CQprologo Libre

20

description

Cquiltra

Transcript of CQprologo Libre

  • Serie Ensayo

    CIUDAD QUILTRA.POESA CHILENA (1973-2013)

  • MAGDA SEPLVEDA ERIZ

    Ensayo / Estudios CulturalesE D I T O R I A LC U A R T O P R O P I O

    CIUDAD QUILTRAPOESA CHILENA (1973-2013)

  • CIUDAD QUILTRAPOESA CHILENA (1973-2013)

    MAGDA SEPLVEDA ERIZInscripcin N 232.373

    I.S.B.N. 978-956-260-651-6

    Editorial Cuarto PropioValenzuela 990, Providencia, Santiago

    Fono/Fax: (56-2) 792 6520Web: www.cuartopropio.cl

    Diseo y diagramacin: Rosana Espino y Alejandro lvarezAsistente de edicin: Francisco Simon

    Fotografas de portada e interiores: Italo RetamalTrabajo plstico con las fotografas: Eugenia Prado

    Impresin: Alfabeta Artes Gricas

    IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE1 edicin, octubre de 2013

    Queda prohibida la reproduccin de este libro en Chiley en el exterior sin autorizacin previa de la Editorial.

    El tercer captulo de este libro se escribi gracias a la Beca de Creacin literaria del Fondo del Libro y la lectura del Gobierno de Chile.

  • 7NDICE

    RECONOCIMIENTOS 11INTRODUCCIN: UN FLNEUR MORENO Y DE FACCIONES NIPONAS 13

    1. PASEOS PEATONALES Y BALDOS: LA DICTADURA (1973-1989) 21La ciudad higinica: la neovanguardia de los 70 23Baldos en Concepcin: el trgico esplendor de los 80 59Cerros y paseos de Santiago: las poetas y la ciudad dictatorial 92

    2. POBLACIONES Y HOSPEDERAS: LA TRANSICIN (1990-2000) 121La derrota de los pobladores: poetas del 60 al 2000 123Hospederas y naufragios: poetas de los 90 155No son dos pases, son dos historias: poetas del exilio 177

    3. MAPURBES Y DISCOTECAS: EL LTIMO PERIODO DE LA CONCERTACIN (2001-2010) 211

    La palabra chileno nada puede expresar: poesa mapuche 213En la disco: poetas del 2000 239Las yeguas pastan, patean felices: tres generaciones de poetas chilenas contemporneas ante la ciudad (1990-2010) 255

    NOTAS 287

    BIBLIOGRAFA 309

  • Dedico este libro a Leonor, mi hija, por su dulzura y su risa.

  • RECONOCIMIENTOS

    Deseo agradecer especialmente a Nan Nmez porque tuvo la generosidad de intercambiarse de roles. Yo haba sido su co-investigadora en un trabajo anterior y cuando decid levantar el proyecto Fondecyt Representaciones de la ciudad en la poesa chilena posgolpe, Nan acept inmediatamente ser mi coinves-tigador. Tras un fallo que nos favoreci, comenz un tiempo de profundo y entusiasta trabajo donde discutimos el corpus y nos leamos, con cierto humor, en los cafs de la esquina de Irarrza-val con Sarmiento, en la comuna de uoa, en Santiago.

    Doy las gracias tambin al equipo de jvenes investigadores formado por Mara Jos Barros, Francisco Simon y Pablo Valle-jos, pues la conversacin con ellos fue de mxima relavancia para alcanzar cada una de las metas.

    Reconozco asimismo el apoyo que me ha brindado el Deca-nato de la Facultad de Letras de la Pontiicia Universidad Cat-lica de Chile para realizar esta investigacin, publicar los resulta-dos obtenidos y disponer de un tiempo para darle la forma inal a este libro.

    Extiendo mi agradecimiento adems a la Universidad de Leipzig, pues su estada en ella me permiti relexionar sobre muchos de los temas que ustedes encontrarn en este libro.

