CORTÉS. LOS SERMONES EN LA INDEPENDENCIA COLOMBIANA

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1 Los sermones en la Independencia colombiana. De la defensa del monarca español a la defensa de la república * - Por favor no citar - José David Cortés Guerrero ** Introducción El sermón no debe ser asumido únicamente como una forma de predicación. Debe ser tomado, también, como un constructo histórico que está ligado a las circunstancias de cada época. Ahora bien, en estricto sentido el sermón es un discurso religioso que, en el caso del cristianismo, está regido por los textos sagrados y por la tradición. Los temas de los sermones pueden ser variados, desde algún aparte de la Biblia hasta el recuento de tradiciones religiosas o el de la celebración de algún acontecimiento relevante para la Iglesia católica como pueden ser la festividad del santo patrono, el nacimiento, la muerte, o hacer frente a catástrofes, entre otros. Siendo así, encontramos sermones dogmáticos, morales, de rogativas 1 . Históricamente el sermón tiene dos orígenes. Uno de la tradición grecolatina y el que ha tomado forma dentro del judeocristianismo. De la raíz grecolatina se heredó la retórica como arte de la persuasión. En el judaísmo la oratoria ha jugado papel importante. Por ejemplo, la proclamación de la Ley, el mensaje de los profetas, las enseñanzas de los sabios y la exégesis en la sinagoga. En este aspecto, el sermón no busca únicamente persuadir sino exponer lo indiscutible, los valores absolutos, es decir, lo que no se puede poner en tela de juicio. En el cristianismo es fundamental esta última parte como lo expuso san Pablo en la segunda carta a los Corintios: “Mi palabra y mi predicación no tuvieron nada de lo persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una * Este texto es resultado parcial de una investigación financiada por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia titulada “Religión, Iglesia e Independencia. Del quiebre del orden colonial a la supresión del patronato y la separación de las potestades. Nueva Granada, 1808-1853”. ** Profesor del Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. 1 Carlos Herrejón Peredo, Del sermón al discurso cívico. México, 1760-1834 (México: El Colegio de Michoacán, El Colegio de México, 2003) 11.

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Los sermones en la Independencia colombiana. De la defensa del monarca español a la defensa de la república*

- Por favor no citar -

José David Cortés Guerrero**

Introducción

El sermón no debe ser asumido únicamente como una forma de

predicación. Debe ser tomado, también, como un constructo histórico que está

ligado a las circunstancias de cada época. Ahora bien, en estricto sentido el

sermón es un discurso religioso que, en el caso del cristianismo, está regido por

los textos sagrados y por la tradición. Los temas de los sermones pueden ser

variados, desde algún aparte de la Biblia hasta el recuento de tradiciones

religiosas o el de la celebración de algún acontecimiento relevante para la Iglesia

católica como pueden ser la festividad del santo patrono, el nacimiento, la muerte,

o hacer frente a catástrofes, entre otros. Siendo así, encontramos sermones

dogmáticos, morales, de rogativas1.

Históricamente el sermón tiene dos orígenes. Uno de la tradición

grecolatina y el que ha tomado forma dentro del judeocristianismo. De la raíz

grecolatina se heredó la retórica como arte de la persuasión. En el judaísmo la

oratoria ha jugado papel importante. Por ejemplo, la proclamación de la Ley, el

mensaje de los profetas, las enseñanzas de los sabios y la exégesis en la

sinagoga. En este aspecto, el sermón no busca únicamente persuadir sino

exponer lo indiscutible, los valores absolutos, es decir, lo que no se puede poner

en tela de juicio. En el cristianismo es fundamental esta última parte como lo

expuso san Pablo en la segunda carta a los Corintios: “Mi palabra y mi predicación

no tuvieron nada de lo persuasivos discursos de la sabiduría, sino que fueron una * Este texto es resultado parcial de una investigación financiada por la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Nacional de Colombia titulada “Religión, Iglesia e Independencia. Del quiebre del orden colonial a la supresión del patronato y la separación de las potestades. Nueva Granada, 1808-1853”. ** Profesor del Departamento de Historia, Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá. 1 Carlos Herrejón Peredo, Del sermón al discurso cívico. México, 1760-1834 (México: El Colegio de Michoacán, El Colegio de México, 2003) 11.

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demostración del Espíritu y del poder para que vuestra fe se fundase, no en

sabiduría de hombres, sino en el poder de Dios”2.

En este ensayo pretendemos mostrar las características de los sermones

que circularon en el Nuevo Reino de Granada y luego en Colombia en la época de

las disputas independentistas. Esto abarca el período comprendido entre 1808 y

más o menos 1824 cuando la legislatura de la nueva república discutía sobre el

patronato republicano. Debemos anotar que los sermones no sólo fueron

producidos y publicados en el territorio neogranadino. Encontramos bastantes

piezas que fueron escritas para escenarios tan diversos como España, Nueva

España, Lima y el Río de la Plata, entre otros.

Siguiendo con lo anterior, tomamos los sermones como construcciones

históricas que obedecían a los procesos que estaban viviendo tanto España como

sus colonias en los años álgidos de la Independencia3. Así, encontramos

sermones que defendían la legitimidad de Fernando VII, condenando de paso la

invasión francesa, pasando por los que, con los años, condenaban cualquier

intento independentista, los que le dieron sentido a la Reconquista, hasta los que,

desde finales de la década de 1810 fueron claves para justificar la Independencia.

En esencia, lo que buscamos es contextualizar los sermones y entenderlos dentro

del peso histórico político de cada época.

Los sermones de la lealtad: la defensa del monarca y de España

En 1808, cuando las tropas francesas deciden quedarse en España

incumpliendo los pactos realizados por Napoleón con Carlos IV, y el emperador

francés impone a su hermano como monarca español, fueron muchas las voces

de protesta contra esa acción. Pero más allá de esas voces debemos observar

cómo se midieron fidelidades hacia la Religión, el Rey y la Patria. Es decir, en

momentos en los cuales la monarquía española estaba en peligro debía 2 Herrejón Peredo 10 y ss. 3 Cfr. Brian Connaughton, Clerical Ideology in a Revolutionary Age. The Guadalajara Church and the Idea of the Mexican nation, 1788-1853 (Calgary: University of Calgary Press, University Press of Colorado, 2003) 103 y ss.

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defendérsela pero construyendo un discurso en el cual se mostrara que esa

defensa era la misma que debía hacérsele a Dios. Aquí encontraremos la forma

como fue sacralizándose la imagen de Fernando VII.

La imagen sagrada del monarca español se fortalece por la coyuntura de 1808

ya que a diferencia de los reyes franceses, los españoles que ocupaban el trono

justificaban y legitimaban su posición por medio de algunas virtudes como la

sabiduría o la destreza militar y guerrera del monarca, y no tanto por un supuesto

origen divino de su autoridad4. Por ello puede explicarse la casi inexistente

presencia de ritos que sí se ven en las monarquías francesa e inglesa, como

pueden ser los de unción y consagración o el que los reyes españoles no tuviesen

poderes taumatúrgicos5. El historiador mexicano Marco Antonio Landavazo

muestra la siguiente paradoja: justo los años anteriores a la independencia el rey

español recibió las mayores expresiones de adhesión, amor y lealtad nunca vistas

antes en América lo que contribuyo a la sacralización de su imagen6.

Una vez la invasión francesa fue un hecho, los sermones mostraban con

asiduidad los triunfos que las tropas españolas obtenían sobre las francesas. La

idea fundamental era darle gracias a Dios por esos acontecimientos con lo cual se

obtenía la unidad de los españoles bajo la protección divina y la pertinencia a la

Iglesia católica. Ejemplo de lo anterior son los agradecimientos dados a Dios por

Rafael Lasso de la Vega, dedicados a la fortaleza y resistencia de Andalucía y de

Sevilla: “Confesemos hay un Dios infinitamente Sabio, Poderoso, Justo, y también

Misericordioso que nos gobierna; que oye nuestras súplicas, y se presta propicio a

socorrernos”7. En la misma tónica, pero esta vez en Gerona, España, Fray Tomás

4 Marco Antonio Landavazo, “La sacralización del rey. Fernando VII, la insurgencia novohispana y el derecho divino de los reyes”, Revista de Indias, 2001, vol.LXI, No.221, p.67; Marco Antonio Landavazo, La máscara de Fernando VII. Discurso e imaginario monárquicos en una época de crisis, Nueva España, 1808-1822 (México: El Colegio de México, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; El Colegio de Michoacán, 2001). 5 Adeline Rucquoi, “De los reyes que no son taumaturgos: los fundamentos de la realeza en España”, Relaciones, Vol. XIII, No.51, 1992. pp. 55-100. 6 Landavazo, “La sacralización…” p.68. 7 Rafael Lasso de la Vega, Sermón predicado en la solemne función de acción de gracias por las victorias que han comenzado ha obtener las armas españolas contra el Emperador de la Francia,

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Serra daba gracias a Dios Misericordioso por las victorias del ejército español

contra las tropas invasoras. Serra recalcaba la omnipotencia divina que permitiría

que España se levantara “del polvo y de la ceniza”. De igual forma, agradecía a

San Narciso “padre amante y protector, el ángel de la Nación, el antemural de la

patria y un generalísimo invicto y poderoso”. Así, Dios, con todos sus

intermediarios, se había encargado de defender Gerona permitiéndole salir

siempre victoriosa8.

