Crees no 9

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CUADERNOS DE REFLEXIÓN EDUCATIVA DE LA ESCUELA SALESIANA - CREES 1

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Edición No. 9 de la Revista CREES Cuadernos de Reflexión Educativa de la Escuela Salesiana.

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CUADERNOS DE REFLEXIÓN EDUCATIVA DE

LA ESCUELA SALESIANA – CREES

NÚMERO 9. MAYO-JUNIO DE 2015

Email: [email protected]

Delegación de Pastoral Juvenil

Servicio Inspectorial de Escuelas y Centros de

Formación Profesional.

Inspectoría Salesiana San Pedro Claver -

Bogotá

DIRECCCIÓN:

Elma Mireya Ardila Duarte

Coordinadora del Servicio Inspectorial de Escuelas y Centros de Formación

Profesional.

CONSEJO EDITORIAL

P. Jaime Morales sdb, Inspector

P. Víctor Hugo Bustos sdb, Ecónomo

Leidy Luisa María Herrera Ortiz. SAI

Tito Guillermo Contreras, Coordinador Asociacionismo

INSPECTORÍA SALESIANA SAN PEDRO CLAVER

CASA PROVINCIAL SALESIANA

CALLE 36 n° 24-39, Tel: 2883412

www.salesianosbogota.org

Bogotá - Colombia

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CONTENIDO EDITORIAL 4

ARTÍCULOS 6

REFLEXIONES 16

HERRAMIENTAS 25

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EDITORIAL

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Queremos desde el equipo editorial empezar a dar fuerza a la intencionalidad de la revista, por ello desde esta edición y en la siguiente editorial, les contaremos los propósitos que existen detrás de la creación de CREES Cuadernos de Reflexión Educativa de la Escuela Salesiana; hoy empezaremos con el ¿por qué? de la Revista.

La palabra creer es una formación romance con sufijo lat ino -entia;-(encia, cualidad de un agente, actividad) a partir del verbo creer, y este viene del latín credere (poner confianza en, creer, confiar en). La explicación más asumida sobre credere es que este verbo se formó con la raíz indoeuropea “kerd” (corazón) y la raíz indoeuropea dhē - (poner, colocar, arreglar) en su forma reducida dhə;-. Así el verbo creer sería "poner el corazón", poner el ánimo o la confianza en algo, y el creer o la creencia no hacen referencia necesariamente a verdades, o a hechos demostrables del raciocinio, sino a aquellos pensamientos, ideas o sentimientos en los que uno pone el afecto, el ánimo o la fe, o en lo que uno confía. Es en este contexto en donde nuestra revista CREES: Cuadernos de Reflexión Educativa de la Escuela Salesiana adquiere sentido; CREES es una afirmación y una propuesta, es afirmación cuando hablamos de confiar, de tener fe, de poner el corazón en lo que hacemos: educar evangelizando – evangelizar educando, convencidos de que es la respuesta a un sueño, el de Don Bosco a los nueve años; es propuesta cuando como salesianos y laicos corresponsables hemos aceptado la invitación de formar parte de ésta misión que se construye en cada una de las Comunidades Educativo Pastorales. CREES nos permite develar la experiencia educativa y evangelizadora que se encierra en nuestras Escuelas y Centros de Formación Profesional, permitiéndonos sistematizar, fortalecer, visibilizar y renovar los procesos llevados a cabo en cada una de nuestras obras. Por ende, consideramos que su creación debe ser colectiva, entendiéndola como un espacio de participación conjunta entre salesianos consagrados, maestros, estudiantes, laicos (CEP), pertenecientes a la familia y el quehacer educativo pastoral de Don Bosco. CREES posibilita el establecimiento de nuevos diálogos entre nuestras presencias, busca fortalecer nuestra espiritualidad e identidad salesiana, expandir y multiplicar cada uno de nuestros procesos y acciones, y ante todo concretar y ser protagonistas de la historia educativa de nuestra Inspectoría.

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ARTÍCULOS

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CONSIDERACIONES EN

TORNO A LA PAZ

“No hay camino para la paz,

la paz es el camino”

Mahatma Gandhi.

William F. Hernández1 La necesidad que tiene una

sociedad de hablar de Democracia, pero sobre todo de defender su importancia, tiene las mismas implicaciones que la necesidad de que en ella se defienda la importancia de la paz. Hacer valer a la una o a la otra es prueba fehaciente e irrefutable de que no se practican, evidencia suficiente de que no existen. Se exige respeto o se hace imprescindible hablar de él precisamente allí donde no percibimos su existencia, donde no se respeta; se alaba la honestidad en los ambientes en los que pareciera imposible hallar a alguien honesto; se hace necesario, en últimas, reflexionar sobre la importancia de los valores, precisamente cuando el hombre adolece de la falta de ellos.

Si nos imaginamos una sociedad en la que “la palabra” tiene valor y, por tanto, en la que nadie formula juicios falsos, es decir, en la

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Licenciado en Filosofía y Ciencias

religiosas, Especialista en Educación, cultura y política, Mgr.(c) en Educación. Docente Universidad Santo Tomás seccional Tunja. Docente durante 9 años en el Colegio Salesiano Maldonado de Tunja.

que no existe la mentira, sobraría cualquier reflexión que pretenda demostrar la importancia de decir la verdad; algo así sería simplemente risible. La defensa que Platón (2014) hiciera de Sócrates, como consecuencia de la injusta condena de que fuera objeto por parte Anitos, Melitos y Licón, sólo demuestra que su enseñanza era necesaria por contraponerse al ambiente corrupto y manipulador del gobierno ateniense de aquel entonces. Defender a Sócrates era lo mismo que defender la justicia y la coherencia de vida. En un ambiente justo la condena de Sócrates sería impensable, un absurdo total, una contradicción.

Lo curioso del caso es que la grande mayoría de los seres humanos considera que dichas reflexiones son necesarias para construir una sociedad justa e incluyente y, sin embargo, son pocos los que asumen un auténtico compromiso a la hora de practicar aquello que se predica, es decir, la praxis de los valores.

Sólo en la medida en que seamos maduros para asumir el conflicto podremos ser maduros para asumir la paz (Zuleta, 2009, p.58). Dondequiera que haya relaciones

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humanas habrá conflicto, y cuanto mejor se comprenda que éste es inherente a nuestra naturaleza, mayor será nuestra posibilidad de construir una paz auténtica y perdurable. Si bien el consenso es deseable no por ello debemos desestimar el valor del disenso, del disentimiento. No estar de acuerdo con el otro no implica la necesidad de buscar la manera de eliminar al otro. La diferencia es necesariamente una oportunidad más que una amenaza y por ende no tiene sentido que la temamos.

