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COSTUMBRISMO Y HABLA LOCAL: EL LLIBRÉ DE GRAUS (HUESCA)* LUISA ARNAL PURROY Universidad de Zaragoza 1. INTRODUCCIÓN: SOBRE LA SITUACIÓN LINGÜÍSTICA DE GRAUS Antes de adentrarme en el tema de esta exposición, parece apropiado ofrecer —a título de introducción— algunos datos relativos a la situación lingüística existente en la localidad bajorribagorzana de Graus. Y ello con el objeto de proporcionar, aunque sea en líneas muy generales, el contex- to —de carácter sociolingüístico sobre todo— que sirva de referencia a los aspectos desarrollados en la última parte del presente trabajo. Uno de los más importantes elementos patrimoniales con los que cuen- ta la población de Graus es, sin duda, su variedad lingüística autóctona —el grausino, como suelen denominarla los habitantes de la zona—, que ha logrado sobrevivir hasta nuestros días. Es conveniente señalar que, dentro del complejo panorama lingüístico de la Ribagorza (donde se hablan modalidades lingüísticas catalanas en su parte oriental, de signo aragonés en el área occidental y «variedades fron- terizas» —esto es, con una notable mezcla de rasgos aragoneses y catala- nes— en la zona central) 1 , el habla local de Graus se adscribe a las modali- * Quiero expresar mi más sincero agradecimiento al Ayuntamiento de Graus, especial- mente a Aurora Bruballa Arasanz, así como al sobrino-nieto de Joaquín Costa, D. José Mª Auset, al hijo del poeta gradense Tonón de Baldomera, D. Antonio López Monclús, y a mi amiga y compañera Carmen Lanao, por haber puesto a mi disposición los distintos ejemplares del Llibré y por la valiosa información que me proporcionaron acerca de dicha publicación. 1 Para un trazado general de la situación geolingüística de la comarca ribagorzana, vid. ARNAL (1997). 243

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COSTUMBRISMO Y HABLA LOCAL: EL LLIBRÉ DE GRAUS (HUESCA)*

Mª LUISA ARNAL PURROY

Universidad de Zaragoza

1. INTRODUCCIÓN: SOBRE LA SITUACIÓN LINGÜÍSTICA DE GRAUS

Antes de aden t r a rme en el t ema de esta exposición, parece aprop iado ofrecer —a título de in t roducción— algunos datos relativos a la situación lingüística existente en la localidad bajorribagorzana de Graus. Y ello con el objeto de proporcionar , aunque sea en líneas muy generales, el contex­to —de carácter sociolingüístico sobre todo— que sirva de referencia a los aspectos desarrollados en la últ ima parte del presente trabajo.

U n o de los más importantes e lementos patrimoniales con los que cuen­ta la pob lac ión de Graus es, sin d u d a , su var iedad l ingüíst ica a u t ó c t o n a —el grausino, como suelen denomina r l a los habi tantes de la zona—, que ha logrado sobrevivir hasta nuestros días.

Es conveniente señalar que , den t ro del complejo pano rama lingüístico de la Ribagorza (donde se hablan modalidades lingüísticas catalanas en su par te oriental, de signo aragonés en el área occidental y «variedades fron­terizas» —esto es, con u n a notab le mezcla de rasgos aragoneses y catala­nes— en la zona central) 1 , el habla local de Graus se adscribe a las modali-

* Quiero expresar mi más sincero agradecimiento al Ayuntamiento de Graus, especial­mente a Aurora Bruballa Arasanz, así c o m o al sobrino-nieto de Joaquín Costa, D. José Mª Auset, al hijo del poeta gradense T o n ó n de Baldomera, D. Antonio López Monclús, y a mi amiga y compañera Carmen Lanao, por haber puesto a mi disposición los distintos ejemplares del Llibré y por la valiosa información que me proporcionaron acerca de dicha publicación.

1 Para un trazado general de la situación geolingüística de la comarca ribagorzana, vid. ARNAL ( 1 9 9 7 ) .

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dades ribagorzanas de filiación aragonesa, aunque posee también rasgos y formas lingüísticos de carácter catalán, además de otros específ icamente ribagorzanos 2 . Pero los elementos de raigambre aragonesa, catalana o pro­pios de la Ribagorza no son los únicos que configuran la variedad dialectal de Graus ; p a r t e i n t e g r a n t e de esta « lengua funcional» son t a m b i é n los a b u n d a n t e s e l e m e n t o s cas te l lanos q u e h a n ido p e n e t r a n d o —y s iguen hac iéndolo— sea en calidad de préstamos léxicos, sea como consecuencia de u n len to p e r o cons tan te proceso de susti tución de formas vernáculas p o r las cor respondien tes d e la lengua oficial 3. De h e c h o , la var iedad dia­lectal de Graus se halla en la actualidad notab lemente castellanizada.

Hay que tener en cuenta, por ot ro lado, que en la comunidad que nos o c u p a existe u n a s i tuac ión de «con tac to de l enguas» 4 , pues , j u n t o a la variedad au tóc tona convive la lengua general , si b ien ambos sistemas lin­güísticos —el dialectal y el castel lano— n o gozan de la misma valoración en t re sus usuarios: así, el castellano, po r ser la lengua de la enseñanza, la de la Administración, la de los modernos medios de comunicación, etc., y también la que t radic ionalmente han utilizado los miembros socialmente «distinguidos» den t ro de la comunidad, es considerado como la lengua de pres t ig io o va r i edad «alta». El h a b l a local , en c a m b i o , es t e n i d a c o m o variedad «baja» e, incluso, en t re los mayores de 45 ó 50 años n o es infre­cuente considerarla como u n castellano deformado o mal hablado. No en vano, utilizar su propia variedad lingüística es para ellos habla basto, mien­tras que hablá fino significa expresarse en castellano.

Además de esta diferente valoración, habla local y castellano t ampoco se encuen t r an en las mismas situaciones comunicativas. A grandes rasgos,

2 A esta misma conclusión llega Alvar en su estudio sobre el habla de Graus, basado en el análisis de los materiales que sobre esta localidad figuran en el Atlas Lingüistic de Catalunya de Griera (cuyos datos pertenecen a la segunda década de nuestro siglo): «pienso no forzar la realidad —dice ALVAR— al considerar el dialecto como de filiación aragonesa ( . . . ) . El léxi­co v iene a corroborar el carácter castel lano-aragonés del habla actual de Graus» (ALVAR, 1 9 5 4 : p. 5 3 ) . Vid. también ARNAL ( 1 9 9 4 : pp. 2 9 2 - 3 0 0 ) , donde se ofrece una caracterización de

los rasgos lingüísticos más representativos del habla de la Baja Ribagorza occidental, zona a la que pertenece la localidad de Graus.

3 Es preciso puntualizar, no obstante, que también existen rasgos y formas lingüísticos que, aunque coincidentes con el castellano, n o se deben al proceso de castellanización, sino a un resultado común a las hablas aragonesas — e n nuestro caso, el grausino— y al castella­no; n o se olvide, e n este sent ido, que se trata de dos sistemas l ingüíst icos gené t i camente emparentados que, por tanto, han llegado a soluciones idénticas en no pocos casos. Precisa­mente , aunque c o m o hizo notar WEINREICH ( 1 9 5 3 ) , el alcance de la «interferencia» (o de la «transferencia», si se prefiere este término más neutro) de una l engua sobre otra en una situación de contacto puede ser independiente de la distancia interlingüística, en el caso que nos ocupa, los numerosos puntos de semejanza entre castellano y grausino han favorecido la transferencia lingüística.

4 Recordemos que dos o más lenguas (o dialectos o variedades lingüísticas) están «en contacto» cuando «son usadas alternativamente por las mismas personas» (vid. WEINREICH, 1 9 5 3 : p. 1 7 ) .

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p u e d e decirse que la variedad dialectal funciona como u n «estilo de len­gua» informal, p rop io de situaciones de confianza ent re los interlocutores, pues vive re legada p r inc ipa lmente al ámbi to conversacional de la intimi­dad del hogar y del p ropio círculo lingüístico. Por el contrario, el castella­n o es la l engua de las manifestaciones de mayor alcance cultural y de las relaciones más formales o de poca confianza ent re los interlocutores.

Nos encon t r amos , p o r tan to , an te u n caso típico de «diglosia funcio­na l» 5 que , c o m o explica Rojo (1985: p p . 613-614), existe c u a n d o «se da u n a regulación socialmente aceptada según la cual cada lengua o variedad es adecuada para determinadas situaciones».

Con r e l ac ión al g r a d o de uso de l h a b l a local , d e b e m o s a ñ a d i r q u e —como sucede en otras áreas dialectales— la mayor frecuencia de empleo c o r r e s p o n d e a los mayores d e 60 ó 65 años , m i e n t r a s q u e t i ene u n uso limitado ent re los jóvenes. No es extraño, en consecuencia, que los hablan­tes sean conscientes de que su modal idad lingüística se está pe rd i endo , y esto n o sólo p o r la no tab le y progresiva castel lanización q u e manifiesta, sino sobre todo p o r el h e c h o de que el grausino se habla cada vez menos ent re las nuevas generaciones.

Hay que decir al respecto que las características semiurbanas de Graus (población de casi 3.300 habitantes, centro comercial y cultural de la Riba­gorza, lugar de tránsito hacia el Pirineo, turismo, etc.) se han convertido en circunstancias desfavorables para la plena conservación del habla vernácula.

Pese a todo ello, ni el l imitado uso de la variedad dialectal ni la parcial — a u n q u e considerable— castellanización que manifiesta llevan aparejada su inminente desaparición, como tampoco la inferior valoración que se le atribuye en re lación con el castellano implica que el habla local sea des­preciada por la comunidad 6 .