Benito María Moxo, arzobispo de La Plata, reiteraba que el Dios vengativo

abatiría a todos los enemigos de España, a los que osaron agraviar a la corona

ibérica:

El Dios justo, que lanza en su furor los rayos vengadores para abatir y hacer pedazos a los hombres malvados, y crueles que faltan a la fe del juramento: él, el sin duda domará el furor de nuestros desnaturalizados y crueles enemigos: echará sobre nuestro amabilísimo Soberano una de aquellas benignas miradas con que regocija a toda la naturaleza: hará que raye otra vez sobre nuestra patria la serenidad de los felices días de FERNANDO el VI y CARLOS III9.

Pero, ¿por qué Dios protegía a los españoles de la invasión francesa? Esta

pregunta tiene varias respuestas. La base de todas ellas es la fidelidad que había

mostrado, a lo largo de los años, hacia la religión católica, lo que significaba,

igualmente, la fidelidad de los monarcas españoles tanto a Dios como a la religión.

que con asistencia del Exmo. Sr. Virrey del Reino don Antonio Amar, y de los tribunales, comunidades religiosas, nobleza y pueblo de esta capital de Santafé celebró su Cabildo Metropolitano el día 22 de noviembre de este presente año de 1808, luego que por el correo de Caracas llegado el 20 a media día se recibieron las primeras noticias. 23 de noviembre de 1808, Santafé: Imprenta Real, 1808, p.59. 8 Fray Tomás Serra, Gerona agradecida. Sermón que en la solemne acción de gracias dedicada al 25, de agosto por la Muy Ilustre Junta General a su Augusto Protector y Generalísimo el glorioso mártir San Narciso por las victorias del 20 de junio, y 16 de agosto del presente año de 1808. Gerona, 9 de septiembre de 1808, Gerona: Imprenta de Agustín Figaró, 1808. 9 Benito María Moxo, Discurso que pronunció el Ilmo. Señor Doctor. Don Benito María de Moxó y de Francoli, Arzobispo de la Plata, el día 27 de septiembre de 1808. Con motivo de la solemne acción de gracias que celebraba aquella Santa Iglesia Metropolitana por la Exaltación del Señor Don FERNANDO VII al trono de España y sus Indias. 27 de septiembre de 1808, p.5. Subrayado en el texto.

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Esto último lo muestra, de manera clara, Fray Tomás Serra quien indicaba que el

trono de España, por “sangre y voto”, le pertenecía a Fernando VII10.

Benito María Moxo, en un sermón pronunciado el 9 de enero de 1809, fue

explícito al indicar que todos los súbditos del monarca debían tener por obligación

“la conservación y aumento de nuestra religión apostólica romana”, cuya defensa

era inherente a defender “la soberanía de nuestro augusto monarca FERNANDO

VII” y los derechos de “sucesión de la familia reinante”11. En este sentido, puede

verse claramente la unión que existe entre la defensa que se le hacía al monarca

con la que debía hacérsele a la patria y también a la religión, constituyendo ésta

una tríada muy común en los discursos religiosos de la época12. En esencia, como

lo indicó Juan Agustín Estévez en un sermón pronunciado en 1813 en Tunja, la fe

cautivó a los españoles “para estar consagrados al servicio de un Dios Salvador,

que nos hizo libres con la libertad de hijos suyos, y nos rescató de la esclavitud del

Demonio, y del pecado con el precio de su sangre”13.

En los momentos difíciles, como el que vivían España y Fernando VII, debían

emplearse varios mecanismos que permitieran que la defensa del trono ibérico

fuese efectiva. Por ello, en varios sermones encontramos que era de buen recibo

la conformación de una Junta de Gobierno Central que encabezara la

administración española. Esa Junta, dirigida por el Conde de Floridablanca, era

calificada como de “inspiración divina” pues además de procurar la unidad también

10 Fray Tomás Serra, Gerona agradecida. 11 Benito María Moxo, Homilía que pronunció el día 9 de enero de 1809 el ilustrísimo Señor Don Benito María Moxó, Arzobispo de la Plata, así que los jefes y cuerpos de aquella capital, y el venerable clero secular y regular hubieron prestado en sus manos el solemnísimo juramento de obedecer a la Suprema Junta Central gubernativa de España y de las Indias. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su celo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata, 9 de enero de 1809, Lima: Impresa en la real casa de Niños Expósitos, 1809, p.161. 12 Puede verse mi texto “Vivan la religión, la Patria y Fernando VII”: La lealtad al monarca español en el discurso religioso en el Nuevo Reino de Granada” (inédito). 13 Juan Agustín Estévez, Sermón predicado en la Iglesia Mayor de la capital de la República de Tunja con motivo de la solemne función de la conquista, Tunja, 6 de agosto de 1813, Tunja: Imprenta del Congreso de la Nueva Granada por el c. Joaquín Bernardo Moreno, 1813, p.2.

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defendía la religión, las letras y las artes14. La Junta también era vista como la

mayor hazaña y mejor victoria de España, la cual había sido guiada por Dios para

redimir a los españoles15. La Junta también era comparada con una reunión de

sabios ministros regidos por la virtud y la sabiduría comparada con la junta de

ancianos que Dios ordenó a Moisés o con los macabeos16, refiriéndose a los

judíos que dirigieron la rebelión contra Antíoco IV, rey de los seléucidas, quien en

el 167 antes de nuestra era abolió la Ley Judía y profanó el Templo al instalar en

él una estatua de Zeus. Tres años después la rebelión recuperó el Templo y lo

purificó. La memoria de esta rebelión está relatada en los dos libros del Antiguo

Testamento llamados Macabeos, incluidos dentro de los deuterocanónicos, y en

su honor los judíos establecieron la fiesta del Janukkah de ocho días de

duración17. El triunfo de los macabeos también debía ser visto como la victoria

sobre la indiferencia religiosa y sobre el presunto derecho del tirano a legislar

sobre las convicciones individuales18. Es clave que se relacione la Junta con los

macabeos porque con ello se le asignaba la misión de recuperar España, de

manos de Francia, para purificarla. Napoleón sería, entonces, una versión

moderna de Antíoco IV.

Fernando, al que se le veía como Padre, era también asimilado a las figuras de

autoridad en el pueblo de Israel, es decir, a los monarcas. Tal fue el caso de su

comparación con Ezequías, el rey de Judá a finales del siglo VIII antes de nuestra

14 Benito María Moxo, Homilía que pronunció el dia 9 de enero de 1809 el ilustrisimo Señor Don Benito María Moxó, Arzobispo de la Plata, asi que los gefes y cuerpos de aquella capital 15 Rafael Lasso de la Vega, Proclama a los devotos del Señor San Joseph: sermón predicado en el Monasterio de la Enseñanza de la capital de Santafé el 23 de abril de este presente año 1809, día en que se celebró la fiesta de su patrocinio; por el cual se convence debemos los españoles así por la crueldad y fiereza de la actual guerra y soberbio enemigo que la hace como por la misma nación que la sufre y su soberano perseguido, confiar que el Santísimo Patriarca esta con especialidad en nuestra ayuda. 23 de abril de 1809, Santafé: Imprenta Real, 1809, p.21. 16 José Domingo Duquesne, Oración pronunciada de orden del Excmo. Señor Virey, y real acuerdo en la solemnidad de acción de gracias celebrada en esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Santafé de Bogotá el dia 19 de enero de 1809 por la instalación de la Suprema Junta Central de Regencia. Santafé, 7 de febrero de 1809, Santafé: Imprenta Real por D. Bruno Espinosa de los Monteros, 1809, p.19. 17 Mircea Eliade e Ioan Couliano, Diccionario de las religiones (Barcelona: Paidós surcos, 2007) 236. 18 Thomas Cahill, El deseo de las colinas eternas. El mundo antes y después de Jesús (Bogotá: Norma, 2008) 39.

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era, quien emprendió reformas religiosas, restableció el culto del Templo en

Jerusalén e intentó obtener la independencia de la dominación asiria: “Sus

costumbres irreprehensibles, su obediencia a la ley de Moisés, y su celo

infatigable en extirpar la idolatría, y restaurar el culto del Dios vivo, le hicieron muy

en breve digno de tal nombre. Pero provocando aun a la venganza los excesos de

sus predecesores Achaz, Joatán y Ochozías, no pudo menos de verificarse el

oráculo divino castigando en el hijo las iniquidades de sus progenitores”19. Ahora

bien, la referencia a Ezequías no era gratuita pues este rey se encargó de

restaurar el templo y de hacer que el pueblo se vistiera de luto confesándole a

Dios que había pecado, por lo que se colegía que la invasión francesa era el

castigo por esas faltas. Sin embargo, Dios fue benévolo con el pueblo a lo que

Ezequías retomó una celebración de agradecimiento que estaba en el olvido. Así,

Fernando VII era el monarca que debía reparar al Templo, España, e incitar al

pueblo a agradecer a Dios por los favores recibidos.

