmeno de la mxima importanciapara la democracia que conduce irremisi-blemente, si no se ataja, a un crculovicioso de ingobernabilidad y destruccinde las bases de la convivencia (p. 279).En su opinin, slo se podra detener si loque l llama la clase poltica, compuesta

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    MANUEL VILLORIA MENDIETA, La corrupcin poltica, Sntesis, Madrid, 2006.319 pginas.

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    de elites polticas, econmicas y sociales(p. 279), se volcasen conjuntamente en latarea de reconstruir el pas.

    En un tono alarmado y pesimista elautor reflexiona sobre el obstculo de lasperversiones de la naturaleza humana(p. 279); las desigualdades econmicas (p.281), estructurales y psicolgicas (p. 285);la desafeccin poltica con ese nombre serefiere a la desmoralizacin de la pobla-cin- y la corrupcin de los partidos pre-bendistas. En un final dotado de corajecvico, plantea lo que l atisba como posi-bles soluciones a este deprimente panora-ma (p.292). Y aunque las medidas opera-tivas sean casi infinitas, nos mencionaalgunas que pueden ser externas e internasa cada pas.

    El final del libro aporta unas conclu-siones documentadas en las que se nosavanza la idea de que la corrupcin polti-ca es una corrupcin de la poltica (p.294), juego de palabras que apunta a quese abandonan los principios bsicos quesostienen (a la poltica) y sta se convierteen engao y manipulacin ms o menospermanente (p. 294). De forma explcitase nos dice algo que ya se percibe tcita-mente desde las primeras pginas de laobra: lo que est en juego en la poltica deun Estado es escapar de la guerra civil. Enla lnea de Harry Eckstein y su conceptode internal war, de admiracin tan exten-dida en la ciencia actual, Villoria advierteque la corrupcin hace que la poltica seconvierta en una especie de guerra civillarvada, lo que eventualmente podra lle-var al fin de la poltica y a una situacin deguerra civil permanente (p. 295); es decir,al estado de naturaleza. Definitivamente lapoltica tiene su razn de ser esencial enevitar la guerra civil y buscar el inters

    general respetando las reglas del juego(p. 296). Con una visin interesante, sealarma ante la posibilidad de que la exce-siva vigilia de la razn nos entregue alsueo de lo cierto, a la trampa de lo eter-namente previsible, en suma al fin de laesperanza (p. 300). El autor acaba, untanto deprimentemente, reconociendo queno ha sido capaz de mostrar cul ha de serla va integra de la poltica (p 301). Conalusiones significativas a Alexis de Toc-queville, se resigna a dar tan slo una lla-mada de atencin -que no nos dice a quinva dirigida, aun cuando mencione a todos-sobre el peligro de que la corrupcin nostraiga la defuncin de la poltica y con elloel ruido de los sables.

    Un libro como ste es de agradecer. Setrata de una obra muy seria que hace ungran esfuerzo de recopilacin de trabajosvaliosos sobre un tema estrella no slopara la ingeniera poltica sino tambinpara la teora de la democracia. En unmomento de crisis cada vez ms evidenteen la teora, la democracia aparece en elsiglo veintiuno como un trmino vago,ambiguo, polivalente; casi un pretexto parala manipulacin y la impunidad de lasmalas prcticas. Villoria afronta la situa-cin con la encomiable actitud, valiente ytrabajadora, de indagar en el hecho a lasclaras, reconociendo abiertamente que lacorrupcin de los regmenes democrticosempieza a ser una amenaza para la supervi-vencia de la democracia. Para un demcra-ta como l, esto sera el fin de la poltica.

    No obstante cabe hacer algunas peque-as reflexiones constructivas sobre unempeo como ste. Ledo con calma, sehace patente el aristotelismo que rezuma eltexto; un aristotetilsmo medievalizadodesde el sur de Europa en su versin esco-

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    lstica, que no se oculta ni siquiera en suforma de exposicin organizada con orgu-llo a la manera tradicional. Su visin de lapoltica adolece precisamente de la despo-litizacin propia del tomismo, del id estsocialis con el que de Aquino consagra enel siglo trece la socializacin de la poltica,y que Villoria da por verdad universal. Lasreflexiones siempre transitan por ese uni-verso social de la democracia escolsticay, aunque lo haga de una manera laica, nodesactiva los condicionamientos que esearistotelismo del sur conlleva.

    El autor mira a la vida pblica con ojosde un servidor civil, honesto y dignamentepreocupado por el desvaro de la vidacorrupta de la democracia. Una realidadque no est dispuesto a negar, pero que ledesborda y a la que no puede encontrarms explicacin que la perversidad delhombre, la flaqueza de la naturalezahumana y el ansia de poder del individuo.Taras genticas del hombre cristiano cadosin remedio que le conducen a la confu-sin. Villoria no ve la sociedad desde losbarrios de los mercaderes o los comercian-tes y en todo su libro no aparecen ni elmercado financiero ni la Bolsa. La vidaeconmica se presenta con los empresa-rios, las instituciones, las clases sociales ylos abusos de poder. El comercio le quedaun tanto descolocado.