El temor a la paz no es otra cosa que el miedo a las renuncias. La dificultad de renunciar al orgullo radica en el hecho de que en no pocas ocasiones se confunde este sentimiento con la dignidad. Es por eso por lo que el darle la razón al otro pareciera sinónimo de debilidad, aceptar el error propio se confunde con perder autoridad o credibilidad y buscar al otro para solucionar un problema, esto es, “dar el primer paso”, desde esta lógica equivaldría a “arrastrarse” y a perder la dignidad, máxime cuando quien lo hace es quien detenta el poder. Hoy por hoy quienes más temen a la paz son quienes más la promulgan y por eso la dogmatizan; desde un “bando” se escucha: ¡Qué bueno sería que las cosas se hicieran a mi manera, que no se cuestionara el poder que tengo, que los demás fueran dóciles para así no tener que castigar a nadie ni tener la necesidad de gritar a nadie! Pero desde el otro: ¡Qué bueno sería que me dejaran en paz, que no me impusieran cosas, que comprendieran, por fin, que yo tengo la razón y que cuanto más rápido se comprenda esto, mejorarían todas las cosas!

“Versus” es la condición de muchas relaciones humanas. Si el estudiante cuestiona y pide razones es porque es un saboteador y un problemático; pero si, por el contrario, es el docente quien cuestiona, es porque “cogió entre ojos” al pobre estudiante. Ahora bien, todo ello depende también de la forma en la que se hacen o se dicen las cosas. No debemos perder de vista el sentido de lo que Zuleta (2009) denominó “la no reciprocidad lógica”.

Hay que observar con cuánta desgraciada frecuencia nos otorgamos a nosotros mismos, en la vida personal y colectiva, la triste facilidad de ejercer lo que llamaré una no reciprocidad lógica; es decir el empleo de un método explicativo completamente diferente cuando se trata de dar cuenta de los problemas, los fracasos y los errores propios y los del otro cuando es adversario o cuando disputamos con él.

En el caso del otro aplicamos el esencialismo: lo que ha hecho, lo que le ha pasado es una manifestación de su ser más profundo; en nuestro caso aplicamos el circunstancialismo, de manera que aún los mismos fenómenos se explican por las circunstancias adversas, por alguna desgraciada coyuntura.

Él es así; yo me vi obligado. Él cosechó lo que había sembrado; yo no pude evitar este resultado. El Discurso del otro no es más que un síntoma de sus particularidades, de su raza, de su sexo, de su neurosis, de sus intereses egoístas; el mío es una simple constatación de los hechos y una deducción lógica de sus consecuencias. Preferiríamos que nuestra causa se juzgue por los propósitos y la adversaria por los resultados.

La diversidad cultural, la multiplicidad, la pluralidad, el contraste, la divergencia, la diferencia, etc., son, además de

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necesarios, imprescindibles para el entendimiento, la construcción social y el verdadero diálogo ajeno al monólogo que caracteriza a quienes ven en el otro a un “enemigo” a quien es necesario eliminar. Es así que la violencia (en todas sus dimensiones) no debe comprenderse como producto genético sino cultural, permanece en el ambiente y, por ende, es susceptible de ser superada. La diferencia es entonces presupuesto y fundamento de la comprensión y de la construcción.

No son pocos los que consideran que el sueño de la paz puede reducirse a la simple ausencia de guerras. Desde esta perspectiva tiende a pensarse que la paz es, por un lado, una meta –primer error–, y por otro lado, un sueño alcanzable desde arriba, es decir, desde las altas esferas del poder –segundo error-. Ese “desde arriba” no es más que la excusa para desentenderse de la grave responsabilidad que nos llama a tomar partido de las decisiones trascendentales de nuestra realidad. En respuesta a tales posiciones se hace necesario un “desde abajo”, es decir, un proceder coherente con lo que predicamos a favor de un mundo justo e incluyente, desde lo simple, lo fundamental, desde la comprensión del sentido de la llamada, por múltiples tradiciones religiosas, “Regla de oro”: “No hagas a los demás lo que no quieres que te hagan”. En este sentido la paz, más allá de la simple no-violencia significa también el compromiso a favor de una cultura de la solidaridad, de la ecología, de la veracidad y la

honradez y de la “camaradería” entre el hombre y la mujer.2

En su opúsculo sobre la paz perpetua nos dice Kant (2005) que la lucha, es decir, la guerra, hunde sus raíces en la naturaleza humana. A diferencia de Rousseau quien considera al hombre un ser bondadoso por naturaleza, a quien la sociedad ha corrompido, contrapone el filósofo de Königsberg la tesis de que la paz no es natural en el hombre. Así las cosas, la paz ha de ser vista como una conquista de la voluntad consciente del hombre. Lo contrario, o sea, la falta de paz, solo requeriría de la ausencia de dicha voluntad.

La sociedad perfecta es una utopía, un ideal, un sueño, y aunque no es posible la realización de una comunidad de tales condiciones, sí es posible una aproximación. Una sociedad perfecta es sencillamente irrealizable. Se trataría en todo caso de una sociedad no humana. Ello no significa que el sueño, el ideal, la Utopía no tengan sentido. La imposibilidad de perfección de una sociedad no elimina la perfectibilidad de la misma.

Ahora bien, el ejercicio de la mencionada voluntad, es decir, del obrar que conjuga al deber y al querer en una y la misma realidad (querer hacer lo que se debe), implica convicciones más que imposiciones. La coacción, diametralmente opuesta a la voluntad, sólo consigue acciones con las que no existe ningún tipo de

2 Desde la perspectiva del proyecto para una ética

mundial son estas las cuatro “condiciones inalterables” para que sea posible la instauración de la misma. (Küng, 2002, pp. 36 - 43)

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identificación. Obligando a alguien a decir la verdad se solucionan temporalmente ciertas dificultades, pero no se consigue que comprenda el valor de la verdad. Sólo un ambiente veraz puede conducirnos a dicha comprensión. Así como a nadie se le puede obligar a pensar, a creer o a amar, a nadie se le puede obligar a adoptar convicciones; y no debemos olvidar que la paz, si no es una convicción, se convierte en un mito, en una obediencia espuria y en un miedo, disfrazados de amor y de respeto.

Desde esta perspectiva la paz requiere de una condición previa elevada a la categoría de imperativo: El principio de buena fe, es decir, la confianza en la palabra del otro por un lado y, por el otro, como presupuesto absoluto de una auténtica actitud constructiva, la intención de no buscar razones ni excusas para posibles o eventuales señalamientos. La confianza, en términos generales debe ser una actitud libre de condicionamientos y de prejuicios. No tiene sentido decir que se confía en el otro si al mismo tiempo le hacemos gestos o miradas inquisidoras para intimidarlo, con lo que, en definitiva, le demostramos que no confiamos en él a pesar de que afirmemos lo contrario. Un compromiso de paz y de entendimiento en el que alguna de las partes tenga “reservadamente” alguna razón para deshacerlo, carece de valor. Es por eso por lo que en virtud del principio de buena fe no deben existir razones para incumplir compromisos. Las partes, a fuerza de sus palabras, están obligadas.

Cuando decimos haber aprendido algo y, poniendo a prueba en la “vida real” dicha aseveración, nos damos cuenta de que es mentira, nos hallamos frente a la que Freire (2007) denomina “Ilusión del aprendizaje”; es decir al engaño de creer que se sabe lo que realmente no se sabe. Asimismo, podemos correr el riesgo de hallarnos frente a una especie de “Ilusión de la paz”, es decir, frente a la experiencia de un ambiente de tensa calma, lleno de hipocresía, de mentiras y falsos comportamientos disimulados a nombre de la paz. La “Ilusión de la paz” tranquiliza nuestra conciencia, adormece nuestra voluntad y nos convence de que estamos haciendo las cosas bien ya que no hay problemas “a la vista”.