La defensa que debía hacerse de Dios, entendiéndose allí también la religión,

la patria y Fernando VII tendría que manifestarse de manera operativa. Creemos

que hubo dos formas de hacerlo: por medio de actos religiosos e invocando a los

fieles a apoyar económicamente a los ejércitos españoles que se enfrentaban a

los franceses. En un sermón, Benito María Moxo pretendió incitar la participación

en la defensa de Fernando VII. Sin embargo, al no ser posible la presencia directa

de los hombres de las colonias, se pedía su ayuda suministrando elementos para

el sostenimiento de los guerreros de España. Las colonias aunque no podían

luchar con las armas, se les pedía que lucharan con sus ruegos y clamores por su

Soberano y por la paz de España: “si yo pudiera mezclarme en los batallones de

mis queridos e intrépidos catalanes, que pelean ahora por romper las cadenas de

FERNANDO y asegurar su independencia! pero un inmenso mar […] un sagrado

19 Felipe Cuéllar, Sermón de acción de gracias por la restitución de Nuestro Augusto y Católico Monarca el Señor Don Fernando VII, al trono de la España: pronunciado en la Santa Iglesia Catedral de los Reyes el día 10 de septiembre de 1814, Lima: Por Don Bernardino Ruiz, 1814, p.4. Para la historia bíblica de Ezequías puede consultarse II Reyes, 18-19.

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carácter […] mis ovejas […] ¡oh amada patria! Desde esta enorme distancia no

cesare nunca de servirte, y serte útil por cuantos medios me sean dables”20.

En otro sermón, Benito María Moxo informó la realización de una procesión a

favor de Fernando VII y de la familia real. Hacer procesiones no era nuevo ya que

en las ocasiones en que España había caído en desgracia se acudió a ellas. Éstas

eran ya usadas en el siglo de oro. Se habían realizado anteriormente por sucesos

como la peste, el hambre o la guerra; en forma de penitencia para redimir o evitar

un castigo; en señal de abandono de la vanidad y el orgullo. La procesión debía

ser una muestra de la piedad de los españoles: “amor de su Patria y el cariño

hacia sus Reyes legítimos”. En la procesión aludida debían ir: el cordero sin

mansilla, haciendo alusión a Jesús Sacramentado; los seminaristas llevando a la

Purísima Concepción de Nuestra Señora, “numen tutelar de nuestra monarquía”;

San Fernando, protector de las armas españolas; San Luis Rey de Francia y San

Carlos Borromeo. En esa procesión debían participar 200 niños que daban aviso

de aquélla, rezando el rosario con sus maestros; el cabildo y los alumnos del

Seminario y Colegio Real; las comunidades religiosas (San Francisco, Santo

Domingo, Nuestra Señora de la Merced, San Agustín). Tras los niños y los indios,

seguían los artesanos, comerciantes, abogados y vecinos. Luego los estudiantes,

comunidades religiosas y el clero21.

Los sermones de la crítica: Napoleón y los franceses depositarios del mal

Una de las formas de oponerse a la invasión que sufrió la Península Ibérica

por los franceses fue construir todo un imaginario en donde se veía no sólo al país

galo sino a todo aquello que se le relacionaba como fuente del mal. Así, Napoleón,

20 Benito María Moxo, Discurso que pronunció el Ilmo. Señor Doctor. Don Benito María de Moxó y de Francoli, Arzobispo de la Plata, el día 27 de septiembre de 1808 5-12. 21 Benito María Moxo, Homilía que pronunció el mismo Ilmo. Señor el dia doce de octubre de 1808 para exortar a todos sus diocesanos á que con el mayor fervor y humildad rogasen a Dios, y á todos los patronos tutelares de España por la felicidad del Rey, de la Real Familia, y de la Patria, y asistiese a la solemnísima procesión de rogativa, que con el mismo fin habia determinado hacer aquella tarde. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su zelo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata. 12 de octubre de 1808, Lima: Impresa en la real casa de Niños Expósitos, 1809, pp.46 y ss.

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José Bonaparte, los franceses y la Revolución Francesa fueron vistos como

enemigos de la religión y del monarca español, quien era tomado como una

víctima de la perfidia francesa, con lo que se reforzaba la imagen de mártir de

aquél y a la vez se le brindaba lealtad.

Napoleón era mostrado como usurpador del trono español, quien había

arrebatado la Corona a su legítimo dueño, Fernando VII. Los epítetos y

calificativos empleados contra el emperador francés no se hicieron esperar. Era

visto como “infamemente famoso” y lleno de confusión, aterrado y cobarde22. Era

“un falso amigo, un guerrero orgulloso, un político inhumano”, desnaturalizado y

cruel, lleno de soberbia, rabia y venganza23. Se le comparaba con el tristemente

recordado emperador romano Nerón y con Dionisio de Sicilia así como con el rey

de los vándalos y de los caribes24. En este caso las comparaciones no son

gratuitas. Nerón fue el emperador persecutor de los cristianos y quien, al incendiar

Roma, culpó a aquéllos de ese hecho. Dionisio fue el tirano de Sicilia que enfrentó

a los cartagineses. Por su parte, los vándalos eran aquel pueblo germánico del

cual llegó a derivar el término vandálico relacionado con la destrucción

indiscriminada. Mientras que a los caribes se les tenía como un pueblo

antropófago.

Entonces, Napoleón era mostrado como un irreligioso traidor e hipócrita que

se había aprovechado de la bondad del Papa pues los franceses habían ocupado

los dominios pontificios con el objeto de “echar al suelo el gobierno espiritual”, por

lo que también se le comparaba con el emperador Juliano, cuyo objetivo era

22 Rafael Lasso de la Vega, Sermón predicado en la solemne función de acción de gracias por las victorias que han comenzado ha obtener las armas españolas contra el Emperador de la Francia 41. 23 Benito María Moxo, Discurso que el Ilmo. Señor Arzobispo de la Plata pronunció de repente el día 22 de noviembre de 1808 para dar cuenta a sus feligreses del triunfo de las armas españolas contra las tropas de Bonaparte. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su zelo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata. 22 de noviembre de 1808, Lima: Impresa en la real casa de Niños Expósitos, 1809, 24 Fray Tomás Serra, Gerona agradecida.

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asesinar al Papa y acabar con el cristianismo25. Aquí la alusión al emperador

Juliano tampoco es gratuita pues se refería a quien en el siglo IV de nuestra era

intentó reinstaurar el paganismo, pero sobre todo permitió una especie de libertad

de cultos y creencias con lo que se cuestionaba que el cristianismo fuera religión

de Estado.

En otro lugar se calificaba al emperador de los franceses como un hombre

voluptuoso y caprichoso, con la avaricia de Tántalo y la ambición de Alejandro

Magno, el cual nunca encontraría la felicidad26. El ejemplo de Tántalo tampoco

está libre de sentido y nos deja ver cómo se quería mostrar a Napoleón como un

hombre sin escrúpulos. Según la mitología griega, Tántalo sacrificó humanos y

convidó de su sacrificio a los dioses, a los cuales también robó y traicionó, por lo

que fue castigado con la muerte y torturado eternamente en el Tártaro. Por su

parte, el sacerdote Torres y Peña mostró a Napoleón como el emperador de “los

homicidas, ladrones y lascivos”, y recurriendo a la Biblia, lo comparó con la bestia

que “se manifestó a Daniel en sus visiones, con unos grandes dientes de hierro,

todo se lo comía, y lo desmenuzaba; y a lo que no alcanzaba su voracidad, lo

conculcaba con los pies”27.

Con el paso de los años los calificativos negativos contra Napoleón no

desaparecían. En un sermón limeño se le mostraba como el “primogénito del

demonio”, el “agresor de la república”, el “homicida de sus hermanos”, la “peste de

25 Benito María Moxo, Homilía que el Illmo. Señor Arzobispo de Charcas, pronunció en su Iglesia Metropolitana el día 8 de enero de 1809, en presencia del Real Acuerdo y demás cuerpos, para dar principio a la expresada rogativa, 8 de enero de 1809. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su zelo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata. 22 de noviembre de 1808, Lima: Impresa en la real casa de Niños Expósitos, 1809. 26 José Domingo Duquesne, Oración por la tranquilidad pública, pronunciada en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de esta muy noble y leal ciudad de Santafé de Bogotá el día 24 de setiembre de 1809. A insinuación del Excmo. Señor Virrey Gobernador y Capitán General de este Nuevo Reyno de Granada. Santafé: Imprenta Real por Bruno Espinosa de los Monteros, 1809, p.7. 27 Joseph Antonio de Torres y Peña, Oración que en la solemne fiesta de acción de gracias a Dios Nuestro Señor por las señaladas victorias que por el patrocinio de Maria Santísima Ntra. Sra. consiguieron las armas españolas contra los exercitos del usurpador Napoleón Bonaparte, celebró el cura de la Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves de Santafé de Bogotá capital del Nuevo Reyno de Granada. Fue publicado por intercepción de Santiago de Torres y Peña, abogado de la Real Audiencia Pretorial y cancilleria Real del Nuevo Reino. Santafé: Imprenta real, 1809, p.23.

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la sociedad” y el “cuchillo del orden”, cuyo fin era ejecutar los principios de los

hugonotes y de los calvinistas, enemigos acérrimos, según este sermón, del

catolicismo, al que veían como supersticioso. Pero al emperador francés le llegaría

su castigo, como se explicaría en el sermón valiéndose de la literatura bíblica, al

mostrar el pronóstico que le hizo David a Joab por su traición a Abner: “Vuestros

descendientes serán leprosos, estériles, mendigos, afeminados y más a propósito

para el uso, y la rueca, que para las armas”28.