  • 13

    UN FLNEUR MORENO Y DE FACCIONES NIPONAS: INTRODUCCIN

    Me gusta la palabra quiltra porque no tiene traduccin fuera de Chile, entonces nos obliga a pensar en nuestras par-ticularidades. El Diccionario de uso del espaol de Chile deine: Quiltro,-a: (De origen mapuche). m y f. Perro que no es de raza (Academia chilena de la lengua: 2010). En 1875, el Diccionario de chilenismos de Rodrguez Zorobabel deca del vocablo, Sr-venos para designar al perro pequeo, bullicioso i de mala raza. Lenz, en 1910, agrega un sentido igurado: Hombre chico, bu-llicioso, molesto y mujer pizpireta (Diccionario etimolgico). Manuel Antonio Romn da cuenta, en 1916, del verbo Quil-trear: Importunar con splicas o majaderas y siguiendo en pos, como los quiltros (Diccionario de chilenismos) y para acentuar la densidad cultural de este vocablo, Jos Toribio nos deine su uso en tanto adjetivo igurado como Individuo despreciable, de nin-guna importancia en 1928 (Chilenismos. Apuntes). As el ttulo de Ciudad quiltra, para este ensayo, apunta a las subjetividades bulliciosas, de mala raza, de origen mapuche, de mujer pizpireta y de todos los que hablan en la poesa chilena que te-matiza la ciudad y su urbanidad.

    La primera subjetividad quiltra de la poesa chilena es ela-borada por Rubn Daro, quien llega a Chile en plena expansin de las ciudades gracias a la riqueza del salitre1. En Azul (1888), el poeta hiperboliza la opulencia a travs de la anttesis blanco / no blanco. Desde un mirador que bien podra ser el Paseo Atkinson, el joven poeta de lbum porteo ve a Mary:

    En la puerta de la casa, como extrada de una novela de Dic-kens, estaba una de esas viejas inglesas, nicas, solas, clsicas, con la coia encintada, los anteojos sobre la nariz, el cuerpo

  • CIUDAD QUILTRA. Poesa chilena (1973-2013) / MAGDA SEPLVEDA ERIZ14

    encorvado, las mejillas arrugadas; ms, con color de manzana madura y salud rica. Sobre la saya oscura, el delantal. Llama-ba: -Mary! El poeta vio llegar a una joven de un rincn del jardn, hermosa, triunfal, sonriente; y no quiso tener tiempo para meditar en que son adorables los cabellos dorados cuan-do lotan sobre las nucas marmreas (Daro 133)

    El poeta paseante de Daro no se topa con los pobres, como Charles Baudelaire, el inventor del lneur2 en la ciudad, sino con la riqueza. Ella es una joven blanca educada por una insti-tutriz inglesa. Esa es la riqueza salitrera de Chile. El joven poeta est fuera de esa abundancia, no le habla a la joven, al contrario, la deja en su cuadro intocado, porque ella es la soberbia y el triunfo del capital industrial. As, poetizar la ciudad moderna del siglo XIX chileno, es representar personajes vinculados a capita-les extranjeros y su consecuente margen donde habita el sujeto mestizo, ya sea poeta, trabajador portuario o veguero.

    El conlicto blanco / no blanco propuesto por Daro se vuel-ve a reiterar en lbum santiagus incluido tambin en Azul. En la Quinta Normal, el poeta describe una pareja multitnica con admiracin:

    Hay en las orillas de la laguna de la Quinta, un sauce me-lanclico. [Al] viejo sauce llegan aparejados los pjaros y los amantes. [Estaban] los dos, al amada y el amado; [y] ms all se alzaba, entre el verdor de las hojas, la fachada del palacio de la Exposicin, con sus cndores de bronce en actitud de volar.[l] moreno, gallardo, vigoroso, con una barba ina y sedosa, de esas que gustan de tocar las mujeres; ella, rubia -un verso de Goethe!- vestida con un traje gris lustroso, y en el pecho una rosa fresca, como su boca roja que peda el beso (Daro 154)

    El formato retrico usado en Album porteo y Album santia-gus corresponde al cuadro. El tableau o cuadro, forma que

  • 15INTRODUCCIN: UN FLANEMUR MORENO Y DE FACCIONES NIPONAS

    invent Baudelaire para describir la visin del lneur o paseante, relata con distancia las imgenes que el caminante va contem-plando, buscando unir en una secuencia lo nuevo con lo anti-guo. Rubn Daro ve en la laguna artiicial de la Quinta Normal (1842) o el Palacio de ierro que se pensaba instalar all cuando volviera de la Exposicin Universal que se llevara a cabo en Pars (1889) la urbanidad nueva. Y a su vez ve lo antiguo en las rela-ciones intersubjetivas entre lo blanco y lo no blanco. Por qu a Daro le importaba tanto esta cuestin?