En este o r d e n de cosas m e r e c e la p e n a des t aca r q u e el g r a u s i n o , a pesar de ser u n a moda l idad lingüística de uso e m i n e n t e m e n t e oral, goza también de u n a apreciable tradición escrita que cont inúa viva en la actua­lidad. Y digo «apreciable» en el sentido de que, aunque el grausino escrito queda postergado en la modest ia de su localismo, debe tenerse en cuenta que hay variedades dialectales que n o llegan nunca a escribirse (vid. Alvar, 1965: p . 11).

5 U n buen estado de la cuestión sobre el concepto de diglosia, presentado — c o m o es sabido— por Ch. A . FERGUSON en su fundamental trabajo de 1 9 5 9 («Diglossia»)—, con las ampliaciones y revisiones posteriores, se encuentra en LÓPEZ MORALES ( 1 9 8 9 : pp. 6 4 - 8 3 ) . Vid. también al respecto el trabajo de ROJO ( 1 9 8 5 ) .

6 Una información más amplia sobre el comportamiento lingüístico que manifiestan los miembros de la población de Graus y de otras localidades bajorribagorzanas de las cuen­cas media y baja del río Esera (desde Santa Liestra y Perarrúa, al norte, hasta Estadilla y Fonz, al sur), se encuentra en ARNAL ( 1 9 9 2 ) .

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Claros e x p o n e n t e s de su manifes tac ión escrita son, p o r e jemplo , las páginas de l pe r iód i co El Ribagorzano —insp i r ado en el p e n s a m i e n t o de Joaqu ín Costa, que se editó desde 1904 a 1930, abr iéndose una segunda y co r t a e t a p a e n t r e 1981 y 1985, p a r a volverse a pub l i ca r en 1997—, así c o m o los escri tos, en p rosa y en verso, de A n t o n i o López Santo lar ia — más conocido por T o n ó n de Baldomera— 7 , o las más rec ientes composi­c iones y n a r r a c i o n e s de Luis Agui la r — q u e f irma c o m o Luisón de Fie­r ro— 8 , a cuya iniciativa, j u n t a m e n t e con la de Baudilio Colomina, se debe la publ icación de la revista local El fogaril, que edi ta el Ayuntamien to de Graus y cuyo pr imer n ú m e r o ha aparecido en 1996. Pero, d o n d e esta tra­dición escrita del grausino se revela con mayor evidencia y de m o d o más constante es a través de las páginas del l lamado Llibré.

H e cre ído conveniente e x t e n d e r m e en estas consideraciones prel imi­nares porque , como más adelante trataré de demostrar , la situación socio-lingüística existente en la comunidad gradense queda reflejada, en b u e n a medida , en el tradicional Llibré de Graus, de cuya trayectoria y con ten ido me ocuparé a continuación.

2. EL LLIBRÉ DE GRAUS

2.1. Trayectoria histórica del Llibré9

El d e n o m i n a d o Llibré es u n a publ icación anual conmemora t iva de las fiestas patronales de Graus, que se celebran del 12 al 15 de septiembre en h o n o r al Santo Cristo y a San Vicente Ferrer. Su finalidad originaria es dar a conocer el p rograma oficial de las fiestas de la localidad, tanto en mate­ria religiosa como profana.

Surgido por iniciativa municipal , este «librito-programa» aparece po r vez p r imera en el ya lejano año de 1921, convirt iéndose Graus en u n o de los p r im e ros munic ip ios de la Pen ínsu la d o n d e t iene lugar este t ipo de publicaciones. Desde esa fecha, en que ya q u e d ó bautizado popu la rmen te con el n o m b r e de Llibré—que q u i e r e dec i r ' l i b r i t o ' — se h a p u b l i c a d o práct icamente sin in ter rupción hasta la actualidad, excep tuando el parén-

7 La obra de este autor, escrita en su mayor parte entre 1 9 5 0 y 1 9 7 0 , se halla publicada bajo el título Prosa y verso de Tonón de Baldomera, Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1 9 8 3 .

8 Varios de los textos escritos por Luisón de Fierro se recogen en el libro de E. VICEN­TE DE VERA, Textos en grausino (1904-1985), Zaragoza, Diputación General de Aragón, 1 9 8 6 .

9 Algunos de los datos que figuran en el presente subapartado han sido extraídos del breve artículo de Vicente LACAMBRA VILAS, titulado «Pequeña historia de nuestro Llibré», que se editó en el ejemplar de 1 9 7 1 con motivo del cincuentenario de esta publicación local.

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tesis de la guerra civil y el de algún año aislado —como el de 1942— en el que n o se celebraron las fiestas patronales.

Del éx i to y p o p u l a r i d a d a l canzados p o r el Llibré d a n fe, e n t r e o t ro s aspectos, el a u m e n t o que ha ido expe r imen t an d o tanto en el n ú m e r o de ejemplares edi tados c o m o en el n ú m e r o de páginas que lo conf iguran 1 0 . Sirvan estos datos para ilustrarlo: la t irada inicial, que fue de 500 ejempla­res, se duplicó en años posteriores hasta alcanzar, a partir de 1959, la con­siderable cifra de 2000 ejemplares; desde entonces, el Llibré deja de repar­tirse gratui tamente ent re los vecinos del municipio y se p o n e a la venta. El i nc r emen to en su n ú m e r o de páginas ha sido, asimismo, notable , pues si en las pr imeras décadas de su edición los ejemplares n o l legaban a las 50 páginas, en las últ imas superan ampl iamente el cen tenar (el de 1996, po r ejemplo, está formado por 184 páginas) .

A lo largo de sus se tenta y cinco años de andadura , se pe rc iben en el Llibré cambios que afectan n o sólo a lo formal (ha me jo rado ostensible­m e n t e su calidad edi torial) , sino también a su con ten ido . A u n q u e me ha sido imposible localizar todos los ejemplares del Llibré (la Biblioteca muni­cipal dispone, con algunas ausencias, de los editados a partir de 1949), los que he p o d i d o consul tar de los años an te r io res a esta fecha —concre ta­men te nueve—, que se hallan en manos de particulares, son muy simples: constan de u n a «Invitación» a las fiestas patronales hecha por el alcalde de la localidad, el Programa Oficial de los actos festivos y la serie de anuncios con los que se intentaba costear los gastos de la edición.

Apenas hab ía colaboraciones en estos p r imeros n ú m e r o s , si b ien hay que destacar que , j u n t o a la «Invitación» del alcalde, el P rog rama de las fiestas y los a n u n c i o s , f i gu raba t a m b i é n u n t e x t o esc r i to e n g r a u s i n o —sobre el que volveré más ade lan te—, a cargo de D. Vicente Lacambra , d u e ñ o de la i m p r e n t a d o n d e se ed i tó el Llibré de sde su o r igen has ta el año 1966. N o carece de relevancia el hecho de que, ya en el p r imer Llibré, aparezca u n a co laborac ión en graus ino , pues to q u e , desde en tonces , la p resenc ia del hab la local en esta publ icac ión se va a convert i r — p o r así deci r lo— en tema obl igado. Cier tamente , en cada u n o de los ejemplares edi tados hasta la actualidad hay textos escritos en la variedad dialectal de Graus.

Con el transcurso de los años, las colaboraciones de gentes gradenses y de personas vinculadas de u n m o d o u otro a la localidad son cada vez más a b u n d a n t e s , al t i e m p o q u e t a m b i é n se diversifican los aspectos q u e en tales colaboraciones se abordan , a u n q u e man t i enen s iempre u n denomi­nador común: Graus y su comarca.

1 0 Como testimonio de la popularidad de esta publicación, merece la pena añadir que —según relata Vicente LACAMBRA VILAS en el articulito citado— la Escuela Oficial de Periodis­m o de Madrid solicitó, en 1953, diez ejemplares del Llibré de Graus.

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El Llibré deja, pues, de ser un simple p rograma de las fiestas patronales, para convertirse, sobre todo desde finales de la década de los años 40, en u n a especie de crónica de la villa de Graus. No es extraño, por tanto, que en u n art ículo aparecido en el Llibré de 1958, el sobrino-nieto de Joaqu ín Costa, D. José Mª Auset, caracterice esta publicación median te las siguien­tes palabras:

¿Es un programa anunciador de fiestas? —se pregunta—. ¡No! es algo más que un folleto de propaganda al servicio de una comisión de festejos. Es archivo, arca custodia de las esencias puras de nuestras tradi­ciones, nuestra historia y nuestro dialecto que dieron carácter a la recia Ribagorza (...); es el poético lenguaje del alma de un pueblo que, pre-gonando sus tradiciones, lanza a los cuatro vientos su milenaria existen­cia; es enlace del hoy al mañana que hará revivir el pasado en las men­tes juveniles de nuestros hijos.

Y, más adelante, hace referencia a la finalidad del Llibré

revivir nuestro glorioso pasado; honrar la memoria de nuestros precla­ros ascendientes; reavivar nuestras tradiciones y mantener nuestro dia­lecto y virtudes que nos dieron peculiar carácter.

En efecto, a través de sus pág inas van a p a r e c i e n d o las más g en u in a s costumbres y tradiciones gradenses, su variado folklore, sus r incones más entrañables, sus personajes ilustres, sus leyendas.. . , además del pasado his­tórico de esta población bajorr ibagorzana y de su en to rno , sin faltar tam­p o c o los p rob l emas e i nqu i e tudes q u e le c o n c i e r n e n , n i los proyectos y propuestas conducentes al progreso de la localidad.

T o d o el lo lleva a c o n s i d e r a r el Llibré c o m o «el más g e n u i n o de los d o c u m e n t o s de la Villa» — s e g ú n se lee en u n a r t í cu lo p u b l i c a d o en el ejemplar de 1972 y firmado po r Vicente de Ribagorza—; como «Libro de actas de la Villa» lo define Francisco Castillón en el Llibré de 1975; otro asi­d u o colaborador , José Mª H e r n á n d e z de la Tor re , ve en esta publ icación «no sólo u n popula r ins t rumento de la empresa cultural, sino un símbolo p e r m a n e n t e de la p e r m a n e n t e i n q u i e t u d cu l tu ra l de Graus», tal c o m o expresa en el e jemplar de 1977; o, en fin, p o r añad i r u n a o p i n i ó n más, Luisón de Fierro, en el Llibré de 1984, lo califica —en grausino— como «el mejor m e d i o p a ' r e c o r d á el 'pasáu ' , viví el p resen te y mejora el futuro, y con que mos comunican nusotros los Grausinos».