Napoleón era hijo de su tiempo y eso también debía servir para calificarlo,

por ello no es extraño que se le relacionara como heredero de la Revolución

Francesa: “Hijo de la revolución que ha salido de una pequeña y lejana isla y que

apoya sus fines en las armas”29.

Por otra parte, la invasión francesa, liderada por Napoleón, era calificada

como “destructora por una turba errante e idolatra”, la cual había dejado en

España ríos llenos de sangre, casas incendiadas y cultivos arrasados30. Era,

además, producto de un desnaturalizado furor y de la brutal lascivia31. Esa

invasión debía provocar la ira de Dios y estaba motivada por falsos filósofos con el

objeto de destruir los monumentos de la Iglesia. Además, según Lasso de la Vega,

Dios había permitido la invasión para demostrar todo su poder y su providencia: “la

28 Ignacio González Bustamante, Sermón de acción de gracias, por la instalación del Ilustre Regimiento de Concordia del Perú, que en la misa solemne, que la religión de Santo Domingo celebró en el Altar de Nuestra Señora del Rosario, patrona jurada de las armas, el tres de junio del presente año, Lima, 3 de junio de 1811, Lima: Real Casa de los Niños Expósitos, 1811, p.41. 29 Benito María Moxo, Discurso que pronunció el Ilmo. Señor Doctor. Don Benito María de Moxó y de Francoli, Arzobispo de la Plata, el dia 27 de septiembre de 1808 20. 30 Benito María Moxo, Discurso que pronunció el Ilmo. Señor Doctor. Don Benito María de Moxó y de Francoli, Arzobispo de la Plata, el dia 27 de septiembre de 1808. 31 Benito María Moxo, Homilía que pronunció el mismo Ilmo. Señor el dia doce de octubre de 1808 para exortar a todos sus diocesanos á que con el mayor fervor y humildad rogasen a Dios, y á todos los patronos tutelares de España por la felicidad del Rey, de la Real Familia, y de la Patria, y asistiese a la solemnísima procesión de rogativa, que con el mismo fin habia determinado hacer aquella tarde. Segunda parte de las obras patrióticas y doctrinales con que se ha acreditado su zelo por la religión, y monarquía el Ilmo. Señor Don Benito María de Moxó y de Francoli dignísimo Arzobispo de la Plata. 12 de octubre de 1808, Lima: Impresa en la real casa de Niños Expósitos, 1809, p.46.

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mano de Dios está con nosotros, y su providencia se ha manifestado liberal, y

misericordiosa con España”32.

José Domingo Duquesne calificó la invasión francesa como la llegada de la

Bestia. Valiéndose del libro del profeta menor Joel, en el Antiguo Testamento, en

donde se relata una plaga de langostas, ante la cual, Dios compadeciéndose de

los judíos prometió remedio ante esta situación a cambio de expiación de los

pecados, oración y ayuno, Duquesne quiso mostrar que Dios defendería a España

de sus enemigos. Para llegar a igual conclusión se valió también del profeta

Isaías: “Las naciones, dice Isaías, y se ha verificado puntualmente entre nosotros,

las naciones se arrojarán como el torrente de muchas aguas; pero el Señor las

reprehenderá, y huirán lejos, y serán arrebatadas como el polvo sobre las cimas

de los montes, y como el torbellino a vista de la tempestad”33.

Así como Napoleón era comparado con los enemigos del pueblo de Dios,

España era asimilada al Pueblo Elegido por lo que su historia presente, es decir, la

invasión francesa, se asemejaba a lo que había tenido que sufrir Israel a lo largo

de su historia:

No siempre han de durar los grillos y las cadenas con que el Faraón oprime a los inocentes hijos de Jacob. No siempre la esclavitud, y opresión harán resonar hasta el cielo los gemidos de Israel: ni ha de durar siempre el cruel sitio con que un príncipe infame tiene cercada por todas partes a Jerusalén. El Dios de las misericordias romperá estos grillos, y cadenas que oprimen a su amado Pueblo: humillará la altivez del que hace derramar a Jacob tantas lagrimas, y enviará un ángel tutelar a Jerusalén para destruir el poder, y llenar de confusión al ejército orgulloso del Príncipe de los Asirios, y poner así en libertad la Ciudad Santa34.

32 Rafael Lasso de la Vega, Sermón predicado en la solemne funcion de accion de gracias por las victorias que han comenzado ha obtener las armas españolas contra el Emperador de la Francia, 20-41. 33 José Domingo Duquesne, Oración pronunciada de orden del Excmo. Señor Virrey, y real acuerdo en la solemnidad de acción de gracias celebrada en esta Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Santafé de Bogotá el dia 19 de enero de 1809 por la instalación de la Suprema Junta Central de Regencia. Santafe, 7 de febrero de 1809, Santafé: Imprenta Real, 1809, p.8. 34 Fray Tomás Serra, Gerona agradecida 1-2.

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Tanto a Napoleón como a los franceses se les debía confrontar, por lo que la

guerra se justificaba, por lo menos, así lo hizo ver Joseph Antonio de Torres y

Peña en 1809:

Ven que un injusto invasor los amenaza con la destrucción del culto del Dios verdadero: que viene a derribar los altares de Nuestro Señor Jesucristo, que trata de demoler los templos, que profana las reliquias, y los santuarios, y roba los vasos sagrados, y las preseas dedicadas al decoro del verdadero culto: que pretende trastornar todos los establecimientos de la piedad, destruir todos los asilos de la inocencia, perseguir al Ministerio Sagrado: que quiere abolir las leyes justas y santas, introducir la relajación y el desorden, y abrir la puerta franca a la impiedad, y al libertinaje; para que conculcada la santidad, y la decencia de las sanciones eclesiásticas, quede oscurecida entre nosotros la antorcha de la verdad, desfigurada la belleza y hermosura de la moral cristiana, y venga a perecer en España la verdadera religión que ha sido por todos los siglos el mejor lustre de los españoles35.

Cinco años más tarde, en un sermón que circuló en Sevilla, España, se

mostró que los monarcas españoles tenían como misión divina confrontar a todos

los enemigos que atacaban a la religión católica. Primero fue Fernando III para

“arrancar y destruir las supersticiones de la herejía y el Alcorán”, y después sería

Fernando VII, encargado de erradicar “la cizaña maldita de la ilustración y de la

filosofía”36.

En el fondo de la presencia de Napoleón en España y de la invasión de los

franceses se veía que estaban las ideas de la Ilustración calificadas

continuamente como impías. José Domingo Duquesne, en una exhortación en

1809 en Santafé, fue claro al indicar que “el origen de la impiedad que ha

transformado en nuestros infelices días el gobierno del mundo” estaba en la

Ilustración, por lo que era su obligación “instruir al pueblo de las causas que agitan

y dividen al mundo, para precaverlo de la seducción y el engaño”37. El mismo

Duquesne veía que la razón conducía a la degradación de los pueblos, pues los

transformaba en brutos atados a sus apetitos, mostrando desprecio a la justicia

35 Joseph Antonio de Torres y Peña, Oración que en la solemne fiesta de acción de gracias a Dios Nuestro Señor por las señaladas victorias que por el patrocinio de María Santísima Ntra. Sra. 9. 36 Gregorio Rodríguez, Sermón panegírico que en la festividad de San Fernando, celebrada en la Santa Iglesia Patriarcal de Sevilla, Sevilla: Imprenta de D. Francisco de la Parte, 1814, p.10. 37 José Domingo Duquesne, Oración por la tranquilidad pública 5.

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divina e inspirando la rebelión: “Así han procurado introducir en todas partes –

refiriéndose a los racionalistas -, ya por sí mismos, ya por medio de sus pestilentes

escritos el ídolo de la libertad, que ha manera de los Dioses del paganismo toma

diferentes trajes y nombres, según la naturaleza de las regiones, atemperándose a

sus costumbres y maneras, obra sus efectos, y llevando siempre por empresa la

discordia y la división”38.

Los sermones de la condena: Crítica a los independentistas

Se menciona que la institución eclesiástica criticó y condenó la

Independencia porque iba contra el derecho divino. Sin embargo, se hace alusión

a esas críticas sobre todo cuando la fractura del orden colonial español era

inminente pero en 1809 ya encontramos sermones en los cuales se advertía el

peligro de la separación. Ejemplo de lo anterior fue el texto, publicado en Santafé,

de José Domingo Duquesne quien pretendió calmar los ánimos separatistas tal

vez viendo con recelo y temor lo que sucedía en Quito: “Separarse de la Metrópoli,

si triunfa, es una temeridad, porque volverá sus armas victoriosas contra los

rebeldes. Si está debilitada, es una ruin ingratitud retirar la mano que debía

sostenerla”. Para Duquesne era claro que la situación aciaga que vivía España no

sería permanente y tarde o temprano retornaría triunfante sobre sus colonias, de

lo contrario, como lo advertía el Evangelio, se arruinaría el reino que se dividiera

por lo que América debía procurar la unidad39.

En un sermón pronunciado en Lima en junio de 1811, Ignacio González

Bustamante criticó la actitud tomada por los criollos que, ante las dificultades

presentadas por el monarca español, se precipitaron, según el clérigo, a

traicionarlo. Tomando el salmo 54 se aprestó a pedir verdadera fidelidad a todos

los súbditos de Fernando VII: “¿Por qué se convierten contra mí? ¿Por qué

después de llenar sus labios de mil execraciones contra el autor de mis males, se

ocultan a su semejanza bajo el velo de una fingida fidelidad; y luego rompen mi

38 José Domingo Duquesne, Oración por la tranquilidad pública 14. 39 José Domingo Duquesne, Oración por la tranquilidad pública 18. Subrayado en el texto.