    Daro era en s una subjetividad quiltra y lo experiment apenas lleg a Santiago para trabajar en el diario La poca de metrpoli. Quienes lo esperaban en la estacin de trenes de San-tiago no imaginaban ni la clase ni el color de piel del invitado. En Autobiografa, Daro cuenta:

    ya no haba nadie en aquel largo recinto, cuando diviso dos cosas: un carruaje esplndido con dos soberbios caballos, co-chero estirado y valet, y un seor todo envuelto en pieles, tipo de inanciero o de diplomtico, que andaba por la esta-cin buscando algo []. Con un tono entre dudoso, asom-brado y despectivo, me pregunt: -Sera usted acaso el seor Rubn Daro?Entonces vi desplomarse toda una Jeric de ilusiones. Me en-volvi en una mirada. En aquella mirada abarcaba mi pobre cuerpo de muchacho laco, mi cabellera larga, [mi] jacqueci-to de Nicaragua []. Se dirigi a m:Tengo me dijo mucho placer en conocerle. Le haba he-cho preparar habitacin en un hotel. No le conviene. (Daro 50)

    No era slo la ropa, como crea Daro. Otro de los aristcratas redactores de La poca, diario de propiedad de Agustn Edwards Ross a quien tambin perteneca El Mercurio de Valparaso, nos describe su primera impresin de Daro: un personaje extrao, laco, moreno, marcadamente moreno, de facciones niponas, de cabello lacio, negro, sin brillo, que vesta ropas que gritaban al

  • CIUDAD QUILTRA. Poesa chilena (1973-2013) / MAGDA SEPLVEDA ERIZ16

    recin salido de la tienda (Silva Castro 49). Por eso, Daro no fue alojado en el hotel elegante, sino en las dependencias del dia-rio La poca. Mi opinin es que Santiago comienza a ser pensada como ciudad en la medida que es imaginada, en la poesa, como encuentro de identidades culturales dismiles. Esto sucede con Rubn Daro, quien escribe sobre Valparaso y Santiago como espacios urbanos, exaltando el encuentro del aristcrata blanco con el moreno estibador del puerto o con el huaso que maneja una carreta cargada de frutas. Son encuentros multitnicos que no pertenecen a los cuadros europeos.

    En Rubn Daro, el lneur tiene un cariz diferente del modelo francs, el lneur latinoamericano hace ver en la mu-chedumbre el problema de lo blanco / no blanco o mestizo. El personaje latinoamericano se representa en crisis con el crculo etnocntrico que ocupa el centro de poder de la ciudad. En las escenas que relata Daro, los lujos sociales tienen compuertas que impiden el trnsito libre. Esas barreras tienen que ver con la etnia y la clase. Pienso que una ciudad est ligada al anonimato que funda la meritocracia, pero en Santiago o Concepcin donde todava es vlida la pregunta y usted de quin es hija, mijita? falta todava ser ciudad plenamente. El in de los mecanismos cortesanos y el desarrollo del Estado Nacin no han sucedido a plenitud en Chile. El historiador Gabriel Salazar sostiene que desde su fundacin el Estado chileno carece de legitimidad, pues ha sido levantado contra los indgenas, en su inicio y contra el pueblo, en la poca post Balmaceda y en el periodo pos Golpe del 733. Creo que hacer ciudad o modernidad es una lucha de los poetas que recojo en este libro.

    El origen indgena est en el centro de la palabra quiltro y es el ncleo sobre el cual vuelven una y otra vez los poetas. Ciudad Quiltra caracteriza e interpreta la urbe imaginada por las voces creadas por la poesa escrita entre 1973 y el 2013. Las voces giran en torno a tres hitos urbanos presentes en la mayo-ra de los textos: los paseos peatonales de la ciudad dictatorial,

  • 17INTRODUCCIN: UN FLANEMUR MORENO Y DE FACCIONES NIPONAS

    las hospederas de la ciudad de la Transicin y la instalacin de discoteques en teatros abandonados en la ciudad globalizada. Quiltro es el perro sin dueo, el que callejea y se las rebusca para sobrevivir. Los poetas elaboran voces que imitan o reieren al habla de los vendedores de cuneta, los msicos populares, los mendigos que duermen en el metro, los mapuches urbanos y los gays juveniles; todas voces que se apoderan de la poesa chilena a partir de la dcada de los 70. Esas voces son quiltras.