Además, esta publicación que año tras a ñ o ve la luz en los días previos a la ce lebrac ión de las fiestas pa t rona le s de sep t i embre , a n u n c i a n d o su i n m i n e n t e comienzo , h a l l egado a ser t a m b i é n u n o más de los festejos populares: el p r imero de ellos, singular, ent rañable y a l tamente apreciado, sin duda, por todos los gradenses.

Para comple ta r estas notas sobre la trayectoria de la publ icación q u e nos ocupa, hay que añadir que, en las últimas décadas, especialmente des­de 1970, se advierte como el Llibré, a través de las colaboraciones que en él

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se recogen, adquiere mayor erudición, por así expresarlo. Si en t re los años 50 y 70 f u n d a m e n t a l m e n t e p u e d e calificarse c o m o u n a pub l i cac ión de carácter eminen temente localista y popular , d o n d e los gradenses escriben, con sencillez, sobre sus t radiciones, recuerdos , anécdotas , cos tumbres . . . , exal tando s iempre lo grausino, a part ir de 1970, y sin dejar n u n c a de apa­r e c e r este t i po d e c o l a b o r a c i o n e s d e sabor «popu la r» y « t e r r u ñ e r o » , comienzan a proliferar artículos más e laborados y técnicos, más eruditos, muchos de los cuales versan sobre la historia de Graus y su comarca.

Y es que las autoridades municipales quieren que esta apreciada y tradi­cional publicación anual alcance mayor prestigio y nivel cultural y, para ello, solicitan la colaboración de quienes, mediante sus artículos y ensayos, pue­den contribuir a lograr tales objetivos. Resulta bien ilustradora de este talante la presencia, sobre todo en los últimos años, de diversas colaboraciones de profesores de la Universidad de Zaragoza. Por ejemplo, en el Llibré de 1990, aparece u n artículo de Pilar Utrilla, catedrática de Prehistoria y natural de Graus, t i tu lado «Los p r imeros habi tan tes de Graus vivieron en las Forcas hace 15.000 años»; Eloy Fernández Clemente escribe sobre «Graus hace dos tercios de siglo» y Guillermo Fatás habla acerca de «La heráldica de Graus».

Conviene insistir, n o obstante, en que la presencia de este tipo de cola­borac iones de signo e rud i to n o anu la la de otras de sabor más popu la r . Así, en ese mismo Llibré de 1990, j u n t o a los artículos mencionados y otros de índole semejante, figura, por ejemplo, u n p o e m a d o n d e se ensalzan las fiestas patronales ; en o t ro texto se comen tan distintos aspectos de la vida cot idiana gradense; se edita u n a composición en verso en la que el au tor r e m e m o r a costumbres de su infancia en Graus; en otras composiciones se r inde homenaje a personas de la localidad ya desaparecidas o se recuerda, en fin, a aquellos gradenses que tuvieron que emigrar a otros lugares.

Y este Llibré de 1990 que nos h a servido de ejemplo n o constituye u n a excepción. Es habi tual que en estos «libritos» de las tres últ imas décadas convivan a rmónicamente lo popular y lo erudi to.

2.2. Las colaboraciones del Llibré y sus temas recurrentes

De lo expuesto hasta aquí se colige que el Llibré es u n a peculiar publi­cación miscelánea que forma par te de la excepcional historia de la prensa local de Graus 1 1 .

11 N o es exagerado afirmar que la historia de la prensa de Graus es excepcional. En efecto, son varias las publicaciones periódicas que han visto su nacimiento en esta localidad bajorriba-gorzana. La primera y más importante, sin duda, es El Ribagorzano (1904-1930, 1981-1985, 1997-), al que ya he aludido anteriormente. Pero entre 1917 y 1936 surgen nada menos que otras seis publicaciones: el periódico regionalista Patria Nueva (1917), los radicales El Heraldo de Ribagorza (1927) y LAUD (Literatura, Arte, Unión y Deporte), el republicano El Ideal de Aragón (1930), la revista católica mensual La Cruz (1933) y, por último, Papel (1936); vid. GEA (1984: t. VI, p. 1.597).

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El e x a m e n de los dist intos e jemplares de l Llibré p e r m i t e d i ferenciar en él tres secciones. De u n a par te , nos e n c o n t r a m o s con todos los ingre­dientes característ icos de los folletos anunc iado re s d e las fiestas locales: la «invi tación» de l a lca lde , a la q u e , a pa r t i r de 1969, se a ñ a d e n u n a s ref lexiones a cargo del pá r roco y u n saludo del p r io r de la cofradía del San to Cris to y San Vicente Fe r re r . T a m b i é n a p a r e c e n , d e s d e 1968, las fotos de la r e i n a d e las fiestas y sus damas d e h o n o r y, p o s t e r i o r m e n t e , las de los «repatanes» de los diversos bar r ios de la villa. A t o d o el lo se a ñ a d e , obv i amen te , el p r o g r a m a de t a l l ado de los festejos p o p u l a r e s y, en ocas iones , f igura t a m b i é n el t ex to de l p r e g ó n de las fiestas de l a ñ o anter ior .

O t r o a p a r t a d o , s i empre p r e s e n t e y t a m b i é n hab i tua l en este t ipo de publicaciones conmemorat ivas de las fiestas patronales , viene const i tuido por la nu t r ida serie de anuncios comerciales, que constituyen, con seguri­dad, u n magnífico documen to para estudiar la evolución socioeconómica de Graus y su comarca desde 1921 hasta la actualidad.

Pero la sección que , de forma indiscutible, confiere carácter singular al Llibré de Graus es la fo rmada p o r el con jun to de co laborac iones q u e en él se publ ican . Ya he ind icado antes que el n e x o q u e vincula a todas ellas es Graus y su e n t o r n o , p e r o d e n t r o de este m a r c o genera l , a u n q u e localista, las diversas colaboraciones se mues t ran bastante variadas, tanto por lo que se refiere a su t ipología como po r lo que a tañe a los temas de que tratan.

De jando apar te el h e c h o , sobre el que m e o c u p a r é más ade lan te , de q u e haya co l abo rac iones escri tas en g r a u s i n o y e n cas te l l ano , i n t e r e sa señalar ahora que n o son escasas las composiciones versificadas, la mayo­ría en forma de romances y coplas, si b ien p r e d o m i n a n , con diferencia, los textos en prosa. Entre éstos se distinguen artículos costumbristas, cuen­tos y leyendas, na r r ac iones de anécdo tas , re la tos de carác ter biográfico sobre distintas personas gradenses, descripciones de r incones y paisajes...; figuran también algunos textos en forma de carta y se recoge incluso u n a breve obra de teatro.

J u n t o a esta serie de colaboraciones que cabría encuadra r bajo el mar­bete — n o fácil de delimitar con precisión— de «literatura popular» 1 2 , tam-

12 Para YNDURÁIN (1966: p. 15) la literatura popular se circunscribe a la «que vive en la tradición oral de un pueblo, sin autor conocido y sometida a las modificaciones que el medio de difusión y permanencia supone». Frente a esta concepc ión , que podría calificarse —sin n ingún matiz peyorativo— de restringida, otros autores interpretan el sintagma «literatura popular» en un sentido más amplio, que es el que seguimos en el presente trabajo; así, por ejemplo, BELTRÁN (1979: p. 77) considera que dentro de la literatura popular deben incluirse también «todas las manifestaciones habladas o escritas ( . . . ) , procedentes de autores eruditos olvidados, cuyas creaciones han sido asimiladas por el pueblo o bien, aunque tengan autor originalmente, desconocido casi desde que se produjeran».

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bien aparecen ensayos y art ículos de divulgación sobre temas históricos, así c o m o otras variadas colaboraciones de c o n t e n i d o económico y socio-cultural 1 3 .

Los temas t ra tados en el Llibré son, pues , diversos, a u n q u e n u n c a se p ierde ese carácter localista consustancial a esta publicación, que deja tras­lucir a través de sus páginas u n profundo respeto y amor por todo lo con­c e r n i e n t e a es ta p o b l a c i ó n r i b a g o r z a n a q u e o s t e n t a el t í tu lo d e «Muy Noble y Muy Antigua Villa», o torgado por Pedro II en el año 1223.

Pese a esta d ivers idad , s i e m p r e d e n t r o de los l ími tes de lo local , se observa la existencia de varios núcleos temáticos recurrentes , como son la historia de Graus, la figura de Joaqu ín Costa, las tierras, gentes y pa t ronos de la localidad y el costumbrismo grádense 1 4 .

2.2.1. La historia de Graus

La localidad de Graus cuenta con u n rico pasado histórico, conforma­do tanto por significativos acontecimientos en ella acaecidos, como por el e lenco de ilustres personajes que tuvieron a Graus como patria o lugar de actuación. Aunque n o es este el lugar apropiado para hablar de la historia de esta población, cabe recordar , a título de ejemplo, que en Graus encon­tró la mue r t e , en el a ñ o 1063, Ramiro I de Aragón al in ten ta r reconquis­tarla; que en el colegio de los jesuitas de la localidad que nos ocupa sufrió destierro Baltasar Gracián, d o n d e —se dice— escribió la segunda par te de El Criticón; o que de Graus procede el ilustre linaje de los Bardaxí o Barda-j í , u n o de cuyos miembros , D. Eusebio Bardaxí y Azara, llegó a la presiden­cia del gobierno español en 1837.