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cetro, invaden mis dominios, y ponen la última mano al lamentable cuadro de mis

desgracias?”40.

González Bustamante exhortaba a los pueblos americanos a no abrazar la

rebelión siendo mejor camino abrir los ojos para no llegar a “precipitaros en un

abismo de males”, pues quienes incitaban a levantarse contra el legítimo monarca

de los españoles serían, más tarde, los verdugos del pueblo americano41.

En un sermón publicado en 1814, José del Salvador cuestionaba la

situación que encontraba Fernando VII, en las colonias, en el momento de su

restauración. Para el clérigo aquéllas estaban habitadas por hombres avaros y

soberbios por lo que el rey debía ser cauteloso con todos lo enemigos de la

monarquía. Empleó, como era costumbre, la historia bíblica para justificar que

Dios repartió de diversas formas cargos y talentos a sus siervos. Así, cada cual

debía desempeñar sus funciones. De un lado, los mayordomos de las haciendas y

del otro, los vigilantes de la cristiandad. Por lo tanto recurrió a la parábola de la

viña en Isaías: “En ella se halla con toda distinción la obligación del colono, el

peso de los cargos, y la justicia de la sentencia. Por ella verá cada uno de los

mortales lo que tiene que responder el gran padre de familias en su respectiva

causa, cuando le pida cuenta de su administración”42. Así, la obligación de los

40 Ignacio González Bustamante, Sermón de acción de gracias, por la instalación del Ilustre Regimiento de Concordia del Perú, que en la misa solemne, que la religión de Santo Domingo celebró en el Altar de Nuestra Señora del Rosario, patrona jurada de las armas, el tres de junio del presente año, Lima, 3 de junio de 1811, Lima: Real Casa de los Niños Expósitos, 1811, p.5.

La esencia del salmo 54 es la siguiente: “Dios mío, sálvame por tu Nombre, defiéndeme con tu poder. Dios mío, escucha mi súplica, presta atención a las palabras de mi boca. Porque gente soberbia se ha alzado contra mí, hombres violentos atentan contra mi vida, sin tener presente a Dios. Pausa Pero Dios es mi ayuda, el Señor es mi verdadero sostén: que el mal recaiga sobre mis adversarios, ¡destrúyelos, Señor, por tu fidelidad! Te ofreceré un sacrificio voluntario, daré gracias a tu Nombre, porque es bueno, porque me has librado de todos mis adversarios y he visto la derrota de mis enemigos”.

41 Ignacio González Bustamante, Sermón de acción de gracias, por la instalación del Ilustre Regimiento de Concordia del Perú 19. 42 José del Salvador, Sermón de la primera Dominica de Adviento, predicado al Rey Nuestro Señor en su Real Capilla el día de 27 de noviembre de este año 1814, 27 de noviembre de 1814, Lima: Real Casa de los Niños Expósitos, 1815, pp.8-11.

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colonos era seguir fieles a su monarca y darle cuentas de la administración y buen

manejo de sus territorios. Por su parte, el rey debía seguir unido a Dios.

En esa misma tónica de la relación entre el señor y sus siervos, un año

después, José del Salvador insistía en que Fernando VII debía vigilar varios

grupos de colonos habitantes de América. Ellos eran los hacendados, los militares

y los operarios de justicia. Los primeros, calificados como “perversos colonos” no

debían ser eliminados sino vigilados por la Iglesia. Entre los militares existía

injusticia pues quienes ocupaban los mejores cargos no habían hecho mérito

alguno pues no defendieron a España de sus enemigos. Por su parte, los

encargados de la justicia, algo que debía ser fundamental para el buen gobierno,

debían estar bajo la lupa del monarca. El clérigo sospechaba de los colonos a los

que veía como enemigos porque eran como una “mano oscura” que atentarían

contra el rey, pues representaban al mal que “entre nosotros anda”, refiriéndose

sobre todo a los comerciantes ilustrados. Para el sacerdote, en América se notaba

el ambiente de sublevación, separatismo e impiedad y que si el colono no

“trabaja[ba] bien la hacienda, y el rey que no administra[ba] con equidad el reino,

se exponía a ser despojado de él”, lo cual era una novedad, pues el monarca

también debía poner de su parte y tratar bien a sus siervos. De no hacerlo, y

empleando un ejemplo bíblico perdió “Baltasar el reino, la vida y el alma, a pesar

que tenía un santo Daniel a su lado, que le previno con tiempo la ruina de su

trono” 43.

La crítica más fuerte a los que propugnaron por la independencia es la que

los acusaba de cometer deicidio, que en este caso específico significaba asesinar

a Jesucristo, y por extensión, desconocer la autoridad de Fernando VII, con lo que

se hacía ver la relación existente entre el monarca español y la divinidad. En un

sermón de 1814, en Santafé, Joaquín Guerra y Sixto indicó cuál sería la posición

asumida por Dios, cuestionando a los que atacaron a su hijo, haciéndose su

43 José del Salvador, Sermón del viernes tercero de quaresma, predicado al Rey Nuestro Señor en su Real Capilla el día 24 de febrero de 1815, Lima, 24 de febrero de 1815, Lima: Real Casa de los Niños Expósitos, 1815, pp. 3 y ss.

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cuestionamiento extensivo a quienes agredían al monarca: “¿Qué motivos te

indujeron para cometer tan execrable iniquidad? ¿Qué delitos puedes acusarle a

mi hijo, que justifiquen tu incomprensible fiereza?”44. Con ello se daba a entender

que nada podía justificar la subversión del orden natural en donde el monarca

debía ser respetado independientemente de sus actitudes. Esta posición

contrastaba con la de quienes cuestionaban los actos del rey y creían que si éstos

no eran justos podía derrocársele. Ahora bien, detrás del deicidio, promoviéndolo,

estaban las ideas de la Ilustración, “veneno que habían abortado los siglos

anteriores, que sacando una quinta esencia de ellas en las plumas de Reynal,

Helvecio, Voltaire, Rousseau, Filangieri, y demás infelices tomaban las medidas

más acertadas para destruir de una vez para siempre el Trono y el Altar”45.

Comparar a Fernando VII con Jesucristo era más común de lo que se cree.

En un sermón, Manuel Antonio de Urrismendi indicó que el monarca, como Cristo,

tuvo que ser la “víctima expiadora del pecado y la muerte” y que volvería del

sepulcro victorioso a su Padre y fortalecería a sus discípulos para la “regeneración

del mundo”. Para reforzar lo anterior se valió de la profecía de Azarías a Asá, Rey

de Judá, en la cual se indicaba que, al pasar muchos años alejados los hombres

de Dios, sintieron su amargura y se volvieron a él. Por esta grave falta, alejarse de

Dios, el Rey destruyó los falsos dioses y levantó un verdadero templo al Señor,

salvando de la muerte a los condenados. Los hombres decidieron volver a Dios y

hallaron sosiego46. Se quería mostrar que había dos caminos: cometer deicidio, o

44 Joaquín Guerra y Sixto, Sermón de Nuestra Señora de la Soledad. Predicado en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Santafé de Bogotá el viernes santo del año de 1814, Santafé: Imprenta del C. B. Espinosa, 1814, p.10. 45 Joaquín Guerra y Sixto, Sermón de Nuestra Señora de la Soledad. p.13. 46 Manuel Antonio de Urrismendi, Sermón panegírico moral al Misterio de la Invención de la Santa Cruz, que en la solemne festividad con que los Mayordomos españoles honraron a la memoria de la Prodigiosa Invención del Santo Cristo de Huamantanga, segun creencia piadosa, dixo en su Santuario el día 3 de mayo de 1816, Lima: Por Don Bernardino Ruiz, 1816.

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permitir que el monarca fuese el camino para que los hombres vencerán al mal, en

este caso Francia, y volvieran al rebaño sagrado47.

Los sermones de la justificación: Defensa religiosa de la guerra y de La Reconquista

Una vez Fernando VII fue restaurado en el trono de España se creyó que

continuaría con lo dispuesto en las Cortes de Cádiz y seguiría una política de

apertura liberal. Sin embargo, ocurrió lo contrario. Debido a la situación bélica que

se vivía en las colonias por las confrontaciones internas, pero sobre todo por la

abierta decisión separatista por parte de sectores de la población, sobre todo

criollos inconformes, el monarca decidió emprender una campaña de Reconquista

para poner en cintura a todos sus súbditos. Esta campaña militar recibió el

respaldo abierto por parte de la jerarquía de la Iglesia católica que vio la

oportunidad de reafirmar el discurso que justificaba tanto la dominación colonial

como la figura de autoridad encarnada en el rey.

José del Salvador, a quien ya hemos citado aquí, insistía en que el rey

debía preocuparse por cuidar sus colonias. Según él, el monarca debía “reunir y

pacificar los corazones de sus vasallos”, pero no los de los inocentes y dóciles

sino los de “los soberbios y pretendidos sabios”. Por lo anterior, Fernando VII

debía cuidar a sus ministros, a sus consejeros y a todos los escenarios en donde

podían entronizarse los enemigos, dispuestos a poner “la carta infernal a la altura

de los libros de Moisés y del catecismo de la doctrina cristiana”. En esencia, el

clérigo solicitaba al rey enfrentar las corrientes revolucionarias que habían

conducido a la guerra al reino: “¿Cuidáis de la reforma de los que os rodean,

entran y salen de vuestro gabinete, y os acompañan en vuestra corte? ¿Habéis

averiguado si se mezcla entre los muchos que se dicen confidentes de V.M.

alguna Dalila, en cuyos brazos pierden las fuerzas los valerosos Sansones?”48.