Como ya se dijo, sólo se hace necesario hablar de paz donde ella no existe, y sería utópico pensar en que llegue el momento en el que deje de ser necesario hablar de ella porque eso implicaría que se ha convertido en parte fundamental de nuestra existencia; sin embargo eso no significa que no podamos acercarnos cada vez más a esa utopía ya que dicha necesidad es en realidad la posibilidad de seguir pensando nuestra realidad, nuestra vida.

“BENDITO EL RELOJ…”

¿Cuántas veces se puede experimentar auténtica desesperanza en presencia de las dificultades? ¿Qué hacer cuando los esfuerzos parecen vanos y estériles? ¿Tiene sentido el atrevimiento de continuar cuando todo nos hace pensar que es inútil seguir? ¿Podría ser el paso al

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costado la mejor opción? ¿En qué consiste la lucha inquebrantable por ejercer un auténtico ministerio? ¿Qué es, en últimas, educar?

Hace más de 150 años, en un otoño de la segunda mitad del siglo XIX, se encontraba Don Bosco cara a cara con un nuevo rostro de Jesucristo. En dicha oportunidad nuestro santo se hallaba en una pequeña provincia del noroeste de Italia, ubicada en el margen derecho del río Po, llamada Carmagnola. Presto a tomar el tren que lo llevaría a Turín una situación llamaba poderosamente su atención. Era un grupo de niños y jóvenes forcejeando y gritando al que Don Bosco se acercó para dialogar. ¿Será acaso un grupo de “bandidos”? Sin importar, el santo de I Becchi avanza y tiene una charla muy interesante con el líder –el capitán de ese ejército- quien desde ese momento se convertirá en uno de sus entrañables amigos. Miguel Magone.

Eran las siete. La razón y el lugar del encuentro se los debemos a Dios; por eso podríamos poner tanto en labios del uno como del otro como dice la canción: “Bendito el lugar y el motivo de estar ahí, bendita la coincidencia. Bendito el reloj que nos puso puntual ahí, bendita sea tu presencia. Bendito Dios por encontrarnos en el camino…”

¿Cómo sería hoy un encuentro entre Don Bosco y Miguel Magone? ¿No es acaso normal que nos imaginemos a un santo a quien todo se le da tan fácil y cómodo? Quizá creamos ingenuamente que por arte de magia ese “Capitán de bandidos”

se haya dejado seducir ya que tiende a pensarse que la sola presencia del santo lo solucionaba todo. ¿Y entonces qué podríamos decir del significado del sueño de la pérgola de rosas?

La Auxiliadora, en cada uno de sus sueños le muestra el camino una y otra vez y le dice “… este es el camino que tendrás que seguir”. Es el camino de rosas que tiende a parecer fácil y cómodo para quien observa desde la distancia, pero tan pronto el observador emprende la marcha al lado de Don Bosco descubre la otra realidad de dicha flor. Si la rosa es hermosa en virtud de sus pétalos, es por sus espinas que adquiere el pleno sentido por el que se la identifica con el amor. Una rosa sin espinas es símbolo de la pretensión de experimentar un amor sin angustias, sin dificultades, es decir, un falso amor, un idilio.

Con todo, la dificultad de comprender un amor como el que Don Bosco predica por los suyos, es decir, los jóvenes, radica en la costumbre de creer que el amor tiene que ser bilateral y en que además es un asunto puramente sentimental o afectivo. El amor de ágape, v. gr., la caridad, la Amorevolezza, no es solamente un sentimiento, es, además, una actitud; es un acto de gratuidad y de entrega porque implica un dar precisamente con la absoluta convicción de que nada hay que pueda esperarse como retribución; es un amor pletórico de sacrificios porque, como dice Álvarez (1997), es un amor que “no consiste en lo afectivo sino en lo efectivo [aunque en Don Bosco con los jóvenes lo uno

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no exime lo otro]. Es un amor racional y activo. Es el amor teológico, el amor total”

Seguramente sería más fácil para nosotros “amar” a un Domingo Savio que a un Miguel Magone precisamente porque el primero, sin lugar a dudas procedería como esperamos que lo haga y haría fácil nuestra tarea, mientras que el segundo nos pondría en serios predicamentos, pondría a prueba nuestra paciencia, nuestra capacidad de persuadir, de disuadir, de amar; haría, en últimas, que entrásemos en una crisis tal que probablemente no dudaríamos en prescindir de él. Sin embargo el ágape, la caridad, es una actitud que nos lleva a pensar –de manera preferencial aunque no excluyente– en el segundo como aquel en quien Dios nos llama a ejercer nuestro ministerio.

Ahora bien, la lógica divina es muy distinta a la lógica humana. Así nos lo evidenció Monseñor Van Thuan (2000) cuando hizo famosos los “defectos de Jesús”. Aunque ello pueda sonar escandaloso, lo cierto es que ellos son una invitación a comprender el sentido auténtico de ser cristiano.

Jesús por ejemplo, “no sabe matemáticas”; eso se nota en la parábola de la oveja perdida (Lc. 15, 47). Para Jesús, uno equivale a noventa y nueve, ¡y quizá incluso más! ¿Quién aceptaría esto? Pero su misericordia se extiende de generación en generación...

Cuando se trata de salvar una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún riesgo, por ningún esfuerzo. ¡Contemplemos sus acciones llenas de compasión cuando se sienta junto al pozo de Jacob y

dialoga con la samaritana, o bien cuando quiere detenerse en casa de Zaqueo! ¡Qué sencillez sin cálculo, qué amor por los pecadores! (Van Thuan, 2000, pp. 26 - 31)

¿Qué pasa ahora si pensamos

en lo “desmemoriado” que resulta ser Jesús? Tan desmemoriado como Don Bosco ¿No se olvidó Don Bosco más de una vez de los pecados de sus amigos los jóvenes? Es claro que Jesús se ha olvidado de los pecados del ladrón en la cruz (Lc. 23, 42), de los de la pecadora que derramó perfume en sus pies (Lc. 7, 47) y de los de otros tantos que se acercaron a él. Frente a un “pecador” como Magone ¿Cuál sería la actitud de Jesús y cuál la de nosotros?

Es claro, finalmente, que tanto

Jesús como Don Bosco se dedicaron incansablemente a educar a los “no educables” de sus respectivas épocas. Educaron –amaron– a quienes nadie más quiso educar –amar–, amándolos hasta el extremo; Cristo, en la cruz y, Don Bosco, muriendo de cansancio por sus amados jóvenes.

Por todo esto podemos decir, junto con Monseñor Van Thuan…

¿Por qué Jesús tiene estos defectos? Porque es Amor (cf. 1 Jn 4, 16). El amor auténtico (…) no mide, no levanta barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone condiciones.