N o h a de l l amar la a t e n c i ó n , p o r t a n t o , la p r e s e n c i a en el Llibré de abundan tes artículos, muy bien documen tados en su mayoría, en los que se t ra tan dist intos aspectos de la historia de esta villa r ibagorzana y, p o r

1 3 Entre estas últimas cabe destacar —tanto por su cantidad c o m o por su calidad— las de D. Francisco Salamero Reymundo, quien —a través de sus artículos, publicados sin excep­ción desde 1970— defiende encarecidamente los intereses generales de la Ribagorza, instan­do a la recuperación de su identidad histórico-cultural, a la revitalización de su economía y al resurgimiento, en fin, de esta antigua comarca pirenaica. De hecho, para alcanzar tales obje­tivos, este tenaz y entusiasta defensor de la Ribagorza logra fundar en 1994 la «Liga Ribagor­zana», asociación de la que es presidente.

1 4 Aparte de estos cuatro apartados, cabría establecer otro configurado por leyendas, cuentos, historietas y chascarrillos gradenses. La diversidad y amplitud de este interesante núcleo temático permiten abordarlo en u n estudio independiente , razón por la cual he pre­ferido no ocuparme de él dentro de los límites del presente trabajo. Considero oportuno, no obstante, mencionar aquí la notable calidad de los relatos de ficción, elaborados y recreados a partir de datos históricos, que escribe Justo Broto Salanova en los ejemplares de los últimos años; entre estos relatos, que el autor denomina «fantasías históricas», figuran «El chocolate del obispo» (1988), «Cuarteto de cuerda» (1990), «¡Ramiro, Ramiro!» (1992).

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extens ión, de la de su comarca . Me l imitaré a e n u m e r a r , pa r a i lustrarlo, algunos de sus títulos: «Hace nueve siglos u n rey mur ió en Graus» (Miguel Pa lau , 1963) , «Baltasar Grac ián , e n Graus» ( G e r m á n G a m b ó n Larruy, 1963), «Graus y el Monas te r io de San Victor ián de Sobrarbe» (Antonio D u r á n Gudiol , 1976), «Un r ibagorzano singular: Rodr igo de Mur Barón de la Pinilla» (Francisco Salamero Reymundo , 1976), «Ramiro I, p r i m e r rey de Aragón y la Reconquis ta de Graus» (Enr ique Soro Bergua, 1985), «Algunas cosas de la historia de Graus» (Guillermo Fatás, 1986), «El gene­ral Mur» (Juan A r e n a s G a m b ó n , 1987) , «Un g r a u s i n o , p r e s i d e n t e de l gobierno español» (Guillermo Fatás, 1989), «Un linaje ilustre» (Juan Are­nas Gambón, 1989), «El r e to rno de los jesuitas a Graus en 1868» (Manuel Iglesias Costa, 1990), «Reyes aragoneses a Graus advinculados» (Vicente Cereza Egea, 1993), etc.

2.2.2. La figura de Joaquín Costa

En relación con los personajes ilustres que forman par te de la historia de Graus, hay que destacar la figura del polifacético aragonés D. J o a q u í n Costa y Martínez, personaje que se convierte en o t ro de los temas presen­tes a lo largo de numerosos ejemplares del Llibré. Aunque nacido en Mon­zón, Costa se trasladó a Graus con su familia cuando apenas contaba seis años de edad. En esta villa t ranscurr ió b u e n a par te de los escasos 65 años que d u r ó su vida, la eligió c o m o lugar de re t i ro y en ella m u r i ó en 1911. Graus fue, pues, su patria adoptiva y, en palabras de José García Mercadal, que conoció pe r sona lmen te a Costa, el pueb lo «de sus más férvidos afec­tos» (apud Fernández Clemente, 1989: p . 46) 1 5 .

U n significativo detal le q u e p o n e de manif iesto el a m o r e in terés de Costa p o r su t i e r r a adop t iva lo cons t i tuye el h e c h o d e q u e s i e m p r e se expresaba en grausino con sus paisanos. Este insigne aragonés , que reci­bió el apelativo de «el León de Graus», es po r tanto u n a de las figuras más emblemáticas —si n o la que más— de la localidad de Graus. Y las páginas del Llibré dan test imonio del respeto y admirac ión de los gradenses hacia Costa.

En efecto, son muchos y diversos los textos recogidos en esta publica­ción anual que t ienen como eje central al «León de Graus». En unos casos se ofrecen reflexiones y comentar ios a propósi to de algunas de sus obras, c o m o Poesía popular española (José Zuzaya Cambra , 1963), El arbolado y la patria (Esteban Fer rer Guarga, 1973), Ultimo día del paganismo y... primero de lo mismo (Manuel Baldellou Gracia, 1978), e incluso se ofrece u n a breve

1 5 Precisamente, a propósito de esta cuest ión —esto es, si Costa era de Monzón o de Graus (ambas localidades se lo disputan)—, T o n ó n de Baldomera, en el Llibré de 1970, escri­be unos versos en grausino mediante los que def iende que las personas n o son de d o n d e nacen sino de donde viven.

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reseña del estudio de Andrés Saborit, t i tulado Joaquín Costa y el socialismo (Alberto Bailarín Marcial, 1972), o se da noticia del hallazgo y con ten ido de u n a de las últimas cartas escritas po r Costa (Eloy Fernández Clemente , 1983).

Otras veces se r ep roducen artículos acerca del ilustre aragonés publica­dos en distintos per iódicos — c o m o El porvenir y Nuevo Mundo (vid. Llibré de 1969 y 1971)—, de en t re los que resulta curioso el t i tulado «El político J o a q u í n Costa in t rodujo la bicicleta e n España» (apa rec ido en el d iar io Solidaridad Nacional, el 12 de jul io de 1959; vid. Llibré, 1959).

También hay colaboraciones en las que se insta a los gradenses a cono­cer y recopilar su obra (Manuel Baldellou Gracia, 1972 y 1976); en otras se e x p o n e n distintos aspectos de la ideología costista — c o m o , po r ejemplo, los refer idos a la pol í t ica h id ráu l ica (Sebastián Mart ín-Retor t i l lo , 1982; Eloy Fe rnández Clemente , 1988)—, o se da cuen ta de a lgún h e c h o rela­cionado con la trayectoria política de Costa (José Mª Auset Viñas, 1990).

Pe ro , apa r t e de este t ipo de co laborac iones , n o faltan aquel las o t ras que t ienen por objeto destacar el amor de Costa por lo grausino y exaltar su f igura y sus cualidades. Así se observa en la serie de composiciones ver­sificadas dedicadas a este g ran personaje —algunos de cuyos tí tulos son «Romance al León de Graus» (Luis Güer r i Mur , 1968), «A mi maest ro» (Ramón Campo Ros, 1969), «Costa. La faz del maestro» (José Zuzaya Cam­bra, 1970) 1 6 , «A J o a q u í n Costa, de u n grausino» (José Sopena , 1979), «A J o a q u í n Costa. Filósofo (el e l eg ido de los dioses)» (C a rme Saura Dies, 1996)—, y como se p o n e de manifiesto asimismo en otros textos en prosa, e n t r e los que f iguran « H o n r e m o s a Graus , h o n r a n d o a Costa» (José Mª Auset , 1956) , «Acento sobre J o a q u í n Costa Mar t ínez» (Es teban F e r r e r Guarga, 1969), «Don J o a q u í n Costa y mi más sincera opinión» (Antonio Durán Silles, 1993) , o «Don J o a q u í n Costa y la demol i c ión de la Peña» (José Mª Auset, 1989). En este ú l t imo ar t ículo, el au to r da cuen t a de los desvelos y trámites que «el León de Graus», en los pr imeros años de nues­tro siglo, llevó a cabo para que se realizaran las obras de demolición de la Peña l lamada «del Morral», e n o r m e mole de p iedra que amenazaba con de r rumbarse y aplastar u n a impor tan te par te del casco u r b a n o de Graus,

l6 A modo de ilustración, reproduzco aquí los versos de José Zuzaya, gradense muy esti­mado por sus pinturas y dibujos del pueblo y de sus gentes:

En su rostro sereno y soberano arquetipo de caballero hispano su frente alta y despejada por Minerva, laureles coronada, ojos soñadores como un mancebo, que miran el horizonte cual marinero gesto y cabellera son como la testa de gran león.

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h e c h o q u e n a t u r a l m e n t e ten ía muy p r e o c u p a d o s a los vecinos de la villa desde hacía varios años.

En esta misma l ínea, resu l tan in te resan tes las anécdo tas sobre Costa que relata el p in tor gradense —ya fallecido— José Zuzaya Cambra, asiduo colaborador del Llibré y gran conocedor de la vida y obra de Joaqu ín Cos­ta. C o n i n d e p e n d e n c i a de l g r a d o de verac idad q u e t e n g a n las diversas anécdotas nar radas p o r José Zuzaya — h e c h o que n o he p o d i d o compro ­bar—, lo cierto es que a través de ellas aparecen n o sólo detalles mediante los que se revela el carácter y personal idad de Costa, sino también algunas de las costumbres locales hoy desaparecidas. De este conjunto de anécdo­tas ( e n t r e las q u e se e n c u e n t r a n : «Costa en la P e ñ a de l Morra l» , 1961; «Don J o a q u í n Costa y los c inco d u r o s d e San P e d r o d e Ve rona» , 1963; «Don Joaquín Costa y el discurso de Naval», 1970; «La olivereta de Costa», 1970; «Costa de h u m o r » , 1975; «Costa enfermo», 1975), refer iré aquí , a m o d o de i lustración, el con t en ido de la que lleva p o r t í tulo «Costa esco­lar» (1962), en la que el au tor trata de most rar la generos idad de Costa, cuando éste contaba nueve años de edad: por aquel entonces, Costa, alum­no disciplinado, aplicado e inteligente, fue apodado «Cabezón» por par te de sus compañeros y era víctima de las chanzas y burlas de «Pochaquetas» y de la pandilla que éste capitaneaba. Era costumbre en esa época que, en los exámenes de los colegios, se premiara a los a lumnos más sobresalientes con u n diploma y u n cucurucho de caramelos y peladillas, l lamado «pape­lón». Costa fue e n t o n c e s p r e m i a d o con el d i p l o m a y dos c u c u r u c h o s , o sea, dos «papelóns» y, al salir del colegio, e n c o n t r ó a «Pochaquetas» llo­r ando po rque n o le habían dado el «papelón» y temía la represalia de sus padres, ante lo cual el Costa de nueve años reaccionó en t regando a «Pocha­quetas» u n o de sus «papelóns» para que sus padres no le pegaran.