47 Sobre el sacrificio de Jesucristo y éste como víctima propiciatoria pueden verse dos obras de René Girard, El chivo expiatorio 2ª. Ed. (Barcelona: Anagrama, 2002) 135 y ss; y, Veo a Satán caer como el relámpago (Barcelona: Anagrama, 2002) 141 y ss. 48 José del Salvador, Sermón de la primera Dominica de Adviento 20.

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En un sermón pronunciado en Lima en noviembre de 1816, José Joaquín

de Larriva y Ruiz justificó la reconquista militar en nombre de la religión mostrando

al virrey como un guerrero cristiano, al cual comparó con figuras bíblicas como

David, Josué y Simón, todos ellos victoriosos en guerras justas. En esencia, el

virrey era un hombre que había luchado valientemente contra los vecinos que

amenazaban constantemente al reino49.

Antonio de León, prebendado de la Catedral de Santafé, pronunció un

sermón en 1816 en el cual justificaba la Reconquista emprendida por los

españoles. Para de León los rebeldes independentistas habían ofendido, con sus

acciones, a Dios, por lo que eran justas la pacificación y la Reconquista. Pero no

se contentó con ello. Empleó la historia de la salvación para mostrar los derechos

que tenían los reyes españoles sobre sus colonias lo que, por extensión, les daba

derecho a recuperarlas: “Si Abraham por su fe mereció la paternidad y

primogenitura de un Pueblo escogido, para darle culto a Dios, que se había de

multiplicar como las estrellas del Cielo, y como las arenas del mar, ¿qué otra cosa

vemos en los católicos reyes Isabel y Fernando, cuando la divina providencia les

entregó por medio de la conquista el continente de este Nuevo Mundo, donde por

su piedad y celo se había de enarbolar el Estandarte de la Cruz, y establecer la

Religión en tan incultas naciones?”50.

El mismo de León indicaba que como los israelitas fueron perseguidos en

tiempos de José y esclavizados en Egipto, los españoles realistas lo habían sido

por los rebeldes, dirigidos por el “inhumano” y “asesino” Bolívar51. Pero Dios era

vengativo y de la misma forma en que llevó a Egipto las plagas actuaría contra los

que se levantaron en oposición a Fernando VII. En este sermón la Reconquista es

49 José Joaquín de Larriva y Ruiz, Sermón que en la solemne misa de acción de gracias celebrada en la Real Universidad de San Marcos de Lima, en el recibimiento del Excelentísimo Señor D. Joaquín de la Pezuela y Sanchez, Virrey del Perú, Lima, 21 de noviembre de 1816, Lima: Por Don Bernardino Ruiz, 1816. 50 Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes, y males infinitos de la insurrección de los Pueblos. Predicado en la Catedral de Santafé de Bogotá por el D.D.A.L. Prebendado de aquella Santa Iglesia, año de 1816, Santafé: Imprenta de D. Bruno Espinosa, 1816, p.8. Subrayado en el texto. 51 Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes 29 y ss.

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mostrada como la venganza divina contra la rebelión independentista, la cual era

“la última señal de la cólera de Dios contra los pecadores, a manera de un torrente

impetuoso que todo lo arrebata y destruye”52. De esta forma, la rebelión fue el acto

promovido por Dios para destruir a los pecadores y la Reconquista era el acto

divino para restaurar al monarca.

En esencia, de León buscaba justificar, en el proceso histórico de la

reconquista, el dominio que ejercían los monarcas españoles sobre sus colonias.

Para ello empleó varios símiles en los que dejaba ver la obediencia que debían los

inferiores a sus superiores: “El siervo debe obedecer a su señor, el criado a su

amo, el soldado a su capitán, el súbdito a su prelado, el hijo al Padre, el discípulo

a su Maestro, y la mujer al marido. ¿Y el vasallo no deberá obedecer, y estar

sujeto a su Rey?”53. Todo esto conducía a reconstruir la familia bajo una misma

cabeza, la del monarca, encargado de defenderla e instruirla en los terrenos de la

religión. Para de León, la felicidad humana se hallaba en tres elementos

fundamentales: “en la conservación inmaculada y pura de nuestra Santa Religión;

en la seguridad de nuestras personas, nuestro honor y nuestros intereses; y en la

paz, abundancia, y unión de los pueblos bajo de una sola cabeza”54.

Mariano de Talavera en un sermón pronunciado en Caracas en septiembre

de 1817, y dedicado a Pablo Morillo, comandante de la expedición española

encargada de la Reconquista, si bien justificó aquélla, tomó una posición diferente

a la de Antonio de León. Para de Talavera, Dios, por intermedio de Fernando VII,

extendió sobre los insurrectos toda su misericordia y su perdón, olvidando las

ofensas y perdonando sus pecados. Así, la Reconquista no era, discursivamente

hablando, una campaña vengativa sino “una brillante expedición capaz de

pulverizar todas las fuerzas de los rebeldes, y sin embargo no quiere ensangrentar

su espada hasta después de hablar por última vez a sus vasallos ingratos,

concediéndoles una general amnistía y un olvido generoso de todos sus 52 Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes 11. 53 Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes 16. 54 Antonio de León, Discurso político moral sobre la obediencia debida a los Reyes 22. Cursivas en el texto.

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extravíos”. Para de Talavera era importante que se acabara con la división

español-americano pues todos eran miembros de una misma familia. Ahora bien,

si los rebeldes no eran capaces de deponer las armas entonces sí, y sólo en ese

escenario, se justificaba que las espadas de los ejércitos de Fernando VII se

llenasen de sangre defendiendo los derechos del monarca55. Entonces, este

sermón muestra que la Reconquista no debe verse como la ira sangrienta de Dios,

por el contrario, debía vérsele como un acto de misericordia por parte del monarca

y como una acción de arrepentimiento por parte de los insurrectos. Si éstos no

deponían sus intereses subversivos el accionar militar sí se justificaba.

Los sermones de la Independencia

Pocos sermones, después de 1808, defendieron la Independencia. Como

hemos visto aquí, optaron por recalcar la lealtad hacia el monarca español y por

condenar todo lo que se relacionara con Francia56. De igual forma, condenaban

los intentos independentistas y los movimientos insurgentes, llegando, incluso, a

definirlos de cometer deicidio. Pero encontramos uno que defendió la

Independencia y que es significativo57.

El 20 de julio de1815, para conmemorar los cinco años del que ya era

considerado como el acontecimiento que fracturó el orden colonial español en la

Nueva Granada, el presbítero Juan Fernández de Sotomayor pronunció un sermón

en Santafé, en el cual justificaba la gesta independentista. Primero indicó que el 55 Mariano de Talavera, Sermón que en la Solemne festividad que se hizo a la Santísima Virgen del Carmen por el feliz éxito del Real Indulto y prosperidad de las armas de S.M. dijo en la Santa Iglesia Metropolitana el día 28 de septiembre, Caracas, 28 de septiembre de 1817, Caracas: Impreso por Juan Gutiérrez, pp. 3 y ss. 56 El historiador franciscano Luis Carlos Mantilla indica que se apoyó la Independencia desde los sermones, en el campo de batalla como capellanes, brindando casas curales y conventos a los perseguidos “y sobre todo, animando la rebelión bajo la interpretación teológica y espiritual sobre textos de la Sagrada Escritura, pero también subvencionando a los gastos de la guerra con ayudas pecuniarias derivadas incluso de la venta de objetos destinados al culto”. Mantilla se refiere esencialmente a los franciscanos Francisco Florido y José Joaquín Escobar. Cfr. Luis Carlos Mantilla, Los franciscanos en la Independencia de Colombia (Bogotá: Academia Colombiana de Historia, 1995) 8 y 46. 57 En la Reconquista de Pablo Morillo varios sacerdotes fueron juzgados por traición a España pero no se encuentran piezas oratorias sobre su posición política contraria al domino español. Cfr. Brian Hamnett, “The Counter Revolution of Morillo and the Insurgent Clerics of New Granada, 1815-1820”, The Americas vol. 22, No. 4 (abril, 1976) 597-617.

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20 de julio debía ser considerado como un día para ser incluido “entre los festivos

y celebrarlo con toda alegría para que se sepa en lo venidero”58, basándose para

ello en el libro de Esther, versículos 21 y 22. En esta lógica, la posición de

Fernández va a la par de la de los criollos del centro de la Nueva Granada que

comenzaron a perfilar la festividad del 20 de julio como el de la independencia de

la nueva república59.

Para Fernández, la Independencia se justificaba porque los americanos no

podían seguir sufriendo las humillaciones a las que eran sometidos. Primero,

indicaba el presbítero, los americanos habían nacido “degradados y envilecidos”

por el pecado de Adán, pero además, eran “infelices y miserables esclavos de una

nación fiera y orgullosa”, refiriéndose a España. El ser súbditos de aquélla, según

el prelado, era un pecado “más enorme aun e indeleble que el original, puesto que

para él no había ningún género de bautismo”60. Es claro que para justificar la

separación era necesario mostrar que España no se había preocupado

acertadamente de sus colonias y que el monarca no era el buen padre que sus

defensores querían mostrar pues había descuidados a sus hijos/súbditos

habitantes de América. Por el contrario, desde la Conquista, “bárbara y feroz”, los

españoles se caracterizaron por su “abuso criminal y sacrílego”, para esclavizar y

someter a los indígenas61.