Jesús actúa siempre por amor. Del hogar de la Trinidad él nos ha traído un amor grande, infinito, divino, un amor que llega -como dicen los Padres- a la locura

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y pone en crisis nuestras medidas humanas.

Cuando medito sobre este amor mi corazón se llena de felicidad y de paz. Espero que al final de mi vida el Señor me reciba como al más pequeño de los trabajadores de su viña, y yo cantaré su misericordia por toda la eternidad, perennemente admirado de las maravillas que él reserva a sus elegidos. Me alegraré de ver a Jesús con sus «defectos», que son, gracias a Dios, incorregibles.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Álvarez, A. (1997). ¿Mandó

Jesús amara a los enemigos? En: Selecciones de Teología, 36(141)

Freire, P. (2007). La educación como práctica de la libertad. Madrid: Siglo XXI editores.

Kant, I. (2005). Sobre la paz perpetua. Madrid: Tecnos.

Nguyen, Francois-Xavier. (2000). Testigos de la esperanza. Madrid: Ciudad nueva.

Platón. (2014). Apología de Sócrates. Madrid: Alianza Editorial.

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CONVENIO INSTITUTO

SALESIANO SAN JUAN

BOSCO Y SALESIANO

CESCAL

José Alejandro Martínez Ortiz Coordinador Salesiano Cescal

El Acuerdo Interinstitucional entre estos dos prestigiosos Institutos nace para satisfacer la necesidad de brindarles a los estudiantes la oportunidad de avanzar en el campo profesional. Este inicia con la vinculación de los estudiantes del énfasis de medio ambiente del Instituto Salesiano San Juan Bosco al programa de formación técnica por competencias laborales de Vigilancia y control de los factores de riesgo del consumo y del ambiente.

Esta formación técnica les ofrece la oportunidad de no solo crear y ser capaces de vivir una cultura ambiental, sino de evaluar los parámetros que garanticen la calidad de diferentes productos de consumo y de estudiar los efectos que causen

impactos al medio ambiente. La práctica vivida dentro de los laboratorios fisicoquímico y microbiológico, les da la oportunidad de visualizar de cerca cómo se deben desempeñar en el campo laboral, que normas de bioseguridad deben seguir para que su trabajo dentro de este tipo de espacios de buenos resultados, además el proceso permite desarrollar competencias de orden investigativo, lo que los habilita para resolver una gran variedad de problemas ambientales dentro de los cuales viven su día a día, además de ayudarles a obtener una educación integral ya que se ven involucrados en la creación de informes, donde pueden obtener muchísimos conocimientos nuevos a partir de las bases teóricas consultadas, donde aprenden a redactar y a mostrar a la comunidad sus investigaciones.

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Otro de los valores agregados de este convenio es que es la primera articulación interinstitucional entre centros de formación salesianos, que le garantizará a los jóvenes beneficiados no solo la formación como bachilleres académicos sino también la posibilidad de recibir un certificado como Técnicos Laborales, lo que les permitirá insertarse más fácilmente en el sector productivo de la ciudad.

La cercanía que posee SALESIANO CESCAL con las empresas más significativas de la región (Como Secretaría Municipal de Salud, CORPONOR, Aguas Kapital etc.) en el área de productos de consumo y empresas encargadas de dar solución a los impactos ambientales, las cuales permiten la visita de estos estudiantes a sus instalaciones proporcionándoles un aprendizaje amplio de forma práctica y acercándolos al mundo laboral al cual buscamos introducirlos.

Además de todas estas características propias del convenio, se añade la fusión de excelente profesionales que buscan brindar un aprendizaje que capacite para el mundo del trabajo a los estudiantes.

Este Convenio busca extenderse a otras áreas como Comercial y Diseño

Gráfico así como a otras instituciones educativas en los próximos meses donde ya se han adelantado gestiones.

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REFLEXIONES

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“UNA ÓPTICA DE LA

EDUCACIÓN DESDE LAS

PROPUESTAS

EDUCATIVAS SALESIANA

Y LIPMANIANA”

Carlos Andrés Tafur Cardona3 SISTEMA PREVENTIVO COMO UNA PROPUESTA EDUCATIVA

Razón, Religión, y Amor no son realidades contiguas, sino interrelacionadas, es más, mutuamente compenetradas, en los fines, en los contenidos, en los medios y en los métodos. En cuanto a los fines, constituyen una síntesis original de los elementos necesarios para el desarrollo completo del muchacho: físico, intelectual, moral, social, religioso y afectivo” (Braido, 2001, p 322)

La razón como aquella que impregna de sentido el ambiente educativo.

El carácter particular de todo joven o estudiante que se encuentra en cualquier espacio educativo cobra un real sentido cuando permite el desarrollo de la colectividad, de ahí el

3 Licenciado en Filosofía, cursa la especialización

de desarrollo integral de la infancia y la adolescencia, trabaja en la secretaría de integración social con primera infancia.

que se haga importante en primera medida no sólo tener en cuenta el carácter esencial de cada uno, es decir, lo que hace que cada cual sea único en sus expresiones y formas de pensar, sino también en el desarrollo que se permita de estas potencialidades, enfocadas desde luego hacia el carácter social y colectivo:

“La razón, es como uno de los principios de la educación, tiende a regular no sólo las relaciones personales individualizadas, sino también la convivencia en su conjunto” (Cian, 2001, p 66).

Al hablar de un desarrollo integral de la persona necesariamente se tiene que hacer referencia explícita al carácter de la educación. Así pues ésta (educación) no es más que el medio por la cual se forja el desarrollo de un sujeto, de una comunidad, de una nación y no sólo eso, también permite la construcción del ser en relación al y con el otro; el hombre como sujeto capaz de razonar y por ende capaz de establecer relación con su entorno está llamado a descubrir los enigmas de la vida, pero esto se logra en la medida en que se

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procura su educación, es decir, el desarrollo de sus capacidades.

Ahora bien, el Sistema Preventivo4 en su pilar constitutivo de razón busca otorgar al joven esa capacidad de ser una persona en relación y desarrollo constante, seguramente Don Bosco lo pensó en esa medida, cuando siendo sensible a su entorno encontró que la juventud de su tiempo necesitaba de alguien que pudiera comprenderla, amarla, educarla y orientarla hacia un camino pleno de vida. Es entonces en el carácter de la Razón donde comienza toda esta pedagogía Salesiana, pues no hubiese sido posible hablar de un Sistema educativo si no se hubiera partido precisamente de todo el análisis de la realidad que afrontaban los jóvenes en su época.

Pero ese carácter de razón se traducirá más adelante dentro del oratorio como esa capacidad del joven de hacer conciencia de lo que significa su vida y a partir de esto identificar qué aspectos serían buenos para la misma (vida) y qué aspectos definitivamente no. Enseñar al joven a ser idóneo y capaz de tomar decisiones maduras que no sólo planifiquen su vida sino la de los demás en la medida en que reconoce sus derechos y por su puesto sus deberes, exige todo un proceso que se da en la educación de sus potencialidades y en el acompañamiento continuo que se le brinde.