2.2.3. Graus: sus tierras, sus gentes y sus patronos

Por otra par te , el carácter localista consustancial al Llibré se revela cla­r amen te a través de un amplio conjunto de colaboraciones que t ienen en c o m ú n la alabanza y exaltación de lo propio , tema que constituye u n o de los tópicos de la literatura popular (vid. Beltrán, 1972: p . 43) .

El pueb lo de Graus es, en sí mismo, objeto de fervientes elogios. Ade­más de los diversos poemas dedicados a cantar las alabanzas de esta villa r ibagorzana («A Graus», E. Aguilar, 1956; «A Graus», Joaqu ín Samblancat, 1963; «La Villa», J . Alguaci l , 1976; «Can to a Graus» , T o m á s Cast i l lón, 1983; «Graus», José M- Latorre, 1984, etc.), resultan sumamente revelado­res a este r e spec to los t í tulos de a lgunas co l abo rac iones en prosa , q u e h a c e n i n n e c e s a r i o más c o m e n t a r i o . Obsérvense , e n t r e esos t í tu los , los siguientes: «El hechizo de Graus» (Enr ique Cereza, 1956), «La personali­dad de mi pueblo» (Francisco García Domínguez , 1969), «Pero ¿qué n o tendrá Graus?» (Ángeles Villarta, 1971), «Graus, villa del recuerdo» (Con­cha Bestué, 1974), «Graus, genio y carácter de Aragón» (José Mª Castro y

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Calvo, 1977) , «Graus t i ene cosas muy be l las y d e sus hijos amadas . . .» (Mariano Pascual Mur, 1986), «Graus, el mío pueblo» (Santiagón, 1987), «Graus mi pueblo», (Luisón de Fierro, 1991), etc.

T a m b i é n los mas bellos y en t r añab le s r i ncones g radenses , desde sus plazas, por t a l e s y ba r r ios has ta sus r íos , fuen tes y p e ñ a s , sin olvidar sus monumentos , son descritos y ensalzados en las páginas del Llibré. José Sala-mero Guardia, por ejemplo, en u n o de los pr imeros ejemplares —concre­t a m e n t e e n el de 1929—, d e d i c a u n p o e m a a la e m b l e m á t i c a P e ñ a de l Morral y, más tarde, en el Llibré de 1958, canta las excelencias de «La plaza d e mi pueb lo» q u e , en el m i smo t í tulo carac ter iza c o m o «un bel lo rin­cón. . . sin parangón»; el p in to r José Zuzaya ensalza el histórico «Portal de Chinchín» (1972) —también l lamado «Puerta de Barbastro»—, que fran­queaba el acceso a la villa p o r el sur; o, po r m e n c i o n a r o t ro caso más de e n t r e los m u c h o s q u e cabr í a ci tar , el cos tumbr i s t a Franc i sco Cast i l lón esc r ibe , s i rv iéndose de l d i a l ec to local , u n p o e m a al «Ba r r anco d e los Botalls» (1975) y o t ro sobre «El u r m o de la virgen» (1979) , es decir , el o lmo que se halla j u n t o a la Basílica de la Virgen de la Peña.

En general —salvo algunas excepciones— estas proclamas de amor a la t i e r ra n o a lcanzan altas cotas d e ca l idad: es tán escri tas e n u n lengua je popu la r , ca ren te de valor estético, y su or iginal idad es escasa, cayendo a m e n u d o en los tópicos más manidos. No obstante, merece la pena destacar que , en el marco de estas creaciones literarias populares , u n a de las más notables excepciones —siempre en términos relativos— la constituyen los textos del g radense Alber to Villar: su prosa, n o exen ta de lirismo, revela maestría y domin io del lenguaje; a través de sus escritos, en su mayoría de breve ex t ens ión (él m i s m o los suele d e n o m i n a r «p ince ladas») , r e t r a t a ambientes, relata algunas historietas de tono intimista y, sobre todo, evoca y recrea con gran plasticidad y tintes poéticos r incones y paisajes gradenses. Son muchos los textos de este escritor popular, pues sus colaboraciones en el Llibré son p r á c t i c a m e n t e cons tan tes a lo largo de tres décadas , desde 1950 hasta 1981 («Fiesta de San Pedro , Mártir», 1951; «Estampa «grausi-na»», 1953; «Fiestas, en la villa de Graus», 1956; «Ésera, r ío g raus ino» , 1963; «Plaza de la compañía» , 1972; «La joya perd ida y recobrada», 1977; «Iglesia Parroquial de San Miguel», 1978; etc.) . Como muestra de la prosa de este autor, reproduzco a continuación u n fragmento de su colaboración titulada «Fuente del Torroc», que se editó en el Llibré de 1976:

Al final de la espléndida calle del Barranco —ya en plena naturale­za— seguimos rústico camino flanqueado por la ingente peña (...). Ter­mina el camino y un sendero se enhebra en tupida vegetación, un arro-yuelo discurre —invisible— y percibimos «uno de los murmullos gratos al oído del árabe». Disminuye la luz del sol bajo la bóveda y en el fondo de pétreo regazo de abrupta roca, surge claro manantial de agua tamiza­da por mil filtros en su largo caminar desde las nieves del Pirineo.

Dent ro de este núcleo temático de exaltación de lo grausino, constitu­yen u n a par te impor tante las numerosas colaboraciones en las que figuran

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semblanzas, biografías, recuerdos . . . , homenajes, en definitiva, a gentes de la localidad que han destacado por diversos motivos, como p u e d e n ser sus cualidades morales, su interés po r recuperar las tradiciones populares , su labor po r mejorar las condic iones sociales de la población, su trabajo de tipo intelectual o artesano, etc.

Ent re estas personas merecedoras de poemas y prosas de carácter lau­datorio se encuent ran , por ejemplo —apar te de Costa y otros ilustres per­sonajes del pasado histórico de Graus— mosén José Salamero Mart ínez, mecenas y protector de su sobrino Joaquín Costa, y fundador, en 1890, de la Escuela de Artes y Oficios de Graus; el escritor y juris ta Ángel Samblan-cat, o el ar tesano —tallista— Ramón Auset Celaya. Figuran también en t re los homenajeados algunos de quienes han sido destacados y asiduos cola­boradores del Llibré, como el médico Andrés Blanco Burrel, el p intor José Zuzaya, el p o e t a y folklorista T o n ó n de Ba ldomera , Francisco Castil lón —auto r de diversos artículos de costumbres—, el sobrino-nieto de Costa, Jo sé M- Auset Viñas, y u n la rgo e t cé t e r a de o t ros g r adenses evocados y ensalzados a través de colaborac iones como , po r e jemplo, las que llevan po r t í tulo «Álbum de fotografías» (Sandalio Rodríguez Navarro, 1958) o «Tamé han fecho historia. Retratos grausinos» (Luisón de Fierro, 1986).

Para t e rminar con este b loque temático, hay que añadi r que t ampoco faltan en el Llibré las advocaciones religiosas. En efecto, n o son escasos los sonetos y otros tipos de composiciones versificadas de alabanza a la Virgen de la Peña — q u e da n o m b r e a la apreciada Basílica de la villa— y al Santo Cristo que San Vicente Ferrer, en su paso por Graus en el año 1415, d o n ó a la localidad c o m o p r u e b a de agradec imiento por la b u e n a acogida que le d i spensa ron los hab i tan tes de Graus en su viaje pe reg r ina to r io desde Valencia hasta Avignon.

2.2.4. Costumbrismo gradense

Otro fundamental núcleo temático de los que conforman el Llibré es el que cabría designar con el rótulo de «costumbrismo», denominac ión que utilizo aquí con u n sentido muy amplio, pa ra agrupar todas aquellas cola­boraciones que tratan de las costumbres y usos típicos de Graus, así como de t o d o lo relat ivo al folklore y a las t rad ic iones p o p u l a r e s de esta villa r ibagorzana 1 7 .

U n a de las más notables características del Llibré de Graus radica en el h e c h o de ser u n a publ icac ión q u e recoge aspectos folklóricos y costum-

1 7 Para una completa visión y caracterización del «costumbrismo» literario aragonés, remito al trabajo de Fermín GIL ENCABO, titulado «Bosquejo histórico-literario del costum­brismo aragonés», que aparece publicado en estas mismas Actas. Vid. también GIL ENCABO

( 1 9 9 1 ) y, en relación con el costumbrismo europeo y español, MAINER ( 1 9 8 9 ) .

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bres t radicionales , conservadas unas , desaparec idas otras o r ecupe radas algunas en las últimas décadas.

De en t re las numerosas colaboraciones que versan sobre aspectos cos­tumbristas, el conjunto más destacado está const i tuido por las relaciona­das con los festejos populares de sept iembre. Y es lógico que así sea, pues n o hay que olvidar que el Llibré es u n a publicación conmemorat iva de las fiestas patronales que —dicho sea de paso— fueron declaradas de «interés turístico» en 1973 por la Dirección General de Promoción del Turismo.

En esta publicación figuran, por tanto, bastantes textos —muchos versi­ficados— en los que se can tan las excelencias de los días festivos de sep­t i e m b r e ( e n t r e el los: «Acuare la de s e p t i e m b r e » , 1949; «Las fiestas de Graus. Impres iones de u n espectador», 1950; «Poema a la Fiesta Mayor», 1956; «Juventud en fiestas», 1959; «Era un 12 de septiembre», 1967; «Otra vez fiestas», 1974; «La chen an ima las fiestas», 1990). En a lguna ocasión asistimos a u n a descr ipc ión de los dist intos festejos popu la res , sea en la época actual (vid., por ejemplo, «Una charrada con Furtaperas», 1956), o inc luso en siglos pasados , c o m o se observa en el a r t í cu lo de Marce l ino Gambón —director del periódico El Ribagorzano— «Las fiestas de Graus en diferentes épocas» (1956), en el que se descr iben desde el siglo XV hasta 1900, y t ambién en la obr i ta de tea t ro de Buenaven tu ra Oliván, t i tulada «Las fiestas de Graus en 1899» (1959).