    Tal como Benjamin vea en las urbanizaciones de Pars los sueos colectivos de una poca, nosotros podemos pensar las modiicaciones de las ciudades chilenas como parte de un ima-ginario social del progreso que va generando la ruina de otro es-pacio. El ilsofo alemn interpretaba las galeras comerciales de Pars como los sueos colectivos de una poca, sobre la mercan-ca y su fetichizacin; y la amplitud de la Avenida Haussmann, como el deseo antirrevolucionario de detener la protesta popular, mediante una va expedita para el desplazamiento de los carros policiales. De la misma forma he pensado el paseo peatonal, la hospedera o la discoteca como indicadores de los sueos y pe-sadillas de la historia chilena de mitad del siglo XX y comienzos del XXI.

    En atencin a los sueos colectivos, podemos entender que la ciudad se convirti en un motivo importante en el desarro-llo de la invencin literaria chilena, especialmente para los y las poetas que recrearon los cambios espaciales urbanos externos desde su visin subjetiva, habitualmente atenta a los vestigios que dejaban las nuevas arquitecturas y las hablas marginalizadas. Pero Ciudad quiltra no es un estudio urbano. No es tampoco un estudio ilolgico. Es una interpretacin que cruza los proyectos de ciudad, las hablas que la habitan y la elaboracin esttica que hace la poesa de estos aspectos. Por ello, al interior de cada ca-ptulo procuro dar cuenta de los siguientes aspectos: qu voces tienen pertenencia espacial? qu hacen las identidades en de- qu hacen las identidades en de-dades en de-terminados espacios? quines son los proscrito(a)s? qu lugares

  • CIUDAD QUILTRA. Poesa chilena (1973-2013) / MAGDA SEPLVEDA ERIZ18

    abandonados son reterritorializados? y por quines? Con ello, aspiro crear mapas citadinos poticos, siguiendo las diversas for-mas de elaboracin simblica que asume la urbe en los distintos poemarios durante el perodo 1973-2013.

    El libro est compuesto por tres captulos: Paseos peatona-les y baldos, Hospederas y poblaciones y Mapurbes y disco-tecas. En cada uno de ellos, entiendo que los poetas reinventan los lugares y iccionalizan las hablas a las que atribuyen perte-nencia espacial. La poesa ahonda en las subjetividades callejeras desacomodadas de la cultura nacional. Por ejemplo, en los erran-tes con patologa mental que deambulan por las hospederas; o en los mapuches que habitan poblaciones reconstituidas como mapurbes - bajo el neologismo creado por el poeta David Ani-ir. O las subjetividades gays que bailan en las discotecas; slo por nombrar algunos quiltros. Esas son las voces que pueblan la poesa chilena contempornea. En esas hablas me detengo yo a escuchar y a escribir.

    En el primer captulo, Paseos peatonales y baldos, re-lexiono sobre el paseo peatonal como fantasmagora de la derro-ta poltica. Cmo el golpe produce un sujeto mercanca y espec-tacularizado? Todos hablamos como si estuviramos ofreciendo un producto, al modo de un animador de TV o un presentador de cabaret. Los poetas recrean el habla de los msicos callejeros (Enrique Lihn), de los predicadores religiosos y de los yuppies (Carmen Berenguer) o de los animadores de cabaret (Alexis Fi-gueroa). En la nueva urbe, la ciudadana es un espectculo, don-de el sujeto se fractura a s mismo para convertirse en un super-estrella (Ral Zurita) y as recibir el reconocimiento de la luz de nen y el aplauso del pblico. Otros se reieren al erial (Toms Harris) y optan por una retrica alucinada que les permite dotar al baldo de una carga metafrica en relacin a cmo se habita la ruina nacional. Las poetas, que durante la dictadura leen teo-ras sobre sexo-gnero, usan la igura de la acompaante o las voces de la mater dolorosa para nombrar un asesinato o recorrer

  • 19INTRODUCCIN: UN FLANEMUR MORENO Y DE FACCIONES NIPONAS

    la ciudad buscando un detenido desaparecido. A travs de es-tas iguras clsicas, ellas recuperan poticamente los territorios de ejercicio comunitario, como el cerro San Cristbal (Eugenia Brito) o las poblaciones (Elvira Hernndez). Tomndose la voz bajo este uso subversivo del gnero, las poetas alcanzan su legiti-midad cultural durante este periodo dictatorial.