El fin más grande de la razón es proporcionar esas bases al joven

4 Se hablará de Sistema Preventivo de la misma

forma que Sistema Educativo

por decirlo así para que opte por lo que más le conviene no sólo a fines individuales, sino como un sujeto inserto en una sociedad, porque no serviría de nada la educación de un joven si está orientada a fines personales y no se tiene en cuenta el contexto en el que se desenvuelve, por el cual lucha, y dentro del cual concentra también su desarrollo.

La religión que permite al joven descubrir el sentido de la vida y la alegría de vivir en gracia.

Al hacer referencia a la Religión como una dimensión fundamental en el hombre, entendida muchas veces como aquella dimensión trascendente a la que todos quieren y buscan tender, veremos la posibilidad que brinda el Sistema Preventivo en el pilar de la Religión de potenciar en la juventud aquellas necesidades trascendentes si se les puede llamar así, en cuanto a un conocimiento y una experiencia de Dios. De esta manera también se tratará de hacer un acercamiento al concepto de la religión no sólo desde la perspectiva de Don Bosco y su Sistema, sino, desde lo que el filósofo Kant interpreta acerca de ésta en su escrito la Religión dentro de los límites de la mera razón con el fin de que se pueda comprender un poco lo que implica la religión dentro de la educación

¿Es posible que los jóvenes comprendan la noción de un ser absoluto?

Luego de hacer referencia al carácter de trascendencia que todo ser posee como una dimensión

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fundamental, y que de hecho se comienza a descubrir (dicha dimensión) y a desarrollar a partir de las vivencias diarias y el establecimiento de una comunidad ética considerando tal vez a la religión como ese actuar de manera ético y/o moral y donde es necesario que haya un legislador superior en este caso entendido como Dios, se hace ahora necesario preguntarse acerca de la posibilidad de que dicho ser sea comprendido por los jóvenes exclusivamente, ya que, se puede entender que la juventud hoy día se hace muchas veces ajena al tema de cuestión religiosa.

Se denotará que ya Don Bosco vive estos asuntos teniendo una gran preocupación por saber hablar a los jóvenes de aquel ser “misterioso” y más aún por hacer que ellos mismos se interesen en querer conocer dichos misterios no desde misticismos, sino, desde la realidad de cada cual:

“Don Bosco vive la experiencia de la juventud incontrolada, pobre y abandonada, desde la perspectiva de un proceso de descristianización de las masas populares que en aquel entonces parecía imponente y preocupante” (Cian, 2001, p. 112).

Es claro que hoy aún con más fuerza se vive un proceso de descristianización y secularización pues día a día se dan manifestaciones religiosas en el campo social, hablar de religión en la complejidad del contexto sociocultural en el que se vive requiere no sólo una fe robusta y la adhesión convencida a los valores evangélicos, sino también la elaboración inteligente de aspectos

que permitan interpretar y dar significado a la realidad en lo referente a la promoción de una cultura de la vida.

Hay que tener muy en cuenta

que el carácter de trascendencia hoy día se proyecta fundamentalmente hacia un mañana, hacia un futuro, es decir, aquella esperanza que los hombres cultivan creando así la ilusión de vivir en un mundo mejor, pero hoy el mismo joven desencantado de todo esto vive en la inmediatez del presente, para ellos existe únicamente el hoy. Se da una completa ausencia del futuro de lo que vendrá. Desde esta perspectiva para muchos jóvenes las consideraciones de una noción de trascendencia carecen de sentido, la realidad al ser tan movible pierde sentido y significación, la salvación entonces acontece en el presente, es instantánea y se produce en la rapidez de las experiencias.

Ahora bien, la comprensión que el joven tiene de su experiencia de Dios en realidad no es la mejor, para él tal vez el tema de Dios y la religión perdieron vigencia ya que desde luego éstos no son útiles y muchos menos vitales y necesarios para su existencia; ello se da porque el joven busca un esquema diferente al que el mundo “adulto” ha utilizado queriendo “venderle” la idea de Dios. La búsqueda de sentido que emprende el joven es inmanente hasta el punto que cada uno determina la importancia y el grado de significación del sistema de creencias que va construyendo. La sociedad de hoy día, manifiesta grandemente que la mayoría de los

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jóvenes manifiestan tal vez una predisposición si lo puedo llamar así a ser ateos. Pues son muchos los jóvenes incrédulos, que no frecuentan los sacramentos, no van a misa, no rezan, no participan en los rosarios de aurora, es lo que se podría decir comúnmente se manifiesta por parte de los jóvenes hacia el ámbito religioso.

Es de vital importancia que una educación religiosa tenga su punto de partida desde la misma realidad que afronta la juventud, el núcleo radica en la manera como se debe abordar la dimensión religiosa de cada joven, pues por más reacio que pueda ser un joven de frente a su vida trascendental no puede ser ajeno de ninguna manera a esta realidad que lo afronta como ser humano, es claro que hay una gran riqueza de expresión religiosa en los contextos en los que se desarrollan, pero se denota al mismo tiempo una incapacidad para adaptarse, para desarrollar mecanismos que permitan un proceso de inculturación de la fe en este mundo de la tecnología y de la postmodernidad, que es la realidad inminente a la que cada vez una mayor cantidad de jóvenes se “interconectan” en la sociedad actual.

Una persona una comunidad que educa y se educa está atenta a lo cotidiano para captar los signos de la presencia de Dios. Cree en las energías positivas de las personas (los jóvenes) y es capaz de salir de sus propias seguridades para acoger la fragilidad, la precariedad experimentada por los jóvenes, de entrar en diálogo y revisar con ellos la experiencia humana y religiosa.

Ahora bien, es necesario tener

en cuenta que el concepto de libertad ciertamente va ligado al aspecto de la fe y la adhesión a los valores Evangélicos, pues si no se actúa por convicción propia nada de lo que se pueda pretender buscar y desarrollar será verdadero y menos creíble. De esta manera se hace indispensable que el carácter de la educación sea medio de libertad e idoneidad en el campo religioso:

“Esta libertad, igualmente,

exige la reflexión completa, es decir, la capacidad del hombre para que a través de su inteligencia sepa responder a la vida y a las nuevas situaciones que le presenta su horizonte de posibilidades. Por tanto, en el desarrollo de la libertad religiosa se exige para su ejercicio la formación de la persona, no solo en el plano de lo racional -para emitir juicios racionales y razonables- sino también en su capacidad intelectual, su inteligencia, que le permite expresar o manifestar ontológica y fenomenológicamente sus creencias” (fundamentación jurídica de la educación escolar- ERE, p 35)

Finalmente una educación

religiosa no es completa si no está acompañada de esos dos aspectos fundamentales en el hombre a la hora de querer buscar trascender, ellos la fe y la Razón que guían plenamente al hombre al único fin que persigue, es decir, su felicidad. Es así como hay que saber en primera medida que cada joven por ser un sujeto capaz de razonar y orientar su vida, también está en la capacidad de conocer aquello que lo trasciende, entonces es ahí donde se manifiesta la labor del carácter educativo-religioso (en tanto que si se habla de comunidad, una

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comunidad ética que se establece con el fin de conocer aquellos aspectos esenciales que se manifiestan en las maneras de proceder, a su vez orientadas a un fin último) que sirve de guía al joven por esos caminos insospechados y a veces temerosos. El amor que proporciona al educando sentirse inmerso en una relación positiva con el otro.