Resulta interesante al respecto la serie de artículos costumbristas que , en los últ imos años, publica Baudilio Colomina Egea (cuyo seudón imo es Baldirón d 'el Rac) . En sus artículos, de considerable extensión y escritos todos ellos en grausino, el autor retrata y recrea, con todo lujo de detalles, el ambien te y las cos tumbres de los días festivos y de las j o r n a d a s previas de p repa rac ión de las fiestas, co r respond ien tes a las décadas de los años 40 y 50 a p r o x i m a d a m e n t e (vid. «Añoranza p o r las festas d ' e s t e l lugá», 1991; «Así d 'es ta m a n e r a lo va e n t e n d é yo», 1992; «L'antes y el d impués de las d o c e del d ía doce» , 1993; « T e n d r é n q u ' í m o n e a ' spe rá la gai ta», 1994; «No t 'escuides Vicentón , q u e t iens q u ' a c u d í p a í m o n e a la p roce­sión», 1995; y «Po los retabllaus, balcons y mirados n o i cabeba ni una agu­ila», 1996).

Dent ro de los actos conmemorat ivos de las fiestas patronales, destacan varios de r anc io sabor q u e , p o r ello mismo , son obje to de descr ipc ión , comenta r io y ensalzamiento a través de las páginas del Llibré. Así, además de los distintos dances, como el de «las cintas», el de «las espadas» o el de «los pal i t roques» 1 8 , u n o de los actos más tradicionales y en t rañables es el canto de las albadas. En opinión de Beltrán (1980: p . 52), la albada, carac­te r i zada c o m o «canto a m a t o r i o , de sa lu tac ión o d e s p e d i d a » , es el más

1 8 Vid. «El baile de las espadas» (1968) , «Recordán aquel baile de las cintas» (1971) , «Volantes» (1986), «El tocho las cintas» (1990), etc.

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impor tan te de los cantos profanos y tal vez de toda la canción aragonesa, apar te de la jo ta . En Graus, las albadas se ejecutan al a tardecer del día 12 (ante la casa que habitó San Vicente Ferrer y en la Capilla del Santo Cristo de la Iglesia Pa r roqu ia l de San Miguel) y t ambién en la m a d r u g a d a del día 14 de septiembre 1 9 . En el Llibré se recogen algunas de las más conocidas, como son, entre otras, las siguientes:

Ya sé que estás en la cama, Adiós Marieta del alma, ya sé que no duermes, no, que me'n voy a mi retiro, ya sé que estás escuchando y mañana m'alcontrarás canciones que canto yo. de tus amores cautivo.

(Llibré, 1979) (Llibré, 1992)

Cos tumbre t ambién muy ar ra igada es la r ecepc ión de los gai teros de Graus, que t iene lugar en la tarde del día 12 de sept iembre. En el p u en t e r o m a n o , l l amado p o p u l a r m e n t e «Puente de Abajo», las au to r idades , el Prior de la Cofradía del Santo Cristo, los repatanes de los distintos barrios, los danzantes y el público en general se r e ú n e n para recibir —ent re salvas y t rabucazos— a los gaiteros, e iniciar después la m a r c h a hasta la Iglesia Parroquial . Este tradicional y popular acto de culto a la gaita aparece trata­do en varias de las colaboraciones editadas en el Llibré. Entre ellas merece la p e n a destacar la que lleva po r título «A espera la gaita» (1964), escrita en el hab l a local p o r el cos tumbr i s t a g r a d e n s e Franc isco Cast i l lón; en dicho texto este autor, con su habitual destreza y habilidad, plasma emoti­vamente el ambiente que rodea a esta tradicional costumbre, cuyo or igen r emon ta a principios de siglo, cuando los gaiteros de Caserras del Castillo ( p e q u e ñ o pueb lo p róx imo a Benabar re ) acudían a Graus pa ra amenizar los festejos con la du lce a r m o n í a de este p o p u l a r i n s t r u m e n t o musical . Pos te r io rmente , a par t i r de los años anter iores a la d ic tadura franquista, fueron los gaiteros gradenses los he rederos de los primitivos de Caserras, con t inuando así la tradición 2 0 .

Me referiré, po r úl t imo, a u n a ant igua cos tumbre que constituye u n o de los actos más atractivos de las fiestas de Graus y que es también el tema centra l de diversos art ículos del Llibré21. Se trata de la Mojiganga, esper-pént ico y satírico espectáculo, enraizado en la cultura carnavalesca, que ha ido cambiando con el transcurso del t iempo, aceptando elementos nuevos

1 9 Algunas de las colaboraciones que tratan sobre las albadas son éstas: «Pensamiento sobre las albadas» (1968), «El embrujo de las albadas» (1971), «La albada, mocé , la albada» (1979), «Sentí l'albada» (1985).

2 0 Para estos datos, vid. los siguientes artículos del Llibré. «Al son de la gaita» (Francisco Castillón, 1974) y «Las gaitas de Graus» (Mariano Pascual Mur, 1989).

2 1 Vid. el art ículo de Silvestre Salinas Pueyo en el ejemplar de 1970, así c o m o «La Mojiganga. Anuario gradense» (Ricardo Martínez Salamero, 1972), «La Mojiganga, una recu­peración decidida» (La Comisión de la Mojiganga, 1981) , y «La Mojiganga» (Tomás Casti­llón, 1991).

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y olvidando otros. En líneas generales, consistía en u n fantástico y vistoso cortejo de disfraces y máscaras, danzantes, carros y vulquetes engalanados y diversas figuras vejatorias que simbolizaban los vicios y flaquezas huma­nas , c o m o la «Tarasca», el «Estafermo» o el e m b l e m á t i c o «Furtaperas» (personaje del que luego hablaré) . Tras esta singular cabalgata, en la que a n t a ñ o par t i c ipaba t o d o el p u e b l o , se in t rodu jo a pr inc ip ios de siglo la celebración de u n «juicio bufo» en el que los Reyes de la Mojiganga, «sus Graciosas Majestades», con su corte de comparsas, a tendían las demandas —en su mayor par te absurdas e imposibles de satisfacer— presentadas por los distintos gremios. Algunas de estas demandas , formuladas en el habla local y extraídas del libro de Vicente Gracia, Del alma de mi tierra (Zarago­za, 1949), se r ep roducen en el Llibré de 1970. A título de ejemplo, transcri­bo aquí el texto de la que realiza el «gremio de los taberneros» y la contes­tación que a la misma o torgan los Reyes de la Mojiganga. Los taberneros exponen lo siguiente:

A sus Majestades piden que tomen una determinación enseguida pa sollucioná un asunto muy gordo y que nosotros solos no podén aguantá ya más. Y a más que mos comprometen. En cuanto se juntan cuatro o cinco parroquianos y fa un raté que beben, se empeñan en que el jarro de vino tiene cinco pichillóns 2 2. Y é por demás, que no se les pué con­vencé y fe entendé que sólo en tiene cuatro. Y d'ixa manera, siempre salín perdén nosotros, y si esto no se apaña los ye amerarén.

Ante lo cual, sus Graciosas Majestades ofrecen esta solución:

Que d'aquí en deván el jarro de vino tendrá seis pichillóns y no cin­co como quieren los buferras: únicamente que s'en podrá meté tres de aigua y no se dirá cosa.

La dic tadura de Pr imo de Rivera prohib ió la celebración de este tradi­cional espectáculo, que desapareció hasta 1979, año en que se representó la p r i m e r a Moj iganga de la é p o c a ac tua l . En ella, el e l e m e n t o q u e h a cobrado mayor relevancia es ese «juicio bufo», que t iene lugar en la Plaza Mayor la noche del 13 de septiembre, y que se ha convertido en u n a espe­cie de «sátira de costumbres», sana crítica de diversos aspectos del convivir gradense 2 3 .

En re lac ión con la Mojiganga, m e r e c e c o m e n t a r i o el —ya a l u d i d o — personaje l lamado «Furtaperas», muy famoso y popu la r en t re los graden­ses, el cual cobra vida a través de las páginas del Llibré-. no sólo se nar ra su historia, sino que se dialoga con él, presenta sus alegatos, aparecen cartas dirigidas a Fur taperas e, incluso, hay qu ien firma su colaborac ión c o m o

2 2 El pichillón es una medida para el vino que equivale a un cuarto de jarro. 2 3 Buena parte de la información aquí presentada sobre la Mojiganga procede del tra­

bajo de LANAO (1998).

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«un amigo de Furtaperas» (vid., en t re otros textos, «La decisión de Furta-peras», 1951; «Una charrada con Furtaperas», 1956; «Carta abierta, dirigi­da a Furtaperas», 1973 y «Alegato de Furtaperas», 1996).

Según c u e n t a la t r ad ic ión , este e m b l e m á t i c o pe r sona je — q u e e n la actualidad es un muñeco de t rapo rel leno de serrín, casi de t amaño huma­n o — fue c o n d e n a d o por los Reyes de la Mojiganga a dar vueltas, du ran te todas las fiestas, a l rededor de un poste, al que se halla sujeto por las manos y que p e r m a n e c e colgado en el exter ior de u n a ventana del Ayuntamien­to; esta c o n d e n a es pa ra p u r g a r su p e n a p o r h a b e r r o b a d o diez pe ras y haber sido desobediente (de ahí el n o m b r e de Furtaperas) . Hay que seña­lar que , duran te los días festivos, Furtaperas siempre ha pe rmanec ido col­gado en u n a de las ventanas de la Casa Consistorial, incluso en los años en los que la Mojiganga estuvo prohibida, de manera que se ha convertido en u n o de los protagonistas de las Fiestas de Graus.