Fernández indicaba que América era víctima del atraso español el cual

obstaculizaba el comercio, la industria, las artes y la agricultura, siguiendo con ello

58 Juan Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio, aniversario de la libertad de la Nueva Granada, predicó en la Santa Iglesia Metropolitana de Santafé el ciudadano Dr. Juan Fernández de Sotomayor, representante en el Congreso de las Provincias Unidas por la de Cartagena y en este Obispado Cura Rector y Vicario Juez Eclesiástico de la Ciudad valerosa de Mompox, Santafé: Imprenta del C.B. Espinosa, 1815, p.1. 59 Es emblemática de esta tendencia la obra de José Manuel Restrepo, Historia de la Revolución de la República de Colombia en la América Meridional, 4 volúmenes (Besanzon: José Jacquin, 1858). Y una crítica a esta explicación puede verse en Germán Colmenares, “La ‘Historia de la Revolución’, por José Manuel Restrepo: una prisión historiográfica”, Germán Colmenares et al. La Independencia. Ensayos de historia social (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1986); y, Alfonso Múnera, El fracaso de la nación. Región, clase y raza en el Caribe colombiano (1717-1810) (Bogotá: Banco de la República, El Áncora, 1998) 13-28. 60 Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio 2. 61 Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio 5.

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postulados criollos entre los que se destacaban los de Simón Bolívar en

documentos como La Carta de Jamaica. De igual forma, se veía a España como la

mala madrastra, despiadada y cruel, gobernada por reyes imprudentes, con lo que

se deslegitimaba el supuesto derecho de Fernando VII sobre América, pues el

gobierno de origen legítimo debía recaer en “los representantes de Dios en la

tierra, y el poder que ejercen es una emanación del poder divino”62. Con las

palabras anteriores, Fernández buscaba no sólo deslegitimar un supuesto derecho

divino del monarca español sino dar pie para que la soberanía recayese en el

pueblo criollo el cual sería respaldado por las autoridades religiosas, legítimos

representantes de Dios en la Tierra. En este sentido, el sacerdote no se alejaba de

lo que coetáneos suyos mostraban para defender y justificar la Independencia63.

Por su parte, Fernández aseguraba que la sociedad americana estaba

promovida por Dios, pues fue éste quien vio que el hombre no debía estar solo.

Sin embargo, esta explicación se extendía al hecho de que Dios veía con buenos

ojos que los americanos se gobernases por sí mismos, pues aquél “devuéltonos

por un efecto de su gran bondad el derecho de existir, mantenernos y gobernarnos

por nosotros mismos fijando las leyes fundamentales de nuestra asociación. y

haciéndonos conocer a un tiempo nuestros derechos y nuestros deberes”64. De

esta forma, la constitución de una unidad, fuese república o monarquía, pero

administrada por los americanos, no iría en contravía de la voluntad divina, con lo

62 Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio 29 y ss. 63 Sobre la metáfora de la familia y España como madrastra puede verse Hans-Joachim König, En el camino hacia la nación. Nacionalismo en el proceso de formación del estado y de la Nación de la Nueva Granada, 1750-1856 (Bogotá: Banco de la República, 1994) 205-234. 64 Fernández de Sotomayor, Sermón que en la solemne festividad del 20 de julio 3. Los argumentos expresados por Fernández son tardíos para el contexto americano si los comparamos con lo expresado por los sacerdotes mexicanos Miguel Hidalgo y José María Morelos, procesados por la inquisición y ejecutados por rebeldía. Cfr. Josep-Ignasi Saranyana, “Introducción a la teología latinoamericana del siglo XIX”, Josep-Ignasi Saranyana, director, Teología en América Latina, volumen II/2 (Madrid: Iberoamericana, Vervuert, 2008) 29 y ss. Para el caso del Río de La Plata, Roberto Di Stefano ha estudiado los sacerdotes que desde temprano, finalizando la década de 1810, ya esgrimían un discurso separatista. Cfr. El púlpito y la plaza. Clero, sociedad y política de la monarquía católica a la república rosista (Buenos Aires: Siglo XXI, 2004); “Entre Dios y el césar: El clero secular rioplatense de las reformas borbónicas a la Revolución de Independencia”, Latin American Research Review, Vol.35, No.2 (2000): 130-159.

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que, desde el sermón de Fernández, se justificaba la fractura del orden colonial

español.

En noviembre de 1819, una vez se ha consumado la victoria militar sobre

los españoles, Francisco de Paula Santander ordenó a los clérigos, en medio de

una campaña religioso-política, que emplearan el púlpito para justificar la

Independencia. Ejemplo de lo anterior, fue el sermón pronunciado en la Iglesia de

San Francisco en Santafé, en noviembre de 1819, por el franciscano Francisco

Antonio Florido. En él, el fraile indicaba que España ya no tenía derecho sobre

América máxime por los excesos de la pacificación de la Reconquista, la cual fue

cruel y sangrienta con apariencias de religión y piedad. Así, debido a la acción

militar española, llena de odio y venganza, debía reaccionarse con la campaña

militar que conduciría a la Independencia. Pero además, Florido indicaba que los

males de América venían de tiempo atrás pues España se había encargado de

alejar a sus colonias de los avances del mundo. Según el fraile, los españoles

“querrían que la Iglesia fabricase los grillos a vuestras facultades, y a trueque de

embruteceros, deshonrarían la religión de Jesucristo, si pudiera suceder”65. Es

decir, en este sermón se continuaba con el eje central, la esencia de la

justificación de la Independencia, y es que España no había legado nada positivo

para América.

El 7 de agosto de 1822, para conmemorar el tercer aniversario de la Batalla

de Boyacá, el clérigo Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, pronunció en

Santafé un sermón en el cual se exaltó la campaña independentista. En este

sermón debemos resaltar tres aspectos: la lectura, desde la historia sagrada, de la

Independencia; la exaltación de los héroes del proceso independentista; y, las

bondades que estaban presentándose una vez consumada la fractura del orden

colonial. En la historia de la Independencia Ximénez distinguía dos etapas: la

primera, de 1810 a 1816, caracterizada por la guerra entre las provincias y la 65 Fray Francisco Antonio Florido, En la Misión religioso-política, que el Vicepresidente de la N. G. General Santander hizo celebrar en la Iglesia de San Francisco de Santafé en presencia de la Imagen de Cristo N.S. que se venera en la Ermita de Monserrate, pronunció la noche del 3 de Noviembre de 1819, Medellín: Imprenta del Gobierno, 1820, pp.1-7.

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Reconquista comandada por Morillo; la segunda, de 1816 a 1819, en donde, por la

ocupación española, los patriotas debieron refugiarse en los Llanos de Casanare y

Apure “en donde no se puede explicar las privaciones que sufrieron, los trabajos y

penalidades que pasaron, y lo que es más la constancia y valor con que los

superaron”. Para Ximénez, los patriotas obtuvieron la victoria a pesar de las

dificultades y de enfrentar al disciplinado ejército español debido a la Providencia,

al apoyo de Dios66.

El segunda aspecto a resaltar del sermón de Ximénez es la exaltación que

hizo de los héroes independentistas a los que calificó como “corifeos de la libertad

e Independencia”. Allí, Santander es presentado como “ese joven valiente e

intrépido, digno compañero de este hombre inmortal”, refiriéndose a Bolívar, el

cual había sido destinado por la Providencia Divina para el desempeño de grandes

proezas como

un nuevo hijo de Marte comparado por su valor con Pubio Emiliano, por su peripecia militar con un Aníbal, por su constancia en las mayores adversidades y trabajos de la guerra con un Pompeyo, y por el amor de la gloria de su patria con un Octavio Augusto: Ya me entenderéis señores que hablo del Inmortal Bolívar, de ese genio privilegiado tanto para hacerse amar en la paz como hacerse temible en la guerra67.

Ximénez buscaba generar, con la imagen del héroe, sentido de identidad y

pertenencia entre los colombianos recién independizados, en ese sentido, no se

alejaba de lo que en el siglo XIX estaba tomando fuerza, el reconocimiento de

66 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón de acción de Gracias que en el aniversario de la gloriosa acción de Boyacá predicó en su Santa Iglesia Catedral el Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán Dor. Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Prelado Doméstico de su Santidad, y Asistente al Sacro Solio Pontificio, Teniente Vicario General Castrense, y Subdelegado Apostólico en toda su Diócesis, el día 7 de Agosto del año 1822, Santafé, Imprenta del Estado, 1822, p.5. 67 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón de acción de Gracias que en el aniversario de la gloriosa acción de Boyacá predicó en su Santa Iglesia Catedral el Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán Dor. Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla 6. Subrayado en el texto. Sobre el culto a Bolívar en los sermones venezolanos puede verse: Agustín de Jesús Moreno Molina, “El culto a Bolívar en la homilética católica del siglo XIX”, Primeras jornadas de historia y religión (Caracas: Universidad Católica Andrés Bello, 2001) 119-146.