    En el segundo captulo, Poblaciones y hospederas, inda-go sobre las consecuencias que tiene ya no creer en proyectos colectivos. Implica esto el abandono de la ciudad? Qu sucede con la subjetividad potica al no tener o estar interesado en el poder territorial? El auge de las hospederas y las campaas de publicidad del Hogar de Cristo, aluden a un modelo que confa solo en la caridad y no en reformular el sistema econmico? Estas preguntas permiten indagar sobre los lugares que han quedado como despojos del capitalismo avanzado y sus voces: los mendi-gos, vagos y nufragos que son privilegiados en las escrituras de los poetas de los 90 (Germn Carrasco, Javier Bello, Alejandro Zambra, Vernica Jimnez). Al lado de las voces del despoja-do de la historia, convive la voz del memorioso que recuerda la ciudad pregolpe, especialmente los lugares de unin entre lo urbano y lo campesino, como La Quinta Normal y el centro cvico (Jos ngel Cuevas). La poesa de este periodo se mueve entonces dentro de estas tensiones, la sintopatologa del olvido que privilegia espacios de trnsito, por un lado; y la esttica del recuerdo que privilegia idealizar espacios cvicos de encuentro comunitario, por su lado contrario.

    En el ltimo captulo, Mapurbes y discotecas, pesquiso cmo la inclusin de la metrpoli en los circuitos globalizados incide en la valoracin de los espacios locales. Surge as un con-junto de poetas que enuncian desde la provincia o desde los mrgenes metropolitanos. Como forma de resistencia, sus voces practican interceptar el espaol de Chile, introduciendo el mapu-dungn (Elicura Chihuailaf, Jaime Huenn), a travs de la cual vehiculan su imaginario y apelan a un colectivo de reconocimiento

  • CIUDAD QUILTRA. Poesa chilena (1973-2013) / MAGDA SEPLVEDA ERIZ20

    como pueblo diferente al chileno. En la capital, la poblacin es el espacio desde el cual posicionan su reterritorializacin (David Aniir) y en vez de verla como lugar de su marginacin, la re-elaboran como centro desde el cual pueden ejercer su poder, ya que ellos son sus habitantes mayoritarios. El grupo de poetas ms jvenes tambin elabora su utopa territorial, esta vez de libertad en la opcin sexual y la clase (Hctor Hernndez, Pablo Paredes, Diego Ramrez). La creacin de discotecas a principios del 2000, en varios puntos de la ciudad y ante cuyas puertas los muchachos formaban largas ilas para entrar, son indicios de la bsqueda de un espacio donde se podan traspasar las lgicas de gnero, de clase y de etnia, para obtener una democracia que solo el baile poda proporcionar? Hay en ellos una nocin de crisis del Esta-do chileno? Por qu las subjetividades juveniles hacen coincidir su biografa personal con la de ciertos grupos excluidos, entre ellos los mapuches?

    Los cuestionamientos que me guan, persiguen que esta es-critura se inscriba dentro del anlisis cultural, que mezcla la in-terpretacin literaria con el contexto personal del interpretante. Deseo mirar tambin con un ngulo quiltro, el retorno de nues-tro origen territorial. Con este ensayo, tengo la secreta intencin de que todo lector comprenda la legitimidad del espacio que ha-bita y otros cuestionen sus prcticas urbanas. Ciudad Quiltra re-corre diversos escenarios de la ciudad, como el Paseo Ahumada, el cerro Santa Luca, la poblacin La Bandera, la calle Orompello de Concepcin, la Avenida de las esculturas en la Serena, las dis-coteques de Estacin Central y la Alameda, haciendo reconocible y potico el lugar que habitamos.