3. EL HABLA LOCAL EN EL LLIBRÉ

Tras esta caracterización general del Llibré, me ocuparé a continuación de otro notable aspecto de esta publicación, que también es exponente —entre otras cosas— del localismo de la misma: se trata de la presencia del habla local, cuestión que enlaza con lo señalado al comienzo de este trabajo.

Ya h e indicado que la var iedad lingüística autóctona, el grausino, está presente en todos y cada u n o de los ejemplares del Llibré, desde su apari­ción en 1921 hasta la actualidad. Bien es cierto que la mayor par te de las colaboraciones editadas están escritas en castellano, pe ro también es ver­dad que las redactadas en el habla local h a n logrado m a n t e n e r u n a p ro ­porción constante a lo largo de la existencia de esta singular publicación 2 4 .

En pr imer lugar, conviene p o n e r de relieve que el hecho de que en el Llibré figuren, conjuntamente , textos en castellano y textos en grausino es u n reflejo de la situación de contacto de lenguas (o —si se pref iere— de variedades lingüísticas) que se da en el seno de esta comunidad.

O t r o aspecto del Llibré que también revela, en cierta medida , la reali­dad lingüística de Graus es el que se refiere a cuáles son los temas que se tratan en las colaboraciones escritas en grausino. El examen de los distin­tos ejemplares del Llibré permi te afirmar que la variedad lingüística autóc­tona se utiliza, sobre todo, en textos de temas costumbristas y folklóricos,

2 4 Lógicamente , e n los primeros ejemplares, d o n d e — c o m o ya se ha seña lado— las colaboraciones eran muy escasas, aparecían muy pocas escritas en el habla local, mientras que en las últimas décadas, en las que el número de colaboraciones es ya considerable, son también más abundantes las que utilizan el grausino como vehículo de expresión.

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en relatos de anécdotas e historietas de la vida cot idiana —sean del pasa­d o o del p r e s e n t e — , en evocaciones de usos y cos tumbres relativos a la é p o c a d e la infancia . . . ; en co laborac iones , e n definitiva, de r a i g a m b r e popu la r , que a b o r d a n asuntos del p r o p i o t e r r u ñ o , cercanos y familiares para las gentes de la localidad.

Resulta in teresante en este sent ido comproba r que , por ejemplo, nin­guna de las abundantes colaboraciones que tratan sobre el pasado históri­co de Graus se hal la escrita en graus ino , de la misma m a n e r a q u e todos los textos — n u m e r o s o s — q u e t i enen c o m o eje cen t ra l a J o a q u í n Costa están redactados en castellano, con la única excepción de dos composicio­nes en verso, ambas del mismo au tor (José Sopena , 1979 y 1980), en las que se ensalza la figura de Costa. Y no ha de llamar la atención este hecho p o r q u e — c o m o h e ind icado an tes— el castel lano, d e n t r o de la comuni ­dad, es la lengua de prestigio y, en consecuencia, la utilizada en las mani­festaciones de mayor alcance cultural , mient ras que la var iedad dialectal es la lengua del hogar, la del pueblo llano, de mane ra que resulta apropia­da para escribir sobre temas populares , como son —ent re ot ros— las cos­tumbres, el folklore y las tradiciones gradenses.

Vemos, nuevamente , como esta diferenciación de índole diafásica que se manifiesta en el Llibré —esto es, q u e el graus ino se utilice pre fe ren te ­m e n t e para de te rminados temas y el castellano para ot ros— n o hace sino plasmar esa situación de «diglosia funcional» existente en Graus, a la que ya he hecho referencia al comienzo del presente trabajo.

Por o t ro lado, se observa también que u n apreciable conjunto de tex­tos escritos en grausino — n o r m a l m e n t e en composiciones versificadas— t iene u n tono jocoso y festivo. Así ocur re , en t re otras, en b u e n a par te de las colaboraciones de Luisón de Fierro o en la mayoría de las escritas p o r T o n ó n de Baldomera , qu ien colabora en el Llibré desde 1950 hasta 1980 a p r o x i m a d a m e n t e . Este ú l t imo autor , en sus coplas y romances , crea u n popular personaje de ficción, l lamado «Juanón», a través del cual van apa­rec iendo distintas cuest iones festivas, folklóricas, etc., así como otras que reflejan a lgunos aspectos de la vida cot id iana de Graus 2 5 . Obsérvese, p o r ejemplo, el siguiente fragmento de su colaboración titulada «El pueblo de Juanón» (Llibré, 1974):

Cuanto ganaría el pueblo si fesen caso al alcalde, sacán cochos y tocinos de los centros de las calles, evitán que las pocilgas que chunto a casa tenín, las apiarten a destancia como manda el «Bolletín».

2 5 Algunos de los títulos son estos: «Juanón el hortelano», «La boda de Juanón», «Jua-nón el recadero», «La nieta de Juanón», «La burra de Juanón», «La calle de Juanón», etc.

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D e n t r o de los a b u n d a n t e s tex tos en g raus ino ca rac te r i zados p o r su jocos idad, merece la p e n a m e n c i o n a r la serie —limitada, p e r o curiosa— de anuncios comerciales en los que figura u n texto, habi tualmente en ver­so, en el habla local. El or igen de este tipo de p ropaganda se encuen t ra ya en el p r i m e r Llibré de 1921, en el q u e — c o m o ya h e seña lado an te r io r ­m e n t e — a p a r e c e u n a n u n c i o en g r a u s i n o de la I m p r e n t a de V icen t e Lacambra , encargada de la edición del Llibré. El texto de d icho anunc io , que va precedido de una breve invitación a las fiestas, es el siguiente 2 6 :

¡¡FORASTEROS!! Si tos queríz divertí con pocos dinés, venítone a las Fiestas de GRAUS, que este año serán llomudas.

Los «dances» de baldes; los fuegos artificials de baldes; los Bailes en la Pllaza de baldes. Las corridas ben buenas y ben baratetas. Al vení a Graus, si necesitaz algún llapicero, gometa o llibreta pa los zagals, vení­tone també por la Imprenta de Vicén, que comprarez ben y ben baraté. Ya lo sabez toz.

A part i r de esa fecha, esta especie de comentar io festivo y anunc io de Vicen te L a c a m b r a se conver t i rá e n u n a co laborac ión más ex tensa , q u e aparecerá i n i n t e r r u m p i d a m e n t e hasta 1963, s iempre con u n a es t ructura y c o n t e n i d o similares: comienza p r e s e n t a n d o las fiestas de ese año , que m e j o r a n las c e l e b r a d a s e n el a ñ o a n t e r i o r ; e n u m e r a los festejos m á s r ep re sen t a t i vos , d e t e n i é n d o s e en los actos t au r inos , q u e s i e m p r e h a n const i tuido u n a impor tan te atracción de las fiestas; habla t ambién de las mujeres , a qu i enes a veces crit ica p o r su m a n e r a de vestir (era la m o d a de la d é c a d a de 1950, con faldas cor tas y blusas e sco t adas ) , y t e r m i n a h a c i e n d o p r o p a g a n d a d e los a r t í c u l o s q u e se p u e d e n a d q u i r i r en su imprenta .

P robab lemen te , la con t inuada presencia de estos anuncios del ci tado impresor dio pie a la inclusión de otros en los que también figuran textos en grausino, casi s iempre de carácter cómico y n o exentos de gracia. Así p u e d e observarse, po r e jemplo, en el anunc io de u n taller de mecánica , del que reproduzco los siguientes fragmentos:

Aunque tengan mil foraus, no tirez nunca un puchero, que en Soldaduras de Güerri s'han soldau hasta sombreros. (...) Tenín máquinas que bufan, pa llimpiá el trigo y la palla; no ñay qu'esperá qu'el aire

2 6 El texto que reproduzco aparece en el ya citado artículo de Vicente LACAMBRA VILAS (hijo del impresor), «Pequeña historia de nuestro Llibré», editado en el Llibré de 1971. N o he tenido acceso a la consulta del primer ejemplar de esta publicación.

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venga de Turbón u Guara, qu'ixos cacharros lo fan como a uno le da la gana.

(Llibré, 1950)

O, en este o t ro , en el que el anunc i an t e —Luis Celaya— hace propa­ganda de los ataúdes que fabrica, también en clave de humor . Dice así:

El servicio que yo foy e difícil de brindá, pero a la curta u la llarga toz lo tendrén qu'emplleá. Aquí se queda Luisón pendiente en este llugá, que fa güenos guardacarnes pa toda la eternidá.

(Llibré, 1959)

Entre estos anuncios de tono jocoso figura incluso u n o en el que n o se hace p ropaganda de nada, con el siguiente texto:

Pa qué me quiero anunciá si yo nada he de vendé, lo único que quiero fé ayúdales a pagá el papel d'este llibré.

(Llibré, 1959)

Hay q u e seña la r q u e la p r e senc i a de tal p r o p a g a n d a humor í s t i c a se limita, de m a n e r a práct icamente exclusiva, a la década de 1950-1960, que viene a coincidir con la e tapa en la que , en el Llibré, p r e d o m i n a n las cola­boraciones de índole festiva y popular . La completa desaparición, a part ir de 1961, de estos a n u n c i o s con textos en g r a u s i n o 2 7 , se hal la v incu lada t ambién — a d e m á s de a factores soc ioeconómicos— a la progresiva edi­ción en el Llibré de artículos de mayor nivel cultural, tanto en su conteni­do como en su expresión y, asimismo, al hecho —antes menc ionado— de que , desde 1959, la t irada del Llibré alcanza los dos mil ejemplares, lo que conlleva, de u n lado, que llegue a otras poblaciones de la zona y, de otro , que haya anunciantes de otras localidades de la comarca y de la provincia de Huesca.