Luego de abordar dos

dimensiones fundamentales como lo son: la Razón y la Religión, es indispensable hablar ahora de aquella dimensión afectiva que se posee. De esta manera se verá un poco cómo la educación a partir del concepto del Amor permite al joven hallar aún más el sentido que tiene su formación integral, es decir, el desarrollo de sus potencialidades.

Un educador que conoce y por lo tanto ama a quien es su destinatario.

“El amor es, efectivamente, el principio supremo y el alma del método preventivo, igual que la religión es, indiscutiblemente, el primer principio y el alma del sistema, entendido como conjunto de contenidos, medios y métodos” (Braido, 2001, p 322).

La relación que se puede propiciar con el otro se manifiesta en la medida en que se establecen lazos de confianza y apertura permitiendo así lo que llamamos una relación amistosa, filial, paternal; el hecho de hablar de amor en el Sistema Preventivo como lo han afirmado grandes Salesianos nos remite a

aquellos momentos en los que el educador se preocupa no solamente por la promoción del joven como un “homo sapiens”, sino como una persona que se compone en su dimensión afectiva de sentimientos, impulsos, emociones, entre otros, procurando así un equilibrio tanto intelectual como emocional.

El amor en el S.P. sería el pilar fundamental pues es el mismo Don Bosco quien sustenta esta categoría a partir del tratado del amor del que habla San Pablo en su carta a los Corintios (Cf. 1 Cor; 13, 4-8), ahora se puede denotar que este amor también se puede traducir en la vocación que como educadores se debe tener, nadie puede dar de lo que no tiene y nadie puede hacer con calidad aquello de lo que no está convencido y por supuesto no ama, el primer paso está en llegar a comprender que la regla suprema del Sistema Preventivo es el Amor de ahí parte todo y ahí llega todo, porque este amor conduce a una razón fundamentada y a una fe no ciega:

“El Sistema supone, ante todo, un educador humanamente equilibrado e integrado, capaz, de una generosa disponibilidad para la sociabilidad, sensible a las necesidades de los demás y a los problemas de la vida asociada en todos los ámbitos, local, y planetario; extremadamente relacional, de manera especial con los jóvenes sobre todo si son pobres y abandonados” (Braido, 2001, p 326).

Hay que ver entonces cuál es la riqueza educativa del amor o “amorevolezza” como también se le llamará pues ella trae consigo una

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sobre abundancia de aspectos que se acomodan y suplen según la diversidad de situaciones de pobreza y abandono, a las que por supuesto responde con pluralidad de cualidades humanas y divinas el educador en sus diversos papeles (como amigo, padre, hermano, animador) El Sistema preventivo se mueve en este horizonte.

Ahora bien, no se debe entender el amor como una “misericordia benéfica” por aquellos jóvenes carentes de posibilidades sobre todo económicas, pues el paternalismo y asistencialismo en clave salesiana se harían presentes y de hecho no permitirían un desarrollo óptimo del estudiante, la educación no consiste en dar todo en bandeja de plata pues los estudiantes tienen derecho a escoger y cuestionar aquello que en su caminar educativo se les va presentando, mejor aún hay que pensar en el futuro de cada cual, pues si como educadores se llega a caer en puros paternalismo se estaría cortando entonces las alas a los mismos estudiantes y de hecho acostumbrándolos a depender de otros y a no querer buscar por sus propios medios los que desean, ¿tiene algún sentido enseñar al joven a depender del otro?.

Amar a los estudiantes consiste entonces en crear más concretamente una profunda amistad que se pule y construye en el asombro por el otro y en la ternura que de hecho lo acompaña, jamás el amor preventivo se cierra en sí mismo, por el contrario está siempre disponible para amar a todos, es cierto que se desarrolla con mayor

intensidad hacia una o pocas personas tal vez por alguna afinidad misteriosa, pero puesto que los mecanismos afectivos son siempre los mismos, una vez asimilados y perfeccionados están disponibles para todos, aquel educador que reduce sus relaciones a uno está denigrando su parte afectiva y la de los demás estudiantes, pues es claro que como seres humanos necesitamos de afecto y de relación con los demás, un educador es referencia fundamental para un estudiante y por ende entra en el juego de relacionarse bien con su maestro, por ello cuando el maestro es capaz de darle a cada estudiante lo que se merece.

EL ARTE DE AMAR Y EDUCAR UN

HECHO DE CONFIANZA

Así como para producir arte es necesaria esa capacidad de asombro y de recreación, también el amor preventivo implica esa capacidad de asombro ya no frente a los fenómenos que se presentan en la vida, sino frente a aquel que comparte rasgos similares y que de cierta forma comienza a determinar el existir al momento de propiciar esa alteridad. Pues bien, amar y educar implica una salida de sí para querer encontrarse con el otro, aquel que tiene en su esencia aspectos que generan esa afinidad en muchos aspectos:

“En realidad todo educador ha comprendido que los pequeños y los jóvenes tienen necesidad de confianza y la dan cuando ven un amor profundo y sincero, un deseo de dárseles por completo. Precisamente en este punto la educación es donde se convierte en arte en cuanto puede relacionarse con la capacidad de amar, con la madurez

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afectiva que logra penetrar sin esfuerzo en el corazón ajeno consiguiendo la máxima colaboración” (Cian, 2001, p 148).

Hay que tener claro que el

amor es una actitud básica que permite al educador expresarse abiertamente inclusive de modo severo, decidido y franco si llegase a dar el caso, pero conservando siempre la caridad profunda. Ahora bien, el amor es el medio que facilita una profunda disponibilidad en el educador, es el medio que potencia ese don afectuoso y gratuito de decir sí a los jóvenes. Sin embargo es fin en tanto que es el lugar de encuentro entre el estudiante y el educador haciendo posible que de desplieguen de forma armónica y espontánea sus facultades y posibilidades humanas.

La confianza traducida como un don y como el medio que permite una relación estrecha y total con el otro, se entrecruza con el amor y pone de manifiesto el hecho de hacerse amar antes que temer como lo afirma el mismo Don Bosco, pero de qué tipo de confianza se puede hablar cuando esta misma palabra hoy día cobra varios sentidos, o más cuando esta palabra no tiene el valor y el significado que debería tener pues hoy sobre todo para la juventud confiar en alguien se hace tan complicado, estos tiempos que vivimos hacen que los jóvenes ya no hablen de amigos pues es muy “grande” esa palabra para atribuírsela a alguien, más bien se habla de “parcero”, “compañero”, es decir, aquella persona del momento, del juego, de la rumba, pero no de las cosas profundas que acaecen en a cada persona.