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seres superiores y que se destacaban por encima del promedio de la humanidad,

tal como lo señalaría, años más tarde en su texto, Thomas Carlyle68.

El tercer aspecto a resaltar en el sermón es el de los beneficios de la

Independencia, los cuales calificó como “ríos de felicidades”, destacando cuatro de

ellos. El primero hacía relación a la total recuperación del territorio neogranadino

por las fuerzas patriotas. El segundo río hacía alusión al aparato legal que se

construyó desde la reunión del Congreso y la redacción de leyes fundamentales

como la Constitución de 1821. Allí se destacaban la igualdad, calificada como

santa, y la libertad. La primera debía estar presente entre: las autoridades y los

súbditos; en la justicia distributiva de los premios y los castigos; la ley que debía

ser la misma para todos; los impuestos y las contribuciones que deberían estar

exentos de privilegios y fueros. Por su parte, la libertad debería estar acorde con la

moral evangélica y debía caracterizarse por: “Estar libres de toda persecución, u

opresión que se nos quiera inferir por capricho o abuso de la autoridad; […] que ya

somos libres de nombrar o elegir aquellas personas que mejor nos parezcan para

consultar el bien general […] que somos libres para proponer planes, proyectos y

cuanto pueda conducir al orden, a la prosperidad y a la felicidad pública”. El cuarto

río de felicidad aludía al nacimiento de la república en medio de la paz y la unión69.

Los sermones de la religión: Después de la Independencia - la preocupación por la religión católica

En el apartado anterior vimos cómo tres años después de la Batalla de

Boyacá la Independencia era vista no sólo como un hecho consumado sino como

un buen acontecimiento para la república. Sin embargo, también comenzamos a

encontrar sermones en los cuales se cuestionaba que la naciente república vivía

tiempos de incredulidad y de alejamiento de Dios. Miguel Antonio Escalante

preguntaba a sus fieles: “¿estáis sordos a las divinas inspiraciones y llamamientos

68 Thomas Carlyle, De los héroes, el culto de los héroes y lo heroico en la historia (Madrid: Conaculta, Océano, 1999). 69 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón de acción de Gracias que en el aniversario de la gloriosa acción de Boyacá predicó en su Santa Iglesia Catedral el Ilustrísimo Señor Obispo de Popayán Dor. Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla 10.

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de Dios?”, porque veía que se estaban alejando de las obras católicas y de las

prácticas religiosas. Para este religioso los templos estaban invadidos por víboras,

serpientes, leones y dragones que alejaban a las “hijas de Jerusalén”, “súbditas y

siempre fieles”, de la sana doctrina70.

Siguiendo esta misma tónica de que los templos estaban en manos de

inescrupulosos se reprodujo, en 1823, un sermón pronunciado por un cura

anónimo en 1811. Esa reproducción no era gratuita sino obedecía a ver las

mismas características de incredulidad y alejamiento de la Iglesia por parte de los

fieles. En el sermón resalta la siguiente sentencia: “Yo veo que el mayor

sentimiento os arrebata, que una verdadera pena traspasa vuestro corazón,

cuando miráis apoderarse del más condecorado lugar a unos hombres del bajo

pueblo de aquellos que forman nuestros obreros o peones; que sin acordarse de

la majestad que allí reside, tratan de verificar el sepulcro”71.

Pero quiénes eran los responsables, según los que denunciaban, de que la

gente se estuviese alejando de la religión. Existen varias respuestas, las cuales

nos conducen a las ideas perniciosas que circulaban desde la Ilustración, las

cuales eran divulgadas por los “corifeos de la incredulidad y autores de libros

impíos”72. Según varios clérigos, estos corifeos podían manifestarse en la

masonería, en donde se adoraban “ídolos, simulacros y falsos dioses ya sean de

plata, de oro o de carne”73. Pero también podían expresarse en las ideas de los

“arrianos, nestorianos, Novacianos. pelagianos, calvinistas, luteranos, Wiclefistas,

Voltayristas, y tanta otra chusma de tan formidables monstruos”74. Pero de igual

70 Miguel Antonio Escalante, Sermón de la Dedicación de la Iglesia de la Catedral Metropolitana de la capital de Santafé de Bogotá, Santafé: Imprenta de José Manuel Galagarza, 1823, p.21. 71 Sermón predicado por un cura del Arzobispado de Santafé, el día tres de setiembre de 1811 en la Parroquia de Ramiriquí Provincia de Tunja en cuyo día se bendijo el Cementerio, Tunja: Imprenta de José Manuel Galagarza, 1823, p.8. 72 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón predicado por el ILLMO. Sr. Obispo de Popayán en la Dominica VI de la quaresma del año de 1825, sobre las verdaderas causas de la incredulidad, Popayán: s.n, 1825, p.8. 73 Miguel Antonio Escalante, Sermón de la Dedicación de la Santa Iglesia de la Catedral Metropolitana de la capital de Santafé de Bogotá, Santafé: Imprenta de José Manuel Galagarza, 1823, p.28. 74 Miguel Antonio Escalante, Sermón de la Dedicación de la Santa Iglesia 127.

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manera en las ideas de los “atheístas”, los “epicúreos”, los “mahometanos”, los

“deístas y naturalistas”, los “filósofos libertinos”, los “herejes y novadores”, y en

esencia, de todos “los enemigos de la Religión que han sido llevados por la

ignorancia, el orgullo o el desenfreno de sus pasiones”75.

Es diciente, además de paradójico, que Ximénez, quien tres años atrás

hablaba de los “ríos de felicidad” que había traído la Independencia, en 1825 se

quejara del abandono en el que se encontraba la Iglesia católica. Ximénez

advertía que las ideas de aquellos corifeos calaban en el pueblo, sobre todo en los

jóvenes propensos a burlarse de la religión. Estos hombres, llenos de “orgullo y

soberbia”, son los que “sin haber estudiado la Religión, la desprecian, los que se

burlan de sus ministros, desobedecen sus saludables consejos, y rehúsan sujetar

su criminal cerviz en obsequio de los adorables dogmas”. En esencia, eran los que

“vivían sin modestia, sin humildad y sin aplicación a alguna cosa buena no

viéndoseles jamás en el santo templo, y si alguna vez concurren a él es con

intenciones siniestras”76.

Ahora bien, no puede negarse que tal vez los clérigos estuviesen

preocupados por la incredulidad creciente, sin embargo, lo que no podemos dejar

de lado es que desde el mismo momento de la victoria militar sobre los españoles,

en 1819, comenzó a discutirse sobre la relación que debía tener la nueva

república con la Santa Sede. Así, Francisco de Paula Santander, como

vicepresidente de Colombia, promovió debates sobre el Patronato, el cual fue

asumido por la república en 1824, lo que generó algunas reacciones por parte de

integrantes de la institución eclesiástica.

75 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón predicado en la Dominica 1ª de Cuaresma, Sermones polémicos dogmáticos, theologico-morales predicados en su Santa Iglesia Cathedral por el Ilustrísimo Señor Dr. Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Obispo de Popayán, en las Dominicas de la Santa Quaresma del año de 1825, Popayán: Por B. Zizéro, 1825. 76 Salvador Ximénez de Enciso y Cobos Padilla, Sermón predicado por el ILLMO. Sr. Obispo de Popayán en la Dominica VI de la quaresma del año de 1825, sobre las verdaderas causas de la incredulidad, Popayán: Por B. Zizéro, 1825, p.16.

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Conclusiones

Los sermones van siguiendo el curso de los acontecimientos. Encontramos,

de manera consistente, los que no sólo apoyaban a Fernando VII sino que de

paso, para exaltar la figura del monarca español como un mártir, cuestionaban

todo lo relacionado con Francia pues en ella veían no sólo la herencia de la

Revolución Francesa sino también la de las ideas de la Ilustración, condenadas

por la Iglesia católica. Entonces, vemos que no sólo se defendía la restitución de

un monarca sino que el asunto es más denso. Era la confrontación entre la muy

católica España contra la impía Francia, lo que significaba el enfrentamiento entre

el catolicismo y las ideas que le eran enemigas. Sin embargo, una vez consumada

la Independencia y aceptada como un proceso histórico, la idea de que el

catolicismo estaba en peligro no desapareció. Francia ya no era la amenaza de

antes pero las ideas que circulaban en Europa sí. Así, creo que los sermones de

este período, más allá de defender una causa realista, defienden una causa

religiosa, identificada primero con la monarquía pero después con la república.

Fernando VII fue el pretexto, desde 1808, para defender esa causa religiosa.

Entonces es entendible, por lo anterior, que los sermones, indistintamente

de la predilección política de sus redactores, empleasen la historia sagrada como

un mecanismo para entender y explicar los acontecimientos de comienzos del

siglo XIX. Esto debido a que se creía estar haciendo parte de esa historia sagrada,

confrontación que deviene desde la existencia del bien y del mal.

Pocos fueron los sermones que defendieron, de manera temprana, la

fractura del orden colonial. Se enfrentaban, dichos textos, a un volumen

considerable de los que defendían el orden monárquico y condenaban la

subversión del orden natural. Sin embargo, unos y otros tenían la misma esencia,

la religión como garante de ambos escenarios: el monárquico y el republicano, lo

que nos demuestra, nuevamente, que los sermones, indistintamente de la posición

política de sus redactores, defendían los derechos y/o privilegios de la religión

católica en la Nueva Granada.