    Tras demostrar que toda esta patologaes un sndrome moderno, y de admitir conrazn que Stalin y Hitler son dos grandesmodernos, al autor se ve obligado a decla-rar algo sobre los fundamentos de lamodernidad. Y es aqu donde nos muestrasu perplejidad. Reconoce con honestidadilustrada que algo va mal en los plantea-mientos laicos y luminosos de la ingenie-ra de la poltica, y asume que desde ah no

    llegar solucin alguna. Su clamor respon-de a la decepcin no slo con la democra-cia de hoy, sino con esa ingeniera de lapoltica que era tan soberbia hace tan slotres dcadas y que ahora se ve impotentepara contener el desaguisado e incapaz deexplicar por qu este descontrol se agudi-za sin que nadie le ponga freno. Villoriadenuncia prudentemente uno de los snto-mas ms importantes de la vida pblicamoderna, la corrupcin sistemtica y tec-nolgicamente articulada de nuestra vidapblica. Fracasadas las religiones y lasideologas en la moralizacin del ciudada-no, fracasa ahora toda una generacin lageneracin del propio autor- en lo quecada vez ms se presenta como algo impa-rable y sin solucin.

    Claro que el autor no se da cuenta deque quiz est hablando desde dentro.Como los enfermos de melancola quequieren saber qu les pasa repasandoexhaustivamente los momentos buenos ymalos, los ataques y achaques que sufre sualma, Villoria se dedica con un ahnco quesuscita la admiracin del lector -y la dudadel cientfico- a las dolencias de la demo-cracia que ve declinar. Quiz ste sea elpunto mas frgil de esta obra, tan encerra-da en s misma y por eso tan obsesiva yrabiosamente exhaustiva. Su claustrofobiacultural se circunscribe a una Europa delsur, culturalmente catlica, de la que elautor apenas sale para ver otras alternativasmorales. Insiste as en algo tan espaolcomo es recrearse en la visin weberianade la funcin pblica o en la tradicin delos tropoi de John Locke sin reparar en queest utilizando materiales mal injertados enel decadente escolasticismo sureo. Unatradicin intelectual desmontada y coloni-zada por los autores de estos injertos.

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    Por eso nuestro autor se mueve incmo-do con los implantes de los tropoi calvinis-tas que le estallan en las manos: el ms lla-mativo es el del estado de naturaleza cice-roniano, entendido a la manera de los calvi-nistas congregacionistas. Villoria toma deellos la carta de viaje para llegar a un lugarprefijado por la idea de que todos los pasesestn en guerra perpetua. La vida pblicaresulta de este modo una guerra de todoscontra todos que hace necesarias las institu-ciones como mecanismos agnicos pararetrasar lo inevitable o para desviar la des-truccin hacia fuera. En cierta medidadecepciona que, desde Espaa, intelectua-les de vala sigan esa carta de navegacintan anti-hispnica. Incorporar como axiomaesa guerra civil que subyace a la vida pbli-ca, idea que fue el fundamento del proyec-to Camelot que dirigi Ted R. Gurr en losaos setenta, es dar por buena la visin delhombre siempre con el cuchillo en la gar-ganta que parte de Jean Calvin, Thodorede Bze y Petrus Ramus, y que, asumidacon tcnicas escolsticas y una politologaaristotlica, conduce al libro a una posicinequvoca y probablemente a un cul de sac.

    No es de extraar que la circulariedadque preocupa a nuestro autor sea la de unintelectual encerrado en un laberinto, no

    por falta de rumbo, sino por endeblez de sutradicin terica (p. 279). Una orfandadintelectual que le arrastra sin considera-cin -y precisamente utilizando el propioimpulso cientfico del autor- a un pesimis-mo depresivo inquietante. Un eplogo queno se merece tan valioso libro. Esta obra,fruto de intenso y meticuloso trabajo, nospone en las manos un sobresaliente resu-men, meditado y bien reunido, de la litera-tura politolgica sobre el fenmeno capitalde la corrupcin de la democracia, es decirsobre la grave crisis de la vida pblicaactual de la que ya casi todos hemos toma-do nota, pero con la que casi nadie sabequ hacer. Un lamento serio y preocupadodesde dentro de esa democracia llena devalores pero sin identidad y a la deriva.Una obra, en suma, que recuerda a aque-llos mdicos que reconocen toda la sinto-matologa que presenta un enfermo y a laque responden con recetas y ms recetasde numerosas medicinas, al contrario dequienes, con un diagnstico preciso, slorecomiendan un remedio que dar en elclavo y ser suficiente. Hay indicios deque Manuel Villoria ser capaz de encon-trarlo en el futuro.

    GIUSINI SAMOGGIA