Desde esta postura penetrar

en el corazón del joven cubierto por una coraza, coraza compuesta de resentimientos, de miedos, de rechazos, de temores, se hace verdaderamente difícil y más cuando se busca estrechar una relación profunda, romper estos corazones duros es la meta de un amor preventivo acompañado de una confianza y sinceridad totales a la hora de establecer lazos de amistad, de paternidad. “No puede haber <Sistema Preventivo> sin amor; y no existe amor si no es en un ambiente de familia, enemigo de todo colegialismo, de toda oficialidad, de todo estilo burocrático y diplomático” (Cian, 2001, p 150). Sinceramente no se puede hablar de un clima de familia donde la misma convivencia le falta esa alegría despreocupada provocada por los mismos educadores que deberían ser el alma del recreo, renunciando a los propios gustos para vivir con y por los muchachos la rumorosa y a veces dura vida del patio, es ahí en ese momento donde se hace presente aquella frase evangélica que afirma que nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos, esto traducido en clave salesiana no indica más que un amor infinito y grande por la educación integral y en ella por los mismos jóvenes, por los mismos estudiantes.

EL GUSTO POR SUS TENDENCIAS

Es preciso recordar aquel

dicho popular que dice < sólo se ama lo que se conoce>, para afirmar en esa medida que el amor implica no sólo conocer, sino gustar de aquello

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que se conoce, es decir, que solamente se puede vivir ese sentimiento nacido de las profundidades del ser cuando se procura o se hace el gran esfuerzo de querer conocer a ese otro que se pone en frente: “Familiaridad significa estar con los jóvenes, colocarse a su nivel, hacer las cosas que a ellos les gustan, darles confianza” (Cian, 2001, p 151).

El estar con los jóvenes y compartir gran tiempo del día con ellos implica meterse en su mundo si de veras se quiere construir una relación, una alteridad, una construcción de sí a partir de la experiencia con el otro, hacer las cosas que a ellos les gusta no quiere decir asumir la vida de forma “rebelde” si se le puede llamar así como a ellos (los jóvenes) les sucede en ocasiones ¡no! hacer lo que a ellos les gusta, colocarse a su nivel quiere decir, reconocer al otro como aquel que con su vida también alimenta la mía, al otro como aquel que me reconoce y que en esa medida lo reconozco, el amor preventivo también consiste en ello en compartir las experiencias y enriquecerse con ellas, cuando un educador se incluye en el mundo del estudiante, le es más fácil comprender muchas situaciones que no se reconocen cuando se fomenta un abismo entre el maestro y el estudiante.

El Amor se hace concreto porque se procura en las cosas sencillas que día a día se manifiestan, no es un amor sobrenatural, es un amor experiencial, que se palpa en las

acciones, un amor dado a partir de la realidad que circunda. El estudiante como el educador se esfuerzan por hacer que la realidad de cierta forma los lleve al encuentro con el otro, solamente cuando hay apertura por parte de ambos (maestro- estudiante) la relación se da de manera natural y sin presiones; al joven no se le llega a la fuerza, porque entonces más reacio será, la única intención que deberá tener el educador será la de ganarse la vida del joven, la de ganarse su mundo y así junto con él poder experimentarlo.

Ahora bien, después de hacer un recorrido de lo que implicaría el Sistema Preventivo de Don Bosco en sus tres pilares Razón, Religión, Amor, es necesario denotar ahora la importancia de profundizar en Filosofía para Niños (FpN) para tener clara cuál es su postura sobre todo en la contemplación de lo que sería el Pensamiento de Orden superior que propone Matthew Lipman con sus tres categorías P. Crítico, P. Creativo, P. Cuidante, a fin de tener posteriormente las bases necesarias para poder establecer el paralelo que se desea en tanto que se pueda consolidar la propuesta para el desarrollo integral de los educandos. BIBLIOGRAFÍA

Braido, P. (2001). El Sistema

educativo de Don Bosco PREVENIR

no reprimir. Madrid: CCS, Alcalá.

Cian, L. (2001). El sistema

educativo de Don Bosco. Madrid:

CCS, Alcalá.

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HERRAMIENTAS

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TALLERES DE TRABAJO

SOBRE EL CUADRO DE

REFERENCIA DE LA

PASTORAL JUVENIL Una de las metas que se ha propuesto la Inspectoría salesiana San Pedro Claver de Bogotá, para el sexenio 2014-2020 es que todos sus agentes de Pastoral, sdb y laicos, conozcan el Cuadro de referencia de la pastoral juvenil y estén en capacidad de implementarlo en su quehacer educativo pastoral. El cuadro de referencia se constituye como una de las herramientas más valiosas de nuestro trabajo como educadores-pastores de la juventud, ya que ofrece las bases doctrinales, carismáticas y operativas de la Pastoral Juvenil Salesiana. Está abundantemente iluminado por el magisterio eclesial y salesiano. El texto se presentó oficialmente en la Inspectoría en el año 2014 y se tuvo un trabajo previo a su publicación a través de los talleres que ofreció el Dicasterio y que en Bogotá se llevó a cabo en el año 2012 con el Padre Rafael Borges. Como parte del lanzamiento se subió a la página web de la inspectoría un taller en power point que se puede descargar y se entregó el texto en físico a cada salesiano. Adicionalmente en algunas presencias se realizaron talleres con docentes o agentes de pastoral. Objetivo Brindar a las comunidades locales y a las CEPs subsidios de estudio y profundización del nuevo cuadro de referencia con el fin de enriquecer e iluminar nuestro trabajo educativo y pastoral.

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Objetivos específicos

Mejorar la calidad del servicio educativo-pastoral en nuestras obras, partiendo del patrimonio pastoral salesiano y del análisis de la realidad en la cual trabajamos (la actual acción educativo-pastoral, el territorio, los recursos, los instrumentos).

Ayudar a los coordinadores locales de pastoral con sus respectivos equipos en la animación pastoral de las obras.

Conocer los instrumentos y las metodologías más aptos para animar a la CEP: los responsables y los coordinadores de las obras educativas y pastorales, los educadores y los agentes pastorales de las obras, las personas que comienzan a colaborar en nuestras Comunidades Educativo-Pastorales y los hermanos en formación.

Recomendaciones

La persona que va a dirigir el taller debe haber leído y tener dominio acerca del contenido del Libro: “La Pastoral Juvenil Salesiana, cuadro de referencia”, debería ser preferiblemente el coordinador de Pastoral ya que está respaldado por su experiencia.

Se recomienda que los talleres no se centren en la lectura del libro sino en trabajo sobre un capítulo seleccionado para cada sesión.

No debe sin embargo sacrificarse la profundidad que da la lectura del libro en aras de la didáctica, es necesario que quienes van a recibir la capacitación lean los capítulos de manera íntegra.

Se puede entregar el capítulo en una reunión al inicio de mes y dejar como tarea su lectura para la siguiente reunión que puede ser finalizando el mes para que se tenga tiempo suficiente para leerlo.

Ojalá los participantes en el taller después de leer el capítulo traigan apuntadas dudas y comentarios para hacer.

También se puede favorecer la lectura del capítulo pidiendo un ensayo por escrito sobre el mismo previo a la sesión del taller, con ello se garantiza que los contenidos se han asumido con anterioridad.

NO es apropiado hacer un taller si los asistentes no han tenido acercamiento al texto.