27 La única excepc ión la constituye un anuncio de la Imprenta «Luis», aparecido en 1974, si bien el breve texto de que consta, aunque en grausino, carece ya del tono humorísti­co de los anteriores:

Si queriz impresos ben fechos, a una tinta u dos, acudiz a Imprenta Luis qu'está en el Barrichós.

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La p r e s e n c i a d e ese t ipo de a n u n c i o s humor í s t i cos en g raus ino , así como de otras colaboraciones escritas en la variedad lingüística au tóc tona que t i enen t ambién u n t ono festivo y jocoso , ha de p o n e r s e en re lac ión con la cons ide rac ión del hab la local c o m o u n e l e m e n t o folklórico y de carácter rústico, creencia que se halla extendida al menos en u n a par te de la población gradense.

A propósi to de esta cuestión n o deja de resultar significativo el h e c h o de q u e a lgunas pe r sonas q u e h a b i t u a l m e n t e escr iben en graus ino en el Llibré sobre temas festivos y populares , abandonen el habla local y utilicen el castellano cuando sus colaboraciones versan sobre asuntos más serios o que revisten mayor t rascendencia . Citaré varios casos concretos pa ra ilus­t rar lo: u n o c o r r e s p o n d e al ya m e n c i o n a d o impresor Vicente Lacambra , quien —en 1958 y 1963— emplea el castellano en tres sonetos de carácter religioso que dedica a la Virgen de la Peña y al Santo Cristo; también José de Mur, autor de varios poemas festivos en grausino, se sirve del castellano en su co laborac ión t i tulada «Costa, adal id de la enseñanza» (1978), y la misma lengua utilizan, frente a lo que es habitual en sus escritos, Antonio López —hi jo d e T o n ó n d e B a l d o m e r a , q u e f i rma c o m o « B a l d o m e r a filio»—, c u a n d o en 1991 na r r a la historia del «Colegio de los Jesuitas en Graus» y Luisón de Fierro en un artículo que escribe sobre Costa en 1992.

El carácter folklórico y rústico que se atribuye —aunque n o de manera g e n e r a l i z a d a — al h a b l a local q u e d a c o n f i r m a d o as imismo a través d e varias manifestaciones explícitas que aparecen en el Llibré. Así, po r ejem­plo, en 1957, Vicente Lacambra, h o m b r e entonces de edad avanzada, indi­ca q u e «pa nuso t ros , este d ia le to , t iene m u c h a gracia», si b i en c o n t i n u a d i c i endo que «é tan majo y castizo c o m o p u e d a n selo el Madr i l eño y el Anda luz» . Y en o t r a co l abo rac ión de 1963, p e r t e n e c i e n t e esta vez a u n joven que todavía n o ha cumpl ido los 20 años —José Mª Auset Brunet—, tras indicar que «se habla poco grausino en Graus ent re las nuevas genera­ciones», se p regun ta «¿es poco dist inguida su práctica?», para a cont inua­ción responder con este revelador comentar io : «nos parece de u n ruralis-m o ridículo ¿no es así?».

Claro que estas consideraciones, quizá algo más arraigadas en la época de los años 50 y 60 que en la actualidad, n o conllevan —ni ahora ni enton­ces— u n s e n t i m i e n t o nega t ivo o d e de sp rec io hac ia el hab la g raus ina . Y u n a p r u e b a de ello —en t r e otras que cabría aducir— la consti tuyen las siguientes palabras del joven José Mª Auset Brunet , que aparecen inmedia­t amente detrás de los comentar ios que hemos r ep roduc ido en el párrafo anterior:

Sin embargo todos sentimos el grausino como sentimos a Graus. Reconocemos que lo llevamos dentro, pues ¿quién es el hijo de Graus que al encontrarse con un compatriota lejos de su Tierra, como acto reflejo, no inicia su conversación en nuestro dialecto? ¿es que lo hace porque añora su lugar de nacimiento? ¡no!, es porque hablar grausino lo trae innato el ser de Graus.

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Por otra parte , en relación con la presencia de la variedad dialectal de Graus en el Llibré hay varias cuest iones más que merece r í an u n de t en ido análisis. Entre ellas, la falta de homogene idad que se observa en la repre­sentación gráfica del grausino, el diferente grado de castellanización — o , al cont ra r io , de «dialectalización»— que mues t r an las diversas colabora­c iones escritas e n la va r iedad a u t ó c t o n a o, p o r m e n c i o n a r o t ro caso, el h e c h o d e la «a l t e rnanc ia d e códigos» —cas te l l ano y g r a u s i n o — en u n mismo texto.

Pero , apar te de estas cuest iones, sin d u d a interesantes y dignas de u n estudio independ ien te , m e de tendré — a u n q u e sea de forma sucinta— en u n ú l t imo aspecto: el que se refiere a qu iénes son las personas que escri­ben en grausino, cuál es su perfil sociológico.

En este sentido, hay que decir que se trata —casi exclusivamente— de personas del sexo mascul ino , en su mayor ía de e d a d avanzada y con u n nivel de ins t rucc ión m e d i o o bajo, a u n q u e con inqu ie tudes cul tura les y defensoras y amantes de su tierra natal, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de que resi­dan en ella o vivan, desde hace años incluso, en otros pun tos de nues t ra geografía.

Conviene destacar, de u n a par te , la práct ica total ausencia de jóvenes que escriben en graus ino 2 8 , lo cual está en consonancia con el hecho —al que ya me he referido— de que es este g rupo generacional el que muestra u n a frecuencia más baja en el uso oral de la var iedad au tóc tona . Y, en el Llibré de 1991, se nos proporc iona un claro testimonio al respecto por par­te de Baudilio Colomina, autor —ya jub i lado— que señala:

Nuestro dialecto qu'antes se usaba prou en esta querida Villa, paece que a una gran rafollada de chen choven no les diga nada ahora, y has­ta s'aprecia que les da vergüenza el habllalo.

De otra parte, en relación con la variable sexo, debemos resaltar que, a pesar de que el n ú m e r o de mujeres que colaboran en esta publicación es no tab lemente inferior al de los hombres , tan sólo hay u n a —Teresa Agui-lar— que escribe, en dos ocasiones, en graus ino (Llibré de 1992 y 1993). Se trata de dos breves composiciones versificadas, una de las cuales —titu­lada «La c h e n fina»— t iene u n indudab le interés desde el p u n t o de vista sociolingüístico por lo siguiente: comienza la p r imera estrofa en castella­n o , p a r a después c o n t i n u a r has ta el final e n graus ino , y este cambio de código lo explica ella misma en el texto con estas palabras:

2 8 Hay que mencionar, no obstante, la aparición en el Llibré de 1975 de un breve artícu­lo en grausino f irmado por el «Grupo Ribagorza», que está in tegrado por j ó v e n e s de la comarca interesados por la recuperación y promoción de «lo ribagorzano» (habla, folklore, tradiciones, etc.) , tema sobre el que precisamente versa su colaboración titulada «¿Una uto­pía?».

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Pero que simple seré, muy fino yo he empezau y fé el fino no me va to lo voy a demostrá.

Y cont inúa diciendo:

Mucha chen se'n va de Graus y aprenden a fé el fino, luego tornan y lo fan cuan saludan al vecino. Y que simples piensas tú que poca sustancia tienen no veyen que fen el fino otra cosa e lo que fan, el ridículo más gran.

Es evidente que «fé el fino» significa expresarse en castellano (recuér­dese, en este o r d e n de cosas, los calificativos «fino» y «basto» que se atri­buyen, respec t ivamente , a la l engua española y al g raus ino) . Obsérvese, asimismo, que —tal c o m o se dice en ese texto— hay situaciones comuni ­cativas en las q u e ut i l izar el cas te l lano en lugar de l hab la local resul ta , cuando menos , chocante.

Acerca del uso del habla local por parte de las mujeres, conviene añadir que en t re la población masculina de mayor edad existe la creencia — q u e yo misma p u d e comprobar cuando estudiaba el habla de la zona— de que par te de la responsabi l idad de que la variedad au tóc tona se esté perdien­d o r ecae en las mujeres , en pa r t i cu la r en las m a d r e s con hijos en e d a d escolar, puesto que éstas suelen corregirles si ellos se expresan o emplean vocablos en grausino.

De nuevo , e n c o n t r a m o s en el Llibré — c o n c r e t a m e n t e en el de l a ñ o 1957— u n e jemplo b ien i lus t rador de esta creencia , c u a n d o el impresor Vicente Lacambra, tras lamentarse de la pérd ida de muchas expresiones y palabras grausinas, afirma que la culpa la t ienen «las mares —las madres— que algunas veces por dase b a n d o y pa que digan que son sabias, les gritan a sus fillos cuan hab l lan en graus ino». Y a p ropós i t o de ello, re la ta u n a anécdota de la que él fue testigo, en la que un n iño de unos ocho o nueve años le p ide a su m a d r e u n «mocado» y ella le r e sponde así: «calla basto, se dice u n pañue lo de bolsillo». Claro que tras este hecho , n o infrecuente, se e n c u e n t r a el na tu ra l deseo m a t e r n o de facilitar a los hijos el acceso a los valores «positivos» que la comunidad asocia con el castellano, positivos en tanto que es la lengua enseñada en la escuela, la de los libros y, en con­secuencia, la lengua de cultura.

Con todo , pese a que el castel lano es la l engua de prest igio, el hab la local es u n o de los más g e n u i n o s y aprec iados valores de la c o m u n i d a d gradense . Y en este sent ido el Llibré que , como he t ra tado de demos t ra r , no es sólo u n a crónica de la villa de Graus, sino que también es reflejo de

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Costumbrismo y habla local: el Llibré de Graus (Huesca)

la situación sociolingüística que se da en el seno de esta localidad, desem­p e ñ a a lo largo de su ya dilatada existencia u n a impor tan te función: la de conservar y preservar la que posiblemente sea la principial seña de identi­dad de esta población bajorribagorzana, su variedad lingüística autóctona, que —como tal— se conoce, se habla y se escribe.

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Mª Luisa Arnal Purroy

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