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TALLER 0

Este taller es sencillo y se centra en presentar el libro: Primer momento. Contar de qué trata el texto. De donde proviene. Cuál es su

relevancia para nuestro trabajo. Hacer un recorrido por las versiones anteriores que ha tenido el

libro y cuál fue el trabajo previo a esta última edición. (En la presentación del libro y en la premisa a la tercera edición se dan a conocer estos aspectos)

Segundo Momento. En el segundo momento se explica la estructura del libro, las partes en que se compone y la estructura interna de los capítulos. Hacer una pequeña reflexión sobre cómo se piensa realizar el trabajo de estudio y reflexión con la comunidad educativa y recibir sugerencias.

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Taller 1

Capítulo 1: Habitar la vida y la cultura de los jóvenes de hoy

Objetivo Abordar con las Comunidades Educativo Pastorales los fundamentos de la Pastoral Juvenil a partir de las motivaciones de Don Bosco y de la congregación enmarcadas en una identidad Eclesial. Objetivos específicos

Descubrir los elementos inspiradores en la vida de Don Bosco que lo llevaron a hacer una opción decidida por el trabajo con los jóvenes más pobres y abandonados.

Aportar elementos para el discernimiento de nuestras opciones pastorales como creyentes y educadores.

Descubrir aquello que nos acerca al mundo juvenil en el marco de una Pastoral Juvenil orgánica, para multiplicar y cualificar ese espacio.

Reconocer la pastoral Juvenil como expresión de la misión salesiana en cuyo desempeño somos fieles a Don Bosco.

Tiempo estimado: 90 min Recursos:

Salón.

Video Beam

Escritorios o pupitres.

Paso 1

Que cada participante en el taller haya leído con anticipación el capítulo 1 del libro: La pastoral Juvenil salesiana, cuadro de referencia.

Los participantes deben traer un escrito mínimo de tres páginas sobre el aporte que hace el capítulo a la labor de educador pastor de los jóvenes. Entregarlo a quien dirige el trabajo.

Iniciar la sesión con un conversatorio sobre las impresiones que dejó el capítulo.

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Traer por escrito: ¿Qué datos del capítulo son nuevos para mí? ¿Qué datos desconozco y merecen ser aclarados en la sesión?

Paso 2

Exposición general del capítulo por parte del tallerista. (Valiéndose de herramientas como power point o prezi.)

El estudio del capítulo se puede apoyar en textos o material audiovisual relacionado que el tallerista o el grupo considere apropiado (ejemplo: pasajes de la vida de Don Bosco, fragmentos de la película de Don Bosco…)

Paso 3 Al final de la sesión se pueden dejar unas tareas concretas a desarrollar en el mes y que se harán paralelas a la lectura del capítulo. Estas tareas pueden ser preferiblemente grupales.

Trabajar en los buenos días la cita bíblica con la que se inicia el capítulo 1 y un breve mensaje sobre cómo se conecta con el quehacer pastoral de la institución.

Leer de manera personal el capítulo dos Realizar un mapa conceptual o un infograma sobre el capítulo

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Taller 2

Capítulo 2: Del Cristo evangelizador a la Iglesia Evangelizadora

Objetivo Reflexionar con las comunidades educativo-pastorales sobre el sentido evangelizador y eclesial de nuestra misión salesiana desde la perspectiva pastoral. Objetivos específicos

Identificar a Cristo Buen Pastor cómo centro de nuestra pastoral. Descubrir el sentido comunitario de nuestra misión revelado en el amor de

Dios. Hacernos partícipes del llamado que se nos hace como Iglesia y cómo

salesianos a continuar la misión de Jesús.

Reconocer en María, una Madre y Maestra de nuestra Pastoral como la asumió Don Bosco.

Tiempo estimado: 90 min Recursos:

Salón.

Video Beam

Escritorios o pupitres.

Papel.

Esferos, marcadores.

Paso 1

Que cada participante en el taller haya leído con anticipación el capítulo 2 del libro: La pastoral Juvenil salesiana, cuadro de referencia.

Iniciar la sesión con un conversatorio sobre las impresiones que dejó el capítulo.

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Traer por escrito: Qué datos del capítulo son nuevos para mí. Qué datos desconozco y merecen ser aclarados en la sesión.

Paso 2

Dos o tres participantes que lo deseen o escogidos por quien dirige la sesión presentan el mapa conceptual que se pidió hacer sobre el capítulo en la sesión anterior.

Complementación de los contenidos por parte del tallerista a partir de lo presentado por los participantes.

Paso 3 Al final de la sesión se pueden dejar unas tareas concretas a desarrollar en el mes y que se harán paralelas a la lectura del capítulo. Estas tareas pueden ser preferiblemente grupales.

Hacer un mural o cartelera con el ícono del capítulo y tenerlo en un lugar

visible de la institución con una breve reseña de lo que representa.

Leer de manera personal el capítulo tres para la siguiente sesión.

Escribir en una ficha los temas o párrafos del capítulo 3 que más le llamaron la atención o merecen ser profundizados en la sesión.

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Taller 3

Capítulo 3: Evangelizar y educar, nuestra identidad apostólica. Objetivo Profundizar con los agentes de Pastoral los fundamentos e identidad de nuestra Pastoral Juvenil en el marco de la misión de Don Bosco como educador-Pastor. Objetivos específicos

Reconocer nuestra doble misión de ser educadores y pastores. Profundizar en el evangelio como inspiración radical de nuestro trabajo. Hacer síntesis de los tres primeros capítulos del cuadro de referencia desde

lo antropológico, teológico, cristológico, eclesial y salesiano. Tiempo estimado: 90 min Recursos:

Salón.

Video Beam

Escritorios o pupitres.

Papel.

Esferos, marcadores.

Paso 1

Los participantes deben haber leído con anticipación el capítulo 3 del Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana.

Para este taller se les pide llevar un documento de identificación Traer por escrito: Qué datos del capítulo son nuevos para mí. Qué datos desconozco y merecen ser aclarados en la sesión.

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Paso 2

Para iniciar la sesión, quien dirige el trabajo puede presentar una síntesis de los tres primeros capítulos especificando como el tercero cierra la primera parte del Cuadro de Referencia.

Para iniciar se pide a los participantes que describan o compartan la información de su documento de identidad: número, fecha de emisión, recuerdos particulares con respecto al documento y por qué la información contenida es diferente para cada persona.

Luego de charlar de manera informal sobre estos datos se conecta con el título del capítulo haciendo esta pregunta: ¿Tenemos igual de clara cuál es nuestra identidad apostólica?

Complementación de los contenidos por parte del tallerista a partir de las dudas y apuntes presentados por los participantes.

Paso 3

Para sintetizar este capítulo se sugiere que se tomen las frases del magisterio salesiano o eclesial (recuadros amarillos en las páginas) y con ellos se hagan unas carteleras para colocar en diferentes lugares como una manera de compartir los contenidos con la CEP.

Si se desea se puede hacer una prueba a manera de juego para verificar que tan claros y que tanto se profundizaron los contenidos de los tres primeros capítulos (al estilo de quien quiere ser millonario o alcance la estrella)

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